¿Qué es lo más importa?

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Asumi, 14 Abril 2010.

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    Asumi

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    ¿Qué es lo más importa?
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    ¿Qué es lo más importa?

    Título: ¿Qué es lo más importa?
    Summary: ¿De verdad tanto te importa esto? ¿Más que todo lo demás? ¿Cambiarás las cosas así como así? Yo lo dudo.
    Clasificación: K.
    Advertencias: Sin betear.
    Género: Romance básicamente.
    Cantidad de palabras capitulo 1: 1.284 + título

    ¿Qué es lo más importa?

    Capítulo 1: La llegada a Tokio.

    Soy una niña de quince años que acaba de cambiarse de ciudad a su lugar de origen, Tokio.

    Vivo en un pequeño departamento de dos dormitorios en un tercer piso de un edificio de nueve pisos, vivo sola con mi madre, se preguntarán ¿y mi padre? Bueno, él y mi madre se separaron hace casi 16 años, ya los meses despúes de ello mi madre se enteró de que estaba embarazada de mí. Por esta razón decidió escapar a Okinawa, donde me crió sola como pudo, se esforzó mucho y lo sigue haciendo.

    Hace poco le ofrecieron un trabajo aquí en Tokio con una mejor propuesta de sueldo y estado laboral, lo cual ella no pudo rechazar y obviamente tomó. Y aquí nos tienen, en un departamento pequeño pero aún así muy bello por más que mi madre no comparta mi opinión y se la pase todo el día quejándose de que es una basura, yo no me quejo.

    Solo espero que este lugar sea más interesante que la aburrida Okinawa…

    — ¡Akari! —gritó mi madre despertándome de un solo salto.
    — ¿Qué es lo que pasa mamá? —cuestioné una vez hubiera terminado de bajarme del tejado debido al susto y sobándome el ojo para aclarar mi soñolienta visión.
    —Ya debes ir al instituto hija, mejor viste pronto o llegarás tarde en tú primer día —dijo dándome una leve sonrisa algo fingida mientras me lanzaba la toalla de baño en la cara junto con el uniforme.
    —Ya voy —contesté con pereza entrando al baño con la ropa y la toalla ahora en mi mano arrastrando los pies por el piso al igual que un zombi.
    — ¡Cuando salgas te tendré el desayuno en la mesa! -chilló mi madre antes de que cerrara la puerta del baño a lo que solo respondí con gesto de más de que me daba igual.

    Entré al baño a ducharme con agua tibia tirada un poco para helada, lo cual me despertó y me relajó mucho, me hubiese quedado ahí unos minutos más pero si lo hacía se e haría tarde y mi madre me molestará.

    Me miré en espejo antes de salir del baño a ver cómo me quedaba el uniforme del instituto que consistía en una falda plisada color negro con una blusa blanca con un listón en el medio y sin presumir, pero combinaba todo muy bien con mi perfecta piel ligeramente tostada, mis ojos verdes que resaltaban a la perfección, mi cabello rubio y liso con las puntas onduladas completamente suelto hasta un poco más debajo de los hombros con una pequeña mecha a mi lado derecho.

    Salí del baño corriendo para entrar al pequeño living-comedor, desayuné tan rápido como si no hubiera comido en días. Cuando terminé dejé mi loza en el fregadero, tomé mi bolso, me despedí de mi madre con una seña de manos y salí camino al instituto.

    El camino fue “tranquilo” además de ser corto al menos para mí, ya que estaba acostumbrada a caminar grandes distancias en Okinawa. Entré al campus del instituto y luego al edificio principal, el cual es gigantesco, tiene demasiado espacio por todos lados y posee cuatro grandes pisos. Pasé por la secretaría a pedir mi horario de clases junto con las indicaciones para encontrar mi salón, el cual como sospechaba se encontraba en el último piso.

    Subí con calma las escaleras hasta que llegué al cuarto y último –para mi suerte- piso del gran edificio, busqué mi salón el 1-B. Una vez que lo encontré revisé mi nombre en la lista de alumnos de dicho salón, ya teniéndolo confirmado en su totalidad ingresé. Busqué un lugar apropiado que según yo tenía que ser adelante, ojalá frente al maestro. Localicé la mesa que sería la del maestro y me ubiqué frente a la mesa en la que al parecer aún no había nadie, mi problema era que los bancos eran de a dos personas, por lo que estaba obligada a sentarme junto a alguien más.

    Me senté calmadamente dejé mi bolso a mi lado en la silla y saqué de él mi Mp3 para escuchar algo de música para hacer un poco de tiempo, ya que al parecer había llegado muy temprano por que con suerte se encontraban tres personas en el salón incluyéndome. Mientras escuchaba Ryuusei rocket de An Café miraba fijamente la puerta de el salón como si esperara que entrase alguien que me cambiara la vida ¿qué tontería no?

    A los aproximadamente veinte minutos el salón se encontraba casi lleno de todos los que serían mis compañeros de clase. Cuando ya suena el timbre que anuncia el inicio de las clases, la mayoría se sienta en sus respectivos lugares escogidos por los mismos esperando que la profesora entre.

    Al rato, entra una chica al salón, esta al parecer era un poco torpe, ya que cayó al suelo al entrar por la puerta.

    —Idiota—suspiré mirando a la chica de cabello negro y ojos claros que cayó hace unos segundos, para luego pararme lentamente de mi silla y a paso lento llegar hasta ella.
    — ¡Auch!—se quejó por el dolor la chica de piel albina y por lo que pude notar, mide más o menos igual que yo, un metro sesenta.

    Mientras se sobaba el brazo derecho que al parecer tenía levemente raspado por el roce con el piso. En ese momento le ofrecí mi mano para que se levantara, la cual ella me aceptó con una sonrisa, la que obviamente devolví solo por unos cortos segundos.

    —Gracias—dijo con una voz suave y ligera—Me llamo Asamiya Aoi.
    —Yo soy Oumi Akari—contesté a modo de cortesía para dirigirme a mi lugar de estudio.
    —Muchas gracias por ayudarme antes —volvió a agradecer siguiéndome— Esto…—susurró mirando el puesto vació a mi lado haciendo una pausa al parecer por nervios.
    —Si quieres puedes sentarte —corté sin rodeos, al notar que observaba la silla desocupada.
    —Gracias otra vez —agradeció por tercera vez con una sonrisa sentándose a mi lado.
    —No te preocupes, solo no me molestes cuando estemos en clases—aclaré mirándola y regalándole una suave sonrisa.

    La verdad es que siempre he sido muy fría con la gente mas aún con mis compañeros de clase, a lo más tenía una “amiga” o al menos eso parecíamos, la verdad es que nunca fui muy sociable.

    —Tienes una linda sonrisa, podrías mostrarla más seguido —comentó la de ojos claros manteniendo la sonrisa.

    En ese momento sentí como enrojecía levemente por el comentario que había hecho Asamiya. Por lo que solo atiné a responder de igual forma.

    —Tú igual tienes una linda sonrisa —dije de forma sincera.

    La verdad es que la chica es muy hermosa, solo que como dije en un principio, torpe y al aprecer demsiado por que llevaba raspaduras en las rodillas codos y brazos.

    —Eres nueva aquí ¿verdad? —preguntó curiosa, mientras acomodaba su chasquilla con un delgado pinche rojo.
    —Sí ¿y tú? —contesté secamente y devolviendo la pregunta.
    —No, yo soy antigua, pero nunca he tenido amigas en el salón —aclaró mirando el suelo con un gran vergüenza por lo último que dijo.
    —Pues... —hice una pausa—digamos que puede que ya hayas conseguido una—agregué mirando hacía otro lado un poco sonrojada y con los ojos cerrados esperando el impacto por parte de Aoi, ya que chicas como ella por cosas como estas se emocionan fácilmente.
    — ¡¿Lo dices enserio?! ¡Gracias!—gritó eufórica mientras me abrazaba fuertemente.
    —Si en serio pero deja de apretarme que me asfixias —dije entrecortadamente ya que me apretaba tan fuerte del ceullo que me estaba ahorcando.

    En ese momento entra la maestra para dar el inicio a la clase.


    Continuará.-

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    Notas de Autora: Espero les gustará es muy cliché, pero quería subirla. Es una historia que escribí hasta el capítulo 10 en un cuaderno que ahora trancribo para recibir comentarios y críticas :)
     
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    Re: ¿Qué es lo más importa?

    Veo que andie comentó quizas por que el primer capitulo es algo fome aquié les dejé el segundo a ver si alguien se engancha de la historia ;)


    ¿Qué es lo que más importa?

    Capítulo 2:
    Paseando por el cuarto piso.

    La maestra entró al salón y al parecer infundía un gran miedo entre todos los que la conocían, debido a que casi todos rápidamente se pararon detrás de su asiento para saludarla.

    —Buenos días —dijo la maestra con su voz seca, sin ningún tipo de sentimiento en ella, algo ara la mayoría aterrador pero para mi muy común.
    —Buenos días —contestamos todos al unísono.
    —Tomen asiento. —ordenó la superior para luego darse vuelta a la pizarra— Mi nombre es Seiji Mitsuko —agregó mientras escribía dicho nombre en el gran pizarrón blanco— díganme maestra Seiji y para que lo sepan yo impartiré la clase de biología además de ser la persona a cargo de este salón y por lo que he podido observar —hizo una pausa mirando a todo el salón— hay muchos chicos de aquí que ya me conocen y también algunos nuevos. —me quedó observando— Bueno, no haré las típicas presentaciones para los alumnos nuevos porque prefiero dejar que estos interioricen solo con los demás en el descanso. Ahora saquen sus cuadernos que empezaré con mi clase —finalizó con su discurso para luego empezar a enseñar rápidamente la materia.

    La clase pasó muy rápida para mí, ya que para algunos sé que fue un infierno, se podía ver en sus caras y los comentarios que hacían al salir de la sala luego del toque de timbre para el descanso.

    La maestra Seiji se ve buena profesora aunque algo estricta al parecer, por los que ya la conocen. Pero hay algo de ella que no me da muy buena espina, porque durante la clase no me quitaba los ojos de encima, entiendo que sea nueva y que por estar enfrente a ella sea casi lo único que vea pero es que era demasiado, se fijaba en cada uno de mis movimientos, mi letra, lo que escribía, por mi forma de pensar en absolutamente todo.

    —Oumi…—me susurró Asamiya sacándome bruscamente de mis pensamientos y meditación acerca de la extraña maestra.
    — ¿Qué sucede Asamiya? —pregunté en tono amigable, muy amigable para ser yo.
    —Es hora del descanso ¿Te parece si recorremos el instituto? Y por favor si no es mucha molestia llámame Aoi, odio que me traten por mi apellido —dijo finalmente mirándome con atención esperando mi respuesta al parecer un poco incomoda.
    —Si, me parece buena idea —respondí a la primera pregunta sin ningún interés más que mera curiosidad realmente— Pero te llamaré Aoi solo si tú también me llamas por mi nombre —-agregué finalmente para luego regalarle una sonrisa.
    —Cuenta con eso —me dejó levemente sonrojada por lo último que hice devolviéndome el gesto.

    Salimos a recorrer el instituto calmadamente partiendo por el cuarto y último piso en el cual estábamos ubicadas.

    Entramos primero al baño de chicas pero este se encontraba repleto ¡¿Qué rayos pueden hacer tantas chicas apretujadas como sardinas en el baño?! Me preguntaba yo al ver como entraban y entraban las chicas al de por sí pequeño baño. Cuando por fin logré entrar al lugar tan extrañamente osado descubrí el ridículo porque de aquello ¡querían mirarse en minúsculo espejo que se encontraba al final del baño! De verdad era lo más ridículo que e había tocado vivir, definitivamente nunca entendería a las mujeres “normales” que pasan preocupas de su apariencia que las llevan a asfixiarse en un baño para observarse al espejo.

    Cuando me acercaba al lavado del baño para limpiarme las manos junto con Aoi después de la prácticamente batalla campal por entrar al baño pude sentir como una chica me empujaba cuando me encontraba bebiendo agua , lo que más me molestó es que se notaba claramente que había sido intencional.

    — ¡Oye! —chille dándome vuelta en un segundó para ver al estúpida y mal intencionada que me había empujado— ¿quién rayos te crees para empujarme así? —la encaré al ver a la típica niñita mimada o popular como algunos las llaman, con cabello teñido rojizo siendo de raíz color negra y todo quemado debido al exceso de planchado.

    Era una con sus típicas pulseras y peinado a la “moda”, que tiene n a medio instituto babeando por ellas por dos simples razones: dinero y/o son fáciles de llevar a la cama, simplemente una escoria de la sociedad que se siente importante por qué todas las saludan le hablan, le miman y obedecen como estúpidos perros entrenados. La chica que me empujo o mejor dicho la “reinita” era levemente más alta que yo, piel ligeramente tostada como la mía ojos cafés pero con lentes de contacto azul que definitivamente se le veían fatal y completamente ridículo.

    Junto a ella habían dos chicas que se notaba de lejos que eran las mis chicas estereotipadas de las interesadas o las “mejores amigas” de la niña de papá, que alaban todos su planes le hacen todo lo que pida solo para llevarse su popularidad, parte de su dinero y reconocimiento bueno o malo de los demás. Ambas llevan ropa muy similar, típico de las chicas que acompañan a la chica “más popular”.

    Una era trigueña de pelo ondeado color castaño oscuro casi negro y ojos café chocolate a juego con su cabello pero aún así resaltantes. Mientras que la otra también era trigueña de pelo larguísimo más debajo de los pechos, liso total con una chasquilla color castaño claro casi rubio y los ojos de un bello pardo.

    — ¡Já! —rió sarcástica a mi pregunta la chica artificial, debido a lo en contra que iba sobre su naturaleza, no me extrañaría que se hubiera o quizás querido operarse— Creo que soy la chica más popular y adinerada de este instituto —explico con soberbia, sin faltar como era obvio el coro de las acompañantes con un “Si” al unísono. Yo tenía razón era una creída y mimada niña popular.
    — ¿Y a mí eso qué? Eso no te da derecho a tratarme como quieras mocosa —hablé con tono molesto y desafiante.

    Para que le quedara claro que a mí con esas cosas no puede hacerme lo que se le venga en gana por muy princesita que se crea y antes de que me enrabiará y le respondiera el empujón contra el lavado, salí de allí y escuché como Aoi iba tras de mí.

    —Akari…—murmuró mi amiga para llamar mi atención lo cual obtuvo rápidamente haciendo que me girará a observarla— No es buena idea meterse con Megumi, ella podría hacer que nos echaran del instituto inventando cualquier cosa.
    — ¡Pues que invente algo si quiere, a mi me da igual lo que haga, prefiero ser echada a que siga creyendo que puede tratar a las personas a su antojo! —grité llena de rabia hasta las orejas por la situación y la actitud de Aoi.
    —En eso tienes razón—susurró ella mirando el suelo para luego subir la mirada para observarme— ¡Akari, tú frente sangra! —exclamó asustada apuntando mi herida— Será mejor que vallamos a la enfermería.
    —-No te preocupes, no es nada —dije tranquilizándola un poco— se quitará, solo créeme —agregué con una sonrisa.
    — ¿Estás segura? —cuestionó no muy convencida la pelinegra.
    — Sí —afirmé— mejor sigamos recorriendo el instituto ¿te parece? —agregué cambiando el tema apropósito.
    — Sí —con incidió Aoi con un asentimiento de cabeza y su característica sonrisa.

    Seguimos caminando por el instituto y por lo que pude ver había una pequeña inspectoría por piso, también que en el cuarto piso se encontraban todos los primeros años de la letra “A” a la letra “H” junto con cuatro salones de segundo año la del “A”, “D”, “E” y “G”, los otros cuatro salones de segundo deberían de estar en el tercer piso junto con los de tercer año.

    Después de ese pequeño paseo por el cuarto piso tocaron el timbre anunciando el termino del receso, así que Aoi y yo nos dirigimos rápidamente al salón. Pero en el momento en el que entrabamos al salón sentí una mirada sobre mí que seguía cada uno de mis pasos. Rápidamente me volteé a ver quién era, pero lo único que logré divisar fue un chico que me miraba fijamente desde el salón de enfrente, sino estaba equivocada desde el salón 2-A, pero en el momento uen intercepté su mirada con la mía éste se volteó como si nada y entró a su salón.

    Me preguntó ¿Quién será aquel extraño chico? Y más importante aún ¿por qué me observaba de aquella
    forma tan peculiar siguiendo mis pasos?

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    Re: ¿Qué es lo más importa?

    Aunque nadie lea mi fic lo continuaré :o! Si alguien lo lee por favor que comente :(!

    ¿Qué es lo que más importa?
    Capítulo III: ¿Quién es ese chico?

    Entré al salón con la mente en el chico que me estaba mirando afuera ¿quién sería? ¿y por qué me miraba de esa forma? Cuando ingresé al aula de clases, lo primero que hice fue ir a buscar a mi bolso un poco de papel higiénico que andaba trayendo por casualidad, para secar la sangre que fluía de mi frente por el golpe en el baño causado por la niña “porque tengo dinero y soy popular puedo hacer lo que se me venga en la real gana” ¡niña engreída!¡cómo la detestó!, ya se las verá conmigo un día de estos, ojalá prontamente.

    — Akari ¿ya estás mejor? —preguntó mirándome con expresión preocupada, mi amiga.
    — Si Aoi, no te preocupes —dije en tono tranquilizador para relajarla.

    Como lo imaginé –y no es para menos- la tal Megumi va en nuestro salón.

    — ¿Está mejor tu herida, niña? —preguntó sarcástica la chica engreída.
    — Mucho mejor de lo que puede llegar a estar tu cara si no dejas de fastidiar creída —contesté desafiante haciendo que todas las miradas se posaran en nosotras.
    — ¡Ay! Ya cálmate sólo quería ser amable —respondió con el mismo tono anterior, de cinismo.
    — Pues vete tú con tú desgraciada y nula amabilidad a otra parte si no quieres sacarme de quicio y hacer que te rompa la cara —dije en tono sumamente agresivo y mostrándole mi puño cerrado alzado y temblando por la fuerza, ya que no estaba dispuesta a soportar su ironía ni un minuto –o segundo- más.
    — Está bien “querida”, pero no te coloques agresiva, no querrás ser una delincuente —dijo con su cinismo y sonrisa de superioridad para luego marcharse.

    ¡Hui! ¡No la soporto! En ese momento entra el maestro de la siguiente clase, todos nos fuimos a nuestros asientos a saludar de forma correspondiente al maestro.

    — Buenos días —dijo con un tono de voz muy grave, ya que tenía al ojo unos 40 años de edad y su voz se escuchaba ya algo desgastada.
    — Buenos días —contestamos todos los estudiantes al unísono.
    — Tomen asiento, por favor...

    Y eso fue lo último que escuché de la clase, ya que quedé absorta completamente dentro de mis pensamientos, pensando en el chico del salón 2A. Me pregunto sí quizás Aoi sabrá algo de él, si posiblemente lo conozca o algo por el estilo, supongo que luego se lo preguntaré. Ahora que lo pienso más detenidamente, aquel chico era muy lindo; de ojo algo pardos, aunque por la distancia en que los vi no podría decirlo con mucha certeza, pero creo a verlos visto cafés avellano con ligeros pero hermosos toques verdosos, muy alto desde mi punto de vista algo como un metro setenta centímetros aproximadamente, de piel muy ligeramente tostada similar a la mía y de cabellos castaño clarísimo que podría llegar a confundirse con un leve rubio liso total de largo hasta un poco más debajo de los hombros con un mechó más notorio al lado derecho.

    — ¡Oumi Akari! —gritó el maestro llamando mi atención y haciendo que volviera en mí misma, ya que al parecer no le estaba prestando atención y eso el ya lo había percibido— Valla a la enfermería tiene toda la cara con sangre proveniente de su frente, ¿cómo no puede notarlo y pedirme permiso?
    —- Ah… —mencioné en susurro como si no fuese la gran cosa, lo cual era en esos momentos para mi, pasé mi dedo por encima de mi nariz notando que era cierto lo que me decía el maestro, la cual escurría y mojaba mi cuaderno con pequeñas gotas que caían de la punta de mi respingada nariz. Me paré calmadamente para salir de mi salón y lavarme la cara.

    — ¿Necesita a alguien que la acompañe, Señorita Oumi? —preguntó el maestro del cual no sabía ni siquiera su nombre, lo cual demostraba la poca atención que le había puesto.

    Quizás cuanto había vacilado en mis pensamientos tan internamente que ni eso sabía, pero era algo que ahora no debía preocuparme.

    — No, gracias puedo ir sola —contesté en tono desinteresado y despreocupado. Mientras con disimulo le guiñaba un ojo a Aoi para que no dijera que no sé donde es al ser una nueva estudiante en el recinto.


    Salí calmadamente del aula de clases, aún con una mirada de burla que me hacía Megumi a la cual solo respondí salpicándole un poco de mi sangre sobre su cuaderno deleitándome con su cara de horro y espanto por mi acto.

    Caminé al baño a mojarme un poco la cara y de paso quitarme la sangre de la cara, ya que parecía monstruo de halloween con la cara de esa forma, para después dedicarme a buscar la enfermería. Sin embargo para mi suerte cuando salí del baño me encontré al igual que la primera vez con el chico de antes que salía del baño de chicos que se encontraba frente al de damas. Me miró por unos segundos al igual que yo a él y de repente empecé a sentir como mis mejillas enrojecían por aquella extraña mirada.

    Él solo atinó a sonreírse levemente y por lo que nerviosa que me encontraba respondí aquella sonrisa con otra igual. Antes de que se fuera de la misma forma como sucedió la otra vez, decidí acercarme.

    Cuando ya me encontraba a solo un paso de distancia del le hablé.

    — Disculpa, puedes decirme… —Y no me dejó terminar de preguntar, ya que rápidamente se me adelantó.
    — ¿La enfermería? —terminó él con una voz muy fría, pero dulce a la vez, Mientras miraba la herida de mi frente que continuaba sangrando.
    — Si —contesté en apenas un leve susurro, ya que me perdí en los detalles de sus ojos que definitivamente había comprobado que eran pardos tal como los había descrito.
    — Bajas estas escaleras hasta el primer piso, al lado del gimnasio a mano izquierda se encuentra la enfermería —indicó, cosa que pude memorizar, no eran instrucciones complicadas—. Aunque debo decirte que la enfermera no es la gran cosa —agregó risueño y con sarcasmo mientras arqueaba una ceja.
    — Gracias de todas formas —dije con una sonrisa la cual él me respondió sin problemas—. Por cierto mi nombre es Oumi, Oumi Akari, pero solo llamame Akari, si es que nos volvemos a ver —agregué en cierta forma para que me diera su nombre, pero tampoco comprometiéndolo a que nos volviéramos a ver.
    — Yo soy Ishida, Ishida Akeru, pero tu también puedes llamarme por mi nombre —contestó con voz simplemente dulce y agradable— Y ten por seguro que nos volveremos a ver pequeña Akari —dijo con una sonrisa en el rostro algo soberbio para luego besar mi mejilla derecha dando por finalizada la conversación y dirigiéndose a su salón, el 2A.

    Luego de quedarme ahí unos segundos estúpidamente pasmada por alguna razón suspiré y me dirigí a la enfermería con las indicaciones entregadas y la razón del inicio de esa conversación. Y tal y como lo dijo Akeru; la enfermera no era la gran cosa, solo me pasó un poco de alcohol para la herida y una pequeña bandita.

    — Si hubiera sabido que haría eso, mejor me quedo en el baño y espero que la herida se seque —suspiré con resignación y cansancio, quejándome con el viento una vez hubiese salido de la enfermería.

    Luego volví al salón más tranquila y con una idiota pero indestructible sonrisa en el rostro. Al entrar miré al pizarrón y recién caí en cuenta de que estábamos en la clase de biología y para empeorar la situación no entendía un carajo de lo que estaba escrito, eran jeroglíficos de miles de siglos pasados para mí, una lengua muerta.

    En definitiva luego le pediría los apuntes a Aoi y que si era posible me explicara, mas ahora mi mente solo estaba fija en un punto vacio pensando en los ojos de Ishida Akeru, los cuales ahora estaba segura que eran de un hermoso pardo, el más hermoso que haya visto, eso sin contar que soy muy detallista en los ojos de las personas, me dan la sensación de que son las puertas del alma.

    — No te preocupes, yo te daré la materia y los apuntes luego —me susurró Aoi como si me hubiese leído el pensamiento, por lo que yo solo atiné a sonreírle de forma agradecida, lo que respondió de forma casi inmediata— Y… —empezó a agregar lo que me hizo mirarla alzando una ceja esperando su respuesta y dándole entender que continuara— después me dices que te sucedió allá afuera —terminó de decir pícaramente mirándome con una sonrisa curiosa, lo cual me tomo por completa sorpresa y me hizo sonrojar levemente.
    —Pero ¿cómo…? —susurré apenas un poco nerviosa y algo avergonzada de su rápida deducción.
    — Se nota en tu mirada que algo pasó, además tu no sonríes así de la nada —explicó con una risita camuflada para que no la descubriera el maestro.
    — Veo que no te ha costado mucho conocerme bien —le dije siéndole la risa con una leve sonrisa, de verdad me tenía sorprendida.

    La clases transcurrió rápida para mi mientras con un lápiz de tinta dibujaba lo mejor posible los ojos de Akeru y es que tenía un detalle muy especial que aun no lograba retratar bien en papel.

    — ¡Ya! Acabó la clase, cuéntame —dijo impaciente mi amiga. Si, increíblemente en menos de 3 horas encontré una amiga, ni yo misma podía creérmelo.
    — Bueno lo que pasó fue que antes de entrar al salón luego del toque de timbre, sentí una mirada sobre mí y cuando me di media vuelta un chico del salón de enfrente de pelo clarísimo casi rubio, similar al mío, ojos pardos, altura promedio un poco más alta y piel ligeramente tostada —explicaba partiendo del inicio describiendo al joven Ishida—. En clase, no podía de parar de darle vueltas al asunto de porque ese chico me había observado con tanta atención, incluso pensé que tú podrías conocerlo… —agregué, pero en ese momento me interrumpió la chica abruptamente.
    — ¡¿Conocer al el chico de enfrente?! ¡¿del 2A?! —exclamó con incredulidad para proseguir—. ¡Por supuesto! ¡es el más guapo de todo el instituto! —dijo eufórica y llena de emoción que no comprendía. Aunque lo que dio de Akeru me dejó impactada luego ser procesado por mi cerebro ¿él el más guapo? Ok, después de todo es guapo, no lo negaré, pero… ¿será para tanto?—. Y cuando saliste ¿qué pasó? —preguntó más chillonamente emocionada.

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    Re: ¿Qué es lo más importa?

    Siguen si leer mi historia, que triste :( pero aún así la continuaré :o!

    ¿Qué es lo que más importa?
    Capítulo IV: La apuesta, un nuevo amigo.

    Ya no sabía que creer, ¿Es qué acaso el chico más popular de todo el instituto tenía algún interés en mí? Eso era algo imposible ¿o no? Ósea, yo no soy la gran cosa después de todo.

    — Akari… —susurró Aoi mientras pasaba una y otra vez su mano por delante de mis ojos. Al parecer me hablaba hace ya un buen rato, pero yo estaba perdida en mis pensamientos.
    — Disculpa, pensaba en otra cosa —le dije excusando mi falta de atención, ella solo me miró con picardía.
    — ¿En otra cosa? —murmuró con extrañeza fingida— No será más bien ¿En alguien? — agregó observándome divertida, mientras yo sólo sentía el calor en mis mejillas, me había sonrojado.
    — ¿De qué hablas? —dije intentando disimular un poco mi sonrojo abanicándome la cara de la forma menos notoria posible— no pensaba en Akeru —agregué mirando en otra dirección al sentir que mi sonrojo no disminuía, al contrario, al pronunciar aquello había aumentado considerablemente.
    —- Espero que no estén hablando de “mi” Akeru —dijo metiéndose en la conversación sin ser invitada, la chica boba de Megumi.
    — ¿Desde cuándo es “tú” Akeru? —contesté con ironía y enferma de la rabia por su comentario sin entender bien el por qué.
    — Desde hoy, querida. Hoy ese chico caerá a mis pies, ya lo verás —sonrió con soberbia y creídamente como si el mundo entero muriese por estar con ella.
    —- ¡Por favor! —chillé con sarcasmo— Akeru ni aunque fuese ciego se fijaría en alguien como tú y se arrodillaría solo en el caso de no tener pies, lo que quiere decir que tampoco sería por gusto —me burlé de ella tratándola de tonta –cosa que es- atrayendo las miradas de todos como la ves pasada.
    — Entonces menos en ti —me devolvió el insulto con una sonrisa.
    — ¡Te apuesto que soy capaz de hacer que salga conmigo en una cita antes que tú, creída! —la desafié extremadamente colérica y ciega de rabia, sin pensar en lo que esto me traería luego.
    — Sólo si a eso le agregamos que la que pierda hará el ridículo en frente de todo el instituto —agregó a la apuesta haciéndola más interesante, la chica de plástico.
    — Está bien, será mejor que te prepares a perder tu popularidad —le dije asegurando mi victoria.
    — Será mejor que tú lo hagas —respondió antes de irse, Megumi.

    ¡Oh rayos! ¡¿qué estupidez es la que acabo de hacer?! ¡Megumi, me pateará en el piso! ¡soy la idiota más grande del mundo! Creo que tendré que hablar con Akeru para que me ayude, aunque no es ni siquiera mi amigo, pero… ¿qué más puedo hacer aparte de perder la apuesta?

    — ¡Akari! ¡¿Por qué apostaste eso con Megumi?! —preguntó exaltada y llena de preocupación mi amiga de cabellos negros.
    — ¡No lo sé! ¡Simplemente me dejé llevar eso es todo! —respondí en el mismo tono.
    — ¿Qué harás? ¿O de verdad piensas salir con Ishida antes que ella? —preguntó mirándome con una cara entre el asombro, la picardía y la curiosidad por la situación, pero sobre todo curiosa en exceso.
    — Eso debo y pretendo —dije un poco sería y sonrojándome lo último.

    En ese momento decidí levantarme, salí al pasillo, sola, no quería estar con Aoi ni con ninguna otra persona, necesitaba pensar en lo que estaba sucediendo. Cuando empecé a caminar por los pasillos, de repente tropecé con alguien haciéndome caer bruscamente al suelo, me encontraba tan despistada que ni siquiera noté que alguien se aproximaba y menos el impacto de mi trasero con el duro suelo.

    La persona con la que había chocado me estiró la mano para ayudarme a pararme, la cual acepté tomándola agradecida, sin ver aún de quien se trataba la persona.

    — Discúlpeme, no vi por donde iba además de que iba distraída —me justifiqué con voz monótona y tranquila, sin levantar la mirada.
    — No te preocupes, pequeña —al escuchar la voz proveniente de mi interlocutor, esa voz, abrí los ojos de golpe, era él, que me miraba con una sonrisa en su rostro, lo cual me hizo sonrojar muy fuertemente en cuanto hice contacto con sus preciosos ojos pardos.
    — Gra-gracias, por a-ayudarme a…. levantarme —tartamudeé en un susurro completamente nerviosa por alguna razón que no comprendo.

    “Debo verme tan patética en estos momentos...” –-pensépara mis adentros, cuando noté que los que pasaban por los pasillos nos observaban en exceso, casi todas las miradas –sobre todo de las chicas- puestas en nosotros.
    “Pero ¿por…?” —pensé mirando por todos lados y fue cuando noté que aún sujetaba mi mano. En ese momento lo poco y nada que mi sonrojo se había calmado, volvió a aumentar aún más fuerte al igual que mi nerviosismo.

    — Te dije que nos volveríamos a ver, pequeña Akari —comentó con voz ¿seductora?, ya debo estar imaginando cosas. Agregando una sonrisa.
    — Si-si, te-tenías razón —volví a tartamudear debido al nerviosismo completamente sonrojada. ¡¿Es qué acaso no podía ser más patética?! hasta Megumi se vería mejor que yo en esta situación.
    — Y dime, ya que nos encontramos ¿te parece si vamos a dar una vuelta mientras conversamos? —preguntó soltando lentamente mi mano.
    — Si, me encantaría —dije intentando sonar más relajada, aceptando la invitación.
    — ¡Qué bien! —exclamó sonando emocionado.

    En ese momento por fin nos movimos de ese lugar, ya que desde que chocamos que estábamos parados en el mismo sitio. Y empezamos a caminar, obviamente haciendo que todas las miradas se centraran sobre nosotros, y no es para menos si él es el más popular y guapo del instituto y yo soy solo una nueva que nadie conoce.

    — Y dime —llamó mi atención para poder tirarme una pregunta— ¿por qué venias tan distraída, pequeña Akari? —agregó mirándome mientras caminábamos por el instituto.

    ¡Ay no! ¿qué digo? ¡No puedo decirle que venía pensando en una apuesta que hice con él involucrado donde debe invitarme a salir! Vamos, piensa en una excusa Akari.

    — ¡Primero! No te he dado la confianza para que me llames “pequeña” tan cariñosamente —dije sería mientras lo observaba, pero en cuanto vi la sonrisa que se dibujó en su rostro caí en cuenta de la tontería que salió de mis labios— “Genial, que comentario más inteligente, Akari “ —me reproché en mi mente con sarcasmo, pero luego antes de que me hiciera algún comentario con respecto a la barbaridad que había mencionado, agregué —. Y segundo: eso te incumbe, no eres mi novio. “¡Tonta! No digas esas estupideces, ¡arréglalo pronto!” Ni siquiera eres mi amigo —mencioné de último algo exaltada por el nerviosismo de lo que había dicho antes, sin contar que lo último era cierto, no éramos amigos.
    — Tienes razón, no soy tu amigo —dijo con cara de ¿tristeza?, de seguro mi mente me está jugando una mala pasada otra vez, no puede ser posible—, pero puedo ser tú amigo si quieres, claro —agregó con su ya característica sonrisa de medio lado. Su frase me cayó como un balde agua fría, más no en el mal sentido de la oración, sino que al contrario me emocionó de cierta forma y por otra me dejó completamente impresionada.

    ¿Él quiere ser mi amigo? No puede ser, es completamente imposible ¿o no?

    — Si quieres ser mi amigo, no tengo problema alguno —respondí devolviendo la sonrisa levemente después de que terminé de unos segundo cuando por fin pude asimilar mis ideas y que la situación era real— El problema es… —murmuré borrando mi sonrisa.
    — ¿Si…? —me alentó a que continuara, pues hice una pausa debido a no saber si mencionar aquello o no.
    — Que nos observan, demasiado —susurré mirando el suelo suavemente sonrojada, lo cual hizo que él atinará a reír— “Se ve muy tierno riendo…” —pensé para mis adentros observándolo reír.
    — Digamos que, es uno de los precios que deberás pagar constantemente por ser mi amiga —dijo con una leve sonrisa aún riendo suavemente— ¿pagarás ese precio? —cuestionó con atención a mi respuesta parando abruptamente de reír, lo cual me puso algo nerviosa.
    — S-si. Por supuesto —dije en susurro regalándole una sonrisa nerviosa y con un suave calor en mis mejillas.
    — Me alegro, por cierto debo decir que tienes una bella sonrisa —agregó con alegría y emoción, apuntando mi boca lo que hizo que instintivamente me la tapará, lo que lo hizo volver a reír— No entiendo porque te la tapas, si deben de decírtelo muy a menudo —dijo ya habiendo parado de reír.
    — La verdad, es que no sonrío muy seguido y tú con mi nueva amiga Aoi, son los únicos que me han dicho eso, y que creo que me han visto con una sonrisa tan… sincera —volvió a susurrar en voz muy baja y sonrojándome un poco más.
    — Entonces debo ser muy afortunado de ver una sonrisa tan hermosa —mencionó mirando el techo y como es obvio su comentario me hizo parecer un tomate por lo roja que me encontraba, pero por suerte no pudo verme.

    Nunca me había sonrojado tanto en mi vida, me hace alta dominar más mi autocontrol.

    Luego de esa pequeña conversación con mi “nuevo amigo” Akeru, para mi mala suerte el timbre decidió sonar avisando el término del receso.

    — Ven vamos, te iré a dejar en la puerta de tú salón —dijo tomando mi muñeca jalándome un poco hacía él, lo cual hizo volver el sonrojo que había disminuido hace ya un rato.
    —N-no es necesario —tartamudeé con dificultad por nuestra cercanía, que me estaba colocando excesivamente nerviosa.
    — Vamos, déjame acompañarte —insistió mirándome con cara de cordero degollado, a la cual no me pude resistir, ¿es qué acaso alguien podría resistirse?
    — Está bien —suspiré rendida con una leve sonrisa.

    Akeru me fue a dejar a la puerta del salón, obviamente todos tenía la vista fija en nosotros, sobre todo las chicas, pero sobre todas las chicas nos observaba Megumi, la que se encontraba a solo unos cuantos pasos de nosotros y nos miraba con rabia. Bueno, a mi me observaba de esa forma.

    — Nos volveremos a ver, pequeña —me dijo el de cabellos castaños al oído para que nadie más escuchara el mensaje para luego besar mi mejilla a modo de despedida, lo cual me hizo enrojecer dejándome tan embobada que ni siquiera puede reaccionar a reclamarle por haberme llamado pequeña a pesar de que le dije que no lo hiciera.

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    Re: ¿Qué es lo más importa?

    Cuando llegue una lectora seré feliz ._.Uu


    ¿Qué es lo que más importa?
    Capítulo V: ¿Juego de Amor?

    Me quedé mirando unos segundos mientras Akeru se iba a su salón y como era obvio aún todos tenían sus miradas fijas en mí.

    — No te creas que con eso te estás ganando a Akeru —dijo una Megumi llena de envidia y celos, lo que me hizo mucha gracia pero solo reí para mí misma.
    — Yo creo que es un punto a mi favor —dije con una sonrisa de victoria—. El marcador es uno contra cero, creo que llevo la delantera —agregué sarcástica mirándola con una gran sonrisa en mi rostro.
    — Yo diría que va empatado a uno, “querida”. Olvidas mi popularidad y dinero lo que me da punto a mi favor —dijo sacándome en cara que no soy nadie en este instituto.
    — Aún así, tengo un punto más a mi favor por el hecho de que él me ha pedido que fuera su amiga —dije tirándole en cara mi gran ventaja sobre ella.
    — Creo que eso no cuenta, “cariño”, es sólo amistad, no una cita —dijo dejándome en jaque por un momento.
    — Pero recuerda, querida Megumi. Que de la amistad al amor hay un solo paso —dije sonriendo victoriosa como en un principio— Así que el marcador es dos a uno a mi favor.
    — Puede que estés ganando en el marcador, pero no has ganado el partido ¡Me oíste bien! —chilló hecha una furia al no poder rebatir mi argumento.
    — No, creo que no te oí Megumi, lo siento —dije entre risas haciéndome la sorda por unos segundos, cuando había escuchado claramente su berrinche.
    — ¡Ush! ¡Ya verás, ganaré! —gritó colérica para luego irse a su lugar, ya que el maestro; uno canoso pero al parecer no muy viejo, entraba al salón.
    — Eso fue genial Akari ¿de verdad te pidió Akeru ser su amiga? —preguntó en susurro Aoi algo atónita, para que el profesor no nos pudiese escuchar.
    — Sí, —respondí con una sonrisa y levemente sonrojada recordando lo que Akeru dijo con respecto a mi sonrisa— y nos sólo eso —agregué haciendo una larga pausa algo misteriosa que llamó la atención de mi amiga enormemente—, me dijo que tenía una linda sonrisa y que se consideraba afortunado al verla, cuando le mencioné que no la mostraba a menudo —mencioné al fin, tornando más rojas mis mejillas—. Aunque últimamente me sonrió más que a lo largo de casi toda mi vida, o al menos de la parte que recuerdo —Al admitir eso último sonreí más ampliamente por instinto.
    — Eso es porque encontraste el amor, Akari —comentó Aoi con una sonrisa pícara en el rostro, lo cual me hizo caer en cuenta de todo lo que me estaba sucediendo.

    Oh dios, me estoy enamorando de Ishida Akeru —pensé en casi histérica para mis adentros cuando terminé de procesar la información— No, yo no me puedo enamorar, no de él. Porque sé que nunca podré estar a su lado —me decía para mí misma cayendo en cuenta de la realidad.— Es imposible, jamás estaría con alguien como yo —murmuré lo suficientemente bajo para que Aoi no pudiese escucharme.

    La clase, que creo era de matemáticas, pasó muy lentamente para mí que apenas podía concentrarme, tanto que al menos cinco veces el maestro debió llamar mi atención durante su clase hasta que el timbre sonó anunciando el descanso y la hora del ansiado almuerzo. No sé qué fue lo que garabateé durante la clase en mi cuaderno, pero de lo que estaba segura es que no era la materia de matemáticas precisamente.
    — Akari. Vamos, es hora del almuerzo —me dijo Aoi sacándome de mis pensamientos.
    — ¡Ah! —exclamé saliendo de mi misma “despertando”— ¡Sí! —volví a exclamar siguiéndola a la puerta, reaccionando.
    — Hola pequeña —escuché decir detrás de mí a la voz que ya reconocía a la perfección.

    Me giré rápidamente para devolverle el saludo.

    — Te dije que no me llamaras así —respondí en un tono de voz un poco molesto, para luego dar un bufido—. Además no soy tan pequeña.
    — Pero es que suena lindo y aún así te queda —dijo el de ojos pardos guiñándome uno de estos, lo que me hizo que me sonrojara.
    — Bueno, creo que mejor yo me voy —oí que me susurró la de cabellos negros como el ébano, para luego irse tan rápido que no alcancé a contradecirle nada a la chica que decía ser mi amiga.
    — Y dime ¿Te puedo acompañar a almorzar? —preguntó el de cabellos castaños yendo directo al grano de la razón porque se encontraba frente a mí.
    — Yo…no lo sé —contesté entre pausas mirando el suelo sonrojada—. Pretendía comer con mi amiga Aoi, pero se acaba de ir —agregué luego de unos segundos algo eternos.
    — Bueno, entonces si es así lo tomaré como un sí —dijo Akeru tomando mi muñeca y jalándome ligeramente para que lo acompañara.
    — Está bien —acepté siguiéndolo.

    Bajamos las escaleras en silencio, uno muy incómodo. Hasta que Akeru decidió hablar.

    — Espero no haberte causado problemas al ir a dejarte a tú salón —pronunció con una suave risita.
    — Para nada, incluso me ayudaste con alguien —susurré en tono audible, por lo que él solo me miró con extrañeza.
    — No te entiendo —comentó el joven Ishida mirándome con una cara llena de duda y preguntas que no podía responder.
    — Olvídalo —respondí sonrientemente con simpleza.

    Llegamos a la cafetería, el lugar donde almorzaríamos. Al entrar todos se voltearon a vernos; las chicas me observaban con cara de pocos amigos, lo cual me causó gracia. Pero la que me miraba con tremendo odio era de “ojos azules”, Megumi que se encontraba haciendo fila para el almuerzo. Cuando nuestras miradas por una casualidad se cruzaron, solo atiné a sonreír victoriosa.

    Con Akeru caminamos a al fila para recibir el almuerzo, yo sólo lo seguía cuando noté que adelantábamos a muchas personas que, como supuse, se debía a que uno de los amigos del chico le guardo puesto en la fila.

    — Hola —se saludaron ambos estrechando las manos.
    — Tardaste mucho, Ake —le recriminó bromista el chico de ojos grises.
    — Lo que sucede es que fui a buscar a Akari para que nos hiciera compañía —se justificó el castaño señalándome, lo cual me hizo sonrojar levemente.
    — Ho-hola —murmuré moviendo la mano a modo de saludo.
    — Hola preciosa —contestó el albino besando mi mejilla, haciendo que me sonrojara por su saludo y su gesto— Ake ¿Estás seguro que solo quieres a esta chica como tú amiga? Porque yo a esta preciosura yo la prefiriría como novia —agregó de cabellos castaño más oscuro mirando a de cabellos más claros y golpeándole con el hombro fastidiándolo.
    — Cállate ¿quieres, Haku? —dijo Akeru mirándolo con cara sumamente seria.

    Haku es más o menos de la misma estatura de Akeru de ojos grises, tez albina, cabellos castaños oscuros hasta la mitad del cuello de corte liso, el cual hacía resaltar sus preciosos ojos con un mechón de cabello a su lado derecho.

    Mirando para los lados noté recién que un poco más atrás en la fila se encontraba Aoi, que al divisarla alcé la mano para saludarla en un gesto casi reflejo, a lo que ella respondió de la misma forma.

    — Oye, ¿es tú amiga esa a la que saludas? —preguntó el de ojos grises sorprendiéndome por su aparición en la situación al igual que su pregunta.
    — S-si —tartamudeé con torpeza.
    — Dile que venga, no hay problema —dijo con una sonrisa el amigo de Akeru.
    — Está bien —respondí haciéndole señas a Aoi para que viniera, la cual no tardó en captar, ya que se acercó rápidamente.
    — ¿Qué sucede? —preguntó ella al llegar.
    — Puedes ganarte en la fila con nosotros —contestó Haku robándome las palabras de la boca.
    — Mu-muchas gracias —dijo mi amiga con los ojos abiertos como platos de la impresión colocándose tras de mí y tras ella Haku.

    La fila para recoger el almuerzo no tardó demasiado en avanzar así que rápidamente buscamos un lugar donde sentarnos. Nos ubicamos en una mesa que se encontraba al fondo de la cafetería, la mesa era de seis puestos, pero nosotros sólo éramos cuatro, por lo que nos sentamos Aoi y yo en un extremo y al frente se ubicaron Haku y Akeru en ese mismo orden.

    Al sentarnos instantáneamente comenzamos a comer, pero yo no podía comer en paz, ya que tenía a Akeru en frente mirándome y siguiendo cada uno de mis movimientos, así que sólo podía juguetear con mi comida sin mirar hacia adelante para evitar cruzar mi mirada con la suya.

    Definitivamente estoy enamorada de él, la competencia ya no es solo por el hecho de vencer a la chica tonta de Megumi, sino que la verdadera razón era que quería salir con él, conocerlo.

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    Re: ¿Qué es lo más importa?

    Nadie lee mi fic :musica: pero no importa :musica: e igual lo subo x'D :musica:

    ¿Qué es lo que más importa?
    Capítulo VI: Rechazos y propuestas.

    — Akari —me llamó con voz suave Akeru sacándome abruptamente de mis pensamientos logrando que lo observara de golpe.
    — ¿Qué sucede? —pregunté bruscamente sin notarlo mientras mis mejillas se tornaban carmesí ante el contacto visual tan repentino con el de ojos pardos.
    — ¿Es qué acaso no piensas comer? —me preguntó viendo que sólo me dedicaba a juguetear con mi comida sin haber si quiera haber probado bocado alguno aún.
    — Yo, esto… no tengo hambre —dije entre pausas algo nerviosa para luego empujar suavemente la bandeja de comida unos pocos centímetros más adelante — “Genial Akari, no puedes ser más patética” —me decía a mí misma, ya que por dentro mi estómago rugía fuertemente del hambre.
    — Jijiji—escuché la disimulada risita de Aoi que al parecer se debía a que había escuchado mi estomago pedir con urgencia algo de comida.
    — Yo creo, que sí tienes hambre —dijo Haku apuntando mí estomago, ya que también lo había oído rugir.

    Akeru solo me miró con una sonrisa burlona en el rostro, por lo que yo solo pude enrojecerme fuertemente de la vergüenza ¿qué más podía hacer?.

    — Bueno, sí tengo algo de hambre —confesé mirando el suelo rojísima acercando nuevamente la bandeja a mí para comenzar a comer pequeños bocados sin levantar la vista por la misma vergüenza. Y como era de esperarse los otros tres chicos sólo rieron por lo que pasó.

    Una vez, todos hubieses acabado con nuestros almuerzos, que por cierto estaba deliciosamente exquisito. Salimos de la –al menos para mí- incómoda cafetería, digo incomoda por la misma razón de siempre: todos seguían cada uno nuestros movimientos, sobre todo los míos y los de Akeru.

    — ¿A dónde vamos? —cuestioné al salir del comedor.
    — No lo sé —contestó Aoi por su parte.
    — Ya verán —dijo Haku mirándonos con una cara tan misteriosa y algo pervertida que nos dejó a mí y Aoi con una gran cara de horror.
    — No se preocupen —nos dijo con voz tranquilizadora, Akeru—. Éste chico es un payaso —agregó después de golpear leve, mas no suavemente, la cabeza del chico de ojos grises.
    — ¡Ay! —se quejó por el sutil golpe el aludido para luego continuar—. Eres aburrido, hubiesen visto las caras de horror que pusieron —mencionó riendo mientas nos apuntaba— ¿qué se habían imaginado? —agregó luego son una sonrisa pícara que nos hizo sonrojar a ambas, por lo que a causa de esto y la rabia que se nos generó por la burla junto con la broma, fue que lo golpeamos en la cara con suavidad.
    — ¡Ay! —volvió a quejarse, lo que nos hizo reír a todos.

    Caminamos un poco recorriendo el colegio, subimos al tercer piso del gran edificio y nos ubicamos en el suelo de una pequeña terraza cercana y algo vacía, para mi sorpresa.

    — Y díganme chicas ¿son de primer año, no? —preguntó Haku una vez que nos hubiésemos sentado en el piso y acomodado en pun pequeño círculo, donde frente a mí se encontraba Akeru.

    Definitivamente alguna fuerza sobre natural hacía que siempre nuestras miradas por alguna razón se topasen cada vez que tuvieran la oportunidad.

    — Así es Einstein —respondimos al unisonó Akeru y yo, lo cual nos hizo gracia a nosotros y a los demás. Todos reímos por la situación.
    — Gracias —bufó sarcásticamente molesto Haku mirándonos con seriedad fingida, lo que sólo nos hizo reír más sonoramente.

    Hablamos de diversos temas durante un tiempo prolongado. Haku hacía sus preguntas obvias, bobas e incoherentes, las cuales nos hacían reír mucho, aunque al parecer a él no le hacían mucha gracia. La verdad del asunto es que todos nos conocimos un poco más en muchos sentidos, aunque fuesen sobre cosas mínimas y hubiese sido más aún si no es porque llegó Megumi a fastidiar.

    — Hola —saludó cínica la castaña teñida.
    — Hola —contestaron los chicos. Mientras que Aoi y yo sólo guardamos silencio.
    — Akeru… tú… —empezó a decir Megumi pausadamente y algo nerviosa, cosa que me sorprendió y me hizo cae de golpe ante su idea.
    “¡¿Qué?! ¡¿No me digas que piensa pedirle una cita ya?!” —pensé por alteración— “Oh, no. Si hace eso estoy perdida” —continué para mis adentros, teniendo en cuenta ya sus intenciones.
    — Tú… ¿quisieras…sa —pronunció entre cortado la chica con una vergüenza fingida notoriamente, mas no alcanzó a terminar, ya que Akeru la interrumpió.
    — ¿Salir contigo? —completó el de ojos pardos alzando una ceja en signo de cuestionamiento.
    — Sí… podríamos salir en mi yate a dar un paseo —siguió la de ojos café intentando hacer que el chico callera en sus redes y junto con ello hacerme perder la apuesta.
    “Oh no, estoy perdida definitivamente, de seguro él aceptará la propuesta. ¡Por dios! es un yate, ¡un yate! No puedo competir contra eso” —pensaba con la mirada baja habiendo creído muerta cualquier esperanza.
    — Mmm, la verdad es que detesto el mar —contestó el castaño de forma cortante, restándole importancia.
    — Pero si tú amas bu —saltó el de ojos grises sospechosamente logrando que Akeru le golpease con el brazo con disimulo— bu-bu-buscar c-caminos —agregó improvisadamente después del golpe.
    “Acaso ¿rechazó la oferta solo por qué sí? imposible…” —pensé sin poder encontrar otra explicación lógica.
    — Entonces en mi limosina podemos salir ¿te parece? —insistió Megumi con otra oferta.
    — Mmm, prefiero caminar —rechazó Akeru de forma indirecta la segunda proposición.
    “No es cierto, ¿dos ofertas de lujo rechazadas?” —pensé con impresión levantando la vista otra vez.
    — En ese caso salgamos al parque a caminar juntos ¿qué dices? —continuó perseverando la de ojos “azules” tomando como idea lo dicho por el mismo Akeru, sin querer entender las indirectas del mismo.
    — La verdad tengo planes y preferiría salir con otra persona —finalizó el de ojos pardos con las peticiones rechazándolas completa y directamente dejando a la chica llena de ira y con el orgullo dañado, mas aún porque lo hizo frente a mí.

    Destrozada y llena de rabia, Megumi se fue y logré ver una lágrima que rodó por su mejilla no estoy segura si debido a la ira o la pena de lo sucedido.

    — Fuiste muy cruel, Ake —comentó Haku una vez estaba Megumi lejos.
    — Ya sabes que yo —estaba justificándose pero Haku lo interrumpió.
    — “Estoy esperando a la chica ideal para mi, que me ame por quién soy, al igual que la de mi sueño”. Ya lo sé —citó Haku imitando en un principio lo que al parecer Akeru le ha dicho en más de una ocasión.

    ¿Qué lo ame por quién es? ¿la de su sueño? ¿por ello rechazó a Megumi?. En ese entonces, no tengo ninguna oportunidad. Puedo amarlo por quien es, pero no puedo ser la de sus sueños, lo dudo.

    — Oigan chicas ahora que lo noto ¿por qué ustedes no saludaron a Megumi? —preguntó el curioso de Haku.
    — La odiamos —contestó Aoi por nosotras dos—, a Akari la empujó en el baño sin razón haciéndola golpearse con la llave de agua en la frente y luego ni siquiera se disculpó —justificó.
    — ¿Eso es cierto, Akari? —cuestionó el castaño exaltado— Akari… —me llamó nuevamente notando que estaba ida.
    — ¡Ah! Eh, sí —respondí de forma mecánica—. Es una engreída niña rica —dije sarcástica— cree que puede hacer lo que quiera por que tiene dinero y es popular —continué imitándola—-. ¡Ui! Como la odio —agregué finalmente enrabiada con solo recordar su actitud.
    — Por lo mismo la he rechazado, odio a esa gente superficial —asintió el chico de ojos pardos, lo cual me hizo sonreír para mis adentros.
    — Al aparecer tienes más oportunidades —susurró a mi oído Aoi pícaramente y con una leve sonrisa, lo que me hizo enrojecer un poco.

    En ese momento sonó el timbre anunciando el término del almuerzo, lo cual nos significo que debíamos subir porque las clases continuaban. Subimos conversando animadamente dejando el tema de Megumi a tras, los chicos decidieron ir a dejarnos a Aoi y a mí hasta la puerta de nuestro salón.

    — Nos vemos a la salida —se despidieron ambos de nosotras dos con un beso en la mejilla.
    — Está bien —respondimos al unisonó.
    — Si me permites, me gustaría acompañarte a tu casa a la salida, sino te molesta obviamente. Después me respondes —me susurró con voz suave Akeru, lo cual me dejó bastante sorprendida y con un sonrojo notorio.

    Luego los chiscos se fueron y nosotras entramos a nuestro salón. Y como esperaba, Aoi saltó rápidamente sobre mí llenándome de preguntas sobre lo que me dijo Akeru en el oído de forma tan privada.

    — Y dime ¿qué fue lo que te susurró el joven Akeru tan misteriosa y privadamente? —preguntó con los ojos brillantes como si de una novela se tratase.
    — Nada —dije restándole importancia—. Sólo me preguntó si podía acompañarme a mi casa cuando saliéramos —respondí finalmente en el tono más tranquilo posible, porque siendo sincera no lo creía la gran cosa.
    — ¿Y qué le contestaste? —cuestionó la de cabellos ébano un poco extrañada de mi voz.
    — No le contesté, me dijo que le diera mi respuesta afuera a la salida —agregué aún calmada.
    — ¿Y qué le dirás? —siguió con el interrogatorio de la tarde mi amiga.
    — No lo sé, además mi casa está muy cerca de aquí, por lo que la caminata no sería del todo larga —justifiqué mi poco interés y poca importancia.
    — Ah… pero dile que sí de todas formas —me aconsejó—. Después de todo no va a perder mucho tiempo —agregó para convencerme.
    — Puede ser… —medité en voz alta.

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