¿Dulce o travesura?

¡Hola! Disculpen el polvo, estaba algo oxidada, pero creo que valió la pena. Ojala te guste :)

[Actividad]Disfraces de Halloween

¿Dulce o travesura?​

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El silencio moría lentamente, poco a poco sus oídos recobraban vida y el silencio abandonaba la habitación dando paso a un extraño sonido, era como si dos cosas se golpearan entre sí mismas, quizás eran unos metales, no lo sabía y prefería no saberlo.

El sol golpeó de lleno sus ojos, pestañeó varias veces por mero reflejo, pero no abrió los ojos, y el mismo maldito sonido chilló otra vez.

Se removió en la silla, incomodo y desesperado, por más que lo intentara jamás iba a librarse de la cuerda que sujetaba sus manos y pies, grito como veces anteriores, pero el resultado fue el mismo: nada, la mordaza le impidió pedir auxilio.

Los metales dejaron de sonar y nuevamente la habitación se cubrió de silencio, un silencio que anunciaba algo que temía.

Un escalofrió recorrió su cuerpo, la tentación de abrir los ojos se hiso más tentadora al sentir que algo se interponía entre el sol y él.

Probablemente un cuchillo fue lo que tocó su mejilla, en ese instante sintió que su corazón se detenía, quizá el bombeo de su sangre haya disminuido y el aire haya dejado de entrar profundamente a sus pulmones, de lo único que fue consciente fue del miedo que recorrió cada una de sus vertebras.

Sintió su mano fría en su cara, tocando la redondez de sus ojos, delineándolos, anticipándolos.

Lo obligó a abrir los ojos y lo miró: alto, de complexión delgada, poco cabello, dedos afilados, dientes… descompuestos sería la palabra perfecta, ojos grandes, pero podría jurar que se veían de ese tamaño por el aumento de sus lentes.

Le quitó la mordaza de su boca y delineó su boca con la punta del cuchillo.


Estaba a punto de vomitar su corazón.


— Búrlate de mí como hace unas horas —retó—. ¡Hazlo! ¡Repite lo que dijiste! —sus ojos brillaron maliciosa y ansiosamente mientras pasaba el cuchillo por su cuello.

—Yo-yo-yo… yo no dije nada, nada —contestó con una voz apenas audible—. Por favor…por favor… déjame ir —suplicó con las lágrimas picándole los ojos—. Po-por fa-fa-vor…

Dejó caer el cuchillo al piso, haciendo un sonido lastimero pero quizá devolviéndole un poco de alivio.

Se comenzó a frotar las manos lentamente, pensando, planeando, pero pronto las comenzó a frotar más rápidamente y una risa macabra salió de su garganta, retumbando en la habitación y erizando cada vello de su cuerpo.

—¿Dejarte? —Preguntó incrédulo—. ¿Hablas, hablas en serio? —preguntó nuevamente—. Tendrás tanta suerte mijo —respondió mientras se agachaba por el cuchillo.

Se detuvo en el acto de levantar su arma, dirigiéndose a un recóndito lugar de la habitación, comenzó a aventar cosas: tornillos, pinzas, llaves, cables… ¡Cables! ¡Agua!

Se acercó a él y le vacío el balde de agua, se retorció cual pescado fuera del agua, pero eso no fue comparable al dolor que sintió cuando el cable se estampó en su rostro.

—¿Dulce o travesura? —preguntó mientras lo azotaba nuevamente—. Eso le pasa a los jóvenes irrespetuosos —de nuevo lo azotó—. A los jóvenes que avientan huevos a personas como yo. —lo azotó por última vez.

Su garganta se secó, pequeños lamentos y quejidos salieron de su boca dejándolo con los labios y boca reseca.

—¿Quieres más agua mijo? —preguntó cual abuelito a su nieto.


Abuelito, abuelito de la chingada, completamente loco y descabellado.


Empezó a llorar bajamente mientras se tocaba al cabello, se encogió un poco, pero a los pocos segundos recobró su postura. Tocó con sus finos dedos sus cachetes y le abrió la boca, él se removió inquieto, desesperado, asustado, sin embrago los ojos de ese abuelito se mantenían fijos en una parte suya: en su lengua.

Fue por el cuchillo y le preguntó:

—¿Dulce o travesura?

Se apresuró a llevar el cuchillo a su boca y cortar su lengua, se movió demasiado, trató de desatarse de patear de salir de pedir ayuda pero todo fue en vano, lo único que consiguió fue voltearse, logrando que aquél abuelito se riera más de su miserable vida.

Lo tomó de los hombros y lo devolvió a su lugar original, la sangre escurría de su boca, sus manos también estaban manchadas, y su ropa…en su ropa solo quedaba el rastro de un castigo para un niño desobediente.

Agonía, abrázame y cúbreme con tus alas, hazme olvidar este dolor y pensar que esto es una pesadilla; que el sol no es lastimero y que las risas no son malvadas…agonía…

Sus ojos estaban rojos e hinchados, las lágrimas habían dejado un surco en su rostro y sus cuerdas vocales estaban a punto de romperse por lo vanos intentos de pedir ayuda.

—¿Te mató? ¿Ahora o mas tarde? ¿Podrías responderme? —preguntó burlón—. ¿Qué dices? No logró entenderte bien mijo… Pero creo saber la respuesta.

La muerte tocó el hombro del muchacho, anunciándole su destino, la luz del sol lo iluminó un poco, dándole una sensación de calidez, pero la calidez murió cuando sintió el frio del cuchillo tocar su garganta, cerró los ojos más fuertemente pero aún así las lágrimas corrieron de sus ojos.

—Así aprenderás que las travesuras son malas, y que las personas grandes se deben de respetar y no aventarle ¡huevos! —.

El cuchillo presionó su garganta, sintió como su alma salía de su cuerpo.

¡Oh muerte! Arrúllame en tus brazos, dame la mano y abandonemos este mundo cruel, vayámonos a un lugar lejos, muy lejos de aquí. Dulce muerte ¡abrázame!

—¿Dulce o travesura, mijo?

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Lo sé, talvez encuentren incoherencias e incógnitas, pero no quize hacerlo muy largo y tampoco meterme de lleno en la historia, creo que fue lo emjor que pude hacer. Se aceptan criticas, recomendaciones, jitomatazos, cuchillos, etc :D​