¿donde está mi amiga?

¿donde está mi amiga?

Me llamo Elisa, y me estoy dando cuenta de que soy una perfecta estúpida. Tan solo soy una chica normal, o eso creo que soy por lo menos. La persona a la que más apreciaba y a la que llamaba "mi mejor amiga", cada día que pasa me demuestra que ha cambiado, pero no a mejor.


Todo comenzó cuando el año pasado entró en su vida, ella empezó a relacionarse con otra chica que yo también conocía. Todas nos conocíamos del colegio.
Jamás fui una chica popular.
Lo que caracterizaba mi vida eran mis viajes, mi poca vida social por culpa de mis padres y sus ideas paranoicas de que si salgo por la puerta alguien me mataría y mis amigas.


Alicia era el nombre de la chica que irrumpió en nuestras vidas.
Ella jugaba en el equipo de voleiball del pueblo, y otra de mis amigas, pues también jugaba en el mismo equipo.


Alicia cambió a Mónica (mi mejor amiga). Alicia era popular, sus padres la dejaban salir por las noches y era guapa, en pocas palabras, lo opuesto de mí.


Los días dieron paso a los meses, y estos meses formaron un año horroroso para mí. Ese año fue caótico a mi ver.
Cada vez que pasaba algo y no precisamente bueno, la culpa recaía sobre mí, siempre me pegaba y me decía:


-”Son golpes cariñosos”- y tras esto me sonreía y se iba. He de decir que golpea fuerte, y más de una vez acabé con tantos moratones, que no pude esconderlos, y cuando mis padres los vieron les dije que me había caído por las escaleras del instituto.


El día del cumpleaños de la hermana de Mónica, estuvimos jugando al fútbol, y esta se puso de portera, cuando le metieron el gol se puso a gritar como una histérica. Yo me había colocado de defensa, pero me pegaron una patada y no pude evitar el gol. Eso hizo que se pusiese a gritar aún más y que sus gritos solo tuviesen un destino, mis oídos y mi corazón, porque aun estando todas las demás chicas a la única a la que gritó fue a mí.
Decidí que ya no jugaría más, además de que yo anteriormente yo también le había estado gritando.


Ella a los dos minutos dejo de jugar, estaba encolerizada. Pasó a beber un poco deagua, y fué cuando escuché perfectamente estas palabras:


-¡Quién no quiera jugar que se siente! ¡Todas sois unas “mantas”!- y esa fue la gota que colmó el vaso. Cogí mi bolso y me largué sin que ella lo supiera.
Definitivamente esa no era la chica que me había caído tan bien. No era aquella a la que quería como una hermana.


Y sé perfectamente que la culpa de su cambio es Alicia. La hizo cambiar, y así la puso en mi contra.
Pero de una cosa estoy segura:


¡HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO!








Sinceramente, tenía muchas ganas de escribir algo así. Espero que os halla gustado, y me gustaría que me dieseis vuestra opinión de lo que vosotr@s haríais en un caso parecido.


Un beso