Desde cuando los días perdieron sus maravillosos tonos, el sonido se esfumo como la espuma del mar y el diario vivir se volvió ordinario. La facilidad con que el sentimiento de vivir desapareció en las corrientes de aire en primavera, ya no aprecio el tintinear del piano algo así como cuando la cajita de música se rompió y la bailarina murió dentro de una caja vieja llena de polvo. Los pequeños detalles ya no tienen tanta gracia, mi entorno se torna gris y aburrido. Ya no me siento eufórico al ver el bosque repleto de bellas flores o la triste que me agobiaba al ver el cielo triste. Deambulo por la calle como un cascaron seco, lleno de estrés y pensamientos absurdos la sensación de ser libre brota y solo basta tu susurrar para hacerme recordar la agonía, la alegría, la libertad, la facilidad y ligereza de las cosas. Como llorar y sonreír con naturaleza, viajando a través de esas pequeñas gotas que resbalaban sobre mi mejilla. Los recuerdos de un pasado anhelado que el cuerpo no olvida. El tiempo pasa pero las raíces de un sueño no se esfuman tan fácil como la espuma.