One-shot ¡Reunión y hamburguesa! [Ace Attorney]

Este fic está inspirado en los personajes del juego de nintendo Ace Attorney, justo tras haber terminado el segundo caso del segundo juego: "Reunión y caso". Si alguno no lo ha jugado y tiene intenciones de hacerlo, puede hacerse spoiler leyendo esta historia.

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Había escuchado cientos de sonidos de lo más aterradores. Había oído balas siendo disparadas hacia inocentes y, por supuesto, impactando en ellos; había oído gritos de desesperación pidiendo auxilio. Había oído golpes, amenazas, llantos… Había oído, y aún parecía poder oír con claridad, a todos sus compañeros de clase llamándole ladrón...

Sin embargo… aquel crujir era uno de los más horripilantes estrépitos que nunca había escuchado. Podía casi sentir esos caninos arrancándole la piel, ¡qué fuerza!

—¡Maya, tranquilizate, que te vas a ahogar! —le pidió a la joven—. Madre mía… no hay quien te gane cuando se trata de engullir hamburguesas, ¿eh? —añadió una vez se había terminado su comida la médium.

—¡Claro que no, Nick! Las hamburguesas son el manjar más delicioso del mundo. Además, ¡estamos de celebración, hemos ganado otro caso! ¡Hay que disfrutar nuestra merecida recompensa! —Maya cerró los puños y dio un golpe en la mesa, similar a los que su acompañante le proporcionaba al atril en los juzgados

—¿Nuestra…? —murmuró el abogado, acostumbrado a los tan corrientes plurales de Maya, como cuando hablaba de “nuestra oficina” o “nuestra agencia”.

Aunque, a pesar de las confianzas que se tomaba a veces… Era una chica entrañable en el fondo, ¿no? Hacía unos meses que no la veía. Tras aquel caso en el que Edgeworth se vio acusado, ella se había retirado a su pueblo a continuar con su entrenamiento espiritual. Era la sucesora en su clan, a fin de cuentas. Y durante todo ese tiempo, Nick había estado trabajando solo. Fue aquel excéntrico doctor el que consiguió reunirlos, pese a pagar un alto precio…

—Bueno, supongo que tienes razón después de todo… Hoy estamos de fiesta, te has salvado de una buena.

—¿Uh? ¿Yo…? --La joven médium meditó unos segundos… ¿qué habría querido decir con eso?— ¡Ah, sí! Bah, pero no había peligro… Sabía que ganarías el caso —dijo, juntando sus manos frente a ella, con una amplia sonrisa. Su confianza en el abogado era plena.

—¿En serio se le había olvidado que ella había sido la acusada…? —se preguntó a sí mismo, para luego obviar ese detalle—. B-bueno, bueno… la verdad es que hemos tenido suerte, nada más. Mia me ayudó mucho —respondió rascándose la nuca.

—¿Mia? Ella… ¿cómo es posible? Yo no estaba contigo el día del juicio.

—Oh, fue en el centro de detención. Allí ella apareció y me confirmó mis sospechas sobre tu inocencia. Además, Pearly la cana…

—¡¿Q-qué?! ¿Solo confiabas en mí porque te lo dijo mi hermana? —preguntó repentinamente Maya—. Jo…

—¡C-claro que no! --Vaya, siempre le pasaba igual. Siempre acababa metiendo la pata cuando hablaba—. ¡Oye, por supuesto que confiaba en ti! ¿Por qué otra razón iba a defenderte si no?

—Hm… supongo que tienes razón —respondió cabizbaja—. A decir verdad, ni yo misma creía que pudiera ser inocente… Creía que era la única en esa sala, ya había perdido la esperanza… Y aun así tú me defendiste.

La repentina sinceridad de la muchacha provocó que el abogado se ruborizase. Habían pasado ya muchos casos juntos… Simplemente no podría haberla dejado plantada. Ella le había salvado en más de una ocasión y siempre podía contar con ella para comunicarse con su mentora: Mia Fey. ¡Y aun así, le metía en cada problema…!

La médium dio un brinco y se levantó de la mesa, para luego agarrar a Nick del brazo y tirar de él hasta que se levantó también. Derrochaba energía, no parecía pesarle la hamburguesa que acababa de cenar.

—¡Venga, Nick, una carrera hasta casa! —Sin decir más salió pitando del restaurante, esperando que su compañero la siguiese.

—¡P-pero Maya, que hay que pagar…! Ah, parece que no me ha escuchado… —suspiró profundamente, viendo cómo se alejaba—. Me toca pagar de nuevo, entonces… Por qué será que ya no me extraña.

El joven dio el dinero correspondiente al camarero y se marchó del local. Al salir, vio a Maya a lo lejos, moviendo una mano en el aire. Ahora le tocaría alcanzarla.

—Supongo que hay cosas que nunca cambian. —Y sin más, echó a correr por la oscura calle.