¡Odio la navidad!

Buenas gente, aun a pesar del titulo de la historia, felices fiestas a todo el mundo.
He aqui parte de mis pensamientos mas oscuros(trabajar en estos dias tan señalados pueden trastocar a cualquiera, os lo aseguro). Parte de esta historia es veridica.

Bueno, como siempre se aceptan cometarios, aunque sea para decirme que es la peor historia del año.
P.D: Lamento la ausencia de acentos en este parrafo, pero es que el teclado no me va bien.

¡Odio la navidad!


-La bolsa que no sea transparente-
Miro a la mujer con cierta impaciencia.
-Sí quiere la bolsa, son dos céntimos y solo tengo éstas-
-No, si me da igual lo que valga, pero no la quiero transparente-
Mi crispación aumenta, aún así intento no exteriorizarlo e introduzco su compra en la bolsa.
La mujer mira la bolsa con mala cara.
-Es que claro, así todo el mundo va a saber lo que llevo-
Contengo las ganas de decir `` Ni que llevase una caja de preservativos, por el amor bendito ´´ y la sigo despachando con mi mejor y más falsa sonrisa.
Me, paga, le devuelvo el cambio y se lo queda mirando como si le estuviese estafando.
Desvío mi mirada a la cola de gente, que se va alargando por momentos. Vuelvo a mirar a la mujer.
-Mire, el euro le hace los diez y los cuarenta los cincuenta-
La mujer asiente como si acabase de descubrir las Américas.
Alzo la mirada al techo, armándome de paciencia.
``Dios, y aún me queda todo el día ´´
Ayudo a mi compañera a quitar la cola y salgo de la zona de caja.
Una mujer me detiene en la zona del marisco.
-Perdona una pregunta, nena ¿El langostino cocido, está cocido?-
En esta ocasión he de contenerme de hacer dos cosas. La primera, de decirle `` se está quedando conmigo ¿verdad? ¿Usted se esta dando cuenta de lo que me está preguntando? ´´´y la segunda es buscar donde está la cámara oculta, ya que la situación me resulta tan sumamente absurda que debe de ser algún tipo de broma.
Aún así, no hago ninguna de las dos cosas, porque por desgracia, se que la mujer me está preguntando en serio si el langostino cocido, está cocido.
-Sí señora, está cocido-
-Muchas gracias nena-
Dejo a la señora y me pongo a reponer como una loca, mientras la gente no para de preguntarme cosas y no paro de escuchar `` nena´´ por aquí y por allá. Tengo la puñetera palabra metida en la sesera. Seguro que esta noche tengo pesadillas con ella.

Me voy a comer, y cuando vuelvo, la locura continúa.
Y mi pregunta es, ¿Es que la gente solo como en navidad? ¿O es que acaso es el fin del mundo? Porque yo creía que el famoso fin del mundo fue el día veintiuno.
Mientras la gente me sigue preguntando cosas cada vez más absurdas, como si cuando descongele las almejas están volverán a la vida, mi crispación va en aumento.
Estoy cansada, me duele la espalda y tengo sueño. En conclusión, no estoy para aguantar gilipolleces, menos aún para aguantar los grititos de mi compañero de trabajo, que cada dos por tres grita `` ¡Bien! ´´ Bien ¿qué? ¿El estar desbordados de faena aguantado las gilipolleces de la gente?
Aún así, aunque estoy fuera de mí y me siento terriblemente tentada a mandar a todo el mundo a la m&%*= y más aún de gritar a los cuatro vientos que detesto a la humanidad entera, lo que hago es sonreír, sonreír y sonreír. A cual de todas esas sonrisas más falsas y con pensamientos más retorcidos detrás de ellas. Y yo digo ¡Viva la falsedad! Y es que para trabajar de cara al público tienes que ser más falso que Judas.

El día termina y por fin puedo quitarme la maldita máscara de falsedad que llevo en el trabajo, dejando ver mi verdadero rostro. Un rostro que indica que estoy hasta las mismísimas narices de todo.

La gente me dice feliz navidad, a lo que yo pienso `` ¿Feliz? Y una m&%~* estoy hecha polvo y lo único que tengo ganas de hacer es de llegar a casa y acostarme, no de irme a cenar por ahí a casa de nadie´´
Me siento en el metro, los rostros de la gente no son muy diferentes del mío, y es que todos sabemos que hoy en día estos días tan señalados no son más que para gastar y gastar dinero. Las navidades son fechas de consumismo puro y duro.
Me entristece pensar que ya nadie tiene espíritu navideño, yo misma me incluyo en el saco. Lo sé porque en el rostro de toda esa gente veo la misma expresión: ¡Odio la navidad!

Fin