Antes que nada ¡Cuanto tiempo pasó! Muchísimo más del que me hubiera gustado... pero estoy de vuelta y con todas las ansias uwu. Adelanto que es probable que sean algunos relatos a lo random hechos como una serie. Tal vez se me ocurra hacerle una buena trama en el camino, pero por el momento esto es lo que tengo. Espero que sea de su agrado uwu. -------------------------------------------------------------------------------- ¡Cuánta Personalidad! — ¿Y cuánto tiempo más piensas quedarte allí sin hacer nada? — Cállate y déjame trabajar. — No estás trabajando, sabes que tienes otras cosas que hacer y estás buscando excusas para no hacerlo. — No son excusas y quiero que te calles. — ¿En serio estás respondiéndote así tú solito? Y fue entonces… cuando se dio cuenta de que otra vez estaba recostado sobre su cama, mirando fijamente hacia el techo y con el ceño fruncido mientras las palabras corrían libremente por su cabeza. No era la primera vez que discutía consigo mismo como si alguien más fuese quien le hablara y probablemente tampoco sería la última; eso era algo que tenía bastante claro desde su juventud. Sin embargo, aún se irritaba de sobre manera cuando caía en cuenta de lo que realmente estaba sucediendo y nuevamente comenzaba a discutirse, malgastando tantos momentos de su día que se volvía frustrante siquiera pensar en ello… pero la costumbre es la costumbre, ¿Cierto? Y como no podría ser de otro modo, nuevamente se enredaba en una de esas conversaciones que lo llevaban a explorar lo más profundo de su mente en cuestión de segundos sin que siquiera se diera cuenta. — ¿Ya notaste cómo te miró esa señora? — Probablemente no me conoce, Bryan… — Así había llamado a aquella extraña entidad que parecía residir en su consciencia, era el nombre que siempre había querido llevar y parecía ir acorde con la personalidad que se ocultaba detrás de su timidez, una personalidad explosiva y carente de filtro alguno. Tras el primer episodio del día, le había costado levantarse de su cama, pero después de algunos minutos de plática intensa finalmente su cabeza había comenzado a funcionar en automático y ya se encontraba camino a la escuela. Mucha gente pasaba sin mirarlo siquiera, eso era algo de lo que estaba plenamente consciente y no le cabían dudas de que así fuera, pero quien dominaba en aquellos momentos en los que parecía volar tan alto no era él, sino el quejumbroso y algo altanero Bryan, quien parecía estar siempre híper-alerta de las expresiones de los demás y atento a cualquier oportunidad para poder hablar fuera de la mente que compartían; y aunque mayor parte de las veces pudiera detenerlo, había ciertas ocasiones en las que simplemente lo dejaba decidir. Afortunadamente para él, no veía motivo para permitirlo ahora y ciertamente no estaba dispuesto a voltear para discutir con aquella inocente señora. — ¿Y qué con eso? — Claro que lo que él decidiera no iba a influir en lo que Bryan pudiera decir. —No deberías permitir que te prejuzgaran de ese modo. Te estaba rebajando, ¿Acaso no te diste cuenta? La voz del aparente muchacho sonaba ligeramente más aguda que la suya, haciéndole aún más difícil ignorar sus impulsos por hacer frente a toda persona que se le cruzara. — No me estaba rebajando, Bryan. — Pudo sentir como sus ojos rodaban hacia atrás en señal de fastidio y le dio la impresión de que pronto podría contemplar su cerebro si seguía de ese modo. Apenas podía creer cuánta importancia le estaba dando a su propia mente inventándole alguien con quien hablar. — ¿Nunca te pusiste a pensar en que la gente lleva una cara neutral? No necesariamente todos sonríen todo el tiempo. — Claro, como tú ahora ¿Verdad? A veces en serio creo que sólo eres un cobar- ¡OYE MIRA ESE TIPO, MÍRALO, VA A CHOCAR! — Se alertó inmediatamente al escuchar el retumbante sonido de un auto yendo a toda velocidad por la avenida que debía cruzar para llegar a la escuela. No se había percatado de que ya casi llegaba a la esquina donde cruzaba y el semáforo ya se encontraba en rojo; aquél probablemente fuera de los muchos que aprovechan los últimos segundos para avanzar como locos. Dando un largo suspiro, cruzó la avenida sin problemas ni más inconvenientes, mientras aún escuchaba a Bryan quejarse de cuántos locos andan sueltos por la calle. Estaba seguro de que ya había oído algo de esto en clase de psicología, pero no estaba de ánimo para un autoexamen y Bryan parecía estar totalmente en contra de uno. Ni que le sorprendiera demasiado, parecía estar en contra de muchas cosas en realidad, pero eso no era algo que deseara discutir tampoco. Mayor parte del día lo pasó en paz; pudo prestar atención a lo que debía estudiar, comprendió la mayoría de las lecciones, completó sus trabajos a medio terminar y logró entregarlos a tiempo, pero lo más importante fue que pudo ignorar casi por completo aquella voz molesta en su cabeza… casi. Cuando se hizo hora de regresar a su casa, contempló distraído el techo del salón mientras sus demás compañeros guardaban, y sin que siquiera pudiese notarlo, comenzó a imaginar el techo resquebrajándose. Grandes escombros cayendo sobre sus compañeros y sobre él, un tubo de gas rompiéndose por el impacto, los gritos mientras observaba las mesas prenderse fuego junto con aquel gas. Su familia, ¿Acaso lo extrañarían?, ¿Habrían salido apresurados al hospital si sobreviviera? ¿Acaso...? — ¿Podrías por favor parar con eso? Estas comenzando a cansarme. — Los pasos de sus compañeros, sus risas y algunos trozos de sus charlas retumbaban levemente en las paredes del pasillo mientras avanzaban hacia la salida. El timbre se repetía en un tono casi desesperado, aunque pasaba como ruido de fondo para su cabeza. — Sabes muy bien que no es mi culpa que seas un pesimista. — Y también se perfectamente bien que eres tú el que mete todo eso en mi cabeza. — Aire frío, hojas secas, humedad en el aire. Tal vez le tocara mojarse en el camino a casa, pero le daba igual, eso podría evitarle estas extrañas conversaciones que tenía consigo mismo. — Reacciona, Darren, no seas idiota. Yo vivo aquí. Aunque el insulto le pareció algo más hiriente por venir de sí mismo, lo dejaría pasar por esta vez Y sólo por esta vez… Le daría la razón.
Qué interesante... ¿Por qué me estará dando la sensación de que el protagonista de esta historia es un reflejo de mí mismo? Vivan los locos que tenemos una voz con la que hablamos más que con nuestra propia familia jajaja. Es un buen empiece, no tengo claro cuál será el planteamiento de la historia, pero el personaje es interesante. Cuidas muy bien la ortografía y los signos de puntuación, aunque te han fallado dos tildes (todos tenemos errores). Se agradece tu escrito buena ortografía. Estaré expectante por nuevos capítulos. Un saludo y mucho ánimo.
Tyrone Jones Algunos dirían que sentir que la personalidad se divide en ciertas voces dominantes en tu cabeza es señal de que tal vez te falta un tornillo. Otros optarían por decir que es sólo una práctica que hace más fácil sobrellevar las emociones. Y otros pocos, como Tyrone, podrían decir que aquellas voces son bastante divertidas de conocer, y que no necesariamente son señal de algún trastorno al cual se deba tratar; ¿Por qué piensa así, se preguntan? Pues la verdad, es algo muy fácil de explicar. Darren y Tyrone han sido muy buenos amigos desde hace algunos años y, como no podía ser de otro modo, Darren le había contado a su mejor amigo de las cosas que se le ocurrían ocasionalmente a su entonces inocente cabecita. Tyrone solía reírse en ciertas oportunidades de lo que el muchacho se esforzaba tanto en tratar de explicarle, ya que en ese entonces la diferencia de ambas personalidades era abismal y muchas veces Darren tuvo que rebuscar en lo más profundo de su mente las palabras correctas para describirlo. Claro que, con los años, el muchacho aprendió a controlarse a sí mismo y controlar a aquella entidad, haciéndole algo más fácil la tarea de explicar aquellos pensamientos que se presentaban de manera repentina como manifestación de su existencia. Tyrone tuvo que desarrollar una gran, gran paciencia para poder entender lo que el muchacho le hacía ver, pero al fin y al cabo había terminado por valer la pena. Ahora que conocía a ambos por separado, se le hacía más fácil notar el cambio repentino de humor que Darren tomaba en algunas escasas ocasiones, identificando así a la personalidad dominante en aquel momento. Sólo había un detalle, mínimo tal vez, que a veces llegaba a inquietarlo. Había comenzado muy sutilmente, tanto que casi no logró percibirlo en un principio, pero sus ojos finalmente lo vieron. La mirada de su compañero y amigo a veces se veía lejana, pero no del modo que siempre lo hacía, sino como si se encontrara en otro mundo totalmente diferente al suyo. Sus expresiones cambiaban en segundos nada más, sus ojos miraban hacia todos lados sin realmente ver nada y por algunos momentos fruncía tanto el ceño que parecía estar a punto de estallar. Era en ese preciso instante en el que se despertaba, y Tyrone ya estaba demasiado preocupado como para hacerle entrar la explicación en la cabeza. Al cabo de algunos minutos, cuando el muchacho se calmó lo suficiente, Darren le explicó que había algunas ocasiones en que se armaba una discusión realmente grande en su cabeza, pero no era él quien se encontraba discutiendo con Bryan. Le explicó que se encontraba allí no como espectador, sino como mediador; había una entidad más a la que casi nunca nombraba y a la cual aún no conocía, pero Darren no tenía manera de llamarla, tan sólo lo definía como Él. Hoy, en el salón de clases y entre todo el alboroto de sus compañeros, Tyrone notó nuevamente aquel cambio en Darren, y tan sólo se dedicó a observarlo con atención en caso de que tuviera que intervenir. Otra vez el ceño profundamente fruncido, se mordisqueaba los labios casi hasta el punto de lastimarse y sus ojos estaban clavados sobre la mesa, pero justo cuando creyó que era hora de despertarlo, súbitamente Darren levantó la cabeza y, algo perdido todavía, le preguntó la hora con la voz ronca, como si acabase de levantarse de la cama. — Son las seis menos cuarto, Dandan. — Pudo notar la sorpresa en su mirada cuando cayó en cuenta del tiempo que había estado sumido en sus pensamientos, pero Tyrone hizo como si no fuese muy importante y, mientras se acomodaba un mechón algo largo y rebelde detrás del oído, continuó hablando. — ¿Qué fue lo que sucedió esta vez? Te veías… enojado. — Bryan empezó a imaginar a Tiffany cayendo de la ventana otra vez… y entonces Él se enojó y comenzó a gritarle y decirle que debería parar de llenarme con ese tipo de pensamientos, pero Bryan continuó y yo… — Pareció tomarle algún trabajo procesar lo que estaba por decir, pero se recuperó fácilmente. — Tuve que obligarme a mirarte para que pararan… es cada vez peor, ¿Lo notaste? — Yo no creo que sea peor… ¿Quieres saber qué es lo que realmente creo que deberías hacer? — Otra vez pudo notar un recién iniciado conflicto en la mirada de su amigo, pero debía continuar. — Yo creo que deberías permitirles a ambos algo más de espacio en tu vida. No como pensamientos, tienes que empezar a actuar, ¿Entiendes eso? — Intentando llamar la atención de su amigo nuevamente, comenzó a dar pequeños toques con su dedo en la mano del contrario, era lo que más rápido parecía funcionar. — Ya para con eso. Sí, sé que debo comenzar a actuar al respecto de lo que me dicen… pero ¿Cómo puedo hacer? Cada vez que intento hacerles caso discuten y al final jamás hago nada. — Sé que estás frustrado, pero al fin y al cabo eres tú quien domina y decide. Si alguno tiene la razón, actúas, a cada quien lo propio, ¿Verdad? — Supongo que tienes razón… pero no quiero que Tiffany caiga por la ventana. — Y sólo entonces pudo ver a su amigo regresar, había comenzado a reír como siempre lo hacía y esa era la mejor manera de saber cuándo estaba de vuelta. Lo único que aún estaba inquietándolo, era que esos pensamientos que Bryan tenía eran cada vez más violentos y autodestructivos, pero allí no había nada que él pudiera hacer. No había nada más que aguardar, tener paciencia y ver si acaso sus consejos daban resultado. Algo más tarde, cuando ya se hallaban a medio camino de sus hogares, fue su turno de sumirse en sus pensamientos. Darren había estado en silencio mayor parte del mismo y se preguntaba si aquello era señal de que había comenzado a discutir otra vez, pero afortunadamente no fue así. Su semblante reflejaba tranquilidad, y una pequeña sonrisa se hallaba dando un toque de brillo a su rostro cansado. No había tenido oportunidad de descansar ese día, casi no había prestado atención en ninguna clase y sabía que eso le traería problemas, pero no tenía intenciones de mencionárselo. Honestamente, él también estaba algo cansado y la más mínima mención de un problema le hacía querer suspirar con resignación, pero se retuvo. Quería que Darren mantuviera esa sonrisa, sabía que significaba paz y no estaba dispuesto a interrumpírsela, o eso hasta que notó un ligero cambio otra vez. No tuvo tiempo de preguntar cuando el muchacho a su lado habló. — ¿Crees que Tiffany termine cayendo por la ventana de su casa, o la de la escuela? — Déjame pensar… creo que es más probable que caiga por la ventana de su casa… así no se haría mucho daño y tú tendrías a tu princesa por un tiempo más. — Había intentado hacerlo reír, y al parecer lo había logrado. El muchacho sólo atinó a ruborizarse hasta las orejas y golpearlo en las costillas. Vaya que había dolido pero sabía que no había sido él, y eso por algunos instantes le dio la paz que le había hecho tanta falta. — ¿Escuchaste eso? Deberías sacar agallas de alguna parte e invitarla a salir. — Shhh. No quiero salir con Tiffany, además ya está saliendo con alguien. — Claaaro que no. Ambos sabemos que Mike es su primo. Aunque aquella conversación tuviese lugar en la mente del muchacho, Tyrone se había percatado de la misma. Sonriendo a la par de su amigo y riendo cuando él lo hacía, en su interior esperaba que hiciera caso de su consejo y tomara acción. Tal vez así dejaría de pensar en Tiffany y comenzaría a salir con ella, para variar. Se le escapó una risilla al caer en cuenta de que Bryan hubiese comenzado a reír a carcajadas de haberlo escuchado.
Tiffany Anderson — Darren… Daaaarren… ¡Darren, despierta! — Oye, tarado, Tiffany te está hablando. — ¿En qué momento se había quedado dormido? Ya era la tercera vez que se dormía en clase durante la semana y sin embargo había dormido lo suficiente por la noche, ¿Acaso estaba comenzando a enfermarse? — ¡Darren, habla de una vez! — ¿Qué? ¡Ah, hola Tiffany! Lo siento, creo que no estoy del todo despierto todavía… ¿Necesitas algo? — Pudo sentir el calor de un nuevo aunque ligero rubor que comenzaba a trepar y hacerse camino lentamente desde la parte superior de sus pecosas mejillas hasta la punta de sus orejas, pero tenía que tratar lo mejor posible de ignorarlo. Era de las pocas veces en las que realmente se avergonzaba mientras hablaba con aquella muchacha de largos cabellos dorados, pero no podía desconcentrarse observando esos mechones rubios, y esos ojos verdes luminosos, y esos labios naturalmente rosados, tan mullidos y de apariencia tan suave y… ¿Qué? — Y necesito que me prestes lo que copiaste en Química ayer… ¿Estás bien, Dandan? ¿Pudiste dormir anoche? — Oh, no, allí estaba otra vez; su expresión se había tornado preocupada y sus ojos parecían brillar aún más con el ángulo en el que había inclinado su cabeza, arqueando sus cejas y definiendo perfectamente su bello rostro, ideal para un hermoso cuadro. Aún no lograba comprender cómo una simple adolescente podía albergar tanta belleza, tanto interna como externa, pero no era momento de analizar todo eso ahora, estaba preocupada y quería ver una linda sonrisa en esa carita. — En realidad me fui a dormir algo tarde, pero creo que descansé lo suficiente… tal vez me esté enfermando, no lo sé… ¿Dijiste que querías la tarea de Química? Lo siento, yo no la tengo, pero puede que Tyrone haya copiado algo; él estaba un poco más atento que yo ayer. — Sonriéndole con tantita pena y manteniendo muy a su pesar aquél rubor, la saludó con un gesto de los dedos mientras se alejaba caminando sonriente hasta el banco de Tyrone. Por algunos momentos los observó charlar de lo más casual, Tyrone tenía una manera de ser muy relajada para con las mujeres y eso era algo que a veces le envidiaba; le había enseñado a soltarse un poco más, pero todavía le costaba horrores sacar aunque sea una palabra de su boca sin tartamudear. La única que lograba hacerlo hablar como persona normal era Tiffany pero, de nuevo… había muchas cosas que aquella dulce joven le hacía sentir, y en este preciso instante, lo que le generaba aquella situación era un sentimiento algo negativo, no llegaba a comprender qué, pero parecían… — Celos… estás celoso, ¿No es así? — ¿Sabes? Estaba comenzando a creer que ya no te aparecerías por un rato. — Y era en parte bastante cierto, si había algo que Bryan lograba mejor que nadie era exasperarlo, pero había algunos casos en los que tenía razón, sí le habían picado un poco los celos. — ¿Te lo imaginas? “Tiffany Anderson d’ Jones”~ — Cállate, Bryan. —Pasándose una mano por la frente, comenzó a frotar un poco la zona para relajar los nervios que acababa de notar, pero sabía que no sería suficiente. Resignándose a copiar lo que había perdido de la clase, se le cruzó un par de veces la idea de enfrentar a Tyrone y preguntarle si acaso él también sentía cierto gusto hacia Tiffany; sabía que la respuesta sería un “No.” rotundamente afirmado, pero ¿Qué posibilidades había de que le creyera? El resto del día transcurrió de manera normal. Para su sorpresa, había logrado concentrarse lo suficiente en la clase como para poder ignorar a Bryan y sus constantes quejas y alegaciones, y sólo algunas veces hubo una participación de Él para acompañar ciertos pensamientos planteados en las lecciones de alguno de sus profesores. El día había marchado maravillosamente bien por el momento y con toda sinceridad estaba contando con mantener esa calma hasta llegar a su casa, pero nuevamente se le presentó una pequeña aunque importante dificultad. Mientras caminaba por el largo pasillo que daba a las escaleras para salir al patio de afuera, creyó escuchar… risas; risas que reconocería en cualquier parte. Eran unas risillas pequeñas, que intentaban ser silenciosas para no llegar a ser oídas, y la persona de la que provenían no era otra que Tiffany. Aquello le hizo brotar una curiosidad que fue creciendo vehemente en su interior mientras se mantenía quieto y en silencio en medio del pasillo. Al final, el impulso por averiguar de qué se trataba fue más grande que su voluntad de alejarse, por lo que se acercó tan lenta y sigilosamente como pudo al sitio de donde provenían las risas –que resultó ser un salón de clases vacío– y espió hacia adentro, identificando rápidamente a la muchacha y a… ¿Tyrone? — ¡Ja! ¡Yo lo sabía! ¡Sabía que tu amigo tenía buen gusto con las chicas y mejor suerte que tú! — Cállate y déjame escuchar. Tal vez no sea lo que parece. — En realidad, estaba intentando no ver lo que aquella entidad quería. Estaba intentando no escucharlo pero seguía hablando y seguía hablando, no había manera de que desistiera de molestarlo y hacerle creer que Tyrone tenía otras intenciones. Pero no iba a creerle, iba a seguir negándolo de la manera más intensa que pudiera ejercer, aún si eso significaba callar algún tiempo su amistad con Tyrone. — Ya para con eso, tal vez alguien me escuche y se supone que es un secreto, ¿Recuerdas? — Su voz sonaba tan encantadoramente tímida que casi le costó trabajo prestar atención a lo que decía; hablaba de algún secreto y tenía que averiguar cuál. — Sí, lo sé, lo sé. Pero repito, en mi opinión, Darren es un buen partido y se vuelve gelatina cuando te ve. — Pudo notar como una gran sonrisa se abría paso en el rostro del muchacho, ¿Acaso se estaban burlando de él? No, no… Tyrone dijo que sería un buen partido, tal vez no fuese en un mal sentido. — No es cierto, no mientas… Darren jamás se interesaría por mí, y si no me hubiese atrevido a preguntarte, continuaría creyendo que de hecho te quiere a ti. — Ah, con que eso era… ¿Cómo? — ¡TIFFANY CREYÓ QUE ERAS GAY! ¡JAJAJAJAJAJA! — En realidad no estaba sorprendido, no negaría que su amistad con Tyrone fuera lo suficientemente estrecha como para que Tiffany creyera eso, y para hacer más clara su sospecha, ya la había visto dirigirle un par de miradas entre tristes y enternecidas, aunque en aquel entonces creyó que era por Tyrone. — Uhm… ¿Hola? Creí que todos habían ido afuera cuando escuché la campana. — Si su sonrojo anterior le había parecido un bochorno, éste lo superaba con creces. Ese calor que antes había sentido, ahora se extendía desde su cuello hasta la línea del pelo, tiñendo su piel de un cálido rosado a un rojo intenso sobre las mejillas; vaya que no esperaba encontrarse con una situación así. — ¡Hola, Darren! ¡Justo estábamos hablando de ti! — Otra vez la misma sonrisa y la carita tímida de Tiffany escondiéndose detrás de la figura del muchacho. Estaba jodido; muy, muy, muy jodido. — Que conste que tú lo dijiste.
¡Hola! Pues me llamó la atención el título desde que lo vi, pero hasta ahora puedo leer algo y, he de decir que me gustó bastante el planteamiento de Darren y su voz interior Bryan, el que evidentemente se nota que es otra personalidad de él... una muy fastidiosa, por lo que veo. A la mera hora no sé si compadecerme de Darren por tener que soportar a esta voz tan molesta o si tengo que darle las gracias para mostrarnos a un personaje tan interesante... Soy cruel ._. El caso es que aunque algunos relatos sean a lo "random", creo que los estás llevando bastante bien. Me has sacado una que otra sonrisita con las cosas que le pasan a Darren, mas admito que algunos episodios me causan intriga, como los debates con Bryan el tal Él. Me pregunto quién será esta otra voz. Que Tiffany creyera que es gay fue genial xD Pero entonces ella está interesada por nuestro personaje, ¿eh? Vaya, vaya, me gustaría saber cómo avanza esto y si Darren consigue salir del embrollo en el que se ha metido sin que el rubor y el calor lo calcinen. Espero el siguiente capítulo con paciencia aunque no prometo que pase a leer y comentar con frecuencia, pero haré lo que pueda. Sin más me despido deseando que estés bien hoy y siempre. Te cuidas mucho. Hasta otra.
Recuerdos / parte 1 Hacía varios días que el cielo seguía igual de gris. Las nubes parecían un océano de olas mansas y lentas que acariciaban con sus vientos toda la ciudad, llenándola con un suspiro al calor de la semana pasada y llevándose así la incómoda humedad; estaba comenzando a refrescar lentamente. Un muchacho castaño y de piel clara con abundantes pecas adornando sus mejillas suspiraba entonces con una indescriptible pesadez en su pecho que lograba dejarlo mareado y fuera de foco, como pedido mirando aquél enorme océano que se mecía bajo el cielo azul, tornándolo de un gris melancólico y aburrido. ¿Cuánto tiempo había pasado? Se sentía como si hubiese sucedido hace años, y sin embargo su consciencia parecía decirle que en realidad fueron algunas horas. Aún rondaba en sus oídos el sonido de las sirenas como una alarma constante, pero ya opacada y distante, simples ecos de las emociones vividas recientemente. Tenía que levantarse, hacer su tarea, barrer un poco, quizá lavar los platos, o escuchar música, tenía que vivir… pero no quería. No, no quería justo ahora, no estaba de ánimo para levantarse y tener que fingir una sonrisa ante un mundo completamente ajeno a su situación. No quería tener que hablar, socializar, siquiera mirar a las personas que venían a darle sus condolencias le causaba una repentina oleada de irritación que hacía surgir nuevas lágrimas, y otra vez revivía la secuencia traumática. Regresaba el sonido de los autos yendo a la velocidad indicada por la ruta que tenían que transitar. Podía sentir sobre sus parpados cerrados el reflejo de las luces anaranjadas de las calles, ocasionalmente interrumpidas por la obscuridad que la sombra de algún puente les hacía. Escuchaba la risa de su hermano y delante suyo la de su padre, riendo juntos de algún chiste tonto de los que alegran a cualquiera. Quería reír con ellos, pero estaba tan cansado… sólo quería descansar un rato más antes de llegar a casa. Llevaban el premio mayor en el baúl del auto, su pesca había ido de maravillas y estaban muy felices de saber que cuando llegaran, la esposa, la madre, la amiga, les prepararía un buen plato con ese mismo premio. Sólo que no llegarían todos ellos. Pudo sentir cuando su padre volvió a acelerar ante el semáforo en verde, pero no se percató de algunos muchachos que venían lateralmente y bastante más apresurados que ellos. Tanta fue su impaciencia, que en el último segundo aceleraron a fondo haciendo rugir su motor y despertándolo de su apacible sueño. Aceleraron sin haberlos visto y sin tomar mucha pena en detenerse después de haber impactado de frente contra el auto donde iban Anthony, Jason y Darren Collins. Sirenas aullaban indefinidamente, luces verdes, blancas y algún destello de azul a la distancia, todas dañaban sus sensibles sentidos abatidos por el dolor que le dejó aquél fuerte impacto. Según los paramédicos, los muchachos que iban en el otro auto no lograron alejarse mucho después del choque, al parecer habían impactado nuevamente pero ésta vez fue contra uno de los pilares de un puente no muy lejos –o eso es lo que logró entender de lo que decían, nadie parecía notar que se hallaba consciente-. También consiguió escuchar parte de la conversación de otro grupo de paramédicos que se dirigían a la otra ambulancia, pero tampoco eran buenas noticias. Su mente había borrado los recuerdos de aquella conversación cuando llegó a su casa. A él le tocó la mejor parte, sólo se había dislocado el hombro izquierdo y tenía algunas costillas fisuradas, todo su daño eran algunos golpes en la cabeza también… pero desearía haber sido él quien viajara en frente junto a su padre. Anthony Collins había muerto casi de inmediato al momento del impacto; varios vidrios rotos habían perforado puntos demasiado importantes, pero al parecer lo que lo mató fue una falla al corazón. Jason Collins había dado con todo su peso sobre la puerta derecha del auto y se golpeó la cabeza contra el filo de la ventana; el golpe fue demasiado y se fisuró el cráneo. Los paramédicos actuaron tan rápido como pudieron, pero había muerto camino al hospital. Su madre estaba pálida y quieta junto a su cama por la mañana, los rastros de sus lágrimas aún se veían claramente ante la tenue luz que entraba por la ventana. No quiso preguntar qué había sucedido, ¿Para qué? Él había estado allí, no necesitaba que nadie se lo contara. — Tyrone vino a verte… ¿Te sientes bien? ¿Quieres que entre? — Su voz sonaba apagada y áspera, totalmente distinta al tono usual de su madre, pero no la culpaba. Perdió a su marido y a su hijo mayor hace sólo algunas horas, él no tenía derecho a reclamarle nada. — Tal vez deberías dejarlo entrar… Es tu amigo y necesitas su compañía. — En ese entonces le costó darse cuenta de que Él estaba allí también, pero no dudó en obedecerle y pidió a su madre que lo invitara a pasar. Charlaron, lloraron y rieron por un rato, Darren logró levantarse y caminar hacia el patio de atrás, pero pronto tuvo que volver a sentarse. Hacía varios días que el cielo seguía igual de gris. Las nubes parecían un océano de olas mansas y lentas que acariciaban con sus vientos toda la ciudad, y también el rostro agotado del pequeño Darren Collins, que había perdido a su padre y a su hermano el día después de su cumpleaños número 10, un 22 de Julio tan frío… tan frío…
Oh, este ha sido un capítulo triste. Uno de recuerdos dolorosos. Lo que le ocurrió a Darren y su familia fue lamentable y todo por la irresponsabilidad de una juventud echara a perder ¬¬ Tan bien que les había ido en su pesca. Adiós momentos juntos. Y eso que él acababa de cumplir diez años. Golpe duro. Así que ese día quedó un poco más claro que Él también rondaba los pasillos de su mente, ¿eh? Sin embargo, le dio un buen consejo al decirle que aceptara la visita de Tyrone. ¿Podría decir que es una voz interior buena? O al menos menos molesta que Bryan (? Pues nada, un gusto leerte de nuevo. Espero el siguiente capítulo, a ver si volvemos al presente o si continúan estos recuerdos, seguro será interesante. Me despido no sin antes desearte bien hoy y siempre. Te cuidas mucho. Hasta otra.
¡Tienes una narrativa hermosa! La historia sí que está triste, me envolvió la descripción de la escena...
¡Hola, gente bonita de FFL! Disculpen que me tardara tanto, últimamente estuve teniendo algunos dramas familiares que me quitaron la inspiración durante un tiempo, pero lo importante es que estoy de vuelta~ *y que se me dio por guardar el boceto de este capítulo*. ¡Bueno! A petición de algunas personitas de mi más grande cariño a las que les pasé el link de este fanfic, voy a dejar un poco más claro cómo escribo los diálogos de cada quien. — Diálogos normales. — Bryan Frost, gente bonita~ — Diálogos de Darren, pero como pensamientos. Van a notar que es tan sólo cuando responde a Bryan, el resto de los pensamientos están escritos como el resto del relato. — Diálogos de Él. Van a ser pocos y muy puntuales, por lo que puede que pasen desapercibidos. En el anterior capítulo fue su primer diálogo concreto. Muy bien, hechas estas aclaraciones, espero que les sea más fácil comprender el fanfic y que lo disfruten más~ ------------------------------------------------------------------- La cita Tyrone podía ser de sus mejores amigos, es verdad. Podían hablar de cosas que tal vez fuesen un poco difíciles con alguien más, podían tocar temas verdaderamente polémicos y profundos sin crisparse ni un solo cabello, podían bromear sobre su amistad entre ellos, incluso podían fingir por algunos momentos que el otro era su persona de interés romántico para animarse mutuamente… Excepto que, aunque Tyrone de hecho fuese su mejor amigo, Darren no podía fingir que el muchacho era Tiffany, ni siquiera por un instante, ¡Ni mucho menos con esa ridícula peluca que ni siquiera se asemejaba a la realidad! Pero probablemente se pregunten cómo es que llegaron a esa situación si es que Darren se negaba tan rotundamente a esta misma. Pues bien, resulta que desde aquella sorpresa durante el recreo la semana pasada, tanto Darren como Tiffany habían hecho sus respectivos movimientos, acercándose al otro de manera amistosa para charlar, pasarse tareas, e incluso dibujar. Claro que detrás de todo eso, estaban inventándose excusas para pasar tiempo juntos, y Tyrone lo había notado. Había notado cómo hablaban de sus aventuras, de sus pensamientos –por costosos que fueran de explicar–, de sus otros amigos y pasatiempos; en fin, logró darse cuenta de que tenían una sana cantidad de cosas en común y eso era de su más grande agrado. Tanto fue así, que un día escuchó a Darren decir –mientras se encontraban merendando en la casa de los Jones- que había tomado la decisión más firme en los últimos meses y que la invitaría a salir, aunque fuese una simple excursión a la plaza con sus amigos. Claro que Tyrone no iba a permitir que se lanzara de cabeza a dar vergüenza frente a la bella dama y pequeña pieza de perfección, así que se ofreció a darle unas “clases” –de dudosos resultados– para sacarle lo gallina y que empezase con su mejor impresión. Habían decidido reunirse el día después tras salir de la escuela y, convenientemente, casi toda la familia había hecho planes para salir aquella tarde, por lo que tenían la casa a su entera disposición y no habría nadie que pudiera avergonzarlos si los hallaban. Excepto Vanessa; la hermana mayor era un peligro de un modo u otro y debían encontrar alguna excusa para que no los molestara, pero ya llegaría ese momento, por lo cual se despidieron y aguardaron pacientemente por la tarde del día siguiente. Vanessa Jones era un verdadero plato. Picante de humor, sarcástica e impulsiva, pero internamente dulce y amable para con las personas que le agradaban o que fueran de su aprecio. Es una lástima que Darren no fuera de esas personas; y aunque Tyrone ya tuviera un plan para que ni siquiera se le ocurriera acercarse a su habitación, Darren estaba aterrado de tener que encontrarse con ella. Así que después de darle algunas explicaciones previas, Darren llegó a la casa con su clásico rubor rosado pintándole las mejillas y pudieron quedarse a solas sin más molestias por el momento. Ahora, el problema no era Vanessa, sino… — Ok, bien. La verdad no tengo un plan, pero lo que podemos hacer ahora es… Sólo pretende, uhmm… podrías, actuar ¿No? Como, hacer de cuenta que soy Tiffany. — Tyrone… esa es la idea más estúpida que se te pudo ocurrir. — Llevándose una mano a la frente para masajearse la sien, el muchacho de abundantes pecas dio un largo suspiro. Los nervios se los había llevado la frustración hace tan sólo unos instantes. — ¿Por qué no? ¡Vamos, Dandan! ¡Hasta tengo una peluca para la ocasión! — Darren Y Tyrone sentados en un árbol~ — Cállate, Bryan. No me hagas repetírtelo. — En verdad, aquella entidad no podía aparecer en momentos más inoportunos. Tal vez no tenía tiempo para meterse en otros aspectos de su vida, pero ciertamente estaba lo suficientemente al tanto como para humillarlo sin que nadie más lo escuche. Al parecer, Tyrone también había notado aquel pequeño encuentro entre seres, pero aprovechó para sacar la peluca y colocársela sobre la cabeza sin que su amigo lo notara. Justo cuando Darren levantó la mirada, Tyrone ya había encontrado y colocado la peluca, y hasta había tenido tiempo de sentarse a cepillarse el pelo sobre la cama. — ¿No quieres decirme que soy bonita? — Y enviando un conjunto de mirada pícara y sonrisa socarrona, continuó peinando el cabello falso de una manera tan exagerada, que Darren no pudo hacer otra cosa que estallar de risa. Así continuaron los intentos de una declaración seria durante unos treinta minutos fijos, hasta que a Darren le llegó una oleada de inspiración repentina y finalmente se le ocurrió algo más original que tan sólo tartamudear y sonrojarse ante el reemplazo. — Espero que no se te ocurra que estoy tratando de… molestarte o algo. Es que hace meses que estoy intentando decirte esto, y de verdad que me puse demasiado ansioso, lo estoy ahora… — Tomándole las manos a Tyrone, casi imaginándose que era su compañera, levantaron la mirada y por un momento logró verla, lo cual le dio fuerzas para terminar su declaración. —Sólo quería pedirte una cita, aunque sea una sola… no tenemos que estar solos si no quieres, puedes traer a quien quieras… ¿Te gustaría? — Awww, sonrían a la cámara, bobalicones~ — Y justo cuando había tomado coraje, tenía que meter la cola el diablo, que al parecer había tomado la forma de Vanessa y con ella su celular, con el cual había grabado todo desde la puerta sin que ninguno se diera cuenta. Bueno, ya estaba hecho, frito y revuelto como sólo a la gente malvada le gustaba. Entre las risas y las burlas de la entidad principal en su mente, se encontraban algunas opciones bastante originales como “Seis meses. Te tardaste seis meses y tuviste que imaginar a Tyrone con vestido.” O “Deberías agradecer que Tiffany vive a 30 minutos de aquí.”, y el más sobresaliente “Oh, bien, genio. Derretiste de pasión a Tyrone, tanto que su hermana se está retorciendo de risa en el piso.”. Pero dejando de lado las críticas, la práctica había dado sus resultados. Finalmente había conseguido arreglar su encuentro con tan sólo algunas explicaciones sobre el curioso video que le había mandado Vanessa, y cada parte llevando a su mejor amigo consigo para no quedar a solas tan pronto –ninguno estaba preparado para algo como eso todavía-.Así fue como un lindo Sábado de otoño se tornó en el día, la tan anhelada cita, y también en el día en que conoció a Lucile Carper, una simpática y algo tímida aunque tremendamente inteligente muchachita; de cabello castaño largo hasta los hombros y ojos color miel. Tyrone no lograba congeniar al principio, ya de por sí había llegado tarde al arreglo y eso pareció no agradarle mucho a aquella perfecta extraña, pero finalmente encontró un tema del que hablar con ella y se mantuvieron charlando animadamente durante mayor parte de la salida, sin que ninguno notara que a la par suya charlaban Darren y Tiffany. — ¿Y por qué tendría una peluca en su habitación? Eso es tan raro. — Riendo como tan sólo ella lo hacía, se llevó una mano a cubrirse el rostro mientras lo hacía, riendo abundante y melodioso a los oídos de su compañero. — ¡Oye, no lo insultes! ¿Nunca consideraste el cosplay? Digo, ¿Sino por qué creerías que se deja el cabello largo? — ¡Bingo! Esta vez la había hecho reír en serio y era lo más bello que había escuchado hasta entonces. Así continuaron caminando y charlando durante la tarde que habían elegido hasta que en algún momento optaron por sentarse en el pasto, tomados de las manos mientras señalaban algunos aspectos divertidos de la ciudad que crecía en actividad a medida que entraba el anochecer. En realidad, era relativamente temprano y Darren lamentaba tener que irse tan pronto pero, al cabo de tan sólo media hora más, decidieron levantarse y emprender el camino de regreso. Mientras las luces de las calles se encendían a su alrededor, Tiffany se aferró del brazo de su compañero y Tyrone podría haber jurado que lo vio derretirse en ese preciso instante, pero lo había hecho como gesto de despedida puesto que ya habían llegado a la casa de la jovencita. — Así que ya te estabas ilusionando ¿Eh, Dandan? Ay, por favor, sólo accedió a salir contigo porque te tiene pena. — Ese es problema de ella, lo disfruté y ya. — Levantando una mano para saludarla, podía notar cierta duda en su mirada, ¿Se habría dado cuenta de ese pequeño conflicto? — Mírala, la estás poniendo incómoda. ¿Nunca vas a hacer nada bien? Sólo sabes dar pena. —Tú no sabes eso, deja de hablar por los demás. —Mientras se daba esa discusión, Darren no había notado cómo Tiffany se acercaba despacio hacia él, y no se dio cuenta de su presencia hasta que lo tomó de la mejilla y le besó suavemente la frente, lo cual levantó otro rubor imponente sobre su rostro a medida que la muchacha subía los escalones hacia la entrada de su casa y se despedía de ambos con una sonrisilla plasmada en su cara. — Y tú que creías que no lo ibas a lograr. ¡Tienes encanto, Collins! Ahora vámonos, estoy muriendo de hambre y no te dejaré ir hasta que me prepares unos waffles. Tal parecía que esta cita no iba a ser la última y le había ido de maravillas, no habló de más ni se había ido de manos demasiado rápido, así que caminó a la par de su mejor amigo con una enorme sonrisa incurvándole los labios, riendo y sonrojándose con cada chiste tonto que Tyrone hiciera al respecto. La cita había marchado bien… muy bien, y estaba esperando ansioso la segunda.
¡Hola, compañero! Qué bueno que estés por acá de vuelta y ojalá todo esté mejor con tu familia. No importa cuánto se tarde uno en publicar, el asunto es no abandonar las historias, ¿no? Pero bueno, hablando del capítulo, ¿qué decir? Me ha hecho gracia, no hay más verdad que esa. Toda esa escena de preparación con Tyrone y la peluca, Dios, hilarante... Aunque admitiré que también me dio risa cunado Vanesaa hizo de las suyas y los grabó en esa comprometedora declaración xD Yo también tengo mi lado malo, pero no tanto, sólo en la ficción (? ¡Pero hey! Al final funcionó y Darren pudo salir con Tiffany y le fue bien. También espero que no sea esa la última cita... aunque me gustaría que Bryan lo dejara en paz un momento. ¡Sí que es pesado! Buenas aclaraciones del formato de los diálogos entre Darren y sus personalidades, sí es más sencillo así ^u^ Y nada más, espero el siguiente capítulo con ganas y paciencia. Me despido no sin antes desearte lo mejor hoy y siempre. Te cuidas mucho. Hasta otra.