¡Ay mi ardillita! Cuando Nathalia tenía cinco años, era amante de los animales, ya fueran salvajes o para tener en el hogar. Le gustaba cualquier tipo de conejos o perros, pero adoraba aún más a los gatos. Una vez se encontró un pequeño animalillo herido, con cautela se acercó a él y notó su bonito pelaje café, manchado con un líquido de ligero espesor. Se dio cuenta inmediatamente que estaba mal y sin ningún miedo lo llevó a su casa para tratarlo. Ella a esa edad no sabía mucho sobre animales en cuanto a heridas, sin embargo, lo que aquejaba a aquel pequeño era tan solo un leve raspón así que no hubo problema al curarlo. Lo cuidó por toda la noche y lo observó detalladamente, se dio cuenta de que se trataba de una ardilla, una peluda y bonita ardilla, con unos grandes, grandes, grandes, dientes. Al día siguiente Nathalia se despertó al escuchar los sonidos que el animalillo producía al tratar de salir de la caja en la que ella le había introducido para evitar que se escapara y poder hacerse su amiga al jugar juntos; claro ella también sabía que esos animales suelen ser agresivos, pero aún así tuvo la idea de meterla en el armario para que no se saliera. Con cuidado la tomó aprovechando que se había calmado, la “introdujo” en su closet, sin mirar adentro cerró la puerta del armario y corrió hasta la de su cuarto para que no se fuera por esta, pero al tratar de cerrarla algo le impidió el poder hacerlo completamente, empujó con fuerza el objeto, con todas sus energías, tratando de que por fin se cerrara herméticamente. Cuando al fin lo logró se encamino al armario, ignorando un sonido a su lado y abrió la puerta con suavidad para no asustar a su amiga, pero al terminar de hacerlo no la encontró. Asustada salió del cuarto, sin siquiera notar el cuerpo peludo sin cabeza que yacía a un lado de la puerta. Ahora Nathalia es veterinaria y mira sonriendo con lastima su diario de los cinco años, en el que estaba escrita la historia de su ardilla. Al lado un dibujo de su amiga, en el cual en lugar de la cola, hay pelos pegados del animalillo. Las letras se ven borrosas por las lágrimas que salieron de sus ojos en aquel entonces, y debajo de la ilustración se escribe lo siguiente: ¡Hay mi ardillita, nunca te voy a olvidar! Notas de la autora: No sé si esto es comedia o alguna otra cosa, pero al menos yo si me reí mucho. El leer esto y no comentar, puede ocasionar la muerte de animales a los que le tienes cariño, yo solo aviso ¿eh?