Explícito de Pokémon - El que no sufre no aprende

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Siletek, 24 Julio 2017.

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    Thranduil

    Thranduil Entusiasta

    Aries
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    Escritor
    Holi, tanto tiempo sin leer un capítulo de este fic. Apareció Mr. Mime, imaginé que el circo tendría un toque de crueldad, pues tu fic se caracteriza por mostrar una realidad más cruel del anime.

    No entendí la imperiosa necesidad de James por ir a entrenar durante la noche, tenía todo el día para hacerlo, después de todo no pueden hacer mucho en la casa.

    Concuerdo con el comentario de arriba, James hizo mucho en el capítulo, y me he percatado de que en la mayoría de los últimos capítulos, siento que él es quien tiene más espacio, sabemos más de sus emociones, conflictos y motivaciones, al menos yo recuerdo más los suyos, porque recurres más a ellos, los de Meowth los recuerdo un poco, aunque no me quejo, sus conflictos no demoran en ser solucionados, sin embargo, no recuerdo los de Jessie, entiendo que ella es más cerrada con sus emociones, pero eso no impide que el narrador nos lo haga saber, siento que falta más de ella.

    Me intrigó lo del final, qué planeaba James? Tengo la idea de una leve venganza, pero no diré nada hasta leer el próximo capítulo. Ciao.
     
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    Siletek

    Siletek Entusiasta

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    Título:
    El que no sufre no aprende
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    60
     
    Palabras:
    4526
    Capítulo cuarenta y dos

    El rancho de Oak

    —En unos minutos llegamos.

    Estaban yendo a la casa de Oak, guiados por el propi científico, subido en la carreta junto con James, mientras que los demás iban atrás.. Ya para ese entonces el sol había bajado un poco, aunque parecía que faltaban varias horas para que anocheciera.

    Como Misty y Brock se iban a quedar en la casa de Ash, ya no habría lugar para Jessie, James y Meowth. Delia llamó a Oak para preguntarle si podían quedarse en su casa y el científico aceptó, encantado. Incluso se había ofrecido irlos a buscar y todo. James sospechaba que, detrás de sus buenas intenciones, escondía las ganas de hacer experimentos con Meowth y Lunita, pero decidió callarse y esperar a que Oak se lo dijera.

    —Estoy feliz de que Ash haya ganado la medalla sin ningún inconveniente —comentó Meowth en voz alta.

    —La ganó porque Giovanni no estaba —murmuró Jessie.

    —Si, dijeron que era una chica. ¿Alguna recluta?

    —Probablem…

    —¡Shh! —los calló James, señalando con la cabeza a Oak, pero este estaba con la mirada perdida al frente.

    —Lo siento —susurró Meowth.

    —Mi casa está pasando el puente —anunció el profesor Oak.

    James miró hacia donde lo hacía el profesor Oak y vio una casa bastante grande. Parecía que en otros tiempos había sido un granero, a juzgar por la forma. Incluso tenía un molino que se asomaba por el techo, girando sus aspas.

    James se detuvo en la entrada, una puerta de gruesa madera flanqueada por dos columnas de ladrillo. Más adelante, un camino marcado con arbustos en las orillas guíaba hacia la casa. Oak bajó y abrió la puerta.

    —Yo seguiré caminando, ustedes sigan adelante —les dijo Oak.

    James le hizo caso y siguió de largo, caminando lento para estar cerca del profesor. Cuando llegaron a las escaleras de entrada, se detuvieron. Oak abrió la puerta de la casa.

    —Aparten un poco la carreta del camino para tener libre la entrada —les aconsejó Oak—. ¿Los ayudo con algo?

    —No se preocupe —sonrió James—. Usted entre a la casa, nosotros nos arreglamos.

    —Perfecto —Oak se metió en su hogar, sin cerrar la puerta.

    James fue hasta la parte de atrás de la carreta para ayudar a bajar a Jessie.

    —Nos van a conectar electrodos a la cabeza —se quejaba Meowth.

    —Oh, vamos Meowth, no seas un paranoico.

    —Claro, no es a ti a quien se acercarán con una maldita jeringa en la mano…

    James tomó a Jessie de la mano y ayudó a bajarla.

    —Estarán bien —lo intentó tranquilizar James—. No dejaré que haga nada que ustedes no quieran. Así que baja con tu hija y entremos a la casa.

    Meowth lo miró, enojado, pero no respondió. Bajó de la carreta junto con su hija y se unieron a los demás.

    Entraron al recibidor, pero no había nadie. Oak asomó la cabeza por una puerta de la izquierda.

    —Pasen, estoy preparando el té.

    La sala era grande y espaciosa. Había unos sillones naranja alrededor de una mesa ratona. Las paredes estaban cubiertas casi en su totalidad por estanterías llenas de libros. También había un televisor, aunque estaba apagado.

    —Tengo budín de chocolate para acompañar el té. Lamento no tener más. Y también comida para sus pokemón —aclaró, mirando a Nina, Cubone y Persian—. ¿Ustedes acostumbran a tener a sus pokemón afuera todo el tiempo?

    —Solo a ellos —respondió James.

    —¿Son todos tuyos?

    —No, solo Nina. Cubone es de Jessie.

    —¿Y que me dices del Persian?

    James miró al pokemón, recostado en sus pies y este le devolvió la mirada.

    —¿Persian? Pues, le había prometido dejarlo libre en cuanto se sintiera mejor, pero…

    El Persian se levantó y apoyó su mentón en la rodilla de James, maullando.

    —Dice que no recuerda que le hayas dicho eso —tradujo Meowth.

    James acarició la cabeza del pokemón.

    —¿Estás seguro que no lo recuerdas?

    Persian maulló y se le refregó contra su pierna.

    —Dice que él se acordaría de haberse hecho esa promesa.

    James sonrió.

    —Gato malcriado —murmuró, rascándole detrás de las orejas.

    —Bueno, el Persian es tuyo entonces —dijo Oak.

    Unos pasos rápidos se escucharon y apareció un Krabby sosteniendo una bandeja con varias tazas de té y un jarrito de leche. Oak las sacó una a una y las puso sobre la mesa.

    —En un rato Krabby vendrá con la comida para los pokemón —les avisó Oak. El Krabby salió de la habitación, aún con la bandeja sobre su cabeza.

    —¿Es tuyo?—preguntó James.

    —Es de Ash —respondió Oak—. No lo ha llamado ni una sola vez, al igual que su Muk. Es una lástima.

    —Ash es así —comentó Jessie.

    Meowth carraspeo.

    —Oiga, profesor…

    —¿Si?

    —Muy rico el té y todo eso, pero… ¿Cuáles son sus intenciones?

    Oak parpadeó de manera ingenua.

    —No te entiendo.

    Meowth sonrió de manera amarga.

    —Bien que me entiende. ¿Usted quiere hacer experimentos conmigo y con mi hija, verdad?

    —¡Meowth! —lo retó James, pero Oak levantó una mano para que se detuviera.

    —Escucha, Meowth, es cierto que estoy muy interesado en ti y en tu hija, no lo voy a negar. No sé que clase de experimentos te estarás imaginando, pero no usaré ningún método invasivo hacia sus cuerpos.

    Meowth frunció el ceño.

    —¿En serio?

    —Como mucho, un examen de sangre.

    Meowth seguía sin verse muy convencido. Oak siguió:

    —Meowth, no se si eres realmente consciente de esto, pero tú y tu pequeña son pokemón maravillosos por lo que pueden hacer. Juro que mantendré la identidad de todos ustedes en secreto para evitar problemas. Solo quiero observar lo que ustedes dos hacen, eso es todo. Nada de experimentos como los de las películas de terror.

    Meowth miró a Jessie y a James, como pidiendo consejo.

    —No dejaremos que les pase nada —le aseguró James.

    Meowth esbozó una pequeña sonrisa.

    —Bueno, bueno, si es así…

    Oak sonrió.

    —¿Es un trato, entonces?

    El científico le extendió la mano. Meowth dudó un momento antes de acercarse a él y extender su pata para encontrase con la mano de Oak.

    —Trato hecho.

    James se despertó a la mañana siguiente, en la habitación de huéspedes. Por primera vez en años, estaba durmiendo en una cama matrimonial, no un futón. Sus pokemón también estaban sobre la cama, aunque Jessie había comenzado a decir de que lo mejor sería dejar los pokemón adentro de la pokebola, para estar más cómoda.

    James planeaba dormir, pero era inútil. Sabía que no podía volverse a dormir una vez que se había despertado, así que se levantó y salió de la habitación.

    Caminó unos cuantos pasos antes de que se diera cuenta de que se sentía bastante perdido. ¿Para que demonios se había levantado si no era su casa y no sabía ni donde estaba parado?

    —Ah, hola James.

    Oak estaba en el pasillo, bien despierto y vestido para trabajar.

    —Buenos días, profesor Oak.

    —Te has levantado temprano, ¿no? Son las ocho de la mañana.

    —¿Las ocho?

    —Si. Yo le tengo que dar de desayunar a los pokemón.

    —¿Quiere que lo ayude?

    Oak casi lanzó una carcajada.

    —La verdad, no me vendría mal una mano. Te espero en la sala.

    Oak se retiró hacia la sala. James regresó a la habitación y comenzó a cambiarse de ropa.

    —¿James? —la voz rasposa de Jessie llegó a sus oídos—. Ya vuelve a la cama.

    —Le prometí ayudar a Oak a darle de comer a los pokemón —le susurró James.

    Jessie se incorporó un poco y se frotó los ojos mientras bostezaba de manera escandalosa. Meowth se removió en su cama, al igual que Lunita.

    —James, entiendo que quieras ser buena persona y todo eso, pero deja de comportarte como un santo. Nadie te va a juzgar por dormir hasta las doce acurrucado a tu sexy y embarazada novia.

    —Demasiado tarde. Dije que lo haría y no porque me lo hayan preguntado. Yo decidí ayudar.

    Jessie soltó un gruñido.

    —No tienes por qué ser perfecto, cariño.

    —No quiero ser perfecto.

    Jessie lo miró, con una media sonrisa en su cara.

    —Es cierto, no quieres ser perfecto. Quieres ser un mártir.

    James parpadeó, sin poder creer lo que escuchaba.

    —¿Qué?

    —Yo no seré psicóloga o algo de eso, pero te conozco bien. Rescatar pokemón aún a costa de tu vida, ofrecerte a ayudar aunque te quite tiempo para ti mismo, no dormir durante días para cuidar a alguien, preguntando a los pokemón si quieren venir contigo en lugar de pelear para tenerlos… ¿Qué sigue después? ¿Volverte vegano?

    James se quedó paralizado en su lugar.

    —N-no, Jessie, estás…

    —No, no estoy exagerando, es la verdad —ya estaba enojada—. Te sientes tan culpable por haber sido parte del Equipo Rocket que crees que la única manera de redimirte es ser lo más cercano a Jesus y sacrificarte por cualquiera, sobre todo si se trata de pokemón.

    —Eso no es verdad…

    —Si, lo es. No me quieras ver la cara de tonta.

    —No te veo la cara de tonta…

    Jessie hizo un gesto con la mano para que se callara.

    —Mejor lo dejo por ahora, James. Ve a ayudar a Oak. Pero cuando termines, piensa un poco más en ti. Sé aunque sea un poco egoísta. Nadie te va a juzgar por eso. Y si lo hacen, que se vayan al diablo.

    James miró para un costado. No sabía ni siquiera como reaccionar a todo lo que había dicho. Más confuso que otra cosa, salió del cuarto y se dirigió a la sala, donde Oak lo esperaba. Sobre la mesa, había una taza de té y unas galletas.

    —Toma algo para desayunar. No es bueno trabajar con el estómago vacío.

    —¿Usted no va a tomar nada? —preguntó James, al notar que solo había una taza.

    —Ya he desayunado.

    James bebió el té lo más rápido que pudo. No estaba muy caliente, pero no le importó. Apenas comio tres o cuatro galletas.

    —Ya terminé. ¿Vamos?

    —Vamos. Veremos si entre dos hacemos las cosas más rápido.

    Jessie no pudo volver a dormirse, por mucho que lo intentara. Había dejado pasar durante mucho tiempo los actos altruistas de James, pero ya se estaba hartando un poco. Lo entendía, realmente lo entendía, pero estaba llevando todo al extremo. James era una persona llena de traumas infantiles (al igual que ella) y no quería que nadie se aprovechara de él. Era por su propio bien.

    Estuvo así por un largo rato, quizás una o dos horas mirando al techo sin otra cosa más que hacer, excepto acariciar de vez en cuando a Meowth y a Lunita. Verlos a ambos le hacía imaginar a James durmiendo junto con Jamie. ¿Cómo sería ella? No podía ni imaginarse su aspecto físico, por mucho que lo tratara…

    El timbre de la casa sonó.

    Jessie no le prestó atención. Supuso que Oak atendería, pero cuando sonó por segunda vez, recordó que el científico había ido a darle de comer a los pokemón. Miró a Meowth, acurrucado junto a su hija y lo sacudió un poco.

    —Meowth, el timbre.

    —¿Mhhh? —Meowth cerró los ojos con fuerza.

    —Están tocando el timbre —insistió Jessie.

    —Que vaya James —bostezó.

    El timbre volvió a sonar.

    —James está ocupado y Oak está con él. Ve tú.

    Como Meowth no saba indicios de querer moverse, Jessie lo agarró de la nuca y lo puso en el suelo. Lunita gimoteó, en sueños, y se hizo un ovillo.

    —Ya voy, ya voy.

    Meowth caminó arrastrando las patas hasta llegar a la puerta.

    —Jessie…

    —¿Qué?

    —La puerta está cerrada.

    —¿Y?

    —No llego a la perilla.

    El timbre sonó por tercera vez.

    Con un bufido, Jessie se levantó, se puso una bata y unas pantuflas y se dirigió a la puerta.

    —Iré yo —gruñó, abriendo la puerta y yendo hacia la entrada, dispuesta a asesinar a quien estuviera del otro lado.

    —Ya va —avisó, antes de abrir la puerta.

    El rostro sorprendido de Gary Oak fue lo que apareció ante ella.

    —¿Jessie?

    —Gary —Jessie se hizo a un costado para que el chico pasara. Detrás de él, su Bulbasaur lo siguió alegremente.

    —Si esta aquí, quiere decir que Ash ya ha llegado, ¿no?

    —No, Ash está en su casa. Vendrá hoy, supongo.

    Gary enarcó una ceja, pero no dijo nada. Fueron hasta la sala, donde la Bulbasaur subió de un salto al sillón.

    —¿Cómo está ella? —le preguntó Jessie.

    Gary sonrió, mientras se sentaba en el sillón

    —Mejor. Fueron semanas duras, pero poco a poco lo está superando.

    —¿Estuviste todo este tiempo en Azulona? —Jessie se sentó a su lado.

    —Si. De todos modos, ya he atrapado muchos pokemón. Estuve cuidándola y entrenando allí. Ahora que faltan dos meses para la liga, decidí visitar a mi abuelo y regresar a casa a prepararme. A propósito, ¿Dónde está él?

    —Dandole de comer a los pokemón junto con James.

    —Me alegra que alguien lo esté ayudando. Mi abuelo trabaja muy duro, pero se está poniendo viejo. Me preocupa que le pueda pasar algo y nadie se entere hasta días después. Hace meses que le digo que tiene que contratar un asistente —Gary se frotó la cabeza, genuinamente preocupado por el científico.

    —¿Y por qué no hace?

    —Dice que no tiene tiempo ni ganas de ponerse a entrenar a alguien. Antes venía a ayudarlo yo, pero ahora estoy entrenando.

    Se escucharon unos pasos y entraron James y Oak a la sala.

    —¡Gary! ¡Que bueno verte! —exclamó el científico.

    —Hola, abuelo —Gary lo miró de manera despreocupada—. Y hola a ti también, James.

    —Tanto tiempo. ¿Cómo está tu Bulbasaur?

    Gary se puso tenso, cosa rara, ya que había estado hablando tranquilamente del tema hacía unos minutos antes. Oak miró a ambos sin entender.

    —¿Pasa algo con tu Bulbasaur, Gary?

    Jessie lo entendió enseguida. Gary no le había contado nada a su abuelo sobre el incidente en Isla Canela.

    —Está bien, abuelo, no te preocupes.

    Oak lo miró fijo, pero no le dijo nada. Forzó una sonrisa

    —Iré a preparar té para todos —Oak se fue hacia la cocina, dejando solos a Jessie, James y Gary envueltos en un silencio incómodo. Jessie fue la primera en hablar.

    —No sabía que no le habías dicho nada a tu abuelo.

    —Prefiero que no lo sepa. No quiero que me crea incapaz de cuidar de mis pokemon —le respondió Gary con tristeza

    —Pero no fue tu culpa…

    —Simplemente no quiero que lo sepa, es todo. ¿Para que preocuparlo? Lo que pasó, pasó.

    Jessie se encogió de hombros. No lo iba a obligar a decírselo a su abuelo si no quería.

    —¿Meowth sigue durmiendo? —preguntó James.

    —Seguramente. Mejor ve a despertarlos.

    James se marchó. Gary puso a su Bulbasaur sobre sus piernas y la acarició.

    —¿Te ha servido mi Tauros? —le preguntó.

    —Si, fue una suerte. James y Meowth construyeron una carreta para que podamos viajar cómodos.

    —¿Y tu bebé? ¿Ya va a nacer?

    —Faltan menos de dos meses.

    —Nacerá cerca de la Liga, entonces.

    James regresó, con Meowth en un brazo y Lunita en el otro.

    —Te dije que no me cargues, no soy un bebé —se quejó Meowth, pataleandp

    —Lunita grande —a pesar de sus palabras, la pequeña no estaba haciendo ningún esfuerzo por irse.

    —No se querían levantar, así que los traje por la fuerza.

    —¿Me puedes bajar de una condenada vez? —se quejó Meowth.

    —Como quieras —James puso a Meowth en el suelo —¿Tambien quieres bajar, Lunita?

    La pequeña titubeo un momento antes de responder:

    —No. Lunita con Jimmy.

    Meowth se trepó a otro sillón y se quedó mirando a Gary.

    —No esperábamos verte hasta la Liga. Algo tonto, dado a que esta es la casa de tu abuelo.

    —¿Qué clase de nieto sería si no vengo a visitarlo?

    —Uno muy malo —interrumpió Oak, ya entrando a la sala con dos budines en sus manos. A su lado, caminaba el Krabby de Ash, junto con una bandeja con varias tazas de té y una jarra con leche y se retiró. Apenas se habían sentados todos alrededor de la mesa, cuando el timbre sonó.

    —Veré quien es —Oak se levantó y fue a abrir la puerta. A los pocos segundos regresó con Ash, Misty y Brock. Al principio, el chico entró con una sonrisa de oreja a oreja y saludó al Ex Equipo Rocket, pero su rostro se ensombreció enseguida al ver a Gary.

    —Oh… Hola, Gary —saludó Ash, incómodo. Los otros dos no se sentían mucho mejor que él.

    Gary no se dio por enterado de la reacción (o fingió hacerlo). Le dedico una sonrisa genuina.

    —Me alegro que hayas llegado. Me preguntaba cuando vendrías.

    Oak miró a Ash y a su nieto, como si los hubieran reemplazado con alienígenas. Parpadeó varias veces, asombrado.

    —Bueno, me alegro que los dos mejores entrenadores de Pueblo Paleta se lleven bien —comentó Oak.

    —¿Mejores entrenadores?

    —Ambos son tan buenos entrenadores que pronto se convertirán en maestros pokemón. Cuatro entrenadores salieron de Pueblo Paleta, pero ustedes don ganaron muchas medallas. Me siento muy orgulloso.

    —¿Qué pasó con los otros dos? —preguntó Ash, con curiosidad.

    —Ambos tuvieron un excelente inicio, pero les faltó habilidad.

    Ash bajó la cabeza, apenado.

    —Es una lástima.

    —No tenían lo necesario —comentó Gary.

    —Pero Gary ganó diez medallas. Y tu has ganado ocho. Y eso es realmente notable.

    —Gracias —sonrió Ash.

    —Me alegro de que estés aquí. Ya es hora de que ustedes don entren en la Liga Pokemón.

    Ash se levantó de un salto.

    —¡Que bien! ¡Estoy por convertirme en un maestro pokemón! ¡Vamos, Pikachu!

    Su pokemón eléctrico asintió alegremente desde la mesa. Ash iba a marcharse, pero Gary lo detuvo.

    —¡Oye, Ash!

    Ash se dio media vuelta.

    —¿Si? ¿Qué pasa?

    —Dejame hacerte una pregunta: ¿Dónde se reunirá la Liga Pokemón este año?

    Ash se paralizó.

    —Ehhh —no se le ocurria que decir.

    —Es una de las cosas que vinimos a averiguar —le recordó Brock

    Gary se tiró un poco hacia atrás en su sillón.

    —Pensé que sabías que la Liga Pokemón se reúne una vez al año, siempre en el mismo lugar.

    Ash se abalanzó sobre Gary y lo agarró de los hombros, de rodillas ante él.

    —¿En donde es? ¿Cuándo es? ¡Tienes que decírmelo? —le suplicó Ash, ignorando olímpicamente el rostro aterrado de Gary. Por suerte, Oak intervino:

    —Sobre la Meseta Añil, dentro de dos meses exactos —le respondió Oak—. Y habrá mas de doscientos entrenadores compitiendo.

    —¿Doscientos? —Ash soltó a Gary y se acomodó la gorra—. Los venceremos, ¿verdad, Pikachu?

    —¡Pika pika! —Pikachu puso una pose de pelea, dando a entender que estaba de acuerdo con Ash.

    —Deben aprovechar este tiempo para trabajar duro, entrenar a sus pokemón y estar listos para el torneo.

    Gary suspiró.

    —Espero que tengas una buena estrategia, Ash. Muchos de los que van no son novatos —le advirtió.

    —No importa, yo ganaré la Liga —Ash se puso de pie y se acomodó la gorra.

    Gary se levantó, dejando a su Bulbasaur sobre el sillón.

    —No digo que seas un mal entrenador, pero eres demasiado impulsivo.

    —¡Eso no es cierto! —estalló Ash.

    —Calmate —intentó tranquilizarlo Misty.

    Jessie decidió que ya tenía bastante de estar sentada en silencio y ver como Ash hacía el ridículo. Siendo una mujer nómade, le molestaba estar mucho tiempo en un solo lugar, más si había discusiones de por medio. Además, quería estar a solas con James. Necesitaban hablar.

    —Iré a comprar comida para el almuerzo —dijo de golpe, sobresaltando a los presentes —. ¿Ustedes cuatro se quedan a comer?

    Gary negó con la cabeza.

    —Me temo que no. Quedé con almorzar con mis padres.

    —Y nosotros con mamá —se excusó Ash.

    —Bien, entonces iré al pueblo. James, acompañame.

    —Prepararé la carreta.

    —¿Los acompaño? —les preguntó Meowth.

    Jessie hizo un gesto con la mano.

    —Nosotros dos nos la arreglamos, no te preocupes.

    Oak metió la mano en el bolsillo de su bata y sacó una billetera. Tomó un billete de cinco mil yenes y se lo tendió.

    —Para los gastos.

    —Gracias.

    —Si van a comprar verduras, vayan a la casa de Delia. Seguro tendrá lo necesario.

    —Pasaremos por ahí.

    —Y una última cosa —giró hacia James—. ¿Me puedes pasar tu pokedex?

    James pareció confundido.

    —¿Mi pokedex? ¡Ah, si! —sacó la pokedex de sus pantalones vaqueros y se lo tendió al científico.

    —Muchas gracias.

    —¿Quiere comer algo en especial? —preguntó James.

    Oak se rio.

    —No soy exigente. Lo que ustedes quieran.

    Jessie agarró a James de la mano.

    —No se preocupe. Ya verá que somos los mejores cocineros de todo Kanto.

    Jessie y James, a bordo de la carreta, fueron a casa de Delia a comprar diversos tipos de verduras. Jessie quiso pagarle, pero como Delia rechazó rotundamente el dinero, terminaron llevándose las verduras gratis.

    Ahora estaban yendo camino al pueblo, despacio. James tenía la mirada perdida en los campos, como si deseara bajarse y correr por ellos.

    —¿James?

    El aludido la miró, sonriendo.

    —¿Qué sucede, cariño?

    ¿Por donde empezar? Jessie no temía decir lo que pensaba, pero no sabía de que manera.

    —Quiero retomar la charla de esta mañana.

    James resopló.

    —Jessie.

    —Nada de "Jessie". Escúchame: entiendo que quieras redimirte, pero no tienes que convertirte en un maldito mártir.

    —Te lo he dicho ya: estás exagerando. No es así.

    —Deja de engañarte a ti mismo. Tú no eras así.

    —¿Ah, si? ¿Y como era?

    —Una buena persona haciendo un trabajo de mierda. Tenías muchos momentos donde te ablandabas, pero también tenías un lado egoísta y sabías cuando decir que no cuando no te convenía algo. Pero ahora parece que estás desesperado por, no sé, ganarte el cielo. Como un niño que se porta bien todo el año para no recibir carbón en Navidad.

    James lo miró, sorprendido por unos instantes. Soltó una risa nerviosa.

    —¿De donde sacas eso?

    —Te conozco desde hace cinco años y he visto lo mejor y lo peor de ti. Tengo miedo de que tu "compensación por haber sido un ladrón" jamás se acabe. Que te pongas estándares cada vez más y más altos. Y que la gente se aproveche de ti.

    James bajó la cabeza. Lo estaba empezando a admitir.

    —Mi consciencia todavía no está tranquila —la voz de James casi sonó como un susurro.

    —Tu consciencia tiene que entender que tienes límites. No tienes que demostrarle nada al mundo. Hay maneras y maneras con las que puedes tranquilizar tu maldita consciencia y siendo un mártir no lo vas a lograr.

    James la miró, con los ojos vidriosos.

    —¿Y como hago?

    Jessie le dio un suave beso en los labios.

    —Descúbrelo tú.

    Tardaron más de lo planeado en regresar para preparar el almuerzo. No porque se hayan perdido, sino porque, cuando regresaban, Jessie recordó de golpe que había capturado un Weedle y un Jigglypoof que ni siquiera había presentado a sus pokemón. Pararon a un costado del camino y sacaron a todos los pokemón.

    Con Weedle no hubo problema. Se mantuvo bastante manso mientras el resto de los pokemón le daban la bienvenida. Con Jigglypoof no pasó lo mismo. Apenas salió, creyó que los pokemón que estaban para recibirla era su audiencia e intentó cantar, pero Jessie la metió rápidamente a su pokebola.

    —Tendríamos que hablar con Oak sobre esto —le dijo Jessie a James, guardando la pokebola en su bolsillo.

    —¿No sería mejor con Meowth?

    —O ambos.

    A james le resultó imposible regresar a Nina a su pokebola, no solo porque esquivaba los rayos de luz, sino que lo miraba con los ojos llorosos. No le quedó otra que dejarla que se posara en su hombro y se quedara allí.

    Cuando regresaron, los chicos ya se habían marchado y solo quedaba Oak. Meowth se ofreció a hacer el almuerzo: arroz con curry. El profesor no tuvo mejor idea que correr a su habitación y regresar con una filmadora. Esto incomodó a Meowth, pero se resignó a cocinar, ante el asombro del científico. Una vez terminado, se sentaron a la mesa a comer.

    —Esto está delicioso, Meowth —lo alabó Oak—. Me siento como si estuviera en un restaurante.

    —Preparé más, por si quieres repetir —Meowth enrojeció un poco.

    —Claro que voy a repetir el plato. No todos los días uno come algo cocinado por un Meowth.

    —Papi cocina rico, nya. Papi perfecto —Lunita comía del plato de su padre, metiendo toda la cara en la comida.

    —¿Tienes más talentos? —le preguntó Oak.

    Meowth sonrió, avergonzado.

    —No me gusta presumir…

    —Si no quieres presumir, habla de tus habilidades de batalla —se rió Jessie de manera maliciosa.

    —¡Jessie! —Meowth sacó las uñas, pero Oak lo interrumpió.

    —¿No sueles pelear, Meowth?

    El pokemón retrajo sus uñas, pero seguía molesto.

    —Nunca he entrenado. No creo que pueda ser más fuerte. A duras penas sé tres ataques y ya.

    —Pero con entrenamiento…

    —Me he esforzado tanto en aprender a caminar y a hablar que no puedo aprender habilidades propias de mi especie —siguió diciendo Meowth—. Ni siquiera sé Día de Pago.

    Oak suspiró.

    —Nada que un buen entrenamiento no pueda solucionar. Una cosa no impide la otra.

    Meowth miró para un costado.

    —Además, si entreno demasiado, evolucionaría. ¡Y yo no quiero ser un Persian!

    Oak lo miró, pensativo.

    —Si realmente no quieres evolucionar… podría conseguirte una Piedra Eterna.

    —¿Piedra Eterna? —preguntaron los tres, incrédulos.

    —Es una piedra que impide a los pokemón evolucionar si la llevan encima —explicó Oak—. Mientras la tengas, jamás evolucionarás.

    —¿Y usted tiene una? —preguntó James.

    —Por desgracia, no —se lamentó Oak—. Además, no hay demanda en el mercado para esas piedras, por lo cual las hace difíciles de conseguir.

    —¿Entonces nunca la conseguiré? —preguntó Meowth.

    —Dije que eran difíciles, no imposibles. Haré una llamada a un amigo que puede que tenga alguna o contactarse con alguien que si las tenga.

    —Aunque no evolucione… dudo poder aprender un ataque nuevo —siguió diciéndole Meowth a Oak tercamente.

    El científico se inclinó un poco hacia adelante.

    —Si quieres, mañana mismo te haré un chequeo médico. Si no tienes ningún impedimento físico para aprender Día de Pago, el impedimento es psicológico. ¿Quieres aprender ese ataque o no?

    Meowth miró su plato. Lunita comenzó a lamerle las orejas como si quisiera consolarlo.

    —Papi puede todo. Papi el mejor —dijo, refregándose contra él.

    Meowth acarició la cabeza de su hija con ternura.

    —Si mi hija cree que puedo hacerlo, lo haré.

    Lamento haber tardado, pero tuve finales y no me fue tan bien como creía, lo cual me deprimió un poco y no escribí por días. Además, tenía otros planes para este cap, pero se suspendieron. Quería que apareciera Mondo y al final tuve que torcer todo a último momento.

    Nathan: Pasó fuera de cámara, así que cómo decidieron que Ash usara el disfraz lo dejo a la imaginación de los lectores.

    Admito que amo a James y que se me va un poco lo pinza con él. Siento demasiado injusto su tratamiento en el animé. Al menos en el manga lo redimieron un poco. Además, si Jessie y James no hubiesen sido de Equipo Rocket, serían excelentes personas.

    Thranduil: Bueno, ya que James estaba afuera y no tenía sueño, decidió entrenar en ese momento.

    Haré lo posible para poner el punto de vista de los demás, aunque Jessie me parece un personaje difícil de manejar.


    Hasta la próxima.
     
  3.  
    J.Nathan Spears

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    Hora de un nuevo episodio por comentar :P. Primero vamos con el quoteo...

    ¿James? Inequívocamente. ¿Jessie? Lo dudo xD... o bien, no sin ayuda -w-U

    Por lo demás, este capítulo se me hizo del largo preciso. Ergo, valió la pena la espera de tres semanas n_nU jeje. Putas obligaciones de la vida real, ¿No lo crees? :V

    Estaba comenzando a pensar que Jessie no tendría mucha participación, pero me alegra haber errado :P. Es ella quien debe recordarle a James que debe pensar un poco más en sí mismo :V. Ella dice que James debe recordarle a su consciencia que tiene límites... si el pelos de lavanda me pidiera consejo a mí, le diría "Dile al Kricketune en tu mente que se deje de cantar o lo rociarás con ácido" XP

    ¿Ah, no? ¿Que sólo se usan conocimientos de la primera generación? ¡Carajo! >:V

    Pero equis nwnU. En general la actitud de Meowth y Jessie respecto a Oak fue muy creíble... y el comentario de que Oak necesita un asistente es muy acertado. Uno ya no tiene la energía de antes pueh :V. Seguro que igual Tracey dará con él n__n.

    Por lo demás, me divirtió ver a Krabby como una especie de "mayordomo" de Oak. Quizás por eso Ash no lo llamaba seguido >~<... D'oh. Aunque igual es un buen "entrenamiento" donde los haya.

    ¿O acaso ese es el Krabby de Gary? :V

    En fin, la interacción entre Ash y Gary fue... hmmm... extraña. ¿Por qué se pondrían incómodos? ¿Que acaso no pidió disculpas ya el nieto del Profesor?

    ¿Y por qué aclaraste que el Bulbasaur de Gary era hembra? ¿Lo habrá conseguido en un lugar cercano al que usó Ash? ¿O es solo para que el Pokefílico no se viera tan "marica"? xD.

    La mejor línea del episodio se la marcó Jessie también, con un...

    :V jajajaja... debería saber que le falta la motivación correcta. Como lo que le hizo al Pokefílico... y también hay que recordar que Meowth no se alimenta muy bien que digamos... pero como pullita, fue bastante graciosa xP

    Por último...

    Creo que este yerro lo atribuiría a que has pasado años viendo la serie con doblaje de España. ¡Porque lo escribiste mal! ¡Es Jigglypuff! Incluso sale en todos los Super Smash Bros. junto con Pikachu...

    Really...? Really?!

    Pero bueno, ese es el único negrito en el arroz xP. Vamos a ver cómo le hace Meowth para superarse... para luego ir a la liga. Dos meses pasan volando si te esfuerzas xP

    Adiosito ;)
     
  4.  
    Siletek

    Siletek Entusiasta

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    El que no sufre no aprende
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    60
     
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    2372
    Capítulo cuarenta y tres

    Reencuentro.

    Al día siguiente, Oak le hizo varios estudios a Meowth para chequear su estado de salud. Para alivio de todos, era un pokemón saludable. La buena alimentación le había sentado bien. No tenía mucha masa muscular, comparado con otros Meowth que se dedicaban a la batalla, pero nada que le impidiera aprender Día de Pago o cualquier otro ataque.

    —Te lo dije —se burló Oak, una vez dicho los resultados. Meowth lo miraba, no muy seguro.

    —¿Está seguro?

    —Muy seguro. El único impedimento que tienes está aquí —se señaló la cabeza con un dedo.

    —¿Y cuando empezamos?

    —Hoy mismo, si tú quieres.

    Meowth aceptó. No tenía nada que perder, excepto la dignidad, si es que le quedaba.

    Para empezar, Oak le presentó un Meowth que ya sabía Día de Pago para que le enseñara. De ninguna manera iba a aceptar las órdenes de un humano.

    —Yo no soy el pokemón de nadie —había proclamado Meowth a los cuatro vientos cuando el propio Oak se ofreció a entrenarlo. Así que lo mejor fue buscar entre los Meowth del rancho uno que supiera el ataque.

    James nunca había visto a un Meowth usar su característico ataque, tan solo la teoría. Jessie afirmó haberlo visto varias veces en batallas amistosas cuando viajaba sola. Meowth también había visto el ataque antes, cuando vivía en el callejón, pero nunca había tratado de hacerlo antes.

    Ahora estaban en el patio trasero del rancho. El Meowth del rancho le iba a mostrar como se hacía el famoso Día de Pago. Oak, Jessie y James miraban a una distancia prudencial. Lunita también estaba allí, junto a Nina a los pies de James. Cubone estaba a los pies de Jessie.

    —Muy bien, Meowth —Oak señaló al del rancho—. Muestrale como hacer Día de Pago. No lo ataques, solo muéstrale.

    El Meowth del rancho asintió. Levantó sus patas delanteras y las puso frente a su amuleto en forma de x. Su koban empezó a brillar con fuerza, como si fuera una luz encendida. De golpe, el Meowth rompió la cruz y al menos una docena de monedas salieron volando hacia Meowth. No lo golpearon, sino que cayeron a sus pies, sobre el césped.

    —Bueno, él ya te demostró como hacer Día de Pago. Ahora te toca a ti —le dijo Oak, animándolo.

    Meowth lo intentó. Durante más de una hora, estuvo imitando la misma pose del Meowth a distintas velocidades, pero ni una moneda salía de su amuleto. Decidieron dejarlo solo, para no ejercer presión sobre él. Finalmente, Meowth regresó a la casa, frustrado.

    —Condenado ataque, sabía que no iba a funcionar —gruñó Meowth, sentándose en uno de los sillones.

    —No se puede todo en un día —lo animó Oak—. ¿O acaso los ataques que sabes los has aprendido en unas pocas horas?

    —No, pero…

    —Sin peros. Sé que lo lograrás. Todos aquí lo creen.

    —Lunita ama a papi. Papi puede todo.

    Meowth sonrió al escuchar a su hija darle ánimos desde otro sillón. No le podía negar nada. Si ella le decía que podía volar, Meowth se tiraría del techo del rancho solo para darle la razón,

    —Claro que papi puede. Mañana sigo intentando; estoy agotado. Además, tengo miedo de que tanto entrenamiento me haga evolucionar.

    —Una vez que tenga la piedra eterna, no tendrás que preocuparte por eso.

    —¿Hablaste con tu amigo?

    —Sí. Dijo que buscaría en su casa o hablaría con alguien que tuviera una. Es un gran hombre que ama a los pokemón y no parará hasta conseguirla.

    Meowth chasqueó la lengua.

    —Está bien. Mientras tanto, veré que hacer. Estuve tanto tiempo en movimiento que estar dentro de una casa sin mucho que hacer me pone nervioso.

    —Bien, pues puedes mostrarme que es lo que haces normalmente o lo que sabes hacer.

    Meowth lo miró, inseguro. Oak lo notó y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

    —Tu casa es mi casa, Meowth, puedes moverte con libertad por aquí, ¿sabes?

    Meowth asintió.

    —Lo sé. Gracias —dudó un momento antes de seguir—. ¿Empezamos ahora? Mi hija puede acompañarnos.

    —Hoy no podrá ser. Estaré mejor preparado mañana. ¿Te parece?

    —Si. Después del entrenamiento.

    James estuvo entrenando a sus pokemón gran parte del día. Se centró mucho en Psyduck. Ahora nadaba perfectamente y sus ataques de agua se había vuelto más fuertes. La parte psíquica era la más complicada, pero había hecho algunos avances. El más importante había sido que fuera consciente de que tenía esos ataques, pero de ahí a que pudiera usarlos en batalla, era otra historia.

    Al atardecer, Oak lo llamó al laboratorio y le presentó a su Bulbasaur. James sintió un pinchazo de culpabilidad. Había estado tan ocupado que se había olvidado de que Oak le había dado un pokemón.

    —No sé si te lo había dicho antes, pero es una hembra —le anunció Oak.

    —Es muy hermosa —James la tomó en brazos y la Bulbasaur se refregó contra él, feliz—. Los tipo Planta siempre fueron mis favoritos en todo el mundo.

    —Piiii — el tono de Nina sonaba a enojo y tristeza a la vez.

    —Tu sabes que te amo, cariño —acarició las orejas de Nina para reconfontarla. Parecía más tranquila, pero ahora miraba a la Bulbasaur con recelo, como si tuviera miedo de que fuera la nueva favorita de James.

    —Los pokemón pueden ser muy celosos de sus entrenadores, ten cuidado con lo que dices —le advirtió Oak.

    James le dio la razón. Lo que menos quería era que sus pokemón se pelearan entre ellos por querer ser el favorito.

    El videoteléfono de Oak empezó a sonar detrás de él.

    —¡Oh, probablemente sea él! Disculpame un momento.

    El profesor se dirigió al otro lado del laboratorio para contestar la llamada. James aprovechó el momento para hablar con Nina.

    —Nena, jamás te voy a amar menos, ¿de acuerdo? No te pongas celosa y no pelees con Bulbasaur, ¿si? Todos somos amigos.

    Nina asintió, no muy segura. James estaba pensando si debía esperar a que Oak terminara de hablar o marcharse, cuando captó unas pocas palabras de la conversación.

    —¿La has conseguido?

    —En el Centro Pokemón de Ciudad Azafrán tenían una disponible, profesor. Ya les dije que la enviaran a su laboratorio.

    El corazón de James se paralizó. Esa voz tan amable y cascada… la conocía.

    —Te agradezco mucho tu ayuda. Esas piedras no son fáciles de conseguir.

    —No conozco muchas personas que no quieran evolucionar a sus pokemón.

    Como si estuviera en un sueño, James se acercó hacia Oak, con la esperanza de poder ver al hombre del otro lado de la pantalla. Oak debió oir sus pasos, porque se giró hacia él y dijo:

    —¡James! Acercate, quiero que conozcas a mi amigo. Se llama Hideki Kojiro —Oak se levantó para que pudiera verlo.

    Era su abuelo, sin dudar a dudas. Su gorra roja cubriendo sus cabellos gris oscuro, su poblado bigote, sus ojos oscuros… era tal cual como lo recordaba. Estaba tan sorprendido por la coincidencia que ni siquiera podía hablar. La garganta le dolía por el esfuerzo para no largarse a llorar en ese instante.

    Hideki abrió los ojos de par en par al ver a James. Luego achicó los ojos y se acercó un poco a la pantalla.

    —¿J-James? ¿Eres tú, James? —balbuceó el hombre.

    James solo pudo asentir con la cabeza, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Su abuelo sonrió de manera amplia, emocionado.

    —¡James! ¡No puedo creer que seas tú! —exclamó Hideki—. ¡No te veíamos desde que eras un niño! —al notar la expresión de James, se preocupó—. ¿Estás bien, pequeño James? ¿Te ocurre algo?

    —N-no —tartamudeó James, secándose las lagrimas—. Estoy… muy sorprendido de verte, abuelo, es todo. No puedo creer que seas tú.

    —Tu abuela y yo te hemos echado de menos desde que iniciaste tu viaje pokemón. Debiste estar muy ocupado como para llamarnos.

    James parpadeó, sorprendido.

    —¿Mi viaje pokemón?

    —Tus padres dijeron que te fuiste de viaje pokemón a una región lejana.

    James tragó saliva. La ira le estaba quemando el estómago. Sí, había usado la excusa de irse de viaje pokemón para huir de sus padres y ellos lo sabían. ¿Pero decirle eso a sus abuelos?

    —¿James? ¿Estás bien?

    James aplacó su ira como pudo. No quería preocupar más a su abuelo, que lo miraba como si tuviera ganas de salir de la pantalla y abrazarlo.

    —Hay… hay tanto de lo que tenemos que hablar —le dijo James, pasándose una mano por el cabello—. ¿Dónde está la abuela?

    —En el jardín, cuidando a los pokemón, como de costumbre. Ella va a estar tan feliz cuando te vea, siempre pensamos mucho en ti, cariño. ¿Quieres que la llame?

    James asintió.

    —Por favor…

    No supo cuanto tiempo estuvo hablando. Tal vez unas tres horas. Omitió la parte del Equipo Rocket; no quería que se enteraran de sus años de fechorías junto con Jessie y Meowth.

    —… Ahora estamos viviendo con Oak. Jessie no está en condiciones de viajar, ya que estamos cerca de la fecha de parto. Nos quedaremos en Pueblo Paleta hasta que nazca nuestra hija. Después… ya veremos.

    Sus abuelos lo miraban como si fuera un Pidgey con el ala rota bajo una tormenta. La historia de James los había angustiado muchísimo.

    —¿Por qué no has venido a pedirnos ayuda? —preguntó su abuela, secándose las lágrimas con un pañuelo. Tenía su cabello gris en un rodete y grandes ojos oscuros.

    James se rascó la cabeza, con cuidado de no despertar a Nina, quien dormía en su regazo y a su Bulbasaur, quien dormía en sus pies.

    —No recordaba como ir. Además… no sé, tenía miedo de que mis padres me encontraran allí y me obligaran a casarme con esa maldita psicópata.

    —Nosotros nunca hubiésemos permitido que tus padres hicieran algo como eso —los ojos de su abuelo se veían furiosos, algo a lo que James no estaba acostumbrado.

    —Pero ahora pueden venir a vivir con nosotros —sonrió su abuela, emocionada.

    James parapadeó, sin poder creer lo que oía.

    —¿Vivir… con ustedes?

    —¡Claro! Aquí no les va a faltar nada.

    No iban a aceptar un no como respuesta. James se mordió el labio.

    —No queremos ser una carga…

    —¡Jamás serían una carga! —exclamó su abuelo, casi horrorizado.

    —Estaremos más que felices de que vivan con nosotros —agregó su abuela.

    James no se lo merecía. Definitivamente sentía que no se merecía unos abuelos tan cariñosos y comprensivos. Pero pensó en Jessie, en su futura hija, en Meowth, en Lunita…

    —Iré a la liga este año. Después de participar, nos mudaremos.

    —¡Maravilloso! ¡Iremos pronto a visitarte!

    James se estiró y sus vertebras crujieron. Nina se removió, medio dormida.

    —Ya hablaremos otro día —dudó un momento—. Los amo.

    —Y nosotros a ti, pequeño James.

    La comunicación se cortó. James levantó a Nina en brazos y luego se agachó para recoger a su Bulbasaur. Con las dos pequeñas, salió del laboratorio y se dirigió a su habitación para dejarlas sobre la cama.

    Encontró a Jessie sentada en la cama, tejiendo con una increíble concentración. Parecía que recién estaba empezando. Esa imagen tan maternal derritió el corazón de James.

    —¿Terminaste de entrenar? —le preguntó Jessie, sin levantar la vista.

    —Si, hace bastante —dejó a las pequeñas sobre la cama y se sentó al lado de Jessie —. ¿Qué estás tejiendo?

    —Un enterito para Jamie —respondió, con un suspiro—. Necesitamos cosas para nuestra hija. No quiero que duerma en una caja de cartón o se vista con harapos.

    Era cierto. A duras penas tenían cosas para Jamie. Tal vez lo mejor sería buscar trabajo en alguna granja o mercado y comenzar a comprar cosas apenas le pagaran.

    —Jessie… ¿Alguna vez te hablé de mis abuelos?

    Jessie levantó la vista, frunciendo el ceño.

    —Creo que alguna vez. ¿Por qué?

    —Porque he logrado comunicarme con ellos hoy.

    Jessie enarcó las cejas, sorprendida.

    —¿Y que les dijiste?

    —Todo, excepto lo del Equipo Rocket. Se les partiría el corazón si se enteraran que estuve ahí.

    —Entiendo.

    —Quieren que nos vayamos a vivir con ellos.

    Jessie parpadeó y respiró hondo, meditando unos segundos antes de responder.

    —Ellos no se parecen en nada a tus padres, ¿verdad?

    James sonrió.

    —Ni un poco. Viven aislados a las afueras de Ciudad Azafrán. Es un lugar hermoso, ya lo verás. ¿Qué te parece?

    Jessie le devolvió la sonrisa.

    —Entonces iremos. ¿Para cuando?

    —Después de la Liga —James se dejó caer sobre la cama—. ¿Crees que pueda ganar?

    —Bueno, teniendo en cuenta de que es la primera vez que vas, no fuiste a ningún gimnasio y tienes más derrotas que victorias…. Como un millón a una.

    James no tuvo otra opción que lanzar una leve risotada.

    —Yo pienso igual.

    —¿Y entonces por qué vas?

    James se encogió de hombros.

    —No tengo idea. Ash estuvo insistente con que participara.

    Jessie acarició la pierna de James.

    —Y te dejaste convencer. Al fin y al cabo, todos los entrenadores sueñan con ganar la Liga, ¿verdad?

    James bostezó audiblemente.

    —Si, pero ahora lo que me interesa es conseguir cosas para Jamie.

    Jessie asintió.

    —Mejor duerme un poco, James. Estás agotado.

    Era cierto. El entrenamiento y la carga emocional de haber hablado con sus abuelos era demasiado. Sin protestar, se sacó las zapatillas, abrazó a sus dos pokemón y se quedó profundamente dormido.

    No, no he abandonado la historia.

    He estado muy enferma. De hecho aún lo estoy, pero me siento mejor y con fuerzas para seguir escribiendo. Lo siento si la historia parece poco inspirada o es muy corta esta vez.

    Nathan: Jessie es un personaje un poco difícil para mi y uno no puede evitar darle el reflector a sus favoritos (James, en este caso), así que decidí darle un poquitito de pantalla a Jessie esta vez.

    Oak ya está viejo. No sé cuantos años tiene, pero no es ningún jovencito. Necesita a Tracey en su vida, pero rápido.

    Ash y Gary se vieron por última vez en circunstancias horribles. Ash se sentía incómodo porque no sabía que tan bien o mal se sentía Gary.

    Ajj, ese condenado pokemón rosado y redondo. Siempre le erro cuando escribo su nombre.

    PD: Ya tengo una idea para remasterizar el fic, con menos bashing y más drama. Para cuando lo termine, lo hago.

    Hasta algún sábado.
     
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  5.  
    J.Nathan Spears

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    Y yaaaaa volviste... me toca comentar :V jejeje

    ¿Un poco? xD. Yo diría que mucho. Más difícil que golpear a un Tyrantrum en la jeta... siendo humano :V

    Pero bueno, es un episodio bastante tranquilo. Meowth está aprendiendo lentamente a usar Día de Pago. James también está entrenando a sus Pokémon... en especial a Psyduck. A ver si logra desatar su potencial... aunque igual, a ratos creo que ese Psyduck sufre de un ligero retraso mental o algo parecido xD. ¿Nunca le han hecho un diagnóstico? Solo sabemos que tiene inteligencia suficiente como para decir "Ya no quiero estar con Misty, porque me maltrata"... pero eso igual es un poco básico.

    Al menos se ve que James no se olvidó de su pequeña nueva Bulbasaur... y esa Nina va a comenzar una rivalidad si James se descuida xD. Me pregunto si eso pasará a mayores...

    Y hablando de mayores... ¡James supo al fin de sus abuelitos! Y no hubo que esperar a que se instalaran los líderes de la Frontera esta vez, jajaja :V. Bueno, me alegra ver que ellos ofrecen su casa para que Jessie y él vivan con ellos. Al menos alguien les echa un cablecito a ese TRío...

    Y sí, a ver qué onda con la liga para James... es cierto que se siente presionado, pero confiamos en que saldrá adelante... y el premio monetario si lo hace bien, siempre puede ayudar.

    A ver qué tal avanza todo y si Ash también se pone las pilas... digo, para que James no la tenga tan fácil cuando lo enfrente (?) jaja...

    Nah, seguro será un encuentro cerrado.

    Nos vemos en otra ;)
     
  6.  
    Siletek

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    Capítulo cuarenta y cuatro

    Rebeldía.
    Oak había pospuesto todas sus investigaciones hasta terminar la de Meowth. Antes de que el felino parlante llegara, estaba intentando averiguar por qué un Slowpoke evolucionaba a Slowbro cuando un Shellder le mordía la cola. Ahora esos archivos estaban acumulando polvo en algún lado.

    En lo que estaba concentrado ahora era en Meowth, el cual tocaba una pequeña guitarra ajustada para su tamaño en el suelo del laboratorio, mientras Oak lo filmaba. Era bastante bueno con el instrumento, aunque su vos rasposa no era precisamente melodiosa o afinada.

    Ella se calza sus zapatillas otra vez.

    Dejando el pueblo que la vio nacer.

    Ella tiene ganas de correr.

    De correr, de correr.

    Iluminada por las luces de Ciudad Neón.

    Llegar al mar antes del atardecer

    Y en Isla Canela bailar hasta perder la razón

    Y batallar sin dejarse vencer.

    Meowth dejó de tocar y lo miró.

    —¿Lo estoy haciendo bien?

    —Es increíble como tienes talentos que ningún otro pokemón puede tener —lo alabó Oak—. ¿Tú la compusiste?

    —No, es de una banda llamada Enrique VIII. Me gusta mucho escuchar música y luego interpretarla con mi guitarra.

    —¿Nunca has compuesto nada?

    Meowth enrojeció

    —Bueno, solo unas pocas, pero no son muy buenas…

    Meowth levantó un poco la vista, interrumpiendo lo que estaba diciendo y miró por encima del hombro de Oak. El científico se dio vuelta y se encontró con Ash, quien los miraba desde la puerta.

    —Oh, hola Ash —Oak apagó la cámara—. ¿Qué te trae por aquí?

    —Mi madre, Misty y Brock se fueron a Islas Espuma —Ash no parecía muy contento por ello.

    —Puedes aprovechar para entrenar, James está afuera —le dijo Meowth, volviendo a tocar la guitarra de manera distraída.

    —Si, eso dijeron ellos —gruñó Ash.

    Oak se pasó una mano por sus cabellos grises.

    —Ash, nunca vas a ser un verdadero maestro pokemón si no entrenas —le dijo con toda la paciencia que pudo.

    Ash le hizo un gesto despectivo con la mano.

    —No hace falta entrenar. ¡He ganado las ocho medallas! —exclamó, con orgullo.

    Oak suspiró.

    —Mientras tú dices eso, Gary está entrenando en su casa y James está entrenando en el fondo. Los otros doscientos entrenadores que van a participar están haciendo exactamente lo mismo. Ganar las ocho medallas no es fácil, pero aún más difícil es poder llegar a un puesto decente en la Liga.

    Ash iba a responder, pero en ese momento sonó el timbre.

    —Iré yo, profesor Oak —dijo el muchacho y salió del laboratorio. Oak miró a Meowth, quien seguía practicando acordes en su guitarra.

    —Este muchacho es muy difícil —Oak sonrió tristemente—. A veces siento que no está listo para ser entrenador.

    —Déjalo que se estrelle contra la realidad —Meowth apenas levantó la vista—. Hay veces que es la única manera de aprender

    —No me gustaría que fuera así.

    —¿Acaso nunca has oído la frase "el que no sufre no aprende"? Es lo único que puede llegar realmente a cambiar a alguien cuando las advertencias y las pruebas no son suficientes. Es duro, pero es así.

    Oak se acomodó un poco en su silla giratoria.

    —Supongo que tienes razón, Meowth.

    Ash volvió a entrar al laboratorio. Su rostro era una mezcla de confusión y asombro.

    —¿Ash? ¿Qué sucede?

    Ash se mordió el labio.

    —¿Puede venir conmigo un segundo?
    ...​

    James estaba entrenando duramente a sus pokemón, incluida a su recién adquirida Bulbasaur. No creía que la usaría para la liga, pero era mejor entrenarla junto a los demás, así podía tener un vínculo con sus compañeros.

    —¡Bulbasaur, usa Hoja Navaja! ¡Psyduck, usa Chorro de Agua!

    Las hojas, duras y filosas como cuchillas, se dirigieron hacia Psyduck, pero el chorro de agua de Psyduck, puro y cristalino, logró apartarlas a un lado y golpear de lleno en la cara del Bulbasaur. Por suerte, ese ataque casi no le hizo daño.

    —¡Psyduck, arañazo! ¡Bulbasaur, Látigo Cepa!

    El pokemón tipo agua corrió ágilmente hacia Bulbasaur, con las garras extendidas. Bulbasaur usó sus látigos para agarrarlo de las extremidades y arrojarlo lejos.

    —¡Los dos lo están haciendo muy bien! —les gritó James, orgulloso.

    —¡Y tu te ves genial, cariño! —Jessie estaba a varios metros acostada en una reposera y protegida del sol con una sombrilla. A su lado había una mesa plegable con una jarra de jugo con hielo y un vaso. Arbok dormitaba a sus pies.

    —Creo que ya hemos entrenado mucho por hoy —James ayudó a Psyduck a pararse y le sacudió la tierra del cuerpo. El pato lo miró, con los ojos llenos de orgullo por estar haciendo las cosas bien. Las miradas vacías, como si mirara a la nada misma, eran cada vez menos frecuentes.

    —¡James!

    El aludido se giró hacia donde lo llamaban y vio a Ash en la puerta trasera del laboratorio, agitando la mano en una señal para que se acercara.

    James dejó a sus pokemón descansando y fue casi corriendo hacia donde estaba Ash.

    —¿Qué sucede?

    Ash parecía preocupado.

    —Ven a la sala.

    Intrigado, James lo siguió a través del laboratorio hacia la parte que hacía de la casa de Oak. Por un aterrador segundo, pensó que una oficial Jenny los estaría esperando para meterlos en la cárcel por sus multiples crímenes.

    No, nadie lo esperaba para arrestarlo. El que sí lo estaba esperando era un pokemón que tenía un trozo de papel en la mano. El corazón de James se estrujó tanto como ese pedazo de papel arrugado.

    —¡Mime!

    James reconoció al Mr Mime del circo. Parecia muy nervioso y asustado.

    —¿Qué pasa? —le preguntó, incapaz de poder reaccionar del todo.

    —Yo te lo explicaré —Meowth habló desde el sillón—. La entrenadora de Mr. Mime lo empezó a maltratar otra vez.

    —Lo que no entiendo es como llegó hasta aquí —preguntó Ash.

    James se mordió el labio.

    —Le dije a Mr. Mime que si su entrenadora lo seguía maltratando, podía venir conmigo. Le hice un mapa improvisado sobre como llegar a la casa de Ash y me encontrara allí. Como probablemente íbamos a terminar aquí, le dije como podía llegar al rancho en caso de que no estuviera en casa de Ash.

    Se quedaron en silencio un par de segundos antes de que Ash abriera la boca.

    —Espera, ¿eso quiere decir que ahora tienes un Mr. Mime?

    James miró al preocupado pokemón, quien parecía asustado y sin saber que hacer, buscando de donde agarrarse. Se volvió hacia Ash.

    —Yo le dije que podía quedarse conmigo si quería, no lo estoy obligando.

    —Dado a que te estuvo buscando, creo que si quiere quedarse contigo —se metió Oak.

    James dio unos pasos hasta estar frente a frente con el pokemón y le puso una mano en el hombro.

    —Cuidaré de ti tanto como pueda, ¿si?

    Los ojos del Mr Mime se llenaron de lágrimas y lo abrazó con fuerza, hundiendo la cabeza en su estómago. James le acarició la cabeza con suavidad, conmovido.

    —Profesor Oak, ¿le molestaría hacerle un chequeo a Mr. Mime?

    —En absoluto.

    James se separó del pokemón con suavidad.

    —El profesor Oak te hará un chequeo médico y luego vas a comer y descansar un poco. Iré a verte en cuanto pueda, ¿si?

    Mir Mime asintió con la cabeza.

    —Perfecto —se dirigió a Ash—. Ya que estás aquí, podríamos entrenar un poco, ¿verdad?

    Ash se acomodó la gorra.

    —¡Claro! Pero te advierto que voy a derrotarte, ¿verdad, Pikachu?

    —¡Pika pika! —su Pikachu le dio la razón desde su hombro.

    James sonrió con suficiencia.

    —No soy el mismo de antes, Ash. Puede que esta vez logre derrotarte.

    ...​

    Regresaron al jardín donde todos los pokemón de James descansaban. Jessie aún seguía disfrutando su refresco.

    —¿Qué sucedió, James? —le preguntó ella apenas pasó a su lado.

    —El Mr. Mime del circo regresó.

    Jessie sacudió la cabeza.

    —Ya me parecía que eso iba a pasar.

    James siguió de largo junto con Ash y pararon en el lugar de entrenamiento.

    —¿Estás listo, Ash?

    Ash se acomodó la gorra.

    —Claro que sí.

    James se frotó la cabeza.

    —Espera. Necesitamos un referí —fijó su vista en Jessie—. ¡Cariño! ¿Quieres ser réferi?

    —¡No tengo ganas de levantarme! —le respondió Jessie, desde la reposera—. ¡Le diré a Arbok que vaya a buscar a Meowth!

    El pokemón venenoso se levantó de mala gana y se metió en el laboratorio, serpenteando suavemente su cuerpo sobre el pasto. No tardó mucho en regresar junto con Meowth.

    —Siempre quise ser referi —dijo Meowth, poniéndose en medio de los dos, ya preparados para la batalla. En su pata tenía una moneda—. Uno de ustedes elija una cara de la moneda. La que salga, tendrá que sacar a su pokemón primero, ¿listos? Elijan.

    —Cara —dijo James.

    —Ceca.

    Meowth lanzó la moneda al aire, la atrapó al caer y la puso sobre su otra pata.

    —Ceca. Empieza tú, Ash.

    —Yo elijo a Pikachu.

    El pokemón eléctrico saltó del hombro de Ash y se puso en posición.

    —¡Pika, pika! —dijo, en tono de batalla.

    James miró a todos sus pokemón, ya que los tenía afuera.

    —Victreebel, ven aquí.

    Su pokemón planta fue hacia él dando saltitos y no tardó nada en arrojarse a la cabeza de su entrenador, como si quisiera comérsela.

    —¡Victreebel! —James logró zafarse de su efusiva muestra de cariño—. ¡Es hora de pelear, no de jugar!

    Con un chillido de aprobación, el pokemón planta se puso en posición

    —Uno… dos… y… tres, ¡Comiencen!

    Ash no tardó ni un segundo en dar la primera orden.

    —¡Pikachu, Impactrueno!

    Unos rayos amarillos salieron de las mejillas de Pikachu e impactaron de lleno en Victreebell. Un buen ataque, de no ser porque lo estaba haciendo contra un tipo planta en etapa final y que había sido entrenado en los últimos meses.

    —Ni siquiera le hizo cosquillas —se burló James—. ¿Acaso sabes lo que es una estrategia? ¡Victreebel, Latigo Cepa! ¡Golpealo!

    El pokemón planta extendió su único látigo (a diferencia de los otros tipo planta que solían tener dos o ninguno) y comenzó a golpear a Pikachu. Intentó esquivar los golpes, pero era demasiado rápido.

    —¡Pikachu, usa Ataque Rápido!

    —¡Hojas Navaja!

    Pikachu corrió hacia VIctreebel a toda velocidad. Esquivó muy fácilmente el ataque y la embistió con todo su cuerpo. No la derribó, pero logró hacerle daño y que se tambaleara, con un chillido de dolor.

    —¡Embestida!

    —¡Embestida!

    Los dos dijeron el ataque al mismo tiempo y los pokemón obedecieron. Victreebel era grande y mucho más pesada que Pikachu, pero el pokemón eléctrico era mucho más rápido y ágil. Logró golpearla antes de que el pokemón planta pudiera tomar el impulso suficiente para golpearlo y la hizo volar un par de metros, tirándola al suelo.

    —¡Victreebeel! ¡Levantate, por favor! —le gritó James.

    —¡Mis pokemón valen por diez! —lo provocó Ash, con una sonrisa de suficiencia que encendió la ira de James —. ¡Nunca derrotaras a Pikachu! ¡No lo has hecho antes y no lo harás ahora!

    Mocoso malcriado. He estado entrenando durante mucho tiempo mientras tú te la pasabas holgazaneando. No es justo, no es justo, no es justo…

    —¡Victreebel, levántate!

    Victreebel se levantó con un poco de dificultad, ayudada por su propio latigo cepa. James dio un suspiro de alivio. No todo estaba perdido.

    —¡Agilidad, Pikachu!

    El pokemón eléctrico comenzó a correr en círculos alrededor de Victreebel a una velocidad endemoniada, volviéndose cada vez más solo un borrón amarillo. James apartó un poco la vista. Si seguía viéndolo se iba a marear…

    —¡Cierra los ojos! ¡Te vas a marear si lo miras!

    Aunque no podía verla de frente, supo que obedeció. James tenía que permanecer atento. En cualquier momento, Pikachu atacaría.

    Cosa que no tardó mucho en pasar.

    —¡Embestida!

    —¡Polvo Sueño!

    VIctreebel expulsó un polvo rosado y brillante a su alrededor con fuerza. Cuando Pikachu aspiró el ataque, el efecto fue casi instantáneo. Su embestida fue débil y poco coordinada, haciéndole muy poco daño a Victreebel.

    —¡Terminalo con Embestida!

    Victreebel se abalanzó sobre un muy mareado Pikachu y lo hizo volar por los aires de un golpe. El pokemón eléctrico salió disparado hacia Ash y su entrenador tuvo que atraparlo entre sus brazos como si fuera un paquete.

    —¡Pikachu! ¿Te encuentras bien? ¿Puedes seguir? —Le preguntó Ash, sosteniéndolo en sus brazos.

    Un quejido lastimero, seguido de un sonoro ronquido, le dio a entender que no.

    —¡Pikachu no puede continuar! ¡VIctreebel es el ganador! —anunció Meowth, entusiasmado.

    —¡Muy bien, cariño! —aplaudió Jessie.

    James soltó una risotada burlona hacia Ash. No quería ser cruel con él en realidad, pero no conocía otra manera de que Ash quisiera mover el culo y entrenar a sus pokemón en lugar de mirar las nubes.

    —¡No puedo creer que desperdicié meses de mi vida en querer llevarme esa rata amarilla! —se burló James—. ¡Me habrían echado del Equipo Rocket si le llevaba eso a mi jefe! Aunque tal vez el problema no sea tu Pikachu. Tal vez el problema es que tiene a un vago como entrenador

    Meowth carraspeó.

    —James, no seas mal ganador…

    —No soy mal ganador, Meowth. De haber entrenado un poco más a Weezing en el pasado, hacía rato que lo habría derrotado.

    Ash apretó a su pokemón contra su pecho. Estaba temblando de furia.

    —¡No tienes idea de nada! ¡Solo fue suerte!

    James acarició a su Victreebel en la cabeza, mientras esta daba pequeños chillidos de felicidad.

    —Las batallas no se ganan con suerte, se ganan con estrategia y entrenamiento. No necesitas suerte para ganar la Liga. Necesitas un milagro.

    —¡Callate!

    Ash sacó una de las pokebolas de su bolsillo y la lanzó al aire.

    —¡Pidgeotto, yo te elijo!

    El pokemón pájaro salió de la pokebola, desplegando sus alas al sol. James se mordió el labio. Su Victreebel estaba cansada y estaba en desventaja.

    —Regresa —a James no le gustaba hacer pelear a sus pokemón hasta que no pudieran ni moverse. Sabía que su pokemón planta probablemente perdería y no quería que luchara en vano.

    ¿A quien usar ahora? Otro volador los pondría en igualdad de condiciones, pero el único que tenía era a Butterfree, un pokemón tipo bicho. No tenía muchas opciones.

    —¡Nina, ven aquí!

    Su pequeña Pikachu fue corriendo hacia la improvisada arena de batalla y se puso en posición de ataque.

    —¡Impactrueno!

    Los cachetes de Nina se llenaron de electricidad y las descargó sobre el Pidgeotto. Tenía que ser una victoria fácil.

    —¡Esquivalo!

    Pidgeotto se movió por el aire a una velocidad increíble. Los rayos eléctricos ni siquiera lo rozaron.

    —¡Otra vez, Nina!

    La Pikachu siguió tirando Impactrueno hacia su oponente, pero era demasiado agil y los ataques no llegaban hacia él. Si seguía así, ella se iba a agotar y el Pidgeotto aprovecharía para atacar.

    Cosa que no tardó mucho en pasar.

    Apenas las fuerzas de Nina comenzaron a flaquear, Ash gritó:

    —¡Pidgeotto, Picotazo!

    El pájaro se avalanzó sobre ella en picada, golpeándola con su enorme pico y tirándola al suelo.

    —¡Nina! ¿Estás bien?

    La Pikachu se levantó, temblando. No pensaba perder.

    —¡Picotazo otra vez!

    Pidgeotto arremetió otra vez, pero James no iba a permitir que la lastimaran más.

    —¡Usa Látigo!

    Cuando Pidgeotto llegó al suelo, Nina le golpeó la cabeza con su cola. No le hizo mucho daño, pero logró que no la golpeara. El pokemón volador se elevó en el aire, esperando su próxima órden.

    —¡Usa Tornado!

    Esto se va a poner feo.

    Pidgeotto formó un remolino con el movimiento de sus alas. Nina era muy liviana y fácilmente podría salir volando por los aires como una mera bolsa de supermercado.

    —¡Usa Agilidad para evitar el tornado!

    Nina se movió a tal velocidad que casi no la vio. Logró esquivar el tornado a duras penas, pero logró superarlo.

    Ash pegó una patada al suelo de la frustración.

    —¡Usa Picotazo!

    Pidgeotto bajó a tierra con la velocidad de un proyectil directo hacia Nina. A James se le ocurrió una idea arriesgada.

    —¡Agarrate de él, Nina!

    Nina saltó cuando Pidgeotto estaba a menos de dos metros de ella y se agarró de su espalda con fuerza. Pidgeotto chilló y se elevó en el aire unos cuantos metros, mientras intentaba sacudírsela de encima.

    —¡Impactrueno!

    Nina obedeció y le hizo el ataque eléctrico a quemarropa. El grito del Pidgeotto atravesó el aire mientras caía junto con Nina directo hacia el suelo. Impactó en la tierra con fuerza, levantando una nube de polvo a su alrededor.

    —¡Nina!

    —¡Pidgeottto!

    Meowth se acercó a ambos, quienes estaban tirados en el suelo sin poder levantarse.

    —Nina y Pidgeotto están fuera de combate. Es un empate.

    James se acercó y levantó a Nina en brazos.

    —Peleaste bien, mi nena —sacó su pokebola y la metió adentro.

    Ash metió a Pidgeotto dentro de su pokebola también, con una mano temblorosa.

    —Aún sigo ganando, Ash —dijo James, con las manos en los bolsillos—. Creo que tenían razón cuando me dijeron que te habían regalado la mitad de las batallas.

    —¡Las gané con habilidad! —Ash sonó furioso, pero dolido.

    —Algunas de ellas tal vez sí, pero no todas. No te estás tomando esto de la Liga en serio, parece. Mejor quédate en casa y ayuda a tu madre en el campo hasta que aprendas que para ser un Maestro Pokemón, hay que entrenar duro, tener disciplina y ser un gran estratega, además de tener un vínculo con tus pokemón —James suspiró—. Esta vez yo elegiré a mi pokemón primero. ¡Weezing!

    El pokemón no acudió al llamado. Estaba demasiado ocupado mirando una nube como para escucharlo. James suspiró: desde que era un Koffing, se la pasaba distraído mirando cosas durante horas cuando lo dejaba ir a sus anchas o simplemente paseando por los alrededores sin rumbo fijo. No había cambiado su actitud para nada al evolucionar.

    —¡Weezing! —llamó, en un tono más alto. Esta vez, desvió la mirada de las nubes y fue levitando hacia él. Se puso en posición, listo para pelear.

    Ash sacó su pokebola, ya con fuego en los ojos.

    —¡Charizard, ve!

    El enorme pokemón de fuego apareció ante él, imponente. James tragó saliva. Dudaba muchísimo de que su Weezing pudiera contra semejante bestia, pero no podía dar marcha atrás. Despegó los labios para ordenar a su pokemón que lanzara Pantalla de Humo mientras pensaba en alguna táctica ofensiva, pero se calló al ver que Charizard simplemente se echó al suelo y bostezó audiblemente, como señal de que no tenía el menor interés en pelear.

    —¡Charizard, hazme caso! ¡Usa Lanzallamas! —ordenó Ash, colérico. Lo único que consiguió fue que el pokemón de fuego le tirara un Lanzallamas a él, el cual pudo esquivar por muy poco.

    Meowth sacudió la cabeza, contrariado.

    —Si no quiere pelear, lo siento mucho. El ganador es Weezing.

    James se acercó a Ash, quien estaba rumiando su amargura, dándole la espalda.

    —Ash…

    —Ya sé lo que vas a decirme. Soy un pésimo entrenador, ¿verdad? Mi Charizard ni siquiera me hace caso —le dijo Ash, sin darse vuelta.

    James titubeó y le puso una mano en el hombro.

    —Tienes que convivir día a día con tus pokemón para conocerlos, tanto en batalla como en la vida diaria. Ser maestro Pokemón es algo más que ganar medallas, es tener un vínculo especial con los pokemón.

    Ash se caló la gorra hasta que le taparon los ojos.

    —Me tomaré en serio lo de ser entrenador, lo prometo —murmuró Ash, apagado—. Pero no sé que hacer con Charizard.

    James se rascó la cabeza.

    —No tengo idea.

    Ash se dio vuelta.

    —Jessie dijo que tienes un vínculo especial con los pokemón —dijo.

    James se rio.

    —Con pokemón pequeños, si. Pero un Charizard…

    —¿Podrías intentarlo al menos?

    James miró al Charizard. Este estaba acostado durmiendo como uno de esos borrachos gordos que uno se encontraba tirados en una esquina oscura. Suspiró.

    —Lo intentaré, pero te usaré de escudo humano si me llega a calcinar.


    ¿Saben? Siento cada vez más que debería remasterizar esto. Algo que odio de mi misma es cuando escribo un montón de capítulos de un fic y me doy cuenta que pude haber hecho las cosas mejor.

    Nathan: No se si Psyduck sea más tonto que otros de su especie. Lo que sí creo es que hay que tener MUCHA paciencia para poder entrenarlo bien. Y si evoluciona en Golduck... agarrate.

    Ahora que los abuelos lo encontraron, no lo van a dejar ir. Es el único nieto que tiene y está en problemas financieros. No dudo que en la mansión de los abuelos los van a tratar como reyes.

    ¡Hasta la proxima!
     
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    J.Nathan Spears

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    Un título conciso y directo. Viene como anillo al dedo a este episodio...

    En cuanto al contenido, me gustó bastante. No detecté fallos en los nombres de los Pokémon, como sueles adolecer en algunos momentos.

    Comenzaré quoteando varias cosas que me llamaron la atención

    Comparto contigo, Meowth ;). A veces uno debe, como decimos coloquialmente, "caerse de hocico", para aprender de verdad.

    Y bueno, no es que sean malas, pero sí que son deeeeeepres xP... a mí me tuvieron las PokéBolas por el piso en su momento, pero seguro al viejo Oak le gustan... solo espero que no le hagan dar ganas de pegarse un tiro en la jeta :V.

    Eeeem... te comiste la tilde en la primera "e". Solo se puede prescindir de la tilde si usamos la palabra en inglés sin españolizar. Y además, ¿Ceca? Digo... es una palabra sinónima de "sello", una que casi no he escuchado usar, pero suena raro... sabiendo que "Ceca" lo asocio más con la casa en donde se fabrican las monedas y no la cuña de la moneda en sí.

    En fin, solo es un comentario al aire. Tienes buen vocabulario xP

    Cuidado con ese dedazo en Victreebel, que solo la primera letra es la mayúscula xD. Jeje...

    Pero fuera de eso, la situación me hizo recordar la de la batalla que tuvo Squirtle contra el Butterfree de Ritchie. Menos mal esto es una batalla informal y no una válida por una competencia, porque ahí sí que me gustaría arrancarle las tripas al árbitro si fuese Ash :V. Pero aquí lo daría por válido...

    Okey, esta escena me gustó muchísimo. Recuerdo que solo en un par de ocasiones Ash soltó su no tan famosa frasecita "¡Mis Pokémon valen por diez!" (y sí, es "Pokémon", no "pokemón" :V) y después de la primera temporada, nunca más la usó. La verdad me alegro, ya que en el contexto que la ocupa, es para excusarse de no entrenar como se debe en ese entonces.

    Ash, que tus Pokémon valgan por diez, no te excusa de valer 0,1 en cuanto a esfuerzo :V. Pikachu todavía no llegaba a su estatus de "PikaGod" en ese entonces -w-U.

    Aprovecho para decir que esa última exclamación cuenta como tentar al destino xD jajaja... Victreebel ganó bien. Aunque igual me sorprende la poca stamina que tiene. Vale, una "embestida" en el pecho puede doler bastante, pero no tanto como para sacarte casi todo el aire y dejar a Victreebel tan cansada... aparte, recibió un Impactrueno de Pikachu (ya sabes, de esos que solían hacerlos volar :V) y se notó que el daño recibido fue casi nulo.

    Off-Tepig: ¿Victreebel es hembra? Una lata que jamás lo confirmaran en el animé xD. Punto a favor para ti... se confirma entonces que tres Pokémon de James (Nina, Victreebel y Bulbasaur) son hembritas. Y ese número es mayor al de cualquier entrenador que haya salido en el animé :V. Faltaría confirmar si Butterfree es macho o hembra, en todo caso xP

    Off-Tepig #2... bueno, no tan Off-Tepig: ¿Mr Mime pasa a formar parte del equipo de James? Wow... el arsenal de Jaimito está bastante completo :P. Ya puedo contar a diez en total. Buen número, en verdad.

    Por cierto, no sé por qué no pensé antes que las "instrucciones" que James dio a Mr. Mime en caso de que su trainer lo volviera a maltratar fuesen más bien un mapa hacia la casa del "bobo" xD (incluso consideró el escenario en que no hubiese nada en casa de Ash, así que formó otro camino hacia el laboratorio O_O... wow, qué previsor)

    Pero en líneas generales, la batalla estuvo bien hecha. No se podía esperar demasiada variedad únicamente con conocimientos de la primera generación, pero está muy bien. Y claro, Charizard, como siempre portándose como un patán.

    Me pregunto si James (con ayuda de Meowth, claro) podrán saber la verdadera razón por la que antes Charmander era fiel a Ash como cualquier otro de sus Pokémon y luego se puso todo rebelde. A ver con qué salen -w-U

    Por lo demás, todo bien, todo correcto (ya señalé los posibles dedazos). Oh, y otra observación

    Sip, Ash suele pecar de soberbia de cuando en cuando... sobre todo en sus inicios, con todo y sus gestos despectivos de manita. Y a veces, ese vicio resurge de repente hasta que llega alguien poderoso y le da un sándwich de humildad. Después de todo... ¡Solo tiene diez años! xP

    Y esa esencia fue muy bien capturada por ti ;). A ver qué sigue... esperaré paciente la conti :V
     
    Última edición: 30 Octubre 2018
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    Siletek

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    Capítulo cuarenta y cinco

    Charizard.



    Oak le informó a James sobre el estado físico de Mr. Mime. Estaba bien de salud, solo que tenía algunos golpes hechos a base de latigazos. James maldijo a la dueña del circo, pero ya no había nada que hacer. Al menos estaba seguro con él.

    Pero ahora se venía la parte difícil: razonar con Ash y Charizard. James no creía que pudiera lograr algo, pero lo había prometido y no podía echarse atrás.

    Para empezar, habló con Ash a solas en la sala del profesor Oak. Lo mejor que podía hacer por el momento era hablar con ellos por separado.

    —¿Desde cuando tu Charizard está actuando así?

    —Desde que lo quise hacer pelear contra el Paras de Cassandra.

    James hizo un esfuerzo y recordó al pequeño pokemón cobarde al que habían ayudado a que tuviera un poco de fe en si mismo hacía varios meses atrás.

    —Ah, sí —James se rascó la cabeza—. Algunos pokemón de fuego pueden ser muy selectivos para pelear.

    Ash gruñó.

    —Pero tenía que obedecer. Soy su entrenador.

    James puso los ojos en blanco.

    —¿Crees que tu relación con los pokemón es algo así como el amo y el esclavo?

    —¡Claro que no! —se apresuró a decir Ash—. Sólo que… nunca supe que hacer para que me obedeciera.

    —Obviamente gritarle no es la forma.

    —¿Y entonces cual es?

    James se quedó en silencio varios segundos antes de responder.

    —Tienes que razonar con él. Tienen que razonar ambos, si te digo la verdad. Hay mucha falta de comunicación. Pero tenemos a Meowth y él nos ayudara. Si sabemos por qué actúa así, tal vez hagamos que la relación entre ustedes mejore.

    Ash asintió con la cabeza. Luego, su rostro se ensombreció y pregunto.

    —¿Y si… no se puede hacer nada?

    James respiró hondo.

    —¿Serías capaz de liberarlo?

    Ash dio un respingo.

    —¿Liberarlo? —repitió Ash, como si James se hubiera vuelto loco.

    —Al menos no usarlo en la Liga. ¿De que te va a servir un Charizard que no te obedezca, por muy poderoso que pueda llegar a ser?

    Ash se pasó la mano por la cabeza, entre molesto y pensativo.

    —No quiero hacerlo.

    James resopló.

    —Desde Monte Abuelo que no te he visto sacar a tu Charizard y eso fue desde antes que comenzara a salir con Jessie. Admítelo, ni siquiera lo has intentado.

    Ash bajó la vista, avergonzado. Su Pikachu le palmeó el hombro en un intento de consolarlo.

    —Pero…

    James se levantó.

    —Escucha: iré a hablar con Charizard y veré el origen de su mal comportamiento hacia ti. Prometo intentarlo, ¿si? Mientras tanto, que se quede afuera de la pokebola. Eso lo ayudará a despejar la cabeza.

    Ash asintió.

    —De acuerdo, lo haré.
    ...​

    —James, ¿crees que puedas hacerlo?

    —No lo creo, Meowth.

    James y Meowth estaban en el exterior, yendo hacia Charizard. El pokemón apenas había volado un poco alrededor del rancho y luego se había ido cerca del lago a reposar allí.

    James tragó saliva. Rogó a Dios de que no lo rostizara vivo.

    —¡Hey, Charizard!

    El aludido giró la cabeza y lo miró, haciendo un leve gruñido gutural. James contuvo las ganas de retroceder.

    —¿T-te acuerdas de mi, verdad?

    Charizard gruñó y exaló humo por la nariz.

    —Dice que sí —tradujo Meowth. Charizard volvió a gruñir y agregó—. Quiere saber por qué estás aquí y por qué nadie nos está atacando.

    Claro, Charizard no sabía absolutamente nada sobre todo lo que había pasado en los últimos meses.

    —Decidimos dejar el crimen y ahora somos amigos de Ash.

    Charizard habló, pero esta vez Meowth no tradujo, sino que le hizo una pregunta.

    —¿Cuándo fue la última vez que saliste de la pokebola? —Esperó a que el pokemón de fuego respondiera y agregó —. ¿Y antes de eso?

    Cuando Charizard le respondió, Meowth abrió los ojos como platos y exclamó:

    —¡Lo del Monte Abuelo fue hace como ocho meses, si mal no recuerdo!

    Charizard se levantó y lanzó un rugido hacia el cielo que casi les reventó los tímpanos. Acto seguido, empezó a escupir fuego hacia los costados, ciego de furia.

    —¡Huyamos! —exclamó Meowth—. ¡Pidamos ayuda al profesor Oak!

    Salieron corriendo a más no poder en dirección al rancho, sin mirar atrás, alejándose de la ira asesina de Charizard. A James no le hacia falta que Meowth le dijera lo que había pasado: el pokemón estaba furioso por haber pasado tanto tiempo encerrado en su pokebola y ahora quería incinerar todo lo que viera.

    Cuando faltaban unos metros para llegar, vio a Oak saliendo por la puerta del laboratorio, alarmado.

    —¿Qué está pasando? —preguntó Oak, mirando de manera nerviosa a James y al Charizard a lo lejos.

    —¡El Charizard de Ash! ¡Está como loco! —jadeó Meowth.

    —¡Yo me encargo de buscar su pokebola! ¡Ustedes vayan al sector de los pokemón de agua para ayudar a apagar el fuego! —se dio media vuelta y corrió hacia dentro del laboratorio.

    Por fortuna (y desgracia al mismo tiempo), Charizard se encontraba bastante cerca de la zona de pokemón de agua. James tenía que calmar de alguna manera al furioso pokemón, así que sacó una de sus pokebolas.

    —¡Butterfree, Polvo Sueño sobre Charizard!

    El pokemón bicho salió volando por el cielo, desplegando sus alas blancas y comenzó a revolotear alrededor del pokemón de fuego, arrojando un polvo brillante y amarillento.

    —¡Pokemón de agua! ¡Oak necesita su ayuda para apagar el fuego! —gritó Meowth hacia el lago.

    Apenas pronunció esas palabras, decenas de pokemón acuáticos emergieron y comenzaron a extinguir las llamas con relativa facilidad, mientras el Polvo Sueño del Butterfree hacia efecto en Charizard, haciéndolo caer al suelo.

    —Que desastre —murmuró James, mientras su Butterfree volaba hacia él, en busca de cariño. James le acarició la cabeza—. Buen trabajo.

    —Charizard, regresa —Oak ya había llegado y estaba parado justo detrás de él—. James, ¿me podrías explicar que demonios ha pasado aquí?

    —El Charizard de Ash no lo obedece y yo intenté razonar con él, pero creo que no funcionó —le respondió James, con una punzada de culpabilidad en su pecho.

    Oak lanzó un suspiro y se cruzó de brazos.

    —Bueno, al menos no quemó la casa —en su cara se dibujó una media sonrisa—. Tendrás que hablar con él cuando no sea un riesgo para los demás.

    James esquivó su mirada.

    —No sabía que iba a estar tan…

    —¿Furioso? Los Charizard tienen carácter fuerte y son difíciles de manejar si no fueron bien criados.

    —Si, me acabo de dar cuenta.

    Oak le palmeó el hombro al ver el rostro abatido de James.

    —Bueno, bueno, ya está. Entremos a la casa. Estoy seguro que a la próxima lo lograras.

    Oak se dio media vuelta y se dirigió a la casa. James no se movió. Estaba demasiado frustrado como para moverse. Meowth se acercó hacia él.

    —¿Estás bien, James?

    Cerró los ojos y asintió, como si le hubiera dado una jaqueca.

    —Si, solo que… pensé que íbamos a lograr algo.

    Meowth soltó una risa seca.

    —Todo lleva su tiempo, James. No seas ansioso —se quedó un momento en silencio y agregó, en un tono más casual—. ¿No sería mejor dejarlo así? No te conviene que Ash tenga un pokemón fuerte en su equipo.

    James lo miró.

    —Lo sé. Pero sabes que no soy así. Ya no.

    Meowth asintió.

    —Sigues actuando como un santo. Vamos a descansar un poco.

    James aspiró hondo y el olor a pasto quemado casi lo hizo atragantarse.

    —Después lo intentaremos. No podemos dejarlo demasiado tiempo encerrado en la pokebola.

    —Si, se puso como loco. ¿Crees que Ash y Charizard se van a llevar bien?

    James quería decir alguna frase positiva, pero no le salió ninguna. No le gustaba mentir a nadie.

    —No sé, Meowth. No lo sé.

    ...​
    Al día siguiente, volvieron a probar suerte.

    Esta vez, Oak les dejó la pokebola de Charizard, en caso de las cosas se descontrolaran. Le hubiera gustado quedarse, pero prefería investigar si Lunita podía hacer alguna de las actividades que Meowth era capaz de hacer.

    —No la presiones —le advirtió Meowth—. Es muy pequeña aún para muchas cosas.

    —Te aseguro que todo saldrá bien, no te preocupes. Mejor ocúpate de no salir calcinado.

    James y Meowth se fueron a un lugar alejado del rancho, donde no hubiera casi arboles para quemar ni pokemón que asustar o lastimar.

    —¿Listo, James?

    El aludido miró a su alrededor. Nadie iba a correr peligro… salvo ellos, claro.

    —Creo que sí. ¡Sal, Charizard!

    El pokemón de fuego salió rugiendo y tirando fuego hacia el cielo. Meowth lanzó un resoplido.

    —Calmate o te meterán en la pokebola otra vez —le advirtió.

    Charizard lo miró, desafiante, pero luego se acostó en el suelo, gruñendo.

    —Solo pasó un día, te lo juro —lo tranquilizó Meowth.

    Charizard volvió a gruñir.

    —Queremos saber por qué odias a Ash.

    Charizard tardó en responder, pero lo hizo en un tono más bajo de lo normal.

    —Dice que no lo odia en realidad —tradujo Meowth.

    —¿Entonces por qué te comportas así?

    Charizard lanzó un resoplido y murmuró algo.

    —Nos importa porque Ash es nuestro amigo y no queremos que quede en ridículo si llega a usarte en la Liga y tú solo te dediques a echarte panza arriba —respondió Meowth.

    Charizard se quedó tanto tiempo en silencio que James pensó en darse por vencido. Pero Charizard volvió a hablar. Parecía que se estaba conteniendo para ocultar sus verdaderas emociones mientras hablaba. Meowth lo escuchaba atentamente, sin siquiera moverse. Cuando Charizard terminó su discurso, Meowth se giró hacia James.

    —Bueno, la cosa va así. Cuando evolucionó a Charmeleon, estaba muy ansioso de demostrar lo fuerte que podía ser, pero que Ash lo hizo pelear contra ese estúpido Paras y pidiendo que sea suave con él. Eso lo hizo pensar de que Ash lo consideraba un inútil y que decidiera dejar de obedecerlo. No quería que se repitiera lo de Demian.

    —¿Demian? —preguntó James.

    —El entrenador que tenía antes que Ash. Demian lo consideraba un inútil también.

    —Ah.

    —Charizard también dice que Ash no le interesa ninguno de sus pokemón, excepto Pikachu. Él siempre está fuera de su pokebola, mientras que él y los demás solo salen cuando Ash los necesita. Charizard cree que Ash lo considera una especie de herramienta de último recurso y que ni siquiera se molestó en preguntarle que le pasaba o un esfuerzo mínimo en preocuparse por él, al igual que Demian. Hace meses que está encerrado en una pokebola y solo lo saca para gritarle que haga esto o aquello. Apuesta a que Pikachu es el único que entrena para hacerlo quedar como el Oh, gran poderoso Pikachu y al resto como un montón de debiluchos.

    James se mordió el labio, pensativo. Charizard tenía un punto con lo de que Ash no puso ningún esfuerzo en querer mejorar la relación, pero aún le faltaban más cosas que preguntarle.

    —Charizard, en el Monte Abuelo estábamos corriendo peligro de muerte cuando Ash te llamó. Nuestros pokemón habían fallado al detener a los otros y ya no teníamos opciones. Tú no hiciste nada —hizo una pausa antes de seguir—. ¿Acaso querías que se muriera?

    Charizard abrió grandes los ojos, pero no hizo otro movimiento. James continuó:

    —¿O acaso no viste el peligro porque estabas demasiado ocupado haciéndote el ofendido? Te resentiste tanto con esa tonta batalla que decidiste cerrarte y quedarte solo con eso. ¿Te olvidaste cuando te abandonaron y Ash y sus amigos te cuidaron? ¿En serio olvidaste eso?

    Charizard miraba el suelo. Ni se atrevía a mirar a la cara a James. Este decidió dar por terminada la conversación.

    —Le diré a Oak que no te ponga en la pokebola y puedas andar libre por el rancho mientras no causes problemas. Nos veremos en otra ocasión. Si necesitas algo de nosotros, intenta buscar a Meowth o a Oak.

    James se dio media vuelta y empezó a caminar de vuelta hacia el rancho junto con Meowth. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos de Charizard. Meowth le preguntó:

    —¿Qué opinas de todo esto, James?

    James lo miró de reojo.

    —¿Te digo la verdad? Los dos son unos idiotas.

    ...​
    Ese mismo día, James fue a hablar con Ash a su casa. Sentados los dos en la sala, le contó toda la charla que había tenido con Charizard hacía pocas horas atrás. La cara del chico parecían hechas de tantas emociones que James no podía saber exactamente lo que sentía. Enojo, culpabilidad, confusión… Tardó un par de minutos en pronunciar palabra.

    —Yo no tenía idea de que pensara todo eso —murmuró al fin, como si todavía no se lo creyera.

    —Bien, ahora está en ti decidir lo que vas a hacer con todo esto. Habla con Meowth cuando quieras y podrás tener una conversación con tu Charizard y ver si quieres salvar la relación antes de que sea demasiado tarde.

    Ash apretó los bordes del sillón donde estaba sentado y tardó un poco más en contestar.

    —Hablaré mañana con él, así está más calmado.

    James asintió y decidió cambiar de tema.

    —Ahora que estás aquí solo, ¿Qué estás comiendo?

    Ash se sonrojó un poco, pero respondió.

    —Mi madre me dejó comida hecha para que la calentara. Además, tengo ramen instantáneo.

    James negó con la cabeza, sonriendo de manera triste. Ash necesitaba aprender a independizarse si quería ser un verdadero entrenador.

    —Ash, no puedes depender de otros toda tu vida. Levántate, te enseñaré lo básico para cocinar.

    Ash levantó las cejas, pero no dijo nada. Se levantó y se fue caminando a la cocina. James suspiró. Le daba la impresión de que sería algo tan difícil como enfrentar un Magikarp ante un Raichu y esperar a que el pobre pez se alce con la victoria.

    Me duele muchísimo el paladar y estoy expulsando como medio kilo de moco. Pero eso no me va a impedir escribir, ¿verdad?

    Nathan: Lo único que voy a decir es que me alegro que te haya gustado la batalla. Pensé que me ibas a partir la mandarina en gajos XD. Ash sigue creyendose el rey de la colina y le hacía falta que lo bajaran de un hondazo al perder contra James, al cual siempre le ganaba (y no siempre de manera justa).

    Ah, Victreebel es hembra, si. Y Butterfree es macho.

    Saludos y hasta dentro de dos semanas (espero).
     
  9.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    Puede que para tí el episodio esté más corto de lo normal... pero para mí, al menos, tiene un largo muy preciso. (debe ser porque lo leí desde un celular, pero bueeeeh... xD)

    Como sea, este episodio estuvo bastante bueno. No detecté fallos ortográficos como sueles tener. Vaya si te concentraste ;)

    La forma en que manejaste el conflicto Charizard - Ash fue muy buena, rozando la excelencia. Charmeleon estaba dispuesto a probar lo fuerte que era a su trainer, pero luego fue instruído que "sea suave". O sea... WTF?! ¿Ash no sabe que la línea evolutiva de Charmander suele ser demasiado orgullosa? Debió haberlo estudiado por ahí... ah, claro, Ash no estudia :V

    Fuera de joda, sí, Ash también tiene culpa en eso puesto que solo sacaba a Charmeleon para pelear y nada más. No lo sacaba para tener una conversación o algo... y supongo yo que sí lo sacaba para comer, porque de lo contrario, ahí ya se pasaría de verga >:'V. Después de todo, Brock es el que cocina :V jaja...

    Y claro, el pobre de Charizard después pasó más de ocho meses sin que lo sacaran siquiera a tomar aire fresco... aunque en una pequeña parte eso es culpa suya, ya que puede que Ash planease sacarlo en algunas ocasiones para que respire (ejemplo: En el episodio basado en el día del niño), pero tenía miedo de que se portase mal y destruyera todo Dx. (Y esa es la razón por la que dije que tu forma de manejar el conflicto roza la excelencia y no que derechamente fue excelente)

    También hubo buenas menciones sobre Demian y sobre el cómo Charizard percibe que el único Pokémon al que Ash realmente trata como amigo verdadero es Pikachu. Aunque igual olvidó mencionar que Ash sí trató a su Butterfree de mejor manera que al resto (al menos en su episodio de despedida), aunque puede que no lo recuerde, ya que en esa época todavía era un Charmander.

    Pero resumiendo, el problema fue la falta de comunicación, por parte de los dos. Principalmente de Ash, claro, pero Charizard bien pudo haber salido por su cuenta del refugio esférico (¿No que tan chingoncito? :V) e intentar comunicar algo.

    Amén, Jaimito... Nadie pudo haberlo dicho más claro :V

    Y bueno, también es un buen agregado el hacer que James le diga a Ash que debe aprender aunque sea lo básico respecto a la cocina. En el canon del animé siempre tenía quien le cocinase... su madre, luego Brock, luego Tracey, luego nuevamente Brock, después vino Cilan, posterior a eso estaban Clemont y Serena... y ahora en Alola, tiene a Kukui y a su rikolina esposa :V jejeje...

    Pero sí, nunca está de más aprender lo básico de cocina... y me puedo identificar con Ash un poco, puesto que para la cocina soy re tooooorpe :'V. Sí, puedo hervirme el agua para un tecito o hacerme huevo revuelto... e incluso sé cómo se hacen los tallarines. Pero dejo que otros lo hagan porque soy increíblemente distraído y aparte me da miedo quemarme en la vida real TwT.

    Un lado de mí podría estar un poco incómodo por cómo aprovechas casi todos los episodios posteriores al embarazo de Jessie para evidenciar (y magnificar) las fallas de Ash... pero luego recuerdo "hey, es un niño de diez años, ¡Por supuesto que va a tener dichas fallas!", y se me pasa...

    Y hablando de Jessie, no se vio nada de ella en este capítulo. Hmmmm... Espero eso se corrija en el siguiente... aunque más me preocupa que James tenga mucho menos foco, la verdad. Aquí sí que hizo mucho bien... aunque no a niveles tan groseros como en el episodio donde encuentran el circo Pokémon.

    Vamos a ver qué acontece a futuro... no te apresures, sigue adelante ;)

    Nos vemos (OuO)b
     
  10.  
    Siletek

    Siletek Entusiasta

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    El que no sufre no aprende
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    Capítulo cuarenta y seis

    El invernadero



    Delia, Misty y Brock regresaron tres días más tarde. Durante ese lapso de tiempo, James le enseñó a Ash lo básico para poder cocinar. No fue tan difícil como pensaba, pero el chico era bastante torpe. A duras penas sabía hervir un huevo, pero al menos tenía un ligero interés por aprender. Tal vez porque sabía que en algún momento tenía que valerse por si mismo.

    —Lo veo y no lo creo —había dicho Misty, cuando vio a Ash haciendo un omelette bajo la supervisión de James—. ¿Desde cuando tú cocinas?

    —Desde que se fueron —gruñó Ash. Todavía parecía un poco resentido porque no había podido viajar con ellos.

    —Me gustaría poder probar uno de esos omelettes —sonrió Brock.

    —La última que Ash cocinó fue por el día de las madres y terminé en cama con dolor de estómago —se rio Delia.

    —¡Ya verán, esto saldrá bien!

    Una vez que terminaron de cocinar, les dio de probar a todos los omelette que había hecho, incluyendo a James. La verdad es que no estaba nada mal. No era como comer los que hacía Meowth o Brock pero estaba comible, que era lo importante.

    —Vaya, está bien —comentó Misty, asombrada.

    —¿No fue tan difícil, verdad? —le preguntó Brock.

    Ash se pasó la mano por detrás de la cabeza, algo sonrojado.

    —La verdad es que estuvo entretenido… ¡Pero eso no quiere decir que voy a estar cocinando todo el tiempo! —agregó rápidamente, como si Brock o Delia no fueran a cocinar nunca más solo porque había aprendido un par de cosas.

    —Nadie te pide eso, pero no pasará nada si lo haces de vez en cuando, ¿no? Yo podría seguir enseñándote —le dijo Delia.

    Ash lanzó un gruñido.

    —Solo si es de vez en cuando.

    Un rato después, regresó al rancho de Oak. Estaba pensando que hacía mucho que no tenía un momento como pareja con Jessie y necesitaba que supiera que él la amaba con toda su alma.

    Jessie estaba en la habitación, empezando un nuevo tejido. Ya había hecho unos escarpines y un enterito. Ahora parecía que estaba haciendo una gorra.

    —Cariño —James se le acercó y la besó en los labios. Jessie sonrió.

    —¿Cómo te fue con Ash? ¿Aprendió algo?

    —Algo, si. ¿Meowth y Lunita donde están?

    —Meowth está aprendiendo Día de Pago afuera y Lunita está alentándolo, ¿por qué?

    James volvió a besarla, apretándola un poco hacia él. Jessie soltó todo lo que estaba haciendo y se dejó llevar por James.

    Desde Isla Canela que no hacían el amor, en parte porque no quería hacerle daño al bebé, pero esta vez el deseo fue más fuerte. Eso no quiso decir que fuera menos cuidadoso. Tuvieron sexo de manera lenta y cuidadosa, amándose en cada beso, en cada caricia, en cada gemido y en cada movimiento lascivo de sus cuerpos. Cuando terminaron, Jessie se acurrucó en el pecho de James.

    —James…

    —¿Mhhh?

    —Tal vez no debería decírtelo, porque debes tener tus santas justificaciones, pero no creo que ayudar a Ash con su Charizard haya sido un movimiento muy inteligente de tu parte.

    James sonrió y acarició los cabellos de Jessie.

    —Puede ser, pero le quería ahorrarle un trago amargo al chico.

    Jessie levantó la vista hacia él, sin entender.

    —¿Cómo es eso?

    —Ash probablemente iba a utilizar a Charizard en la Liga aunque no lo obedeciera porque es el pokemón más fuerte que tiene. Si lo sacaba en una batalla y el Charizard solo se limitara a dormirse en frente de no solo todo el estadio, sino que por toda la televisión nacional… Bueno, te imaginas la humillación pública que recibiría

    Jessie se frotó la cabeza.

    —Eso es cierto.James se levantó de la cama (por mucho que quisiera pasar el resto del día acostado con ella) y comenzó a vestirse.

    —Deberíamos salir a cenar uno de estos días, ¿no? —comentó James.

    —Creo que no hemos tenido ni una cena los dos solos —respondió Jessie, pensativa.

    —Seguramente debe algún restaurante en este pueblo, aunque sea un poco pequeño.

    —Mientras la comida sea buena, no me importaría sentarme sobre un tronco —rio Jessie —. Deberemos salir a cenar antes de que nazca la nena porque dudo de que tengamos un tiempo para nosotros cuando Jamie llegue.

    —¿Cuándo tuvimos tiempo para nosotros? —esta vez fue James el que se rio.

    —Es un poco triste ahora que lo dices.

    —No es triste. Siempre estamos rodeados de mucha gente, eso es todo.

    —Gente y pokemón que no se despegan de ti…

    —SI tuvieras a Arbok afuera, tampoco se separaría de ti.

    Jessie se movió hacia el y lo abrazó de la cintura.

    —¿Nos podemos quedar aquí acostados por el resto del día?

    James la besó en la frente.

    —No te prometo el resto del día, pero te prometo al menos una hora, ¿si?

    Jessie suspiró de manera exagerada y pasó sus dedos sobre el muslo de James.

    —Tendré que conformarme con eso, entonces.

    ...​

    A la mañana siguiente, se levantaron para desayunar y descubrieron al profesor Oak sentado en la sala, preocupado. Sobre la mesa habían varias Piedras Hoja, pero de aspecto extraño.

    —¿Se siente bien, profesor? —preguntó James.

    Oak levantó la vista.

    —Hay algo que me está preocupando…

    —¿Qué pasó? —preguntó Meowth.

    —Parece que un par de estafadores llegaron al pueblo y están vendiendo Piedras Hoja falsas desde hace unos días.

    Jessie, James y Meowth se quedaron en silencio. Eso era algo que tranquilamente pudieron haber hecho ellos.

    —Iré al invernadero de Xanadu enseguida. Puede que los estafadores vayan allí a venderle piedras falsas a los que visiten el lugar o incluso a Florinda, la hija del dueño —continuó Oak, ya levantándose.

    James se mordió el labio. Los dos estafadores tranquilamente podrían ser del Equipo Rocket, al estar la base no muy lejos de Pueblo Paleta. Tal vez no lo fueran, pero tenía un presentimiento.

    —Yo te acompaño —dijo James de golpe.

    Oak lo miró, sin entender.

    —Si los estafadores llegan a aparecer, puede que necesite ayuda —continuó James—. Vaya a saber que clase de pokemón tengan o que más estén planeando.

    Jessie lo miró, algo asustada. Probablemente haya tenido las mismas sospechas que James.

    —Me imagino que Oak debe tener un buen equipo, no necesita que lo ayudes —le dijo Jessie, apretando los dientes.

    —Insisto —continuó James, ignorando el rostro furioso de Jessie—. Un ladrón o estafador no es lo mismo que un entrenador normal. Prefiero acompañarlo.

    Oak sonrió.

    —De acuerdo. Pero tendremos que usar la carreta, ya que lo único que tengo para transportarme es mi vieja bicicleta. Te espero afuera.

    Oak se marchó. James se giró hacia Jessie, quien parecía que quería asesinarlo.

    —Necesito a tu Tauros, Jessie.

    —Ni lo sueñes. ¿Y si son del Equipo Rocket? —siseó Jessie—. ¡No puedes ser tan inconsciente de ir y que te vean!

    —¿Y que más da si me ven? —James alzó la voz—. ¿Crees acaso que a Giovanni le importamos algo? ¡No nos buscan! ¡Somos un grano de arena en el desierto! Además, ¿Qué posibilidades hay de que sean del Equipo Rocket y me conozcan? —James respiró hondo y bajó la voz a una más tranquiilizadora—. No hemos conocido tanta gente ahí, Jessie. Tal vez ni siquiera nos crucemos con esos estafadores. Todo va a salir bien, Jessie.

    Jessie respiró hondo, sopesando la situación.

    —No quiero que lastimen a Oak —James dijo al final, para ver si así la convencía.

    Jessie se acercó a James y le acarició la mejilla.

    —Ten cuidado, ¿si? —Jessie metió la mano en su bolsillo y sacó la pokebola de Tauros. James la tomó.

    —No te preocupes. Volveré, te lo prometo.

    —Vuelve pronto o Lunita se pondrá fastidiosa —le recordó Meowth.

    —Lo intentaré.

    James se dirigió a la entrada del rancho. El presentimiento aún le martilleaba en la cabeza. Tenía que ir.

    ...​

    El invernadero estaba internado en el bosque. Parecía ser un lugar grande, ya que de cierta distancia se podía vislumbrar la cúpula de vidrio sobresaliendo por encima de los arboles. James y Oak iban montados en la carreta por el camino de tierra que daba al negocio de Florinda.

    —El invernadero tiene muchos tipos de plantas curativas, pero también venenosas —le explicó Oak a James en el trayecto—. Florinda, además de venderlas, también sabe preparar antídotos de todo tipo. Si alguien llegara a robar esas plantas, las podrían usar para fabricar cosas peligrosas.

    James estaba de acuerdo. Jessie sabía de plantas venenosas (al menos las de la región de Kanto y Johto) y había fabricado polvos paralizantes con ellos. Secaba la planta al sol, la molía hasta convertirla en un polvo finísimo y luego fabricaba con eso una bomba casera. Lo malo era que no era fácil de conseguir o de comprar, así que no lo usaban casi nunca.

    Al fin, llegaron al lugar. Lo que vieron fue una mansión que a James le hizo recordar vagamente a la de sus padres, solo que era más pequeña, de dos pisos y de tejados rojos. La pared parecía haber sido blanca, pero las enredaderas y el musgo que crecían allí le daban un aspecto verdoso.

    James y Oak bajaron de la carreta y se dirigieron a la puerta. Esta era antigua, de dos hojas y de marco de madera blanco. Oak tocó el timbre y esperó.

    Al minuto, un chico joven los atendió. Tenía el pelo castaño y largo y ojos del mismo color. Se lo veía simpático.

    —¡Profesor Oak, que sorpresa! —exclamó.

    —Hola, Potter, ¿Cómo va el negocio?

    —Con la Liga cerca, muchos vienen aquí, aunque hoy apenas hemos tenido visitas —sus ojos se fijaron en James. Oak se dio cuenta.

    —Oh, disculpa. Él es James, un amigo.

    —Encantado —se saludaron ambos.

    —Potter, ¿sabes sobre un par de personas que hayan estado vendiendo Piedras Hoja últimamente?

    Potter reflexionó unos instantes.

    —Florinda compró una Piedra Hoja hace unos días.

    Oak suspiró.

    —¿Podemos pasar? Necesito ver esa piedra.

    —Seguro —Potter parecía confundido, pero igual se puso a un costado.

    Potter los guio subiendo las escaleras hasta llegar a una habitación. Grande fue la sorpresa de James al ver a Ash y a Misty.

    —¿Qué hacen aquí? —les preguntó James.

    —Vinimos a buscar unas plantas para mi madre —respondió Ash—. ¿Y ustedes?

    James iba a responder, pero Oak los interrumpió.

    —Esta piedra es falsa —anunció. En sus manos tenía la dichosa piedra que le habían vendido a Florinda. Eran tan falsas como las que James había visto en el rancho.

    —¿Falsa? —exclamó una chica joven de cabello largo y violeta que James no había visto al entrar. Estaba en la ventana que daba al balcón junto con Brock.

    —He oído reportes de unos estafadores que han estado vendiendo piedras evolutivas falsas. Asi que he decidido hacer una investigación.

    —Florinda, ¿Cómo eran esas personas que te vendieron esa Piedra Hoja? —le preguntó Brock.

    Florinda reflexionó unos instantes.

    —Bueno, eran un chico de cabello castaño y corto y una chica de cabello color fucsia hasta aquí —Florinda se señaló los hombros—. Ah, y tenían un Ditto.

    Un escalofrío recorrió la espalda de James. La descripción del chico, junto con el Ditto, le parecían familiares. Rogaba que se estuviera equivocando.

    —¿Han visto a alguien con esas descripciones? —preguntó James a Ash, Misty y Brock.

    —No, no lo creo —los tres negaron con la cabeza.

    —¿Quieren que les prepare un té? —preguntó Potter.

    —Nos encantaría —dijo Oak.

    Fueron a tomar el té en el amplio balcón de la habitación, donde ya había una mesa redonda y varias sillas de color naranja. Florinda estaba muy abatida.

    —No puedo creer que la piedra que me vendieron era falsa —murmuró Florinda—. Pero quizás estuvo bien lo que hicieron. Eso demuestra que no soy lo suficientemente inteligente para dirigir este invernadero —se dejó caer sobre la mesa, sollozando y cubriéndose la cara con las manos—. ¡Soy una inútil!

    Brock la palmeó en el hombro, intentando reconfortarla.

    —No te preocupes, yo te conseguiré una Piedra Hoja real —le dijo, sonriéndole como si fuera el héroe de su vida.

    —Brock, yo no prometería eso si fuera tú —le advirtió Ash—. Tú no tienes la menor idea donde conseguir una Piedra Hoja, ¿o sí, Brock?

    —Pero primero encontraremos a esos ladrones y haré que te devuelvan tu dinero —se apresuró a decir Brock.

    —Pero tampoco tienes idea de donde están —siguió Ash.

    —Tal vez ya se hayan marchado —dijo James—. Los estafadores nunca están mucho tiempo en un solo lugar…

    Una alarma los hizo brincar a todos de sus asientos.

    —¡Oh, no! ¡Alguien está en el invernadero robando plantas! —exclamó Potter, corriendo hacia una computadora que había en la habitación. Todos los demás lo siguieron.

    James miró la pantalla. No podía ver bien sus caras, ya que estaban cubiertas con un cubrebocas, pero reconoció el uniforme blanco del Equipo Rocket. James tragó saliva.

    —¡El chico del cabello castaño y la chica del cabello fucsia! ¡Son ellos! —chilló Florinda.

    Todos salieron corriendo hacia el invernadero. James estaba sudando frío. No se quería topar con gente del Equipo Rocket, pero no le quedaba opción. Tenía que pelear y lograr que esos dos le devolvieran el dinero.

    Corrieron sobre los puentes de metal que estaban a unos tres metros dentro del invernadero. Brock frenó en seco al ver que estaban ya encima de los ladrones.

    —¡Oigan, no se muevan! —les gritó Brock desde el puente. Los miembros del Equipo Rocket miraron hacia arriba y se pusieron de pie de un salto, alarmados.

    James puso una mano en el hombro de su amigo.

    —Brock, deja que yo me encargue de esto.

    —Pero…

    —Es personal. No te preocupes; por más que yo haya pertenecido al Equipo Rocket, no me ablandaré por ello.

    Brock asintió y se quedó allí. James se trepó a la barandilla y pegó un salto hacia el suelo. Aterrizó de manera un poco torpe, pero al menos no se cayó al suelo.

    —¿Ustedes fueron los que le vendieron la Piedra Hoja falsa a Florinda? —les preguntó James.

    —¿Y a ti que te importa? —le espetó la chica de cabello fucsia—. Dejanos ir o las pagarás.

    —Tanya, por favor, nos superan en número, huyamos —la voz del chico era increíblemente suave. A James se le encogió el corazón.

    —¿Mondo? —se animó a decir James.

    El chico se puso tenso al oir ese nombre. Se llevó una mano al cubreboca y se lo sacó.

    —¿Conoces a ese tipo? —le preguntó la chica llamada Tanya.

    Mondo no le respondió. Se lo quedó mirando a James con los ojos brillantes.

    —¿S-señor James? —tartamudeó.

    James asintió con la cabeza. El nudo que se le había formado en la garganta le impedía hablar.

    —¡Señor James! —Mondo salió corriendo hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas, llorando—. ¡Señor James, lo he extrañado tanto!

    James lo apretó con fuerza contra su pecho. Había conocido a Mondo cuando ambos eran apenas unos simples esbirros (Boina Negra, como se les decía en el ambiente al eslabón más bajo de la cadena) en el Equipo Rocket y se habían hecho grandes amigos. Cuando él y Jessie ascendieron, comenzaron a verse cada vez menos, ya que Mondo aún seguía siendo un Boina Negra. La última vez que se vieron había sido casi un año atrás.

    —¡Mondo, hemos venido a robar, no a un reencuentro emotivo! —chilló Tanya, sacándose el cubreboca. Era una chica joven y bonita, de unos veinte años o quizás un poco menos. Tenía pinta de ser bastante agresiva.

    Mondo se separó y se dio vuelta.

    —Tanya, él es el señor James. Te he hablado de él, de la señorita Jessie y el señor Meowth, ¿recuerdas?

    —Si, lo recuerdo, pero necesitamos el dinero, así que vámonos.

    James apartó con suavidad a Mondo hacia un lado.

    —No me obligues a pelear contra ti —le dijo, con tono serio.

    Tanya sacó una pokebola de su bolsillo, con una sonrisa torcida.

    —Que lastima, porque yo si voy a pelear. ¡Sandshrew, ve!

    Tanya lanzó la pokebola y el pokemón de tierra salió de allí. James suspiró y sacó una pokebola.

    —¡Ve, Butterfree!

    Butterfree salió de su pokebola, volando a dos metros sobre el suelo. Tanya apretó los puños.

    —¡Ataque arena!

    —¡Remolino!

    Sandshrew usó la tierra del suelo para echársela al Butterfree, pero el pokemón bicho ya estaba batiendo sus alas a toda velocidad para repelerlo.

    —¡Van a dañar mis plantas, deténganse! —gritó Florinda, pero ya era tarde. El ataque Remolino no solo había alejado el Ataque Arena, sino que había arrancado de cuajo algunas plantas. Tenía que pelear de otra manera si no quería arruinar el invernadero.

    —¡Destruiré todo el invernadero si no nos dejan en paz! —gritó Tanya.

    Carajo, tengo que hacer algo.

    —¡Tanya, basta! —gritó Mondo.

    —¡Ya estoy hasta aquí de fracasar! —chilló ella, señalándose la frente con un dedo de manera agresiva, como si quisiera taladrarse la frente.

    James aprovechó esa pequeña distracción a su favor.

    —¡Polvo Sueño!

    Butterfree voló por encima de Sandshrew y soltó un polvillo brillante y amarillento sobre el pokemón, pero Tanya no estaba tan distraída como creía.

    —¡Excavar!

    Sandshrew se hundió en la tierra con rapidez, evitando así el Polvo Sueño de Butterfree. Pero el problema radicaba en que ese ataque era completamente inútil contra un pokemón volador. A Tanya no pareció importarle.

    Sandshrew salió de la tierra como un proyectil. Era lo que James esperaba.

    —¡Confusión!

    Una especie de rayo invisible golpeó a Sandslash y lo tiró contra el suelo. Intentó levantarse, pero dio un par de vueltas sobre si mismo y cayó sentado.

    —¡Sandshrew! ¡Intenta usar Ataque Arena!

    Sandshrew se quedó inmóvil por dos segundos antes de levantar su garra y golpearse en el estómago con ella, quedando fuera de combate.

    James se acercó un paso hacia Tanya.

    —Tienes dos opciones: o darme el dinero junto con esas plantas y marcharte o seguir insistiendo y terminar en la cárcel —le dijo James con total calma, mientras ella tomaba a su pokemón en brazos, totalmente humillada.

    —¡Mondo, haz algo! —le gritó a su compañero—. ¡Saca a tu Ditto y a Tauros y pelea!

    Mondo se quedó paralizado al lado de James y miró al suelo. Murmuró algo en voz tan baja que nadie pudo oírlo.

    —¡Mondo!

    —No puedo pelear contra el señor James, Tanya, lo siento.

    La chica lo miró con los ojos desorbitados.

    —¡Eres un maldito traidor! —le gritó—. ¿Acaso no te das cuenta que esto es todo lo que tenemos? ¡Si nos despiden, no nos queda nada, Mondo! ¡Nada!

    —Tanya, por favor… —Mondo temblaba.

    —Dejame esto a mí…

    James dio un salto al ver como Misty pasaba a su lado, aferrada a su Togepi. Se había olvidado por completo que estaban allí.

    —¿Qué quieres? —le preguntó Tanya, de manera hozca.

    —Yo te conozco. Eres de Ciudad Celeste, como yo. Vivías con tus abuelos en una casita a las afueras de la ciudad.

    Tanya retrocedió dos pasos, abrazada a su pokemón. Estaba aterrorizada de que alguien la conociera.

    —No, no es…

    —Es cierto y lo sabes —siguió Misty, de manera brusca—. Tus abuelos me ayudaron a criar a mis pokemón cuando decidí ser Líder de Gimnasio. Me dijeron que te habías ido a Hollywood para ser actriz o cantante o ambas cosas hace como tres años. ¿Les mentiste?

    Tanya entrecerró los ojos.

    —Tu eres la hermana de las chicas del acuario —murmuró.

    —No me respondiste.

    —¡No les mentí! —le gritó—. ¡Fracasé! ¡Fracasé en todo lo que he intentado! ¡Hollywood no es más que una sombra de lo que alguna vez fue y lo máximo que logré fue ser camarera de un Maid Café rodeada de pervertidos y chicas huecas! ¡Prefiero morir antes de ver a mis abuelos decepcionados de mi por no haber cumplido mi sueño!

    Misty levantó una mano para intentar tranquilizarla.

    —No creo que se decepcionen de ti porque no lograras ser actriz, pero lo harán si sigues en el Equipo Rocket. Creo que deberías volver a tu casa…

    —No quiero regresar…

    —Haces mucha falta allí…

    —Están mejor sin la fracasada de su nieta…

    Misty respiró hondo y se quedó en silencio varios segundo antes de hablar.

    —Tanya… tu abuela falleció hace como un año.

    La chica abrió los ojos de forma desmesurada. Retrocedió varios pasos, aún con el pokemón en sus brazos…

    —Tú… tú estás mintiendo… no está muerta —la acusó Tanya, con voz temblorosa.

    —Su corazón estaba muy débil…

    —¡No es verdad! —las lagrimas de la chica estaban bajando—. ¡Mi abuela no estaba enferma cuando partí!

    —¡Tu abuelo está solo en su casa, preguntándose donde diablos está su única nieta! —le gritó Misty—. ¡Mira la tele todos los días, esperando verte en algún programa! ¡Cree que lo has olvidado! ¡Si no me crees, llámalo por teléfono!

    Tanya se secó las lágrimas con el dorso de la mano.

    —Eso mismo voy a hacer. Sé que ella está viva.

    James giró la cabeza hacia atrás y se sorprendió a ver a todos allí, como silenciosos espectadores de todo el drama que se estaba desarrollando.

    —Florinda, ¿podrías prestarle el teléfono a Tanya por un momento?

    Florinda asintió.

    —Si, hay uno en la casa, en la sala.

    —Acompañemosla, pero creo que debería estar sola cuando llame. Es algo muy personal.

    —Pero… ¿Y si les roba? —preguntó Ash.

    James le dedicó una breve sonrisa.

    —No, no lo hará.

    ...​


    Media hora después, James, Oak, Mondo y Tanya estaban en la carreta, camino al rancho bajo el sol del mediodía. Todo era muy silencioso, exceptuando algún llanto espasmódico de Tanya.

    No supo de que hablaron Tanya y su abuelo en esos diez minutos que estuvo a solas en la sala de la casa de Florinda. Lo único que sabía era que ella salió con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

    —¿Tanya? —Mondo se había acercado a ella, visiblemente preocupado por su compañera.

    —Me vuelvo a Ciudad Celeste. Mi abuelo me necesita. Yo lo necesito —Tanya intentaba hablar con normalidad, pero no le salía muy bien.

    —Pero… el Equipo Rocket.

    —¡A la mierda el Equipo Rocket! —gritó, sobresaltando a todos—. ¡No pienso trabajar el resto de mi vida para que alguien se enriquezca a mis costillas! ¡Mi abuelo me necesita mas que nunca!

    Mondo suspiró.

    —De acuerdo, si es lo que quieres.

    Tanya se enjuagó los ojos, un poco más tranquila, y le puso una mano en el hombro.

    —Puedes venir conmigo si quieres.

    Mondo parpadeó, sin entender.

    —¿Contigo?

    —Hay mucho trabajo en la guardería y nos vendría bien un par de manos extras. ¿Qué dices?

    Mondo se sonrojó y miró a James en busca de consejo, pero este solo le dijo:

    —Lo que te haga feliz, Mondo.

    Mondo asintió y le dedicó una sonrisa a Tanya.

    —Iremos juntos entonces.

    Tanya se tiró en sus brazos, apretándolo con fuerza, lo que provocó que Mondo se sonrojara aún más. James carraspeó con fuerza.

    —Vengan conmigo al rancho del profesor Oak. Les daré algo de ropa y dinero para que puedan viajar en autobús. Tardaran varios días en llegar a Ciudad Celeste caminando.

    Tanya negó con la cabeza.

    —No sé si merezcamos su ayuda, después de todo lo que pasó…

    James hizo un gesto despectivo con la mano.

    —Olvídate de eso. No tardaremos mucho, lo prometo. Pero primero, devuélvanle a Florinda el dinero que le robaron.

    Y así se subieron a la carreta, rumbo al rancho de Oak, después de devolver el dinero y pedirle disculpas a la dueña del invernadero. James rogó para que Jessie no se sobresaltara, dado a su delicado estado de salud. Apenas llegó a destino, bajó de la carreta de un salto.

    —Yo me adelantaré. Iré a avisarle a Jessie —les dijo a todos y entró casi corriendo a la casa.

    Jessie estaba en la sala, sentada en uno de los sillones. Parecía que lo había estado esperando desde el momento que salió.

    —¡James! —Jessie se levantó con un poco de dificultad, aliviada.

    —Estoy bien, cariño —James la abrazó con fuerza—. No estoy herido.

    Jessie se separó de él.

    —¿Averiguaron algo sobre los estafadores?

    —Si y no lo vas a poder creer. Uno de ellos era Mondo.

    Jessie abrió grandes los ojos.

    —¿M-Mondo? ¿El Mondo que conocemos?

    —Si, él y su compañera fueron ascendidos hace poco. Por suerte, han decidido dejar el Equipo Rocket y necesitan ir a Ciudad Celeste, donde vive el abuelo de Tanya, la compañera de Mondo. Necesitan algo de dinero, ropa y comida.

    Jessie frunció el ceño.

    —No es como si tuviéramos muchas cosas, James.

    —Jessie, iremos a vivir con mis abuelos cuando nazca Jamie y te van a sobrar las cosas. Sé que no eres muy empática, pero de no ser por Brock, Misty y Ash… no sé como habríamos terminado. Ahora tenemos la oportunidad de ayudar a dos miembros del Equipo Rocket a enderezar su vida.

    Jessie soltó un gruñido.

    —De acuerdo. Pero tengo que tomarles las medidas para ver si nuestra ropa les va a quedar como saco de papas o demasiado ajustada. Mondo puede que le quede tu ropa algo grande, pero a la choca no la conozco.

    La puerta se abrió y Oak entró con Tanya y Mondo. El chico quedó totalmente paralizado al ver a Jessie.

    —S-s-se-señorita J-Jessie —tartamudeó, sonrojado. Su mirada bajó hacia el enorme vientre de ella y se sorprendió aún más—. Y-yo no… no… ¿Es del señor James?

    Jessie lanzó una risotada.

    —Si, es de James.

    Mondo miró hacia abajo. Parecía decepcionado, como si hubiera perdido toda esperanza. Tanya, detrás de él lanzó un bufido.

    —Soy Tanya, mucho gusto —dijo de golpe, de una manera un poco brusca, haciendo que Mondo se sobresalte. Jessie la miró de arriba abajo.

    —Y yo soy Jessie —respondió, como si no notara que la chica estaba molesta—. Acompañame, así te tomo las medidas y veo si tengo algo para ti.

    Jessie se dirigió a su habitación, seguida de Tanya. Una vez que se fueron, Mondo preguntó:

    —¿Dónde está el señor Meowth?

    —Debe estar en el fondo, practicando día de pago—respondió Oak.

    Mondo miró a James, aún un poco triste.

    —Felicitaciones por ustedes dos —dijo.

    —Gracias. Sé que esto no es fácil para ti.

    Mondo parpadeó, sin comprender. Oak carraspeó.

    —Iré a ver a Meowth —dijo y salió de la sala.

    James soltó una breve risa.

    —Mondo, yo sabía que te gustaba Jessie. No eras muy disimulado, ¿sabes?

    Mondo enrojeció hasta las orejas.

    —¿Y la señorita Jessie lo sabía?

    —Si, lo sabía.

    Mondo se tapó la cara con ambas manos.

    —Debí haber parecido un idiota.

    James lo tomó por suavidad de las muñecas y lo obligó a mirarlo a los ojos.

    —Ninguno pensó eso, ¿si? Es normal enamorarse de alguien que no te corresponde o que alguien se enamore de ti y no puedas corresponderle.

    Mondo esquivó su mirada.

    —¿Crees que yo le guste a Tanya? —dijo de golpe.

    James se echó a reir.

    —Bueno, tendrás que averiguarlo —James le puso la mano en el hombro—. ¿Quieres ver a Meowth?

    Mondo asintió, sonriendo otra vez.

    —¡Por supuesto!

    ...​

    Ya era de tarde, casi de noche, cuando James y Oak los acompañaron hasta la parada de autobús que llevarían a Mondo y Tanya a Ciudad Celeste. Jessie les había dado algo de ropa a ambos y las había achicado para que no tuvieran que ir con el uniforme. Ahora Mondo llevaba una simple playera azul y pantalones blancos, mientras que Tanya vestía una playera roja y unos pantalones de gimnasia negros con dos rayas blancas a los costados. Lo único que conservaban del uniforme eran las botas. Sacaron los tickets en la boletaría y se sentaron en un banco a esperar el autobús que partía desde allí y llegaba hasta Ciudad Carmín.

    —Les agradezco mucho lo que han hecho por nosotros —murmuró Tanya. En sus manos llevaba una bolsa con unos sándwiches que Meowth les había preparado.

    —Fue un placer —respondió James—. Ya les he dado el número del Profesor Oak, para que me avisen cuando llegen.

    —Lo haremos, señor James. Nunca lo olvidaremos —dijo Mondo, mientras lo abrazaba con fuerza. James le dio unas palmaditas en la espalda.

    —Vayan con cuidado.

    El autobús llegó y los dos se subieron. James los saludó con la mano y los vio alejarse hasta perderse de vista en el paisaje.

    Oak carraspeó.

    —James… hay algo que no me has dicho, ¿cierto?

    No quería pensar en eso. No quería que nadie más se enterara de su horrible y reciente pasado y gracias a Mondo ahora lo había dado a conocer. Pueblo Paleta era un lugar pequeño. ¿Cuánto tardaría en correrse la voz, ahora que Florinda y su ayudante lo sabían también?

    —Bueno, usted ya lo oyó —dijo al fin—. Jessie y yo formamos parte del Equipo Rocket, pero lo dejamos apenas nos enteramos de que Jessie estaba embarazada, lo juro.

    Oak asintió. No parecía molesto ni nada por el estilo.

    —¿Ash y los otros ya lo sabían?

    —Si, lo sabían.

    —Y supongo que no quisiste contarme nada por miedo a que llamara a la policía o no los dejara entrar en la casa.

    —Si.

    Oak sonrió de manera triste.

    —Bueno, no solo han dejado esa vida atrás, sino que has ayudado a dos miembros más para que abandonaran la vida del crimen.

    —¿No nos odia entonces?

    Oak soltó una breve risa.

    —Claro que no. Volvamos al rancho antes de que oscurezca.

    Oak comenzó a caminar y James lo siguió. Estaba aliviado de que Oak no los juzgara. Pero el saber que Mondo y su amiga tendrían una vida mejor lo llenaba de felicidad. Ojalá todos los miembros del Equipo Rocket se dieran cuenta que el crimen no era la única salida.

    Hace calor y me empaché con pollo al spiedo (como decía el Cuarteto de Nos). Perdón si he hecho algo mal.

    Nathan: Y yo que pensaba que no te iba a gustar solo por el título XD. Pensé mal de vos, lo siento.

    El capítulo fue todo lo que pensaba de por qué la relación fallaba. Principalmente fue la falta de comunicación,. No quería dejar a nadie como enteramente un santo ni enteramente un imbécil. Ambos tuvieron la culpa.

    Que yo sepa, los pokemón pueden estar sin comer mientras estén dentro de la pokebola. Creo que es como si su cuerpo estuviera en stand by o algo así.

    He descuidado a Jessie, es cierto. No por nada me gustaría hacer una versión mejorada de este fic algún día, como he hecho con otros. Siempre que escribo me doy cuenta que la cago en algunas partes.

    ¡Saludos!
     
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    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    Hmmm... buen episodio en verdad, me gustó la variedad de temas y de protagonismo que se vio acá. Mondo aparece junto con una amiga... creo que Plushy Berry estará contenta de leer esto xP. Menos mal que le diste un interés amoroso extra (?) al jovencito... aunque no recordaba que éste sintiera atracción hacia Jessie xD. Bueno, no soy para nada un experto en los contenidos del CD-Drama, así que sigamos...

    Como ya dije, pude ver que todos participaron aquí... bueno, todos los importantes. Delia estuvo de fondo no más :V

    Ash aprendió un poco lo que es la cocina... y algún día hará cosas ricas

    Brock interactuó un poco con Florinda... y ya :V jeje. No se pierde su esencia de enamoradizo...

    Jessie estuvo a punto de tener un momento a solas con su amado y demostró no haber perdido todo su carácter. Aún tiene ese lado medio egoísta (al dudar de darle ropa a Mondo y Tanya) y enojón (al negarse a prestarle el Tauros en un principio a James... aunque eso sale más de su preocupación. Y al final no fue necesario...)

    Espera, hablando de Tauros... ¿Mondo tiene uno? Pues ya veo cómo lo ascendieron y por qué duraron tanto como estafadores

    El papel que más me agradó fue el que desempeñó Misty, quien sirvió como un nexo a la reformación de Tanya. Qué suerte que ella conociese a los criadores familiares de esa chica y de los sueños que ella tenía de ir a Hollywood... pero bueno, dedicarse a la actuación es una tarea arriesgada. Sin los contactos adecuados, puedes terminar hasta en un prostíbulo... o peor >__<U. Y claro, fue re triste que le tuviera que comunicar que su abuela murió un año atrás... ¿Quién dice que no hay espacio para dramas humanos aquí? xD.

    Y claro, no olvidemos que James tuvo que batallar contra Tanya. Fue algo corto, pero bien narrado... y James sabe usar todos los recursos (y por recursos me refiero a los ataques de los Pokémon) a su disposición de buena manera.

    También me gustó la discusión que tuvieron Jessie y James sobre lo de que Ash sería humillado en televisión... sabiendo que en el canon del animé eso es PRECISAMENTE lo que pasa (aunque con MUCHA culpa de esos dos y de Meowth). Eso me hizo reír un poco... pero lo raro es que solo una o dos personas saben de cómo fue lo que pasó esa noche en la Meseta Añil (un chico del relleno donde debuta Scizor en Johto... y probablemente Max también lo sabe, jajaja xD). En fin... a ver cómo te las ingenias para darle la recta final a James y a Ash.

    Bueno, a esperar el siguiente episodio... pero antes...

    La verdad es que estoy de acuerdo en eso... pero el tiempo que los Pokémon duran en "stand by" dentro de la PokéBall es limitado. Mientras más tiempo pasen ahí, más probable es que los datos se corrompan y nazcan los... MissingNo.

    CHAN CHAN CHAAAAAAAN!!! (/ Ò_Ó)/

    Y no sé si ocho meses sea un tiempo tal que los Pokémon se "corrompan" como dije... quizás un año o dos, pero igual.

    Prefiero pensar que sí los sacaba para comer a todos y va que chuta >:V

    Nos vemos ;)
     
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    Siletek

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    El que no sufre no aprende
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    Romance/Amor
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    Capítulo cuarenta y siete

    La peor película de la historia



    Durante los tres días que siguieron, James recibió tres llamadas telefónicas en la casa de Oak.

    La primera fue de Mondo un día después de que partió junto con Tanya hacia Ciudad .

    Celeste. Pidió disculpas por no haber llamado apenas llegaron, pero estaban muy cansados como para pensar en algo que no fuera dormir. También contó que el abuelo de Tanya era un hombre trabajador y simpático, pero que pensaba que era el novio de Tanya y que no había forma de convencerlo de lo contrario.

    La segunda llamada fue de sus abuelos, Rose y Hideki al día siguiente que llamó Mondo. En realidad, solo llamó su abuelo diciendo que tenía muchas ganas de visitarlo, pero que Rose estaba en cama con una fuerte gripe y no podía dejarla sola. James entendió y le pidió por favor que avisara si mejoraba. Su abuelo respondió que no se preocupara, que se dedicara a su esposa y a su hija por nacer (creía que estaban casados).

    La tercera llamada fue de Ash, al día siguiente también. Tenía ganas de entrenar un poco en una zona deshabitada en el bosque, pero James rechazó el ofrecimiento. Estaba pensando en salir con Jessie para tener un típico día de campo, solo para los dos y no quería posponerlo mucho más, no con los casi nueve meses de embarazo que llevaba ella. Apenas naciera Jamie, la poca intimidad que tenían se esfumaría por completo.

    Jessie y James prepararon sus cosas, se subieron a la carreta y estuvieron un rato conduciendo. No se hablaron; tomarse de las manos y sentir la calidez del otro en ese apretón era suficiente para ellos por el momento. Eso y mirar el hermoso paisaje campestre en todo su esplendor de verano.

    Pararon en un lugar ya alejado de la civilización, en un claro del bosque, aunque a lo lejos se podían ver un montón de carpas de colores. Tal vez fuera una zona de picnic o algo así. James bajó un canasto con la comida y un gran mantel para poder sentarse. En realidad, había traído un par de sillas plegables para sentarse, pero Jessie prefirió sentarse en el suelo, pese a las protestas de James.

    —Va a costar que te levantes —se quejó.

    —Lo sé, por eso te tengo a ti para que me levantes —rió Jessie. James solo suspiró como respuesta y se sentó a sus lado.

    Los sándwiches y los refrescos libres de cafeína que habían traído eran deliciosos, pero lo mejor era estar los dos juntos y solos disfrutando de un almuerzo en pareja por primera vez desde que comenzaron a salir. A James le hubiese gustado más llevarla a un restaurante elegante o algún lugar de esos, pero ya llegaría ese momento. Había que disfrutar.

    Cuando terminaron de comer, se acostaron los dos juntos boca arriba, mirando las nubes pasar lentamente. No había ningún indicio de que llovería ese día, por suerte.

    —Esto es maravilloso —murmuró Jessie, tomando de la mano a James.

    —Cuanta tranquilidad, ¿no?

    —Si, es difícil creer que Lunita no va a estar corriendo en círculos alrededor nuestro reclamando mimos —sonrió Jessie—. Ella nos servirá de práctica hasta que nazca Jamie.

    James apretó la mano de Jessie. No quería pensar en eso porque dolía hacerlo, pero ahora que estaban solos, decidió abrirse un poco con ella.

    —Jessie…

    —¿Mhh?

    James respiró hondo.

    —Tengo miedo de ser un mal padre —dijo, de manera pausada, como si lo tuviera atascado en la garganta. Sintió el pulgar de Jessie acariciando su mano.

    —No vas a ser un mal padre. Eres un buen hombre.

    —¿Cómo voy a ser un buen padre si ni yo mismo tuve un buen ejemplo? —James se giró hacia ella—. Puedo saber lo que hizo mal e intentar no repetirlo, pero no tengo nada para saber si lo voy a hacer mal.

    Jessie se quedó en silencio unos instantes.

    —Bueno, haremos lo mejor posible y… rezarle a Dios para que todo salga bien.

    —¿Tu no tienes miedo?

    Jessie acarició su mejilla, sin dejar de sonreír.

    —¿Te digo la verdad? Estoy aterrada. Pero si yo me pongo histérica y tú te pones histérico… ¿Quién va a parar a Meowth?

    James soltó una carcajada.

    —Me imagino a los dos diciendo a los gritos “¡Meowth, somos malos padres!” y Meowth poniéndose a gritar y a correr en círculos.

    Jessie estalló en carcajadas.

    —Seguramente diría algo así como “¡Y yo no tuve ningún tío como ejemplo! ¿Cómo voy a ser un buen tío?”

    Siguieron riéndose durante un rato más hasta que poco a poco se fueron calmando. Después de recuperar el aire, Jessie dijo:

    —Creo que debemos hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos y listo. Probaremos sobre la marcha y, cualquier cosa, siempre podemos pedirle ayuda a tus abuelos, ¿no?

    James se mordió el labio.

    —Por como salió mi padre…

    Jessie lo tomó de la barbilla con suavidad.

    —Nosotros pondremos nuestro esfuerzo como padres y ella tendrá que poner lo suyo como hija, ¿si?

    James la besó en los labios.

    —Estoy de acuerdo.

    —Perfecto. ¿Me ayudas a pararme? Me está doliendo la espalda.

    James se levantó y ayudó a Jessie a hacer lo mismo. Comenzaron a guardar las cosas en la carreta cuando escucharon un ruido extraño, pero que a James le resultaba vagamente familiar. Era como algo que se arrastraba por la tierra. No, era como si fuera por debajo de la tierra.

    En el lugar donde habían estado sentados un par de minutos antes, emergió un Diglett, con su cuerpo marrón, sus ojos negros y su nariz rosa, muy parecida a las que tenían los Widdle. Miraba para todos lados, como si buscara algo.

    —¡Un Diglett! —exclamó Jessie—. James, ¡captúralo!

    —¿Eh? —James se rascó la cabeza—. No voy a andar atrapando al primer pokemón que se me cruce.

    —No tienes ningún pokemón de tierra, James, te puede ser útil.

    James tomó una baya de la canasta y se acercó con cuidado al Diglett, quien fijó sus ojos en él. Se puso de rodillas y le dio la baya.

    —¿Tienes hambre, pequeño? —le preguntó, con ternura. El Diglett mordió la baya sin dudarlo con su diminuta boca—. Puede que se haya separado de su manada, o ya habría mas de ellos por aquí.

    —James, no seas tonto. Oak dijo que deberías tener variedad en el equipo o algo así.

    James acarició la pequeña cabeza del Diglett con un dedo, haciendo que de un pequeño chillido de satisfacción.

    —Puede que tengas razón. Esta vez, lo atraparé en batalla —James se levantó, se alejó unos pasos y sacó una de sus pokebolas.

    —¡Psyduck, ve!

    Psyduck salió de su pokebola, ya en pose de batalla. Si, había mejorado bastante desde que estaba con él.

    —¡Preparate, Diglett!

    El pokemón lo miró con una expresión tan inocente que le dolió. No estaba acostumbrado a luchar contra los pokemón para que sean parte de su equipo. Casi todos lo habían seguido por voluntad propia.

    —¿Quieres venir conmigo, Diglett?

    El pokemón parpadeó, sorprendido. Jessie lanzó un bufido.

    —James, no puedes ir por la vida preguntándole a todos los pokemón si quieren ir contigo.

    —Jessie, tengo nueve pokemón conmigo, los cuales casi la mitad están en el equipo por su propia voluntad. Mi método funciona —le replicó.

    Jessie le sacó la lengua como toda respuesta.

    —Muy madura, Jessie—se volvió hacia Diglett—. ¿Vienes conmigo?

    El Diglett no respondió de ninguna manera, pero tampoco huyó. No parecía estar decidido.

    —Bueno, entonces elegiré por ti. ¡Psyduck, Chorro de Agua!

    Psyduck tiró un potente Chorro de Agua, pero Diglett se metió bajo tierra tan rápido que el ataque ni siquiera lo tocó.

    —¿Psy? —Psyduck comenzó a mirar a su alrededor.

    —¡Ten cuidado! —exclamó James.

    Diglett emergió bajo las patas de Psyduck con fuerza, haciéndolo volar por el aire de manera vertical unos tres metros antes de estrellarse de cabeza contra el suelo.

    —¡Psyduck! —gritó James. Quería ir con él para ver si todo estaba bien, pero prefirió quedarse quieto. No quería hacerle creer a Psyduck de que era débil. Hasta que no estuviera fuera de combate, se quedaría ahí.

    Diglett estaba a un metro de Psyduck, estático. El pokemón acuático se levantó con dificultad, agarrándose la cabeza.

    —¡No pierdas el control, Psyduck! ¡Chorro de Agua!

    Era inútil. El Diglett era demasiado veloz bajo tierra y ni siquiera lo podía salpicar con sus ataques. El pokemón de tierra ahora solo se limitaba a esquivarlos como si estuvieran en el juego de “Golpear al Diglett”. Se estaba burlando de ellos, no cabía duda. Necesitaba un plan antes de que Psyduck se cansara.

    —¡Psyduck, usa Anulación!

    Psyduck giró la cabeza hacia atrás, sin entender.

    —Lo has usado antes, ¡recuerdalo! ¡Intenta concentrarte!

    Psyduck volvió a mirar hacia adelante. El Diglett ya no se metía bajo tierra, sino que estaba estatico. Ni siquiera parpadeaba. Había hecho el ataque de manera exitosa.

    —¡Chorro de agua!

    Psyduck le tiró el ataque de lleno hacia la cara del Diglett. Siguió de pie, aunque parecía aturdido. Era su oportunidad. Iba a sacar la pokebola, cuando…

    —¡Maravilloso! —exclamó la voz de un hombre.

    James se sobresaltó y miró al que había gritado. Era un hombre gordo y bajo, de cabello castaño y sus ojos ocultos tras un par de gafas oscuras.

    —¿Disculpe? —James no entendía nada.

    —¡Tu Psyduck podría ser el protagonista de mi película!

    —¿Película? —Jessie parecía más interesada que sorprendida.

    —¡Hola, James! —Ash apareció detrás del tipo gordo, junto a Misty, Brock y una chica más que James no conocía junto a su Raichu—. ¡Vamos a filmar una película!

    El tipo se acercó un par de pasos hacia James.

    —Mi nombre es Cleavon Schpielbunk, famoso director de cine. Seguramente habrán oído hablar de mí.

    James miró a Jessie, la cual sólo se limitó a encogerse de hombros. Nunca había escuchado ese nombre en su vida. Hacía años que no iba al cine o miraba la televisión siquiera.

    —La verdad, no —respondió Jessie, con su brutal honestidad. El pobre hombre pareció a punto de echarse a llorar.

    —Disculpe, señor, pero estoy ocupado intentando capturar a mi Digl… —James se giró hacia donde estaba el pokemón, pero había desaparecido. En su lugar solo había un pequeño cráter.

    —Creo que se te escapó con todo este griterío —dijo Jessie, cruzándose de brazos.

    James clavó la vista en el director. Pocas veces había estado tan enojado en su vida.

    —Hizo… que… se escapara… el Diglett —James apretó los puños.

    —Los Diglett van y vienen, pero la oportunidad de que tu pokemón sea una estrella no aparecen todos los días —intentó calmarlo Cleavon, alzando las manos. Jessie se adelantó unos pasos.

    —Ajá. ¿Y cuanto nos vas a pagar por prestarle a Psyduck? —le preguntó ella.

    —¡¿P-pagar?! —exclamó Cleavon, como si le hubieran dicho que estaba nevando—. ¡Estamos con poco presupuesto, por amor de Dios!

    James respiró hondo, intentando calmarse.

    —Estoy a seis semanas de entrar a la Liga como para perder el tiempo en una película y encima de gratis, así que olvídelo.

    Cleavon sacudió las manos, desesperado.

    —¡Solo será una prueba de cámara, es todo! Si consigue el papel, les pagaré, lo prometo

    James miró a Jessie, quien parecía haber sido convencida con el dinero. Suspiró.

    —De acuerdo., de acuerdo. ¿Qué tenemos que hacer?
    ...​

    En el camino hacia donde filmaban, James se enteró de por qué estaba Cleavon tan apresurado por conseguir un protagonista: originalmente, un Abra había sido elegido para el papel, pero había renunciado por culpa de la protagonista femenina, Wigglypuff. De paso, también conoció a Katrina, la chica que estaba con Ash, Misty y Brock. Tenía dieciocho años y estaba entrenando para la Liga Pokemón. Su pokemón principal era un Raichu y también lo haría audicionar para la película.

    Jessie y James se sentaron en unos bancos de madera que había en frente de un escenario pequeño en medio de una parte despejada del bosque. Ash le explicó a ambos de que en ese lugar solían hacer espectáculos al aire libre de vez en cuando, sobre todo en primavera.

    Psyduck y Raichu no eran los únicos. También habían un Tauros, un Hitmonlee y un Doduo. Ash había mandado a su Pikachu y Jessie, para no quedarse atrás, había mandado a su Arbok, quien estaba en el escenario con cara de no saber que demonios estaba haciendo ahí. Togepi había huido de los brazos de Misty para subirse al escenario, pero ella lo levantó y le dijo:

    —Creo que eres muy joven para el papel, Togepi.

    —¡Suerte en tu audición, Pikachu! —le gritó Ash a su pokemón, agitando en puño en alto.

    —¡Pika pika! —Pikachu alzó los brazos desde el escenario.

    Brock se acercó un par de pasos al escenario.

    —¡Lo siento, Ash, pero Vulpix es perfecto para el papel!

    Lanzó la pokebola hacia el escenario y el Vulpix salió de un salto de ella, aterrizando con gracia en el suelo de madera.

    Misty no se quiso quedar atrás.

    —Staryu se parece a una estrella —sacó la pokebola de su bolsillo—. ¡Staryu, es tu momento para brillar!

    Staryu salió de su pokebola y subió al escenario. James se preguntó como demonios iba a actuar un pokemón que ni cara tenía, pero Cleavon no dijo nada al respecto.

    —¡La estrella tiene que hacer algo más que actuar! ¡Tiene que saber bailar! —exclamó Cleavon a través de su megáfono amarillo—. ¡Música por favor!

    De los parlantes que estaban arriba del escenario comenzó a sonar música electrónica. Los pokemón comenzaron a mirarse unos a los otros, sin saber bien que hacer.

    —¡Arbok, no te quedes ahí parado! ¡Baila usando tu ataque de Repetición!

    Sin cuestionarle nada, Arbok comenzó a girar sobre si mismo. James iba a darle alguna orden a Psyduck, pero este se había adelantado, poniéndose de espaldas al público y meneando la cola de una manera bastante graciosa.

    —Jessie, que tu Arbok gire sobre si mismo no es un baile —se rio James.

    —No tiene ni brazos ni piernas ¿Qué esperas, que baile la macarena? —le espetó Jessie.

    —No, claro que no. Bueno, al menos tiene cara, no como el Staryu —señaló con la cabeza al pokemón de Misty, quien se movía como si un niño hiciera bailar a una tabla en forma de estrella.

    SI James era realista, todos bailaban de manera horrible. Hitmonlee solo pegaba patadas al aire; el Doduo se movía como si lo hubieran desarticulado; Taurus pateaba el suelo y el Vulpix de Brock solo estaba saltando. Los únicos que tenían una oportunidad eran Pikachu y Raichu, quienes bailaban una especie de tango en pareja y no lo hacían nada mal.

    —¡Perfecto, maravilloso! Pero ya hice una preselección de estos nueve pokemón —Cleavon leyó una hoja de papel que tenía en la mano —¡Pikachu y Raichu!

    —¡Eso! —gritó Ash, con el puño en alto, mientras Katrina aplaudía.

    Cleavon siguió leyendo:

    —¡Arbok y Psyduck!

    Arbok se bajó del escenario rápidamente y se dirigió hacia Jessie para lamerla con su lengua bífida.

    —Sabía que lo lograrías — le sonrió Jessie, acariciándole la cabeza.

    —¡Así se hace, Psyduck! —le gritó James a su pokemón. Como respuesta, Psyduck hizo una seña de la victoria con sus dedos. ¿Era su imaginación o Psyduck estaba más despierto de lo normal?

    —¡Y por último, Vulpix! —exclamó Clevon.

    —¡Nadie puede con la ternura de Vulpix! —exclamó Brock, lleno de orgullo.

    —¡Oiga! ¿Por qué mi Staryu no fue elegido? —preguntó Misty, enojada.

    —No te lo tomes personal, Misty, pero necesito un pokemón que pueda mostrar emociones —se disculpó Cleavon. Luego se dirigió a los demás—. Tomemos un pequeño descanso y pasemos a la siguiente prueba.
    ...​

    Media hora después, los cinco pokemon elegidos estaban de vuelta sobre el escenario, listos para la segunda prueba.

    —Para la siguiente prueba, tendrán que cantar —anunció Cleavon, como si los pokemon fueran un montón de niñas aspirantes a idol.

    —¿Cantar? —se preguntaron todos, confundidos.

    —¡Por supuesto! Deben cantar por Wigglypuff para obtener este papel.

    Wigglypuff subió al escenario y caminó con tal mala suerte que se tropezó sola y cayó al suelo, cerca de Arbok. El pokemón de Jessie hizo un leve siseo, que James tradujo como una risa seca.

    Wigglypuff se levantó y se dirigió a Arbok, furiosa. Le hizo un Doble Bofetón con tanta fuerza que prácticamente lo noqueó, tirándolo al suelo.

    —¡Arbok! —Jessie se levantó de golpe. James la imitó y la tomó del brazo.

    —¡Jessie, cálmate! ¡El bebé!

    —¿Cómo quieres que me calme cuando acaban de abofetear a mi Arbok? —le espetó Jessie.

    Arbok no tardó en levantarse de manera lenta. Mostró los colmillos a Wigglypuff, en una pose de ataque.

    —¡Arbok, baja del escenario! ¡No vale la pena! —lo llamó James.

    Arbok lo miró de reojo. Su palabra valía (casi) tanto como la de Jessie. Siseó algo de mala gana y se bajó del escenario directo hacia Jessie, quien le acarició la cabeza.

    —No importa, Arbok, el mundo no está preparado para alguien tan bello como tú —lo consoló.

    Los pokemón restantes sobre el escenario, temiendo correr la suerte de Arbok, se bajaron del escenario, prefiriendo no participar antes que recibir un Doble Bofetón. Solo Psyduck se quedó ahí parado, ajeno a todo lo que había pasado..

    El director carraspeó

    —Bueno, como Psyduck es el único que queda, ¡Psyduck tendrá el papel!

    James casi se cayó sentado al suelo. ¿Psyduck? Tenía que ser una broma.

    —¡Ahora vengan todos! ¡Vamos a filmar la primera escena! —exclamó Cleavon, feliz de tener un protagonista. Señaló a James y a los demás—. Esperen aquí, tengo que hacer unas modificaciones al storyboard.

    Mientras Cleavon se iba casi corriendo hacia una de las carpas, James se subió al escenario y abrazó a su Psyduck.

    —Eres el mejor —le dijo.

    Psyduck le acarició el brazo como respuesta, cosa que sorprendió a James. Normalmente no respondía a estímulos, como abrazos y caricias, solo una mirada completamente vacía e inexpresiva. Según Meowth, Psyduck casi no hablaba y lo poco que decía eran cosas al estilo “¿Qué?” “No sé” o “Me duele”. Las pocas veces que hacía una charla coherente, no duraba más de quince segundos. Pero esta vez, sentía que Psyduck estaba vez más… despierto, por llamarlo de alguna manera.

    James se separó de Psyduck. Su mirada era inexpresiva.

    —¿Quieres comer algo?

    Psyduck hizo un gesto afirmativo con la cabeza. James lo tomó de la mano y bajaron las escaleras del escenario y fueron hacia la carreta para buscar lo que había sobrado del picnic
    ...​

    Cleavon los llamó media hora después a una parte mas alejada del escenario, cerca de las carpas. Tenía una mesa y unas hojas de papel.

    —Les voy a contar la historia —Cleavon mostró la primera hoja, donde se veía el dibujo de un Psyduck y un Wigglypuff con un corazón en el medio. Se veían bastante bien—. Cuando empieza, Psyduck y Wigglypuff apenas han empezado a salir —mostró la siguiente hoja, con Wigglypuff en un balcón y Psyduck subido a un árbol, como si le estuviera cantando—. Psyduck lleva a Wigglypuff a su casa en la primera cita. Psyduck le canta a su heroína bajo la luz de la luna llena y tal parece que el romance va sobre ruedas.

    Cleavon pasa a la tercera hoja. Wigglypuff y Psyduck estaban al parecer en medio de un enfrentamiento entre pokemón de tipo Normal y tipo Agua, intentando apaciguarlos.

    —Pero sus familias enemigas y amigos intentan separarlos — en ese momento, la voz del director se tornó en una femenina —Nos amamos mucho, ¿por qué no pueden vivir y dejar amar?

    Cleavon mostró otra hoja donde Wigglypuff se veía asustada junto a un Primeape y un Geodude que estaba un poco más atrás.

    —Y entonces, una flecha va directo hacia Wigglypuff —pasa a la siguiente hoja, donde Psyduck protege a Wigglypuff de una flecha de juguete que se le clava en la frente—. Psyduck llega justo a tiempo y queda mortalmente herido y con un último suspiro muere en los brazos de su amada—mostró una hoja ilustrando el momento y luego pasó a la última, donde todos los pokemón se reunían alrededor de ellos—. La tragedia une a las dos familias y sus disputas terminan.

    Cleavon dejó las hojas a un lado, con los ojos llenos de lágrimas por la emoción.

    —Ya puedo verlo. Esta película ganara montones de premios y arrasarán en taquilla —lloriqueó.

    Jessie carraspeó.

    —La versión numero un millón de Romeo y Julieta con pokemón… si, muy original —se burló Jessie.

    —¡Es perfecta! —exclamó Brock, tan emocionado como el director—. Será un placer trabajar con usted en esta película.

    —¡Yo también! —exclamó Ash—. ¡Lo haré gratis!

    Apenas pronunció estas palabras, Jessie se acercó a Ash y lo golpeó en la parte de atrás de la cabeza.

    —¡No seas idiota! —lo retó. Se dirigió al director—. Dele al menos unos yenes a los chicos.

    —Pero… ya nos fuimos de presupuesto…

    Jessie achicó los ojos y se tronó los dedos.

    —¿Quiere hablar con la oficial Jenny sobre la explotación infantil?

    Cleavon se puso pálido.

    —N-no, claro que no.

    —Entonces págales.

    Ash carraspeó.

    —Pero no es…

    —Ash, tienes que aprender que no puedes ofrecerte siempre gratis a cualquiera. Así la gente se aprovechará de ti, ¿entiendes?

    —Creo que si.

    Jessie sonrió ampliamente.

    —Así me gusta —Jessie juntó sus manos—. Bueno, hora del show.
    ...​

    Estuvieron grabando las escenas hasta cerca de las nueve de la noche. Al terminar de grabar, Ash, Misty, Brock, Katrina, Jessie y James se sentaron sobre unos troncos a modo de banco alrededor de una hoguera, hablando de temas varios. Luego, Cleavon se acercó con varios cheques.

    —Lo prometido es deuda: acá tienen el dinero por ayudar —les dio unos pocos billetes a Ash, Misty, Brock y Katrina. Se giró hacia James y le extendió un cheque—. Es todo lo que les puedo dar, pero cuando esta película se haga famosa, todos querrán contratar a tu Psyduck.

    James agarró el cheque y lo miró. Era por tres millones de yenes. Jessie también lo miró y pensó que se enojaría, pero no fue así.

    —No esperaba más de esta película de cuarta —murmuró Jessie cuando Cleavon se retiró—. Bueno, nos vamos al racho. ¿Quieres que te acerque a algún lado, Katrina? Vamos hacia Pueblo Paleta.

    —Muchas gracias —les agradeció Katrina.

    —Ustedes tres también vengan, que los alcanzo a la casa de Delia —Jessie hizo un gesto para que se subieran.

    Dejaron a Katrina enfrente de una posada y se despidieron cariñosamente. Mientras viajaban a la casa de Delia, Ash parecía deprimido.

    —¿Qué pasa? — le preguntó James.

    —Se supone que iba a entrenar para la Liga Pokemón, pero ya me distraje otra vez —suspiró.

    —No todos los días te topas con un director haciendo una película, ¿verdad? —lo animó Misty—. Ya entrenaras mañana.

    Ash asintió, pero no se veía muy convencido.

    —Tienes algunas semanas por delante para entrenar —le dijo James—. Ahora ve a tu casa a descansar y mañana a la mañana entrenas, ¿si?

    Ash sonrió levemente.

    —Si, eso haré. Mañana sin falta. Sin distracciones —le respondió, como si quisiera convencerse a si mismo.

    Mientras salían del pueblo y seguían de largo para la casa de Delia, James pensó que él también había perdido un día de entrenamiento, además de un Diglett. Pero ya lo recuperaría. De todos modos, no había desperdiciado su tiempo del todo. Había estado parte del día a solas con el amor de su vida.


    No mucho que decir hoy, Me tardé por perezosa.

    Nathan: Siempre tuve la teoria de que muchos de los TR que andan de a dos por ahí terminan siendo amigos con derechos o pareja XD. Que yo sepa, Mondo si estaba interesado en Jessie en el CD Drama.

    Jessie pudo ablandarse un poco con su embarazo y haberse alejado del Equipo Rocket, pero hasta ahí. Sigue teniendo su lado egoísta y su caracter fuerte de siempre.

    La historia de Tanya está basada en la típica vida de las chicas estadounidenses: viajar a California para ser actrices y terminar siendo meseras, así como los varones van para ser estrellas de rock.

    El Carnivine de James estuvo muchos años en una pokebola dentro de un baúl y nada le ha pasado.

    Bueno, hasta la próxima
     
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    J.Nathan Spears

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    Definitivamente me había olvidado del Carnivine de James :V jajaja... es cierto. Aunque teorizo que los Pokémon se ponen en un estado de hibernación si saben que sus entrenadores no están cerca. Como sea...

    Bueno, en este episodio... hubo de todo un poco xP. Incluyendo bloopers :V

    [​IMG]

    Primero, te equivocas con Weepinbell... luego con Squirtle... luego con Jigglypuff... ¿Y ahora con Weedle? ¿Uno de los PRIMERÍSIMOS Pokémon que te encuentras cuando cruzas el Bosque Verde? :'U

    En serio, deberías aprenderte mejor los nombres de los Pokémon -w-U

    Dejando eso de lado... este capítulo fue un buen lavado de cara al episodio ese donde conocen al director. El comentario de Jessie era lo que le faltaba...

    Siento que con esta Jessie puedo concordar mucho más. Es bien sarcástica, pero en la medida necesaria -w-

    Y estuvo bien bonito que le enseñara a Ash que no debería ofrecerse de una a ayudar a la gente, puesto que se aprovecharían de él... ay, cuánta verdad n_nU. Este mundo está lleno de gente "chanta".

    Igual me sorprendió el tremendo cheque que le dieron a James por prestar al Psyduck... vaya si las cosas le comienzan a salir bien a este compa. Aunque no haya podido capturar al Diglett... pero bueno, ya tiene muchísimos Pokémon variados. No sé qué tanto impacto tendrá el que se consiga un Pokémon de Tierra a estas alturas xD.

    A ver cómo manejas todo de aquí en adelante... Jessie debe tener cuidado con las emociones nwnU. Casi se sulfura...

    Sin otro particular, nos vemos en el siguiente episodio ;)
     
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    Siletek

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    Capítulo cuarenta y ocho

    Hollywood



    Pasó una semana desde que filmaron la película de Cleavon. Durante ese lapso, pasaron varias cosas dignas de mencionar.

    Cuando Jessie y James llegaron de la filmación, a las diez y media de la noche, se encontraron con un Meowth histérico y a un Oak más decepcionado que enfadado.

    —¡Pudiste haberme mandado a Butterfree o pedir prestado un maldito teléfono para llamarnos! ¡Pensé que habían muerto! —les gritó Meowth, llorando de rabia e histeria.

    Oak fue más tranquilo al hablar, pero no por eso menos enojado por la situación.

    —Creí que vendrían a las seis de la tarde como máximo, dado a que nos dijeron que solo se iban a almorzar. Entiendan que estábamos muy preocupados —les dijo.

    James se frotó la cabeza. Estaba tan acostumbrado a ir y venir cuando quisiera, que no había pensado que Oak se preocuparía por ellos.

    —Lunita estuvo llorando esperando a que volvieran —agregó Meowth, ya más calmado pero resentido.

    —¿Dónde está? —preguntó Jessie.

    —En el sillón, dormida.

    Jessie y James fueron hacia donde estaba. Efectivamente, estaba dormida en uno de los sillones, hecha un ovillo.

    —Por Dios… —James se agachó y la levantó en brazos a su pequeña sobrina. Gruñó un poco cuando fue alzada, pero nada más—. Le debemos una disculpa.

    —¿Solo a ella? —Meowth los miraba desde la entrada.

    James suspiró.

    —Lo siento, Meowth. Es que estaban filmando una película y…

    —¿Película? —los interrumpió Oak.

    Jessie y James contaron a ambos toda la historia sobre Cleavon y su absurda película. Al final, mostraron el cheque de tres millones de yenes que había conseguido.

    —Es menos de la mitad de lo que recibe un actor protagónico, pero es mejor que nada —finalizó Jessie—. Jamie va a tener un montón de cosas bonitas.

    Dos días después, Jessie fue a hacerse un chequeo en el hospital. La bebé estaba sana y nacería pronto. El problema surgió cuando la doctora le dijo a Jessie que la fecha de parto era a pocos días de la Liga y probablemente naciera mientras los más de doscientos entrenadores estuvieran peleando por la copa.

    —Si para la Liga no nace, no participaré —le dijo James a Ash, en el fondo del rancho de Oak mientras caminaban. El chico lo miró como si estuviera loco.

    —¡Pero es el acontecimiento mas grande del año! ¿Verdad, Pikachu? —exclamó Ash. James tan solo se rio mientras el pokemón eléctrico asentía enérgicamente.

    —El nacimiento de mi hija es más importante que la Liga, Ash. Un día serás padre y lo comprenderás.

    Ash lo miró, sin entender.

    —Es que yo quería que nos enfrentáramos en la Liga —dijo, con las manos en los bolsillos.

    —Puede que nunca nos enfrentemos —James se encogió de hombros—. O tal vez si, quien sabe.

    Ash miró al suelo, deprimido, mientras Pikachu se refregaba contra su mejilla. Para animarlo, James le dijo.

    —Si no peleamos en la Liga, tendremos una batalla de seis contra seis antes de que me vaya, ¿si? Lo prometo.

    Ash lo miró de reojo.

    —¿Lo prometes?

    James se detuvo y le extendió el dedo meñique.

    —Lo prometo.

    Ash le extendió el meñique también y los entrelazaron. Ash se veía más contento.

    —Bueno, ahora sigue que Charizard te está esperando. Yo vuelvo al laboratorio; quiero ver si Jessie puede arreglar el problema con su Jigglypuff.

    —Suerte con eso.

    Si, tenía que tener mucha suerte, porque la pequeña Jigglypuff (descubrieron que era hembra) se resistía a creer que nadie podía escuchar su canto sin dormirse y estaba al borde del berrinche, como si ella fuera la única en tener razón.

    —Escucha —Oak estaba sentado en un taburete y el Jigglypuff en otro, al frente del científico—, por favor escucha bien: tu canto es un ataque que hace que personas y pokemón se duerman. Ni siquiera los de tu propia especie resisten el canto de otro Jigglypuff.

    —Jiggly… —era obvio que la respuesta no le había gustado para nada. Sus cachetes estaban tan inflados por el enojo que parecía que un Beedril le había picado en la cara.

    —¿Algún progreso? —preguntó James.

    —No mucho —Meowth estaba en otro taburete, al lado de Oak—. Parece que es consciente ahora de que puede dormir a cualquiera con su canto, pero aún así insiste en que alguien la escuche.

    Oak se llevó una mano a la barbilla, pensativo.

    —Podría consultar con algún colega para que me ayude, pero mientras tanto… se tendrá que abstener de cantar.

    Jigglypuff bajó la vista, deprimida y decepcionada. Meowth se bajó del banco y fue hacia ella.

    —No te estamos diciendo que no puedas hacerlo. No tardaremos mucho en conseguir una manera de que cantes.

    —¿No podemos grabar su canto? —preguntó James.

    —Es lo mismo. Aún con una grabación, cualquiera puede dormirse al escucharla, lo siento —le respondió Oak, matando toda esperanza.

    James miró a su alrededor.

    —¿Jessie donde está? —preguntó—. Creí que estaría aquí.

    —En su habitación. No quería arriesgarse a que cantara y cayera dormida —le respondió Meowth.

    —Gracias.

    James salió del laboratorio y se dirigió a la habitación que compartía con ella (y Meowth y Lunita). Se sentía decepcionado: ¿Cómo no iba a estar con Jigglypuff cuando más la necesitaba? Nunca habría hecho algo así con Arbok.

    La encontró sentada en la cama, tejiendo unos escarpines de color blanco. Lunita jugaba con la madeja de lana, muy concentrada.

    —Ya le he hecho algo de ropa para Jamie —dijo Jessie, sin levantar la vista—. Delia dijo que ella también está tomándose el tiempo para hacerlo también.

    James carraspeó.

    —Pensé que estarías con Jigglypuff en el laboratorio.

    Jessie levantó la vista del tejido.

    —No quería que se pusiera a cantar y termine rompiéndome la cabeza contra el borde de una mesa. Sería peligroso.

    —No se ha puesto a cantar. Pero está muy triste. Necesita a su entrenadora, Jessie, a ti.

    Jessie puso los ojos en blanco.

    —No soy como tú. No se me da eso de consolar y ser amable —argumentó, con un leve tono de hastío.

    —Tal vez, pero podrías intentarlo. Tu siempre eres muy buena con Arbok.

    —Arbok viaja conmigo desde los quince años, nos conocemos muy bien.

    —Por favor, Jessie. Inténtalo como lo hiciste con Cubone.

    Jessie soltó un gruñido.

    —Cubone es otra historia. Él tenía problemas de verdad, no una razón tan frívola como no poder subirse a un puto escenario a cantar como si se creyera Madonna a cambio de aplausos.

    James cerró los puños con furia.

    —Es importante para ella —James hizo lo posible para que no se notara su tono de enojo, pero no lo logró del todo —. Cuando eras pequeña, ¿nunca sufriste por algo que ahora consideres infantil?

    Jessie esquivó su mirada y miró a Lunita, quien se estaba durmiendo encima de la madeja de lana. Suspiró.

    —De acuerdo, lo haré. Pero te advierto que lo haré mal.

    Jessie al final fue a ver a su pokemón al laboratorio y la consoló… a su manera.

    —¿Sigues triste por no poder cantar? —le preguntó Jessie. Su tono fue neutral, por suerte.

    Jigglypuff la miró y asintió con la cabeza.

    —A ver, ¿y por qué quieres cantar? —le preguntó, ya en un tono más brusco.

    —¡Jessie! —la retó James.

    —¡Solo hice una pregunta!

    Jigglypuff habló, mirando al piso.

    —Dice que es lo único bueno que siente poder hacer y quiere que todo el mundo pueda oírla.

    Jessie se acercó unos pasos hacia el pokemón hasta quedar frente a frente.

    —Dices eso porque no has intentado otra cosa —le dijo Jessie, mirándola fijamente a los ojos.

    —¿Jiggly?

    —No solo puedes cantar. Puedes luchar, puedes ser una amiga, puedes ser hermosa y puedes aprender muchas cosas más —Jessie le apoyó la mano en la mejilla—. Cantar no lo es todo.

    Jigglypuff la miró, como si no entendiera. Jessie continuó.

    —Mientras esperas a que Oak averigue algo, ¿por qué no te relajas y exploras un poco dentro de ti misma?

    Jigglypuff titubeó un poco antes de asentir con todo su cuerpo.

    —Bueno, entonces puedes venir conmigo a vigilar a Lunita mientras yo termino de tejer. Hasta tal vez tenga tiempo para hacerte un gorro

    Jigglypuff bajó del taburete, ya un poco más animada. James no pudo más que sonreir con orgullo a Jessie. Sabía que podía hacer algo bueno, emocionalmente hablando.
    ...​

    Los días pasaban rápido. Ahora faltaba poco menos de un mes para la Liga y cada vez faltaba menos para que Jamie naciera. James tenía todo un cronograma para entrenar a sus pokemón, incluyendo a cual dedicarse más dependiendo del día.

    James estaba preparándose para su entrenamiento de la mañana en los terrenos del rancho de Oak. Meowth estaba por ahí, practicando su Día de Pago junto a su hija, quien lo apoyaba de manera incondicional. Estaba por elegir a sus pokemón, cuando el profesor lo llamó desde la puerta:

    —¡James! ¡Ash está al teléfono! ¡Quiere hablar contigo!

    James miró a sus pokemón.

    —Esperen aquí, no tardaré mucho —les dijo y se metió dentro de la casa.

    Cuando se puso al teléfono, vio a Ash del otro lado, con una sonrisa de oreja a oreja.

    —¡James! ¿Te ha llegado la invitación?

    —¿Invitación? —repitió, sin entender.

    —El señor Cleavon nos ha invitado al estreno de la película en Hollywood. ¿Van a ir? Nosotros ya nos estamos preparando para salir.

    James dudó. Prefería quedarse con Jessie y no salir del rancho hasta que naciera el bebé, si quería ser sincero. Por otro lado, quería ver a Psyduck en la pantalla.

    —Ya veré cuando me llegue la invitación.

    Ash asintió.

    —¡Nos vemos en Hollywood, entonces! —se despidió Ash y cortó la comunicación.

    James se alejó del teléfono. Estaba pensando en que hacer, cuando Oak apareció con un sobre en sus manos.

    —James, te ha llegado esto —Oak le extendió el sobre.

    James lo abrió. Si, era la invitación de Cleavon para ir al estreno de la película. Podía ir con un acompañante. ¿Era seguro llevar a Jessie en el estado que se encontraba?

    —¿Pasa algo malo? —preguntó Oak.

    —No, solo que… me invitaron para que vaya al estreno de la película, en la que Psyduck actuó.

    —¿Y eso te preocupa porque…?

    —No estoy seguro si Jessie podría ir. Hollywood está a varias horas de viaje y en el estado en el que está…

    Oak hizo un gesto despreocupado con la mano.

    —Dudo mucho que Jessie quiera perderse el estreno y mucho menos por su embarazo —Oak sonrió de manera nostálgica—. Cuando mi esposa estaba embarazada, no se quedaba quieta ni un segundo. Estuvo yendo de un lado al otro hasta el día que dio a luz a nuestro hijo.

    James tragó saliva.

    —¿Qué pasó con su esposa? —preguntó.

    —Falleció hace quince años ya, de un ataque al corazón.

    —Lo lamento…

    Oak sacudió la cabeza.

    —No te preocupes por eso. Ha costado superarlo, pero aquí estoy, trabajando de lo que realmente me gusta y además…

    —… se ha enamorado de vuelta —terminó la frase James.

    Oak se sonrojó un poco.

    —Si, es cierto. Delia es una mujer maravillosa, aunque nuestra relación está medio oculta…

    —¿Lo dice por Ash?

    El rostro de Oak se ensombreció.

    —Si, lo digo por Ash. Su madre ni siquiera tuvo el valor para decirle de que se ha divorciado de su padre hace como dos años, mucho menos para decirle que está saliendo conmigo desde hace seis meses.

    James se rascó la cabeza.

    —Usted conoció al padre de Ash, ¿cierto? ¿Cómo era él?

    —Oh, si. Un entrenador que decidió sentar cabeza en un pueblo para luego darse cuenta que tener una familia y trabajar de granjero no era lo suyo y se fue para no volver jamás.

    —¿Nunca más supo de él?

    —La última vez que hablé con él fue hace dos años atrás para que les pase los pokemón que me había dejado a cargo y para darme las gracias por haberlos cuidado. Se los pasé a un colega científico en Unova según sus indicaciones y no volví a hablar con él desde entonces.

    James notó algo de amargura en la voz de Oak a medida que hablaba del padre de Ash.

    —Veo que no le tenía mucho aprecio —comentó James.

    Oak se encogió de hombros.

    —Conozco a Delia desde que era una adolescente y me he llevado mucho mejor con ella que con él. Mi relación con el padre de Ash siempre fue estrictamente profesional.

    —Ya veo.

    Oak se rascó la cabeza.

    —De verdad me gustaría que Ash supiera la verdad. Yo soy un hombre grande, un viejo. Yo no soy un adolescente para andar escondiendo mi relación.

    James sonrió de manera amarga.

    —Lo sé. Espero que Delia reflexione, porque mientras más tiempo pase, peor será.

    Oak asintió.

    —Es cierto.

    Unos pasos se escucharon y Jessie entró al laboratorio, medio dormida.

    —Buenos días —saludó Jessie, bostezando—. ¿Me perdí de algo?

    James levantó el sobre a la altura de su cara, con una media sonrisa.

    —¿Alguna vez has ido a Hollywood?

    ...
    Jessie, James, Meowth y Lunita se tomaron un micro hasta Hollywood. Invitaron a Oak, pero el científico rechazó la invitación, alegando que tenía mucho trabajo que hacer.

    Si bien Jessie y James habían viajado mucho durante su vida, jamás habían pisado Hollywood antes. Lo único que sabían era que era un lugar turístico y que era la cuna del cine en Kanto…

    O lo había sido.

    El lugar donde se encontraban era de todo menos un lugar turístico. Hollywood estaba hecha una ruina. La mayoría de los negocios estaban cerrados y tapiados con tablas de madera o muros de ladrillos. Casi no había movimiento en las calles sucias y mal iluminadas. Era como si la ciudad entera se hubiese ido a la bancarrota.

    —Esto no era lo que me imaginaba cuando llegué aquí —comentó James, agarrando del brazo a Jessie mientras caminaban.

    —¿Qué fue lo que pasó? —preguntó ella.

    Meowth soltó un suspiro.

    —Las películas extranjeras que entraron a Kanto en los últimos cinco años fueron de calidad muy superior a las de aquí —explicó Meowth—. Y lo que terminó de hundir Hollywood fue cuando se descubrió que las películas animadas eran más baratas de hacer y vendían mejor. Así fue como muchos estudios de cine quebraron y Hollywood terminó en la ruina.

    James parpadeó, sorprendido.

    —No tenía idea. Hace años que no veo una película.

    —Ni yo —admitió Jessie.

    —¡Película! —exclamó Lunita, desde el hombro de James. Desde que le habían contado, estaba muy emocionada por entrar a un cine por primera vez.

    —Eso no es todo. La economía ha decaído mucho y ahora las películas son muy caras de producir —Meowth miró a su alrededor de manera distraída, como si buscara a alguien.

    —¿Sabes donde podría estar el cine? —le preguntó James.

    Meowth no respondió. Su vista estaba fija en un derruido restaurante de paredes rojas. Los vidrios estaban rotos, el frente tapiado y el enorme cartel del negocio torcido de tal manera que en cualquier momento se vendría abajo.

    —¿Meowth?

    El pokemón sacudió la cabeza.

    —¿Eh?

    —Te preguntaba donde podría estar el cine.

    Meowth se encogió de hombros.

    —Habría que buscar.

    James miró a Lunita. Estaba mirando a su alrededor con aire tan distraído como su padre y dudara que estuviera prestando atención a lo que estaban hablando.

    —Meowth… ¿conocías ese restaurante?

    Meowth sonrió de manera amarga, no sin antes asegurarse con un vistazo que su hija estuviera distraída.

    —Claro que si. Allí robaba comida con mi pandilla y el dueño nos perseguía con una sartén. Una vez me golpeó tan fuerte que tardé casi tres días en recobrar el conocimiento.

    Una sacudida de indignación recorrió la columna de James. Una parte de el quería seguir preguntando, pero otra parte pensaba que lo mejor era no seguir revolviendo los recuerdos dolorosos de su amigo.

    —Meowth, no sabíamos… —empezó a decir Jessie, pero Meowth la interrumpió.

    —Ya pasó. Mejor sigamos buscando.

    Siguieron caminando por las sucias calles de la ciudad. James tenía ganas de volverse al rancho corriendo para poner a Jessie a salvo. En una ciudad como esa, debía estar infestada de ladrones, pero por lo que veía, hasta estos habían huido de la miseria de la ciudad.

    —¡Ah, miren allí! —Meowth señaló un lugar que claramente era un negocio, pero no había ningún cartel que indicara de que se trataba—. Aquí vendían objetos pokemón de lujo. Allí conocí a Meowzie

    .—¿Quién es Meowzie, papi? —preguntó Lunita, curiosa.

    Meowth la miró, sonriendo.

    —Meowzie es alguien… alguien quien papá quiere mucho —le respondió.

    La pequeña frunció el ceño.

    —¿Más que a Lunita?

    —¡Nunca más que a Lunita! —exclamó Meowth, tranquilizándola.

    Lunita sonrió.

    —Lunita cree a papi. Amo a papi —dijo, acomodándose en el hombro de James.

    Siguieron caminado y comenzaron a escuchar unas voces que venían de un edificio. No escuchaban bien lo que decían, pero parecía que un hombre y una mujer estaban recitando un poema.

    —Miren allí —Meowth señaló lo que parecía la estructura más en pie de todo Hollywood. Tenía la pinta de que alguna vez había sido una escuela. Las paredes beige estaban cubiertas por enredaderas, pero no tenía vidrios rotos ni estaba tapiada con tablones de madera. James se preguntó si ese lugar seguía funcionando—. En ese lugar aprendí a hablary caminar. Solía vivir en el desván.

    —¿Qué era ese lugar? —le preguntó Jessie.

    —Una escuela de danza. También enseñaban poesía. Imitando lo que recitaban aprendí a hablar.

    —¿Recuerdas la primera palabra que dijiste? —le preguntó James.

    —¿Palabra? ¡Recité una poesía entera!

    Antes de que preguntaran que poesía había recitado, Meowth se les adelantó haciéndolo él mismo:


    Incluso las flores que florecen

    Tarde o temprano se disiparán

    ¿Quién en nuestro mundo

    No está cambiando?

    Las montañas profundas de la vanidad

    Nosotros las cruzamos hoy

    Y no veremos sueños superficiales

    Ni seremos engañados


    James torció un poco la cabeza, pensativo.

    —Recuerdo ese poema. Lo estudié cuando era niño —murmuró, pensativo—. Lo escribió un monje budista hace como mil años atrás. Con ese poema los niños aprenden a leer y escribir.

    —Si, yo también aprendí a leer y escribir así —afirmó Jessie.

    Meowth se rio un poco.

    —Claro, recuerdo que tú me enseñaste a leer con ese poema —recordó Meowth, dirigiéndose a James—. ¿Hace cuanto fue eso?

    —Creo que cinco o seis años —razonó James.

    —Como pasa el tiempo…

    Unos pasos se escucharon, seguidos de unos maullidos. Cinco Meowth los rodeaban, acercándose lentamente. James metió la mano dentro de su pokebola para sacar a Growlie, pero Meowth los paró.

    —Esperen. Ellos son mi antigua banda.

    De un callejón, salió el que parecía el líder de la banda, un Persian. Meowth se acercó un par de pasos hacia él.

    —¿Me recuerdas? —le preguntó.

    El Persian asintió con la cabeza y dijo unas palabras. Meowth se giró hacia Jessie y James.

    —Iré a hablar con ellos, ¿sí? No tardaré mucho, lo prometo.

    —¿Estás seguro?

    Meowth asintió.

    —Si, no se preocupen.

    El Persian se dio media vuelta y comenzó a andar, seguido de los otros Meowth. El pokemón parlante corrió hacia ellos y se posicionó al lado del Persian. Mientras los veía alejarse, James apretó la mano de Jessie. No le daba buena espina.

    ...​

    Hacía años que Meowth no pisaba el callejón donde se había criado parte de su vida. Parecía incluso más mugriento de lo que recordaba. Antes había solo unos pocos contenedores de basura, pero ahora había montañas de chatarra por todos lados, como archiveros oxidados, colchones sucios y televisores viejos.

    Somos todo lo que queda de la banda —explicó Persian, con un tono tranquilo y civilizado, pero Meowth sospechaba que no estaba tan tranquilo—. Muchos Meowth han huido o… muerto por la falta de comida y las enfermedades. Necesitamos tu ayuda.

    Meowth tragó saliva. ¿Eran todos lo que quedaban? El Persian y los cinco Meowth eran todos machos. Si morían, ya no habría ninguno de su especie en Hollywood.

    —¿Quieres que regrese a la banda? —preguntó, incrédulo.

    Si

    —¿Crees que yo les seria útil por mi habilidad de hablar como humano?

    —Serías nuestra voz. Podrías hacerte pasar por humano para conseguirnos alimento.

    Meowth respiró hondo. No quería darle la espalda al Persian que prácticamente lo había criado, pero no podía quedarse.

    —Lo siento, pero la respuesta es no. Tengo una familia ahora y no puedo dejarla atrás.

    El Persian negó con la cabeza.

    Te necesitamos, Meowth. Recapacita.

    —Ya he tomado mi decisión y no voy a cambiarla.

    Persian miró hacia un costado.

    —¡Meowzie, ven aquí!

    No la había notado antes, pero allí estaba el amor de su vida. Los moños y adornos que cubrían su cuerpo habían desaparecido y tenía un aspecto levemente desaliñado. Daba pena verla, con su rostro lleno de miedo y tristeza.

    —No puede ser… Meowzie, ¿qué haces aquí?

    Meowzie habló y su voz quebrada por la situación horrible por la que estaba pasando le estrujó el corazón.

    ¿Podemos hablar en privado?

    —S-seguro.

    Se apartaron de Persian y los otros Meowth y se dirigieron al fondo del callejón, bloqueado por una inmensa pila de chatarra. Se sentaron sobre unas cajas de cartón para poder conversar más cómodos.

    —¿Qué pasó? —le preguntó, deseoso por saber su historia.

    Meowzie tragó saliva.

    La última vez que vi a mi dueña fue enfrente de la tienda donde nos conocimos tú y yo. Me dijo que se le estaba acabando el dinero y que quería conservarme, pero no tenía dinero para mantenerme. Se despidió de mi y se fue en la limusina. Recuerdo que era de noche, no había nadie y estaba asustada. Pero luego apareció Persian y me acogió en su banda. Yo no… yo no…

    Su voz se estaba quebrando cada vez más.

    —¿Qué pasó después de esa noche?

    Meowzie se secó las lágrimas con su pata.

    —Decidí olvidarme de ella e intentar sobrevivir.

    —¿Qué vas a hacer ahora?

    —No lo sé —Meowzie miró hacia abajo.

    Meowth se enderezó. Estaba sacudido por la indignación.

    —¡Eso no está bien! ¡Este no es lugar para ti, Meowzie!

    La hembra se encogió.

    ¿Qué vas a hacer? —le preguntó, en un gemido lastimero.

    —¡Te ayudaré!

    Varios pasos se escucharon y Persian apareció junto con el resto de la banda. Se había olvidado de que estaban allí.

    ¿Qué crees que estás haciendo? —le preguntó Persian, amenazante.

    Meowth bajó de un salto de la caja y se puso frente a Meowzie.

    —Ella se viene conmigo —dijo Meowth.

    ¿Así que vas a llevártela y nos dejarás morir después de todo lo que hemos hecho por ti? —Persian miró a su banda—. ¡No los dejen escapar!

    Los Meowth comenzaron a acercarse a ellos. Meowth comenzó a temblar, pero se mantuvo firme. Seguramente no podría ganarles, pero al menos lo intentaría.

    —¡Arbok, yo te elijo!

    —¡Weezing, ve!

    Jessie y James aparecieron en la entrada del callejón.

    —¡Dejen en paz a papi! —Lunita estaba a los pies de James, con el lomo erizado y en pose de batalla.

    —Meowth, sal de aquí, nosotros nos encargaremos.

    Meowth miró a Meowzie. Era tan hermosa que le dolía con solo verla. No iba a huir y a dejarla sola, claro que no.

    —¡No! ¡Es asunto mío! —miró al Persian—. Te desafío a un duelo. Si gano, Meowzie se irá conmigo. Si pierdo… me quedaré con ustedes y los ayudaré.

    —¡¿Qué?! —exclamaron Jessie y James.

    —¡Papi, no! —gritó Lunita.

    El Persian asintió con la cabeza.

    —Acepto.
    ...

    El lugar de la batalla no se hizo en el callejón, donde no había mucho espacio para pelear libremente, sino en el patio de un colegio abandonado. James no podía creer de que incluso un establecimiento educativo cerrara por la mala economía.

    Meowth y Persian estaban en posición de batalla, como si fuera un combate cualquiera. Jessie y James estaban detrás de Meowth junto con Lunita y Meowzie, a unos tres metros.

    Meowth hizo el primer movimiento, corriendo hacia el Persian para usar Arañazo, pero el pokemón evolucionado logró bloquear el ataque usando sus enormes zarpas para tirarlo a un costado. Meowth cayó de costado sobre el pasto.

    —¡Papi puede! ¡Papi el mejor! —gritó Lunita desde el hombro de James.

    Eso hizo que Meowth se levantara casi de un salto. El aliento de Lunita funcionaba mejor que cualquier hiperpoción.

    Persian se abalanzó sobre Meowth. El pokemón parlante también se le tiró encima, pero logró esquivarlo cambiando su dirección ligeramente hacia el costado. Una vez hecho esto, le clavó las uñas en el cuerpo y le arañó todo su costado.

    Persian lanzó un grito de dolor. Meowth se dio la vuelta y volvió a arremeter contra él. Apenas pudo darse vuelta, cuando el pobre recibió una dosis de Golpes Furia, el ataque más poderoso que se sabía, directamente en la cara.

    Persian cayó al suelo, derrotado. Para ser una batalla entre un Meowth y su evolución, la batalla había sido rápida. El Persian no estaba en su mejor forma y Meowth había estado entrenando.

    —¡Nya! —Meowzie fue corriendo hacia Meowth, asustada.

    —¡Meowzie, estoy bien! —intentó tranquilizarla con una sonrisa, pero se le borró enseguida de su rostro cuando se dio cuenta de que no corría hacia él, sino que iba hacia el Persian. El pokemón levantó un poco la cabeza y Meowzie comenzó a lamerle la mejilla, intentando curarlo

    —Despues de todo lo que hizo por ella… —dijo James, sin poder creer lo que veía.

    —¿Se va a quedar con el Persian? —terminó Jessie, indignada.

    Meowzie, sin separarse de Persian, comenzó a hablarle a Meowth, mientras este la escuchaba con total seriedad.

    —Ella dice que el Persian la recibió y la ayudó cuando ella estaba en desgracia y que no estaría bien dejarlo por mi —tradujo Meowth.

    La Meowth siguió hablando, estaba vez con un tono más amargo. Cuando terminó, Meowth lanzó un grito, al igual que Lunita.

    —¿Qué cosa dijo? —le preguntó Jessie.

    —¡Dijo que nunca estaría conmigo porque soy un fenómeno andante y parlante! —exclamó Meowth, dolido.

    Lunita pegó un salto del hombro de James y se fue corriendo hasta donde estaba su padre. Le lamió la mejilla para reconfortarlo y se puso delante de él.

    —¿Sabes lo que Lunita piensa de Meowzie? —gritó la pequeña, para asegurarse de ser escuchada. La aludida la miró con curiosidad—. Lunita piensa que… ¡eres una puta!

    Por un momento, James pensó que había oído mal. No, no podía ser. Lunita no podía decir eso. Meowzie le dijo algo en tono de pregunta, ya con el lomo erizado.

    —Lunita dijo que eres una puta. ¡Puta barata!

    James no podía ver el rostro de Meowth porque estaba de espaldas a él, pero de poder verlo, apostaría a que estaría tan horrorizado como él. Miró de reojo a Jessie, quien estaba de brazos cruzados y enarcando una ceja.

    —Tsk, creo que Lunita va a ser duramente castigada por su papi cuando volvamos —comentó Jessie.

    James carraspeó.

    —Jessie, ¿de donde crees que Lunita haya sacado ese vocabulario?

    Ella evitó su mirada.

    —No tengo la menor idea —respondió de manera atropellada. Luego exclamó—. ¡James, mira!

    James miró hacia adelante. Lunita y Meowzie estaban en pose de ataque, listas para pelear.

    Meowzie fue primera en arremeter contra Lunita, mientras ella parecía reforzar su posición para atacar, pero antes de que pudiera llegar hasta ella, Meowth saltó hacia adelante y usó sus Golpes Furia contra Meowzie para defender a su hija.

    Meowzie salió volando casi dos metros hasta quedar tirada cerca del Persian. Meowth se enderezó y la señaló con una de sus patas.

    —Nunca… le vuelvas… a poner… un dedo encima… a mi hija, pedazo de basura — le dijo, con la voz entrecortada por el odio. Le dio la espalda y comenzó a caminar fuera del patio, empujando con suavidad a Lunita para que caminara con él—. Vamonos.

    No queriendo dejar solo a su amigo solo, Jessie y James caminaron detrás de él, dejando a Meowzie, Persian y todo el amor que Meowth alguna vez sintió por ella tirados en el patio abandonado de un colegio deshabitado en una ciudad en ruinas.

    ...​

    Nunca pudieron ver esa condenada película.

    Cuando al fin llegaron, encontraron a Ash, Misty y Brock fuera del cine (una de las pocas estructuras que aún se mantenía en buen estado).

    —¿Dónde estaban? —les preguntó Misty —¡Pensé que habían decidido no venir!

    —Tuvimos… unos inconvenientes —respondió James —. ¿Y la película?

    —Ya terminó —le explicó Brock—. La película fue horrible, si te soy sincero.

    —¿No hay película? —Lunita miró a James con los ojos vidriosos.

    —Te prometo que veremos una película más tarde y será mucho mejor, ¿si?

    Lunita asintió con lentitud, no muy convencida.

    —Bueno, se está haciendo tarde, así que salgamos de esta puta ciudad y volvamos a Pueblo Paleta —gruñó Jessie.

    —¡Ahora sé por qué Lunita dijo esa palabrota! —exclamó James—. Tú se la enseñaste.

    —Yo no le enseñé nada —se defendió Jessie.

    —Jessie siempre dice eso —la delató Lunita—. Jessie mira tele y dice: esa chica se viste como una…

    —No lo vuelvas a decir —la calló James, con un tono más suave—. Es una mala palabra.

    —Entonces Jessie castigada —Lunita lo dijo casi con una sonrisa en su cara.

    —Claro que va a estar castigada —se dirigió a los otros—. Vámonos a tomar el autobús.

    Todos comenzaron a caminar. Meowth estaba trepado al hombro de James de tal manera que parecía a un muñeco inanimado. Eso no le gustaba a James para nada.

    Se veía igual al día que había intentado suicidarse.

    Solo que estaba vez estaba preparado para lo que viniera con tal de salvarlo.


    Bueno, este capítulo fue duro, pero lo logré.

    Nathan: Si, si, ya lo sé, escribo varios nombres para el culo. Siempre digo que tengo que revisar y... ya ves, hago cualquier cosa

    Y bueno, el Psyduck de James le salvó las papas al director, así que bien que hizo al darle ese cheque. Igual, como que lo cagó (Tres millones de yenes son como treinta mil dólares, no es taaanta plata).

    Bueno, espero que disfruten este capítulo.

    ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!
     
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    J.Nathan Spears

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    A ver cuántas cosas destacables puedo encontrar en este lindo episodio... la lista va a ser larga xD jaja...

    1- ¿Ash y James haciendo una promesa de meñique? Eso lo asocio más cuando lo hacen dos niños... o dos mujeres. Pero no un niño y un adulto o_oU... no sé, me pareció super raro xD. Pero igual, ta bien...
    2- Oak regañando a James y Jessie por tardarse en su encargo :V... realmente cambian las cosas cuando tienes gente que REALMENTE se preocupa por ti. Y eso nos lleva a...
    3- Jigglypuff. Me gustó la forma en que Jessie se responsabilizó de ella, animándola... de forma brusca, claro. Me sentí muy identificado con Jessie (parece que lo has vuelto una constante, sin querer queriendo xD), ya que si yo quisiera animar a alguien, tendería a usar ese acercamiento tan inusual. "¿Y qué si nadie te escucha cantar? ¿Acaso es lo único para lo que eres buena? Ya te conseguiremos otro talento... por mientras quédate conmigo y te tejeré un gorrito". Jajaja n__n. Qué interesante todo, la verdad.
    4- Hollywood... realmente tenía muy pocas memorias del episodio y de lo horrible que se veía ese sitio. La aventura de Meowth no difiere demasiado de la del episodio, salvo que no nos tomamos TAAAAAANTO tiempo en Flashbacks xD. Saltamos derechito al duelo entre Meowth y Persian... y todo por Meowzie. Lo cual nos deja en el punto...
    5- ¡Que perra que resultó ser Meowzie! D<. Si decide quedarse con Persian a pesar de que éste perdiese el duelo, bien por ella... pero tenía que rematar al pobre Meowth diciéndole "fenómeno" -__-U. Agh, realmente la cagó. Aunque luego nos dio la siguiente escena :V
    6- "¡Lunita piensa que eres una puta!" Jajajajaja xD. Me reí bastante... sobre todo cuando se dio a entender que fue Jessie quien le enseñó ese lenguaje xP... y casi tenemos una pelea de gatas literal. Y no sé si por fortuna o por desgracia, Meowth se puso en medio para atacar a Meowzie... con la excusa de "¡No le pungas un dedo encima a mi hija!". Y sí, digo "excusa", porque una parte de él sí quería mandar a Meowzie a la mierda... pero Meowth es un caballero. La mayoría del tiempo, claro xP
    7- Sip, la película fue una bazofia, la más grande de todas las bazofias... mejor que lo diga Homero

    [​IMG]

    Y es irónico. Jessie se quejaba de que el cheque que le dieron a James apenas vale la mitad del que le dan a un actor protagónico promedio... pero para lo que es la película de mierda que se tiró el weón de Cleavon... se siente un poco como que James fue el que terminó garcando a ese imbécil xD. Jajaja... bueno, a ver si recauda lo suficiente, puesto que si hasta The Emoji Movie logró recuperar los costes de producción, puede que esa cagarrutia lo consiga también...

    Y Psyduck se vuelva una estrella de culto xD

    8- Finalmente, a Meowth le dio otro ataque de depresión... a ver cómo lo supera. Quizás qué le ocurra de por medio. Quizás hasta haya Zubat de por medio :V

    Y por último, no has cometido yerros ortográficos :D. Vas mejorando, Sile ;). Sigue así, y esperaré al próximo año para el siguiente episodio... a ver qué ocurre.
     
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    Siletek

    Siletek Entusiasta

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    El que no sufre no aprende
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    Capítulo cuarenta y nueve

    La verdad los hará libres


    Jessie y James dejaron a Ash y a los demás en la casa de Delia y volvieron al rancho de Oak. Meowth estaba sentado en el fondo de la carreta con la vista perdida en un rincón mientras Lunita dormía en el regazo de James.

    —No podemos dejarlo así otra vez —le susurró James a Jessie—. No quiero que pase lo de la última vez.

    —La situación es distinta. Lunita ahora está en su vida y…

    —No me pienso arriesgar. Necesita ayuda —le respondió James—. No hay que dejarlo solo bajo ninguna circunstancia.

    Cuando llegaron a la casa de Oak, James tuvo que llevar a Meowth en brazos mientras que Jessie cargó a Lunita. Cuando llegaron, encontraron a Oak sentado en la sala, mirando la televisión.

    —Oh, ya llegaron —Oak bajó el volumen del aparato—. ¿Cómo estuvo la película?

    —La verdad no la vimos —respondió James—. Profesor, ¿puedo hablar con usted a solas?

    —Seguro.

    James puso a Meowth en el suelo. De milagro se mantuvo en pie en lugar de simplemente dejarse caer.

    —Ve con Jessie, Meowth.

    Arrastrando las patas, Meowth siguió a Jessie hasta la habitación, dejando a solas a James y a Oak. El científico lo miró, confundido.

    —¿Pasó algo malo, James?

    James le contó todo lo que había pasado en Hollywood. Una vez que terminó de explicar, Oak dijo:

    —Vaya, es obvio que Meowth se siente mal, no solo por ver a Meowzie finalmente como era en realidad, sino por haberle negado ayuda a su clan. Los Meowth son pokemón en lo general muy solidarios con los de su propia especie.

    —¿Hay algo que podamos hacer por Meowth?

    Oak se frotó la parte de atrás de la cabeza.

    —Bueno, no soy psicólogo pokemón, pero creo que lo único que podría animar a Meowth sería ayudar a su clan. Así él haría algo bueno por ellos y dejaría de sentirse deprimido.

    —¿Cómo lo ayudo?

    —Podría hacer un par de llamadas mañana por la mañana. Hay grupos activistas que podrías acercarse hasta allí para ayudar, pero lo mejor sería que lo haga él mismo. No funcionará si tú o yo lo hacemos.

    —Si, si, entiendo. Iré a dormir un poco. Mañana seguiremos hablando.

    —Buenas noches, James.

    James se dirigió a la habitación. Dudaba mucho que pudiera conciliar el sueño.


    El sueño de James fue liviano y plagado de pesadillas donde Meowth se sumergía dentro de un mar de basura gigantesco. Cada vez que se despertaba, se giraba para ver a Meowth, quien dormía a su lado. James no se animó a levantarse hasta que Meowth despertó.

    —Buenos días, Meowth.

    Meowth lo miró y tardó varios segundos en responder.

    —Buenos días, James —gruñó, más dormido que despierto.

    —¿Preparamos el desayuno juntos? —lo invitó.

    Meowth bostezó audiblemente.

    —Mejor hazlo tú. No tengo muchas ganas de hacer nada.

    —Pero Meowth…

    —Te alcanzaré en un rato.

    James no se movió. Meowth suspiró.

    —James, si crees que voy a hacer alguna locura, quédate tranquilo. No haré nada.

    James se sentó en la cama.

    —¿Me lo prometes?

    —Lo juro por Lunita, el ser que más amo en esta vida. Confía en mi.

    James no tuvo otra opción que creerle.

    —Te avisaré cuando esté el desayuno.

    —Está bien.

    James se puso unas pantuflas y salió de la habitación para dirigirse a la cocina. ¿Meowth mantendría su palabra? Ya había intentado suicidarse una vez, pero ahora las cosas habían cambiado con Lunita en sus vidas y el embarazo de Jessie. Las cosas estaban yendo bien hasta ayer.

    Mientras James preparaba los omelettes, escuchó el inconfundible sonido de la guitarra de Meowth que venía desde la sala, lo que le dio cierto alivio.

    Si yo al final me rompiera

    Y de todo esto yo me riera

    ¿Qué harías tú?

    Si yo al final cayera rendido al suelo

    Y no soportara más todo esto

    ¿Qué harías tú?



    Por favor, hazme pedazos

    Y luego entiérralos

    Porque yo ya no quiero seguir



    James apagó la hornalla con un seco movimiento de la muñeca y fue corriendo hacia donde estaba Meowth. El pokemón parlante estaba sentado en un sillón, tocando su vieja guitarra.

    —¿Eh? —Meowth paró de tocar y lo miró—. ¿Ya está el desayuno?

    James se acercó y se puso de rodillas.

    —Creo que… que podemos ayudar a tus amigos de Hollywood.

    Meowth se lo quedó mirando en silencio un par de segundos antes de preguntar:

    —¿Cómo?

    —Oak tiene amigos en todos lados. Podrían terminar en un santuario pokemón o los podrían reubicar en otra ciudad donde fácilmente podrían conseguir alimento.

    Meowth soltó una risa seca.

    —Los santuarios son solo para pokemón protegidos y en cuanto a otra ciudad… será bonito al principio, pero luego van a empezar a poner vidrio molido en la comida o aparecerán muertos dentro de sacos de arpillera. Necesitan un lugar seguro donde poder vivir en paz.

    James le acarició la cabeza.

    —Te juro que encontraremos un buen lugar, ¿si? No te deprimas.

    Meowth le sonrió apenas.

    —Lo intentaré. Pero las cosas que pasaron anoche fueron… muy fuertes para mi. Necesito poner mi cabeza y mi corazón en orden antes de seguir adelante.

    —Lo sé. ¿Quieres despertar a Jessie y decirle que ya está el desayuno?

    —Enseguida.

    Meowth dejó la guitarra sobre el sillón y fue a la habitación. James se dirigió a la cocina y llevó todo lo necesario a la sala para el desayuno. No tardaron mucho en llegar todos y sentarse alrededor de la mesa para desayunar.

    Durante el desayuno, mientras tenían charlas circunstanciales, James notó que Oak estaba muy callado y con la mirada perdida. No quería meterse en los asuntos del profesor, pero se preocupaba por el y no pudo evitar preguntar:

    —¿Se siente bien, profesor? Lo noto… callado.

    Oak sacudió la cabeza como si hubiera estado en trance.

    —¿Eh?

    —Le preguntaba si se sentía bien.

    Oak apenas dibujó una pequeña sonrisa triste.

    —Hablé con Delia anoche —dijo, en un suspiro.

    —¿Acaso terminaron? —le preguntó Jessie.

    —No… aún. Fui a su casa y le dije que si no aclaraba nuestra relación con Ash, terminábamos.

    —¿Y ella que dijo?

    —Prometió hacerlo hoy mismo. Va a ser un desastre.

    —Ni que lo digas —Jessie comió uno de los panqueques de manera despreocupada—. El chico vendrá hasta aquí hecho una furia, puedo asegurarlo.

    —Conozco bien a Ash y sé que lo hará —asintió Oak. Como si quisiera cambiar de tema, se dirigió a Meowth, quien también había estado callado—. Oye, Meowth, ¿quieres ir al laboratorio para que discutamos sobre como ayudar a tu pandilla?

    Los ojos de Meowth se iluminaron.

    —¿Lo harías?

    —Lo haremos —lo corrigió Oak—. Apenas terminemos el desayuno.

    James sonrió internamente. Sentía que había evitado una tragedia. Pero como ahora se venía otra catástrofe de la mano de Ash, tenía que tomar medidas para que Oak y Meowth no sean interrumpidos por la ira asesina del chico.

    ...
    Para variar, en lugar de entrenar en el fondo, se puso a entrenar en el frente del rancho, que era muy espacioso para entrenar. Si veía a Ash, podría frenarlo a tiempo.

    —¡Persian, usa Joya de Luz! ¡Growlie, Ataque Rápido!

    La gema de Persian brilló y un montón de rocas se materializaron para arrojarse encima de Growlithe, pero el pokemón de fuego las esquivó con facilidad y lo golpeó con fuerza, tirándolo al suelo.

    —¡Bien hecho, Growlie! Persian, también lo estas haciendo bien, pero hay que seguir entrenando.

    Persian lanzó un gruñido. No parecía muy feliz.

    —Lo sé, lo sé, pero no puedes ser perfecto en todo. Solo tenemos que…

    James se interrumpió cuando vio una figura que se acercaba por el camino, seguido de una mucha más pequeña. No tardó ni dos segundos en darse cuenta de que eran Ash y Pikachu. ¿Delia le habría contado la verdad?

    —Mr Mime, ponte en posición. Haz una barrera si es necesario, pero no dejes que Ash entre a la casa hasta que yo te diga.

    El ex circense, quien estaba regando las plantas, asintió y se puso en posición defensiva. James esperó a que Ash estuviera cerca para hablarle.

    —¡Ash! ¡Que gusto verte! ¿Una batalla de práctica? —le preguntó con el tono más alegre posible.

    Ash no respondió ni aminoró la marcha. Su cara estaba casi irreconocible por los ojos hinchados por las lagrimas y el rostro contraído por el enojo. Definitivamente lo sabía.

    —¡Ash! —James se puso en medio y lo agarró por los hombros con fuerza.

    —¡Sueltame! —le gritó Ash, intentando zafarse.

    —Dime que te sucede —le dijo James en el tono más tranquilo que pudo.

    —¡Tengo que hablar con Oak! —Ash siguió retorciéndose en sus brazos.

    —No creo que tus intenciones sean esas.

    —¡Déjame pasar! ¡Pikachu, Impactrueno!

    Pikachu miró a Ash, confundido. No parecía tener muchas ganas de pelear. Luego miró a James, con sus mejillas chispeando.

    —Pikachu, ¿de verdad quieres dejar que Ash entre y lastime a Oak o a si mismo?

    Pikachu emitió un gemido lastimero y bajó las orejas, aunque sus mejillas seguían cargadas de electricidad.

    —¡Pikachu, Impactrueno! —siguió gritando Ash, estaba vez ahogándose con su llanto.

    —Basta, Ash, basta —James lo apretujó contra su pecho—. Cálmate.

    Poco a poco, Ash dejó de luchar y se rindió, apoyando la cabeza en el hombro de James.

    —¿Cómo pudieron… como pudieron hacerme esto? —lloró Ash

    James tragó saliva. No quería opinar sobre Delia y Oak con el chico, mucho menos cuando ni él mismo había tenido buenos padres como ejemplo, pero no sabía que más hacer.

    —Los adultos no siempre toman decisiones inteligentes, ni siquiera los que son padres —murmuró James—. ¿Quieres que demos una vuelta y hablemos de ello? Golpear a Oak no ayudará.

    Ash se separó y asintió, secándose los ojos con una mano. Su Pikachu se subió al hombro y comenzó a lamerle la mejilla en un intento de consolarlo.

    ——Mr Mime, dile a Meowth que me fui con Ash a dar un paseo —le informó Ash al pokemón psíquico. Sacó varias pokebolas de su bolsillo y llamó a todos sus pokemón dentro de las pokebolas, excepto a Nina, quien esquivó el rayo rojo y se tiró a sus brazos, refregándose contra su pecho.

    Ash y James salieron de los terrenos del rancho y se pusieron a caminar en silencio. Ash era el que lideraba el camino y James no se lo discutió. Si necesitaba un lugar donde se sintiera más tranquilo, bienvenido sea.

    Después de andar un rato, llegaron a un rio angosto, pero que tenía pinta de ser profundo. Había un puente rústico de madera que parecía que no soportaría que alguien más cruzara por encima. Le faltaban varias tablas y algunas partes de las cuerdas parecían carcomidas.

    —Venía a pescar aquí con mi padre —dijo Ash, sentándose en una roca. La voz le temblaba—. No entiendo por qué nos dejó. ¿Fui un mal hijo?

    —No, no, no digas eso nunca —James le palmeó la espalda—. Tú no tienes la culpa.

    Ash asintió despacio. De golpe, se levantó y se giró hacia James.

    —Lo sabías —musitó.

    —¿Qué?

    —¡Lo sabías! ¡Sabias lo de mi madre y Oak y no me dijiste nada! ¡Traidor! —Ash lo empujó con ambas manos y James trastabilló, pero no se calló. Pikachu hizo un gesto con sus patas para que se calmara. Nina, en cambio, se puso en posición de ataque.

    —¡Ash, cálmate! ¡Lo sabíamos, pero no nos contaron ellos, sino que nos dimos cuenta solos! Bueno, en realidad Jessie fue la que se dio cuenta.

    —¿Y por qué no me lo dijeron?

    —Porque era cosa de tu madre que te lo contara, no nuestra. Es un problema demasiado personal para que nos involucremos.

    Ash miró para un costado. Su pecho subía y bajaba bruscamente.

    —Me tratan como si fuera un idiota…

    —Ash, no es eso.

    —¿Y por qué no me contaron nada entonces? —gritó Ash.

    —No lo sé, Ash, pero supongo que pensaba que te estaba haciendo un bien—dijo James, muy despacio—. Oak fue el que la convenció de que te contara la verdad porque no era justo para ninguno ocultártelo.

    Ash se tapó los ojos con una mano, como si quisiera desaparecer por arte de magia.

    —Me siento mal —gimió Ash. James solo atinó a acercarse y a acomodarle la gorra.

    —Lo sé —dijo—. Pero no estás solo. Estás conmigo. Y haré lo que sea para ayudarte.

    ...
    Lo único que hicieron Ash y James en el rio durante una hora fue estar sentados juntos mirando el agua correr por debajo del destartalado puente. Una vez que tuvieron suficiente, se levantaron y volvieron al rancho de Oak.

    Apenas entraron a la casa, notaron que estaban Misty, Brock y Delia esperándolos, además de Oak y Jessie. Esta última se levantó de golpe al verlo.

    —Hijo —Delia intentó ir hacia él, pero se congeló al ver la expresión de Ash.

    —Mamá, no tengo ganas de hablar contigo —le dijo, cortante.

    Misty se acercó a Ash.

    —Entiendo que estés molesto, pero…

    —¿Molesto? No estoy molesto, estoy furioso. Mi madre cree que soy demasiado idiota como para que me cuenten cosas importantes de mi propia familia,

    —Ella solo quiso…

    —… protegerme? ¿De qué? Me habría sentido mejor si me hubieran dicho hace años que mi padre era un infeliz. Pude haber lidiado con eso, tal vez. Hacerme a la idea de que nunca regresaría.

    Delia se apretujó las manos sobre su falda.

    —Ash, sé que debí habértelo contado pero… me fue muy difícil criarte yo sola después de que tu padre se fue. Me sentí destrozada y no quería que te destrozara a ti también. Preferí enfrentarme yo sola a todo.

    Ash miró hacia el suelo. Respiró profundo antes de hablar.

    —Profesor Oak…

    —¿Si? —respondió el científico, aturdido.

    —¿Puedo quedarme a dormir esta noche aquí? —le dijo—. Misty y Brock se pueden quedar con mamá. Solo será por hoy.

    Oak miró a Delia, quien asintió con la cabeza, derrotada.

    —Claro que puedes quedarte.

    —Gracias.

    Sin decir ni una palabra más, Ash se marchó, yendo aparentemente al patio de atrás para estar con los pokemón.

    —Bueno, pensé que sería peor —dijo Jessie, ya levantándose. Se dirigió a Delia—. Quedese tranquila, Delia. Su hijo la perdonará tarde o temprano. Solo hay que darle tiempo y espacio.

    —¿Hablaras con él? No creo que quiera escucharme —le preguntó Delia de manera atropellada.

    Jessie torció sus labios como si no quisiera meterse, pero luego suspiró.

    —No prometo nada, pero lo intentaré.

    Delia apretó las manos de Jessie.

    —Muchas gracias, Jessie.

    James se dejó caer en el sillón. Estaba emocionalmente agotado por Meowth y Ash. Ahora que Jessie se iba a encargar del chico, se podía encargar de su mejor amigo.

    ...​

    Fiel a su palabra, Oak se ocupó de llamar a unos amigos para que rescataran al antiguo clan de Meowth y llevarlos a un lugar mejor, lejos de la ciudad en ruinas que alguna vez fue hogar de gente millonaria dedicada a la industria del cine. Meowth estuvo todo el tiempo al lado del científico, indicando todo lo que tenía que hacer para que el clan aceptara. De no hacerlo, Meowth mismo viajaría a Hollywood para convencerlos.

    —Persian no se lleva bien con los humanos y los otros Meowth tampoco —le explicó a Oak—. Pero tal vez la desesperación los haga cambiar de opinión. Supongo que… Meowzie los convencería, a menos que fuera tan arrogante para no aceptar una ayuda que provenga de mi —Meowth dijo esto último con tono amargo.

    —Pase lo que pase, llamarán de inmediato para avisarnos. Al menos lo intentaste, ¿no? Si ellos no aceptan tu ayuda no tienes por qué sentirte culpable.

    —Sé que debería ser así, pero Persian y los chicos fueron mi primera familia y no puedo dejarlos ahí.

    —¿Y Meowzie?

    Meowth se puso tieso.

    —Creo que fui muy ciego para no ver la clase de Meowth que era. Ella siempre se mostró tal cual es y me rechazó, pero yo seguí intentando conquistarla como un idiota. Fue culpa mía, no suya. Fue el peor error de mi vida.

    Oak sonrió de manera condescendiente y le acarició la cabeza.

    —De no haber cometido ese error, nunca hubieras aprendido a hablar, caminar y miles de cosas increíbles que puedes hacer; no habrías conocido a Jessie y James y nunca habrías tenido oportunidad de ser padre de Lunita, quien quiere ser como tú. De los errores pueden salir grandes aciertos.

    Meowth se quedó de piedra. El científico tenía razón. Había hecho grandes cosas que jamás habría imaginado que podía hacer y había conocido gente maravillosa.

    De pronto, se sintió mucho mejor.

    —Nunca habría conseguido todo esto de no ser por mi estupidez —Meowth sintió ganas de reírse a carcajadas.

    —Exactamente —rio Oak.

    Meowth lo miró, con una sonrisa.

    —Nunca me sentí tan feliz por equivocarme.


    ¿Pasaron bien las fiestas? Eso espero. Yo la pasé genial.

    1. James es un poco infantil, así que sería algo que él haría.
    2. Estan muy acostumbrados a ir de un lado al otro sin que nadie les diga nada.
    3. Juro que no fue intencional que te sientas identificado con Jessie (bueno, mi Jessie). Yo me la imagino así de bruta consolando.
    4. No quise gastarme en flashback ya había contado la historia de Meowth, así que no valía la pena escribirlo otra vez.
    5. La escena original es así y no la quise cambiar. Que se pudra esa gata piojosa.
    6. A mi novia le encantó ese chiste. Mi idea original era que tuvieran una batalla y que Lunita ganara usando su recién aprendido Ataque Rápido, pero luego pensé en lo sobre protector que es Meowth y lo descarté.
    7. Sin siquiera haber visto la pelicula lo decimos. Con el argumento fue suficiente. No sé si Cleavon logrará algo, ya que al estreno solo fueron los protagonistas XD
    8. Al menos no está solo esta vez...

    Dentro de dos semanas es mi cumple!!!
    Saludos.
     
  17.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    Esto fue un episodio fuerte, bieeeen fuerte. Y no solo lo digo por lo que le pasó a Ash... sino porque está muy bien construído ;)

    Me alegro de haber errado al predecir lo de los Zubat. No fue necesario ir con esa alternativa... y por lo que veo, Meowzie también te cae de la patada -w- jeje... pero sí, hay que agradecerle algo. Sin ella y su personalidad altanera, Meowth no hubiese aprendido a hablar... no hubiera conocido a Jessie y James... y ahorita no tendría a Lunita a su lado. Como dijo algún sabio hace mucho tiempo... "las cosas pasan por algo".

    La reacción de Ash al saber la verdad sobre su padre... muy creíble también. Pobre... en el animé nunca le mintieron de esa forma. Ni se ha llevado desilusiones de gente a la que admiraba, que yo recuerde... lo más cercano a eso fue en la peli de Lucario y el Misterio de Mew, en donde no le cree a Lucario cuando le dice que cree que Sir Aaron lo abandonó. Pero luego ve una de esas proyecciones en donde parece que lo que dijo Lucario era cierto y se siente bieeen mal. Pero al final, Sir Aaron no cometió abandono, sino que lo selló para que se salvara. (Sip, no he visto la peli en años, pero aún recuerdo ese detalle xD)

    Como sea, volviendo al relato... solo queda ver cuánto tiempo permanece Ash enojado con su madre... y si Jessie tendrá algún percance intentando razonar con el "bobo" :V. Todo puede ocurrir...

    De momento, también vemos que James sigue entrenando para la liga. Seh, tan diligente el pelos de lavanda... al menos dejará que Meowth negocie por su cuenta. No habrá tanta cámara sobre James -w-. Bien, muy bien.

    Ay, este Ash... pobre e inocente Ash...
     
  18.  
    Siletek

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    La llegada


    Meowth estaba más tranquilo, por suerte para todos. Con Lunita a su alrededor dando y exigiendo mimos era difícil estar triste.

    Lo preocupante era Ash.

    Durante la cena, Ash admitió que no estaba molesto con Oak. Sabía que era un buen hombre y que no lastimaría a su madre. Solo estaba un poco aturdido por todo lo que no le habían dicho durante años. Jessie no quiso hablar y dejó que el chico tuviera su espacio. Ya tendría tiempo de hablar con él después.

    Al día siguiente, después del desayuno, Jessie invitó a Ash al patio trasero del rancho, para poder hablar más tranquilos.

    —¿Cómo te sientes? —fue lo primero que ella le preguntó cuando se sentaron en unas sillas de jardín.

    —Un poco mejor —respondió Ash—, Pero aún estoy molesto con mi madre.

    —¿Vas a volver a tu casa?

    Ash titubeó.

    —No… no lo sé. Es que siento que…no confía en mi.

    Jessie se remojó los labios.

    —Tu madre quiso evitar lastimarte, solo eso. No digo que haya sido una decisión inteligente, pero no lo hizo por maldad.

    —¡Pero era algo muy importante! —Ash alzó la voz—. Se trata de mi padre, de alguien de mi familia. ¿Cómo fue capaz de ocultarme algo así? ¿Cuándo pensaba decírmelo? No me sorprendería si me enterara de que está muerto o algo así y esto sea una mentira.

    Jessie negó con la cabeza.

    —Las mujeres (y los hombres también) pueden reaccionar de manera muy raras al rompimiento. Creo que tu madre sufrió tanto con la separación que decidió hacer como si nunca existiera para poder seguir adelante y quiso que tú también hicieras lo mismo.

    Ash se cubrió los ojos con una mano.

    —Fue demasiado tiempo…

    Jessie asintió.

    —Si, tu madre cometió el error de dejar pasar años antes de contártelo.

    —Y solo lo hizo porque el profesor Oak le dijo que lo hiciera. Nunca me lo hubiera contado de otra manera.

    —Nunca lo sabremos. Pero déjame decirte esto: tu madre te ama y deberías reconsiderar ciertas…

    Un dolor en su vientre le cortó la frase y la respiración, impidiéndole hablar. Su panza, tan redonda como un balón, estaba dura como una roca. Ash se levantó de golpe.

    —¿Jessie? —le preguntó Ash, alarmado—. ¿Qué tienes?

    Jessie respiraba con dificultad. Un liquido caliente comenzó a escurrirse entre sus piernas.

    —Ash… Llama a James… el bebé va a nacer.
    ...

    De no ser por Oak, todo hubiera sido un desastre total.

    Todos en el rancho estaban histéricos. Como Jessie y James estaban muy nerviosos por el parto, Meowth se puso casi a gritar y a correr en círculos, cosa que hizo que Lunita comenzara a llorar. Como si eso fuera poco, Arbok salió de su pokebola casi tan nervioso como los demás y no había forma de que quisiera entrar a su pokebola.

    —Escuchen todos —dijo Oak, apenas terminó de hablar con el hospital para que viniera la ambulancia. Jessie estaba sentada en un sillón, sosteniéndose el vientre con una mano entre quejidos de dolor—. Jessie, respira profundo; James, ve a buscar el bolso que preparaste para este momento; Meowth, no pasa nada malo, son todos los partos del mundo, incluyendo para los pokemón cuando ponen huevos, así que mejor calma a tu hija; Arbok, tu ama va a estar bien y todo esto es normal, no te asustes; Ash, llama a Gary y dile que venga con cualquiera de sus padres para que cuiden el rancho en mi ausencia porque yo también iré al hospital ¿Está todo claro?

    Todos asintieron y obedecieron a Oak, mientras el científico se quedó al lado de Jessie para reconfortarla.

    —¿Estás bien, Jessie?

    —¿¡Soy madre primeriza, como crees que estoy!? —le gritó Jessie, con el rostro cubierto de sudor. Oak ni parpadeó ante sus gritos.

    —Jessie, lo primero que tienes que hacer es calmarte y respirar profundo —le respondió Oak en tu tono bajo y calmo—. Yo pasé lo mismo con mi difunta esposa, no te preocupes. Todos estamos aquí para ayudarte. Incluso tu Arbok.

    Arbok se acercó a Jessie, reposando su barbilla en el brazo del sillón. Jessie apenas pudo acariciarle la cabeza para calmarlo un poco.

    La ambulancia tardó quince minutos en llegar. James y Oak entraron junto con Jessie, pero no había forma de que los paramédicos dejaran entrar a Meowth, Lunita y Arbok. Al final, solo dejaron entrar a Lunita. Arbok seguiría la ambulancia con Meowth montado en su lomo. Ash se quedaría en el rancho hasta que llegara Gary con su familia.

    El viaje fue rápido, pero a James le pareció una eternidad. Tenía un conjunto de emociones licuadas justo en su estómago, donde se encontraban la alegría, el miedo, los nervios y la angustia. Lo único que podía hacer era tomarla de la mano y decirle que todo estaría bien, aunque no tenía ni la más remota idea si todo iba a salir bien. Por suerte, Oak estaba allí para reconfortar a ambos.

    —Este será el día más importante de sus vidas —les dijo—. No tengan miedo, conozco a los médicos del hospital y son excelentes profesionales. Todos los apoyaremos.

    James apretó fuerte la mano de Jessie y ella lo hizo a su vez mientras se miraban a los ojos. Dentro de poco tiempo, su hija llegaría a sus vidas para hacerla aún mejor.

    ...​

    Meowth estaba sentado en la sala de espera, muerto de nervios. Lunita dormía a su lado, compartiendo la silla. Oak estaba en la silla de al lado y Arbok deambulaba de un lado al otro del pasillo como si el bebé fuera de él, asustando a todo desprevenido que se le cruzaba en su camino. James estaba con Jessie en una de las habitaciones, asistiéndola en el parto.

    —Arbok, te vas a cansar si sigues yendo de aquí para allá —le dijo Oak amablemente.

    —A mi me está cansando. Tanto ir y venir me está mareando —se quejó Meowth, quien lo seguía con la mirada perdida

    —No me mires —le respondió Arbok, sin siquiera mirarlo.

    —Sería un placer, de no ser porque estás pasando frente a mi maldita cara —gruñó Meowth.

    —Basta —se metió Oak, sin perder su amabilidad—. No podemos hacer nada por Jessie aquí, salvo esperar a que nazca el bebé.

    Pasaron varios minutos en silencio. Meowth se concentró viendo a su hija dormir hecha un bollito. Pensó en Jessie y James, quienes sentirían lo mismo que él cuando vieran a su propia hija dormir plácidamente en sus brazos. Ninguna sensación podría ser más hermosa que esa, sin duda.

    Unos pasos se acercaron por el pasillo.

    —¿Ya nació? —preguntó Ash, apresurado, con Pikachu corriendo detrás de él.

    —Aún no. ¿Gary está en el rancho?

    —Si, está junto con su mamá.

    Ash tomó asiento al lado de Oak.

    —¿Avisaste a tu madre? —le preguntó el profesor.

    Ash bajó la mirada.

    —A Misty y a Brock —dijo, con la voz apagada—. Dijeron que vendrían enseguida con mamá.

    Oak le pasó una mano por el hombro. Pikachu se subió a las rodillas de Ash y se apretó un poco contra su estómago.

    —Bueno, al menos Jamie va a nacer antes de la Liga, como tú querías, ¿no? —le dijo Oak, como para distraerlo del tema de su madre.

    A Ash se le iluminó el rostro de nuevo.

    —Así James y yo nos enfrentaremos en la Liga —Ash se quedó pensativo mirando a la nada durante dos segundos antes de preguntarle—. ¿Cuánto falta para la Liga?

    —Una semana.

    —¿¡Una semana!? —Ash casi saltó del asiento, asustando a Pikachu—. ¡Casi no he entrenado!

    —¡Shh! —lo calló Meowth—¡Estamos en un hospital!

    —Oh, lo siento… Pero no puedo creer que falte tan poco tiempo.

    —Pues… tienes toda la semana para entrenar, ¿no?

    —Si, pero una semana no será suficiente…

    Oak le palmeó la espalda.

    —Seguro que lo harás bien, no te preocupes.

    Ash se levantó, sujetando a Pikachu en sus brazos.

    —Voy al baño, ya regreso —se excusó y se fue caminando por el pasillo, esquivando a Arbok al pasar.

    Apenas se fue, Meowth soltó un suspiro.

    —Si que la está pasando mal con su madre —comentó

    —En algún momento tendrá que superarlo —respondió Oak—. Nada de esto hubiera pasado si Delia no hubiera sido clara con Ash desde el principio…

    —¡Profesor!

    Misty apareció por el pasillo corriendo, seguido de Brock y Delia.

    —¡Vinimos tan rápido como pudimos! —exclamó Misty, deteniéndose al frente de Oak para recuperar el aliento.

    —¡Estamos en un hospital! —exclamó Meowth. Lunita se movió, en sueños.

    —¿Ya nació? —preguntó Brock

    —Aún no.

    Delia miró a su alrededor, de manera nostálgica.

    —Yo tuve a Ash en este mismo hospital hace once años —dijo, con su voz embebida en recuerdos—. Estaba asustada, pero fue el día más feliz de mi vida. Mi ex marido estaba conmigo y me juró que siempre estaríamos juntos como una familia. Pero lo único que importa de ese recuerdo ahora es cuando tuve a Ash en mis brazos. Se veía tan… frágil y hermoso. Prometí hacer cualquier cosa para que mi pequeño creciera feliz junto a su familia—suspiró de manera entrecortada—. Aparentemente no lo hice muy bien. Tuvo una familia rota y una madre que le ocultó cosas importantes para su vida.

    Oak se levantó de la silla y la abrazó con fuerza.

    —Delia, no te tortures más —le susurró Oak, besándola en la frente.

    —¿Mamá?

    Todos se dieron vuelta para ver a Ash parado en medio del pasillo, mirando a Delia con los ojos vidriosos. Delia se separó de Oak, pero no se animó a acercarse a su hijo.

    —Ash, yo…

    No la dejó terminar de hablar. El chico fue corriendo hacia ella y la abrazó con fuerza, hundiendo la cabeza contra su pecho.

    —No digas nada, mamá, solo abrázame.

    Delia sonrió en medio de sus lágrimas y le acarició la mejilla. En medio de toda la escena emotiva, una de las puertas se abrió y salió James. Un llanto de bebé se escuchaba atrás.

    —Ya nació.
    ...​

    Jamie era la única bebé que había nacido en el hospital, así que se encontraba alrededor de cunas vacías en la sala de Neonatología. James estaba con la nariz pegada al vidrio, haciéndole caras a su hija.

    —Hola, mi preciosa —le decía, con la voz con la uno siempre le habla a los bebés—. Papi está aquí, papi está aquí.

    —Te ves como un tonto —le dijo Ash, riéndose.

    James se giró, ya más serio.

    —Cuando tengas tu propio hijo, ya verás.

    —¿Hijos? Nunca, ya se como se hacen los bebes y es un asco —le replicó, haciendo una mueca.

    —Ya verás cuando cumplas trece…

    —¡Yo quiero ver! —exclamó Meowth, desde el suelo.

    —¡Lunita también, nya!

    James alzó a ambos y los puso uno en cada hombro.

    —Ahí está.

    Meowth se quedó mudo por varios segundos, admirándola como si fuera la moneda más grande y brillante que hubiese visto jamás.

    —¡Es tan hermosa! —exclamó, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

    —Meowth, no llores —James lo estrujó contra su pecho.

    Lunita miró a la bebé con mucha atención.

    —¿Jamie? —preguntó.

    —Si, es ella —le respondió James.

    —Es bonita, pero no para llorar, nya —sentenció Lunita.

    Meowth giró la cabeza hacia ella, riéndose.

    —¿Y tu eres tan bonita para llorar?

    —Si, pero a Lunita no gusta que gente llore —dijo.

    —Va a ser preciosa cuando crezca —afirmó Misty, apoyando una mano sobre el vidrio.

    Ash se encogió de hombros.

    —Supongo —se giró hacia James—. Ahora que ya nació, ¿iras a la Liga?

    James lanzó una risotada y bajó a Meowth y a Lunita.

    —Claro que iré, pero voy a bajar mucho el ritmo del entrenamiento para poder atender a Jessie y a Jamie —se alejó unos pasos—. Y hablando de Jessie, voy a estar con ella. ¡Arbok!

    Arbok, quien estaba mirando a la bebé de manera fija y casi sin pestañear, giró su cabeza hacia James.

    —Vamos a ver a Jessie, andando.

    —No creo que lo dejen entrar los médicos —opinó Oak.

    Arbok emitió un siseo agresivo.

    —¡Hey, Lunita está aquí! —lo retó Meowth.

    —¿Qué dijo? —preguntó Ash.

    —Dijo que los médicos pueden…. Tragarse sus órdenes, pero que él va a ver a su ama.

    —Pero papi, Arbok dijo que los médicos podían meterse sus ordenes por el…

    —Lunita, Arbok dijo algo malo y se tiene que disculpar, ¿cierto, Arbok? — Meowth agregó esto último mirando al pokemón veneno con los ojos entrecerrados.

    Arbok miró hacia arriba y murmuró algo.

    —Así está mejor —aprobó Meowth.

    —Bueno, ya me voy a ver a Jessie. No tardaré mucho.

    James fue hasta la habitación e intentó ignorar a toda persona que pegaba un grito, se paralizaba o salía corriendo al notar el Arbok de tres metros de largo que lo seguía como si fuese su sombra.

    —Hola, Jessie —la saludó James cuando abrió la puerta.

    Jessie estaba tendida en la cama, tapada con unas sábanas blancas y con el cabello atado en una cola de caballo. Se la veía cansada, pero feliz.

    —Nos vimos hace menos de media hora —susurró ella, pasándose la mano por el pelo.

    —Te traje una sorpresa.

    James se hizo a un lado y Arbok entró en la habitación, con mucho cuidado de no tirar nada a su paso hasta llegar a Jessie.

    —Hola, Arbok —el pokemón bajó la cabeza y Jessie lo acarició con lentitud, pero lleno de cariño —¿Has visto a Jamie?

    Arbok asintió y se refregó contra ella.

    —Es hermosa, ¿cierto? —Arbok volvió a asentir.

    —Igual que tú —James se sentó en la orilla de la cama—. ¿Cómo te sientes?

    —Un poco cansada, pero nada más. No veo la hora de irme de aquí y descansar en el rancho.

    —Te darán de alta esta tarde, no te preocupes por eso

    Jessie dejó de acariciar a Arbok y tomó la mano de James.

    —Somos una familia completa ahora.

    James le sonrió.

    —Lo somos.

    —Y necesitamos tener nuestro propio hogar.

    —Nos iremos a vivir a la casa de mis abuelos al finalizar la liga, ¿si? No te preocupes por eso.

    Jessie asintió. De repente, se puso seria.

    —¿Seremos buenos padres, James?

    Esa era una pregunta que le venía carcomiendo la cabeza a James durante meses y meses, pero no valía la pena preocupar a Jessie.

    —No sé si seremos los mejores, pero de algo estoy seguro: nunca le va a faltar amor.


    Cortes de luz, mi cumpleaños y cosas varias me retrasaron bastante.

    Nathan: Meowth es lo que es gracias a su testarudez y la actitud culera de Meowzie. Es una gata malcriada e interesada, pero así es ella y que tenga el final que tenga que tener.
    Estuve pensando mucho lo del padre de Ash. No sabía si darlo por muerto o que mierda, pero decidí hacer que se divorciaron y punto. Al fin y al cabo, el abandono familiar es común en el mundo pokemón.

    Un besote enorme
     
    • Adorable Adorable x 2
  19.  
    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    Al fin llega el episodio #50 y no me ha dejado decepcionado ;). ¿Sabes? Pensé que la escena de Ash con Jessie pasaría de otra forma... con Ash saliendo de control, gritando a la ex-Rocket "¿Qué sabes tú de lo que siento?" y quizás, solo quizás, dándole una bofetada... y luego, la de pelos magenta no se hubiera dejado, le hubiera devuelto el golpe por partida doble y hubiese retaliado de forma inteligente (y con sarcasmo, probablemente)... para que después se rompiese la fuente. Aquí pasó una pequeña conversación civilizada y luego Jamie queriendo salir.

    Y uuuufff... el pánico cundió. Menos mal que Oak, como viejo zorro que es, logró calmar la situación gracias a la experiencia previa. Y la escena emotiva en donde Ash le dice a su madre "no digas nada, solo abrázame" fue... ufff, excelente UwUr

    También veo que no te olvidaste de dar tintes graciosos con Arbok diciendo a los doctores que se metan su reglamento por el asterisco :V, y Ash alarmándose por no haber entrenado lo suficiente... ¿En serio solo queda una semana? ¿Tan rápido pasó el tiempo desde que hiciste el episodio en donde todos los demás se fueron a la playa y Ash batalló con James? Para ese entonces, canónicamente, creo que quedaban uno o dos meses antes de la liga. Supongo que en ese tiempo Ash sí entrenó (o por lo menos intentó hacerlo)... y ahora no se siente listo debido a que maduró de golpe (después de todo, es fuertísimo que te cuenten la verdad acerca de tu padre luego de que te la ocultaran por AÑOS). Bueno... a ver qué sucede después.

    ¿Me olvido de algo? =u= Parece que no... solo añadiré que, si Miyamoto-san está realmente muerta (con tanto fanfic y teoría loca rondando por ahí, comienzo a dudar), ella estaría orgullosa de su hija, mirando desde el firmamento...
     
  20.  
    Siletek

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    Capitulo cincuenta y uno

    La Liga Pokemon.



    Una semana pasó desde que Jamie nació.

    Durante ese lapso de tiempo James redujo el entrenamiento al mínimo para poder estar con su hija, así fuera simplemente quedársela mirando durante dos horas mientras la pequeña dormía dentro de su moises.

    Apenas regresaron al rancho, James llamó a sus abuelos para contarle la noticia del nacimiento de su hija. Sus abuelos se emocionaron mucho y prometieron visitarlo en la Liga, ya que su abuela aún se estaba recuperando de la fuerte gripe que le había agarrado.

    A pesar de que James estaba entrenando poco, Meowth no dejó su entrenamiento. Al fin había llegado la maldita Piedra eterna por la que había esperado más de un mes. Aparentemente, la enfermera Joy se había olvidado de su pedido y hacía poco lo había recordado. Parecía una roca común y corriente con un poco de brillantina encima, pero Oak le aseguró que no era falsa. Ahora la tenía colgada de su cuello, como si fuera un collar.

    Cuando faltaban tres días para la liga, el ataque Día de Pago finalmente salió. En uno de sus movimientos, el amuleto brilló con fuerza y cuatro monedas salieron volando, aterrizando en el pasto. Meowth se quedó mudo durante casi medio minuto antes de salir corriendo y contarle a todos.

    —¡ME SALIÓ! ¡SÉ DIA DE PAGO! —gritó por todo el rancho, asustando a todos. Una vez que Meowth se calmó un poco, les mostró a Oak, Jessie y James las monedas que había tirado.

    —Te felicito —le dijo Oak, tomando una de ellas y examinándola detenidamente—. Si sigues entrenando, podrías tirar hasta más de una docena de monedas.

    —Ja, lo hubieras aprendido antes, gato malcriado —lo retó Jessie en modo de burla.

    —Basta, Jessie, déjalo, hizo un muy buen trabajo —James le dio un ligero golpe en el hombro a modo de regaño.

    Meowth levantó las monedas que estaban tiradas y le dio una a Jessie y la otra a James.

    —Escuché por ahí que las monedas salidas de un primer Día de Pago atraían la fortuna a quien las tuviera encima y que jamás serían pobres. Quiero que las conserven. Usted también, profesor Oak, guardela.

    —Oh, muchas gracias —le agradeció Oak.

    —¿Y que harás con la última? —le preguntó Jessie.

    —Se la daré a Brock cuando lo vea. La Liga ya está cerca, ¿no?

    —Demasiado —James estaba muy nervioso. ¿Y si lo eliminaban en la primera ronda? Sería una vergüenza en televisión nacional.

    Oak le palmeó el hombro.

    —¿Nervioso? No te preocupes, seguro que lo harás bien. No digo que ganes, pero estarás bien.

    Finalmente, el día llegó.

    James se despertó a las cinco de la mañana, hecho un manojo de nervios. Sabiendo que no podía volver a dormirse, se levantó y se vistió, ansioso. Antes de salir, le dio un beso a Jessie y a Jamie.

    Durante dos horas, James se quedó sentado en el patio trasero, rodeado de todos sus pokemón. En silencio, solo acariciándolos uno por uno. A veces soltaba un aleatorio “Todo saldrá bien” y eso era todo. Así lo descubrió Oak a las siete de la mañana.

    —¿Nervioso? —le preguntó Oak.

    —Un poco —minimizó James.

    —Será mejor que desayunes algo antes de ir. ¿Iras a buscar a Ash?

    —Hablamos sobre eso y quedamos de acuerdo en que viajaríamos por separado esta vez. Somos rivales, al fin y al cabo.

    Oak se rio un poco.

    —Si tu lo dices…

    —Oiga, hay que tomarlo en serio. No porque Ash sea mi amigo me dejaré ganar.

    Oak asintió.

    —Tienes toda la razón.

    —¿Usted irá a la Liga?

    —Recién iré por la tarde. Tengo que dejar varias cosas en orden antes de irme.

    James se levantó, puso a todos sus pokemón dentro de sus pokebolas y despertó a Jessie, Meowth y Lunita para que desayunaran juntos. James comió a la velocidad de la luz los panqueques que hizo Meowth y se quemo la garganta con el café con leche.

    —¿Quieres terminar en el hospital, James? —lo retó Jessie.

    James casi ni la oyó. Terminó su taza y se levantó.

    —Preparemos nuestras cosas. No sabemos cuanto tiempo nos vamos a quedar.

    —¿Pero nos dejarán entrar a todos? Pensé que el alojamiento era solo para entrenadores —dijo Meowth.

    —Entrenadores y acompañantes —lo corrigió James—. Estaremos varios días en las cabañas…

    —Si es que no te eliminan en las eliminatorias —se burló el gato.

    Jessie le pegó en la parte de atrás de la cabeza.

    —Estoy segura que voy a disfrutar de unos lindos días de relax mientras participes en la Liga —Jessie se echó para atrás en la silla—. Así que quiero que dures hasta los cuartos de final al menos.

    James sonrió, intentando que no se notara lo presionado que se sentía.

    —Lo prometo, cariño.

    ...​

    Jessie, James, Meowth, Lunita y Jamie viajaron en la carreta todo el camino hasta la Liga Pokemón. En ningún momento se cruzaron con Ash y sus amigos y James temió que llegara tarde.

    En una parte del camino, tuvieron que correrse porque estaban en el recorrido de la antorcha que se hacía todos los años para la inauguración de la Liga. La llevaba un hombre de tal vez unos treinta años con aspecto de atleta mientras una camioneta y una oficial Jenny lo seguían.

    —Supuestamente es el fuego de Moltres —comentó James, mientras la comitiva se perdía de vista—. No pueden empezar la Liga sin encender la antorcha que está dentro del estadio.

    —¿La encenderán hoy? —preguntó Meowth.

    —Mañana a la mañana, si no me equivoco, en la ceremonia de apertura.

    —¿La has visto alguna vez? —le preguntó Jessie. Tenia a Jamie en sus brazos, profundamente dormida.

    —Una vez lo vi por televisión, pero supongo que nada se compara a verla en persona —le respondió James.

    —Espero que no sea muy temprano. Necesito mi sueño de belleza —le dijo Jessie con su tono arrogante de siempre.

    —¿Qué es temprano para ti? ¿El mediodía? —se burló Meowth.

    Jessie le dio un leve empujón a modo de respuesta.

    —Como si tu te despertaras al la salida del sol.

    Sin más incidentes llegaron a Ciudad Victoria al atardecer, el lugar donde se celebraba la Liga todos los años. Construida entre un lago cristalino y una cadena montañosa, parecía un lugar maravilloso para visitar cualquier día del año. James había ido allí una vez antes de sumarse al Equipo Rocket, pero fuera de la fecha de la Liga y le había parecido una ciudad tranquila y hermosa.

    Pocas veces habían visto tanta aglomeración de gente. Las calles estaban atestadas de entrenadores de todas las edades que habían venido a registrarse, turistas y Dios sabe que más. A Jessie y James les estaba costando un poco avanzar con la carreta, ya que varias personas estaban paradas en medio del camino. Mientras intentaban ubicarse, Meowth notó a alguien.

    —¡Miren, allí esta Gary! —señaló.

    James detuvo la carreta. Sentado en la mesa exterior de una cafetería, tomando té, estaba Gary junto a su Bulbasaur.

    —¡Hola! —los saludó Gary alegremente—. ¡Casi pensé que no vendrían!

    —¿Estás loco? —James se bajó de la carreta y acarició la cabeza del pokemón plantao—. ¡Claro que voy a participar?

    Gary inclinó la cabeza, mirando dentro de la carreta.

    —¿Ash no vino con ustedes? —preguntó, extrañado.

    —No, decidimos venir por separado.

    Gary asintió.

    —Fue una buena decisión. Puede que te enfrentes a él en la batalla y no te conviene que sepa tus tácticas. Para ser un buen entrenador, hay que conocer al oponente —recitó esto último como si fuera un maestro de primaria.

    —Lo sé. A propósito, ¿sabes donde tengo que ir? Estoy algo perdido.

    Gary terminó de tomar su té.

    —Por supuesto —hizo un gesto con la mano—. Camarera, la cuenta.
    ...​

    Ya era de noche cuando llegaron a la zona de cabañas, donde los entrenadores se alojaban. Eran básicamente todas iguales: angostas y de dos pisos. Contaba con cocina, comedor, baño y una habitación, todo amueblado. Incluso le habían puesto una cuna en el dormitorio.

    —Esto es vida —Jessie dejó a Jamie en la cuna y se dejó caer en la cama—. Dios, esta cama si que es cómoda.

    Lunita se trepó a la cama de un salto.

    —¡Cama! —gritó, entre risas.

    James las miró a ambas. Por un segundo, se olvidó de la Liga y se sintió como si solo estuviera de vacaciones.

    —Mientras ustedes están ahí de vagos, yo voy a preparar la cena. Dicen que la nevera de las cabañas ya vienen con comida —dijo Meowth, saliendo de la habitación.

    —Recuerda que Gary dijo que no era la gran cosa —le dijo James antes de que el pokemón gato desapareciera.

    James se sentó en la cama y Lunita no tardó un segundo en subirse a sus piernas para recibir sus mimos. Mientras la acariciaba, James le dio un vistazo a la cuna.

    —Pensé que Jamie sería como esos bebés que se la pasan la mitad del día llorando, pero es muy tranquila —comentó James, asombrado—. No recuerdo que me haya despertado durante la noche o algo así.

    —En realidad, si lloró alguna que otra vez, solo que tú no te despertaste —Jessie cerró los ojos—. Es una nena bien portada.

    James se acostó a su lado y Lunita se acurrucó en su pecho, quedándose dormida casi de inmediato.

    —Es nuestra nena bien portada —corrigió James, tomando a Jessie de la mano.

    —¿A quien habrá salido así? —se preguntó Jessie.

    —No a ti

    Jessie lo golpeó en el brazo.

    —Tonto —rio ella.

    James puso a Lunita a un costado, se giró y la abrazó por la cintura, mientras la besaba en el cuello.

    —James… cuarentena —le recordó ella, con un gruñido.

    —¿Y que? ¿Acaso no puedo ser mimoso?

    —Oh, se muy bien para que son esos mimos…

    James la besó en la punta de la nariz.

    —Esta espera será una tortura —James se llevó la mano a la cabeza, en un gesto melodramático.

    —¿Y crees que para mi no? —Jessie le mordió el lóbulo de la oreja, contradiciendo lo que había dicho un minuto atrás.

    Antes de que James mandara la cuarentena y todas las órdenes del medico al mismísimo demonio, Meowth apareció.

    —Gary tenía razón. No hay la gran cosa. Espero que les gusten los macarrones con queso —giró sobre sus talones—. Y no hagan eso delante de mi hija, degenerados —agregó con irritación antes de marcharse.

    Jessie y James se miraron a los ojos y se rieron como si fueran dos adolescentes. Ella sacó su pokebola y llamó a Arbok.

    —Cuida bien de mi pequeña, ¿si? —le dijo Jessie. Arbok asintió y se puso al lado de la cuna como un fiel guardaespaldas. Ya con el estomago gruñendo, bajaron por las escaleras.

    ...​

    James casi no pudo dormir. Estuvo con la mirada clavada en el techo, levantándose ocasionalmente para chequear el estado de su hija y cambiarle los pañales. Era tan hermosa que le dolia. Cuando Jessie se levantó para darle el pecho, no se sorprendió de verlo despierto.

    —Noche difícil, ¿eh? —comentó, entre bostezos. James asintió, medio dormido—. Pues más vale que estés espabilado cuando entres al estadio. No quiero que caigas redondo al suelo y que medio Kanto oiga tus ronquidos.

    —Entonces seguiré durmien…

    —Ni se te ocurra —lo amenazó Jessie—. Si te duermes ahora, será más difícil mantenerte despierto después. Mejor ve a lavarte la cara y prepárate un café bien cargado. Ya podrás dormir todo lo que quieras al final del día.

    Tenía razón. No podía dormir ahora. Se dio una ducha rápida y se preparó un café fuerte en el desayuno. Apenas comió unas tostadas; se sentía tan nervioso que sintió que vomitaría cualquier cosa sólida que se metiera al estómago.

    Salieron muy temprano al estadio, pero ya había bastante gente en las calles, todos ansiosos por ver la antorcha entrar al estadio.

    Mientras caminaban, miraron por todos lados, esperando ver a Ash o a Gary, pero no se los encontraron. Total, estaba lleno de gente y no sería fácil encontrarlo en la multitud. Ya se toparían con ellos en cualquier momento.

    ...​

    Jessie fue hasta las gradas, con Jamie en brazos, Meowth y Lunita. James fue llamado por uno de los organizadores. Tenía que entrar con todos los participantes de la Liga.

    Estaba buscando el asiento más cercano al campo, cuando escuchó que alguien la llamaba.

    —¡Jessie! ¡Aquí hay asientos libres!

    Misty estaba haciéndole señas con la mano desde la platea, junto a Brock. Jessie se dejó caer con suavidad en el asiento al lado de la pelirroja para no despertar a su hija, Meowth y Lunita se sentaron al lado de Jessie, compartiendo el mismo asiento.

    —¿Cuándo llegaron? —les preguntó Jessie.

    —Ayer por la noche —le respondió Brock—. ¿Cómo está James?

    —Muerto de nervios. ¿Y Ash?

    Brock sonrió.

    —Igual. Creo que anoche no pudo dormir.

    Misty señaló el cielo, emocionada.

    —¡Va a empezar!

    Una bandada de Pidgey salieron volando desde una esfera roja gigante suspendida en el aire, mientras que los fuegos artificiales empezaron a sonar con fuerza. La multitud comenzó a aplaudir enloquecida. Jamie se removió en sus brazos y comenzó a llorar, asustada por todo el ruido.

    —Shhh —Jessie la acunó en sus brazos—. No te asustes, mami está aquí.

    —¡Se ha iniciado oficialmente la apertura de la Liga Pokemón! —anunció una voz masculina a través de los parlantes—. ¡Aquí es donde los mejores entrenadores junto a sus pokemón vienen a demostrar su habilidad, fuerza y determinación! ¡Ellos pelearan uno contra otro, buscando siempre la excelencia y la victoria que necesitarán para entrar a las filas de los Maestro Pokemón!

    A través de las puertas ubicadas en distintos puntos del estadio, salieron unas chicas portando la bandera de la Liga Pokemón (blanca, con una pokebola en el centro), Detrás de ellas, un centenar de entrenadores marchaban, La mayoría parecía tener la edad de James o incluso más. No habían muchos niños.

    —¡Y aquí vienen los entrenadores entrando orgullosamente al estadio que han demostrado su valía con el mínimo de ocho medallas!

    —¡Vaya, que emocionante! —dijo Misty, maraviilada por el espectáculo.

    —Me pregunto donde estará Ash —Brock miraba por entre la multitud de entrenadores. Jessie hizo lo propio, pero buscando a James.

    —¡Miren, ahí está! —señaló Misty.

    Ash caminaba en medio de los entrenadores. No se veía muy bien desde lejos, pero se veía muy tenso. Un poco atrás de él, estaba Gary, muy confiado.

    Jessie siguió buscando por entre los grupos y allí lo vio. Vestido con unos jeans y una camisa negra, se lo veía casi tan tenso como Ash.

    —Ahí está tu papi, Jamie —le dijo a su hija, quien estaba poco a poco dejando de llorar.

    —¿Dónde? Lunita quiere ver a Jimmy —protestó Lunita, intentando ponerse de pie.

    —Por allí —Jessie señaló al otro lado de la cancha. Le había tocado un grupo distinto al de Ash.

    Una vez que los entrenadores se acomodaron, una chica entró corriendo al estadio, con ropa deportiva blanca llevando la antorcha.

    —¡Y ahora, la entrenadora que porta el fuego de Moltres entra al estadio para encender la antorcha central!

    La chica subió las escalinatas hasta donde se encontraba la enorme antorcha central y la encendió. Un fuego casi sobrenatural emergió de allí, entre los aplausos y gritos de la multitud.

    La Liga Pokemón había empezado.


    Oficialmente empezó la Liga Pokemón. En el próximo capítulo James tendrá su primera batalla.

    Nathan: Jessie es una bruta y lo sabe. Por eso a veces se intenta controlar a si misma para no mover el cerebro de nadie a trompada limpia (solo a veces).
    El diálogo de "No digas nada, solo abrázame", fue aportado por mi dulce, tierna y adorable novia. Siempre sabe con que aportar cuando yo estoy más perdida que turco en la neblina.

    Ash maduró de golpe, pero aparentemente no lo suficiente como para ponerse a entrenar. Ahora veremos lo que pasa en la Liga.

    ¡Saludos!
     
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