Explícito Sed [ZeroxYuuki]

Nota: Para Insane lo siento babe, no me salió como querías.



Escuchó la cristalina de Yuuki en la habitación, aun sin abrir la puerta sabía quien estaba con ella al otro lado. Sólo había una persona a la que Yuuki realmente le sonreía. Sus ojos siempre estaban clavados en ese maldito y asqueroso chupasangre.


—Buenos días, Zero —. La puerta se abrió tomándole por sorpresa y se vio frente a frente con la cara de Kaname Kuran, Líder de la clase Nocturna. Pasó por completo de él al ver la cara de preocupación de Yuuki al ver sus heridas, el horror en su cara era completamente palpable. Su corazón palpitó con orgullo por unos segundos, sabiendo que sería capaz de tener su atención incluso cuando estaba con él.


Sintió sus pequeñas manos cálidas sobre su piel y su garganta lloró. No tenía intención de ir allí, no sintiéndose tan débil y sediento. Sus manos lo jalaron junto a ella, haciéndole salir al pasillo arrastrado por la delgada delegada de clase.


—Toma —. Su cuello se ladeó, mostrándole la vena palpitante bajo su pálida piel. Sintió el destello escarlata en sus orbes, pero su voluntad fue más y frunció el ceño.


—¿Acaso eres estúpida? ¿Acaso eres una bolsa de sangre, un jugo? —. Le increpó, con la rabia incrementándose al imaginarse como ella se ofrecería tan fácilmente, consiguiendo que cualquiera de esos asquerosos chupasangres acabara con su vida.


—Zero...—agarró su rostro con dulzura, viéndole a los ojos—. Estás herido, yo puedo ayudarte y lo haré.


Jaló su rostro hasta su piel descubierta, tomando al chico completamente por sorpresa. El de hebras claras tragó, mientras su garganta escocía ante la cercanía de aquello que ansiaba para calmar su sed.


—S-Solo un poco... —Su lengua se deslizó por su carne haciéndolos estremecer. Su aliento la estremeció hasta la médula, haciendo que toda sus vellos se erizaran. Ella sintió las palabras murmuradas contra su piel, antes de sentir el pinchazo de los colmillos al enterrarse delicadamente en ella. Sus piernas desfallecieron, pero Zero la mantenía sujeta. Sus manos la tomaron de la parte baja de sus nalgas, y su cuerpo la tenía encerrada en contra la pared en aquella esquina solitaria.


—H-Hazlo… h-hazlo mejor para mí —rogó la chica ahogadamente. Ambos sabían a que se refería… la primer vez que pasó los dejó a ambos completamente satisfechos. Habían intentado contenerse, pero, había pasado al menos dos veces más. Se estaba volviendo costumbre, por un momento sintió que se estaba aprovechando de ella, de su vulnerabilidad en ese momento. Pero en el momento que sus pequeñas manos se aferraron a su espalda, jalándolo hacia ella con ansiedad, todo lo que estaba en su mente desapareció. Sus manos se colaron bajo la vaporosa falda, haciendo a un lado la ropa interior para que su miembro la poseyera, allí, contra la pared en la mitad de un pasillo desierto detrás de una simple columna. Yuuki gimió, como una adicta al recibir su dosis de droga. Zero movió sus caderas hacia arriba, dejando que su miembro la llenara completamente una y otra vez, mientras que su boca succionaba su deliciosa sangre, la castaña suspiró de placer, completamente perdida en su propio momento que no notó que un par de ojos los observaba intensamente. Sus ojos se abrieron y se encontraron directamente con los borgoñas de su eterno amor. Peor no pudo decir nada, no quería detenerse. Su cuerpo se movía al compás de las embestidas de Zero que había soltado su cuello para no tomar más de lo debido, pero no había soltado sus caderas, buscando la última liberación para ambos.


Ella extendió su mano hacia él, invitándolo a unirse mientras de sus labios salían pequeños gemidos con el nombre de Zero.


Kaname dio un paso hacia ellas, haciendo que Zero notara su presencia y se detuviese. Yuuki tomó su rostro entre sus manos, obligándolo a verla sólo a ella.


—Sigue, te lo ruego —imploró, moviendo sus caderas haciéndolo gemir roncamente. Kaname ya había acortado cualquier distancia entre ellos. Las manos de Yuuki caídas a los costados buscaron su pantalón, él sonrió y se lo desabrochó para ayudarle. Ella tomó su miembro entre sus temblorosas manos, masturbándoole torpemente mientras que apretaba quizás demasiado fuerte mientras gritaba a en propia liberación. Zero se detuvo, dejando su frente descansar en el pecho alebrestado de la chica. Ella dejó caer las manos a los lados, incapaz de seguir. Toda fuerza había abandonado su cuerpo. Zero se salió de ella, abrochándose el pantalón sin pudor alguno. Su orgullo no lo dejaba verse arrepentido por lo que acababa de hacer. Kuran lo empujó, haciéndolo a un lado.


—Estás tan débil...—. Le acarició el cabello lacio y alborotado hablándole a la chica adormitada—. No deberías tomar si no vas a dar, Kiryuu. —Le recriminó, con una mirada mordaz, tomando a Yuuki del piso en brazos.



Zero lo sabía, pero la sed era algo que no le permitía pensar.