[Gremio] Salón Principal

Mollymauk Tealeaf

Acercó su rostro al papel y lo examinó de forma curiosa, frotándose la barbilla. Luego se alejó, y se encogió de hombros, con una media sonrisa.

— Quisiera poder ayudarte, señor que no me dice su nombre, pero me es imposible. En un principio, lo que me traes apenas puede referirse como trabajo, una pequeña misión con un sello de águila verde. Me podría ocupar mi tiempo con ello.— dice, moviendo el cuerpo de tal manera que pueden verse sus chapas, hechas de una plata bruñida.— Además, aunque quisiera ayudarte, pues en cierto modo es satisfactorio ayudar a novatos con su carrera, me encuentro en estos momentos en mi descanso. Así que repito, no puedo ayudarte.

Realiza un par de florituras con su mano, y el mazo de cartas que tiene en la otra.

>> Pero para cualquier otro negocio, estoy dispuesto. Así que no seas tímido, búscame si te hace falta algo más.

Guiña el ojo, sonríe de forma encantadora, y se baja de la mesa de un salto, para dirigirse hacia afuera del Gremio, vaya uno a saber con que destino.

 

Bruma

Tras un par de hlras descifrando el índice de aquella cosa, Bruma decidió que bastaba de lectura por el momento.

Rebañó su plato, apuró los restos de su vino y se incorporó con sigilo, mezclándose entre la muchedumbre ágilemente y sin rozar a nadie a pesar de lo concurrido del lugar.

Sus pasos la guiaron instintivamente hacia un semiorco vestido de púrpura que jugueteaba con lo que parecía una lechuza. Miró con desdén las raras vestimentas del cuatroojos y se apoyó sobre su mesa con un golpe seco y un carraspeo, llamándo así su atención.

 

— Cielos, eso sería maravilloso —respondí emocionado—. Y sí, también soy novato.

Reacomodé la rama que solía morder y seguí:

— Estuve mucho tiempo en el bosque, sin ver a nadie más salvo a los animales y cazando con arcos. Entonces me topé con un humano que se había perdido y lo saqué de allí. Quizás por eso me llamó "Argus" —eso último lo dije entre risas—. Me gustó el nombre y me lo quedé. Pero... me gustaría saber si tengo padres... quiénes eran y por qué me dejaron allí.

Me quedé un rato pensativo hasta que terminé dirigiéndome al otro dragonborn.

— ... y para eso, me gustaría empezar sabiendo qué soy.

Contenido oculto

Queda inaugurada la lista de shippings de este rol (?)

 

El semiorco dio un respingo debido al golpe en la mesa, y después de un chasquido de dedos, la lechuza con la cual estaba en ese momento ocupando su tiempo desapareció al instante. Se acomodó los lentes sobre la nariz, alisó unas arrugas en su atuendo, y se dirigió hacia la recién llegada.

— ¿A qué se debe todo este alboroto? Me encontraba ocupado, ¿sabes?— reprochó, con un tono enojado, y una ligera sesera.

Daardendrian Baltazar

— Me planteas una pregunta extraña, mi joven Argus. Y siento que la única variante que yo podría responderte es qué tu eres un Dragonborn, y uno rojo al parecer. Si es que esa era tu pregunta. Si no, temo que no podré ayudarte.

 

Bruma

Abrió los ojos sorprendia cuando la lechuza despareció e, ignorando el reproche del semiorco, agitó la mano en el aire donde segundos antes se encontraba aquel animal aparentemente sólido.

¿Un mago? Odiaba la magia, porque era algo que escapaba a su comprensión así que, por ende, aquel tipo no le caía bien de entrada. Pero necesitaba información y, al menos por su aspecto, parecía el más adecuado para proporcionársela.

- Busco orcos. - Murmuró, con un tono suave y neutro,arrastrando las palabras ligeramente y dejando que su capucha se elevara unos centímetros para poder mirar directamente a los ojos de su interlocutor. - ¿Dónde puedo encontrarlos?

 

Contenido oculto: Me había olvidado la imagen en el post anterior :P

El semiorco resopló enojado.

— ¿Y acaso yo tengo cara de saber? No me importan esos animales, nunca tuve relación con ellos y nunca la tendré, si puedo evitarlo. Ve a la Biblioteca, o pregunta a alguien con más cara de llegar a saber sobre eso, y no me molestes más.— exclama, enojado.

Luego vuelve a refunfuñar, y con otro chasquido de dedos, la lechuza aparece en sus hombros, y se levanta de la mesa, para irse a otra vacía, no muy lejos de allí.

 

Bruma

Con un encogimiento de hombros observó a aquel tipejo levantarse, y alejarse de ella. Chasqueó la lengua con cierta molestia y miró a su alrededor, calando la capucha nuevamente sobre su rostro tratando de analizar al personal.

Aquello no eran los bajos fondos por lo que quizá debiera guardar algo más sus modales. La gente de bien daba mucha importancia a nimiedades como aquellas.

Trató de recordar lo poco que sabía sobre protocolos sociales y volvió a intentarlo. En esta ocasión su elegida fue una humana de cabeza semiafeitada que portaba una lanza y descansaba relajadamente en otra mesa.

En esta ocasión, Bruma trató de ser más sutil y, precavidamente, pidió sendas jarras de lo que fuera que la humana bebiera y se acercó a ella; depositando una de las jarras a modo de ofrenda frente a su nueva interlocutora y dedicándole una mueca que pretendía ser una sonrisa.

 

Contenido oculto: Imagen

Imagen bellamente dibujada por Ayeah

La joven, que en ese momento parecía estar dormitando, mientras se balanceaba en su silla, abrió un ojo en cuanto escuchó la jarra impactar sobre la mesa. Examinó con ese mismo ojo a la semiorca que se había sentado en la misma mesa que ella, y le dedicó una medio sonrisa. Dejando que la silla cayera hacia delante, tomó la jarra, y le dio un buen trago, haciendo que un poco se escapara por entre sus labios y cayera sobre su armadura de cuero, que ya de por sí no tenía un buen olor.

— Bien, si este fue un intento por seducirme, déjame decirte mi verde amiga — la joven le guiñó un ojo a Bruma.— qué lo estás logrando.

Soltó una fuerte risotada y continuó tomando de la jarra.

 

Bruma

La mujer parecía afable y, por su repuesta, Bruma dio por sentado que había acertado de lleno así que repitió aquella mueca llena de dientes a la que llamaba "sonrisa amable" y brindó con la joven humana.

-Bruma. Soy nueva.- Dijo de sopetón, como si aquello bastara explicarlo todo, y siguió bebiendo. No sabía muy bien cómo abordar el tema de los orcos en vista de la reacción de aquel varón así que vaciló a la hora de añadir nada más y, finalmente, se quedó callada.

Quizá fuera mejor comenzar por integrarse mínimamente en el gremio y realizar un par de misiones, podría investigar sobre el terreno.

Aguardó a que la mujer terminase de beber y le dijera su nombre, quizá ella fuera Dadalan.

 

— Un placer, Bruma. Y dime, ¿a qué viene tanta amabilidad? Comúnmente la gente no viene con las manos vacías sin alguna razón detrás.— dijo, con una sonrisa que mostraba los dientes, y sus colmillos inusualmente afilados. Luego de tomar lo que quedaba en su jarra de un solo trago, lanzó la jarra a un lado, apoyó los brazos sobre la mesa, y acercó el rostro a Bruma. Despedía un fuerte olor a cerveza.— Y bien, Bruma que eres nueva, dime a por qué te has acercado a mi mesa.

Remataba la imagen con esa sonrisa, que a primera vista, resultaba bastante amenazadora.

 

Bruma

Sintió la amabilidad tornarse en una sutil amenaza y lejos de incomodarse por ello, suspiró tremendamente aliviada.
Aquel tono le resultaba más familiar y se sintó agradecida de poder dejar de forzar aquella sonrisa.

Las cosas claras y la sangre oscura, no le gustaba andarse con rodeos.

- Busco a alguien.- Respondió, dejando de lado el tono amable y adoptando su característica entonación queda, casi como un ronroneo animal: gutural, suave y discreto.

Aún no confiaba en aquella mujer, por lo que titubeó un momento antes de decidir que poco le importaban las consecuencias de decir aquello.

- Orcos.- Aclaró, sonriendo de nuevo aunque, en esta ocasión, su sonrisa fue cruel y taimada, pero auténtica.

Instantes después, recuperó la compostura y se reclinó en su silla de forma más relajada.

- O a Dadalan, en su defecto.- Añadió despreocupadamente, restando importancia a su anterior declaración con un gesto despectivo de su mano.

 

Hando "Puño de Hierro"

Largó un largo y pronunciado "Mmmmhmmhm" ante la negatividad del tiefling. Al parecer reclutar compañeros no era tarea fácil pero no por ello el monje daría el brazo a torcer. Lo decía la guía del aventurero, y como un buen practicante de normas, encontraría a alguien que le acompañe. De este modo caminó hasta el tablón de anuncios y se quedó postrado delante de él; sin mover un músculo, como una perfecta estatua viviente. Meditaría en el lugar durante un tiempo, esperando que algún visitante quiera leer el tablón.

 

Ankaeri

Ankaeri se quedó expectante por la pregunta de Argus y la respuesta de Baltazar. No entendía realmente la pregunta de Argus. Además, lo que dijo le hizo pensar en sus propios orígenes, en quienes eran sus padres, por que la habían dejado en el bosque y todo eso. Realmente ese pensamiento solo la invadió un segundo. A ella le daba igual que tipo de raíces tenga en ese sentido, ella era una hija de la naturaleza y siempre se guiaría por ella. Siempre que la tuviera a su lado no necesitaría saber nada sobre padres, abuelos, antepasados u otras figuras familiares.

Entonces se dio de cuenta de que debería ir a recepción para comenzar con su aventura. Hablar estaba bien, pero necesitaba comenzar con la acción, ya sea preparándose con los básico.

—Creo de deberíamos ir a la ventanilla de recepción, ¿no crees?—dijo refiriéndose a Argus—Después de todo tenemos que empezar con nuestro camino de aventureros. Quizás entonces consigas esas respuestas que buscas, ¿no?

 

Me encogí de hombros ante la respuesta que había obtenido. Al menos sabía por dónde empezar a buscar.

— Creo de deberíamos ir a la ventanilla de recepción, ¿no crees? Después de todo tenemos que empezar con nuestro camino de aventureros. Quizás entonces consigas esas respuestas que buscas, ¿no?

— Tienes razón —respondí. Mientras me iba levantando me dirigí al otro dragonborn—. Gracias por tu respuesta; ha sido un honor conocerte

Y justo entonces me di cuenta de un pequeño detalle sin importancia: probablemente necesitaría leer o escribir. Y para sobrevivir en el bosque, eso no es necesario, así que no sabía. ¿Y para qué iba a molestarme en aprender, de todos modos?

— ¿Podrías ayudarme? —le pregunté a Ankaeri, para luego contarle acerca de esa circunstancia

 

Goltas

Atravesó las puertas del gremio que le daba la bienvenida a paso lento, procurando poner su atención en los alrededores mientras intentaba no pisar a nadie por error, con un pomo escondido dentro de su enorme manaza. Una gota de sudor recorrió sus facciones mientras intentaba comprender por qué aquella puerta se le había resistido tanto (hasta el punto de desencajar el pomo de cuajo sin querer), si había visto a entrar a otros aventureros antes que él con total normalidad. Lo que Goltas no sabía era que en vez de tirar del pomo, simplemente había que empujar. El propio cartelito lo indicaba, de hecho. Pero como no sabía leer el idioma común (mucho se le resistía siquiera hablarlo), pues imaginó que aquella forma de abrir la puerta era la más caballerosa de todas. ¡Pero nunca llegaría a ser un caballero si iba rompiendo pomos allá por donde fuera, se sentía tan avergonzado!

Con la mirada gacha se abrió paso entre la multitud, sin prestar atención a las múltiples peleas o simples riñas que se daban a su alrededor. Y cuando alguna criatura chocaba contra su enorme cuerpo, y alzaba la mirada atemorizado hacia este, Goltas inclinaba su cabeza a modo de disculpa. Pero antes siquiera de poder decir "Goltas lo siente", o el tipo había huido despavorido, o quería pelea. En el segundo caso simplemente seguía avanzando, prácticamente sintiendo cosquillas sobre aquella mole de músculos que había logrado entrenar con los años. Pero a Goltas no le importaba eso, la violencia nunca era la solución para él, y su atención no estaba ahora para eso. Se dirigió hacia uno de los mostradores de la recepción y dejó caer el pomo desencajado, ante la sorprendida mirada de los encargados de dicha área.

—Goltas romper puerta al querer entrar. Goltas sentirlo mucho, y dejar esto por los daños —se disculpó, realmente compungido, dejando caer un saco lleno de criaturas cazadas y ensangrentadas frente a una aturdida recepcionista. Goltas no tenía idea de la existencia del intercambio monetario, así que creyó que aquel número de criaturas cazadas compensaría los daño causados durante su breve estancia. Sin ser capaz de mirarle a los ojos, el semiorco se alejó, sin saber muy bien a dónde dirigirse ahora.

De repente, mientras su mirada aturdida se enfocaba en puntos aleatorios del salón principal, pareció localizar algo que le llamó la atención. Había un cuadrado con papeles de colorines colgados en él que a Goltas le pareció bonito. No entendía los garabatos que los decoraban, pero quería llevarse un papelito a casa. Poco a poco logró abrirse paso, hasta quedar frente al tablón de misiones. Estiró su enorme mano a punto de coger un papel, pero al ver a los otros pareció dudar. ¿Y si estaba prohibido? ¡Robar no era digno de un caballero! Por ello, se dirigió hacia un tipo justo a su lado que parecía estar meditando, y le tocó levemente con su dedo en el hombro, captando su atención. Señaló el tablón una vez más.

—¿Goltas poder coger papelito de colores de recuerdo?

 

Hando "Puño de Hierro"

Su meditación se vio interrumpida y abrió los ojos. Se encontró con un semiorco corpulento, con una cabeza enorme, unos músculos como piedras en los hombros y el pecho, unos brazos gruesos y unas manos descomunales. Sin sentir ningún tipo de sensación por el bestial guerrero ladeó el rostro para notar que efectivamente los papeles eran coloridos. Observó el que tenía en su mano y negó con la cabeza.

—Solo los aventureros pueden tomar un papel. —señaló con la cabeza la recepción, donde aún la gente hacía fila para ingresar, y muchos se tapaban la nariz por los animales muertos que Goltas había soltado sobre la barra. —Allí te dirán los pasos básicos a seguir y una vez te den esto. —enseñó su chapa identificatoria. —Podrás tomar un papel. Quizá el mío, pero para ello tendremos que arreglar un asunto sobre goblins.

 

Jhonny

Seguía sin estar seguro de si realmente debería entrar, realmente ¿que ganaria entrando a un lugar como ese? Los aventureros siempre habian sido problematicos, varias veces se habia metido en problemas por culpa de ellos, sin embargo, la curiosidad era fuerte.

Tras titubear un rato decidió por fin abrir las las puertas de ese lugar y tras analizar un poco los rostros de ese lugar, decidió acercarse a lo más familiar que encontró, la chica humana.

Se intentó acercar como si no fuera gran cosa mientras hacía un gesto con una mano a quein fuera que desapachara el alcohol, necesitaba un poco para entrar en ambiente.

Contenido oculto

Vale, no me conecte hasta hoy a FFL, no noté que habían empezado ya xD lo siento

 

La joven se reclinó en el asiento, adoptando una postura relajada, con su brazo tras el respaldar.

— ¿Se acabó el acto de niña buena? Una lástima, me agradaba.— se frotó los ojos, tal vez denotando cansancio, tal vez otra cosa. La miró con una mirada de color azul glacial.— Si estás buscando orcos, estás con bastante mala suerte, querida. Hace ya varios meses que no se realizan avistamientos de las criaturas en las cercanías, así que lo más probable es que hayan migrado detrás de las colinas, en dirección a Uleared, o se estén escondiendo demasiado bien. Y si migraron a Uleared, fue un movimiento bastante estúpido para ellos.

La humana de cabello de trigo se encoge de hombros, restándole importancia al asunto.

— ¿Y dijiste también Dadalan?— inquirió, rascándose el cuello.— Se encuentra seguramente en la Sala de Entrenamiento, pasando esa puerta.

La rubia señaló una puerta a su derecha, hecha con duro roble, de apariencia rústica. Luego, se dio vuelta para recibir a su otro visitante.

>> ¿Y a quién tenemos aquí? Quítate la máscara, seguro hay un rostro bello debajo.— dijo la joven, sonriendo como un tiburón.

Contenido oculto

Estoy terminando de escribir el tema de la sala de entrenamiento! Un poco de paciencia, en unos minutos lo hago.

 

Belfurgigen

La espectacularidad de la ciudad de Alharzan, contrario a lo que esperaba, lo dejó bastante impresionado. Debido a la naturaleza de sus “actividades”, se vio forzado a pasar los recientes años de su larga vida desplazándose constantemente a lo largo y ancho de la Península de Golondir, pero aquella ciudad era el sitio que lo hizo sentirse más pequeño que nunca. Para alguien que pretendía ganar fama, una ciudad de semejante tamaño y con tanta cantidad de individuos le hacía notar, de forma implacable, que el desafío que tenía por delante era grande. Algo que había escapado por completo de sus cálculos. Una media sonrisa se dibujó en el rostro de Belfurgigen: le gustaba cuando algo escapaba a sus preconcepciones. Eso hacía que el camino hacia sus objetivos fuera más entretenido y él no podía pedir nada mejor que eso, un reto inesperado. Además, nunca tenía problemas en adaptarse rápidamente a las sorpresas. Caminó entre el gentío de la ciudad con el rostro descubierto. No le importaba que alguna víctima estuviese ahí por algún casual y lo reconociera, tanto mejor para él. Metió una mano en la pequeña bolsa que pendía a un costado de su pequeño cuerpo y sacó el panfleto para repasarlo. Entre otras cosas, allí había indicaciones sobre la ubicación del Gremio de Aventureros en Alharzan, a donde no tardó en llegar.

Lo recibió el aroma del pan recién horneado, la fragancia de las cervezas y el olor a orines de criaturas diferentes. Estaba menos acostumbrado al primero, por lo que la oportunidad de comer una hogaza caliente le resultó agradable. Se entretuvo observando una pequeña trifulca que en ese momento se desarrollaba, pero para su decepción duró poco; aunque ver las sillas reparándose por arte de magia sí que fue un acto digno de ver. El Gremio le pareció un sitio interesante, donde se mezclaba la maravilla con la mierda misma. Entró con paso calmado, esquivando hábilmente las piernas de los seres que eran demasiado altos para notar su presencia.

El primer sitio al que se dirigió fue a la Recepción. Aquello era más importante. Luego se dedicaría a perder un poco el tiempo con el mar de desconocidos que convivían allí dentro… Eso sí, perdió otra tanda de minutos haciendo la larga cola de aspirantes a aventurero.

—Qué remedio —suspiró, al notar que el individuo que tenía delante no traía cosas de valor encima.

 

Ankaeri

—¡Claro! Aunque quizás te parezca raro yo si sé leer y escribir, así que si hay algo escrito te lo leeré para que lo entiendas—exclamó. Se sentía feliz de poder ayudar a alguien, ya fuera en algo tan simple como leer. Miró a Baltazar—. ¡Muchas gracias por haber hablado conmigo! Espero no morir en mi primera experiencia como aventurera y que nos podamos volver a ver.

Dicho eso se levantó, miro a Argus con una sonrisa y empezó a correr hacia la ventanilla de recepción. Se sentía llena de energía y de alguna forma podía notar a la naturaleza animándola en su aventura. Sintió que en ese momento nada podía pararla, aunque realmente no había hecho nada importante.