Long-fic de Pokémon - La memoria del arma

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por la que escribe, 6 Agosto 2017.

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    la que escribe

    la que escribe Iniciado

    Virgo
    Miembro desde:
    6 Agosto 2017
    Mensajes:
    38
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La memoria del arma
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    4930
    Hola a todos. Esta es la primera historia que subo acá. Sé que el capítulo es un poco largo, pero los que siguen irán bajando en cuanto a cantidad de palabras. (tal vez...quien sabe)
    Cualquier comentario, duda me ayudan a mejorar :3
    ________________________________________________________________


    Los personajes y hechos retratados en esta historia son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia.


    Esta historia está realizada solamente con fines de entretenimiento y bajo ningún caso se busca lucrar con ella o con las marcas registradas de Pokémon y sus derivados.

    .....

    .....

    .....

    Capítulo I

    “Arrogante”

    .....​



    Es algo gracioso estar avanzando con toda voluntad hacia lo que claramente es el principio del fin. De mi fin.

    .......

    .......

    El océano se expandía infinito bajo su cuerpo, mientras que en la lejanía, el sol suavemente viajaba a su cita diaria y eterna con la línea del horizonte. Los rayos del astro bañaban con su calor la piel del viajero, mientras que el viento la acariciaba con cuidado, mas éste no estaba interesado ni en lo más mínimo en estos pequeños eventos naturales. Su mente estaba demasiado ocupada como para preocuparse por nimiedades como esa.

    ......

    ......

    ¡Maldición! Ese no es mi plan, debo saber qué hay más allá, este no puede ser el final de mi camino, me niego rotundamente a esa perspectiva. Soy el pokémon más poderoso que alguna vez haya pisado este planeta y quedarme de brazos cruzados, viviendo la decepción de no haber encontrado jamás un desafío digno de mí, o más aún, una razón a mi altura para estar en este mundo, me llena de ira.

    Podría detenerme ahora, simplemente girar y abandonar la misión, esperar nuevos retos, la guerra que se desatará tal vez. Pero... ¡pero no puedo hacerlo! No puedo simplemente desafiar a Giovanni con lo que él podría considerar...un capricho.

    ......

    ......

    —Mewtwo, responde, Mewtwo— se escuchó por el auricular que poseía el casco que llevaba puesto en ese momento, sacándolo con violencia de sus cavilaciones. —Estás perdiendo altura y velocidad. Atento, Mewtwo, ¿todo bien?

    Perfectamente—respondió la criatura para sí misma, ya que su voz psíquica no podía ser escuchada por el otro lado del intercomunicador, por lo que para dejarlo claro, retomó la altura que había perdido y miró hacia el helicóptero, asintiendo hacia los que se encontraban en su interior.

    En ese momento se encontraban sobrevolando una vasta sección del océano, en una ubicación de la cual sólo tenían conocimiento el Comandante Herrera, líder de la misión, y por razones lógicas, su piloto; siendo esta una operación de suma importancia, de la que nadie debía tener conocimiento hasta llegado el momento preciso. Más aún, ni el pokémon que volaba a un lado del helicóptero ni los ocupantes del mismo sabían a dónde se dirigían. Lo único de lo que estaban consientes en ese instante era de la puesta de sol, del color negro de las aguas y los matices anaranjados, rosas y grises del cielo.

    —Vista al frente— dijo con seriedad el comandante con los brazos cruzados, haciendo una señal con la cabeza para que todos voltearan hacia la parte frontal del vehículo. Ahí, tal y como indicaba, trasformando la perfecta línea del horizonte en una perpendicular, apareció una torre de transmisión, la cual fue creciendo lentamente junto a una serie de construcciones menores que completaron, finalmente, una isla de unos 5 kilómetros de diámetro, plagada de un sinfín de edificaciones de diversos tamaños, todas metálicas y grises. Parecía que nada humano podría habitar allí.

    —Está sobrevolando espacio restringido. Identifíquese—se escuchó repentinamente por el radio del helicóptero, sacando a todos de la contemplación del lugar al cual se dirigían. El piloto miró al comandante esperando indicaciones, mas éste sólo sonrió y presionó un botón en el intercomunicador que tenía en el oído.

    —Atento, Mewtwo— dijo. —Nos piden identificación. Haz los honores— Entonces el pokémon asintió y se adelantó rápidamente hasta llegar al espacio aéreo de la isla, desde donde aterrizó para quedarse de pie allí unos segundos.

    Mewtwo era un pokémon de unos dos metros de altura, de pelaje blanco grisáceo, excepto en el vientre y la cola, la cual era de un tono violáceo. Usaba una armadura que cubría su pecho, sus brazos, entre las piernas y los pies, además del casco que sólo permitía ver sus orejas. Se veía ciertamente imponente, con la puesta de sol recortando su figura oscura frente a la isla, mientras las olas rompían con violencia a tan sólo unos cuantos metros de distancia.

    El helicóptero avanzó un poco más, para sostenerse en el aire por sobre el océano, en una distancia segura, mas no indiferente al proceder del pokémon. Después de todo, él también era un agente y no podían dejarlo completamente solo en la misión, sin importar que su participación significara la mitad de la misma, o incluso más. Así que, tras estar unos cuantos segundos en tierra, la criatura se cruzó de brazos y el contorno de su cuerpo comenzó a brillar de un tono azul pálido. Sin embargo, sus pensamientos estaban tan lejos de la misión, que poca atención le estaba brindando.

    Todo había comenzado hace ya unos cuantos días, cuando los técnicos del Equipo Rocket, luego de una serie de exámenes tanto psíquicos como físicos, habían logrado determinar que el pokémon alcanzaba finalmente la cumbre de sus poderes y capacidades, lo que con facilidad lo posicionaba en el trono del "pokémon más fuerte del mundo". Giovanni y sus hombres no podían estar más conformes con aquella noticia y rápidamente llevaron a cabo la realización de un plan que había estado en el tintero desde hacía ya mucho tiempo: los primeros pasos para la conquista definitiva del mundo, el sueño y propósito de la organización delictiva más grande y poderosa de todo el planeta.

    Entonces, tras afinar unos cuantos detalles, se entregaron de lleno a la misión, la cual se desarrollaba ahora. No obstante, a pesar de toda la algarabía que representaba la situación, Mewtwo no estaba para nada enfocado en ella. Entendía a la perfección lo que significaba el triunfo para él y la organización y sin embargo, no podía sentirse conforme, ni mucho menos emocionado con lo que acontecía.

    Giovanni, luego de haberle dado la noticia de los resultados de los exámenes, le informó también sobre su papel en la misión y el peso de la misma. Sin embargo, el pokémon en lugar de comprenderlo dentro de la importancia que tenía, fue testigo de una serie de preguntas que, hasta ahora, no se habían detenido.

    Si este era el inicio de la conquista mundial y él era el pokémon más fuerte del mundo, lo que por lógica le impedía ser derrotado, entonces ¿Qué sería de él luego de alcanzado el éxito?, ¿cuál sería su motivación para estar vivo?, ¿qué haría?, ¿a qué se dedicaría?, ¿de verdad era este el final?, ¿esto era todo?

    La tormenta de preguntas lo molestó por días y días sin que pudiese hacer algo al respecto. Miraba como todos parecían emocionados ante las nuevas perspectivas, mas él no podía compartir tal sentimiento.

    ¿Tengo de verdad una razón de ser?, ¿este es el final de mi propósito en la vida?, ¿entonces quién soy?, ¿por qué estoy aquí, si ya no tengo un propósito?, se preguntaba sin cesar.

    Entonces, como una voz fantasmal venida desde lo más profundo de su inconsciente, la respuesta lo dejó sin aliento.

    Un peón.

    El pokémon más fuerte del mundo era simplemente un peón diseñado para recibir y acatar órdenes de un hombre vestido de anaranjado, al cual simplemente podía hacer volar la cabeza de un solo ataque. Esto claro, si es que de verdad pudiera.

    Cerró los ojos y por enésima vez intentó concentrarse en la misión.

    La táctica de siempre—se dijo—Llego, deshabilito a todos, acabo con las posibles amenazas, que con los humanos son casi nulas; y me quedo viendo cómo trabajan los demás. Soy solamente la forma en que aseguran su éxito.

    Otra vez esa molestia, esa sensación en el estómago al ver como su orgullo se hacía pedazos sin que pudiera encontrar un propósito en la vida que no fuera el ser tan solo un sirviente. Y lo peor de todo es que recién ahora, a puertas de lo que sería su última misión, recién se daba cuenta de ella. Toda su vida había peleado fielmente, pero por fin comprendía que en realidad siempre había sido tan solo un peón. Entonces, perdido en sus cavilaciones, surgió una pregunta que había estado dando vueltas desde hace mucho tiempo en su mente, pero que se empeñaba en ignorar.

    ¿Por qué estás obedeciéndole?

    Sabía muy bien la razón, como también entendía la falta de gozo al admitirla. Aunque Giovanni le permitiera hacer lo que quisiera la mayor parte del tiempo y aunque el pokémon disfrutara de beneficios que ningún otro agente tenía, comprendía que la libertad distaba mucho de aquello y que en realidad, no era muy diferente a los demás. Estaba atrapado bajo las decisiones y mandatos del líder el Equipo Rocket. Giovanni se había encargado hace años de poner un freno ante cualquier locura que quisiera cometer el pokémon, lo que ahora, provocaba en éste una gran angustia. ¿Qué sería de él ahora que su real utilidad para la organización se estaba terminando? Su poder era enorme, podría reducir a cenizas lo que quisiera, pero lamentablemente no podía alimentar el deseo de ir más allá porque no tenía permitido hacerlo. Es decir, tal y como él lo imaginaba, lo único que le quedaba era quedarse de brazos cruzados para siempre.

    ¿Por qué estás obedeciéndole?

    ¡Por Dios, qué insistente era la mente! Sabía porqué no podía desobedecer.

    Pero eso no significaba que no quisiera.

    En eso, otra vez perturbando el monólogo que se celebraba en su mente, sonó el auricular de su casco. —Atento Mewtwo, ¿has acabado ya? Esperamos la señal.

    El pokémon sacudió la cabeza y despertó. Se encontraba en plena misión y lo había olvidado. El helicóptero estaba aún detenido sobre la isla, esperando la señal para aterrizar y comenzar con su parte. Así que, tras unos segundos, se concentró otra vez. Debía desarmar a los humanos y pokémon presentes, eliminar amenazas y dejar libre el camino al resto de los agentes. Sin embargo, cuando se disponía ya a trabajar, vio un pequeño destello blanco que brilló por unos segundos y luego desapareció suavemente al final de un pasillo. Mewtwo se sintió intrigado ante lo que podría ser la señal de un ataque por parte de los ocupantes de la isla, por lo que se preparó para recibirlo, aun sabiendo que no lograrían hacerle daño. La confianza que tenía Giovanni, sus hombres y él mismo en sus propios poderes, era enorme. Así que, haciendo caso omiso a la orden de desarmar y acabar con las posibles amenazas, el psíquico se irguió, puso los brazos en jarra y ladeó un poco la cabeza, a la espera del inminente ataque humano del que sería víctima. Sin embargo, y antes de siquiera estar consciente de lo que sucedía, una suerte de androide se lanzó sobre él, emergiendo de la nada por entre los pilares y torres de transmisión, dándole un golpe en el vientre, precisamente donde la armadura no lo cubría, enviándolo a volar a toda velocidad hacia el mar.

    Desde el helicóptero, el comandante Herrera, junto a todos los agentes, ahogaron un jadeo mientras se inclinaban hacia adelante, con la expresión de pánico en sus rostros. ¿Mewtwo había sido derrotado de un solo golpe? No, no, no, eso no podía ser.

    —Atento Mewtwo— dijo Herrera presionando su comunicador con premura. —Atento Mewtwo, ¿me copias?

    No hubo respuesta física de ninguna clase durante varios segundos, debido a que el pokémon no podía hablar por radio mediante su voz psíquica, por lo que todos, aun sin quererlo, se llevaron las manos a la boca, sin poder borrar sus expresiones de pánico, pensando lo peor.

    Las aguas poco a poco fueron aquietándose tras el impacto de la caída del pokémon, meciéndose con suavidad al ritmo propio del océano. De él, pronto perdieron el rastro. El comandante, acercándose más a la ventanilla, no podía ocultar el horror en su rostro, a pesar de su posición como líder en la misión. Pero el ver al pokémon, al arma más poderosa del Equipo Rocket caer de un solo golpe, tal vez inconsciente, al océano y no poder hacer algo al respecto, lo llenaba de angustia. ¿Qué harían ahora?, ¿terminarían todos bajo las aguas luego de que el androide se lanzara contra ellos? Y si Mewtwo no había podido, ¿Cómo podrían siquiera pensar en lograr algo ellos?

    —Mewtwo, ¡responde!— gritó el comandante, con tal fuerza y desesperación, que se ganó las miradas atónitas de los agentes. —¡Mewtwo!

    Entonces, de repente, las aguas comenzaron a inquietarse y antes de un segundo, a levantarse en enormes olas, desde donde emergió un haz de luz azul que fue directamente hacia el atacante; quien se había quedado quieto durante ese lapso. Mewtwo contraatacó, golpeando a la máquina de la misma forma y enviándolo a volar hacia un edificio, en donde hizo un gran agujero de impacto. Por su posición y la forma de mantenerse en pie, el pokémon estaba claramente furioso. Lo habían tomado por sorpresa y enviado a volar, lo que para él era, lisa y llanamente, una humillación.

    Mientras tanto, todos en el helicóptero suspiraron aliviados. —Bueno— dijo Herrera. —Lo hizo enojar. Dejemos que se divierta un rato—los agentes asintieron, sonriendo al saberse a salvo otra vez. Mas en un rincón había un hombre que mantenía la mirada fija en el comandante, dibujando en su rostro una mueca de desagrado que pronto se empeñó en disimular.

    La máquina, tras unos segundos, bajó a tierra y se irguió para continuar con la lucha, quitándose los pedazos de concreto que se habían quedado incrustados entre las uniones de su cuerpo, por lo que el pokémon, aprovechando ese pequeño lapso observó a quien se había atrevido a enviarlo a volar, o más bien, quien estaba ahora firmando su sentencia de muerte.

    Era un ser completamente construido de un metal oscuro y pulido de apariencia aerodinámica. Su cabeza, casi redonda por completo, poseía una sección rectangular al frente, lo que supondría su visión. El resto era semejante al cuerpo de un ser humano, bastante delgado y alto.

    Mewtwo lo miró con desdén. ¿Cómo no lo había visto venir antes?, ¿cómo una criatura de esa contextura y tamaño pudo haberlo enviado a volar? Sintió que su sangre hervía solo de ira al ver a su contrincante prepararse para la lucha como si nada hubiera pasado, como si se estuviese burlando de él. Así que, no soportándolo más, se lanzó al ataque siendo imitado casi al instante por su adversario. Sus cuerpos, puños, brazos, chocaron de forma brutal por todo ese sector de la isla, provocando pequeñas caídas de escombros y algunas grietas en el piso. Pronto la batalla se convirtió en una tan feroz y rápida, que ningún ser humano podría seguirla a simple vista.

    En tanto, el helicóptero seguía en el aire, esperando poder aterrizar para continuar con la misión; por lo que ya pasados varios minutos, el comandante Herrera le ordenó al pokémon acabar con la confrontación. Después de todo, detenidos sobre la isla, eran un blanco extremadamente fácil para los agentes del lugar, quienes viendo a Mewtwo aun ocupado en su batalla, podrían atacar y destruir el helicóptero en un abrir y cerrar de ojos. Herrera se preguntaba por qué no lo habían hecho todavía, aunque no lo mencionó a los demás agentes.

    —Sé que te estás divirtiendo, pero debemos seguir adelante. Termina con él y asegura la isla.

    El pokémon dio un salto hacia atrás, otorgando unos segundos de calma al lugar, y se dispuso a cargar una esfera de energía, con la cual muchas veces antes, había logrado destruir edificios enteros, máquinas y armamento pesado. Con ella, el androide quedaría reducido a cenizas. En tanto, el enemigo se lanzó contra el pokémon convirtiéndose en el blanco directo hasta para un niño de tres años.

    —Como se nota que eres una simple máquina— dijo Mewtwo cuando lo tuvo a sólo unos cuantos metros y atacó. —Te tengo—Y extendió sus brazos hacia adelante, depositando casi con elegancia, su esfera luminosa en el pecho de la criatura.

    Desde el helicóptero vieron la explosión que se produjo al instante y supieron que todo había acabado, que luego de disiparse el humo, verían a Mewtwo listo para continuar. Sin embargo, y destruyendo todas sus expectativas, cuando todo acabó, descubrieron que la escena había quedado prácticamente congelada y que el androide no había recibido daño alguno además de un corte irregular desde la garganta al vientre, pero nada que pudiese comprometer sus circuitos. Atónitos, los agentes vieron como levantaba el brazo y golpeaba con todas sus fuerzas al pokémon, quien por suerte logró anteponer su armadura y cubrirse.

    —¿Qué significa esto?— dijo alguien en el helicóptero. Los demás miraron a su comandante haciéndole la misma pregunta, mas éste, con la boca abierta y el estupor dibujado en la cara, solo atinó a negar casi imperceptiblemente con la cabeza.

    Por otro lado, Mewtwo, luego de hacerse a un lado y optar por una posición más segura, analizó lo que acababa de ocurrir, sin creer que la máquina, ahora completamente erguida, hubiese resistido su ataque de esa manera. Entonces sintió algo en su interior, algo que, según recordaba, jamás había sentido: debilidad. En este momento, sin sus ataques psíquicos y con la desventaja de necesitar pronto un descanso, el pokémon se dio cuenta de que a la larga, sería derrotado.

    ¡Derrotado! ¡Derrota! Esas palabras habían carecido de significado desde que tenía memoria. Y como es que ahora, en lo que él consideraba, su última misión ¡estaba ocurriendo esto! No, no, no, se repitió sin descanso, esto debía ser un mal chiste, el NO PODÍA ser vencido y mucho menos por una máquina.

    Sintió otra vez que la sangre comenzaba a hervir, pero esta vez sin el furor de antes. Algo había cambiado y era el hecho de verse frente a frente a un enemigo que tenía más puntos a su favor y que aseguraba su victoria con ellos.

    Apretó los dientes, tratando de mantener la calma y recordar su posición dentro de Equipo Rocket: el pokémon y agente más poderoso del mundo. Había luchado, entrenado y acabado con miles de máquinas desde que tenía memoria y este, definitivamente este, no podía ser la diferencia. Entonces, tras suspirar y tomar una pose erguida, sin que nadie lo supiera a causa de su casco, sonrió.

    Por fin un verdadero reto— se dijo y se lanzó al ataque.

    En tanto, en el helicóptero trataban de analizar lo que sucedía y llegar pronto a una solución para continuar con la misión, ya que sin la parte de Mewtwo realizada, en estas condiciones sólo les quedaba una salida: la retirada. Y bajo estas circunstancias, esa era la última opción.

    Uno de los agentes, un hombre alto y delgado, de mirada fría y expresión enjuta, quien antes se había mantenido observando a Herrera, tomó una pokéball de su cinturón y la observó por unos segundos, tal y como si nunca en su vida hubiese visto una. Su nombre era Carl Gildenberger , segundo comandante en la misión y un hombre capaz de todo por lograr sus objetivos. Analizó la pokéball con cuidado, entornando sus ojos grises en una expresión concentrada, tratando, sin lugar a dudas, de encontrar una solución al problema en el que se encontraban en ese momento. Sin embargo, al poco rato y al calor de la deliberación de los demás agentes, encabezada por Herrera, un destello brilló en sus ojos, dando a luz una idea.

    —Está hecho para resistir ataques psíquicos— dijo de repente, como si hablase consigo mismo, mas lo suficientemente alto como para llamar la atención de los demás y obligarlos a voltear hacia él. —Así que va a cansar a Mewtwo lo más que pueda para darle el golpe final. Estos malditos estaban esperándonos—. Dijo señalando hacia la isla. —Y estaban esperando a Mewtwo porque saben cómo lo necesitamos, que tan dependientes de él nos ha hecho Giovanni—. Todos lo miraron con seriedad, pero nadie se atrevió a contradecirle. Después de todo, sabían que tenía razón y que no se hallarían en esta situación de no ser así. —Tenemos que bajar y pelear a la antigua— continuó. —Esa máquina es controlada desde adentro, estoy seguro, así que hay que entrar y acabar con quien sea que lo esté haciendo, darle tiempo a Mewtwo para que limpie el resto y terminar la misión.

    Los demás miraron al comandante Herrera, quien era el que debía dar las órdenes e idear las estrategias, no obstante al verlo serio con los ojos fijos en Gildenberger, se sintieron sumamente incómodos. Sabían que ambos eran altos mandos antiguos y que, tal parecía, tenían cierto conflicto personal, el cual se acentuó y aumentó la tensión con la última intervención:

    —¿Y a qué hora piensas dar la orden, César? ¿Cuando comiencen a bombardearnos? Te doy la solución a tu problema y lo único que haces es quedarte mirándome con cara de imbécil.

    Y otra vez las miradas se centraron en el comandante, del cual muy pocos sabían su nombre de pila. Esperaban sin duda, una confrontación física entre ambos hombres, lo que de seguro haría pedazos la misión, ya de por sí bastante mal.

    —Bajemos—dijo Herrera, conservando la calma a pesar de la creencia del resto de los agentes. ——Pero serás tú el primer frente de ataque. La prioridad es ayudar a Mewtwo y continuar con la misión.

    Gildenberger lanzó su pokéball al aire y la atrapó, con una sonrisa arrogante, satisfecho por el giro de los acontecimientos. El helicóptero comenzó a descender mientras el comandante continuaba con las órdenes.

    —Quiero tres líneas de defensa de cinco, Gildenberger a la cabeza efectuará el primer ataque y luego defensa. Si lo que acaba de mencionarse es correcto, entonces ellos deben estar seguros de que Mewtwo ha venido sólo con un mínimo contingente de apoyo, sólo unos cuantos guías para darle a conocer la ubicación de la isla y nada más, lo que sin duda, es un punto a nuestro favor. Sin embargo, ya nos dimos cuenta de que es absurdo confiarse. Atacaremos con todo. Tirar a matar. Recuerden que ellos poseen el armamento que queremos, así que no hay que darle ni la más mínima posibilidad de ataque— Herrera prosiguió con las indicaciones volcando la atención de todos a un mapa del lugar que sobrevolaban, mientras que Gildenberger se asomaba por una ventanilla y lanzaba su pokéball al piso al tiempo en que el helicóptero se acercaba a éste.

    —Usa campo de fuerza—gritó antes de que su alakazam se materializara, por lo que el pokémon y el vehículo del Equipo Rocket estaban protegidos desde antes de que numerosas balas comenzaran a llover sobre ellos. Una vez todos en tierra, los agentes descendieron del helicóptero y, armas en mano, se dispusieron a la batalla.

    —Alakazam—gritó su entrenador al frente, protegido por la fuerza psíquica de la criatura. —Desármalos— y el pokémon alzó sus cucharas, las cuales comenzaron a brillar y, como por arte de magia, las balas que se le dirigían se detuvieron en el aire y cayeron; mientras que las armas de los agentes de la isla, aún sin ser vistos por el psíquico, se retorcieron de formas grotescas que por ningún motivo daban la idea de lo que habían sido. —Mewtwo no es el único pokémon psíquico aquí, métanse muy bien eso en la cabeza.

    "Tal y como supuse, para crear a ese androide deben haber pasado años de estudio. Sin embargo, los poderes de Mewtwo han crecido tanto, la vara está tan alta, que se les hizo imposible crear una serie de máquinas de ataque contra el resto de nosotros", pensaba el hombre mientras se efectuaba el plan. "Herrera tiene razón. Han observado el patrón de ataque que hemos usado y han caído en la trampa. El que Mewtwo pelee solo en las misiones les hizo creer que siempre sería así y que Giovanni le entregaba todo el peso de las operaciones. Es por eso que se insistió en traer una gran cantidad de agentes y dos comandantes."

    Entonces los agentes de la isla, viéndose ahora indefensos, lanzaron una serie de pokémon oscuros contra el alakazam, en un intento por derrotarlo mediante la ventaja de tipo y la cantidad. Sin embargo Gildenberger sonrió y regresó a la criatura a su pokéball, señalándoles a los demás que podían atacar, por lo que el resto de los agentes comenzó a disparar y a lanzar pokémon que tuvieran ventaja sobre los que ya había en el campo de batalla. No obstante, los de la isla no se hicieron esperar y una segunda serie de criaturas se vio enfrascada en el conflicto para nivelar la situación. A pesar de la lucha campal que se estaba desarrollando, pronto los agentes del Equipo Rocket fueron avanzando, ya que después de todo, ellos seguían teniendo sus armas, mientras que sus adversarios no parecían poseer algún pokémon que pudiese hacer un trabajo similar al del alakazam de Gildenberger.

    Los soldados, armas en mano, se abrieron paso entre las construcciones, disparando ante el menor movimiento de sus adversarios, al tiempo en que la isla se estremecía por las repercusiones de la batalla entre Mewtwo y el androide. Los hombres comenzaron a penetrar en los edificios hasta verse dentro ya de los distintos complejos, dispuestos a pelear y descubrir a quien controlaba al robot y detenerlo.

    La isla se componía de una serie de edificios y antenas superficiales, pero en realidad lo que ellos querían encontrar se hallaba bajo tierra, lo que lo convertía en una carrera contra el tiempo: Mewtwo y su adversario, a este paso, harían pedazos el lugar con todos los humanos adentro. Los agentes avanzaban soportando temblores y peligrosas caídas de escombros que pronto se convertían en problemas.

    —Debemos llegar al punto 0— decía Herrera a todos los agentes mediante su intercomunicador.

    —El sector B se encuentra ya despejado—informó alguien desde dicho lugar —Avanzando a punto convenido, cambio.

    —Grupo C, avance a dirección mencionada y cubra ataques—ordenó el hombre.

    —Copiado.

    —Necesitamos apoyo en sector H. Dos agentes caídos—se anunció con angustia, lo que provocó malestar en el comandante. Se encontraba demasiado lejos del lugar y debía hacerse cargo de su propio sector.

    —Yo me encargo— irrumpió la voz de Gildenberger. —Como siempre, pan comido.

    —Sí, claro— susurró Herrera con hastío y luego miró hacia arriba, al notar que los temblores habían cesado repentinamente. ¿La batalla había terminado? De inmediato se llevó la mano hacia la sien, lugar en donde tenía el intercomunicador y presionó el botón. —Mewtwo, ¿me copias?—mas no hubo respuesta.

    A un lado del hombre, junto a otros agentes que seguían avanzando sigilosamente, se encontraba una joven de unos veinticinco años, de cabello color trigo fuertemente trenzado y oculto bajo su gorra. Su nombre era Jennifer Patton, uno de los agentes más jóvenes de toda la organización. Miraba al comandante con extrañeza y preocupación, cosa que el hombre notó a los pocos segundos.

    —¿Sucede algo, Patton?— le preguntó sin desviar su atención del frente para guiar a sus soldados. En ese momento un hombre apareció y rápidamente lo liquidaron de un solo balazo.

    —Quería hacerle una pregunta. Si Mewtwo no puede hablar por el casco porque él en realidad no habla, ¿por qué lo está llamando?

    —Mewtwo tiene un botón especial en el casco, el cual envía una señal directa al comandante de la misión, en este caso, a mí. De ese modo sé que está consciente y puedo darle nuevas órdenes.

    —...

    —Sin embargo, no escucho la pelea y no contesta. Pienso que tal vez esté tan concentrado en lo que está haciendo que no me está prestando atención o...— y guardó silencio por varios segundos antes de retomar el habla. —No puedo simplemente dejarlos para cerciorarme de que está bien.

    Entonces la joven, sin pensarlo demasiado, dio un firme paso hacia adelante y alzó la vista.

    —Yo puedo ir a verificar eso, señor. Sé que tiene una responsabilidad y yo estoy más que dispuesta a cumplir este encargo por usted.

    —No puedo dejar que vayas sola, debemos seguir avanzando unidos.

    —No se preocupe, sé cuidarme sola. Además, si alguien llega a decirle algo sobre mi avance en solitario, diré que hui y que no quise escucharlo. Asumiré cualquier responsabilidad en mis actos, señor.

    Entonces el hombre se la quedó mirando completamente sorprendido por las palabras de esta muchacha. Ella, por otro lado, al no obtener una respuesta, comenzó a sentirse seriamente incómoda, mas la sonrisa que le dedicó en ese momento su comandante, la descolocó aún más.

    —¿Entonces qué esperas para desobedecerme, Patton?—preguntó Herrera y ella, tras regresarle la sonrisa, corrió a toda prisa en la dirección contraria, dispuesta a comunicarse con el hombre apenas tuviese noción de lo que estaba sucediendo en la superficie de la isla.

    La muchacha avanzó por los laberínticos pasillos subterráneos de la isla, con el fin de conseguir noticias de Mewtwo lo más rápido posible y así hacer sentir satisfecho al comandante por su trabajo. Sin embargo, tras subir unas escaleras y emerger a la noche, se sorprendió al descubrir, en un primer momento, que no había rastros del pokémon ni del androide en ningún lugar.
     
    Última edición: 16 Julio 2018
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  2.  
    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Como una sugerencia tal vez puedas dividir el episodio en dos dado que a muchos lectores nos cuesta trabajo leer más de 5000 palabras seguidas... ☺ ─aunque esa es una mala costumbre que tengo también al escribir... ☺☺☺─. No suelo pasar mucho por esto foro debido a que he perdido el hilo de la trama Pokemón después de la segunda película... o la tercera?, bueno, entre esas dos películas y ya no me ha llamado la atención retomarla, aunque tu historia sobre Meowtwo (creo que así se escribe, no lo sé bien), el pokemón creado con ingeniería genética y cuya película sí vi, es bastante entretenida. Faltas ortográficas no hallé aunque no está de más consultar a un beta para poder escribir con mejor presentación.

    Mucha suerte en la trama... ☺
     
    Última edición: 6 Agosto 2017
  3.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    ¡Hola! Bienvenido/a a los foros de pokemon. Bueno, siempre es emocionante leer nuevas historias, y déjame decirte que no es tan común encontrarse con una historia con Mewtwo como personaje principal. Y es genial que lo utilices, pues me parece un pokemon sumamente interesante, cuyo trasfondo puede explotarse muy bien. Y ver qué también el Equipo Rocket tendrá una participación importante es excelente.

    Como dijeron un poco más arriba, hubiera sido bueno sí hubieras dividido el capítulo en dos o más partes, para qué no resultara tan pesado la primera lectura y el primer encontronazo con la historia. Yo también pequé de eso al principio, así que no te preocupes.

    En cuanto ortografía, tu escritura es muy limpia y clara, y no pude hallar errores importantes. Sin embargo, encontré un par, que te marco para que te sea más fácil cambiarlos. Principalmente, cuando comienzas una pregunta, te olvidas de poner mayúsculas.
    En esta última, récord tiene tilde.

    Bueno, sin nada más, espero con ansias el resto de la historia, y saber más sobre lo que tienes planeado. ¡Un saludo y que tengas buenos días!
     
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  4.  
    LizzaRade

    LizzaRade Sombra online

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    A pesar de que, otra vez, lo leí en otra página, este capítulo no lo comenté xD. Bueno, a frotarse las manos y a marcar cosillas.

    Ok, me gusta como se intercala los pensamientos de Mewtwo con la narración convencional. Le da un toque de profundidad al ponernos más a fondo lo que esta pensando el personaje.

    Aunque sí, hay cosas que me hicieron ruido. Un rant piola.
    A ver... seh, me pondré mamona aquí. No tiene sentido que teniendo pokémon variados y evidentemente más efectivos, usen armas con munición limitada, no sé, aquí realmente dudé si esto era pokémon. No sé, a mi no me gusta cuando se ponen armas en un fic pokémon si de igual forma van a usar a los pokémon en escenas de acción, para mí, no tiene sentido y es un gasto innecesario sólo para que los tipos se vean cool (sé que no es el caso, pero siempre lo he interpretado así).

    Dejando ese rant de lado, sí, es un interesante comienzo, pero temo que se desvíe más de la cuenta de lo que es pokémon.

    Eso, chau.
     
    Última edición: 20 Septiembre 2017
  5.  
    la que escribe

    la que escribe Iniciado

    Virgo
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    La memoria del arma
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    Nota: Para quienes leyeron el capítulo anterior, notarán que ha sido dividido por su extensión. Por lo tanto, este es sólo la segunda parte del mismo.
    ...
    Capítulo II
    Confrontación
    ...
    ...​


    La isla se encontraba casi en completa calma y eso, después de todos los acontecimientos, no era posible. De haber sido derrotado Mewtwo, su contrincante de inmediato se hubiese lanzado contra ella y el resto de los agentes, sin embargo, hasta ahora, no había recibido ningún comunicado de tal categoría por su intercomunicador. Esto podría dar a pensar que el psíquico era el triunfador, no obstante, hubiese sucedido lo mismo en ese caso.

    Entonces, ¿Dónde estaban? Rápidamente corrió para ponerse bajo resguardo tras un bunker y buscó en el estuche de su cintura un par de anteojos de visión nocturna que sin duda, le permitirían entender qué estaba sucediendo. Al alzar la vista otra vez, como una aparición fugaz, pudo distinguir la batalla aún en desarrollo, pero bastante alejada de la isla, lo que explicaba entonces la ausencia de temblores y escombros caídos. Seguramente quien manejaba al androide, comprendiendo el peligro de un derrumbe producto de la violencia de la confrontación, había forzado a Mewtwo a pelear sobre el mar.

    La joven se aproximó con cuidado, embobada por la velocidad y la brutalidad de la batalla. Y es que, a pesar de todo, jamás había visto a Mewtwo en acción desde tan cerca, lo que le hacía comprender por fin, porqué todos parecían idolatrarlo tanto. Sin lugar a dudas, era el pokémon más fuerte del mundo.

    Pero en ese momento recordó su misión y de inmediato llamó al comandante Herrera para informarle lo sucedido. Una vez terminada la comunicación, otra vez se quedó observando la pelea sin poder quitarle los ojos de encima.

    El androide dio un golpe más en el brazo del pokémon y éste se lo regresó de inmediato; sin embargo, a pesar de la lejanía, Jennifer pudo darse cuenta de que los movimientos del pokémon lentamente se iban apagando y, recordando lo dicho por el comandante Gildenberger, se dio cuenta de que la máquina estaba logrando su objetivo: cansar a Mewtwo.

    No, si eso llegaba a suceder, entonces sería el fin de la misión y del propio pokémon. Y lo peor de todo en ese convulsionado escenario era el hecho de que sólo ella estaba disponible para hacer algo, ya que todos los demás agentes se encontraban luchando en ese preciso momento.

    ¿Qué hacer?, ¿cómo hacer algo? Se llevó las manos a la cabeza tratando de pensar en la situación en la que se encontraba. Si lograba efectuar alguna acción beneficiosa para el psíquico, no sólo él terminaría a salvo, sino también ella recibiría una serie de agradecimientos y, por qué no, condecoraciones directas del mismísimo Giovanni. Ella, una joven cadete recién ingresada al Equipo Rocket, que se había destacado de todas las formas por sobre sus compañeros y que había recibido el honor de poder participar en esta misión, podría ser ascendida en un tiempo récord, como nunca antes se había visto en la organización.

    Esa perspectiva le hizo pensar en todo lo que obtendría si lograba ayudar a Mewtwo, así que, oculta tras el bunker, comenzó a trazar un plan, repasando primero sus armas antes de enfrentar cualquier ataque.

    Poseía en sus manos una Colt M4 calibre 22, con la cual podría hacer un conveniente sistema de ventilación en el cráneo de cualquiera. —Pero no puedo acertarle si no se queda quieto. Si sólo Mewtwo pudiera mantenerlo unos segundos en tierra...— Unas pequeñas cuchillas que sólo ayudarían a la hora de tener una víctima de carne y hueso, y dardos venenosos, tan inútiles como las antes mencionadas. No obstante, también contaba con un arma en la cual sí podía confiar ciegamente y que, de seguro, le abriría las puertas al triunfo: la granada, la única que le daría la oportunidad de hacer pedazos al androide. Pero, debía usarla con cuidado, pues la explosión no solo sería capaz de destruir al enemigo, también podía dañar a Mewtwo o, peor aún, a ella misma; y. definitivamente no estaba dispuesta a cometer semejante locura, y menos teniendo aquellos sueños de grandeza.

    Hace un tiempo, conociendo las armas que usaría en un futuro, uno de los comandantes les señaló la granada, a la cual habían llamado en tono de broma "La parodia", debido a que Mewtwo, cuando se enteró de la creación de la misma, consideró que era tan sólo una burla a sus poderes y que en realidad nada ni nadie podía compararse con ellos. Sin embargo, aquel comandante les dijo a ella y a sus compañeros, que La parodia poseía un poder destructivo prácticamente idéntico al del pokémon y que eso la posicionaba como el arma más poderosa de todas. Es por esto que, sin pensarlo demasiado, y poniendo en riesgo su propio cuello, Patton se las arregló para hacerse con una de ellas, muy a pesar de que no tenía el grado en la organización para poseerla.

    —Es decir− se dijo la joven. —Esta bomba equivale al ataque con el que Mewtwo pretendió destruir al androide hace un rato, sólo que sin energía psíquica. Y si me baso en lo que dijo el comandante Gildenberger, con este ataque sí que podré destruirlo, porque él no es inmune a las explosiones no psíquicas.

    Pero no podía lanzarla así como así, no podía ser tan idiota como para desperdiciar el mejor y único ataque que tenía, por lo que debía pensar en la forma de lograr mantener quieto y a su merced al androide. Se asomó entonces y lo observó, notando que en realidad no se encontraban tan lejos de tierra. Si conseguía darle un tiro en la cabeza y noquearlo por un rato, o al menos lograr que Mewtwo hiciera ese trabajo, fácilmente podría acercarse y atacarlo con la parodia.

    —Así que volarle los tornillos de un balazo es la mejor opción—susurró y luego trató de enfocar su vista en el pokémon. —¿Pero cómo hago para que Mewtwo lo mantenga quieto para disparar? ¿Qué hago?

    Entonces recordó lo que había dicho el comandante en el helicóptero: “Esa máquina es controlada desde adentro, estoy seguro”.

    Si eso era correcto, tras esa sección rectangular de la cabeza del androide, existía una suerte de cámara, o al menos un sensor para que, adentro, en la seguridad del complejo de la isla, alguien pudiese manejar todos los movimientos del atacante. De ser así, entonces se encontraba concentrado en acabar con Mewtwo, confiado en que ningún agente sería lo suficientemente estúpido como para correr el riesgo de ser su compañero de batalla; ya que se supone, el pokémon es la fuerza de ataque y lo que él es incapaz de hacer, es imposible para los demás. Por lo tanto, basada en esa lógica, Jennifer sabía que nadie la esperaría y que para darle la ventaja a Mewtwo, sólo necesitaba unos segundos.

    —Una distracción—se dijo, incorporándose un poco y viendo hacia arriba instintivamente en busca de cámaras de seguridad, aunque a decir verdad, estaba segura de que nadie estaba preocupada en vigilarlas. De seguro la mayoría de los agentes de la isla estaban ocupados en enfrentar a los del Equipo Rocket, mientras que los demás le brindarían apoyo al que manejaba en androide, con tal de que la derrota del pokémon fuese una realidad. Pero aun así, se negó a bajar la guardia y avanzó con sumo cuidado entre las construcciones, con tal de llegar a un punto estratégico y poder efectuar su plan.

    Necesitaba tan sólo unos segundos para distraer al androide o confundir a quien lo contralaba, para de esta forma, obligarlo a mantenerse quieto el tiempo suficiente para apuntar y disparar. Parecía sencillo, sí, demasiado sencillo en la opinión de la propia Jennifer, pero sabía bien que detestaba los planes complicados sabiendo de la existencia de soluciones más simples de idear y realizar. Y este no era la excepción.

    Entonces cerró los ojos y tomó una pokéball de su cinturón, para luego mirar con decisión al lugar en donde se desarrollaba la batalla.

    —Es hora—dijo y la lanzó al aire, emergiendo un haz de luz roja que se materializó pronto en un enorme Charizard, quien apenas viéndose libre, expelió fuego de sus fauces con tal fuerza, que Jennifer no pudo sonreír más ampliamente al ver la distracción que necesitaba convirtiéndose en una realidad. Notó de inmediato que ambos luchadores hicieron una pequeña pausa para observar al recién llegado, quien rugió con más ahínco.

    Entonces la joven, aprovechando los valiosos segundos que tenía a su favor, se asomó desde atrás de un bunker y tras haber apuntado su blanco al centro de la cabeza del androide, sonrió con arrogancia al tan sólo imaginar las recompensas que recibiría de ahora en adelante.

    —Eres mío—susurró al momento de disparar, mientras la máquina y el pokémon aún tenían su atención sobre el Charizard, el que se disponía a ser partícipe de la confrontación.

    Los segundos pasaron uno tras otro con tal lentitud, que cada movimiento, cada expresión, cada chispa emanada de la llama de la cola del pokémon de fuego podía verse con tal detalle que parecía la representación de las miles de estrellas y mundos desperdigados en el cosmos. Jennifer aún sonreía cuando vio que Mewtwo giraba la cabeza hacia ella, completamente ignorante de su presencia, pero esa sonrisa se borró a tal velocidad, que el tiempo volvió a transcurrir con normalidad cuando vio que el androide, sin siquiera voltearse, daba un paso hacia atrás y esquivaba la bala con tal gracia, que la mejor bailarina de ballet podría retorcerse de envidia. Mientras tanto, Mewtwo tuvo que hacer un gran esfuerzo para lograr tal cometido, ya que la rapidez de la situación, luego de la distracción que había representado el lagarto de fuego, lo habían tomado por sorpresa.

    —No puede ser—dijo la joven mientras un nudo se le hacía en la garganta. No sólo había fallado el tiro, sino que había quedado al descubierto frente al enemigo, quien, ahora sí giró su cabeza hacia ella y se lanzó al ataque.

    La chica de cabellos de trigo rápidamente pretendió huir hacia el helicóptero, para al menos conseguir a unos cuantos agentes de apoyo, mas la rapidez del adversario metálico fue tal, que no alcanzó a dar un par de pasos cuando lo tuvo encima. De no haber sido por la intromisión del Charizard, Jennifer estaría pulverizada bajo el puño implacable del acero. El pokémon logró anteponer su cuerpo al de la humana, recibiendo el golpe en pleno costado. El sonido de las costillas rompiéndose, en conjunto con una serie de órganos fue como una avalancha para la chica, quien vio como la sangre de la enorme criatura salía a borbotones desde sus fauces, para terminar en su propio pecho y rostro, segundos antes de que el cuerpo del maltrecho pokémon terminara casi aplastando sus pies.

    —No...— susurró con horror, pensando en la inminente muerte del Charizard y en la propia, la que se materializaba en este androide de metal oscuro que ahora la observaba mediante su único ojo rectangular.

    Entonces, como un enviado del cielo, la muchacha vio como desde la lejanía, Mewtwo se acercaba volando a toda velocidad, provocando un dulce alivio en el alma de la joven. Imaginó que el pokémon tenía algo de honor, aun a pesar de su frío y cruel exterior, y que estaba dispuesto a protegerla. Después de todo, ella había pretendido ayudarlo. Sin embargo, cuando estuvo a un par de metros de distancia, la máquina se volteó y trató de contraatacar el inminente golpe, mas el psíquico desapareció en el aire y se materializó a un costado de la situación, propinándole un puñetazo de tal magnitud, que salió volando hasta encontrarse con el concreto de uno de las tantas edificaciones del lugar.

    Jennifer alzó la vista y miró al casco el pokémon, sonriéndole a duras penas para agradecerle el haberle salvado la vida. No obstante y fuera de cualquier perspectiva que hubiese tenido la humana, Mewtwo la tomó de su chaqueta, en una zona demasiado cerca de su garganta y luego la arrimó con toda violencia a la pared más cercana, separando sus pies casi un metro del suelo.

    —Q-qué estás...—decía la joven llevando ambas manos hacia las del pokémon, quien sostenía con demasiada fuerza su frágil cuerpo. Sentía que se quedaba sin respiración y pronto el miedo emergió desde el fondo de su ser, impregnándola por completo. Abrió los ojos con terror, con la mirada fija en la negrura del casco de pokémon. Pero agradeciendo no poder ver directamente los irises de aquella criatura. Temía no poder resistir la mirada de un asesino implacable como lo era Mewtwo.

    —¡¿Quién mierda te dijo que podías meterte en mi batalla?!— rugió el psíquico, aterrorizando más a la pobre humana, cuyas piernas se movían descontroladamente mientras, en vano, intentaba alcanzar algún punto de apoyo. Sus dedos, inútilmente, intentaban enterrarse en la armadura del que, tarde o temprano, se convertiría en su verdugo.

    La joven trató de mirar en busca del androide, rogando por la continuación de la batalla y el fin de su padecimiento, mas parecía que la furia del pokémon se había materializado a tal grado, que lo había dejado parcialmente inconsciente, si es que eso era posible en un ser robotizado como lo era él.

    —P-por favor—susurró la joven, sintiendo la pesada mano de Mewtwo demasiado cerca de su garganta. Si sus dedos lograban cerrarse allí, sería el fin de su historia. Y al parecer, eso era precisamente lo que pretendía el pokémon. —P-por f-fa-favor. Yo sólo....yo sólo quería a-a-ayu...

    —¡Cierra la boca!— le gritó el atacante, moviéndola como si se tratase de una muñeca de trapo, golpeándola con tal fuerza contra la pared, que Jennifer creyó escuchar sus propios huesos hacerse pedazos.

    La joven no pudo soportarlo y lloró, presa del pánico, de las terribles historias que existían sobre el pokémon, sobre sus sueños destruyéndose uno a uno en ese lugar, sin que ningún agente lo supiera, sin que el comandante Herrera pudiera poner fin a su dolor. ¿Realmente sería aquí?, ¿en esta desolada isla, separada por miles de kilómetros de cualquier lugar habitado?, ¿lejos de todo y de todos?, ¿aquí sería el final de su existencia? Cerró los ojos a espera de aquel desenlace, pero, para su sorpresa, sintió que el agarre del psíquico se hacía más suave; así que, presa de la curiosidad, decidió verlo una vez más, notando que él miraba su cuerpo, el sector de sus caderas; y tras sostenerla unos segundos más, con su mano libre tomó el estuche que traía la joven y lo arrancó de ella con toda brusquedad.

    Por fin algo útil—dijo sosteniéndolo, para luego dejar caer a la humana sin ninguna consideración, abandonándola a su merced. Mas, cuando ya se alejaba en dirección a su contrincante, quien en ese momento se recuperaba del último golpe, se volteó hacia la maltrecha muchacha y se la quedó observando por un tiempo que, para ella, fue demasiado largo—Agradece el que sólo te haya roto las costillas y no te haya sacado el corazón de un puñetazo, humana— se volteó—Diviértete tratando de desencajarte las costillas de los pulmones—Y se alejó para continuar con la batalla, dejando a la joven en el olvido, como si no se tratase de nada más que una miserable bola de papel. Ella sólo se lo quedó viendo, con la respiración entrecortada y el miedo latiendo deprisa en su pecho.

    En tanto el pokémon caminó raudo hacia donde se incorporaba su contrincante, sorprendido de sí mismo de haber logrado asestarle un golpe de tales proporciones. ¿Por qué no lo había hecho antes?, se preguntó, y supuso que la respuesta se encontraba en la ira ciega que sintió cuando la muchacha pretendió ser más fuerte que él, al punto de creer que había logrado entrar en batalla y ganar. No, no podía ser burlado dos veces en el mismo día. Primero, por una máquina y luego por una humana, la que ni siquiera era un agente oficial, sino una simple cadete. Ambos eran portadores de humillación y si realmente se consideraba el pokémon más poderoso del mundo, no podía ser vencido por ninguno de ellos.

    A la chica no podía matarla, aunque ardía en deseos de hacerlo. Tan sólo porque, en teoría, debían trabajar juntos como equipo, muy a pesar del conocimiento de que era él quien hacia la mayor parte del trabajo. Empero, al androide podía hacerlo mil pedazos y disfrutar con ello. Luego se encargaría de acabar con todos los humanos agentes de la isla por haber pretendido desafiarlo.

    Suspiró con hastío. Esa era una de las mil razones por la que detestaba a los humanos. Ese afán de buscar la manera de cubrir sus defectos e incapacidades y vanagloriarse por ello, como si de verdad fuesen dignos del lugar que ocupaban en el orden mundial.

    No, los humanos no lo merecían, eran demasiado hipócritas con su propia naturaleza como para tener una autoestima más alta. No, lo que debía mandar en el mundo, y el pokémon lo sabía, era el poder. Y él lo tenía. El poder más grande de todo el planeta estaba bajo su control.

    Entonces, otra vez la pregunta se hizo presente, angustiándolo tras una respuesta que conocía y que le avergonzaba confesar.

    “¿Por qué estás obedeciéndole?”

    “Porque no puedo hacer nada más.”

    “Entonces significa que hay un poder más grande que el tuyo y que en el fondo, no eres muy diferente a ellos.”

    El pokémon se detuvo en seco, cerró los ojos y apretó los dientes, enojado consigo mismo y con la situación en la que se encontraba, pero, pasados unos cuantos segundos, sacudió la cabeza y volvió al ruedo. No podía desconcentrarse, no ahora. Debía acabar con su adversario y desquitar su frustración con él a como diera lugar.

    Lo miró incorporándose y preparándose para la continuación de la batalla, mientras el odio crecía en su pecho a raíz de la serie de pensamientos que estaba teniendo en ese momento. La humillación, la burla, la realidad de que, a pesar de toda su fuerza, no poseía el poder mayor.

    “Soy el pokémon más fuerte del mundo.”

    “Pero no el ser más poderoso”

    Apretó con fuerza el bolso que le había arrebatado a la joven, pero pronto reparó en que necesitaba lo que se encontraba en su interior, así que optó por relajarse. Era un pokémon psíquico, no podía perder el control de sí mismo y hallarse tan disperso mentalmente en un momento como este. Después de todo, sus poderes eran reflejo de su estado emocional y mental.

    —¿Por qué no acabamos con esto?— le dijo a su adversario. —Ya no estoy de humor para continuar, lo siento. He tenido un pésimo día, me han humillado demasiado y lo más desagradable de toda esta situación, es que la última de las humillaciones vendrá de mi propia mano. Cualquiera podría pensar que no poseo autoestima.

    El androide optó por una posición de ataque, en contraste con la pose relajada y despreocupada que tenía su oponente. Tal parecía, para los ojos de quien manejaba al robot, el pokémon había perdido todo deseo de pelear y estaba tirando la toalla. Lo habían subestimado por última vez.

    La máquina se inclinó para propinar uno de sus mejores golpes, el definitivo que se llevaría la vida de Mewtwo, mas éste, rápidamente abrió el bolso de la joven y sacó algo que, a causa del tamaño de su mano, no podía distinguirse con claridad. El androide se adelantó con su puño en alto, directo al pecho de su oponente, como había pretendido hacer con el Charizard hace un rato, sólo que en esta ocasión no admitiría fallas.

    —Despídete—sonrió el agente frente a la pantalla, mientas controlaba magistralmente la creación que derrotaría al arma principal del Equipo Rocket.

    Sin embargo, igual que antes, Mewtwo desapareció en el aire y se materializó a la derecha del atacante, quien previendo sus movimientos, se giró en esa dirección, sorprendiendo al pokémon y atrapándolo contra la pared. El psíquico, con el brazo aprisionado en el concreto, trató de zafarse, mas el androide logró lo impensable: cerró su mano, ahora convertida en una fría garra, en la garganta descubierta de Mewtwo. Éste se estremeció, anonadado por la velocidad de su contrincante y más lo hizo cuando, con un movimiento casi elegante, el casco que cubría su rostro salió volando a metros de distancia. Quedaron frente a frente, los ojos violáceos del pokémon, contra la fría sección rectangular que correspondía a la visión del atacante.

    Eres mucho más humano de lo que cualquiera pudiera pensar—dijo con una sonrisa torcida. —Tienes un conveniente gusto por el sadismo, ¿eh? ¿Tienes deseos de ver mis sesos volando cuando termines por estrangularme?—Y dicho esto, como si el pokémon diera las órdenes, el androide apretó más su garganta, impidiéndole la respiración. Mewtwo sintió que su corazón latía con cada vez más fuerza, mientras que sus pulmones comenzaban a sentir la desesperación ante la necesidad de aire. —¿Qué tal si vemos los tuyos?—dijo con un hilillo de voz psíquica, consciente de que su enemigo no podía escucharlo de ningún modo y que durante todo este tiempo se encontraba hablando solo. —Mejor terminemos con esto, me aburrí de los juegos.

    Entonces, con cuidado llevó las manos al pecho de la máquina y allí reveló lo que había estado ocultando: la parodia. El pokémon conocía con precisión todas las armas que los humanos cargaban, por lo que apenas la vio en las caderas de la humana, supo cómo terminar la confrontación. La metió con algo de violencia en el corte que había hecho al principio de su batalla, cuando se dio cuenta de que sus ataques psíquicos eran inútiles. La granada y el corte estaban hecho el uno para el otro, porque apenas quitó el gancho de seguridad, el androide se alejó con el propósito de removerla, lo que le resultó completamente imposible. Mewtwo lo observó por un segundo, antes de desaparecer en el acto y ver, a una distancia segura, como todo el cuerpo de quien lo enfrentó se hacía mil pedazos, en conjunto con parte del edificio que se encontraba más próximo y propiciando el nacimiento de un nuevo cráter en el concreto de la isla.

    El pokémon finalmente había vencido, mas el sabor a derrota estaba muy lejos de querer desaparecer de su lengua. Había tenido que recurrir a un arma humana para ganar, algo que para él era una absoluta vergüenza. Se prometió jamás mencionarlo, pero al mismo tiempo, juró tomarlo como una lección, una más de este tormentoso día.

    Miró hacia arriba y vio cómo las estrellas comenzaban a iluminar el cielo. Sintió la brisa acariciando su rostro descubierto y se relajó escuchando el sonido lejano de las olas golpeando el borde de la isla. No se sentía para nada bien, la serie de pensamientos que habían estado desfilando en su cabeza desde ya hace unos cuantos días, aparecieron en los momentos más inoportunos y eso lo enfurecía aún más.

    Hoy no pude caer más bajo—susurró y luego miró a la chica, quien seguía en el mismo lugar en donde la había dejado, aunque aun manteniendo su mirada asesina sobre él. Debía admitirlo, la muchacha era persistente.

    En ese momento, sacándolo de sus pensamientos, escuchó una serie de explosiones, disparos y lo que parecían ser ataques pokémon, lo que le recordó que durante todo el tiempo en el que él sostenía su batalla con el androide, el resto de los agentes seguía en confrontación con las fuerzas militares de la isla. Así que sin retrasarlo por más tiempo, alzó vuelo y se lanzó a toda velocidad hacia las entrañas subterráneas del lugar.

    Jennifer pudo escuchar gritos y más explosiones antes de ser testigo de tan sólo el ruido de las olas rompiendo contra la orilla. Se sintió aterrorizada y al mismo tiempo, afortunada. Mewtwo, teniendo el poder de acabar con casi un ejército en cuestión de segundos, le había perdonado la vida después de todo y eso era algo que provocaba un incesante temblor en su cuerpo.

    .....

    .....

    Los comandantes Gildenberger y Herrera, acompañados de unos cuantos agentes y del mismo Mewtwo, salieron al rato a la superficie, satisfechos con el término de aquella tan difícil misión. El primero, con una sonrisa triunfal, regresó a su alakazam a su pokeball y luego miró a su contraparte, quien guiaba sus pasos en dirección contraria al lugar en donde se encontraba el helicóptero.

    —¿A dónde vas?—preguntó como quien habla a un niño que ha hecho una travesura.

    —Patton también es parte de la misión—contestó el hombre sin voltear. —Por si no lo has notado, no se encuentra en el helicóptero.

    —Tal vez se murió— dijo Gildenberger como si la situación careciera de importancia mientras caminaba con las manos en los bolsillos.

    —Pues si es así, debo confirmarlo para detallarlo en mi informe. Sabes bien que debemos conocer el paradero de todos los agentes, en especial si aún son cadetes— y sin más prosiguió con su camino, pero su interlocutor se detuvo y luego de unos segundos volvió a hablar.

    —Siempre tan correcto en todo lo que haces, ¿no César?— El aludido entonces disminuyó su velocidad y se volteó para que Gildenberger viera la mitad de su rostro.

    —Sólo actúo como debe actuar un comandante— dijo y se alejó, haciendo caso omiso al tono del entrenador del Alakazam, quien lo observó hasta verlo desaparecer entre unos escombros.

    —Sabes bien por qué lo digo— murmuró y prosiguió hacia el helicóptero, ya bastante cansado, pero satisfecho del resultado de la operación.

    ......

    ......

    ......

    Herrera se internó en el lugar en donde se había desarrollado la batalla de Mewtwo con el androide, siendo testigo de la magnitud de la confrontación. Los escombros y paredes destruidas, la infinidad de cráteres y fierros retorcidos. Parecía el escenario de una cruenta guerra, sólo que esta, en lugar de dos ejércitos, había tenido sólo dos integrantes.

    El pokémon lo había seguido, todavía algo turbado por los últimos pensamientos, mas lo único que lo obligaba a estar allí era el casco que había quedado en el lugar. Esperaba no verlo destruido.

    —¿Patton?— dijo Herrera intranquilo, buscando entre los escombros mientras el pokémon se alejaba en otra dirección.

    —¿C-comandante Herrera?—dijo la débil voz femenina que de inmediato reconoció como la de Jennifer. Avanzó más y la encontró apoyada en una pared, con el rostro angustiado, sabiendo sin verlo, que la joven se hallaba herida.

    —Patton—le susurró al agacharse junto a ella. La muchacha sonrió con dulzura, pero rápidamente giró sus ojos hacia el Charizard que aún estaba a escasos metros de distancia, oculto bajo grandes pedazos de escombros.

    —L-lo siento mucho, señor. Perdí a mi pokémon en batalla.

    —¿Cómo fue?— preguntó con una voz casi paternal, lo que sobrecogió a la joven cadete.

    —E-el...el androide...trató de atacarme y él se interpuso. Pero yo no se lo ordené—se disculpó.

    —No te preocupes. Los pokémon del Equipo Rocket están entrenados para defender a los agentes. La reacción que tuvo para protegerte es completamente natural. De hecho, de haberle ordenado lo contrario, él iba a desobedecerte de todas maneras.

    —...

    —Pero aun así estás herida—susurró mirando a la joven y tomando su radio para llamar al paramédico. —Hoy hemos perdido varios agentes en batalla, pero no permitiré que sufras el mismo destino. Después de todo, personas con un potencial como el tuyo son difíciles de encontrar, Jennifer—le dijo y ella, sorprendida por la mención de su nombre, sintió que sus mejillas se tornaban más cálidas.

    —M-muchas gracias comandante— le dijo y el hombre le sonrió.—Por cierto, ¿Dónde se encuentra Mewtwo?

    Aquí— irrumpió el aludido, caminando tranquilamente desde atrás de un bunker a espaldas del hombre, obligándolo a ponerse de pie. Traía su casco bajo el brazo. Por suerte sólo había sufrido unas cuantas magulladuras. —No quería arruinar el momento en que nace el romance, aunque debo decir que me parece inapropiado que un hombre de tu edad esté cortejando a una chiquilla que con suerte sabe tomar bien su arma.

    Jennifer tomó mucho aire con el fin de expresar su enojo, pero el dolor se hizo inminente, obligando a Herrera a intervenir para tranquilizarla.

    —Veo que has terminado con la misión con bastante esfuerzo— le dijo luego de verificar el estado de Jennifer. Se puso de pie y miró al pokémon. —Tu armadura está bastante maltrecha. Además, el estado de Patton sugiere que se vio en la obligación de intervenir. Según esto Mewtwo, veo que no estás en facultades de hablar de ese modo.

    Ha—se rió el aludido con arrogancia, aunque sin lograr ocultar la rabia al ver la forma en que el comandante se le dirigía. A pesar del grado del hombre y de cualquiera, detestaba que lo trataran como a uno más el montón. ¡¿Cuándo iban a entender que él era superior a todos ellos?! Pero esta vez, se tragó su orgullo y prosiguió. —Debo admitir que esta batalla distó mucho de los estúpidos juegos que niños en los que debo participar, pero me subestimas al decir que necesité ayuda de esta humana.

    —¿Qué estás diciendo?—irrumpió ella con la rabia a flor de piel, a pesar de sus lesiones. Herrera trató de calmarla una vez más, pero fue inútil. —¿Cómo es eso de que no has necesitado mi ayuda? Ese robot estaba a punto de hacerte pedazos, usaste mis armas para vencerlo, ¿recuerdas? Estuvo a punto de mandarte al infierno ¿Y ahora vienes a decir que te están subestimando? ¿Con qué derecho dices algo así?

    —Jennifer, calma, te haces más daño— intervino el comandante, pero la recluta lo ignoró.

    —No tienes idea de cómo te detesto— le dijo al pokémon con todo el desprecio que era capaz de expresar en su voz, a pesar de que la respuesta que tuvo de él, fue la fría mirada de sus ojos violáceos. —Cómo detesto tu maldita arrogancia, esa idea de que eres invencible sólo con los que puedes manejar, pero a la hora de tener oponentes de verdad, ¡Actúas como un maldito niño berrinchudo!

    —...

    —¡Sólo porque pretendí ayudarte casi me matas! Sólo porque fui la única que tenías disponible para desquitarte, ¿Cierto? Porque no soy rival para ti, así que podías llenarte el ego con mi sangre, ¿Verdad? Claro, ¡nada más simple!

    —...

    —Pero no era a mí a la que el robot tenía acorralado contra la pared, no fui yo la que usó un arma humana para derrotarlo. ¿Dónde está el súper fantástico pokémon más poderoso del mundo, eh? ¿Dónde? Ah, ya sé—se rio con ironía. —Ahí está, esperando a que venga cualquier oponente débil para presumir que es poderoso, ¿Cierto?

    —Jennifer...

    —Porque esa es la forma que tienes de desquitarte de los latigazos que te dio Giovanni cuando eras niño, ¿Verdad?

    Entonces la expresión del pokémon cambio tan abruptamente, que por un instante todos perdieron la respiración, instalándose en él la más pura sorpresa. ¿Qué había dicho esa niña?, ¿qué había hecho Giovanni? Sintió que su sangre poco a poco comenzaba a enfriarse, al mismo tiempo en que su corazón latía a más velocidad y su respiración se aceleraba. Sus músculos se tensaron y aunque trató de evitarlo para que los humanos no lo notarán, sintió que lentamente el sudor bañaba su cuerpo. Todo esto mezclado en una sensación demasiado parecida al miedo. ¿Miedo? ¿Por qué? Observó a la chica y a Herrera, quienes le devolvieron la mirada llena de extrañeza y sorpresa, seguramente intrigados por la reacción del cuerpo del pokémon ante lo dicho por la joven. Entonces ésta, dándose cuenta de que de alguna forma estaba superando al psíquico en su arrogancia, sonrió y continuó, con el único propósito de echarle más leña al fuego. Después de todo, tenía la protección de su comandante.

    —Como el pequeñín Mewtwo no quería pelear, papi Giovanni venía con su látigo y ¡BAM! Castigo para el niño malo. Y claro, como ya es grande, no encontró nada más divertido que hacerle lo mismo a los más débiles, por eso, como el robot fue más fuerte que tú, ahí estaba yo para ser tu saco de box.

    ¿Qué estás diciendo, humana?— interrogó él tras recuperar un poco la compostura. —¡Responde!

    —¿ Por qué? ¿Acaso no te acuerdas?

    —...

    —Pero yo sí sé, mi estimado— y sonrió de tal forma, que Mewtwo sintió ahora que su sangre comenzaba a hervir y a correr tan deprisa, que no midió sus movimientos hasta verse sobre la muchacha, sujetándola como antes, pero dispuesto a asesinarla en ese mismo instante si no obtenía la respuesta que quería.

    ¿De dónde has sacado eso?, ¿quién te dijo todo eso? ¡Responde!—y como si se tratara de una muñeca de trapo, la sacudió con extrema violencia, lo que finalmente hizo reaccionar al comandante. Se cruzó de inmediato y con todas las fuerzas que tenía, logró empujar al pokémon.

    —Mewtwo, ¡detente!— gritó Herrera. —¡¿Qué crees que estás haciendo?!

    —No voy a soportar que nadie me hable de esa manera. ¡Quiero que esa basura me responda! ¿De dónde sacó algo como eso? ¡¿Cómo es eso de que Giovanni alguna vez me golpeó?! ¿Qué significa eso?— y sin más intentó lograr respuestas mediante la fuerza, pero otra vez el hombre se interpuso.

    —No voy a soportar que trates a mis agentes como basura—respondió y rápidamente sacó un pequeño aparato desde el bolsillo interno de su chaqueta, tomándolo con firmeza para mantenerlo en alto. El pokémon, al verlo quedó completamente congelado en sus acciones, como si aquel artefacto representara un enorme peligro. —No creí que fueras tan ingenuo como para creer que tan sólo Giovanni tiene uno de estos.

    ¿Qué haces tú con eso?— preguntó casi por inercia, con los ojos clavados en el pequeño artefacto.

    —Esa es una pregunta bastante absurda— contestó Herrera. —Obviamente Giovanni no desea insubordinaciones y, conociéndote, sería estúpido darte tanta libertad.

    Eres un...

    —Escúchame bien— lo irrumpió. —Tanto tú, como Jennifer, como todos los que están en el helicóptero son agentes del Equipo Rocket y es mi deber como comandante el velar por su seguridad. Si tú te puedes mantener a salvo por ti mismo, bien por ti, pero no voy a permitir que sus frustraciones sean excusa para atacar a los demás. Y si vas a comportarte así por algo como esto, entonces no me queda más opción que tomar cartas en el asunto, ¿entendido?

    —...

    —¡Te hice una pregunta, agente!

    Sí, Herrera—contestó el pokémon a regañadientes, apretando los puños y cerrando los ojos para contener la rabia.

    —Eso está mejor— dijo el hombre relajando los hombros para luego guardar el aparato que tanto había asustado a Mewtwo. —Ahora, espero que entiendan que no necesito recalcar que lo que ha sucedido aquí no debe salir de la isla. Los problemas entre agentes siempre han desagradado a Giovanni y si no quieren represalias, será mejor que mantengan la compostura.

    —S-sí comandante— dijo rápidamente Patton. El pokémon sólo asintió despacio, demasiado tenso para pensar en hacer algo más.

    En ese momento, llegó finalmente el paramédico con un par de ayudantes y tras las órdenes del comandante, depositaron a Jennifer en una camilla para llevársela al helicóptero y llegar lo más rápido posible al cuartel general y tratar sus lesiones, ignorando por completo la tensión instalada entre el comandante y el pokémon.

    Herrera tras unos segundos, caminó hacia el helicóptero para regresar a casa, pero luego de avanzar unos cuantos metros, se volteó hacia el psíquico, quien en ese momento estaba colocándose su casco, para que de esta forma, evitar que alguien viera la impotencia en su rostro.

    Sin embargo, el pokémon notó cierta mirada en el comandante, antes de verlo partir definitivamente tras el paramédico. Había sido algo extraño. No parecía enojado, teniendo razones de sobra con los últimos acontecimientos. No, la mirada que Mewtwo vio fue algo bastante parecido...a la tristeza.

    Este día no podía terminar peor—se dijo la criatura y en un arrebato de ira, hizo volar en pedazos uno de los edificios cercanos, usando los poderes que habían resultado inútiles contra su adversario. —Definitivamente no.
     
    Última edición: 28 Julio 2018
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    Interesante historia.

    Ya varios fics toman el tema de la crisis existencial de Mewtwo sin embargo este en concreto parece interesante. Estoy interesado en como va a continuar, que más desgracias le pasaran a Mewtwo, como terminara la historia de Jeniffer y demas cuestiones.

    Cabe mencionar que en lo tecnico esta perfectamente y en cuanto al tema de las armas, si vemos a los pokémon como un arma más tiene sentido que usen otro tipo de armas para complementarlos. Despues de todo los pokémon no son robots, pueden desobedecerte o fallar en más ocasiones de lo que tu lo harías disparando una pistola.

    Espero seguir leyendote.

    Saludos.
     
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    La memoria del arma
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    6
     
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    Capítulo III

    “Conjeturas”

    Humillación, humillación, humillación.

    Por más que quisiera, no podía dejar de sentir como esa palabra le taladraba la cabeza sin cesar. Y es que los últimos acontecimientos no hacían más que restregarle en la cara sus propias limitaciones y su incapacidad de hacer algo al respecto.

    Mewtwo, luego del término de la misión, cuando ya no había motivo para permanecer en la isla, decidió que lo mejor para él y su propia salud psíquica era abandonar el lugar de una vez por todas. Así que sin importarle la opinión de cualquier comandante, se teletransportó de regreso al cuartel general gracias al conocimiento de la ruta en el primer viaje a la isla. Ya no hacía falta volver volando.

    Se materializó luego de un rato en lo que era su “habitación”, un enorme domo ubicado en el sector sur de las instalaciones del Equipo Rocket. Estaba dividido en dos partes visibles, desde la mitad, creando dos hemisferios superficiales; uno de cristal, el cual era el techo de un hermoso invernadero, que cumplía con oxigenar el resto del lugar y como ducto de ventilación, al contar con una serie de pequeños agujeros en la parte inferior. La otra mitad era de concreto liso, sin ninguna clase de detalle, a excepción de la puerta, por la cual sólo entraba el personal autorizado. Ambas partes estaban divididas por un cristal de cincuenta centímetros de espesor, de un color más oscuro, lo que impedía la visión a la sección oculta bajo el concreto desde el invernadero. Esta segunda parte, separada de la vegetación, era la habitación de Mewtwo, un lugar amplio y casi desprovisto de mobiliario, ya que una criatura como él sólo necesitaba lo básico. Junto al cristal de división tenía su cama, un enorme colchón en la que él podía dormir en la posición que quisiera. A su lado se hallaba una pequeña mesa y sobre ésta, adosado a la pared, un aparato semejante a un teléfono, el que le permitía comunicación directa con Giovanni. Más allá, el refrigerador, una despensa, una silla, el grifo y hasta un televisor, el cual se encontraba también pegado a la pared. Además, cerca de la cama se hallaba una extraña plataforma circular con grandes salientes como tubos y pinzas, lugar donde la criatura se quitaba la armadura gracias a esta maquinaria. Perpendicular a la pared divisora de cristal estaba la puerta de entrada y a unos cuantos metros de ésta, un ascensor, por donde el pokémon podía bajar a su gimnasio privado, provisto de toda clase de máquina de ejercicios y armas de ataque que ningún otro agente podría ver jamás. También, en el subterráneo se encontraba el baño y la ducha de la criatura.

    Ahora se encontraba allí, recostado mirando al techo, tratando de conservar la calma, aunque muchas veces, sus intentos solo lograran frustrarlo aun más.

    Recordaba al androide, quien a pesar de no tener un rostro, parecía burlarse de él; la casi derrota y la necesidad de utilizar un arma humana para lograr sus objetivos. Y esa niña, oh, ¡Cómo olvidar a esa niña! La chica no sólo había destruido la poca paciencia que le quedaba, sino que además, plantó una serie de dudas en su cabeza, imposibles de quitar.

    No comprendía por qué las palabras de esa chica le habían afectado tanto, considerando que, por lógica, todo aquello había sido nada más que un conjunto de falacias. Obviamente la joven se había visto alterada por la situación y arremetió con lo primero que se le vino a la cabeza, sin importar la falta de sentido de sus dichos. Porque bien Mewtwo sabía su propia historia, sus propios orígenes y, definitivamente, la muchacha estaba viviendo en un mundo paralelo donde todo el planeta estaba de cabeza.

    Mewtwo, el pokémon más poderoso del mundo, era el resultado de la manipulación genética de los restos fosilizados de un Mew, la criatura legendaria responsable de toda la vida no humana de la Tierra. El clon, entonces, se había desarrollado en un laboratorio, incubado en un tubo de ensayo enorme el cuál fue su cuna hasta que su cuerpo hubo alcanzado el crecimiento ideal. Ya adulto, recién vio la luz del día y fue entonces cuando ingresó al Equipo Rocket.

    De hecho, aún recordaba el momento en que abrió los ojos por primera vez, descubriendo frente a sí a unos cuantos hombres y al mismísimo Giovanni, quien le dio la bienvenida al mundo y a su tan afamada organización delictiva. Sí, lo recordaba bien. Había sido hace unos seis años, dedicándose a entrenar desde entonces muy a pesar de sus innatas e infinitamente superiores habilidades.

    ¿Cómo era posible que una muchacha apenas ingresada como cadete hubiese dicho algo tan absurdo?, ¿cómo se le ocurría que él, de niño, había sido víctima de la violencia de Giovanni, sin siquiera haber tenido una infancia?

    La lógica se burlaba en sus narices por poner en tela de juicio lo obvio, mas algo en su pecho, en el fondo de su ser no estaba del todo seguro de lo innegable.

    Pero entonces...

    Se llevó la mano al pecho y suspiró con hastío. Hace muchos años, antes de que siquiera tuviera conciencia de existir, Giovanni había hecho instalar un artefacto en su cuerpo, una suerte de detonador ubicado en la zona torácica, demasiado cerca de su corazón, con el fin de mantenerlo quieto en caso de insubordinación. Nunca había sido utilizado, pero sabía que el líder del Equipo Rocket poseía un activador, mismo aparato que vio en las manos del comandante Herrera.

    Y ahora la chica Patton sabía esto. Una razón más para usarla en su contra y mofarse de él. Porque el aparato no estaba diseñado para matarlo, pero sí para causarle un agonizante padecimiento, y eso, para él, era peor que la muerte. Que los humanos lo vieran sufrir sin poder defenderse solo le hacía desear abandonar este mundo.

    Suspiró por enésima vez, aburrido de esta situación, de las preguntas y de toda la incertidumbre. Se incorporó en su lecho y miró con desdén la pared de fondo, como si en aquel lugar se encontrara el peor de sus enemigos.

    Bufó con hastío y decidió que lo mejor era poner, de una vez por todas, las cartas sobre la mesa. Ya no le quedaba paciencia para continuar con esto.

    .......

    .......

    .......

    Jennifer abrió los ojos repentinamente, descubriéndose con la respiración agitada y el cuerpo bañado en sudor, como si estuviese siendo víctima de una terrible persecución de la cual no tenía salida. Pero al prestar un poco de atención a su alrededor, se dio cuenta de que tan solo había estado soñando; aunque esta pesadilla consistía en nada más que un par de ojos violáceos observándola en plena oscuridad. Suspiró al notar que no era algo real y al mismo tiempo se regañó mentalmente por el simple hecho de verse afectada por la mirada silenciosa del pokémon. Porque ella era una joven con carácter que demostró poseer la convicción y el valor de un digno agente del Equipo Rocket y ahora, sin embargo, estaba aterrada por los ojos de Mewtwo.

    —Maldito animal— dijo y luego notó que todo el lugar estaba demasiado silencioso a como recordaba antes de caer en el embrujo del sueño, cuando el ajetreo del helicóptero y de los agentes era una estruendosa orquesta tan desafinada y terrible, que terminaron mareándola. Así que se aventuró al alzar un poco su cuerpo para descubrirse no en el vehículo que la llevó a la isla, sino más bien, en una cama limpia y fresca, acompañada por muchas más, mayoritariamente ocupadas por varios agentes que dormían en paz.

    Estaba en el hospital del Equipo Rocket.

    Con resignación volvió a acostarse y miró al techo, comprendiendo a causa de la dificultad de sus movimientos, que había sido intervenida quirúrgicamente. La frustración de verse completamente inútil en un momento tan crucial como este no tardó en hacerse presente, logrando tan sólo hacerla sentir peor. No podía creer que el instante de una de las victorias más importantes de la organización, ella no pudiese hacer otra cosa que quedarse en su cama viendo como todos sus sueños de gloria se desvanecían entre sus dedos. Porque después de todo, no tenía idea de cuánto tiempo necesitaría para curarse, si es que realmente su recuperación era una realidad. Quién sabía si la joven recluta estrella de este año, quedaba imposibilitada de actuar por una crónica lesión en las costillas.

    Cerró los ojos y trató de mantener la calma, no obstante la rabia creció en su pecho de tal forma y con tal fuerza, que creyó que ésta terminaría destruyendo por completo la zona herida. Y es que el recuerdo de Mewtwo la enfurecía. La imagen del pokémon viniéndose encima para tratarla peor que un muñeco de felpa parecía estar tatuada en su mente para no desaparecer. Y lo peor de todo, a ojos de la joven, era que a pesar del odio que sentía por la criatura, en el fondo le aterraba su presencia.

    Respiró profundo, o al menos, lo suficiente como para no sentir el dolor de sus lesiones y recordó los últimos acontecimientos. Había sido subida al helicóptero por los paramédicos junto a unos cuantos agentes heridos, a quienes acomodaron de la manera más óptima mientras se preparaban para el despegue. Recordó al comandante Herrera sentarse a su lado y conversar un poco sobre la misión, de cómo había terminado, sobre las bajas y algunas cuantas complicaciones durante su desarrollo, repitiendo el proceso entre los demás heridos, antes de que todos perdieran la conciencia a causa de los sedantes suministrados. De seguro, pensó, la mayoría de los que ahora dormían a su alrededor, eran aquellos que la acompañaron en el helicóptero.

    Maldijo una y mil veces a Mewtwo por lo que había sucedido y su actual condición física, muy a pesar de que ella fue quien lo provocó. Aunque en realidad, lo único que había querido, era bajar al pokémon de su pedestal de arrogancia y estampar su cara contra el piso. Se lo merecía, porque ella entendía que el psíquico no siempre había sido el más fuerte y ahora, luego de tanto tiempo, se dedicaba a tratar a los demás como basura solo porque a él lo habían tratado igual o peor. No, no era justo, se merecía un poco de su propia medicina para atragantarse con su arrogancia y conocer, a la fuerza, el sabor de la humildad.

    Pero la joven había errado y sus ímpetus de justicia se acabaron con la violencia desalmada de la criatura. ¿Qué tal si ahora la muchacha no podía volver a ser un agente activo a causa de sus lesiones?, ¿y todo por hablar de más? Bueno, ahora era un poco tarde para arrepentirse y, aunque maldijera al pokémon por toda la eternidad, él estaba completamente sano y no con su futuro en ascuas.

    Suspiró por enésima vez, pensando en que, de ahora en adelante, tendría que poner su voluntad al máximo para poder continuar en la organización como una brillante agente prodigio. Pero...¡Si no fuera por él!, ¡si no fuera por ese maldito de crueles y fríos ojos violáceos!

    No es normal que un ser humano piense tanto en un pokémon—escuchó de repente, poniéndola en estado de alerta inmediato. Alzó la cabeza para ver a su alrededor, al tiempo en que el temblor se hacía presente en el resto de su cuerpo. Buscó con la mirada la presencia que tanto temía, mientras que en el fondo, rogaba por haber oído mal el sueño entre dientes de algún paciente. O bien, pensar que se trataba de una alucinación provocada por los medicamentos utilizados en la operación a la que fue sometida. Sin embargo, cuando por fin posó la mirada en un bulto que se asomaba en un rincón, sintió que su corazón se detenía y se convertía en un cubo de hielo. Mewtwo le sonrió cuando sus miradas se cruzaron, provocando aún más terror en la joven. ¿Cuándo había entrado? Y no menos importante, ¿Por dónde?. La puerta estaba cerrada del mismo modo que las ventanas. La joven lo miró con los ojos desmesuradamente abiertos, sin poder creer que hubiese aparecido de esa forma. Parpadeó con fuerza por varios segundos, tratando de convencerse de que, efectivamente, todo era una ilusión, pero cuando el pokémon comenzó a caminar hacia su cama, la esperanza poco a poco fue desvaneciéndose, hasta que por fin la criatura se sentó tranquilamente a tan solo un metro de distancia. ¡Era real!

    Definitivamente no es normal que un humano piense con tal intensidad en un pokémon— dijo la criatura con toda calma, con los codos apoyados en las piernas y un tanto inclinada hacia adelante, sin ver directamente hacia la joven, cosa que en el fondo, ella agradecía. —En lo que a mí respecta, eso es algo perturbador.

    Sin embargo, Jennifer era incapaz de responder. Su cuerpo estaba completamente paralizado, respirando apenas lo suficiente para mantenerla con vida, pero con todos sus pensamientos hechos un caos. La presión de su pecho y el terror recorriendo cada parte de su ser por medio de su sangre eran ya una realidad. Y es que el hecho de ver a Mewtwo sentado junto a ella sin alguien que pudiera hacer algo en caso de que lo sucedido en la isla se repitiera, estaba a punto de provocarle un ataque de pánico.

    La verdad, es que ahora no estoy seguro si soy parte de un triángulo amoroso junto a Herrera—y se rió despacio, indiferente al terror de la joven. —Y eso es algo que me preocupa bastante.

    Silencio.

    Mewtwo se quedó viendo un punto perdido en algún rincón de la pared lateral, tal y como si hubiese olvidado la presencia de la muchacha a su lado. Bajó la cabeza y centró su atención en el piso, para luego, lentamente, mirar a la muchacha con ojos de reproche.

    —¿Eso es todo?, ¿lo que me mostraste en la isla era todo lo que tenías?— suspiró —No puedo creer el haberme dejado llevar por las palabras de una muchachita que sólo abre la boca cuando está al amparo de su amado comandante, mas ahora, cuando he de suponer, debes mostrarme de lo que estás hecha, sólo pareces tener la capacidad de no orinarte en la cama.

    Estas palabras, por increíble que parezca, removieron algo en la psiquis de Jennifer, regresándole el calor a la sangre y, por qué no, el odio que sentía hacia el pokémon. Odio que se interpretó como rabia y ésta, como inusitado valor.

    —¿Q- q-que q-qui-quieres?—dijo la joven de repente, tratando de sacar ese valor desde el fondo de su alma para poder dirigirle la palabra al pokémon y tratar de disimular su pánico. Mas sabía que en realidad, Mewtwo la estaba provocando sólo para disfrutar de todo esto.

    Sólo vine a hacerte una visita —contestó él tranquilamente otra vez, como si se tratasen de entrañables amigos. —No has dejado de pensar en mí, así que creí que lo mejor era venir personalmente. ¿Tiene algo de malo?

    —¿Q-qué si t-tiene algo de malo? —se apresuró ella a contestar. La rabia poco a poco comenzaba a burbujear en su interior, equilibrando un poco el miedo y dando como resultado, un torbellino de emociones contradictorias demasiado difíciles de controlar. —¿P-por qué cr-crees que estoy aquí? ¿Acaso se t-te olv-vidó?

    Oh, niña, no. Claro que no. Pero tú también debes recordar la posición en la que estás y el hecho de que debes asumir las consecuencias de tus actos —y se volteó para mirarla, directamente a los ojos, tal y como la joven no quería. Porque la penumbra y el silencio del hospital, otorgaban al pokémon un aspecto mucho más espeluznante.

    Él sonrió otra vez, divertido ante la expresión de Patton, pero pronto pensó que era demasiada tortura para una persona que además, estaba herida e imposibilitada de moverse, así que volvió su cabeza hacia el frente, mirando algún punto perdido en la habitación.

    —No soy tan malo como crees, niña. Sólo soy...exigente. Detesto la incompetencia y, con los humanos...ufff, tal parece que la tienen como estandarte, o código de honor. Es decir, en ocasiones me pregunto si lo hacen a propósito con el fin de hacerme enfadar, porque a veces ya es demasiado ridículo para ser simple incompetencia.

    Jennifer se lo quedó mirando con la boca abierta, sin saber cómo reaccionar ante la irrealidad de la situación. Mewtwo estaba sentado en su cama hablando como si nada hubiese sucedido antes y, como si de verdad fueran grandes amigos, al punto de contarle sus desdichas. Esto debía ser un chiste.

    A decir verdad, esperaba encontrarte dormida, ¿sabes?— le dijo sorprendiéndola aún más. En el fondo, estas palabras la alertaron, susurrándole al oído que debía tener cuidado de ahora en adelante, que podía encontrarse en un gran peligro. Todo dependía de cómo lograra llevar la conversación. ¿O se trataba tan sólo de un estado de psicosis y, en el fondo, Mewtwo no era tan malo, tal y como él mismo decía?

    —¿P-por qué? —se atrevió a decir de la forma más neutral que pudo. No obstante, el pensamiento del pokémon viniéndose encima, sin poder hacer algo para defenderse le estaba provocando tal ansiedad, que creyó que iba a vomitar.

    —Mh...— se arriscó de hombros con toda naturalidad. —Normalmente los humanos acostumbran a dormir a esta hora. Me sorprendió encontrarte despierta y más, pensando en mí. Debo decirlo, me asustas, humana.

    ¿Tú? ¿Asustado de m-mí? —le dijo sarcásticamente, lo que provocó una ligera risa en el psíquico. Tal parece, la tensión entre ambos había sufrido un pequeño quiebre. —A-ahora la sorprendida s-soy yo.

    —¿Por qué no? ¿Cierto?

    Cierto —susurró ella, todavía muy nerviosa. Esperaba ver la puerta abrirse para dar paso al comandante Herrera o a cualquiera que la sacara de esta situación. —P-pero aún no me has dicho por qué q-querías encontrarme dormida.

    —Porque todo sería más fácil si hubiese sido así. Tanto para mí como para ti. Y siéntete afortunada de que, de todos modos, me esté preocupando de tu “comodidad”.

    Todavía no entiendo.

    Y no necesitas entender— le dijo adoptando un rostro serio y volteándose hacia ella, encontrándose sus miradas una vez más. —Tu cabeza es un libro abierto, como la de la mayoría de los humanos, mas tus pensamientos sobre mí y todo lo que has pasado, han convertido a tu mente en un caos. Es aburrido dedicarse a descifrar y a discernir entre lo que es real y objetivo, y lo que crees real y objetivo. Hubiese sido mejor para mis propósitos encontrarte dormida. Nunca te hubieses enterado de mi intervención ni de mi presencia en esta habitación esta noche.

    —...

    —Pero como siempre, los humanos solo me causan problemas y molestias. ¡Es increíble que cuando necesito a uno dormido y sumiso, lo encuentro despierto e inventando mil y una historias sobre mí!

    —...

    Tú no me conoces, no sabes de lo que soy capaz, así que será mejor que te quedes quieta, callada y tranquila si no quieres verlo ahora—Y sin más, sus ojos comenzaron a brillar de un azul pálido.

    Jennifer sintió que su cuerpo se tensaba y que su mente, ahora colapsada de emociones, entraba en un tránsito aún más caótico con las últimas palabras del pokémon y con lo que sea que estuviese haciendo ahora. Porque no podía moverse libremente, no podía dejar de verlo a los ojos y eso estaba volviéndola loca. Quería huir lejos, sin importar el grado de sus lesiones con tal de no seguir en su presencia, pero más rápido de lo que jamás podría creer, comenzó a perder el completo control de sus acciones y pensamientos, entendiendo lo que el pokémon estaba haciendo en el último momento, antes de convertirse en la moradora de un cuerpo ajeno a ella. Mewtwo estaba entrando a su mente, estaba indagando dentro de su cabeza, de sus recuerdos como si se tratara de un paseo por el parque, desinteresado completamente en que si de verdad esto era moral o no.

    Jennifer vio, o más bien, sintió como todas sus experiencias desde que había hecho ingreso al Equipo Rocket desfilaban agolpadas unas tras otras a una velocidad vertiginosa. Una y otra vez las mismas situaciones, los mismos rostros, las mismas palabras y sensaciones. Se sintió en el ojo de un huracán, testigo de sus memorias sin poder poseer ninguna, mientras éstas se mofaban desde lejos al no poder ser capturadas. La joven creyó entonces, que pronto perdería la conciencia y, tal vez la cordura. Su mente no estaba en su cuerpo o ella no estaba en su mente, completamente desdoblada de su existencia.

    En tanto, concentrado en su actividad, Mewtwo escudriñaba en los recuerdos de la muchacha con el fin de descubrir el origen de las palabras pronunciadas en la isla. Necesitaba saber quién o cómo se había enterado de este supuesto pasado del pokémon y, principalmente, si era real o no. Porque bien, podía ser una historia inventada con el propósito de hacerle hervir la sangre por parte de algunos cadetes.

    Bueno, se dijo, ahora lo descubriría.

    Continuó repasando las memorias de la humana, entendiendo su pasado y buscando con desesperación las respuestas que requería, hasta que, luego de varios hechos muy lejanos a sus intereses, descubrió una conversación que echaría luces sobre este misterio.

    Patton vio desde lejos, como si fuese el espectador de su programa de televisión, como su mente se estabilizaba en un recuerdo, algo que había sucedido hace apenas una semana, cuando salió de su clase de defensa personal para comer.

    Recordó que aquel día se había destacado lo agradable de su clima, así que pensó que más tarde, iría a dar un paseo en el bosque colindante al cuartel general, para poder disfrutar del sol y de la paz del lugar.

    Se acercó al comedor y pidió su almuerzo, para después ubicarse en una mesa cerca de la puerta. Comió durante un rato sola, hasta que, sin previo aviso, sintió como alguien se acomodaba a su lado sin que se hubiese dado cuenta de su cercanía. La chica alzó la vista de inmediato, con el fin de descubrir a su nuevo compañero de mesa; un joven, unos cuantos años mayor que ella, con flamante cabello pelirrojo y una gran sonrisa, lo que le daba una expresión mucho más infantil, totalmente inadecuada a su edad.

    —Hola —dijo el muchacho de forma cantarina. —Me llamo Eddie Stuart. Es un placer conocerte, Jennifer Patton.

    —Q-qué...¿Cómo sabes mi nombre? —se sorprendió ella.

    —¿Quién no lo sabe? Eres la cadete estrella de este año. Todos hablan de ti, aunque sea sólo por envidia—y ella lo miró sin poder creerlo, al tiempo en que la sangre subía a sus mejillas. Miró para todos lados, buscando a algún grupo de jóvenes riéndose mientras era víctima de esta broma, pero no encontró sino a los agentes comiendo y preocupados de sus propias conversaciones. ¿De verdad su fama era tan grande?, ¿de verdad había causado la envidia incluso de agentes más avanzados a ella? Sin duda, esta información subió el ego de la chica hasta más allá de las nubes. —Pero a mí me caíste bien— prosiguió él. —Por eso vine a comer contigo— y para corroborar sus palabras, se tragó casi de un golpe varias cucharadas de puré. Jennifer se lo quedó mirando, sin saber qué contestar exactamente, cuando él dirigió sus ojos a la bandeja de la muchacha. —Se te va a enfriar la comida.

    Ella lo miró perpleja, aun agobiada por los sentimientos de fama que revoloteaban sobre su cabeza y agrandaban su orgullo. Sin embargo, cuando una torpe sonrisa se dibujó en su rostro al encontrarse sentada junto a su primer admirador declarado, él bajó la cuchara de su boca con sumo cuidado, y la depositó en el plato, en una acción mecánica y calculada que distaba mucho de la primera impresión alegre y jovial que entregó hace un momento.

    Jennifer, notando este repentino cambio de actitud, lo miró con suspicacia, pensando que la presencia del joven no era enteramente amistosa y que solo había usado esto como una pantalla para acercársele.

    —Por cómo te he estado observando —musitó mirando su plato, —dudo mucho que creas que estoy aquí por mera amistad.

    —¿Eh? —se precipitó ella. —¿Me has estado observando?

    —No creas que soy un psicópata o algo así, ¿eh?— se rió jugando ahora con su comida, pero manteniendo un aire taciturno —Es sólo que me parece que tienes mucho potencial y eso es algo digno de observación.

    —...

    —Además, he escuchado por ahí que te has dedicado a recabar información sobre la organización, los agentes y todo eso. ¿Puedo saber por qué?

    —Debo conocer el lugar y la gente con la que trabajaré el resto de mi vida, ¿No te parece? —contestó ella seriamente.

    —Entiendo—sonrió dejando su comida en paz para llevársela a la boca. —Eres muy interesante, ¿Sabes?

    —...

    —Pero no he venido aquí para eso. No, vine para “cooperar” con tu investigación. Con tu potencial, me parece injusto que sepas cosas a medias.

    —¿Cosas a medias? —se intrigó ella.

    —Así es −asintió. —Por ejemplo, ¿Qué sabes sobre Mewtwo?

    —¿Sobre Mewtwo? Bueno...—titubeó, sorprendiéndose ante lo inusitado de la pregunta —Es el pokémon de Giovanni, es decir, acata órdenes directas de él y de los altos mandos. Podría decirse que, de algún modo, si se le antoja no obedecer a alguien que considere de bajo rango, no lo hará.

    —Es extremadamente poderoso ̶ continuó ̶ Hasta los entrenadores más fuertes de la organización le tienen miedo. He escuchado que se le considera el pokémon más fuerte del mundo. Como datos generales, es un clon de mew, el pokémon legendario, por eso la magnitud de sus poderes psíquicos. Usa una armadura diseñada para maximizar esos poderes.

    —Muy bien —contestó Eddie triunfante, como si la chica hubiese acertado en una pregunta muy difícil en algún examen. —¿Qué más?

    —...

    —Sabes por ejemplo, ¿Cómo llegó al Equipo Rocket? ̶ y alzó una ceja en un gesto desafiante.

    —¿Cómo llegó? Bueno, según investigué, eso fue hace unos pocos años, creo que seis. No estoy del todo segura. ”Nació” de un tubo de ensayo gigante y desde entonces es el principal luchador del Equipo Rocket

    —¡Muy bien! —celebró el joven, dándole varias palmadas en la espalda a la chica. —Has investigado mucho. Serás una excelente espía en un par de años, ¿Sabes?

    Ella se lo quedó mirando un segundo, dimensionando la magnitud del elogio tal y como si no lo creyera.

    —Sin embargo—prosiguió él sin darle mayor importancia a la expresión de la muchacha —esa es la historia general. Lo que todos saben por “manual”, ¿Entiendes?

    —¿Qué?

    —Que todo lo que me has dicho, es correcto, pero sólo hasta la mitad.

    —¿Qué quieres decir con eso?— se adelantó ella, por lo que Eddie se vio en la obligación de retenerla un segundo y darle algunas palmadas en la espalda para que conservara la calma.

    —No seas tan obvia, Patton. ̶ se rió nervioso ̶ Recuerda que estamos en una organización que entrena, entre muchas cosas, a espías. Cualquiera de este comedor podría notar que te estoy diciendo algo turbio e ir con el chisme ante Giovanni o cualquiera.

    —L-lo siento — se calmó ella, a lo que el joven sonrió.

    —Ya, tranquila, no es para que pongas esa cara.

    —...

    —Bueno, como te iba diciendo, esta historia apenas la conocen unos cuantos en el Equipo Rocket. Giovanni y unos pocos altos mandos. Todos creen que Mewtwo llegó al cuartel hace unos tres años, luego de incubarse durante mucho tiempo hasta que creció y despertó. Dicen que entrenó un poco, pero que en realidad ya sabía todo, como si su forma de atacar fuera innata, es decir, que siempre hubiese sabido cómo hacerlo... ̶ se mantuvo en silencio unos segundos para proseguir enseguida ̶ Pero todo eso no es cierto.

    —¿Cómo qué no?, ¿entonces por qué...?

    —Shht —la detuvo él. —Ya te dije que tengas paciencia.

    —...

    —Bueno, como decía (otra vez), Mewtwo nació hace mucho tiempo antes y no hace seis años como todos dicen. Llegó al Equipo Rocket siendo un niño que apenas sí podía usar un ataque. No sabía nada de nada y eso enojó a Giovanni hasta que se aburrió. No había gastado millones de dólares en un pokémon que con suerte sabía orinar bien, así que....come.

    —¿Qué? — preguntó ella viendo como el muchacho volvía a centrarse en su almuerzo, como si el relato que contaba jamás hubiera existido, descolocándola por completo.

    —Que comas, se te va a enfriar la comida y es un obvio que estamos hablado de algo turbio. ¿Que acaso no escuchaste lo que te dije antes?

    —Yo...— musitó ella y con lentitud comenzó a comer. En tanto, Eddie, entre bocado y bocado continuó su historia.

    —Era tal la incompetencia de Mewtwo, que Giovanni se hartó y comenzó a.... golpearlo.

    —¡¿A golpearlo?!— exclamó ella casi en un grito, alertando a su compañero, quien casi pierde el alma.

    —Sí, porque Richard pretendía robarle la novia a Cristian— dijo casualmente, por si alguien había escuchado de más.

    —¿Qué? —se extrañó ella y fue fulminada por los furiosos ojos de Stuart.

    —¿Que acaso quieres que me maten? ¡Baja la voz, idiota! — susurró irritado.

    —L-lo siento.

    —Otra vez − rodó los ojos. —A ver si me dejas terminar.

    —...

    —Mewtwo era el fracaso encarnado y, en esos años, no tenían la tecnología para hacer otro clon ni mucho menos podían desperdiciar el dinero de esa forma, así que Giovanni no tuvo más opción que corregirlo él mismo.

    —¿Y por qué no ordenó a algún entrenador que lo hiciera?

    —Lo hizo, pero de vez en cuando se encargaba de darle una tunda, dicen que con un látigo, para meterle en la cabeza quien manda.

    —Con el tiempo Mewtwo comenzó a mejorar y poco a poco se volvió tan temible, orgulloso y arrogante como todos lo conocen. Pero escuché que la violencia de Giovanni era mucha y que Mewtwo, a pesar de temerle, lo odiaba al punto de querer verlo muerto.

    —¿Y por qué no se defendió entonces?

    —Porque tenía miedo igual y aún no era tan fuerte. Tal parece Giovanni tenía otra carta bajo la manga para mantenerlo sumiso —dijo sin tener idea del aparato que el pokémon tenía en su pecho.

    —¿Y luego qué pasó?— interrogó ella al ver que Eddie se ponía de pie.

    —Eso, mi estimada Patton, te lo contaré otro día.

    —¿Qué? No me puedes dejar con la historia a medias. ¿Por qué nadie dice nada?, ¿por qué Mewtwo, si ahora es tan fuerte, no hace algo en contra de Giovanni y sigue obedeciéndole? ¡Dime!

    Uf— suspiró él con su bandeja en la mano. —Eres demasiado impaciente—y antes de que ella pudiera hacer algo, se acercó y tomó su postre. —Ya acabé de comer y, si no lo has notado, varios han mirado hacia acá. No creo convencer a nadie con la supuesta conversación sobre....¿cómo se llamaban? Ah, sí, Richard y su novia. Así que lo mejor es dejarlo hasta acá por ahora. Otro día te contaré el resto y, créeme, te va a encantar.

    —...

    —Sólo te puedo adelantar, que Mewtwo no recuerda nada de lo que sucedió, pero insisto, eso dejémoslo para otro día

    —...

    −Ahora, viendo que comes tan lento, tomaré tu postre porque estaba delicioso. Nunca me cansaré de decirlo. El Equipo Rocket puede ser una organización delictiva y todo, pero la comida...puf, ¡Es gloriosa!

    —...

    —Así que...eso. Nos vemos otro día, ¡Cuídate!

    —Espera—lo detuvo ella al verlo partir. —¿Por qué me estás contando todo esto?

    —Porque te lo mereces. Eres una promesa y es injusto que andes por la vida creyendo que Richard y su novia tienen una buena relación—Y antes de cualquier cosa, se alejó.

    Durante los días siguientes, Jennifer se dedicó a buscar a Eddie con el fin de obtener la historia completa de Mewtwo, sin embargo, el encuentro entre los agentes no se hizo efectivo sino hasta el mismo día de la misión a la isla. Esa tarde, la joven y el muchacho se saludaron, pero sabían que en ese lugar no podrían hablar a gusto, por lo que concordaron en silencio encontrarse una vez finalizada la operación.

    Patton vio ese recuerdo, el rostro de Eddie y luego, de la nada, un telón oscuro la separó de la imagen abruptamente. Y antes de siquiera estar completamente consciente de lo que sucedía, la visión de la habitación del hospital y de la expresión contrariada de Mewtwo se hicieron presentes.

    La joven, poco a poco comenzó a recuperar sus pensamientos y el control de éstos, como una corriente estancada que por fin puede volver a fluir naturalmente en su lecho. Parpadeó un par de veces y luego de centró en la imagen de la criatura, quien miraba el piso en busca de explicaciones, mientras su cuerpo delataba una inusitada tensión y ansiedad, impropias de ese carácter tan altanero y frío. Tal parecía, lo visto en la mente de Patton lo había afectado profundamente.

    En tanto Mewtwo trataba de asimilar toda la información, que, aunque poca y algo vaga, era lo suficientemente chocante como dejarlo en tal estado. No podía creer que de verdad él hubiese sido un niño y que Giovanni se hubiese atrevido a hacerle un daño físico y, porque no, psicológico también, porque un trauma como tal no sana con unas cuantas palabras de afecto.

    “Entonces”, se dijo, “si todo esto había sido verdad, ¿Por qué no podía recordar algo de tal magnitud?”

    "Sólo te puedo adelantar, que Mewtwo no recuerda nada de lo que sucedió...", había dicho el muchacho.

    Nada parecía tener sentido. La historia de Stuart, cómo se había desarrollado su vida. Había una brecha entre lo que vendría a ser su infancia y su actualidad; brecha que parecía no tener lógica.

    ¿Qué significaba todo esto?

    Se puso de pie. Era hora de aclarar las dudas y continuar con el siguiente paso de esta cacería de información. Así que, tras ignorar por completo a Patton, caminó con prisa hacia el centro de la habitación, con el fin de teletransportarse. Sin embargo, al notar sus intenciones, la chica en un susurro, lo detuvo, ya que había quedado bastante débil luego de la intervención del pokémon en su cabeza.

    —Si piensas ir tras Eddie...perderás el tiempo.

    —¿Por qué?— le preguntó con un tono duro, lo que en realidad no logró intimidar a la joven. Luego de la experiencia psíquica que había tenido, la muchacha parecía indiferente, tal y como si fuera a sufrir un desmayo o se encontrara en un estado entre la conciencia y el sueño.

    —Cuando me subieron al helicóptero, el comandante Herrera habló conmigo....Y me dijo que....— miró hacia el lado, notoriamente acongojada.

    —¿Qué te dijo?

    —Me dijo que Eddie...estaba muerto.

    ¡¿Qué?!—exclamó Mewtwo sin poder contener la sorpresa. Esto no podía estar pasando. El único puente que tenía para llegar a la verdad había sido cortado abruptamente.

    —Me dijo que...— continuó la chica —....que alguien le disparó en la cabeza y que no pudieron hacer nada para salvarlo.

    —...

    —Me lo contó porque, como vio que nos saludamos cuando subimos al helicóptero, pensó que éramos amigos.

    Pero Mewtwo había perdido el interés en cualquier otra cosa que quisiera agregar la humana. Eddie Stuart, quien por alguna razón tenía conocimiento sobre el supuesto pasado del pokémon, ahora estaba muerto con un agujero en la cabeza. Muerto. Convenientemente muerto, pensó el psíquico.

    Esto significaba que ahora tendría que pensar en otro medio para recabar información y, considerando la posición en la que estaba, esto se hacía cada vez más difícil.

    El joven había dicho que tan sólo Giovanni y algunos altos mandos conocían la historia. Sin embargo, Mewtwo no sabía quiénes habían ocupado esos puestos en esa época. Comandantes de hace más de cinco años, que fácilmente pudieron ser trasladados a otros rincones del mundo o bien, muerto en alguna misión. El pokémon jamás había prestado atención a detalles tales como quienes ocupaban tal o tal cargo en la organización. Eso, entonces, solo dejaba una posibilidad: Giovanni. Pero el acercarse al hombre para leerle la mente de este modo era un riesgo demasiado alto, considerando también que todo bien pudo ser una mentira de parte de Stuart.

    Otra vez estaba en cero. Y aunque pudo obtener una valiosa información por parte de las memorias de Patton, eso no quitaba el hecho de que aun no tenía luces precisas de si era o no algo real.

    La joven, en tanto, se lo quedó viendo un momento, hasta que notó un ligero tinte luminoso sobre el cuerpo del pokémon y antes de un segundo, el psíquico desapareció frente a sus ojos, dejando la habitación. Ella, por su parte, luego de asimilar lo sucedido, dejó caer la cabeza por fin sobre la almohada y se quedó profundamente dormida.

    ....

    ....

    ....
    Nota: ¡Existo! Bueno, cualquier cosa que diga a mi favor sobre la tardanza en actualizar sonará a excusa, pero de todos modos puedo resumirlo en una palabra: trabajo.
    Como sea, de todos modos estoy trabajando en un proyecto personal el cual pretendo publicar en algún momento (estoy escribiendo un libro) y otras cosas de mi vida diaria. Eso no significa que vaya a abandonar la historia, pero al menos quiero explicar por qué me tardo tanto.

    Saludos
     
    Última edición: 16 Julio 2018
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    DoctorSpring

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    Buen capitulo.

    Tomate tu tiempo para publicar, aveces es difícil por las responsabilidades que uno tiene en la vida diaria. Lo peor es cuando tienes casi todo el tiempo del mundo y no tienes ninguna inspiración.

    Sobre la historia, me gusta el rumbo que esta tomando, sobre todo lo del pasado de Mewtwo.

    Espero seguir leyéndote.

    Saludos.
     
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    la que escribe

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    La memoria del arma
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    Drama
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    6
     
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    5568
    Capítulo IV

    Pistas

    ***

    ***

    ***​

    Para un pokémon psíquico, el control del estado emocional era de suma importancia, ya que sus poderes estaban fuertemente influenciados por este. Si llegaba un momento en que perdiera el dominio de sus pensamientos y sentimientos, tarde o temprano también sería testigo de la pérdida de gobierno sobre sus propias habilidades. Es por esto que, a pesar de sus frustraciones, Mewtwo decidió que lo mejor para sí mismo en ese momento era dormir. De este modo lograría enfriar su cabeza y analizar los siguientes pasos para poder llegar por fin, a una respuesta a los grandes dilemas que se habían cernido sobre él en apenas un día.

    Sin embargo, sus sueños no fueron del todo tranquilos. Se vio víctima de una serie de imágenes inconexas que no lograba entender, pero que tenían su cabeza al filo de la adrenalina. Veía árboles, vehículos, rostros completamente desconocidos, una habitación vacía y una silueta en el umbral de la puerta. No comprendía por qué estaba teniendo ese extraño sueño, pero pensaba, aún en su mundo onírico, que tal vez se trataba de una suerte de visión, considerando su naturaleza de pokémon psíquico. Sin embargo, tras empeñarse en buscar una razón más o menos simbólica a lo que estaba viendo y fracasar catastróficamente en el intento, decidió que lo mejor era dejar las cosas fluir. Pensó que aún estaba cansado, que lo sucedido en la isla y la información hace poco recabada estaban jugándole una mala pasada.

    No obstante, al poco rato se despertó alterado, presa de una gran angustia. Se sentó en su cama y se llevó las manos a la cara, tratando de recordar cuál había sido la última imagen de su sueño, mas fallando en el intento. Tal parecía, había sido algo demasiado tormentoso.

    En eso, escuchó un pitido a su lado y tras observar un momento, descubrió que el intercomunicador de la pared estaba sonando. Se acercó a inspeccionar y se dio cuenta de que no sólo había sucedido una vez, sino cuatro ocasiones antes. Tal vez Giovanni o algún comandante tenía información para él, mas si no era sobre su pasado, no estaba ni en lo más mínimo interesado en ella.

    Se dejó caer sobre la colcha y esperó a que el aparato cesara su molesto chirrido, cosa que ocurrió pasados unos minutos. Sin embargo, la paz para el psíquico estaba lejos de prolongarse, ya que de un momento a otro, la puerta del domo se abrió y, con paso firme y rápido, el comandante Herrera se hizo presente.

    ¿Qué quieres? —preguntó el pokémon con desánimo. Tenía mucho en qué pensar como para preocuparse del hombre.

    — Muy buenos días para ti también, Mewtwo —contestó sarcásticamente—.Veo que aún no piensas levantarte ni siquiera para tener la amabilidad de contestar el teléfono.

    Agh...¿Y eso a ti qué te importa?

    Me importa, sí. Hasta ahora tu médico no ha podido hacer su informe porque no has tenido la decencia de visitar su consulta. Y como yo soy el comandante de la misión, debo hacerme cargo de eso. Debiste ir con él apenas llegado de la isla.

    ¡Agh! ̶ gruñó aburrido — Estoy bien, no tengo nada roto, mira: —Y movió su brazo de un lado a otro para demostrarlo.

    —Pero tu batalla de ayer es digna de unos exámenes, ¿no te parece?

    No, no me parece —y se volteó, para darle la espalda a Herrera—. Ahora vete, tengo sueño.

    — ¿Es que acaso no dormiste? —preguntó perspicaz el comandante.

    Eso no te importa. Ahora, si eres tan amable, ¿por qué no mueves tu trasero a la oficina de Giovanni para lamerle los zapatos?

    Mewtwo —dijo calmo el hombre—. Sabes perfectamente que no estás en posición para hablarme de ese modo.

    — ¿Por qué? —se levantó y se volteó hacia él— ¿Vas a usar ese maldito aparato contra mí?

    Eso no te importa —contestó César, con la mirada seria sobre los ojos del pokémon— . Más te vale ir pronto a visitar a tu médico. No querrás que Giovanni se entere —y sin más, giró sobre sus talones y se aprontó hacia la puerta, la cual se abrió apenas el hombre presionó un botón.

    Mewtwo lo observó, sintiendo otra vez cómo la rabia crecía en su pecho y se dispersaba en su sangre. No podía creer que un simple humano se sintiera con el absoluto derecho de hablarle de ese modo solo porque tenía ese maldito aparato en su pecho. Herrera no era más que uno de los muchos despreciables esclavos de Giovanni y el verse en la posición de no poder hacerlo añicos aumentaba su humillación.

    Vio como la puerta se cerraba tras la espalda del hombre y dio un fuerte puñetazo en la colcha, queriendo hacer volar todo el cuartel general de ser posible. Pero no, debía calmarse, respirar profundo y conservar la compostura. No podía darse el lujo de caer tan bajo, como para perder el control tal y como lo haría cualquier humano.

    Se rio para sus adentros. Pasar tanto tiempo con ellos había logrado incorporar una serie de malos hábitos de los que no podía no sentir otra cosa que vergüenza. Así que prefirió volver a su posición anterior e intentar dormir. La intervención de Herrera no había hecho más que quitarle la poca calma que había acumulado luego del encuentro con Patton y en un momento tan crucial como aquel necesitaba pensar con la mente fría.

    ¿Cómo conseguir información? Si Stuart estaba muerto, por más vueltas que le diera al asunto, la respuesta siempre era la misma: Giovanni. Considerando que había sido el hombre quien supuestamente lo había golpeado, lo más lógico era ir hasta él y hurgar en sus recuerdos hasta encontrar la respuesta. No obstante, para lograrlo, en primer lugar debía estar a cierta distancia suya, para luego efectuar un proceso similar al que había hecho con Patton, lo que implicaba encontrarlo de preferencia dormido.

    Pero eso no era lo más complejo. Haber entrado a la mente de la chica lo tenía sin cuidado. No tenía por qué dar explicaciones al trato que le diera a una simple cadete. Si alguien llegaba a preguntar por el estado mental de la chica, solo contestaría que pretendía vengarse por haber intervenido en su batalla. Después de todo, la mayoría del Equipo Rocket conocía su estilo de pelea y la poca paciencia que presentaba hacia quien se atreviera a intervenir.

    Sin embargo, el caso de Giovanni era diferente. El entrar en la mente de otro era un acto que atentaba con cualquier estamento moral, ya que podía ser considerado una violación física. Por lo tanto, por más dormida que pudiese encontrarse la víctima, las secuelas de la intervención saldrían a la luz apenas esta abriera los ojos. Si entraba a la mente del líder de la organización, el choque entre su presencia psíquica y la del humano sería más que notoria y no tendría excusa para haberlo hecho.

    Si encontraba la verdad sobre los dichos de Patton, ya no tendría por qué justificarse, pero... ¿Y si no lo hallaba?

    Cerró los ojos con angustia, ya sin saber qué camino tomar y cómo hacer las cosas. Sentía que la burla se movía con gracia frente a su nariz, escapando cada vez que él intentaba detener esa horrible danza.

    Se sentó en la colcha otra vez y suspiró, buscando una y otra vez una solución a su dilema, para llegar al mismo desfiladero: nada.

    Entonces, en un acto de desesperación, de locura por develar la verdad, hizo lo que no quería hacer, teletransportándose a la oficina de nada más y nada menos que el líder del Equipo Rocket.

    Giovanni en ese momento se encontraba sentado tras su escritorio, escuchando un informe que le dirigía uno de sus subordinados al tiempo en que acariciaba a su Persian. En eso, sin previo aviso, la figura de Mewtwo se materializó frente a ellos, provocando sobrada sorpresa en el soldado quien dio un notorio respingo al verlo. En cambio el líder solo hizo un pequeño gesto.

    —Retírate—le ordenó al soldado, quien juntó sus talones y se apresuró a abandonar el lugar. Mewtwo caminó con paso cansino hasta llegar frente al humano.

    El escuadrón de seguridad no está haciendo un buen trabajo. Podría hacerte pedazos justo ahora si quisiera —dijo seriamente, pero la respuesta que obtuvo solo fue una tenue sonrisa y el humo de un cigarrillo recién encendido.

    —Tú, Mewtwo, eres la última de mis preocupaciones —se puso de pie y caminó por la sala. —Puedes estrangularme si así lo deseas, pero los ojos del escuadrón de seguridad están sobre ti ahora, siempre. No alcanzarás a ponerme un dedo encima sin sufrir las consecuencias.

    —...

    —Ahora, dado que tus posibilidades de asesinarme se han reducido, dime la razón de tu visita.

    Quiero saber qué sucederá ahora. Esta misión fue la culminación de todo un proceso. Ahora que ya no son necesarios mis servicios a la organización, ¿Qué será de mí ahora en adelante?

    Giovanni dejó escapar más humo mientras volvía a su asiento— Lo que haga o deje de hacer contigo te debe ser por completo indiferente. Si a partir de hoy decido que te dedicarás a limpiar excusados, lo harás Mewtwo. El que seas la línea principal de ataque, no quita el hecho de que sigues siendo un soldado más de la organización.

    El pokémon sintió que la ira comenzaba a bullir en su interior, pero se las arregló para no exteriorizarlo, logrando sostener la mirada al hombre de traje anaranjado.

    —¿Solo has venido a eso? —preguntó, invitándole sin decirlo, a marcharse.

    Sí, solo he venido a eso —y desapareció tal y como vino.

    A los pocos segundos, el blanquecino pokémon se materializó otra vez en el domo, echándose en la colcha con la derrota estampada en la cara. Su objetivo era hablar con Giovanni para saber qué clase de reacción podría tener acerca del interés del pokémon en su futuro, pero su respuesta lo habían dejado con un mal sabor de boca. El hombre no tenía pelos en la lengua para dirigirse a sus subordinados y decirles cuán insignificantes para él eran como individuos.

    Se llevó las manos a la cabeza en un obvio gesto de frustración, tratando de pensar en alguna forma con la que pudiera encontrar las tan ansiadas respuestas, pero una tras otra las ideas que aparecían en su mente se mostraban como un inminente fracaso.

    Buscar pruebas físicas sería una pérdida de tiempo. Si Giovanni lo había golpeado en su infancia, era por completo seguro que no guardaría una prueba del hecho. ¿Qué objeto tendría? ¿Presumir que había atacado el pokémon más fuerte del mundo, tal vez? No, no creía que algo así pudiera suceder.

    Gruñó una y mil veces en su frustración, hasta que sintió un pequeño ruido en la parte superior del domo. Se sentó en la colcha, y observó la curva de la cúpula, encontrando a unos cuantos Pidgey revoloteando sobre el cristal. Bufó con hastío. Desde que vivía en aquel lugar, las aves habían tenido interés de querer entrar al invernadero, quien sabe con qué fin. Y la verdad, si bien los había visto antes, nunca les prestó demasiada atención. Hoy en cambio, hasta quiso hacerlos pedazos y repartir sus plumas por todo el cuartel general como si de confeti se tratara.

    En eso, se dio cuenta de un detalle no menor. Uno de ellos bajaba a pequeños intervalos, hasta llegar al suelo lejos de sus compañeros. En la base del cristal, el ave metía su pico en los agujeros de ventilación como si pretendiera entrar por ahí. Luego, sin previo aviso se echaba a volar y repetía la acción. Mewtwo lo miró con desgano desde el otro lado, pensando en la poca inteligencia de la criatura al querer hacer ingreso al domo de esa manera tan ridícula. Los agujeros apenas median unos centímetros de diámetro. Sin embargo, tras observar esta mecánica una y otra vez, el pokémon hizo un nuevo descubrimiento en el ave. En una de sus patas, amarrado con mucho cuidado, se hallaba un papel.

    El psíquico, intrigado por aquella visión, se puso de pie de un salto y caminó con cautela hacia el límite del domo, estando separado del Pidgey por solo un metro. El ave, al notar su presencia alzó la vista y batió las alas para echarse a volar hacia la parte superior del domo y encontrarse con sus compañeros. No obstante, en un movimiento tal hábil como el de un experimentado cirujano, Mewtwo quitó el diminuto rollo de la pata del pokémon volador para atraerlo hacia sí, introduciéndolo por el agujero de ventilación.

    Alzó la vista luego, viendo a las aves revolotear sobre el domo, como siempre lo hacían. Acto seguido, desenrolló el papel.

    La sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que se trataba de una fotografía, mas no de una cualquiera. Sintió que la respiración y su corazón se detuvieron ante el impacto de ver aquella escena. Percibió como su cuerpo parecía ponerse frío y tenso. Y es que la razón de tales sucesos eran en extremo justificada, porque en su mano descansaba ahora la prueba irrefutable de todo lo que había descubierto hasta ese instante. En la fotografía había un hombre mayor, que más bien parecía deseoso de irse a la cama que de posar para la cámara. Pero eso no era lo más importante, sino lo que estaba sentado en las piernas del humano. Porque allí aparecía, mirando con grandes ojos al lente, nada más y nada menos que una versión miniatura de quien ahora, con la boca abierta, observaba aquel rostro, el rostro de Mewtwo siendo niño.

    "No puede ser", fue el único pensamiento claro que realmente pudo articular en su cabeza, porque el resto de su mente pareció sufrir un colapso ante la chocante verdad que se le venía encima. Miró la fotografía como si ésta se tratase de un objeto radiactivo. El terror se dibujaba a la perfección en su rostro. Es que simplemente no podía creer que todo esto fuera real. Y si bien, había estado buscando la verdad luego de presentársele esta serie de incógnitas, algo muy en el fondo de sí mismo se negaba a creer que todo lo dicho por Stuart, transmitido por Patton, fuese algo verídico. De ser así, toda su vida se resquebrajaría y caería hecha mil pedazos. Tal y como estaba ocurriendo ahora; porque en ese momento, con la fotografía en la mano, no tenía prueba más fehaciente.

    Fue verdad. Él sí fue niño, un niño que estuvo consciente y despierto, y no en un profundo sueño, mientras su cuerpo crecía hasta la adultez dentro de un tubo de ensayo gigante.

    Fue niño y vivió una infancia.

    Esto elevaba la posibilidad de que la otra parte de los dichos fuera cierta. Y precisamente, era el meollo del asunto que tanto lo angustiaba: los supuestos maltratos de Giovanni.

    Sintió entonces cómo lentamente, cual pequeña llama en el pastizal antes de convertirse en un incendio, su corazón se aceleraba y la sangre comenzaba a fluir más rápido, en un frenesí absoluto que, tras unos segundos, pudo identificar como ira.



    Ira, una rabia ciega al darse cuenta de que, durante todos estos años, había vivido sumido en una mentira, sin lugar a dudas, maquinada por el líder del Equipo Rocket. Pensó entonces, casi en un estado de psicosis, que todos y cada uno de los agentes de la organización se burlaban a sus espaldas ante la completa ignorancia de su pasado. Y si bien todos, o la gran mayoría, se mostraban temerosos ante su presencia, de seguro en el fondo no podían obviar el desprecio de ver tal arrogancia sin fundamentos. Una criatura que sembraba el terror tan solo por ser una bolsa de poderes con patas. Nada más que un matón que fue golpeado de niño y que ahora buscaba desquitarse, aún en la inconsciencia, con todos tal y como había dicho Patton en la isla.

    — Eso no puede ser —siseó con ira— ¡No voy a permitirlo más! —y decidió de inmediato hacer pagar a todos los que se habían atrevido a burlarse de él, en especial del hombre de traje anaranjado.

    Él era el pokémon más poderoso que alguna vez haya pisado esta tierra y nada ni nadie viviría para tomarlo por idiota. Así que rápidamente guio sus pasos hacia la salida, para luego dirigirse a la oficina principal del cuartel general donde encontraría al hombre que ahora le causaba tanto odio. Iba a sacarle todas las explicaciones aunque tuviera que abrirle la garganta para lograrlo, sin importar las intervenciones del Escuadrón de Seguridad.

    Sin embargo, al poco andar, sintió un extraño cosquilleo en la mano en la que portaba la fotografía. La miró con curiosidad, preguntándose qué sucedía, así que decidió examinarla un momento, descubriendo algo singular en la parte trasera del papel: un extraño círculo que sobresalía apenas unos milímetros de la superficie blanca de la foto. Parecía un botón, cosa que lo llenó aún más de dudas. ¿Podría significar algo más?, ¿por qué había vibrado el papel? Consecuentemente, este nuevo descubrimiento según él sin duda representaba una pieza clave y fundamental en todo este engranaje; por lo que sin dudarlo la acercó con cuidado a su rostro, tratando de comprender su utilidad. Sin embargo, su sorpresa fue grande cuando, desde el botón central, un haz de luz emergió y cayó directamente en los ojos violáceos de Mewtwo, quien pensando que esta era ya la gota que rebasaba el vaso, sintió que la rabia, hace un momento calmada, comenzaba a florecer otra vez. No obstante, luego de que la luz desapareciera, una voz emergió desde el mismo papel, intrigando al pokémon.

    — Lamento haberte hecho eso, Mewtwo. De seguro te molestaste, pero debía saber que eras tú quien recibía este mensaje. Sabes bien que a ninguno de los dos nos conviene el que alguien más sepa de todo esto.

    El pokémon miró el círculo completamente sorprendido, mas tratando de identificar al emisor para descubrir su identidad, fallando de inmediato al darse cuenta de que era una voz generada por computadora. Podía ser un hombre, una mujer, quien quisiera, pero él jamás lo descubriría. Así que decidió que lo mejor era escuchar el mensaje antes de que alguien inapropiado llegara al domo. Después de todo, Herrera había venido a buscarlo para que visitara la consulta médica, y fácilmente podía regresar.

    — No te diré mi nombre de inmediato —prosiguió la voz— porque pronto lo recordarás, como también, nuestra antigua promesa.

    — Debes estarte haciendo muchas preguntas y no te culpo. Después de todo, te arrebataron tu pasado como si no te perteneciera y te dejaron ciego hasta ahora. Sin embargo, sé que es el momento de recuperarlo.

    ¿Qué había dicho? ¿Que le habían arrebatado su pasado? ¿Eso quería decir que, tal y como suponía, le habían borrado la memoria?

    — Mewtwo, en primer lugar debes comprender que tus recuerdos han de seguir intactos en el fondo de tus memorias. No fueron completamente destruidos, ya que quien lo hizo, no tenía el poder suficiente para lograrlo. Solamente logró bloquearlos y moldear tu personalidad y tus recuerdos de acuerdo a las necesidades de Giovanni.

    — Por lo tanto, tú mismo, ahora que has alcanzado por fin la más alta cumbre de tus poderes, puedes hacerlos fluir otra vez y recordar todo. No es necesario que yo te cuente toda tu historia, sabiendo que la tendrás de vuelta en un momento.

    — Sin embargo, aunque ahora mismo desbloquees tus recuerdos y vayas contra Giovanni y toda la organización, debes conservar la calma y escuchar lo que tengo que decir.

    — Lo que debes hacer en primer lugar, es desbloquear tus memorias, como ya te lo había dicho. Luego, cuando sepas quién soy, te reunirás conmigo en el sitio donde so... — Estática y luego un pitido incesante. Mewtwo había cerrado el puño con la fotografía dentro, haciendo trizas el botón y toda la valiosa información que podría ésta contener.

    Le habían borrado la memoria y habían jugado con él durante todos estos años. Algo en él se rompió. Quizás fue su orgullo, ahora destruido por años de construcción con cimientos falsos. Quizás fue la cierta confianza que tenía en la organización. O quizás fue él mismo, de pie sobre una tarima, puesto en ridículo ante todos sin poder hacer algo para detener tan horrible espectáculo. No, no supo qué fue y en realidad, no tenía ni el más mínimo interés de saberlo. No ahora. Porque lo único que ocupaba su mente en este momento era la niebla que poco a poco lo fue cegando, esa rabia, ese incesante deseo de venganza que afloró majestuoso desde el más oscuro rincón de su alma.

    No, bufó, no lo perdonaría, haría pedazos todo lo que se encontrara a su paso y a todos los agentes que se atrevieran a hacerle frente. El mundo conocería la ira del pokémon más poderoso del mundo. Nada ni nadie podría detenerlo jamás. Porque nada ni nadie en este mundo debió siquiera pensar en tratarlo de ese modo. No. Solo estaría satisfecho una vez que viera como toda la raza humana se consumía en llamas, inundando todo con gritos agónicos, terror y dolor.

    Levitó muy cerca de la puerta del domo, a la vez que todos y cada uno de los elementos de la habitación comenzaban a resquebrajarse y desperdigarse sin control a causa de los poderes que eran emanados del cuerpo del pokémon, sin que éste intentara ponerles freno. No, la idea era precisamente esa. Liberar sus poderes sin límites hasta donde tuvieran alcance. Sin embargo, antes de caer por completo en los brazos seductores de su ira desatada, una pequeña voz en su interior le instó a conservar una mínima fracción de calma, y escuchar el mensaje que había recibido. Quien hubiese sido el autor de lo dicho en la fotografía, tenía razón: antes de ir contra todo el Equipo Rocket, debía de tener de regreso todos sus recuerdos intactos.

    Se quedó un momento de pie, a tan sólo unos centímetros de la puerta del domo, debatiéndose entre la decisión de satisfacer su ira o escuchar a su razón. Sentía su cuerpo estremecerse ante la perspectiva de la destrucción, escuchaba los gritos suplicantes de la parte más salvaje de sí mismo, que pedía, casi suplicaba, satisfacer sus deseos. Su orgullo destruido, ser el centro de una mentira, de las voces susurrantes seguramente burlándose de su pasado mientras él, ignorante, se paseaba con el mentón altivo por todo el cuartel sin tener ni la más mínima idea de lo que se decía a sus espaldas.

    Pero por otro lado estaba su razón, la principal característica de su naturaleza psíquica. Una criatura como él, con un cerebro mucho más desarrollado que el de un pokémon común y corriente, con habilidades muy superiores a cualquier ser que jamás haya pisado este planeta, que fácilmente podía estar al nivel de los mismísimos seres humanos - a quienes repudiaba más que nada en este mundo-, no podía estar siendo víctima de sus instintos más básicos. No, debía mantener la calma, debía concentrarse otra vez, conservar la compostura. Lo demás, aquel comportamiento tan irascible, sólo era digno de un adolescente inconformista, no del pokémon más fuerte del mundo. Sin embargo, hasta este momento, Mewtwo no tenía idea de que, tarde o temprano, sería justamente este comportamiento el que terminaría traicionándolo.

    Pasaron unos minutos, largos minutos en los que se quedó de pie frente a la puerta del domo, mientras los objetos, antes lanzados en todas direcciones en un baile frenético, ahora caían llamados por la gravedad. Sus poderes, poco a poco, estaban calmándose y eso era benéfico para él, ya que le sería imposible desentrañar los misterios de sus recuerdos en un estado tan colérico.

    Así que suspiró varias veces, con los ojos cerrados para calmarse y tras unos segundos de este ejercicio, dio media vuelta y se encaminó, lentamente, hacia el invernadero al otro lado del domo. No quería correr ni mucho menos volar, esto solo lo aceleraría otra vez y su rabia, ahora apaciguada, regresaría en la impaciencia.

    Cruzó con tranquilidad su habitación, inhalando por la nariz y exhalando por la boca, a la vez que mantenía la espalda recta y el gesto altivo, determinado a no dejarse llevar por sus emociones más bajas. Llegó luego de esto, a la pared de cristal que separaba ambos ambientes y se detuvo allí, con el fin de respirar más profundo y sentir el aroma de las flores y la frescura de la vegetación. Acto seguido, guio sus pasos hacia una tarima puesta en medio del invernadero y se sentó allí, con las piernas cruzadas y los brazos relajados sobre éstas, en la conocida posición de meditación.

    Era hora de saber a ciencia cierta la verdad.

    Se concentró profundamente, escuchando la suave brisa que entraba por la ventilación y mecía el follaje de su alrededor. Sintió el olor de la tierra húmeda, la frescura de las hojas, el agua deslizándose suave entre los tallos. Los rayos del sol que caían y alimentaban a estas singulares formas de vida. Se sumergió entre sonidos, olores y sensaciones que le entregaban las plantas mientras se sumía en el lago de su mente, nadando cada vez más profundo y alejándose de la claridad de la superficie. Podía ver sus recuerdos más presentes, mas no como imágenes, como había sucedido con Patton hace unas horas antes, sino más bien, como las sensaciones que dejaban éstas. Su naturaleza como pokémon psíquico le otorgaba un intrínseco y a la vez, extraño escenario de su propia mente, muchas veces incompresible hasta para él mismo.

    Sentía la batalla con el androide desarrollarse a su alrededor, veía la adrenalina esparcida como estrellas en el cielo, su rabia creciendo como olas en tormenta y por qué no, su miedo colándose en todo lugar, como las raíces de una cruel enredadera. Luego, más atrás en el tiempo, la rutina de siempre, sus entrenamientos como nebulosas sin particularidad alguna. Unas más grandes, otras más pequeñas, pero siempre bañadas en arrogancia y en esa cruel alegría que le otorgaba el ver a los humanos caer ante sus poderes, ante un ser supuestamente inferior. Adoraba demostrar lo contrario.

    Se daba cuenta, mientras se sumergía cada vez más en sus recuerdos, que su vida no tenía altibajos, solo sensaciones constantes de cortes oscuros que lo convertían en un ser cruel y vil, que esparcía el miedo entre la gente como la muerte misma. Mas nunca había puesto real atención en ello porque nunca había necesitado hacer una exploración como esta. Y de seguro, esa era la base de suposición de quien había puesto el bloqueo para asegurar que Mewtwo nunca recordara su pasado.

    Pero el objetivo de este viaje no era el analizar su estilo de vida, sino llegar hasta lo más profundo de sí mismo, hasta el inicio de sus recuerdos y así, por fin, conocer la verdad.

    Entonces prosiguió, mientras las nebulosas acariciaban su cuerpo y se alejaban, como si temieran algo de él o supieran que, más adelante, había algo que ni él mismo podría manejar. Notó, en este momento, que la oscuridad de su mente era casi total y que el ambiente a su alrededor parecía más y más pesado, lo que le otorgaba la perspectiva de que ya se encontraba cerca del fin de su viaje. También se dio cuenta de que sus recuerdos parecían cada vez más dispersos y extraños, lo que lo posicionó finalmente a las puertas de lo más profundo de su psiquis.

    No podía continuar, pero sabía que éste no era el final. Se detuvo entonces frente a lo que, en el lenguaje del subconsciente, se mostró como una pared nebulosa, más gruesa y oscura que las otras, convertida en una amenaza monstruosa que alejaría a cualquiera hacia la superficie. Pero no a él, no ahora.

    Se acercó con cautela. Si este era el bloqueo del que le había hablado la voz de la fotografía, debía tener mucho cuidado en quitarlo, ya que de no ser así, todos sus recuerdos reprimidos saldrían hacia él sin control y terminarían afectándolo no solo en esta representación psíquica, sino también, en el mundo real.

    Alzó un brazo con cuidado y avanzó, sintiendo que algo lo ahogaba con cada movimiento que hacía. El bloqueo estaba hecho para no ser quitado. Pero Mewtwo era más persistente y terco de lo que cualquiera pudiera imaginar, así que sin miedo alguno, sino más bien con cuidado, rozó sus dedos en la superficie de la nebulosa, sintiéndola suave pero a la vez resistente. La sensación de ahogo era insoportable. Para cualquiera con una gota de buen tino, esto sería más que suficiente como para dar media vuelta y regresar a la conciencia. La pesadez, el abatimiento, el no poder respirar aún en su cuerpo físico eran las formas que tenía este bloqueo de impedir el proceder de Mewtwo. Pero éste no se dejó abatir y continuó. Puso su mano completa y apretó con fuerza, pero con lentitud, con el fin de hallar un punto del cual comenzar a quitar. Lo encontró pronto, recordando las palabras emitidas hace un rato por la grabación: " No fueron completamente destruidos, ya que quien lo hizo, no tenía el poder suficiente para lograrlo".

    Había llegado la hora. En el instante en que comenzara a jalar, sus recuerdos comenzarían a salir de aquella cubierta psíquica y tendría que poner a prueba sus poderes para soportarlo. Solo le bastaba imaginarse a sí mismo contra el tempestuoso viento de un huracán dirigido exclusivamente a él y salir indemne de aquella situación.

    Cerró los ojos y se concentró. Luego, apretó con fuerza su mano y sus músculos se tensaron para dejar salir un pequeño, pero luminoso rayo desde atrás de la oscura pared.

    — ¡TE VOY A MATAR! —escuchó entonces, cómo un grito desesperado y lleno de rabia que salió como una flecha directo hacia él. Era el primer recuerdo, o el último antes de que le borraran la memoria— ¡TE VOY A MATAR! —seguía gritando la voz, que hasta ese punto, aún no reconocía. Había mucho dolor impreso en esas palabras, oculto por capas y capas de ira ciega. ¿Quién era?, ¿Quién era su víctima? Lo averiguaría en un momento, porque entonces con las dos manos, jaló con fuerza y comenzó a descubrir las imágenes que en principio no comprendía, mas poco a poco comenzaron a tomar forma.

    Había subestimado la fuerza con la que los recuerdos arremeterían contra él, porque tuvo que poner el mayor de sus esfuerzos en soportar la magnitud de éstos, arremolinándose sobre su cabeza al punto en que a cualquier persona la induciría a la locura. Pero debía ser fuerte, como su estatus de pokémon más poderoso del mundo lo indicaba.

    Ya no eran nebulosas, sino imágenes concretas. Vio los rostros más juveniles de los agentes que conocía ahora, otros de que no tenía idea de que existían. Tuvo sensaciones de las más variadas índoles, cada vez más oscuras a medida que retrocedía en el tiempo. Supo por fin quien era el dueño de la voz que había escuchado antes, a quien iba destinada tan ferviente amenaza y la razón de ésta. Vio amigos y enemigos, descubrió la identidad del hombre que aparecía en la fotografía y la calidez- el único sentimiento realmente feliz del que pudo gozar- que lo acompañaba. Luego el dolor, la tristeza, una pequeña luz de esperanza y por sobre todo, la ira, la venganza, el odio. Todo eso en una secuencia frenética de luces, sonidos y colores que sobrepasaban los límites de la razón.

    Su cuerpo se estremecía ante la visión de su pasado. En la realidad, respiraba rápido y su corazón latía desesperado. Sus músculos estaban tensos y varios jadeos escaparon de su boca, como si acabara de correr un largo trecho. El sudor pronto terminó por bañarlo por completo y la angustia era ama y señora de su psiquis, porque las imágenes que estaba viendo, llenas de un pasado oscuro y cruel, no hacían más que regresarle aquellas sensaciones que dominaron su infancia y la convirtieron en un infierno.

    Hasta el momento en que quiso, por fin, acabar con todo. Porque de repente se presentó el recuerdo nítido de sí mismo mirando desde las sombras un torneo pokémon, su rabia burbujeante y el salvaje deseo de aniquilar a su presa, a quien miraba con ojos de animal hambriento. Sintió que la sangre corría con fuerza por sus venas juveniles hasta que llegó al punto más alto de su odio.

    — ¡TE VOY A MATAR! —gritó con todas sus fuerzas, abalanzándose frente a todo el mundo sobre aquel hombre que había hecho pedazos su vida. Porque en ese momento, Giovanni estaba solo y listo para ser atrapado, mas cuando el golpe final que le entregaría en bandeja de plata su libertad estaba a centímetros de efectuarse, todo desapareció y se volvió negro, sólo para dar paso a un incesante pitido.

    Mewtwo entonces, ahora en el mundo real, abrió los ojos de repente y todas aquellas aflicciones que había estado soportando en su viaje al interior de sí mismo desaparecieron en un instante. El aura azul cubrió su cuerpo y, antes de un segundo emanó una onda de poder tan fuerte, que todas las plantas del invernadero terminaron calcinadas y el cristal del domo se hizo mil pedazos.

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    Un capítulo bastante interesante como siempre. Me gustó que hayas usado el tema de la meditación para que Mewtwo descubra los secretos de su pasado.

    Una practica bastante útil en la vida real aunque no creas en cosas esotéricas.

    También nos quedamos con la duda de quien será la persona que le habló al "pokémon más fuerte del mundo" a través de la fotografía. Solo puedo suponer que es alguien que cuidó al legendario durante su infancia que al parecer estuvo llena de desgracias que luego podremos ver en los siguientes capítulos.

    Lo más interesante es que el domo se rompió, seguramente eso le traerá problemas a algunos.

    Saludos.
     
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    Capítulo V

    Choque

    ***

    ***​







    De pronto, una ráfaga.

    Los ojos grises de Carl Gindelberger se quedaron fijos en la superficie de la mesa, como si una corriente eléctrica hubiese atravesado su cuerpo repentinamente, y sin que nadie en la sala de reuniones lo notara. Sus músculos se tensaron y su respiración se tornó lenta y pesada. Algo había sucedido, algo que solo él podía saber.

    Alzó la vista lentamente, observando al resto de los integrantes de la mesa. En ese momento se llevaba a cabo una exposición que explicaba cómo se desarrollaría la operación de aquí en adelante, ahora que ya poseían el control completo de la isla y el armamento de la nación más poderosa del mundo.

    Sin embargo, la expresión de terror que se dibujó en el rostro del entrenador del Alakazam al ver la tranquilidad de sus compañeros demostraba, sin dudas, que algo muy malo, tanto para todos ellos como para la organización entera, había sucedido.

    —No...es posible —balbuceó, llamando la atención del mismísimo Giovanni, quien enarcó un ceja al notar la palidez del rostro del hombre.

    —¿Sucede algo malo, comandante Gindelberger? —preguntó con voz tranquila y, sin embargo, bastante inquietante. Los demás se giraron hacia el hombre, observando sus ojos desmesuradamente abiertos y la oscuridad que rodeaba a los mismos. Algo no estaba bien, ese comportamiento era por completo ajeno a un comandante como él, quien se caracterizaba por ser frío y calculador y jamás demostraba temor ante nada, aun en la mayor desventaja.

    —Se-señor —se puso de pie, juntó los talones y miró ahora, con una suerte de seriedad y abatimiento al líder del Equipo Rocket—. Le sugiero convocar al Escuadrón de Seguridad y salir de aquí inmediatamente.

    —¿Qué está diciendo, comandante? —saltó un hombre que se encontraba a un lado de Giovanni. En contraste con los demás, su uniforme lucía pequeñas diferencias que de inmediato distinguía su rango. Tal y como el resto de los soldados, usaba un vestuario grisáceo, pero en la chaqueta, desde el cuello hasta los puños, una línea carmesí recorría sus brazos. Casi insignificante, sin medallas ni otro distintivo, así era como lucía el uniforme de soldado del Escuadrón de Seguridad, una sección del Equipo Rocket encargada solo y exclusivamente de la protección del Giovanni .Su nombre era Jean Bourgeois, y estaba a cargo de proteger al líder en ese momento.—¿Qué está pasando?— cuestionó, pero el comandante abandonó a toda velocidad la sala, ante la mirada atónita de todos los presentes.

    Justo en ese momento, se escuchó una enorme explosión que estremeció toda la sala de reuniones. Varios comandantes se pusieron de pie, pensando que tal vez estaban bajo algún ataque del gobierno o de otra entidad. Otros imaginaron que una gran batalla se estaba desarrollando entre soldados en entrenamiento. No obstante, todos llegaron al mismo cuestionamiento ¿Por qué Gindelberger parecía saber lo que ocurría?

    Bourgeois no perdió tiempo, y antes de que cualquiera pudiera aventurar alguna hipótesis, hizo que otros soldados del Escuadrón de Seguridad siguieran y detuvieran al comandante psíquico, al mismo tiempo que él y más subordinados, se encargaban de la protección de Giovanni.

    El domo de Mewtwo ha hecho explosión —se escuchó por su radio, alertando a quienes alcanzaron a oir ¿Estaban atacando al principal pokémon de la organización?

    Ninguno de ellos imaginaba los eventos que se desarrollarían de aquí en adelante.

    Por otro lado, Gindelberger se había encargado de alejarse lo suficiente como para evitar a los soldados del Escuadrón de Seguridad y llegar pronto a su destino. Muy pocos lo sabían, porque el hombre no gustaba de mencionarlo, pero Carl Gindelberger poseía una peculiar habilidad. Debido a los años de entrenamiento con pokémon psíquicos, había desarrollado cierto sentido capaz de comprender a tales criaturas. Podía saber sus estados de ánimo, saber qué pensaban y hasta no necesitar del habla para ordenar en una batalla. Aunque sus habilidades las guardaba para ocasiones que consideraba realmente serias, en las que él como entrenador y su pokémon, debían mantener una sincronía tal, que en mente fueran uno solo frente al adversario. Y esta era una de ellas. Porque lo que había sentido en la sala de reuniones no era nada más y nada menos que el poder, la ira desatada de Mewtwo en contra de la organización. Y debía ser él, solo él, quien lograra detenerlo.

    Corrió por los pasillos, ordenando a gritos a los soldados el permitirle el paso. Sacó su pokeball y la lanzó al aire, ordenándole de inmediato a su Alakazam crear un campo de fuerza, desde la posible ubicación actual de Mewtwo a un kilómetro de diámetro. Acto seguido, se quitó la chaqueta y la lanzó lejos, arremangándose la camisa. Odiaba con fervor usar el uniforme formal de comandante.

    Este es el momento que hemos estado esperando —le dijo a su pokémon sin articular palabra. —Sólo depende de nosotros lo que suceda ahora—. Y se detuvo repentinamente, en un recodo de los edificios del lugar, al tiempo en que Mewtwo aparecía desde la esquina, con un aura azul recorriendo su cuerpo y la mirada de un asesino.

    —Llegó la hora —dijo.

    .....

    .....

    .....

    Mientras tanto desde lejos, uno de los soldados que Bourgois había enviado, logró dar con el paradero de Gindelberger con el fin de entender lo que sucedía, sorprendiéndose de sobremanera al descubrir al hombre y al principal pokémon de Giovanni frente a frente y en seria predisposición de batalla.

    —No es posible —murmuró y tomó rápidamente su radio—. Comandante Lerman, se activa protocolo de seguridad. Mewtwo parece estar fuera de control. Inminente batalla entre él y el comandante Gindelberger. Espero orden.

    Orden activa —dijo una voz femenina desde el otro lado—. Se activa protocolo. Traslado de Líder del Equipo Rocket a Zona Cero. Soldados y comandantes deben quedarse en donde están bajo completa vigilancia. Escuadrón de Seguridad toma el mando de la organización.

    Copiado, comandante Lerman —contestó con voz fuerte y de inmediato inició el proceso en todo el lugar.

    Varios soldados, cadetes recién llegados y otros más avanzados, habían visto a Mewtwo pasar como un rayo a su lado, provocándoles de inmediato un inmenso terror. Pero llamados por la curiosidad, se habían atrevido a seguirlo. Sin embargo, más rápido que el mismo pokémon, los soldados del Escuadrón de Seguridad cerraron el paso y les ordenaron, a punta de cañón, el dirigirse inmediatamente a sus habitaciones y permanecer allí hasta nuevo aviso. Los jóvenes, sin comprender qué sucedía, mas notando la gravedad de la situación, obedecieron al instante a sus superiores, huyendo despavoridos hacia los edificios en donde se encontraban sus aposentos.

    Mientras tanto, los comandantes aún en la sala de reuniones, se vieron también acorralados por aquellos que ahora tenían el control del cuartel. Sin importar el rango ni la ocupación, todos y cada uno de ellos se vio sentado otra vez en su lugar, como si de verdad estuviesen todavía observando la exposición sobre los avances en la isla.

    No podían hablar, ni mucho menos hacer un reclamo sobre la situación, aunque a muchos de ellos les pareciera humillante. Si intentaban decir algo en contra del Escuadrón de Seguridad, éste tomaría estas palabras como una insubordinación y rápidamente se pondrían cartas en el asunto. Ni siquiera entre ellos podría suceder algo así. Bien sabían todos que, ante la más mínima sospecha de traición por parte de alguno de los integrantes, sus compañeros estaban plenamente autorizados a acabar con ellos sin previo aviso. Por suerte para los comandantes, al no pertenecer a este grupo de elite, esas leyes solo se reducían a una amenaza y un proceso en el que Giovanni evaluaba su situación.

    Así que no tuvieron más opción que quedarse tranquilos y a la espera de lo que sucediera de ahora en adelante.

    ....

    ....

    ....

    Mewtwo miró al hombre como si pretendiera asesinarlo, no obstante, el comandante se mantuvo calmo con su pokémon al frente, dispuesto a defender a como diera lugar al Equipo Rocket.

    —Quítate —ordenó el psíquico blanquecino.

    —Lo siento, pero no puedo.

    —¡QUÍTATE! —rugió y se lanzó al ataque, sin esperar respuesta alguna. Gindelberger no se dejó intimidar y manteniendo la misma seriedad mostrada, esperó. Entonces el cuerpo de Mewtwo se detuvo a solo unos metros del hombre, como si hubiese chocado suavemente con un colchón. La confusión se dibujó entonces en el iracundo pokémon, cuyos ojos de inmediato se volcaron hacia el Alakazam del humano.

    Gindelberger —siseó cuando comprendió la razón por la cual había perdido la movilidad —. ¿Qué crees que estás haciendo?

    —¿Qué parece que hago? —preguntó el hombre desde la lejanía, viendo al pokémon de una forma fría, casi indiferente. Tal parecía, la confianza que tenía en su Alakazam era absoluta y nadie, ni siquiera Mewtwo, podría vencerlo—. Estoy aquí para detenerte.

    No tengo tiempo para juegos. ¡Quítate de mi camino ahora mismo! —pero el hombre por obvias razones no obedeció. Dio un pequeño paso hacia atrás, al mismo tiempo en que instaba a su pokémon a mantener la calma en tal situación. Si bien habían entrenado durante mucho tiempo, sabía que el enfrentamiento con Mewtwo, y más en estas condiciones, sería algo sumamente complejo. El choque con una presencia psíquica como esta para alguien relativamente normal, era el equivalente a quedarse esperando una avalancha con un paraguas como protección.

    Pero ni él ni su pokémon no eran normales. E iba a demostrarlo.

    Se llevó la mano hacia atrás, para tomar una pokeball de su cinturón. No obstante, cuando pretendió lanzarla, sintió un fuerte dolor en la pierna, lo que lo sacó de cuajo de su hilo de pensamiento y de todo el plan que ya había armado. Rápidamente miró el objeto de su atención, descubriendo un dardo clavado con limpieza en su pantalón.

    Verdammt! —farfulló antes de sentir como todo su cuerpo de debilitaba en cuestión de segundos. Esto no podía estar pasando ahora, se dijo cuando sus piernas se vieron incapaces de sostenerlo, para luego dejarse caer de rodillas. Tomó a duras penas el dardo, con la intención de que ya no surtiera efecto, mas sabía que era demasiado tarde. El veneno inyectado sin duda era de una potencia extraordinaria.

    Miró hacia adelante, a su Alakazam sosteniendo la ira de Mewtwo con maestría y se maldijo internamente al verse en tal situación, reducido en tan solo unos segundos por un miserable dardo ¿Cómo era posible que el entrenador de pokémon psíquico más fuerte del Equipo Rocket sucumbiera así?

    Trató de hablar, de entregarle algo de calma al Alakazam, pero sus palabras no abandonaron la garganta. Su visión se tornó borrosa y el mareo se convirtió en algo constante y terrible. Poco a poco iba perdiendo control de sus acciones, solo quedando su mente al mando de un cuerpo inútil.

    Entonces el lazo psíquico con su pokémon se rompió, provocando una suerte de vértigo en éste que a duras penas trató de sobrellevar. Al estar con su atención enfocada casi en su totalidad en Mewtwo, lo que pasaba a sus espaldas lo llenaba de preocupación. ¿Qué había pasado con su entrenador? Quiso voltear apenas dejó de sentirlo, pero la fuerza de empuje del clon era algo que no iba a permitírselo. Luego, cuando escuchó que el cuerpo del hombre caía, sintió que algo muy malo había pasado, pero su misión era clara.

    Los ojos de Mewtwo seguían fijos en su adversario, en el animal rastrero que Gindelberger había entrenado para detenerlo, pero el Alakazam era tan fiel, que a pesar de la incertidumbre de lo que le había pasado a su entrenador, seguía firme en su posición, sin dejarse llevar por las emociones. La mente fría de pokémon de tipo psíquico lo mantenía con los pies firmes en el piso y la mirada fija en los violáceos ojos del clon.

    —¡Suéltame! —bufó Mewtwo y su contrincante se negó, lo que lo llenó de aun más ira. No obstante, presa de su furia, no se dio cuenta de lo que estaba aconteciendo a su alrededor.

    No notó que con cada segundo que pasaba, más y más soldados del Escuadrón de Seguridad hacían acto de presencia en el lugar. Tampoco cómo una suerte de camión blindado se estacionaba cerca para, tras abrir sus puertas, liberar seis esferas del tamaño de un balón de baloncesto, de un pulcro color negro, que se dirigieron hacia Mewtwo como si este se hubiese convertido en un imán.

    Las seis se pusieron una a cada lado del pokémon, quien notó su presencia cuando la sexta se ubicó justo frente a sus ojos. Entonces, apenas ambas criaturas parpadearon ante esta intromisión, entre las seis se disparó un haz de luz, semejante a una corriente eléctrica, que finalmente se convirtió en aristas de un octaedro.

    Qué...—alcanzó a decir Mewtwo cuando de pronto una descarga de energía se disparó por todo su cuerpo, en una potencia tal que le produjo un enorme dolor. Sintió que sus huesos temblaban aun dentro de sí mismo, que sus músculos se contraían y relajaban en desesperación y que cualquier proceso orgánico se veía irrumpido por este ataque. El pokémon dio un grito entonces, que hizo temblar a todos los presentes y al mismo terreno que pisaban.

    El Alakazam, quien había dejado de ejercer presión sobre el clon al ver que su acción se había vuelto inútil, lo observó con perplejidad. Aquella criatura en extremo poderosa, ahora gritaba de dolor por la presencia de tal artimaña humana. ¿Qué eran los pokémon como él o cualquiera ante esto? ¿De verdad servía todo el entrenamiento para algo? No supo responderse, mas de algo sí estaba seguro. Ante este despliegue de poder, no servía de nada intentar revelarse. ¿De qué le estaba sirviendo a Mewtwo? Esto era algo que un pokémon como él jamás podría entender.

    En ese momento, se volteó rápidamente hacia su entrenador, quien yacía inconsciente en el piso, con el dardo en la mano, pero sin lograr contrarrestar su poder. Intentó despertarlo desesperadamente, pero sin éxito.

    —Él se encuentra bien —escuchó a su lado—. Solo necesita dormir un poco.

    Caminando con altivez, una mujer se acercó a la escena. Su cabellera rojiza se mecía como una capa tras ella, haciéndola notar por sobre todos los presentes. El pokémon la miró por un segundo, instante suficiente para que ella le regalara una dulce sonrisa que se tradujo en el mensaje de "todo estará bien, no te preocupes". El Alakazam entonces respiró tranquilo, consciente de que su entrenador ahora se encontraría en buenas manos.

    La mujer entonces siguió caminando, mirando con seriedad a Mewtwo, quien presa del dolor, se las arregló para tornar su expresión al más puro odio.

    Sáquenme de aquí —proyectó apenas pudo ver de reojo a varios soldados acercándose —¿Qué creen que están haciendo?

    —Vaya —dijo la pelirroja, cuyo nombre era Giselle Lerman, comandante del Escuadrón de Seguridad y encargada del Equipo Rocket hasta que el incidente con Mewtwo se solucionara—. Me sorprende el hecho de que aún puedas comunicarte. Durante los experimentos, todos los sujetos de prueba terminaron fuera de combate en un instante. Sin duda eres fuerte.

    ¿Qué estás diciendo? —preguntó de inmediato el pokémon, pero la mujer guardó silencio al tiempo en que el campo comenzaba a moverse. Estaban trasladando las esferas con él adentro— ¿Qué están haciendo?"

    —...

    —¡Responde!

    —...

    —¡RESPONDE! —y entonces el mecanismo se detuvo, sorprendiendo a todos los presentes. Lerman de inmediato giró su rostro hacia el pokémon, descubriendo que, a pesar de la luminosidad del campo, acariciando suavemente el cuerpo de Mewtwo, se podía distinguir la característica aura azul que emanaba de su cuerpo cuando atacaba.

    Los ojos de la mujer se abrieron desmesuradamente. Las esferas estaban diseñadas para mantener los poderes del pokémon encapsulados dentro de su cuerpo, sin permitírsele el movimiento. Bajo la influencia de éstas, la víctima quedaba inmovilizada, solo con sus signos vitales más básicos activos, como si se encontrase en un estado vegetativo. Al menos, recordó, así había funcionado en todos los experimentos, con una potencia muchísimo más baja.

    Ahora, sin pensarlo dos veces, habían dado a las esferas el máximo de su poder y, para su primera sorpresa, Mewtwo no solo no había perdido la conciencia, sino que hasta podía mantener la comunicación psíquica.

    Y ahora esto.

    —¡Apresúrense! —ordenó a sus soldados, quienes otra vez pusieron la maquinaria en marcha.

    —¡No lo permitiré! —dijo Mewtwo, provocando ahora un ligero temblor en el terreno.

    —¡RÁPIDO! —gritó Lerman, obligando a su hombres a poner a Mewtwo y todo el mecanismo, dentro de un camión que los esperaba a unos metros—. Llévenselo —ordenó ella con voz firme, por lo que rápidamente, las esferas comenzaron a moverse con el pokémon dentro. Lerman los siguió, pero se detuvo al comprobar que Gindelberger seguía en el piso, siendo custodiado por su pokémon.

    —Llévenselo al hospital de inmediato y procuren vigilancia —gritó a sus soldados al tiempo en que continuaba su trayecto. El Alakazam solo siguió a los hombres, sin abandonar a su entrenador.

    .....

    ....

    .....

    Mewtwo no pudo contra el poder de las esferas y, aunque continuara intentando zafarse de éstas, le fue completamente imposible. Sintió, a mitad del camino, un pinchazo en la cola y luego de esto, como su cuerpo se tornaba más y más débil. Debía hacer algo. A este paso quedaría inconsciente y harían lo que quisieran con él. No lo podía permitir.

    —¡Suéltenme! —gritó mientras el aura azul rodeaba su cuerpo y el viento golpeaba a todos los presentes. Lerman barrió con la mirada las esferas, esperando a que ninguna de éstas resultara rota tras ese ataque— ¡No lo permitiré! —y el camión y parte del terreno por el que pasaba, se estremecieron como un castillo de naipes. Los que estaban dentro del vehículo sintieron como les faltaba el aire y el calor los sofocaba. Pronto sus cuerpos se pusieron pesados y torpes, y el dolor de cabeza fue tan terrible, que varios cayeron de rodillas, presas del mareo y la angustia— ¡No lo permitiré! —repitió el pokémon, al momento en que una grieta aparecía en una esfera.

    Todos los que aún se mantenían en pie, sintieron como su respiración se detenía y su sangre se tornaba fría y pesada. Mewtwo había logrado lo impensado. Muy pronto el terror se dibujó en sus rostros al imaginarse encerrados en ese camión mientras eran testigos de la liberación del pokémon, quien sin dudas se encargaría de ser su verdugo. Sin embargo, en ese momento, la comandante se puso de pie y los miró uno a uno, de una forma tal, que todos se sintieron avergonzados de sus recientes pensamientos.

    — No sean imbéciles —les dijo tomando un control remoto y presionando los botones a una velocidad espeluznante, con el fin de dar el máximo poder a las esferas. No comprendía cómo, a pesar de habérsele administrado sedantes, Mewtwo pudiera seguir luchando de esta manera y peor aún, haber afectado una parte de la maquinaria. Sin lugar a dudas, sus poderes solo podían ser comparados con su inmensa fuerza de voluntad.

    Déjenme...te-tengo que...—seguía repitiendo a pesar de la alarmante disminución de sus poderes. Los humanos estaban ganando y, esta vez, ya no tenía fuerza para continuar. Sentía que sus párpados se cerraban y el doloroso calor seguía extendiéndose entre sus huesos.

    ¿Iba a ser derrotado?¿ Iban a borrarle la memoria? No podía permitirlo...pero...pero... ya no tenía energía para negarse.

    Mis recuerdos...mi historia. Acabo de recuperarla y estoy a punto de perderla otra vez...—Y Lerman vio como el cuerpo del pokémon caía por su propio peso, solo evitado por el campo de energía de las esferas.

    Por fin había cedido.

    ....

    ....

    El camión se detuvo pronto y rápidamente se encaminaron hacia un laboratorio, donde otro grupo de agentes los esperaba.

    —Fue más difícil de lo que creímos —dijo alguien mientras aplicaba otra inyección a Mewtwo—. Sin dudas, este es un hueso duro de roer.

    —No pierdan el tiempo hablando y ejecuten el plan de una buena vez —dijo Lerman con voz firme—. Dudo que se mantenga inconsciente durante mucho tiempo. Después de todo, siguió luchando a pesar de ya habérsele administrado un sedante.

    Entonces el resto de los agentes recostó al pokémon en una camilla y, sin saber si fue por el frío del metal o la certeza de lo que iba a pasar, la criatura se despertó e inmediatamente intentó levantarse, aun con las esferas ejerciendo fuerza sobre él.

    No lo permitiré —susurraba mientras varios brazos metálicos bajaban para aprisionarlo contra el metal— No dejaré que me conviertan en una máquina....yo...yo...¡yo voy a ser libre! —Y esta vez, frente a los ojos de todos, no sólo pudo sostener el peso de su cuerpo, sino que logró levantarse y hacer trizas la esfera agrietada— ¡Este no puede ser...mi destino! —dijo varias veces al tiempo en que veía claramente el recuerdo de sí mismo intentando acabar con Giovanni. Lo lograría. A como diera lugar.

    Lerman, ya casi en la desesperación, sacó de su chaqueta el artefacto para detonar el aparato que el pokémon tenía en su pecho, mas al presionarlo, grande fue su sorpresa cuando en lugar de caer víctima del dolor, la criatura le sonrió como un demente.

    Debes ser estúpida, mujer. Ya soy más fuerte que ese maldito aparato —y se preparó para atacarla, cuando ella levantó el brazo.

    —Y tú muy confiado. ¡Máximo poder!

    Y una descarga bajó por cada uno de los brazos metálicos y las esferas, inmovilizando cada reacción del pokémon. Sus poderes desaparecieron en un instante, a la velocidad con la que se apaga la pequeña llama de una vela. Cayó de rodillas sobre la camilla y luego su cuerpo completo se desplomó sobre ésta. Sus ojos estaban en blanco, y pronto sus párpados se fueron cerrando poco a poco mientras perdía todo control de sí mismo.

    —Buenas noches, Mewtwo —dijo Lerman, dándole dos palmaditas en el hombro cuando por fin cerró los ojos.

    No...—se dijo el pokémon en la oscuridad, mientras iba perdiendo la noción de la realidad, de su cuerpo y de su propia mente—. Yo...yo debo ser libre....yo quiero ser libre....co-como tú...como tú querías...Fu-Fuji...

    Y se sumió en la espesa niebla de la inconsciencia



    ....

    ....
     
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    Capítulo 3: Después de la misión, se ve que las cosas dichas por Jennifer se quedaron en la mente del gato. Que dios, esa chica parece no valorar su vida como para hacer enojar a Mewtwo xD.

    Una cosa preocupante, ese artefacto para mantener a mewtwo a raya... obvio no llegará a matarlo, pero deja los pelos de punta que un pokémon que se cree el centro del universo sienta temor de eso al punto de preferir la muerte.

    XD admito que me es gracioso ver que Mewtwo habla como si nada, mientras que Jennifer está muerta de miedo. En parte eso es normal viendo que si no fuera por Herrera ella habría valido verga.

    Admito que me hizo reír xD

    Bueno, Mewtwo tiene más información sobre su pasado, o bueno, el supuesto pasado porque va a tener que confirmar que esa info es verdad.

    Se siente lindo leer esto de nuevo. Pero bueno, vamos por el siguiente capítulo.
     
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    LizzaRade

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    Capítulo 4: Insisto en que me gusta eso de que los pokémon psíquicos, su poder más que nada, se vea influenciado por sus emociones y su salud mental.

    Otra cosa, ugh pinche mafioso, no puedo decir mucho de él porque... no le conozco mucho como para dar una opinión, así que... paso por ahora.

    Pinche Mewtwo, teniendolo todo para mandar a la verga al TR, pero por ese dispositivo no puede y esa frustación da como wdbqwiufbqeibediqe feels.
    chan chan chaaaaaan sí gatito, fuiste niño y tuviste una infancia. Ahora no se me corte las venas con galletitas de animalitos D:

    Oh, recordaba esta escena, pero no la recordaba tan psicodelica, oh bueno, despues de tanto escuchar psicodelia para mi fic como que todo me parece psicodelico xD Pero no quita que sea... extraño el hecho de que su psique sea en parte tangible, pero debería estar acostumbrada a esto porque... psychic type for the win!!

    Así que sep, gato ya recordó todo, ahora todos valdran madre kukuku. Pero conociendo la suerte de Mewtwo, algo va a pasar que impedirá esto xD

    Vamos por el siguiente.
     
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    Capítulo 5: Uff men, se va a armar la gorda!!

    Gindelberger me recuerda a Anabel en el sentido de que esta muy ligada a los pokémon tipo psíquico, ¿tomaste inspiración de ella para este personaje?
    Badass time!!

    OMG me puse al día!! *party hard* Es una lastima que con lo badass que se veía Gindelberger, se fuera su momento de gloria al diablo por un dardo... pero bueno, Lerman es igual de badass por mostrarse firme ante alguien como mewtwo en todo momento.

    Es una lastima que luego de esto a nuestro gato le espera un futuro incierto. Voy a esperar a que subas los demás capítulos :D
     
    Última edición: 30 Septiembre 2018
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    Título:
    La memoria del arma
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    4380
    Capítulo VI


    Memoria I


    Nacimiento

    .....

    .....

    .....
    Sintió como si la oscuridad se constituyera de forma material, aplastándolo hasta casi el punto de la asfixia. No sabía en dónde estaba ni cómo había llegado allí. Tampoco sabía si en realidad estaba en el mundo físico, o se hallaba en la proyección psíquica de algo o alguien. O de sí mismo. Solo sabía que existía la oscuridad.

    He estado antes aquí... —susurró a la nada, pero esta no le entregó confirmación—. Pero...¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué?

    Trató de recordar, pero entre más lo intentaba, más parecía olvidar. De pronto apenas y sí sabía su nombre y algunas imágenes fugaces de lo que había pasado últimamente. Sentía que llevaba en ese lugar más tiempo del que nunca imaginó, que aquellos sucesos donde se pincelaba difusamente la figura del Alakazam y el hombre que lo comandaba habían ocurrido en tiempos pretéritos.

    Comenzó entonces a desesperarse. ¿Desde cuándo estaba allí? ¿Qué hacía en ese lugar? ¿ Cómo podría volver a la realidad? Todas esas preguntas, carecían de respuesta en la infinita oscuridad.

    — ¿Dónde estoy? ... ¿Quién soy? ... ¿Por qué estoy aquí? —se preguntó una y mil veces—. Necesito salir, necesito volver....volver a mi realidad, a mi mundo. Tengo.....tengo que terminar...tengo que...que ser...ser....

    Sus propias palabras comenzaron a diluirse sin que lograra hacer algo para detenerlas.

    Ya he vivido esto antes —volvió a decirle a la nada—. No quiero que vuelva a suceder.

    Y por vez primera en mucho tiempo, sintió miedo, tal y como en esa ocasión, cuando de seguro todo había comenzado. Antes del dolor, antes de la ira. Antes de todo aquello, también había estado la oscuridad...y también había estado ella.

    Entre los jirones de recuerdos que bailaban simbólicamente a su alrededor, pudo recoger las memorias de aquel primer instante de existencia, cuando en la completa negrura de la nada abrió los ojos, mientras las preguntas sobre su identidad hacían acto de presencia.

    Ella apareció entonces frente a él, tan nebulosa como el recuerdo que en ese momento se escurría de su hilo de pensamiento.

    A...Ai... —llamó, pero el dulce rostro de aquella niña solo se limitó a sonreírle, tal y como la primera vez. Era solo un recuerdo, el primero de todos, mas se presentaba de una forma tan intensa, que hasta podía percibir el temblor de un cuerpo que en ese instante no tenía. Creía sentir su corazón latir más rápido y hasta se creyó estar avanzando hasta ella, estirando el brazo en un inútil intento por alcanzarla. Pero tan rápido como apareció, la pequeña de cabello verdoso se desvaneció, quedándose con él el conocimiento de que su nombre era Mewtwo y que era un pokémon. Se quedó "viendo" al vacío, intrigado por el desasosiego de su alma, cuando de pronto algo pareció empujarlo desde atrás. Se volteó, siempre en el simbolismo que busca la mente para comprender las cosas aun en una dimensión distinta, para descubrirse frente a frente con una enorme masa luminosa que lo absorbió.

    Era un recuerdo, uno de suma importancia, en el que se sumergió para pasar desde la infinita y aplastante oscuridad, a la luz enceguecedora que tal vez, le daría las respuestas que tanto buscaba.

    ***

    Los hechos que Mewtwo recordaría, si bien lejanos, eran los más cálidos que pudo albergar en su ser y por lo tanto, los que más extrañaría. Se dejó envolver por ellos como si de un abrazo se tratara, para volver a esas memorias de su infancia, cuando todo parecía ser más fácil.

    Fue llevado por la luz, la calidez y la añoranza de este primer recuerdo, sintiéndose otra vez en el tubo de ensayo desde donde "nació", cuando comenzó a sentir los sonidos a su alrededor y la constatación de que había algo más que solo oscuridad.

    — ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? —preguntó por enésima vez. Abrió los ojos con dificultad y por primera vez pudo ver algo más que la nada. Dos miembros que no tardó en identificar como partes de su cuerpo, se alzaron hacia lo rostro, verificando que ya no era una idea flotando en la oscuridad. Estaba vivo y despierto en el mundo físico.

    Alzó la vista y se descubrió en un lugar iluminado, lleno de computadoras y tubos de ensayo gigantes. A su alrededor, un puñado de hombres y mujeres lo miraban expectantes, mas cuando sus ojos se posaron sobre los de aquel humano, todo a su alrededor simplemente dejó de tener importancia. Su rostro, la proyección que el pokémon podía leer de su mente lo atraparon sin resistencia, como si en el fondo, un lazo los uniera desde incluso antes de verse por primera vez.

    Era un hombre mayor, mucho más que el resto de los presentes, mas solo con él el pokémon pudo sentir que su pecho se hinchaba de emoción, que la alegría de verlo, aun sin conocerlo, era más grande que cualquier cosa.

    Trato de comunicarse con él, de preguntarle qué sucedía y qué hacía allí, mas sus interrogantes parecieron causar un gran revuelo en el receptor de dichos mensajes. El humano cayó de rodillas al piso, con las manos en la cabeza y una expresión de angustia. Quienes lo rodeaban, rápidamente se acercaron para brindar ayuda, cosa que intrigó al pequeño. Pudo sentir su preocupación y confusión, y sobre todo, el dolor del hombre con el que había hecho contacto. Entendió pronto que todo apuntaba a que él era el causante de tal padecimiento, por lo que restringió la comunicación y se quedó quieto, a espera de ya no provocar más problemas. Y en efecto, el hombre a los pocos segundos se puso de pie y lo miró.

    Recordaría por mucho tiempo esa mirada llena de ternura y buenos sentimientos que el humano parecía solo dedicarle a él.

    — Calma todos —dijo mientras alzaba las manos para despejar un poco el paso y dirigirse a quien no le quitaba los ojos de encima —. Al parecer ya ha controlado ese impulso psíquico, por lo que será fácil mantener una comunicación relativamente normal.

    ¿Quién eres tú? —interrumpió el pokémon, y luego para dejar aún más atónitos a los presentes, su cuerpo abandonó lentamente la base del tubo y levitó con completa experticia hacia el hombre, para acercarse a su rostro y observarlo con atención— ¿Quién soy yo?

    El humano lo miró unos segundos, con las cejas alzadas y una expresión que reflejaba simpatía, casi como si pretendiera reírse ¿Le divertían sus preguntas? Pensó Mewtwo confundido, mas su interlocutor solo cerró los ojos, dio un pequeño paso hacia atrás y luego volvió a mirarlo, sin cambiar su semblante. El pokémon se quedó en su lugar, ladeando la cabeza sin entender.

    — Buenas tardes, Mewtwo —dijo solemnemente.

    — ¿Mewtwo? — preguntó con algo de confusión en su mirar, mas pareció calmarse luego de un instante. — ¿Ese soy yo?

    — Así es —convino el hombre.

    ¿Quién eres tú?

    Mi nombre es Toshihiro Fuji y este es el equipo de trabajo de Isla Nueva —y extendió los brazos para dirigir la mirada del pequeño al resto de los presentes. Uno de ellos, viéndose escrutado por los amatistas ojos del pokémon, movió la mano torpemente en señal de saludo, siendo imitado casi al instante por el infante.

    ¿Qué eres tú? —preguntó otra vez, volviendo al científico de cabecera.

    — Soy un humano, Mewtwo y tú...

    ¡Entonces yo soy un humano también! —irrumpió exclamando con gran energía, la cual pronto fue apaciguada por el hombre.

    — No, Mewtwo, no. Nosotros somos seres humanos. Tú eres un pokémon.

    ¿Un pokémon? ¿Qué es eso? ¿Eso soy yo?

    Verás — dijo caminando un poco hasta detenerse frente a una gran piedra tallada colocada en la pared, donde se dibujaba una versión antiquísima de un legendario pokémon—. Este es Mew, el pokémon más raro de todos, mas se cree, está extinto. Durante años hemos trabajado arduamente en recrear la vida de este pokémon, y el resultado lo tenemos justo aquí, Mewtwo.

    ¿Uh?—ladeó la cabeza— ¿Entonces Mew es mi mamá? ¿O es mi papá?

    Fuji se quedó de piedra ante esa pregunta, tal y como el resto de sus compañeros, ya que no había manera en la que el pokémon pudiera manejar esa información. Sin lugar a dudas, Mew parecía haber perdido el título de la criatura más extraña de todas, arrebatado sin piedad por las inocentes preguntas de su clon.

    — Podríamos decir... —titubeó—...que de alguna forma, es ambos y a la vez ninguno. Fuimos nosotros quienes te otorgamos la vida.

    Entonces... ¡mi papá eres tú! —concluyó con absoluta alegría en sus palabras, descolocando al hombre y al resto de sus compañeros. Fuji intentó disuadirlo de tal creencia, mas el pequeño prontamente perdió el interés en él, intrigándose por todo lo que se encontraba a su alrededor.

    Se acercó a la computadora principal y puso sin ningún cuidado, sus pies sobre el teclado, casi causando un ataque de pánico a más de un científico. Uno de ellos corrió para quitar al pokémon del lugar, pero éste se adelantó a sus intenciones y rápidamente voló para observar las luces parpadeantes, los ventiladores, los estantes llenos de informes ordenados con sumo cuidado y por último, los tubos de ensayo que se encontraban a los costados del propio. Los miró con atención, puso sus manos sobre el cristal y los recorrió uno a uno, hasta que algo en particular llamó su atención. Se detuvo frente a la placa de uno de ellos, donde estaba el nombre del experimento que se desarrolló en él.

    AI, podía leerse con claridad, intrigando al parecer a Fuji, quien se acercó ante el abrupto cambio de actitud del clon. Se había quedado completamente quieto, como si algo lo hubiese afectado de una forma brutal.

    — ¿Sabes qué dice allí? — preguntó el hombre.

    No —contestó él—. Pero...yo...me siento muy triste y no sé por qué. ¿Tú sabes por qué? —y lo miró con desesperación.

    —No, no lo sé, pero lo mejor es no preocuparse por eso ahora. Debes hacerte algunas pruebas, debemos saber cuánto pesas y cuánto mides. Acompáñame —y con cuidado tomó su brazo para jalar de él, hasta que lentamente el pokémon abandonó el tubo para ir a su próximo destino. Sin embargo, más de un científico notó las tristes miradas de ambos al salir del laboratorio, viendo una vez más el tubo vacío que se encontraba justamente a un lado del de Mewtwo.

    Tras unos minutos, el pequeño se vio en un nuevo escenario, lleno de cosas que llamaron su atención a una velocidad vertiginosa, haciéndole olvidar su repentina tristeza.

    El primer intento de sentarlo en la pesa fue un absoluto fracaso, porque rápidamente el pokémon voló en toda la habitación, intrigado por cada objeto que veía. Volteó varias botellas, revolvió papeles y presionó botones que debían mantenerse intactos.

    Los científicos lo miraban con horror, tratando de detenerlo, mas sus esfuerzos eran completamente inútiles. Muchos de ellos se sintieron como la clásica niñera sin experiencia, corriendo en círculos en torno al sofá de la casa, para dar caza al infante al que debía mantener bajo control, el que reía a carcajadas por la situación en la que ponía al adulto.

    Fuji miraba a Mewtwo con cansancio, tal vez pensando en las referencias históricas de Mew, pokémon que solo se presentaba a ciertos elegidos de un desaparecido pueblo indígena, pero la solemnidad del relato se perdía al instante, cuando se decía que la criatura gozaba con jugar bromas a los humanos y ser tan curioso como un niño pequeño, al punto de inmiscuirse en temas que no le incumbían y causar más de algún estrago a los sacerdotes.

    El hombre suspiró, viendo como Mewtwo parecía divertirse al extremo ante los rostros afligidos de sus colegas, así que decidió que lo mejor era intervenir.

    — Mewtwo —le dijo seriamente—. Ven aquí.

    — ¿Qué sucede? — bajó de inmediato, dejando a los demás con la boca abierta.

    — Siéntate aquí, debemos pesarte —le señaló. El pokémon acató la orden instantáneamente. Nadie lo podía creer, así que aprovechando este instante de calma, lo midieron y extrajeron un poco de su sangre para un posterior análisis.

    — Debemos llamar a Giovanni para informarle que ha despertado —dijo uno de los hombres a Fuji.

    — Lo haré yo mismo, no te preocupes —contestó de forma automática—. De todos modos, aunque terminemos todas las pruebas con él, me temo que tendremos que mantenerlo un tiempo más con nosotros.

    — ¿Y eso por qué?

    — Porque su curiosidad debe ser aplacada. Si lo dejamos ir así, será un dolor de cabeza para Giovanni. Prefiero "acostumbrarlo" al mundo aquí en la isla, y luego que ellos se dediquen tan sólo a su entrenamiento.

    El científico lo miró con cierta suspicacia, mas no emitió palabra y se avocó a las pruebas a las que el pokémon debía ser sometido.

    ...

    ...

    Los días pasaron y Mewtwo poco a poco fue interiorizando lo que iba aprendiendo. Comprendió qué eran los humanos y los pokémon, aunque no tardó en oponerse a la idea de que estos últimos debían someterse a lo que él consideraba, caprichos de los primeros. No le parecía justo que los pokémon tuvieran que atacarse entre sí, lastimarse solo para conseguir un mérito que ni siquiera sería suyo.

    Los científicos, al ver esta postura, de inmediato se empeñaron en enseñarle sobre el orden del mundo, sobre que los pokémon, al tener habilidades especiales, podían ejecutar estas acciones de manera "deportiva". No obstante, si bien Mewtwo asentía tras comprender, no se quedó del todo satisfecho con estas explicaciones.

    Cuando se le presentó por vez primera un pokémon, se dio cuenta de que no era como él. Las diferencias físicas eran notorias, pues se trataba de un pequeño Pidgey, mas lo que de verdad le intrigaba era la poca inteligencia que la criatura demostraba. No razonaba, no se comunicaba con los demás y no había ni un ápice de discernimiento más allá de lo instintivo en su actuar, pues no parecía interesado en otra cosa que en comer, volar y sus necesidades biológicas. ¿Es que acaso no tenía preguntas? ¿No quería saber dónde estaba y qué hacía allí? ¿No le llamaba la atención todos los implementos curiosos que había en el laboratorio? ¿No había más que instintos dentro de esa mente?

    Mewtwo entonces se sintió seriamente preocupado. A su tan temprana edad, apenas unos días luego de salir del tubo, se preguntaba sobre las diferencias que había entre él, los humanos y los otros pokémon. Su cuerpo no era como el de los científicos, poseía habilidades especiales tal y como debía ser un pokémon, y sin embargo, su forma de ser y de pensar distaba mucho de ellos.

    ¿Quién era? ¿Qué era? ¿Por qué las respuestas de los científicos, de Fuji e incluso de sí mismo no le satisfacían?

    Paseaba por el laboratorio, siempre tras el científico de cabecera, preguntando cosas, observando otras. La intriga sobre su ser, sobre el verse tan distinto a las dos especies que había conocido no lo dejaban en paz. El humano había contestado que eso se debía que él era un clon de Mew, el pokémon más extraño y poderoso del mundo conocido hasta ese momento, y que por lo tanto, él también lo era.

    Y si soy tan diferente a los otros pokémon, ¿Por qué debo pelear con los demás como todos lo hacen? —preguntaba todos los días, pero la respuesta jamás lo dejo conforme.

    — Porque eres un pokémon.

    Pero no soy como los demás. Yo..yo quiero aprender cosas, quiero conocer el mundo...no quiero pelear.

    Entonces, en muchas de esas conversaciones, el científico se volteaba y lo miraba con expresión cansada y triste. Mewtwo trataba de leer sus emociones, de encontrar las respuestas que buscaba de la forma más pura que pudiese hallar dentro de la mente del humano, pero sus esfuerzos eran en vano. Los pensamientos de Fuji lo confundían, pues su infantil mente no había conocido aún las fluctuaciones de las que podía ser víctima una criatura. ¿Cómo podría comprender a un hombre muchos años mayor que él?

    ¿Para qué sirve ser diferente a los demás si tengo que hacer lo mismo? —insistía con cierta angustia.

    — Lo siento tanto, Mewtwo — susurraba el hombre poniendo su mano en el hombro del pequeño al tiempo en que sonreía de mala gana —. No puedo responderte, espero lo entiendas.

    — ¿Es algo malo?

    Algo doloroso. Lamento haberte involucrado —y tras suspirar con pesar, se ponía de pie y se alejaba del pequeño, con quien se quedaba la pesada sensación de tristeza que parecía seguir al científico.

    A pesar de aquello, Mewtwo seguía siempre a su lado. Para cualquiera que pudiera ver desde el exterior de esta extraña relación, podría pensar que el humano estaba ya harto del pokémon. Siempre se veía cansado, abatido y sombrío. Las respuestas que daba a Mewtwo se limitaban a lo estrictamente profesional y nunca demostraba algo de calidez hacia él. No obstante, a pesar de no poder hacer una interpretación satisfactoria de la mente de Fuji, no podía sentir repulsión o algo semejante por parte del él. Muy por el contrario, en el fondo Mewtwo creía ser mucho más importante para el científico que cualquiera de los que estaban en el laboratorio. A pesar del cansancio, de las frías respuestas y del poco tacto, Mewtwo no podía dejar de sentir la conexión con él, siendo atraído casi como por magnetismo.

    Y por eso, se sentía feliz. Le gustaba estar con él, observar lo que hacía, aprender de todo, acompañarlo en las silenciosas tardes de lectura y obedecer en todo lo que el hombre le dijera. Esa época fue la más feliz para el pokémon.

    No obstante, a día número quince de su despertar en el tubo, llegó a él la visión más extraña de todas. Caminando por un pasillo, descubriendo nuevos lugares, se asomó a una ventana y pudo ver el exterior, un escenario completamente distinto a las pulcras paredes del laboratorio. Allí había colores y movimientos de los que había oído hablar, mas aun no conocía.

    Sin pensarlo demasiado, corrió hacia Fuji, con la esperanza de poder llegar a ese lugar sin tener que atravesar paredes (ya que las puertas estaban herméticamente cerradas)

    — ¿Quieres salir? —preguntó el hombre apenas el pequeño se le acercó—. Pero aun hay pruebas que debemos hacer y...

    Oh, yo hare eso luego. Quiero salir, quiero saber qué es eso que vi. ¡Hay muchas cosas y yo quiero saber más y más!

    El hombre suspiró. En los pocos días que Mewtwo llevaba despierto, había descubierto que su personalidad era completamente la de un niño en la edad de las preguntas sin fin. Quería saber qué era cada cosa que veía, e insistía si no encontraba respuesta o ésta le parecía insuficiente.

    Suspiró otra vez, más cansado que antes.

    —Está bien, buscaré mi abrigo y algo para ti también. Aprovecharé de hacerte unas pruebas de temperatura.

    —¡Sí! — exclamó el pequeño con energía, dando una voltereta en el aire para luego acercarse y tomar el brazo de Fuji e intentar arrastrarlo hacia el patio.

    — Cálmate Mewtwo, ya te he dicho que...

    Vamos, vamos, ¡yo quiero conocer todo! —y se volteó para dedicarle la sonrisa más sincera que hasta ahora había entregado.

    El hombre se quedó de piedra. Por alguna razón desconocida para el pokemon, el científico parecía consternado con el gesto de alegría del infante, cosa que le preocupó en demasía y que terminó borrando la amplia sonrisa de su rostro.

    — ¿Fuji?¿Qué sucede? ¿Por qué estás triste?

    No es nada —contestó tratando de mostrarse serio y frío, mas el pequeño no parecía satisfecho.

    Yo...yo puedo sentir...— y se llevó la mano al pecho, notablemente angustiado.

    — Eso se llama empatía y es normal en alguien como tú —dijo el hombre con más suavidad que antes—. Eres un pokémon psíquico y de esa manera, puedes sentir como se sienten los demás.

    No me gusta sentirme así. No me gusta que tú estés triste. No quiero.

    Tranquilo, tratemos de que no vuelva a suceder. Ahora, iré por mi abrigo, mi libreta y saldremos, ¿de acuerdo?

    Sí — asintió el pokémon, un poco más tranquilo.

    Luego de eso, la puerta del mundo se abrió ante Mewtwo por primera vez. Los colores, los sonidos, los olores, todo lo envolvió suavemente, invitándolo a descubrir algo nuevo con cada paso que daba. El viento, los árboles, las rocas, el cielo, las nubes, todo, todo era una amalgama de objetos, formas que ciertamente lo aturdían, pero no aplacaban su deseo de saber más y más.

    Caminó con torpeza, midiendo cada uno de sus pasos al tiempo en que sus ojos intentaban abarcar todo el campo de visión y más, en tan sólo unos segundos.

    El laboratorio donde el pokémon había "nacido" se encontraba ubicado en una lejana isla al fin del mundo, en donde, debido a la distancia y a las dificultades que ella implicaba, no había rastro de civilización. Sólo algunos aventureros exploradores, habían puesto sus pies en el lugar, pues el asentamiento no estaba para nada en sus planes. Y es que un sitio como Isla Nueva, donde las temperaturas apenas si abandonaban el rango de los diez grados, donde el terreno parecía un desafío de la naturaleza era un lugar realmente poco acogedor. El frío, los vientos huracanados, la casi nula comunicación con el resto del planeta, la hostilidad de sus paisajes y pokémon la convertían en el sitio menos idóneo para que alguien comenzara a conocer el mundo.

    Sin embargo, a pesar de todos los puntos en contra con los que contaba la isla, Mewtwo miraba fascinado el lugar. Las nubes corrían raudas por el cielo, empujándose las unas a las otras en una carrera frenética que dirigían los tempestuosos vientos, formando así, ondeantes formas que se construían y destruían como traviesas motas de algodón. El cielo, de un azul intenso, albergaba a esa estrella solitaria que había dejado de entregar calor a miles de kilómetros al norte, mas se mantenía brillante, reflejándose en las aguas de un, a todas luces, tempestuoso pero intrigantemente hermoso océano, cuyas olas golpeaban con furia la costa y los roqueríos. A lo lejos se distinguían pequeñas montañas, seguramente también como parte de la isla, lo que demostraba que había mucho aún por conocer.

    El pequeño entonces dio un par de pasos más, dejando atrás el concreto de la entrada y tocando directamente el pasto que crecía aferrado a la tierra. Se dejó envolver por el viento frío que le daba la bienvenida, silbando canciones que solo él comprendería. Miró hacia el frente y vio un poste en el que heroicamente ondeaba una bandera, aunque todos estaban seguros de que más temprano que tarde, terminaría siendo arrancada. Luego, inmediatamente al frente, se encontraba un pequeño muelle y una playa de rocas en lugar de arena.

    Mewtwo giró la cabeza para observar mejor el lugar, descubriendo así un bosque cercano, cuyos árboles crecían con los troncos vestidos de musgo y presentaban sus hojas de un verde brillante al cielo. Los rayos del sol se colaban entre las ramas, otorgando en el piso, un espectáculo tan bello como el de una catedral con el más perfecto de los vitrales. Colores, sombras ondeantes maravillaron los sentidos del clon de Mew, quien luego de unos segundos, se volteó lentamente hacia el científico, el que se había mantenido en el umbral de la puerta, a la espera de la reacción del pokémon. Al verlo, el infante le entregó una nueva sonrisa que, tal y como la primera vez, logró dejarlo totalmente paralizado. Ya no parecía un pokémon cualquiera. No era un animal. Era simplemente un niño al que se le abría el mundo por primera vez y se abrazaba a él con fuerza para no dejarlo ir. Lo miró otra vez y alzó el mentón, mostrándose serio bajo sus gafas que en ese momento, reflejaban la luz del sol.

    — Ya has visto el exterior, como tanto querías. Ahora debemos continuar con las pruebas.

    Oh —exclamó Mewtwo. En un momento como ese, volver al laboratorio era algo impensable—. Pero podemos hacer eso luego ¡Hay mucho que ver!¡ Quiero que me enseñes todo!

    ¡Esto no es un juego! —sentenció en forma dura. El pequeño dio un salto—. Tú eres un pokémon. Ya te había explicado la diferencia entre un pokémon y un ser humano.

    Los pokémon deben obedecer a los humanos —susurró el pequeño a regañadientes con la decepción dibujada en el rostro.

    — Correcto. Así que ya has obtenido lo que querías. Entra ya.

    Mewtwo se giró otra vez hacia el mar, observando cómo las olas parecían invitarle a desafiar el orden de las cosas y gozar de la aventura. No obstante, él cerró los ojos y con la cabeza gacha, entró a las instalaciones del laboratorio.


    ***

    Otra vez en el extraño mundo en el que flotaba, Mewtwo abrió los ojos con pesar, descubriéndose aun en la enceguecedora luz. Los recuerdos más tempranos de su infancia le dejaban una sensación agridulce muy difícil de asimilar. Por un lado, estaba aquel nuevo mundo que había comenzado a descubrir y que de cierto modo, le hacía sentir culpable consigo mismo. ¿Cuándo había perdido esa inocente curiosidad? De adulto, había viajado a varios puntos del planeta, pero nunca llego a sentir esa alegría del descubrimiento de algo nuevo.

    Es porque ya no soy un niño —se dijo en justificación, pero en realidad, la respuesta era otra. Su infancia había sido feliz en Isla Nueva, mas se la habían arrebatado con una crueldad tal que el pensar en las maravillas del mundo era la última de sus prioridades.

    La forma en que se habían sucedido los hechos luego de todo eso llenaban su ser de amargura. No volver a ver a Fuji le había provocado tal dolor que incluso ya de adulto, sentía la presión en su corazón.

    Fuji... —susurró, esperando a que tal vez, el humano no hubiese perdido esa conexión con él. Esperando a que sus palabras fueran sinceras. Porque debía admitirlo. Aquel científico de mirada cansada y gesto frío era el único ser en todo el planeta al que había querido.







     
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    ... mini mewtwo why you are so adorable? Tan inocente... tan kawaii... tan gatito :bulbi:es demasiado adorable para este planeta joder!

    Ok ok, intento calmarme, me gustó muuuuuuuucho el capitulo. En especial esa mezcla del origen de mewtwo, adaptando hasta cierto punto el de la adaptación manga, pero bebiendo un poco del origen, por así decirlo, canónico.
    Mewtwo de niño es adorable PUNTO y fin de la discusion xD. Tan inocente que la verdad sí hace ver que, más que un pokémon, es un niño que en su inocencia quiere conocer el mundo.
    Es tan adorable esa cosita preciosa...

    Que lastima que se volvió un ser amargado D:

    Pasando a Fuji, es obvio que se está encariñando con mini-gato, porque sin quererlo le está recordando a su hija muerta y yo sufro porque tengo corazon de pollo cuando se trata de mewtwo chiquito y me hace desear que el origen del manga sea el oficial porque esa relación padre-hijo de verdad tenía potencial D:

    Mewtwo está recuperando sus recuerdos de a poco, a ver que puede salir de estos flashbacks a su pasado con Fuji antes de que Giovanni se lo lleve y joda todo >:(
     
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