Dead End Zone

Aquel ser se limitó a soltar una estridente risa que dio escalofríos, y a pesar de que el golpe impactó de lleno, continuó con la misma fiereza que parecía caracterizarla.

—Humano insensato, sufrirás nuestra ira tú también.



Murumuru Demonio
Salud: 65/100
Fuerza: 15
Defensa: 7
Agilidad: 15
Constitución: 0

Séptimo y Décimo, tras regresar sobre sus pasos, trataron de buscar a Tercera, quien aún seguía escondida en algún hueco de aquella zona oscura. Dado que decidieron no gastar la energía de aquel aparato, orientarse volvió a ser algo difícil. Pero la voz de la joven no tardó de hacerse esperar: ¡les había encontrado! Espera, pero no venía sola... ¡Venía con Murumuru, eso era peligroso!

Sin embargo, al reunirse de nuevo, fue la pequeña la que decidió hablar, apremiada.

—¡Chicos, al fin os encuentro! ¿Alguien me explica qué hacía esta cría hecha bolita dentro de unas rocas? Bueno, mejor lo dejamos para otro día —Murumuru, agitada, corrió hacia Séptimo y agarró su mano, tironeando de él hacia la salida que Décimo había logrado encontrar—. He logrado percibir la presencia de mis yo alternativas en estas simas, y no es seguro estar aquí.

>>No me malinterpretéis: quiero que os matéis y todo eso, pero no voy a permitir que lo hagan esas copias baratas por vosotros. Cuestión de principios.

Murumuru parecía no tener demasiado tiempo para permanecer junto a ellos, por lo que mientras seguían las indicaciones y encontraban la salida, la pequeña volvió a hablar.

—No puedo hacer demasiado por vosotros, pero puedo ofreceros la posibilidad de dirigiros junto a cualquier otro jugador a vuestra elección. A través de vuestros diarios, por cierto, podéis ver cuántos de vosotros quedáis. ¡La cosa está que arde!

>>Y bueno, ¿qué me decís?

 

Séptimo
​

Energía: 9/20​

Hambre: 8/15
Sed: 6/15
Vida: 63​

Después de una pequeña ardua búsqueda por su necesidad de mantener la batería de aquella lámpara, la molesta y melodiosa voz de la Scout no se hizo esperar, y aunque al principio Séptimo le iba a dirigir unas palabras de ánimo hasta que notó otra voz cerca y casi de inmediato dirigió sus manos a su espada, hasta que, finalmente Murumuru decidió hablar.

¿No era entonces malvada al igual que quien lo había atacado?

—Nos separamos, pero al parecer alguien —se dirigió a Décimo manteniendo su ceño fruncido por unos cuantos segundos —la hizo esconderse en ese aguero, la situación digamos que ya está controlada...

Se dejó guiar sin mucho problema por Murumuru, a esa pequeña demonio ya le había tenido un poco de consideración después de que le robara un par de papitas en su segundo encuentro. —Las he visto, una de ellas me atacó... pero me alegra saber que tú no fuiste quien intentó matarme hace como 15 minutos, un gran detalle.

—¿Cualquier jugador por medio de nuestros diarios? Entonces... llévanos a este... —Sacó su diario y tecleó el número de aquel jugador, no sabía si realmente murumuru cumpliría su palabra, pero, de igual forma, tendría que probarlo.

 

Octavo

Murumuru me propinó un segundo golpe que, aunque doloroso, no se comparaba en lo absoluto con el golpe anterior.

—Je, tal vez lo haga, pero no será a manos tuyas Murumuru.
>>Fuerza (12) + Ataque rápido (20) + Nunchakus (10) - defensa (5)= 42-7 = 35

Fuerza: 12
Defensa: 10
Agilidad: 8
Corpulencia: 3

30-10-8=12

Vida: 58/100

 

Murumuru demonio parecía estar perdiendo la paciencia ante aquel humano y su aparente fortaleza. A pesar de estar agotado, estaba resistiendo bien sus golpes.

Sin embargo, viendo su energía disminuída, no dejó de volver a intentarlo. Perdiéndole de vista mientras se acercaba a toda velocidad, le propinó una patada en el costado.

>Fuerza (15) + Ataque Rápido (25) = 40.



Murumuru Demonio
Salud: 30/100
Fuerza: 15
Defensa: 7
Agilidad: 15
Constitución: 0

 

Octavo

Y con aquel duro, pero último golpe, acabó la batalla. Porque en el momento en el que logré propinar mi contragolpe, terminé con las fuerzas de aquel demonio.

—Goodbye, Murumuru.

La batalla, no me cabía duda, había sido de las más difíciles que había tenido nunca.

>>Fuerza (12) + Ataque rápido (20) + Nunchakus (10) - defensa (5)= 42-7 = 35

Fuerza: 12
Defensa: 10
Agilidad: 8
Corpulencia: 3

40-10-8=22

Vida: 36/100

 

Penalización automática (Cuarto)​

Mientras el niño decidía si buscar un escondite o salir de aquel lugar tan extraño, algo pareció sorprenderle demasiado cerca de su posición. Asustado, trató de buscar el origen de aquella sensación de incomodidad, pero la oscuridad fue su única respuesta. No obstante, permaneció un instante observando, con su cuerpo en tensión.

Segundos más tarde, dos luces rojas le dieron la bienvenida a la que sería su peor pesadilla.

>Fuerza (15) + Ataque Rápido (25) = 40.

Murumuru Demonio
Salud: 100/100
Fuerza: 15
Defensa: 7
Agilidad: 15
Constitución: 0

Contenido oculto

Debido a que el rol acabará en un par de días, no puedo dejar que el resto se mate y sobreviva Cuarto, así que iniciaré con penalizaciones por ausencia

Aquel papel en forma de x se deshizo de la frente del demonio en cuanto el último golpe llegó a alcanzarla, mostrando un número: 2. El ser que tenía ante sus ojos le dirigió una mirada de profunda ira, mas se desvaneció no sin sntes susurrar unas palabras.

—Ella te hará pagar por esto.

 

Murumuru asintió al ver el nombre, y tras alzar el pulgar para confirmar su acción, hizo que los tres se acercasen. Sería complicado teletransportar a tantos, pero no imposible.

—Buena suerte con lo que estéis planeando, alianzas tan grandes son raras de ver —rio, antes de completar el rápido viaje. Cuando los tres se vieron envueltos por la oscuridad de aquel tenebroso pasillo, la niña ya no estaba allí.

Pero antes ellos ahora se hallaba un debilitado Octavo observándoles con sorpresa.

 

Séptimo​

—Primero vienes, me visitas, me ayudas a salir de una cueva y ahora me deseas buena suerte —no le importaba en lo absoluto tratar la situación como si fuera sólo él, como si realmente los demás no existieran en los favores que hizo —, ¿ya me tienes cariño? —rio y le dedicó una sonrisa a Octavo, también le recordaba, probablemente el jugador más interesante de todos y ahora estaba allí frente a él.

—Vamos.


- Stats -
Fuerza: 14
Defensa: 10
Agilidad: 8
Corpulencia: 6
Vida: 63

Fuerza (14) + Ataque rápido (20) + Ninjato (12) - defensa (13)= 33

 

Tercera se acercó con su arma al moribundo Octavo, quien ya no podía sostenerse en pie ante el ataque sorpresa grupal, y sentenció el combate propinándole un fuerte golpe en la cabeza. Los tres pudieron ver cómo se desangraba lentamente, y su vida llegaba a su fin ante sus ojos.

—Hasta siempre, Octavo.

***​

Diario de la fortuna​

"Abres tu móvil rojo al notar que este ha empezado a emitir una luz inusual, y notas como este se acaba de encender solo, redirigiéndote hacia una de las páginas de tu bloc de notas. Extrañado, ves como esta página está escrita de por sí, y efectivamente pareces ser tú el que lo ha hecho pero... ¿cuándo? ¿Cómo? Allí claramente podías ver la fecha de hoy... Pero no la misma hora. Eran unos minutos más adelante. Qué curioso.

Comienzas a leer, y dos entradas parecen añadirse simultáneamente:

"¡He tenido mucha suerte, lo he conseguido! Gracias a este cacharro y un golpe de suerte logré obtener un arma para defenderme. No es la gran cosa, es cierto, pero me servirá mientras consiga algo mejor."

Debajo, en la segunda entrada:

"La mala suerte me ronda allá por donde vaya, desde luego... Ni armas, ni comida, ni recursos. Y lo peor es que aquel tipo ahora está tan cerca de mí que no tengo escapatoria. Maldito diario de la fortuna".

¿Uhm? Parece como si, depende de tu suerte, tu destino llegará a ser uno de ambos."

DEAD END


Los objetos los repartireis a vuestra elección

+1 Corpulencia
+1 Destreza
+Combate cuerpo a cuerpo
+1 Fuerza
+1 Defensa​

 

Décimo

Y así fue como Séptimo accedió finalmente a mi trato (si acaso cabía el término) y en un acto apresurado me dio su espada.
Tras encontrarnos con la tan mencionada acompañante, la Tercera aspirante a dios, todo sucedió con rapidez: Murumuru emergió de entre las sombras, más agitada de lo normal, y nos actualizó sobre la situación. ¿Clones alternativos? Algo no andaba bien en esto y si acaso podía tener certeza de algo era que esta dinámica de supervivencia acabaría pronto... el dios del nuevo mundo llegaría pronto.

La asistente de Deus logró transportarnos hacia un ambiente distinto, donde yacía, muy agotado... ¡Oh!

—¡¿Acaso eres tú... condenado Octavo?!

Pero antes de poder continuar con lo que quería decir, fueron Séptimo y Tercera quienes, casi al unísono, lo atacaron sin piedad hasta dejarlo muerto en el suelo. Con solo dos golpes bastó para pulverizarlo. Un nudo, nuevamente, se forjó en mi garganta.

La situación había cambiado de forma extremadamente rápida, y si bien todo esto no hacia sino agotarme, no había otra opción que pudiese tomar para salir con vida de este condenado juego. Era mi turno de actuar.

—Santo cielo... ustedes no se andan con juegos—dije, mientras me acercaba, espada en mano, al cadáver de Octavo, el cual no demoraría en deformarse y desaparecer, dejando todos sus objetos regados —. Octavo era un idealista, él creía en un mundo perfecto para todos nosotros, quería convertirse en dios para construir una sociedad de paz y prosperidad... y ustedes lo mataron —. Una risa progresiva, y casi demente, se liberó inevitablemente —. ¡Ustedes lo mataron por fin!

Sin poder dejar de reír, tomé la pistola, todos los alimentos, la misteriosa aguja, el bisturí, el antídoto, el agua oxigenada , también las tiritas y vendajes, mi vara de metal, la navaja y los nunchakus. Mis bolsillos sí que quedaron llenos, pero la risa era insoportable.

>>Debo asumir que tienen un gran motivo para llegar a ser dioses, ¿qué es lo que planean hacer con tanto poder?

Esperando su respuesta, y sin poder ocultar mi frenética alegría, no demoré en tomar tomar algo del agua e ingerir algo de la comida que había tomado, hasta que estuve satisfecho y usar los vendajes y tiritas para atenuar el dolor ocasionado por el golpe de Séptimo.


Energía: 13/20
Hambre: 14/15
Sed: 14/15
Vida: 100

 

Séptimo ​

Energía: 9+5 [descanso] 14/20
Hambre: 8+4 =12/15
Sed: 6+4= 10/15
Vida: 63 + 15 = 78

Fue tan solo un segundo donde apartamos la vista de Décimo para finalmente hacernos cargo de Octavo y lo primero que hacía era acaparar todo lo que tenía ese jugador. Séptimo le miró con el ceño fruncido y levantó una mano con el propósito de golpearle y llamarle la atención con respecto a eso pero, se contuvo. Lo había prometido y realmente él cumplía sus promesas, Scout prácticamente podía dar ese voto de confianza hacia esa parte de él.

—¿¡Pero qué demonios te pasa?! —Gruñó masajeando el puente de su nariz con una gran y notable frustración —Realmente esperaba mucho más de ti...

Decidió olvidarse de eso por un momento para concentrarse en aquellas cosas que estaba gritando tan entuciasmado, decidió comenzar a curarse primero y después, comer y beber un poco lo que tenía para poder descansar más tranquilo con su estómago lleno y sed saciada —¿Paz y prosperidad? No existen tales cosas... no estamos siquiera diseñados para cumplir esa clase de cosas, supongo que es algo bueno que terminara muriendo.

Se alzó de hombros casi despreocupado —No se que haría ella, pero yo... —rió —, yo los llevaría actuar como el ser humano siempre ha sido, ese insinto agresivo que siempre tratan de reprimir para fingir que son racionales, todo el mundo actuaría como siempre debió ser y eventualmente, todos desaparecerían...

>> ¿No suena divertido?

 

Décimo

Una vez que mi risa se detuvo, no pude evitar sonreír burlonamente por la reacción del muchacho Séptimo. ¿Esperaba mucho más de mí? Por favor, si habíamos llegado hasta este punto del juego era precisamente porque sabíamos cómo funcionaba: tomar todo en tu camino para sobrevivir o entregar el cráneo para que te lo machaquen a golpes. Y en esta situación tan ambigua, en la que un 2 contra 1 podría surgir de repente si no decía las palabras adecuadas, la segunda opción no era la favorita para un aspirante a dios como yo.

En lo que Séptimo se posicionaba para recuperar fuerzas, decidí actualizarme, hasta donde mis medios me lo permitían, sobre la situación. Sin contarme a mí, que había sobrevivido escapando y sin ensuciarme las manos, ya solo quedaban 3 participantes.

Tercera y Séptimo habían trabajado en equipo por no poco tiempo. Si bien no dejaba de sorprenderme, debía admitir que les había funcionado de maravilla.

Miré discretamente a Tercera. Ella lucía decidida y con convicción, pero algo en su reciente actitud (quizás como consecuencia de mi acercamiento tan oportuno) delataba inseguridad. No me había dirigido la palabra hasta ahora y eso solo alteraba mis nervios. ¿Qué podría moverla? Pregunté hacia mis adentros. Miré con menos cuidado a Séptimo. Fuerte e igualmente decidido, pero con una impulsividad nauseabunda.

El otro participante no era más que un niño. ¡Claro que podía recordarlo! Y no dejaba de parecerme macabra la idea... ¿Habría tomado la estrategia de esconderse y escapar como yo? Imaginar otro escenario era acaso más cruel. Pero sea como sea, aún estaba con vida.

—Me sorprende que hables de diseño humano... Coincido contigo, estimado Séptimo, un ser violento por naturaleza como el ser humano solo puede desplegar la muerte por donde sea que extienda su camino. Pero un ser sensible y frágil también sufrirá tales consecuencias por donde sea que exista el otro. La condición humana no es sino la contradicción entre una dimensión agresiva, cargada de violencia y destrucción, y una dimensión pasiva, cargada de debilidad y preservación. Es, en palabras más simples, un absurdo.Por eso es que apuesto por acabar con todo de raíz. Imponer la nada.

Volví la mirada hacia Séptimo, quien aparentemente se disponía a echar un descanso. Me acerqué sin dejar de escucharlo. Una vez que estuve frente a él, le miré directo a los ojos.

—Por supuesto que me parece divertido, mi pequeño homicida... Ahora veo que tú y yo no somos muy distintos: Ambos buscamos lo mismo, pero de distintas maneras— Tuve que contener el asco por pronunciar eso y tener que rebajarme en un intento de analogía con su discurso cavernícola. Pero algo de verdad había en lo que le ofrecían mis palabras a Séptimo —. Si llego a morir, podrías ser tú en que acabe con todo, ¿no lo crees?

Me arrodillé hasta estar cara con él, su rostro aún era de firmeza y seriedad. ¿Cuánto duraría una voluntad tan volátil como la tuya? Muchachito imbécil. Esperé un segundo más y nada, Séptimo se mantenía anterior, arrogante.

Otro breve silencio y su expresión no cambió.

Este niño estaba jugando conmigo y yo, demasiado humano, había perdido la vista en su mirada. Algo no dejaba de maravillarme en él. Me enfurecía a la vez que podía empatizar.

Contenido oculto

Liza White, me confundí con el dado, era uno de 7 caras, lanzaré otro correctamente por si acaso (?)

Energía: 17/20 (Descanso + 5)
Hambre: 13/15
Sed: 13/15
Vida: 100

 

Séptimo​

—¿Imponerla? Podría ser curioso, pero prefiero mi lado de la moneda, donde ellos mismos provocarán su desaparición... su nada —Y es que eso le parecía extraordinario, que actuaran como habían hecho desde el principio de los tiempos y trataban de reprimir pero, al final, siempre terminaría resurgiendo con el crimen y más cosas.

Y de eso, realmente nadie se salvaba. Ni siquiera los "sensibles y frágiles", un pequeño obstáculo en la supervivencia del más apto, suponía.

—Claro que seré quien acabe con todo, ¿por qué pareces dudarlo? —No se inmutó en lo absoluto cuando se arrodilló frente a él, aunque si le sorprendió un poco. Ahora estaba cara a cara con aquel profesor y no podía evitar pensar en la razón por la cual estaba haciendo eso, más con toda la atención que parecía estarle prestando en ese momento.

Sonrió y se acercó un poco más a él, ni siquiera parecía incomodarle, separó con suavidad sus labios y cambió de dirección al oído de aquel hombre —...Y lamento decir que ahora tendrás que desaparecer también.

Sin perder más oportunidad, tomó su espada y se lanzó a atacarle, con la seguridad de que Tercera se lanzaría de igual forma. Después de eso, quedaría uno.

- Stats -
Fuerza: 15
Defensa: 11
Agilidad: 8
Corpulencia: 8
Vida: 78

15 (fuerza) + 12 (espada ninjato)+ 25 (ataque rápido) = 52 - 19 = 33 de daño​

 

Tercera, ante el inicio de su compañero, no dudó en seguirle y asestó un golpe a continuación con sus nunchakus. A pesar de hacerle algo menos de daño, sirvió para menguar sus fuerzas.

8 (fuerza) + 10 (Nunchakus)+ 10 (ataque normal x2) = 28 - 19 = 9

- Stats -
Salud: 100/100
Fuerza: 8
Defensa: 9
Agilidad: 9
Corpulencia: 6

 

Décimo

Y por fin había llegado la hora. Si la nada aplastaría, sería a mí primero. Si llegaba antes con violencia, le daría la bienvenida.

Tras oír la determinación en sus palabras, sonreí aliviado. Séptimo, desde un principio, era quien yo estaba buscando. Un aspirante a dios como yo no podía equivocarse, por supuesto que no.
Este juego demandó desde un principio aptitudes lejanas a mí: la fuerza física para hacer frente a un enemigo, la crudeza para acabar con su vida, las agallas para escapar y mantenerse oculto. Todo eso me mantuvo siempre a la defensiva, en clara desventaja. ¿A fin de cuentas qué podía hacer un profesor de universidad en todo esto?


Si bien jamás me atrevería a decirlo (y pronto no tendría tiempo para pensarlo dos veces) me sorprendía mucho haber llegado tan lejos. La única meta que le había puesto a mi aburrida vida, en última instancia, había funcionado para darle sentido hasta ahora. Miré una vez más a Séptimo, mi comodín, quien realizaría, si bien a su forma, mi último fin. Presté atención a cada movimiento, desde el acercamiento de sus labios, que no dejó de estremecerme, hasta la fuerza con que sutilmente tomó su espada para lanzarla contra mí. La sonrisa de alivio no desapareció, porque después de todo, un individuo enajenado como yo, que veía frente a él su última esperanza culminada, solo podía desear la muerte.


—Sé que podrás hacerlo Séptimo, no me cabe duda... Me veo forzado a aceptar tu previa cuota de sangre, pero quizás son preliminares necesarios. ¡A modo de castigo!, ¡eso es!, ¡la purificación que necesita la humanidad para por fin emanciparse de la existencia!— El golpe de la espada hirió fuertemente la zona entre mi cuello y mi hombro. Solo podía respirar agitado y reír, de felicidad plena por primera vez en mis 20 y tantos años—. ¡Ahora solo puedo alegrarme!, ¡la nada está cerca!, ¡pronto la pregunta por el sentido desaparecerá!

Otro golpe, por parte de la cautelosa Tercera, interrumpió lo que decía, sus nunchakus impactaron contra mi cintura, haciéndome perder el equilibrio por un breve instante. Ella era fuerte, pero no estaba a la altura de mi campeón, el que traería la nada después de que todo esto termine.

—Nunca me ensucié las manos hasta ahora, pero creo debo ser coherente con mi propósito. Y con esto quiero decir que solo me queda ayudarte a terminar con esto de una maldita vez— Saqué la pistola de mi bolsillo y apunté hacia Séptimo—. Scout, ¿en qué pensaste cuando decidiste alargar tanto tu tregua con Séptimo?, ¿acaso te dejaste confundir por su mirada y te olvidaste cuál era el objetivo de este juego?

>>En serio, Tercera participante, espero tu último fin sea tan vano como aquel que movía a Octavo, solo así no sentiré una inmensa pena por hacer lo que estoy a punto de hacer.


Sin más, cambié la dirección de la pistola hacia donde estaba la chica y disparé dos veces.






11 (fuerza) + 15 (pistola) + 1 (armas blancas) + 10 (ataque normal) – 15 (defensa de Tercera) = 17 x 2 = 34 (daño total)


- Stats -
Fuerza: 11
Defensa: 13
Agilidad: 7
Constitución: 3
Vida: 58

 

Séptimo ​

Sus ojos se abrieron con sorpresa ante tanta emoción y sentimientos diversos que expresaba Décimo hacia su decisión. No le molestará que no apoyara, todo lo contrario pero... ver que si muerte parecía emocionarle no era algo que veía todos los días.

Pero al mismo tiempo, no tardó en encontrarlo fascinante y... entretenido.

—¿Ayudarme? No necesito...—La pistola lo detuvo un momento, no era en lo absoluto igual un disparo de cerca que si se mantenía allí a aguardar su oportunidad. Sus manos apretaron con más fuerza el mango de su espada y gruñó en voz baja, el sudor recorría su rostro y su mirada revelaba la sed de muerte que tenía en ese momento.

Cada cierto tiempo ladeaba su mirada hacia su compañera, tratando de averiguar por qué ahora le hablaba a ella, ¿se conocían acaso? ¿Por eso no había dirigió palabra hacia él en todo ese tiempo?

Y entonces el disparo sonó y él, él no estaba herido.

—¡Tercera! —se lanzó de nuevo a atacarle, esta vez con algo más de enojo en él, pero quizás por motivos distintos —¡No puedes matarle!—admitió al fin—Deus unió nuestras vidas desde el momento en que aparecimos juntos, si ella muere...

Bufó —Si muere no podré cumplir nuestro deseo mutuo.

- Stats -
Fuerza: 15
Defensa: 11
Agilidad: 8
Corpulencia: 8
Vida: 78

15 (fuerza) + 12 (espada ninjato)+ 25 (ataque rápido) = 52 - 19 = 33 de daño

 

Décimo

Ahí estaba yo, el Décimo aspirante a dios. La muerte me abrazaba y debía corresponderle.

Tras el disparo, la espada de Séptimo no tardó en atravesarme, esta vez el daño fue importante. ¿Qué demonios estaba...?

Mi rostro cambió por completo en esto. ¿Acaso era posible?

Guardé silencio, sangre brotó de mi boca que no pudo sostener por más tiempo mi sonrisa.

—No, no puedes estar diciendo la verdad... Solo uno puede quedar hasta el final— Mi alivio entonces se convirtió en una suma de desesperación y confusión, quizás culpa. La potente mirada de Séptimo, por otro lado, también había cambiado. La ira había tomado el dominio de sus movimientos. ¿Qué tanto podría significar esta estúpida niña en nuestro proyecto hacia la nada?—. Todo esto debe ser un truco de Deus, no hay forma en que pueda ser... Al final del camino solo un aspirante podrá coronarse como el dios del nuevo mundo. ¡Y solo con Él vendrá el eterno vacío de la nada!

Séptimo desenterró la espada de mi estómago y dio un paso hacia atrás. Lo miré una vez más. La sangre no dejó de brotar, ya no solo desde mi boca, sino también desde la grave herida que atravesaba mi torso.

—Yo... No puedo...

Hasta que ya no fue solo sangre. Las lágrimas, por primera vez en mi vida, vinieron con un fuerte dolor en el pecho... ¿Era esto dolor? O se trataba acaso de algo más. El cañon de mi arma se mantuvo en Séptimo. Pero mis manos no respondían ante mis exasperados deseos.

—Yo no puedo... dispararte, Séptimo— Maldije mis palabras hasta la eternidad. ¿Por qué así?, ¿por qué justo ahora yo... tenía que ser necesariamente humano? ¿Qué tenía este muchacho, a quien no conocía hasta ayer pero por quien tanto creía sentir, de especial?— Tú, desde el primer momento en la Catedral, irradias esa vitalidad que nunca tuve en toda mi vida... Esa que aborrezco y admiro tanto. Esa esencia que hubiera deseado tener para llorar por mis padres, para golpear en la cara a quienes eran injustos, para intentar cambiar las cosas en vez de solo desear que todo acabase. No puedo dispararte. En tanto me hubiera gustado ser como tú. Entiendes la maldad en las personas. Pero no le temes. Por el contrario, buscas explotarla y dejarla a su suerte. Yo siempre le temí. Sufrí. Sufrí por los débiles y por los fuertes. Me asqueé del mundo y renuncié a participar en él. Tú, Séptimo, por el contrario, solo puedes abrazar esa maldad con diversión. Lo envidio y por eso mismo te he elegido.

Volteé la mirada hacia Tercera, quien había recibido dos disparos y se encontraba débil en el suelo, sin decir mucho. No tardaría en levantarse... Pero si acaso Séptimo tenía razón, ¿ella...?

No.

Ella no estaba a la altura. En su mirada estaba escrito otro plan. La nada le aterraba. No compartía la entrega de Séptimo, mucho menos la mía.

No podía ser así.


—¡No puede ser así!—apunté el arma nuevamente hacia Tercera—. ¡Si no seré yo, serás tú, mi estimado Séptimo!, ¡tú traes contigo toda esa voluntad y firmeza que tanto envidiaba en aquellos que podían vivir su vida en contradicciones, acaso una vida sin sentido, automatizada!, ¡Tú, al igual que yo, no le temes a la muerte! ¡Si no seré yo, serás tú! ¡Pero de ninguna manera alguien más!


En un acto de desespero, disparé nuevamente hacia Tercera.

>>Dime, dime por favor que me equivoco, Séptimo.

11 (fuerza) + 15 (pistola) + 1 (armas blancas) + 5 (ataque normal) – 15 (defensa de Tercera) = 17 x 2 = 34 (daño total)


- Stats -
Fuerza: 11
Defensa: 13
Agilidad: 7
Constitución: 3
Vida: 25

 

Séptimo ​

—¡Esa es la maldita verdad! —Gruñó girando con cierta rudeza el filo de su espada para que sintiera aquel enojo provocado, Tercera estaba herida, su vida estaba en riesgo y estaba seguro que había prometido llevarla con vida al final para poder ganar y cumplir con lo que quería —Aparecimos juntos en ese maldito rascacielos, estuve a punto de arrojarla al vacio en ese instante... pero algo me dijo que no lo hiciera.

Agredecía un poco que Tercera estuviera herida y probablemente más concentrada en esas balas que en lo que estaba diciendo, no era una confesión que esperaba hacer frente a ella —Luego cuando comenzó a encontrar más armas, mucho más rápido que ello decidí eliminara de nuevo hasta que... mi teléfono sonó —Desenterró la espada de su cuerpo y con un movimiento se deshizo de toda esa sangre que chorreaba de su espada, ya lo había hecho muchas veces —. "Al parecer, no estoy jugando solo en este survival al que he ido a parar. Mi vida, ugh... Depende también de la de otra persona. Este diario es una ventaja y una maldición a su vez, porque mientras que puedo cooperar con Tercera...si le pasa algo y muere, yo también lo haré. Podemos ganar ambos el juego, podemos unir fuerzas, tramar planes, podemos hacer muchas cosas. Pero debemos defendernos las espaldas si no queremos acabar mal parados"

Recitó de memoria, desde ese momento se había decidido que él le iba a proteger, desde ese momento Séptimo supo que mataría a cualquiera que se acercara a Tercera sin lugar a dudas. Y eventualmente, bueno, comenzó a agradarle un poco.

El cañón de su arma volvió apuntarlo y él tan solo alzó la mirada un poco para demostrarle que no tenía miedo, demostrarle que estaba preparado para eso si era necesario. Su confesión le animó a dar un paso al frente, arrastrando el filo de la espada por el suelo para que supiera que se estaba acercando, que su muerte estaba cerca.

—Piensa que ahora todos sufriran... nadie se salvará de lo que realmente son, todos mostraran su verdadera naturaleza y se consumirán unos a otros hasta que llegue la nada —Quizás solo por su convicción estaba dispuesto a ofrecerle un par de palabras antes de llegar al final —Yo tomaré todo y los haré nada, su destino tan solo será diversión para mí hasta que todo termine.

Y entonces sucedió, antes de que pudiera acercarse lo suficiente, Décimo había vuelto a decidir que Tercera no debía estar en la ecuasión y había vuelto a disparar, al mismo tiempo que otra ola de enfado se disparaba en él y le obligaba a usar su espada para arrebatarle uno de sus brazos como advertencia, necesitaba que supiera que no iba a permitir eso más.

Respiraba agitado, estaba enfadado por volver a notar cómo le habían desparado de nuevo a Bianca, aunque había decidido colocarse lo suficientemetne cerca del cuerpo apropósito para que el cuerpo ajeno reposara sobre el suyo, Séptimo estaba haciendo todo el esfuerzo para sostenerlo sin siquiera esfuerzo por la adrenalina.

—...Todo es verdad Décimo—Con su mano libre enredó sus manos en su cabello para llevar su cabeza hacia atrás y que pudiera mirarlo —. Pero todo está bajo control, siempre tengo todo bajo control... —limpió la sangre de su boca y no pareció inmutarse cuando decidió probarla, ya que esto era al final, se quitaría una duda de su cabeza, no creía que eso fuera a molestarle mucho a Décimo —, todos desaparecerán, y el primero... serás tú.

Sin más, se separó de él con sutileza y dejó que la gravedad hiciera su trabajo, necesitaba ver que demonios hacía ahora, ahora que había puesto en control aquella amenaza contra Tercera.

- Stats -
Fuerza: 15
Defensa: 11
Agilidad: 8
Corpulencia: 8
Vida: 78

15 (fuerza) + 12 (espada ninjato)+ 25 (ataque rápido) = 52 - 19 = 33 de daño

Tercera:
Vida: 32

 

Décimo

Y ahí estaba yo, el décimo aspirante a dios

Tras el disparo, volví la mirada a Séptimo, quien subordinado por la ira, no tardó arrancar una de mis extremidades con su espada. ¿Acaso él... realmente decía la verdad?

Mi grito de dolor, oh, tan humano dolor, se hizo presente en aquella misteriosa sala a la que Murumuru nos había transportado. Era insoportable, casi como la angustia de existir en la pesadez del sinsentido. Entonces no dejé de llorar.
Una vez que mi brazo cayó, la sangre escapó con todas sus fuerzas, construyendo así un escenario repugnante y sanguinario. Entonces supe que Séptimo no tenía escapatoria.

A pesar de que mi cuerpo descendió, la única mano que me quedaba no soltó el arma.

—...Todo es verdad Décimo. Pero todo está bajo control, siempre tengo todo bajo control...

La contingencia, o acaso el azar, así como en la vida vana y volátil, había actuado en el porvenir de Séptimo, atándolo a Tercera. ¿Ella estaría dispuesta a ceder ante nuestro tan ambicioso plan? Por primera vez en mi vida tendría que tener fe en alguien más. Todo está bajo tu control, estimado Séptimo.

Una vez mi sangre fue limpiada, las últimas palabras que oiría de Sean Reece retumbaron: todos desaparecerán, y el primero serás tú.

—Puedo... Puedo irme tranquilo, ¿verdad?— Mis fuerzas se agotaban a medida que no dejaba de perder sangre. Si bien pronunciaba mis últimas palabras, esto para un individuo atormentado y sin ningún interés particular como yo no podía significar sino una liberación—. Si ese es el caso, lamento haber causado esta molestia.

Mi mano por fin soltó el arma. Este mi era mi último acto, la muestra de mi rendición y mi expiación frente a una absurda existencia que se desvanecía apresuradamente. Con mi último esfuerzo llevé mi mano hacia mis lentes de sol y los saqué. La encantadora mirada de Séptimo, fue lo primero que mis desnudos ojos encontraron. Se había acabado todo para mí, pero, ¿cuándo si quiera esto había tratado de mí?

—Vivirás, Tercera. Solo espero tengas el valor suficiente para lo que viene— Sonreí, sin alejar la mirada de mi asesino, mi pequeño homicida—. No puedo negar que fue divertido mientras duró.

Y sí, efectivamente este era el final de mi recorrido. No dejaba de hacerme gracia el hecho de que mi vida, en su temprano pero último trayecto, había estado inundada de situaciones tan fuertes. ¿Qué le habría visto el Dios del Espacio y el Tiempo a un aburrido profesor al borde del suicidio? Pues nada. Ahí se encontraba la clave, finalmente.

Suspiré conforme, sabiendo que esto que ya se apagaba, de algún u otro modo, había valido la pena. Asquerosamente humano, después de todo.

Y con mi aburrida existencia ya casi fuera de órbita, busqué el Diario que tanto me había ayudado a escapar. Esta vez no sería diferente, ¿verdad?
Lentamente lo levanté hasta llevarlo a mi boca y volví la mirada hacia Sétimo por última vez.

—En tus manos encomiendo la aniquilación del sinsentido, estimado Séptimo—dije, antes de arrancar con mis últimas fuerzas las páginas de mi Diario del Futuro, acabando así con mi vida.

Y yo, el décimo aspirante a Dios, de repente, ya no estaba más

 

El tiempo pareció detenerse en el instante en el que Décimo, tras destruir su diario, desapareció de la faz de aquella realidad. Como si nunca hubiese existido.

Como si nunca hubiese estado ahí.

Por primera vez en mucho tiempo, Séptimo y Tercera estaban solos. Todo a su alrededor parecía haber dejado de cobrar sentido. En algún momento, repararon en la posibilidad de observar cuántos jugadores quedaban a través de su diario. En el instante en el que lo consultaron, la pequeña y débil luz que indicaba la vida de Cuarto se apagó por completo. Finalmente, había muerto.

Ellos eran los únicos en quedar en pie. Los vencedores del juego de supervivencia. Sonaba tan lejano siquiera pensarlo, tan distante... Después de todo lo que habían pasado, lo habían... ¡Lo habían conseguido! Pero, ¿habría merecido la pena perder tantas vidas en pos de un vencedor? Las dudas comenzaban a asolar su mente, pero en el fondo, parecían más decididos que nunca a terminar lo que habían empezado.

Por un instante, no supieron qué procedía ahora. Habían ganado, ¿dónde estaba Deus ahora? ¿Y Murumuru? ¿Acaso quedaba algo más por hacer? El reloj marcaba el último día de vida del dios del Tiempo y el Espacio, debían haber llegado a tiempo. ¿Entonces...?

¿Acaso sería demasiado tarde?

La risa estridente y enloquecida de una mujer acabó con el silencio en el que ambos se habían sumergido hasta ahora. Al alzar la mirada, la sombra de alguien se aproximaba hacia ellos de forma pausada, mientras su cuerpo se contorneaba con diversión, disfrutando de cada paso que daba. De ver las miradas agotadas de aquellos supervivientes, y cómo la esperanza de que todo había acabado se esfumaba ante sus ojos. Esbozó una sonrisa ladina que inspiraba maldad, y con un golpe seco, clavó su paraguas en el suelo, usándolo como medio de apoyo.

—Al fin. Al fin nos vemos las caras, mis queridos aspirantes a dios: Séptimo, Tercera —paseó su mirada en cada uno de ellos, sin borrar la sonrisa de sus labios, ni la aparente diversión en su voz. Descendió la mirada hacia donde yacían varios trozos de papel, y casi pareció reír—. Décimo. Qué lástima que en esta ocasión no hayas muerto entre mis manos, bastardo —tras soltar aquellas palabras con cierto desagrado, volvió a clavar la vista en ambos jóvenes, y en cómo Sean protegía el cuerpo ensangrentado de Bianca tras de él. Se relamió los labios, disfrutando del espectáculo ante sus ojos—. Os lo habéis pasado bien hasta ahora, ¿verdad? Nunca está de más tener tu propio tiempo de gloria, ser el centro de las miradas y de la atención del resto. Es lo que conlleva ganar un juego como este, claro.

>>Pero hasta aquí llegó su aventura, pequeños exploradores. Es hora de acabar con el cuento, y que todos sean felices y coman perdices. O más bien: yo.

De un movimiento limpio, y con una velocidad abrumadoras, Sean dejó de sentir el cuerpo de Bianca apoyado en su espalda. Horrorizado, contempló a la Primera sujetarla del cuello frente a sus ojos, a una distancia prudente: tenía un cuchillo rozando su cuello, amenazando con cortarlo de cuajo.

—Si te preguntas por eso de ahora, supongo que son las ventajas de ser una diosa. Todas las leyes del mundo son nada en comparación contigo, tu poder es infinito, ¡abrumador! Oh, es una lástima que nunca lleguéis a vivir esta sensación... Con lo cerquita que estabais —sonrió, acercando con fuerza el arma contra la joven desfallecida, disfrutando de cada segundo en la expresión de Sean—. Sé perfectamente cual es vuestro diario, querido: de hecho, me recordáis mucho a mí y a mi "querido" compañero, pues nosotros fuimos los vencedores del primer juego. Por ende, soy perfectamente consciente de qué te pasará si continúo presionando justo aquí... —un quejido lastimero salió de la voz de Bianca, mientras un hilo de sangre cada vez más prominente descendía por su cuello. Por un instante reparó en el revólver que descansaba en el suelo, y al seguir la mirada del chico, intuyó sus planes—. Créeme, yo que tú no haría eso: soy una Diosa, soy inmortal. Cuando te atrevas a disparar el gatillo, ambos habrán desapareciendo de la faz de la Tierra.

>>Así que, dime, querido... ¿Unas últimas palabras? —ladeó su cabeza, deseando escuchar su voz de nuevo. Probablemente, algún insulto de los suyos—.¿Ninguna? Qué pena, y yo que estaba a punto de...

—¡Tercera, agáchate!

Aquel grito sorprendió a los presentes, y aprovechando el aturdimiento repentino de Primera, Bianca logró golpearla para correr hacia la seguridad que le brindaba Sean. La mujer supo enseguida de quién se trataba, pues frunció el ceño de inmediato y apuntó a ambos jóvenes a punto de acabar con sus vidas por completo. Sin embargo, algo impidió que lo lograse, y fue apartada de los chicos por una especie de campo de fuerza que simulaba una burbuja impermeable. Primera, irritada, no dudó en comenzar a hacer todo lo posible por destruir aquella fortaleza repentina de aquella maldita molestia de...

—¡¡Haku!!

—Lamento llegar tan justo, chicos... No podría haberme permitido un error así de nuevo. Hola, Tercera —el joven de cabello azabache alzó la mirada finalmente, posándola en ambos, y una sonrisa sincera adornó sus labios. Toda su presencia transmitía una sensación de seguridad y calidez totalmente opuesta a la mujer. El joven pareció enfocar por un segundo su atención en Sean—. Hola, Séptimo. Yo... No sabes lo que me alegra verte de nuevo.

​

Doceavo sonrió con cierto nerviosismo, mientras a sus espaldas, su enemiga potencial no cesaba los intentos de destruir aquella burbuja temporal. No parecía que fuese a aguantar para siempre, pero al menos, haría todo lo posible por permitirse unos segundos junto a ellos.

—Creo que es hora de daros una explicación apropiada, ¿no es así? Lo cierto es que os conozco mucho mejor de lo que vosotros me conocéis a mí. De hecho, juraría que esta es la primera vez que me veis en vuestra vida —el joven suspiró, con cierta tristeza en su expresión. Sin embargo su sonrisa seguía ahí; era feliz estando allí—. Primera y yo, Doceavo, fuimos los vencedores del primer juego de aspirante a dios que se creó. El desenlace de este fue la victoria de ambos, dado que poseíamos el diario del intercambio... Como vosotros. Sin embargo, mi compañera no se sentía satisfecha con ser la Diosa del Tiempo y el Espacio, quería más. Por ello, con su poder, destruyó el mundo y creó una nueva realidad completamente igual a la anterior, en la que el juego volvía a iniciar. Y las Murumuru del primer y segundo juego la siguieron en sus planes. Y yo, como Dios, no pude hacer nada dado que sus juegos sucios siempre la guiaban donde quería. Por ello, me vi envuelto de nuevo en un juego de supervivencia, intentando detenerla mientras mataba a uno tras otro: incluso a nuestros yo de aquel mundo.

>>Este... Este es el Quinto Mundo, y por ende, el quinto juego al que jugamos. No os hacéis una idea de lo horrible que ha sido veros morir una y otra vez, sin poder hacer nada para evitarlo —el joven agachó la mirada, sintiendo varias lágrimas descender lentamente por su rostro, y su voz comenzó a flaquear—. Yo no... Yo no quería... Lo siento mucho, solo soy un inútil.

​

Haku intentó controlar el llanto, sintiéndose aún más débil al mostrarse así ante ambos. Sin embargo, tras secarse las lágrimas, intentó mostrar su mejor sonrisa ante ambos: no era momento de flaquear ahora, después de todo lo que habían pasado.

—Sean, es una lástima que mi yo de este mundo no consiguiera juntar el valor para llamarte. En otra realidad, en mi realidad... Sí lo hice. Y no sabes lo feliz que me hizo reunirme contigo —Haku parecía hablar con total sinceridad, armándose de valor para por fin, hablarle a aquel chico que conoció en la Catedral de la Causalidad hacía ya tantos mundos. Intentó no desviar la mirada, manteniéndola en sus ojos fijamente—. Desde que me diste tu número aquella vez, supongo que sentí una especie de admiración hacia ti. De tu forma de hablar, de cómo te comportabas con los demás y lo valiente y decidido que parecías. Y no me equivoqué, pues pude conocerte mejor después... Nunca me perdonaré por llegar tarde aquella vez.

Cogió algo de aire, con miles de emociones en su pecho, y se permitió reír para aliviar el momento lo mejor posible. Primera comenzaba a hacer ceder aquella burbuja, y por ende, el tiempo de charla estaba llegando a su fin. Haku lo sabía bien.

​

—Supongo que no tenemos demasiado tiempo. No os preocupéis, no dejaré que os veáis expuestos a más batallas después de todo lo que habéis pasado. Solo miraos, eso... eso debe doler. Dejadme acercarme, no os haré daño —dijo, sintiendo lástima por el deplorable estado de ambos, sobre todo de Tercera. Se aproximó hacia ambos, y tocando la zona de las heridas, logró hacer que sanasen por completo: invertir el tiempo en ellas era fácil para un dios como él. Se alejó de ambos, manteniendo su expresión pacífica—. Acabaré con todo esto rápido, sin daños alternos. Primera sabe muy bien cual es nuestra debilidad, y sí, sé que no puedo vencerla en un combate... Solo debo vencerme a mí mismo —y se señaló, con los ojos cristalinos, conteniendo las lágrimas en el fondo—. Mi turno como dios morirá junto con el de Deus, me temo. Al fin, podré pasarle mi relevo a alguien. Al fin podré descansar en paz.

El joven, con las manos temblorosas, tomó su diario entre sus manos. Con un golpe fuerte en el suelo, acabaría con su vida, y por ende, con la de aquella amenaza. Era tan sencillo, y a la vez, le costaba tanto... Se volvió hacia Sean una última vez, sintiendo que tenía algo más que decir. Se acercó hacia él, intentando no dudar en sus acciones. No esta vez.

—Gracias, por todo. Aunque probablemente solo sea un lunático ante tus ojos, porque no me conoces de nada —se permitió reír, nervioso. Sin embargo, continuó—. Gracias a la situación en la que me vi envuelta, acabé madurando más de lo que mi yo de esta realidad hizo. Supongo que ya no soy tan inocente como antes, pero... Jamás dejaré de estar agradecido. No obstante, siento que no puedo irme sin hacer algo antes, así que...

—¿Me permitirías realizar una última acción con éxito, Sean?

¿Qué hará Séptimo?

>Aceptar
>Rechazar