One-shot de Inuyasha - Cínico (Naraku&Kagome)

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Andreína, 7 Enero 2017.

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    Andreína

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    Título:
    Cínico (Naraku&Kagome)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1817
    Este escrito fue publicado hace un par de años. De hecho, fue un obsequio para el Intercambio Navideño del 2010. El escrito original es éste y son libres de leerlo. Acá lo encontrarán con algunos detalles corregidos. Aprovecho a re-publicarlo, además, porque quiero compartirlo con los nuevos usuarios.

    Sin más que decir, gracias por la lectura.




    Cínico.



    El frío del invierno se pasmó en su cuerpo al combinarse con el intenso calor de la furia que sentía. El enojo la llevó a apretar los dientes, y sentada en aquella banca, en medio de aquel parque infantil, fulminó con la mirada al muchacho frente a ella.

    Él sonreía con sorna. El descaro de su expresión la llenó de indignación, ofendida por el excesivo relajo que expresaba su cuerpo. Aquellos hombros decaídos, y sus ojos burlones recorriéndola con auténtica diversión.

    Como si nada, pensó rabiosa.

    Instintivamente sus puños se apretaron, con el deseo ferviente de estrellarse contra aquella mejilla bronceada. La tentación de golpearlo fuertemente incrementaba progresivamente, amenazando con pasar de ser un pensamiento a convertirse en un hecho real.

    Irritada giró el rostro, consciente de que él era un ser siniestro. Y, siendo tan enfermizo como sabía que él era, probablemente el que ella lo golpease sólo le produciría profunda satisfacción y gracia.

    Estaría dándole justo lo que él quería, concluyó con firmeza. Enloquecerla, desequilibrarla... ¡Sacarla de sus casillas! Y dejarla como una completa desquiciada en medio de toda la gente, en aquel lugar público.

    No se lo permitiría.

    Aún así, no soportaba mirarle; porque él acababa de ultrajarla y en lugar de mostrar siquiera un ligero arrepentimiento, sonreía con desfachatez, alterándole los nervios. Con el ceño fruncido y su rostro distorsionado en una mueca de profundo disgusto, cogió su bolso levantándose de la banca.

    Dispuesta a marcharse, le dedicó una última mirada de reojo, antes de girarse dando un orgulloso respingo.

    Comenzó a caminar por la nieve, pisando fuertemente y con prudencia. Abrumada por el frío, reacomodó su abrigo en un intento de conservar el calor de su cuerpo y torciendo el gesto ligeramente, sus ojos cafés se deleitaron con la hermosura de las luces navideñas, que anunciaban con todo su esplendor la llegada del último mes del año.

    Cerró los ojos con irritación cuando el sonido de unos pasos fuertes llegó a sus oídos. Reconociendo a quién pertenecían, apretó los dientes e intentó concentrarse una vez más en la decoración. Y decidida a ignorarlo, aumentó el ritmo de su caminata.

    Detrás de ella, dándose cuenta de las intenciones de la muchacha, él se rió. Una carcajada sonora, masculina y desvergonzada. Llena de maliciosa diversión.

    Kagome resopló con disgusto, colérica por el resonar de esas pisadas que retumbaban en su cabeza, siguiéndola. Acechándola, sin asomo alguno de recato. Y pronto se dio cuenta de que amenazaban con alcanzarla pronto.

    Lo que en un principio fue sólo un andar algo apresurado, se transformó prontamente en un trote y luego sin darse cuenta, antes las confusas miradas de las personas a su alrededor, se encontraba corriendo a través de la nieve, en dirección a la avenida. Y detrás de ella, venía él.

    Avergonzada por la situación, recayó en cuán infantil estaba siendo.

    Estaban, se corrigió con molestia, y recordó los hechos que la habían llevado a aquella situación. Entonces, su mirada se entornó con decisión, acelerando su galopar. Después de todo, ella era una víctima, que estaba siendo acosada por un ladrón insolente y deslenguado, que además tenía un humor muy negro.


    El bribón de cabello negro entrecerró los ojos con malsana diversión y sonrió de medio lado, gratamente complacido con el excitante juego que representaba el perseguir a Kagome. Su presa. Su mente perversa se regocijó con gusto.

    Notando su repentina cercanía, Kagome bufó con indignación, intentando correr lo más veloz que podía. Extasiado, él la imitó, obsequiándole a penas unos centímetros de ventaja que mantendrían la situación lo suficientemente entretenida por un rato más.

    Ella soltó un gruñido, presintiendo el placer que provocaba la situación en aquel retorcido muchacho.

    Decidida a fulminarlo con la mirada, y sin detener su veloz andar, Kagome giró ligeramente el rostro hacia atrás, con la intención de expresar con sus ojos el profundo desdén que sentía. Se encontró con un par de perlas negras, que llenas de burla, no hicieron más que incrementar su ira.

    Demasiado concentrada en su furia, la muchacha no notó el resbaladizo camino que le esperaba en frente. Víctimas del escurridizo hielo, sus pies se deslizaron grácilmente. Y sin importar cuánto agitó sus brazos en el intento de recuperar el equilibrio, terminó cayendo tendida sobre la nieve.

    Sus ojos, que se habían cerrado con miedo segundos antes de caer, volvieron a abrirse lentamente al escuchar las indiscretas risas de las personas que caminaban por el parque. Aún desorientada, miró a su alrededor, encontrándolo frente a ella.

    La había alcanzado, pensó con ironía y cierta frustración.

    Se alzaba imponente y soberbio delante de su cuerpo femenino, que yacía aún desparramado en el piso. Él mantenía una mirada serena; sin embargo, pudo vislumbrar en el fondo de sus ojos negros, aquel brillo de aguda y siniestra diversión, que le indicaban cuánto disfrutaba de su vergüenza.

    La risilla retorcida que escapó de los labios masculinos le hizo sentir deseos de estrangularlo.

    Aún algo conmocionada por la verguenza, desvió la mirada. Y haciendo caso omiso a las mofas, se levantó del frío suelo, esforzándose por no perder ni el equilibrio, ni la poca dignidad que le quedaba. Y comenzó a caminar.

    —Hump —masculló obstinada cuando pasó por el lado del pelinegro, sin detenerse a mirarlo siquiera un poco.

    Esta vez, estaba verdaderamente resuelta a marcharse.

    Sin embargo, una mano firme se aferró a su brazo, impidiéndole avanzar. La ira volvió a recorrerla, como si de una descarga eléctrica se tratara y se giró para mirar con furia al joven.

    —¿A dónde crees que vas? —preguntó él guasón. Su voz sonó cínica y enarcó una ceja.

    —¿Que no es obvio? —bramó la fémina con sarcasmo.

    —No —replicó él, dedicándola una ladina sonrisa torcida.

    —¡Lejos de ti!

    —Kukuku, y pensar que acabas de armar este escándalo sólo porque me comí tu jodido chocolate —su risa parecía nacer de lo más profundo de sus entrañas—. Pero no te preocupes, querida Kagome, para mí fue un placer verte humillarte a ti misma, en este lugar lleno de gente —hizo una pausa—. Realmente te agradezco —susurró acercándose a su oído—, que seas una tonta.

    —Naraku —arrastró furiosa—, ¡no soy una tonta! ¡Tú eres un abusivo! —acusó llena de ira, señalándolo—. ¡Y un grosero también! ¡Infame! ¡Patán! ¡Demente! ¡Idio...!

    De pronto, algo le impidió seguir hablando. Tardó unos segundos en procesar de qué se trataba: unos tibios labios acababan de apoderarse de los suyos. Abrió los ojos con fuerza, inmensamente sorprendida.

    ¡Él, Naraku, estaba besándola! Sin importarle que estaban en un sitio lleno de gente. Y casi podía jurar, se dijo atónita, que estaba siendo
    gentil.

    Llena de vergüenza, colocó una mano en su pecho con la intención de alejarlo. Él no lo permitió, afianzó el agarre en su muñeca y la mano femenina quedó tendida en el aire, a la altura de la cabeza de sus rostros.

    La lengua cálida del oven rozó sus labios, pidiendo permiso para entrar. Kagome se rindió con el pasar de los segundos, cuando la sensación cálida de su unión se volvió irresistible para sus hormones y su mente sucumbió ante el aroma intensamente masculino que brotaba de aquel cretino que le daba tantos dolores de cabeza.

    Malvado, pensó segundos antes de dejar ir su cordura, pero tan cálido.

    Y le dio el acceso a sus labios, abriendo su boca. Él soltó su mano que cayó a sus costados, y tomó la cintura femenina, incrementando la cercanía. Las lenguas juguetearon un rato, recorriendo la cavidad ajena hasta que la falta de aire se hizo presente y tuvieron que separarse.

    Kagome lo miró fijamente, ruborizada, con aquel sentimiento cálido en su vientre. Aunque sabía que había gente a su alrededor, que posiblemente estuviera mirándole mal, la situación era tan intensa que todo lo demás parecía haber desaparecido.

    Sin saber por qué, se perdió en aquellos ojos negros, tan oscuros como su dueño. Y de pronto, encontró un extraño brillo que, pensó esperanzada, tal vez era amor. Tragó fuerte ante el pensamiento, sintiendo el retumbar acelerado de su corazón.

    Conmocionada, sopesó al Naraku que ella conocía en sus pensamientos, dudando levemente. Sintiéndose dentro de un sueño, concluyó que aquello tal vez se trataba de un milagro decembrino. O quizás, lo había juzgado mal.

    ¡Sí, quizás era eso!

    Lo había malinterpretado. No era malvado. Sólo era un niño perdido, incomprendido, en busca de amor, apoyo, comprensión. ¡De eso se trataba! Se sintió avergonzada y culpable.

    Quizás..., quizás...

    Como adivinando sus pensamientos, él sonrió burlonamente, tras bufar con auténtica sorna, interrumpiendo su fantasía.

    —Tsk —murmuró por lo bajo, con aquella expresión de retorcida diversión. Engreído—, borra esa expresión anhelante de tu rostro. Quiero que conste que sólo lo hice para que te callaras, escandalosa.


    Y el suave canto de los pájarillos se detuvo, siendo sustituido por el perturbador graznido de unos cuervos. Desaparecieron también las luces, la magia y la calidez. Todo lo que minutos antes tuvo la inocente osadía de imaginar.

    Gruñó, comenzando a caminar siendo jalada por Naraku. ¡Era demasiado ingenua! Se regañó. Y él demasiado perverso. ¿Cómo podía si quiera pensar que aquel demente era dulce o tierno en algún aspecto? ¡Era tan tonta!

    No, él no era amable. No era educado, ni delicado y muchísimo menos romántico. Parecía estar hecho de la maldad más pura. Desbordaba malicia, desfachatez y descaro. Eso es lo que hay, escupió su mente. Y aún así ella estaba loca por él. Estúpido, pensó.

    Él la miró de reojo durante unos segundos y luego volvió a mirar al frente. Una media sonrisa, llena de burla y algún otro sentimiento que no pudo reconocer, se posó en sus labios. La encontraba increíblemente cómica con aquel mohín, inundada en furia.

    De nuevo, se le escapó aquella risilla retorcida y Kagome apretó los puños exasperada. De nuevo allí estaban aquellas ganas de golpearlo. Sin embargo, aunque se disponía a hacerlo, contuvo la respiración. Entonces su mente se hizo consciente de que en aquel momento, mientras la guiaba por la nieve, él estaba tomando su mano.

    Suspiró cansinamente. Él era tan desagradable, pensó, tan cínico.

    Aún así lo quieres, gritó su mente. Y sin poder evitarlo, una sonrisa tonta se apoderó de sus labios, sintiéndose resignada. Porque, después de todo, aunque Naraku fuese un desquiciado, ella lo amaba.

    Y tal vez, él a ella también.
     
    Última edición: 7 Enero 2017
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    Creo que en el fondo todos somos masoquistas. Y Kagome es la mejor representación de ello. Supongo que es inevitable que se sienta atraída por los chicos "malos", porque viendo a Naraku desde distintas perspectivas, no lo es tanto.
    Y en este One-shot encuentro a Naraku terriblemente atractivo. Es perverso de una manera sutil que te seduce sin ser muy consciente de ello. A la mitad del texto me encontré en la misma situación que Kagome, fantaseando con un romance.
    Es realmente bello. Además no se siente forzado, todo se da de manera tan natural que no cuesta creerlo. Lo cual demuestra un buen manejo de la trama, la situación y de los personajes. La narración fue fluida y adecuada. Realmente no tengo nada que agregar al respecto.

    Fue un placer leerte :D
     
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    CorvusKuro

    CorvusKuro Iniciado

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    Y aquí me encontré fangirleando con este one-shot que me encantó mucho :3 ¡Saludos n.n!
     
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    ¡Weeeeee! ¡Sí! ¡Por fin! (?) Hay que ser honestos, casi no hay fic's de estos preciosos y este es uno muy bueno. ¡Sí! Señoriños, y es tan bueno que queda uno pidiendo más chocolate o bien resignarse como la pobre Kagome jajaja! Gracias, de verdad Andreína ahora sí me puedo ir a dormir tranquila fantaseando con estos dos!
     
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    Te invito a leer 'Infierno' :) https://fanficslandia.com/tema/fanfic-infierno-naraku-kagome.53798/ También de Naraku y Kagome.
     
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    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

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    Jajajaja y ella tan tonta por seguirle el juego, por caer en su telaraña y por corresponderle. Por derretirse en sus brazos mientras él "la calla". Con sinceridad, Kagome no es más que una masoquista, pero creo que todos somos masoquistas cuando estamos enamorados. Permitiendo más de lo que le permitiríamos a otras personas y ellos parecen disfrutar la frustración, el enojo de molestarnos. Es algo bastante natural en las parejas.
     
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