Long-fic de Naruto - La guerra que persiste

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por Kirara, 29 Marzo 2018.

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    Kirara

    Kirara Iniciado

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    Título:
    La guerra que persiste
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1543
    Algunos comentarios iniciales: Escribí algunos párrafos hace varios años, indignadísima con la muerte de Neji. En ese momento no tenía idea de lo que era un "fanfic" y ahora, que descubro el género y este espacio en particular (con el que estoy realmente encantada) decidí volver al escrito para modificarlo un poco y presentarlo como mi primera ficción-de-fan.
    Después de releerlo siento que me quedo tedioso y con poca acción. Tengo algunas ideas para un segundo capítulo que -prometo- trataré de que sea menos dramático, un poco más llevadero y dialógico.

    Agradezco sugerencias, comentarios, etc...

    Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto.

    I
    Lo que significa esa palabra

    Los girasoles que Tenten sostiene con ambas manos de pronto le recuerdan al último manojo de shurikens que tan habilidosamente supo administrar entre los Zetsus blancos, sus oponentes, durante la Cuarta Gran Guerra Ninja. Mientras esta evocación fugaz la asalta, una mezcla de asco y enojo se apodera de su cuerpo. Los hubiera podido trizar en segundos, pero se resignó a colocarlos en el jarrón que había predispuesto para la tumba de su amigo. Luego de este trámite se instala cómodamente frente a la lápida para dedicar una hora intensa de silencio que, lejos de recordarle su soledad, la retorna a la compañía de su solemne camarada. Probablemente en un momento como ése él no hubiera soltado palabras.

    De regreso a su hogar, no puede evitar observar los últimos retoques en la aldea. Los apurados términos en la reconstrucción de varios edificios y la plantación de centenares de árboles en las veredas y en los alrededores de la villa delatan el deseo ferviente de los aldeanos y shinobis de dejar los rastros del horror atrás, de borrar de sus cabezas hasta la última gota de sangre derramada.

    Tenten sufre de numerosas lesiones dispersas en todo su cuerpo, muchas de las cuales -es consciente- no desaparecerán. Pero comprende mejor todavía que las marcas más profundas no son las que surcan su piel sino las que atraviesan y contaminan su alma. Minutos antes de que se cruzara en su camino cierto shinobi con claras pretensiones de hablarle; la kunoichi camina lentamente mientras aprieta los puños y desbordan en su rostro lágrimas calientes. Una bronca incontenible la muerde al no entender por qué los habitantes de la villa se niegan a reflexionar acerca de los hechos sucedidos algunos meses atrás.

    Retrocedamos.

    La Cuarta Gran Guerra Ninja fue desatada sin mayores explicaciones para los Genin y Chünin de las aldeas ocultas de la niebla, la hoja, la arena, la nube y la roca. La amenaza de la destrucción del mundo actual sirvió por todo motivo para que los ninjas de diferentes naciones se unieran y enfrentaran con sus mejores cualidades al enemigo desconocido.
    Tenten, al enterarse del inevitable suceso y conociendo personalmente a una de las vidas que esta batalla tenía por fin resguardar –la de su amigo Naruto Uzumaki- ajustó fuertemente los rodetes que sostienen su cabello castaño, alistó sus armas y pergaminos y se dispuso a demostrar la lealtad hacia su pueblo y la voluntad de defender a sus compañeros. Rock Lee, frente a la misma noticia, se llenó de euforia y ansiedad; animado tanto por la idea de salvar al mundo como por demostrarle sus habilidades a Sakura Haruno, su amor platónico. Neji, por su parte, fue asignado por su tío Hiashi para comandar al clan Hyüga lo que probablemente significó una carga muy pesada. No se permitió, sin embargo, transmitir esta preocupación a sus colegas.

    –Llegó la hora de demostrar el fruto del entrenamiento y el vigor de nuestra juventud –Señaló Lee, levantando el pulgar y sonriendo ampliamente, dejando entrever un destello en su dentadura.

    –¡Confío plenamente en este equipo! –Les aseguró Tenten y reprimió cierto impulso, completamente inusual en ella, de darles una palmada afectuosa a ambos.

    Neji se limitó a inclinar levemente la cabeza mientras cerraba los ojos. Era su manera de expresar aprobación.

    Aquella última “conversación”, todavía es una aguja atravesando la garganta de Tenten… Antes de que pudieran ser completamente conscientes de lo que estaba pasando, habían sido distribuidos en divisiones diferentes y ya no volverían a verse los tres con vida.

    Lo siguiente para la experta en armas fue una auténtica pesadilla. La guerra prolongaba su tensión momento a momento y consumía a grandes tragos aquellas vidas que, como ella, juraron lealtad al pueblo y a sus compañeros. El olor metálico, dulce, que suele destilar la sangre se percibía por todos lados, al igual que los escalofriantes gritos de sufrimiento. Por fortuna, o mejor dicho por preparación, ya que para eso debían estar listos los ninjas, pudo focalizarse en la tarea de destazar los cuerpos blancos de sus adversarios. Además, sus pensamientos se centraron en un arma poderosa que le habían arrebatado y que, pese a consumir casi todas sus fuerzas, reconocía de gran utilidad para el enfrentamiento.
    Las energías de todos los shinobis se renovaron cuando por fin el Bijuu de la aldea de la hoja, protagonista de las grandes profecías de salvación, hizo su entrada triunfal a los distintos campos de batalla, simultáneamente.
    Tenten participó del entusiasmo colectivo. Sonrió motivada viendo de lejos a Naruto, quien encarnando el protagonismo heroico, supo desplegar todo su potencial para una lucha a la que estaba destinado incluso antes de su nacimiento… y ella observando a unos cuantos pasos de distancia. Ese siempre había sido su papel: ser el refuerzo de quienes ya contaban con fuerza propia sobrante. Pero esta vez no le importaba. Como nunca, la algarabía general la había contagiado y sentía encendida en ella una llama deseosa de vencer al enemigo…

    Pero la trepó un súbito escalofrío.

    Un sonido resuelto y penetrante retumbó en todo el campo de batalla.

    Tenten hubiera jurado haber visto la silueta de un pájaro envuelto en una lumbre de fuego.

    Y a continuación sintió el impacto de un cuerpo cayendo al piso.

    El de su amigo.

    La kunoichi reprimió los instantes sucesivos. El siguiente momento de lucidez fue sin duda la escena más dolora y la única verdad de la guerra: Neji yacía muerto. A un lado, el héroe lo observaba con el rostro desencajado, al otro su prima Hinata lloraba silenciosamente con la cabeza inclinada. Ellos, luego de algunas palabras motivadoras y sin ninguna otra opción, reanudaron la lucha. Pero para Tenten, aún en el cenit de la batalla, todo se detuvo.
    El orgullo, el honor, la lealtad hacia la aldea, se convirtieron en palabras vacías, y en su lugar apareció la palabra muerte, con todo el peso de su significado: la muerte tomaba la forma esbelta y fría de su amigo. Volvió a oler sangre, y comprendió todo lo que condensaba ese aroma. Neji estaba muerto y ya no volvería a verlo serio y distante. Estaba muerto, y sus últimas palabras hacia él habían sido un necio aliento para comenzar la guerra. Ya no tendría la oportunidad de hablar -de decirle- tantas cosas… ¡tantas! Después de todo, ¿eso era ser un ninja?, ¿dejar la vida propia o peor la de tus amigos en un gélido capo de batalla? La kunoichi quedó paralizada y sombría, y no volvió a levantar la vista hasta mucho después, indiferente aún a los gritos de gozo y a la exaltación que indicaban el término de la maldita guerra.

    En los meses siguientes, Tenten abandonó completamente la vida Ninja y se dedicó a moldear jarrones de cerámica y otros elementos de vajilla con las innumerables armas que conserva. Muchos en la villa opinan que la guerra terminó por desquiciarla, lo que sí ocurrió con varios shinobis, principalmente, con su amigo Rock Lee. Pero eso es algo que muy pocos de sus compañeros perciben. A simple vista, el loto de la hoja continúa siendo el mismo entusiasta de la juventud. Sin embargo, como una autodefensa, Lee se convenció de que Neji aún espera lo mejor de él como rival y todavía más, como amigo. Por esto entrena duramente, mucho más que antes, soportando ejercicios y desafíos inhumanos que laceran gravemente su cuerpo, hasta el punto de hacerle bordear la muerte. Pero esta ya no es su forma de vivir sino de sobrevivir a la tragedia que punza su noble corazón.

    El héroe de Konoha e indiscutido próximo Hokage, Naruto Uzumaki, sostiene que la actitud de Lee es sumamente respetable y positiva. Interpreta que él tomó el sacrificio de su amigo como un impulso para convertirse en el mejor ninja posible. Sin embargo no deja pasar desapercibido el carácter huraño y arisco de Tenten. Frecuentemente realiza visitas a la kunoichi renegada e intenta infundirle un poco de la confianza y calidez tan características en él.

    Por eso, ahora, que la encuentra observando con indignación los trabajos en la aldea y aprecia enseguida en su rostro las huellas de un sollozo violento, no pierde la oportunidad de dedicarle una amplia sonrisa:

    –El verdadero Neji –dice, golpeándose el pecho y apretando el hombro de su colega–, está siempre aquí, ¡ya sabes!

    –Gran tonto –contesta ella, escéptica, forzando una sonrisa para contener su dolor–, a Neji lo están devorando los gusanos, como a nosotros esos malditos señores feudales–.

    Y agregó luego, un poco arrepentida, observando la cara horrorizada del Bijuu:

    –Me hubiera gustado morir en su lugar…
     
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    Saludos.

    Normalmente no leo los fanfics de Naruto, pero me llamó la atención que lo pusieras como estado.

    Este fic narra las secuelas de la guerra en Tenten y Rock Lee, la única guerra vivida por esa generación.

    Las heridas en el alma y corazón de la chica la hacen cuestionar si en verdad ganaron ese conflicto. Verlos a todos avanzar sin mirar atrás; como si las vidas que se perdieron no eran nada, que la vida sigue y ya.

    Para Lee la batalla le dejó la responsabilidad de ser mas fuerte, de poder proteger a los que quiere si se repite algo similar.

    Naruto parece entender, o eso creo, que la reconstrucción de la aldea no es olvidar a los caídos, sino honrarlos al vivir las vidas que defendieron al costo de las propias.

    En general me gustó, buen trabajo .
     
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    Siempre es agradable variar lo que se lee, y que bueno que hayas decidido escribir sobre esta temática en el mundo ninja, mostrando el lado de la moneda en el cual todo está a flor de piel.

    A Lee le tengo un cariño, que solo digo, y ojalá no sufra de a mucho, aunque eso es imposible, pero al menos tiene a Tenten a su lado, siendo los dos los que carguen con todo el sentimiento al decir esas palabras, y aunque fue duro lo de los gusanos es cierto.

    Vivirá en nuestros corazones, aunque para mí igual esté vivo jaja (?

    Espero verte más por esta zona <333

    Anímate a leer y comentar las historias que hay por aquí, sé que no te arrepentirás.

    Saludos.
     
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    Hiyorin

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    Wow, realmente desde el primer párrafo me atrapó tu forma de narrar. Cruda y directa, pero a la vez hay cierta belleza. Realmente me gusta.
    Anticipo mucho el siguiente capítulo, tengo curiosidad del camino que llevará la historia. El tema del post-guerra es algo que me interesa bastante, y me parece un recurso muy interesante. Voy a estar al pendiente.
    Un gusto leerte. Saludos <3
     
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    Kirara

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    La guerra que persiste
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    II
    Transmisión

    El tiempo transcurría tranquilamente en Konohagakure. En pocos días, Kakashi Hatake asumiría oficialmente el puesto de Hokage y a falta de valor para mirar hacia el pasado reciente o novedades que cortaran el tedio, ese era el tema de conversación de muchos y el foco de los preparativos.

    —¿Qué tal vas con eso?

    El escultor de la roca se encontraba suspendido en el aire, sostenido por un arnés a la altura del ojo izquierdo del Ninja que Copia y observaba a unos metros abajo a un joven que daba golpes inseguros a la piedra. Había llevado a su hijo a trabajar con él para que aprendiera el oficio que más tarde heredaría. Se sentía fatigado… calculaba que para la asunción del próximo Hokage él ya no estaría en condiciones de ejercer ese trabajo tan pesado y lo mejor era que quien lo sucediera supiera hacerlo lo mejor posible.

    —Está quedando bien… creo.

    Se encontraba delineando la boca cubierta por la máscara, sólo tenía que dibujar con el cincel algunas elevaciones suaves y poco definidas, pero claro, cada cosa se aprende y eso lleva tiempo.

    Limpió el sudor de su frente, dispuesto a dar lo mejor de sí. Su padre era el encargado de ese trabajo, como lo había sido su abuelo, como ahora aprendía él y probablemente como su hijo lo haría algún día… Así sucedían las cosas en la villa. Los shinobis y los aldeanos ordinarios recibían las técnicas y los oficios de sus padres y maestros. Nunca copiaban fielmente su camino, pero sí partían de él -ya sea traicionándolo, oponiéndose o siguiendo su ejemplo- para crear el suyo propio. Era sabido por todos que quienes negaban sus raíces, nunca darían buenos frutos…


    Pero en un punto completamente diferente de la aldea, ella trazaba círculos sobre un plato de arcilla fresca, empecinada.

    —Ese imbécil…

    Colocó sobre la mesa el kunai que había reconfeccionado para ese trabajo y sostuvo la vajilla que terminaba de decorar con ambas manos, con la intención de examinarla.

    —Ese idiota…

    Algunos días la tristeza pasaba a ser amargura, otros se convertía en cólera y otros simplemente…

    —¡Maldición!

    Terminaba de partir el plato a la mitad, cosa difícil cuando el material no se ha endurecido. Realmente no era buena para eso.

    Resopló irritada, puso algunas cosas en su bolso y salió a la calle. No quería volver al campo de entrenamiento, pero sentía que no le quedaba otra opción: su preocupación era la que no le permitía realizar bien su trabajo… o al menos de eso trataba de convencerse.


    Era obvio que iba a encontrarlo en aquel sitio. Rock Lee se sujetaba con un solo brazo a la rama de un árbol mientras murmuraba el conteo de las flexiones. La presión excesiva del entrenamiento se atestiguaba en todo su cuerpo: una transpiración espesa le corría por el rostro y varios manchones oscuros en su traje delataban la sangre brotando de varias heridas. Tenten observó preocupada, sobre todo, aquella que había ocasionado Gaara durante los exámenes chunnin en su brazo izquierdo y que parecía reabrirse debajo de las vendas. Sus movimientos tampoco eran los mismos de siempre. Solían ser vibrantes, llenos de vigor y al ejercitarse todo su semblante transmitía animosidad. Ahora, en cambio, con cada flexión un temblor sacudía involuntariamente sus músculos, en un jadeo constante y fatigado.

    Al ver a su compañera una sonrisa se dibujó en su rostro como hacía bastante no sucedía. Las cosas no estaban bien entre ambos. Cada uno tenía sus motivos para ello.

    —Por fin te veo por aquí, ¿vienes a entrenar? –su pregunta escondía una ligera queja.

    —Ni en broma. —Refunfuñó ella—. Solo quería estar al aire libre un rato.

    Se sentó en el pasto y extrajo de su bolso un kunai y una chaira para afilarlo.

    Él ante la negativa endureció su expresión y exclamó con fuerza, queriendo darle a entender que no daría pie a esa conversación:

    —¡1.584!, ¡1.585!

    Ella fingió concentrarse en el metal entre sus manos, pero no perdía uno sólo de sus movimientos.

    —Lee… —Arriesgó, suavemente.

    Qué difícil era verlo así. Sobre todo siendo quien siempre la había inspirado a sacar fuerzas para seguir adelante.

    Aunque a la vista de cualquiera, Tenten parecía encontrar en Lee un hermano pequeño a quien regañar, en realidad hacía mucho que él era un ejemplo para ella. Y en ese sentido, la kunoichi había logrado percibir lo que casi nadie en la aldea, ya que quienes conocían a los miembros de su equipo no tardaban en maravillarse por el inigualable talento de Neji Hyuga y en tomar cariño al guapísimo de la aldea de la hoja. Pero ella, que era inteligente y observadora, aunque sentía aprecio por ambos a quien admiraba profundamente era a Lee.

    Él le había demostrado, sin proponérselo, que no hay límites para la determinación y que con esfuerzo es posible derrotar las adversidades. Su sonrisa transparente y su voluntad de fuego lograban animarla a dar lo mejor de sí a ella también ante cada desafío. Lee era un shinobi completamente excepcional, la verdadera joya del equipo de Guy.

    Neji por su parte se había equivocado un centenar de veces, incluso el rencor lo había llevado a intentar asesinar a su prima. Solía ser arrogante, distante y frío… le costaba mucho transmitir sus emociones. Eso no significaba que Tenten no le estimara. Por el contrario, como podía verlo sin el velo absurdo de la fascinación había construido con él una conexión especial. Con frecuencia y ante diversas situaciones, cruzaban miradas entendidas que solían culminar con una sonrisa cómplice. Se tenían el uno al otro, se apoyaban. Neji era una presencia tibia que la acompañaba. Lee era el impulso de su camino…

    Pero ahora las cosas eran diferentes y Tenten se armaba de valor para ayudar a su amigo… A su manera, claro está.

    —Si llegas a lastimarte… —amenazó sin percatarse de la incoherencia de sus palabras—. Si te haces más daño del que ya te has hecho, ¡yo misma voy a matarte por eso!

    La completa falta de sentido común de Lee le hizo ignorar la aspereza de su amiga. Sin la menor ironía, le contestó con entusiasmo:

    —Sería excelente enfrentarme contigo, ¡tendremos un duelo cuando gustes!

    La kunoichi puso los ojos en blanco, ¿de verdad podía ser tan tonto?

    —¡Lee, así no puedes seguir!

    Entre flexión y flexión, haciendo un esfuerzo enorme por hablar sin agitarse en exceso, le respondió:

    —Subestimas el poder de la juventud. Tú eres la que… la que no debería seguir ignorando la llama que… quema… por… dentro.

    Definitivamente, estaba exhausto, como nunca antes.

    —No me estás escuchando, ¡baja de inmediato! Tu cuerpo ya no resiste.

    Y en realidad la voz de Tenten era para Lee un eco lejano. En su cabeza en primer plano sonaban, fervientes, las palabras de su maestro Guy:

    Las reglas propias se tratan de decidir conseguir algo usando los medios y maneras propias para conseguirlo. Si fracasamos hay que retomar duramente el entrenamiento para conseguirlo”.

    También insistía una voz interna propia, que desde la guerra, no paraba de atormentarlo:

    Seguiremos siendo rivales, y hasta que sea tan fuerte como tú, Neji… y como lo serías hoy, día a día, un poco más, seguiré esforzándome. Ése es mi camino. ¡No pararé! ¡No voy a rendirme!

    —¡Lee! Ya no puedo verte así, ¡baja de ahí o te arrancaré del árbol!

    Ahora la voz estridente de Tenten cortaba la de Guy y la de su propio pensamiento. Él, con una determinación que no admitía réplica juntó todo el aire posible para sentenciar:

    —Ten en cuenta que si no completo las 2.000 flexiones con cada brazo me verás dando 5.000 vueltas a la aldea.

    Inspiró nuevamente llevando todo el aire posible a sus pulmones y exclamó:

    —¡Son mis reglas!

    Tenten suspiró.

    Reglas… Ojalá Guy nunca le hubiera enseñado sobre eso.

    *******

    Algunos pormenores de la muerte se relatan poco, casi se suprimen, siendo que en realidad son los que nos ayudan a asumir la novedosa ausencia. Y ahí estaba Hinata, revolviéndose indecisa, para entrar a la habitación a recoger las pertenencias de su primo. Había solicitado a su padre y a los mayores del clan encargarse de esa tarea y no recibió oposición alguna. Sin saber bien el por qué, sentía que era ella quien debía ocuparse de ese asunto y el resto parecía entender y aprobar silenciosamente su decisión.

    Poco se había frecuentado el cuarto desde la guerra y sólo con el propósito de sacudir el polvo de los muebles y barrer el piso. Por lo demás estaba todo intacto. Neji era austero y pulcro: Una cama, una silla, un armario y un escritorio constituían todo el amoblado. A simple vista no se divisaban elementos decorativos y ni un solo objeto fuera de lugar como ropa tirada sobre la cama, chinelas desperdigadas en el piso... nada. Hinata revolvió los ojos húmedos por el espacio y echó un suspiro. Colocó algunas bolsas encima de la cama y abrió las puertas del armario para hurgar adentro. Antes de comenzar a sacar las prendas, algo en uno de los estantes llamó su atención. Se trataba de un pequeño frasco transparente con un líquido negro en su interior.

    —¿Tinta? —Susurró extrañada.

    Con curiosidad, siguió revolviendo en aquellos estantes y no tardó en dar con nuevos elementos: una pluma, unos pergaminos y…

    —Hinata.

    La sobresaltó una voz desde la puerta.

    Su padre Hiashi había estado observándola. Varias veces había querido iniciar cierta conversación y le pareció que ese era el momento preciso. Reconocía perfectamente el sufrimiento de su hija: era el mismo que lo fustigó durante tanto tiempo por la muerte de su propio hermano, como si los dolores y las cargas también se transmitieran de generación en generación... Tal vez, el destino de la rama principal de los Hyuga era aún más amargo que el del resto de la familia.

    —Hinata –repitió autoritariamente lo que tantas veces se dijo a sí mismo:

    —Lo que pasó no es tu culpa.

    Trató de mantenerse sereno. Ella siguió mirando al interior del mueble con lágrimas en los ojos, moviendo la cabeza de lado a lado, lentamente. Algunas palabras en momentos inadecuados pueden ser realmente inútiles.

    —N-no, claro que no —dijo suavemente mientras un centenar de escenas pasadas se multiplicaban en su cabeza. Hiashi terminó esa breve conversación volviendo al pasillo, dándole la espalda:

    —No puedes sentirte responsable del destino de alguien más.

    Palideció. En realidad quiso decir camino y no destino. Pero desafortunadamente eso no fue lo que salió de su boca. Por unos instantes pensó en corregirse, pero no.

    Lo dicho, dicho estaba.

    Salió del cuarto.

    *******

    —Esto es una completa locura y debería sentirse responsable. Él siempre está detrás de usted, siguiendo su camino. Le admira y le respeta. Estoy segura de que con un consejo bastaría para que reflexione. Sensei, ¡verdaderamente parece no importarle su querido discípulo!

    Tenten daba pequeñas patadas al piso y agitaba los brazos con los puños cerrados, irritada. A unos dos metros de distancia, Might Guy reposaba en una silla de ruedas mirando el sol poniéndose en el horizonte. Aquella posición seria y contemplativa parecía impropia de él. En realidad, minutos antes se encontraba saltando de edificio en edificio, probando la fuerza y el impulso de sus manos, pero al tropezar con la peligrosa mirada de su alumna regresó a esa silla, para conversar con más calma.

    —Lee escribe su propio camino, no el mío —la corrigió él—. Y tienes que saber que los observo a ambos… Tenten a ti también te toca reflexionar sobre tu comportamiento.

    La kunoichi evadió completamente lo que terminaba de decir su maestro y volvió a insistir:

    —Entrenar así no es forma de enfrentar todo esto.

    —¿Y resignar el camino de tu vida lo es?

    Nuevamente lo ignoró.

    —Está muy dolido y yo sola no puedo ayudarlo. Sobre todo si usted se empeña en sostener que todo está bien y que su actitud es la más natural del mundo. No me escucha, hace de cuenta que no existo, es desesperante. Si tan solo pudiera escucharlo a Ne…

    Dejó de hablar. El recuerdo fugaz de Neji y ella regañando a Lee la atravesó con la violencia de un disparo. Se enfocó en mantener la compostura, pero su sensei entendía perfectamente sus sensaciones. Le sonrió amargamente.

    —Tal vez haya cosas que a Lee le falten madurar de esta pérdida y necesita tiempo para ello… como a ti, Tenten, ¿no habrá algo que te haga falta desahogar aun?

    Esa pregunta la tomó por sorpresa. Inclinó levemente la cabeza y apretó los puños.

    —No. No entiendo de qué demonios está hablando. —dijo débilmente.

    Permanecieron unos minutos en silencio mientras el sol terminaba de esconderse. No en vano habían pasado los años para la Bestia Verde de la Hoja, tiempo en el que había sufrido la pérdida de incontables amigos y la de su propio padre. Aunque la juventud crepitaba ardiente en su interior, también había madurado y tenía la experiencia suficiente para comprender que sus estudiantes necesitarían atravesar por sí mismos, de la forma que pudieran, la muerte de su compañero… esa era una enseñanza que, desgraciadamente, él no podía transmitirles.

    Dio paso a otra conversación, tratando de distraerla un poco.

    —¿Ya viste que horrible quedó el rostro de Kakashi en la piedra? —alegó.

    -------------------------------------

    Nota de la autora: las frases entre comillas son citas que extraje del animé.
    ¿Alguien podría decirme si se escribe Gai o Guy? Lo he visto de ambas maneras y no estoy segura.

     
    Última edición: 11 Abril 2018
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    Me gusta la insinuación leve de un LeeTen. Es demasiado lindo el soporte que trata darle ella a él, aún si ella está cayéndose a pedazos por dentro, pero vaya que el tipo es terco, y como ya Gai le enseñó eso pues ni modo.

    Y Hinata, Dios. Para que te digo que no, si sí le hecho la mitad de la culpa por la muerte tonta de Neji (?) A ver que resulta de todo esto, porque las secuelas de una guerra contrae muchas consecuencias.

    Y Kirara, yo siempre he escrito Gai, pero también he visto el Guy, y en google aparece de las dos formas, así que asumo que Guy es el original en versión japonés y Gai la latinoamericana.

    Esperaré el próximo capítulo, saludos.
     
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    Kirara

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    III
    Sacrificio

    It's two hearts living
    In two separate worlds
    But it's no sacrifice.
    Elthon John - Sacrifice


    La noche anterior a la asunción del Hokage

    Rock Lee desistió inmediatamente de los consejos y regaños recibidos en el hospital, apenas unas horas atrás. La noche era tan silenciosa y apacible que pensó que sería una ofensa desperdiciarla. El campo de entrenamiento estaba pálidamente alumbrado por la luna, la claridad suficiente para dedicarse de lleno a sus ejercicios.

    Caminó hacia el centro del descampado, cuando unos pasos ajenos se escucharon sobre la hierba.

    —¿Quién anda ahí? —Exclamó levantando la voz lo más que pudo y agudizó los sentidos, tratando de calcular el número de sus oponentes. Podría haber fingido ignorar la presencia de espías. Pero Lee no era de los que les gustaba prolongar la tensión, los ataques sorpresa o engañar al enemigo. Prefería los duelos honestos, frente a frente.

    Su advertencia tuvo efecto. Una sombra veloz y sigilosa se deslizó a unos metros entre los árboles que rodeaban el área. La destreza de esos movimientos le dio la convicción de que se trataba de una emboscada. Y una realizada por especialistas.

    La tensión antecedente a la pelea se instaló en su pecho. Dado que la asunción del Hokage estaba fechada para el día siguiente y muchos de los mejores shinobis estaban enfocados en esta ceremonia, la aldea se encontraba vulnerable: Era muy lógico que fuerzas oscuras aprovecharan para atacar.

    Colocó una pierna por delante de la otra, un brazo detrás de su espalda y el otro invitando al combate. Inmediatamente un dolor repentino le punzó en ésta última extremidad. Aunque el reposo en el que permaneció un par de días le había permitido descansar, no se encontraba recuperado totalmente. Aun así, una sonrisa se imprimió en sus labios, con un gesto seguro. Tenía la certeza de que sacrificaría su vida sin pensarlo para defender la aldea.

    —Quiénes sean, ya me enteré de su presencia. Pueden salir a enfrentarme —Dijo resueltamente, disponiéndose a no dejar escapar a sus adversarios.

    Pero en aquel sitio nadie tenía intenciones de esconderse o de huir.

    ******​
    Una semana antes a la asunción del Hokage

    Si lo pensaba un poco, era bastante obvio.

    Su primo Neji Hyuga era distante y reservado. Tenía sentido que su habitación reflejara por lo menos en algún aspecto aquella personalidad: A simple vista los objetos que albergaba eran fríos e impersonales, pero al explorar un poco…

    Un frasco de tinta, pergaminos, una pluma y tres fotos: una de su padre y él, otra (vaya que esta le produjo una gran sorpresa) de ellos dos con una Hanabi bebé en brazos y la última con los miembros de su equipo. Rock Lee aun no tenía aquel corte de tazón que lo caracterizaba, Tenten con la ancha sonrisa de siempre y Guy, rebosante de energía mirando orgulloso a sus discípulos; el grupo recién conformado… bella imagen. Una piadosa curiosidad le hizo olvidar su tristeza intensificada por culpa de las palabras de su padre. Se restregó los ojos para limpiar los restos de lágrimas y seguir hurgando al interior de aquel armario ahora tan valioso.
    Tomó una blusa blanca, perfectamente doblada y entre sus pliegues notó un bulto. Se trataba de un par de papeles; una hoja con un mensaje inscrito y un sobre cerrado. En ambos se divisaba a simple vista la letra del genio. Los colocó sobre la mesa para examinarlos. El primero de ellos se encontraba en perfecto estado, parecía no haber salido nunca del mueble. Lo curioso es que no consignaba destinatario ni fecha de escritura:

    Espero no molestar con este pedido; me desagrada y me abochorna encontrarme recluso de tu voluntad, pero me veo en la necesidad de estarlo. Debo aclarar primero que la razón por la cual he preferido escribir este mensaje y no decírtelo frente a frente es porque no puedo arriesgarme a que alguien escuche.
    El duro entrenamiento y mi talento me han permitido comenzar a desarrollar una técnica nueva y poderosa, que de seguro solo me será permitido usar ante situaciones y luchas extremas. Sin embargo, para perfeccionarla deberé ponerla a prueba peleando contra alguien más… y estoy convencido de que tú eres la persona correcta para un desafío tan delicado. Pero es necesario conservar la mayor discreción posible. Si consientes en ayudarme, buscaremos el momento y el lugar adecuado para comenzar.


    Hinata lo echó en uno de sus bolsillos, le pareció obvio que estaba dirigido a su persona. Aunque no era engreída esta vez no tenía dudas ¿quién sino ella, que siempre entrenaba con Neji y que pertenecía a su mismo clan, podría ayudarle a practicar una técnica secreta? Lo que le resultó raro es que no le hubiera dicho nada y que su familia poseyera una técnica cuya existencia ella ignorara completamente. De todos modos, no le importaba demasiado porque su concentración estaba puesta en la carta. Ésta, a diferencia del mensaje que terminaba de leer, estaba arrugada y maltrecha. Por el delgado bulto, Hinata se hacía a la idea de que debía alojar un único papel en su interior. Para mayor curiosidad, señalaba en el dorso su destinario y una fecha, dos meses antes de la guerra.

    --
    Y dos meses antes del comienzo de la guerra, en esa misma habitación…

    Un muchacho con ojos redondos aterrizó en el patio central de la mansión Hyuga... era impropio de él una visita tan descortés, sin anunciarse. No era su culpa: más incorrecto le resultaba que Neji estuviera llegando tarde al entrenamiento semanal del equipo.

    Se dirigió rápida y discretamente a la ventana de su cuarto, con la intención de interceptarlo sin interferir en la cotidianeidad del clan más respetado de Konoha. Estaba seguro de que él ya habría descubierto su presencia, pero no era ese el caso. Lo encontró sentado frente al escritorio con una pluma en la mano. Completamente ensimismado en un trozo de papel. Cualquier ninja se vería extraño en esa posición pero a Neji le sentaba bien. Lee se sintió orgulloso de que su amigo todavía no hubiera adivinado que se encontraba ahí, a unos escasos centímetros y separado de él solo por un vidrio. Tal vez -pensó- sus habilidades para ocultarse habían mejorado exageradamente, puesto que siempre era él quien más llamaba la atención de su equipo. Cuidadosamente, se ubicó en el marco superior de la ventana para espiarlo con mayor libertad sin ser visto. Si Neji llegaba a sospechar de la presencia de un intruso su byakugan lo pondría en serios problema. Divisó sobre la mesa, además del papel en el que se encontraba concentrado, un sobre con la fecha de ese día y el nombre de una persona… le ganó la curiosidad y comenzó a leer el mensaje que tan ávidamente escribía el Hyuga. Conforme avanzó la lectura, fue expandiendo sus ya enormes ojos negros con una expresión de sorpresa y sus mejillas se encendieron. Cuando lo vio doblar el papel y colocarlo dentro del sobre, dando por terminada la tarea, decidió retirarse con la misma discreción con la que había llegado.

    Neji no podía saber que él ahora conocía su secreto.
    ---

    La joven de ojos blancos dudó: ¿qué se hace con una carta que no ha sido entregada y cuyo emisor está muerto? Quizás había alguna razón por la cual Neji aun la tenía, o tal vez no. Estaba verdaderamente tentada de leerla. Podía hacerlo impunemente sin romper el sobre, sin que nadie la descubriera. Vamos, cualquiera en su lugar lo habría hecho…

    Finalmente, resolvió con cierto alivio que la única forma de saber que debía hacer con ese mensaje era conociendo su contenido. El chakra comenzó a fluir dibujando canales en las comisuras de sus ojos…

    -¡Byakugan!

    *******​
    Cuatro noches previas a la asunción del Hokage

    Sobre algunos asuntos nos cae la ficha tarde.
    Algunas palabras, impresiones y escenas son procesadas por nuestras cabezas mucho después de que acontecen, y sólo gracias a un eco que nuestro corazón insistió en guardar.

    “Hinata está dispuesta a dar la vida por ti. Eso significa que tu vida no es solo tuya…”

    En un principio, había reprimido esa parte de la historia. El final ridículamente inesperado y su razón de ser: porque Naruto se echaba culpas pero estaba más que claro que Neji había querido decir que su vida pertenecía a Hinata.

    Ahora, esas frases daban vueltas y vueltas en su cabeza como ella en su cama.

    “…ahora incluye la mía también”

    Había sacrificado su vida por ella.

    Miles de pensamientos hicieron palpitar su cabeza hasta quedar dormida. Demasiadas cosas, además de lo que ocurría con Lee, la torturaban.

    El Tsukuyomi Infinito jugaba con los deseos más profundos y quizás inconfesables de cada shinobi, creando una realidad mágica, ideal. Sería por eso que casi todos se habían entregado sin miramientos en sus encantos. Pero a ella, en realidad, aquel sueño no le revelaba gran novedad, nada tan distinto de lo que ya tenía antes de la guerra. Tal vez, un mayor reconocimiento a su talento, un papel más protagónico en la villa, pero su vida ninja de siempre, su sensei, su rutina, sus amigos… él, ¡él! su complicidad, su semblante reflexivo y calmo, su entendimiento sin palabras. Conforme pasaron los momentos, la cálida presencia de Neji fue el factor decisivo que la hizo desear quedarse hasta sucumbir dulcemente en el engaño.

    Neji de nuevo en su vida, como antes, como siempre... Ése era el sueño infinito ante el que, finalmente, se había postrado Tenten.

    En eso no podía dejar de pensar.

    Y soñar. Porque curiosa y horriblemente ella no se había desprendido completamente de aquel mundo falaz que proyectara la maldición de Madara. Muchas noches siguió frecuentando esa irrealidad. A veces le ganaba de mano, les explicaba a sus falsos amigos que no podía quedarse, que ese no era su lugar, que nunca lo sería. Otras, agobiada de realidad, fingía ignorar que no pertenecía allí. Tomaba una taza de té con su antiguo colega y conversaba con él hasta perder la conciencia y volver lentamente a su cama, con los ojos húmedos.

    Aquella noche sucedió algo diferente.

    Neji la había buscado sin miramientos en aquel sueño cotidiano, como si supiera que ambos ya no pertenecían al mismo mundo y quisiera hacer algo para cambiar eso.

    —Podrías quedarte –le soltó de pronto, resuelto.

    —¿Qué?

    —Que podrías quedarte aquí para que estemos juntos.

    Tenten sintió miedo. Entendía perfectamente que ese no era Neji sino un deseo inconsolable de ella. Pero quizás no siempre lo comprendería con igual lucidez: Si una vez había caído en ese engaño, ¿quién le daría la certeza de que, gradualmente, con el paso de las noches, no lo haría una segunda? Después de todo quedarse allí no sonaba tan mal…

    Un espasmo de realidad la golpeó.

    Tu vida no es solo tuya.

    Esa voz sí que no parecía provenir del sueño.

    Incluye la mía también, la de Lee, la de Guy, la de las nuevas generaciones de la aldea.

    Tal recuerdo había venido a salvarle. En un movimiento semiinconsciente alcanzó a apretarse el brazo y abrir los ojos. Esa era la diferencia con el Tsukuyomi: un simple pellizco podía sacarla de allí… al menos por ahora eso era un buen consuelo.

    Tras recobrar completamente la conciencia se dirigió al baño, donde se desvistió y contempló las últimas heridas de guerra y las cicatrices muertas que narraban las inclemencias de la vida del ninja. Tocó dos de ellas, las más profundas y abiertas con un gesto de angustia: una en el muslo derecho y otra en el abdomen. Ambas habían vuelto a levantar temperatura… si no hacía algo, empeorarían.

    Antes de proceder con la curación, miró su rostro en el espejo. Parecía haber envejecido décadas en tan solo unos pocos meses. Abrió el grifo de agua y puso sus manos debajo formando un cuenco para retenerla, mientras formulaba las palabras que se disparaban y se entretejían en su cerebro.

    Neji-sacrificio-destino…

    El destino que combatió, paradójicamente, entregándose a él.

    Tensó los músculos, con impotencia.

    ¿Nadie más le importaba acaso?, ¿tan pequeño era su corazón que solo albergaba la seguridad de su prima?

    El agua rebalsaba de sus manos y ella no reaccionaba.

    Ojalá hubieras sentido el deber de vivir por alguien así como lo sentiste de entregarte a la muerte por ella…

    Una idea se incendió repentinamente en su corazón y en su cabeza.

    Qué hubiera pasado si…

    Estrelló sus manos contra la cara, empapándola completamente.

    ¡Basta!

    No existía más ese tiempo.

    No podía traerlo de vuelta.

    Restregó su rostro en la toalla y volvió a mirarse en el cristal. Seguía teniendo mal aspecto pero a sus ojos retornaba cierto fulgor.

    Debía recuperarse.


    ******​

    Un día cualquiera, el año precedente a la guerra…

    La luminosidad de los días tranquilos comparte la dimensión trágica de casi todo lo bueno que tenemos en la vida: solo la apreciamos verdaderamente cuando ya ha desaparecido.

    Los tres miembros del equipo de Guy se encontraban en un claro de bosque. Neji y Tenten descansaban al resguardo de una sombra. El Hyuga estaba sentado con la espalda recta, las piernas cruzadas y los ojos blandamente cerrados, como acostumbraba en su meditación. La kunoichi por su parte recostada sobre la hierba, con una pierna flexionada y la otra extendida, y ambas manos detrás de su cabeza, haciéndole de almohada. Era realmente una posición poco femenina, muy propia de ella. Ambos disfrutaban ese momento sabiendo que a la llegada de la Gran Bestia Verde, su tranquilidad se vería arruinada.

    Lee por su parte insistía en comenzar el entrenamiento.

    —Te digo que no voy a levantarme hasta que llegue Guy sensei, así que no molestes Lee. –Le reprochó enseguida Tenten.

    —¡¿Como se supone que vamos a ser más fuertes de esta manera?! ¡Hay que empezar cuanto antes! —De los ojos del moreno ya comenzaba a brotar una exagerada catarata de lágrimas.

    Comenzaron el bullicio.

    Neji alzó levemente una ceja. Trataba de no escucharlos y seguir concentrado en sus reflexiones, pero se resignó al saber que sería imposible.

    Era reconocida la reputación del Hyuga de buen tino, imparcialidad y sabiduría, y él hizo uso pleno de estas cualidades para imponer orden:

    —Sea cual sea el motivo por el que causen este alboroto ¡Tenten tiene razón, Lee! ¡Así que comportate!

    Pero el dúo no le hacía el menor caso. Lee arriesgó una estrategia:

    —Quizás lo que necesitas es motivación –dijo mientras exhibía en su mano un kunai grabado, con un gesto confiado.

    Era el arma especial que le había regalado la Hokage a su admiradora y que Lee había extraído de su bolso.

    Estaba jugando con fuego.

    —¡Devuélvemelo ahora mismo!

    Saltaron ágilmente de rama en rama, una persiguiendo, el otro huyendo.

    Neji procuraba no enojarse. Eran tan irritantes a veces... Estaba acostumbrado a lidiar con las tonterías de su sensei y de su excéntrico compañero. Pero se sorprendía cada (insólita) vez que la kunoichi seguía los juegos de éste último… le inquietaba. Sobre todo porque parecía divertirse en esas situaciones, sacar una versión de ella completamente distinta a la que él solía ver, pero igual de auténtica.

    Y sólo Lee lograba eso.

    Y él únicamente los observaba. Sacudió la cabeza tratando de deshacerse de algunos pensamientos y sentimientos impropios de una persona como él...
    Los contempló jugando. Aniñados, divertidos, insoportables, fastidiosos...
    Así eran sus compañeros de equipo.
    Una curva casi imperceptible se perfiló en sus labios.
    Fue Uzumaki Naruto quien abrió la jaula del pájaro pero vaya sino habían sido esos dos quienes le enseñaron a volar tan alto.
     
    Última edición: 9 Mayo 2018
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