¿Qué sucede cuando reúnes a algunos de los peores criminales del mundo Pokémon (y el carismático pero incompetente trío del Equipo Rocket) y los mandas a arriesgar sus miserables vidas para realizar misiones peligrosas en busca del bien común, aunque en la mayoría de veces sólo se trate de tareas absurdas que justifican un gasto innecesario de recursos de la región? ¡El Escuadrón Electrode, por supuesto! Sinopsis. El mundo Pokémon necesita héroes valientes y osados que antepongan los intereses de los habitantes a sus propias vidas. Individuos gallardos cuyas habilidades excepcionales pongan fin a los conflictos inclusive antes de que estos presenten un riesgo para el planeta. Atractivos y musculosos varones de cabello sedoso y mamacitas de bustos enormes con anchas caderas que roban el aliento de quienes se cruzan en su camino… Desafortunadamente todos ellos cobran sueldos demasiado altos, por lo que hay que conformarse con antihéroes desechables que defiendan a la humanidad fuera de la ley. Sujetos crueles y enfermos cuyos bajos instintos y deseos perversos los convierten en seres a los que a nadie le importaría si murieran. Después de ganar una concesión otorgada de forma irresponsable por parte del Departamento de Defensa Internacional Pokémon, Victoria, una ejecutiva de alto nivel en el misterioso organismo conocido como DERP (Directiva contra Eventos Realmente Peligrosos) ha reunido a algunos de los peores criminales del mundo Pokémon para utilizarlos como carne de cañón en las misiones más peligrosas que puedan presentarse… además de alguna otra tarea absurda y completamente inútil que justifique el enorme presupuesto para hacer que otros hagan el trabajo sucio. Un equipo compuesto con lo peor de lo peor que la humanidad puede ofrecer. Un grupo de dementes que no conoce el miedo y que sólo los motiva un solo propósito: reducir su condena para abandonar aquella prisión y volver a sus ultranzas hasta que los vuelvan a capturar, repitiendo el ciclo infinitamente hasta que mueran de senectud. Ah, también está el famoso trío del Equipo Rocket para traer un poco de cordura a este caótico e inestable equipo. Válgame… sabrá el demonio si salen vivos de esta.
Prólogo. Tomó un último y prolongado trago de su licorera plateada para luego probar el inconfundible y picante sabor del mentol con una segunda botella que, si se tratara de cualquier otro día de trabajo, contendría otra bebida para combinar. La desagradable combinación de ambos líquidos hacía regresar a Victoria un poco de lucidez y sobriedad para ocultar su bien conocido vicio frente a la junta directiva. – Victoria, jefa ¿Está todo bien? – preguntó una joven voz masculina después de golpear la puerta del sanitario con sus nudillos. – Por todos los demonios Manfred ¿Qué tu madre no te enseñó a no hacer esperar a una dama durante el sanitario? – respondió exasperada y con un poco de inconsistencia en el tono de su voz. A pesar de gozar todavía de sus poco más de dos décadas, su voz cambiaba notoriamente cuando abusaba de la bebida. – Es que ya ha pasado casi una hora desde que entró ahí. – ¿Estás tomando el tiempo, mocoso impertunen… imperin… impertunen…? – no podía articular más. El efecto de la borrachera aún no la abandonaba, ni siquiera con los dos clamatos preparados que se había bebido antes del trabajo – Mira… lleva todo a la sala de reuniones y espérame ahí. Estaré en seguida. El silencio confirmó que Manfred había seguido sus indicaciones. Victoria sólo tenía unos cuantos minutos para estar lo mejor presentable ante la junta directiva. Aunque, en el poco estricto sentido de la palabra, y considerando el lugar donde trabajaba, no requería de todos sus sentidos para desenvolverse y exponer su nuevo proyecto que conservaría su posición como una de las futuras promesas en el departamento de defensa donde laboraba: DERP. Sus objetivos distaban mucho de lo que aquel organismo del gobierno proponía. De hecho, ni siquiera podía recordar el lema de su lugar de trabajo, y no era del todo culpa de la bebida. “Protección, reconciliación y defensa Pokémon, etc., etc.”. Victoria simpatizaba con aquellas criaturas, pero nunca había formado algún vínculo estrecho con alguna de ellas. Lo único que le interesaba era tener un puesto asegurado donde el tiempo libre fuese considerable, y la paga suficiente para pagar el vicio. Claro que, si en algún momento descubrieran algún Pokémon que produjera alcohol, ella sería la primera en asegurar su “buen manejo y cuidado” dentro del departamento de DERP. Afortunadamente para ella, y para desgracia de las innumerables harpías con las que había entablado enemistad desde que se encontraba en la incubadora, Victoria poseía una esbelta y envidiable figura que robaba la atención de todo aquel quien se cruzara en su camino. Ni siquiera su desenfrenado vicio desarrollado desde los primeros años de su adolescencia había estropeado aquella figura, como si se tratara de una deidad del licor adorada en tiempos remotos. No resultaba, pues extraño que fuese un demonio en las fiestas, adorado por sus colegas varones y envidiada por las chicas cuyos acompañantes les había robado la atención. Se ajustó el saco de forma que resaltara sus atributos para luego acomodar el cuello y las mancuernillas todavía plegadas por culpa de los abruptos y torpes movimientos que hizo para llegar hasta el sanitario. No había tiempo más que para darse los más superficiales retoques antes de que saliera de ahí para dirigirse a la sala de reuniones. Forzó una sonrisa al entrar y tomó su lugar justo en frente de la pantalla y al lado de su asistente que la estaba esperando para dar inicio su presentación. – Bien, señorita Victoria – dijo uno de los robustos caballeros desde el otro extremo – Puede comenzar con su presentación. Un breve silencio seguido del estornudo de uno de los veinte presentes abarcó toda la sala. Victoria miró a Manfred con su sonrisa que disfrazada la impaciencia y el enfado al ver que su asistente presionaba una y otra vez el botón que daría inicio a la presentación, sin éxito. El apuesto, aunque introvertido joven ajustaba sus gafas, presa de los nervios que se habían apoderado de él. Luego llevó su misma mano hacia su oscura cabellera para continuar con su ritual hasta que Victoria tuvo suficiente. – ¡Oh, por todos los…! esperen un momento – dijo mientras buscaba entre su bolso los documentos de emergencia, al mismo tiempo que sacaba un montón de cachivaches, empaques de golosinas y cosméticos ya gastados que demostraban su falta de pulcritud – Si… aquí están. Victoria estaba a punto de repartir los documentos al resto de la junta directiva hasta que, por fin, los esfuerzos del nervioso asistente habían rendido frutos y la pantalla se había encendido, mostrando una diapositiva tan poco atractiva y profesional que parecía haber sido preparada un par de horas antes de entrar. Y, de hecho, así había sido. – Muy bien, señores… quiero que contesten esta pregunta – comenzó, arreglándose un poco su larga y ondulada cabellera celeste. Su asistente había pasado la primera diapositiva para mostrar las imágenes editadas pobremente de varios Pokémon legendarios atacando una ciudad. Respiró hondo – ¿Qué pasaría si Ho-oH, Rayquaza o incluso Arceus decidieran un día atacar a los líderes de nuestras naciones? Los asistentes intercambiaron miradas confusas. – ¡Les arrojamos una maldita bomba nuclear en sus divinos y presuntuosos traseros! – dijo uno de ellos, recibiendo alabanzas y plausos de la junta directiva. – ¿Que no las desarmaron en el tratado internacional del siglo pasado? – intervino otro de ellos, apagando los vitoreos y dejando sólo murmullos. Aquella escena simplificaba todo lo que el departamento de DERP representaba: falta de seriedad, soluciones absurdas, un montón de burócratas incompetentes e ineptos que la mayoría de las veces ni siquiera se presentaban a trabajar o de plano uno que otro intruso de algún departamento externo que deseaba sentirse importante. No era, pues extraño, que Victoria lograra ascender rápidamente desde su puesto como recepcionista. Y sin tener que acostarse con alguno de ellos. – Mi punto, señores, es que a pesar de que vivimos en relativa paz, hay cientos, quizá miles de amenazas que desconocemos. Y aunque criaturas legendarias parezcan ser pacíficas y dispuestas a tolerar a la humanidad, la realidad es que pocas veces podemos controlar su cólera cuando algún estúpido se le ocurre provocarlos. Algo es seguro… – continuó Victoria al mismo tiempo que una nueva diapositiva mostraba rostros de varios conocidos líderes de distintos grupos criminales dibujados a mano por algún amateur – Estos equipos “Algo” se han multiplicado en la última década, y sus idioteces han llevado a nuestro mundo al borde del desastre por el uso de criaturas poderosas que nosotros no podemos vencer. – ¿Qué tal el niño que los sigue venciendo con nada más que un poco de suerte y el poder de la amistad? – interrumpió otro miembro de la junta, seguido por otra serie de carcajadas – Deberíamos reclutarlo. – ¿Se dan cuenta de lo estúpido y vergonzoso que eso suena cada vez que entregan el reporte anual de desempeño? – aclaró Victoria desatando otra serie de murmullos. – Tiene razón – intervino el robusto hombre que ocupaba la silla del presidente de la junta – Cada vez es más difícil justificar el excesivo presupuesto que nos dan. La última vez tuvimos que facturar una caja de donas por diez mil dólares. Lástima que eso nos dejó sin máquinas de golosinas en el segundo piso. – ¿Qué propone usted? – preguntó una mujer delgada que aparentaba tener unos cincuenta años. – Voy a armar un equipo que enfrente aquellas amenazas antes de que siquiera sucedan… – dijo, pasando por fin a la imagen con los perfiles de aquellos individuos que había escogido personalmente para el proyecto. Las únicas diapositivas bien elaboradas gracias a los quince minutos que Victoria había tenido antes de su primera botella antes de dormir – Un equipo con la peor clase de escoria que este mundo puede ofrecer. – ¿Y qué le hace pensar que ellos querrán colaborar con esto? – Preguntó otro miembro de la junta. – No es que tengan otra opción – Respondió Victoria – Es eso o ser transferidos a trabajar como archiveros y oficinistas en nuestras instalaciones por el resto de su existencia. Los miembros de la junta retrocedieron en sus asientos y mordieron sus nudillos en señal de horror. Todos sabían que caer en la sección de archivos era la mismísima representación del infierno sobre la tierra: un abismo húmedo y hediondo donde millones de documentos eran arrojados ahí desde hacía siglos, esperando a ser archivados. Victoria, haciendo caso omiso de sus expresiones, comenzó presentando el perfil del posiblemente más peligroso y ruin criminal de todo el rebaño. – Nombre real, así como información personal desconocido salvo su alias: “Cazadora J”, una de las mercenarias más despiadadas de todo el planeta – dijo mientras el atractivo pero inclemente rostro con cabello plateado era exhibido para la junta directiva – Se le creía desaparecida después de la crisis de Sinnoh hasta que fue hallada por nuestros elementos en una persecución en la que tomó la vida de cinco de ellos… a quienes eliminó con una cuchara. Además de su prodigiosa agilidad y mente calculadora, es una experta inventora de dispositivos que pueden llegar a superar por mucho la tecnología que poseemos. Victoria cambió a la siguiente imagen de un hombre musculoso de cabello oscuro y una mirada de rufián que era exacerbada por su barba descuidada que se asemejaba a un escobillón atado a su mentón. – Otro sujeto que es mejor conocido por alias: Iron-Mask, “El Merodeador”. Famoso ladrón de Pokémon raros y un completo canalla que no conoce el honor ni el rastrillo. – ¿Qué no había sido capturado en una prisión de ultra máxima seguridad? – Si, pero volvió a escapar después de ello. Sin embargo, un par de meses después lo hallamos en un rancho en las afueras de Johto con una personalidad totalmente diferente y absolutamente molesta. Desde su captura no ha parado de decir “fierro” a pesar de las indescriptibles torturas a las que ha sido sometido para hacerlo hablar. El nuevo rostro que Victoria mostró, fue un alivio para los directivos debido a su relativa pasividad e inocente belleza. Su mirada seria solo aumentaba el interés que alguien podía tener en aquella lindura de cabello corto y ojos color púrpura, quien parecía no esconder algún pensamiento maligno. – Courtney, brazo derecho del derrocado Equipo Magma y la perfecta definición de lo que se podría considerar una fidelidad enfermiza. Victoria cambió la imagen a una fotografía espeluznante y grotesca de lo que parecían los restos de una barbacoa humana, provocando nauseas en algunos de los directivos quienes buscaron con desesperación algún balde donde podían desechar el almuerzo de apenas hace media hora. – Con su “querido” líder Maxie encarcelado en una prisión de ultra máxima seguridad, ella se propuso a liberarlo sin importar las más graves consecuencias, las cuales… bueno, ya pudieron atestiguar como resultaron. – ¿Colgó a ese sujeto a un árbol después de achicharrarlo? – Peguntó uno de los presentes señalando la fotografía de un individuo ahorcado en la rama de un roble, y preparando su balde para vomitar nuevamente. – De hecho, es su intestino – respondió Victoria – Pero no se dejen engañar por su salvajismo y forma de hablar tan extraña. Es completamente encantadora y dócil cuando le das cualquier parafernalia con forma de Numel o Camerupt, o si encuentra algo que capte su atención. Para alivio de los asistentes, Victoria prometió que, a partir del siguiente perfil, los candidatos serían un poco menos sádicos en sus métodos, aunque mucho más bizarros, como lo demostraba el extraño chico que parecía vestir un mameluco inspirado en el legendario Giratinna. – ¿Eso es un furry? – Zero, el viajero del Mundo Inverso y brillante científico experto en IA. Supuestamente se había reformado después de fracasar en su intento de apoderarse de aquel mundo, pero enloqueció nuevamente cuando ninguna autoridad del planeta legalizó el matrimonio con su inteligencia artificial. El dato provocó una sonora carcajada en uno de ellos que, irónicamente, cargaba con una almohada gigante en forma de un Gardevoir. – Por último: Annie y Oakley, dos cleptómanas extremadamente ágiles que buscan objetos valiosos para venderlos en el mercado negro. Desde su captura en Altomare hace poco más de un año, la prisión ha tenido que resguardarlas en una celda con cinco pulgadas de acero reforzado. – ¿Por sus intentos de escapar? – No. También tienen que justificar el presupuesto. – Suponiendo que aceptamos su iniciativa – intervino el presidente al acabar la presentación – ¿cómo pretende controlar a este montón de dementes procurando no matarlos como las otras veces? Victoria pasó al último perfil que respondería a esa interrogante con la única muestra de sensatez en su locura. Un hombre musculoso de porte militar con una enorme barbilla bien pronunciada junto con una mirada desafiante que no parecía admitir estupideces de otros mientras hasta lo imposible para cumplir con cualquier misión que se le presentara. – El Capitán Kilgore, mentor del líder de gimnasio Lt. Surge y uno de los últimos veteranos de una época más violenta antes de que descubriéramos lo estúpido que era la carrera armamentista cuando teníamos Pokémon que literalmente podían inundar naciones enteras. Posee un récord de misiones exitosas y decenas de condecoraciones que harían palidecer hasta al más vehemente dictador militar. Domina quince disciplinas de combate cuerpo a cuerpo, además de un vasto conocimiento en armas de fuego, artillería, vehículos de combate, armas blancas y todo lo necesario en caso de que estos sujetos se quieran pasar de listos. Ante las miradas aprobadoras de los miembros de la junta directiva que discutían, además de uno de ellos que suspiraba con anhelo como si la fotografía del militar lo había cautivado con su tenaz expresión, Victoria ya podía empezar a saborear el éxito de su empresa. Incluso si había omitido cierto “detalle” en el capitán Kilgore que a la larga podría parecer contraproducente. De todos modos, pensó, si aprobaban el proyecto ellos no se darían cuenta hasta mucho después. – ¡Y sólo pedimos mil millones de pokédólares para el proyecto! – La sala de reuniones guardó silencio nuevamente y las miradas aprobatorias se transformaron en muecas vacilantes ante la ridícula cantidad que Victoria solicitaba. El presidente usó sus tontas, pero efectivas tácticas de guardar el orden al mostrar un video de Skitty jugando con una bola de estambre. Una vez callados, pero algunos aún embobados por la imagen, procedió a hacer la pregunta importante. – ¿Por qué cree que esta junta directiva consideraría aprobar su proyecto? Victoria asintió, ajustó nuevamente su saco a medida que dio un respiro profundo y respondió con el cínico, pero honesto tono de voz que la caracterizaba. – Ok. ¿Saben quién tiene el récord de mayor cantidad de proyectos aprobados? – ¿Jerry de contaduría? – respondió un enclenque de gafas. – ¡No hay ningún Jerry, idiota! ¡Me refería a mí! ¿Quién propuso la iniciativa para emplear Ursarings como operadores telefónicos? ¡Yo! ¿Quién propuso el presupuesto para la fiesta de fin de año en la que murieron tres personas? ¡Yo! ¿Quién ya ha organizado al menos otros cinco equipos diferentes para realizar las tareas más absurdas en los últimos años? – ¿Usted fue quien clausuró los baños por una semana para reemplazarlos por mesas de blackjack? – ¡Así es! ¡Ni siquiera estaba sobria cuando lo propuse! ¡De hecho estoy un setenta por ciento ebria en estos momentos y aún así siguen aprobando mis absurdas iniciativas! ¿Es acaso suerte o simplemente me salgo con la mía porque ustedes no hacen su maldito trabajo? ¡Quién sabe! ¡Así que denme mi jodido presupuesto para que nos larguemos de aquí y lleguemos a la taberna a la hora que abren! Victoria respiró una y otra vez recuperando el aliento después de gastar todo el aire en esa respuesta. Los miembros de la junta directiva le dirigieron una mirada fría y seria, pero que en realidad era por que apenas salían del trance del video con Skitty – ¿Cuál es el otro proyecto que tenemos que revisar? – preguntó el presidente. – Algo referente a un sistema de vigilancia para espiar a esos activistas idiotas de la fundación Aether – respondió su asistente. – ¡Ja! Cualquier cosa para patear el dulce y pretencioso trasero de la presidenta ¿Te encargarías de ese asunto llegando el momento? – preguntó dirigiéndose a Victoria. – Si ¿por qué no? Tampoco me agrada esa odiosa Barbie. – Felicidades entonces, señorita Victoria. Estruendosos aplausos llenaron la sala de juntas mientras algunos de los miembros se ponían de pie para estrecharle la mano o tomarse una foto con la promesa de DERP; otros simplemente querían acercarse al video de los Skitty. Y fue uno de ellos quien, accidentalmente al querer subir el volumen, logró iniciar la presentación original que el asistente Manfred había preparado, y quien por alguna extraña razón comenzaba con los perfiles de cierto trío de delincuentes menores que no figuraban en la categoría de peligro en el que se encontraban los anteriores. – ¿Y estos miembros del Equipo Rocket también son parte del programa? – preguntó el presidente cautivado por la elegancia de ese Meowth. – ¿Le digo algo? – respondió Victoria conteniendo una carcajada – Confiscaron su Food Truck en Alola hace una semana y los hemos mantenido encerrados ahí desde entonces. Ya les buscaremos algo que hacer. No es que tengamos que pagarles de todos modos. – ¿Tiene algún nombre para su equipo? Victoria golpeó su frente con la palma izquierda en señal de vergüenza, culpándose de haber omitido ese detalle importante. – Hay un nombre estúpido y numérico que el inútil de mi asistente inventó. Aunque, y considerando que son totalmente prescindibles, yo prefiero llamarlo… el Escuadrón Electrode.
No soy fan de los fics de Pokemon (y de hecho perdí hace varias temporadas el entusiasmo por seguir la trama ya con más de 2000 criaturitas) pero el título me sonó interesante... el más inútil equipo Rocket involucrado (loca Jessi, loco James y poco cuerdo Meowth) intentando resolver el caos augura alguna buena comedia, así que tal vez le siga dando un vistazo a este fic. Saludos.