"¿Qué es la realidad sino la ficción de los que sueñan en otro universo?" Todo ya ha sido inventado. Cada asunto del cual es posible hablar ya ha sido abordado desde todos sus puntos de vista incluso desde antes de que las ficciones modernas aparecieran, cuando el formato que dominaba sobre las ficciones era (y lo sigue siendo en mayor parte) la literatura. Estar de acuerdo o en desacuerdo con este corolario es esencial para discutir las razones por las que unas obras alcanzan el título de clásicas, concepto que se ha prestado a tal subjetividad, que casi se ha vuelto sinónimo de ficciones que no tiene más mérito que el de durar en la conciencia y en el subconsciente del consumidor promedio o especializado de ficciones. Lograr esto último no debe ser interpretado como algo positivo per se, pues la memoria y el corazón siempre han demostrado preferencia por alinearse con aquello que resulte, a falta de una mejor expresión, cómodo para el espíritu, y, en el peor de los casos, dejan de lado lo demás o, en el mejor de los casos, le darán cierto crédito a la incomodidad del resto de las ficciones sin volverse parte de ellas. El punto es que, si estamos dispuestos a meternos en el trivial ejercicio de determinar lo "clásico" o la "maestría" que poseen las ficciones, conviene que pretendamos por un momento que dos mentiras ya muy refutadas aún pueden tener cierta utilidad cuando se trata de las ficciones. Estas mentiras son: 1. Que se puede saber algo con objetividad. Mentira para la cual basta dar un vistazo a nuestro propio cerebro y comprender que todo proceso que tome lugar ahí dentro no es guiado por ningún principio de verdad, sino que se limita a simplificar el mundo a fin de que podamos desenvolvernos en él con cierto grado de certidumbre. 2. Que incluso en el caso de poder saber algo objetivamente, es posible comunicarlo por medio del lenguaje verbal humano. Mentira para la cual basta observar lo fácil que es para los lenguajes humanos ser víctimas de la qualia, volviendo todo lo fundamental en algo incomunicable y toda expresión en una deformación del objeto. Para determinar qué obra de ficción merece ser clásica es necesario pretender que existe alguna objetividad subyacente en ella (de lo contrario todo análisis sería tan subjetivo que, por consiguiente, se vuelve leve), y que dicha objetividad ha sido transmitida con suficiencia por medio del signo lingüístico (de lo contrario volvemos a la levedad). Si estamos de acuerdo con esto (o al menos estamos de acuerdo a pretender estarlo), podemos hablar entonces de qué se entiende por una obra maestra de ficción. Si bien es verdad que oficialmente hablando no hay una definición exacta de lo que significa que una obra sea "clásica", todo concepto de lo clásico tiene su raíz en un punto central: la universalidad del ser humano. Es decir, todo aquello que no solamente tenga como su núcleo la realidad humana, sino también aquello que la señala como algo aparte, algo digno de observar a través de un microscopio, o que expanda su burbuja volviendo conocido aquello que era desconocido, por lo tanto volviéndose un ejercicio de la búsqueda de la "inmortalidad" de lo humano. O dicho de manera más sencilla: toda obra maestra pone a la realidad humana (o realidades humanas) en el centro del universo. Por supuesto, esta descripción no satisfará plenamente cada caso de maestría que uno pueda nombrar, pero me atrevo a suponer que este punto de vista está tan arraigado en la psique humana que no importa cuánto trate una ficción de desprenderse de lo humano, mientras el autor posea la mente de un homo sapiens, necesariamente la ficción gravitará hacia la realidad del ser humano de una u otra forma, desde lo microscópicamente sutil hasta lo kilométricamente cínico. Hasta la ficción más trivial e inútil que uno pueda pensar es más humana y relacionada a la realidad del ser humano que la más grande ficción que pudiera crear cualquier otra especie del universo. Sencillamente hablando: el ser humano no puede hablar de otra cosa que no sea el ser humano. Pero no toda propuesta de ficción sobre el ser humano es igual a otra, y de aquí estriba la gran diferencia que hacemos de las obras de ficción llamadas clásicas, de las aceptables, de las mediocres, de las malas, de las que son basura, y todo lo que haya en medio. Para no volver la historia más larga, quedémonos con una versión un tanto reduccionista de lo que vamos a considerar una obra maestra: "Es una obra maestra aquella ficción que ha logrado hablar de manera eficiente y precisa sobre algún aspecto de la realidad humana que nos era desconocido". Cualquiera es libre de elaborar o precisar los detalles de esta definición simplista, pero dudo mucho que en cualquier perfeccionamiento de la misma sea posible dejar de lado los tres puntos clave que le dan base: centralización hacia el ser humano, eficiencia y precisión, y la expansión hacia lo desconocido. Sobre este último punto, la expansión hacia lo desconocido, es donde recae la principal razón por la que ya no existan obras maestras en la actualidad, pues lo desconocido, a parte de ser muy riesgoso, es casi imposible de alcanzar por el simple hecho de que la historia de las ficciones es tan larga que, aunque incluso hoy sea relativamente sencillo encontrar un tema humano del que hablar y crear un lenguaje propio para precisarlo, encontrar algo nuevo que nadie más haya dicho puede llevar toda una vida e innumerables lecturas, y aún así probablemente sólo se nos acabe ocurriendo alguna pequeña variación de algo que ya se ha dicho hasta la saciedad en todas sus otras variantes. La literatura tiene la ventaja; de todos los otros formatos de ficción es el que ha tenido más historia y posibilidades de precisión, hasta tal punto en el que dudo muy tímidamente si otros formatos de ficción más recientes (televisión, cine, animación, videojuegos o comics) tienen algún verdadero representante de lo que podríamos llamar una obra maestra de la ficción, o si a lo sumo pueden dar la impresión de serlo para ciertos públicos no muy conscientes de todo el peso literario que hay detrás de todos los formatos de ficción moderna. El juego simplemente no es justo entre las ficciones. Y el "problema" (por llamarlo de alguna forma) es que precisamente el resto de los formatos de ficción llegaron bastante tarde al juego de descubrir lo desconocido en el ser humano, y en su lugar se han conformado con volver a decir lo mismo con otro tipo de lenguaje y enfoque, pero esto no es, como ya he dicho, más que un juego superficial de variaciones, en donde lo importante ahora no es descubrir lo desconocido sino en asegurarse de que lo conocido sea presentado de manera impactante al resto de los sentidos a los que la literatura no podía llegar. Lo "impactante" aquí tiene un sentido positivo, porque permite hacer accesible a la vista y el oído las propuestas que la literatura sólo hacía con abstracciones simbólicas, y un sentido negativo, porque por el mismo hecho de poseer la capacidad de sorprender a los sentidos, es también posible disfrazar el contenido de manera que algo que no sea una obra maestra se camufle como una, dado lo impresionable que es el cerebro humano ante los estímulos directos y que reconoce como directamente relacionado a sus emociones, y lo reticente, desconfiado y (¿por qué no?) perezoso que es ante las abstracciones y signos, cuyo significado requiere un esfuerzo mayor. ¿Qué impresiona más, mil palabras que describan con toda precisión y descripción a una persona llorando desconsoladamente, o unos pocos segundos de refinada y fluida animación que nos estrelle en la visión las lágrimas y la deformación de la boca y el temblor de los ojos que ha dibujado un gran animador, y en el oído los sollozos entrecortados de un buen actor de doblaje? Todo este énfasis en buscar impresionar a los sentidos por medio de la presencia directa de aquello que la literatura reemplaza con signos, es la principal razón por la que la búsqueda de lo verdaderamente nuevo y desconocido se haya dejado de lado, o que al menos se haya reducido a la variación o al engaño. Con esto no pretendo que los formatos de ficción moderna sean directamente los responsables de haber estancado el florecimiento de nuevas obras maestras, sino que simplemente el enfoque con el que se les ha conducido (sobre todo en el sentido comercial, aunque incluso las obras que se pretenden más serias caen constantemente en esto mismo) dificulta que las ficciones busquen lo desconocido para crear otras obras maestras. Y en el peor de los casos, la literatura también ha seguido esta tendencia y parece haberse rendido a la tendencia de entretener, sorprender, y ocasionalmente variar para dar la apariencia de avanzar hacia lo nuevo. Sin embargo, todo cuanto he dicho hasta ahora ha sido bajo el supuesto de que aún quedan cosas por descubrir e inventar, que aún no se han terminado de descubrir todos los temas de los que es posible hablarse en relación a la realidad humana. No sé si esto es verdad, pero de serlo, significaría que la creación de obras maestras ya debería ser considerada un ejercicio del pasado, y que a partir de ahora no queda más que la de cometer engaño o fraude, y los más grandes serán los que cometan el engaño y el fraude de la manera más extraordinaria e imperecedera. De no serlo, ¿a quién le corresponde continuar en la búsqueda de obras maestras de la ficción? Una respuesta rápida sería, desde luego, a todas las ficciones. Pero yo en lo personal dudo mucho que, si de por sí es casi imposible conseguirlo con la literatura (que no requiere más que un programa de computadora que cualquiera puede obtener, o lápiz y papel), otras ficciones que requieren mucho más trabajo y que están sujetas a multitud de problemas no relacionados con la ficción (tiempo, presupuesto, personal, etc) tengan mayores oportunidades para alcanzar este cometido. Por supuesto, todo esto podría arreglarse con una redefinición de lo que estemos dispuestos a entender como obra maestra de la ficción. Estoy dispuesto a ir tan lejos como para aceptar la creación de dobles estándares de acuerdo al tipo de formato de ficción dependiendo de la seriedad con la que uno personalmente se lo tome (por ejemplo, considerar las obras maestras literarias bajo una luz más o menos severa de lo que haríamos con las obras fílmicas, pictóricas, animadas o virtuales). Aunque esto tenga como consecuencia la inutilidad de un análisis crítico serio que pretenda englobar a todas las ficciones. Admito que tal vez haya sido yo un iluso por haber pensado que era posible unificar a todas las ficciones en un terreno común, uno a partir del cual fuera posible confrontarlas con respecto a la realidad humana en términos de igualdad. Tal vez no sea posible. Tal vez sólo sea necesario crear otra perspectiva, algún otro artificio que nos permita lograr este cometido, y si somos buenos en algo los homo sapiens, es precisamente en inventarnos cosas para intentar darle sentido a lo que percibimos. Hasta otro universo paralelo.
Me volaste la cabeza con este tema, pero tengo que decir que tu forma de explicar me llamó mucho la atención. Es muy intrincada y vas súper rápido de idea en idea. Fue agradable leerte. Hablando ya más del contenido, quería decir un par de cosas de lo que logré entender. Estoy de acuerdo con que todo es una copia parcial o completa de lo que ya fue creado, pero todo en general, no solo hablando de la literatura, y claro que renovar en ese campo es algo súper difícil. Por otro lado, sobre los clásicos. Es como todo: Hay libros clásicos que me han gustado y otros que he odiado. Pero son llamados así por haber marcado un antes y un después en la historia de la literatura, sea la razón que sea. Muchos provocaron un impacto en su época y llamaron mucho la atención, y otros tardaron un poco más en ser notados. Por último, quería decir que me gustó mucho cómo terminaste el texto. No puedo hacer más que darte la razón. ¡Saludos!
No olvidemos que muchas obras de la literatura moderna fueron ignoradas o denigradas en su época. Tal vez algo que no te guste en un futuro sea considerado grandioso, eso pasa aun más en el cine pero nadie dice que en la literatura no pueda pasar.
Ché, entiendo que nadie tenga la verdad de las verdades, pero por eso el arte suele evaluarse en grupo, mas si este fuese subjetivo, literalmente cualquier cosa pudiera ser arte. Lamentablemente darle demasiadas responsabilidades a los gustos está muy de moda desde que el cursi y fome de Andy Warhol cambiara mucho la manera de apreciar el arte. Pero es que hay muchísimas maneras de determinar la calidad de una obra, tantas que es imposible aprenderlas todas, si a eso le sumamos que cada tanto sale una corriente artística nueva, termina resultando en que cada vez somos ignorantes en más cosas y vamos por lo fácil: "para gustos los colores", nos apegamos al posmodernismo. Lo que sí es válido es que, aunque el arte no sea subjetivo, los gustos sí que lo son, y está bien, yo escucho muchos grupos que son malos y aun así me gustan mucho, eso no me rebaja de ninguna forma, pero no porque me gusten diré que son buenos. o.o La apreciación artística es una materia muy compleja, los griegos literalmente pasaron siglos estudiando la estética (lo cual es sólo un trozo del pastel) y en muchos casos requiere hasta conocimientos matemáticos como en el caso de la música, pero aunque no sea exacta está ahí y da pocos márgenes, no conozco al primer crítico que odie Casablanca. Por otra parte no hay que confundir clásicos con una obra de calidad, un clásico puede serlo por muchísimas razones, doy un ejemplo: El cantar del mío Cid; un libro horrible pero que fue muy importante para la literatura de caballería. Sobre si todo está inventado o no, no creo, créeme que siguen saliendo libros muuuuy novedosos y excelentes, que no sean muy conocidos es otra cosa. Justo ahora mismo estoy leyendo a una autora contemporanea y su trabajo es algo que nunca había visto, posee un humor muy diferente y que mezcla con filosofía, la recomiendo mucho, se llama Amélie Nothomb. :)
Perdonen mi ignorancia pero, ¿cuáles a su parecer pueden ser llamadas grandes obras maestras de la ficción? ¿Las novelas de Asimov; 2001, Una odisea en el Espacio, de Arthur C. Clarke; 1984, de George Orwell; La Guerra de los mundos, de H. G. Wells; Un mundo feliz, de Aldous Huxley... ? (y sólo he leído las dos últimas como una tarea de la escuela dado que mis géneros son otros con mayor tendencia a la fantasía) Concuerdo con Descard , algo que tal vez alguien considere un clásico para otra persona no es la gran cosa y viceversa. P.D. Edito, me olvidé de "Crónicas Marcianas" de Ray Bradbury, también las leí como una tarea.
Creo recordar que el tema se refería a ficción en general, no sólo a ciencia ficción. Pero ya que estamos te recomendaría mucho El invencible, de Stanislaw Lem. Fue un libro pionero en varias ideas que hoy siguen siendo clichés del género.
Mmmm... lo buscaré y lo leeré para mi próxima entrega de reporte de lectura, gracias por el dato. Eso de los clichés es memorable, lo dice Saiki-kun... ☺
Hey, aprovecha la ventaja, luego nos orrprendemos, requeriré de la mayor cantidad de perras posibles. ;)