Esto es algo que escribí hace mucho y pensé en tratar de publicar acá Ian Elisondo Lo que se va a narrar acá puede sonar irreal para la mayoría, la verdad es que dudo que alguien se crea lo que se cuenta pero real o no paso y todo empezó en Carilo, provincia de Buenos Aires, un balneario que queda a pocos kilómetros de la capital. Había una familia que estaba disfrutando de sus vacaciones, la menor se llamaba Magdalena, linda chica de ocho años, pelo ondulado de color castaño, ojos verdes y la gente siempre le decía lo linda que era. Ella estaba en la casa de una amiga cuya familia conocía a la de Magdalena y por eso era que estaban yendo de vacaciones al mismo lugar y fue en la casa de esa amiga que paso lo que desencadenaría las aventuras de su hermano. Estaban las chicas jugando cuando pasaran por la cocina, Magdalena estaba persiguiendo a su amiga cuando vio una botella en la mesada, e ignorando esa vocecita interna que no recomienda tomar cosas que no sabes lo que son, ella se lo tomó, desmayándose y terminando en el hospital. Por suerte no era tan grave pero si podía ser permanente, cosa que no se sabía cómo le podría afectar. Lo que le paso fue que ella se quedó dormida, así de sencillo pero al parecer nada de lo que trataran la despertaba, así se transformó en una versión moderna y más joven de la bella durmiente. Su hermano Ian hacía poco que había cumplido los quince años, sintiendo que la historia era demasiado irreal y enojado con la familia de la amiga de su hermana, que no contaba nada útil, decidió ir a hablar con ellos. Ian era un chico a penas alto con su metro setenta, ojos de color marrón y el pelo rubio ceniza, el cual estaba bien arreglado porque su mamá lo había convencido de que se lo cortara para su cumpleaños, cosa que había pasado hacía bastante poco. Este chico lindo agarro su bicicleta y fue decidido a buscar a alguien que le pudiera responder sobre lo que le había pasado a su hermana y cuando llegó, vio a través de una ventana que estaba al lado de la puerta al hermano de la amiga de su hermana sentado en el living mirando la tele, golpeo la puerta y el chico le fue a abrir. No parecía muy feliz de ver a Ian, este supuso que era porque le estaba interrumpiendo su programa de tele, cosa que a Ian no podía importarle menos. — Soy el hermano de Magdalena ¿Están tus papás? — preguntó de forma directa viendo al chico como no esperando que este supiera que era lo que le pasaba a su hermana y la razón que el chico delante de él era menor y no solo en altura. El chico miro a Ian de arriba abajo no moviendo la cabeza, solo los ojos que eran del mismo color que los de Ian, lo miraba como tratando de ver que tipo de persona era, claro que cuando una persona es vista de esa forma suele ofenderse. — Ellos no están pero seguro que yo te puedo ayudar — Ian lo miró en serio dudando de que ese chico, podía que fuera por lo cerca que había sido su cumpleaños que ese chico menor que él no podría ayudar. — Creo que mejor vuelvo cuando tus papás estén — al terminar de decir eso se empezó a ir pero el otro chico lo agarró del brazo y decididamente le dijo: — Yo sé lo que le paso a tu hermana y mis papás no van a decir nada. El escuchar eso hizo que Ian se diera vuelta mirándole incrédulo y bastante molesto ¿Ese chico sabía lo que le había pasado a su hermana y no se lo iba a decir porque era un secreto? ¿Qué clase de idiota era? Lo miro de forma amenazadora y tratando de sonar lo más tranquilo posible dijo: — ¿Qué es lo que tiene mi hermana? — lo había dicho con el tono al estilo de "o me decís o te tiro al fondo del mar" que usan tanto los malos en libros y películas (claro que solo en las películas uno lo puede escuchar.) El tono parecía estar afectado un poco al otro chico quien lo dejo entrar, al parecer para poder pensar mejor lo que le iba a decir. De no haber estado tan enojado Ian habría notado lo linda que era la casa, con un aire muy rustico como la mayoría de las casa de Carilo. Después de negar cuando le ofreció sentarse el chico al que se le notaba algo nervioso dijo: — Lo que tomo tu hermana era una especie rara de veneno en la que estaba trabajando… — iba a continuar pero fue interrumpido por un ahora furioso Ian. — ¿Un veneno en el que estabas trabajando? ¿Quién te crees que eres, un científico malo o algo? — pregunto incrédulo, ese chico le estaba lo estaba tomando por idiota y él no tenía tiempo para perder. — Si no quieres creer, no lo hagas pero la cosa es que tú hermana está dormida por eso y no se va a despertar hasta que toque la piedra sagrada, una de ellas – parecía un poco orgulloso de la respuesta. Al escucharle Ian simplemente le extendió el brazo con la mano abierta — Dame una — y se quedó parado en esa posición esperando a que le diera la piedra. El otro chico miro primero a la mano y después a Ian antes de decirle. — No tengo ninguna acá, esas piedras son reservadas para criaturas paranormales que las necesiten, es decir que aunque tuviera una no te la podría dar— esa fue la gota que renvalso el vaso, Ian harto agarro al otro chico por las solapas y levantándolo levemente lo necesario para que estuviera a la alturas de sus ojos y con ese tono que es tan famoso en los malos de las películas. — ¿Me estás diciendo que pudiendo ayudarme no lo haces porque no quieres? — lo decía incrédulo, ese chico le estaba seguramente tomando el pelo y él no tenía tiempo para perder en eso. — No te puedo dar una piedra porque son demasiado raras y difíciles de conseguir, podes ir a pedírsela a una chica que conozco, ella tienen una hace años — cuando le respondiera así Ian lo soltó y mientras el otro chico se arreglaba la remera — ¿Qué tipo de creatura paranormal es esa chica? — no quería tener que enfrentar a nada que le pudiera llegara a matar, no era que la idea de enfrentarse a un tipo de criatura que hasta hacia unos minutos pensara que solo pudieran existir en un libro de ciencia ficción y de hacerlo no quería terminar como el que pudo haber ayudado a su hermana en el de algún bicho raro. — No te puedo decir eso pero te aseguro que ella es inofensiva la mayoría del tiempo. — Eso tendría que ser suficiente — pensó Ian y el chico fue a un escritorio cercano donde saco uno de los papelitos de colores para anotar cosas de su papá y le puso la dirección y el teléfono de la chica de la que habían estado hablando, chica que por suerte no vivía tan lejos de su casa, un poco lejos pero no tanto. Como no había nada más que pudiera hacer en esa casa y la verdad es que no soportaba a ese chico Ian dio media vuelta diciendo un chau de mala gana y agarrando la bicicleta con la que había ido se volvió al hotel donde empezaría a planear como iba a pedirle la piedra a la chica está sintiéndose como esos dos chicos del comic japonés que tanto le gustaba leer, "Fulmetal alchemist" ese que trata de dos chicos que tienen que buscar la piedra filosofal y no sabía cómo su historia iba a llegar a ser tan complicada como la de esos dos hermanos.
Karen Otomenali. Un mes antes de que pasara lo que le paso a Ian y a su hermanita, a mediados de noviembre, en una plaza había una chiquita en una hamaca, cosa que no sería nada rara y parecería fuera de lugar en este relato de no ser porque realmente no era tan chica como lo parecía, a simple vista cualquiera vería a una chica de cinco años, de pelo largo que le llegaba casi a la cola de color castaño claro casi rubio, ojos de un celeste claro y que al parecer debía de padecer de alguna enfermedad por lo pálida que era pero la verdad lo que estaba sentado en esa hamaca era una pensativa vampiresa. Si, era una vampiresa, desde los cinco años cuando fuera a Francia con sus papás y mientras dormía la siesta tuvo la increíble mala suerte de ser atacada por un vampiro que le saco la sangre y después la transformo dándole de tomar de la suya propia (para que un vampiro transforme a otra persona esta debe beber de la sangre del vampiro, no lo hace si solo le succiona la sangre,) pero su suerte no fue tan mala, no tanto porque el vampiro que la atacara era de una clase rara y casi extinta, el tipo que puede estar en contacto con la luz solar. Este tipo de vampiros no se quemaban hasta la muerte cuando su piel estuviera en contacto con el sol, solamente se debilitarían, cosa que es considerado peligroso pero solo basta con un poco de protección y ella podría vivir una vida medianamente normal, por lo menos eso fue lo que decían los especialistas que fueron a ver cuándo fuera atacada. La hamaca en la que estaba sentada estaba en la sombra de un muy viejo árbol borracho con una gorra del Temaiken, que se había comprado la última vez que fuera, un vestidito de color rosa sin mangas, uno de los tantos que su mamá insistía en comprarle y que la hacían verse como una muñequita, eso era algo que su mamá solía decirle y que a ella ya le empezaba a dar un poco de vergüenza. Hacía mucho que ella no tenía cinco, en si faltaba poco para su cumpleaños de catorce le cual realmente no le parecía muy importante pero el que él seguía si, puedo imaginar que está más que claro que era lo que le molestaba a ella, sería vergonzoso para cualquier persona llegar a ese día y bajar las escaleras pareciendo diez años menor con un vestidito de damita de honor que sería el único tipo de vestido blanco y elegante que habría en su talla, eso haría que la fiesta pasara de ser una fiesta a ser recordada con nostalgia a una de las más grandes vergüenzas de su vida, junto con cuando se quiso escribir en la secundaria y tuvieron problemas en creerle que tuviera la edad para estar en ese nivel y no en preescolar, hubo que mostrar el DNI para que la aceptaran. Estaba tan ocupada imaginándose lo que sería la reacción de los invitados al verla y sintiéndose mal por ello que noto al chico que estaba yendo hacia ella o si lo noto la verdad no le dio importancia, la suya no era la única hamaca, estaba junto con otras y el chico claramente podría querer hamacarse en alguna de ellas pero esa idea se borró de su mente cuando noto que el chico estaba parado delante de ella. Desde su punto de vista era un chico alto, aunque claro desde su punto de vista, con su metro quince de estatura (algo alta para una chica de cinco,) cualquier chico de su edad o una edad cercana le parecería alto. Dejo de investigarlo con la mirada cuando noto con la tranquilidad con la que la estaba mirando, como quien mira a una persona que conoce de siempre. — Si quieres yo te puedo ayudar – dijo sorprendiendo a Karen quién sabía que no podía confiar en cualquiera, por haber leído de unas familias que se dedicaban a la caza de personas como ella, aunque llego a dudar de su existencia porque nunca se encontró con ningún miembro de alguna de esas familias y dudaba que en la Argentina hubiera alguna. — ¿Ayudarme a qué? – lo miraba atentamente mientras pensaba como era que se iba a ir a su casa, si ese tipo era lo que ella se había imaginado que era, otra cosa especial en los vampiros es que, como otras criaturas paranormales pueden sentir ese olor que es único en cada especie y cuando Karen sintió el del chico pudo saber sin dudar que era un humano común pero eso no le garantizaba que fuera indefenso ni que no perteneciera a esas misteriosas familias que en secreto la asustaban. — Lo que necesitas es sangre de hombre lobo – haciéndose el misterioso le respondió el chico que al parecer no tenía los modales suficiente para presentarse antes de ponerse a hablar con una persona a la que supuestamente no conocía, eso y el tono con el que le había hablado hizo que ella se enojara y de un salto ignorando sus sospechas sobre él mientras trataba de verse intimidante, cosa en serio complicada cuando la persona que está tratando tiene el cuerpo de una chica de cinco año, más que amenazadora queda tierna o como una nena malcriada (dependiendo de quién sea que la está mirando.) — No sé cómo sabes lo que sabes, humano pero estas metiéndote con un tema del que seguro no sabes nada – ella lo estaba empezando a odiar, ahí parado con su uniforme de colegio bilingüe diciéndole que la podía ayudar, en especial porque después de tantos años de no tener ayuda había empezado a creer que no la necesitaba para nada. El chico enojada de que no le creyera cuando estaba más que dispuesto a ayudarla mirándola con odio y usando un tono de voz que demostraba lo enojado que estaba. — Por mí hace lo que quieras, pero claro no olvides lo que va a pasar dentro de dos años y por favor invítame. No me voy a querer perder verte bajar esas famosas escaleras del cumpleaños de quince, si dejaras que te ayudara bajarías con un cuerpo de una chica de trece por lo menos – sabía que diciendo eso iba a conseguir su atención y había dado justo en lo que a ella más le molestaba, la verdad sea dicha el tema de tener que tomar sangre había dejado de molestarle hacía ya bastante y tenía eso planeado (lo que ella hace será explicado después.) — Decime dónde puedo encontrar al hombre lobo si no me sirve te juro que te mato – esa amenaza dicha por cualquier otra persona era débil pero estaba claro que Karen sería capaz de llevarla a cabo fácilmente. El chico pensó unos segundos si debía o no responder su pregunta, pero recordó que es un hecho sabido por los conocedores de criaturas paranormales que es considerado muy tonto, extremadamente tonto enojar a una vampiresa y por eso le respondió: — Solo te puedo decir que se llama Samanta y que vive cerca de acá – ella sabía que cerca de donde estaban vivía una chica con ese nombre que siempre le había parecido rara, desprendía una esencia que no era como la de una humana pero nunca había podido saber que era, lo peor era que eran compañeras de colegio por lo que había tenido que verla muy seguido. — Eso es todo lo que necesito saber, espero por tu bien que la idea funcione – usando un tono amenazador antes de irse corriendo a la casa de Samanta, casa que sabía dónde estaba por haberla seguido del colegio el primer día de clases cuando ella entrara en la secundaria, en marzo de ese mismo año. La casa de Samanta era una de esas casas gemelas con un árbol que llegaba hasta la ventana del cuarto de Samanta el cual estaba en el segundo piso apenas pasando por un pasillo cerca de las escaleras (va a tener sentido más adelante,) esas casas no tiene jardín delante de ellas, solo alguna que otra planta o árbol solo para decorar, esta tenía unos arbustos además del árbol y por eso le costó mucho a Karen encontrar un lugar donde poder esconderse, aprovecharía lo chiquita que era para poder estar sin ser vista, era en esos momentos en los que agradecía no tener el cuerpo que le correspondía a su edad, claro que se arrepentía a los pocos segundos de haberlo pensado. Adentro de la casa estaba Samanta en el primer piso, en el living viendo tele con su hermano, que era menor que ella por varios años, la verdad es que si el chico de la plaza no le hubiera contado Karen no habría sospechado de lo rara que era, físicamente era una chica totalmente ordinaría. La vez anterior se había ido por miedo a ser descubierta, la idea de que le preguntasen que estaba haciendo la había aterrado pero en ese momento estaba más que decidida a averiguar, por suerte el árbol le daba sombra, de no ser así no hubiera podido quedarse, tenía planeado que si la fueran a ver ella entraría en la casa para ver cómo era, cosa que le vendría bien para cualquier plan futuro, como esa misma noche porque estaba segura de que no atacaría a un ladrón como hacía todas las noches pero a diferencia con esos ladrones esta era una persona que si podría pelear con ella e incluso podría, Dios no quisiera llegar a ganarle por eso debía saber bien con lo que se iba a enfrentar para no terminar mal. El estar pensando en todo eso hizo que no prestara atención a lo que estaba haciendo y por eso no escucho a la persona que le estaba pidiendo que se dejara de esconder y que se dejara de molestar, manteniéndose firme a lo que había planeado al esconderse ella salió de entre los arbustos de los que había estado escondida tratando de verse lo más tierna posible, cosa que al ver la cara de Samanta se dio cuenta de que había errado mucho porque esta no se conmovió para nada.
Samanta Elisondo Como ya se dijo antes, Samanta era una mujer lobo, si hay algo que la querida J.K Rowling nos enseñó en sus libros es que las personas que padecen de este tipo de enfermedades no tienen por qué ser malas. Lo que le paso fue que cuando ella era chica, estaba en la casa de su tía, la que es más grande que su mamá por muy pocos años y a la cual visita cada vez que puede.Estaba jugando con sus primos cuando un perro la atacara mordiéndole la pierna, tuvo suerte de que su tío estuviera cerca y lo ahuyentara pero fue en lo único que tuvo suerte porque ese día había luna llena y lo que la había mordido no había sido un perro callejero cualquiera había sido un lobo y no cualquier lobo, un hombre lobo. Desde ese día ella tenía que ir al sótano de su casa durante cada luna llena antes de que se hiciera de noche siendo dormida con un sedante para que cuando se transformara estuviera inconsciente, para que no pudiera salir de ahí y atacara a cuanta persona se le cruzara. Aunque por cuidado habían puesto una puerta de un material extra duro por si algún día, que esperaban no pasara ella se llegara a despertar estando transformada. Al día siguiente se despertaba con todos los músculos doloridos y un humor peor imposible, para mala suerte de la chica que estaba afuera de su casa el último día de los que durara la luna llena había sido el día anterior y era ese el que más irritable estaba, por eso le hablo de mal modo. — ¿Qué haces acá Karen? No me digas que perdiste — estaba conteniendo su rabia, cosa que ese día en serio se le complicaba. — Creí que había visto a mi gatita pero me equivoque — la verdad era que Karen no tenía ni pero ni gato pero eso era algo que Samanta no sabía y no tenía por qué saber, mientras hablaba entraba a la casa lo más pancha por la ventana obligando a Samanta a que diera un paso atrás para que esta pudiera entrar mientras la miraba incrédula y con ira contenida. — ¿Quién es? —– pregunto su hermano menor, Tomás. Samanta era una chica de diecisiete años pelo rubio y lacio, ojos celeste, el transformarse le saca al hombre lobo mucha de su energía, baja sus defensas dejándolo momentáneamente vulnerable , por lo frecuente de esto y que dure por cinco días hacia que Samanta tuviera siempre una pinta de enferma que llegaba a preocupar a los que no la conocían, otra cosa que tenía única por ser una mujer lobo era lo prominente que eran sus colmillos, no tanto como un vampiro pero seguro que más que una persona normal. Estos crecían cuando la luna llena estaba por ocurrir y volvían a una estado más cercano al normal cuando esta terminaba, si no fuera por esas diferencias ella era físicamente una chica que no resaltaría de una multitud. — Es una tonta que no sabe cómo usar una puerta para entrar en una casa — respondió Samanta a su hermano con una voz fría llena de rencor hacia Karen mientras miraba a su hermano de reojo para no dejar de ver a Karen. La mencionada no pareció ofendida con el comentario o el tono de voz con el que este había sido dicho, estaba ocupada investigando la distribución de los muebles en el living pensando que eso le sería útil para el futuro. — Yo solo vine a decirte hola y ver como estabas. Al escuchar eso Samanta la miro incrédula, ella nunca se había dignado a hablarle a Karen en el colegio y ahora aparecía en su casa como si fuera su mejor amiga o por lo menos una conocida cercana. — Como ves estoy bien, preguntándome cuando te vas a ir — Karen noto lo tensa que estaba la otra chica y tranquilamente empezó a caminar hacia la puerta mientras que Tomás hablara. — No vuelvas a espiar a mi hermana — Karen lo vio de reojo y se fue, era como si no lo considerara merecedor de cualquier tipo de respuesta y eso lo enfado mucho, seguramente pensando en lo atrevida que era la nena en ignorar de esa forma tan exagerada a un chico que claramente era mayor que ella y por eso protesto mientras que esta se estaba yendo y cuando se fuera ella hizo lo mismo yendo a su cuarto para poder tirarse en su cama y mirar el techo. A los pocos minutos de estar tratando de relajarse sonó el teléfono, ella de mala gana fue a atender para escuchar a una conocida voz del otro lado diciendo: — Ceci ¿Eres tu? Quería saber cómo estabas — Samanta se tapó silenciosamente los ojos preguntándose si era por si acaso "el día de molestemos a Samanta con preguntas tontas" y nadie le había dicho. Se froto los ojos pensativa una buena respuesta, una que no ofendiera a su amigo, cosa que tardo por suerte solo unos segundos, que por suerte su amigo no se dio cuenta de lo que estaba pasando. — Estoy bien, es solo que Karen, la chica de segundo vino a mi casa, estaba espiando y cuando la descubrí dijo que había venido a ver como estaba, por supuesto la mande a volar — estaba claro por el tono de voz lo mucho que le había molestado lo que acababa de pasarle. — ¿Karen, la enana de segundo? ¿La que parece pertenecer al preescolar? — sonaba confundido y Samanta no sabía bien el porqué, que ella supiera su amigo tampoco había estado con esa chica en el colegio, además la enana estaba tres años por debajo de ellos, cosa que la hacía para el punto de vista de ella una persona a la que no se le habla a no ser que sea necesario o la amiga de una amiga. — No creo que sea nada. Oscar era compañero de curso de Samanta, eran amigos desde chicos pero por alguna razón por un tiempo se distanciaron y fue recientemente cuando se volvieran a hablar más o menos como antes. — ¿No quieres ir al shopping? – para cambiar de tema y poder ver a su amiga. Samanta volvió a quedarse pensativa unos segundos, por suerte ella era buena en el colegio y no debía ninguna materia. — Esta bien, nos vemos en un rato – dicho eso se despidió y se fue corriendo a donde habían quedado esperando que lo que había pasado con Karen.
Gonzalo Ubieto Y acá se descubre quién era ese chico que apareció en los relatos de Ian y Karen. Gonzalo era un chico de catorce años que tenía la manía meterse en problemas, era pelirrojo, de ojos marrones, medía un metro sesenta y seis de altura. Decir que tenía una manía de meterse en líos lo deja muy mal parado ante la vista de usted mi apreciado lector pero eso era lo que la mayoría pensaba, claro que también lo decían en voz alta. El provenía de una de tantas pocas familias de las que se cree eran hechiceros pero Dios vaya a saber porque perdieron la capacidad de hacer magia, lo bueno fue que con ello no perdieron la capacidad de hacer pociones. La verdad es que el tema de que tuvieran magia podría ser una mentira que ellos mismos crearon para parecer más interesantes y que nadie se atreve a contradecir, fue hace tanto que no hay forma de contradecir lo que decían los libros de historia escritos por la misma familia. Otra cosa que tenia de especial estas familias era la responsabilidad de cuidar por el bienestar de las criaturas paranormales, a él le había tocado cuidar de Samanta y Karen. Karen la cuidaría hasta que su hermana tuviera la edad suficiente como para hacerlos ella y no ocultaba para nada las ganas que él tenía de que ese día por fin llegara. Cuando Gonzalo se fue a Carilo se sentía culpable por haberle contado a Karen que consumiendo la sangre de Samanta iba a crecer pero la culpa se le pasó al poco tiempo, cuando se le ocurriera que si lograba curar a Samanta, cosa que nunca nadie había conseguido, Karen no iba a tener razón para atacarla. La teoría estaba bien, la poción al parecer también pero el dejarla olvidada en la mesada de la cocina fue una verdadera burrada, una grande como una casa. Cuando una burrada de ese calibre es cometida se recibe una carta y se tiene que ir a ver a los encargados de disciplina. Gente más seria que esa es difícil encontrar y ser sometido a una especie de juicio, era un proceso molesto porque se pedía que los miembros de las familias de la zona debían estar presentes, claro que solo se aplicaba a los casos graves, las cosas que había hecho Gonzalo en ese caso si eran consideradas como graves y se está siendo generosos al usar esa palabra, por eso estaba esperándolo en su casa la famosa carta que nunca significaba nada bueno y esa no iba a ser la excepción. Como las veces anteriores, el tubo que ir primero solo a un edificio enorme, de esos de oficina que tantos hay en el centro, para decirle a una recepcionista, persona a quien le habían hecho jurar que nunca contaría las cosas que pasaran en ese lugar (estaba claro que no toda persona que trabajaba era de las familias que hicieran pociones, las que no pertenecían a estas podían aprender a hacer pociones pero ese conocimiento se mantendría en secreto y de no hacerse se le borraría la memoria, cosa que hacía tanto que no se hacía que era mejor que no se tratara,) esta chica tenía unos veinti y pico, rubia y que parecía no disfrutar al ver a Gonzalo. No lo disfrutaba porque además de ser la recepcionista se encargaba de ordenar los papeles y muchos de los casos en los que estaba involucrado este chico tenían tanto papeleo que la hacían trabajar más de lo que le tocara normalmente. — Te están esperando en el cuarto piso — dijo de mal modo, que demostraba la poca amistad entre ellos, le decía el piso no confiando que lo supiera, la verdad era que ella era de creerse muy inteligente llegando a pensar que ese no era el trabajo que una persona con un a inteligencia como la suya llegara a merecer. — Te prometo Susana que esta es la última vez — mientras hablaba iba al ascensor por lo que no pudo ver como la mencionada daba vuelta los ojos no creyendo dos cosas, la supuesta mentira que ese chico le dijera y como no reaccionaba a la forma en la que ella lo trataba, cosa que según ella era muestra de poca inteligencia pero que realmente era porque la verdad él se quería llevar bien con ella aunque realmente le pareciera mucho más que insoportable. Cuando llegara al piso al que iba encontró unas pocas sillas algo decoradas, pero la verdad era que la gente que tenía que ir ahí nunca se ponía a ver cómo eran las sillas por lo nerviosos que la mayoría se pone. Ese era el lugar de espera donde los hacen esperar a que se prepare la gente que está dentro para que lo que se supone que pase dentro sea hecho de la mejor forma posible, tenía una máquina de café para distraer a los nerviosos. Pasaron pocos minutos hasta que lo llamaran, todas las familias ya estaban en ese lugar, hablando en voz baja mientras el entrara, la verdad era que no iban todos los miembros de esas familias, hacía que no era obligatorio que todos los miembros de la misma estuvieran presentes, a pesar de eso había muchas personas y todas estaban enojadas porque ya estaban enteradas de lo pasado y todos miraban a Gonzalo con enojo. Lo siguieron con la mirada durante su caminata hasta su lugar de sentar del acusado en ese enorme juzgado escondido donde se llevaría a cabo el juicio. Al sentarse se dio cuenta para su alegría que sus papás y su hermana estaban sentados detrás de él para darle apoyo moral. La señora que tomara el papel de jueza lo era de verdad, generalmente tenía que hacer esos juicios en su tiempo libre por lo que siempre estaba de un humor de porquería, además de eso podemos decir que la señora estaba cerca de cumplir los sesenta años, tenía ojos de un azul algo claro no llegando a ser celestes, anteojos para leer sin marco y llevaba esa ropa que usan los jueces (la cual la escritora debió haber averiguado el nombre antes de ponerse a escribir esto,) cosa que le daba un aire más serio al asunto. Esa jueza ya había tenido la mala suerte de atender uno de los casos de Gonzalo, cuando este hiciera explotar un caldero haciendo que todos sus compañeros de clase de pociones terminaran de un horrendo color violeta, Lo malo fue que la cura tardaría una semana y en ese tiempo fue cuando hubo una "misteriosa" epidemia de gripe, la verdad era que una excusa mejor no se les había ocurrido y por suerte conseguir un certificado para cada uno de los chicos no fue un problema y mientras que eso durara Gonzalo termino limpiando calderos, trabajo odiado por todo estudiante por el feo olor que tienen algunas pociones cuando se enfrían, bueno la mayoría tienen un olor, un olor que solo los que les gusta hacer pociones pueden llegar a soportar y por eso la mayoría de las pociones se toman tibias o calientes según el gusto del pobre que la tenga que tomar. — Estamos acá reunidos para atender a un problema grave, uno de los tantos problemas graves del señor Gonzalo — ese era la presentación que solo usaban cuando se tratara de él, la había creado esa jueza en la última vez y al parecer la iba a seguir usando. Las reuniones eran casi siempre iguales sin importar que se tratara el problema y como las otras veces terminaban llamando a su hermana la cual tenía la mala suerte de saber algo del tema. La hermana de Gonzalo, Julia era de ocho años, con el mismo color de pelo que su hermano que le llegaba a los hombros (porque su mamá era de unas de esas señoras con la vieja idea de que a las nenas hay que cortarle el pelo corto cuando llega el verano, no por el calor, para que fuera más fácil pasarle el peine fino en el caso de que a la criatura le fuera a atacar los piojos,) ojos azules que miraban el lugar en una especie de paneo, como lo hacen las cámaras de filmación en las películas hasta que la jueza hablara, momento en el que toda su atención fue redirigida a esta persona. — Julieta ¿Podrías contarnos que lo que pasó durante tu estadía en Carilo? — Gonzalo sabía que estaba perdido porque su hermana no iba a mentir para tratar de salvarle, lo había hecho la vez anterior y termino sin poder ver tele por una semana. Semana en la que se inventó miles de juegos con su hermano, como por ejemplo sus olvidadas muñecas o cuando iba de visita a lo de su abuela ataba una bolsa de supermercado con hilo de coser y la tiraba por el balcón, cuando la dejara volver a ver tele aunque tan mal no lo había pasado, prometió que nunca más lo iba a volver a hacer, trato de hacer parecer que no era culpa la culpa de Gonzalo, cosa que era más que imposible, por suerte para este ella no estaba cuando le contara al hermano mayor de Magdalena sobre la piedra sagrada, cosa que de saber en vez de estar hablando de un error grave estarían hablando de un error extra grave, con castigos ejemplares (es decir del tipo que asustan a cualquiera.) Después de Julia le toco a él declarar, que fue lo más tranquilo pudo cosa que fue tomado por las personas que lo estaban viendo como una actitud de "a mí todo esto me importa un bledo" y que se comentaran eso entre ellos. La jueza lo miro con severidad y le dijo que contara lo que había pasado con un tono aún más frio que con el que le había hablado a su hermanita. Imitando a su hermana Gonzalo hizo un paneo de las caras de las personas que estaban mirándolo, notando las miradas frías de todos, hecho eso empezó a contar lo que había pasado. Conto de lo triste que había estado Karen, de cómo la mayoría de la gente, bueno casi todo el mundo se reía de ella a sus espaldas y algunos más osados en su cara y de lo decidido que estaba en ayudarla. Siguió contando de lo culpable que se había sentido por hacer eso y que había estado tratando de buscar una cura para el problema de Samanta cuando hiciera lo que Magdalena tomara y que por no ser una mujer lobo su cuerpo reacciono ante ese líquido como si este fuera una especie de veneno. Al terminar de contar todo, la jueza lo miro unos segundos y adivinando, no se sabe cómo de que a esa historia le faltaba algo pregunto: — ¿Ningún familiar de Magdalena fue a preguntar el origen de su enfermedad?— la pregunta fue hecha de forma directa y después de volver a mirar a los presentes (cosa que lo asustaba menos que ver a la jueza,) Gonzalo tomo aire antes de volver a responder. — Si… su hermano — cuando escuchara la respuesta, la jueza lo miro enojada, bueno furiosa, con ganas de matarlo pero no de forma literal (gracias a Dios por eso.) — ¿No le abra contado usted sobre la piedra sagrada? — esa era la pregunta que él había estado evitando que le preguntara, tema del que no quería hablar y como la pregunta estaba hecha no le quedaba otra cosa que responder. — Si — fue su escueta respuesta por lo grande que era el lio en el que se había metido. Este es el momento en el que contare que es la piedra sagrada de la que se hablaba en ese juicio. La piedra sagrada es originalmente un cristal de roca, piedra semipreciosa de poco valor comercial que en el aeropuerto de Posadas, (capital de la provincia donde se encuentran las cataratas del Iguazú y un lugar llamado la mina de Wanda donde se sacan piedras semipreciosas). Te la regalan cuando uno va a la parte de espera para subir al avión, esta piedra cuando es iluminada por la luna cuando esta presenta un color naranja, cosa que no pasa seguido, adquieren propiedades únicas y para que esas propiedades se mantengan la piedra debe de ser mojada con agua vendita. De no hacerse eso la piedra al contacto con el sol perderá su poder especial, como son el color rojo y una radiación que solo afecta a las criaturas paranormales o ánimas, como mejor suene. Era ese poder lo único que podía ayudar durante las transformaciones de los que sufren de esa horrenda enfermedad llamada licantropía, ósea los hombre lobo, de no tenerla con ellos sufrirían durante las transformaciones y de no se sabe si también durante los días comunes (la piedra se usa hace tanto que no hay registros de ello,) cada persona que fuera mordida recibía casi inmediatamente una y de regalo un calendario lunar. Es por eso que el hablar de la piedra con gente ajena a las familias sea considerado algo tan catastrófico, no es que la jueza y Gonzalo fueran dos exagerados, la cosa era grave y como ya nadie podía decir nada que pudiera mejorar o empeorar su situación lo mandaron a la sala de espera para que no escuchara como debatían que iban a hacer con él. Según el elegante reloj de pie que estaba en ese salón de espera él estuvo ahí unos quince minutos pero la verdad es que a él le pareció como más de media hora en uno de los sillones más incómodos que jamás se hubiera sentado, claro que eso fue por los nervios que tenía. Cuando pasara ese tiempo la puerta se abrió y Gonzalo se volvió a sentar en el mismo lugar para esperar a que se dictara el veredicto para lo cual se tuvo que parar y acercarse a donde estaba la jueza. — Hemos decidido que en orden de que usted aprenda de sus errores, al fin aprenda de ellos, es que debe solucionar los problemas que ocasiono sin poder contar con la ayuda de ningún miembro de las familias aquí presentes o de las personas que trabajan para estas — eso descartaba a muchísima gente pero no a todo el mundo. Apenas saliera de ese horrendo lugar se fue corriendo a una plaza donde él sabía que el hermano de Samanta. Tomás iba a jugar al futbol con sus amigos, no sabía cómo iba a decirle lo que había hecho pero la verdad era que eso mucho no le importaba, estaba con problemas hasta el cuello y un chico enojado no iba a ser nada comparado con lo que pasaría de no solucionar nada. Cuando llego Tomás estaba terminando el partido y a punto de irse de la plaza, tuvo que correr rápido para poder alcanzarlo.
Tomás Elisondo Como se dijo al final del anterior relato, Tomás estaba volviendo a su casa después de haber ido a jugar a la plaza con sus amigos, cosa que él podía hacer debido a lo cerca que quedaba dicha plaza de su casa, después de despedirse de sus amigos, los que vivían en la dirección contraria a la suya sintió que alguien le tocaba el hombro y asustado dio un salto se alejó de él, no confiando porque no lo conocía. Gonzalo noto eso y trato de calmarlo — No te voy a hacer nada pero necesito que me ayudes en algo — fue lo único que le dijo y solo logro que Tomás lo mirara incrédulo con sus ajos de color azul cielo, le parecía algo más que bizarro que un chico que parecía tanto más grande que él le estuviera pidiendo ayuda y más porque no lo conocía. Por eso solo negó con la cabeza y volvió a retomar se caminata pero el otro chico estaba decidido a que Tomás le prestara atención lo agarró del brazo tratando de detenerlo. — Mira, tu hermana está metida en un lio y si no me ayudas la va a tacar una vampiresa — al escuchar eso se soltó usando todas sus fuerzas, sorprendido y enojado con Gonzalo. — No sé cómo sabes de mi hermana pero ella no está metida en ningún tipo de lio — le ofendía que se atreviera a insinuar que su hermana, siendo ella tan responsable se pudiera meter en un lio. Viendo que no iba a poder convencer de otra forma le conto todas esas cosas que desde chiquito le dijeran que eran secretos sorprendiendo a Tomás quien a pesar de haberse visto las películas de ese mago con la rara cicatriz la magia todavía le parecía algo irreal. — ¿Me estás diciendo que por tu culpa, Karen, que es una vampiresa va a tratar de chuparle la sangre a mi hermana? — preguntaba para ver su había entendido bien lo que Gonzalo le dijera, esperando haberle escuchado mal. — Más o menos, si — respondió Gonzalo a lo que Tomás le pego una piña haciendo que le sangrara levemente el labio– pero se puede arreglar, yo sé cómo — mientras hablaba se tapó la lastimadura con la mano, por suerte no era grave — va a ser complicado pero si curamos a tu hermana la vampiresa no va a querer atacarla — si la idea era que Tomás no lo atacara de vuelta, no lo consiguió. Él había siempre ido a dormir al living cuando le tocara a su hermana ir al sótano a transformarse, sabía lo molesto que era para ella y como lo hacía desde que él tuviera memoria, según sus papás ella había sido mordida cuando tuviera cinco años, dos años antes de que él naciera ¿y ese tipo le estaba diciendo que él había podido curar a su hermana hacía mucho y no había querido? — ¿Solo quieres ayudarla para que no la ataque la vampiresa? Que yo sepa la mordida a mi hermana no debería afectarla – había estado leyendo libros del tema cuando se enterara de la enfermedad de su hermana hacía ya un par de años. — No lo transformaría pero no estamos seguros de lo que podría pasarle — el escuchar eso asusto un poco a Tomás pero antes de que pudiera responderle sonó su celular y de mala gana lo atendió, del otro lado estaba su mamá. — Hola má,… estoy en la plaza… ya voy — Gonzalo lo miraba tratando de adivinar que le podría estar diciendo la mamá de este y este lo miro unos segundos durante la última pausa y volviendo a hablar con su mamá dijo — ¿Puedo invitar a un amigo?... se llama … — miro a Gonzalo con una mirada y este le dijo su nombre – Gonzalo…bueno, ya vamos – ducho eso colgó, puso su teléfono de vuelta en su bolsillo y mirando a Gonzalo le conto lo que iban a hacer. — Vamos a comer a mi casa y después me consta que quieres hacer para ayudar a mi hermana. Mientras iban a lo de Tomás, Gonzalo aprovecho para llamar a su casa para contar lo que iba a hacer, le costó tranquilizar a su mamá pero él ya tenía casi todo planeado en su cabeza, solo le faltaba llevarlo a cabo y rezar para que las cosas le salieran como él quería. Tomás no confiaba mucho en eso pero si lo decía era verdad lo mejor era ayudarle. Cuando llegaran a la casa noto que su hermana había invitado a su amigo y le extraño como este miraba a Gonzalo, como si lo conociera y no lo soportara. No pudiendo soportar la curiosidad, cuando estuvieran sentados en la mesa, de forma disimulada le pregunto: — ¿Lo conoces? — a lo que Gonzalo asintió disimuladamente y justo antes de que la mamé de Tomás le hablara tratando de saber algo del misterioso chico que su hijo había invitado a comer (cosa que cualquier mamá en su lugar haría, siendo lo esperable.) — ¿Tu eres de una de esas familias que coleccionan piedras raras? — preguntó Oscar con toda ironía en su voz. — Si, nos interesan las piedras semipreciosas — tratando de mantenerse tranquilo, que hablaran mal de su familia era una de las pocas cosas que en serio lo hacía enojar pero en ese momento no podía darse el lujo de pelearse con ese idiota por mucho que le gustara y fue tan claro que no le costó a Tomás darse cuenta de que no solamente se conocían si no que no se soportaban. El papá de Tomás, que había estado callado pregunto a Gonzalo por las piedras y este respondió con algo que no tenía nada que ver con lo que antes le contara a Tomás. Tanto Oscar como Samanta no dijeron nada durante lo que quedara de la cena, porque ninguno de los dos confiaba mucho en Gonzalo. Después de comer Tomás llevo a Gonzalo a su cuarto, que quedaba en el segundo piso al lado del cuarto de su hermana. En su cuarto, Tomás se en la cama y mirando al otro chico dijo. — ¿Qué es lo que quieres hacer? — lo dijo mientras se cruzaba de brazos, en esa actitud como si le estuviera retando a que le dijera algo que pudiera parecerle interesante y dudando que eso fuera a ser posible. — Tenemos que encontrar la cura para la licantropía, escuche que alguien había estado haciendo experimentos sobre el tema pero escondió todos sus papeles — Tomás lo miro no creyendo lo que estaba escuchando. — ¿Tienes alguna idea de dónde puede estar? — Tendría que ir a la biblioteca secreta y buscar algo de información. — ¿Para eso necesitas mi ayuda? — en serio le sorprendía que un chico mayor que él le estuviera pidiendo ayuda para hacer algo que tranquilamente podría hacer solo. — Me hicieron mi tercer juicio, creo que fue el tercero y me dijeron que no podía pedirle ayuda a nadie de mi familia… — Y me pedís ayuda a mí. Acoto Tomás que no estaba con ganas de tenerle paciencia a ese chico. Eso hizo que Gonzalo se enojara y levantando la voz respondió: — Pensé que ibas a querer ayudar a tu hermana a que la enana de Karen no la atacara, en sí me parece raro que todavía no lo haya hecho pero sé que lo va a tratar — hacía rato que se lo había contado, antes de sus vacaciones y era muy raro que no hubiera tratado de hacer nada. Tomás tuvo que pensarlo bien antes de responderle, el chico le parecía demasiado tonto pero por tonto que este fuera estaba tratando de ayudar, además era solo ir a una biblioteca nada del otro mundo. — Bueno, te ayudo pero no le cuentes nada a mi hermana — no la quería preocupar, eso y sabía que si ella lo supiera seguro que no lo dejaría hacer nada alegando que él es demasiado chico para hacerlo, excusa que tanto le dan a los chicos de la edad de Tomás. — Bueno, mañana paso y vamos — respondió un feliz Gonzalo mientras que iba a la puerta y antes de abrirla dijo – no cuentes lo que te dije a nadie o voy a tener que envenenar — dicho eso salió sin que Tomás pudiera acotar nada, este esperaba que el otro chico supiera lo que estaba haciendo cosa que siendo sinceros Gonzalo dudaba.
La verdad es que no esperaba que nadie leyera eso, sé que es tonto publicar algo y no esperar que lo lean pero de esas formas misteriosas funciona mi cerebro. Por eso decidí editar los capítulos siguiendo algunos de los consejos que me dieron. Oscar Zabaleta Por último y no por eso menos importante tenemos a Oscar, a simple vista él era un chico común de diecisiete, alto con su metro ochenta, pelo oscuro con algunos rulos, piel trigueña, ojos marrones, delgado por lo mucho que le gustaba las artes marciales; le faltaba poco para tener el cinturón negro, siendo cinturón colorado punta negra en karate. Su familia hacía exactamente lo contrario que la familia de Gonzalo se encargaba de cazar criaturas paranormales y a diferencia de la de este era solo una y no un grupo de familias. Lo de cazar criaturas fue algo que en la familia de Oscar se fue paulatinamente dejando de hacer, a tal punto que los papás de él llegaran a dudar que tales criaturas fueran reales y la piedra sagrada era una leyenda para ellos, un cuento que se les cuenta a los chicos para mandarlos a dormir, como el de caperucita roja o el también clásico de los tres chanchitos, era esa la razón de que Oscar se burlara de Gonzalo cuando lo conociera. Aunque no creyeran en la existencia de lo que se suponía que tenía que cazar. Estaban convencidos de que se debía seguir con el entrenamiento tradicional, el que empezaba a cuando se cumplía ocho años y terminaba a los quince siendo después optativo continuarlo y teniendo que hacerse la persona sola. En ese entrenamiento se mejoraba el físico, se aprendía sobre las criaturas, a pelear y el uso de la espada, (esto era algo que para los antepasados era algo sumamente importante y que no se sabe porque se sigue estudiando.) Cuando se terminaban esos años de estudio se les entregaba un medallón que tenía una versión modificada de la piedra sagrada que cambiaba de color cuando se acercara a una criatura paranormal, como ya no se creía en las propiedades de la piedra, había pocos medallones y los pocos se usaban hasta el día de la muerte cuando era guardado en un lugar hasta que la siguiente persona que lo necesitara lo fuera a reclamar. Esto no era obligatorio si una persona no quería no tenía que usarlo, cosa que cada vez pasaba más seguido pero no en el caso de Oscar, que estaba un poco muy poco interesado en el tema. Como ya se dijo, Oscar creía más que sus papás pero no demasiado y cuando viera como cambiaba de color cuando su amiga se le acercara se sorprendió y por un tiempo dejo de hablarle pero después lo pensó y le pareció muy tonto lo que estaba haciendo y por si acaso, para no tener que explicar lo que le pasaba a esa cosa cuando estaba cerca de ella, trataba de llevarlo siempre debajo de la ropa. Fue una lástima que cuando conociera a Gonzalo se hubiera olvidado de esconderlo y este chico pudo verlo sabiendo de inmediato de que familia pertenecía este. Él sabía que no tenía por qué pelear con ese chico ni con nadie de esa familia por un tratado de paz viejísimo. La presencia de ese chico le hizo sospechar que estaba pasando algo raro y que pudiera ser, pero solo era una posibilidad de que el medallón estuviera acertado y que su amiga fuera algún tipo de criatura. De ser así él tendría dos opciones, actuar como si no supiera nada o tendría que seguir con la tradición y cazar a la criatura sin importar quien fuera esta, los años que pasaron juntos pero por suerte nadie de su familia creía y por ende no le obligarían a hacer nada. Volviendo a esa noche, ellos estaban los dos en el cuarto de Samanta jugando a la computadora por turnos y cuando le tocaba a él, ella dijera: — Noté que a al chico que estaba con Tomás tu no lo soportas — la cara que pusiera su amigo cuando ella dijera eso no hizo más que confirmar. — No sé de donde salió y se nota que es más grande que Tomás – estaba decidida de lo que decía pero Oscar mucho del tema no quería hablar de eso por el momento y mientras pensaba que era lo que podía decir miro su reloj notando que era algo tarde, por eso se despidió de Samanta feliz de poder esquivar ese tema tan feo y se fue pensativo, otro día más había pasado y todavía no le decía a su amiga lo que sentía por ella, era un miedoso, se odiaba por el hecho de que le aterrara tanto que ella no llegara a sentir lo mismo que él y perderla hasta como amiga. — Mañana, mañana se lo voy a decir — pensó y decidido se fue a su casa. La casa de Oscar quedaba algo cerca de lo de Samanta, era una casa de tipo español antiguo que habría sido arreglada para que fuera vivible, tenía una biblioteca enorme de la que pocos libros eran actualmente leídos y en el cuarto de él, que estaba que estaba en el primer piso tenía una muchos de los libros que sus papás no querían leer y los leía de vez en cuando como quien lee un libro de ficción. Estando cansado como estaba fue y después de haber agarrado un libro que hablara sobre su amuleto se tiró sobre la cama para leer tranquilo. Según ese libro la piedra del amuleto tiene un color al cual cambiar según el tipo de criatura que se le acercara, la razón del porqué de eso era un misterio, un misterio que los primeros sabían pero no quería decir y que por ende se fue perdiendo, no tardando mucho en pasar. Podía ser esa una de las razones por las que su familia odiara a la de Gonzalo que ellos si tuvieran el conocimiento para responder esa pregunta. El amuleto era lavado con un ácido cuando el antiguo dueño muriera y al ser entregado a su nuevo dueño se le ponía una gota de sangre del dueño que se obtenía pinchando el dedo de dicha persona con un cuchillo plateado muy antiguo por el mismo miembro de la familia que se encargaría de su entrenamiento por eso era que ese amuleto era muy personal y solo funciona cuando el dueño lo usa. Cuando no estaba cerca de ninguna criatura era de color negro y después tenía una gran cantidad de colores a los que podía cambiar pero el que a él le interesaba en ese momento era el amarrillo y eso según el libro debía pasar cuando estuviera cerca de un hombre lobo y como era ese el color que tomaba cuando estaba cerca de su amiga por lógica eso significaba que ella debía de ser una mujer lobo ¿pero quién le iba a creer a un libro tan viejo? Eso era lo que él pensaba y seguiría pensado por lo mucho que quería a Samanta, aunque de ser así explicaría muchas raras que pasaran alrededor de su amiga pero no podía ser, no, él no iba a creer en algo tan poco real, tan poco científico y tan sacado de películas o novelas barata, nada iba a poder convencerlo de lo contrario. Tirando el libro a un costado y negando con la cabeza se fue cenar, no queriendo pensar más en ese tema que para él era tan ridículo.
Hola. He leído el capítulo número 1. No he visto aun los restantes, y a estas horas de la noche, y después de todo lo que leí no avanzaré más por hoy. Pero en otro momento me pondré a leer el resto. Te marcaré algunas cosas. En primer lugar, hay varios verbos a los que les falta su respectiva tilde. Eso pasa generalmente porque la diferencia entre el verbo en presente y en pasado es una tilde, y los editores de texto no los toman como palabras erróneas. Lo que quiere decir que buscar esos verbos que necesitan la tilde depende de ti. Hay varias partes en donde unas comas podrían ayudar a que la lectura sea más pausada, y mucho más fácil de entender. Te marcaré dos ejemplos del principio del capítulo. Sería mejor así: Magdalena estaba persiguiendo a su amiga cuando vio una botella en la mesada, e ignorando esa vocecita interna que no recomienda tomar cosas que no sabes lo que son, ella se lo tomó, desmayándose y terminando en el hospital. Aquí sería: Su hermano Ian hacía poco que había cumplido los quince años, y sintiendo que la historia era demasiado irreal y enojado con la familia de la amiga de su hermana, que no contaba nada útil, decidió ir a hablar con ellos. Además hubo una parte donde repetiste los mismos párrafos. Ahí se repiten varios párrafos, lo cual seguramente fue un error. Eso es todo por ahora. En algún momento leeré el resto de capítulos.
Bueno, me di un tiempito para leer esta historia. Ya el título como que me llamaba la atención, creo que es el momento para aprovechar que la historia está comenzando y que los capítulos no son largos y que actualizas muy cómodamente (en mi opinión). En fin, sobre la historia: Debo decir que no soy precisamente fan de los licántropos o vampiros o esas cosas paranormales, aunque claro, existen las excepciones así que dispongo a ver si la historia pueda ser una de esas. Eso sí, algo que llamó mucho la atención fue la estructura de los capítulos, o mejor dicho, la forma en que ha utilizado cada actualización para presentar a los personajes. Me gustó, la verdad y, es una ejecución que personalmente estoy presentando es una de mis historia guardadas, que muy pronto daré a luz. Así que fue un plus para llamar más mi atención. Respecto a la ortografía y gramática, si haré énfasis. Como mencionó mi compañero anteriormente, tienes muchas cosas en que trabajar. Aunque se trate de un trabajo ya lago viejo, siempre es recomendable darle una cuantas leída antes de publicar, pues antes de otra forma solo ahuyentarás al lector. Además, el que de click a la historia desconoce cuan vieja o nueva sea la historia presentada... (o, qué como sé que es una historia vieja? Jejeje, soy una stalker en potencia xD) Empezaré con el título, la palabra “anima” va tildado en la letra “a”: ánimas, si te refieres a esa palabra, pero veo que no lo esta. ¿Es intencional, un error, en desliz? Ahora, la palabra “ánimas” en ingles, obviamente no lleva tilde, pero como el título está en español, no le veo sentido que no lleve la tilde. Me dispongo a tomar este fragmento para corregirlo, no suelo hacerlo porque el tiempo que no dispongo, sin embargo, veo que deseas hacer un buen trabajo, así que, espero te sea de ayuda. Contenido oculto Su hermano Ian hacia (este hacia no debe llevar tilde puesto es la proposición) poco que había cumplido los quince años, y sintiendo (sintió) que la historia era demasiado irreal y enojado con la familia de la amiga de su hermana porque (aquí un "porque" es mejor puesto que con esa palabra, se explica la razón por la que Ian se sintió enojado) que no contaba nada útil, decidió ir a hablar con ellos. . (ese punto está de más, se debe tener mucho cuidado con esos detalles) Ian era un chico un poco (el "poco" esta de más: ¿o es alto o no? o podría decir: "Ian no era un chico tan alto, solo media un metro setenta.") alto con su metro setenta, ojos de color marrón y el pelo rubio ceniza, (utilizar aquí una coma sería lo mejor o un punto y coma (;) para dar entender que hablas de la misma idea) el cual estaba bien arreglado porque su mamá lo había convencido de que se lo cortara para su cumpleaños --- (aquí faltó más, la oración esta incompleta o mejor dicho, esta mal estructurada; lo correcto sería así: "... y tenía el pelo rubio ceniza, el que tenía bien arreglado porque su mamá lo convenció de que se lo cortara) . Este chico lindo agarró su bicicleta y fue decidido a buscar a alguien que le pudiera responder (¿responder qué?). Cuando llegó, (faltó una coma, no puede haber dos verbos juntos) encontró al hermano de la amiga de su hermana sentado en el living mirando la tele, golpeó la puerta y el chico le fue a abrir. No pareció muy feliz de ver a Ian, éste supuso que era porque le estaba interrumpiendo su programa de tele, cosa que a Ian no podía importarle menos (no le importó). (A ver, aquí hay una incoherencia muy grande: ¿quién encontró al hermano de la amiga sentado en el cuarto de estar? ¿Ian? Si fue él, ¿cómo supo que estaba viendo la televisión si Ian a penas tocó la puerta? No comprendí bien esa parte.) He insisto, cómo Ian supuso que fue por eso, si se supone que a penas le abrió la puerta, ¿es que Ian tiene poderes omniscientes?) Hay que trabajar mucho en la lógica del escrito. —(no debe exsistir un espacio después del guión) Soy el hermano de Magdalena. (faltó un punto) ¿Están tus papás? – (éste también debe ser un guión largo) preguntó de forma directa viendo al chico como no esperando que éste supiera que era lo que le pasaba a su hermana y era así porque el chico delante de él era menor y no solo en altura. (Hay que estructurar bien las oraciones para que se entiendan y no se confunda el lector.) El chico miró a Ian de arriba abajo no, moviendo la cabeza, solo (con) los ojos, que eran del mismo color que los de Ian. Lo miró como tratando de ver que tipo de persona era, claro que cuando una persona es vista de esa forma suele ofenderse. Otras oraciones sueltas: "—¿Qué es lo que tiene mi hermana? —dijo con el tono al estilo de "o me decís o te tiro al fondo del mar" que usan tanto los malos en libros y películas (claro que solo en las películas uno lo puede escuchar.)" Esa oración la veo completamente innecesaria. Si con un “lo había dicho con tono amenazante”. Bastaría. “...chica que por suerte no vivía tan lejos de su casa, un poco lejos pero no tanto.” Esta oración está mal porque se contradice… ¿o la casa está lejos o no? “sintiéndose como esos dos chicos del comic japonés que tanto le gustaba leer, "Fulmetal alchemist" ese que trata de dos chicos que tienen que buscar la piedra filosofal y no sabía cómo su historia iba a llegar a ser tan complicada como la de esos dos hermanos.” o “si hay algo que la querida J.K Rowling nos enseñó en sus libros es...” Parte innecesaria. ¿Por qué en narrador omnipotente que está contando la historia tiene que contar eso? ¿Y si el lector no sabe de que cómic o anime está hablando o autor? No es algo necesario, realmente. Una cosa distinta es que el propio personaje lo dijera o lo pensara. No sé, un ejemplo: —Ahora me siento como los hermanos de Fulmetal Alchemist —dijo el chico en suspiro al recordar lo que ellos tuvieron que pasar para encontrar la piedra filosofal. Solo esperaba que lo que a él le esperara no fuera una historia tan complicada. “Samanta era una mujer lobo. La escritora J.K Rowling nos enseñó en sus libros que las personas que padecen de este tipo de problemas no tienen por qué ser malas.” Por cierto, ¿padecer? ¿problemas? Pienso que se leería mejor referirnos a ese “problema” de otra forma. … entre otras cosas más. La historia pinta interesante, pero si que se debe trabajar más tanto en los sentimientos de los personajes presentados, como en la narración (hacerla más pulcra y saber que contar o que no (cosas relevantes)), tener en cuenta la lógica de las oraciones, los diálogos (crear diálogos más amenos) ortografía y gramática. Te animo a que continúes y no te desanimes. Lee mucho y sobretodo, que antes de publicar algo, lo leas varias veces y en voz alta. Uno siempre está aprendiendo aunque uno haya leído un sinfín de libros o ya ha escrito un montón de historias o relatos. Yo todavía sigo luchan con algunas cosas que te acabo de mencionar. Y soy consciente que uno necesita ayuda externa porque cuando uno escribe, a veces, se escapan algunas cositas.
Acá es cuando la historia empezaría en serio y por eso será mucho más largo que los capítulos hasta ahora y por eso respondo antes y no después, como es mi costumbre. Reydelaperdición: Gracias por las correcciones, espero no cometer errores tan de novata de nuevo. Sorel Rodriguez: Admito que fui una mala ficker. La palabra ánima, esta fuera de mi vocabulario, así que te agradezco por enseñarme cómo se escribe. El lejos pero no tanto es usado para cuando vos decís que algo queda a una distancia considerable pero a la que se puede llegar caminando, es una forma de no querer exagerar, para que el lector no se imagine kilómetros, solo muchas cuadras. Y las descripciones con cosas innecesarias, eso fue una mala influencia de algunos autores que leía en esa época. Si me olvide algo decírmelo. 2 Al día siguiente Samanta estaba acostada viendo la tele con toda la flojera que se puede tener durante las vacaciones cuando sonara el timbre y de muy mala gana se levantó a abrir la puerta para encontrarse con Gonzalo y antes de que este pudiera preguntar ella respondió. — Tomás está durmiendo — dicho eso cerró la puerta tras de Gonzalo y se fue a sentar de nuevo delante de la tele pero a los pocos segundos de que estuviera sentada el timbre volvió a sonar y ya más hastiada fue a la puerta y después de empujar un poco a Gonzalo para que la dejara llegar a la puerta la abrió encontrándose con Oscar y un chico que no conocía y que parecía nervioso pero su cara de nervios paso a una de sorpresa al ver a Gonzalo. Ese chico era Ian, hacía poco que había vuelto de Carilo hacia unos días pero no había ido a lo de Samanta. No era fácil ir a la casa de una chica a la que no se conoce y no por desconfiado, es algo que ningún padre dejaría que su hijo hiciera. Samanta sin mucha ceremonia agarro del brazo de Ian y alejándolo un poco de los otros haciendo que entrara en la casa le dijo: — Ve a mi cuarto — le dijo a Oscar antes de hablar con Ian. A Oscar la idea de que Samanta estuviera con ese chico del que no sabían nada por muy menor que ellos fuera no le gustaba nada ¿De dónde había salido? ¿Y para qué quería hablar con ella? Ian la miraba no entendiendo que era lo que quería y se arrepentía de haber ido a esa casa pero se animó a hablar — Me dijeron que tenías una piedra… Cuando ella escuchara eso se puso repentinamente seria mientras que lo empujaba a la puerta dijo con voz cortante. — Yo no tengo ninguna piedra y de tener una no te la daría — dejaba claro con su forma de hablar que ella no lo iba a ayudar pero Ian estaba decidido a y en vez irse cuando llegaran a la puerta se quedó parado y volvió a hablar. — Mi hermana está muy mal y necesita esa piedra… Otra vez no pudo terminar lo que tenía ganas de decir pero esta vez no porque alguien no lo dejara, fue porque vio a Gonzalo irse con Tomás y sin decir nada se fue atrás, Samanta que mucho no le importaba cerró la puerta sin mucha ceremonia mientras mentalmente insultaba a los dos chicos, suspiro hastiada. Mientras que Samanta volvía a su cuarto, Ian alcanzaba a Gonzalo agarrándolo del brazo para que parara. — ¿Qué haces acá? Y mirando a Tomás le preguntó — ¿También te metió en un lio? Tomás no entendiendo mucho miraba a los dos chicos y solo se le ocurrió negar con la cabeza. — A mi no, pero se ofreció a para ayudar a mi hermana, en si me pidió que yo lo ayudara a él — no entendía por qué el otro chico estaba tan enojado pero tampoco quería echar más leña al fuego con algún comentario mal hecho. — ¿Qué querías con mi hermana? — termino la pregunta serio, si había conocido a Gonzalo no era cosa rara que estuviera en un lio. — Este — señalando a Gonzalo — me dijo que para que mi hermana se curara de un veneno que el dejara tirado y ella lo tomara necesita una piedra de tu hermana… Tomás no podía creer lo que había escuchado y enojado encaro Gonzalo. — Le dijiste que le pidiera a mi hermana su piedra ¿Estás loco? — fuera de sí, Ian era el que no entendía lo que pasaba. Al ver que no iba a responder trato de calmarse y le dijo a Ian sintiendo un poco de lastima por él. — Mira… — hizo una pausa mirándola fijo para que esta llenara el vacío diciéndole su nombre. — Ian — Ian, esa piedra es muy importante para mi hermana porque le ayuda a soportar lo que es ser una mujer lobo por eso no te la puede dar, además de que no se le da la gana — y en eso se dio cuenta — si me ayudas a buscar el remedio para eso seguro que mi hermana te la regalaría — dicho eso miro a Gonzalo para ver si este estaba de acuerdo con su idea y este solo asintió. Ian, que no estaba del todo seguro de querer ayudar a esos chicos respondió tranquilo: — También podría ir, robarle la piedra y listo — estaba seguro de que no se animaría a hacerlo pero le parecía mejor que estar buscando algo que a él no le beneficiaba para nada, no solo a él, a su hermana tampoco. Tomás al escucharlo no supo rio cosa que preocupo a Gonzalo que no sabía cómo iba a reaccionar Ian a que un chico menor que él se le riera en la cara por lo que al ver la cara de enojado de este explico. — Samanta es mucho más fuerte de lo que parece, tratar de robarle sería un suicidio — cuando termino de explicar Tomás, ya recuperado del ataque de risa asiente con una sonrisa todavía un poco tentado. Viendo que muchas opciones no tenía acepto haciéndoles prometer que en cuanto Samanta se curara le iban a dar la piedra y que él no volvería la hermana de Gonzalo a acercarse a su hermana. Gonzalo acepto la primera parte pero no pudo asegurarle que su hermana fuera a cumplir algo que él prometiera y menos si era dejar de ver a su amiga. Mientras iban al botánico, le contaron a Ian el problema, la biblioteca secreta estaba escondida estaba escondida bajo la tierra y la entrada estaba ahí por ser un lugar público muy concurrido. La entrada estaba en una estatua escondida y esta tenía un botón que al presionarlo aparecía un teclado numérico en el que se debía poner un código de cuatro número el cual es secreto y por eso no se menciona en este relato. Ya dentro después de bajar una buena cantidad de escaleras de piedra caminaron por un pasillo largo y al final de este había una puerta de madera un poco vieja y delante de esta un escritorio. En ese escritorio estaba un guardia, el ser guardia de la biblioteca era uno de los trabajos más odiados por lo aburrido pero tenía un buen sueldo por la responsabilidad que tenían. Cuando viera a Gonzalo con dos personas que no conocía desconfiado se acercó este y sin importarle que los otros dos lo escucharan. — ¿Quiénes son? — Mirando a Gonzalo enojado — se supone que es secreta, vas a terminar en un juicio se alguien se da cuenta. Gonzalo suspiro, no le gustaba contar de cómo lo retaran. — Acabo de salir de uno y ellos me están ayudando a arreglar un tema y necesitamos ver algunos libros. El guardia por no poder dejar su puerta se perdía casi todos los juicios que eran en el horario al que él le tocaba trabajar y por eso no sabía que era lo que le había pasado a Gonzalo durante este, solo se enteraba lo que le contaran los que hablaran con él. Por eso no le costó a Gonzalo mucho convencerlo de que los dejara pasar. Fue Gonzalo el que eligiera los libros y mientras los chicos de leían todo lo que pudieran entender en la parte de medicina en la parte que hablara de enfermedades por mordidas vamos a ver qué era lo que en ese momento estaba haciendo la pequeña María, que necesitaba tomar de la sangre de Samanta para que su cuerpo creciera los ocho años que no había hecho por ser una vampiresa de poder hacerlo podría por fin despedirse de su cuerpito de nena preescolar que tanto odiaba. Ella no había atacado a la mujer lobo porque ella la conocía, cosa que no pasaba con las personas que ella generalmente atacara cada noche pero eso no evitaba que la vigilara todo lo que ella pudiera. Una noche ya harta del calor y Dios sabe qué se metió en la casa, en el cuarto de la mujer lobo. La mujer lobo estaba durmiendo y no se enteró de la entrada de la vampiresa por la agilidad de esta. Cuando estuvo cerca de morderla se abrió la puerta y ella asustada salió lo más rápido que pudo para esconderse, lo malo fue que la persona que entrara en el cuarto era la mamá de Samanta y antes de irse cerro la ventana con traba, Karen podía forzarla pero de usar demasiada fuerza rompiendo el vidrio, esto despertaría a Samanta y no era bueno enfrentarse a una mujer lobo enojada, por eso se fue resignada a su casa. Varias veces volvió a tratar durante esa misma semana hasta que se hartara y dejara de tratar, por lo menos hasta que se le ocurriera una buena forma. Una idea que no terminara con ella fuera ella tratando de entrar por la fuerza, pudiendo ser confundida con una ladrona y terminar presa. De tratarse de cualquier otro tipo de sangre ella no tendría problema en ir a un hospital y robar la sangre que se donara. Lamentablemente ella necesitaba un tipo extremadamente específico de sangre, se podría decir que estaba enferma y por eso ese tipo de sangre no aparecería en los tipos de personas que pueden donar, Karen lo suponía porque la verdad era que ella no había estudiado tanto ese tema, solo había estudiado lo que tuviera que ver con lo que a ella le afectara. Samanta, como había podido averiguar Karen siguiéndola por unos días iba seguido a nadar al club y durante las vacaciones iba lo más seguido que podía y uno de esos días termino siendo seguida por la vampiresa. Fue mala suerte para esta que la mujer lobo la descubriera cuando estaba por entrar al club, al parecer estaba teniendo algunos problemas porque no le creyeran la edad que ella decía tener y que además no era socia pero por suerte cualquiera podía entrar y fue mientras que esta estaba pagando que Samanta y con ganas de pasar sin que esta la viera se apuró en mostrar su carnet y pasara corriendo al vestuario para ponerse la maya e ir a la pileta. Samanta estaba insultando en voz baja a la nenita mientras se ponía la maya y después de ir a la revisación médica, cosa obligatoria para poder meterse a nadar. Su maya era de una sola pieza de color verde claro, con algunas partes de color blanco, con una gorra de color azul, que usaba por regla del club y unas ojotas verdes con florecitas amarillas, habría buscado unas con menos adornos pero ese día no había tenido suerte. Con suma tranquilidad dejo sus cosas en una silla que estaba cerca de la pileta pero no mucho para que cuando alguien se metiera. Tranquilidad que se fue cuando la viera, le dieron ganas de irse pero después lo pensó más y se dio cuenta de que no había razón por la que se tuviera que ir y siguió nadando tratando de ignorar a la molesta enana. Ese esfuerzo por ignorarla duro poco y molesta de que esa chica la mirara tanto decidió salir del agua y envuelta en la toalla se fue de la pileta otra vez insultando en voz baja a la chica que según ella era la culpable de su mala suerte. Karen al ver que se iba salto de la reposera en la que había estado acostada usando una remera que le quedara grande a propósito para que no se viera la maya rosa con flores que usaba y unas ojotas de color azul, que le molestaron cuando tratara de seguir a Samanta que estaba caminando lo más rápido que sus propias ojotas pero por tener más practica en hacerlo podía ir más rápido. La mujer lobo notando que la estaban siguiendo y harta se quedó parada hasta que Karen estuviera en frente de ella y la agarra de la mano, sabía que no tenía que usar su fuerza de esa forma pero esa chica ya la tenía harta y podría ser como el chico que le había ido a pedir su piedra a su casa. — ¿Por qué me seguís? — a pesar del mal modo con el que le hablara, Karen no se sintió para nada intimidada y mirándole a los ojos. — Que te importa — la verdad es que la fuerza de una vampiresa es más o menos igual a la de una mujer lobo tanto que Samanta no se dio cuenta de lo fuerte que la estaba agarrando, de ser una persona común le habría ya roto la muñeca o por lo menos fisurado. Tanto la enojo la respuesta de la chica que la empujo no logrando moverla mucho y viendo que era una pérdida de tiempo se fue a cambiar para después irse a su casa sintiendo que la seguían pero esa ves no planeando hacer nada al respecto. Karen se había dado cuenta de la fuerza de Samanta cuando esta la empujara y había tenido que esforzarse para no caerse de cola, eso le había enseñado que un ataque directo sería un total fracaso y que aunque a veces no lo pareciera Samanta podía descubrirla sin mucho lio. La mujer lobo entro en su casa de mal humor y cuando se sentara a ver tele para poder tranquilizarse el teléfono sonó, por suerte para ella estaba su mamá y no se tuvo que levantar para atenderlo pero el llamado era para ella y se tuvo que parar para buscar el inalámbrico, aviso a su mamá que cortara y pudo escuchar la voz de su amigo del otro lado del teléfono. Su amigo había estado llamando seguido a su casa (habiendo cancelado su mamá las llamadas a celular desde la casa era al único lugar al que podía llamar sin gastar su crédito,) un poco sorprendido le pregunto: — ¿No ibas a ir a nadar? — pareciéndole raro que su amiga estuviera en su casa en vez de en el club nadando. — Apareció una chica molesta y decidí volver — un poco enojada por lo que había decidido pero tampoco se hubiera quedado para tener que soportar a esa nena rara. — ¿Qué nena molesta? — Karen, la que parece de cinco, esa idiota me siguió y cuando la encarre para preguntarle no me quiso responder — cuanto más pensaba en eso más se enfurecía. Oscar tampoco confiaba en esa chica, era demasiado rara para su gusto por ese problema que no la dejara crecer, su piel pálida y que en el colegio se la viera siempre rechazando cuando alguien le ofreciera algo de comer, cosa rara ya que todo alumno comía algo en alguno de los recreos, la mayoría en el largo que es en el que se puede ir a comprar cosas al kiosco del colegio porque solo en ese recreo pueden ir al patio pasando los recreos cortos dentro del aula, ¿Y cómo era que él sabía eso? Porque ese había sido su primer año de secundaria y por lo rara que le había parecido por su corta estatura había decidió usar las cosas que su familia le había enseñado para averiguar sobre esta chica sin que esta se diera cuenta. Releyendo los libros que tuviera en su casa leyó que esa chica podría ser una vampiresa pero para serlo no debería poder estar en contacto con el sol, dado a que el sol mata a los vampiros, eso descartaba esa posibilidad. Ese mismo libro habría dicho que su amiga podría ser una mujer lobo, un animal increíblemente peligroso, no tanto como el vampiro por solo ser peligroso durante la luna llena pero estaban seguros en el libro que afectaba su comportamiento diario de la persona afectada en los días cercanos a la luna llena haciendo que tuvieran actitudes más agresivas a las que están acostumbrados, cosa que él nunca había notado en Samanta, aunque la verdad era que la idea de sospechar de su amiga de esa forma no le gustaba para nada. — Lo mejor es que trates de evitarla, es rara y es horrendo eso de que te persiga — tratando de no sonar tan ofendido como realmente estaba para que ella no pensara que le gustaba de ella, cosa que así era pero en ese momento todavía no se animaba a decírselo. — Es como una mosca, no importa donde vaya ella aparece molestando y no la puedo echar — ella siempre había podido deshacerse de la gente que la molestara pero con ella no parecía funcionar, nada funcionaba con esa. Como no se le ocurrió nada más que decir se despidió, corto y se fue a acostar en el sillón prendiendo la tele para poder relajarse. Cuando Samanta hablara con Oscar se había dado cuenta de cuanta fuerza había usado al agarrarle la mano a la nena había usado mucho fuerza y esta no había mostrado que le doliera que era mínimo que se podría esperar, eso y que le rompiera el brazo cosa que tampoco paso y que preocupaba a Samanta porque la chica no era normal y probablemente peligrosa. En ese momento mientras Samanta y Oscar se quemaran las neuronas tratando de adivinar qué era lo que tenía Karen de rara, la antes mencionada estaba volviendo a su casa con cara de pocos amigos pero debido a su cuerpo de chica de cinco años quedaba un poco tierna pero a pesar de eso ella podía ser muy peligrosa. Estaba furiosa porque no importaba lo que hiciera la muy maldita siempre la descubría, solo le quedaba una opción que no había querido tomar, atacar durante la luna llena, momento en que ella estaría más indefensa o por lo menos eso pensaba Karen. Fue a las siete de la tarde más o menos cuando los chicos salieran de la biblioteca secreta con unos libros, ellos habrían querido llevarse uno solo pero Ian insistió en que se tenían que llevar tanto él como Tomás algunos libros que explicara lo más básico del tema. El libro que ellos habían ido a buscar había estado escondido entre los libros para principiantes y una de las cosas que lo habría delatado había sido la cantidad de polvo que tuviera, es decir que nadie lo había leído en mucho tiempo cosa rara en los libros de una sección tan usada como esa, muchos van a leer esos libros para repasar las cosas más básicas. Habiendo sido evitado por los principiantes por el nombre que ya daba la pista de lo complicado que sería el libro y después sentirían la mayoría que no tenía por qué volver a esa sección y los pocos que lo hojeaban terminaban asustados por la complejidad de lo que estaba mencionado, teniendo miedo de que lo que trataran de hacer terminara explotándoles en la cara, cosa extremadamente peligrosa en ese tipo de cosas y por eso le dejaron a Gonzalo resolver el libro solo para evitar accidentes. Como estaba cerca la hora de cenar estaba cerca se fueron cada uno a su casa, Tomás y Ian se llevaron los libros de principiantes y Gonzalo el misterioso libro que podría tener la respuesta que estaban buscando. Los habrían dejado llevarse los libros porque cualquier problema que pudiera ocurrir sabían quién había sido el que se llevara el libro, eso y que se conocía a los que fueran a esa biblioteca, la excepción era en este caso pero estaban responsabilizando a Gonzalo de lo que hicieran esos chicos con los libros. Cuando Ian llego a su casa sus papás no estaban por estar en el hospital tratando de convencer a los médicos para que los dejaran llevarse a la nena a su casa porque según ellos Magdalena estaba sana pero raro como había llegado a ese estado. A Ian la verdad estar solo mucho no le molestaba, además no iba a nadie que le preguntara que eran los libros que había llevado a la casa. Al día siguiente se compraría un cuaderno para tomar apuntes como lo hacía cuando estudiara las cosas del colegio y más con un tema tan complicado como era ese, era más difícil de lo que a él le hubiera gustado y no podía entender como alguien como Gonzalo, que parecía tan despistado fuera capaz de manejar esos conceptos, eso sin tener en cuanta claro que tanto él como Tomás iban a tener que aprender rápido lo que Gonzalo tuvo años para aprender. Hablando de Tomás, cuando terminara de comer y después de ver un poco de tele en vez de ir a su cuarto se fue al living para leer uno de los libros que él se hubiera elegido cuando su hermana pasara para estar lista para la luna llena. Después de tantos años de la misma rutina ella ya lo ignoraba cosa que ese día su hermano agradeció. Pocos minutos después de que Samanta pasara Tomás ya se había quedado dormido y Karen iba a hacer lo que había planeado. Entrar en la casa no le fue del todo difícil, más complicado fue no alertar a la familia que era lo último que ella pudiera querer para que eso no pasara tuvo que ser lo más sigilosa que pudiera y entrar por la ventana del cuarto de Samanta, que estaba en un segundo piso y que rara vez cerraba y más en los días de luna llena por el apuro. Para que nadie se diera cuenta volvió a cerrar la ventana con la mayor delicadeza posible y bajo con cuidado las escaleras al living notando con un poco de preocupación el chico que estaba durmiendo en el sillón lo que le hizo pensar que él sí podría despertarse, paso por delante de él y después de que pudiera pasar llego a la cocina donde estaba la puerta de donde Samanta se encerara cada mes con candado. Por un momento llego a pensar que sería imposible abrir esa puerta sin hacer mucho ruido pero su idea de que por ser una vampiresa ella podía cualquier cosa fue lo que hizo que lograra pasar y después de bajar las escaleras ya con más tranquilidad por haber podido pasar lo que ella consideraba lo más difícil, por miedo a la enfermedad que se contrae al ser mordido nadie de la familia se habría acercado tanto. Al final de las escaleras había un lobo que era más grande que la mayoría de los lobos hembra de la mayoría de las razas pero entre los de esa especie en particular era mediana. La loba iba a ir creciendo al mismo ritmo que Samanta. Estaba totalmente dormida, cosa que le dio confianza a Karen quien se acercó con intención de tomar su sangre y lo hubiera hecho de porque el lobo de alguna forma pudo sentir el peligro y logrando ir en contra del somnífero se despertó y se la quedó mirando hasta que, por protección propia habiendo olfateado que la criatura delante de ella no era un ser humano y por ende un posible peligro la loba empezó a gruñirle como advirtiéndole. El estar en un sótano una mujer lobo transformada era algo que asustaría a la mayoría, excluyendo a los locos, idiotas y vampiresas que creyesen que el lobo no tuviera nada de especial, es decir una vampiresa bastante ignorante sobre ese tipo de criaturas. Fue por eso que ella atacara al lobo pensando que sería algo fácil sacárselo de encima pero cuando la mordió con fuerza en la pierna no pudo hacer que dejara de hacerlo sin importar cuanta fuerza ella hiciera. El problema en este caso era el siguiente, los vampiros tienen entre sus principales características el poder curarse de una forma rápida porque ellos no producen su sangre y la saliva de los hombres lobo es sumamente anticoagulante, por lo que por primera vez desde que ella se transformara, Karen estaba perdiendo un montón de sangre por una herida, tendría que ir a cazar en ese mismo instante, cosa que estaba claro que no iba a poder. Por suerte para ella la familia de Gonzalo lo había obligado a ir a ocupar su puesto, escuchando los sonidos que un micrófono que habrían podido poner en ese sótano desde un lugar escondido y fue el ruido de la pelea y los insultos de Karen por el dolor que le provocaba que le estuvieran mordiendo lo que lo despertara y trepándose a un árbol que estaba cerca de la ventana del cuarto y al bajar se sorprendió al ver lo dormido que Tomás estaba pero teniendo el apuro que tenía bajo lo más rápido que pudo y vio algo que no esperaba, o mejor dicho vio algo que no quería ver. Karen le estaba pegando a Samanta con las pocas fuerzas que tenía pero eran suficientes como para que cuando Samanta volviera a ser humana tuviera más que un moretón. Asustado revolvió su bolsillo sacando un frasquito y lo tiro abierto entre las dos haciendo que la loba se durmiera para alivio de Karen que fue recién en ese momento cuando notara que él estaba ahí, lo miro con odio y después se desmayó. Gonzalo la llevo en brazos hasta la ventana más cercana del primer piso, le saco la traba y salió agradeciendo lo chica que era la vampiresa porque de medir lo que debería no la hubiera podido cargar. Cuando estaba por ir a buscar lo que Karen necesitaba para ponerse bien vio a una chica parada delante de él y a pesar de la poca luz la pudo reconocer, era su hermana Julia que lo miraba con los brazos cruzados imitando la pose que pusiera su mamá cuando uno de los dos hiciera una burrada, estuvo así hasta que viera a Karen y de la sorpresa descruzo los brazos. — ¿Qué le paso? — preguntó mientras se acercaba para poder ver mejor a la chica que su hermano estaba cargando. — Ándate, tengo que llevarla a que consiga un poco de sangre — dicho eso empezó a irse pero Julia lo siguió negándose a no poder ayudarlo. — Yo voy — dijo decidida y por lo urgente que era lo que estaba haciendo Gonzalo decidió que lo mejor era que fuera, aunque supiera que lo que iba a tener que hacer podría impresionar a su hermana. Fueron al botánico tratando de pasar lo más desapercibido posible, durante el viaje Gonzalo compro un agua y le tiro un poco en la pierna para sacarle todo rastro de saliva de la loba y después de hacerlo la herida se cerró en pocos segundo sorprendiendo un poco a Julia, la gente los miraba pero nadie se atrevió a hacer nada. Cuando entraron de forma furtiva de la forma en que solo su familia podía hacerlo y una vez alejados de la calle usaron un silbato especial que servía para atraer gatos, agarro uno y sacando de su bolsillo una navaja y pidiéndole a Julia que lo sujetara también le corto el cuello y con el animal moviéndose de forma frenética lo acerco a la vampiresa que al sentir el olor de sangre fresca se despertó y sin pensarlo agarro al pobre animal y ante la vista de los dos hermanos succiono toda la sangre que pudo. La sangre de un animal no alimenta tanto como la sangre humana por lo que cuando terminara agarro velozmente un gato cercano haciendo eso unas cuantas veces. Julia no mostraba estar impresionada de lo que estaba viendo, cualquiera podría pensar que lo que estaba viendo era lo más normal para ella, pero estaba un poco sorprendida solo que lo estaba disimulando porque ella había leído del tema en los libros, cuando le enseñaran y había puesto un esfuerzo especial desde el primer juicio de su hermano en el que ella participara pero una cosa es leerlo en un libro y otra muy distinta es verlo. Cuando Karen volviera a recuperar la conciencia se dio cuenta de que no estaba sola y se enojó cuando reconociera al chico como el idiota que le diera la idea, la idea que por poco la mata. No sabiendo que era lo que este chico quería ni porque estaba con una nena y más aún donde estaba ella se les quedo mirando esperando una explicación. La forma en que los miraba logro asustar a Julia que nunca se había enfrentado a una criatura antes y menos a una enojada, como lo estaba Karen. — Todo está bien, ahora te vamos a llevar a tu casa y mañana va a ser como si nada de esto hubiera pasado — dijo Gonzalo que a diferencia de su hermana estaba calmado, diciendo algo parecido a lo que su mamá pudiera haber dicho en una situación parecida pero eso no pareció funcionar con Karen. — ¿En serio penas que diciendo eso me voy a calmar? Puede que me vea como una chica de cinco pero no soy tan ingenua — estaba furiosa, odiando que la trataran como si fuera al preescolar, en especial los que sabían que no lo era. Julia, quien se había recuperado de la impresión que Karen le habría causado, con un tono de voz que demostraba respeto por no querer que se enojara dijo: — Karen, sé que mi hermano es un tonto y no le dijo lo peligrosa que podría ser una mujer lobo pero si me deja ayudarla va a poder crecer — Julia era alta para su edad y por ende un poco más alta que Karen, trato de sonar lo más segura posible para que la otra chica aceptara su ayuda. Gonzalo iba a querer evitar que ella ayudara y más cuando vio como la vampiresa la miraba, como considerando la posibilidad. Parecía más responsable esa chica que el otro. — Acompáñame a mi casa y mientras vamos me decís que idea temes vos — dejando de estar a la defensiva y agarrando la mano de esta ante la atónita mirada de su hermano quién grito. — No podes ir con ella Julia, eres chica para encargarte — la única respuesta que recibió de su hermana fue una mirada de enojo y fue Karen la que enojada respondiera en su lugar. — Elle puede ser más chica pero no creo que pueda terminar peor que cuando vos me aconsejaste — dicho eso tiro un poco del brazo de Julia y esta empezó a caminar dejando a un ofendido Gonzalo atrás quien segundos después empezó a considerar la idea como pasable. Julia pudo haber empezado a cuidar a Karen el año anterior pero sus papás habían pensado que era demasiado peligroso y que él se podía encargar de las dos chicas. Julia sabía dónde quedaba la casa de Karen porque lo había estudiado como muchos chicos estudian geografía y sabía cómo ir desde casi cualquier parte, como por ejemplo el botánico. Eso sorprendió un poco a la vampiresa pero no estaba de humor para preguntarle cómo era que ella sabía eso, ni eso ni que había estado cerca de perder la conciencia que no significaba que se hubiera desmayado sino que entraría en una especia de ataque de histeria atacando al primer ser de sangre caliente que se le cruzara tomándole toda la sangre que pudiera matándolo y eso era lo que menos quería. Cuando llegaron Karen estaba agotada, la pierna le dolía un poco cosa rara por lo rápido que se curaba pero había sido la saliva de la mujer lobo que habría quedado evitando que se le fuera del todo el dolor. Julia había esperado poderse ir corriendo de la casa de la otra chica pero antes de que lo pudiera hacer Karen mientras buscaba su llave de la casa: — Hoy estoy cansada, dame tu número de teléfono y mañana me decís cuál es tu idea — decía eso porque ya se imaginaba que el plan de esa chica podría ser complicado y sabía que si lo escuchaba se iba a quedar dormida parada. Julia sabiendo que no era bueno enojar a una vampiresa le pidió una birome y como esta no tenía le pasó su celular para que ella anotara su número, cosa que hizo y de paso lo puso en la memoria del teléfono. — Por favor no me llames muy temprano — todavía ella no tenía un celular propio y no quería que su mamá atendiera cuando esa chica llamara, ese podría ser su primer gran lio, por suerte Karen había aceptado que ella la ayudara, pensando en eso se fue. Una parte de ella se sentía orgullosa de haber conocido a una vampiresa y más por poder ayudarla pero también estaba asustada de cómo reaccionaría su familia si se enteraban que no estaba haciendo caso a lo que le dijera la jueza a su hermano. Volviendo a Samanta, cuando se despertara la mañana siguiente sintió un raro sabor en la boca y pudo ver que en sus brazos tenía unos moretones chicos, para colmo había sangre en el piso. A pesar de lo entumida y dolorida que estaba se paró lo más rápido que pudo y subió casi a los saltos para encontrarse con su hermano durmiendo lo más tranquilo y suspiro aliviada. Él no había sido la persona con que fuera lo suficientemente idiota como para bajar, aun así podía ser que hubiera atacado a alguien y eso la tenía muy preocupada, claro que no se atrevía a decírselo a nadie pero estaba segura de que su hermano lo sospechaba. Tanto sospechaba que a su hermana le había pasado algo que no se pudo concentrar cuando se reunieran a leer en la casa de Tomás, la única de las tres casas donde no los molestarían, Ian noto lo desconcentrado que estaba el otro chico y le preguntó que le pasaba, este le conto lo poco que sabía que no era casi nada y por su parte Gonzalo dudo de poder contarle lo que había pasado y cuando lo hizo el hermano de la mujer lobo se paró con ganas de golpearlo pero Ian pudo pararlo y siendo sujeto por este le dijo: — ¿Te quedaste dormido cuando tenías que cuidar a mi hermana y la atacaron? — no pudiendo creer lo que había oído a lo que Gonzalo solo asintió con la cabeza levemente y antes de que Tomás atacara al pobre chico Ian hizo que se sentara y en defensa del pobre dijo: — Estuvimos leyendo toda la tarde, cualquiera se hubiera quedado dormido — eso calmo un poco a Tomás pero seguía mirándolo con odio al hacedor de pociones y solo paro de hacerlo para volver a leer no queriendo hablar más con él. Las posibilidades de que él y Gonzalo fueran amigos era menos que probable, había más posibilidades con Ian, quién había estado tratando de mantenerlo calmado para que no los echaran de esa casa por hacer lio sabiendo que les sería difícil encontrar otro lugar donde pudieran leer tranquilos. Después de haber terminado de leer, Gonzalo puso el libro abierto entre los otros dos chicos que estaban sentados a su derecha con mucha emoción. — Acá esta, esto podría curar lo que tiene Samanta — actuaba como si en lugar de una posibilidad hubiera encontrado la solución, también estaba orgulloso de haber podido encontrar algo que estaba escondido en un libro donde la mayoría de las recetas no decían para qué eran y para saberlo hubieran tenido que ir analizando la función de cada ingrediente por separado y su reacción al ser combinados (como se hace en química, materia de la que Gonzalo no era muy bueno a pesar de las pociones que hiciera.) Los ingredientes eran variados y conseguibles para casi cualquier persona, todos menos la sangre de lobo que era un ingrediente que generalmente no se usaba y por eso tendrían que ir a visitar el zoológico esperando poder encontrar un lobo, había algunas plantas que estaban en un invernadero donde no dejaban entrar a Gonzalo todavía pero sus papás podrían conseguir esas plantas. No lo dejaban entrar por que habrían sido usadas en pociones que no eran buenas para la persona que las ingería. Ian ya estaba dudando de querer seguir tratando con lo que estaba haciendo, robar la piedra, que no le habían dicho pero Samanta la tenía colgada en el cuello con una cadena, regalo de sus papás hacía ya muchos años para que no se separara de ella por lo bien que le hacía estar cerca de esta. Mientras que eso pasaba en lo de Julia sonaba el teléfono y esta fue corriendo a atenderlo intrigando un poco a su papá al cuál había pasado en su corrida al teléfono. Julia se sintió aliviada al escuchar la voz de Karen del otro lado diciendo. — Hola, ¿Julia? — al parecer de haber sido atendida por otra persona ella hubiera colgado. — Si, soy yo — respondió y como el teléfono estaba cerca de un sillón se acostó para estar más cómoda mientras hablara. — Estuve pensando y si no quieres ayudar la verdad no estas para nada obligada a hacerlo — Karen había notado lo intimidada que había parecido Julia delante de ella y la verdad no quería molestarla ni que la ayudara por miedo, mucho menos que saliera lastimada. Al escuchar eso Julia se sentó sorprendida y tratando de sonar lo más segura y madura posible, para sus ocho años de edad. — Yo te quiero ayudar — no se le había ocurrido nada más que decir y estaba segura de que la otra chica no iba a aceptar su ayuda, pero tenía muchas ganas de ayudar y eso era algo que tenía en común con su hermano. Karen lo pensó unos segundos, esa chica por muy simpática que fuera podría ser más una molestia que una ayuda pero también podría ser que supiera más de lo que Karen le estaba pensaba que esta supiera. — Si quieres podes venir a mi casa y vemos si entre las dos se nos ocurre algo — iba a darle una oportunidad, cualquier cosa podía volver a tratar ella sola, cosa a la que estaba más que acostumbrada. Karen se había aislado desde que fuera mordida por miedo a lo que la gente pensara cuando se enterara de lo que le había pasado, que la dejaran por miedo a que los quisiera atacar, cosa que en parte a ella también al principio le daba miedo. No solo Julia sabía que ella era una vampiresa sino que además la había visto tomar sangre de un ser vivo y seguía ofreciéndose a ayudar. Para ir a lo de Karen pidió a su hermano que la llevara, para que sus papás la dejaran ir. Fueron diciendo que iban a la plaza, cosa que hacían bastante poco pero que era algo que sus papás les creerían. En lo de Karen estuvieron hablando, viendo que era lo que se podía hacer y Julia le conto lo que había leído, lo que había entendido y le pregunto algunas cosas que no entendiera, que eran bastantes por ser los textos muy avanzados para ella que era inteligente pero no para tanto. Terminado el tiempo de planear, jugaron un poco y después el hermano de Julia la fue a buscar para volver a la casa. En su casa se quedó leyendo libros hasta que sus papás la mandaran a dormir, como le pasa a todo chico de primaria y algunos de secundaria. Oscar por su parte también había estado investigando, no creyendo casi nada de lo que estaba leyendo, porque de haberlo hecho hubiera tenido que tener mucho más cuidado cuando estuviera alrededor de Samanta y si por un querer del destino él la viera a ella transformarse, la tendría que atacar sin dudarlo, para eso lo habían entrenado y el solo pensar en eso le daba más miedo del que le gustaría admitir. Estaba pensando en esas cosas cuando fuera a la casa de su amiga y se sorprendió cuando la vio delante de la tele, al parecer ese día no habría querido ir a nadar, se fue a sentar al lado de su amiga quien se sorprendió un poco al verlo y se quedaron viendo la pantalla hasta que a Oscar se le ocurriera preguntar. — ¿Vamos a nadar? Esto esta aburridísimo — refiriéndose al programa y mientras que hablaba se paraba pero ella no parecía muy decidida a ir por lo que tuvo que insistir hasta que Samanta cediera. Habiéndolo logrado fue a su casa para buscar su bolso para ir a la piscina acordando antes de que se verían en el club, ahí trataría de averiguar qué era lo que le estaba pasando.