Capítulo 1: Viaje a la Isla.

Jeremy Mason

Me encontraba en el segundo piso de mi casa, observando a través de la ventana el lindo día que se alzaba en el campo cuando de pronto noté como un cartero se dirigía hacia mi casa, bueno... la casa de mis padres pero podía considerar mía porque también vivía allí, el cartero en cuestión parecía haber dejado el correo y se había marchado tan pronto que parecía incluso apurado, ¿sería esta su última entrega y deseaba llegar a casa lo más pronto posible a descansar?

Sí, sería eso.

Me deslicé con maestría por el barandal de mis escaleras y llegué al primer piso —¡Vino la correspondencia! —avisé a quien quiera que estuviera dentro de la casa, ahora mismo no sabía si habían ido con los caballos o si estaban ayudando a sacar los vegetales de nuestro campo, salí de mi casa y me dirigí hacia el buzón encontrándome con tan solo una carta.

"Pues para ser solo una carta tenía mucho apuro ese cartero..." pensé entre risas divertidas, demasiada prisa para tan poca importancia.

La abrí sin muchas ganas y saqué la carta que venía dentro del sobre para leerla con más cuidado y cada palabra que procesaba hacía que el corazón se me acelerara más y más. Intenté tranquilizarme y la volví a leer tratando de buscar algo que me indicara falsedad pero... todo parecía real, todo era legítimo.

—¡Papá! —grité sin poder contener la emoción de mi voz y al visualizarlo en nuestra área de caballos me aproximé con velocidad —¡Papá! —volví a gritar deteniendo mi andar, él se giró a mi con un gesto extrañado y no tardé ni tres segundos en contarle lo de la carta que había recibido y su abrazo no se hizo esperar.

Ahora quedaba buscar a mi madre y a las pequeñas molestias para contarles la buena noticia.

 

Scarlet Graves

Mis dedos repiquetearon sobre la superficie de la mesa en cortos intervalos de tiempo, reprimiendo con esfuerzo las ganas que sentía de levantarme con brusquedad y marcharme de aquel lugar. Me había cansado de mirar la pantalla de aquel ordenador cargar durante media hora la misma página, y ahora me entretenía removiendo con mi mano libre el poco líquido que quedaba en el vaso. Lo llevé hasta mis labios, acabando por vaciarlo y así saciar mi sed, pero aquello sólo hizo empeorar mi agobio: por alguna razón que desconocía, los camareros del ciber no dejaban de pasear por mi lado, preguntando si deseaba pedir otro té. Una, y otra, y otra maldita vez.

Y yo siempre les negaba la petición con una sonrisa amable, agradeciendoles su atención, aunque por dentro me moría de ganas de lanzarles el vaso y espararlos para que no volvieran a acercarse más a mi rincón. Pero el ciber por su parte no dejaba de llenarse a cada instante, y aquello sólo acrecentaba la inminente sensación de malestar.

—Tú a tu ritmo, que no hay prisa —murmuré irritada, más hacia el propio ordenador que hacia ninguna otra persona, y coloqué mi mejilla sobre la palma de mi mano con pesadez.

Pero contra todo pronóstico, un rayo de esperanza pareció discernirse en el mismo instante en el que volví a recargar la página, tan solo para sorprenderme con que aquello no se trataba de la página que buscaba, si no de un correo que acababa de llegar a mi cuenta. Curiosa, me erguí en mi asiento al sentir que la asquerosa tarde que me esperaba podía dar un cambio radical, y no tardé en revisar la procedencia del mensaje.

—Espera... ¿qué? —exclamé, alzando la voz más de lo debido, atrayendo varias miradas consigo. Varias palabras se quedaron grabadas a fuego en mi retina: viaje, complejo turístico, isla, gratis... mañana. Practicamente salté de la silla, y palmeé las manos sobre la mesa sin salir de mi asombro—. Mañana... Eso es... Es... ¡Es fantástico, increíble!

No me hizo falta revisar demasiado para comprobar que no se trataba de un mensaje falso. Jamás se me escapaba ningún detalle en cuanto a estafas se trataban, y esta no era la excepción. Tomé mis pertenencias con una gran sonrisa plasmada en mis labios, con tanta brusquedad que no me percaté del movimiento que hizo caer mi vaso al suelo.

Varios camareros se acercaron, pero yo ya estaba demasiado feliz como para echarlos a patadas. Intentaron detenerme con varios "Señorita, no ha pagado la cuenta", "Tenga más cuidado", pero me limité a depositar un billete en la mano de uno de ellos, para salir corriendo del lugar sin esperar más.

—¡Puedes quedarte con el cambio! —le sonreí, guiñándole un ojo, antes de desaparecer dejandoles todo el estropicio ocasionado.

 

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Christian

Te encontrabas caminando revisando tu Smartphone y de pronto, te llegó un correo Anónimo, al abrirlo recibiste una Invitación al Complejo Turistico Aleuzenev, demás, tenías todo pago, es decir, un viaje con ida y vuelta totalmente gratuito en todos los Sentidos.
Abres el correo:
- Muy buen día Sr (a), usted ha sido elegido como uno de los Afortunados éste año para disfrutar de unos días en el Complejo Turistico Aleuzenev. El Sr Arthas, representante legal de la misma, le da cordialmente ésta invitación. El vuelo saldrá el día de mañana a las quince horas. Le esperamos con los brazos abiertos.
Feliz Día.

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• Aimee se une al Rol.

OBJETIVO

• Realizar 4 Post, relatando al final como logras llegar al Avión Privado.

 

Jeremy Mason

Mi madre se encontraba precisamente en nuestro huerto, quizás enseñándoles a mis hermanas como colocar bien las plantas y las semillas, cómo arar bien la tierra porque el hecho de tener esas grandiosas máquinas que nos podrían ahorrar el trabajo no eran permitidas en casa, ¿la razón?, mi madre decía que si se iba a hacer algo se iba a hacer bien y con cariño, y hasta donde ella sabía las máquinas no hacían las cosas con cariño.

Un hecho bastante extraño pero lo aceptaba por el simple hecho de ser ella, y para que mentir... ahora estaban las pequeñas molestias para ayudarle con el trabajo de las frutas y verduras.

—Anne, pequeñas... —mi padre fue el primero en llamar su atención y de inmediato las pequeñas molestias se lanzaron a él cuando lo tuvieron cerca, mi madre en cambio se levantó y se sacudió la tierra de sus ropas —Jeremy tiene que decirles algo, ¿no es así?

—Realmente solo a mi madre tengo que decirle algo —me aclaré, haciendo una ligera mueca de disgusto por el comentario, realmente solo tenía que decirle a ella y presumir a mis hermanas, nada más pero cuando mi padre me dirigió una mirada circunstancial tuve que volver a aclararme —, y a ustedes también...

—¿Es algo serio, Phil? — preguntó con un cierto todo de preocupación y sus pequeños ojos verdes se clavaron en mi persona —¡No me digas que embarazaste a una chica, Jeremy! —gritó de pronto, amenazándome con una de sus palas —¡No quiero tener nietos todavía!

—¿¡Qué?! ¡No! —me alejé un par de pasos de ella para evitar esa aterradora pala acusadora mientras mis hermanas pequeñas, Rebecca y Marla reían desde la seguridad que mi padre les brindaba—Yo gané un viaje a una isla todo pagado, ¿no es genial?

El rostro de mi madre se tranquilizó poco a poco y una sonrisa cubrió su rostro antes de correr a abrazarme —¡Eso es genial, Jer! — me felicitó y luego de abrazarme un poco más se separó de mí —¿Cuándo sales al aeropuerto? ¿Seguro que tienes ropa para eso?

—Salgo mañana a las tres, así que hoy iniciaré a empacar y mañana temprano saldré al aeropuerto, y sí... tengo ropa adecuada —sonreí y guardé la carta en mi pantalón, luego dirigí mi mirada hacia las pequeñas molestias quienes al parecer acababan de comprender que me iría de la casa a un viaje sin ellas.

—¿Tendremos tu cuarto? ¿Cuándo volverás? ¿Por qué no nos llevas contigo? ¡Eso no es justo! — sus voces comenzaron a mezclarse entre gritos y pequeños manotazos sobre mis piernas, yo solo reí —¡Porque soy el mayor y siempre tengo lo mejor! —tomé a la menos molesta de las dos: Marla y la cargué antes de correr hacia la casa.

Aunque fueran mis pequeñas molestias no quería que se pusieran tristes (además claro que tenía que evitar probablemente un golpe en la nuca por parte de padre, pero digamos que es mayor mente por ellas).

 

Scarlet Graves

Subí las escaleras del apartamento de dos en dos, ayudándome del exceso de energía que comenzó a brotar de mi cuerpo desde el momento en el que supe sobre el viaje, y pronto me encontraba en la planta número cinco; extenuada, sí, pero con el semblante iluminado en su totalidad por el inminente viaje que se aproximaba. Siempre sentía el mismo brote de emoción recorrer cada poro de mi ser cuando se me encargaba liderar una nueva expedición, sucursada por la Universidad de Biología del estado. Pero a raíz de la temporada de decadencia que comenzaba a hacer mella en los fondos de la institución, hacía ya varios meses que no se me permitía ninguna expedición nueva, ningún viaje que lograse sacarme de la rutina, hacerme sentir viva en mi verdadera naturaleza.

Pero aquel mensaje me había salvado de asfixiarme en la rutina de la aburrida y extenuante ciudad, del comportamiento casi mecánico de sus habitantes, como si fuesen robots programados que seguían al pie de la letra lo que se esperaba de ellos. Yo no pertenecía a este lugar, y lo sabía muy bien. Por todo esto, no podía dejar que esta oportunidad se escapase de entre mis dedos para siempre.

Palpé mis bolsillos con cierta urgencia al volver a la realidad, frente a la puerta de mi apartamento alquilado. Juraría que había dejado las llaves a buen recaudo. Busqué en mi pantalón, chaqueta e incluso zapatos. Pero no, no estaba por ningún sitio. Suspiré, como si aquello no me sorprendidas demasiado, y deslicé el marco de la puerta (el cual se encontraba algo suelto a propósito) para sacar del recobeco oculto la llave de emergencia. Bingo. Abrí la puerta en un intento por recuperar el tiempo perdido, y fue cuando mi pequeña familia me recibió entre vítores y aplausos.

O más bien entre ladridos, maullidos, cantos... y lo que quiera que hicieran las tortugas.

—¡Hey, chicos, ya estoy en casa! ¡Y traigo buenas noticias! —exclamé, arrodillándome en el suelo para ser recibida por tres perros de lo más juguetones, y dos gatos que comenzaron a restregarse sobre mi pierna. Los pájaros comenzaron a agitarse en sus jaulas, contentos al reconocer mi voz. Y... bueno, las tortugas seguían respirando, al menos. Acaricié a los animales con una gran sonrisa en mis labios, recibiendo sus muestras de cariño—. ¡Scarlet se va de viaje de nuevo! Pero no os preocupéis por nada, porque volveré dentro de poco. Mientras, May os cui...

—Ejém. ¿Me nombrabas? —no fue difícil reconocer la voz de la joven que se recargaba en mi puerta, de brazos cruzados y mirada inquisitiva. Me giré hacia ella, cargando entre mis brazos todos los animales que podía—. Déjame adivinarlo: volviste a perder las llaves otra vez, ¿no es así? —inquirió, revisando el marco de la puerta con expresión analítica, a lo que me encogí de hombros como si no fuera nada nuevo—. ¿Y qué es eso de irte de viaje ahora?

—Como lo oyes, mañana salgo a un nuevo viaje. ¿No es fantástico, May?

La joven sonrió, y se acuclilló a mi lado, acariciando a los perros con cuidado. Observó como dos de ellos parecían sostenerse mejor con sus tres patas, con su patita escayolada en mejor estado, y los gatos cada vez recuperaban con mayor rapidez su pelaje. A los pájaros aún les quedaba un poco para que sus alitas se recuperasen por completo, pero yo no perdía la esperanza en que seria pronto.

—Sí, me alegro mucho por ti. Pero, Scarlet... ¿qué harás con estos pequeños y sus importantes revisiones? Ya sé que no puedes evitar recoger animales heridos y abandonados, pero es una tarea que se te escapará de las manos con el tiempo.

—Tranquila, lo tengo todo controlado —le sonreí, dejando corretear a los animales a sus anchas para ayudar a May a levantarse—. Solo te pido que me ayudes un poquito más, pronto encontraré una familia de acogida para cada uno de estos animales.

>>Después de todo, son como mi
única familia. Debo asegurarme de que están a buen cuidado.

May guardó silencio ante aquella afirmación, afligida, pero mi rostro no le dirigió ninguna mirada entristecida contra todo pronóstico. Estaba bien. Así, cambió con rapidez el tema, empujándome hacia las escaleras que conducían a mi cuarto con prisa.

—Venga, déjate de tanto hablar y ve a prepararte, que te quedas en tierra al final. Deja que tita May se encargue de todo —y con una pequeña risa golpeó su pecho, orgullosa.

Yo me limité a agradecerle de todo corazón, y eché a correr hacia mi cuarto, no sin antes escuchar uno de sus gritos a medida que me perdía tras las escaleras:

—¡Y que sepas que he encontrado tu llave perdida en mi bol de cereales de esta mañana! ¡Como me entere que fue un intento de asesinato te acordarás de mis palabras, maldita despistada!

 

Jeremy Mason

Marla y yo fuimos los primeros en llegar a mi habitación puesto que yo la había llevado cargando antes de correr y a pesar de que mis padres no nos habían seguido (y esa era la razón principal por la cual me empeñé en correr lo más rápido posible) la pequeña Rebecca si que se había empeñado en seguirnos lo más rápido que sus pequeñas piernitas se lo permitieron.

—¿¡Por qué me dejaste atrás?! —reí levemente y tomé una de las maletas que estaban guardadas en mi armario y lo coloqué sobre mi cama sin responderle absolutamente nada. Ambas se colocaron al lado de mi maleta y observaron cómo metía lentamente las ropas que iba seleccionando dentro de esta. —¿Cuánto tiempo estarás fuera? —preguntó Marla mirando toda la ropa que entraba en la maleta, quizás ella era una de las que más me quería a pesar de hacerles tantas bromas y demás.

—No lo sé, no lo sé... no creo que sean demasiados días y les traeré recuerdos si es que lo recuerdo antes de irme, ¿si? —les sonreí y coloqué un par de zapatos, chanclas y esa clase de cosas. De hecho traía de todo un poco debido a que no sabía muy bien que clase de clima haría. —Y además... mamá y papá las mantendrían ocupadas para que no me extrañen y esa clase de cosas, suena bien... ¿no?

—Habrá un poco de paz en la casa... no suena tan mal —murmuró una de ellas —Pero tendrás que tener cuidado, dicen que hay muchos insectos feos en las islas...

Asentí sin mucho ánimo y seguí empacando las cosas que faltaban, pasaportes, cosas de limpieza, ropa interior y un tanto de cosas más, mañana será un día maravilloso.

 

Scarlet Graves

El último rayo de luz del sol se coló con dificultad en mi habitación y desapareció en cuestión de segundos, sumergiendo la estancia en la inminente oscuridad que traía consigo la noche. Mis ojos, acostumbrados ya a la poca iluminación del cuarto, mantenían toda su atención en la ropa que continuaba escogiendo y doblando, sin percatarme del paso del tiempo hasta que, debido a la poca visión, me choqué contra la silla y tuve que detenerme entre quejidos para intentar encontrar la luz.

—¿Cómo puedes ser tan desastre? —May dejó escapar una suave carcajada, presionando el botón de la luz en cuanto entró en la estancia. No tardó en recibir un fuerte almohadazo de mi parte directo al rostro—. ¡Auch! ¿Y eso ahora a qué ha venido?

—Viene a que no necesitaba tu ayuda para encontrar el interruptor, gracias —espeté, levantándome del suelo mientras arreglaba mi ropa sin dirigirle la mirada. Caminé hacia la maleta con intención de cerrarla por completo, cuando escuché cierto murmullo provenir de mi retaguardia.

—Tch, qué Tsundere estás hecha, chica —se burló, acariciandose el puente de la nariz al sentir aun el golpe, con una sonrisa que me retaba desde su lugar. Ugh, esta chica sabía sacarme de mis casillas cuando quería.

Me mordí la lengua para dejar que saliese victoriosa esta vez, y no tirarla por la ventana de otro modo, y continué mi tarea de cerrar la maleta con toda la fuerza de la que hacía alarde. Quizás me hubiese pasado un poco con el número de objetos a llevar, pero siempre era mejor ir precavida en la vida.

—Creo que con esto ya está. ¿Crees que sobreviviré con esto durante una temporada?

—Scarlet, tú eres capaz de sobrevivir con una horquilla y un chicle en una isla desierta, creo que estás exagerando demasiado —opinó, mientras caminaba hacia la cama en la que me encontraba y se sentó a mi lado, sacando de la maleta un objeto que no se dejaba encerrar—. ¿Una pelota? ¿En serio? ¿Para qué necesitas una pelota en un viaje a una isla paradisíaca?

—Nunca se sabe, quizás pueda salvarme la vida en algún momento —exclamé, quitándole la pelota de las manos mientras ambas nos dirigiamos miradas reprobatorias. Segundos más tarde, nos echamos a reír sin poder evitarlo.

Las siguientes horas se me hicieron cortas, demasiado. Ambas nos habíamos dedicado a terminar de recoger el hogar, y alimentamos a todas y cada una de las mascotas que habitaban aquel pequeño apartamento. Cuando nos tumbamos sobre el sillón, exaustas tras aquel agitado día, la vocina de un coche en la distancia hizo que se formase un repentino silencio entre ambas. Fruncí el ceño, levantándome del asiento para encarar a May con molestia.

—No me lo puedo creer, ¿ese imbécil ha venido a recogerte? ¿¡Cómo puedes seguir saliendo aún con el después de todo lo que te ha hecho!?

—Scarlet... —murmuró, afligida, e intento calmarme colocando sus manos sobre mis hombros. Sonrió, como siempre lo hacía, y maldecí a aquel tipo desde mis adentros—. Tobías y yo hemos decidido darnos una oportunidad más. Te lo prometo, a la mínima le dejaré, se lo he dejado claro.

Iba a refutar, a decirle que estaba dispuesta a bajar a la entrada para ir a hablar con aquel idiota cara a cara, pero decidí que lo mejor sería hacerle caso por una vez. Confiaba en ella, de verdad que lo hacía, pero temía que en mi ausencia no pudiese defenderse y...

Como sintiendo lo que pensaba, me rodeó con sus brazos, y yo no tardé en imitarla.

—Confía en mí. Te mantendré informada de todo, te lo prometo —poco a poco fue desprendiendose del abrazo, y la acompañé hasta la entrada mordiendo mi labio inferior con impotencia—. Debo irme ya. Prométeme que disfrutarás este viaje, ¿sí? Pasaré todos los días a atender a las mascotas.

>>Nos vemos pronto.

Y así, la joven se despidió agitando su mano, sonriente, y yo imité su acción devolviéndole la sonrisa. Iba a echar mucho de menos a aquella chica, quizás fuera la única persona que extrañaría a parte de mis pequeños inquilinos. En el fondo, sabía que podría cuidarse bien en mi ausencia. Era una chica fuerte.

—En fin, me voy a la cama ya, pequeñajos. No armeis ninguna clase de alboroto en mi ausencia, ¿vale? —suspiré, acariciando por última vez el pelaje de uno de los perros, quien ya se había acurrucado en su cama, antes de partir hacia mi habitación.

Debía estar totalmente enérgica para el viaje de mañana. Tenía grandes esperanzas puestas en ello.

 

Christian Jones

"El día está un poco frío hoy" Pensé mientras caminaba en dirección a mi casa, acomodándome la bufanda que llevaba aquel día.

Como ya había acostumbrado, todas las mañanas me levantaba en la madrugada para correr por toda mi colonia, y una vez que daba mis vueltas, regresaba caminando con tranquilidad.

Ese día no era la excepción, y como había terminado, me encontraba regresando a mi casa, sentí que vibró mi teléfono y lo saqué para leer rápidamente el mensaje.

"Arthur Smith
Inglaterra, Londres.
32 Abbey Lodge, St Johns Wood road"

Era lo único que decía, pero basto para hacerme fruncir el ceño.

"¿Inglaterra, en serio?" Un suspiró salió de mis labios, al mismo tiempo que contestaba un rápido 'buen trabajo'.

Mi mente trabajaba a mil por hora mientras pensaba en un buen saludo para un hombre el cuál nunca había visto, pero que tenía que visitar.

Iba a pagar la pantalla de mi teléfono cuando apareció una banda en la parte superior que decía: "Correo nuevo".

Con la intención de sacarme el tema anterior, no dude en darle click para que me enviará directamente el correo, pero nuevamente fruncí el ceño al ver que era Anónimo.

Lo leí rápidamente, y al terminar de leerlo me reí entre dientes.

— ¿Ahora tengo suerte? Sí, cómo no.

Y sin más, guarde mi teléfono para entrar a mi casa.

 

Jeremy Mason

Después de hacer mi maleta y hablar con mis hermanas un rato, explicándoles qué debían y que no debían hacer con los caballos, cómo tratar a los perros, los ejercicios que debían hacer y cuando noté que ya estaban hartas de oírme hablar las dejé ir del cuarto y continué mi "lección" en una hoja de papel, y no me malinterpreten, sabía que mis hermanas eran capaces de hacer las cosas bien pero... siendo esos mis animales no podía tomarme las cosas a la ligera.

Y una vez terminado mi hoja de instrucciones, me di un baño rápido y luego me fui directito a mi cama, mañana era un gran día y yo no quería arruinarlo estando cansado.

El día siguiente, me levanté temprano para desayunar con mi familia, mi madre había hecho una clase de festín para despedirme, algo que consideraba innecesario, no era como si yo no fuera a desaparecer o algo por el estilo pero como a ella le hacía ilusión evité comentar cualquier cosa innecesaria.

—Cuídate mucho mi pequeño —dijo mi madre cuando me abrazó para despedirme —. No aceptes cosas de extraños y esa clase de cosas...

—Mamá... creo que son cosas que debes decirles a Rebecca y Marla cuando hagan su primer viaje, no a mi —sonreí y besé su frente, luego hice lo mismo con mis pequeñas molestias, miré a mi padre y me acompañó hasta el taxi que me llevaría al aeropuerto, allí él se encargó de meter mi maleta a la cajuela [¿maletero en otros lugares?] y nos despedimos, subí al taxi y cerré mis ojos con impaciencia.

Debía admitir que tenía algo de nervios.

Contenido oculto

4 post listos :D Nyxbel

 

Christian Jones

Entré a mi casa y dejé las llaves en la mesa, para subir directamente y entrar a la ducha, sintiéndo cómo el agua fría relajaba mi cuerpo tenso

Aunque quisiera evitarlo, mi mente no sacaba la idea del correo que había recibido, y lo agradecía de cierta manera, ya que no quería pensar mucho en el tema del mensaje del detective que había contratado.

Me parecían sumamente extraño dos cosas:
La primera, que el correo que recibí no tuviera nombre o algo por el estilo.
Y dos, que, si gané algo, no vinierá mi nombre en el correo.

Además, yo no era del tipo de gente que compraba boletos o participará en premios como ese, después de todo, no creía en la suerte. Pero si existiera, nunca me dejaría ganar nada, desde que era pequeño me demostró que nunca tendría algo así como "suerte".

Cerré la llave y salí, mirando mi celular que estaba en mi cama.

No podía evitar sentir mucha curiosidad, aunque mi mente me gritará que no lo hiciera.

Suspiré. Lo estaba pensando demasiado.

— Bueno, supongo que puedo ir y comprobárlo, si es un fraude, me voy.

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Scarlet Graves

Revisé el reloj que portaba en mi muñeca con el ceño ligeramente fruncido, y volví a observar la extensa calle que se abría ante mí bañada por la tenue luz del alba. Cerré la cremallera de mi chaqueta al sentir un escalofrío recorrerme el cuerpo aquella fría mañana, las temperaturas descendían con fuerza en aquel preciso horario matinal y no sería buena pillar un resfriado justo ahora. Más le valía al conductor darse prisa, o acabaría congelada en la calle antes de poder poner siquiera un pie en el aeropuerto.

Decidí sentarme en un banco próximo a la espera del taxi correspondiente, sin separarme de mi equipaje en ningún momento, y saqué el móvil para entretenerme un rato a la espera de aquel conductor al que se le habían pagado las sábanas. Solo por eso ya se me habían quitado las ganas de dejarle propina (que tampoco tenía intención de hacerlo en ningún momento, seamos realistas). Un mensaje en aquella temprana hora de la mañana me sorprendió repentinamente.

"No te habrás olvidado de llevarte las llaves, ¿verdad? Porque yo no las tengo"

Mi rostro palideció de súbito, irguiéndome en el asiento casi perdiendo el aliento. Rebusqué con notorio nerviosismo las llaves en mis bolsillos, pero no había rastro de ellas. Oh no. Otra vez no. ¡Los animales iban a...!

"¡Tranquila, solo era una broma! Espero que hayas sobrevivido para leer este mensaje, boba".

Y del súbito terror no pasé al alivio inmediato, si no que me entraron ganas de ir personalmente a matar a esta maldita bromista. Sin embargo al cabo de unos segundos, una gran carcajada salió de mis labios. Había conseguido relajar los nervios del viaje con tan solo dos mensajes. Ya podía ver el taxi acercarse hasta mí.

—Gracias por los ánimos... A tu modo —susurré, enviándole aquel mensaje como el último que haría quizás en mucho tiempo, y recoloqué mi corto cabello para caminar con todas mis pertenencias hacia el taxi.

Dentro de él, ya no sentía ningún tipo de impaciencia ni nerviosismo. La experiencia en mis viajes lograba transmitirme mucha tranquilidad, ya estaba acostumbrada a este tipo de trámites. Ahora, apoyando mi codo en la ventana del coche, y mi mejilla en la palma de mi mano, observé las calles desiertas de la ciudad despedirme en silencio, abriendose paso mi siguiente e inminente destino.

Contenido oculto

Nyxbel Me too! :'D

 

Christian Jones

Un sólo pitido fue suficiente para hacerme despertar y mover mi mano en dirección al despertador para apagarlo.

Se senté sin prisas y me levanté de la cama.

Hoy era el día en que debía de viajar al lugar extraño del premio que supuestamente gane.

A final de cuentas, había accedido a ir para despejar mi mente un poco, porque una vez que terminarán mis "vacaciones", iría directamente a Inglaterra y le diría a ese tal Arthur.

'Eh, hola. No me conoces ni yo a ti, pero eres mi padre.'

O algo por el estilo. Aún pensaba en un buen saludo para el hombre que me dió la vida, pero me estaba inclinando por ese.

Me dirigí al baño para arreglarme y bañarme ya, puesto que como viajaba, decidí no cansarme y no ir a correr ese día.

 

Se ha añadido un Cronometro, que es el tiempo del que disponen para responder en el tema e intentar completar Objetivos.
Si tu personaje no cumple los objetivos asignados, será castigado con un bajón en las Necesidades, y hasta mala fortuna y quizá se muera :'(

 

Jeremy Mason

Fue justo llegar al lugar cuando dos hombres (quienes primero había pensado que eran un par de secuestradores que me iban a raptar y en un principio estaba preparado para huir de ellos) se acercaron a mi y terminaron de confirmar que efectivamente era uno de los ganadores de ese viaje para finalmente, guiarme hacia el avión.

Para mi sorpresa, había una chica pelirroja bastante linda detrás de mi, pero al parecer como había llegado primero me habían permitido pasar antes, dejandome ver con tranquilidad el gran avión en el que viajaríamos. Tanto los nervios como la emoción se apoderaron de mi cuerpo, ¡mi primer viaje en avión e iba a ser con uno privado!

Me giré levemente para comprobar si alguien había entrado y solo me encontré con un guiño por parte de la azafata, le saludé con una pequeña sonrisa y me dirigí al asiento 4

 

Scarlet Graves

Apreté con más fuerza de la debida el asa de mi maleta, abriendome paso entre la muchedumbre con una sonrisa de cortesía de lo más forzada. Por cada paso que daba, un empujón. Intentaba cambiar de lugar, un empujón. Retrocedía con cuidado... ¡Sorpresa! Un empujón. Y el agarre iba siendo cada vez más fuerte, siendo esta mi vía para descargarme de la molestia y el estrés que se iba acumulando al estar encerrada en aquel maldito aeropuerto en hora punta. ¿¡Es que acaso toda la ciudad se había puesto de acuerdo para salir de viaje a la vez!? Por esto odiaba los núcleos urbanos, necesitaba salir de aquí lo antes posible.

Llegar a la zona de registro me llenó de una sensación de alivio indescriptible, y solté la maleta de súbito mientras soltaba un gran suspiro de mis labios. En este punto el núcleo se había disipado casi por completo, y podía respirar con total libertad sin tener que chocarme y soltar disculpas cuando estaba claro que había sido su culpa. Ugh, me sacaban de quicio.

"¿Nombre?"

—¿Uhm? —alcé la cabeza con desinterés al escuchar que me hablaban a mí, y tomé la maleta de nuevo para acercarme a la zona de registro—. Scarlet, Scarlet Graves —murmuré casi de manera mecánica, revisando el reloj cada dos por tres sin atender a mi alrededor. Cuando me dieron luz verde, abandoné el aeropuerto para subir al avión indicado.

Mientras subía las escalinatas y me adentraba al avión, observé no sin cierta curiosidad a otras personas que parecían haber recibido el mismo mensaje que yo. Intercambié miradas fugaces entre cada uno de ellos cuando se me dio la ocasión, y me percaté del hecho de ser la única mujer entre los tripulantes de la sección indicada. Tampoco era un hecho que me importase demasiado, había venido a descansar y divertirme, no a buscar amistades hasta debajo de las piedras. Sin embargo, me distraje demasiado curioseando el interior del avión que no me percaté de la presencia de una de las azafatas, quien de un empujón me hizo a un lado y acabé sentandome en la supuesta fila 4.

—¡Eh, mira por dónde vas! —exclamé, molesta, siguiendo con la mirada a la azafata de muy mala gana hasta que se perdió de vista. Suspiré, e intenté calmarme un poco observando los alrededores—. En fin, ya que estamos... Me quedaré aquí.

Aquellas palabras las pronuncié en un pequeño susurro, mirando hacia el techo durante unos instantes sin percatarme de la presencia de nadie. Pero algo me hizo girar la vista hacia el asiento de al lado, quizás había sido alguna pequeña risita o murmullo del joven que había visto mi particular llegada. En el asiento, uno de los chicos que me acompañarían en el viaje me observó con curiosidad; creo que ha visto mi ridícula caída. Dejé escapar una suave risa por lo bajo y eché mi cuerpo hacia atrás para acomodarme, volviéndome hacia él con una pequeña sonrisa—. Espero que no te importe, pero ya que aquella cretina de antes me dejó con tal "sutileza" en este asiento, supongo que me permitiré quedarme aquí.

>>Además... Si vamos a permanecer por tiempo indefinido en esta extraña isla, quizás sea lo mejor llevarse algo bien, ¿no crees?

 

Christian Jones

Cuando me dí cuenta de ello, ya iba bastante tarde.
Maldije por lo bajo mientras me apresuraba un poco, agarrando firmemente mi maleta donde venía ropa con diferentes funciones, practicamente traía un poco de ropa de cualquier tipo por si las dudas, ya que no estaba seguro de cómo podría estar el clima de la isla. Además, traía una pequeña maleta bolsa, donde traía mi tablet, un poco de paracetamol por si las dudas con otras pastillas para el mareo y de fiebre, ya que, de nuevo, no estaba seguro de la isla.
También traía unas hojas sueltas y pluma, por si me animaba a enviar antes una carta a mi supuesto padre. Cosa que dudaba, pero lo traía.

Pedí comprobar la carta, y debo de admitir que me sorprendí al ver que era verdad, pensaba que estaban jugando.

Entre al lugar para notar a unas personas más, y a la azafata bastante...Coqueta.

Fruncí un poco mi ceño mientras me dirigía al baño para refrescarme un poco.

¿Por qué era tan coqueta con todos? ¿Lo hacía por que, simplemente, tenía una personalidad "social", o quería algo?

"Bueno, supongo que si quiere algo, lo sabré" Pensé mientras entraba al baño.

 

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Jeremy

Te Sentaste en el cuarto asiento, algo relajado y al lado de una de las ventanillas donde se podía observar el paisaje urbano de la ciudad que se encontraba bajo el vuelo del avión, pues sí, ya había comenzado el vuelo y se dirigían a la Isla. Detrás de ti, sentiste que se sentó otra persona, parece ser la chica pelirroja, quien desde esa dirección intentó hablar contigo pero es incomodo... Obvio, le estas dando la espalda... Si deseas conversar con ella, creo que sentarte a su lado en el puesto número 6, podrían iniciar una conversación.

Contenido oculto: Acciones

ASIENTO Nro 4

1. Observar por la Ventanilla
2. Relajarse y Dormir
3. Observar discretamente a los demás.
4. Revisar la funda trasera.
5. Levantarse e ir al Baño.
6. Llamar a una azafata.
7. Levantarse y coger una Revista de la Encimera.
8. Cambiarse de Asiento (Indique a cual asiento disponible, desea cambiarse)
9. Observar Alrededores.

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Scarlet

Te has sentado en el quinto asiento y tratas de socializar con el chico delgado, pero joder... es incómodo, pues se encuentra tras de ti. Y para colmo, el asiento cuatro se encuentra solo y no tiene asiento de compañía al lado... pero puedes optar por sentarte frente a él en el Asiento número 1 y allí podrán entablar una mejor conversación. Frente a ti hay una mesa con una laptop y una botella de whiskey con un vaso.

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ASIENTO Nro 5

1. Observar por la Ventanilla
2. Relajarse y Dormir
3. Observar discretamente a los demás.
4. Revisar la funda trasera.
5. Levantarse e ir al Baño.
6. Llamar a una azafata.
7. Levantarse y coger una Revista de la Encimera.
8. Cambiarse de Asiento (Indique a cual asiento disponible, desea cambiarse)
9. Observar Alrededores.
10. Tomar Whiskey que se halla sobre la mesa.
11. tomar la Laptop y Navegar por Internet.

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Christian

Llegas al Baño y estas sorprendido pues, es un baño con lo necesario para satisfacer las necesidades de los viajeros, un lavamanos, un maletín de primeros auxilios, un botiquín de emergencias, alcohol etílico y un inodoro. Tiene espacio suficiente para cometer guarradas... supongo.

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BAÑO

1. Orinar/Cagar
2. Lavarse las manos
3. Refrescarse
4. Examinar alrededor.
5. Salir

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