Yo no.

<<Designado de Dios. Gran ángel celestial>>

Estiró las alas como papel; tras leer la inscripción de su diario. Con las uñas pegó golpecitos a la tapa de cuero rojo, ciertamente parecía ser una obra de arte. Parpadeó y mordió su labio inferior, llevándolo hacia dentro. Acarició el mismo con su lengua, era áspera, como la de los gatos.

Sus largas alas se plegaron y, volvieron a su sitio. Abrió la boca y tomo suficiente aire como para que, su garganta se oxidara, como manzana.
Movió la tapa de cuero.

<<El más y mejor ángel. El predilecto. El segundo al mando. El más bello y hermoso salvador; destinado a un futuro brillante>>

Bajó la mirada hacia sus rodillas. Las observó, observó las quemaduras que tenían. Se le revolvió el estómago. Estiró con firmeza sus brazos; los miró con desgana. Quemados y, llenos de marca.

Sus alas volvieron a estirarse, pero, con mucha más fuerza. Por un impulso, sus manos, se fueron directo a su cabeza, a tocar sus cuernos. Un par de pilares que él no decidió tener, el nunca quiso ser marcado de esa manera; bajó las manos.
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<<Admiraba a Dios. Lo observaba todo el tiempo, lo idolatraba. Deseaba ser él. La creación quería ser el creador. Se acercó todo lo posible a Dios>>

Apretó los dientes con fuerza. La quijada apretaba las piezas bucales. Las alas habían llegado a un punto máximo; estaban totalmente estiradas. Apretó con fuerza las manos, clavándose las uñas en las palmas. Abrió los ojos y detalló sus piernas; tensó los músculos.

Los cuernos, las marcas; empezaron a estirarse. Empezaban a caer sobre su cara, sobreponiéndose a la vista. Sus venas se llenaron de calor.
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<<Lo observó a diario. Se dio cuenta de algo, realmente, según Dios, se lo invento. Decía que Dios era el malvado de nuestra historia; decía que quería convencernos de seguir ideales tontos y, que quería, hacernos sus esclavos. ¡Qué estupidez! Seguro nuestro padre le dará algún castigo>>

Clavó las largas uñas en la madera negra, quemada. Eso era todo lo que tenía, a todo lo que podía aspirar. Sus piernas no se quedaban quietas, estaba inquieto. Hacia fuerza contra el suelo; suelo de madera roída y llena de hongos.

Los cuernos se estiraron hasta tomar una forma curvada, quedando frente a su cara, pero, sin cubrirle la vista.

Se volvió a morder el labio inferior, pero, con más fuerza. Movió los ojos por todo su cuadrante. Rodeado de barras al rojo vivo; creando un rectángulo. Las uñas se movieron despegándose de la madera.
Otra página.

<<Dios no iba a quedarse de brazos cruzados, no. Tomó cartas en el juego. Reprendió al angelito. Todos sus seguidores le dieron la espalda, no es traición, porque el traiciono antes. Dios tuvo una discusión>>

Un horrible sabor amargo invadió su boca. Tuvo arcadas. Su cuello se retorció. Su organismo interno se quemó, se llenó de bilis.
Su cuerpo tuvo pequeños temblores; eran incontrolables.

Se cruzó de brazos. Intentaba darle calor a sus propios brazos, a su cuerpo.
Más páginas.

<<Se defendía diciendo que era un “Libre pensador” esto era para reírse. Dios no tuvo piedad. Lo condeno a lo peor, a vivir en un infierno, a ser desterrado para siempre. ¡Qué felicidad!>>

Se paró con mucha fuerza. Cerró con fuerza el libro estúpido. Con la yema de su dedo quito el polvo que estaba debajo de la inscripción.

<<LUCIFER>>

Su cuerpo se tensó entero. Apretó los dientes. Levantó la mirada hacia el cielo, hacia el techo. Igual estaba cubierto de barras. Se soltó. Cayó al suelo. Retumbo su cuerpo en el caliente suelo de piedra; el sonido reboto por toda la jaula.

—Yo no — Habló en el suelo, entre jadeos.

Yo no castigo, yo no dirijo el infierno, yo no compro almas usadas, yo no miento, yo no engaño, yo no juego, yo no odio, yo no discrimino, yo no mato, yo no soy malo.
Sonrió.