Mucho hemos oído hablar sobre las metáforas, o el sentido metafórico de ciertas frases. Y es que en la vida cotidiana, sin darnos cuenta, hacemos uso de esta clase de expresiones una y otra vez, ya sea para darnos a entender mejor, para denostar, para exagerar o para enaltecer, con mucho efecto sobre quien nos recibe nuestro mensaje. ¿Qué es, entonces, una metáfora? De manera extendida, podríamos decir que una metáfora es una expresión con la que se pretende adjudicar ciertas cualidades de un concepto en otro. De esta manera, cuando tratamos de insultar a alguien con típicas frases como "¡Es un cerdo!", bueno, básicamente lo que estamos haciendo es adjudicarle a la persona la característica popular de la que se tiene noción sobre los cerdos. ¿O qué tal decir "La tarea era pan comido"? Se pretende relacionar la tarea con la facilidad que supone comer pan. Por lo tanto, lo que se quiere decir es que la tarea fue sumamente sencilla. Entendiendo de la manera más clara el concepto de metáfora, podremos suponer que dichas expresiones han sabido ser explotadas por escritores y poetas desde siempre. Habiendo expresiones más o menos bellas, se han podido enriquecer los textos dándoles musicalidad, elegancia y estética. "Eres la luz de mi existencia". Una frase así, ciertamente, causa un mayor impacto visual y sonoro que decir "te necesito". Es el adorno, es la gracia y es el retoque que puede hacérsele a un sentimiento de una forma poética. "Tan hermosa como una flor" no es precisamente una metáfora, dado que no se está concediendo la cualidad de la flor de forma directa sino que se le está comparando con una. No obstante, funciona igual de bien al momento de escribir para darle variedad a la narración. La clave es ir intercalando adjetivos directos, comparaciones y metáforas, para lograr que la prosa o el verso que se está escribiendo tenga la suficiente elegancia y belleza que se desea. Por supuesto, se debería prestar atención a otros recursos literarios que también pudieran servirnos para darles múltiples cualidades "extras" a un relato que de otra forma sería lineal y soso. Pero de éstos ya hablaré en otra ocasión. Para practicarlo, les aconsejo que escriban un relato (o poema) prestando especial atención en las metáforas y aplicándolas. No demasiadas, se tiene que balancear para que tampoco resulte exuberante o cansino. Pero en vez de decir las cosas tal cual son, prueben a cambiar un poco su estilo incluyéndolas y luego lean lo escrito a ver si les gusta. Sean imaginativos, ocurrentes y originales. ¡Las metáforas están en todos lados, sólo es cuestión de encontrarlas! Saludos.
Si hay un error que me molesta de los escritores novatos es que una gran mayoría nunca aprenden a usar las metáforas. Consumen demasiada literatura «literal» que solo narra para describir y nunca embellece esas descripciones. Para mí, uno de esos aspectos que se elogiaba mucho a los antiguos escritores y se está perdiendo actualmente es el desuso de estas figuras, siendo que en estas recae un gran peso de la belleza del escrito. Muchos de los cuentos y narraciones que han trascendido a través de los años no destacaron por una trama de muchos giros, sino precisamente por la manera de utilizar las metáforas (y otros recursos) que manejaban los autores. Me parece genial hacer este tema para recordar lo esencial de no narrarlo todo tan obvio.
Justo hablaba anoche de este tema con una amiga. Acerca de como los libros actuales -principalmente best-seller para adolescente- narran todo con palabras sencillas y literales, haciendo caso omiso de los elementos que hacen la descripción hermosa, como sería la metáfora. Por eso al ver este tema de inmediato lo abrí *-* es algo muy importante que hay que recordar...
La metáfora es una de las cosas más lindas que tiene la escritura ♥ Hace poco, volví a editar mi historia y recién descubrí ese mundo lleno de palabras y frases que significaban algo y a la vez enriquecían el texto *o* Contenido oculto Y aunque nadie le importe, mis pasos para escribir son estos: 1. Escribir literalmente lo que sucederá en el capítulo 2. Re-escribir el capítulo agregando pensamientos, sentimientos y metáforas 3. Revisar si hay algún error 4. Volver a editar con alguna metáfora xD
Mathias Malzieu es un ejemplo de la utilización de la metáfora en la literatura. A penas vi este tema me acordé de él.
De acuerdo a Cygnus pero faltaría añadir los efectos adversos de la metáfora mal utilizada para hacer un poco más completo el tema: 1. Requiere que las comparaciones simbólicas sea entendida entendida por el lector, idealmente si provienen de una misma cultura o con un pensamiento parecido. Si falla, nos encontramos con frases ambiguas que no es posible comprender o que puede dar a malentendidos en diferentes partes del mundo que compartan o no la misma lengua. 2. La abstracción que genera la metáfora puede perjudicar el valor del texto literario en lugar de enriquecerlo. Cuanta más metáfora hay, más atención debe tener el lector para entender la trama de la historia. 3. El problema de la verborrea o el defecto de hablar demasiado produce el mismo efecto que la charlatanería: produce un gran efecto de persuasión en el oyente pero si se observa con atención hay un fuerte vacío de contenido. Es difícil crear historias con metáforas que no tengan estos fallos pero ya sabéis. Usadla en los momentos adecuados y en el género que lo requiera, y no me refiero sólo a la prosa poética.
Es cierto, la metáfora enriquece el texto, pero es como dijo Shiu, que varios de los escritores modernos utilizan un vocabulario tan sencillo que caen incluso en palabras repetidas vez tras vez perdiendo incluso el uso de los sinónimos, pero lo peor no es eso sino que, para llegarle a los jóvenes, usan el mismo vocabulario que estos utilizan en su diario vivir, uno meramente coloquial y a veces hasta vulgar. Diálogos que incluyen lenguaje altisonante. Y todo porque escribir de manera neutral ya es visto como una incongruencia. ¿De dónde saca el escritor que uno nacido en barrio pobre y poca educación puede tener una lengua tan refinada? Así que nada como apegarse a la "realidad" para que los lectores no tengan qué decir y se sientan identificados, que al fin y al cabo, cuando menos en mi país México, la gente, sí, la mayoría utiliza el vocabulario altisonante cada día, a cada rato, en fin que en todo tiempo y no es que me espante o juzgue, pero... ¡qué feo!