Nariz era un apodo extraño para una mujer; sin embargo, lo más extraño para él era enmudecer a su sola presencia.
Imaginar cosas era lindo. Le gustaba visualizarse de diversas formas, cosa que era de esperarse en una niña de cinco años.
Encontrarme tampoco puedo si tú no estás a mi lado, porque el frío que deja tu vacío me duele y me hace tiritar.
Tú, fría dama de hielo deja de jugar con este enamorado corazón que tale sólo por migajas de tu amor.
Lentamente se escapan las mariposas de mi estomago, lentamente dejan de avisarme que estoy enamorado.