One-shot de Pokémon - Nótanos esta navidad, senpai

Relato para la actividad: Un santa no tan secreto
Oh, se me había pasado, esta historia está coprotagonizada por Mondo... ¿que quién es Mondo?

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Mondo (モンド Mondo en japonés) es el ayudante de Jessie y James, el cual les saca de todos los líos en los que estos se meten.

Este joven miembro de Team/Equipo Rocket admira a James y Jessie, es uno de sus más grandes fans, por ello está siempre detrás de ellos ayudándolos en los aterrizajes de los despegues y le gusta ayudarles en todo lo que puede. A Mondo solo se lo pudo ver en un CD de drama japonés, y además su principal Pokémon es un Ditto.

Alguna vez desee ser la mejor ladrona del mundo, que mis robos fuesen tan prodigiosos que se hablara de ellos por todas las regiones; quizá por ello accedí a ser parte del Equipo Rocket, no porque me agradara la idea de tener un jefe y entregar mis botines, pero… ¡Ey! Hay que empezar a hacer currículo de algún modo ¿no? Tal vez fue un error no darme cuenta que la palabra equipo implica, pues… tener tratos con otras personas.

Más específicamente, un compañero.

—¿Es en serio? —pregunté señalando al chico que habían puesto frente a mí.

—Si no te apetece la idea, tenemos quince reclutas más en lista de espera —respondió el evaluador.

—Eh, sí, no hay problema.

—Bien, ahora serás parte de la unidad auxiliar.

—¿¡Es en serio!?

Definitivamente no era lo que estaba esperando, nada podía ser peor que eso.

—¡Hola! Mi nombre es Mondo, me gustan los Meowth y las tartas de frambuesa, un gran gusto conocerte… ¿Te llamas Plushy, cierto? ¡Seremos los mejores compañeros de toda la organización! —A veces pienso muy rápido…

Pero la verdad es que no todo era tan malo: ganábamos un sueldo base y obteníamos bonos dependiendo de los resultados, ser parte de la organización aun siendo de bajo nivel te daba cierto status ante las pandillas y delincuentes locales, además del acceso a herramientas y tecnología fuera del alcance de un simple ladrón de habitaciones.

Y también estaban ellos, mejor dicho… él.

Mondo no tardó demasiado en presentarme a sus “superiores”, por aquel entonces miembros reconocidos de la organización: los temidos Jessie, James y Meowth de Kanto. Todavía recuerdo el formalismo con el que me presenté ante tan eminentes ladrones y la reacción de mi compañero quien casi se desmayaba intentando articular palabras. Pasaron un par de meses cuando los ‘rumores’ comenzaron a llegar, al parecer se habían obsesionado con conseguir un Pikachu muy singular y en verdad debería de serlo considerando que una rata amarilla no es prioridad ni siquiera para alguien de rango tan bajo como el nuestro. También había escuchado sobre sus constantes fallos y la desacreditación del jefe. A mi compañero no le importaba porque gracias a ello, comenzamos a verlos más seguido; nos asignaron como sus brigadistas y continuamente nos embarcábamos en su búsqueda para darles viáticos o armamentos y casi siempre los encontrábamos en un hoyo o colgando de un precipicio…

Como aquella ocasión en la que Mondo se encontraba la final del risco sujetándonos mientras yo bajaba por la cuerda. Aún con la fuerza del Tauros de Mondo jalando del otro extremo, decidimos que los subiríamos de uno en uno por seguridad; con Meowth y Jessie no hubo mayor problema, pero cuando estábamos a punto de terminar, la soga se venció haciéndonos caer al vacío.

Abrimos los ojos casi al mismo tiempo y debo confesar que el tiempo que me quedé viéndolo... bueno, fue el suficiente como para que se adelantara a preguntarme si yo estaba bien. Le respondí que sí a medida que sobaba mi brazo… un buen golpazo y varios rasguños pero nada del otro mundo, aunque él insistió en revisarlo pese a que el suyo también estaba lastimado. Sonará como a una de esas cursis novelas que suelo evitar a toda costa, pero cuando estás acostumbrado a que la gente por encima de ti sólo te grite las fallas y errores que has cometido, pequeños detalles como esos se vuelven importantes en tu vida.

Acordamos que lo mejor sería esperar a que el resto del equipo llegara por nosotros porque teníamos fe en que así sería (al menos porque Mondo insistiría en ir a nuestro rescate, conociendo el carácter de Jessie las apuestas se irían a la mitad…). La siguiente media hora se nos fue hablando de… yo qué sé, las cosas normales de las que hablan los ladrones profesionales como nuestros más grandes botines o los peores regaños de parte del jefe; aunque gracias a eso supe de su colección de tapas de botella y de una fascinación especial por los tipo planta… ¿¡Eh!? ¡No, les aseguro que no fue nada romántico ni…! Como sea. Cuando los chicos llegaron en el Jeep, intuí por el sonrojado rostro de mi compañero que ellos también tuvieron su pequeño momento a solas; usamos lo que teníamos a la mano en el botiquín y buscamos un buen lugar para acampar ya que el sol estaba por caer.

A veces Mondo y yo nos aferrábamos a pensar que nuestro gusto por el trabajo correspondía a cuestiones meramente profesionales, como intentando negar el hecho de que éramos dos adolescentes enamorados idiotamente de una parte de la plantilla laboral de la organización más terrorífica de Kanto y Johto, pero al menos eso hacía más fácil las instancias cuando nos hallábamos sumidos en la oscuridad dentro de parajes peligrosos para poder entregar la mercancía y recibir su sonrisa como el verdadero pago de nuestra labor.

Cuando el invierno llegó, nos percatamos que estábamos a un par de días de navidad y el trabajo nos había absorbido lo suficiente como para olvidar roba… digo… comprar algo cuando pasamos cerca de Ciudad Azafrán.

—¡Por los rayos de Zapdos! Estamos muy lejos de cualquier ciudad, aún en el Jeep nos llevaría más de un día llegar a la civilización y según el localizador, ellos se dirigen a las cuevas del norte; para cuando los alcancemos ya se habrá pasado la fecha —gritaba a la par que daba vueltas como un Psyduck confundido.

—Podemos simplemente darles doble ración… aunque nos las descuenten del sueldo… otra vez —sugerí no muy convencida de querer otra reducción a ya nuestro precario ingreso.

—¡No, no, no! —Respondió más que enojado con una cara de desesperación que no podía ocultar— ¡Tiene que ser algo especial! ¡Es la única oportunidad que tendremos para que ellos nos…!

Su cara se tornó completamente rojiza, a estas alturas no era ningún secreto cuáles eran las verdaderas intenciones, estoy segura que a pesar de jamás haberle comentado nada y pese a los constantes regaños de mi parte por ponerse como una colegiala cuando mencionaba que “la gran Jessie esto, la gran Jessie lo otro”, él sospechaba que el chico de ojos verdes no me era completamente indiferente o que al menos intentaba buscar una bonita amistad con los ‘superiores’. Normalmente era Mondo quien siempre mostraba optimismo, verlo derrotado ante tan poca cosa me causaba una sensación bastante extraña e incómoda.

—¡Mondo, tranquilo! Aún tenemos algo de tiempo. Si no puede ser algo que podamos… ‘conseguir’ en una tienda, perfectamente puede ser otra cosa. ¡Piensa! ¿Qué podemos darles que sea de su especial agrado?

—Bueno, sé que a Jessie le gusta… —¡Por las antenas de Dragonite! ¡Juraría que en el archivo no viene esa información! ¡No me tomaré la molestia de averiguar cómo es que sabe tantos datos personales!

—Eh… Mondo… yo hablaba de algo más… general… algo… pequeño y… amarillo.

Su respuesta fue una cara de verdadera sorpresa.

—¿¡Estas loca, Plu!? ¡No podemos capturar a Pikachu! Si los superiores llevan meses y meses intentando, ¿qué nos espera a nosotros que estamos a años luz de ellos?

Lo primero que sentí fueron ganas de darle un porrazo por usar los años luz como unidad de distancia y no de tiempo; y segundo, Mondo tenía que saber que nuestros ‘superiores’ realmente no eran lo que él pensaba.

—¡Mondo, si ellos no han podido capturar a esa rata es porque…!

De pronto me congelé, no me sentía con los pantalones para decirle todo lo que había escuchado en los cuarteles y que tristemente había corroborado en un informe que pude espiar la última vez que estuve en la oficina central. Él se limitaba a decir que eran meras habladurías o simplemente una mala racha, no sé si se negaba a aceptar la realidad o simplemente era muy ingenuo y tenía todas sus esperanzas en que ellos eran verdaderos ángeles.

—Es porque aún no han contado con nuestra ayuda —dijo sonriendo y poniendo sus manos sobre mis hombros. Contagiada por ese gesto, nos montamos en el Jeep y marchamos en busca de esos bobos.


Tardamos casi un día entero en dar con ellos, lo que nos dejaba con sólo un día para lograr tal hazaña. Lo primero por hacer era crear un plan de trabajo.

—Cavamos el agujero y luego…

—¡Un agujero! ¿En serio? ¡Mondo, esto no es una caricatura!

—Los superiores siempre dicen que un ataque sorpresa es lo mejor y para ello nada como un agujero en el piso… ¡Es un clásico porque funciona!

Ahora comienzo a comprender por qué no han podido con la misión…

—Bueno, ya, hacemos el hoyo y luego… ¡usamos las armas, los mandamos al más allá y nos quedamos con Pikachu!

—¡Plushy, somos ladrones, no gánsters! ¡Y ni quisiera tenemos armamento!

—Pero sí una bomba de somnífero.

Los dos miramos la esfera y empezamos a reír como maníacos imaginado que el roedor sería nuestro y con ello… Urgh, estamos babeando demasiado.


Nos encontrábamos en la copa de los árboles espiando con binoculares como todos unos profesionales. ¡Objetivos localizados! ¡Y estaban tan cerca de caer en nuestra trampa!

—¡Me muero de hambre!

—¿Es que sólo piensas en comida, Ash? Acabamos de almorzar.

—Pero no terminamos porque alguien se puso a quejarse de que en bosque había muchos bichos, ¿verdad, Misty?

—Niños, ¿podrían dejar de pelear al menos por un día?

—¡A quiénes llamas niños! —gritaron una chica con cabello de zanahoria y un chico de cabello como estropajo. El grupo se puso a discutir a tan sólo unos pasos de la trampa y tuvimos que esperar… y esperar… y esperar…

—¡Esos torpes no se mueven! —grité malhumoradamente, Mondo sólo hizo una seña para que bajara la voz.

—A este paso no nos dará tiempo de envolver la jaula —vaya, este chico sí que está empeñado en darles el regalo perfecto.

—¡Mondo, espera! ¿Por qué no…? —comencé a cuchichearle algo al oído y su rostro se iluminó radiantemente…

—… ¡Y recuerda que aún me debes mi bicicleta!

—¿Todavía sigues con eso? ¡Ya te dije que te daré una cuando pueda!

—¡Pues espero que ese ‘cuando pueda’ sea ya mismo!

—Chicos…

—¡Eres una enfadosa, Misty!

—¡Y tú un cabeza dura, Ash!

—Chicos… ¡Chicos!

—¿¡Qué!?

—Nada, sólo que… ¡Un Tauros salvaje y salido de la nada se acerca hacia nosotros! —Todos miraron a sus espaldas y ¡Pum! El pokémon los embistió directo a la trampa.

Bajamos de un salto hasta estar en el borde, Mondo tenía la bomba sus manos y supuse que estaba a punto de lanzarla, pero lo que pasó a continuación superó todas mis expectativas…

—¡NYEH! ¡ENTRENADORES INCAUTOS! ¡HOY ES EL DÍA EN QUE CAERÁN ANTE LOS INTRÉPIDOS MALECHORES DEL BLANCO AMANECER! ¡PREPÁRENSE PARA LOS PROBLEMAS QUE SE HAN ESTADO BUSCANDO!

—¡Pero qué demon…!

—¡PLUSHY, TU PARTE! ¡Por favor, sigue el lema!

—¿¡ESTÁS IDIOTA O QUÉ TE PASA!? ¡YO NO VOY A DECIR NADA!

—Pero… pero… Si este va a ser nuestro gran logro ¡tenemos que hacerlo con estilo! —gritó eufóricamente agitando las manos.

—¡Mondo! Sólo arroja la maldita bomba para que ellos se queden dormidos, capturemos a la rata, adornemos la jaula y podamos entregar el regalo.

—¡Porfa, porfa! ¡Es que siempre quise hacer esto! ¿Alguna vez los has visto haciéndolo? Se ven tan galantes, tan heroicos… Es como si un aura los envolviera en ese momento…

—¡ARGH! ¡YA QUÉ! Ejemm… ¡Y… y más vale que se estén orinando en sus pantalones, muchachos tontos! —¡Wow! En verdad que decir esa sarta de tonterías sí que te sube la moral.

—¡Para proteger al mundo de la devastación!

—¡Para…! ¿Qué era lo que seguía…? ¡Mondo, no me digas lo que tengo que decir, déjame improvisar a mi modo! ¡Para lograr nuestra bonificación de fin de año!

—¿Improvisar? ¡Oh, tienes razón! ¡Ellos lo hacen todo el tiempo! ¡Para que nuestros superiores nos noten!

—¡Y tal vez nos den un abrazo por ello!

—¡O un beso!

—¡Mo…Mondo! ¡No… no digas eso que me sonrojo! Ah… ¡Yo… yo soy Plushy!

—¡Y… y yo Mondo!

—¡Los miembros de la brigada de la unidad auxiliar…! ¿Oye, crees que sí nos den un beso?

—Rin… ríndanse ahora o… Puede ser, ¿te imaginas? Ellos se acercan a nosotros y nos dicen: “Chicos, han hecho un excelente trabajo, con esto el jefe nos hará miembros de la división A y todo gracias a ustedes, por eso… por eso” imagina que lo dicen lenta y sensualmente…

—¡Mon…Mondo! ¡Estamos en medio de una misión, no escribiendo una de esas historias tontas de internet! ¡Contrólate hombre que si no…! Ahora que lo pienso con esos ojos yo… y si él… ¡Mondo, me haces pensar cosas raras! Total, ya se fastidió el lema… ¿Te importaría arrojar la bomba de una buena vez?

Se acercó al agujero y se asomó sólo para descubrir que… ¡No había nadie dentro! Miramos frente nuestro y el trío de entrenadores estaba frente a nuestras narices, el chico de gorra llevaba un Bulbasaur en sus manos, así que había usado látigo sepa en lo que nosotros perdíamos el tiempo con nuestras estupideces. Atónitos, no pudimos reaccionar a tiempo cuando ordenó a Pikachu lazar un impactrueno que nos dio de lleno… Sorprendentemente pese al dolor del ataque, no hubo explosión alguna ni salimos volando… ¡La suerte estaba de nuestro lado!

—Eh… Plu… se acaba de accionar la bomba….

—Oh…

Caímos en brazos de Morfeo y no despertamos hasta bien entrada la noche.


Era nochebuena, las familias normales preparaban la cena y alistaban los regalos frente a la chimenea mientras la nieve cae y ellos miran el hermoso paisaje desde la ventana.

—¡Voy a vomitar! —gritaba mi compañero mientras se aferraba como podía al lomo de mi Dodrio.

—¡Deja de quejarte! Por culpa de tus tonterías perdimos nuestra oportunidad de oro, mi Dodrio es más rápido que el Jeep y es la única manera que vamos a tener de alcanzarlos.

—¡Pero voy a vomitar!

Miré a otro lado para no ver… así era como los miembros de la unidad auxiliar pasábamos la fecha, qué momento para estar vivos…

Llegamos a la entrada de una aldea, dedujimos que ahí era donde esos bobos se dirigían y acertamos ya que pudimos divisarlos a la distancia. Si pedían posada las cosas se dificultarían bastante por lo que era un todo o nada en el páramo que daba a la entrada. Le grité que nada de tonterías, usaríamos la fuerza bruta para terminar con esto de una buena vez por todas.

En el punto exacto, llamé a Golduck de su pokébola y ordené atacar con confusión. Mi pokémon cerró los ojos para concentrarse hasta que la joya sobre su cabeza comenzó a brillar en carmín, los abrió nuevamente para invocar el ataque y sin que ellos supieran qué estaba pasando, quedaron totalmente inmovilizados.

—¡Mondo! Pídele a Ditto que se transforme en un pokémon poderoso para atacar.

—Ditto no puede transformarse en un pokémon que no tenga enfrente.

—¡Entonces pídele que se transforme en un cañón o algo!

—Eh… también necesito tener el arma a la mano.

—¡Por el amor de…! ¡Mondo, he visto como Ditto se puede transformar en llave para abrir cerraduras!

—Pero eso es diferente, Ditto puede moldearse a la cerradura y es por eso que…

—¡Golduck va a perder la concentración si no actúas…! ¡Vete al diablo! ¡Dodrio, usa triataque ya!

El ave juntó sus tres cabezas para concentrar el ataque y tres rayos de diferentes colores salieron de sus picos. Si teníamos la suficiente suerte, podíamos congelarlos, quemarlos o paralizarlos, en ese estado, la captura sería pan comido. Claro está que también le haríamos daño al ‘presente’ pero al fin y al cabo ¿para qué sirven las pociones? El fin justifica los medios.

Antes del impacto, algo salió despedido de los arbustos, la sombra poco a poco tomó forma… ¡Oh, no!

—¿Soy yo o los bobos están flotando? —preguntó el apuesto chico de cabello lavanda.

—A lo mejor se acaban de unir al circo, nya —respondió burlonamente el pokémon parlanchín.

—No voy a cuestionar la lógica del asunto si ésto hace más fácil nuestra captura, ¡A por ellos! —ordenó la dueña de las pasiones del chico de pelo castaño y ojos avellana que tenía por compañero.

Pero antes de que pudiesen dar un paso en frente… ¡BOOM! El triataque les dio de lleno…

—¡Que no haga cambio de estado! ¡Que no haga cambio de estado!

Una llamarada salió de la explosión, acompañado de un horrible grito de dolor y sufrimiento.

—Quemadura… —me di de topes en la cabeza a la vez que me gané una buena zarandeada por parte de Mondo que comenzó a gritar con lagrimitas en los ojos que era una salvaje imprudente.

Salimos a toda prisa de nuestro escondite a ver si los superiores estaban bien, milagrosamente ya se había acostumbrado a ese tipo de cosas. Cuando les preguntamos si estaban heridos o algo -obviamente de forma dramática como la damisela que corre hacia el héroe que ha recibido el golpe para salvarle la vida- nos respondieron que estarían mejor si no hubiese sido porque algún idiota atacó de la nada. No supimos si fue indirecta o ignorancia pero nosotros pretendimos lo segundo para quedar bien con ellos.

Golduck que hasta ese momento había estado usando el ataque a toda potencia, no pudo más y cayó agotado dejando libres a nuestras presas. Nos pusimos en posición de alerta. Los bobos lucían bastante molestos y no tardaron en llamar a sus compañeros al campo de batalla. Jessie y James insistieron en que nos hiciéramos a un lado, primero pensamos que lo hacían por nuestra seguridad, mucho tiempo después descubriríamos que en realidad querían seguir ocultando el hecho de que eran unos fracasados y no querían que los viésemos perder de forma miserable; pero en ese instante nos pareció un acto de nobleza pura del que no éramos dignos. Mondo fue quien se puso en el frente y gritó que no con una voz firme.

—A pesar de que somos unos novatos… ¡Lucharemos a su lado!

Una vez más, sentía como ese optimismo que habitualmente solía llamar “impulso de estupidez” me recorría todo el cuerpo y por ello también di el paso sintiéndome como un gigante.

—¡Lo daremos todo en esta batalla!

Mondo llamó a Tauros y yo a mi Dodrio. Arbok y Weezing también se encontraban ya fuera haciéndonos compañía.

—Chicos, tienen razón, si unimos nuestras fuerzas… ¡la victoria será nuestra! —Clamó Jessie alzando el puño, rozando aquel cielo gris de una fría tarde de invierno.

—¡Lucharemos como un verdadero equipo, porque somos el Equipo Rocket! — Vociferó James, señalando hacia el frente, donde se vislumbraban los pinos nevados y nuestro maravilloso porvenir.

—¡No es justo! —chilló Misty— ¡Son cuatro contra tres!

—Corrección enana, cinco contra tres, yo también cuento —señaló Meowth a quien casi siempre omitían por el hecho de ser un pokémon.

—¡Qué sean cuatro contra cinco! —dijo una voz salida de quién sabe dónde… ¿Eh?

Miramos frente a nosotros y del sendero que lleva a la aldea apareció un chico común y corriente vestido en ropa invernal.

—¡Cotdy! —coreó el grupo de bobos. Genial, teníamos compañía, posiblemente el muchacho se encontró con los bobos antes de que nosotros llegáramos; de todos modos, un miembro más no sería rival para nosotros.

—¡Chicos, gracias a ustedes creo que mi pokémon se siente mejor! ¡Es como si fuera un milagro!

—¡Es un milagro de navidad! —exclamó Ash mientras yo casi vomitaba de lo increíblemente cliché y rosada que encontraba la escena.

—¡Deus ex machina, yo te elijo!

De los 150 tipos de pokémon… o más que ver… uno podría esperar… yo que sé, algo con común como un Rattata, un Pidgey, con algo de mala suerte un Nidorino o un Eevee… Pero nooooo… ¡Tenía que ser un enorme Dragonite! ¡Y era el Dragonite con el nombre más feo del mundo!

Y tenía hiperrayo…

Jodido…

Hubo una enorme explosión y todos salimos volando antes de que pudiésemos hacer nuestro debut. Lo único bueno fue que la capa de nieve amortiguó bastante nuestra caída. Una vez que la cabeza dejó de darnos vueltas, Mondo y yo caimos rendidos al piso, no sólo no habíamos logrado nuestro objetivo, sino que nos acababan de demostrar que en realidad no podíamos ser de ayuda en caso de una verdadera emergencia. Pese al frío, las lágrimas comenzaron a brotar de nuestros rostros.

—¡Perdónennos! —gritó él, tratando inútilmente de esconder el rostro— ¡Queríamos capturar a Pikachu por nuestra cuenta y les hemos fallado! ¡Y no sólo eso, sino que les hemos estorbado en la misión! Seguramente si no hubiésemos intervenido, ustedes…

Sus ojos también comenzaron a humedecerse, de por sí siempre es devastador ver a alguien que siempre mantiene una sonrisa en su rostro abrazarse a la desesperación, sino porque las mentiras de sus éxitos comenzaban a arañar a sus espaldas.

—¡Sólo queríamos darles algo digno en esta navidad! La verdad es que esperábamos algo de reconocimiento de su parte, pero al final nos cegó la ambición y comenzamos a actuar impulsivamente… patético ¿verdad? Así nunca dejaremos de ser unos novatos.

Heridos oyendo aquellas palabras que los describían más a ellos que a nosotros, se abalanzaron gentilmente sobre nosotros para ofrecernos consuelo, Jessie sostenía el rostro de Mondo y el mío se encontraba reposando en el pecho de James. El mundo se detuvo para nosotros.

—¡No digan tonterías! —gritó la peliroja, era casi como una orden— ¡Si no fuese por ustedes… de no ser por su ayuda, nosotros…!

—¡Ustedes son los que nos han ayudado a salir de nuestros errores! No sólo nos han alimentado en los momentos que pensábamos que moriríamos de hambre o nos han brindado cobijo en lugares más fríos que estos, ustedes siempre nos animan a seguir adelante.

—Nosotros no somos las superestrellas que ustedes creen… también nos equivocamos —pese a todo, aún tenían algo de orgullo y de imagen que guardar.

—Y cuando lo hagamos, sabemos que ustedes estarán ahí para darnos una mano.

—Así que por favor, no lloren más —comenzó a secar las lágrimas de un rostro rosado como un clavel, mientras que con la otra mano, comenzó a acariciar con suavidad su ya despeinado cabello.

—Es una fecha para estar felices, aunque a Jess no le haga mucha gracia —sonrió pese a recibir una bola de nieve por andar contando lo que no, pese a ello jamás me soltó de ese abrazo que me hizo olvidar lo gélido del ambiente y en general cualquier mal del mundo.

En aquel momento donde flotábamos sobre la eternidad, nos pareció como si sus rostros se acercaran lentamente a los nuestros, como si su respiración tan cercana fuese el único aíre que nos mantiene con vida, como si en sus labios se encontrase la respuesta a toda pregunta mundana…

—¡Ájale jaleo! ¡Parvada de Farfetch'd a la vista!

El aviso nos sacó de nuestro febril trance, Mondo y yo nos miramos por unos instantes para darnos cuenta que ambos habíamos tenido la misma alucinación y no pudimos sentirnos un poco culpables al respecto, el rubor era tan grande que lo único que provocamos fue aumentar su preocupación ya que pensaron que habíamos cogido un buen resfriado.

Un par de horas más tarde, ya nos habíamos ingeniado un buen estofado de ave; el cargamento de provisiones se encontraba kilómetros atrás pero para nuestra fortuna -si de algún modo se le puede decir así a una pisca de suerte entre tanto infortunio- habíamos caído en una zona con abundantes frutos silvestres que crecen en invierno y encontrar leña en medio del bosque no resulta ningún problema. También habíamos encontrado refugio en una caverna cercana y comimos hasta saciarnos.

—¡Es la mejor cena de navidad de nuestras vidas! —Gritaron los tres a la vez, quién diría que esas clases de cocina antes de unirme al lado oscuro me servirían de algo.

—Al menos pudimos darles algo —comenté un poco apenada.

En eso fueron ellos quienes se pusieron impávidos.

—¡Nosotros no tenemos regarlos que darles! —Se dieron la vuelta como Growlithe con la cola entre las patas.

—Realmente no necesitamos nada —dijo Mondo tratando de apaciguar la escena— nos basta con que ustedes sean felices.

—¡Ah, son demasiado buenos con nosotros! Pero ya verán que se los recompensaremos de algún modo —dijo el chico de ojos esmeralda.

—¡Cuando seamos ricos y famosos, compartiremos nuestro éxito con ustedes! Estarán en la cima de la pirámide Rocket con nosotros.

Nos vimos a nosotros mismos rodeados de una gran fortuna mientras doblones de oro llovían del cielo y nosotros saltábamos como niños pequeños con una corona y una elegante capa. Eso de las alucinaciones por el poder se pega. La luna brillaba hermosamente en el firmamento y a lo lejos oímos algo que sonaba como cascabeles y relinches de Rapidash. Por alguna razón sentimos mucho sueño, posiblemente por tener el estómago lleno, pero la sensación era… mágica. Y nuestros superiores lo sentían del mismo modo.

Nos acurrucamos, los chicos se encontraban de espaldas, Mondo estaba de cara con Jessie y abrazaba a Meowth quien fue el primero en caer completamente dormido y yo me encontraba del mismo modo con James.

—Buenas noches —dijo Jessie casi como suspirando mientras daba un beso en la frente del chico un par de años menor que ella.

—Y feliz navidad —susurró aquel guardián mientras sus labios tocaban mi mejilla.

Tal vez el cansancio fue lo que nos impidió gritar como fanática loca en un concierto de una boyband, pero aquel sentimiento secreto no tan secreto que nos hacían sentir y su correspondencia, sería el mejor regalo que podíamos tener.

Y los cascabeles sonaban más cercanos antes de caer completamente dormidos.