PARTE I … Blech no me pertenece. Esta historia nació en el momento en que escuché "When i'm gone" de Eminem, un pequeño fragmento se encuentra dentro de la historia. … .. . —Me voy. Regresaré en dos semanas, no te molestes en llamar. Y otra vez habían peleado, se maldijo en su interior. —Cuida de Nozomi. Y el fuerte ruido de la puerta chocando con el marco de ésta resonó hasta por el más mínimo hueco. Quedó ahí en medio de la sala a obscuras, recordando los bellos momentos que alguna vez había vivido con Rukia, su enana. Últimamente todo se estaba reduciendo a gritos, peleas, cosas rotas, y más. Recordó que una vez estaban a punto de golpearse de tanta rabia que sentían hacia el otro. Ichigo logró detener su golpe a tiempo antes de dejar marcada la preciosa cara de la Kuchiki, a los lejos había visto como la pequeña Nozomi los estaba mirando, sus infantiles ojos ámbar reflejaban miedo. Por el otro lado, Rukia le daba la espalda a su pequeña hija y no vio como Nozomi era expectante del fuerte golpe que llegó a la mejilla del Kurosaki, la fuerza eran tanta que la cara de Ichigo se volteó e inmediatamente comenzó a surgir una mancha roja. La quebrada voz de la primogénita la trajo de vuelta —¿Mamá…? Rukia se sintió helar, como un robot se da vuelta y le sostiene la mirada —P-pequeña…—comenzó a caminar hacia ella, pero la pequeña comenzó a correr escaleras arriba, las lágrimas bañaban los níveos rostros de ambas. Ichigo no dijo nada. Sólo se marchó. Volvió al presente y sintió un ruido proviniendo del piso superior, juntando todas sus fuerzas de quién sabe dónde, comenzó a caminar escaleras arriba, entró a la habitación de la pequeña y la vio en la ventana, observando como Rukia se alejaba calle abajo. —¿Dónde fue mamá?. —Tiene que resolver algunos asuntos con tu tío —mintió descaradamente, realmente no deseaba decirle a la pequeña de dos años que aquella relación se estaba quebrando de a trozos gigantes. Y es que a sus 18 años era mucho. Había sido padre a una edad muy temprana, cuando aún era un crío y se hizo cargo, claro que lo hizo, dejó muchas cosas atrás para darle cariño a su nueva familia, se había llevado unas cuantas críticas y charlas realmente serias con su padre –cosa que era imposible conociendo a Isshin- dejó de lado toda la vida de "delincuente" que había tenido en sus tiempos. Ahora era un estudiante de medicina en progreso, sólo el primer año, pero sabía que el esfuerzo valdría la pena. —Pero es de noche…—la voz de Nozomi lo sacó de sus indagaciones. Ichigo se inclinó al lado de ella y la abrazó —Era muy urgente…además, usted mi princesa debe descansar, mañana debes ir al jardín —le besó la frente, haciendo que la pequeña emitiera una pequeña risa. La tomó en brazos y fue a dejarla hacia la cama, la acostó y abrigó de forma tierna, se sentó a su lado y esperó a que se durmiera. Sentía que su vida se estaba derrumbando. Sólo había una luz para él, Nozomi. La luz que emitía Rukia en su vida se estaba terminando de extinguir. Había transcurrido tres meses y algo más y no había señales de Rukia. Ichigo estaba presentando una notable baja de peso, ojeras que marcaban su cansado rostro, pero a todos decía que estaba bien. Cada tarde de cada día desde que Rukia se había marchado la pequeña Nozomi le preguntaba —Papi, ¿dónde está mami? —¿Cuándo volverá mamá? —¿Mamá regresará? Y es que sus cortos dos años sabía que la ausencia de Rukia era sospechosa. Ichigo intentó contactarla por todos los medios e incluso había ido hasta donde Byakuya, pero éste no quiso decirle nada. —Tu sobrina necesita de su madre —casi gritó luego de que Byakuya le negara información sobre Rukia. —Pues debiste haberlo pensado bien antes de haber rebatado a Rukia de su lado —la voz fría no inmutó a Ichigo. —¡Yo no…. —sintió desfallecer, sintió que sus piernas perdían la fuerza, de no haber sido por sus reflejos habría acabado en el suelo, por suerte, había alcanzado a afirmarse de una silla —Yo no arrebaté a Rukia de su lado…. Todo a su alrededor daba vueltas y como pudo abandonó la oficina de Byakuya. Kuchiki sólo se limitó a observar como Ichigo se retiraba con mucho esfuerzo. Llegó a su apartamento y estaba todo tranquilo, ansioso fue directo a su habitación y se encerró. De un mueble sacó una jeringa y algo más, heroína, quizás. De un rápido movimiento se inyectó y quedó en un modo de paz, se sentía jodidamente bien. No supo en que momento había empezado a utilizar drogas para satisfacerse, pero realmente no le importaba, cada vez perdía más la noción del tiempo a su alrededor. Ya había transcurrido un tiempo desde que había dejado de comer y sus calificaciones habían bajado notablemente. Todos estaban preocupados, pero nadie hacía nada para ayudarlo. Se sentía sólo, pero tampoco quería ayuda, ya que no llegaba y si llegaba no la aceptaría, estaba bien como estaba ahora, o eso creía él. Cada noche desde que se fue Rukia sufría de un inmenso insomnio, su vida se había convertido en una rutina; Llevar a Nozomi al jardín, ir a clases, salir de clases, buscar a Nozomi, cuidar de Nozomi, estudiar para sus exámenes. Todos los días eran iguales. Cayó de golpe cerca de la puerta y quedó ahí, perdido en su propio mundo, fue así hasta que unos pequeños golpes tocaron a su puerta. —Papá…¿papá?. Mierda, mierda y más mierda. ¿Qué estaba haciendo con su vida? Él no era así…o al menos ya no solía serlo. Apenas podía ponerse de pie y unas ganas de llorar le inundaron, se sentía abatido, cerró sus ojos con fuerza, sus manos se dirigieron hacia su cabeza y se apretó con fuerza. —¿Papá? La voz de Nozomi cada vez era más insistente. —¡Papá!, ¡Papá! El llanto de la pequeña comenzó a llegar a sus oídos desesperándolo más, llenándole de angustia. A los gritos y llanto de la pequeña se sumó unos fuertes golpes provenientes de la puerta principal, la voz de Byakuya le caló. —¡Kurosaki abre la maldita puerta! —Kuchiki no era un hombre acostumbrado a perder la paciencia, pero sabía que algo andaba mal, desde que Ichigo había ido a su despacho. Sin dudarlo más dio un fuerte golpe a la puerta y ésta cedió de forma inmediata. Comenzó a caminar adentrándose en el recinto y al fondo vio cómo su pequeña sobrina golpeaba la puerta con fuerza. —¡Papá! El ceño de Byakuya se frunció —Nozomi —la pequeña volteó a mirarlo y corrió inmediatamente hacia él —¿Qué sucede cariño? —Papá no me abre y tampoco me responde —la infantil voz estaba quebrada. El pelinegro hizo una breve llamada y luego llegó un hombre en su encuentro, Nozomi lo miró aterrorizada —No te preocupes pequeña, él te cuidará, ve con él y espera a por mí —La pequeña dudó pero hizo caso al pedido de su tío. —Kurosaki, abre la puerta o la tumbaré. Pero Ichigo no paraba de llorar, sólo escuchaba cómo la voz de Byakuya le atormentaba —Vete…—logró murmurar apenas. Kuchiki no esperó más y tumbó la puerta tal cómo había advertido, la habitación se encontraba en penumbras, un fuerte olor a alcohol y cigarrillos inundaron sus fosas nasales, su nariz y ceño se arrugaron —Que espantoso huele aquí… Se dirigió hacia el rincón donde estaba Ichigo, y mientras caminaba observó cómo botellas y latas de cerveza estaban esparcidas por toda la habitación. Encima de la mesa de noche se encontraba un Whiskey, Vodka y tequila, volvió a observar con más cuidado y había dos botellas de Whiskey. Muchas colillas de cigarro esparcidas y distintas pastillas. —Que miserable te ves —dijo con maldad —Ahora veo porque Rukia te dejó. La impotencia estaba inundando a Ichigo. —Sólo eres un crío que no sabe lo que hace —se agachó y obligó a Ichigo que le mirara, observó los ojos ámbar de Ichigo rodeados de ojeras —Eres demasiado joven para tener una familia, no dejaré que veas a Nozomi. Y se marchó. El cuerpo de Ichigo cayó como peso muerto sobre el suelo, sus ojos no se movían y su respiración parecía nula, no sabía cuánto tiempo había pasado ahí, pero nada sucedió, nadie llegó. Ya había pasado tiempo desde aquello e Ichigo no tenía permitido ver a su hija, de alguna manera Byakuya se las había arreglado para que no dejaran acercársele. Cada día se vio consumido más en las drogas y las malas juntas, había adquirido malos hábitos, no comía y las noches se le hacían eternas sin poder dormir. Más de una vez había tenido que pasar la noche recluso en alguna comisaria o alguna asquerosa celda. Rukia nunca llamó y él se había encargado de cortar todos los lazos con su familia y amigos. Había dejado de asistir a clases, la luz de su hogar estaba cortada al igual que el agua, y los suministros de comida habían terminado todos en la basura luego de un arrebato que tuvo. Se encontraba en su casa en penumbras, había comenzado a tener alucinaciones y le atormentaban. —¿Qué estás haciendo? —¿Por qué destruiste nuestra familia? Y en aquellas alucinaciones siempre aparecía Rukia. Comenzó a gritarle y corrió a encerrarse al baño, pero la sombra de Rukia le seguía. —Tú nos destruiste, a Nozomi, a mí, y te destruiste a ti. El estómago de Ichigo se contrajo y se vio obligado a expulsar todo por el inodoro, sólo salía bilis. Se sentía débil. Se sentía un tonto. Se levantó con mucho esfuerzo y se miró al espejo, la poca luz que le daba la luna le permitía observar su aspecto. Delgado. Pálido. Ojeroso. Labios morados. Cabello sin vida ni color. Ojos sin brillo Cansado, cansado de todo. En un acto de furia al observarse golpeó con fuerza el espejo frente a él y la sangre comenzó a brotar de su mano, a esas alturas nada le dolía, ni la soledad, ni los pedazos de vidrio incrustados en su mano, nada. Estaba vacío. El tiempo transcurría lento y tortuoso para Ichigo. El tiempo pasaba y ya había pasado un año desde que se había alejado de todos, desde que vivía sin lo básico para vivir. Para comer y si es que comía usaba dinero que había tenido guardado, y ocupaba las duchas de gimnasios municipales, al menos sus hábitos comunes no los había perdido. El tiempo había transcurrido tan rápido para Rukia, Byakuya y Nozomi, que ese día, 21 de abril se encontraban celebrando los tres años de Nozomi…en otro país. La verdad era que Rukia no quiso volver a la casa que compartía con Ichigo, y cada noche lloraba por sentirse una mala madre, pero no quería volver ahí y tampoco volver por Nozomi, por muy duro que sonara. Pero había alcanzado a darse cuenta a tiempo de que estaba cometiendo un error. Y cuando Byakuya atravesó la puerta del domicilio de los Kuchiki junto a Nozomi, su corazón había comenzado a latir con fuerza, emocionada había recobrado la razón que había perdido hacia algún tiempo. Y hoy se encontraba ahí, celebrando el cumpleaños de su niña. Nozomi se encontraba en un rincón de su fiesta, no había querido ir a jugar con sus amigos y eso pareció extraño a Rukia. —Quiero ver a papá. Le había dicho y el corazón de Rukia se congeló, la verdad era que había perdido información de Ichigo hacía mucho tiempo, y tampoco se había interesado en obtenerla. —Cariño sabes que eso…. —Extraño a papá. Se levantó de su rincón y se fue, dejando a la Kuchiki con las palabras en la boca. Era Julio, más específicamente…15 de Julio. El cumpleaños de Ichigo. Estaba sentado con las piernas en su pecho y cubriendo su cara con sus rodillas. —Feliz cumpleaños Ichigo….—se murmuró para sí, las lágrimas ya no caían , habían dejado de caer hace mucho tiempo. Se encontraba sin polera, y su delgadez extrema era muy notoria, sus huesos sobresalían de sobremanera. Elevó la botella de whiskey a la altura de su boca y bebió un sorbo, quemaba como los mil demonios. Estaba aburrido. Estaba cansado. Estaba abatido. Varios recuerdos llegaron a su mente, las peleas con Rukia, la gran pelea que había tenido con su padre antes de cortar todo tipo de lazos con él, cuando Byakuya lo trató como una basura, y cuando había alejado a sus amigos con palabras hirientes. Realmente….se arrepentía de eso. Se puso una polera y peinó un poco su cabello. En su mano derecha tenía un frasco y en la otra la botella de whiskey. Cerró los ojos y suspiró. Una. Dos. Hasta tres veces. —Feliz cumpleaños Ichigo…—sonrió con sorna —Felices diecinueve. Comenzó a tragar pastillas y las pasaba con grandes sorbos de whiskey, y siguió así hasta que terminó el frasco. Ganas de vomitar le inundaron, las arcadas eran cada vez más grandes pero se rehusó a devolver todo. Se sentía en el aire. No sentía dolor. No sentía nada. A su mente vinieron las siguientes palabras; "Y cuando me haya ido, sigan adelante, no guarden luto. Regocíjense cada vez que escuchen el sonido de mi voz. Solo sepan que los veo desde arriba sonriente. Y no sentí nada, así es que por favor nena, no sientas mi dolor. Solo sonríeme" 1 *.
PARTE II … .. . —¡Despierta, despierta! —Isshin se encontraba abrazando el cuerpo de su hijo, se sentía paralizado. La ambulancia aún llegaba y tenía miedo, realmente tenía miedo de perder "otra vez" a Ichigo. Isshin había decidido que ya era hora de asumir su papel de padre, ya había permitido mucho que Ichigo se alejara de él. Se había hartado de esperar a que Ichigo volviera a acercarse a él de forma voluntaria, se había aburrido de esperar las cosas, así que había salido a buscarlas. Decidió que en el día del cumpleaños de Ichigo se pararía frente a él y le haría una llave como regalo de cumpleaños, se había decidido a ayudarle. Pero fue otro escenario el que se encontró cuando llegó. Una casa completamente deteriorada, botellas de alcohol, colillas de cigarro, pastillas y jeringas esparcidas por todo el lugar, el pánico comenzó a dominarle. Cada paso que daba más en agonía se sentía, tenía un mal presentimiento, y, cuando llegó a la habitación de su hijo lo vio tirado, aparentemente sin vida, completamente delgado y pálido. Corrió hacia él y comenzó a gritar, sin perder tiempo llamó a la ambulancia y a cuanta persona que se le ocurrió, incluyendo a Rukia. Y ahí se encontraba, paralizado por el miedo, el temor de perder a su joven hijo. No era capaz de aplicar ningún conocimiento médico que sabía. El tiempo pasaba y la respiración de Ichigo se desvanecía cada vez más. La ambulancia llegó, pero parecía que ya era tarde… Rukia había llegado hace unas semanas a Japón y había pensado en llevar a Nozomi con su padre, enfrentarle. Pero siempre que podía ponía una excusa y retrasaba más lo inevitable, hasta ese día. 15 de Julio. Recibió la llamada de Isshin y dudó en contestar, cuando, finalmente se había decidido, la llamada había finalizado. Al segundo siguiente un mensaje de Isshin fue recibido. "Tenemos que hablar…por favor ven a la clínica." Con el corazón desbocado y sin dudarlo fijó rumbo hacia allá. Miles de cosas pasaron por su mente, pero nunca se imaginó lo que le esperaría al llegar. Una vez en la clínica Rukia fue a recepción a preguntar por Isshin. —Se encuentra en el tercer piso, esperando a por su hijo —la mirada de la recepcionista era de melancolía total. Aquella respuesta dejó a Rukia llena de pavor. Comenzó a correr escaleras arriba para llegar más rápido y cuando lo divisó fue hacia él. —Isshin…. —Ichigo….Ichigo él….—la voz apena le salía, le daba la espalda y no era capaz de mirarle de frente. Las sienes de la Kuchiki dolían. —¿El qué? —pero no obtenía respuesta —¿¡Él qué!? Y justo cuando Isshin la iba a encarar Ryuken Ishida salió a informarle. —Quiero ser sincero contigo, Isshin —la voz era gélida —Hubieses llegado segundos más tarde, lo habrías perdido. El Kurosaki mayor cerró los ojos con fuerza. —Llámalo suerte quizás, pero tendrás a Ichigo por un tiempo más. Tiene un severo caso de desnutrición, su cuerpo contiene varios residuos de diferentes drogas y grado de alcohol excesivamente altos. Podrás verlo dentro de unos diez minutos. Se retiró. Rukia seguía sin entender. —Ichigo intentó suicidarse. Isshin miraba seriamente a Rukia. —No quiero decir que esto fue culpa tuya, sino culpa de todos, por permitir que se alejara. Lágrimas comenzaron a caer bañando las pálidas mejillas de Rukia. —Y ahora más que nunca debemos apoyarlo. Los diez minutos habían pasado y ambos decidieron entrar. Rukia al ver el aspecto de Ichigo se sintió desfallecer. Estaba muy delgado, piel extremadamente pálida, ojeroso, cabello largo y enmarañado, labios secos. Estaba conectado a muchas máquinas que no terminaba de comprender. Aquella imagen le rompió el corazón. Las horas habían pasado e Ichigo aún no despertaba. Isshin se había retirado para ver algunos papeles referentes Ichigo. —¿D-dónde….estoy? —la voz rasposa de Ichigo despertó a Rukia. El cuerpo del pelinarajna dolía bastante, sentía un grave dolor de cabeza, y las partes donde tenía el suero y la máquina que registraba sus signos vitales le dolían demasiado. —Ichigo —se ganó al lado de él y tomó una de sus manos, estaban heladas —Lo siento. Perdóname por favor. Y es que, al darse cuenta de tan cerca que estuvo a perderlo se arrepintió de todo lo que había hecho. El haberle golpeado, haberle gritado, el haber tenido peleas absurdas que siempre las empezaba ella, el haberse ido tanto tiempo, el haber pensado la idea de abandonar a su hija, el haber permitido que se consumiera en malos hábitos, en todo. —Por favor perdóname. El pelinaranja lloró. Lloró de pena, de emoción y de estar vivo. Los meses habían pasado y la recuperación de Ichigo había sido lenta, había arreglado sus diferencias con Rukia, había perdido perdón a todos los que había tratado mal, se arrepintió de todo lo que había hecho. Junto a Rukia restauraron el hogar que solían tener con ayuda de su familia y amigos. Byakuya, por muy sorprendente que fuera, pidió perdón al pelinaranja por haber permitido que todo pasara a mayores. El peso de Ichigo volvió a la normalidad igual que su aspecto; su aspecto se había vuelto más maduro y junto a eso acompañaba su ceño fruncido. Había comenzado a asistir a muchas terapias para dejar las drogas y el alcohol. Había tenido intensas sesiones con psicólogos para combatir su depresión. Y todo aquello lo estaba viviendo en compañía, perfecta compañía. —¿Alguien más quiere compartir su historia? Ichigo dudó pero luego de segundos se armó de valor. —Yo. Se levantó de su asiento y pasó al frente de todos. —Mi nombre es Ichigo. —Hola Ichigo —saludaron todos a coro. —Pronto cumpliré 20 años y debó decirles que he pasado por mucho —hizo una breve pausa , bebió un poco de agua —Cuando era un adolescente vivía en un mundo de "delincuencia" pero pronto todo eso fue dejado atrás por la llegada de mi primera y única hija, Nozomi —sonrió al recordarla —Todos me dijeron que era muy joven para afrontar una responsabilidad tan grande, pero yo soy obstinado, como quieran llamarle —pequeñas risas se escucharon —Y bueno, hoy Nozomi tiene cuatro años y es la mujer más bella que tengo en mi vida, por favor no le digan esto a mi novia. La audiencia sonrió por la valentía de aquel joven. —Comencé a tener discrepancias con mi novia, y pronto, todo se redujo a peleas sin sentido, hasta que ambos deseábamos golpearnos por la impotencia. Ella se fue y nunca se dignó a volver, me dejó solo con mi pequeña hija, y todo comenzó a volverse en mi contra, o así lo vi yo —hizo otra pausa para luego continuar —Intenté contactarme con ella y al no obtener nada comencé a drogarme, mi vida se había convertido en una rutina. Pronto comencé a sentirme solo, mi cuñado me trató como una basura y me quitó a mi hija, caí en la desesperación al no poder acercarme a ella, mi única luz que no se extinguía en mi vida. En fin, fue una época bastante obscura, me sentía atrapado en un agujero sin salida, me sentía ahogado, sentía que nada ni nadie podría sacarme de mi miseria y los alejé a todos, me encargué de alejar a todos con las palabras más venenosas e hirientes que pudieran llegar a imaginar. Intenté quitarme la vida el día de mi cumpleaños, una sobredosis bastante grande de pastillas y alcohol, mi viejo llegó a tiempo y me salvó, no saben cuan agradecido estoy de aquello, ya que me arrepentiría de no estar hoy aquí compartiendo mi historia con ustedes y viviendo la niñez de mi princesa. Sólo quiero decirles que con fuerza de voluntad, apoyo y cariño todo se puede lograr, en compañía de nuestros seres queridos no nos debemos porque sentir solos, ya que ellos están dispuestos a dar todo por el todo por nosotros, y eso, no deberíamos de dudarlo. Y aquella es mi historia, hasta hoy, aún estoy enfrentando obstáculos para recuperarme completamente y les comento —introdujo su mano al bolsillo de su chaqueta y sacó una cajita de terciopelo —Era de mi madre, planeo pedirle matrimonio a mi novia, porque ella es una parte fundamental de mi vida, todos cometemos errores al final de cuentas, y yo, yo la perdoné…le di otra oportunidad porque la amo, la amo como nunca me he llegado a imaginar… Aplausos se escucharon e Ichigo tomó asiento con una sonrisa de satisfacción. Su nueva vida comenzaba ahora.
PARTE I. Okey me parece que la perra de la historia acá es Rukia. Porque no me dio buena espina eso de que ok, ella se pelea con Ichigo y todo está bien, las parejas siempre tienen problemas... pero irse y dejar a la niña sola con Ichigo, dejarle toda esa carga a él. Ni siquiera le dijo cuándo iba a regresar, sólo abandonó a su hija sin importarle sus sentimientos. Porque quizás ella no le debía nada a Ichigo, pero la niña no tenía la culpa. Me dio rabia porque entonces llega Byakuya a defender a su hermanita y le tira mil sobrenombres y que más a Ichigo, pero no se da cuenta de que Rukia es una FRESCA. Entiendo que ambos son niños y no justifico que Ichigo haya recurrido al alcohol ni a las drogas, pero Rukia al menos pudo haber tomado parte de la responsabilidad, porque al final, Byakuya le llevó a la niña y ella feliz mientras Ichigo se hundía en su depresión. Siento que la odio. °-° PARTE II. 'Tidis cimitimis irriris" un carrizo, oyó. La actitud de Rukia se me hizo súper egoísta, de verdad. Le hizo la vida un yogurt a Ichigo y ahora quería recobrar la vida feliz de familia que ella siempre echaba a perder, porque incluso admitió que ella SIEMPRE empezaba las peleas, y eran por estupideces. Supongo que el propósito del two-shot es enseñarnos que las segundas oportunidades existen y que nadie es perfecto, pero igual estoy llena de coraje por todo lo que Ichigo tuvo que pasar. Y Byakuya... no voy a decir nada con respecto a Byakuya, porque me pareció que era la marioneta de la hermana y bueno. Me da más coraje. Lograste que (al menos yo) el lector se introdujera en tu historia. Eso es bueno. Y salvo un par de cositas ahí con los signos de exclamación, no vi errores. Buen trabajo.