ATENCIÓN, PUEDE CONTENER SPOILERS Clary Morgenstern abrió los ojos lentamente y contempló el techo de su habitación en la casa de Idris. Vigas de madera sostenían el tejado, de aspecto imponente, que hacía parecer a la casa más grande de lo que era en realidad. Habían estado buscando casas en las que poder vivir tras la boda de Clary y Jace, porque como decía él: "No soy del todo Herondale ni del todo Lightwood, ¿cómo voy a vivir en alguna de las mansiones de respectivas familias?" Ella recordaba bien aquel momento. Jace se había comportado seriamente, seguramente una de sus pocas veces en la vida. Clary había estado nerviosa cuando le habían dicho que firmase los papeles que le unían por siempre al nombre de Clary Herondale, pero Jace había entrelazado sus dedos con los suyos por debajo de la mesa del despacho de La Cónsul y Clary había pensado: "No hay que temer. Esto es lo correcto." Se revolvió en la cama de matrimonio en la que dormía y contempló el rostro de su esposo dormido. Jace seguía tan hermoso como siempre...algo que probablemente no era bueno para el ego de este, pero sí para Clary. Mirándole, recordó cosas de su pasado. Cuando había estado en aquella discoteca con Simon y se había encontrado a Jace con Alec e Isabelle, y cuando un tiempo después se habían besado por primera vez en el invernadero. Los días que pasaba con su madre en el hospital para que Jocelyn despertara, y el sufrimiento que había visto en la cara de Luke cuando Jocelyn no se despertaba. Cuando descubrió que eran hermanos, y se sintió vacía y a la vez tan llena de amor. En ese entonces creía que su amor no era correspondido, y se había odiado a ella misma por eso. Cuando los Lightwood se marcharon a Idris y le dijeron que no iba a venir, pero aun así fue. La cara de Jace cuando le recriminaba por hacerlo; cuando se besaron en el césped de la mansión Morgenstern y Jace creía que tenía las venas llenas de sangre de demonio, pero al final no. Al final, resultó que aquellos dos no eran hermanos, pero Clary creía que era muy tarde para volver atrás, con Sebastian traicionándoles y Valentine convocando a Raziel. Cómo había muerto Jace, y como El Ángel había matado a Valentine y después le había concedido un deseo. Y ella había pensado que cualquier cosa que obtuviera no se podría igualar a la felicidad que sentía al lado de Jace. Y había pedido que le devolviese la vida, porque no era justo que el estuviese muerto, no después de todas las cosas que había pasado. Su historia con Jace había sido muy complicada, pero con un final feliz. Jace. Jace. Jace. Jace diciéndole cosas horribles, o hermosas, o simplemente estúpidas. Jace y su irracional odio a los patos. Jace y su ironía, su ingenio, su belleza afilada como un cuchillo. Jace y su aspecto de león, su dureza aparente. Con el tiempo había aprendio que su dureza era una fachada tras la que se escondía una enorme fragilidad, algo que ella tenía la responsabilidad de proteger. Luego estaban los demás: Simon, que se convirtió en vampiro y después perdió su inmortalidad y sus recuerdos, por ejemplo. Él e Isabelle siempre estaban a la defensiva desde que Izzy se había quedado embarazada: tan solo el hecho de ser un futuro padre le ponía de los nervios. Alec, con su indiferencia fingida y su enorme amor por Magnus; ellos estaban en otro de sus viajes, a juzgar por las notas que le habían dejado a Maryse, que desde que sabía que el bebé de Izzy era un niño estaba muy nerviosa. Maia, que desde hacía tiempo salía con Bat y había asumido el mando de la manada de Luke. Helen y Aline, que ya tenían dos niñas adoptadas, y la joven Emma Castairs, de la cual no tenían noticias ya que se encontraba en Los Ángeles. Jace bostezó entonces y abrió un solo ojo, sonriente. —¿Despues de esto ya te puedo llamar pervertida? —Calla -protestó Clary totalmente roja. El sonido de un llanto infantil le sacó de sus ensoñaciones y Clary se incorporó de un salto, angustiada. —Amatis... -murmuró calzándose las zapatillas. El bebé berreaba, seguramente por hambre. Clary abrazó a la niña de apenas ocho meses y besó su pelirroja cabeza. "Supongo que sí que podemos conseguir tranquilidad." Y Clary sonrió, con la mirada puesta en el futuro.
Aww. Eso es lo que puedo decir luego de leer este one-shot aunque me re-spoilee. Pero ha sido muy tierno y agradable verlos así después de todo lo que tuvieron que pasar. Creo que representas a Jace y a Clary a la perfección. Por otro lado, me encanta como escribes, como narras. Me gusta tu estilo. ¿No has pensado en hacer two-shot? ¿Con Amatis ya más crecida, quizás? Haha, no sé, es que me gustaría leer algo de eso y tu one-shot da para más. En fin. Fue grato leerte. Saludos, Naru :)
¡Gracias por leer y comentar! Me alegro de que te haya gustado ^w^ No había pensado en hacer un Two-shot pero tu idea es interesante, la verdad. En realidad me gustaría hacer un Long-fic, pero temo dejarlo abandonado como muchos otros xD Si todo sigue bien supongo que escribiré otro cap de este shot, porque ahora estoy inspirada (?) ¡Muchas gracias por tu apoyo!
ATENCIÓN, PUEDE CONTENER SPOILERS Max estrechó entre sus brazos a Amatis. Al tenerla tan cerca, podía oler su característica fragancia, a lavanda y menta. El cabello, ondulado y pelirrojo le alcanzaba ya la cintura, pero aún así tenía que ponerse de puntillas para alcanzar la cabeza del chico. Cuando estaban a punto de besarse, un tremendo estruendo proveniente de un rincón de la sala hizo que se separaran rápidamente. Esto era debido a que Alice, William y John habían estado espiando el emotivo momento escondidos en el armario que había en el rincón de la habitación, y seguramente William en una muestra de desafío hacia John (esos dos se llevaban horrible) había abierto la puerta del armario. Amatis podría haber echo muchas cosas. Enfadarse, echarles o incluso más. En vez de eso, puso los ojos en blanco y dijo: —John, ya sabía yo que poco tardarías en salir del armario. Los demás se rieron, acostumbrados ya a la irónica chica, y juntos se marcharon al Instituto entre bromas y risas. Max se quedó allí, con la mirada baja y los puños apretados. No lo entendía. Siempre que le intento besar, me rechaza. ¿¡Qué hago mal!? Es decir, llevamos juntos desde siempre. A lo mejor es culpa de los demás, que el 50% de las veces interrumpen, se dijo. Pero sabía que no, que en parte también era culpa de ella. Suspiró y salió corriendo a buscar a sus amigos. —Y cada vez que intenta algo con ella, los demás (me incluyo) los interrumpimos. Es un poco injusto, ¿no? -preguntó Alice mientras se apuraba el plato de comida. —Bueno, un poco sí -admitió Magnus, su padre- pero hay que tener en cuenta que no se puede forzar en nada a Amatis. Primero, porque ya sabes como es su padre, y segundo porque ya sabes como es Amatis. Alice hizo girar sus ojos y empujó el plato de plástico hacia el fregadero. Después cogió su bolso y dio un beso en la mejilla a su padre. —Voy a la casa de John a pasar el rato. Llámame cuando Alec vuelva y dile que se ponga al teléfono. Le tengo una sorpresa. —Ya sabes como es él, las sorpresas... -expresó preocupado el otro. —Esta le gustará -respondió ella guiñándole el ojo- ¡bueno, adiós! —Pues vaya marrón, tío -soltó William al escuchar las preocupaciones de Max. La pareja de parabatais estaban sentados en el borde de la piscina de la casa Lightwood, la casa de Max. Isabelle y Simon, sus padres, habían salido hacia rato a una merienda en la casa Herondale, así que tenían la casa para ellos solos. Habían invitado al grupo, pero Alice y John estaban preparando una sorpresa para el padre de Alice y solo quedaba Amatis y, bueno, seguro que habréis escuchado eso de que "tres son multitud". —Sí. Lo peor, es que no sé si ella me quiere de verdad, porque, joder, llevamos como más de dos años juntos y nos decimos, "te quiero", nos abrazamos y eso, pero a la hora de la verdad, no nos hemos besado todavía. —Eso lo dices ahora, luego resulta que tienes una suerte que... por ejemplo, mírame a mí. Alice está con John, tú con Amatis y yo aquí más solo que la una. —¿No tenías un ligue con una de las gemelas? "Las gemelas", como Max decía, eran las hijas adoptadas de Helen y Aline. —Sí, pero las confundí y besé a la que no era. Y luego resulto que esa era lesbiana. —Ehmm... lo siento, pero te lo mereces. —Ya lo sé -masculló este. Después alzó la cabeza, repentinamente interesado, mirando hacia delante, y esbozó una sonrisa. Max siguió la dirección de la mirada de su amigo y descubrió a J.K. viniendo hacia allí con su hermana pequeña, Carmen, en brazos. J.K. era el hijo mayor de Maia y Bat, que después de mucho pensárselo habían decidido tener hijos. El chico en cuestión tenía 14 años para 15, pero la mentalidad de alguien mucho más mayor, y eso lo demostraba cuidando de manera perfecta a su hermana Sharon. Por otra parte William era rebelde, impulsivo y atolondrado, con 16 años recién cumplidos. Tal para cual. Bueno, el mismo William le había comentado que era bisexual. Así que no tenía nada raro. —Os dejo a solas, voy a buscar a Amatis -informó metiéndose dentro de la casa. Amatis puso la última runa sobre aquel artefacto y miró satisfecha su creación. Alice le había aportado magia, ya que era una bruja, ella runas y ahora estaba esperando a que vinieran los demás. El objeto había sido construido en gran parte por John, que estaba preparando las mesas de picnic para el cumpleaños de Alec. William había venido hacia un rato acaramelado con J.K y su hermana pequeña ahora estaba por ahí jugando con el gato de Magnus, Presidente Miau o algo así. Max no había venido. —Eh, no te preocupes -le tranquilizó Alice- vendrá, eres su novia. —No, Al. Se ha cabreado conmigo. Tenía que haberle besado. Tenía que... -paró de divagar, frustada, y suspiró- Perdón, esto no te concierne en nada. —Claro que me concierne, soy tu mejor amiga -protestó la otra sentándose a su lado en la hierba- mira, las cosas las haces cuando estés preparada. No te puede obligar a nada y tú tampoco a él. Una relación se basa en la confianza y el mutuo acuerdo. Él tiene que entender que tú no quieres por ahora. Amatis le miró alzando una ceja. —No quiero que piense que soy una estrecha. Alice pusó los ojos en blanco. —No eres una estrecha. Eres jodidamente prudente. Su amiga sonrió y le dio un abrazo. —Lo sé. Gracias. —Y... ¡¡¡FELICIDADEEES!!! -exclamó Alice retirando la venda de los ojos de Alec. John activó el artefacto que había construido y miles de fuegos artificiales ascendieron, iluminándolo todo. Un gigántesco "AKU CINTA KAMU" en polvillo dorado relució en el cielo después de explotar como serpentina y adornar de dorado la sonrosada cara de Alec. —¡Gracias! -exclamó tomando la mano de Magnus y abrazando con la otra a su hija, que daba la mano a John. Algo extrañamente adorable y dulce, como la imagen de unos gatitos durmiendo, pensó Max, que estaba escondido entre los arbustos. Paseó la mirada por todos. Sus padres, que habían pasado a felicitar a Alec, y los Herondale, que se acercaban a él también y parecían contentos, juntos. William y J.K., apoyados el uno contra el otro mientras observaban los fuegos artificiales, y los padres de William, Jem y Tessa, abrazados un poco más atrás. Sharon, que conversaba animadamente con las gemelas, que habían venido para la ocasión y estaban al lado de sus madres, y después estaba ella. Siempre ella. Se acercó lentamente por detrás y tocó con timidez el hombro de la chica, descubierto gracias a ese favorecedor vestido verde esmeralda que llevaba puesto esa noche. Cuando se giró, sus hermosos ojos dorados relucieron, iluminando por un momento su pálida carita. Se quedaron mirando en silencio, un silencio que fue ella quien rompió. —Mira, lo siento -comenzó- fui una estúpida, y sé que todavía no te he besado, y lo siento, porque te amo. Te amo. Pero no sé si estoy preparada, y ahora seguro que querrás cortar conmigo, y lo comprendo, porque soy tonta al no besarte y te mereces a alguien mejor. Lo siento. Y después una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla. Max suspiró. —¿Por qué iba a cortar contigo? Amatis abrió al máximo sus ojos. —Yo... —No, escúchame -le interrumpió él- yo fui un estúpido al presionarte. No lo entendí. Es mi culpa por haberte presionado, y soy yo el que debería disculparme. Y lo hago. Perdón. Y no voy a cortar contigo. Yo también te amo, ¿sabes? Ella parecía sorprendida. —¿Pensabas que era tu culpa? —No, bueno... sí -admitió avergonzado. Ella rió sollozando, llorando de alegría y riendo de alivio. —Oh, Max -suspiró- te amo... Y él le cogió en brazos, y ella le besó la frente. —Este es nuestro primer beso -susurró Max- a partir de ahora habrá muchos más. Amatis asintió. Era feliz. —Te amo, Max Lightwood. —Te amo, Amatis Herondale.
La verdad es que me ha gustado el resultado, así que no sé si hacer un Long-fic de esto O.o Bueno, lo intentaré xD ¡Gracias por leer!