Y de pronto, despertó. Sola, sin nadie, ¿Dónde estaba él? Jamás olvidará esa noche, la noche en el que sucumbió al pecado. Era ilegal tener relaciones físicas, sólo las sentimentales eran permitidas para las personas que aún no estaban casadas, ella no lo estaba. Pero se dejo llevar por sus instintos, cumpliendo así su pecado, ¿Pero qué paso en realidad? Lo único que podía recordar era a él, aquel que hombre, el primero que la vio desnuda, aquel que la hizo sucumbir al pecado de esa época: La lujuria. ¿Por qué no está? Se levanto de la cama deshecha y se cubrió con una camisa, calculo que era de él. Empezó a recorrer cada parte de ese lugar, con la esperanza de encontrarlo, pero jamás lo hizo. Por un momento se sintió culpable, culpable por haber caído en los brazos de él. Al tomar sus pertenencias, salió del lugar con la intención de olvidar lo ocurrido, negar algo que la marco de por vida: entregar su corazón y cuerpo al hombre equivocado. —¿Dónde has estado?— Pregunto su preocupada madre. Ella no sabía qué decir en ese momento, sólo guardo silencio en lo que subía por una escalera a punto de derrumbarse.— Creencia, ¿A dónde vas?— —A darme una ducha, necesito una.— Contesto tajante. En esos momentos, es cuando quería estar sola y no ser atacada por un interrogatorio de parte de su madre. —Por favor, no me molestes. Quiero estar sola.— Dijo, antes de cerrar la puerta del baño. "¿Qué le pasará?" Se pregunto así misma, antes de entrar a la cocina y prepararle algo para comer, ya que pensó que no habrá comido nada. Al terminar, poso el desayuno en una bandeja, para luego llevarlo a la habitación de su hija. Antes de entrar, toco la puerta y espero un "Pase" de parte de su hija, el cuál no tardó en llegar. Al entrar, dejo la bandeja en la mesada que estaba al lado de la cama. Al hacer esto, se sentó en la orilla de la cama y observa a una chica de unos 15 años recostada boca abajo en está. —¿Qué paso?— Le pregunto seria y firme, pero con notable preocupación en su voz, jamás la había visto así. Pero sólo obtuvo un "Nada" como respuesta.— Creencia, te conozco. Soy tu madre, sé cuando estas bien y cuando no. Dime, por favor... Estoy muy preocupada por vos, cariño.— Dijo, tratando de convencerla. La susodicha sólo suspiro, para luego sentarse en su cama y mirar a los ojos a su madre. —Está bien, te contaré. Pero con una condición.— Le respondió seria. Su madre la miro de hito en hito. Para luego decir: —"¿Cuál?"— —Tenes que prometerme de que no te vas a enojar conmigo, que tratarás de entenderme y ayudarme. Por favor, si te pierdo a vos, ¿Qué me queda?— Dijo Creencia, dejando escapar una pequeña lagrima. —Está bien. Lo prometo.— Le respondió su madre, sin entender. —Bien, esto fue lo que paso...— Creencia empezó a contarle todo lo sucedido. Desde que conoció al hombre... Hasta que despertó. Su madre, no lo podía creer. Estaba atónita, ¿Qué hacer? Si alguien se enteraba... Tenía miedo por su hija, si se enteraban de que tuvo una relación no sentimental fuera del matrimonio, la torturarían. En ese momento, como si de un milagro se tratará, la respuesta llego a ellas.
Es bueno como prologo, todavia tendria que leer mas para determinar si me gusta o no, pero almenos deja suficiente intriga como para esperar con ancias el siguiente capitulo, gracias por compartir
Días antes... En la casa, una casa desolada, una chica miraba por su ventana.—"Ya es tarde".— Pensó, al ver por su ventana y no ver nada, decidió salir a buscarlo, ¿Dónde estaba? Ya se estaba empezando a preocupar más de la cuenta. —¿Mamá?— Preguntó un pequeño niño, entrando a la sala. —¿Qué pasa?— Le respondió su madre. —¿Y Creencia?— Preguntó el pequeño al entrar en conciencia de que su hermana mayor se fue. Trato de tranquilizar al pequeño, puesto que él y su hermana son muy apegados y se preocupan el uno del otro. Una chica que transitaba por las calles de la ciudad, tratando de encontrar a un niño que debía llegar a su casa hace unas horas. Pero lo que está chica no sabe, es que él ya llego. —¡Fe!— Gritaba desesperada.— ¡Fe! ¿¡Dónde estas!?— Seguía gritando. —¿Qué hace una jovencita tan hermosa como usted por estos lares?— Preguntó un hombre alto y con una sonrisa picara en el rostro. —Busco a mi hermano pequeño.— Respondió está cortante. —Valla, valla, valla. Con que tiene agallas, señorita. Jamás una mujer me habló así.— Le dijo, tomando el brazo de la muchacha con fuerza. —¿Y qué si tengo agallas? Usted sigue siendo poco hombre. Un hombre de verdad es un caballero, ¿Y usted? Usted es una gallina de corral al tratar de esta manera a una simple desconocida.— Contesto ella, haciendo que el hombre ponga más presión en su agarre. —Maldita...— Empezó a decir el hombre, pero no pudo terminar su oración. Puesto que un hombre lo golpeo, dejándolo inconsciente. Acto seguido, el hombre toma a Creencia en brazos y sale corriendo lejos del lugar. —¿Está bien, señorita?— Pregunto esté cuando se detuvo lejos de ese lugar y la bajo. Se acerco un poco, pero ella se alejo.—Lo siento si te asuste.—Dijo el hombre, dando un paso atrás. —No debe disculparse, Señor...— Dijo, haciendo ademan para que siguiera. —Salador. Cristian Salvador.— Le respondió a la chica. —Un gusto Señor Salvador. Yo soy Montero, Creencia Montero.— Le contestó, dándole la mano. —Un gusto. Muy bello nombre, por cierto. Pero por favor, no use tanta formalidad conmigo, puesto que no me gusta. Sólo llámeme Cristian.— Respondió con una sonrisa, correspondiendo al saludo de manos. —Entonces usted puede llamarme Creencia, sí gusta.— Contestó, mirando sus bellos ojos grises. —Lo haré con gusto.— Respondió él, perdiendo lo que lo conectaba a la realidad en los ojos de ella. —Debo irme.— Le dijo ella, olvidando el por qué estaba en ese sitió y en esa situación. —No lo hagas.— Le dijo en un susurro, sintiendo como sus manos entrelazadas se despegaban. —Adiós, Cristian.— Le dijo ella, caminando con dirección a su casa. Al llegar, subió directamente a su habitación para recostarse en su cama y pensar lo sucedido hace unos momentos. De repente, la silueta y sonrisa de él apareció en frente suyo. —Cristian.— Pensó, antes de que Morfeo se apoderará de ella, para dormir profundamente. —Hermana, hermana.— Dijo un niño de nueve años. —Mmm, ¿Qué?— Dijo una chica de unos 15 años, aún dormida. —Despierta, ya es de día.— Le decía el pequeño. Al conectarse a la realidad, se levanto y sentó en su cama, abrazó a su hermano pequeño y se dirigió a bañarse. —¿Dónde fuiste anoche?— Preguntó su madre, al ver cómo su hija entra a la cocina abrazada a su hermano menor. —Fui a buscar a este diablito. Me tenía preocupada, entonces salí a buscarlo.— Contestó, obviando el detalle de que conoció a Cristian. —Que bien que hayas vuelto.— Dijo su madre, abrazando a sus dos hijos.— Bueno, vallan a prepararse. Iremos a donde siempre.— Dijo su madre con seriedad en su voz. —Sí.— Asintieron sus hijos. Después de un rato caminando, la familia llego a su destino. —Ya llegamos.— Dijo su madre, entrando junto con sus hijos a las catacumbas. En el presente... —Creencia, mira quién llego.— Le grito su madre desde la sala. Creencia empezó a bajar las escaleras con cuidado. Al llegar se sorprendió de quién era, feliz por volver a verlo, se lanzo a sus brazos gritando: "¡No puedo creer que estés aquí! ¡Te extrañe mucho!" —Las eh extrañado mucho. Y, ¿Dónde está el pequeño Fe? Me muero por verlo.— Dijo el chico con una sonrisa. —Ya mismo lo llamo.— Dijo creencia. Dos minutos después, aparece Creencia con Fe. —¡Tío, tío!— Gritaba eufórico el pequeño de 9 años. —¡Oh! Pero mira cuanto has crecido— Dijo el hombre con una sonrisa. Mientras la familia seguía hablando eufóricamente, Creencia estaba perdida en un mar de recuerdos... Al llegar a su casa, Creencia tuvo que salir a comprar la comida de la semana. Al llegar a la tienda y comprar la comida, se sorprendió al encontrar a Cristian en ese lugar. —Hola, no pensé verte aquí.— Dijo él con una sonrisa. —Yo tampoco.— Respondió ella. —¿Te ayudo con tus compras?— Preguntó él, tomando la canasta en sus manos. —N-No es necesario. Puedo hacerlo yo misma.— Dijo ella, tratando de quitarle la canasta. —Te ayudaré igual.— Dijo él, empezando a caminar con las cosas en la mano. —¡Espera!— Le grito ella, empezando a correr para alcanzarlo. Al hacerlo, empezaron a caminar con dirección a su casa. Al llegar, Cristian le devolvió la canasta. —Gracias.— Dijo ella, sin dejar de mirar a los ojos a Cristian. —Quiero volver a verte.—Soltó de repente Cristian. —¿Por qué?— Preguntó sin entender. —Porque desde que te vi, me enamore de ti.— Le contesto, tratando de besarle. Pero ella se alejo.—Lo siento. Fue un impulso, no debí...— Empezó a decir, pero fue interrumpido por ella. —Mañana, en la fuente de la ciudad. Te esperaré ahí a eso del medio día.— Le dijo ella, sorprendiendo a Cristian. Él sólo sonrió, para luego decir: "Esperaré nuestro encuentro con ansias. Poso un beso en la mejilla de Creencia. Ella entro a su casa feliz, dejo las cosas en la cocina y se dirigió a su habitación, para empezar a preparar todo para el día siguiente. —¿Qué haces?— Le pregunto su hermano, entrando a su habitación. —Nada, sólo busco ropa.— Respondió está. —Pero si tu no buscas ropa para nada, ¿Por qué ahora?— Preguntó, al ver el extraño comportamiento que mostraba su hermana. —Por nada en especial.— Fue lo que obtuvo de respuesta el pequeño niño. Al ver ese extraño comportamiento, decidió dejar de preguntar. Creencia seguía buscando ropa qué ponerse, pero perdió la noción del tiempo. Quedando, así, dormida en un mar de vestidos. —Creencia, Creencia.—Le decía su madre, pero ella la ignoraba.—¡Creencia!— Grito al fin la mujer, haciendo que su hija volviera a la realidad. —¿Qué pasa, madre?— Preguntó está, obviando el regaño que le estaba por imponer su madre. —Tu tío te está hablando.— Dijo al fin su madre, conteniendo sus ganas de regañarle. —¿Qué pasa, tío?— Le preguntó, prestando atención a las palabras del hombre. —Creo que ya sé cómo solucionar tu problema.— Empezó a decir. —¿Problema?¿Qué...?—Preguntó más para ella que para él.—¡Madre! ¿Acaso le contaste lo sucedido?— Le preguntó a su madre. —No tuve elección, cariño.— Dijo la mujer, tratando de hacer entrar en razón a su hija. Cosa que no consiguió, puesto que ella se enojo y levanto de su asiento, para dirigirse a una habitación desordenada, con notable molestia e indignación en la cara.—¡Creencia!— Le grito la mujer, cosa que no sirvió de nada, puesto que fue ignorada. En una cama desecha, una chica seguía recordando lo pasado... Al despertar, se encontró con la sorpresa de que ya era de día. Al percatarse de que no había nadie en su casa, salió de su habitación, encontrando una nota reposando en la mesa de la cocina. Creencia se levanto de su cama y fu por aquella carta, aún la guardaba. Al encontrarla, empezó a leerla: "Querida Creencia. Como está mañana no despertabas, tu hermano y yo decidimos ir a las catacumbas solos. Espero que lo entiendas, te veremos en la tarde. Te quiere, tu madre." Al terminar de leer, dejo caer una pequeña lagrima de su ojos izquierdo... Cuando termino de leer la nota que su madre le dejo, se dispuso a bañarse, cambiarse y comer hasta que su madre y hermano llegarán a la casa. —¡Creencia! ¡Creencia!— Gritaba eufórico su hermanito, entrando a la cocina. —Hola.— Dijo ella con toda la alegría del mundo. —Hola, Cariño.— Le dijo su madre. —Hola, madre.— Le contesto está, abrazando a su progenitora. —¿Vas a salir?— Le pregunta su madre, al ver la forma en la que estaba vestida su hoja. —Ajá. Vuelvo temprano, lo prometo.— Dijo está, regalando una bella sonrisa a su familia. —Está bien.— Le dijo su madre. Abrazando a su hija. Creencia, salió de su casa con su mejor vestido, cuando llego a la fuente de la ciudad, se encontró con que Cristian la esperaba con un ramo de flores. Cristian, al percatarse de la presencia de Creencia y voltearse para verla, queda boca-abierta por lo que para sus ojos era "perfección." —Estas... Hermosa.— Dijo por fin Cristian. —Gr-gracias.— Dijo ella. Caminaron por un rato por la ciudad. Hablaban de cosas triviales hasta que la noche se apoderó de ellos, y junto a ella, una tormenta. Como la casa de Cristian quedaba más cerca, decidieron ir ahí. Pero lo que Creencia no se esperaba, era que esa noche perdería lo más preciado para una chica de su época: La inocencia. No sabía que dejaría de ser una niña en ese preciso momento. —Creencia, ¿Puedo pasar?— Preguntó su tío, a lo que ella respondió con un "sí".
¡Hola! Esta es la primera vez que entro en meses a FFL, y he leído los dos capítulos que llevas de tu reciente historia. Creo que es muy temprano para adentrarme mucho en el argumento, o la narración, así que te mencionaré unas cosas puntuales: -Tienes costumbre de utilizar "está" malamente al referirte a los personajes sin nombrarlos directamente. La forma correcta es "ésta", "éste". "Está" aparte molesta la correcta lectura (a mi juicio). -Valla es un cerco, o una reja de madera. "Vaya" es el término que buscas xD -Olvidas frecuentemente tildar los verbos. "enojo", "grito", "levanto". -Me molestó tanta negrita; como la mayoría del capítulo es recuerdo del comienzo de esa relación, tienes más texto resaltado que normal. Te sugiero que si sigues usando el flashback como recurso, busques otra forma de intercambiar entre pasado y presente, pero dentro de la narración, no estilístico. Eso por ahora. Lo que me llama la atención es esta realidad en donde hay tanto celo con aquel tema, al punto incluso que la protagonista mantiene en su mente la idea de que además de ser ilegal, es un pecado. Esperaré la continuación. Saludos.
Narra Creencia: Y aquí me encuentro, recostada en la cama sin poder moverme, no lo tengo permitido, ¿Por qué? He estado perdiendo sangre, mi futuro hijo o hija puede estar en peligro si me muevo mucho, por eso es que me han hecho quedarme aquí, quieta como un árbol, no debo moverme, no quiero moverme. Mi vida no tiene sentido, Cristian me abandonó, abandonó a nuestro hijo/a. Es doloroso, es desgarrante, pero debo seguir adelante, debo aprender a luchar por mí y por mi bebé. Mi bebé no se merece a Cristian, él no es su padre... él no es nadie. Cuando Cristian se fue, cuando nunca más lo volví a ver lo comprendí, comprendí que él no es nadie, que no se merece ser el padre de mi bebé, que él no está listo para lo que es la crianza de un hijo, que él es un inmaduro que sólo buscaba una buena noche con una chica que le resultara fácil de manipular. Lástima que esa chica fácil terminé siendo yo. Aún no entiendo por qué fue tras de mí por todos esos meses, cuando en la calle hay chicas perdidas de sobra, pero la verdad no me interesa saberlo ahora. Mi prioridad en este momento es el bienestar de mi bebé, es lo único que me importa. — ¡Cállate, idiota! ¡Tú menos que nadie tiene el derecho de juzgar a mi sobrina! — Nuevamente escucho cómo mi tío me defiende ante los vecinos, aquello que antes me querían, aquellos que cuando tienen la oportunidad, me insultan, me dicen ramera, ofrecida, perdida, prostituta o simplemente miran con repulsión mi casa, sólo porque saben que en mi vientre llevo a mi bebé. Idiotas. Desde hace ya cinco meses vengo escuchando a mi tío gastando sus cuerdas vocales con esos juzgadores, que no hacen más que hablar sin saber, porque eso hicieron; a penas escucharon que la querida, inocente y virgen Creencia estaba embarazada no tardaron mucho en hacerme la fama de la nueva perdida del vecindario. — Creencia, ¿Hay algo que quieras contarme? — Dijo su tío mientras se sentaba en la orilla de la cama, mirando con preocupación a su adorada nieta. — Nada. — Dijo ésta, tratando de no llorar en frente de su tío, evitando una conversación en la cual debe recordar. Y Creencia no quiere hacerlo, no otra vez. — Te conozco.— Y sólo eso bastó para que Creencia empezará a llorar. — Tío, ¿Usted cree que fui tan idiota como para entregarle mi amor y cuerpo a un hombre que me ha abandonado a la mañana siguiente? — Le pregunto tratando de detener su llanto, más sus lágrimas no paraban de caer como si de una cascada se tratase. Dos grandes y musculosos brazos la abrazaron. — Claro que no lo eres, ese hombre pudo haberte manipulado. Hay personas que hacen eso; tanto hombres como mujeres pueden manipular a una persona a su voluntad, ya sea con halagos, enojos... Hay personas que son tan buenas manipulando a otras que tienen hasta múltiples personalidades, nomas para poder conseguir lo que quieren.— Ahí estaba, llorando en los brazos de su tío, escuchando cómo éste trataba de consolarla, escuchando sus propios sollozos, sintiendo sus lágrimas brotar por su cara, sacando toda su frustración con él. Habrá llorado por unos minutos, unas horas tal vez, quién sabe cuánto tiempo estuvo siendo consolada por su tío, pero le sirvió, le sirvió porque sacó todo lo que tenía para dar en ese momento, le sirvió para pensar en que tal vez podría salir adelante, le sirvió para sentirse segura, le sirvió porque era eso lo que necesitaba; amor, comprensión, un abrazo y alguien que le dijera que todo va a estar bien. Ha pasado tanto desde ese momento, mi tío ha sido un ángel estos últimos casi ocho meses que llevo de embarazó, tal vez llevo más que eso, pero no me importa, sólo quiero que todo acabe. Al nacer mi bebé me iré a vivir con mi tío, allá nadie me conoce, nadie sabe de la existencia de la nieta de Jesús. Me iré con él porque, como nadie me conoce, creerán que soy la esposa de Jesús y nadie me juzgará, nadie me llamará perdida y nadie me querrá hacer daño, ni a mí ni a mi bebé, por lo menos eso espero. Estoy sintiendo dolor, debe ser eso a lo que le llaman contracciones, que se tienen a cada determinado tiempo cuando una mujer está por dar a luz. Le grité a mi mamá, al parecer me escuché muy aterrada pues vino como alma que lleva el diablo con una cubeta con agua caliente y toallas, mi tío atrás de ella, impidiendo que mi hermanito, Fe entrara a mi habitación. Llego la hora.