Un cambio en nuestras vidas [sesshoxkago]

El viento soplaba tranquilamente revolviendo los cabellos de cierta mujer de hebras doradas y arrancando a los árboles sus preciosos pétalos de sakura, la joven se encontraba sentada, en la rama de un árbol.

Vestía lujosos kimonos para su presentación y su cabello estaba suelto, cayendo libremente por su espalda, llegando hasta su cintura.

Cualquier persona que la viera creería que ella era una diosa. Los pétalos de sakura caían por el entorno, formando un paisaje casi mágico.

Los jardines del palacio estaban rodeados de flores y árboles, a Kagome no le parecía un jardín, le parecía un bosque a su vista.

La bella mujer tenía su mirada perdida en una flor en su mano, pero su mente era ocupada por ciertos pequeños alegres que había dejado atrás para ayudar en la guerra a su hermano, sabía que era una buena decisión, pero ella quería tenerlos con ella.

¿Sería bueno traerlos al palacio?, la primera respuesta no era segura, ellos estarían bien acá sin ningún tipo de problemas, pero tendría que explicar todo a sus amigos y más encima Sesshomaru no la dejaría traerse a la niña y si traía solo a Shippo la niña quedaría triste, vaya que dilema.

Sus bellos ojos azules mostraban la confusión que se debatía en su mente, hubiera seguido su divagación de no ser por su hermano que apareció junto a ella.
—Kagome…—escuchó un leve susurro pero seguía en su mente— ¿Estás bien?
—Si Kanari
— ¿Estás lista?
—Claro—la bella youkai bajo de la rama en la que se encontraba recostada pero aun tenía la flor en su mano, le dio una sonrisa a su hermano.

La ceremonia de reconocimiento en el palacio del sur, fue muy bien aceptada por todos los súbditos y ciudadanos de las Tierras, incluso muchos habían mostrado su respeto a Kagome con diferentes ofrendas y votos de fidelidad eterna.

La linda joven se mostraba con un rostro impasible, pero con amabilidad en sus ojos, su personalidad alegre aún existía, pero durante su formación y entre otras cosas de la vida, le habían enseñado a no dejar fluir demasiadas emociones, ya que veces mostraban la debilidad de la persona; y su única y mayor debilidad era el amor por su familia y amigos.

Paseaba por los pueblos, y se encontró con uno que se veía evidentemente afectado, al parecer había sido atacado por muchos demonios que según su hermano y miembros del consejo de nobles, que apoyaba y ayudaba en sus decisiones, habían sido sometidos bajo alguien, ya que extrañamente todos los monstruos estaban muertos, realmente no era algo en que se metería, en otras ocasiones lo habría hecho, pero ahora solo se conformaba con proteger el pequeño pueblo y brindarles ayuda a los campesinos que habían sido lastimados o que estaban sin hogar.

Al ingresar al pueblo, ella creyó que le tendrían miedo al ser un demonio, pero al llegar allá los habitantes solo mostraron sus respetos por la princesa de sus tierras.

La familia de Kagome, o sus antepasados, habrían sido muy queridos y alabados por los humanos de estos espacios, ya que a diferencia de muchos demonios, no mostraron odio hacia los humanos, pero también sabían que los humanos eran inferiores a ellos.

El paisaje de la aldea no era muy consolador, al parecer muchos de las chozas de las distintas personas habrían sido demolidos por los ataques de esa gran horda de demonios, pero afortunadamente, hubo pocos fallecidos y para el consuelo de Kagome, ninguno era un niño.

Los niños jugaban por las calles de la aldea, algunos jugando a ser como sus padres, llevando diferentes materiales de un lugar a otro para la reconstrucción de las cabañas, ella debía admitir que los humanos eran realmente eficientes en hacer ese trabajo.

Hacia algunos días había comenzado a pensar como un demonio, con sus ideas de que los humanos siempre serían inferiores, pero que diablos, su youkai interior no era una muy buena influencia.

A medida de que se acostumbraba a su youkai se enteró de diversas cosas, su hermano era un neko youkai, como lo son los gobernantes de las tierras del sur en su mayoría, pero ella era una Inu-youkai. Ustedes se preguntaran la razón de su diferencia de razas.
Resulta ser que su padre y el de Kanari, de quién se había acordado entre sus diferentes memorias de que no era su nombre, ya que su nombre era Kanantzu y que su apodo lo levaba gracias a ella, al no haber podido pronunciar bien su nombre de pequeña.
Su padre Yamutso, era un Inu-youkai, pero la madre de Kanantzu era un neko-youkai, al parecer, su hermano sería un híbrido pero con la ayuda de una curandera se logró purificar una de sus dos sangres, quedando como un neko-youkai.

En el pueblo logró encontrarse con una sacerdotisa, que nunca había entrado en entrenamiento y ella aprovechando la oportunidad de no dejar sin una defensa, decidió entrenarla ella misma.

Era joven y al parecer sus padres la habían abandonado en el bosque, por lo que una señora de edad la había adoptado, según sus cuentas, la chica debía tener unos diecisietes años, pero ¿nunca es tarde para aprender no?

La chica sería entrenada en los palacios del sur, como una invitada de prestigio y sería la dama de compañía de Kagome en los momentos que este en el palacio, hasta que termine su formación. Solo quedaba que aceptara.

Se dirigió hacia ella, que en este momento se encontraba terminando de vendar a un hombre de su misma edad.

Al momento que ambos jóvenes la vieron aparecer, hicieron una reverencia con una ligera inclinación de cabeza, ya que el hombre se encontraba sentado, mientras que la chica estaba sobre sus muslos.

—Disculpa, ¿Cuál es tu nombre? —preguntó con su mirada sin emociones, pero con una pizca de amabilidad.
—Amatsu señora…
—Solo Kagome—se volvió hacia el joven— disculpa, ¿Me la prestas un segundo? — al ver la mirada de ambos preocupada, dejó extenderse una cálida sonrisa por su fino rostro, tranquilizando a los jóvenes.

El joven se retiró con una nueva reverencia y dejó a las chicas, la adolescente llevó a Kagome a la orilla del río para que ella pudiera lavarse sus manos.

Una vez ahí la chica se decidió a romper el silencio luego de armarse de valor.

—Disculpe Kagome-sama, puedo preguntarle para que me solicita—preguntó la chica con nerviosismo, jugueteando con su pelo.

Kagome quien se encontraba recostada en el tronco de un árbol con los ojos cerrados, sonrió a su actitud, le recordaba a cuando era humana.

—Solo Kagome de nuevo—dijo esta con calma— y la razón por la que quería hablar contigo era por una duda, ¿sabes de tus poderes espirituales?

La chica la miró con sorpresa evidente y aparentemente en shock.

—Eso pensé—murmuro pensativamente Kagome— Como podrás saber yo soy una miko-youkai y tengo una propuesta para ti, ¿te gustaría entrenarte conmigo y convertirte en mi dama de compañía durante mi estadía en el palacio?

Ahora la chica tenía los ojos abiertos como platos, al parecer estaba pensando en su interior su respuesta, luego pudo ver como sus ojos ahora reflejaban determinación.

—Hai Kagome-senpai, pero… ¿podría despedirme de mi madre?

—Claro, partimos al amanecer, sin prisas Amatsu-chan—y con eso Kagome desapareció entre pétalos de sakura.

 

Cápitulo 8º: "Entrenamiento"

Sentía que la cabeza literalmente le iba a explotar; desde que había empezado a seguir a ese sucio hanyou, el papeleo en las tierras occidentales se había acumulado, formando dos largas pilas de papeles por revisar y firmar. Aun estando muerta esa escoria, lo maldecía.


No llegaba a avanzar mucho en los días, ya que la mayoría eran tratados e invitaciones desde los diferentes reinos cardenales, al menos los humanos se habían portado bien en sus tierras, eran para él, casi inexistente y se atrevería a decir que no le molestaba tener humanos en sus tierras mientras no cometieran esos estúpidos actos.


>>Estimado Señor Sesshomaru; mediante la presente carta, el territorio noble del norte, solicita una reunión entre los próximos días, para la propuesta de un tratado, en el que se busca unificar ambos territorios e invitarle a formar una alianza con nuestra tierra, para la próxima guerra cardinal.

Saluda cordialmente a usted
Lord Tanake <<

Ridículo, fue la única idea que cruzó su mente, aunque esta carta había sido enviada antes de la unión con las tierras del sur y del este.

Aburrido de los papeles, se dispuso a asistir a la cena. Él realmente estaba considerando la idea de traer a Lin al castillo, ya que al haberse acostumbrado al ruido de la pequeña, el silencio le resultaba simplemente tedioso.

Llegó a una decisión; mañana iría por Lin. No la había traído ya que la anciana humana había dicho que necesitaba compartir con niños humanos, pero él solo la traería por una temporada.




Le resultaba difícil concentrarse. Actualmente, la princesa Kagome le había dado la tarea de meditar mientras ella practicaba con su hermano, el señor de las tierras del sur.

Ella estaría meditando sin problemas, sin siquiera escuchar el sonido de las espadas con las que actualmente practicaban en el dojo, pero kami-sama le había tendido una prueba difícil. ¿Por qué el Kanari-sama tenía que ser tan endemoniadamente guapo?

Claro que tenían un asombroso parecido con lady Kagome, si Kanari-sama se convirtiera en mujer, se vería como la señorita, así como si Kagome-sama se convirtiera en hombre sería como él.

Ambos habrían hecho la pareja perfecta de no haber sido hermanos, realmente ya se imaginaba a sus niños, pero eso nunca sucedería. Lo que le daba una posibilidad en el millón de que él la escogiera.

Mentalmente se reprendió por sus fantasías y entregó su atención a la práctica de la señora.

Ella era realmente bueno con la espada y eso que le habían enseñado hacia un par de horas atrás. Actualmente Kagome-sama ya había derrotado a los mejores generales del ejército del sur, pero no se esperaba menos de ella seguramente.

Una de las espadas cayó, levantó la vista solo para ver que la espada botada tan solo había sido reemplazada, ya que tenía múltiples quiebres.
Ahora el Lord del sur llevaba su típica espada, una espada tan reluciente que llegaba a parecer nueva, mientras el mango se mostraba de oro pero también llevaba incrustaciones de esmeraldas, que combinaban con sus ojos.

La señora llevaba una espada normal que estaba en el dojo, su empuñadura era tan solo de plata, con algunas ondulaciones en el extremo. La espada resplandecía con su miko ki.

Ella realmente esperaba aprender a manejar una espada como lo hizo Kagome-sama, claro que nunca con la misma gracia que ella utilizaba pero aprender a defenderse con ella era un gran logro.

Estocadas iban y venían desde ambas partes, actualmente se encontraban en un duelo de simples espadas, sin ataques de mayor alcance, ya que solo estaban practicando las posiciones ofensivas y defensivas.

Llevó a su atención a Kanari, solo para ver como su espada se encontraba con la de Kagome, donde la mujer la separó rápidamente e hizo un movimiento simulando una estocada, que el señor obviamente iba a evadir pero ella retractó su espada y golpeó la de Kanari con un poco de su miko ki, lo que lo hizo soltar su espada y ella aprovecho la oportunidad para colocar la suya en su cuello.

Vio como una sonrisa de victoria cruzó el rostro de Kagome, mientras los ojos del señor se iluminaron con orgullo. La mujer levantó la vista hacia ella y Amatsu rápidamente cerró los ojos en una posición de meditación.

— ¡Yupi! —Exclamó Kagome— ¡Amatsu! Mira le gané— Volvió su vista hacia su aprendiz, mientras la joven le daba una sonrisa. Kanari no pudo más que reír al comportamiento de su hermana.

—Yo me estaba conteniendo Kagome—Explicó Kanari con una mueca de burla.

Kagome empezó a hacer pucheros y salió del dojo seguida de Amatsu, dejando a un divertido youkai.




Kagome y Amatsu se encontraban meditando a la orilla del lago.

—Te tengo un regalo—habló Kagome interrumpiéndola de su meditación.

—No debe molestarse Kagome-sama— se apresuró a contestar la joven sacudiendo las manos enfrente su cara, tratando de ocultar un sonrojo de pena. Kagome rodó los ojos en el honorífico, realmente le había dicho que no era necesario el llamarla "señora"

—Tonterías—habló la mujer— te llevaré hasta donde la señora Kaede para que nos ayude con tu formación, y además Kikyo estará allí. Tendremos apoyo extra.

—Es un honor Kagome-sama el poder conocer a sus aliados e hijo.

—Hai, hai—dijo ella con entusiasmo— nos vamos mañana en la tarde, ahora tenemos una reunión con los señores cardinales del oeste y del este, vamos.

—Hai.




Kagome estaba sentada en un sitial, mientras su hermano se paraba detrás de ella con elegancia y frialdad a la esperada de los líderes cardinales.
La joven se apoyaba en la palma de su mano, dando un aspecto casual y aburrido. Tenía las piernas cruzadas prudentemente, con las piernas hacia la derecha, la izquierda sobre la diestra, para no levantar el kimono que llevaba.

Hizo su aparición el líder de las Tierras del este, con una pequeña reverencia de cabeza hacia Kanari, dirigió su atención a la chica de encantadora belleza que tenía en sus ojos una mirada calculadora y frívola, haciendo incapaz el leer sus emociones.

Aun sin haber hablado con ella, él se encontraba fascinado con su poder, que prácticamente se desprendía de su piel. Se atrevería a decir que su poder igualaba el suyo, lo que la hacía una mujer totalmente poderosa, e independiente. Era conocido por los señores que la hermana de Kanari además de poseer poderes demoníacos también poseía poderes espirituales, siendo no tan solo una miko-demonio sino, la Shikon no Miko.



Hola! Lamento la demora, las vacaciones me vuelven floja ^-^"
Sessho hará su aparición en el próximo cápitulo. Si se estan preguntando como Amatsu sabía de sus aliados e hijo, obviamente Kagome, le habría contado su historia ;D
Bye, Bye!