Encerrada en tu corazón (puella magi madoka magica)

Aquel día sería como todos los demás. Me levantaría, me ducharía, me vestiría y me iría al colegio. Sentiría, como todos los días, frustración por no poder ser como quiero ser, y me mantendría solitaria el resto de la jornada hasta ir a clase de canto: ahí me liberaría, cantaría sin problemas...
Por cierto, mi nombre es Yoshida Ayumi. Tengo el cabello dorado y ondulado, largo hasta la cintura. Mis ojos son celestes y mi piel, clara. Soy alta, esbelta y atlética, y tengo las pestañas y las piernas muy largas. Se podría decir que soy un bellezón, aunque mi situación en casa es tan desastrosa que prefiero guardármelo para mí.
Mis padres murieron en un accidente de coche cuando tenía 5 años y me quedé viviendo con mis abuelos. Pero ellos también murieron, y me quedé con mi querida tía, que está enferma.
Suspiré y me vestí. En la academia que estudiaba había que llevar uniforme, que consistía en una mini falda a cuadros rojos y verdes, una camisa blanca con una corbata roja y una chaqueta negra con el escudo de la academia. Me puse las botas de tacón de aguja trenzada de cuero y unas medias hasta los muslos.
Al volver de la academia estuve en la clase de canto y poco después me marché a casa.
Al entrar noté algo raro. Había un montón de médicos y policías rondando por allí y mi tía...mi tía. Estaba en una camilla.
-¡Tía! ¡Tía! -grité desesperada lanzándome sobre ella.
Un médico se acercó a mí y me dijo:
-Lo siento...su tía se ha muerto.
Subí a mi habitación y me tumbé en la cama llorando. No podía soportar otra pérdida... A mis 16 años ya había perdido a mis 5 personas más importantes... Odiaba la muerte. ¡La odiaba!
De repente sentí otro peso sobre la cama. Alzé la mirada y ví a una especie de animal raro. Era muy mono.
-Mi nombre es Kyubey- dijo el- Solo tienes que pedir un deseo y te convertirás en una chica mágica.
-Chica...¿mágica?
-Lucharás contra las brujas y salvarás la vida de muchas personas.
Lo pensé. Y decidí aceptar. Nadie se merecía el calvario que yo había pasado. ¡Salvaría la vida de la gente y todos serían felices?
Mire a Kyubey.
-¡Acepto!
El me seguía mirando y luego preguntó:
-¿Cual va a ser tu deseo?
-Yo...¡deseo dar vida!

 

Nota: tengan en cuenta que el capítulo anterior tan solo era un prólogo; por lo tanto este es el primer capítulo.
1-Los ojos verdes.

A la mañana siguiente, cuando me levanté noté un cosquilleo que me recorrió todo el cuerpo. Cuando me incorporé, noté un ligero mareo y me tuve que agarrar a una silla para sonstenerme en pie. Entonces me acordé de todo. Recordé mi tía en la camilla, muerta, al policía inhumano y a ese extraño animalillo... Kyubey, creo que se llamaba. ¡Oh! Recordé lo que me había dicho de las chicas mágicas y sobre lo de pedir deseos. Mi deseo... ¿se habría cumplido?
Pensativa, me puse el uniforme y bajé a desayunar.
Allí en la cocina me encontré con Kyubey, que me miraba con su habitual expresión indiferente.
-Buenos días, Kyubey -dije yo- ¿Por qué estás aquí?
El se tomó su tiempo para contestar.
-Me encuentro aquí para llevarte de cacería.
-No se a lo que te refieres- repliqué yo- ahora mismo me marchaba a la academia.
Cogí la cartera y me disponía a abrir la puerta cuando Kyubey habló de nuevo.
-¿Tú no eras la que querías salvar vidas?
Suspiré y me volví hacia el.
-Ok, dime lo que tengo que hacer.
-Bien, coge tu gema del alma.
Me lanzó una especie de joya de oro que dentro tenía algo de color turquesa que brillaba bastante y lo la cogí al vuelo.
-Cuando estés cerca de una bruja, la gema resonará y brillara más -explicó- cuando la bruja muere, su Semilla del Sufrimiento cae. Deberás coger esa semilla, porque te servirá para purificar tu Gema del Alma. Cuando una Gema del Alma no está lo suficiente pura, la chica mágica portadora de esa gema se convierte en bruja, y la chica magica muere cuando la Gema del Alma no está lo suficientemente cerca de ella.
Asentí y salí de la casa, que aún olía al perfume de rosas de mi tía. Me enjuagué una lagrimilla y me preparé para la cacería.

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Ya era por la tarde-noche cuando la Gema del Alma comenzó a brillar y a resonar muy fuerte.
-Kyubey, ¿hay una bruja por aquí cerca?
-Sí, y es bastante fuerte.
Apreté los dientes con rabia. Quiero matar a esa bruja. Quiero...
-Tú solo grita "¡Transformación!"
-¡Transformación!
De repente mi cuerpo empezó a brillar. Ahora llevaba una especie de vestido turquesa cortito. Encima de él, justo por encima de la cintura y por debajo de los hombros, una armadura plateada que terminaba como un bañador. Llevaba también unas botas hasta la rodilla plateadas y unos guantes hasta el codo sin dedos turquesa. Llevaba el cabello recogido en dos coletas que me llegaban hasta los tobillos con dos lazos plateados. A la altura de la cadera, un cinturón con puñales con la empuñadura de plata con pequeñas gemas turquesas.
Entré por una especie de portal y me encontré en un prado que daba un poco de miedo, no tenía hierba, pero sí un montón de paseantes de papel que se volaban al viento. En medio de todo ello, había un gigante tulipán con rostro que sonreía sin parar.
-Esa es la bruja -dijo Kyubey- atácale.
Asentí y, con gran destreza, lanzé un puñal que le acertó en un ojo a la bruja esa. Esta dió un chillido y empezó a atacarme. Le esquivé dando un salto mortal, girando en el aire. Me senté en uno de sus pétalos a horcajadas y le hundí el puñal.
La bruja, el prado, los paseantes; todo se desvaneció. Me vi sentada en el suelo. A mi lado estaba la "Semilla del Sufrimiento". La cogí, y siguiendo las instrucciones de Kyubey purifiqué mi Gema del Alma.Luego me dijo:
-Nunca he visto a nadie con tanta destreza como tú. Ni siquiera Madoka. Nadie.
-No sé quién es Madoka -contesté yo- y estoy cansada.
De pronto volví a vestir el uniforme. Empezé a caminar y de repente recibí un agudo dolor en mi espalda.
-¡¡¡Ahh!!!- Caí al suelo y me desmayé.
Abrí los ojos con cierta pesadez y ví unos hermosos ojos verdes esmeralda.
Y me desmayé.

 

2-Las chicas mágicas.

A la mañana siguiente Kyubey no se encontraba allí, así que me marché a la academia. Nada más entrar una chica (Miki creo que se llamaba) me abordó.
-¡Aaah! -exclamé yo asustada- Lo siento, me has asustado. ¿Que quieres?
Ella me miró intensamente y después esbozó una sonrisa triste.
-Siento mucho que tu tía haya muerto.
-Ahora mismo no...me apetece hablar de eso.
-Lo comprendo. Solo quería invitarte a una tarde de chicas -explicó ella- Siempre te vemos sola y hemos decidido hacerlo.
Entrecerré los ojos.
-¿Tú y quién más?
-Yo, Mami, Madoka, Akemi y y Sakura.
Madoka. Aquel nombre me suena de algo, aunque no sé de qué.
-Iré -dije yo- pero me debes de concretar adonde y cuando.
Ella me apuntó en un papel los datos de la quedada y después se despidió de mí.
Pasé el resto del día nerviosa. No recordaba haber quedado con mis amigas nunca, excepto en los cumpleaños, que a partir de los 5 años dejé de celebrar, así que quería causar buena impresión.
Falté a clase de canto para poder ir a la quedada. Me puse una blusa de manga corta blanca de seda sobre una camisa de tirantes rosa palo, unos shorts vaqueros y las mismas botas altas que siempre me ponía para ir a la academia. Me coloqué una cinta rosa en el pelo con un lazo rosa y me repasé los labios con brillo.
Nos encontramos en una heladería cercana. Todas parecían muy simpáticas, pero la más rara que me resultó fue la tal Sakura, que estaba comiendo todo el rato.
Nos presentamos y después estuvimos hablando un rato sobre esto y aquello. Finalmente, Akemi me miró sin interés y dijo:
-Así que una chica mágica poderosa, ¿no?
Todo a mi alrededor se detuvo. Le miré asustada.
-¿Cómo sabes tú eso?
-Lo sabe -dijo Sakura- porque todas nosotras somos chicas ḿágicas.
-¿¡Qué!?
Madoka me sonrió y dijo:
-En realidad te habíamos invitado para que formaras parte de nuestro equipo mágico.
No me lo pensé dos veces. Me agradaban, Madoka y las demás eran poderosas, y jamás había tenido verdaderas amigas, así que esto era lo mejor que podía pasar.
-¡Acepto!
-¿Aceptas?
-¡Genial!
Las cinco nos reímos y estuvimos hablando sobre muchas cosas el resto de la tarde.
Así que ahora tenía un grupo de amigas, compañeras y, sobre todo, un poder que me permitía conceder vida, del que ya os hablaré más adelante.

 

3-La vida de aquel niño.

Pasé una semana bastante tranquila. En realidad, yo aún estaba impaciente por probar mi nuevo "don" (el de dar vida) pero si no había pasado algo suficientemente terrible, mejor. Pasé bastante tiempo con Miki y las demás, lo que me permitió conocer más sobre cada una. Si tuviera que elegir una favorita entre ellas, no hubiera supido hacerlo. Miki me infundía energia, Mami tranquilidad, Sakura fuerza, Akemi seguridad y Madoka era una chica, bastante especial, y tenía bastantes ganas de hacer una cacería con ellas.
Mi deseo se vió cumplido el sabado, cuando fuimos a hacer una cacería. En realidad no encontramos nada, por lo que estuvimos hablando sobre bastantes cosas en un banco, con un refresco de cola en nuestra mano, aproximadamente a las seis de la tarde.
-¿Qué deseos pedisteis vosotras para convertiros en chicas mágicas? -Pregunté yo.
Miki sonrió.
-¡Yo pedí salvar al amor de mi vida! -Exclamó.
Mimi dijo:
-Yo... me encontraba en una situación en la que estaba apunto de perder la vida, así que en realidad no tuve muchas opciones.
Asentí comprensivamente.
-Yo pedí que prestasen atención a mi padre -dijo Sakura- y después me escapé de casa.
Madoka y Akemi se miraron entre ellas, sonrieron y se negaron a contestar.
Me reí y les expliqué cuál había sido mi deseo. Todas me miraron asombradas y después de un silencio, Mami dijo:
-No me extraña el que seas tan poderosa, habiendo pedido ese deseo.
-¿A qué te refieres?
Antes de que me contestasen, sentí un viento helador y miré nerviosamente hacia un lado. Allí, plantada en un puesto de vendedor de helados, había una Semilla del Sufrimiento, y al lado, un niño con un helado en la mano, tumbado en el suelo. Muerto.
-¡Corre! -Exclamó Sakura- Ve a salvar a ese niño y nosotras nos encargaremos de la bruja.
Asentí y me marché hacia el niño corriendo. Cuando volví la mirada hacia atrás, noté que las chicas ya se habían transformado. Me gustaban sus trajes.
Miré de nuevo al niño y descubrí que se estaba volviendo pálido. Nerviosamente, me transformé y cubrí sus manos con las mías. Sentí que estaba helado, y empezé a helarme yo también. Comprendí que si seguía así, helaría a las demás personas también.
"Quiero salvarlo. No puede morir. Hay gente que lo quiere..."
De repente un resplandor turquesa comenzó a cubrir al chico y sentí que sus manos estaban tornándose más calientes. Pensé que estaba haciendo lo correcto y me concentré en el. Al poco rato, ví que uno de sus parpados temblaban y el niño se incorporó. Después, corrió hacia su madre y me sentí plenamente en paz.
Las chicas volvieron y me encontraron acariciando lentamente mis manos, alucinada. Quizás ellas no sabían lo que pasaba, pero yo sí.
Yo sí.

 

4- Los chicos mágicos.(Primera parte)
El lunes siguiente, por la tarde, fuimos a una cacería. Lamentablemente, Miki y Mami tenían que estudiar y se quedaron en casa, pero todavía podíamos contar con Madoka, Sakura y Akemi.
Para ello paseamos por las zonas de los alrededores, con más probabilidades de asesinatos,suicidios, etc. Llevábamos media hora aproximada buscando brujas cuando nuestras Gemas del Alma empezaron a brillar y a resonar mucho.
-¡Hay una bruja cerca! -Exclamó Madoka pusiéndose alerta.
Nos pusimos en guardia y escuchamos un horrible sonido como de huesos rotos y poco después pudimos oler sangre.
-¡Ha venido de allí! -Indicó Sakura señalando una casa derrumbada.
Nos transformamos y corrimos hacía allí. Había una mujer en el suelo. Tenía la camisa desgarrada y los ojos abiertos de par en par, vacíos, pero no respiraba.
-Ocúpate de la mujer, nosotras podremos con la bruja -ordenó Akemi rápidamente- ocúltale a esa mujer todo sobre porque esta aquí.
-Lo haré -acaté yo.
Se marcharon y me quedé con la mujer. ¿Qué le habría pasado? Uní mis manos con las suyas y de repenté, algo negro y caliente me quemó las manos.
-¡Aaahh! -Chillé yo dolorida. Volví a mirarla- ¿Pero qué pasa aquí?
Lo intenté de nuevo y me pasó los mismo que antes. Enfadada, dí la vuelta a la mujer para ver si la podía curar de otro modo y es entonces cuando ví una Semilla del Sufrimiento clavada en su espalda.Me quedé helada. Las chicas ya habían entrado en el portal, ¿entonces qué...? Y lo comprendí. Todo era una trampa.
-¡Volveeeed! -Grité yo desesperada- ¡Era una trampa! ¡La verdadera bruja está dentro de esta mujeeer!
Nada; ya se habían marchado.
Un portal resplandeciente salió del cuerpo sin vida de la mujer y me metí en el suspirando.Lo que me encontré allí me dejó sin aliento.
Verdaderamente estaba dentro de la mujer: escuchaba todos sus pensamientos, caminaba por su casa, podía tocar sus deseos, rozar sus sueños y frustraciones, etc. Caminé un poco y ví que el paisaje cambiaba. Ahora me encontraba en un patio de recreo. Una niña con trenzas (bastante parecida a la mujer muerta) estaba discutiendo con otra rubia. De repente la rubia le pegó una patada en la espinilla a la niña de las trenzas y se fue corriendo. La niña de las trenzas chilló y empezó a perseguirle. Cuando le alcanzó, la imagen se difuminó. Ahora estaba en un altar.Desde mis perspectiva, podía ver como la mujer ahora muerta besaba a un hombre sin rostro y de repente me encontré en el salón de una casa. La mujer le estaba dando el pecho a un bebé. De repente el bebé se convirtió en un especie de monstruo y la mujer agarró un cuchillo y lo mató. Solté un sollozo. La mujer me miró y se lanzó hacia mí. Supe que ella era la bruja. Le esquive y le lanzé un puñal. Ella contempló tranquilamente como el puñal se clavaba en su pecho y después sonrió, se lo quitó y se lanzó sobre mí. ¿Cómo podía ser eso? Ambas rodamos por el suelo y yo le dí una patada en la barriga. Ella se dobló de dolor y yo le hinqué un puñal en el cuello. Ella se consumió lentamente. Me dí la vuelta, contenta de que todo hubiese salido bien y noté como una mano me agarraba del cuello. Era el monstruo/bebé. Empezé a patalear en el aire y le lanzé un puñal, pero antes de que le pudiese dar se esfumó. Caí al suelo y noté cómo me recogían en brazos. Sentí olor a chico y una armadura de metal. Cuando abrí los ojos, noté que era el chico de los ojos verdes.
-Tú...quién eres. -Dije yo con bastante dificultad.
-Soy un chico mágico.

 

5- Los chicos mágicos. (Segunda parte)

A la mañana siguiente cuando me levanté noté que estaba en otro sitio diferente a mi casa. Estaba acostada en una cama. A mi derecha había un gran ventanal con las cortinas echadas y a izquierda estaba la pared, adornada con diferentes retratos de personas. Las colchas de la cama eran azules y encima había una manta color beis, muy abrigada. Llevaba el uniforme de la academia, pero este estaba lleno de sangre.
Con cierta dificultad me levanté y noté que aunque estaba ciertamente herida no notaba dolor, solo un ligero malestar en la cabeza. Me puse las botas y abrí el ventanal. A través de el se veía el paisaje de unos bonitos jardines llenos de flores. Respiré el aire limpio y después con decisión cerré el ventanal.
Salí de la habitación y me paseé un poco por aquella casa. Encontré un salón, dos baños, un comedor, una habitación llena de fotografías y después la cocina, y me asusté un poco. Había un chico cocinando.
Tenía el cabello ondulado hasta la nuca de un color avellana y llevaba un uniforme de universidad. Cuando se dió la vuelta pude apreciar que era el chico de los ojos esmeraldas.
-Hola -dije yo secamente.
-Buenos días. Ya te has despertado, por lo que veo.
-Sí.
Me quedé mirándolo mucho rato mientras decidía si le preguntaba quien era. Mi tía siempre decía que había que ser educada con todos, pero supongo que eso no servía en este caso, porque había dormido en su casa.
-¿Quién eres? -pregunté al fin.
-Soy Jack, un chico mágico -dijo Jack mientras me besaba la mano.
-Los chicos mágicos no existen -le contradije yo- Eres un mentiroso.
El sonrió dulcemente y me sujetó la barbilla con una mano, obligandomé a mirarle a los ojos.
-Claro que existen, solo que están más ocultos que las chicas mágicas.
-En el caso de que existieran, ¿cómo me lo podrías demostrar?

 

6- Una cacería diferente.

Salimos de su casa y fuimos a la mía en coche para que me cambiara de ropa. Nada más entrar por la puerta principal el chico soltó un silbido y se quedó asombrado mirando el lujoso recibidor.
-¡Jo, qué caserón! Tienes pasta, ¿no?
Me quedé mirándole y al final decidí no contestarle. Le dejé sentado en un sillón mientras miraba un programa basura en la tele y subí a cambiarme.
Me duché, me arreglé un poco el pelo y me vestí. Al final me puse unos pitillos, una sudadera con la imagen de un gatito mono y unas zapatillas altas. Me recogí el cabello en una cola alta y después bajé.
Jack seguía viendo la televisión, aunque no le prestaba mucha atención. En su mano sostenía un álbum de fotos, el...álbum de recuerdos de cuando yo era pequeña.
Me enfadé con el y pensé en darle un buen susto, pero antes de que pudiese hacer nada, la fotografía que estaba observando Jack en este instante me congeló.
En esa foto yo tendría tres años o así. Llevaba en el pelo una cinta rosada y un vestido blanco de bebé. Estaba en los brazos de una mujer con el cabello dorado, corto, una eterna sonrisa y unos ojos verdes luminosos. Al lado de la mujer aquella había un hombre, también sonriente, con los ojos azules y el cabello corto y color avellana. La mujer llevaba un vestido largo de salir color negro y unos tacones del mismo color que el vestido, y el hombre llevaba un esmoquin blanco. Se me encogió el corazón. Aquella foto nos la hicimos mis padres y yo en la boda de mi tía. Sentí como una lágrima se deslizaba por mi mejilla.
Jack se dió la vuelta rápidamente.
-Eh, ¿qué te pasa? -Preguntó. Su rostro delataba preocupación- ¿Es por tus padres?
-¿Cómo sabes tú lo de mis padres? -susurré yo- ¿De donde has salido?
-Se muchas más cosas de las que tú piensas - Dijo el mientras me abrazaba. Deje que lo hiciera y el me acarició el pelo lentamente, como si temiera que huyera de el. Me separé rápidamente y me enjuagué las lagrimas con rabia. No iba a permitir que me viese llorar.
Desvié la mirada hacia otro lado.
-¿Tenías algo que enseñarme?- pregunté yo incómodamente.
El esbozó una sonrisa la vaga y me señaló la puerta.
-Vamos de cacería.

 

7- El caballero blanco y el caballero negro.
Jack y yo empezamos a pasear por una parte de la ciudad muy solitaria. El miraba al frente, muy tranquilo, y parecía que tenía la situación bajo control. De repente, empezamos a escuchar una canción, la voz que la cantaba estaba ronca, como si hubiese fumado mucho, y era de mujer. Empezé a correr, guiándome por mi oído, aunque la voz era tan débil que no se entendía de lo que decía. Al final, la pudimos ver.
Era una mujer, con un traje de baño. Estaba sentada sobre un montón de cristales y sus ojos ofuscados miraban a algo que parecía haber en el cielo. Lo que cantaba sonaba como a una nana.
-"Miraremos todos al cielo y podremos comprobar como la luna, de rojo escarlata ilumina al Caballero Oscuro y a su princesa... y todos nos postraremos ante el."
-Alessandro- escupió Jack.
Yo le miré de reojo.
-¿Quién?
El me sonrió y me guiño un ojo.
-Ahora vas a ver- dijo- lo que es un chico mágico.
Entonces el saltó y giró en el cielo. Cuando bajó, estaba vestido como un caballero de la Edad Media: llevaba una armadura blanca realmente reluciente. Se subió el yelmo y me sonrió abiertamente.
Entonces se lanzó a la a la lucha, con una enorme espada, y atacó a la chica.
-Jack, ¡no le ataques a ella!
Pero de repente la mujer desapareció y en su lugar quedó otro caballero, con una armadura negra como el tizón, que cogió una espada igual de grande que la de Jack y rechazó elegantemente el ataque del caballero blanco.
Jack se echó hacia atrás, y pude ver que estaba ligeramente herido.
No pude soportarlo más y me transformé. Pude sentir el ligero vacío en mi estómago como cada vez que lo hacía. Cogí un puñal de mi cinturón y se lo lanzé, pero el lo cogió con un grácil movimiento de muñeca y me lo volvió a lanzar. Este cayó en mis manos, y comprendía que no podía hacer nada. La pelea era de Jack, no mía. Me quedé de nuevo en ropas de calle y miré angustiada como Jack intentaba defenderse sin éxito de los ataques sin piedad de su contrincante.
-¡Jack, déjalo ya! -exclamé yo- ¡Es demasiado fuerte para ti!
El caballero negro se subió el yelmo. Ojos verdes, pelo avellana, exactamente igual que Jack; le dedicó una mueca burlona.
-¿Ves, hermanito? Hasta una chica lo dice.
Jack soltó un gruñido y le atacó... pero el otro había desaparecido.
Jack cayó, con su ropa urbana al lado mía, y yo corrí a socorrerle.
-¿Quién es? -pregunté yo mientras le daba un poco de agua.
El me miró, con sus ojos verdes reluciendo de rabia.
-Una pesadilla.

 

8- ¡Una chica verdaderamente kawaii!
A la mañana siguiente, cuando iba camino del instituto con Miki, Madoka, Mami y Akemi (Sakura no estudia) una chica vino corriendo hacia nosotras. Era rubia, con un cabello hasta los hombros, de flequillo recogido con dos lazitos rosas y ojos de color miel, muy alegres y luminosos.
—¡¡¡Holaaaaa!!! -exclamó muy sonriente- EncantadadeconocerosmellamoFurukawaYukiestoyenvuestrocolegiosoynueva -dijo muy seguido y sin respirar.
—¿Perdona? -dijimos todas sin enterarnos de nada.
Ella arrugó la nariz -en un gesto muy mono, por cierto- y se presentó adecuadamente:
—He dicho -explicó- que me llamo Furukawa Yuki, estoy en vuestro colegio y soy nueva.
—Ah -dijo Miki, un poco confundida.
—¡Estoy dispuesta a hacer muchísimos amigos, a ser la mejor estudiante y a conquistar a muchos chicos!
Todas nos miramos y sonreímos. La chica tenía una personalidad super arrollante, pero era muy simpática.
—¡Esa es la actitud! -exclamó Mami, y nos presentó- Esta es Miki, yo soy Mami, aquella es Akemi y la que está a su lado es Madoka, ¡ah! Esa es Ayumi.
—Encantada -dije yo, y le tendí mi mano- yo espero que podamos ser buenas amigas.
Ella rechazó mi mano y me abrazó muy fuerte.
—¡Te adorooooo! -chilló- ¡Ojalá fuera tan linda como tú!
—Gra...cias.

Como a eso de la hora del almuerzo (comimos con Yuki, naturalmente) ella nos propuso quedar un día.
—¿A qué hora? -preguntó Akemi, la gran planificadora.
—¿La pregunta no debería ser "a que día"? -ironizó Miki.
—A las seis, mañana, en esta dirección -dijo ella tendiéndonos un papelito -es un sitio super bonito, probablemente no lo conozcáis. ¡Oh! Me tengo que ir. ¡Nos vemos, chicas!
—No me fío. No deberíamos ir. -dijo Akemi cuando Yuki se hubo marchado.
—¡Pero que dices! -exclamó Madoka- Yo iré. Yuki es super simpática.
Akemi asintió nada convencida y miró el papelito que tenía en la mano.

 

9-Una cita imprevista.
Aquella noche, cuando volvía de una cacería a casa, me encontré en la puerta principal a Jack, que miraba a todos lados como si me estuviera esperando, o algo así. Suspiré.
—Debería habermelo imaginado -murmuré mientras rebuscaba en mi cartera en busca de la maldita llave.
—¿Te apetece cenar conmigo? -preguntó Jack.
Yo le miré sorprendida y capté las diferencias: en vez del uniforme de la universidad se había puesto un esmoquin, y en sus manos portaba una bonita rosa roja, sin espinas.
—Vaya. -dije yo- Vaya. -volví a repetir.- Jack, me siento muy honrada y eso, pero es tarde, y estoy cansada...
—Sabía que dirías eso. No te preocupes, he encargado una pizza. -se miró el reloj de oro blanco que llevaba y frunció el ceño.- Y está a punto de llegar. No te preocupes, ve poniendo la mesa y yo esperaré al repartidor.
—¡Jack!
—¿Qué? Yo pondría la mesa, pero no sé donde están los manteles, y además...
—Jack, gracias. Pero me siento cansada, de verdad. Las chicas y yo hemos tenido un día complicado. Había una bruja en un circo, y ha sido tan complicado vencerla... Además de que hemos tenido que convencer a lo espectadores de que todo había sido un sueño. Así que lo mejor será que pospongamos esto hasta otro día.
El sonrió y alzó una mano. Yo miré lo que tenía en ella. Era un DVD de Totoro, mi pelicula favorita. Es algo infantil... pero es la última que vi junto a mis padres.
—¡Totoro -exclamé sin poder contenerme- ¡Muchísimas gracias, Jack! ¿Cómo sabías que era mi película favorita?
El se encogió de hombros.
—No lo sabía. Pero en el videoclub tenían una plaquita con tu nombre que decía "clienta destacada", así que le pregunté a la dependienta cual era tu peli favorita.
Sonreí. Sí, yo estaba hecha una cinéfila.
—Vale, pero tu pagas la pizza.
—¡Por supuesto! ¿Por quién me has tomado? -exclamó el claramente ofendido.
Yo me reí y le invité a entrar.
La velada fue fantástica. Vimos Totoro, comimos pizza, (mi preferida, cuatro quesos) y nos contamos cosas. Jack, ahora que lo pienso, era un tío majo. Muy agradable, alguien con el que se puede pasar el rato. Sentía algo raro en el estómago...algo cálido y esperanzador.
Como a las doce y media, Jack se despidió y yo me quedé apoyada en el marco de la puerta, observando la noche y escuchando los pasos de Jack alejándose. Cuando dejé de oírlos, me metí en la cama. Mañana sería otro día.

 

10-La sorpresa de Yuki.
Hoy era el día en que las chicas y yo habíamos quedado con Yuki. Ella vino a la academia a primera hora, pero se marchó por "asuntos privados" (Dijo la profesora).
En el recreo, las chicas y yo estuvimos conversando un poco.
—Sigo pensando que quizás no es buena idea esto de la quedada con Yuki, chicas -confesó Akemi.
—Y yo sigo pensando que quizás eres un poco paranoica, Akemi. -protestó Miki- Yuki es una buena amiga, se lleva bien con todas y (ejem ejem) es tan baja y parece tan debilucha... No es como si pudiera hacernos algo.
—¡Madoka también parecía debilucha y fíjate tú! No debemos fiarnos de las apariencias.
—¡Eh! -exclamó Madoka.
—Lo siento Madoka, pero aun así...
—Estoy con Miki -intervine yo- Yuki no va a hacernos nada.
Akemi se mordió el labio y miró hacia otro lado, claramente preocupada.

Aquella tarde, a la hora de prepararme, Sakura vino a verme.
—Venía para ver si te vienes al karaoke -me informó cuando le abrí.
—Lo siento, esta tarde he quedado.
Ella entrecerró los ojos.
—¿Con quién?
—Con Furukawa Yuki, una chica nueva de nuestra clase. No te habíamos avisado, pero si quieres puedes venir.
—Ok, pero... ¿piensas ir así? -preguntó ella echando una mirada crítica a mi pijama.
—No, justo ahora lo estaba pensando. ¿Me ayudas? De paso te presto algo y te quitas esa sudadera tan raída.
Ella puso los ojos en blanco y pasó al interior.

Al final, Sakura (con una camiseta china y una falda con leggins por debajo y zapatillas altas) y yo (con un vestido blanco hasta la rodilla y unas manoletinas rosas) nos fuimos hasta el lugar de la quedada en taxi. Nos sorprendimos mucho, porque este dicho lugar era un callejón oscuro sin salida, con un olor a orina de gato insoportable.
—¡Puag!Vuestra amiga es bien rarita, ¿no? -preguntó Sakura tapándose la nariz.
—No sé que ha podido pasar -dije yo respirando por la boca- este lugar no parece típico de ella.
—Igual nos hemos equivocado... -murmuró preocupada Madoka.
—No os habéis equivocado en absoluto -interrumpió una voz a nuestras espaldas.
Nos volvimos. Era Yuki. Llevaba unos shorts dorados ceñidos y una blusa que se ajustaba sin mangas por encima del pecho con una cinta dorada, la blusa era blanca. Llevaba unos taconcitos blancos, y por encima, unos calentadores también blancos sujetos por arriba y abajo con cintas doradas, y unos calentadores exactamentes iguales en los brazos.
Akemi se transformó inmediatamente y le apuntó con un cañón.
—Eres una chica mágica -siseó- lo sabía. Y disparó.
Yuki se echó a un lado con un ademán trágico y disparó con una ballesta a Akemi, que no pudo esquivarlo a tiempo y cayó al suelo, herida y paralizada.
—¡Maldita! -exclamó Sakura, dispuesta a atacarle con toda su potencia, pero... Unas cadenas le apresaron.
—Alto ahí -dijo una voz femenina.

 

11- Alice.
Nos volvimos y nos encontramos con una chica, aproximadamente de nuestra edad, que seguramente sería una chica mágica. Llevaba un top por encima del ombligo de tirantes color negro y una falda de tablas hasta medio muslo, y unas botas de tacón de aguja hasta la rodilla. Tenía el cabello negro ondulado, hasta por debajo de las rodillas, suelto, y los ojos rojos muy penetrantes; llevaba a modo de cinturón dos cadenas que parecían ser de plata.Era totalmente pálida.
La chica chasqueó y las cadenas que apresaban a Sakura se soltaron. Ella cayó al suelo y se desmayó acto seguido.
Tanto como Mami como Miki retrocedieron asustadas, pero Madoka y yo nos quedamos allí, las dos transformadas y con miedo también, aunque queriendo disimularlo.
La chica se volvió.
—No debes de ser así de imprudente, Yuki -le regañó- ¿Qué hubiera pasado si esa chica te hubiera dado?
Yuki se cruzó de brazos y le miró desafiante.
—Sabes que hubiera podido con ella.
—Esa no es razón para comportarte de manera infantil y estúpida.
La cara de Yuki se coloreó del más puro tono rojo que pudiera existir. Ya estábamos esperando la explosión cuando ella se descruzó los brazos, inclinó la cabeza y murmuró:
—Lo siento, Alice.
Miki se adelantó, tomando mucho valor y espetó a esa chica "Alice":
—¿Pero quién se supone qué eres?
Alice le miró con una expresión aburrida en el rostro.
—Sayaka Miki, 13 años de edad. Un deseo desperdiciado en curar al chico al que ama. Qué lástima.
Miki se torno de un color pálido y miró a Alice con miedo.
—¿Cómo sabes eso? -preguntó en un susurro.
La chica sonrió con sorna.
—Yo lo sé todo, cariño.
Todas nos miramos entre nosotras y al final Mami preguntó, representándonos a todas:
—¿Qué queréis, vosotras dos? ¿Y quién eres en realidad, Yuki? (Si es que te llamas así) ¿Y tú...no, usted, Alice?
—No he mentido en relación en mi nombre; en verdad soy Furukawa Yuki. Soy una chica mágica, y en realidad,tengo más de cien años; aparento esta edad gracias al deseo que pedí. -nos informó Yuki con el ojo guiñado.
—Aunque tenga tanta edad, no ha madurado nada -se mofó Miki.
Alice le miró con odio.
—Cállate.
Yo miré con curiosidad a Yuki.
—Y... ¿cuál fue tu deseo?
Ella me miró super sonriente.
—No te lo voy a decir -canturreó.
Akemi se levantó, algo aturdida.
—Alice. -susurró al mirar a la chica de negro.
—¿La conoces, Akemi? -preguntó sorprendida Madoka.
Los pequeños labios de Alice se torcieron en una sonrisa torcida.
—Akemi.Cuanto tiempo, ¿verdad?
De repente hubo una especie de explosión y dos chicos, un caballero negro y otro blanco, salieron persiguiéndose. Jack se levantó el casco y me miró, medio alucinado.
—¿Ayumi? Pero, ¿qué haces aquí? -dijo mientras miraba a alrededor- ¿Qué rayos pasa aquí?