Nuestra Independencia

Este escrito es para la actividad de “Donde hubo Historia” de @Elayne

No podría expresar fervientemente lo que un soldado, un caudillo, pudo haber hecho o sentido en esos momentos caóticos. Pero si sé que ninguno se escondió para ser libres. Para ver su patria como una igual e independiente. Nuestra historia tal vez no sea tan diferente a las de muchos países ni tan igual. Pero trato de transmitir el sentimiento y la euforia a pesar de todo de un argentino. Y si estoy equivocada mis hermanos, entonces pido perdón. Uno se equivoca, pero también aprende.

(577 Palabras)



Capítulo 1- ¡Rumbo a la Libertad!


Nuestra bandera flameaba con pacirmonía en el punto más alto de la pica, en manos de un gran caballero, mientras estábamos en la espera de enfrentarnos con los barbaros españoles y de toda potencia extranjera. Estábamos conscientes de que era la última vez que veríamos a nuestros colonizadores para ser al fin hombres libres. Quebrando todo tipo de obstáculos en contra de nuestra patria, de nuestra Argentina.

La mediocridad llegaba a su fin y eso tan solo alegraba mi corazón. No pensaba en nada más que en mi pueblo, en mis compañeros, amigos, hermanos acompañándome a un futuro incierto, donde ninguno sabíamos si íbamos a volver con buenas o malas noticias, a nuestros cálidos hogares.

Si teníamos miedo de perder la vida o no, realmente no estaba seguro de que eso pasara por las cabezas de ellos. Ni mucho menos por la del General José de San Martín, y yo realmente no lo sentía. Pero la gloriosa sensación de hacer algo por mi país era sin duda una gran gratificación y alivio. Mis hombros estaban livianos y mi corazón en paz.

Mis ojos se clavaron una vez más en aquellos vivos colores, celeste y blanco. Tal vez era la ansiedad la que hacía que viera esos colores como mi única esperanza. Realmente no lo sabía. Pero no había visto algo más hermoso en toda mi vida, aunque sonara enfermizo.

Mis hermanos argentinos, mis compatriotas esperaban a que en viva vos ¡gritáramos por la libertad! Lo íbamos a hacer, eso no lo dudaba. Pero nuestro General esperaba el momento justo para oír anticipadamente el ruido de rotas cadenas y ver el trono de la noble igualdad acercarse a nuestros corazones, nobles y honorables.

No tenía la certeza de haber sido un gran hombre, ni si en alguna época futura sería reconocido por lo que haría. Pero solo esperaba que ningún argentino olvidara lo que estos hombres valientes harían por cada uno de ellos, lo que hicieron y lo que jamás dejarían de hacer. De eso estoy más que seguro.

Coronados de gloria vivamos, ¡O juremos con gloria morir! Porque un argentino libre caminaría por los caminos de nuestro pueblo. Sin miedo ni temor.

El general había dado la orden de movernos, sentí un leve temblor en mis entrañas. Pero no tenía miedo, a pesar de que estábamos propensos a que el velo de la muerte nos cubriera por completo. Mis pies avanzaban, aunque no les había dado orden alguna. Sin embargo, estaban acostumbrados a actuar antes de que el arrepentimiento llegara tan siquiera a ser una idea.

Los soldados argentinos mantenían un gesto serio y concentrado en el campo de batalla, no estaba seguro si yo tendría uno igual. Pero mi mente era la única que divagaba, consciente de lo que pasaba a nuestro alrededor, pero a fin de cuenta guardando cada uno de los momentos que estábamos viviendo con mucho fervor.

En ese momento miré al frente, todo aquel color rosa que yo le ponía a las cosas se teñiría inevitablemente en un rojizo escenario. Pero tenía fe, una desenfrenada fe en nuestro digno Dios. Solo pedía no olvidar y poder vivir para contar esta historia de... libertad.

Si había hombres con un pasado negro, no podía juzgarlo en ese momento. Pero la libertad era de todos y de cada uno.

La batalla estaba por comenzar y todos juntos, ni uno menos ni uno más, íbamos rumbo a un nuevo mundo…

 

Bueno éste es el último capítulo. Tuve problemas técnicos con mi computadora y no tuve como subirlo, por suerte y Gracias a Dios llegué a tiempo. Así que espero que les guste y bueno cabe decir que fue un gusto participar en ésta maravillosa Actividad.

¡Saludos!

Atte: Paulijem


Capítulo 2-“Con Gloria Morir”


Me pregunté muchas veces, que nos llevó como argentinos ir al frente, con temor o sin él, con valor u honor, sabiendo que tal vez moriríamos o viviríamos, según Dios lo decidiera. Pero no se trataba de lo que creíamos, sino de lo que queríamos, de lo que deseamos, de lo que anhelábamos. Porque ser libres era un precio que lamentablemente debíamos pagar. No con dinero, ni con oro, ni plata, sino con nuestras propias vidas. Para un futuro, para una vida que, sin seguridad, no disfrutaríamos.

Pero tampoco se trataba de nosotros. Me lo había repetido tantas veces. Tenía presente que no me enlistado para tener un uniforme militar y un par de medias extras. Como recordaba mientras miraba todo aquel ambiente tenso, lo hacía por mis hijos, por mi familia y todo era acorde a ellos, a sus vidas, a sus venideras generaciones. Serían libres. Eso era mi respirar, mi seguir, mi fortaleza.

No había rumbo, solo una trayectoria, solo un camino que era rojo, negro y frío. La lucha inminente, desesperante y escalofriante, solo iba a una sola meta y era vivir o morir, levantarse o caer...

El chocar de los sables, los gritos desgarradores, las voces de los generales llenas de órdenes. Era la música del campo de batalla. Los disparos chocar contra la carne viva de los soldados, los cañones, disparados para impactar contra el suelo árido. El humo, con aquel repugnante olor a carne quemada, era el escenario principal de nuestra lucha, de nuestra batalla. Ser victoriosos no fue fácil, era un camino en el cual no había luz, en el cual todo era peligro, muerte y tinieblas. Matar para vivir, ese era el lema.

Mis ojos una vez más miraron aquella esplendorosa bandera, con aquellos colores vivos a pesar de que todo a su alrededor era lo contrario. El celeste y el blanco se mecía con intensidad. El viento estaba a nuestro favor.

¿Cómo lo supe?

No lo sabía, solo eran esperanzas que aun no se perdía, fe que aun no se olvidaba. Un pueblo luchaba por la libertad, luchaba por lo que nos pertenecía, o eso nos habían dicho. Pero les creí, y quise tomar eso. Ser libre, no sonaba mal…

¿Ganamos? Sí, ganamos. Pero aun sigo creyendo, que seguimos luchando por nuestra libertad, por nuestra independencia…

— ¡Escuchen! —la vos del General José de San Martín resonó en todo el campo de batalla, aquella impotente vos que demandaba autoridad y denotaba firmeza ante los afligidos. Los sobrevivientes, incluyéndome, lo escuchamos con atención y admiración— ¿Escuchan eso? ¡Es el ruido de rotas cadenas! ¡De cadenas que ustedes rompieron para que un país fuese Libre! —Los gritos de júbilos no se hicieron esperar, y aunque se desgarraban las gargantas, nada impedía a los vítores de plenitud y alegría— ¡Libertad mis señores!

Viví para contarlo, pero lamento que muchos otros no lo hayan hecho. Sé que su historia hubiese sido igual de importante que la mía, igual de triste y valerosa. Todas y cada una de ellas a pesar de haber habido injusticia. El pueblo alzó un trono digno a su gran Majestad y terminaron con un solo final, con un solo sentir y con un solo principio…

Nuestra Independencia…