ORIGIN

Buenas a todos, para los que me conocen (que dudo que sean muchos) y los que no. Últimamente he leído y aplicado el llamado Método Snowflake (copo de nieve) para escribir novelas. Como dice allí "es un método que no te hace perder el interés por escribir". Me he estructurado un escrito y he hecho mi primera historia terminada (aleluya). Me gustaría que la leyeran y actúen de editores, para ayudarme a perfeccionarla lo más posible.
Primero, cabe a destacar que es un universo paralelo, pero casi todos los aspectos del mundo pokémon se conservan. Segundo, no es un Shipping, pero ustedes irán descubriendo o no escenas de ese tipo. En fin, aquí la historia para que la lean.
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Capítulo I

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El Bosque Petalia

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/Flash back/

Era ya de noche en el Bosque Petalia, al Oeste de la región de Hoenn. El clima era frío y algo ventoso. Se oía el crujir de las hojas resecas en el suelo blando de tierra.

Dos niños de diez años buscaban incansablemente a un amigo que se había perdido. La niña, rubia y de ojos azules, gritaba el nombre de su amigo para efectuar un intercambio de llamados con él. “¡Leo! ¡Leo!” gritaba. Su acompañante, niño de cabello marrón al igual que sus ojos, miraba a cada lado tratando de divisar a Leo.

Sus gritos y llamados cesaron al oír un leve sonido que creían era el llanto de una persona. Siguieron sus oídos hasta el origen de aquel sonido y dieron con su amigo Leo, de cabello rubio arena, quien estaba sentado bajo un árbol llorando.


-Tengo, miedo, chicos…-dijo Leo entre lágrimas.


/Fin Flash back/


La decisión

Se encontraban los tres amigos en Ciudad Férrica, donde vivían. Estaban recibiendo una visita guiada en Devon S.A. que se proporcionaba una vez al mes con entrada libre. Pese a estar en la edad de quince años, se sorprendían como niños al ver los novedosos inventos de la corporación.

La visita generalmente terminaba con un pequeño discurso del respetado Señor Peñas, presidente de la compañía, pero esta vez no sucedió. Entre los rumores de otros visitantes, se escuchó que debía atender algunos asuntos relacionados a un robo por parte del Equipo Pyro, organización criminal que se ha ganado fama últimamente.



-Bah-dijo Leo en cierto tono de enojo- Siempre hay criminales arruinando todo en esta ciudad.


-Basta, ¿no habías superado eso ya?- le preguntó la rubia que lo acompañaba.


-Alma tiene razón, Leo. La muerte de tu padre fue dura, pero hay que seguir adelante-intervino el de cabello marrón.


-Siempre de su lado, Ed. Sólo me gustaría poder acabar con esto del Equipo Pyro y eso.


-Créeme, no hay nada que quiera más-le dijo Edward.


-¿Y qué si lo hiciéramos? ¿Y qué si nos aventuráramos para darles fin?-preguntó Leo.


-Esto es la vida real, hay consecuencias de verdad. No te tendrán piedad por ser un adolescente-interfirió Alma.


-Lo sé, amiga. Pero tenemos pokémon y sabemos luchar. Si nos unimos podríamos hacerlo.


-Yo digo que lo hagamos, ¡hace tanto que no pasaba algo entretenido aquí!- exclamó Ed- Si vemos que es muy difícil, nos volvemos.


-Bien, pero no crean que andaremos de justicieros por toda la región para salvar Hoenn-cedió finalmente la chica.



Combate

Salieron los tres del edificio Devon y tomaron distintos rumbos cada uno hasta sus casas. Se prepararon lo que pudieron: la clásica mochila de viaje, Despertar, Antiparaliz, Antiquemar, sus pokémon; todo para salir hacia las cercanías donde se creía que era el paradero del temible Equipo Pyro.

Acordaron encontrarse a las seis de la tarde enfrente del Centro Pokémon de Férrica, de donde partirían a la Ruta 116. Pero Leo venía entusiasmado con otra propuesta previa al viaje.


-¡Chicos! Idea: probar nuestros pokémon para comprobar su fuerza. Debemos estar preparados si queremos sobrevivir contra esos tipos.


Los tres habían recibido Pokémon especiales por ser amigos del Profesor Abedul. No sólo los tres pokémon iniciales que algunos reciben, sino también otros pokémon que el profesor atrapó a lo largo de su viaje.

Sin preguntas, se inició una batalla de tres “todos contra todos” entre el grupito de jóvenes.

Leo sacó a Treecko, de tipo planta. Alma a su querido Torchic, del fuego. Y Edward dejó salir a su Mudkip, con quien tenía una seria amistad. Comenzó un intercambio de Placajes, Destructores y Arañazos por parte de los tres pokémon. No podían herirse mucho debido a su bajo nivel, y daban una patética pelea de niños.

Pero pronto comenzaron a lanzar ataques de su propio tipo, como el Absorber que usó Treecko en Mudkip. Recibió un golpe duro, por lo que Ed lo regresó a su Ball y sacó un Taillow para contraatacar con Picotazo. Aprovechando la situación, Torchic lanzó Ascuas a Treecko para dejarlo herido de gravedad. El planta tuvo que retirarse también. Leo sacó un Nosepass que Abedul atrapó en la Cueva Granito de Azuliza y luego le fue entregado a él. El pokémon tipo roca utilizó Lanzarrocas contra Torchic, debilitándolo completamente.

Alma cambió a su Torchic por Roselia, pokémon de tipo Planta y Veneno. Utilizó Megaagotar contra Nosepass, y Paralizador contra el Taillow de Edward. Las ventajas de tipo se habían reestablecido de nuevo, pero fue un Lanzarrocas del pokémon Roca que debilitó a Taillow haciendo que Ed saque su Mudkip otra vez.

El pokémon azul utilizó Pistola agua contra Nosepass, que lo dejó fuera de combate obligando a Leo a usar a Treecko de nuevo. Mudkip y Treecko unieron fuerzas para dejar fuera a Roselia, quien antes pudo asestar un Picotazo venenoso a Treecko, poniéndolo en sus últimas. Para finalizar el combate, Mudkip usó Placaje y debilitó a Treecko, dando victoria a Edward.



Partida

Finalizó la pelea y Alma y Leo felicitaron a Ed por su victoria. Ahora que habían comprobado fuerzas se decidieron a partir en dirección a la Ruta 116. Se hicieron camino a través de la gran cantidad de árboles y hierba alta de la zona.

Oscurecía dentro de muy poco, por lo que se apresuraron en avanzar. Ya a las siete de la tarde se podía ver la luna llena en el cielo teñido por un color anaranjado fuerte. No había nubes en el horizonte, y el clima era bastante cálido. La baja iluminación permitió ver un pequeño resplandor proveniente de una cueva.

Los tres se acercaron y vieron un cartel viejo que decía “Túnel Fervegal”. Se dispusieron a entrar en aquella polvorienta caverna, llena de rocas y tierra. La luz venía muy para el fondo de la cueva, tanto que no se podía divisar desde la entrada el origen del destello.

Escucharon unas voces en lo profundo del túnel, susurros siniestros de réplicas y disculpas. Entre distintos tipos de murmullos, unos difíciles de distinguir y otros in-entendibles, oyeron las dos palabras que les pusieron alerta todos sus sentidos: Equipo Pyro.

 

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Capítulo II​

El Equipo Pyro

Los tres jóvenes siguieron avanzando por aquel polvoriento túnel. Caminaban lenta y silenciosamente para no ser descubiertos. La tensión aumentaba hasta que llegaron al final. Se veía claramente la salida, pero había al parecer otro camino. Para su infortunio, un miembro del equipo Pyro se percató de su presencia y los atacó.

Sacó un Slugma y un Mightyena, por lo que Leo, Ed y Alma sacaron a sus tres primeros pokémon también. Mudkip atacó a Slugma con Pistola agua y lo dejó bastante herido. Pero Mightyena atacó velozmente con Triturar, ataque que debilitó a Mudkip fácilmente. Sorprendidos por el poder de Mightyena, procedieron a atacar Torchic y Treecko con Ascuas y Absorber respectivamente. Ambos ataques causaron daño al pokémon Siniestro, pero su duro entrenamiento pudo resistirlo. Edward sacó de su Ball a Taillow, y casi debilitó a Slugma de un Picotazo. Pero era el turno de Slugma para atacar, y éste hizo Lanzarrocas contra Torchic.

Para darle fin al pokémon tipo fuego, Mightyena atacó nuevamente con Triturar. Treecko golpeó nuevamente al pokémon Siniestro con Absorber, pero seguía en pie. Slugma atacó a Treecko usando Ascuas, técnica que lo debilitó. Ahora era el turno de los segundos pokémon para pelear. Nosepass con su Lanzarrocas debilitó a Slugma, Roselia y Taillow dañaron a Mightyena gravemente con Megaagotar y Picotazo. Antes de que Mightyena pudiera moverse, Nosepass usó Placaje y acabó con la pelea.

Aunque contentos por la victoria, los tres jóvenes echaron a correr por donde vinieron para evitar más problemas. Alma no paraba de replicarle a Leo con palabras como “Te lo dije”, “Apenas salimos vivos” o “Tuvimos suerte”. Se escucharon esas palabras una y otra vez camino de regreso a Férrica.


Última palabra

En Férrica, bajo la luz de la luna llena, se encontraban los tres hablando, sentados en un banco en el Centro Pokémon. Mientras su equipo se rehabilitaba, ellos estaban decidiendo una vez más si iban a detener la criminalidad del Equipo Pyro. Tras varios minutos pensando, Leo y Alma decidieron que ya era suficiente.


—No estoy de acuerdo—dijo Edward.

—Tú mismo fuiste el que dijo que si era muy difícil que abandonemos—replicó Alma.

—Lo sé. Pero, ¿con qué motivo fuimos? Con la intención de cambiar algo. Yo sigo teniendo la intención de detener a esos tipos, por lo que voy a seguir insistiendo.


Leo y Alma se callaron por un momento. Tras una breve reflexión, Leo habló:


—Tiene razón. Sé que un grano de arena basta para hacer un cambio, ¿pero qué si aportamos muchos de ellos? ¿Por qué quedarse con hacer lo justo si podemos hacer más?

—Ay, qué insistentes. Está bien, los voy a acompañar. Pero tengo la libertad de irme cuando quiera, ¿eh? —cedió la chica por fin.


Ya estaba decidido por segunda vez, los tres jóvenes tenían como objetivo hacer lo más posible para detener al Equipo Pyro. Pero, ¿por dónde empezar? No era opción volver al Túnel Fervegal y probar suerte. Por lo que tendrían que buscar dónde hay otras concentraciones menos peligrosas de la organización.

Se dispusieron entonces a efectuar una investigación para recolectar información sobre el Equipo Pyro. El día de mañana, se tomaría una dirección de viaje y partirían.


Rumbo

Llegada la mañana y después de un buen descanso, juntaron y compararon toda su información para determinar qué rumbo debía tomar el viaje al que estaban próximos a partir. Luego de una rigurosa reflexión, aceptaron tomar camino al sur por el Bosque Petalia e investigar en la ciudad del mismo nombre.

Antes de eso, optimizaron los recursos que llevaban en sus mochilas, para obtener una mejor experiencia durante el viaje. Ahora sí, estaban listos para iniciar una “cacería” del Equipo Pyro. Salieron de Férrica por la puerta sur hacia la Ruta 104, donde había un gran lago y un puente de madera que lo atravesaba.

Mientras cruzaban el puente, de aspecto rústico y algo viejo, se toparon con un niño de, aparentemente, diez años de edad y a su padre. Él les dijo que quería retar a alguno de ellos a una batalla doble, para probarle a su padre que era capaz de pelear.

El que aceptó fue Edward, quien salió vencedor en la anterior batalla de ciudad Férrica.


Dobles

Procedieron a pelear; Ed sacó a sus únicos dos pokémon: Mudkip y Taillow. El niño, quien reveló que se llamaba Gegner, sacó a Dustox y a Beautifly de sus balls. Edward estaba en desventaja de entrenamiento, por lo que prefirió luchar a la defensiva. El Dustox atacó a Mudkip usando Confusión, movimiento de potencia baja. El Taillow de Ed usó Picotazo contra Beautifly, y lo dejó bastante herido. Edward, decidiendo hacer la estrategia “dos contra uno”, ordenó que Mudkip también atacara a Beautifly para acabar con él rápidamente. El pokémon Bicho/Volador recibió el golpe y quedó casi agonizando, pero tuvo fuerzas para utilizar Absorber contra Mudkip y recuperar vida. Dustox usó Confusión contra Taillow tratando de detenerlo, pero no impidió que dejara a Beautifly usando Picotazo una vez más.

Sólo quedaba Dustox, por lo que Mudkip embistió al pokémon con Placaje para dañarlo. Gracias a un Foco energía y a un seguido Picotazo que terminó en golpe crítico, Edward pudo ganar su tercera batalla.

El niño, desilusionado, se disculpó con su padre, pero éste le dijo que de todos modos hizo un gran trabajo.


Entre los árboles

Después de la batalla, los tres jóvenes siguieron camino hasta el Bosque Petalia, y Leo sintió un escalofrío justo antes de cruzarlo. Su trauma había dejado marca en su cabeza, no podía olvidar aquello. Pero ahora debía armarse de valor y no llorar.

Para él era algo tétrico el mirar hacia todas direcciones y ver exactamente lo mismo, más aún cuando los árboles tomaban un aspecto bastante sombrío bajo el efecto de la poca iluminación.

En un momento del viaje, después de un leve descenso en el camino, los tres sintieron ruidos, ruidos extraños con un origen in deducible. El simple hecho de no saber qué era hacía la situación aún más escalofriante y tenebroso de lo que podría ser en realidad.