Biblioteca principal

En absoluto silencio, me encontraba en un rincon del amplio salon contenplando atentamente lo que estaba aconteciendo, hasta que decidi formar parte. - Director, Cual es el motivo de querer vernos matar a alguno de nosotros? - dije mirando seriamente al extraño oso de la pantalla.

 

--¿Que no tenga miedo? ¡¿Como demonio espera que no me asusté?!--. Termine gritando lo último, unas cuantas lágrimas salieron de mis ojos, éramos un juego para el, sólo un jodido juego.

 

-No necesito darlos, señorita Monroe. Son mis motivos. -Le sonrió con malicia, sabiendo que la pregunta era irónica.

 

— ¿Y qué pasa si nos rehusamos? — Le cuestioné al oso, cruzando los brazos.

 

¿De verdad habrían personas que matarían para poder salir?

La desesperación estaba tomando a flote.--Serena morenaa...--le dije a Daniela, no sabría con exactitud si estaba o muy tranquilo o muy distraído.
El oso era un ser macabro.

 

Sonrió aún más. Realmente no le importaba. Daniela tenía razón, sólo eran un juego para él.
Rió aún más y se volteó, dándoles la espalda por completo. Dejando ver sólo la parte trasera de su sillón.

-He cumplido con presentarme. Ya nos veremos... en un rato. Les tendré preparada una sorpresa. Upupupupu. -Rió un poco más y la pantalla se apagó.

 

Respiré hondo y sólo dije -estaré en la alberca, sólo porfavor no le hagan más divertido el espectáculo- espero a ver sí alguien me responde

 

Al ver la pantalla apagarse, me quedé en silencio viendo la reacción de los demas, alcancé una silla y me senté a procesar todo lo que acababa de ocurrir. — Graham tiene razón, no hay porqué ponerse nerviosos. Y apoyo a Nix, no le demos el gusto. Veamos hasta donde va esto. — dije tratando de calmar a los que estaban un poco asustados. Acto seguido me acomodé en la silla y me quedé absorto en mis pensamientos.

 

Una vez que la pantalla se apagó, empezaron los tan esperados comentarios y murmureos entre los presentes.

Quería dejar de estar de un lugar a otro, pero no de esta manera, claro.

 

--Que te vaya bien, Nix --le dije, mirando al techo. Lo que ese oso decía, matar a uno de nosotros... puede que vaya en serio, pero no veo a nadie de entre nosotros capaz de matar a otro. No, nadie tendría esa sangre fría. Excepto yo, claro, pero bah, no tenía motivos de peso para hacer nada así--. Creo que iré contigo --le dije, levantándome. No me apetecía escuchar a gente alarmada por la situación, prefería ir donde hubiese personas tranquilas, como ella.

 

Escuche una conclusión pero nadie más hablaba así que salí, esperaría a estar sólo para caer un poco pero nunca derrumbarme .

 

Apenas abriendo la puerta de la sala miré a unas cuantas personas, las cuales tenían caras de aterrorizados y en medio se podía observar una gran pantalla con un pequeño oso de dos colores.
--¿Q...Qué es lo que ocurre aquí? --dije algo atemorizada y nerviosa.

 

Despues que se apago la pantalla me quede tranquilo pero alerta, entonces decidí ir a la cocina a comer algo.

 

Matar a alguien, matar a alguien, matar a alguien, pero no sólo matarlo... matarlo sin que ningún otro estudiante te descubra. De eso se trataba ¿eh?

--Veamos si hay alguno bueno...--dije como siempre con algo de musicalidad en mis palabras, seguía tocando el banjo por inercia.
Me dispuse a revisar entre los libros, había una amplia gama de obras y textos.

 

Mejor iría a mi habitación. Empezaba a dolerme la cabeza.
Al ver entrar a otra chica nueva, me crucé con ella mientras salía, y le susurré al oído:

--Ocurre que para salir de aquí, tenemos que matarnos entre nosotros.

Y sin nada más que decir salí de la sala.

 

Me paro para acercarme al librero mas cercano y tómo un libro al azar: "El juego de Ripper" de Isabel Allende — Hmph. — Volví a mi silla y abrí la primera página, usaría una vez más el recurso que uso para distraerme o hacer pasar el tiempo, sumergirme en la lectura.

 

--Mmm... bien, me siento un poco ignorada y no tengo ni la menor idea de que pasa, ya que llegué tarde solo vi un oso y escuché sobre algo de matar --pensé.

 

Bajé mi libro al percatarme de que una chica nueva había llegado, debía ser la décimo quinta, me levante y fuí hasta ella. Trate de simular una cara de tranquilidad para no asustarla y amablemente la saludé — Hola, mi nombre es Rin Takuya, un gusto. — Le dije pasandole la mano.

 

De pronto observé todo lo ocurrido y mire fijamente a aquel oso y le dije
¿asesinar a alguien? en realidad quiere que lo hagamos por mi parte podría hacerlo pero hay muchas personas en desacuerdo.

 

¿Cómo decirselo a una chica de qué? No ha de tener más de 15 años. Buscando las palabras para explicarle la situación, parafraseé una oración — Bueno, no estamos completamente seguros, pero parece ser que somos víctimas de un sujeto que le gusta bromear pesado. — Dije para que lo siguiente sonara menos fuerte, y por ende, más digerible — Ese "oso" que se supone es el director, dijo que para salir de aquí debemos cometer el crimen perfecto, matar sin que nos descubran. Es bastante ridículo si lo piensas ¿No?

 

Vi mi silueta difusa reflejada en el monitor de la pantalla apagada. Me había quedado atónito ante lo que mis ojos habían visto. Ya había adivinado que aquel lugar no era normal, tampoco confiaba en la bondad del director. Sin embargo, no me había preparado para saber que era un oso demoníaco. La situación superaba todas mis expectativas.

Cuando mencionó que había que asesinar a alguien para poder escapar de aquella prisión, pensé en mi padre moribundo... Y me di cuenta de que todavía no me sentía preparado para cometer un crimen. Me anoté en la Academia Pico de la Esperanza porque esperaba poder explotar deportivamente mi habilidad con la puntería ¿Qué nos deparaba el futuro?

Un poco más lejos noté la figura de Rin saludando a una chica que no había visto. Decidí unímerles, y me les acerqué saludando con la mano en alto.