El dulce sabor de lo prohibido

Bueno, es verdad que llevo tiempo en el foro, pero ésta es la primera historia que publico de Vampire Knight, agradecería sus comentarios y opiniones del tema ^.^, la personaje nueva que aparece no es Mary Sue, y se que el prólogo muestra la historia como un original, pero no, con el tiempo aparecerán todos los personajes.

Prólogo​

Sudó frío y esperó un momento estática.

— ¿En qué fallé? —Se dijo con desilusión.

Escuchó el sonido chirriante de garras rasguñando los muros. Se paralizó “es el fin” pensó con desaliento, estaba herida y el olor a sangre llamaba a su atacante como el dulce canto de un pájaro.

—Sal tontuela —Sonó una voz burlona, capaz de helar — no me obligues a… ¿obligarte? — ante su propio comentario soltó inesperadamente fuertes carcajadas, que resonaron en todo el callejón haciendo eco.

Ella se mantuvo tras la protección de una caneca verde y desgastada, doblada por los años.

El silencio no le ayudaba, él la encontraría y acabaría con su mísera vida de cazadora en un abrir y cerrar de ojos.

—Vamos no seas tímida, solo quiero darte una mordidita —La vio, allí sentada en el suelo casi desangrada.

Sonrió con lujuria y en un veloz movimiento estuvo a su lado. Su rostro se torno serio.

—No hubiera tenido que hacer esto —Suspiró — de no ser por tu hija.

Ella abrió los ojos con asombro, lo maldijo, pero ni fuerzas para levantar la mano y golpearle tenía. Ese era su fin.

—Todo este tiempo —Habló con calma — ambos estábamos dispuestos a luchar para que no… cayeras al nivel e…

Sollozó, él no entendía.

—Pero fue en vano… —Rió — ¿qué no lo entiendes?... ¡esa niña también es tu hija!

Su alma se lleno de asombro y miles de recuerdos llenaron su mente. Escenas alegres en las que corría y jugaba sonriente con una pequeña de cabello negro y hermosos ojos dorados. Retrocedió un paso.

—Perdóname… —Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Se acercó a ella y la sujetó en brazos, la miró fijo lloriqueando.

—No fui lo suficientemente fuerte. No soporte la necesidad de… sangre —Se odiaba a si mismo por lo que pasaba. Bajó la mirada inseguro — mátame.

Soltó de golpe con voz seca. Ella entendió que esa era su única alternativa.

Asintió.

De su traje sacó dos armas. Una de ellas la apuntó hacia su amado, y la otra hacia su propio pecho.

—Por dios Hitsu ¿qué haces?

—Ya no tengo oportunidad de vida. Mis fuerzas se han ido y no me queda de otra más que morir… además, quiero irme contigo.

Las lágrimas volvieron a salir de sus ojos de improvisto, sonrió melancólico.

— ¿Qué pasará con Saki? —Se miraron.

—Estará bien. Sabe como cuidarse sola.

Asintió y se dieron un beso apasionado. Luego… ella jaló el gatillo de ambas armas.

 

Hola a todos. Me alegra que al parecer les gustó ^^. Lamento la demora, se que (según me dijeron ustedes) los dejé con la duda. Pero bueno, ya volví xD.

Channel, bueno, gracias por pasarte, en realidad lo hice con Itálica, por que era un recuerdo que tuvo Saki jeje.

Sin más la conti.

Capítulo 1:​

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¿¡Separados!?​

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Se levantó de un salto, de nuevo ese sueño, simplemente la torturaba y no podía dormir desde entonces.

—Saki-chan ¿estás bien? —Dijo la voz de un pequeño junto a ella.

Asintió.

—Ya veo, sigues sin hablar —El pequeño bajó la mirada con desaliento, desde que ella había tenido que presenciar la muerte de sus padres ante sus ojos, había quedado tan traumada que simplemente no volvió a hablar.

No le gustaba verlo así, simplemente le tenía tanto cariño que no podía verlo sufrir. Se acercó a su rostro y abrió la boca.

—Ichi… Ichi-ru —Soltó con timidez, el pequeño sonrió de una manera tan radiante que casi la deslumbra.

—Saki, hablaste —Dijo casi en un suspiro.

Ella se sonrojó, era fácil ver esa clase de acción en ella, especialmente cuando hacía feliz a alguien por alguna razón

—Ichiru… —Intentó seguir hablando, pero de su boca no salió más que un grito ahogado.

—Tranquila, con que hayas dicho mi nombre simplemente es suficiente —La abrazó y ella correspondió al acto cariñoso. Lo separó y señaló el pecho del niño, luego a ella, y dibujó un corazón en el aire.
Te quiero.


Él asintió indicando que también la quería y mucho. Ella fue la primera que no lo consideró débil e incapaz de algo, quien no sintió pesar o tristeza por su condición. Por lo que tenía un tacto levemente más especial.

Se quedaron en silencio unos minutos, mirándose.

—Niños ¿no les había dicho que durmieran? —Sonó la voz femenina de la madre del pequeño. Pegaron un pequeño salto.

—Perdón mamá, Saki no podía dormir de nuevo —La miró con complicidad y sonrió — y pudo decir mi nombre.

La mujer echó un suspiro con alivio. Luego se acercó a la niña y se sentó junto a ella, y acarició su cabecita con cariño.

— ¿Ves Ichiru? —El niño no entendió — el amor que le das a Saki comienza a hacer efecto — ambos se sonrojaron. No entendían a que se refería, pero los hacía sentirse raros — Saki ¿podrías decirlo otra vez? — asintió.

—Ichiru… —Su timidez era simplemente tierna, ambos Kiryu lo sabían así.

La mujer abrazó a la niña y dejo marcado un pequeño beso en su frente.

—A dormir —Dijo finalmente y se levantó para irse.

Ambos fueron a sus camas, en la habitación había una tercera cama, pero el niño que dormía allí ni se dio cuenta de lo que había pasado.

-.-.-.-.-.-

El sol entró despacio en la habitación de los tres niños, casi con sigilo como no queriendo levantarlos rápido ni con brusquedad. Dentro Saki ya estaba lista desde antes, hoy irían a conocer a su sensei: Yagari, pues comenzarían a entrenar para ser unos cazadores como los padres de los niños.

—Bueno pequeños ¡arriba! —Sonó la voz efusiva del padre. Pero se encontró con las camas tendidas y arregladas, la habitación completamente aseada y los pequeños riendo entre ellos.

—Hola papá —Dijo uno de los niños de cabello plateado.

— ¡Vaya! Jamás había visto tanta velocidad en ustedes —Soltó sorprendido observando a cada uno de pies a cabeza, estaban muy bien arreglados — ¿a qué se debe?

Los tres se miraron y soltaron carcajadas.

—Papá, ¿no recuerdas? Hoy tenemos clase con Yagari-sensei —Dijo Zero aún con algo de risa.

—Si lo recuerdo, pero ustedes nunca se habían puesto tan…de ese modo. —Echó un resoplido con aparente cansancio — Me alegra.

Volvieron a reír mirando fijo al hombre desconcertado quien levantó una ceja.

— ¿Qué es lo gracioso?

Saki miró a Ichiru, señaló al padre, sus propias piernas, y por último su pantalón. Volvió a reír.

—Tienes razón Saki-chan —Soltó una pequeña carcajadita contenida — los ositos del pantalón de papá son simpáticos.

Otra vez las risas, él miró avergonzado su traje y salió casi corriendo del lugar. Todos luego de eso decidieron continuar con sus cosas: Zero se sentó un rato sin hacer nada, Ichiru veía como Saki leía, y Saki… bueno, leía.


—Saki, esa historia es demasiado deprimente —Musitó Ichiru con cierta tristeza quitándole el libro con delicadeza —. Deja de torturarte.

Saki por el contrario simplemente bajo la mirada. Pero era verdad, desde que comenzó a leer aquel libro dramático y demasiado triste lloraba cada vez más, Ichiru la consolaba, pero con terquedad volvía a leerlo una y otra vez. Él no entendía sus motivos, ella simplemente continuaba así cada día, fuese la hora que fuese, todos la habían visto ya llorando.

—Ichiru, creo que Saki no dejará de leerlo —Soltó Zero levantándose de su asiento para acercarse a su hermano.

—Pero no me gusta verla seguir llorando.

Saki ante aquel comentario se entristeció. Se levantó del borde de la cama y se pegó a su amigo con fuerza, comenzó a llorar, pero no por el libro sino por aquel que tanto se preocupaba por ella.

— ¡Ichiru! —Gritó entre sollozos lastimeros.

Él quedó perplejo, correspondió al abrazo y se quedó quieto. La pequeña volvió su mirada y vio a Zero que no hacia nada, que la miraba solamente; entonces se soltó de Ichiru y lo abrazó también. Así, sin rodeos, sin que se lo pidiera ni por pesar.

—Lo olvida niños, Saki va a… —Entró de golpe el padre viendo aquella escena, Saki se separo sin alguna clase de vergüenza y los gemelos giraron la vista al hombre —. ¿Entré en mal momento?

—No papá, tranquilo —Dijo Zero con naturalidad.

—Bueno, como les venía diciendo. Saki va a recibir su entrenamiento con Cross Kaien —Volteo a ver a la pequeña que tenía la mirada llena de desconcierto —. Fue el último deseo de tu madre, Saki.

Ella entendió al instante, asintió y salió de la habitación pues detrás del padre de los Kiryu se encontraba el conocido cazador.

—Así que tú eres Saki eh… —El hombre tenía el cabello suelto, largo hasta los hombros, y era poseedor de un par de ojos miel que le resultaron bastante encantadores a la pequeña.

Asintió.

—Y hasta donde me contaron no hablas ¿verdad? —Volvió a asentir., esta vez se sentía más a gusto con el cazador, y obviamente bastante honrada de que uno de un nivel tan alto le enseñase.

El hombre sonrió y le extendió la mano. Ella echó una última mirada a sus amigos y se despidió con la mano en el aire, batiéndola de un lado a otro, para luego sujetar la que el hombre le ofrecía.

Finalmente salieron, lo bueno era que al parecer no era un hombre demasiado malo o estricto, por el contrario, lucía bastante gentil y dulce. Mientras que al parecer Yagari tenía cierta apariencia tenebrosa que le erizó la piel, pues lo encontraron saliendo rumbo a su entrenamiento, y le dirigió una mirada de pocos amigos que le heló completamente “pobrecitos” pensó viendo a lo lejos la figura del hombre entrando a la casa.


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¿Les gustó?

¿Cuál fue tu parte favorita?

¿Crees que lo que tienen Ichiru y Saki es solo una amistad de niños?

¿Qué pasará luego?

 

Bueno, gracias por sus comentarios, creo que ésta es hasta ahora la historia que más a gustado de las que he echo, eso me alivia, porque estaba bastante insegura sobre publicar aquí y pues... ya no XD

Capítulo 2:​

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Un pursangre​

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Volvió la vista y continuó caminando de la mano del hombre que mantenía una sonrisa radiante.

— ¿Sabes algo Saki? —Dijo Kaien llamando la atención de la niña —, conocerás a mi pequeña Yuuki, seguro se llevaran bien, aunque… ahora que lo pienso ella tampoco habla — Saki frunció el seño y levantó la vista hacia el cielo acompañada de un suspiro.


Él continuó caminando y ella siguiéndole el paso. Todos veían a la pequeña acompañada de tan gran cazador y aseguraban entre susurros que sería una muy buena cazadora en el futuro gracias a las enseñanzas de Cross. Pero ella no pensaba en aquello, sino en que, alguna vez había escuchado ese nombre… Yuuki, ¿por qué le sonaba tanto? ¿No sería la primera vez que la veía? Después de todo era la hija de Kaien, y era la primera vez en su vida que lo veía o incluso le hablaba ¿no?

—Mira Saki, es aquí —Frente a ella, la enorme casa del hombre se mantenía en pie, y en sus ventanas, la imagen de un hogar cálido y acogedor, pero, lo que le llamaba la atención, era la imagen de la pequeña castaña que veía con cierto desconcierto a la pequeña azabache quien mostraba la misma expresión en sus ojitos dorados. No sabía la razón, pero que le viese de esa forma comenzaba a tramarle, sentía en lo más hondo una clase de conexión entre sus miradas, como si se complementaran una con la otra.

—Veo que te llamó la atención —Volvió a decir el hombre con una sonrisa dibujada en el rostro.

Ella sin alguna clase de rodeo asintió como ya era costumbre, y comenzó a caminar hacia la rejilla que impedía el paso al interior. Sujetó uno de los barrotes y subió la mirada examinando con atención todo lo que pudiese estar a su alcance. Ver más allá, eso quería ella. Tal vez lo único que quería en aquel entonces.

—Entremos Saki —Sonó la voz de Cross detrás suyo —, hace algo de frío.

Ella obedeció, después de todo quería saber quien era la niña en la ventana. Vio como él abría la puerta y señalaba con la mano el interior para que entrara, seguidamente la cerró una vez ambos estuvieron dentro, entonces Saki vio de nuevo la misma ventana y ella continuaba allí, viéndola ensimismada.
La mano del cazador se posó en su hombro y lo vio fijo sonriendo, extrañamente sin razón aparente. Entró y una ola pequeña de calor rosó su piel, pues era bastante cálido.

—Veo que ya volviste —La voz de un joven la aturdió por completo ¿acaso había más gente en la casa?

—Que impaciente kaname-kun —Saki llevó su vista hasta la imagen de un muchacho que sonreía.

—Tu debes ser Saki —Dijo el joven arrodillándose hasta quedar a su altura.

Esta vez no supo que hacer, el muchacho tenía un par de ojos que reflejaban una tristeza tan profunda e irreconocible, inalcanzable; y a la vez, un misterio oculto que quiso saber casi al instante. Pero algo se lo impedía, ¿qué era? ¿Acaso el joven era demasiado cerrado hacia los demás?

—Kaname-sama —Otra voz, ésta vez la de una niña ¿no que no hablaba?

—Yuuki —Dijo Cross acercándose a la pequeña de cabello castaño —, ven un momento ¿si?

Ella al principio no quiso, pero luego, persuadida por la mirada y sonrisa del muchacho decidió obedecer quedando así el joven y la pequeña Saki.

—Es un placer conocerte Saki —Ella se aturdió al ver la mano del joven extendida hacia ella, y luego de un tiempo la aceptó y puso la suya sobre la ya ofrecida antes.

Se quedó un rato viéndolo, y se percató de que aquella sonrisa cerrada ocultaba algo dentro de su boca. Ella llevó con cuidado y algo de vergüenza su mano hacia la misma, y tocó delicadamente los labios de aquel que ahora lucía asombrado. Luego de un rato él entendió lo que ella quería: que abriera la boca; lo cual hizo sin desobedecer, y tras tocar los sobresalientes colmillos del vampiro Saki sacó su dedo y se lo miró un momento, se había pinchado, y de allí, salía un poco de sangre lo que comenzó a asustarla, ¿y si él era como aquellos vampiros que se volvían locos por la sangre?

—Tranquila, no te dañaré —Dijo el vampiro observando a la niña que temblaba —, si me permites puedo curarte.

Ella levantó la mirada y asintió algo temerosa, el joven vampiro tomó con cuidado el dedo de la niña y lo lamió un poco primero haciendo que ella se estremeciera, luego los labios que ella antes había tocado rozaron su piel y la pequeña herida sanó.

— ¿Ves? —Los ojos del joven aún lucían tristes, inclusive cuando sonreía de una manera tan sincera como lo hacia ahora, aunque mostraban cierto brillo que le había agradado.

Saki vio de reojo a la otra niña que la miraba con recelo, y volvió su mirada hacia el vampiro. Buscó una hoja y un papel, ya que creía que él no sería capaz de entender su manera de decir las cosas; al principio nadie lo lograba, pero con el tiempo lo consiguieron.

Finalmente, luego de un largo rato de búsqueda dio con el blanco, un papel y un lápiz.

¿Qué eres?

Él ante aquello lo meditó un poco, Saki vio de reojo, la castaña ya no estaba.

— ¿Cómo podría decirte? —La aturdida se quedó esperando una respuesta —, digamos que… un vampiro nivel A — él creyó que ella no entendería, pero de echo, al haber crecido en una familia de cazadores lo sabía perfectamente.

Un pura sangre

Él asintió sonriendo, y ella por el contrario suspiró con alivio. Le calmaba saber que no era un nivel e… un nivel e. Aquellos seres que perdían el control… aquel ser en que su padre se convirtió, que aun cuando siempre la quiso, fue capaz de morderla.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Bueno, ojala les haya gustado.

¿Qué les pareció?

¿Qué opinan sobre la aparición de Kaname?

¿Creen que el pura sangre influirá en la vida de Saki?

¿Les gusta cómo va?

¿Qué parte les gustó y por qué?

 

Lamento la tardanza, mucha, lo sé.

Capítulo 3:​

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El metal madre​

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Los días pasaban lentos, normales -en lo que cabía de la vida de un cazador-. Saki aprendía más movimientos, estrategias y nuevas palabras u oraciones; además había visitado a Yuuki y Kaname en la casa de Cross más seguido, logrando ser más allegada a los dos.

—Saki, ¿podrías pasarme la sal? —musitó Kaien dándole la espalda. Aquella noche estaban organizando una cena “especial”, claro que los Kiryu no aceptaron la invitación, debido a la presencia del sangre pura.

—Sí —respondió la pupila, llevaba un pequeño delantal a su medida, lleno de harina y otros ingredientes.

—Gracias pequeña —respondió, aún sin verla, recibiendo el pequeño salero y aplicando un poco en la sopa de verduras —. Ahora por favor el tomate — hizo una pausa —, ¿lo picaste, verdad?

—Sí, sensei —repitió la chiquilla entregándole con cuidado los trocitos de tomate entre sus manos.

—Te dije que no me llamaras así, no me gusta —suspiró resignado y finalmente giró a verla —. Bueno Saki, hora de la prueba final. Pruébalo y me dices qué te pareció. —Ella asintió.

Acercó a la estufa un banco de madera y se paró sobre él, su rostro apenas se asomaba mostrando el antojo reflejado en sus ojos lujuriosos. Olió la sopa y soltó un suspiro satisfecho. Llevó el cucharón de madera a su boca y lo probó temiendo quemarse.

— ¿Y bien? —Saki se giró cuidando no caerse y sonrió ampliamente.

—Muy rico sensei —se relamió los labios y vio con emoción la repentina sonrisa del hombre.

—Pues bien, ve a la mesa y espérame ahí. Si quieres habla con Yuuki, tal vez ella también aprenda algo —de nuevo asintió sin revuelo. Bajó de un salto, se quitó el delantal, lo botó sobre la mesa central de la cocina sin cuidado y salió con pasitos apresurados hacia el comedor.

Llegó finalmente tras recorrer un pequeño pasillo lleno de cuadros y fotografías.
Vio a la castaña y al de ojos borgoña hablando con calma, o al menos Kaname, Yuuki aún no aprendía mucho.

—Saki, veo que llegaste —ella sonrió marcando un poco de harina que había quedado en sus mejillas.

—Bienvenido, Kaname-sama —hizo una pequeña reverencia y se acercó a su silla.

—Vaya, ¿sama eh? —el susodicho soltó una risita —. Espera, ven acá —ella lo vio confusa y se acercó —, tienes harina en toda la cara —terminó de decirle sonriendo. Saki se sonrojó.
El Kuran llevó un pañuelo y limpió el polvo blanco en su totalidad.

—G-gracias —vociferó en un susurro tímido y finalmente llegó a su asiento.

—Oye, ¿y Cross-san no vendrá? —ella asintió de nueva cuenta.

—Está terminando la cena.

—Si haz aprendido mucho —le dijo cambiando abruptamente el tema.

—Gracias —le sonrió un poco insegura, jugando con sus dedos sobre la mesa. Un silencio invadió hasta que…

— ¡Bien, finalmente terminé mi obra! —gritó eufórico el cazador apareciendo desde el corredor con su delantal de gato rosado, y un par de guantes azules especiales para la cocina.

Todos giraron a verle con su mesa de madera rústica y de ruedas pequeña llena de comida. Las dos pequeñas se relamieron los labios, aquello lucía delicioso.
—Bien, buen provecho —exclamó el de ojos melosos observando con satisfacción los rostros de las dos niñas.

—Gracias, Cross-san —exclamó el Kuran sonriendo y recibiendo su comida.

Saki realizó una pequeña venia e hizo lo mismo, al igual que Yuuki.

La noche transcurrió tranquila, el par de hombres charlaban mientras que Saki intentaba enseñarle algo de lo poco que había aprendido a su amiga. Comieron tranquilos hasta que la de ojos dorados escuchó un poco de la conversación entre el sangre pura y el cazador.

—… Y veo que Saki aprendió mucho respecto a pelear —Kaien asintió —, tal vez, en algún momento cuando sea mayor podría pedirle que se convierta en mis ojos y oídos.

— ¿A qué te refieres, Kaname-kun? —el Kuran sonrió y vio a la niña.

—A nada en especial, de seguro ella misma lo entendió, ¿no es así? —finalmente la pupila giró su mirada y la clavó en la del vampiro negando con la cabeza —. De todas formas, tarde o temprano lo sabrás —llevó su mano a su cabello azabache y lo despeinó un poco —, creo que ya es hora de que me vaya. Gracias por la comida y las atenciones.

El joven se levantó tranquilo y caminó hasta la puerta.

—Gracias por venir, Kaname-kun. Tanto Yuuki como Saki querían verte —él asintió y vio de nuevo a las niñas, le causó gracia ver a Saki leyéndole a Yuuki lo que lograba, guiándose por las imágenes de los libros.

—No hay de qué, me gusta visitarlas —le dio una última mirada a la castaña y partió con calma.

Kaien se quedó en la puerta viendo como Kaname caminaba hasta su auto, allí le esperaba un joven de cabello dorado y ojos verdes.
Una vez el auto se fue cerró la puerta y caminó hacia las pequeñas.

—Saki, ya es hora de irnos —luego vio directamente a la castaña —, Yuuki, ¿podrías esperarme hasta que vuelva? —Ella asintió —, recuerda no abrirle a nadie que no sea yo, ¿de acuerdo? —la niña asintió de nuevo.

El cazador realizó un ademán con su cabeza indicándola a su pupila que fuese directo hacia la puerta; ella se despidió batiendo la mano en el aire y salió siendo recibida por un fuerte viento helado que hizo que retrocediera un paso; su profesor la sostuvo sonriendo y ofreció su mano como medio de apoyo, la cual aceptó.

Caminaron entre las calles viendo a la gente pasar con normalidad. Unos les saludaban, otros sonreían y los demás simplemente pasaban de largo.
Kaien paró en seco frente a un edificio.

—Mira Saki, en este edificio, se encuentra el yacimiento del metal madre, donde hacemos nuestras armas —ella se lo quedó mirando, le llamaba la atención verlo.

— ¿Puedo…?

— ¿Verla? —Saki asintió.

—Claro, ¿por qué no?

Se acercaron a la entrada y un hombre misterioso se acercó a ambos. Se quedaron viendo por un rato, Kaien asintió y él también. La puerta fue abierta.
Saki miró de reojo al hombre de la entrada que no le quitaba la mirada de encima, se sintió intimidada, pero no sería el único que la vería de esa forma. Muchos a su paso la vieron igual, no se sentía a gusto, quería irse.

—Kaien, hola, ¿cómo has estado? —le saludó un personaje de sexo indefinido, con ojos rasgados, un abanico y kimono largo y pintoresco.

—Muy bien presidente. De echo vengo con mi estudiante, ella quiere conocer el yacimiento de metal madre —ella o él sonrió y la miró con emoción, o algo parecido.

—Vaya, vaya, ¿pero a quién tenemos aquí? Eres adorable —el personaje intentó tocarle el rostro, pero la pequeña hizo –disimuladamente- su rostro a un lado —.Oh, que linda —rio.

Cross apretó su mano y empezó a caminar con ella, sin despedirse del extraño que los veía aparentemente feliz.
Finalmente llegaron al dichoso yacimiento, ella se acercó curiosa y vio el metal arder en su caldero. Sintió la necesidad de tocarlo, más aún cuando estuvo realmente cerca de quemarse y caer al metal la mano de Kaien la detuvo de un tirón haciendo que cayera al suelo.

—S-sensei… ¿qué…? —estaba distraída, con los ojos abiertos y la mente perdida.

—Ya viste mucho, es mejor irnos —le dijo sonriendo, intentando transmitirle calma, pero su mirada lo delataba tenía miedo.

—Sí…, claro —dijo levantándose y caminando junto a él. Antes de salir observó de nuevo el caldero con el metal madre, que sensación más rara la que tuvo, como si el metal fuese a abrazarla, pero era ridículo, era solo metal fundido.

-.-.-.-.-

Como en el capítulo anterior les dejo unas preguntas.

¿Qué les pareció?
¿Qué creen que debió pasarle a Saki?
Parte favorita:
¿Será mala la aparición del presidente de la asociación de cazadores?
¿Qué quieren que pase a futuro?

 

Ok, tardé mucho, pero finalmente tengo la conti.
Gracias a mi amoresita y LoliStrossner por sus comentarios, me encanta que les guste.
Aquí la conti.

Capítulo 4:​

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El comienzo de todo.​

El dolor no le permitió moverse de la cama por lo que, observaba simplemente como Zero jugaba con la pequeña Saki desde la ventana, receloso y frustrado, ¿cuánto no daría por poder hacerles compañía? ¿Por dejar de estorbar a la hora de hacer algo?

—Hijo, ¿cómo te sientes? —dijo su madre apareciendo desde la puerta con una cajetilla de pastillas y un vaso con agua.

—Bien madre, de hecho… —meditó con temor por un momento.

—De hecho… —indagó su madre con ojos insistentes.

—De hecho, siento que puedo ir a jugar con Zero y Saki, a fuera, bajo el sol —vociferó casi en un murmullo, la mujer de cabello castaño y cenizo, jugó con su coleta y la echó para atrás. Se acercó hacia la cama en donde yacía el gemelo de cuerpo débil, y se sentó a su lado.

—No te preocupes, tarde o temprano podrás salir —las palabras de la mujer lo desanimaron, su tono era tan pesaroso que le dejaba entender que, para su infortunio, ella no creía que fuese posible.
Él solo asintió, hace ya tanto que escuchaba la misma frase de sus allegados, tantas veces, que poca esperanza quedaba aún guardada en su corazón. Claro, todos menos Saki, y eso, porque ella aún no podía hablar por completo, pero faltaba poco para que terminase por decirle lo mismo con ojos llenos de lágrimas, pensaba para sí, todos son iguales.

Tomó las tres pastillas, las llevó a su boca y las tragó enteras, sin líquido alguno que le ayudase.
Vio a la mujer que lo llevó en su vientre por nueve meses, al igual que su hermano, y volvió la vista a la ventana. Frunció el ceño al no ver a la pequeña de ojos dorados. Parpadeó un par de veces, dudoso, creyendo que su vista le jugaba una broma, pero no la vio, solo se encontraban Zero y Yagari, hablando entre los dos.

—Ichiru —oyó desde la puerta con voz dulce y tímida, se giró con la expresión recargada de sorpresa, aún con la duda vagando en su mente, esa chiquilla era escurridiza, ya varias veces se había perdido.

—Saki —la nombró casi con alivio, estaba ahí, frente a él, con una expresión a su vista, adorable.

— ¿Puedo entrar? —cuestionó con ojos esmerados y dudosos, el pequeño asintió viéndola entrar y sentarse a su lado.

— ¿Pasa algo? —susurró viendo a la niña nerviosa.

—No…, nada —balbuceó sonriendo, Ichiru sospechó bastante, más aun así no dijo nada.

—Bueno, ¿a qué viniste? —la mirada expresiva de la azabache, se clavó sobre la del niño haciendo que tragara seco.

—Yo… —Saki, nerviosa, tomó una libreta que, anteriormente, se encontraba guardada en un cajón. Del mismo modo, tomó un lápiz y empezó a dibujar, sus manos temblaban.
El más joven de los gemelos observaba con detalle; las mejillas de la niña aumentaban su sonrojo a medida que dibujaba, eso le causaba ternura.

La de ojos dorados se detuvo, respiró hondo y, tras un leve temblor de su cuerpo, le pasó la hoja con rapidez. El de cabello platinado la recibió vacilando. Para entonces ver a la fémina huir despavorida.
Él se quedó viendo la puerta unos minutos, desconcertado ante las acciones de su amiga más cercana, o quizá, de la única que tenía.
Echó un vistazo a la hoja y leyó lo que, con letra pequeña aunque redonda, la azabache le había escrito.

“Ya verás, pronto podremos jurar los tres” leyó sorprendiéndose, volvió la mirada a la puerta y esperó, bajó de nuevo sus orbes detallando un dibujo. Pasó con delicadeza la yema de sus dedos sobre la superficie del papel. Sobre él, en lápiz y con mucho cuidado, se hallaban dibujados los tres pequeños que ocupaban la casa. Zero a la izquierda, Ichiru a la derecha, y la niña en el centro, todos sonrientes y jugando con una pelota. El de cabello platinado sonrió melancólico y una lágrima se escapó de sus ojos.
Dobló la carta y se la guardó en el bolsillo. Suspiró intranquilo y decidió recostarse, aunque no quisiera admitirlo, estar enfermo lo agotaba cada vez más, y necesitaba un descanso.

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—Ichiru… —oyó entre sueños, dio un respingo y frunció el ceño, sus párpados le pesaban infinitamente.

—Parece que no tiene idea —musitó otra voz desde la lejanía. Bufó y abrió lentamente sus orbes púrpuras.

— ¿No tengo idea de qué? —vociferó con voz débil. Zero, quien se hallaba junto a él, sonrió satisfecho.

— ¿Sabes a dónde fue Saki? —inquirió con voz fría Yagari, viéndolo simplemente.

—No —vaciló un momento e intentó incorporarse, gimiendo —. ¿Se volvió a perder?

—No, Ichiru —le dijo su madre, llevándose la mano al pecho —. Anoche desapareció

El niño quedó atónito, sus ojos se abrieron de golpe y su respiración se frenó en seco. Ella no salía de noche, sabía que había vampiros merodeando, y eso, era lo que a ella más le aterraba, por lo que siempre regresaba antes del atardecer, cuando se iba sin aviso.
—Deben estar bromeando —masculló con una sonrisa nerviosa, negando para sí mismo.

—No, Ichiru —la voz de Zero, tan lastimera como siempre, le causó impotencia —. Ayer, antes de ir a verte, aseguró que te mejorarías… Creí que eran esperanzas que guardaba, pero ahora que se marchó, no sé qué pensar.

Hubo un silencio fúnebre que nubló la calma de Ichiru. Su enojo se acrecentaba, y peor aún era encontrarlos a todos a su alrededor, ¿por qué nadie la buscaba?

—Debemos buscarla —dijo en un susurro. La mirada de los presentes se centró en el niño, quien luchaba contra su propio dolor, levantándose.

—Debes guardar reposo…

— ¡No voy a guardar reposo! —Bufó sorprendiéndolos —, es increíble que estén tan tranquilos.

Yagari suspiró y salió de la habitación seguido del padre de los gemelos.
La mujer se quedó en silencio, al borde del llanto, observando la mirada seca de su hijo.
Zero carraspeó su garganta, incómodo, mientras su hermano, a punto de salir para encontrar a la pequeña, apretaba sus puños con fuerza, histérico. Ichiru suspiró intranquilo, sabía que pudo fácilmente encontrarse con aquella bella sangre pura, Shizuka la cuidaría, pero ¿y si no? ¿Qué vampiro tendría piedad de una niña?

La puerta principal sonó, todos vieron el pasillo y escucharon una extraña conversación. Una voz suave, otra de alivio, una fría… ¿qué sucedía?

— ¿Quiénes están abajo? —masculló el menor de los gemelos.

—No lo sé, iré a ver —dijo su madre levantándose de la cama.

—Te acompaño —agregó Zero, dejando al enfermo solo.

Él, viendo con poca alegría la puerta por donde, hacía unos segundos, su hermano y madre habían salido, sonrió son cinismo puro. Al menos Saki no estaría para presenciar lo que sucedería.
Se levantó apretando la mandíbula ante el dolor, y salió por el corredor en silencio. Pasó por detrás del grupo de personas aglomeradas en la puerta y continuó caminando con cautela. Llegó a la puerta trasera y, antes de abrir, oyó con claridad como finalmente se iban los intrusos.

—Ya era hora —se quejó abriendo finalmente. Caminó en silencio por el patio, aun temiendo ser visto.
Sus huellas en la nieve se borraron gracias a la brisa constante, al igual que los copos que caían con suavidad sobre la tierra. La noche presenciaba sus movimientos; mientras se adentraba con seguridad en un pequeño bosque, donde nadie deambulada.
Llegó a un árbol teñido de rosa, el único que había resistido el invierno.

—Shizuka-sama —demandó con rosto serio, finalizando su andar.
—Hola, Ichiru —correspondió la mujer con una pequeña sonrisa; el niño se sonrojó levemente gracias al gesto, más aun así, mantuvo la compostura.

— ¿Recuerda… qué día es hoy? —indagó temeroso, la sangre pura bajó del árbol con elegancia y asintió.

—Solo hace falta que estés listo, Ichiru —el pequeño asintió sin rechistar. Había temido mucho por ese momento, pero ahora que el rencor le llenaba por completo, simplemente lo vio como el mejor escape de su vida. —Bien.

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Bueno, con eso las dejo, supongo que tienen el derecho de matarme.

¿Qué les pareció?, ¿Suponen qué pudo suceder con Saki, en aquel momento?, ¿Qué fue lo que más les gustó?