Long-fic Latidos de un ángel [Sesshô&Kago]

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¡Hola!
Ámbar ha decidido presentar otra de sus nuevas ideas. Todo depende de la aceptación de ustedes, espero que les guste <3

Esta vez aviso que este fanfic tiene algunos capítulos ya hechos. No se preocupen, no los haré sufrir .___.
Y bueno, aprovecho también para decirles que el próximo capítulo de "siendo una youkai" pronto será publicado, sólo me falta darle unos retoques ya que solo faltan 2 capítulos para llegar a su fin.
No les molesto más, sigan con la lectura <3

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Latidos de un ángel​

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Prólogo:



Un ángel es creado para una misión importante. El único deber que esta en el fondo de su alma es proteger y servir al Creador. En ellos recae la vida de los humanos, que para ellos son seres muy inteligentes y tan delicados como una hoja, frágiles, lo que provocan que ellos estén a su sombra, protegiéndolos.

Un ángel es un equilibrio, debe destruir a los desertores que se oponen ante los mandatos, en especial cuándo aquellos no tienen la mínima compasión a los humanos y desean destruirlos. Su misión es acabar con la injusticia, nunca dejando ganar al reino de la maldad.
Es por eso que cada 500 años es elegido un arca-ángel de la luz para combatir con un arca-ángel de la oscuridad. Y por ello, también son elegidos 4 guardianes para proteger y enseñar al elegido en su época de preparatoria. Solo el ganador disputará el orden de su Creador, defendiendo sus creencias.


Al ser criaturas sobre-naturales, poseen una apariencia frágil y hermosa, la mayoría son agradables, aunque son demostrados con diferentes actitudes.
Como la vida de un ángel, ellos están condenados a estar solitarios, no poseen el sentimiento del amor, solo viven para proteger a los humanos y mueren por ellos. El enamorarse no existe en sus mentes aunque algunos tienen la curiosidad a saber que se siente. Son sólo cascarones vacíos, incapaces de sentir el amor mutuo hacia otra persona que no sea su Creador.


¿Tienen corazón?
Alguna vez esa pregunta rondó por sus mentes, sin encontrar respuesta alguna.
No eran creados para tener eso, aunque no sabían si lo tenían o no, solo en su interior una voz les daba entender que sin un latido, era inexistente, y eso abarcaba en que jamás tendrían sentimientos.



Pero el destino era retorcido, ni ellos mismos sabían que después de eternidades albergaría un gran cambio. Ni siquiera aquellos ángeles que al mirar hacía arriba un brillo cubrió sus ojos y una punzada vibró en el interior de su pecho.


Esos serían, los latidos de un ángel.

 

Capítulo 1: "El comienzo"


Las súbitos murmullos no se hicieron esperar despues de que fue musitado su nombre. Con la mirada serena avanzo entre la multitud, luciendo el bello vestido blanco que caía en fases y flecos, abrió sus emplumadas alas y voló hacía la nube dorada. Aquella mujer que leía el pergamino la observo detenidamente.

—Has sido escogida por el Creador, tú serás quién luche en nuestro Nombre, Kagome.

La mencionada agachó la cabeza, aceptando la batalla. Los presentes hicieron una reverencia ante ella y con el debido respeto le depositaron su eterna confianza.

Era ella, por segunda vez, la escogida entre todos los angeles. Pues en la anterior batalla, ganó con la frente en alto y la paz reinó en el mundo.
Sin embargo, no tenía recuerdos, sólo sabía que regresó herida ante el mundo de los cielos.
Esta vez, sería una lucha diferente, daría lo mejor de ella.

Las puertas celestiales se abrieron para dar paso a su viaje, debía ir a la tierra, pero no como un ángel, si no como una humana. Sería un bebé que crecería al cuidado de sus guardianes. Y quienes fueran aquellos, estaba segura que ellos transmitirían todos sus conocimientos.

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Los pasillos llenos de polvo descendieron en las profundidades, como si fuera que caía a un abismo infernal. Parecía que deambulaban en un ascensor, solo con la diferencia que este los iba a matar.

Con el seño fruncido, uno de los visitantes rompió las puertas de un sólo golpe, luego saltó seguido de los 3 restantes.
Eran 4 personas, poderosas en todo aspecto.

—Definitivamente eres irritante, Inuyasha —la voz aparentemente seria provocó un aumento de cólera ante el mencionado.

—¡Callate, Miroku! No es mi culpa que pongan trampas que nunca nos detendrán.

—Se suponía que debían desactivarlas, nosotros somos los que protegeremos a la elegida —musitó con tranquilidad un joven desde las sombras.

—Pues parece que nos odian —Inuyasha caminó hacía lo que parecía una cueva y miró con molestia una puerta de metal.—Y se supone que esto la "protegerá" mientras no estamos —habló con ironía mientras la destruía.

—Pues creo que solo la protege de la energía opacada —nuevamente el joven de las sombras lo siguió con paciencia.

—No me importa, las destruiré todas por burlarse de mi poder —acató con arrogancia, destruyendo cada puerta que seguía en adelante. Los presentes sólo suspiraron, tratando de ignorar los ruidos molestos que hacía la puerta al partirse en pedazos.

—Entonces tú las arreglarás para próxima guerra —una fría voz hizo presencia sobre la cortina de polvo que se había alzado.

—¡Feh, no molestes Sesshomaru! ¿No me digas que quieres abrir las puertas delicadamente con las llaves que te dieron?

—No quiero arreglarlas después.

El silenció nuevamente fue obstruido con la caída de otra puerta.—Si, como digas .—respondió Inuyasha.
Los presentes nuevamente suspiraron.

Con el paso de los minutos, llegaron a un inmenso portón dorado que contenía 4 cerraduras. Cada uno se colocó en su sitio, delante de cada cerradura y empezaron a liberar un poco del poder espiritual que llevaban dentro.

Los 4 elementos disiparon el lugar, combinandosé en uno. Cada nominado dominaba un elemento, manifestandose en un color.

Inuyasha - Fuego.

Al dominar aquel elemento, era explosivo, arrogante. No le gustaba esperar y era de los menos indicados para hablar correctamente.
Su transformación causaba un inmenso e intenso calor, poseía un largo cabello plateado y ojos dorados. Su vestimenta, era una armadura roja
sobre un kimono rojo al igual que sus inmensas alas de un rojo carmín.

Sesshomaru - Agua.

Se podría decir que era un frívolo ser, siempre estaba con una actitud calmada y a la vez sería. Su orgullo estaba por encima de todo, pero tenía un gran respeto a su Creador. Él también poseía un largo cabello plateado y ojos dorados, pero la diferencia entre el y Inuyasha, es que el color de sus ojos cambiaba a medida que se intensificaba su poder. Su armadura era blanca al igual que sus alas.

Miroku - Tierra.

Era un tipo con un gran sentido del humor. Actualmente, al ser un humano experimento las emociones del deseo, considerandosé como un pervertido. Ayudaba a toda mujer que se cruzaba con lo que sea. Tenía el cabello negro, corto, amarrado en una pequeña coleta al final. Su amardura era azul, al igual que sus alas. La tonalidad de sus ojos cambiaban de negro hacia azul, dependía en sus transformaciones.

Kohaku - Aire.

Es el más calmado de los 4. Su paciencia era infinita, siempre dispuesto a ayudar. Al tener un cuerpo humano y emociones humanas, empezó a trabajar en carpintería, la manualidad era lo suyo. El cabello castaño recogido en una cola de caballo era su estilo y el tono de sus ojos era de un marron claro, haciendolo lucir más pasivo. Su armadura era verde, al igual que sus alas.

Los 4 habían venido a la tierra, a buscar a la elegida.

Las cerraduras brillaron con intensidad y se abrieron con un sonido calmado.
Las puertas doradas revelaron una pequeña cuna, cubierta de telas de seda.

Al entrar observaron a un bebé dentro. De cabellos negros y de tes blanca. La pequeña abrió los ojos con cansancio, luchando contra el sueño.

La tonalidad azul que mostro al abrirlos hizo un sentimiento sobre protector de los presentes. Una sonrisa juguetona surcó de sus pequeños labios y estiro los brazsos, queriendo alcanzarlos. Aquella mirada dulce se posó en cada uno de sus guardianes, pero se detuvo en uno fijo. Sentía un frío profundo recorrer sus venas y fue lo más intrigante que había sentido en su nueva vida. Queria que esa persona la cargará, para ella sería un capricho, lo primero que deseaba en su pequeña vida.

—Asi que tu eres Kagome. Ten la absoluta seguridad que nosotros te protegeremos.





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Comentario del Autor: Lento pero seguro queridos lectores x.x Esto lo tenía escrito hace tiempo, ni idea de porqué no lo publiqué ;-; De todos modos, espero que les haya gustado, obsesionado y hechizado(?

Awww, eso depende del destino xD

Gracias por leer.

Atte: Ámbar.

 

Capítulo 2: "La luna"


La curiosa mirada de Kagome se paseó por la habitación, como solía hacerlo siempre. Se maravillaba por cada adorno colorido, por los peluches y juguetes. Todo era rosa, las cortinas, los sillones en la esquina, los estantes, ¡hasta sus paredes! Parecía la habitación de una princesa.

Y a sus escasos 2 años y medio era tratada como una. Consentida, mimada y protegida por sus hermanos mayores.

Vivía en una gran mansión. Al ser la "elegida" debía entrenarse con lo mejor, disponer de toda cosa que necesitase y tener una buena educación en todos los ámbitos. Su vida era divertida.

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Con una pequeña sonrisa, la pequeña avanzó hacia sus adorados peluches, deseaba coger el pequeño conejo blanco que la miraba molesto.
Lo tomó de la oreja y lo acercó a la altura de su rostro. Estaba dispuesta a preguntarle el porqué la miraba así, pero se asustó al oír la puerta abrirse.


El azul de sus ojos brilló al ver un oso gigante que venía hacia ella. Enfocando su vista, se topó con una melena plateada detrás. Erróneamente imaginó que aquel cabello había crecido en algunos segundos. El oso acortaba paso, se acercaba con gran intensidad hasta que cayó encima de ella.


—¡Bu!—gritó el platinado y ella se espantó.

—Te asusté —alardeó el albino con sus ojos fijos en su dirección, pero para su mala suerte la pequeña Kagome estaba más curiosa que asustada.

—No, lñu —respondió riendo.

Inuyasha, al ver esto, frunció el seño y trató de pensar en otra manera de asustarla. Luego, tras un momento de silencio se acercó a ella con una mueca tenebrosa, haciendo sus pisadas más fuertes, hasta acorralarla contra la pared. Este era uno de los bastantes momentos que solía "demostrarle" su cariño o al menos lo que trataba de hacer, su fuerte no era ser expresivo.

Y, esta vez, Kagome sí sentía miedo, no tenía escapatoria. Se encontraba acorralada, cerró los ojos y luego volvió abrirlos con la esperanza de que alguien la salvara de aquel juego malvado y como por arte de magia, el mismo oso cayó encima de Inuyasha.

—Deja de molestarla Inuyasha. Te comportas como un niño —Miroku suspiró mientras se sentaba en la cama.

—¡Fhe! Ella es la que me ha retado Miroku—Alzó la voz, señalando a la pequeña. Miroku lo miraba serio para luego cambiar su expresión irónica de un "Y yo te creo"

—Nunca cambiarás. —musitó con pesadez, cargó a Kagome en sus brazos dirigiéndose a la salida.—Ojalá no se te haya pegado lo baka de éste—Alegó con una mirada sobre-protectora hacía la niña. La sonrisa triunfante de la azabache se ensanchó al oír esa palabra, la nena sabía lo que debía hacer en esos momentos.

—¡Oye, tú no te rías!—gruñó molesto Inuyasha.

Kagome quién se burlaba sacando la lengua desde los brazos de Miroku, volvió a reírse más fuerte —Iñu-baka—Lo insultó entre risas, para luego cerrar la puerta.

—¡Kagomeee...!—Y su nombre en casi toda la mansión no se hizó esperar. En cierto modo, Kagome había aprendido vocabularios especiales para el inu. Todo escuchado de los demás, pues a todos les parecía divertido lo que ella decía. Miroku no paraba se reírse mientras bajaba al primer piso. Sí, la pequeña sacaba de sus cabales.

—Así se hace —alababa mientras la depositaba en el piso.

La pequeña corrió directo al comedor, esquivando las sillas y sillones de la sala como baches en su huída. Tenía poco tiempo, pues ya se escuchaba los pasos molestos de Inuyasha sobre la escalera.

—¿Dónde está?

La azabache tembló al oírlo, pasó el comedor y agarró la primera puerta que encontró abierta, se metió adentro y la cerró.
—¿Qué le dijiste esta vez, Kagome chan? —preguntó una voz en su espalda.

—Le dije Iñu-baka, Ko-kun —respondió entre jadeos. Kohaku rió entre dientes.

Estaba en la carpintería, el lugar favorito de Kohaku, su hermano. Quién se dedicaba a hacer esculturas de madera y algunas veces, hasta espadas.
Se sentía segura por el momento. El salón de carpintería estaba lleno de mesas largas, de serruchos y máquinas de toda clase. Era de un color azul claro y tenía, sobre todo, armarios en dónde podría esconderse.

Sus hermanos eran 4, Inuyasha era quién trataba de asustarla por todos los medios. Éste, en su mayoría paraba en el salón de billard y de juegos, junto a la habitación del ramen y los dulces. Su hermano era algo peculiar:arrogante, déspota y sobre todo molestoso. Aunque en algunos muy pocos casos dulce, al menos cuando ella lloraba.

Luego estaba su segundo hermano, Miroku. Al igual que Inuyasha, Miroku se la pasaba en el salón de videos o el "cine" por la gran pantalla. Kagome no podía entrar allí si él estaba, Inuyasha le había prohibido. Le había dicho que podría asustarse y salir transtornada.
Es por eso que ella esperaba en la puerta para pedirle algo si es que lo necesitaba. Era de carácter gracioso y "pervertido" cómo decían sus hermanos.

Seguido estaba Kohaku, de aspecto calmado, tranquilo y humilde. Éste se la pasaba en el salón de la carpintería haciendo manualidades y enseñándole algunos trucos con la sierra. Era el más cariñoso y por supuesto; el más mimador. Siempre le daba su merecida atención cuando se lo requería.

Y por el último, el hermano mayor Sesshomaru. A diferencia de todos, Kagome era muy apegada a él. Su sola presencia le abrumaba y la llenaba de paz y de seguridad. Ansiaba estar a su lado sin saber porqué. Éste era reservado y aristocrático, pues se la pasaba leyendo un libro y aunque nunca expresaba su afecto, sus acciones demostraban lo contrario.

La consentía cuando pedía algo, la defendía cuando el Iñu la molestaba. Era su salvador y es precisamente a donde debía acudir.

—¡Kagome! —Se escuchó por el pasillo. La pequeña dio un brinco al oírlo.

—Escóndete —Susurro Kohaku —.Yo lo distraeré y luego correrás, ¿vale?

La pequeña asintió y se metió debajo de un mesa.

Los pasos gruesos de su depredador se oía más cerca, cada vez más. Esbozó una mueca asustadiza, agarrando las patas de mesa. Se abrió la puerta.

—¿Dónde esta la bribona? —preguntó Inuyasha pasando una mano por su cabello.

Kohaku contuvo una risa.—No vino por aquí, Inuyasha o debería decir ¿Iñu-baka? —soltó una carcajada.

—¡Feh! No es gracioso, palo de escoba, no es gracioso —renegó.

Ése era su momento se dijo Kagome, pasando por todas mesas se escabulló hasta puerta. Cuando estuvo a punto de cruzar, el grito del ambarino la sorprendió

—¡Allí estás!

Corrió riendo hasta la biblioteca. Hoy iba ganar. El inu la siguió por detrás, tratando de atraparla, Kagome no se dejó vencer.

—¡Sessho-san...! —gritó en ayuda.

La suerte estaba de su parte, justo en ese mismo instante el aclamado pasaba en su delante leyendo un libro. Paró hasta su altura levantando sus manos. Sesshomaru levantó una ceja.

—Sesshomaru, salté de ahí, la bribona me insultó —murmuró el Inu ofendido. Kagome soltó una risita y extendió las manos más alto, tratando de coger el libro de su hermano mayor.

—¿Qué exactamente dijo? —alegó secamente.

—Iñu-baka —deletreó el ambarino arrogante.

Sesshomaru lo miró por un momento, analizando cada detalle minuciosamente —.En realidad —se dirigió a Kagome—lo que has dicho no es correcto —el gélido de su voz hizo sonreír más a la azabache—Lo correcto es "Inuyasha-baka". Recuerda pronunciar bien las palabras para dar más valor a sus significados.

La pequeña asintió. Otra nueva enseñanza, la próximo vez lo haría mejor se dijo. Con insistencia extendió más alto los brazos, esta vez Sesshomaru la cargó en el acto.
Caminaron tranquilamente hacia sala, dejando a un Inuyasha con los ojos en blanco.

—¿Quéee?

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Sentada en los cómodos sillones, Kagome delinió las grabados que tenía el libro en sus manos. Dibujos, pequeños dibujos enmarcados de un color negro como la silueta de unos ángeles arrodillados. No sabía leer perfectamente, pero sabía que podría decifrar algunas cosas.

A su edad, podía entender como un niño de 8 años. Su mente avanzaba por las enseñanzas que le daba Sesshomaru. Era inteligente le dijeron y podía hacer mucho más. Su única dificultad era que no podía hablar muy bien, era pequeña y no podía obligar a su cuerpo.

Deseaba saber con fervor que tenía el libro. Después de ir con Sesshomaru hacia la sala, él nuevamente le enseño las sílabas. Podía unir, deletrear, podía leer y con la sola presencia de éste mejoraba. Adoraba cuando él la miraba con una pizca de orgullo. Y por eso, después de que se fuera a su trabajo tomó uno de los libros de la gran biblioteca y se sentó en su esquina favorita.

Leería fluidamente, para luego aprender más y más. Sin embargo éste era sólo una de las dos razones por la que tomó el libro. La otra era diferente, pues como una pequeña infante, la curiosidad la invadía a cada segundo cuando pasaba cerca del libro. Tenía algo que la atraía.

Estaba decidida, quería saber. Con cuidado abrió la pesada tapa y deletreó las primeras frases:


"El elegido de la Luna"

"Hace mucho tiempo existía un ángel, de cabellos plata y de zafiro como ojos" —La pequeña leyó en voz alta —"Era el primer elegido por el creador, en él recaía el destino del mundo. Luchó, batalló para ganar por el bien, para ver a los humanos salvados de tanta oscura maldad"

" Su guerra fue por cien años en un sitio sin luz ni oscuridad. Su fuerza era inmensa y la decisión bordaba por sus ojos. Ganó, en el nombre de todos ángeles, a favor de la luz, pero su llama se extinguía a cada día. Su cuerpo cayó al mar humano sin saber porqué y allí se quedó. Enterrado en el profundo." —Kagome tembló sin saber porqué. —"Luego de días su cuerpo fue encontrado por una doncella, hija de pescadores. Afortunadamente el ángel seguía con vida y la muchacha lo ayudó"

"Como era de esperarse, el ángel cayó en sus encantos. Se había enamorado de aquella dama y a ésta le sucedió lo mismo. " "Decidieron unirse y expresar su amor en los más profundo: pidieron permiso al creador."

"Pero sucedió lo inevitable, la llama de vida perteneciente a la doncella se extinguió. Nadie sabía el motivo, sólo murió en los brazos del ángel sin ninguna palabra sin ningún adiós en los ojos."

"El ángel lloró sangre, y sufrió por toda eternidad. Rogó para que su vida fuera de vuelta, pidió a su creador para que estuviera en sus brazos. Pero con el tiempo entendió, su existencia no era para estar con los humanos. Fue en ese entonces que se sumió en sueño eterno y también fue así como los ángeles no tuvieron corazón. El creador no quiso verlos sufrir, no quería que se mezclaran con los humanos. Ellos fueron creados para protegerlos y los humanos eran sólo mortales que se apagarían en un segundo de sus vidas. "

"Nadie supo más del ángel, pero dicen los antiguos que en el mismo instante en que despierte, el corazón que se les negó lo tendrán. El primer latido se elevará en sus pechos y podrán sentir."

La azabache alzó la voz aún más fuerte.

"Su amada lo llamará por su nombre 7 veces y él resurgirá de su letargo sueño. Volverá por ella y la llevará aun lugar en donde la muerte no la alcance, consumará su amor infinito..."

Kagome cerró el libro aturdida. Tenía un dolor inmenso en el pecho. Al ser pequeña, se suponía que no podía entender muy bien, pero las palabras del libro fueron claras, precisas y su voz se elevó a tal grado. Al darse cuenta notó que las palabras estaban, ahora, en una extraña escritura. Se asustó, ¡ella entendía ese idioma incomprensible!

Con cuidado, fue a la biblioteca a devolver el libro. Ya le preguntaría Sessho-kun después. Lo dejó en el mismo estante y salió corriendo, pensó que el libro era mágico, pero al entender ese idioma tan bien le picó la curiosidad. ¿Cómo sabía leer eso?

Se asomó por el pasillo del ramen y encontró a Inuyasha comiendo un platillo en la mesa.

—Inu-kun... —llamó despacio.

—¡Feh! ¡No me digas que tú también quieres, Kagome! —gruñó entre mordiscos. Al no oír respuesta el inu levantó la mirada a su dirección

—¿Kagome? —preguntó y lo que observó lo desconcertó. Frente a él estaba la pequeña mocosa, pero su mirada era diferente. Sus ojos, aquellos ojos azules llenos de vida habían cambiado. Estos eran blancos, justo como el color de la luna...




Nota de la Autora:
¡Hola gente! Lamento actualizar tan tarde, es que la inspiración es malvada y mi musa es floja. Justo ahora tengo un hambre terrible y bueno, lo dejé a un lado para poder terminar de escribir x.x

Espero que les haya gustado este capítulo y disculpen si tengo alguno que otro error, como dije, estaba hambrienta y quizá me haya comido cosas u.u

También doy aviso que continuaré con los demás fanfics que empecé, disculpen las tardanzas :C


Muchas gracias por todas las que han comentado, me hacen muy feliz *-*