Bien..."Esta es mi historia..."

Bien… “Esta es mi historia…”​

Mi nombre es Christa, tengo 15 años
Sonara trillado, pero…bien, “esta es mi historia…”

Tengo la piel sonrosa y pecosa, un largo cabello pelirrojo, los ojos esmeralda.

Vivo con mi madre y mis abuelos, en un humilde hogar a las afueras de la ciudad
Mis padres se divorciaron.
Para ser mas precisa; mi padre nos dejo cuando tenía tres años.
Aunque…sinceramente, no me importa
El es solo una persona mas en mis recuerdos, para ser honesta ni siquiera sé si aun está con vida…

En tanto a mis abuelos… ¿Qué puedo decir?
Adoro a mi abuela, ella siempre está ahí para mí.
Mi madre trabaja hasta tarde y casi nunca está en la ciudad, y ella es técnicamente mi tutora

¿Por qué no hablo de mi abuelo?
—“El simplemente es un error en nuestras vidas…”—Desde que tengo memoria he escuchado esas palabras, pero yo era muy pequeña para entender su significado
El es un alcohólico, que solo vive de gritos y peleas
Cuando era pequeña; Solía encerrarme en mi cuarto para poder evitar oír los gritos, mientras yo irónicamente me abrazaba de un oso de felpa que el mismo me regalo un día.
No soportaba, ni soporto aquellas escenas, que con los años no han cambiado, al igual que su hipocresía al día siguiente

—“Lo siento no recuerdo lo que hice, no lo volveré a hacer perdónenme”—La frase que día a día escucho, mientras la historia se repite

En tanto al instituto…
Pronto me cambiare, ¿Por qué?
Porque no podía seguir aguantando los tratos y burlas de mis compañeros, que con los años se había vuelto un escenario violento
Solía ser muy tímida, solo aguantaba y lloraba en silencio
Tratando de no hacerlo saber a mi familia, ellos ya tenían suficientes problemas y no quería preocuparlos más.
Que con el tiempo descubrieron, por los escenarios violentos en los que yo era la protagonista
¿Un “lo siento”?…jamás recibido, solo una indiferencia, que era peor que cualquier tortura
¿“Amigas”? No conozco muy bien la palabra, supongo que hasta ahora no he tenido a quien considerar una “amiga de verdad”
Ya que estos fueron los primeros en darme la espalda, aquellos que se burlaban detrás de las mías…
Solo a dos personas a quienes considero amigos de verdad
Pero, ¿lo son? No, no lo sé…
Sinceramente, no lo sé…
Ahora que me cambiare de instituto

¿Qué me esperara…?

 

Capítulo I.- Una nueva vida

De nuevo el mismo sueño…
Cogiéndose a sí misma, tratando de salir a la luz.
Es empujada por unas manos a ese lago imperturbable de sus pesadillas
Grita…
Grita dentro de este otro mundo pues sabe lo que le va a tocar. La misma tortura.
¿Qué es lo que la arrastra y no la deja seguir?

—“El pasado…”—Contesta una suave voz

Cae sin poder hacer nada, no patalea, no llora, no hace nada. Se resigna a que no se salvará.
Las manos la congelan y la tiran al fondo hacia un mundo al cual nunca llega pero siempre está a centímetros. De nuevo tiene miedo. Miedo porque no quiere hundirse y grita haciendo que el aire de sus pulmones escape en burbujas.
Sus padres, familiares y “amigos” siguen mirándola desde la superficie.
Abie la mira con dolor. Levanta una mano hacia ellos.

Grita ayuda.

Pero ellos no la van a salvar.

No respira, se ahoga, se retuerce y se angustia. Ayuda.

Ellos no la van a salvar. No van a salvar a nadie. Las manos oscuras se aferran a su cuello, incrustando sus sucias garras en ella.
Liam se larga a reír. Disfruta de su dolor.

"No puedes contra nosotros"

Patalea dentro del agua. Quiere soltarse y escapar. Subir a la superficie.

"No eres lo suficientemente fuerte"

El chillido dentro de su oído la aterra, los monstruos se meten en su cabeza. Descubriendo cada uno de sus secretos y burlándose.

Está perdiendo la conciencia, se marea. No hay más burbujas de aire.
Su pelo azulado por el agua tenebrosa se desliza en corrientes, arrastrando la estela de su esencia. No puede. No puede contra ellos. Se debe hundir.
Abie reniega con la cabeza, mirándole con reprobación.

Y Christa sonríe con frustración. Cierra los ojos. Quiere llorar.
Que alguien la salve.
Los chillidos se hacían más fuertes y las bestias se transformaban en cuchillos y sangre. Rojo. Todo se tiñe de sangre carmesí. El agua se vuelve violeta.

Ayuda.

La matan, La están matando.
No hay nadie que la salve

Abie la mira con reprobación, La mira con rechazo.
La mira, La mira y la sigue mirando. Le da la espalda. Sigue con su mano alzada tratando de lograr un imposible y que esa mano se aferre a la superficie.
Ayuda.

Su familia desaparece y dos flashes celestes son lo último que ve. La mano blanca tirándole de súbito, recorriendo todos los kilómetros de profundidad en segundos.
Respira aire con desesperación.

Sale del agua y con eso también del sueño.

Se levanta sobresaltada. Su cuerpo se retuerce incómodo a las imágenes que acechan recordando la tortura de hace unos segundos.
A los lados no ve nada. No hay oscuridad más que la misma de la noche.

No hay manos negras tomándola, No hay sangre, No hay nada, Sólo ella mismo en su habitación.

Suspira y se apoya en el respaldo de la cama. No soporta más. No soporta la misma pesadilla de todos los días.
No puede con ella.

— ¡Christa…!—Grita su abuela desde la cocina— ¡Baja, ya es tarde!

—Ya voy…—Suspira levantándose de la cama

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Christa baja las escaleras, tratando de no despertar a su abuelo; Quien había llegado en la madrugada; que, para la suerte de ella, no tuvo que aguantar sus escándalos

—Christa, ya es muy tarde ¿te quedaste dormida?—Pregunto su abuela con una dulce voz.

Era una mujer de mediana edad, con la piel color crema y el cabello corto anaranjado. Con las marcas del tiempo impresas en su rostro, pero sin borrar esa dulce e inocente sonrisa.

—Sí, lo siento—Contesta con sonrisa

No sabe de las pesadillas, No entiende su miedo, Su dolor…
Pero no quiere hacérselo saber, no quiere que tengan más problemas

—Llegaras tarde si no te apuras—Comento, guardando los platos

—Sí, ya me voy no te preocupes—Contesto tomando su bolso

— ¿Eh? ¿Tan pronto?—Dijo extrañada la anciana— ¿No tomaras tu desayuno?—Esta negó, con una sonrisa— ¿Por qué no te lo llevas?

—No te preocupes, será mejor que me apresure —Contesto

—Cuídate querida, recuerda que cualquier cosa me llamas

—Sí, está bien—Contesto encaminándose a la puerta

—Recuerda tener mucho cuidado con tu herida, querida—Ordeno preocupada.

Christa paró en seco y apretó los puños; no sabía cuanta rabia y tristeza le traían aquellos recuerdos

—Si…—Contesto neutral

—Christa…—Murmuro la anciana—Querida, suerte…—Dijo con una sonrisa

—Gracias…—Dijo correspondiendo de manera forzada aquella dulce sonrisa

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Christa corría apresurada para llegar temprano a su nuevo instituto

—Nuevo instituto, y se me ocurre despertar tarde…—Murmuraba una y otra vez, mientras corría a toda la velocidad que podía— ¿Cómo no se me ocurre traer un paraguas?—Se reprocho

Paró en seco; casi cayéndose en el proceso.

—Meow…Meow…—Maullaba débilmente; sollozando—A Christa se le encogió el corazón—Un pequeño gatito blanco, que temblaba de frio.

—Vaya…—Susurro poniéndose de cuclillas — ¿Eh? ¿Estas solo gatito?—Pregunto con una sonrisa, mientras acariciaba al animal. El pequeño ronroneo tratando de salir de su caja

—Pobrecillo, debes tener frio—Murmuro con una sonrisa desganada—Supongo que esto es suficiente…—Murmuro poniendo su paraguas dentro de la caja— ¿Ves? ¿No estás mejor?—Pregunto con una cálida sonrisa

Christa se levanto, y comenzó a correr apresurada; escapando de la lluvia
Un golpe seco la hizo caer de espaldas.

— ¡Perdón!—Exclamo un chico de piel blanca y el cabello marrón— ¡D-Disculpa! ¿Te encuentras bien…?—Pregunto agachándose a su altura

— ¿¡Que tenias en la cabeza, idiota!?—Gruño molesta. Christa levanto la mirada y quedo muda, mirando embobada aquellos brillantes ojos celestes

— ¿Te encuentras bien?—Pregunto

— ¿Eh?—Dijo extrañada—A-Ah, s-si, m-muchas g-g-gracias…—Murmuro tomando su mano

—Soy Andrew ¿y tú?—Le pregunto con una gran sonrisa

—Etto, s-soy C-Christa Abbott…—Contesto sonrojada

—Un gusto, Christa—Contesto sonriente, provocando que se sonrojara

—A-Ah, i-igual mente—Contesto nerviosa—E-Etto, y-yo…b-bueno, adiós…f-fue un placer—Murmuro

—Bien, adiós—Contesto sonriente, mientras subía a su bicicleta— Nos vemos, Christa

—S-Si, adiós—Contesto recogiendo su bolso—Porque… ¿Porque dijo “nos vemos”?—Susurro extrañada

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El profesor había salido hace unos minutos así que el salón estaba solo.
Christa caminó con indiferencia hacia el puesto del fondo que estaba libre
Hace minutos atrás había tratado inútilmente de preguntar por su salón; pero nadie se inmuto a ni siquiera dirigirle la mirada.

Los demás comenzaron a alejarse disimuladamente de su lugar y aunque lo negara, en el fondo eso le provocó una punzada.

Giró la cabeza con brusquedad a la ventana que estaba a su izquierda y comenzó a ignorar los murmullos que escuchaba detrás de ella.

El profesor llegó luego de unos minutos. Observó con sorpresa a su alumna nueva preguntándose de qué reformatorio habrán sacado a esa chiquilla; por su mirada indiferente y el hecho de las múltiples cortadas que tenía en su rostro
Suspiró y se arregló el bigote.
Solo otro alumno problemático más con el cual tendría que lidiar.

—Alumna nueva, haga el favor de presentarse— Ordeno el profesor
De manera avergonzada Christa se levantó y recorrió con cierta prepotencia el camino hasta la pizarra blanca. Todos los demás lo seguían con la mirada.
Suspiró fastidiada cuando llegó hasta la pizarra.

—Mi nombre es Christa Abbott, tengo quince años— Contesto recobrando la compostura
Todo eso fue relatado con voz monótona, tal fueran palabras que se aprendiera de memoria.
El señor Kent quedó descolocado ante la chica tan indiferente. Luego de unos segundos le ordenó que volviera a su puesto lo que Christa acató sin mirarlo siquiera.

El maestro dio media vuelta y con un plumón en mano comenzó a escribir en el pizarrón.
Siguió la clase, la mayoría de los estudiantes escuchaba y escribía; Christa en cambio se dedicaba a dibujar en su libreta.
Un paisaje lluvioso y un sauce que se mecía con el viento; un haz melancólico bañaba el ambiente.

Como si por dentro de toda esa agresividad la tristeza palpitara.
Los juegos de luces y sombras eran excelentes por no decir las proporciones, pero Christa no se daba cuenta de eso, solo tomaba su trabajo como simples rayas.
Luego de un rato, la clase terminó.

Los chicos iban saliendo tranquilos, o por lo menos aparentándolo; pues miraban de reojo a Christa a cada momento, que vagaba en sus pensamientos mirando por la ventana.
Cerró los ojos

El semáforo estaba en verde cuando el Subaru Outback cruzaba la avenida.
Se oyó un fuerte bocinazo.
Henry giró el manubrio con brusquedad.
Clarisse gritó aterrada.
Christa grito asustada, el camión que corria directo a ellos y la mano de su tío tirándola y aferrándose a su muñeca.
Un estruendo, un choque, un puñetazo de metal y conexiones eléctricas que rompía un retrato familiar dejando trizas de un antes.
¿Cómo era capaz la vida desaparecer de un momento a otro? ¿Cómo era capaz que una familia se rompa en un segundo?
La sangre gotea el piso del vehículo aplastado.

Abrió los ojos de golpe.
Tratando de olvidar los recuerdos que por años la han atormentado