One-shot de Inuyasha - Let's talk about your fears [Torneo]

Bueno, aquí tenéis el one-shot más largo que he escrito en mi vida.

Es para el torneo de momentos 2ª ronda:

Los me gusta, NO valen. Los comentarios que NO sean Spam, valen 2 puntos. Y si algún usuario le envía un MP a cualquiera de los jueces con su voto con la razón del porqué, valdrá 3 puntos.

Así que si puede ser, no le deis a me gusta y comentad.

Bueno os dejo con la historia. Solo que está basada en una estrofa que encontraréis al final de la historia, en inglés y en castellano (para los que no sepan inglés) y es de la canción Talk de Coldplay.

Let's talk about your fears​

“No me gusta que hayan tantos árboles, no puedo dar ni un paso sin tener delante de las narices algún tronco o arbusto. Se me congelan los pies desnudos por culpa del suelo húmedo a causa de la tormenta que anoche no me dejó dormir. Tengo ojeras y estoy cansadísimo, pero por mucho que me queje mi madre no me deja volver a casa. Mamá me empuja con la mano suavemente cuando me rezago un poco por culpa de una tonta raíz que salía del suelo. La alcanzo y caminamos un poco en silencio.

– ¿Mamá? ¿Por qué no vinieron los escoltas? –pregunto yo–. Siempre te acompañan cuando sales del palacio.

–Porque no.

–Pero…

Mamá desvía la mirada y su rostro toma una expresión triste. Alguien que no la conociera no se daría cuenta de la diferencia, vería esa pequeña sonrisa como una totalmente sincera. Pero yo si puedo notar que esa sonrisa no es verdadera, ya que cuando sonríe de verdad los ojos le brillan, y ahora no lo están haciendo.

Esa expresión suele estar en su rostro cuándo alguien me llama hanyou o algo parecido. Entonces…

¿Esos guardias no vinieron porque venía yo?

No dije nada. Eso solo la haría entristecer más.

–Mamá, ¿A dónde vamos?

–Ya te lo he dicho.

–No me acuerdo.

–Ya. – Mamá suspira–. Tengo que ir a visitar a un amigo, Inuyasha.

– ¿Y porque vengo yo?

–Quiero que te conozca. Además, nunca has salido del palacio y este es un buen momento para que lo hagas.

Asiento y sonrío. ¿Quién será ese amigo?

Caminamos un rato hablando de cosas sin importancia. Los pájaros cantan, al principio era un sonido agradable, pero ya empieza a hacerse pesado.

– ¡Callaos ya pájaros tontos!

Mamá se ríe levemente y me acaricia las orejas. Les saco la lengua a las aves y sigo caminando. Al cabo de un rato, vemos a una silueta acercándose. Cuando estamos bastante cerca de ésta, veo un animal y corro a intentar atraparlo, metiéndome un poco en el bosque. Mamá se ríe y sigue con su camino. Consigo atrapar al animal, que es un conejo negro con manchas marrones y ojos grises. Vuelvo al camino con el conejo en brazos y me encuentro con mamá sonriendo y un hombre haciéndole una reverencia. Me quedo detrás de un árbol, observando. Me fijo en la espada que cuelga de su cintura y me estremezco. Una vez me atacaron con una espada.

El hombre sonríe y habla con mamá. Ese hombre no parece malo y su sonrisa se ve sincera. Luego de pensarlo un rato decido acercarme. Dejo el conejo en el suelo y le acaricio las orejas justo de la forma que me gusta que me las acaricien a mí. Luego me levanto y el conejo se va dando saltitos. Me acerco, mamá me ve y su expresión cambia a una de pánico. El hombre se da cuenta de la expresión de su rostro, así que sigue la dirección de su mirada hasta toparse conmigo. Su vista pasa de mis orejas, a recorrer mi largo pelo blanco hasta llegar a mis ojos asustados. Desenvaina la espada y me apunta con ella.

– ¡Aléjate demonio! ¡Aléjate si no quieres que te mate!

¿Me ha llamado demonio? Yo no soy un demonio. Frunzo el ceño y le miro, ¿de qué está hablando este idiota?

Él se acerca corriendo a mí, blandiendo peligrosamente el filo de esa espada que parece muy cortante. Me agacho a tiempo. Cuando vuelvo a erguirme el hombre levanta la espada para el siguiente golpe. Noto un calor en la mejilla y rozo un dedo por ésta, me miro el dedo y veo que tiene un poco de sangre. La punta de la espada me ha hecho un pequeño corte en la mejilla. Me enfado y gruño. El hombre retrocede unos pasos.

Noto movimiento y veo en un segundo a mamá delante de mí, con los brazos extendidos a ambos lados y un rostro feroz.

– ¡No le hagas daño!

El hombre baja la espada levemente.

–Es un demonio, aléjese de él, corra o intentará matarle, princesa.

Mamá niega serrando los dientes, con esa vena en el cuello que solo se le nota cuando se enfada muchísimo. Ver a ese hombre con la espada levantada, con un poco de mi sangre en la punta y a mi madre con lágrimas en los ojos despertó ese sentido de protección en mi interior.

–No te preocupes mamá. –La empujo tras de mí con rapidez–. Puedo con él.

Silencio tenso.

–Espera, espera, espera… ¿Le llamaste mamá? –dice él sorprendido.

Otro silencio.

– ¡No me jodas! – Ríe a carcajadas grandes e irónicas–. ¡Eres un puto hibrido!

Sus risas limpias resuenan en mi cabeza y suelto un rugido que lo hace callar al instante.

Puedo sentir la respiración acelerada de mamá y oler el salado de sus lágrimas. Tiro una mano hacia atrás y atrapo la suya, que temblaba fuertemente. Enrollo mis dedos con los suyos y puedo notar como el temblor disminuye. Está muy asustada. Yo también.

El hombre malvado mira mi madre con asco. Alza la espada, que descansaba en su mano al lado de su cuerpo, y señala a mi madre con ella. Retrocedo unos pasos llevándome conmigo a mamá, gruñendo y mirando al hombre tan amenazadoramente como sé.

– ¡Tú! ¡Si tú, asquerosa puta, tú! –dice el hombre con una mueca de asco–. No creo que te forzara, ¿verdad perra? –Sonríe–. ¿Lo disfrutaste verdad? Y luego tuviste a esa asquerosidad, a un hibrido. Yo de ser tú ya me habría suicidado –dice sonriendo con maldad.

Se acerca corriendo con la espada y no tengo tiempo de detenerlo. Escucho el grito de mamá y veo como la espada le ha hecho un corte en el brazo y se ha clavado en su pecho. El hombre, con una sonrisa sádica, retira la espada y mira la sangre de ésta, sonriendo. Mamá se desmaya y me da tiempo a cogerla antes de que toque el suelo, la dejo con delicadeza en éste. Puedo escuchar su leve respiración y veo como lucha por su vida mientras sangre sale a borbotones.

Un rugido brota de mi pecho y de repente veo rojo. Todo lo que puedo escuchar en mi mente es: Matar, matar, matar, matar…

Cuando recupero el sentido, veo el cadáver de ése hombre, tirado en el suelo con las cuencas vacías y sangre por todo el cuerpo. Me miro las manos y veo que están cubiertas de sangre. Luego me doy cuenta de que todo yo estoy lleno de sangre. Lo he matado. He matado a alguien. Lágrimas caen por mis mejillas, volviéndose rojas al mezclarse con la sangre de mi rostro. Caigo al suelo sin respiración y sollozo.

Escucho un leve gemido cerca de mí y me acuerdo de mi madre. Corro a su lado y veo lo maltrecha que está, con la piel pálida y los labios amoratados. La monto en mi espalda y corro, corro como nunca antes. Caigo varias veces de rodillas, haciéndome sangre. Pero me levanto y sigo corriendo.

Llego al palacio y todas las curanderas corren a atenderla, intentando salvar su vida. Pero yo ya sé que es demasiado tarde”


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Camino abrazándome a mí misma. El invierno ha entrado fuerte y la nieve cubre los árboles y el suelo, dando un bonito espectáculo blanco. La chaqueta que llevo, a pesar de ser muy abrigadora, no hace que no tenga frío. Y a pesar también de los guantes rosas y la bufanda roja. Todos tenemos frío, pero seguimos caminando. Sango y Miroku van adelante, hablando de algo, Shippo y yo detrás e Inuyasha al final, cerrando la comitiva. Miro disimuladamente a Inuyasha y veo lo mismo. El rostro pálido y serio, con los brazos cruzados, paso lento y un frunce en el rostro. Es muy raro ver así a Inuyasha.

Lleva así desde que salimos por la mañana, después de dormir en la intemperie. Mandé a Shippo, también preocupado, a molestarlo para ver si reaccionaba. Pero ni se inmutó cuando Shippo le pegó. Cuando volvió junto a mí, decía que la mirada que le había dado Inuyasha, era la mirada más turbada que le había visto nunca. Eso no ayudó a apaciguarme. Me preocupó más.

Miroku se gira y, tartamudeando, dice que habría que parar a comer. No se escuchan las quejas de Inuyasha ni los apuros por seguir un poco más, solo asiente, se sienta y espera con la mirada perdida. Otro síntoma de que algo no está bien con él.

Todos nos miramos, preocupados y nos sentamos. Luego de comer, tenemos esa hora de siempre para descansar antes de retomar el viaje. Inuyasha se levanta, y sin decir ni pío, salta a un árbol cercano y se sienta en su pose de siempre con rostro pensativo. Todos volvemos a mirarnos y decido ir a hablar con él. Me levanto, les sonrío y salgo de camino a Inuyasha.

El árbol está algo alejado de los demás, así que luego de caminar unos minutos llego a éste.

–Inuyasha.

Ni se inmuta.

–Inuyasha, ¿Qué te pasa?

Silencio.

– ¡O me dices lo que te pasa o juro que diré tu palabra favorita hasta que quedes tan enterrado en el suelo que cuando te saquen en el futuro serás un fósil con la cara desfigurada!

– ¿Qué es un fósil?

– ¡Aleluya! ¡El señor habló! ¿No era tan difícil no? –Sonrío–. ¿Sabes lo preocupados que estamos por ti? ¿Qué te pasa?

Inuyasha deja de mirarme y frunce el ceño.

–Nada.

–Mentiroso. ¿Qué.te.pasa? –Silencio–. ¿Podrías bajar por favor? Va a darme tortícolis.

Inuyasha baja al instante y me mira, serio.

– ¿Qué quieres?

– ¿Qué te pasa? Puedes confiar en mí, ¿sabes?

Silencio.

–Nada.

– ¿Sabes qué? Eres un pésimo mentiroso. – Suspiro–. Si no cuentas las cosas, se quedarán adentro, corroyéndote lentamente. Así, acabarás siendo un viejo amargado, que lo único con algo de acción en su vida será cuando se cuelen niños en su jardín para poder gritarles: ¡Niños, fuera de mi jardín!

Inuyasha me mira con cara de no entender absolutamente nada de lo que he dicho. Mira con cara de confusión el dedo con el que le estoy apuntando. Suspiro y retiro el dedo.

– ¡Que me digas que te pasa!

Inuyasha suspira y me mira fijamente. Sus ojos queman sobre los míos, y no puedo evitar perderme en esos ojos dorados.

–Tengo miedo, Kagome.

Parpadeo varias veces y lo miro con confusión.

– ¿Cómo?

–No pienso repetirlo.

–Pero, pero… ¿Por qué?

Inuyasha suspira y se sienta invitándome a hacer lo mismo. Frunce el ceño con pesadez y empieza su relato. Me explica todo el sueño que tuvo la noche anterior.

–Luego de la muerte de mi madre, toda la gente del palacio me atacó y tuve que escapar. Entonces fue cuándo empecé a vivir en el bosque.

Lo miro fijamente, estallo en lágrimas y lo abrazo con fuerza. Él responde a mi abrazo y escucho una risita leve.

–Es mi desgracias sabes. No sé porque lloras tú.

– ¡Es que es tan triste! ¡Tan injusto! ¿¡Cómo pudiste pasar por eso y no contármelo!?

Inuyasha me coge las muñecas con fuerza para parar los golpes que sin darme cuenta le estaba dando en el pecho. Él me mira a los ojos con fuerza.

–Porque ya estoy acostumbrado.

Me suelta las muñecas con delicadeza y yo me limpio las lágrimas de los ojos.

– ¿Y de que tienes miedo Inuyasha? ¿De qué te pase a ti? Eso es una tontería, ahora nos tienes a nosotros. Te protegeremos.

Inuyasha sonríe.

–No, no tengo miedo por mí. Lo tengo por ti. No sé qué nos repare el futuro, y no quiero que… Te pase lo mismo por estar conmigo, con un hanyou.

Sonrío.

–Supongo que esa es tu forma de decir que estas asustado del futuro. Inuyasha, no me importa. Si eres hanyou, humano o demonio; Sigues siendo Inuyasha. Y si hay gente tan ciega como para no ver eso, lucharé a tu lado y los derrotaremos. Te lo prometo.

Inuyasha sonríe y me abraza con fuerza. Volvemos juntos con los demás. Nunca hablé de esa conversación con ellos. Ese momento en que Inuyasha se abrió a mí, me expresó sus temores y hablamos…

Siempre lo recordaré.

"Oh brother I can't, I can't get through
I've been trying hard to reach you, cause I don't know what to do
Oh brother I can't believe it's true
I'm so scared about the future and I wanna talk to you"

'Oh, hermano no puedo, no puedo soportarlo/pasarlo
He estado intentando una y otra vez alcanzarte, porque no sé qué hacer
Oh hermano, no puedo creer que sea verdad
Estoy muy asustado del futuro y quiero hablar contigo'​