Long-fic de Inuyasha - Ni contigo ni sin ti [inu&kago]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por aLeTheia_anGeL, 24 Febrero 2013.

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    Loe Essen

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    Creo que te amo...y te odio.
    No puedo creer toodo lo que paso en este capitulo, sinceramente veo porque pusiste a Kikyo de "mala" y como se ve que tenes todo planeado.Estoy un tanto sorprendida por las acciones de Kagome, el "sentimiento" de Inuyasha y porque ¡me dedicaste el capitulo! Despues de leer eso, fui como Flash a la hora de leerme el capitulo.
    Que queres que te diga, si ya esta todo escrito...
    ¡Espero la continuación con ansias y un premio para vos!
    Saludos!
     
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    ¡¡Hola!! En primera, perdóname por no haber comentado en los dos capítulos anteriores pero es que estuve saliendo mucho y no me dio tiempo de leer.

    Me lleva, me lleva ¡me lleva! No puedo creer que Inuyasha se rindiera tan fácil, y todo por el estúpido, idiota y mal nacido de Bankotsu. ¡Y KAGOME! SINTIENDO CELOS DE UNA NIÑA. Eso si es ser impulsiva, celosa...
    aunque no puedo criticarla.

    No me hagas sufrir por favor :( Dales otra oportunidad.

    Espero con muchísimas ansias tu siguiente capitulo.
     
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    aLeTheia_anGeL

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    Piscis
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    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
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    Hola Minna´san! ^^
    Aquí yo de nuevo luego de una semana ausente :) al fin pude organizarme un poco más y en efecto podré traerles un nuevo capítulo cada miércoles, según tengo entendido hasta ahora mi horario quedaría así xD Eso espero... ¡En fin!

    Muchas gracias @Shassel, @Kuki & @Karinblue por sus preciados comentarios ^^ Chicas, gracias a ustedes sigo animada a continuar trayendoles cada semana nuevo episodio. Mi más sincera gratitud.

    Y bueno! Espero que esta 'conti' les agrade aunque las cosas poco a poco se van a ir solucionando! No se desanimen! ;)

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    Cap. 19


    Las partículas de nieve caían lentamente cubriendo cada parte de la ciudad, por las calles soplaba un viento suave pero frio que de tan solo sentirlo causaba escalofríos en las personas e incluso pequeños animales vagabundos que por ahí merodeaban.


    La temporada de invierno ya había llegado aunque sólo para algunos países, sin embargo la ciudad parisina en esta época del año se veía realmente hermosa y con un toque mayor de romanticismo que la caracterizaba ya que se podían ver a varias parejas caminando juntas por toda la plaza.


    —Kagura, acabo de recoger este sobre en recursos humanos —decía tranquilamente su fiel asistente entregándole aquel objeto en sus manos.


    La aludida levantó sutilmente su cabeza para luego despegar sus ojos de los papeles que se encontraba revisando, detestaba por completo que alguien entre en su oficina y la distraiga así, sin embargo Kanna era la única persona en el mundo que podía atreverse a interrumpirla de ese modo y encima por algo tan irrelevante como ese era el caso.


    Abrió el sobre delicadamente para poder sacar aquella hoja bond redactada por computadora pero que tenía a pulso una firma con tinta azul. Rousseau sonrió de lado al leer por completo aquella carta; ya no le extrañaba para nada que cada vez que empezaba un nuevo mes le llegaran a su escritorio varias cartas de ese tipo solicitando una renuncia inmediata por las mismas razones: ‘abuso’ de poder por parte del gerente general hacia los empleados causándoles daños psicológicos.


    —Qué estupidez… —murmuraba como siempre para luego reír con elegancia, burlándose de estas circunstancias, agregó —Si no eres lo suficientemente eficiente como para soportar mis mandatos entonces no me sirves, Kyle…


    Tomo entre sus finos dedos una plumilla y firmó en la línea que le correspondía en aquella hoja, aceptando de ese modo la renuncia inapelable de aquel muchacho que al parecer había quedado traumatizado.


    —Kanna, regresa esto a recursos humanos y encárgate personalmente de llamar a Taisho… —decía la francesa conservando por completo la calma ante la baja de un miembro de la revista, de pronto añadió antes de que su asistente se fuera —¡Ah! Y tráeme un café con leche.


    La sumisa joven afirmó en silencio mientras asentía con la cabeza para después retirarse rápidamente caminando por aquel pasillo de un blanco piso marmoleado además de tener a su costado unas ventanas de vidrio que iban desde el techo hasta el suelo en todo el edificio; desde ahí se podía observar con claridad la hermosa e imponente torre Eiffel, la cual se veía majestuosa esa noche con aquel juego de luces decorativas combinando a la perfección con el frio clima actual y los pequeños copitos de nieve que no dejaban de caer.


    :::::::::::



    Ya era quincena de diciembre, todas las calles en cada ciudad norteamericana estaban decoradas con adornos de variados tamaños, referente a la navidad además de que la nevada en aquellas épocas no era de extrañarse, por suerte era una temperatura que se podía soportar junto con una agradable taza de café o chocolate caliente.


    Mientras tanto en la filial de ‘Vogue’ en Winchester, habían empezado hace un par de días su campaña navideña por lo que todo el personal estaba absolutamente ocupado intentando ordenar ideas tanto para los diseños de portada como para el contenido de la revista que se lanzaría cuatro días antes de la fiesta de Nochebuena.


    A pesar de eso y aunque tuviera la responsabilidad administrativa de coordinar a todos los empleados, velando porque cada uno estuviera realizando su trabajo con eficiencia; a él le seguía preocupando la actitud desinteresada que su mejor amigo había tomado luego de enterarse de la noticia más decepcionante en su vida.


    Se supone que ese día tendrían una importante reunión ejecutiva con otros funcionarios para discutir el convenio que se había conseguido con la empresa zapatera ‘Foresta’ poniendo algunos puntos claros acerca del contrato publicitario y ese tipo de cosas, sin embargo, el principal expositor del proyecto brillaba por su ausencia y Kayama empezaba a fastidiarle el hecho de que Rogers crea que por ser el gerente de Marketing de la revista pueda llegar a la hora que se le antoje.


    Salió de la sala de junta, encaminándose por el pasillo a paso veloz con la intención de dirigirse al elevador para así poder bajar al cuarto piso y buscar a ese tipo que comenzaba a desesperarlo.


    Parado frente a las puertas del ascensor esperaba que las luces le indicaran que al fin había llegado su turno de ingresar; las portezuelas se abrieron de pronto como siempre con esa increíble lentitud que las caracterizaba aunque luego de haber esperado todo ese tiempo se llevó una gran sorpresa al percatarse que el que salía de ahí no era nada más y nada menos que Bankotsu.


    —¡Al fin hombre! Iba a… —intentó decirle pero de inmediato fue silenciado por el moreno quien extendiendo la palma de su mano en toda su cara le pedía ‘amablemente’ que esperara.
    —Sí lo sé, amor… ¿Eh? Ah, sólo era Kayama… ¿Eh? —Hablaba él por intermedio de su celular, luego añadió con una sonrisa mientras dirigía su mirada hacia su jefe —Eh Miroku, Kagome te manda saludos.


    Al terminar de decir aquello se retiró caminando por el pasillo y al parecer se iría a la sala de junta directiva, Kayama lo seguía con la mirada y se decía así mismo que tuviera paciencia con ese sujeto o sino cometería alguna locura uno de estos días; de repente al dar media vuelta para dirigirse a los servicios, abrió los ojos a causa del asombro pero no por lo que acababa de descubrir y pensaba ocultar, sino por ver como el aura de su camarada aumentaba a una depresión total mezclada con un poco de ira contenida: Inuyasha había estado en el pasillo, detrás de él, todo el tiempo.


    —¡¿Pe… Pe… Pero qué haces aquí?! —fue lo único que se le ocurrió preguntarle e incluso en tartamudeo.
    —Vine a pedirte… algo de… —era increíble como hace unos minutos se encontraba sonriente por haber conversado un rato con su pupila y ahora estaba frente a su compañero balbuceando como un idiota —¡Bah! Ya no recuerdo, me largo.


    Por esa misma razón deseaba esconderle la verdad, se quedó frustrado de no poder ayudar a su amigo que ahora parecía un alma descarriada sin rumbo fijo; enterarse que la mujer que amas empezó una relación con el sujeto que más odias debió ser un golpe realmente duro para Taisho… definitivamente muy duro.





    —¡Bien! ¡Bien! ¡Así me gusta! ¡Ahora rota el sombrero! —exclamaba con entusiasmo mientras seguía tomando las fotografías.


    Era excelente que su ambarino compañero siguiera laborando como de costumbre, poniendo seriedad en lo que hacía y además lo poco que Johnson consiguió influir en la amargada personalidad de su ídolo no había cambiado en lo más mínimo: Inuyasha continuaba manteniendo ese ritmo de actitud positiva, lo cual en realidad empezó a preocuparlo demasiado ¿Qué podía hacer para animarlo? ¿Qué podía hacer para que él expresara lo que realmente estaba sintiendo después de estos dos meses pasados?

    De pronto se escuchó un ruido musical en todo el estudio fotográfico, eran unas de las canciones de Nelly Furtado; un poco sonrojado por haberse descubierto su nuevo ringtone, lo sacó de su bolsillo maldiciendo por lo bajo el haberse olvidado de dejarlo en su mochila y yendo hacia un lado para contestar la llamada les dio a entender a todos que se tomaran un descanso en lo que él regresaba.


    —¿Diga? —murmuró con algo de fastidio.
    —Joven Inuyasha Taisho —dijo desde el otro lado de la línea una voz tenue y calmada.
    —El mismo al habla ¿Qué sucede? —respondió con su típico tono de arrogancia.


    Aunque luego de quedarse callado y escuchar lo que esa persona tenía para decirle, sus ojos se abrieron más de lo usual demostrando lo sorprendido y confundido que se encontraba ahora por haber recibido tal propuesta.


    :::::::::::


    —Oh así que tú y Ryan se irán a New York por fiestas —comentaba con una sonrisa.
    —Así es, tenemos planeado pasar año nuevo por allá también —les seguía contando una entusiasmada Ayame.
    —Eso es genial querida, Kagome y yo te deseamos lo mejor ¿Verdad Ka…?


    Al decir esto volteó hacia donde se encontraba su amiga para hacer énfasis en su comentario sin embargo al verla con esa expresión desorientada pensando en sabe Dios qué cosas, hizo que Ishikawa realmente se enfadara puesto que no era la primera vez que la sorprendía así.


    —Bien ya estuvo ¡Despierta! —le gritó de pronto llamándole la atención.


    Kagome resultó algo aturdida luego de que sus tímpanos retumbaran de ese horrible modo, volvió en sí e increpó a su amiga quien la seguía mirando seriamente.


    —¡¿Qué rayos te pasa?! ¡No vuelvas a hacer eso! —exclamó con tono autoritario.
    —Ayame notaste lo que acabo de notar yo ¿Cierto? —dijo la joven castaña con una sonrisa e ignorando el reclamo de Higurashi.
    —Creo que sí… ella acaba de gritar exactamente igual que… —le siguió la pelirroja en el mismo tono que la otra chica.


    La Higurashi pudo darse cuenta a la perfección de quien estaban hablando ellas dos y al momento en que lo notó, desvió la mirada sonrojada y algo fastidiada: el tan sólo hecho de aún tenerlo presente la hacía rabiar, considerando que él ya estaba rehaciendo su vida con esa ‘mujercita’… como solía llamar a la supuesta novia de Taisho.


    Después de lo sucedido en aquel día, no hubo ni una sola vez en que la joven azabache no pensara en su ‘ex esposo’ y lo mucho que lo extrañaba pero se sentía tan frustrada de recordar que no tuvo el valor suficiente para no dejarlo ir; debido a eso, ahora sufría en silencio de saber que otra ocupaba su lugar.


    —¿Lo amas? —cuestionó de pronto su mejor amiga.


    La chica se sobresaltó totalmente asombrada por lo que acababa de oír.


    —A… A quién… —respondió inconscientemente como si sintiera que de repente sus pensamientos fueran a ser invadidos.
    —Esa es la cuestión, Kagome —le dijo con una sonrisa comprensiva, sabía que su amiga estaba en un tremendo lio, añadió —¿A quién amas?


    Aquella pregunta retumbaba en la mente de la chica: estaba saliendo nuevamente con Rogers creyendo que así lograría olvidar los sentimientos que tenía por Taisho, sin embargo no es tan fácil como parece ¿Cómo se puede sacar un clavo con otro clavo si en realidad no se quiere sacar ese clavo? El ‘no quiero’ ganaba de por mucho al ‘yo puedo’ por lo tanto ella estaba cometiendo un gravísimo error: darle ilusiones pasajeras a un individuo que en definitiva dejó de amar hace mucho tiempo.


    —¿Qué estoy haciendo? —murmuraba para sí misma, debía solucionar ese problema con Bankotsu o más tarde sería peor.


    ::::::::::


    —¡¿Qué?! —exclamó por todo lo alto en su oficina.
    —¡Cállate! No quiero que nadie se entere aún —le refutaba el otro con un tono amenazante.
    —Pero es que… tú… por allá… y yo… —decía tristemente tartamudeando.


    Aquello le causó una pequeña sonrisa al joven ambarino, quien a decir verdad estaba algo emocionado por todo lo sucedido. Para ser exactos, Kanna le había contado sin rodeos, la propuesta que Kagura le estaba ofreciendo: Ser el nuevo fotógrafo oficial de la revista ‘Vogue’ en la filial de Paris por contrato de un año y con la opción a renovar si así lo desea, además el sueldo sería el doble de lo que estaría ganando actualmente y le darían un departamento para que pueda establecerse sin embargo había una condición muy sencilla a todo esto: Inuyasha debía darle una respuesta segura en una semana a lo mucho ya que ese puesto debía ser ocupado con urgencia.


    —Y entonces ¿Qué piensas hacer? —le cuestionaba algo intrigado por la decisión de su amigo, si él resolvía irse lo iba a extrañar aunque suene algo ‘gay’ para ambos.
    —No lo sé tío, es una oportunidad única de aumentar el prestigio de mi carrera pero eso implicaría dejar… —se calló de golpe, no deseaba mencionar aquello que lo atormentaba.
    —¿A Kagome? —alguien tenía que decirlo y ya que estaban en esa conversación simplemente lo soltó.


    A pesar de que él sabía que ella ya era novia de ese sujeto otra vez, aún la amaba y mucho, no podía dejar de pensar en la Higurashi pero tampoco podía seguir así: haciendo, según él, el papel de idiota enamorado esperando por una mujer que jamás sería suya.


    El silencio que se produjo luego de escucharse lo mencionado por Kayama fue la clara señal de que esto aún afectaba seriamente al fotógrafo. A penas se enteró de la oferta de trabajo que Kagura le estaba ofreciendo, Miroku estaba convencido de que esa era la mejor forma para que su amigo se olvidara de una vez por todas de la Higurashi, cambiar de ‘aires’ le haría muy bien a su vida.


    —Creo que lo mejor es que aceptes ir a Paris —dijo de pronto lo que ya tenía pensado hace un momento.


    El aludido levantó su mirada para fijarla en los ojos de su camarada, se podía sentir un tipo de tensión en el ambiente.


    —¿Estás seguro? —obviamente esa pregunta no era la adecuada, es decir el que tenía que estar seguro era él mismo.
    —Piénsalo, irás a Francia, conocerás nuevas personas, tendrás más trabajo y eso en definitiva hará que olvides a Kagome —mencionó finalmente lo que en verdad tenía para decir.


    Olvidar a Kagome Higurashi’, ese era en realidad el centro del asunto; si decidía irse tendría que tomar en cuenta que sería por un año sin poder arrepentirse luego de su decisión por lo tanto si quería regresar a “recuperarla” sería totalmente en vano ya que no podría hacerlo por más que quisiera: era jugarse por el todo o nada.


    Aún le quedaba una semana para meditar en su respuesta final así que debía pensárselo muy bien: irse y olvidarla o quedarse y seguir sufriendo… ahora todo estaba en sus manos.


    Y en realidad este era un asunto que ya no podía tomarse a la ligera, por un lado estaba la posibilidad de que dos personas que se amaban en secreto por fin estén juntas confesándose torpemente que todo el tiempo sentían lo mismo y por otra parte está el futuro de una carrera exitosa con la oportunidad de incrementar su prestigio alrededor del mundo trabajando en una de las ciudades con mayor demanda en el mercado de la moda actual.


    Cualquiera diría que lo primero es el aspecto profesional, y muchas veces es verdad, aquí viene a detallar la conocida frase: Del amor no se vive; es decir que por mucho que se quieran, con ese cariño no se va conseguir dinero para subsistir en esta cruel sociedad. Aunque también hay una contraparte en todo esto: Sin amor, la vida verdaderamente no tiene sentido… Qué irónica resultó ser esta circunstancia, Inuyasha se encontraba en un gran aprieto porque sabía a la perfección que volver a sentir por una mujer lo que ya sentía por Kagome era algo imposible para él; enamorarse no era cosa de juego y para él, poco a poco las cosas se iban aclarando.


    Los días siguieron pasando y Taisho seguía trabajando como de costumbre en la revista, organizando los especiales que se publicarían pronto en el nuevo número por motivos de fiestas navideñas. La Higurashi seguía en su patética relación con Rogers, aguantando sus constantes muestras de afecto y ella sin poder retribuirle del mismo modo porque sencillamente no sentía esas ganas de hacerlo, ya no era como antes y lo más importante: ya no lo amaba.


    El clima iba haciéndose cada vez más frio, la nieve empezaba a cubrir un poco más las calles aunque era una sensación agradable ya que te permitía pasarla en casa con tus amigos o familiares divirtiéndose, quizás, con un entretenido juego de mesa o también leyendo un buen libro junto a una deliciosa taza de chocolate caliente, lo crucial en estas fechas era sentirse relajado sin embargo…


    —¡¿Ah?! —exclamaron todos los asistentes al unísono.
    —Ta… Taisho-sama, es una broma adelantada por el día de los inocentes ¿Verdad? —le dijo Shiori con un tono de preocupación y fingiendo sonreír.
    —No, chicos… lo digo en serio —volvió a repetirles para que se vayan haciendo la idea.


    A pesar de que era domingo, Inuyasha había reunido a todo su personal a cargo para contarles finalmente su decisión y que por cierto, ya se la había dicho a Rousseau hace unos minutos atrás por teléfono aunque se había demorado bastante en elegir esa opción; Kagura resultó estar de buen humor para su suerte y de ese modo logró confirmar su partida definitiva hacia Paris en dos días, justo en Navidad.


    ::::::::::


    —¡Mañana es Nochebuena! Qué planes para su velada chicas —tocó el tema la Ishikawa quien en realidad se veía sola cenando comida china en su apartamento a las doce.
    —Pues ya se los había dicho, iré con Ryan a New York, mañana viajamos por la tarde —relataba la pelirroja con una gran sonrisa, muy emocionada.
    —Cena con Bankotsu en mi apartamento ¡Urra! —revelaba la joven azabache con poca o casi nada de alegría en el rostro al contar eso.


    Aquello causó un par de carcajadas en sus dos compañeras, de tan sólo pensar en que el moreno se pondría extremadamente romántico sólo para intentar ligar a Kagome y terminar esa ansiosa velada teniendo sexo en cualquier lugar de su departamento, les daba tanta gracia ya que esas ganas de Bankotsu se irían por el caño al ver lo animada que estaba su novia.


    —Dile que te sientes enferma y te vienes a pasarla conmigo —le daba algún tipo de opción para que ella no se aburriera.
    —No… dejaré que venga, quizás sea una buena oportunidad para poner fin a esta relación —mencionó de pronto causando el asombro en ambas chicas.


    No se la podían creer, Kagome tenía planeado terminarle a Rogers esa misma noche y aunque estaban seguras de que lo había decidido al azar, agradecían infinitamente a Dios porque al fin su querida amiga había optado por solucionar ese gran desliz en su vida, ya era hora de dar vuelta a la página a su relación con ese sujeto desde hace dos años sino que hasta ahora se dio la oportunidad de que sucediera.



    Al día siguiente…


    Nuevamente amaneció con una calmosa nevada de invierno, cubriendo cada rincón de las calles por la ciudad, eran paisajes dignos de ver ya que no siempre se tenía la oportunidad de admirar el regalo de una naturaleza serena en estas épocas y más si se mezclaba con los adornos navideños.


    Sin embargo, lo único que estaba tranquilo era el clima; por todos lados se podía ver como las personas estaban atareadas e iban de un lugar a otro sin descanso alguno: compras navideñas de último momento, preparación de los alimentos para la cena, última limpieza de casa por lo que restaba del día, y para los que saldrían de viaje en esas fechas ya debían estar alistando todas las valijas que se llevarían o al menos intentar mantener la calma para armar una maleta.


    —¡Maldición! No encuentro mi lente de repuesto —se decía fastidiado mientras rebuscaba los cajones.


    Se escuchó de pronto el sonido de una llave abriendo una puerta, no tuvo que adivinar de quien se trataba, ya era obvio.


    —Miroku ¿Has visto mi lente de repuesto? —le cuestionó de frente al salir de su habitación para dirigirse a la sala.
    —No tío, para nada, por cierto ¿Ya estás listo? —contestó él con una media sonrisa a la vez que dejaba su llave en un recipiente.
    —Aún me falta acomodar las cosas personales que llevare en el asiento —le respondía algo incómodo por no encontrar el objeto que llevaba ubicando hace minutos, agregó —¡Ah! Rayos, tendré que ir a comprar uno nuevo ahora.


    Al parecer Taisho ya tenía todo listo pero lo único que le importaba en esos momentos era conseguir el dichoso lente, Kayama se preguntaba si era tan necesario como para que su amigo se encuentre tan intranquilo por su desaparición.


    —Pues si quieres ir a Konica, déjame decirte que está repleto —le advertía antes de que su ambarino compañero cogiera las llaves.
    —¿Qué? No puede ser… —murmuró de pronto, apretando la mandíbula.


    Vaciló unos segundos: sí iba lo más probable es que tendría que soportar el tumulto de gente, hacer una larga cola para poder pasar por caja registradora y pagar el producto, eso sumado a los posibles jóvenes aficionados que estarían ahí comprando sus primeros artículos fotográficos, lo reconocerían de inmediato y lo obligarían a quedarse más de la cuenta para quizás obtener algún autógrafo o consejo profesional.


    —Bah! Qué más da, de todos modos ya no estaré aquí mañana —se dijo así mismo para luego decidirse a salir del apartamento.


    Miroku seguía sonriendo ya que en el fondo sabía que esa sería como una ligera despedida de su amigo dirigida a todos sus ‘fans’; obviamente sabía que él iba a regresar pero de todas formas, un año era demasiado tiempo… se le iba a extrañar mucho.


    Y hablando de extrañar a alguien querido, su mente no dudó en ningún momento de hacerle recordar a esa hermosa personita que hacía muchos meses ya no veía ni llamaba; bueno en realidad ella nunca se había animado a marcarle al celular, siempre era él quien la buscaba pero ya pasó bastante tiempo desde la última vez que se vieron.


    Sacó su móvil del bolsillo y rápidamente presionó el número cuatro, teniéndola como marcado rápido en ese dígito. Escuchó ansioso como iban aumentando las timbradas y en su mente iba contando cada una de ellas: uno… dos… tres… ella siempre respondía en el cuarto.


    —¿Diga? —se dejó oír la melodiosa voz de Ishikawa desde el otro lado de la línea.
    —Sanguito, mi amor ¿Cómo has estado? —le habló en su típico tono cariñoso sin dejar de sonreír por haber acertado anteriormente.
    —Ah, eres tú… ¿Qué quieres ahora? —respondió fríamente para ocultar sus nervios por estar hablando con él después de tantos meses.
    —Bueno quería saber sí tenías planes para hoy en la noche… —se lo propuso así sin más, deseaba verla, qué más podía hacer.


    Obviamente habían pasado días sin verse sin embargo a él ya se le había ocurrido invitarla a salir para Nochebuena, aún con sus dudas no sabía si ella lo rechazaría o en el peor de los casos, le colgaría el teléfono sin siquiera haberle dado una respuesta decente; los segundos seguían pasando y ella aún no respondía, parece que se lo estaba pensando muy bien.


    —Ay Sango, a buena hora entras en shock —se escuchó decir a una mujer, al parecer Ishikawa no estaba sola cuando recibió su llamada.


    Se oyeron ruidos extraños, como si la fémina hubiera agarrado el celular y en realidad así fue ya que de inmediato habló.


    —Perdona Miroku, ella se ha ido a los servicios un momento, pero es obvio que te va aceptar la salida —le respondió su querida amiga con su inconfundible voz, al fin pudo reconocerla.
    —¿Kagome? ¡Vaya! Hace ‘años’ que no hablaba contigo —contestó él para no colgar la llamada, estaba dispuesto a esperar a Sango.
    —Así que invitándola a salir a última hora ¿Qué? ¿Te plantó otra chica? —le cambió el tema para seguir con la charla, al parecer su amiga iba a tardar un poco.
    —De qué estás hablando, al contrario señorita, yo he plantado a otras tipas por intentar salir con tu amiga —le siguió la corriente para no perder la confianza.
    —Ah ya veo, lo siento pero es que todos son así de Casanova, llegando incluso a salir con chicas menores —refutó la Higurashi haciendo discrepancia hacia un detalle en particular.
    —¿Chicas menores? ¡Ni hablar! No soy de esos —se apresuró en aclarar antes de que Sango pueda estar escuchando toda esa charla.
    —No hablaba de ti, lo decía por tu amiguito —declaró ella dando a conocer el motivo de su tono disgustado.


    Kayama estuvo largos segundos analizando las frases de la joven azabache, a su mente sólo iban las palabras claves: amiguito, chicas menores, Casanova. Llevó su mano derecha a su frente intentando ordenar sus pensamientos hasta que por fin pudo entablar una coherente explicación.


    —¿Te refieres a que Inuyasha está saliendo con una chica menor que él? —preguntó sin inmutarse ya que conocía bien a su amigo, en definitiva eso tenía que ser un error.
    —N…¡No lo sé! ¡¿Por qué me estás preguntando eso?! —exclamaba ella totalmente fastidiada y sonrojada.


    Obviamente ella misma se estaba contradiciendo, al principio acusaba a Taisho de ser un ‘rompe-cuna’ y ahora lo niega todo respondiendo que no sabe nada respecto al asunto. Suspiró, había que tener bastante paciencia para poder entenderla y sobre todo tratar a esta mujer, es ahora que se preguntaba cómo era que su amigo pudo lograr eso… el amor en definitiva lo podía todo.


    —Kagome, sólo déjame decirte que estás equivocada, mi amigo no ha salido, ni está saliendo con nadie desde que se divorciaron —le contó tranquilamente la situación de su ambarino compañero aunque sin poder decirle lo otro.
    —¡No me mientas! ¡Yo los vi! Él estaba con una tipa… sonriendo y entrando en una tienda… —refutaba ella, notablemente dolida por aquello.
    —¿Por casualidad ella tenía dos coletas amarradas? —cuestionó por el inconfundible rasgo en esa persona, la cual ya tenía en mente.
    —Sí…
    —Se llama Shiori Johnson, y Kagome, ella es la pupila de Inuyasha, una estudiante que lo admira mucho, es todo —aunque no había necesidad ni obligación de explicarle esto a la Higurashi, sentía que debía hacerlo, Inuyasha seguramente no estaría de acuerdo en contárselo pero al menos así estaría en paz consigo mismo.


    Lamentablemente no pudo escuchar lo que la joven azabache tenía para decir después de esta revelación ya que ni bien le dijo esto, Sango le había pedido el teléfono para al fin responderle sobre si aceptaba o no salir con él; al volver a hablar con Ishikawa, dejó a un lado este asunto entre su amigo y la Higurashi ya que ahora sólo deseaba mucho poder convencer a la castaña y verla esta noche.


    Por su parte, Kagome estaba totalmente asombrada por lo que acababa de enterarse: él jamás había tenido una relación después de ella, no sabía si alegrarse, llorar, darse un tiro o aventarse del puente más cercano… ¡¿Por qué no lo supo antes de darle el sí a Bankotsu?! Si tan sólo lo hubiera sabido, no le importaría más su tonto orgullo y se iría a los brazos de Taisho sin pensárselo más, sin embargo ahora debía esperar hasta esta noche para terminar de una vez por todas, su patética relación con Rogers y finalmente decidirse a buscar a Inuyasha, cueste lo que cueste aunque sin saber que mañana no lo volvería a ver más.


    :::::::::::


    Ya había terminado algunos trabajos por la computadora, sólo era cuestión de revisarlo pero como al día siguiente era feriado podría hacerlo luego, ahora lo importante era llegar a tiempo para su cita navideña. Con una sonrisa cerró la laptop y la dejó de ese modo en su escritorio, poniéndose de pie para salir de su oficina, no sin antes coger su saco y una caja donde tenía un fabuloso vino tinto que esta noche sería usado para un brindis especial.

    Según él, hoy sería la primera noche después de mucho tiempo en que él y su novia podrían tener intimidad; estaba algo ansioso porque ese momento llegara pronto aunque se sentía avergonzado de estar pensando solamente en sexo cuando debía ser una noche romántica pero sinceramente sus ganas estaban al punto y ya no podía contenerse más.


    Caminaba contento por el solitario pasillo del edificio, parece ser que todos los trabajadores ya se habían retirado por motivo de las fiestas navideñas que empezaban hoy; se fijó en su reloj de mano y apenas eran las cinco de la tarde, aún tenía demasiado tiempo de sobra para ir al hotel, alistarse como era debido y luego pasar al departamento de Kagome por la noche ya que ahí habían acordado verse.


    —Al fin, aquí estaba —se dejó escuchar de pronto la voz de un hombre.


    Obviamente pudo reconocerla en el acto, no hacía falta cavilar mucho así que sin dudarlo se dirigió hacia donde se encontraba dicha persona.

    Se apoyó en el umbral de la puerta y con una media sonrisa burlona se quedó mirándolo fijamente.


    —Bien, ya tengo todo —se decía así mismo para luego dar media vuelta aunque se dio una pequeña sorpresa.
    —Vaya, vaya, no sabía que aún seguías por aquí Taisho —le hizo conversación mientras se acomodaba para hablar mejor.
    —Sólo vine a llevar algo que se me olvidó —se tomó la molestia en responder sin inmutarse por su presencia.
    —No me refería a eso —continuó él en ese tono satírico.


    El joven fotógrafo estaba algo confundido por sus palabras, como detestaba a ese sujeto. Suspiró de lado demostrando su fastidio y con todas las intenciones del mundo de retirarse, caminó hacia la puerta sin embargo al pasar por el lado de Rogers, él aprovechó para murmurarle.


    —Pensé que ya estabas en Paris —le dijo sin rodeos y con los ojos cerrados.


    Inuyasha se detuvo de golpe y volteó a verlo muy serio, cómo era posible que él esté enterado de ese asunto si solamente se lo había comentado a Miroku.


    —¿Acaso sabes de mi viaje a Francia? —cuestionó irritado.
    —Por favor Taisho, todos en la revista lo saben y no fue tu amigo quien lo comunicó —respondió prontamente, aclarando que Kayama no había sido el responsable, agregó —Kagura se encargó de avisar a toda la junta directiva y por ende cada jefe de área se lo informó a sus empleados.


    El ambarino joven se sintió mínimamente importante en la empresa, al menos Rousseau tuvo la amabilidad de decírselo a toda la filial por más que él no deseara que todos lo supieran; aún así nadie le había dado indicios de querer hacerle una despedida, supuso que era por su carácter tan hostil que lo identificaba haciéndoles entender a los demás que él se incomodaría si eso sucediera.


    —Bankotsu… —estaba a punto de matar su orgullo pero para él era necesario asegurarse de un detalle, añadió —Si no es mucho pedir… te agradecería que no se lo contaras a Kagome.


    Y diciendo esto, agachó un poco la cabeza ocultando sus ojos en el flequillo pero manteniendo la seriedad en sus labios.


    —Y qué te hace pensar que iba a decírselo —respondió éste, dándose aires de suficiencia personal.


    Esto en verdad lo había hecho fastidiar, quien se creía que era ese fotógrafo cualquiera ¡Era lógico que jamás se atrevería a mencionarlo delante de la Higurashi! Ya bastante duro era tener que reconocerlo como un fuerte rival como para que ahora él le diga ese tipo de petición. Patético, realmente patético.


    —No creas que eres relevante en la vida de Kagome, ni siquiera la conoces bien ¿Crees que va importarle que te vayas de viaje? —decía Rogers con la intención de herirlo lo suficiente como para que se fuera de una vez.


    El silencio dominó por unos largos segundos aquel tenso ambiente, lo único que se oía era la agitada respiración del moreno por su evidente enfado y el sonido del tiempo pasando que provenía del reloj de pared en la oficina de Taisho. El publicista empezaba a alterarse más al no recibir respuesta alguna, estaba a punto de cogerlo por la remera sin embargo se detuvo en seco.


    —¿Cuál es su color favorito? —inquirió Inuyasha en un tono tétrico.
    —¿Qué carajos…? ¿De qué rayos estás…?
    —¡¿Cuál es su color favorito?! —repitió él esta vez exclamando con prepotencia y mirándolo de forma desquiciada.


    Por unos momentos, sólo por unas milésimas de segundos, Rogers sintió temor de que algo malo podría pasarle en ese instante.


    —Taisho, cálmate y deja de decir estupideces —le advertía, intentando mantener una postura firme que no demostrara su timidez.
    —Dices que no la conozco pero ¡¿Cuánto la conoces tú?! Ni siquiera sabes sus gustos ¿Cuál es su color favorito? ¿Qué prefiere siempre para desayunar? ¿A qué equipo de beisbol sigue? ¿Cómo le gusta comer? ¿Cuchara o tenedor? Son cosas pequeñas, muy simples que casi no se toman en cuenta pero si de verdad la amaras… ¡Maldición! ¡Si de verdad la amaras tanto como yo la amo te darías cuenta de esas benditas pequeñas cosas que la hacen feliz!


    Después de haberle dicho todo esto, le dirigió una última mirada despectiva y furiosa además de estar algo agitado por haber gritado tanto en tan poco tiempo, y salió finalmente hacia el pasillo para luego dirigirse al elevador, el cual se encontraba al frente en diagonal, de donde antes estaban.


    —Y es verde... su color es verde —le dijo antes de que las puertas del ascensor se cerraran para irse definitivamente.


    Bankotsu apretaba los puños con impotencia por no haber sido capaz de refutarle con hechos al darse cuenta que todo lo que había dicho ese tipo era verdad; durante todos los años que conocía a Kagome nunca se tomó la molestia de aprenderse los gustos personales de ella ¿Cómo pudo ser tan idiota? ¿Cómo ese tipo puede amarla más que él? ¿Había perdido? Pero él se iría a otro país. Sonrió con mucha ira, porque era eso precisamente lo que lo había superado: él amaba tanto a Kagome que ya no estaría en su camino para que ella fuera feliz con otro, ese era su sacrificio y así había ganado… Inuyasha finalmente lo venció.


    Golpeó fuertemente con un puño el marco de la puerta maldiciendo por lo bajo al mártir de su rival.


    ::::::::::::


    Se ponía los aretes de plata con incrustaciones brillantes que anteriormente se había comprado, eso era lo único que le faltaba para quedar lista, cogió su cartera de mano y pudo salir al fin de su departamento. Se había puesto un hermoso vestido negro entallado que le quedaba sensualmente perfecto sacando a relucir cada curva de su bellísimo cuerpo; sin duda alguna a su compañero de cita le iba a encantar verla de ese modo aunque ya ella tomó sus precauciones conociendo sus pervertidas mañas, si todo salía como lo tenía planeado pasarían una velada increíble.


    Verificó que todo estuviera en su pequeño bolso y una vez que las puertas del elevador se abrieron pudo salir para dirigirse al pasillo principal, caminó fuera del edificio y a penas levantó su brazo derecho con la intención de parar un taxi hizo que cinco de estos se detuvieran en seco esperando ansiosamente por ser el suertudo elegido que abordaría esa hermosa mujer sin embargo Sango se subió al que estaba más cerca, obviamente, y una vez así se dirigió hacia el punto de encuentro.


    No pensaba pasar Nochebuena en compañía de alguien y mucho menos de un hombre; mirando por la ventana las calles de la metrópoli pudo darse cuenta que la mayoría estaba en pareja por ello se sonrojó un poco al pensar que esta noche ella también estaría de ese modo en pocos minutos, hasta se tentó a reconsiderar la opción de dormir con él si es que se comportaba como era debido, era como decir: un premio por su conducta.


    No pasó mucho tiempo para que finalmente llegara a su destino: un lujoso restaurante en el centro de la ciudad, hermosamente iluminado con una tonalidad suave que le daba ese toque elegante que lo distinguía. La joven salió del auto con una sonrisa, ya había pagado al chofer por el servicio de traerla hasta este lugar por lo que en lo único que se preocupaba en esos momentos era darse los últimos detalles personales como acomodarse el vestido, arreglarse los aretes y algunos mechones de cabello.


    Se aproximó hacia la puerta del establecimiento y un atractivo mozo la recibió muy formalmente.


    —Buenas noches señorita, bienvenida al restaurante francés ‘Le Cocoon’ ¿Tiene alguna reservación? —cuestionó el anfitrión puesto que ese era su trabajo.
    —Me están esperando, el joven Kayama Miroku —dio el nombre de su compañero de cita un poco sonrojada ya que la situación hacía pensar que ella era su novia.


    El mozo se fijó en el cuaderno de cuero que tenía en su recibidor, efectivamente ese hombre había hecho una reserva para cenar esa noche y dejó encargado que dejaran pasar a una mujer, por lógica dedujo que era ella así que sin mayor demora llamó a un mesero que amablemente la condujo hacia la terraza del lugar en el segundo piso donde la estaban aguardando.


    Sango estaba impactada por tanta belleza e incrédula hacia lo que parecía ser una cita perfecta: Miroku estaba sentado en aquella mesa para dos con una copa de vino en su mano derecha mientras le sonreía coquetamente y la veía acercarse cada vez más. Se puso de pie en el acto al tenerla casi al frente para poder coger su mano y besarla con suavidad, saludándola de ese modo.


    —Parece que hoy algo cambió en ti —le dijo ella intentando no ponerse más nerviosa de lo que ya se encontraba.
    —El único cambio que noto es tu ropa, querida, estás bellísima y ese vestido me incita a portarme mal —respondió típicamente, en verdad se estaba conteniendo para no tocarla y aunque esas palabras pudieron haber sonado algo atrevidas no causaron un efecto negativo.


    Ishikawa se había sonrojado más de la cuenta al escucharlo decir eso, se sentía deseada y eso le bastaba para aumentar su ego femenino al máximo; en definitiva esta noche sería inolvidable…


    ::::::::::


    —¿En cuántos trozos la corto? —le preguntó ella mientras abría la caja donde aquella gran pizza estaba puesta.
    —En seis estaría bien —sugirió él, con una sonrisa mirándola fijamente a la vez que se quitaba el saco.


    Había llegado hace unos minutos y como habían quedado días atrás, él iría a su departamento a pasar la Nochebuena haciéndole compañía aunque obviamente eso no quería decir que no pasaría nada emocionante. La Higurashi cortaba con aquella mini sierra especial de acero inoxidable, pasándolo varias veces en línea recta, dibujando un asterisco gigante en el redondo alimento que aún emanaba algo de humo por estar caliente.


    Ella no tenía la más mínima intención de dejar que en esa ‘cita’ ocurriese algo que ya era probable a suceder, lo había decidido desde aquella conversación imprevista con Miroku: debía terminar su relación con Rogers para poder confesarle sus verdaderos sentimientos a Inuyasha; no podía seguir así, comportándose como una zombie durante el resto de su vida, debía optar por un cambio.


    —Te ayudo con eso —le dijo sensualmente al oído.


    Kagome no se había percatado de los movimientos de su novio: él ya se encontraba detrás de ella, pasándole sus brazos por su cintura, apegándose considerablemente a su parte posterior logrando que la joven se percatara de aquel bulto entre las piernas del moreno. Soltó bruscamente la pequeña sierra abriendo sus ojos más de lo normal y apretando sus dientes fuertemente, expresando así su sorpresa e incomodidad, sentía que no quería estar en una situación así con otro hombre que no fuera Taisho, que otra cosa podría hacer.


    —Vo… voy a abrir el vino que trajiste… —le habló para cambiar el tema, distraerlo y conseguir zafarse de aquel agarre. Suspiró.


    Sin embargo él la detuvo, tomándola de la mano y viéndola directo a los ojos, inquirió.


    —¿Por qué no quieres que me acerque a ti? —estaba un poco dolido, pues no era la primera vez que sentía el rechazo de ella.


    En realidad, desde que habían empezado a salir, lo máximo que Kagome le permitía era coger su cintura cuando estaban caminando juntos por la calle, además de que al momento de besarse siempre era puro contacto labial, ella no dejaba que se avanzara mucho más que eso. Rogers lo había estado pensando durante todo ese tiempo y qué mejor momento que ahora para preguntárselo, tenía todo el derecho de saberlo.


    —Yo… —no sabía cómo explicarle sus motivos, la agarró de sorpresa. Ella había preparado un ‘discurso’ para terminar con él pero justo ahora se olvidó de cómo empezar.
    —Dímelo sin rodeos ¿Por qué no me quieres cerca? —insistía en querer saber.
    —Bankotsu, lo que sucede es que… la verdad es… —comenzaba a inquietarse y ponerse nerviosa, debía ordenar sus ideas de una vez.


    No obstante, cuando estaba punto de acordarse de una palabra clave para iniciar la explicación, él aprovechó su confusión para halarla hacia su pecho ya que aún estaban tomados de las manos; la abrazaba tierna y posesivamente, estaba enamorado de esa mujer y sentía pánico de pensar que ella no podría sentir lo mismo a pesar de que juró volver a conquistarla.


    Kagome estaba atrapada entre el pecho y los brazos masculinos sin poder siquiera moverse, intentaba hablarle para que él la soltara y así seguir conversando pero parecía que Rogers no entendía razones en ese instante, lo único que le importaba era olerla y acariciarla con desesperación lo cual ya estaba empezando a incomodarla.

    La olfateaba como si se tratase de un perro que acababa de encontrar un aroma fascinante, la tocaba de arriba hacia abajo por la espalda con intranquilidad como deseando poder sentirla sin la ropa puesta. Ya no sabía qué hacer para alejarse de él, estaba por poner sus manos en el pecho de su novio y así separarse aunque sea un poco pero un movimiento impertinente de él causó una gran alarma: Bankotsu había bajado sus manos hasta su trasero pero por dentro del pantalón de pijama que traía puesto.


    —¡Suéltame de una maldita buena vez! —gritó la Higurashi furiosa, sin reconocer de dónde sacó fuerzas para empujarlo lo suficiente como para al fin alejarse.
    —¡¿Qué rayos te pasa?! ¡Somos novios! ¡Es normal que quiera hacerte mía! ¡Maldición! —refutó el tipo en el mismo tono, ofuscado.
    —¡El hecho de que estemos saliendo no significa que puedas hacer lo que se te da la gana! —objetó la chica de inmediato haciendo notar su autoridad.


    Él por su parte, se quedó en silencio pero aún con esa mirada de lujuria y decepción en el rostro; era obvio que aún estaba excitado sin embargo ella mantenía esa posición firme junto con su mirada seria.


    —Quiero terminar Bankotsu, nunca debimos regresar —sentenció la Higurashi cruzándose de brazos.


    Él abrió más sus ojos completamente asombrado, sin poderse creer lo que acababa de oír; todas sus ganas se fueron en pique y la sangre empezó a fluir con normalidad terminando de esa forma con su acalorada temperatura que lo había hecho ponerse algo enrojecido.


    —De qué hablas… a penas llevamos un par de meses y… —intentaba expresarle de alguna manera que no deseaba alejarse de ella, añadió —Yo… lo siento, está bien, lo admito… me… sobrepasé con todo esto ¡No lo volveré hacer hasta que estés lista! Kagome, yo…
    —¡No! Entiende de una vez Bankotsu, no te quiero… ya no… —le interrumpió para poder confesarle aquello que la estaba matando hace tiempo.


    El tipo estaba al límite de la desesperación, apretó los puños y frunció el ceño con mucha rabia en su interior.


    —¡¿Es por Taisho?! ¡Es por él! ¡¿Verdad?! ¡Vamos, dilo! ¡Tú lo…! —estaba a punto de mencionar eso que ya venía sospechando desde la vez en que ese fotógrafo dijo que ella estaba a punto de entregarse a él.
    —¡Sí! ¡Finalmente he comprendido! ¡Sí, lo amo! Me he enamorado profundamente de Inuyasha —respondió la joven al borde de las lágrimas.


    La pizza se había enfriado, el vino se había calentado por no ponerlo rápidamente en un recipiente con hielo, la pantalla del televisor mostraba el logo protector que se activaba automáticamente desde el reproductor de video cuando no se usaba durante mucho rato, habían dado las doce desde hace un par de minutos atrás por lo que ya era Navidad y lo normal era que comenzaran con los brindis o los saludos, sin embargo en ese lugar lo único que dominaba la situación era mucha tensión y tristeza.

    —Así que lo amas —decía él muy dolido por todo lo que sucedió, hizo una mueca con sus labios y dio media vuelta para coger su saco mientras continuaba hablando —Veremos si pueden estar juntos entonces… Adiós.


    Y diciendo esto se retiró del apartamento de la Higurashi, cerrando tras de sí la puerta con un poco de fuerza, haciendo sentir su enfado.


    A penas se fue Rogers, la Higurashi se desvaneció en el suelo cayendo de rodillas y sollozando profundamente, habiéndose quitado finalmente un enorme peso de encima; aunque las últimas palabras del publicista le sonaron desagradables y algo extrañas, no le dio mucha importancia: ahora estaba más tranquila de encontrarse libre… libre para expresarle a Taisho sus sentimientos, decidida a enamorarlo, sin saber que seguramente él ya no estaría aquí al día siguiente.


    :::::::::::


    …Inolvidable, inolvidable noche…


    —¡Mozo! ¡Otra botella más de champagne! —pedía a gritos un joven ebrio.
    —No gracias, traiga agua por favor —le cambiaba el pedido ella.
    —¿Agua? ¡No! Eso es para aburridos, traiga champagne ¡Vamos! —volvía a insistir el joven a punto de echarse en la mesa.


    En verdad esa velada sería algo de no olvidar pero no precisamente por lo romántica sino más bien por lo vergonzosa y ridícula que resultó ser; aunque Ishikawa tenía la culpa por haber metido el tema de las mujeres mientras conversaban, cosa que a Miroku realmente le fascinaba hablar lo que causó un ligero fastidio en ella, intentándolo ocultar mientras bebía varias copas seguidas de vino, esto incitó al hombre a optar por licores más fuertes que el simple néctar de uvas, y así fue como terminó todo: él ebrio, ella sobria y sin nada de emoción.


    —Aquí tiene señorita, su pedido —le dijo el mesero algo atemorizado por la mirada que ella le dio antes para advertirle que debía traer agua sí o sí.


    Ella tomó la jarra con aquel transparente liquido y una copa vacía donde pudo servir el agua mientras murmuraba entre dientes algunas maldiciones por las que tenía que aguantar este tipo de cosas; él estaba prácticamente tirado en la mesa balbuceando palabritas irreconocibles que lo hacían ver como un pequeño bebé quien estaba a punto de quedarse dormido sin embargo ella no se lo permitió.


    —¡Ah no! Ni siquiera se te ocurra —le advertía Ishikawa a la vez que lo levantaba de la camisa para que reaccionara.
    —Eres una aburrida mujer ¡Yo que soy el alma de la fiesta! ¿Por qué me rodean personas sin ánimos de divertirse? —hablaba el ebrio Kayama sin tener en cuenta lo que decía y siempre con una sonrisa.
    —Sí, sí, lo que digas, ahora toma agua —le seguía la conversación ya que era la única manera de hacer que se le baje un poco el alcohol.
    —Tú no entiendes nada… me voy a quedar solo… —empezó a contar, como bien se dice llegó la hora de las lágrimas, segunda etapa de la borrachera, continuó —Me quedaré solo y sin nadie con quién salir a divertirme…


    Sango suponía que se refería a ella y se confundió un poco, es decir, aún estaba ahí con él a pesar de que estaba sintiendo vergüenza ajena por su comportamiento tan inmaduro; él seguía repitiendo la misma frase “Me voy a quedar solo” durante largos minutos mientras que bebía la copa llena de agua que la castaña le había servido.


    —Él se irá y yo me quedaré como una mugre sin su uña… —decía Miroku derramando pequeñas lagrimas y despreciándose en cierto modo gracioso.
    —¿Mugre? —susurró la castaña en un tono de incredulidad como si empezara a sospechar de la salud mental de Kayama.
    —Él se irá, se irá lejos ¿Por qué? —comenzaba a lamentarse profundamente y sin ser consciente de lo que decía.
    —¿Quién se irá lejos? —decidió preguntarle ya cansada de estar escuchándolo sin saber a lo que se refería.


    Miroku estaba demasiado ebrio como para percatarse de lo que hablaba así que sin querer le dijo la verdad a Sango.


    —Inuyasha se irá, ese tío insensible se va a París y botará nuestra larga amistad por el caño —confesaba abiertamente lo que llevaba guardado hace tiempo para sí mismo.


    La Ishikawa abrió los ojos más de lo normal al enterarse de la situación tan grave que estaba a punto de ocurrir y justo en el momento en que su amiga se había decidido a terminar la relación con Bankotsu; esto era increíble, realmente estúpido e increíble.


    —¿Cu…cuando se va? —tartamudeó un poco para seguirle la importante revelación.
    —Mañana… a las cuatro de la mañana —decía él casi durmiéndose en la mesa, sin estar consciente que ya era ‘mañana’, es decir Navidad.


    Sango se fijó rápidamente en su cartera para sacar su teléfono celular, se quedó sin aliento al percatarse que eran las tres en punto, si el vuelo de Taisho salía a la hora que Kayama le había mencionado entonces para ese momento el ambarino joven ya debería estar en el aeropuerto haciendo los papeleos sobre sus maletas y ese tipo de cosas. De inmediato activó el panel numérico en su Smartphone y le dio al dígito dos que era donde estaba registrado el celular de Kagome en marcación rápida, rogando con total desesperación que ella respondiera sin embargo la irritable voz de la contestadora automática le retumbó por el oído izquierdo.


    —Maldición… —balbuceó por lo bajo a la vez que buscaba en su libreta de direcciones el número fijo del apartamento de su amiga.


    Volvió a esperar con intranquilidad que ella respondiera de una bendita buena vez, dos timbradas, tres timbradas y hasta que por fin pudo escuchar su adormecida voz.


    —¿Diga? —dijo la Higurashi quien se había levantado de su cama y de muy mal humor por recibir llamadas a esa hora.
    —¡Kagome! ¡Soy Sango! ¡Escúchame! —exclamó en completa consternación.
    —Sango ¿Qué ocurre? ¿Por…?
    —¡Inuyasha se va ir, Kagome! ¡Inuyasha se va a París en una hora! ¡Tienes que ir al aeropuerto de Los Ángeles! —le gritó la castaña al borde de la locura, sacando ella sus propias conclusiones de que el joven fotógrafo se encontraba allí ya que era el terminal aéreo más cercano para los que vivían en Winchester.


    Kagome había entrado en shock, no sabía cómo reaccionar ante algo así, no sabía qué hacer, sus piernas no le respondían, su boca permanecía entreabierta y su corazón parecía haberse detenido, sus brazos estaban colgados en el aire, ya había soltado el teléfono inalámbrico desde que sus cinco sentidos se esfumaron por completo, se dejó caer de rodillas en la alfombra de la sala mientras las lágrimas acumuladas comenzaban a caer en cascada por sus mejillas.


    —No puede ser… —susurró la joven azabache intentando no quedarse sin aire por la agitación.


    Ya no podía hacer absolutamente nada, le quedaba sólo una hora para ir hasta ese aeropuerto, lo que en verdad demoraba en promedio cuatro horas ir de una ciudad a otra en auto propio, sin contar que no tenía automóvil por lo que debería encontrar un taxi disponible a esas horas de la madrugada; luego suponiendo que logre llegar, una vez que esté ahí debía buscar entre todas las personas, entre todos los carriles el que sea el correcto o al menos interrumpir en la fila en ‘Informes’ para preguntar por un joven de ojos ámbar con destino a Francia ¡Pero en qué cosas estaba pensando! ¡Todo eso era imposible! Ya no había forma de impedir que Taisho se fuera: lo había perdido, lo perdió para siempre…

    :::::::::


    Sus maletas ya estaban registradas, tenía la mochila que llevaría consigo debajo de sus piernas mientras que permanecía sentado en su respectivo asiento y leía una revista de diseño gráfico muy interesante, aunque sin concentrarse del todo ya que varias veces pasaba por su mente esa duda de alejarse por completo de la mujer que aún amaba.


    No creas que eres relevante en la vida de Kagome, ni siquiera la conoces bien ¿Crees que va importarle que te vayas de viaje?...


    Sonrió tristemente al recordar las duras palabras del miserable de Bankotsu… tenía razón, ella simplemente nunca dio muestras de que lo quisiera, la primera vez que lo besó fue por pura casualidad del destino ya que ella se encontraba enferma de gripe haciendo que probablemente alucine, la otra vez cuando casi llegaban a tener relaciones íntimas fue porque ambos estaban excitados y como dos seres humanos cualquiera lo hubieran hecho hasta el final de no ser por el ‘oportuno’ de su amigo que lo llamó repentinamente.


    Ni cuando la salvó del infeliz de Kouga, ni en su cumpleaños, ni cuando la cuidó cuando se enfermó, jamás, ni una sola vez, ella le había dado muestras de afecto, sin contar esos repentinos abrazos que en sí no consideraba como algo válido, así que porque iría a confesarse ante ella sabiendo que ahora es feliz por haber recuperado su relación fallida con ese tipo. Recapacitó negativamente y cerró la revista que hace unos minutos leía, para luego ponerla en el compartimiento pequeño que estaba en el respaldar del asiento de enfrente.


    —Atención a todos los pasajeros, se les informa que el vuelo número 3112-A con destino a París, Francia, despegará en breves momentos, por favor abróchense los cinturones correctamente… —avisaba con voz firme el piloto del avión, continuando después con las típicas referencias del clima y a qué hora estarían arribando.


    El joven ambarino soltó un fuerte suspiro mientras miraba con nostalgia por la ventana a su costado izquierdo.

    —Adiós Norteamérica, adiós… Kagome… —murmuró en un tono extremadamente bajo que sólo él pudo escucharse.


    Se pudo oír cómo las turbinas se encendían para dar paso al movimiento de las hélices respectivas y una vez así el avión empezó a avanzar por la pista hasta coger la velocidad necesaria para de una vez por todas elevarse, comenzando así su trayecto hacia tierras europeas, dando inicio a una nueva oportunidad de vida.



    ---------------------------------------------------------

    Bueno! Al menos les di una alegría! xD Lo del término definitivo en la relación de Bankotsu y Kagome pero aún así no creo que estén felices D: Pero les juro que se va a solucionar! ^^ El próximo capítulo les va a encantar!

    Gracias por leer y comentar! >w< Nos vemos pronto!

     
  4.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    Noooooo, por qué?
    Inuyasha, como se pudo ir sin decirle nada a Kagome!!!! :O
    Definitivamente no me esperaba ese cambio de situaciones, pobre Miroku, mugre????, no sabes como reí al leer eso, no sabía que los hombres eran tan complejos XD, jajajaja, pero quería mucho a su amigo, eso habla bien de él. Pobre Sango, apuesto que no imaginaba una cita tan,,,,, , al menos eso le permitió decirle la verdad a Kagome.
    Odioso Bankotsu, detestable hasta el final, menos mal Kagome pudo liberarse finalmente de él. :) un poco tarde, pero bueno, lo logró.
    :/ Que tristeza, no te vayas Inu!!!!!
     
  5.  
    Rebellious Mind

    Rebellious Mind Nefilimm

    Virgo
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    ¡No! ¿¡Que?! mierda.. ¿¡Que!? mierda ¡¿En que rayos esta pensando Inuyasha?! ¿¡Porque diantres a Kagome no se le ocurre llamarlo al celular?! ¡¿Porque mierda no va corriendo a los Ángeles aunque sea lo ultimo que haga en la vida?!

    ¡Odio a todo el mundo! ¡Odio al maldito de Bankotsu! ¡Odio a KAGURA! ¡ODIO A MIROKU POR NO HABERSE EMBORRACHADO ANTES! ¡ODIO EL AVIÓN A PARIS! ¡ODIO A SHIORI! ¡LOS ODIO A TODOS! Menos a ti Ale...

    ¡Me has dado el capitulo mas interesante de toda mi vida!
    ¡Me tuviste al borde del asiento!
    ¡Me hiciste gritarle ordenes a los personajes aun cuando mi familia estaba enfrente de mi! ¡Y me trataron de loca!

    Oh, amo tu historia. Amo tus personajes. ¡Amo a todos! Amo a Inuyasha porque por mucho tiempo viví lo mismo que el.

    Esperare tu capitulo como si no hubiera un mañana. No te tardes mucho, o te juro que me arrancare cabello cada vez que registre mi muro y no encuentre una publicación tuya.

    P.D: Perdona por las palabrotas.

     
  6.  
    DANY

    DANY Iniciado

    Acuario
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    este capitulo estuvo buenisimo pense que kagome podia alcanzarlo , pero que pasara?
    estoy ansiosa por por la continuacion, saber que hara ella, sera capaz de viajar hasta francia?
    eso espero, pobre de miroku se ha quedado solito yo lo acompaño jijijijijijij
    avisame cuando este listo el siguiente capitulo porfavor!!
     
  7.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    4641
    Hola Minna´san! ^^ Como ya había dicho, ahora sí podré colgar capítulos cada semana sin interrupción así que muchas gracias por esperarme y seguir mi historia! He querido darle 'Like' a los comentarios que me han puesto pero ya no sale la opción D: Es una pena...

    Muchísimas gracias a @Shassel , @Karinblue & @DA por sus preciados comentarios ^^ Chicas! Son geniales, no pensé causarles tales emociones en el capítulo anterior *-* Era eso precisamente lo que quería: tenerlas en puro suspenso, que bueno que lo conseguí! Poco a poco las cosas van mejorando como ya les había dicho y bueno espero que disfruten esta continuación...

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    Cap. 20


    Estaba completamente alterada, es decir, le había llamado a su amiga para contarle sobre aquello tan grave que estaba sucediendo y ella se queda en estado de shock que la hizo ponerse más nerviosa aún; se maldecía a sí misma por haberle contado algo tan impactante por teléfono, era natural la reacción de la Higurashi sin embargo eso le hacía sentir pánico de no saber sobre la estabilidad mental y física de su amiga en esos momentos tan críticos.


    Después de dejar a Miroku en su apartamento, asegurándose de que éste se encontrara bien y que sólo tendría una resaca cuando amanezca, salió corriendo del edificio para luego tomar un taxi dirigiéndose hacia el departamento de su amiga con mucha urgencia.


    —¡Inuyasha se va ir, Kagome! ¡Inuyasha se va a París en una hora! ¡Tienes que ir al aeropuerto de Los Ángeles! —le gritó la castaña al borde de la locura.


    Un silencio demasiado largo se produjo luego de que le exclamara todo eso en menos de dos segundos, la desesperación la invadió nuevamente de no saber si su amiga se había desmayado, que obviamente en ese caso era lo más probable a suceder.


    —¡¿Kagome?! ¡¿Me estás escuchando?! ¡Kagome! —Volvió a gritar por el celular pero sin oír respuesta alguna —Mierda…


    Y murmurando eso, colgó la llamada para llamar a un mozo que lo ayudara a levantar a su ebrio acompañante mientras que ella buscaba un taxi afuera; lo último que le importaba en ese momento era si la cena en ese restaurante lujoso no se dio como se esperaba, lo único que quería era encontrar a su mejor amiga sana en su departamento, llorando sí, posiblemente, pero sana al fin y al cabo.


    Le aventó cincuenta dólares al chofer, quien sorprendido no le dijo ni una sola palabra cuando ella salió rápidamente del auto sin dar las mínimas gracias por traerla hasta ese lugar en tiempo récord. Inimaginablemente, aún podía correr con esos tacos número nueve por todo el pasillo, entró en el elevador y fue directo hasta el sexto piso donde se encontraba el apartamento de su amiga.


    Por fortuna guardaba la llave de repuesto en su cartera así que ni bien salió del ascensor fue, otra vez, corriendo hacia la puerta número seiscientos; y cuando al fin pudo entrar a la morada de su querida compañera… su confusión fue bastante obvia.


    —¡¿Kagome, estás aquí?! ¡Kagome! —exclamó Sango al encontrar todo el lugar a oscuras.


    Quería suponer que por ser de madrugada aún, ella estaría durmiendo sin embargo revisó todas las habitaciones y rincones del departamento, buscando hasta en el suelo por si de repente su amiga esté desmayada pero nada, la Higurashi había salido con rumbo desconocido así que no le quedó de otra que llamarle al celular, debía encontrarla con urgencia; hasta llegó a pensar que le pudo haber entrado la locura de querer llegar a tiempo al terminal aéreo pero al ver la hora en su móvil supo de inmediato que jamás lo lograría, es decir, ya eran las cuatro con quince minutos, Inuyasha ya se había ido hace poco y aunque hubiera deseado que su amiga alcance el avión, se necesitan como mínimo cuatro horas y media para llegar desde Winchester hasta Los Ángeles en auto así que… ya era caso perdido.


    Suspiró pesadamente al oír por tercera vez la odiosa voz de la contestadora en el teléfono de la joven azabache, eso indicaba dos opciones: que no escuchaba el ringtone de su móvil o que simple y llanamente no deseaba responder en esos momentos. Obviamente, analizando lo ocurrido, la segunda alternativa le parecía la más correcta, ahora sólo debía esperar que Kagome regrese.


    :::::::::::


    A penas su amiga le avisó sobre este repentino incidente, había estado en shock una media hora, armando todo un escándalo a solas pensando en las mil y una oportunidades que tendría de llegar a tiempo si se movía de una vez por todas, y así lo hizo: se puso de pie, cogió una simple chaqueta que estaba colgada en su perchero justo en el recibidor y poniéndose unas simples pantuflas salió apresurada de su departamento.


    Tocó con desesperación la puerta vecina y una señora de cabellos cortos, le atendió amablemente.


    —¿Podrías prestarme tu auto por favor? —intentó fingir tranquilidad por unos minutos, cosa que dio resultado ya que la atenta mujer accedió a su pedido y le entregó las llaves de su nissan march.


    Afortunadamente esa persona era muy comprensiva y asequible cuando se trataba de pedir favores, además de que le debía algunos a Kagome, por ello no le incomodó en lo más mínimo facilitarle su auto por unos momentos, también sabía a la perfección que la Higurashi era muy responsable.


    Aunque ciertamente en esos instantes ella no se encontraba del todo cuerda, lo único que rondaba por su mente era el joven fotógrafo que ya debería estar muy bien sentado en el avión, y quizás con algo de suerte, esperando que su vuelo salga de una vez por estar retrasado.


    Bajó inmediatamente hasta el sótano por intermedio del ascensor, donde se encontraban guardados todos los carros de los diferentes inquilinos del edificio; ubicó enseguida el nissan de su vecina y una vez ahí presionó el botón que desactivaba la alarma para no ocasionar disturbios a esa hora de la madrugada. Se subió al auto y sin demora alguna, puso en práctica lo aprendido semana a semana en la escuela de manejo: embrague, gas, cambio, suelta embrague, etc., por fortuna no se le había olvidado.


    Si tan sólo ella se hubiera dignado a decirle lo que sentía antes en que se le ocurriera firmar el maldito papel del divorcio, esto no estuviera pasando… él no se iría a Francia, él permanecería a su lado y la protegería como lo había prometido.


    Así que lo amas… Veremos si pueden estar juntos entonces… Adiós.


    Abrió los ojos muy sorprendida, de pronto recordó las últimas palabras de Rogers antes de que se marchara; apretó con impotencia el timón del auto, así que eso era a lo que se refería su ex novio, “Maldito seas, tú lo sabías y no me dijiste nada… ¡Pude haberlo alcanzado a tiempo!” se lamentaba mentalmente y con toda la razón del mundo: si tan sólo Bankotsu se hubiera apiadado de ella diciéndole la verdad, en esos momentos ya estuviera felizmente reunida con Taisho antes de que a él se le ocurra subirse a ese bendito avión.


    —Inuyasha… —murmuró para sí misma con una tristeza infinita.


    Por desgracia, se fijó la hora en el reloj digital del auto y se percató, con mucha pena que ya eran las cuatro y veinte de la mañana lo que indicaba obviamente que ya estaba demás llegar a Los Ángeles, Inuyasha se había ido hace veinte minutos a lo que ella sólo pudo reaccionar llorando inconsolablemente sin poder hacer nada por remediar esta absurda situación. Aprovechó que estaba cerca de la Presa Hoover y como pudo estacionó el automóvil frente a ella, una hermosa represa en forma de arco que unía al estado de Nevada y Arizona, se quedó a un costado de la carretera de manera que se veía el congelado lago Mead mientras que una suave nevada empezó a caer por todas partes.


    Sin importarle el frio que podía haber, salió del carro para apoyar su trasero en el capo y abrazarse a sí misma cubriéndose con la chaqueta que tenía. Miraba con tristeza la belleza de aquel lago, que a pesar de estar hecho hielo no perdía su majestuosidad, sin embargo su vista comenzó a nublarse.


    —Inuyasha, por qué te fuiste, Inuyasha… —no sabía cómo expresar tanto dolor, el tan sólo decir su nombre la hacía sentir tan miserable pero le gustaba tanto pronunciarlo porque así se llamaba el hombre que amaba.


    Las lágrimas no dejaban de caer y mojar sus rosadas mejillas, sus labios temblaban del gélido clima pero ella no tenía intenciones de moverse de allí, estaba en completa depresión ya que jamás pensó que se llegaría a enamorar de esa manera tan fuerte y que encima, no esté a su lado justo ahora que más lo necesitaba.


    :::::::::::


    Abrió lentamente los ojos al tener la sensación de hambre por no haber probado alimentos durante un buen tiempo, su estómago hizo aquel sonido extraño para expresar sus ganas de comer ya mismo sin embargo el dolor de cabeza producto de la resaca por haber tomado tanto licor anoche le hizo cerrar los ojos intempestivamente pero eso no quería decir que el hambre se iría así por arte de magia.


    De forma obligada se tuvo que levantar pero siempre con la mano en la cabeza ya que tenía esa pesada sensación de que en cualquier momento explotaría por el dolor punzante que sentía a cada segundo. Sabía a la perfección que esa fastidiosa pulsación no lo dejaría comer tranquilo por lo que apenas salió de su habitación, cambió su dirección y en vez de dirigirse a la cocina fue directo al baño donde encontraría detrás de su espejo algunas pastillas para la resaca.


    —Maldición… jamás beberé de esta manera —se juraba así mismo entre susurros mientras que intentaba abrir ese bendito deposito de píldoras.


    Empezaba a sentirse más mareado que de costumbre y por un pequeño temor de desmayarse a causa del sobre esfuerzo, dejó el frasco donde lo encontró y fue tambaleándose hasta la sala donde tomó asiento en uno de los cómodos sofás que tenía; intentaba pensar lógicamente qué hacer en un momento así, necesitaba a alguien que pudiese ayudarle: ¿Inuyasha? No, él ya no estaba aquí, ¿Sango? No, ella no… ¿Kagome? Mejor seguía pensando en quién más podría brindarle ayuda…


    —¡Patrick! —exclamó sólo un poco, aliviándose por completo.


    Utilizó su teléfono inalámbrico y le marcó al número cinco junto con un asterisco, de ese modo esperó que timbrará sólo una vez ya que el portero no tenía por qué demorarse en responder.


    —Diga joven Kayama —contestó desde el otro lado de la línea muy amable.

    —Patrick, necesito que suba de inmediato, por favor —pidió en el mismo tono afable aunque continuaba con los balbuceos por encontrarse mal.


    El conserje lo notó enseguida así que sin demora dejó su puesto momentáneamente para reunirse con su inquilino favorito, el señor debía tener unos cincuenta años en promedio y Miroku era para él como aquel hijo que ya no veía desde hace mucho tiempo, tenían una larga amistad marcada por diversas experiencias y emociones que a todos nos toca vivir alguna vez, es por ello que Patrick no perdió ni un minuto más y subió enseguida al departamento de Kayama para asegurarse que éste se encontrara bien.


    Usó su llave maestra, con la que podía abrir cualquiera de las puertas de cada apartamento en aquel condominio y así, finalmente, pudo ingresar a la vivienda del joven hallándolo semi echado en el sofá con una expresión de agonía en el rostro indicando que en cualquier momento podría desmayarse del dolor.


    El canoso señor no demoró si quiera en preguntarle qué debía hacer, no era la primera vez que ayudaba a Miroku con sus famosas resacas por días festivos aunque había de reconocer que esta no fue como la fiesta del cuatro de Julio de hace tres años, esa sí fue una tremenda borrachera que mandó a cuidar al pobre joven Kayama durante todo el día, viendo que no manchara la preciada alfombra peluda que tenía en su sala; aquel tiempo fue una de esas cosas que te acercan más a una persona, acrecentando un poco más la amistad.


    —Tenga joven Miroku —le entregó de inmediato el frasco abierto con esas píldoras efectivas para dolores en el cuerpo y cabeza.

    —Al fin… gracias Patrick… —siguió susurrando el demacrado hombre y con las pocas fuerzas que le quedaban, cogió el pote y vaciándolo en su mano con delicadeza pudo obtener dos pastillas que sin demora se las metió a la boca.

    —Joven, ya le he dicho que cada vez que vaya a una fiesta, tenga listas esas pastillas en su mesita de noche —le regañaba como un padre a su hijo, usando un tono de falso enojo.

    —Ya sé… ya sé… lo siento —se excusaba el aludido, agradeciendo internamente a Dios por mandarle a un tío tan bueno como Patrick.


    Aprovechando la compañía del conserje se acomodó en su sofá, estirando las piernas y poniendo su brazo derecho sobre sus ojos cerrados, tapándolos de ese modo e intentando relajarse un poco ya que las pastillas empezaron a hacer efecto, haciendo que esas fastidiosas pulsaciones en la cabeza fueran desapareciendo poco a poco.


    Se sentía tan cómodo y seguro cuando tenía al señor portero a su lado, era una persona que siempre le inspiró confianza y nunca lo había traicionado; desde que perdió a su padre en un accidente de tranvía cuando tenía cinco años, había en su interior un hueco que nunca pudo llenarse sin importar cuantos padrastros le había dado su madre, hasta que creció y se mudó de ciudad, llegando a conocer a este canoso señor que cambió su perspectiva…


    —Por cierto, Patrick ¿Cómo llegué aquí? —le habló de repente sin moverse de su posición original.

    —Su novia lo trajo, joven —contestó con la pura verdad.

    —¿Qué? Patrick, yo no tengo novia —le dijo algo asustado y tomando rápidamente asiento para mirarlo con sorpresa.


    ¿Será que alguien lo dopó, lo dejó en su apartamento luego de haberle robado y aprovechado sexualmente de él? O es que su mente le estaba jugando algún plan sucio debido al exceso de alcohol en su cuerpo; la segunda posibilidad cabía más en el margen de lo correcto, sobre todo porque se trataba de Miroku de quien se hablaba como ‘la víctima’, él era un tipo de persona en el que su perfil entraba mayormente en la lista de sospechosos no como los agraviados, así que su mente era la que estaba confusa y no le permitía recordar que sucedió exactamente anoche.


    —La única mujer con la que estuve era… —estaba a punto de mencionar el nombre de aquella fémina sin embargo Patrick lo interrumpió

    —Sango Ishikawa, fue la señorita que dijo ser su novia y por ello le permití el ingreso hacia su departamento ya que usted llegó en un estado de ebriedad muy alto, yo quise traerlo pero la joven se negó diciendo que ella misma podía con usted.


    Su intranquilidad y desazón de no saber qué ocurrió anoche desapareció por completo, se volvió a recostar en el sofá en la misma posición de antes, cubriendo sus ojos con su brazo derecho pero ahora ya no lucía aquel rostro serio y adolorido, ahora sonreía, sonreía como nunca antes lo había hecho y es que después de haber escuchado a Patrick contarle esto, su mente pudo esclarecerse un poco, lo suficiente para recordar unas pequeñas palabras que lo hicieron sentirse el hombre más afortunado del planeta…


    —‘¡Él es mi novio! ¡Y yo, personalmente, me encargaré de cuidarlo!


    ::::::::::::


    Era veinticinco de Diciembre, la mayoría de estadounidenses se encontraban en sus casas calentadas por la maravillosa calefacción automática que hacía sentir los hogares más acogedores que de costumbre, la típica escena en donde las familias reunidas compartían una deliciosa taza con chocolate y malvaviscos mientras que los más pequeños entusiasmados se repartían entre todos, los diversos regalos del árbol navideño abriéndolos en el acto. Pronto se dejaban escuchar los gritos emocionados de los niños con sus nuevos juguetes y las risas constantes de los adultos por estar en una reunión tan amena, sin embargo no en todos los lugares era así de feliz…


    —¿En dónde rayos estás Kagome? —se decía así misma, dando vueltas por toda la vivienda y mirando siempre el reloj.


    Eran las cuatro de la tarde y su amiga no se había aparecido ni dado señales de vida como una timbrada o mensaje de texto o de voz, esto tenía a Sango de los nervios porque considerando la situación emocional actual en la que la Higurashi se encontraba, lo normal era pensar que esta mujer podría cometer cualquier estupidez así que no estaba demás el pensar en modo realismo negativo.


    —¿Y si le pasó algo? ¿Y si le dio la locura de suicidarse? ¡Y si…!

    —¿A quién gritas? —habló de repente una suave voz en un tono algo deprimente.


    Sango se asustó mucho e hizo un movimiento acto-reflejo alejándose un poco mientras exclamaba un sonoro grito de espanto, el aparecer de Kagome fue sin duda algo que ella no esperaba en lo absoluto sin embargo sus raros gestos se borraron en el acto al ver la triste cara que su amiga traía, obviamente producto de sus largas horas llorando la partida de Taisho.


    —Kagome… —lo único que pudo fue susurrar su nombre en señal de preocupación y se acercó a ella.


    Sin decirle ni una sola palabra más, estiró sus brazos y la acunó en ellos como si se tratara de su hermana pequeña aunque a decir verdad para Sango, su amiga siempre fue como una hermana menor que debía cuidar y proteger. La joven azabache temblaba un poco a causa de haber estado toda la mañana sin abrigo expuesta al frio clima del país, eso sumado a la gran tristeza que la embargaba no era para menos encontrarse así.


    —Perdóname Kagome, cuando te dije lo de Inuyasha estaba alterada y sin pensar te ordené que fueras a Los Ángeles en una hora, ya era imposible detenerlo —le explicaba con razones su anterior mandato que en verdad fue una locura ya que se necesitaba como mínimo cuatro horas para llegar a esa ciudad.


    La aludida levantó lentamente la mirada para enfocarla en la de su amiga, quien no dejaba de verla con mucha lamentación por todo lo que estaba sucediéndole.


    —Él lo sabía, Sango… Bankotsu lo sabía y no me dijo nada —le informaba a la Ishikawa en un tono de pesar sin darle importancia a lo que ella había mencionado antes.

    —Es lógico que no te lo haya mencionado, después de todo lograste enamorarte de Inuyasha —le respondió ella con una sonrisa a medias.


    Tantos años de planes, salidas forzadas, citas a ciegas que le había organizado a la Higurashi para que finalmente ella sola haya encontrado a esa persona que le cambiaria la vida, había esperado tanto tiempo sólo para que ahora las cosas se estén dando de este modo tan melancólico, sin embargo no iba a quedarse tan tranquila viendo como la felicidad de su mejor amiga se iba por el caño. Ya era hora de ir sacando eso que traía escondido.


    —Tienes que ir por él, Kagome —le dijo de repente sin pensarlo dos veces, esa era sin duda la mejor de las alternativas.

    —¿Eh? ¿Estás cuerda? No puedo simplemente coger un vuelo y buscarlo, hay demasiadas cosas qué ver, por ejemplo no sé en qué parte de París estará —decía ella alarmada y limpiándose con coraje sus mojadas mejillas.


    La joven castaña como siempre actuó maternalmente al verla de ese modo y sonriendo de una manera descontrolada por estar a punto de explotar de la ansiedad contenida, se dirigió hacia el sofá para sacar de su cartera un preciado papel rectangular de color celeste.


    —Ten… —le dijo en un tono suave.

    —¿Qué es… esto? —balbuceaba la Higurashi completamente asombrada y sin poder creerse lo que sus ojos veían.


    Aquel pedazo de papel era en realidad un boleto de avión que según la fecha de emisión resultaba ser que Sango lo había comprado ese mismo día tan sólo unas cuantas horas atrás; la joven azabache se encontraba incrédula ante la situación, el vuelo salía mañana a las nueve y media de la mañana en el terminal aéreo de Los Ángeles con una escala en el aeropuerto de Chicago para luego volver a tomar otro avión que esta vez la llevaría directo a la ciudad de París, en total un viaje de catorce horas aproximadamente que sin duda alguna valía la pena tomar.


    —Pe…pero ¡Sango! ¡No sé cómo buscar a Inuyasha! ¡Yo…! —intentó excusarse para no afrontar ese riesgo.


    Tenía miedo y era totalmente comprensible: ir sola a una ciudad extranjera donde no conocía a nadie y encima considerando que su francés no se acercaba ni al nivel intermedio era como firmar una sentencia de muerte, lógicamente ella se perdería.


    —Descuida, al menos sabes pedir indicaciones en ese idioma y de la dirección no te preocupes —decía ella cogiendo su chaqueta de cuero que había tirado hace unos momentos al mueble para luego ponerse su bolso, añadió seriamente —Yo me encargaré de eso.

    —Sango ¿Qué vas hacer? —cuestionó la Higurashi teniendo un mal presentimiento.

    —Cuando regrese quiero ver tus maletas hechas ¿Entendiste? —le cambió el tema de inmediato por no decir que había ignorado lo que su amiga preguntó.


    Kagome se quedó muy sorprendida ante la actitud demandante de la joven castaña además de su tono demasiado autoritario como si en verdad se tratase de su madre ordenándole algún quehacer.


    Lo último que vio antes de dirigirse hacia su habitación fue la larga coleta de la Ishikawa desaparecer detrás de la puerta de su apartamento, saliendo del edificio para irse hacia cierto lugar en donde lo más seguro era que tendría un par de inconvenientes pero nada que una fuerte mirada suya no pueda resolver: esto era ‘pan comido’.


    ::::::::::::::


    —Bastardo, maldito seas, tú miserable ¡Miserable! —exclamaba en un estado medio de ebriedad ya que lo que más habitaba dentro de su ser para expresarse de ese modo era la ira interior.


    Desde aquella vez que volvió a ver a Kagome accidentalmente, luego de recogerle una factura que se le había volado aquella noche de otoño y ver sus hermosos ojos chocolates que no habían cambiado en todo ese tiempo, supo a partir de ese momento que aún seguía amándola como siempre lo hizo, sin embargo ese fue precisamente el problema que lo llevó a perder: la amaba como siempre lo había hecho, ni más ni menos, la quería sólo para él deseando que nadie interfiriera en su plan de reconquistarla pero tuvo que meterse Taisho en el camino.


    —Miserable ojos raros —se lo había puesto de apodo improvisadamente mientras apretaba con furia su puño izquierdo.


    Ese infeliz fotógrafo se enamoró de Kagome y ella con el tiempo pudo corresponder a sus sentimientos, pero ¡¿Y qué?! Había pensado él, es decir, el hecho de que se quieran mutuamente no cambiaba nada, ninguno de los dos se había confesado además de que ahora Taisho se encontraba muy lejos de ella y eso le daba ventaja absoluta o al menos así lo veía hasta que la Higurashi decidió romper su ‘relación’ porque finalmente deseaba contarle lo que en verdad sentía al ambarino joven aunque para estas horas, ya debió haberse enterado del viaje europeo que haría este.


    Se recostó en el respaldar de su sofá, dejando sobre una mesita alta que se encontraba al lado izquierdo, su quinto vaso de whisky consecutivo; la sangre le hervía de la cólera y por más cubos de hielo que le pusiera al licor no conseguía relajarse lo suficiente como para dejar de pensar en esos dos juntos, colocó su mano derecha en su frente intentando disipar todos esos pensamientos negativos con algún pequeño masaje de dedos.


    De pronto, el teléfono que tenía puesto en la pared al costado de su cama, empezó a sonar sucesivamente haciendo que voltee de manera lenta y sin ganas mientras lo observaba un poco fastidiado, no tenía intenciones de contestar por nada del mundo sin embargo ese constante sonido que al parecer no cesaría comenzó a irritarlo más de lo que ya se encontraba. Resopló y maldijo mentalmente al darse cuenta que debía levantar el auricular sin alternativa alguna por lo que, enojado, fue hasta su cama, lo levantó y se lo puso en su oreja derecha sin emitir palabra permaneciendo con esa seriedad infinita.


    —Buenas tardes señor Rogers, lamento molestarlo pero aquí se encuentra una señorita llamada Kagome Higurashi deseando verlo —dijo la recepcionista con una voz tímida pues seguramente el huésped no estaba de buen humor.


    Los ojos del aludido se abrieron más de lo normal, sus pupilas se dilataron un poco y sus labios se separaron unos milímetros, todo el enojo que había sentido hasta ese momento se desvaneció por completo en menos de un segundo.


    —¡Hágala pasar por favor! —exclamó presuroso y sin poder evitar esbozar una media sonrisa de satisfacción.


    Al colgar la llamada, no dejaba de emitir esa aura llena de frescura y tranquilidad, algo totalmente diferente a como estaba antes, su negatividad desapareció como por arte de magia: la magia que Kagome poseía y que era capaz de cambiarlo en segundos; hasta él mismo se sorprendió por la rapidez con que su carácter pasó de un hombre iracundo al ser más feliz del planeta, cualquiera que lo viera diría que era una persona de doble personalidad o demasiado voluble para ser normal, pero no podía evitarlo, estaba completamente enamorado de la Higurashi.


    Se arregló la desaliñada camisa que hace unos momentos olía a licor, le echó un poco de su perfume para disimular y además se peinó rápidamente con sus manos para poder aparentar que no estaba entrando en un estado de descuido personal solamente por haber tenido esa ‘pelea con su novia’. Sí, así es: ahora que ella venía a buscarlo, lo más probable era que quería conversar con él ya que había recapacitado sobre su absurda decisión de dejarlo ir por ello volvió a considerarla como su novia e incluso se atrevió a clasificar la discusión que tuvieron como una ‘simple pelea de novios’, nada que un buen lo siento no pueda solucionar.


    Sin dejar de sonreír se daba lo últimos detalles frente al espejo de su recibidor, hasta que al fin escuchó lo que ansiaba oír: esas delicadas tocadas debían ser de ella, sin duda alguna se trataba de su Kagome. Abrió la puerta de su habitación en aquel hotel, ansioso por ver ese inocente y bello rostro de ángel expresando su más sincero arrepentimiento por haberle dicho todas esas cosas anteriormente, decidido a abrazarla y perdonarla sin mucho esfuerzo porque aún la amaba y la quería tener sólo para él.


    —Que tal Bankotsu —fueron las palabras de saludo hacía ese tipo que no dejaba de sonreír tontamente junto con ese gracioso gesto en su rostro demostrando sorpresa e incredulidad al mismo tiempo.

    —Sa…¿Sango? ¡¿Qué haces a…?! ¡¿Y Kagome?! —preguntó totalmente inconsciente de lo que estaba pasando.

    —Kagome no vendrá, la que hizo llamarte en recepción fui yo —respondió fría y duramente sin inmutarse, cruzándose de brazos.


    En verdad quería reírse pues no todos los días tienes la oportunidad de gastarle una de estas bromas a alguien así, pero no… ella debía estar centrada para lo que venía a pedir y sabía de antemano que no sería nada fácil lograrlo, después de todo se trataba de la felicidad de su amiga.


    ---------------------------------------------

    Y bueno! ¿Qué tal les pareció el capítulo? *-* Ojalá les haya gustado tanto como a mí el escribirlo.
    Nos estamos leyendo entonces! Dejen sus comentarios! >w< Gracias por leer!
    Jya Ne!
     
  8.  
    DANY

    DANY Iniciado

    Acuario
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    gracias por avisarme esto cada vez se pone mejor, si no fuera por sango a Kagome ni se le hubiera pasado por la mente de ir a buscar a inuyasha,
    esa si son amigas de verdad, ella siempre esta ahi para ayudarla, ojala sango le meta su bofetada a ese roger por le que le hizo a la pobre kagome, y kagome que viaje pronto a buscar a Inuyasha, ya quiero ver su reaccion cuando vea a kagome.
    avisame pronto de la siguiente continuacion
    :):D
     
  9.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    :'( Pobre Kagome, ese Bankotsu :mad:, wuuuuaaaa, como lo detesto, ojala Sango le de unas merecidas cachetadas a ese canalla, ya es hora de que alguien lo ponga en su lugar.
    No puedo evitar admirar mucho a Sango, es una muy buena amiga, miren que arriesgarse a sí de esa manera por Kagome, es increíble, una amistad digna de admirar, desde siempre, sin importarle nada, Sango a sabido mantenerse fiel, cariñosa, comprensiva, en fin, todas desearíamos tener a una amiga así :)
    Llegó la hora de que Kagome arriesgue todo por Inuyasha, él lo vale XD, un viaje, una búsqueda, la ciudad del amor, definitivamente, todo puede suceder en una ciudad tan romántica como París, :D gracias por anticiparme que todo saldrá bien, sino, estaría a punto de morir de un ataque, así que solo me queda esperar. :)
     
    Última edición: 14 Agosto 2013
  10.  
    ZaroM

    ZaroM Iniciado

    Acuario
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    Me encantoooo!! perdon por no comentar antes :(!! M entristece muchisimo la situacion de Kagome, y tambien porque quedan pocos captulos :c!! Oye me has dejado sin palabras con lo bien que esta avanzando la trama del fic. AAFFSSD ese Bankotsu, si en definitiva lo aborresco! Y inu :c esta sufriendo en silencio. Oh Dios me agrada mucho la idea de que publique capitulos todos lo miercoles! me tranquiliza escuchar eso jajajaja! Bueno nos leeremos a la proxima ;D!!
     
  11.  
    Rebellious Mind

    Rebellious Mind Nefilimm

    Virgo
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    ¡¡¡¡¡¡Nieeeeee!!!!!!!! ¡¡Jajajajajaja!! ¡Tomala Bankotsu! ¡Bonita lección te pusieron! ¡Ya me imagino a este tipo poniéndose coqueto y que acabara siendo Sango!

    Quisiera tener una amiga así como ella, que sea capaz de comprar un boleto a París y sonsacarle la información como sea al ex novio de su mejor amiga, con tal de verla saliendo con el amor de su vida.

    Me gusto mucho tu capitulo, aunque extraño a Inuyasha, pero, se que tenderas mas sorpresas para tu siguiente capitulo.

    Lo esperaré con ansias.
     
  12.  
    Loe Essen

    Loe Essen Entusiasta

    Acuario
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    Pluma de
    Escritora
    Suerte que reviso el fanfic sino no me enteraba. Me lleve tremenda sorpresa al ver que había capítulos nuevos... y que no había leído.
    Me gustaron mucho(muuuuchooo) y me dejaste completamente en intriga (¿qué pasará? ya quiero saber :P ).
    Ahora ¿por qué haces sufrir tanto a Kagome? Me duele hasta a mí; y Inuyasha...ahsdd es un completo enamorado.

    Seguí así, y perdona mi comentario pobre.
    Saludos!
     
  13.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    6805
    Hola Minna´san! ^^ Como ya había dicho, todos los miércoles colgaré nuevo capítulo y hoy he venido nuevamente a traerles éste que es el penúltimo TwT espero les guste mucho, así es u.u ya falta sólo un capítulo más y se termina este fic que con mucho cariño escribí para todos los fans de esta linda parejita.

    Oh chicas! No saben lo feliz que estoy de leer sus comentarios, de que les haya gustado! Estoy emocionada porque sé que lo que se viene a continuación les hará gritar de emoción xD Gracias infinitas a @Shassel, @DANY, @ZaroM, @Karinblue & @Kuki por sus preciados post los cuales valoro con el alma! >w<

    Antes de retirarme y dejarles tranquilitas a leer el cap. les dejo esta nota, por favor leanla.

    NOTA IMPORTANTE: Este capítulo contiene lemon, y aunque es corto, suave y romántico aún así no puedo ponerlo dentro de este post porque creo que no está permitido. Si desean leerlo lo acabo de colgar en mi blog personal, pueden dirigirse por aquí y leerlo. Gracias. ^^

    ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
    Cap. 21

    El intercambio de miradas entre ellos dos era sumamente fuerte, él ni siquiera se había tomado la molestia de hacerla pasar para conversar más calmados, la seguía manteniendo en el umbral de la puerta con una expresión de seriedad y amargura contenida que sabía muy bien no podía sacar de su interior o habría problemas; conocía a esa mujer desde hace años, específicamente desde que tuvo la oportunidad de conocer a Kagome, ellas ya eran muy amigas para ese entonces. Cuando ocurrió el incidente con Kikyo haciendo que todo se malinterprete, Sango no dudo ni un instante en ir a recriminarle por haberle sido ‘infiel’ a Kagome llegando incluso a golpearlo fuertemente para ser mujer, por lo que él ya sabía a la perfección cuál era el carácter que se manejaba Ishikawa, debía ser cuidadoso.

    —Qué haces aquí —dijo después de haber estado en silencio durante tanto tiempo.
    —Vengo a… recolectar información —respondió ella haciendo una pequeña pausa ya que debía ordenar sus ideas para que vayan acorde a la situación.
    —Pues pregunta lo que quieras y veré si te puedo ayudar —en realidad no tenía la más mínima intención de hacerlo pero aún así, por cortesía, contestó de esa manera.
    —¡Oh! Sí que me vas a ayudar pero primero —exclamó de repente con una sonrisa y agregó —Déjame entrar ¿Sí?

    Él no dejaba de mirarla con ese serio gesto y mirada inexpresiva ¿Qué rayos podía querer esa mujer? Sin mencionar una sola palabra ante lo que ella mencionó, se hizo a un lado indicándole indirectamente que podía pasar, Sango entró de ese modo a la habitación de Rogers y luego él cerró la puerta tras de sí… una interesante conversación estaba a punto de comenzar.

    :::::::::::::

    Sentía que su brazo izquierdo y una parte de su dorso estaban apoyados en el liviano cuerpo de otra persona, caminaban los dos por algo que parecía ser un piso de madera ya que los tacos resonaban cada vez que pisaba… espera ¿Tacos? Era hombre, por lo tanto, no usaba tacos, entonces eso quería decir que la otra persona debía ser ¿Una mujer? Debía asegurarse de ello, así que llevó su mano izquierda hacia el lugar donde se supone estaría un cómodo bulto que en efecto ahí se encontraba. Comenzó a apretarlo con suavidad como si se tratara de una frágil pelota anti estrés, sin embargo, no llevaba ni un minuto haciendo eso hasta que sintió como una increíble fuerza sobre humana lo tiraba al suelo sin consideración alguna.

    Lo único que sintió después de esto fue dolor, un dolor que se expandía por toda su espalda hasta llegar a la cabeza logrando que despertara poco a poco con esos desesperantes hincones en la nuca.

    —¿Qué… sucedió…?
    —¡Idiota! ¡Yo, creyendo que estabas dormido! ¡Pervertido! —escuchaba esa dulce voz enojada por todas partes sin poder reconocer a quien le pertenecía, lo único que había confirmado era que en verdad se trataba de una mujer.
    —Lo siento…lo siento…Me duele todo el cuerpo.

    Al parecer esa persona se apenó al verlo, quizás expresó demasiado sufrimiento en su rostro causándole gran pena a la fémina, quien rápidamente olvidó ese pequeño incidente y volvió a recogerlo haciendo pasar su brazo como anteriormente estaba puesto: por encima de los hombros de esa mujer.

    De nuevo, en silencio y sin comportarse de forma indebida, siguieron caminando lentamente hasta que al fin pudo sentir como era recostado en una suave cama cubierta por ese típico edredón en donde te podrías hundir confortablemente como si de un conjunto de plumas se tratara. De inmediato sintió como el dolor anterior se desvanecía en el acto, siendo reemplazado por una agradable sensación de tranquilidad… sin embargo a todo esto y a pesar del estado etílico en el que se encontraba, había algo que no lo dejaba en paz.

    —Oye… debo decirte algo —dijo de repente dirigiéndose a esa mujer que aún no reconocía.

    Ella estaba de espaldas y llevaba el cabello suelto, al parecer estaba entretenida viendo algunas cosas que él tenía encima de su tocador como algunos portarretratos; supuso entonces que aunque no recibió respuesta alguna podía continuar hablando.

    —No sé en donde estoy y mucho menos por qué estoy contigo… pero… no te hagas ilusiones —empezó a relatar él, como si estuviera dando una advertencia, prosiguió —Yo estaba acompañado de una bella chica… recuerdo que ella me dio agua y luego me quedé dormido… ¡El asunto es, señorita! No puedo estar con nadie más que no sea Sango Ishikawa… así que… así que… me iré a dormir ahora mismo y usted se irá.

    Y terminando de decirle esto a esa irreconocible mujer, se acomodó entre las almohadas para luego cerrar los ojos; no le tomó ni medio minuto conseguir quedarse profundamente dormido aunque inconscientemente se seguía preguntando quién pudo ser esa mujer, después de todo en la velada de Nochebuena, Sango estaba usando su cabello recogido en una larga coleta y la mujer que lo trajo lo tenía suelto…

    Abrió los ojos, de repente, completamente confuso con lo que acaba de recordar, no sabía que pensar: si era cierto lo que soñó o todo fue una mala obra de sus pensamientos, sea lo que haya sido la figura de esa mujer no se iba de su mente. Al principio sólo recordaba pequeñas frases que dijo o que escuchó como aquella en donde Sango gritaba que era su novio, lo cual le hacía muy feliz pero ahora que sabía que ella lo trajo a su apartamento, un potente sonrojo inundó sus mejillas al juntarlo con el supuesto sueño que hace unos momentos había tenido.

    —Eso quiere decir que yo… ¡¿Me le confesé?! —gritó alterado y totalmente avergonzado.


    Se puso de pie en el acto y sin poderlo evitar, empezó a caminar en círculos por todo el lugar, cogiéndose a cada segundo los cabellos y llevándolos hacia atrás a causa de la desesperación de no saber si eran correctas sus sospechas.

    —Qué voy hacer ¡¿Por qué me tuve que confesar de esa manera?! ¡Qué patético soy! —se gritaba así mismo sin contener ese tono de regaño.

    No era que tuviera problemas para admitir lo que sentía por Sango, es más, ya lo había descubierto desde hace semanas: la quería mucho y deseaba por completo iniciar una seria relación con ella, dispuesto a dejar su fama de ‘Casanova’ a un lado y ‘sentar cabeza’ sin embargo…

    —¡Así no era como quería que ella lo supiera! —seguía vociferando por todas partes su enojo aunque rápidamente su mente se puso a idear algún plan para corregir esa mala situación.

    Si le iba a decir sus verdaderos sentimientos a Ishikawa, debía ser como corresponde.

    :::::::::::::


    —Así que es información de la empresa ¿Eh? —decía él mientras bebía, otra vez, del vaso lleno de whisky.

    Ella lo miraba muy seria y aunque odiaba admitirlo, por ahora Rogers era el único que podía ayudarla.

    —Y a todo esto ¿Por qué no se lo pides a Miroku? Él estaría más dispuesto que yo a colaborar ¿No lo crees? —decía el moreno sin siquiera inmutarse a la nueva expresión de la joven.

    A penas escuchó ese nombre, algo dentro de la chica pareció estremecerse con dicha, sus ojos se abrieron más de lo normal y de la expresión tan seria que mostraba bajó a una de vergüenza en conjunto con el rosado color en sus mejillas muy pronunciado: se había apenado, lo suficiente como para dejar de mirar a Bankotsu y fijarse en lo interesante que estaba la ventana en ese momento.

    A Rogers no pareció importarle en lo más mínimo su reacción, además le parecía irrelevante lo que el gerente general pueda tener con esa simple mujer, a él lo único que le interesaba era la Higurashi y sus extrañas esperanzas de que ella aún reconsidere lo que dijo.

    —Bueno ya ¿Qué información quieres Sango? Quiero estar solo, apresúrate —le dijo sin mucho tacto, indicándole el fastidio que sentía por estar en su compañía.
    —Quiero la dirección del lugar en donde se está quedando Inuyasha en París.

    Fue clara y directa, sin rodeos y volviendo a mirarlo seriamente como antes, él por su parte, se había quedado perplejo ante lo que estaba escuchando, poco a poco se iba dibujando una desfigurada mueca en sus labios hasta separarlos por completo esbozando una sonora risotada en frente de la joven castaña, haciendo que la aludida se sienta confundida y lo mirara con las cejas fruncidas.

    —Que tú… quieres que yo… —intentaba por todos los medios conservar la calma para poder hablar pero era imposible, la risa era inevitable.
    —¡¿Qué rayos te pasa?! ¡¿Tan gracioso es lo que dije?! —esto hizo que Sango se enfurezca, si había algo que detestaba era que se burlaran de ella y en su cara.

    Las carcajadas de Bankotsu eran imparables, se retorcía por el dolor en su abdomen en el sofá individual donde estaba sentado y encima golpeaba con ímpetu los brazos del mueble al ya no poder soportar más la gracia de todo este asunto; suponía que Kagome la había mandado a preguntarle ese tipo de datos ya que como todos sabían, él tenía la desgracia de trabajar en el mismo lugar que Taisho y por ende debían pensar que él debía saber sobre el asunto de su viaje a París. Sí, sabía que Kagura lo mandó a llamar, sabía que debían buscar un reemplazo para la filial de la revista ahí en Winchester, sabía que ahora el odioso fotógrafo ya no estaría en el país y ya no tendría el desagrado de verlo a diario pero todo lo demás le era desconocido e irrelevante.

    —Sólo porque me has alegrado la tarde te diré la verdad… —le contestó después de un rato de haberse estado riendo sin parar, continuó —…Yo no tengo esa información Sango, no sé en qué parte de París pueda estar Taisho y es más, ni siquiera me interesa saberlo.

    No podía creer lo que estaba oyendo, todo carecía de sentido ahora, Inuyasha era prácticamente inubicable en este momento ¿Qué le diría a Kagome cuando regrese a su departamento? ¿Dónde podrían obtener respuestas y soluciones?

    Bankotsu seguía sonriendo obviamente en forma de mofa aunque también había malicia en su mirada, parecía ser que le daba gusto saber que Kagome no se reencontraría con su amado fotógrafo y en verdad era así, estaba más que feliz de saber eso pero no contaba con una cosa: Sango no se daría por vencida tan fácilmente, de inmediato se le ocurrió un plan salvavidas para esta crítica situación por lo tanto no había más tiempo que perder, no podía seguir en ese lugar así que se acomodó su cartera al hombro y con una gélida mirada se despidió de él dando media vuelta para dirigirse a la puerta.

    —Y luego te preguntas por qué Kagome te dejó, eres un maldito egoísta, si de verdad la amaras así como lo hace Inuyasha, querrías por encima de todas las cosas su felicidad ¡Y eso es lo que él hizo!

    Y gritando esto sin darle tiempo a responder cerró fuertemente la puerta tras de sí, saliendo del cuarto y dejando a un irritable Bankotsu con la mirada fija y las palabras en la boca.

    Estaba realmente molesta por lo que acaba de suceder, perdió varias horas valiosas que las pudo usar para precisamente empezar ese plan que se le había ocurrido hace un par de minutos, era algo sencillo y necesitaba una computadora con conexión a Internet pero era la única y última manera de no dejar a su amiga a la deriva. Por otro lado también se encontraba un poco asustada, es decir, Rogers estaba muy alterado y enojado por lo que estaba pasándole, era de cuerdos pensar que él podía cometer cualquier estupidez en contra de Kagome e Inuyasha; suspiró preocupada, luego se ocuparía de ese asunto, por ahora lo primordial era mandar a la Higurashi en busca de Taisho.

    A la mañana siguiente…

    Caminaban a paso apresurado por esa larga estación de piso enlozado blanco haciendo que resuene por todos lados el eco de los tacones y las ruedas de la maleta siendo arrastrada por todo el lugar. De fondo estaban los diversos sonidos propios de un terminal aéreo: personas hablando en diferentes idiomas, ajetreo por todos lados, la voz de la mujer encargada en dar referencias de los vuelos que llegaban o se iban, el turbulento despegar de los aviones, etc.; ellos sólo estaban ahí para esperar que el vuelo número trescientos quince la llevara hasta Chicago y luego abordar otro de número quinientos veinte que esta vez, la llevaría directo a Paris.

    Tenía muchos sentimientos encontrados: ansiedad, preocupación, nerviosismo, confusión, no sabía si realmente lo que hizo el día anterior junto a Sango era la forma más segura de obtener una dirección, es decir, sabía que Bankotsu no se lo iba a decir tan fácilmente pero no se esperaba una respuesta como la de ayer: Sango había llegado agitada y con una portátil en sus manos, ya prendida y lista para usar así que a penas la Higurashi le abrió la puerta, ella sin demora alguna corrió hasta el mueble y sin dar explicaciones de nada le ordenó que se sentara junto a ella para así empezar a buscar por ‘Google’ la dirección de la filial de Vogue en Paris. Finalmente obtuvieron una y para asegurarse por completo hicieron una llamada de larga distancia, hablaron en francés y le preguntaron a la señorita si ese era el domicilio correcto a lo que esa mujer contestó que sí. Todo estaba planificado.

    —¿Tienes los documentos? ¿Pasaporte, boleto? ¿Celular? —preguntaba Kayama mientras miraba con detenimiento a la joven azabache, quien se rebuscaba todos los bolsillos una y otra vez.
    —Sí, está todo —repetía ella por décima cuarta vez en la mañana.
    —Recuerda apagar el teléfono cuando te lo indiquen —le aconsejaba el chico que ocultaba muy bien sus ansias porque ella fuera en busca de su amigo.

    Kagome asentía con la cabeza muy nerviosa y sin poder evitar jugar con sus manos que estaban cubiertas por esos bonitos guantes de cuero negros. Sentía que el mundo se le venía encima de tan sólo pensar que en unas cuantas horas más volvería a verlo, volvería a ver a ese hombre que tanto amaba…

    —¡Ay no! —se quejaba abiertamente aunque la bulla impedía que se le escuchara bien.
    —¡Ah diablos! —Se quejó de igual forma el chico dándole inmediatamente una mirada de fastidio a la provocadora del desastre —¡¿Por qué no te fijas por dónde vas?!

    Lo gritó demasiado fuerte como para que ella pudiera oírlo con claridad y funcionó, ya que sí lo escuchó; lo miró fijamente de una manera asesina y le respondió en el mismo tonito.

    —¡¿Fijarme por dónde voy?! ¡Esto es una discoteca no la plaza del parque! —se le notaba furiosa en verdad.
    —¡N…No tienes por qué ponerte así! ¡Renegona! —había bajado el nivel para refutarle puesto que le había dado un poco temor aquella mujer.
    —¡Troglodita! —le devolvió el apodo y en realidad se podía notar el choque de miradas eléctricas que los unía.

    Sonrió al recordar ese pequeño momento, ese preciado pequeño momento que ahora atesoraba en sus pensamientos ya que fue cuando lo conoció por primera vez. Recordó que todo fue gracias a que retrocedió y lo hizo derramar sus tragos en la espalda de ella, mojándole la ropa y el cabello por lo que el primer encuentro entre los dos fue algo desagradable.

    Jamás hubiera pensado que después de esto, se llegaría a casar por error con ese chico y que con el paso de los meses lograría enamorarse de verdad dejando a un lado el rencor que tenía por los hombres. Ahora que lo pensaba bien, Inuyasha fue la clave para que ella pudiese superar todos sus principales temores: su fastidio a los hombres, su constante indiferencia a sus cumpleaños y el recelo que sentía por Bankotsu; sin querer, sin planearlo, él fue el causante de que todo en su vida tuviera un sentido y esperaba que fuera lo mismo para el ambarino fotógrafo.

    —Pasajeros con destino a Paris, Francia con escala en el estado de Chicago por favor dirigirse al embarque número diez —decía la vocera, repitiendo aquel aviso una vez más.

    Levantaron la cabeza por impulso y miraron hacia el enorme techo del aeropuerto indicando que habían escuchado con atención las palabras de esa señorita; se volvieron a mirar entre todos, cada uno con una sonrisa, la pelirroja entrelazó los dedos de sus manos con los de su nuevo novio que no era nadie más que Ryan, Miroku abrazó por los hombros a la Ishikawa haciendo que ella se ruborizara sólo un poco ya que estaba totalmente enfocada en su querida amiga.

    —Los veré luego, muchas gracias por ayudarme —se despedía Higurashi intentando no llorar.
    —Suerte Kagome, ya verás que todo saldrá bien —le decía Sango sin dejar de sonreír aunque ella ya estaba lagrimeando un poco.
    —Oh vamos chicas, no se pongan así, Kagome ¡Tú puedes! ¡Tíratelo a penas lo veas! —emitió Ayame con un singular sentido de motivación que dejó boquiabiertos a los presentes.

    Y a decir verdad eso ayudó un poco para romper la tensión ya que en vez de despedirse en un ambiente triste, lo hizo en uno lleno de risas y exclamaciones de ánimo que le daban la fuerza necesaria para continuar. Kagome presentó sus documentos a la persona encargada de revisar los boletos de viaje y una vez que todo estaba conforme la dejaron pasar hacia el avión.

    Los muchachos se quedaron observando por una de esas enormes ventanas del terminal que tenían vista hacia la pista de vuelo donde se encontraban todos los aviones; gracias a que Ryan preguntó, pudieron saber cuál de todos esos era al que su amiga acababa de subir teniendo como marca distintiva un pequeño dibujo de color verde en el alerón izquierdo. Siendo ya las nueve y media de la mañana en punto, el piloto fue muy puntual al emprender el despegue respectivo dando las indicaciones de siempre antes de empezar.

    Los cuatro jóvenes se quedaron viendo con una sonrisa, como el avión en donde iba Kagome se iba elevando cada vez más haciéndose más pequeño en el horizonte hasta desaparecer por completo de la vista de ellos.

    —Quisiera avisarle a Inuyasha que su amada va en camino —decía Kayama con un gesto divertido y sacando la lengua de costado.
    —Si le avisaras ya no sería sorpresa —le regañaba indirectamente Sango.
    —Ah… ya era hora que esos dos se junten —seguía comentando él luego haber soltado un profundo suspiro.
    —¿Y ustedes para cuando? —intervino la pelirroja mostrando los dientes en una expresión alegre.

    El desencajado rostro de Ishikawa ante tal comentario fue realmente gracioso, tanto así que hasta Ryan se giró un poco para poder reírse de forma disimulada, y eso no era todo, Miroku se había hecho el ‘oídos sordos’ pues también se encontraba avergonzado sobre todo porque aún no había solucionado el incidente de su involuntaria confesión, después de todo la que lo había llamado había sido Ayame ya que era un momento muy importante en donde todos debían estar presentes, obviamente él quien era el mejor amigo de Taisho, no podía faltar.

    —Bien vámonos, nuestro trabajo está hecho —decía la joven castaña a la par que empezaba a caminar de prisa hacia la salida del aeropuerto.
    —¡Espéranos Sango! —gritaba Ayame quien intentaba ir a su paso.

    Mientras tanto, en el avión, una joven azabache intentaba controlar sus nervios para no salir corriendo de ahí, estaba completamente asustada de lo que se vendría después pero el tan sólo hecho de recordar que todo esto lo hacía para reencontrarse con él hacía que todos sus sentidos se tranquilizaran y su mente vuelva a tener el control de sus acciones; entonces se le ocurrió una cosa para calmar sus ansias así que sacó rápidamente su teléfono celular de su bolso de mano, volvió a prenderlo con cuidado para luego marcar ese número que aún seguía grabado en su lista de contactos y se lo puso en la oreja derecha pudiendo escuchar la primera timbrada lo que indicaba que su móvil estaba encendido.

    —Hola soy Inuyasha Taisho, en estos momentos no puedo atenderte, déjame tu mensaje y me comunicaré contigo de inmediato, adiós —pudo oír por breves instantes su encantadora voz haciendo que su corazón se detuviera unos segundos a causa de la sorpresa.

    Al parecer él había colgado la llamada sin siquiera contestar, lo que le hizo suponer que debía encontrarse en algún tipo de reunión o al menos eso era lo que quería pensar. Suspiró para quitar de su mente pequeños pensamientos negativos y armándose de valor intentó dejarle el mensaje después de escuchar el tono.

    —Ehm… Inuyasha, yo… —trató de empezar de esa manera yendo paso a paso e improvisando sobre lo que diría.
    —Disculpe madame pero por favor ¿Podría apagar su teléfono? Está causando una ligera interferencia en los altavoces —le pidió amablemente la aeromoza con una sonrisa suplicante.
    —Oh vaya, lo lamento mucho… —decía la Higurashi muy apenada y algo preocupada ya que no podría dejarle el recado al joven ambarino como hubiera querido aunque de pronto, cuando estaba a punto de colgar la llamada, se le ocurrió rápidamente una estrategia —Disculpe pero podría decirme ¿A dónde nos dirigimos?

    La cabinera la miró un poco confundida ya que lo más normal era que todos los pasajeros supieran el destino del vuelo que estaban tomando sin embargo por educación le contestó como correspondía.

    —Bueno, este vuelo va hacia Chicago y desde ahí abordaremos otro vuelo más que nos llevará directamente hacia Paris, Francia —le explicaba con detalles pues la consideraba pasajera primeriza, es decir que era su primer viaje aéreo fuera del país.
    —Muchas gracias —dijo ella con una sonrisa y en el acto terminó la llamada para luego apagar de nuevo su teléfono.

    Ya se encontraba más tranquila, al menos sí pudo dejarle el encargo, ahora todo dependía de que él escuchara el correo de voz.

    Aún faltaban catorce horas para llegar a su destino por lo que se acomodó en el asiento mientras miraba atenta por la ventana como las nubes se hacían cada vez más blancas y esponjosas. Resopló suavemente y se puso los audífonos de su reproductor musical, necesitaba relajarse pues no tenía ni idea de cómo sería el encuentro o que le diría para empezar una conversación ¿Le confesaría sus sentimientos de inmediato? ¿Sería con el paso de los días? En primera ¿Él la recibirá bien? Lo último que recordaba era que Inuyasha la evitaba constantemente y cuando firmaron el divorcio, él estaba serio y fastidiado.

    Se agarró de los cabellos y frunció el ceño para luego dar un salto de exaltación por estar pensando en todas esas inevitables cosas. Debía concentrarse en la música, en la calmada y bella música que tenía guardada; se volvió a acomodar en el respaldar de su asiento para esta vez quedarse un poco dormida, había decidido repentinamente que iba a darle tiempo al tiempo, todo pasaría en su momento correspondiente así que cualquier cosa que suceda lo aceptaría… buena o mala.

    *°*°*°*

    Entró de inmediato empujando con ímpetu esa puerta de vidrio a la par que murmuraba un sin fin de palabras grotescas, al parecer hoy se había levantado con el pie izquierdo ya que hasta ahora todo estaba saliéndole muy mal: su despertador decidió no funcionar y por ello se despertó una hora y media tarde, ya eran las nueve con cuarenta minutos, estaba furioso porque era la primera vez en toda su carrera que llegaba así de tarde a su trabajo aunque deseaba creer que esto sucedió por el cambio de horario, es decir nueve horas de diferencia no se asimilan de la nada; y lo peor de todo hasta ahora era que ayer estaba en una reunión ejecutiva pues Kagura lo presentó ante todo el personal de la revista como el nuevo fotógrafo y por obvias razones no podía contestar esa repentina llamada que recibió, supuso que debía ser Miroku para contarle algo importante o al menos eso es lo que quería creer.

    Al regresar al hotel donde se estaba quedando quiso escuchar el correo de voz que le habían dejado sin embargo en cuanto lo comenzó a usar, su móvil le indicó rápidamente que la batería era demasiado baja y se apagó de repente resultándole imposible volver a encenderlo. Buscó por todas partes de la habitación el bendito cargador para poder hacer funcionar ese desesperante aparato sin embargo jamás lo encontró, creyó haberlo perdido en el aeropuerto o en el taxi pero su mente le hizo el favor de recordar dónde lo había dejado: su nueva oficina en el edificio de la revista. Maldijo por lo bajo ya que tendría que esperar a la mañana siguiente para oír el mensaje.

    —Joven Taisho, buenos días —lo saludó el recepcionista gay del lugar intentando coquetearle con la mirada.
    —Buenos días —respondió éste sin verlo y con un tono muy hostil, pasando de largo hacia el ascensor.

    Al cerrarse las puertas del elevador cambió su expresión seria por una de desagrado, no tenía nada en contra de las personas homosexuales pero él en definitiva no quería tener ningún tipo de roce con ese chico. Llegó hasta el tercer piso y caminó por un amplio pasillo, no muy diferente de la estructura en la filial de Winchester; abrió de golpe la puerta de su despacho y ni bien entró vio en su escritorio lo que deseaba encontrar.

    —Al fin… —susurró para sí mismo y luego, sin demora alguna, lo conectó a su teléfono.

    Después de encenderlo, marcó al número correspondiente para acceder a su casilla de voz y luego pudo finalmente escuchar el recado.

    —Tiene un mensaje, recibido a las nueve horas con cuarenta minutos… —lo había puesto en alta voz para ir haciendo otras cosas mientras tanto, pero seguía desesperado porque esa contestadora automática se demoraba demasiado al hablar.

    Ehm… Inuyasha, yo…

    Pudo oír de pronto aquella dulce voz que tanto ansiaba escuchar de nuevo, sabía que habían pasado apenas unos meses desde que dejó de verla pero para él había sido toda una eternidad, jamás dejó de amarla y pensarla a pesar de haberse resignado a permanecer con la idea de que ella no le pertenecía. Se acercó al escritorio y apoyándose en sus dos manos miró hacia abajo donde estaba su móvil.

    ‘Disculpe madame pero por favor ¿Podría apagar su teléfono? Está causando una ligera interferencia en los altavoces’

    Esa voz no era de Kagome ¿Quién era esa tipa y porqué le decía eso? ¿Interferencia? Estaba un poco confundido ahora por lo que frunció el ceño.

    Oh vaya, lo lamento mucho… Disculpe pero podría decirme ¿A dónde nos dirigimos?

    ¿Dirigimos? Realmente no entendía nada ese mensaje de voz, deseaba saber por qué la joven azabache hablaba en clave, tras preguntar eso, se originó una pequeña pausa sin embargo permaneció en silencio y siguió oyendo con atención.

    Bueno, este vuelo va hacia Chicago y desde ahí abordaremos otro vuelo más que nos llevará directamente hacia Paris, Francia.

    —¡¿Qué?! —exclamó de repente enderezando su espalda y quedando muy sorprendido.

    Escuchó cuando la Higurashi le daba las gracias a la señorita, que ahora ya sabía que era la aeromoza para luego oír el sonoro y agudo tono consecutivo que indicaba cuando una llamada había terminado. Taisho desesperado cogió su teléfono mientras lo agitaba con locura a la par que empezaba a gritarle como si ese aparato pudiera entender.

    —¡¿Cómo que viene a Paris?! ¡¿Cómo pasó esto?! ¡¿Ya llegó?!
    —Llegué ayer, Inuyasha…

    El joven ambarino se quedó estático, incrédulo y por sobre todo asustado, su mente le estaba jugando una maldita mala pasada, eso debía ser o… quizás…

    Volteó su cabeza con mucha lentitud, deseando y rogando porque al girar por completo, ella estuviera ahí, ella realmente estuviera… ahí.

    —Kagome… —balbuceó su nombre como si la respiración se le fuera al hablar.

    No podía creer que después de tanto tiempo la volvía a ver, seguía tan hermosa como siempre y mostrando esa suave sonrisa que la caracterizaba. Dejó su celular a un lado y giró por completo su cuerpo para poder observarla mejor, ella con un poco de timidez se iba acercando a él poco a poco sin dejar de mirarlo.

    —Te extrañe mucho, Inuyasha —decía la chica casi al borde de las lágrimas pero aguantando por un rato más.

    Llevó su mano derecha a la mejilla izquierda del fotógrafo, quien seguía con la boca semi abierta a causa de la incredulidad que estaba experimentando.

    —Kagome ¿Qué ha…? ¿Qué estás haciendo aquí…? —preguntó él algo conmocionado por tenerla tan cerca y al mismo tiempo, creer de una vez por todas que esto era real.
    —Vine a buscarte, yo… quería decirte algo importante, terminé para siempre con Bankotsu y yo… —intentó seguir explicando pero él ya no la dejó hablar.

    No le importaba saber nada más, no le interesaba si vino por vacaciones o por trabajo, si vino acompañada o sola, lo único relevante ahí era que fue a buscarlo y que no tenía compromiso alguno con ese tipo; sólo eso necesitaba saber para tirar por la borda todo el control mental que estaba haciendo para contenerse, hacía demasiado tiempo que anhelaba probar sus labios otra vez y ahora lo estaba haciendo: la besaba con pasión, con hambre, con amor, la había extrañado mucho y al parecer ella también pues, aunque no fue de inmediato, le correspondió el ósculo mientras lo abrazaba por el cuello.

    Él no dejaba de acariciarle el rostro con las dos manos a la par que ella no lo soltaba del cuello hasta que ya no pudo soportarlo más y empezó a llorar mientras seguía besándolo, estaba demasiado emocionada por lo ocurrido ya que no esperaba ese tipo de recibimiento; Inuyasha sintió las lágrimas y preocupado se separó de ella para observarla con detenimiento.

    —¿Qué sucedió? ¿Hice algo malo? Lo siento mucho, es que yo… —trató de excusarse, no quería incomodarla ni mucho menos dañarla pero ella de inmediato lo interrumpió con otro beso corto dejándolo pasmado.
    —No es eso… no es… —decía ella luego de separarse de él y limpiándose las mejillas —Es que… pensé que me odiabas o que no querías volver a verme.

    El aludido entendió de inmediato que esto se debía al comportamiento que tenía antes para con ella, por lógicas razones no podía tratarla como normalmente lo hacía a causa de la estúpida promesa que le hizo a Rogers y que ahora ya no tenía importancia. Esbozó una pequeña sonrisa de lado para luego acunarla entre sus brazos, apoyando su mentón delicadamente sobre la cabeza de la chica.

    —Cómo podría hacer eso… Kagome, Je t'aime —y finalmente, después de muchos meses, pudo decirle lo que sentía por ella.

    La Higurashi levantó el rostro para poder mirar a su hombre a los ojos, él la veía con ternura y seguía sonriendo a lo que ella se contagió y pudo hacer ese mismo gesto, dejando al fin de llorar; sabía que Taisho no mentía, lo supo al escucharlo, al mirarlo, se tomó la molestia de decírselo en francés lo cual lo hacía más romántico aún. Volvió a bajar la cabeza para acomodarse en el fuerte pecho del joven, mientras aspiraba ese delicioso olor a canela que lo caracterizaba, sonrió y respondió.

    Je t'aime aussi —contestó ella abrazándolo de la cintura con más fuerza.

    Él se limitó a sonreír aún más y corresponder el abrazo, no necesitaba preguntarle si era cierto lo que decía o desde cuando se dio cuenta de sus sentimientos, le bastaba con saber que era verdad, que le creía y que al fin se lo había dicho. Jamás llegó a pensar con tener tanta dicha en un día que creía, le estaban saliendo las cosas mal.

    ::::::::::

    —¡No me la creo! ¡Oh Dios mío! ¡Al fin!
    —¡Gracias al cielo ya están juntos! ¡Qué emoción!
    —Felicidades muchachos, ya era hora tío, mira que iba a pensar que morirías soltero y sin darle utilidad a tu hombría.

    Ambas chicas se quedaron calladas con un ligero rubor en sus mejillas después de escucharle decir eso a Kayama, acto seguido fue Sango quién se encargó de propinarle un severo codazo en el estómago de forma repentina causando que éste se quedara sin aire y por consiguiente con un profundo dolor abdominal así que en silencio abandonó la video llamada.

    —Gracias por eso Sango, te debo una —respondió Inuyasha con una sonrisa de lado ya que ganas no le faltaron de hacerle lo mismo.
    —Aunque no debiste ser tan ruda, pobre Miroku —contestó la Higurashi algo apenada, aún no se le iba el enrojecimiento del rostro.
    —Kagome ¿Estás bien? ¿No tienes fiebre verdad? —dijo de pronto el joven ambarino mientras la revisaba atentamente y ponía ambas manos en su rostro.
    —Y…Yo… eh… —ella no podía articular palabra alguna, empezaba a sentir más calor que antes y todo esto lo causaba él.
    —Ella no tiene fiebre Inuyasha, sólo está nerviosa por estar tan cerca de ti —intervino la pelirroja con una sonrisa picarona y cruzándose de brazos sin dejar de observarlos.
    —Al parecer se han olvidado que los estamos viendo Ayame, será mejor dejarlos solos —comentó la Ishikawa en el mismo tono que su amiga y sin decir más, cerró la ventana del video chat lo que automáticamente cerró también la ventana en la tablet de Taisho.

    La nueva parejita se quedó asombrada por los comentarios de las chicas que no les dio tiempo a reaccionar de manera adecuada por lo que no pudieron evitar que la conversación digital acabara, simplemente se quedaron observando la pantalla en la misma posición de antes: él sosteniéndola por las mejillas con ambas manos y ella cogiendo la tableta electrónica.

    Habían pasado ya tres días desde que la joven azabache llegó de improviso a la ciudad francesa para buscar a su amado fotógrafo; aquel día que se reencontraron no pudieron pasarla juntos todo el tiempo ya que él debía trabajar y llegaba de noche, casi cuando Kagome estaba a punto de quedarse dormida a causa del cambio de horario del cual ya estaba acostumbrándose poco a poco. Los días siguientes fueron parecidos, el hecho de que la mujer que amaba estaba con él en la misma ciudad y en la misma habitación de hotel no quería decir que Taisho podría descuidar su nuevo empleo, debía ser responsable y por sobre todas las cosas cuidadoso pues en esa filial laboraba directamente con la gerente general de toda la revista: Rousseau Kagura.

    Sin embargo, esta era una fecha especial, treinta y uno de diciembre para ser exactos, por obvias razones ese era un día no laborable pero él debió hacer acto de presencia por unas cuantas horas en la tarde ya que hubo una pequeña reunión de trabajadores por motivos de Año Nuevo, así que cuando regresó al hotel se dio con la diminuta sorpresa que su novia estaba teniendo una video llamada desde su tablet personal con las chicas en Norteamérica.

    La encontró sentada en el mueble muy entretenida, por lo que para no interrumpirla, se acomodó deslizándose por detrás, saltando suavemente el respaldar del sofá, quedando sentado detrás de ella y teniéndola entre las piernas mientras le rodeaba la cintura con un brazo. Seguían en la misma posición cuando terminó el video chat hasta que ella dejó el aparato electrónico en la mesa de centro y se acomodó en el cuerpo del joven.

    —¿Ya no me dejarás aquí sola? —decía Higurashi con una sonrisa tenue y los ojos cerrados.
    —Bueno, hay una fiesta por fin de año que Kagura organizó para todos, es de aquí a un par de horas, pero… —le susurraba con cariño en su oído mientras le acariciaba con su mano libre el cabello, agregó —…No quiero ir.
    —Pero, quizás es mejor que vayas —opinaba ella aunque en el fondo deseaba quedarse con él lo que restaba de la noche.
    —No… esta noche, me quedaré contigo —le murmuró para luego sostenerla por el mentón y empezar a besarla, al principio con dulzura y después con más frenesí.

    Sin dejar de acariciarse los labios y acomodándose de acuerdo a la situación, la tumbaba poco a poco en el mueble para finalmente quedar sobre ella apoyándose en su antebrazo para no caerle con todo su peso encima mientras que con la otra mano acariciaba lentamente su pierna que aún estaba cubierta por ese molesto pantalón.

    Ella le cogía por el rostro a la par que con los dedos jugaba con sus mechones de cabello, él se dejaba hacer sin reclamos, estaba dispuesto a todo por hacerla sentir bien sin embargo había algo incómodo.

    —Kagome… —le dijo despacio al separarse unos segundos intentando estabilizar su respiración para luego agregar —…Vamos.

    Y diciéndole esto, se puso rápidamente de pie para, de ese modo, cargarla en brazos estilo nupcial; ella por impulso se sostuvo de inmediato del cuello masculino aferrándose cariñosamente a él mientras sonreía, al fin llegó el ansiado momento de estar con el hombre que amaba.

    Inuyasha la llevó hasta donde se encontraba la amplia cama de dos plazas donde anteriormente ya habían dormido juntos, aunque sólo y precisamente ‘dormido’ ya que no pudieron tener tanto tiempo para hacer otras cosas además él quería dejar ese momento para esa fecha en especial ya que sabía a la perfección que de todas maneras ese día estaría libre así como también al siguiente, era un plan excelente, podría pasarlo con ella sin obligaciones laborales ni nada por el estilo, solos: él y Kagome.

    Lemon [...]

    Pasaron sólo unos segundos para que luego él se volviera a acostar en la cama completamente exhausto y con ella recostada en su encima mientras la abraza de la cintura; con las últimas fuerzas que le quedaban jaló las sábanas para volver a cubrirse a la vez que se acomodaban, Kagome se acurrucó en los brazos de su amado y él apoyó suavemente su mentón en la cabeza de la fémina a punto de quedarse completamente dormidos pues el cansancio los venció de inmediato.

    Pero él quería hacer algo antes de dejarse vencer por el sueño: aprovechando que estaba cerca a la frente de Kagome, le plantó un dulce beso haciendo que los labios de ella se curvaran formando una bella sonrisa. La amaba tanto, que se lo susurró despacio y en un tono muy bajo, ella le respondió que también lo amaba en el mismo tono hasta que finalmente ya no pudieron soportar más el agotamiento quedándose dormidos en los brazos del otro.



    :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

    Bueno! ¡¿Qué tal? owo ¿Les gustó? xD Me salió largo el capítulo pero logré solucionar todos los imprevistos ¿No les parece? >w<
    Hasta a mi me emociona que estén juntos finalmente! Espero sus comentarios! Minna´san ^^ Me retiro por ahora, bye bye!


    Ah si! No podía ponerlo al principio porque sino arruinaba la sorpresa de la reconciliación entre Inu & Kag, pero les hago las recomendaciones por aquí.

    Canción que pueden escuchar al momento del reencuentro, cuando ella llega a París: Pretending de Glee!
    Canción que pueden escuchar cuando lean el lemon: Amor, quédate de Jean Carlos Canela.


    xD No sé, esas canciones me inspiraron al escribir esas partes, espero les guste!
     
    Última edición: 21 Agosto 2013
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  14.  
    Loe Essen

    Loe Essen Entusiasta

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    Snif, Snif ya era hora. Hermoso como lo escribiste y como se dieron las acciones.
    Por otra parte no lo deberia decir ¡ME encanto la parte esa...mmm,ya sabes. Fue dulce y tierno; nunca creí que podrías escribir esa clase de temas.

    Muchas gracias por avisarme que lo volviste a publicar.
    PD: ¡¡¿¿Penúltimo capitulo!!?? No quiero que termineee TT.TT
     
  15.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

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    :eek::eek::eek::eek: No puedo parar de llorar de la emoción, fue tan hermoso, no hay más palabra que eso, HERMOSO, Ale, mis respetos, sabes, cuando vi la serie me decepcione mucho cuando Inuyasha cambiaba a Kagome por Kykio casi hasta el final y más cuando él la beso antes de que ella muriera, lo odie, no sentí que Inuyasha mereciera a alguien tan gentil como Kagome , sin embargo, tú has hecho que vuelva a querer a este personaje, te agradezco mucho brindarle un final tan feliz a Kagome, :), no dejas de sorprenderme nunca.

    El cariño desbordante de las amistades de Kagome fue tan tierno, el viaje alocado, el mensaje sorpresa y la aparición de Kagome en París, fue sin duda lo que más amé, y el lemón, pues..... muy bien, te quedo genial, romántico, lleno de amor, hasta que al fin se decidieron esos dos XD, en lo personal, nunca he estado contra los lemons ;), pues, dado las emociones de muchos escritos, hasta resulta necesario, :D
    Ahora solo altan Miroku y Sango, pero me quede con la misma duda que Miroku, quién era esa otra chica????? Que raro..
    Esa Ayame, jajaja, no pensé que fuera tan pícara XD. Me alegro que ella también tuviera un final feliz.

    !!!!Como que el último capítulo!!!! (Respira, respira, sabías que este día llegaría) No puedo creerlo, buuuu. No me queda más que esperar el tan ansiado final y agradecerte un mundo por haber llenado mi vida de tantas emociones, sin embargo, espero saber más de ti, ;)
     
    Última edición: 21 Agosto 2013
  16.  
    DANY

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    si que estuvo buenisimo este capitulo al fin estan juntos y no hay nadie quien se lo impidan,
    y como dijo miroku al fin le dio utilidad a su hombria jejejejeje,
    que bueno que kagome tiene ese tipo de amistades o si no todavia estuviera llorando y lamentandose por no haber estado con Inuyasha,
    espero la continuacion de esta grandiosa historia.
     
  17.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    ¡Desorganización completa! D: De nuevo para variar... el trabajo que tengo y sus horarios tan cambiantes, de verdad lo lamento mucho, me he vuelto a pasar de la raya y no he colgado capítulo, para colmo de los colmos es el final... o supuestamente final... ;)

    Gracias a @Kuki, @Shassel y a @DANY por sus preciados comentarios, los valoro muchísimo y me sacan una enorme sonrisa cada vez que leo lo que piensan de los personajes y de la trama ¡Gracias totales a ustedes, los que me siguen, me comentan y me leen! ¡Gracias totales!

    Y pues sí, efectivamente, como mencioné ahí arriba: ''supuesto final'' ^^ Es como un regalo sorpresa que tengo para ustedes pero se los comentaré al final del capítulo. Espero que les guste!

    ------------------------------------------------------------



    Cap. 22


    No hacía tanto frio como en los meses anteriores pero aún así se podía sentir muchas veces las continuas ráfagas de viento que mecían con mediada fuerza los árboles de la ciudad. Todo era sumamente tranquilo en ese lugar que a pesar de haber pasado ya un año, no había cambiado mucho que digamos: las personas seguían caminando al mismo paso de costumbre, los autos movilizándose como siempre, los sonidos urbanos que se solían escuchar a esa hora de la tarde, al parecer nada nuevo ocurría.


    En la revista, el ambiente era el usual: los empleados trabajando arduamente como era lo correcto de todos los días aunque hubo ciertos cambios en la empresa de modas, como fue por ejemplo la salida inapelable de Bankotsu Rogers hace medio año y su viaje hacia tierras orientales, sus causas fueron laborales pero todos ya sabían más o menos que fue por un incidente que tuvo con Taisho y una mujer sin embargo desconocían la identidad de dicha fémina o al menos Miroku tuvo la delicadeza de no dar detalles sobre ello.


    El regreso de Inuyasha en la revista también fue algo nuevo ya que todos pensaron que su trabajo en Paris iba ser permanente, recibirlo de nuevo en la empresa fue algo de no esperar, a pesar de su carácter algo distante y hasta quizás estricta y enojona, no dejaba de ser una persona realmente querida por los empleados en Vogue. Y eso no fue todo, él había vuelto pero no estaba solo, Kagura le había dado la autorización de viajar nuevamente a Norteamérica sobre todo por el embarazo de su esposa ya que ella deseaba tener al bebé en tierras americanas; así es, Kagome e Inuyasha se casaron legalmente en una ceremonia ‘real’ en Paris, en Abril del 2013.


    No pudieron invitar a más personas ya que en realidad no tenían muchos allegados, los únicos que pudieron viajar fueron obviamente Sango acompañada de su prometido Miroku, Ayame y su también prometido Ryan, además vino una personita especial traída por Kayama y que no podía faltar en la boda de su ídolo. Al ver a Shiori en la ceremonia, Taisho esbozó una de esas tiernas sonrisas que se las daría a una hermana pequeña y Kagome al fin pudo conocer de cerca a la gran pupila de su esposo, estaba muy feliz de que todos pudieron estar ahí y rió un poco al recordar los celos que tuvo al confundir a esa señorita con alguna posible novia de Inuyasha en esos tiempos, sin embargo agradeció internamente haber experimentado esos sentimientos ya que sin ello jamás hubiera podido reconocer que estaba enamorada del joven ambarino.


    Además de la boda de ambos, los que también contrajeron nupcias fueron la pelirroja y su rubio prometido en Julio del mismo año, afortunadamente todos pudieron asistir pero los esposos Taisho debieron regresar a la ciudad parisina puesto que el contrato del fotógrafo aún no terminaba y debía cumplirlo hasta fin de año; al parecer las cosas se estaban desenvolviendo muy bien aunque aún quedaban sorpresas por descubrir.


    Era cuatro de Marzo de 2014, en la ciudad de Winchester aún se podía sentir esa brisa helada de invierno pues aún no pasaba esa estación en Estados Unidos. Inuyasha había regresado de Paris hace dos meses atrás, ya que se había puesto de acuerdo con su esposa y ambos acordaron regresar a su país natal a penas finalice el contrato de un año que él había firmado con la filial en esa ciudad europea, pues ella deseaba con muchas ansias que su bebé nazca rodeada de todos sus familiares y amigos.


    —Entonces, la nueva sesión es con ¿modelos latinas? —preguntó algo sorprendido por la situación, es decir, siempre tuvieron modelos pero jamás de ese origen.

    —Así es, para ser más específicos, son venezolanas —contestó Kayama sin mostrar algún tipo de emoción al mencionarlas.

    —Ah, vaya… a Kagome no le va gustar —opinaba más para él mismo que para hacer un comentario general.


    Apoyó su codo en el escritorio de su amigo mientras descansaba su mano en su mejilla y observaba con detenimiento las hojas donde estaban los perfiles de las cinco chicas, era una especie de curriculum que la agencia pedía para seleccionar a las que mejores experiencias en modelaje tenían, Taisho usaba esa información para saber cómo debería trabajar con cada una sin embargo recordó las veces que su esposa se fastidiaba cada vez que él tenía ese tipo de trabajos fotográficos y empezó a reírse suavemente.


    —Adoro cuando se pone celosa, se ve tan tierna —comentaba otra vez para sí mismo aunque esta vez levantó la mirada para fijarse en el callado de su amigo, dándose una sorpresa.


    Miroku estaba con una expresión cabizbaja no obstante se notaba muy bien que era fingida, es decir, estaba haciendo drama.


    —¿Pero qué te pasa? —inquirió el joven ambarino viéndolo con una ceja arqueada.

    —Acabo de darme cuenta que ya no estoy soltero ¡Pero! Soy muy feliz al lado de mi Sanguito —decía con algo de emoción en su tono de voz.


    Inuyasha sonrió de inmediato y movió su cabeza en forma negativa como si lo estuviera regañando indirectamente; de pronto, se acordó que no le había contado sus planes futuros a su amigo así que ya que estaban conversando amenamente pensó que sería buena idea comentárselo ahora.


    —Ah, por cierto, Kagome y yo vamos a… —intentó hablar sin embargo lo impidió el repentino sonido de su celular, alguien lo estaba llamando.


    Con una seña le pidió disculpas a su amigo por la interrupción y seguido, sacó el móvil para poder contestar sin demora, desde que la Higurashi salió en estado, él siempre cargaba con teléfono encima por si acaso para así estar listo ante cualquier emergencia posible.


    —Inuyasha, escúchame con claridad y no te alteres —le decía una voz familiar desde el otro lado de la línea.

    —¿Sango? ¿Qué ocurre? Sabes bien que si le dices eso a alguien, el resultado es lo contrario —le refutaba él y con mucha razón, sólo consiguió inquietarlo más.

    —¡Escucha! Kagome está en el hospital, ya empezó con las contracciones y el médico ha dicho que esta vez sí es en serio —le explicó con calma y lentitud para que él entendiera que su esposa estaba bien de salud.

    —¡¿Qué?! ¡¿En qué hospital están?! —gritó de pronto poniéndose de pie en el acto y haciéndole ademanes a Miroku para que también se parara.

    —En el Sunrise Hospital & Medical Ctr, pero Inuyasha…


    No le dio tiempo a que dijera nada más, le colgó la llamada e inmediatamente salieron de la oficina para dirigirse lo más rápido que podían hacia el elevador, el futuro papá apretaba con desesperación el botón que indicaba el primer piso como si así hiciera posible que la velocidad usual del ascensor aumentara para su beneficio. Una vez afuera, corrieron a prisa hasta llegar al estacionamiento y tomaron prestado un auto de la empresa ya que ninguno de los dos tenía carro propio, aún.


    —¡¿Qué te dijo Sango?! —exclamaba Miroku por la misma alteración que su amigo le provocaba.

    —¡Qué tenemos que llegar rápido! ¡Kagome ya está en trabajo de parto! —gritaba Taisho a punto de subirse al automóvil para el lado del conductor.

    —Retírate —le dijo su amigo mucho más calmado que él y apoyando una de sus manos en los hombros del chico, añadió —Yo conduciré, en tu condición actual no debes manejar.


    Y con mucha razón ya que parecía que los nervios dominaban la personalidad de Inuyasha en ese momento, es decir, era la primera vez en su vida que experimentaba estos sentimientos de ansiedad y desesperación junta por querer llegar a un lugar lo más rápido posible; cualquier hombre en su estado le importaría un ‘bledo’ quebrantar leyes de tránsito o velocidad con tal de lograr estar en el sitio deseado, arriesgando su propia seguridad, por fortuna tenía a su mejor amigo a su lado para hacerlo entrar en razón así que sin refutar lo más mínimo, movió su cabeza de arriba abajo dando a entender que estaba de acuerdo y dio media vuelta para subir por el otro lado del carro.


    Al adentrarse en las calles de la ciudad, Miroku pudo sentir la tensión que despedía su amigo, pensó entonces que hizo bien al tomar esa decisión y siendo de esa forma emprendieron rumbo al hospital general de Winchester, que en sí no estaba demasiado lejos desde donde ellos se encontraban, hacían prácticamente unos veinte minutos si iban a una rapidez promedio y por lo visto aceleraron un poco más de lo permitido rogando internamente porque ningún policía los detuviera.


    ::::::::::::


    —A qué hora pensarán llegar —se decía así misma mientras no dejaba de revisar constantemente su celular.


    Se paseaba de un lado a otro por todo el pasillo principal del hospital, jugando con su móvil, chocándolo despacio con su mentón a la vez que mantenía su mirada fija al techo. No hacía mucho que los estaba esperando pero Inuyasha le había colgado la llamada antes de decirle algo muy importante, debía esperarlos en la puerta de ingreso para explicarles bien las cosas aunque ya se imaginaba cuan apresurados iban a llegar.


    De pronto se dio vuelta quedando a espaldas de la entrada, se había entretenido leyendo algunos folletos colgados en el mural del hospital sobre planificación familiar, enfermedades comunes en los bebés, cuidados y prevenciones, etc. No había pasado tanto tiempo hasta que repentinamente pudo escuchar un grito en particular, reconociendo la voz de inmediato.


    —¡Señorita, dígame! ¡¿En qué cuarto está Kagome Taisho?! —exclamó rudamente asustando a las enfermeras presentes.


    Sin recibir respuesta alguna, empezó a desesperarse y preparó la voz para volver a increpar en un tono alto la misma pregunta sin embargo al recibir ese golpe en la cabeza haciendo que se pegue contra el mostrador, no dijo nada más y se volteó para saber quién había sido el culpable de tal atrocidad; pero bastó con ver la seria mirada de Sango queriendo asesinarlo si no guardaba silencio, para poder calmarse por completo.


    —Te lo quise advertir pero no te callabas, tío —decía Kayama quien ya había visto a su prometida acercarse a ellos.

    —Tsk! Qué sucede Sango, dónde está mi esposa —preguntaba el muchacho ambarino mientras se sobaba la nuca.

    —Eso intenté decirte pero me colgaste —respondió la joven castaña un poco fastidiada por la actitud de su amigo, continuó —Vamos, te llevaré al cuarto donde está ella.


    Y sin decirle otra cosa más, dio media vuelta para comenzar a guiarlos por todo ese establecimiento médico, causando un gran temor en los chicos aunque más en su novio quien no dejaba de sonreír nerviosamente a la par que la seguía mientras que Taisho se limitó a hacer pucheros de costado junto con esa mirada llena de resignación.


    Al llegar al cuarto piso después de haber usado las escaleras, puesto que los ascensores eran de uso exclusivo de los pacientes, caminaron un tramo más hasta llegar a una puerta cerrada que indicaba el número 415; antes de entrar Sango les hizo la seña de mantenerse en silencio o aunque sea tratar de no hacer tanta bulla. Ambos se quedaron un poco inquietados por ello y seguido, entraron, después de que la Ishikawa abriera la puerta.


    Los ojos de Inuyasha se agrandaron más de lo normal al fijarse en esa bella escena que no dejaba de despedir brillantez a su alrededor: Kagome estaba sentada en la cama y se veía mucho más hermosa que nunca, con esa sonrisa única de mujer verdaderamente feliz dedicada al pequeño retoño de piel rosadita que sólo emitía un aura de ternura y paz, al cual cargaba entre sus brazos sin dejar de ver.


    Se acercaba a pasos demasiado lentos a causa de la sorpresa, la señora de Taisho levantó la cabeza para fijar su mirada en la de su esposo quien no dejaba de ver con la boca semi abierta al bebé. Kagome lo estaba meciendo para que no llorara pero en cuanto vio la emoción oculta de Inuyasha, se acomodó para cederle el paso al nuevo papá; él, con mucho cuidado, aceptó a la criatura adecuando sus brazos para que no haya complicaciones al momento de cargarlo… en ese instante se dio cuenta.


    —Es niña… es mi hija… mi princesa —se decía así mismo sin poder articular mayores palabras a causa de la conmoción.


    La pequeña no estaba del todo dormida ya que de vez en cuando se podía apreciar sólo un poco el color de sus ojos, los cuales eran idénticos a los de su padre, es decir ambarinos. Su poco cabello de color negro hacía indicar que sería del mismo tipo que el de su madre, siendo de ese modo una combinación perfecta entre ambos rasgos característicos de los dos.


    Taisho llevó su mano izquierda a las diminutas manitas de su querida hija, teniendo como respuesta un típico movimiento reflejo en los bebés: la nena apretó con algo de fuerza el dedo índice de su papá, demostrándole de ese modo que estaba consciente de su entorno a pesar de que aún permanecía con los ojos cerrados por lo mismo que era recién nacida.


    Él estaba embelesado viendo a su princesa hasta que giró unos segundos su vista para fijarse en su bellísima esposa, la cual no dejaba de mirarlos con ternura. Le devolvió el mismo gesto logrando que ella se sonroje un poco, se le acercó y con mucho cuidado de no rozar a la bebé con nada, le dio un profundo de beso en los labios a Kagome haciendo que ella sintiera como una corriente eléctrica avanzara por toda su espalda.


    —Gracias Kagome, gracias por hacerme tan feliz, te amo, las amo a las dos —decía el fotógrafo muy conmovido por tener a su hija en brazos.


    Cuando se enteró que Kagome estaba embarazada, se puso realmente feliz, estaba seguro que no habría mejor noticia que esa hasta que se le pasó por la mente las constantes ideas de no saber qué iba a ser ¿Varón o mujercita? Pasaron un par de días para que pudiera darse cuenta que eso no le interesaba mucho, sea el género que fuere iba a amar a su bebé toda la vida sin embargo no esperaba que el sentimiento de amor y protección hacia su hija fuera tan grandes. Su cerebro estaba maquinando pensamientos por minuto ¿Cómo sería al crecer? ¿Cómo sería su voz? ¿Cómo será su sonrisa? ¿Qué dirá primero: papá o mamá? Pero la más importante por ahora…


    —¿Cómo la vamos a llamar? —dijo al fin, acentuando su voz de modo que todos en el cuarto puedan oírlo.

    —Deben decidirlo los padres —opinó repentinamente Kayama, quien también estaba contento por la felicidad de sus amigos.

    —Qué tal si lo deciden ustedes dos, después de todo son los padrinos —habló de pronto Kagome con una sonrisa viendo a su amiga.

    —¿En serio? ¡Oh Dios mío! ¡Gracias, amiga! —exclamó emocionada la joven castaña aunque controlando su tono de voz para luego aproximarse a Inuyasha.


    Él, a duras penas pudo separarse de su pequeña, la quería cargar todo el día pero debía resignarse pues se notaba que la criatura iba ser muy querida por todos y no sólo él iba a desear estar a su lado. Sango la sostuvo en sus brazos al igual que lo estaban haciendo los esposos Taisho anteriormente para agregar una singular frase.


    —¡Oh cariño! Yo soy tu madrina, mi amor ¡Te voy a querer tanto que ningún hombre me va parecer lo suficientemente bueno para ti! —recordó que esa oración la escuchó en alguna película o serie de televisión pero que sin duda hacía juego con lo que sentía en ese momento.

    —Apoyo eso, Sango —intervino un celoso papá con las cejas arqueadas y de brazos cruzados. Nadie se iba a meter con su niña, ningún infeliz se la llevaría.

    —Y bien ¿Cómo se va llamar mi ahijada? —dijo Kayama, quien ya veía el futuro amoroso de la pequeña algo sombrío.

    —Qué te parece… Maya —murmuró Ishikawa sin dejar de ver a la bebé.


    Todos se pusieron a imaginar la combinación entre el nombre de la nena en conjunto con los apellidos de los padres, quedando de este modo: Maya Taisho Higurashi. No sonaba nada mal, era corto, sencillo y original, pues muy pocas mujeres se llamaban así; además simbolizaba algo muy precioso, significaba “Regalo de Dios”, Sango les explicó lo que quería decir el futuro nombre de la bebita y a todos les fascinó, sobre todo a la madre quien encantada permitió que se den así las cosas.


    —¿Kagome, estás aquí? —se escuchó de pronto una voz femenina que entraba al cuarto.


    Las chicas pudieron reconocer de quién se trataba y felices recibieron a la chica pelirroja que ingresaba en compañía de su esposo; Ryan traía dos globos metálicos con algunos dibujos de gatitos animados y algunas frases de felicitaciones, mientras que Ayame trajo un peluche mediano de conejito rosa que tenía bordado un ‘Te quiero’ en sus patitas. Todos fueron regalos para la nueva mamá y su adorada hijita quien ya se había quedado dormida.


    No pasó mucho tiempo para que viniera una enfermera, revisando cada cuarto como era su trabajo; al percatarse el exceso de gente pidió amablemente que se retiraran, dejando solos a los padres y al bebé para que así no haya disturbios más tarde. Al parecer a Kagome le daban de alta al día siguiente por lo que no había que volverse locos por tener que esperar para verlos otra vez, por ahora dejaron a Inuyasha muy contento, sentado en el mueble que había dentro de la habitación, de nuevo cargando a su pequeña hija, meciéndola de rato en rato mientras que su flamante esposa dormía plácidamente en la cama, mereciéndose ese mínimo descanso por todo el esfuerzo de horas antes.


    Nadie pensaría que esos dos tuvieron que pasar por tantas cosas para llegar a estar juntos como ahora, desde que se conocieron hubo cierta discrepancia que con el tiempo y gracias a los acontecimientos, se pudieron eliminar por completo, dando como resultado ese gran amor entre ambos.


    Ella, llegó a pensar cuan detestable podría ser él

    Él, imaginaba lo irritable que sería estar cerca de ella

    Ella, nunca pensó enamorarse tanto de él

    Él, jamás pensó que daría su felicidad por la de ella

    Ni Contigo, Ni Sin Ti
    -----------------------------

    Bueno, fue un capítulo corto en sí, pero espero que este final les haya gustado mucho!!!! >w<
    La hija de Inu&Kag, sé que está muy clicheado terminar fanfics de este modo pero me agradó tanto la idea de ver a un paternal Inuyasha meciendo a su beba mientras una maternal Kagome los observaba tiernamente *-* Y oh si! la canción recomendada para esa parte en especial es el OST de Nagisa del anime Clannad ^^ Espero les agrade esa melodía mientras leen esa parte...

    Y bueno ya! A lo que iba! La sorpresa que les comenté ^^ Se trata de un capítulo extra que le agregué a esta historia, 100% full romance Inu&Kag así que si les parece me dicen qué opinan sobre esto, si quieren leer este cap. extra y bueno si es así lo estaría colgando la otra semana ¿Bien?

    Vale! ^o^ Nos estamos leyendo entonces... Jya Ne!
     
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  18.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

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    :') HERMOSO FINAL, gracias Ale, me causó tanta ternura imaginar a Inu y Kagome como padres, no me importa que sea un final trillado o no, me encantó, amo los finales felices.
    Por fin las cosas salieron bien para ese par, "UNA HIJA", que hermoso, cambio de pañales, horas sin sueño XD, risas inocentes, :3 de seguro lo harán bien.
    Todos se casaron, hasta Miroku, jejejeje, ya era hora que haciente cabeza, y nadie mejor como Sango para hacerlo entrar en razón.
    Jajajaja, me dio tanta gracia el golpe que Sango le dio a Inuyasha, quién lo manda a hacer semejante escándalo XD, pero pobrecito, es comprencible, !!!!Padre primerizo!!!! qué ternura.
    La canción es hermosa, (Lástima que no la escuché desde el inicio del capítulo) y el mensaje del final aún más hermoso, Ni contigo ni sin tí XD.
    Claro que que queremos ese capítulo extra, lo necesitamos, bubuuuuu. Por favor, escríbelo, nos harías tan felices.
    Un abrazo enorme Ale, y muchas gracias por tan hermosa historia, la mejor que haya leído, felicidades, eres genial.
     
  19.  
    Loe Essen

    Loe Essen Entusiasta

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    Que hermoso final...esperen! ¿dije final? No quiero eso, pero lo que si quiero es el omake que vas a hacer (puro InuXKag, un sueño).

    Me encanto el final como odio esa palabra , fue sencillamente perfecto. En toda la extensión del fanfic he sido sumamente feliz, y has logrado un desenlace hermoso. Hijos, Miroku casado, todos felices, me acabo de dar cuenta que Shippo no apareció, yo en una laguna pensando que voy a hacer con mi vida, tu contenta por terminar, y asi resumo todo lo que tengo para decirte.

    Muchas gracias por todo, espero poder leer mas de ti en un futuro.
    Saludos, Kuki.
     
  20.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

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    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
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    Hola Minna´san, lamento haberme demorado un par de días más para poder venir y colgarles este capítulo extra que les prometí. Los horarios en mi trabajo están últimamente muy ''zafados'' xD Ni cómo aguantar pero pues... debo seguir así por motivos de fuerza mayor y personales ^^

    Pero bueehh, creo que esta vez sí es la despedida definitiva en este Fic, quiero que sepan lo inmensamente agradecida que estoy por todos sus comentarios, me sirvieron de mucho para seguir adelante y poder traerles siempre cada semana nuevos capítulos. Es la primera vez que lo hago pero me tomé la molestia de recopilar los nombres de todas las personas que se tomaron su tiempo y me comentaron desde el primer capítulo así que iré mencionandolas: @Cami Chan, @ZaroM, @Lacie, @Macky Eli, @Kyouko Kiryuu, @Nastya Taisho, @Misaky-chan, @Akarilove, @Kary Yaruu, @Kohei M, @Kira Yuno, @Sango-sama, @Kai Stavros, @DANY, @Shassel, @Karinblue, @Kuki, @Zor Uak & @Sango Figueroa. ¡Gracias Totales a todos ustedes y a las demás personas que le dieron 'Like' o que se pasaron a leer mi Fic! ^^

    Sin más que agregar, y muy contenta me despido hasta una nueva oportunidad de traerles otra de mis locas historias :) Aquí les dejo el capítulo extra full romance InuxKag... Ojalá les guste

    -------------------------------------------------------------------

    Cap. Especial: Noviazgo en París

    Abrió los ojos lentamente hasta que de una vez por todas se animó a mirar por completo la enorme habitación que todos los días observaba con gran alegría pues le recordaba su reciente cambio en su estilo de vida desde hace un par de meses atrás junto a la persona que amaba.

    Se quitó suavemente el edredón de encima que por cierto, abrigaba el cuerpo demasiado bien dando esa sensación de no querer salir, aún así debía hacerlo ya que había cogido la costumbre de prepararle el desayuno antes de que se despertara. Siendo de ese modo, caminó delicadamente por el piso alfombrado hasta llegar a donde se encontraban sus pantuflas, se las puso con tranquilidad y luego se acomodó la bata encima para luego poder salir del cuarto, siempre con una sonrisa.

    Fue hasta la amplia cocina que había en su gran apartamento, le gustaba mucho esa parte de la vivienda pues era muy acogedora, siempre estaban todos los utensilios limpios y ordenados como obviamente debe ser aunque a veces pareciere que nunca los usaran. Prendió la cafetera y ésta, de forma automática, se dispuso a pasar el café haciendo que saliera un humo agradable con ese delicioso aroma que de inmediato envolvió por completo la sala y el comedor.

    —Huele muy bien —escuchó de pronto aquella seductora voz en su oído derecho mientras sentía esos fuertes brazos rodearle la cintura.

    —Tú también hueles bien —le decía ella embriagada por su puro aroma a canela que lo caracterizaba.

    Pudo oír como él se reía suavemente por sus anteriores palabras, sintió entonces una repentina corriente eléctrica por todo su cuerpo pues le había mordido con delicadeza su oreja. Deseaban infinitamente poder pasar un momento placentero incluso ahí en la cocina, ya que no sería la primera vez, sin embargo habían obligaciones laborales que cumplir y si se demoraban más de lo normal Taisho llegaría tarde a trabajar, eso no estaba permitido muy a su pesar pero deberes eran deberes.

    —Ah! Maldición, en la noche me las cobro —dijo con una sonrisa, muy divertido, para luego darle un profundo beso en los labios.

    Inuyasha y Kagome eran novios desde hace dos meses, todo este tiempo llevaban conviviendo juntos como antes lo hacían. Al saber que la Higurashi no estaba dispuesta a vivir sin él a su lado, ya habiendo tomado la decisión de permanecer ahí con él, viviendo en París, él se alegró mucho y sin poner ningún ‘pero’, coordinaron todos los papeles legales para alargar la estadía de Kagome en la ciudad francesa por un año, el mismo tiempo que él había firmado contrato con la filial de la revista en esa ciudad.

    Además por ser el nuevo fotógrafo de Vogue en Francia, Kagura le había rentado una habitación de hotel durante ese periodo de tiempo pero en vista de que ya no era sólo una persona, Inuyasha corrió con los gastos con el fin de buscar un nuevo apartamento para que los dos pudieran vivir sin incomodidades de espacio y otras cosas.

    Estos anteriores meses habían pasado demasiado rápido, al menos para ellos dos, continuamente hablaban con sus amigos de Norteamérica vía cámara web ya que así podían enterarse de todos los sucesos importantes entre su círculo amical, como por ejemplo: la futura boda de Ayame y Ryan en Julio de este mismo año; a penas y faltaban cuatro meses para este acontecimiento y ya estaban armando todos los planes de estadía y demás, se supone que por cumplimiento del contrato laboral de Inuyasha no podían quedarse más de tres días en otro país así que la Higurashi decidió que ambos irían al matrimonio de su amiga pero sólo podrían quedarse a la ceremonia ya que al día siguiente debían viajar otra vez.

    Una sorpresa más fue saber que Sango y Miroku estaban en una relación seria y formal ya que él había hecho una especie de ‘mensaje a la nación’ por medio de la red social Twitter, informando a todas sus amigas que ya no se encontraba disponible para absolutamente nada de reuniones o ese tipo de cosas y que por favor no llamaran ni mandaran textos para intentar persuadirlo pues sería en vano. No faltaron las osadas respuestas de señoritas intentando seducirlo para que recapacitara pero no dio resultado pues de inmediato Ishikawa se encargó personalmente de eliminar la cuenta de su novio y crearle otra más decente.

    Al único que le causó gracia todo esto fue a Inuyasha pues nunca imaginó ver a su amigo así de dominado por una mujer, sin duda alguna Sango hizo milagros al transformar de esa forma a su camarada.

    —Bueno, me voy cariño, te veo en la noche —se despedía el joven ambarino mientras la besaba con amor.

    —Nos vemos luego —contestaba ella, embelesada al contemplarlo.

    El chico salió del apartamento dejando sola a su novia, como sucedía a diario, pues ella aún no se decidía a ofrecer algún curso de repostería casera por allá o trabajar de mesera; sea lo que sea debía hacer algo para poder obtener algunos ingresos pues no siempre estaría dependiendo de su novio todo el año que estarían en esta ciudad.

    —Iré a visitarlo hoy —se dijo de repente con una sonrisa tierna, agregó mientras iba a cambiarse de ropa —Será mejor que le lleve algo para endulzarlo.

    Y habiéndolo decidido ya, se dispuso a empezar para así tener listo todo en la tarde, a una hora adecuada donde ella sabía que podía ir a verle.

    :::::::::::::

    —Así que será en un café cerca a la plaza ¿Serás capaz de llevarlo a cabo? Necesito un portafolio de esas fotos para mañana a primera hora —le encargaba lo que tenía que hacer.

    —No hay problema, veinte fotografías listas para mañana —decía él a su modo algo serio y arrogante como si sintiera que su jefa lo estuviese subestimando.

    —Bien, eso es todo Taisho, puedes irte —respondió Kagura en su mismo tono indiferente de siempre.

    Su asistente se encargó de acompañar al joven ambarino hasta la salida de su oficina para luego cerrar la puerta quedándose a solas con la francesa quien ahora sonreía complacida, al parecer fue una buena decisión traer a un profesional de la talla de Inuyasha a trabajar en esta filial, hacía mucho tiempo que no se sentía ese buen ambiente laboral.

    Él caminaba por ese largo pasillo pensando en más o menos que tomas haría y cómo sería el enfoque adecuado para que salgan bien, además tenía que analizar a cuantas personas del área de luces y mantenimiento debía llevar a ese lugar; por ser un trabajo al aire libre no debía llevar a mucha gente ya que podría verse afectada esa sesión fotográfica.

    —Jefe, las modelos ya están aquí —le dijo de repente uno de sus ayudantes, alcanzándolo por el pasadizo.

    —Gracias Stalin, diles que vayan al auto, está en el estacionamiento —respondió el fotógrafo ambarino en un tono algo serio pero amigable.

    Al parecer ya se había ganado la simpatía de los más jóvenes, y es que siempre mostraba un aura casi agradable hacia ellos ya que les recordaba a como fue él hace años; aunque internamente agradecía que Shiori fuera la única que lo llamara ‘Taisho-Sama’, era un apelativo algo exagerado para él sin embargo nunca se lo prohibió.

    Fue hacia su nueva y enorme oficina a recoger algunos implementos que necesitaría para esta sesión, luego se dirigió hacia el primer cajón de su escritorio para poder sacar una correa negra que compró hace unas semanas atrás por internet pero en el momento que iba a sustraerla, desvió un poco la mirada para fijarse en un pequeño cofre de cuero negro. Recordó entonces que aún no se había decidido a entregárselo, ni si quiera había pensando en las posibilidades que tendría de ser aceptado o rechazado; una diminuta sonrisa se dibujó en sus labios al tener ese tipo de pensamientos, era obvio que ella le gritaría un sí por toda la cara sin embargo eso no quería decir que sus nervios se esfumarían por arte de magia.

    El acto de coger el cofre con su mano derecha fue un impulso que ni él mismo supo comprender pero ya que lo tenía ahí, aprovechó para guardarlo celosamente en el bolsillo de su chaqueta, después de todo y aunque tuviera un buen salario, ese objeto le había costado la mitad de su sueldo.

    Salió de su oficina y se encaminó hasta el ascensor donde luego se dirigiría hasta el estacionamiento del edificio donde lógicamente ya estarían esperándolo para de una vez irse hacia ese café y empezar con la sesión fotográfica.

    :::::::::::::::

    Empujó las puertas de vidrio del condominio para así poder ingresar y fue hasta el área de recepción donde se encontraban tres señoritas, dos de las cuales estaban ocupadas atendiendo algún tipo de llamada importante, por lo que se acercó a la que parecía estar tecleando en la computadora.

    —Disculpe ¿Se encuentra el joven Taisho? —cada vez que lo iba a ver, siempre preguntaba por él usando su apellido, se sentía que abusaba de confianza si mencionaba su nombre.

    —Buenos días señorita Higurashi, llamaré para informarle —contestó muy educada la recepcionista además ya conocían a Kagome dentro de la revista por lo que no era problema averiguar si Inuyasha estaba o no en la empresa.

    Esas fueron, en realidad, las indicaciones que dejó el fotógrafo ambarino: si su novia venia a buscarle por cualquier motivo, no era necesario que le consultaran para qué lo requería, simplemente debían limitarse a llamarlo a su oficina o en caso contrario decirle a la chica dónde se encontraba o qué estaba haciendo; y es que la verdad eran los fuertes celos que la Higurashi demostró las últimas semanas, pues él había empezado con las usuales entrevistas o casting para elegir a las nuevas modelos que posarían para la portada de la temporada de invierno.

    Kagome había llegado de sorpresa una tarde a su estudio fotográfico, encontrando al chico en una comprometedora posición con una de las señoritas ya que le estaba indicando cómo debería sentarse en el mueble que se usaría en ese momento; Inuyasha estaba sosteniendo el brazo de la modelo mientras que con la otra mano la cogía por el mentón para así poder acomodar mejor el perfil y tomar una buena foto.

    Esa tarde hubo una pequeña e irrelevante discusión sobre el por qué él debía ocuparse de arreglarles la posición a esas mujeres ¿Para eso tenía ayudantes o asistentes verdad? Inuyasha suspiró resignado aunque un poco fastidiado pues ese era su trabajo y ella debía comprender sin embargo se comprometió a no acercárseles demasiado, promesa que fue tomada por Kagome como un método para evitar una pelea mayor y en realidad lo último que ella quería era eso, por lo que se regañó mentalmente por su egoísmo y acariciándole de forma cariñosa las mejillas, le plantó un suave beso en los labios para luego decirle que la disculpara, que no se preocupara y que entendía su labor.

    Aún así, él analizó las circunstancias y llegó a la conclusión de que también se pondría celoso si encontrara a Kagome en esa misma situación con un hombre muy a pesar de que fuera su trabajo. Siendo de ese modo, se puso condiciones así mismo, ya no era soltero por ello debía cambiar su modo de laborar por su propio bien y por el de ella también. Desde ese día, las cosas cambiaron dentro del estudio y aunque a los demás se les hizo extraña su nueva forma de hacer las sesiones, se adaptaron rápidamente tomándolo como algo sin importancia.

    La recepcionista fue muy amable al darle la dirección del café en donde Taisho estaba realizando la sesión fotográfica e incluso se ofreció a llamarle un taxi pero ella no aceptó, con una sonrisa le agradeció por la atención y salió del local para luego detener un auto negro, color característico de los taxis en Francia, lo abordó y le dio las indicaciones respectivas al chofer para que la llevara hasta allá.

    :::::::::::::

    —Levanta el brazo un poco… sí hasta ahí, bien ahora… —decía el joven ambarino mientras, de brazos cruzados, miraba atentamente como iba quedando la pose de esa modelo.

    —Hey Taisho ¿Por qué mejor no te acercas y me tocas las partes que deseas acomodar? —dijo de repente la muy aventada señorita con un tono sensual intentando seducirlo.

    No era la primera vez que esto pasaba, en realidad, cada vez que le tocaba sesiones fotográficas con guapas modelos no era de extrañarse que al menos tres de ellas se le insinuaran sexualmente sin embargo él nunca las tomó en serio; había tenido novias obvio, pero jamás eligió a modelos porque simple y llanamente no le gustaba ese tipo de mujeres.

    Aquella tipa se había puesto en una posición algo sensual, doblando su rodilla derecha de modo que su falda se acurrujara un poco, mostrando el muslo de su pierna para así atraer un poco de su atención.

    —Inuyasha… —mencionó esa dulce voz que tanto le gustaba por su detrás.

    El aludido volteó rápidamente pues sabía a la perfección de quién se trataba y se alejó de la osada mujer sin hacerle mayor caso para ir al encuentro de la joven que tanto amaba, mostrando un notable brillo en sus ojos junto con una atractiva sonrisa que no desapareció en ningún momento, ni siquiera cuando estuvo frente a ella.

    Le acarició levemente la mejilla derecha y ella puso su mano encima de la de él para reforzar el gesto cariñoso.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó el chico sin dejar de verla y sonreírle.

    —Vine a verte, preparé cupcakes con glaseado de chocolate, lo que te gusta —le contaba ella sin apartar su mirada de él, le encantaba poner en práctica su conocimiento en repostería y hacerle dulces a su ambarino novio.

    Al ver que la novia de Taisho llegó, todos sabían muy bien que el momento de tomar un descanso había comenzado por lo que sin decir una sola palabra fueron a relajarse un rato por ahí, incluyendo a la modelo que hace unos segundos intentó seducirlo. Pudo notar que tratar de conquistar a ese simpático fotógrafo sería una tarea imposible, lo supo desde el momento en que vio cómo él miraba a la joven azabache: era la cara de un hombre estúpidamente enamorado.

    Por otro lado, ella estaba feliz de poder verle, también estaba completamente enamorada y permanecer sin su compañía por largo tiempo la hacía sentirse triste, aunque en el fondo estaba algo irritada por haber presenciado esa muestra de atrevimiento por parte de esa mujer, es decir, ya varias veces encontraba a su novio expuesto a ese tipo de situaciones incómodas pero lo único que le alegraba era saber lo fiel que él podría llegar a serle, se lo demostró infinitas ocasiones y le agradecía mucho a Dios por hacer que Inuyasha llegue a su vida; él le hizo recobrar la confianza que tenia perdida en las relaciones amorosas, enseñándole que no todos los hombres eran iguales y que sin duda alguna ella podría sentirse segura a su lado pues nunca le fallaría.

    De pronto recordó un momento especial que tuvo con él, aquel sábado por la noche en su cumpleaños del año pasado. Sonrió mucho y decidió que ya era tiempo de revelarle el deseo que pidió esa vez.

    —Se cumplió —dijo misteriosamente la Higurashi mientras jugaba con el cuello de la remera masculina.

    —¿Se cumplió? ¿Qué cosa? —inquirió él, lo tomó por sorpresa ya que no sabía a qué se refería.

    —Mi deseo de cumpleaños —comenzó a decirle ella, le rodeó su cuello con sus brazos apegándose más a él y prosiguió —Esa noche yo pedí… Pasar mi vida entera junto a ti… y lo estoy haciendo.

    A pesar de que sólo habían pasado un par de meses, ella ya sentía que ese tiempo se iría incrementando más y más, pues lo amaba y no estaba dispuesta a separarse de él nunca; quizás sonaba algo posesivo pero no había experimentado este tipo de sentimientos antes, ni con su antiguo novio ni con otros chicos que en algún tiempo pudieron gustarle.

    La sonrisa que Taisho tenía en su rostro no tenía precio alguno, era uno de esos felices gestos que pones cuando escuchas algo preciado que no tiene comparación, sin embargo él vio que era el momento perfecto para hacer lo que tenía en mente desde hace tiempo.

    —Espera, eso aún no sucede —respondió el joven ambarino, siendo él, el misterioso esta vez.

    —¿Po…por qué dices e…? —se calló de pronto, siendo embargada por una extraña sensación de querer llorar pues sabía lo que se venía después de ver como él se arrodillaba frente a ella.

    Apoyando su rodilla izquierda en el piso mientras doblaba su pierna derecha de modo que le permitiese agacharse cómodamente, mantenía su cabeza inclinada hacia arriba sin dejar de verla y sonreírle; sacó de su bolsillo izquierdo aquel pequeño cofre que recogió del cajón de su escritorio en ese momento y lo abrió, mostrándole así el hermoso anillo que le había comprado mientras agradecía internamente a quien haya sido el inteligente de habérsele ocurrido poner aquella canción de Marc Anthony ‘I need you’, como fondo perfecto para esa propuesta tan especial.

    —Kagome, te amo… eres la mujer de mi vida… cásate conmigo —finalmente se lo dijo, después de tanto ensayar a solas, después de tantos días pensando en la manera correcta de decírselo, al fin pudo proponerle matrimonio.

    Y como lo supuso, ella se tapó la boca con ambas manos para evitar que se le escapara algún grito de emoción, pues obviamente estaba a punto de llorar y exclamar a los cuatro vientos lo feliz que se encontraba. Lo único que pudo hacer es mover su cabeza afirmativamente de forma muy rápida, mirando a todas partes aún ocultando sus labios sin embargo ya no pudo contenerse más por lo que clamó a gran voz.

    —¡Sí! ¡Sí! ¡Acepto! ¡Me casaré contigo! ¡Rayos, sí!

    Se agarró de los cabellos pues aún no lo podía creer y a penas mencionó su positiva respuesta, él se puso de pie para poder abrazarla pero ella lo tomó por el cuello de su remera atrayéndolo por completo para poder besarlo con mucha pasión mientras soltaba un par de lágrimas de felicidad. Jamás imaginó lo conmocionada que se sentiría en un momento así, siempre lo soñó pero nunca pensó que sería de esta forma, fue algo realmente hermoso, algo que jamás se borraría de su memoria, obviamente.

    Luego de separarse para poder tomar aire, él le colocó el anillo en su dedo anular izquierdo indicando que estaban oficialmente comprometidos frente a todos los presentes: modelos, asistentes y personas ajenas a la empresa, es decir gente que pasaba por ahí y se quedó a presenciar esa escena tan romántica, creyendo que se trataba de algún tipo de grabación sobre cierta nueva película que se rumoraba se filmaría en Paris; sin embargo los ayudantes de Inuyasha se encargaron de disipar esas falsas declaraciones para explicarles que lo que estaba sucediendo era cien por cierto real a lo que el público presente se limitó a enternecerse y aplaudirles, expresando así sus felicitaciones a la nueva pareja de futuros esposos, quienes esta vez sí se casarían de forma correcta, por lo civil y religioso y sobre todo conscientes de lo que estaban haciendo.

    Apoyaron sus frentes mutuamente acariciándose las mejillas el uno al otro sin dejar de sonreír pues sabían que ese era, verdaderamente, el primer día del resto de sus vidas, juntos.


    The End

     
    Última edición: 11 Septiembre 2013
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  21.  
    DANY

    DANY Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    25 Mayo 2012
    Mensajes:
    43
    Pluma de
    Escritora
    que increible estuvo el final, me ha conmocionado, hayy que ganas de llorar, definitivamente esta es una de mis historias favoritas
    lastima que ha terminado, te felicito tu historia me gusto mucho hasta soñe con ella, a veces creo que estoy loca jejejejejejej.
    bueno, en fin te agradezco que siempre me hayas mantenido informada de cada capitulo.
    nos leemos pronto!
     
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  22.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
    Miembro desde:
    29 Octubre 2012
    Mensajes:
    465
    Pluma de
    Escritora
    Muchas gracias por el capítulo extra, estuvo fantástico, :) no sabes como lo amé, :'( que tristeza que haya terminado.... me encariñe mucho con esta historia.
    Inuyasha y Kagome felices en París, que romántico, en especial esa petición de matrimonio :) en frente de tantas personas. Wuuaaaaa, el final perfecto.
    Solo me queda agradecer que hayas compartido conmigo las actualizaciones, y que le hayas dado un final tan hermoso a este bonita y curiosa pareja XD, saludos Ale, y como te dije antes, espero saber más de ti.
    Suerte.
     
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