La peculiar belleza de Lucie Bruns.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por BLack NiGTH, 11 Mayo 2013.

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    BLack NiGTH

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    Título:
    La peculiar belleza de Lucie Bruns.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1636
    Prólogo:

    Recuerdo que, cuando te vi por primera vez, entrando por la puerta del aula, no pude evitar fijarme en tu rostro… en tus labios voluptuosos, en tus ojos marrones y tus cejas arqueadas; en tu pequeña y tal vez un poco respingona nariz de la que colgaba aquel aro, como a un toro. Memoricé tus pómulos, el cómo apartaste ese mechón de tu cara con la mano, la forma en la que llevabas la mochila y aquel maletín lleno de garabatos, y en cómo un pié se adelantaba al otro a cámara lenta, y cómo a cada paso de dabas tu camiseta holgada se estiraba y encogía al instante. La primera vez que te vi, tardaste 7 segundos en entrar por la puerta y sentarte en el pupitre, pero fue tiempo más que suficiente para llamar mi total atención y dedicártela solamente a ti.



    Capítulo 1:
    ‘Sólo es curiosidad.’
    El despertador de mi cómoda sonó por primera vez en aquel cuarto. Lo apagué, suspiré y me incorporé en la cama. Froté mis ojos mientras bostezaba, me puse las zapatillas, salí por la puerta y fui a la cocina.

    –Buenos días, Lydia.– Me saludó Anna.
    –Buenos días…– Contesté con voz ronca. Carraspeé.

    Me serví mi café, lo tomé y fui a prepararme. No le pregunté dónde estaba mi padre, ni si habían dormido bien, ni siquiera me senté al beberme el café. Me vestí con lo primero medianamente decente que encontré, me puse la chaqueta, la mochila y me fui. Ni siquiera dije adiós. No sé por qué. Tenía tiempo de sobra para prepararme y más tarde coger el bus, pero en el mismo momento que sonó el despertador decidí ir al instituto andando. Tampoco estaba tan lejos. La verdad es que empecé a caminar mirando al suelo, sin intención de ir a ninguna parte, como si eso no me importara. Pensaba en todo lo que había pasado en tan poco tiempo: en que mi padre y Anna ya eran pareja de hecho, en que seguramente no volvería a ver a mi madre en mucho tiempo, en que tenía que empezar una nueva etapa de mi vida desde cero, y para colmo acabar el curso en otra ciudad y otro colegio totalmente distinto al anterior. Suspiraba. Suspiraba una y otra vez. Levanté la vista y vi el instituto dos calles más adelante.

    Cuando me encontré a las puertas del instituto, me di cuenta de lo terriblemente feo que era. Parecía más una cárcel que un instituto. No me inspiró ninguna confianza, pero aún así entré. Subí hasta el segundo piso y entré en el Aula 23. Todo muy monótono. Lo odiaba. Había como unas 20 personas, todas ellas en grupillos y chismorreando. Me senté en un pupitre que estaba libre, uno que estaba al fondo, y de repente todo el mundo se calló y me miró fijamente. Todos guardaron silencio mientas empezaba a sacar mis cosas de la mochila y colgaba mi chaqueta en el respaldo de la silla.

    –Eres la nueva?– Me preguntó un chico con una sudadera azul. Era de tez morena, pelo corto y negro. Ojos claros.
    –Emm… ¿Sí?
    –Ya… pues… mira, tú… no te sientes ahí.– Lo dijo muy atropelladamente, como si no quisiera hablar conmigo.
    –¿Y por qué?- Le pregunté de mala gana. No tenía tiempo para estupideces.
    –Pues… porque… verás…
    –Está ocupado.– Le interrumpió una chica con lentes. –Ese pupitre es de otra alumna. Por eso no te puedes sentar ahí.
    Suspiré pesadamente
    –¿Y dónde me siento entonces?– Susurré con los ojos cerrados y apretándome las sienes.
    –Puedes sentarte detrás de mí, allí.

    Recogí mis cosas y las dejé en el pupitre. Una vez puestas todas las cosas en el que iba a ser mi nueva mesa, uno de los grupillos se acercó a mí, entre los miembros de dicho grupo se hallaban tanto el chico de la sudadera como la chica de gafitas.

    –Como... eres nueva, veníamos a presentarnos. Yo soy Saron, soy la delegada del curso, así que cualquier duda o problema que puedas llegar a tener, sólo dímelo. – Lo dijo mirando hacia otro lado, sonrojada.

    Era bajita, con el pelo castaño claro, un poco pelirrojo y le llegaba la los hombros y parecía delgada, a pesar del jersey tan ancho y grueso que llevaba. Recuerdo que tenía unos ojos verdosos enormes a pesar de llevar las gafas.

    –Este es Josué,– refiriéndose al chico de la sudadera –ella es Avril,– rubia, pelo ondulado, ojos castaños, muy maquillada y dejando ver el poco pecho que tenía debido a su extrema delgadez –y él es Marco.– Un chico fuerte, más bajo que alto, sonrisa ancha y melena castaña.
    –Yo soy Lydia. Y gracias por vuestra preocupación, pero no tengo ningún problema ni duda ahora mismo.
    –Bueno… Nos dejan salir del instituto durante los recreos, si quieres, puedes venir con nosotros.
    El timbre sonó justo después de que Marco acabara la frase.
    –De acuerdo.– Susurré tras unos segundos.

    El profesor entró, me presentó al resto de alumnos y comenzó a dar el tema. Yo no prestaba atención, sólo miraba por la ventana cómo el viento movía las hojas del patio y cómo los pajaritos volaban o se posaban en el tendido eléctrico. Cuando ya llevábamos como una media hora de clase alguien llamó a la puerta. Uno de los alumnos se levantó y la abrió. Al profesor se le cambió la cara por completo. Me pregunté quién habría al otro lado del marco de la puerta para que el profesor pusiera tal mueca de desdén. Desde mi pupitre no podía ver.

    –Traigo justificante médico. ¿Te lo enseño?– Se escuchó de una voz melodiosa.
    –No hace falta.– Escupió el profesor.

    ¿Sabes? Dicen que la primera impresión es muy importante a la hora de conocer personas. Y yo… Recuerdo que, cuando te vi por primera vez, entrando por la puerta del aula, no pude evitar fijarme en tu rostro… en tus labios voluptuosos, en tus ojos marrones y tus cejas arqueadas; en tu pequeña y tal vez un poco respingona nariz de la que colgaba aquel aro, como a un toro. Memoricé tus pómulos, el cómo apartaste ese mechón de tu cara con la mano, la forma en la que llevabas la mochila y aquel maletín lleno de garabatos, y en cómo un pié se adelantaba al otro a cámara lenta, y cómo a cada paso de dabas tu camiseta holgada se estiraba y encogía al instante. La primera vez que te vi, tardaste 7 segundos en entrar por la puerta y sentarte en el pupitre, pero fue tiempo más que suficiente para llamar mi total atención y dedicártela solamente a ti.

    El profesor carraspeó y continuó dando la lección, y los alumnos siguieron tomando apuntes, como si nada hubiera ocurrido. Pero yo, seguí mirando cómo tu bolígrafo acariciaba rápidamente el papel, cómo apartabas una y otra vez tu pelo largo y azabache de tu rostro, hasta que al final te hiciste una coleta, en la que pude observar tus orejas, con piercings y en una de ellas una pequeña dilatación. Aún hoy, me hipnotiza tu peculiar belleza. Es algo que en ocasiones resulta indescriptible.

    –Saron…– La llamé susurrando.
    –¿Si?
    –¿Quién es ella?
    –¿Ella? ¿Quién?
    –La chica que acaba de entrar hace poco en el aula. La del pupitre al que no me habéis dejado sentarme antes.
    –Ah, se llama Lucie. Lucie… Bruns, creo.– Dijo poco convencida.
    –¿Crees? … ¿Qué más sabes de ella?
    –Poco más. No tiene amigos en este curso, sino en superiores. No habla con nadie y casi siempre llega tarde. Lo más extraño de todo es que siempre tiene justificante, y jefatura de estudios no la dice nada.
    –Ahh…– Te miré otra vez, creo que Saron puso una mueca a modo de envidia. –¿Qué edad tiene?
    –Dieciséis, como nosotras. No es repetidora y la verdad es que no saca malas notas.
    –Mmm… ¿Y qué más?
    –Nada.– Sentenció fuertemente.
    –¿Nada?– Pregunté incrédula.
    –Nada. Soy la delegada del curso y no sé nada más. Tiene muy mala fama en el instituto y la gente con la que se rodea… no sé. Cuanto menos sepas de ella mejor. Si empiezas a ir con Lucie, los profesores te cogerán tanta manía como a ella. No te lo recomiendo.
    –¿Y por qué la tienen manía?
    –¡Saron y Lydia! ¡Como sigáis hablando os pongo una amonestación!– Chilló el profesor.

    Saron se calló y no contestó a mi pregunta. La clase siguió su curso hasta que tocó el timbre. No podía dejar de mirarte. Ahora que lo pienso, resulta hasta enfermizo.
     
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    Sonia de Arnau

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    Cuando lei el titulo de la historia no evite leerla. Cuando lei el prologo (sobre esto, es prologo no epilogo, los epilogos son simplemente el final de una historia), volviendo, me resulto muy interesante, crei que era hombre, ahora que lei que fue una mujer me quede O.O, bueno me resulto extraño, la verdad.

    Seguire leyendote, a ver que tal.
     
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    BLack NiGTH

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    Título:
    La peculiar belleza de Lucie Bruns.
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    Amistad
    Total de capítulos:
    4
     
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    Capítulo 2:
    ‘El Bitter KAS es bebida para madres…’
    Al final resultó que ese día hizo bastante más frío del que anunciaron en el pronóstico del tiempo. Hacía un viento helado y húmedo, no me acostumbraba al clima de aquella ciudad, a pesar de que ya llevase un par de semanas viviendo en ella. Me había incorporado bastante bien al grupo de Saron, todos eran muy majos conmigo, salvo Avril, esa Barbie de carne y hueso me miraba siempre por encima del hombro. Josué me contó que ella y Saron eran amigas desde hace mucho (por no decir desde que llevaban pañal) y que eran como hermanas. También me dijo que su grupo se dividía en dos partes: por una parte, Avril y Marco, que eran primos, y por otra Saron y él, que eran vecinos; aparte de ellos cuatro, ha veces se les unía otro grupillo del mismo curso. Una cosa que no me dijo Josué era que tenía un cariño muy especial a Saron, y un terrible desprecio a Avril. Nunca me lo dijo, pero se notaba; del mismo modo que se notaba que Avril ya no sabía de qué forma llamar la atención de Josué. Patético. Pero, lo más curioso de todo, era que al parecer, nadie se daba cuenta de nada, o simplemente fingían no hacerlo. Muchas veces, me preguntaba si tú también te habías dado cuenta. No había un solo día en que no observara por la ventana, intranquila, hasta que te veía cruzar la verja que nos incomunica a los estudiantes con el mundo exterior. Entonces suspiraba, sonreía y miraba a la pizarra. Miarte, o mejor dicho admirarte, pasó de ser una obsesión a ser una manía. Saron se había percatado de ello y me repetía una y otra vez que eras una mala influencia para mí y que aún era pronto para meterme en problemas. Pero tus ojos me hipnotizaban…

    Bueno, como iba diciendo, al final resultó que ese día hizo bastante más frío del que anunciaron en el pronóstico del tiempo, así que Marco propuso ir a tomar un café a ‘El Barquet’, un bar que estaba muy cerca del instituto. Entramos y nos sentamos en la primera mesa que encontramos.

    –¿Qué pido? Dos con leche, una Coca-Cola, un Nestea… ¿y?– Exclamó Marco mirándome fijamente.
    Bitter KAS.– Le dije con un hilo de voz.
    –Eso es bebida para madres…– Escupió la rubia.

    Josué le lanzó una mirada de ‘Cierra el pico’, por lo que bajó la mirada avergonzada.

    –Bueno, ahora vuelvo.– Dijo Marco caminando hacia la barra.
    –¿Y cómo así te mudaste aquí?– Cambió de tema Saron.
    –La familia de Anna es de aquí. A parte, está a kilómetros y kilómetros de mi ciudad natal, eso fue un punto a favor en todo momento para mi padre.
    –¿Por qué se divorciaron?– Preguntó curioso Josué
    –No lo sé... Supongo que perdieron la chispa, como suelen decir.
    –¿Y no tienes hermanos?
    –No, soy hija única.
    –Yo tengo un hermanito pequeño, de unos siete años.– Sonrió el muchacho. –Se llama Paul, es rubito, muy canijo. Y le encanta el fútbol.
    –¿Y tú Saron?– Pregunté.
    –No… Y Avril tampoco. Marco, en cambio, tiene uno mayor, de 21. Pero vive en el extranjero.


    Hubo un silencio incómodo. Duraría poco, tal vez un par de minutos, pero se nos hizo una eternidad. Avril levantó la vista un par de veces para ver a Josué, que miraba a Saron y que esta a su vez, miraba al suelo y de vez en cuando miraba a Josué, se sonrojaba y sonreía. Avril se mordía el labio inferior de la rabia contenida. Sobraba en aquel lugar, así que me levanté y fui a la barra con Marco.

    –¡Hombre! ¿Cómo tú por aquí?– Sorprendido.
    –Estaban con el rollo de las miraditas… Me sentía incómoda.– Solté en un hilillo de voz.
    –Ahh si… Sé a lo que te refieres.– Exclamó sonriendo.
    –5,80 por favor.– Dijo un camarero.
    –Aquí tienes… Lydia, ayúdame ha llevar las cosas, por favor.

    Cogí los dos cafés y con cuidado los llevé a la mesa, Marco se ofreció a coger mi Bitter, pero no le dejé. Me dirigí a la barra y tomé la bebida. Debía de estar pensando el algo, totalmente evadida de este mundo, porque me choqué con alguien y gran parte de mi refresco calló al suelo.

    –¡Lo siento muchísimo! Ha… Ha sido un accidente… Ohh… Dios mío, de veras que lo siento…– Pedía disculpas mirando a todas partes muy avergonzada. ‘Desde luego, Lydia, ya te vale…’ Me decía a mí misma.
    –Deberías ir con más cuidado…– Oí decir al chico con el que me choqué. Miré a la mesa donde estaban mis compañeros. Avril sonreía socarrona. Maldita sea.
    –Vamos, David, ha sido un accidente. Además no te ha manchado, sino que la que se ha puesto perdida ha sido ella.
    Esa voz…
    –¿Lydia, estás bien? Ten, límpiate, anda.

    Giré mi cabeza muy lentamente. Tu mirada se cruzó con la mía. Jamás había estado tan cerca de ti. Tus labios me sonreían, tu mirada inescrutable me hipnotizaba una vez más, tu pelo caía delicadamente hasta tu cintura, un par de pequeñas bolitas de color plateado se asomaban por los orificios de tu delgada y respingona nariz. Vi que me entregabas un paquete de pañuelos. Lo cogí y te di las gracias.

    –No hay de qué. Habías pedido un Bitter KAS, ¿no?– Me sonreías mostrando tus colmillos blancos y puntiagudos. Asentí mientras me limpiaba. –Voy a pedirte uno.

    Te adelantaste pasando a milímetros de distancia de mí. Me gustaría haberte dicho que no hacía falta, que sí que estaba bien, que me encantaba el olor de tu perfume, que adoraba los dibujos que hacías en clase de arte… Pero no pude. Me quedé petrificada.

    –En serio, ten más cuidado la próxima vez.– Me repitió el chico, David. Era un poco más alto que tú, o sea se, bastante más alto que yo. Pelo corto, sudadera negra, vaqueros ajustados… Tal vez algo cabezón para mi gusto. –Lucie, nos esperan fuera.
    –Son solo dos segundos, Davizudo…– Le contestaste en tono burlón. Sonreí. –Además, yo también quiero un Bitter.– Abrí los ojos como platos: ¿No soy la única chica de 16 años que bebe Bitter KAS? –Aquí tienes. Quédate con los pañuelos. Nos vemos en clase.– Me dijiste mientras me dabas el refresco y salías por la puerta.

    En aquel momento se pasaron por mi mente muchas cosas: Sabías mi nombre… ¿También te habías fijado en mí? No, imposible. Eres muy agradable, a pesar de lo que dicen de ti. Y… Ohh Dios… Hueles tan bien. Davizudo. Jajaja. Me he puesto perdida, me voy a congelar con el frío que hace… Y encima esto es pegajoso. ¿Nos vemos en clase? Que yo sepa soy yo la que te mira a ti. Y… eres más guapa de cerca que a tres pupitres de distancia, te lo aseguro.

    Miré a Saron y los demás, miré a la puerta, cerrada.

    –Hasta luego, Lucie…– Susurré.
     
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    Cygnus

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    Al principio pensé que sería otra historia cliché de amor, sobre todo por el inicio, fue muuuy poco atractivo. La mayor fuerza, tu historia la cobró a partir de la segunda mitad del primer capítulo, y hasta el momento. Me atrapó la historia un poco, sobre todo al analizar la curiosa situación obsesiva que plantea nuestra protagonista hacia Lucie.
    Lucie quien parece ser la chica misteriosa del salón, pero de alguna manera, no lo es, ya que la consideran social con los muchachos de los grupos superiores. Me pregunto si será en verdad especial esa mujer, lograste captarle la esencia de rareza que querías lograr. Parece una joyita rara entre el resto de las muchachas.
    El aluvión de nombres nunca es de mi agrado, sobre todo cuando se dice: "Saron, la de los lentes; Avril, la rubia presumida; Marco esto y lo otro"... a veces marea, por lo que procura no presentarlos todos de una sola vomitada. Buen trabajo en el segundo capítulo, al inicio: la crónica dio su respectivo papel a cada uno de los compañeros que conoció en su primer día de clases. Ahí reafirmaste correctamente la posición de cada quien y todo quedó claro.
    Verosímil hasta el momento, salvo quizá la exageración de ver a Lucie Bruns entrar al salón como si fuera una diosa. Me pareció un poco exaltado, conjuntándolo con el hecho de que la protagonista es nueva en el colegio y en la ciudad, que Lucie llegó tarde para imponer presencia, bla bla...
    Eso me molestó un poquito por el aspecto cliché. Pero yéndonos a otras perspectivas, bastante factible toda la trayectoria del día por parte de la protagonista y sus nuevas amigas.
    No podría hasta este punto pensar si Lydia siente atracción por Lucie, o sólo una profunda intriga por saber quién es esa mujer tan rara y bella. Lo que sí se puede afirmar es que definitivamente está entrando en una cápsula obsesiva, probablemente sea el efecto que Lucie cause con su presencia tan extraña.
    El vocabulario de España nos hizo algunos estragos, se notó demasiado en momentos y eso desorienta. Procura algo más neutro.

    Me gustaría seguir tu historia, el problema que veo es que no contestas a los comentarios, ni siquiera con un gracias, y de no hacerlo siempre dejo los fics. Después de todo, comentamos para ayudarte.

    Saludos.
     
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    Sonia de Arnau

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    Leo
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    Un capitulo extraño, pero muy interesante. Oh Dios, ahora quiero saber mas, ese adiante misterio que emana Lucie es interesante. Me perdi un poco en la narrativa de primera y segunda persona, pero nada grave, un poco extraño, no leo mucho asi, pero me acostumbrare xD

    En mi opinion creo que nuestra protagonista esta -enanorada- obsecionada por Lucie, hber que pasa.

    Me esta gustando, lo unico que me resulta un poco molesto es el guion pequeño, te recomendaria copiarlo de una historia y pegarlo a la tuya cuando haga falta :D
     
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  6.  
    BLack NiGTH

    BLack NiGTH Entusiasta

    Aries
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    Cygnus, tienes razón en cuanto a lo que en este fic aún no había contestado a ningún comentario, pero sí es cierto que los leo (la prueba es que cambié el nombre de 'Epílogo' por 'Prólogo') y por lo general suelo contestar los comentarios, lo que ocurre es que no he podido dedicarme a la historia tanto como me habría gustado en estos días, ya que he tardado en subir este capítulo, encima es corto. Me alegra que el argumento resulte verosímil, ya que esa es mi intención. En cuanto a lo del primer capítulo, la aparición repentina de Lucie, la exageración en su descripción, simplemente era mi intención que captarais el mensaje de que a Lydia le llama la atención de esta persona, que la destaca de todas las demás. El tema de la obsesión e idealización que siente la protagonista por Lucie es uno de los temas más importantes de la historia. En cuanto el vocabulario, procuraré que sea más neutro para una comprensión más fácil :)

    Dirtyagony, no sé a lo que refieres en cuanto a lo de la narrativa el primera y segunda persona, lo siento :'( En cuanto a lo del guión... ¿No es ese el largo? Yo sólo sé poner - y – El segundo (a mi parecer el largo) es el que uso en el fic. Si no es este, por favor, decidme cual es.

    Gracias por comentar, subiré el próximo capitulo en un par de días, procuraré no retrasarme tanto como en este, aunque ahora es temporada de exámenes :$

    Salu2:
    BLack NiGTH
     
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  7.  
    LhaurgigSesnas

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    Capricornio
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    Hola. La narrativa en primera persona es la que impera en tu historia. Es la misma protagonista quien cuenta lo que va pasando. Pero el texto cambia a segunda persona cuando se lo está contando a alguien en específico (en este caso, Lydia escribe en algunas ocasiones como si el lector fuera Lucie, en cambio en otras es más neutral).
    No es tan común ver cosas en 2da persona, a menos que sean cartas, o algo así.

    Sobre lo demás, vas por buen camino, aunque me parece un poco rara la "peculiar belleza" de Lucie. En todo caso eso es un problema mío xD, no tuyo. Es que no acostumbro a leer esta clase de cosas.
    También me lié sobre los nuevos compañeros de Lydia, y debo recordar quién es quién para no perderme en el texto. Espero que a partir de los capítulos se vayan marcando las diferencias entre uno y otro para luego reconocerlo conforme a su personalidad o sus diálogos.

    Saludos! Seguiré esta historia.
     
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  8.  
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

    Libra
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    Yo no tuve problema en eso, detecté que toda la historia está en segunda persona... Si bien al principio, al no aparecer Lucie narra su mañana cotidiana, después amarra muy bien su segunda persona. Me pareció un perfecto elemento, pero esto conllevaría que toda la historia fuese como si Lydia se la contara a Lucie en un futuro.
     
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  9.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Para mayor estetica es recomendable el uso de guion largo (—) el que tu usas es este (–) ha eso me refiero. Respecto a la narracion de primera y segunda ya te explicaron, pero para que quede mas claro lee en internet. No es malo el uso de hasta tres narrativas, solo es un poco inusual.

    Espero te haya ayudado con la duda del guion. Si quieres puedes copiar o si tu teclado no tiene ese guion, puedes apretar la tecla Alt+ (mas) signo de menos (-)

    Estare pendiente a tu proximo cap.
     
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  10.  
    BLack NiGTH

    BLack NiGTH Entusiasta

    Aries
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    La peculiar belleza de Lucie Bruns.
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    Antes de nada, pedir disculpas por subir el capítulo, tan tarde... Me han surgido un par de problemillas familiares, gracias a los cuales, no podré subir los capítulos tan rápido como pretendía... A parte de eso, nada más añadir salvo que espero vuestras respuestas diciendo errores a evitar. He puesto el guión que me dijisteis y he procurado no escribir palabras muy extrañas. En fin, aquí tenéis el capítulo tres. Espero que lo disfrutéis.​
    Capítulo 3:
    ‘¿Qué has visto en mí?’

    El timbre sonó y eso significaba que el recreo había terminado. Entré por la puerta tiritando. Cogí la mochila y comencé a guardar los libros (ya que tocaba arte), cuando Saron se acercó y comenzó a hablarme.

    —Siento el comportamiento de Avril…— Parecía muy apenada. —Supongo que no le agrada la idea de que te lleves tan bien con Josué. Es que, mira, a ella…
    —…Le gusta. Y mucho. Pero a él no le gusta ella, sino más bien todo lo contrario.Acabé su frase.

    Saron se quedó mirándome un par de segundos. Suspiró. Se quitó las gafas y sacó un pañuelo para limpiarlas.

    —Veo que te has dado cuenta.— Le asentí. —No se lo digas a nadie.
    —No lo haré.— Ella me sonrió. —Tenemos bajar al aula de arte.

    Me cargué la mochila al hombro y bajé las escaleras. Corrí un par de pasillos y llegué al aula. Muchos de los alumnos ya estaban ahí. El aula era bastante amplia y estaba llena de pinceles, escuadras, cartabones, grafitos, ceras, acuarelas… y de trabajos hechos por los alumnos en años anteriores. Nuestra profesora, Julita, era una mujer de unos cuarenta y pocos años. Era bajita y muy delgada, con el pelo corto, canoso. Y siempre usaba ropa muy vieja y holgada. Con arrugas en el rostro y una ancha sonrisa. Le encantaban tus dibujos. Tomé asiento en una de las mesas doble, la única que estaba vacía. Julita ya había comenzado a hablar sobre lo que íbamos a dar hoy en clase cuando el olor de tu perfume por poco me provocó un desmayo.

    —¡Bu!— Me dijiste con una sonrisa socarronas sentada en el pupitre. —¿Y esa cara? Ni que hubieras visto un muerto.— Sacaste tu estuche y unas acuarelas.
    —Gracias por lo de antes…— Susurré. Me miraste fijamente durante un rato. —¿Te refieres a lo que pasó en El Barquet? Tranquila. David es un cabezón idiota, además, ya me invitarás un día de estos a un Bitter. Asentí.
    —¡Hoy daremos el color!— Enfatizó la profesora.
    —Hay que ver cómo lo vive…— Pensé en voz alta.
    —Es agradable poder ver a gente que disfruta con lo que hace. Para variar.

    Me mirase, buscando en mí una respuesta a lo dicho, pero yo miraba a Julita, que se paseaba por el aula dando saltos cómo Heidi por el monte. Sonreí, te miré a los ojos.

    —Cuando tenga la carrera, seré psicóloga.— Pusiste una mueca extraña.
    —¿Eso es lo que quieres hacer?
    —Sí.— Contesté rotundamente. Miraste el bloc de dibujo.
    —Yo conseguiré unos ahorrillos y haré un estudio de tatuajes.— Susurraste sonrojada. Dabas la sensación de ser una niña grande que se escondía tras su escudo de tachuelas y camisetas anchas con calaveras.
    —¿Tienes tatuajes? — Pregunté por curiosidad.
    —No… pero tengo muchísimos bocetos, mira.

    Abriste el bloc y me enseñaste un montón de dibujos: mariposas, pistolas, perros, retratos, pajaritos, tipografías, mujeres ligeras de ropa, dragones, arañas, rosas, personajes de películas, videojuegos y cómics… Un repertorio bastante amplio, la verdad. Tenías dibujos a blanco y negro, dibujos a color, dibujos a sólo un color… Estaban muy elaborados, y uno a uno iba deteniéndome en tus pequeñas obras maestras.

    —Yo me voy a tatuar este.— Afirmaste poniendo tu índice sobre una pequeña mariposa —Y no dejaré que nadie, absolutamente nadie, salvo yo, se lo tatúe.

    Era una mariposa de color azul celeste, estaba como a tres cuartos, y se podían apreciar sus ojos, sus antenas, sus patas, e incluso si me apurabas, una especie de pelusilla que cubría su tórax. No era de las mariposas más bonitas que había visto, la verdad.

    —¿Por qué?
    —Si algún día vienes a mi tienda y te gastas unas perras en ella, te contaré el porqué.— Dijiste cerrando el bloc.
    —Bueno, siempre quise un par de piercings en las orejas…
    —Háztelos.— Me miraste desafiante.
    —No tengo dinero…— Me excusé.
    —No lo necesitas.

    No entendía a lo que se refería exactamente. No sé qué mueca debí de poner, porque empezaste a reír fuerte mente, tanto que Julita te llamó la atención.

    —Me explicaré…— Tomaste aire. —No necesitas gastarte 20 pavos para hacerte un piercing. Te los puedes hacer tú misma. Yo, casi todos los que tengo, me los he hecho sola.
    —¿Y… el septum?
    —¡No, mujer! El septum… Fui al chiringuito del primo de Nicholas y me lo rebajó a la mitad.
    —¿Nicholas?
    —Ah, cierto, él no entró en el bar… Se quedó fuera con Ayni y Carlos…

    Miraste hacia la pizarra. Tus ojos eran enormes, y miraban a todas partes… era como si nada escapase de tu vista. Tu pelo de deslizaba hasta los riñones, mas o menos. Tu pelo era tan negro y tan brillante… recuerdo que ese día llevabas una especie de sudadera sin capucha, de color gris claro. Eso hacía que tu pelo se viera más negro. Me gustaría tener el pelo tan negro como tú. Me pregunté si no te había dolido el hacerte los piercings. Me pregunté porqué te los habías hecho. E incluso el porqué de esa dilatación. Giraste la cabeza y me miraste, sonriendo.

    —Me agrada que me mires así.— Podría decir, que lo dijiste en un tono, puede que incluso sensual.
    —¿Po-Por qué?— Tartamudeé.
    —Desde el día en que entré por la puerta de la clase, me observas como quien observa una pintura abstracta.

    Me ruboricé. Bajé la mirada avergonzada.

    —¿No crees que debería ser yo la que debería preguntar un ‘por qué’?

    Seguía cabizbaja. Te habías dado cuenta. ¿Cómo te habías dado cuenta? Había procurado hacerlo muy disimuladamente. ‘Valla patinazo’ pensé. Levanté la mirada, con la cabeza aún baja. Tus ojos me atraparon pomo el cazador atrapa a su presa.

    —Dime, Lydia…— Dijiste mientras apartabas un par de mechones de mi rostro. —¿Qué has visto en mí, para que tus ojitos azules, no hayan podido resistir a la tentación de escrutar los míos?
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Oh, ahora si que atraparon a Lydia con las manos en la masa. Desde siempre a sabido que la ha estado observando, ahora si que la pusieron nerviosa :D Tengo ganas de saber que le va a responder, solo espero que no desvvie el tema. Bien, buena continuacion, corto, pero excelente. Espero leer pronto el proximo, pero si no se puede no hay problema, entiendo completamente, el tiempo es nuestro enemigo. Tomate tu tiempo para escribir no te sientas presionada, pero no lo dejes, Ok?

    Ahora la critica: observe algunas palabras que te comistes, tal vez errores de dedos. Te recomiendo que uses sinonimos, como por ejemplo en aula, salon, clase... Para evitar repetir muchas veces una misma palabra. Creo eso es todo...

    Hasta luego.

    P.D. me gusto ver el guion largo.
     
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  12.  
    BLack NiGTH

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    Aries
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    Me alegro que te haya agradado la continuación:)
    Gracias por darme tiempo para escribir y tranquila, que no dejaré de escribirla.
    En cuanto a la palabras comidas, ya lo siento, será un error del Word... Cuando tenga un poco de tiempo editaré el capítulo y lo pondré decente. Y procuraré el uso de sinónimos:)

    Muchas gracias por comentar, estoy manos a la obra con el capítulo cuatro, espero no demorarme tanto como el anterior.

    Salu2:
    BLack NiGTH
     
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    BLack NiGTH

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    Aries
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    Siento mucho que la cuarta parte esté tardando tantísimo :S
    Tengo muchos exámenes y no tengo tiempo ni de coger el ordenador... Tendréis el capítulo 4º para la semana que viene :S

    Hasta entonces espero que no se impacienten demasiado y mucho meno que crean que me he olvidado del fic(:

    Salu2!!
     
  14.  
    BLack NiGTH

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    Aries
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    Título:
    La peculiar belleza de Lucie Bruns.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1615
    Mil perdones por la tardanza... este capítulo se me ha hecho de rogar demasiado. Entre los exámenes y los viajes vacacionales he tenido muy poco tiempo... Pero bueno, aquí os dejo el capítulo nº4. Espero que os guste, que haya merecido la pena tanta espera y vuestros comentarios(;


    Capítulo 4:
    ‘Erika.’

    Me quedé totalmente muda. Abrí la boca, pero ningún sonido salió de ella. Quería contestar esa pregunta, aunque no supiera la respuesta.

    —¿Eres bollera?
    —¿Q-Qué? ¡No! ¡Soy heterosexual! M-me gustan los chicos. Solo los chicos. V-Vale que sea cierto que muchas mujeres me resulten atractivas, pero sexualmente sólo me atraen los hombres.— Tartamudeé entre aspavientos.

    Sonreíste.

    —Entonces no lo comprendo.— Tus ojos Brillaron por un instante.
    —Es que...— Arqueaste las cejas esperando una respuesta. —Eres hermosa... Pero, no hermosa como las modelos, las actrices o las presentadoras de los programas de televisión. Esa belleza está cargada de estereotipos, y a mí, eso ha llegado a un punto en que me da asco.— Guardé silencio por un par de segundos. —Pero tu belleza... es real. Tú no te dejas machacar por lo que esta ‘sociedad’ tacha de ‘correcto’ o ‘incorrecto’. Y eso, es admirable.

    Pestañeaste y desviaste la mirada.

    —No puedes decir que no sigo estereotipos, básicamente porque nuestra propia personalidad se basa en millones de ellos.— Me aclaraste.
    —Pero esos estereotipos son mucho más polémicos que ponerse una falda de tubo, maquillarse como si fuera nochevieja e ir a zorrear a todos los bares que conozcas.

    Suspiraste.

    —No puedo negar eso.— Me dijiste analizándome con la mirada. —Así que te gustaría hacerte un par de piercings, dices… ¿Hoy es viernes, no?
    —Sí.
    —¿Tienes planes para esta tarde?
    —Mmm… no.
    —Pues quedamos a la puerta del instituto a las 18:30 horas.

    Abrí los ojos como platos. ¿Estabas quedando conmigo? ¿De verdad? Asentí justo antes de que Julita nos llamase de nuevo la atención.

    Recuerdo, que cuando llegué a casa no podía dejar de pensar en esta tarde: ¿Qué íbamos ha hacer? ¿Dónde íbamos a ir? ¿Iríamos con tus amigos o solo las dos? ¿Qué iba a ponerme? ¿Cómo debía comportarme delante de tus amigos? Estaba tan nerviosa que caminaba de un lado a otro. E incluso Anna me preguntó que si tenía una cita.

    A las 18:15 ya estaba en la puerta del instituto. Menos mal que llegaste a y veinte. Nos saludamos y comenzamos a caminar. No tenía ni idea de a dónde íbamos. Al rato llegamos a una especie de tienda de chuches. ‘Es que tengo hambre…’ te excusaste. La tienta era gigantesca, tenía como unas tres plantas. Había chicles rarísimos, bolsas de patatas fritas con letras rusas y asiáticas… Después de que comprases media tienda nos fuimos.

    —He quedado con David, Nicholas, Ayni y Carlos. Pero antes vamos a ir a mi casa a hacerte los piercings.
    —¿Qué piercings?
    —Los de la oreja. ¿No es obvio?— Sonreíste malévolamente.
    —Pero ya te dije que no tengo dinero.
    —Y yo que no lo necesitabas. Tú hazme caso.

    Cruzamos un par de calles y sacaste las llaves. Te paraste en el portal Nº26 y abriste la puerta oxidada. Esto produjo un chirrido escalofriante. Cuando entré me dio la sensación de estar en una especie de cueva. Todo un tanto oscuro y húmedo. Todo un tanto lúgubre.

    —¿Y la luz?— Susurré.
    —Está estropeada. Como el ascensor.

    Tragué saliva. No veía nada.

    —L-Lucie…
    —¿Hmm?
    —No veo nada…

    Pude oírte reír mientras cogías mi mano.

    —Tranquila, yo seré tus ojos.

    Suspiré aliviada. Subimos dos o tres pisos. Te paraste en una C y abriste la puerta. En tu casa sí funcionaba la luz.

    —Puedes dejar tu cazadora ahí. Voy a por el alcohol, el hielo y las agujas… ¿Te apetece algo de beber? Tengo café hecho y cervezas en la nevera. ¡Ah! Y Bitter Kas.
    —Ya he tenido suficiente Bitter por hoy… Gracias.
    —Jajaja vale, vale…— Tus pasos se perdieron el los pasillos del apartamento.

    Miré a mi alrededor. La entrada daba a una estancia bastante grande que parecía el salón. Nada más entrar, en frente había un pasillo que giraba a la derecha, por donde tú fuiste. A su izquierda había una mesa bastante grande, de roble. Dejé la cazadora y el bolso sobre ella, como me dijiste. En la pared paralela a la que estaba apoyada la mesa estaba un armario gigantesco, lleno de libros, fotos, y pequeños souvenirs de distintas partes del mundo. En medio del gran armario había una televisión de plasma.

    Bordeé el sofá que había entre la mesa y el armario para acercarme a este último. Me llamó la atención una de las fotos que había en él. Estaba enmarcada en un marquito de roble, al parecer talado a mano. El ella se veían a dos niñas. Una, la más alta, miraba al objetivo con cara de pocos amigos. Tenía el pelo largo y negro, ondulado, y llevaba un vestido blanco, hasta las rodillas. La niña más pequeña, tenía una coleta de color miel, y tenía con un vestido igual que la mayor, solo que de color negro. La pequeña, miraba a la mayor sonriendo y la cogía de la mano. Más atrás de las dos pequeñas, estaba lo que parecía el Arco del Triunfo. Pero no se veía muy claramente. Calculé que las niñas tendrían unos ocho y seis años. Más o menos.

    —Ya estoy aquí…— Exclamaste entrando a la sala. Dejaste las agujas, el alcohol, el hielo y lo que me parecieron un par de pendientes sobre la mesa. —¿Qué haces?
    —Nada… sólo veía las fotos.

    Te acercaste a mi y tomaste la foto con tu mano izquierda. Sonreíste con nostalgia.

    —Esta foto la sacó mi padre cuando fuimos con el tío Enrique a Francia. Esto de ahí atrás es el Arco del Triunfo, París.— Señalaste con el índice derecho y esperaste un par de segundos para proseguir. —Esta niña de blanco con cara de estreñida soy yo— soltaste burlona —salgo con este geto porque aquel día hacía un calor terrible, y con el sudor, ese vestido se me hacía muy incómodo.
    —Umm sí, sé a lo que te refieres.
    —Creo que todas lo sabemos…— Tu sonrisa se apagó durante unos instantes. —Esta niñita que está a mi lado es Erika, mi hermana pequeña.
    —Si que se parece un poco a ti, ahora que lo dices…
    —Las dos teníamos los mismos ojos que mi madre, y la misma naricita. Mi padre siempre nos lo decía…

    Dejaste la foto en su sitio y te dirigiste al sofá. Yo te seguí.

    —Siéntate aquí.— Dijiste dando un par de golpecitos al lado tuyo. Obedecí. Con el alcohol desinfectaste mi oreja, las agujas y tus manos. A continuación tomaste un hielo y lo pusiste en la zona donde quería los piercings. —Ahora tenemos que mantener el hielo ahí hasta que se te duerma un poco esta zona. Así cuando te clave las agujas no te haré tanto daño.
    —V-Vale…
    —Sujétalo un momento…— Refiriéndote al hielo.
    —Vale…

    Sacaste un par de piruletas de los que compraste en aquella tienda y te llevaste una a la boca.

    —¿Quieres una?
    —No, gracias…
    —¡Jmm! Tú te lo pierdes…

    No sé por qué no acepté esa piruleta, la verdad. Tal vez porque mi mente estaba tratando de asimilar que tuvieras una hermana pequeña. Tenía varias dudas en mi cabeza… ¿Dónde estaban tus padres? ¿Y Erika? ¿A qué instituto iba? Porque yo no le había visto por el nuestro… ¿Cómo así os fuisteis a Francia? Mi mente pedía respuestas, pero no me atrevía a formular las preguntas por aquel entonces.
     
  15.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Hola, que bien otro capitulo. Ahora comento.

    O.o sin duda alguna me hago las mismas preguntas finales. ¿Que onda que fue ha Francia? Y no me invito,ok no. Fue un corto capitulo, pero relevador, por que se conoce mas acerca de Lucie y me quede con saber mas de ella, es una mujer misteriosa. Dios! Se animara ha hacerse los persing, eso debe doler (creo)

    Espero la proxima continuacion. Tomate tu tiempo. Nos vemos.
     
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  16.  
    BLack NiGTH

    BLack NiGTH Entusiasta

    Aries
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    Me alegro de que te gustara Dirtyagony, procurare no tardar tantísimo en colgar el siguiente capítulo.
    Gracias por comentar(:
     

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