Capítulo 1: Un día aburrido a indeseable Era una hermosa mañana, Sábado específicamente; era uno de esos sábados en los que te podrías levantar a las tantas de la tarde pero lamentablemente para Lauren Phillips no iba a ser así. La puerta de su habitación se abrió y se vio entrar una mujer de apariencia vieja, la mujer miró el desastre que había a su alrededor y luego miró a la adolescente dormida con una cara que se podría describir más o menos así: “Soy yo o el monstruo del armario vive aquí”, a decir verdad Lauren no era una de las chicas que se preocupaba mucho por la organización de su propio espacio personal. Aquella mujer avanzó entre la ropa que había en el suelo hasta llegar a la cama de Lauren. Ella vio a la adolescente dormir plácidamente en su cama, suspiró y puso sus manos en jarras. Aquella mujer posó sus manos en la espalda de la chica y la comenzó a agitar el cuerpo de la joven hasta que despertara. -Tía Amelia… -dijo Lauren con soñolencia. -Hasta que por fin despiertas -dijo Amelia. Amelia Cromwell era la ama de llaves de la familia Phillips durante muchos años. Era apodada cariñosamente “tía” de parte de los chicos de la casa, ella también desempeñaba su papel como niñera. Amelia Cromwell era una mujer mayor, aunque no se pudiera predecir con exactitud su edad, pero era vieja aunque seguía en excelentes condiciones para seguir trabajando. -Dijo tu madre que debes arreglarte porque ustedes los Phillips irán a almorzar con los Smith. El apellido resonó en la cabeza de la adolescente, ¿había escuchado bien? Los Smith no eran malas personas sino que resultaban ser personas aburridas y exageradas; pero ese no era el problema ya que su familia era casi igual, el problema eran sus hijos Kevin y Ryan ambos gemelos; eran chicos insoportables, cada vez que ella iba a la casa de la familia Smith los gemelos siempre la molestaban; además le recordaba a sus primas Shannon y Sharon también gemelas apodadas “hermanas demonio”. Lauren miró el rostro envejecido de Amelia, su mirada imploraba piedad departe de esta pero no iba a funcionar, la ama de llaves era muy buena con Lauren pero no podía pasar por alto las órdenes de Liza Phillips. -Sé que no te gusta pero debes ir, hazlo por tu madre. Antes de que le dé un ataque de histeria. -Tienes razón… -dijo la adolescente al recordar a su madre Liza. Liza Phillips es una mujer muy pero muy perfeccionista y odia cuando le llevan la contraria, Lauren es un buen ejemplo llevándole la contraria a su madre. Es una mujer muy nerviosa y se emocionaba fácilmente por lo que se podría decir que es medio niña. -Así que, ve metiéndote al baño porque las horas si que pasan rápido -dijo Amelia mientras le quitaba las mantas a Lauren. La chica se metió al baño de mala gana y se tardó aproximadamente media hora en salir. Después, hizo un viaje por la selva o su habitación tratando de encontrar un vestido para la ocasión y callar los quejidos de su madre, por lo menos por ese día.
Capítulo 2: Almuerzo con los Smith Lauren bajó las escalera dando pequeños saltos; cuando llegó abajo vio a su madre hablar por teléfono, seguramente con su confiable amiga Anna Hilton de una tal Jessica Foster (su madre siempre hablaba de esa mujer), Lauren simplemente la ignoró y siguió su camino hasta la cocina. Allí vio a Brandon, su hermano mayor. Este estaba muy ocupado con su cuaderno dibujando algo; se escuchaban pequeñas risas mientras movía el lápiz en respectivas partes del cuaderno. Lauren fue al refrigerador y sacó una botella de leche, a continuación, se acercó a Brandon para ver lo que hacía y al parecer era uno más de sus diseños extraños. -¿El diseñador de Bikinis está muy ocupado el día de hoy? -dijo Lauren dándole a su hermano un gran susto. -¡Lauren! ¿Qué haces aquí? -preguntó el muchacho nervioso. -Yo vivo aquí -dijo ella en su típico tono serio. -Vaya… parece que la señorita pocas palabras le interesa un poco este tema… -dijo Brandon en un tono pícaro. -Ya sé porque las chicas a la semana se hartan de ti -dijo la chica yéndose de la cocina a la sala en donde estaba su madre hablando un sinfín de cosas con Anna Hilton. -¡Eres muy cruel! -dijo su hermano desde la cocina. Lauren Phillips es buena persona, ella es cálida y un tanto bromista pero siempre se mantenía al margen en cuanto su alegría. Ella se presenta como una persona fría, optimista y muy observadora; además de que no perdía el tiempo en cosas triviales aunque tenía una vida aburrida. Pasaban las horas y eso significaba dos cosas 1. Su madre no se había despegado del teléfono y 2. Ya casi era hora de ir donde los Smith, claro, si los dioses tenían piedad e hicieran una catástrofe que le impidiera ir a ese absurdo almuerzo con ellos. Con la amena conversación que tenía su madre con Anna probablemente cortarían el servicio telefónico en su casa. Lauren pensaba que el trabajo indicado para Liza sería ser Locutora o alguna profesión que se dedicase a hablar porque la madre de Lauren hablaba hasta por los codos, nunca se callaba. A veces se preguntaba como su padre se había enamorado de ella. De pronto, el padre de Lauren bajó las escaleras y cuando vio a su hija pequeña le dio un abraso y le besó la frente. -¿Estás lista para ir a almorzar con los Smith? -preguntó su padre. -Mas contenta de lo que te puedes imaginar -dijo Lauren en un tono sarcástico. Su padre solamente se limitó a reír y darle un fuerte abraso, mientras que la adolescente luchaba con todas sus fuerzas para liberarse de los brazos de su padre, a Lauren Phillips no le gustaba que la mimaran demasiado. -Scott -dijo Liza colgando el auricular del teléfono- ¿Ya nos vamos? -Sí. ¡Leah, Brandon! ¡Es hora de irnos! Llegaron a la casa de la familia Smith, a partir de ese momento todo se dio muy bien, su madre hablaba amenamente con la señora Smith, su padre jugaba ajedrez con el señor Smith, Leah escuchaba música en su mp3 y Brandon luchaba con los diablillos de la casa para que lo dejasen en paz y le devolvieran su cuaderno. Mientras que Lauren solamente disfrutaba del ambiente soporífero que le brindaba el estar sentada a la derecha de su madre. -Parece que las cosas van muy bien para ti ¿Eh Liza? -dijo Shona Smith. -¿Crees que es fácil lidiar con hijos adolescentes? -dijo Liza. -¿Y tú crees que es tan fácil lidiar con gemelos? -dijo Shona entre risas. <<Bien dicho señora Smith>> pensó Lauren. A la hora de comer Lauren pasó los peores momentos de su vida con los gemelos, ellos se sentaron al lado de Lauren. Ellos tiraban pequeños pedazos de comida sin que Shona Smith se diera cuenta. Lauren los ignoró pues pensó que de esa manera la dejarían de molestar y así fue. Estaba mas bien interesada en la conversación de los adultos; de vez en cuando agudizaba su oído para escuchar, hablaban de una curiosa exhibición que se llevaría a cabo en Rusia. -Shona he escuchado que la estatua es preciosa -dijo Liza Phillips sentada en el borde de la silla. -Sí, fue encontrada en Alaska, la estatua tiene forma de emperador, además, lo más curioso es que la estatua fue hecha por una civilización desconocida -dijo Shona con entusiasmo. -Cariño, ¿Cómo se llama la estatua? -preguntó Liza a Scott. -Se llama el “Emperador del corazón de Jade” -dijo él. <<¿El emperador de corazón de Jade?>> pensó Lauren. Después del “lindo” rato con los Smith Lauren decidió sacar tiempo para ir a ver a su amigo Percy Stuart. Antes de irse dio un recorrido por la cocina en busca de una manzana. A punto de abrir la puerta apareció su madre de la nada agarrando el pomo de la puerta. Lauren no dijo nada, ella levantaba la cabeza poco a poco para verse con el rostro de su madre. -¿A dónde ibas? -preguntó Liza. -Ir… a la casa de Percy… -respondió la adolescente. Liza, al escuchar la declaración de su hija puso los brazos en jarras. -Mañana tomarás un vuelo a Inglaterra y ni siquiera has hecho tus maletas. -Sí, pero… -¡Sin peros! -dijo su madre con firmeza-, has tus maletas. Lauren no dijo nada, solamente rodó los ojos y tomó rumbo hacia su cuarto en donde estaba la ama de llaves para ayudar a la chica a hacer sus maletas. Lauren Phillips fue becada para ir a estudiar a la escuela secundaria Collinwood, una escuela inglesa reconocida a nivel internacional en donde asisten a ellas chicos de alto nivel académico un ejemplo es Lauren reconocida como la genio de la primaria, siempre era encomiada por sus maestros algo que a sus compañeros no les agradaba aquel trato especial. Al acostumbrarse a aquella vida de la primaria se pudo conseguir la beca para estudiar en Collinwood, pero para ello tendría que soportar a su tía, Samantha Redford. -Ah, tía Amelia; a veces me pregunto por que hago esto -dijo Lauren con añoranza. -Yo pienso que ir a Collinwood es una gran oportunidad, y debes aprovecharla. Cromwell tenía razón, era una oportunidad que no podía desperdiciar, no todo el mundo podía ingresar en esa escuela; la secundaria Collinwood era muy famosa por sus avanzados métodos de enseñanza por lo cual solamente aceptaban estudiantes como Lauren. De un momento a otro, sonó el teléfono de la habitación de Lauren. Ella tomó el auricular. -Aquí Lauren. -Vaya… con ese tono tan serio parece como si estuviera hablando con Amanda Montesco -dijo la voz del otro lado del teléfono. -¿Percy? -¡Ese mismo! Oye, quedaste en irme a visitar; si supieras cuanto te necesito -dijo Percy. -A ver, suelta… -dijo Lauren. -Hoy viene mi abuela Betty, así que para darle la bienvenida mi madre dejó a Emily a cargo de la cocina para hacer la torta de cítricos que tanto le gusta. -¡Sí! ¡La tarta de cítricos de tu madre es genial! -exclamó la chica. -Lo que pasa es que mi hermana me dijo que tenía exprimir naranjas y rebanar limones y sabes que los cítricos me dan… urticaria, sabes lo torpe que soy en la cocina. Percy Stuart era muy generoso y siempre estaba dispuesto a extender su mano generosa aunque a esta le diera urticaria. -Sabes Percy, no cuanto me gustaría ayudarte pero mi madre me ha encarcelado en la casa. Mañana voy a Inglaterra y no he hecho maletas. -Que pena… -Percy fue interrumpido por su hermana mayor. -¡Percy! ¡Has tu trabajo, nos queda poco tiempo! -Bueno Lauren… fue un gusto hablar contigo, que te vaya bien ¡Besos! Y el chico colgó el teléfono aterrorizado. Lauren hizo lo mismo y siguió empacando para el viaje que le esperaba.
pelear con gemelos?! eso es horripilante yo tengo primos gemelos en mi familia y eran un verdadero dolor de cabeza... compadesco a quienes tienen que lidiar con ellos, aun mas si estan en edad infantil porque cuando ya llegan a la adolecencia... pues son manejables, (al menos ahora si puedo hablar con ellos, antes era solo corretearlos) me gusta la historia, se lee interesante espero me avises cuando ya tengas el siguiente cap :D
Capítulo 3: Tía Samantha Lauren se levantó temprano aquella mañana, hacía frío y casi era hora de irse. Antes de abandonar su habitación se dirigió a la ventana viendo por última vez la calle de su vecindario. Suspiró cerca del cristal empañándolo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el maullido de su gato. Lauren bajó la mirada para ver al pequeño felino de pelo negro grisáceo sentado levantando una de sus patitas delanteras, Lauren cargo al gato tomándolo de sus dos patas delanteras, luego lo acurrucó entre sus brazos mientras que con uno de sus dedos acariciaba la quijada del gatito. -Estamos juntos en esto ¿No Dixie? -Le dijo al gato, el pequeño felino le maulló como respuesta. Lauren se dio vuelta y fue a su cama a coger su maleta (una gran maleta), La adolescente bajó las escaleras con cuidado, bajó hasta la sala en donde estaba su padre y su madre. -Ya estoy lista -le dijo a su padre, este solamente le dedicó una sonrisa melancólica a su hija, Liza hizo lo mismo. Los tres se montaron en el lujoso carro yendo hacia el aeropuerto, allí, Lauren se despidió de sus padres, para coger el avión que la llevaría a su destino, Londres (Inglaterra). El vuelo fue… por así decir, “genial” pero no del todo. Para su mala suerte le tocaba un asiento al lado de una anciana que desde que la vio no paró de hablar de su nieta. En otras palabras fue un dolor de cabeza durante cinco largas horas. Lauren estaba esperando a su tía Samantha en el aeropuerto, ella suspiró apenada ¡Más que apenada! Era uno de esos momentos en los que no sabía como sentirse. Samantha Redford era una persona muy pero muy melodramática, ella la llamaba “tía loca” y en realidad sí que lo era; una de sus obsesiones más grandes era la moda y cuando hablaba de eso era insoportable. Sus mas aterradores deseos se hacen realidad al ver a Samantha gritar su nombre en lo que parecía gente en medio de mas gente. -¡Lauren! ¡Mi pequeña niña! ¿Cómo estás? -preguntó la mujer abrasando o mas bien exprimiendo a la pobre chica. -Estaría mejor si me dejaras respirar… -dijo Lauren apenas pudiendo respirar. -Lo siento je… -dijo Samantha soltándola-, ¿Cómo estás? -Bien… -mintió, Lauren se sentía peor que como se sentía en el avión con aquella anciana. Sin más, Lauren siguió a su tía en medio de la multitud y de ahí se fue del aeropuerto en el automóvil de Samantha. Del top de los peores viajes en automóvil de la historia, el viaje con Samantha podría aparecer en primer lugar. Era una conductora muy imprudente, no se fijaba por donde iba, solamente iba hablando y hablando sin mirar que tenía enfrente. A Lauren le sorprendía ver como su auto seguía completo; después de aquel viaje tenía mas que claro que andar en automóvil con Samantha Redford conduciendo era tentar la muerte en un ataúd con ruedas. -¿Ya llegamos? -dijo Lauren aterrorizada. -Sí, ¡Bienvenida a mi hogar! -dijo Samantha casi gritando. La chica inmediatamente salió del auto con su gato y entró a la casa con su tía siguiéndole detrás. -Tu cuarto está arriba -dijo la mujer subiendo las escaleras caracol. Llegaron a la habitación, no era muy femenino pero para el gusto de Lauren era perfecta ya que a ella no le gustaba mucho los toques femeninos. De pronto, le vino un mal presentimiento. Fue al armario y lo abrió, y si, era lo que pensaba; el armario estaba lleno de ropa y zapatos. La chica suspiró y meditó por un momento lo que iba a hacer, en menos de un segundo comenzó a tirar la ropa que había en el armario, en siendo de las marcas más caras de ninguna de estas tuvo piedad. Mientras que Samantha se quedó en shock al ver lo que hacía su sobrina. -Listo -dijo Lauren mientras suspiraba-, ahora si tendré espa… -. La adolescente no pudo terminar al ver a su tía en las condiciones que estaba, Samantha Redford estaba en un completo Shock. Lauren agitaba su mano en frente de los ojos de Samantha para ver si reaccionaba. Después de lo que había pasado, Lauren organizó sus cosas y se puso a leer un libro. Mientras que Dixie se acostumbraba al nuevo hogar merodeando por ahí. El silencio que reinaba en la habitación de Lauren, pero aquel silencio fue interrumpido al oírse el sonido de la puerta abrirse. -¿Te interrumpo? -preguntó Samantha. Lauren solamente cerró el libro y miró a su tía. -¿Qué ocurre? -preguntó Lauren. -Quiero presentarte a alguien. La adolescente no preguntó solamente siguió a su tía hasta la elegante sala, durante el camino le contaba sobre un tal Eddie Redford, hijo de uno sus hermanos mayores de Samantha. Ella le había dicho a Eddie que fuera a su casa a conocer a su prima. -¡Eddie! -dijo la tía de Lauren al terminar de bajar las escaleras en espiral-. Mira, es tu prima Lauren. Cuando Lauren vio a su primo no pudo evitar sonrojarse, Eddie Redford era un tipo muy guapo, era pelo marrón oscuro y ojos verdes cristalinos, de tez casi pálida y su rostro estaba adornado con una elegante y amigable sonrisa. -Entonces esta es mi querida prima -dijo Eddie. -Eddie, ella es Lauren, hija de tu tía Liza -dijo Samantha con entusiasmo-, es toda una genio. -Ya veo… ¿Cómo estás Lauren? -preguntó el joven. -Bueno… creo que estoy bien -dijo Lauren con seriedad. El comentario de la chica hizo que su primo riera a carcajadas ¿Qué le parecía gracioso? Aquella reacción departe de él hizo que ella frunciera el entrecejo en señal de disgusto. -Lo siento… -se disculpó Eddie mientras trataba de controlarse-, es que… dudo que seas hija de la tía Liza. Ya sabes como es ella ¿No? -¿Tan notable es? -dijo Lauren en un tono que pudo percibir Eddie como sarcasmo. -Te presento a mi novia Marie -dijo él enseñándole a Lauren una mujer había a su lado. Era de tez pálida, de pelo negro muy corto de ojos oscuros y nublados. Marie le sonrió tímidamente. Samantha chilló de la emoción al ver a la joven, se veía muy buena persona pero Lauren no pensaba lo mismo, había algo ella… algo que le impedía confiar en ella, verla como una persona normal. Aunque su sonrisa fuera impecable sus ojos no describían lo mismo, esa mirada nublada y perdida que tenía le parecía demasiado rara. -Voy a mi cuarto -dijo Lauren subiendo las escaleras. Los invitados se quedaron confundidos al ver la reacción de la joven, Eddie no le dio importancia y siguió hablando con su tía mientras que Marie se quedó paralizada viendo el sitio en donde estaba la chica parada anteriormente, su mirada describía pena mas que cualquier otra cosa. -Lamento el comportamiento de Lauren -dijo Samantha excusando el comportamiento de su sobrina-, es que ella… no es muy buena socializando.
Capítulo 4: Conociendo Era una hermosa mañana en Londres o eso parecía desde la comodidad de la cama de Lauren. Sus dulces sueños fueron suspendidos por la dichosa cola de Dixie que se movía sutilmente en la nariz de la chica. Lauren abrió los ojos perezosamente a la vez que echaba un estornudo. Luego, echó la cola del gato a un lado haciendo que este despertara y saltara de la cama. Lauren se estrujó los ojos y salió del cuarto hacia la cocina. Precisamente no esperaba que Samantha Redford le tuviera un banquete pero algo era seguro, ella estaba hambrienta. Bajaba los escalones despacio hasta llegar a la cocina, allí se encontró con una joven que la miraba mientras le regalaba una cálida sonrisa. -Tu debes ser Lauren ¿No? -dijo la joven. -Sí… -contestó la adolescente. -Soy Darcy, pero me puedes llamar Dori; soy la cocinera de la señora Samantha -dijo. Lauren asintió y se sentó en la mesa esperando el desayuno que le había pedido a Dori. Dori era muy buena persona, además a Lauren le cayó muy bien y sin darse cuenta terminó siendo su amiga. -¿Te gustó el desayuno Lauren? -preguntó la joven cocinera. -Estuvo excepcional -respondió la chica mientras estiraba sus músculos. Sin más, Lauren se fue al baño a darse una ducha y relajarse, más bien trataba de organizar su mente, tenía que establecer una nueva rutina entre otras cosas algo que le ocasionaba pura desidia a Lauren. Pero para poder estar mas tranquila nada mejor que leer un buen libro. -¿Qué lees? -preguntó Dori detrás de la chica. -Esto se llama “un libro” -respondió Lauren -No hablo de eso… digo, hablo de que libro lees. -Se llama “La mariposa en el tercer cielo”, es una novela negra, trata sobre la vida de un joven médico el cual fue acusado falsamente de asesinar una joven en su hospital. -Se oye interesante -dijo Dori posando su rostro en el hombro de la chica siguiendo su lectura-, caray, parece como si estuviera leyendo un poema, ¿Cómo puedes entender eso? -Fácil, es la tercera vez que leo el libro y siento que lo entiendo más. -Bueno, te dejo con tu poema -dijo Dori dando pequeñas palmaditas en el hombro de Lauren. En ese mismo momento apareció Samantha Redford hablando por teléfono, iba recorriendo la casa entera mientras hablaba en voz alta, hacía exageraciones y gritaba de la emoción. Lauren no se podía concentrar escuchando tanto <<Tengo nuevas propuestas para el otoño>> o <<¡Sí Maxi, será excepcional!>> y <<Voy a incorporar el rojo vino con los marrones y el negro>>. A Lauren realmente no le interesaba si marrón iba con que o negro se iba a casar, solamente quería un momento en paz para leer. <<¿Cuándo podré leer en paz?>> pensó mientras cerraba el libro. Ella se levantó de la silla dejando su libro en la mesa, a punto de seguir su camino su tía la detiene. -Lauren, ¿A dónde vas? -preguntó Samantha. Ella solamente le respondió con una mirada gélida pero su tía no le dio importancia. -Quiero que conozcas a alguien -dijo Samantha mientras le guiñaba el ojo. -¿A quién? ¿A la reina? -preguntó Lauren. -No, a la reina no, es más quiero que conozcas a una amiga mía. -¿Ahora? -dijo Lauren recordando el espantoso viaje en automóvil con ella. Samantha asintió. -¿En automóvil? -preguntó la chica. -No en taxi, claro que en automóvil muchachita, además no conduzco tan mal -dijo Samantha dándole a Dori una pequeña lista-, esta es la comida del almuerzo, regresaremos a las tres de la tarde. <<Si primero no pasamos por el hospital>> pensó Lauren. Lauren cogió su libro y siguió su tía hasta afuera a donde estaba el automóvil. Ella se sentó en la parte trasera, se puso el cinturón de seguridad y desde que tomaron rumbo hacia el lugar que Samantha la quería llevar Lauren oraba por su vida. Cuando llegaron a “ese” lugar, mas bien parecía que Redford la había llevado a una empresa ¿Qué haría Lauren Phillips en un lugar como ese? -¿Has escuchado sobre la revista Miss Look? -preguntó su tía. Su sobrina negó con su cabeza. -Bueno, esa revista es hecha aquí. -Y por que me debe de interesar eso. -Es que la persona que te quiero presentar, está aquí. Subieron por el elevador hasta el quinto piso, habían personas trabajando en compartimentos con sus ordenadores. Inmediatamente algunos vieron a Samantha muchos la saludaron otros la rodeaban y le enseñaban las ediciones del mes próximo. Redford dejó todo a un lado y siguió caminando con su sobrina entre los empleados que trabajaban arduamente hasta llegar a una puerta color gris cromado, Samantha tocó la puerta, después de unos segundos se escuchó un “pase” del otro lado de la puerta. Ella tomó el pomo de la puerta, con solo girarla y empujarla hacia adelante Lauren pudo ver con sus propios ojos lo que era una persona realmente atareada y encima desorganizada, sin duda era Dulcie Thornton, era la que estaba encargada de la empresa mientras el jefe real estaba de viaje. La oficina era todo un desastre, había papeles por todo el escritorio y algunos en el piso; Dulcie estaba atendiendo una llamada, parecía tomar papeles y firmarlos pero estaba tan ocupada atendiendo la llamada que parecía que no sabía lo que hacía. -Vaya, bienvenidos al basurero -dijo Samantha con ironía. De pronto, la mujer que trabajaba con tanta desesperación colgó el auricular mientras suspiraba de alivio. -¿Mucho trabajo Dulcie? -preguntó Samantha. La respuesta era muy obvia, el estado de la oficina y el desespero con el cual trabaja la joven, pero en vez de contestar esta solamente le dedicó a Redford una mirada bastante obvia. -Dime Sami, ¿Cómo se llama la jovencita que tienes a tu lado? -preguntó Dulcie. -Ella es mi sobrina, Lauren Phillips -respondió Samantha. Dulcie y Samantha eran muy buenas amigas, además de colegas de trabajo. -Desde que te dejaron a cargo tu mundo últimamente ha estado dando vueltas -dijo Samantha. -Sí, desde que Harry Tilman salió de vacaciones al Caribe no he tenido descanso -dijo Dulcie apenada. -¡Vamos! No debes preocuparte tanto, solamente le quedan tres días al tal Tilman ¿No? -Sí… -dijo Dulcie mientras suspiraba de alivio-, después ¡Vacaciones! Mientras que ambas mujeres conversaban Lauren solamente rodó los ojos, ¿Esa mujer desordenada era de la que tanto le hablaba Samantha Redford? Esperaba que no. -Por cierto ¿Trajiste a Cheever? -preguntó Samantha. -¡Sí! Siempre la traigo los Viernes, sus padres siempre salen y me quedo con ella hasta que vuelvan. Al parecer, estaban hablando de una chica. Lauren iba escuchando atentamente cada palabra que pronunciaban para saber más sobre la chica. Su nombre era Casey Cheever, vecina de Dulcie Thornton; los viernes se quedaba con Dulcie ya que sus padres siempre salían de viaje y volvían los Sábados. -Iré a buscarla -dijo Dulcie refiriéndose a la chica. La amiga de Samantha salió por la puerta color cromo a buscar a la Casey Cheever. Minutos después abrieron la puerta dejando ver a Dulcie acompañada de una adolescente de dieciséis años, era alta y delgada, de cabello castaño hasta la altura de sus hombros, de tez mate y ojos azules. -Lauren, ella es Casey, es mi vecina -dijo Dulcie. Lauren se paró enfrente de Casey, la diferencia de estatura era notable. Lauren podía topar la nariz de la castaña con su frente. -Hola -dijo Casey. -Hola… -dijo Lauren sin muchos ánimos. -¿Por qué no van por ahí y se conocen? -propuso Dulcie. No hubo ningún problema por parte de la sobrina de Samantha ya que, no tenía nada que hacer y no le vendría mal conocer un poco más. Además, no le importaría incluir a alguien mas en su círculo de amistad. Casey y Lauren salieron por los alrededores de la oficina, Casey era una chica que hablaba mucho, demasiado. Ella le preguntaba mucho a Lauren pero Lauren solamente le respondía con monosílabos; a la sobrina de Samantha parecía caerle muy bien a la castaña porque a su punto de vista ella le era muy curiosa, además la castaña quería descubrir que había detrás de esa mascara de niña fría y optimista. -Entonces… ¿Vas a estudiar en Collinwood? -preguntó Casey. -Sí… -dijo Lauren. -Sabes, me siento muy feliz de que una persona como tu vaya a Collinwood ya que hay muy pocos como tú allá, además, eres la primera persona que no me considera rara. Lauren la miró de reojo, Casey Cheever era muy buena chica, aunque hablaba demasiado ella era muy inteligente. -Yo no creo que seas rara -dijo Lauren. -¿En serio? -dijo Casey con los ojos como platos al escuchar lo que le había dicho. -¿Sabes más Collinwood? -preguntó Lauren. -¡Claro! Según Casey Cheever Collinwood tenía muchos años como centro educativo, primero pasó a ser como escuela pública, luego a colegio privado, y a partir de los años 1990 fue conociéndose como la prestigiosa escuela Collinwood y fue adoptando los mecanismos de enseñanza que se utilizaban actualmente. Después de aquel agradable pasatiempo con la vecina de Dulcie Thornton, ella y Samantha fueron a la casa a almorzar. Allí, Darcy sorprendió a ambas féminas con una hermosa paella. Tanto Samantha como Lauren eran grandes fanáticas de los mariscos. Pero en cuanto al pescado, el pescado no era el mejor amigo de Lauren Phillips, a la hora de la comida Liza siempre luchaba contra la adolescente para que por lo menos pudiera comer una pieza; Liza Phillips siempre se preocupaba exageradamente por la alimentación de toda la familia. Cuando pasó la hora del almuerzo, Samantha tuvo que salir mientras que Lauren se quedó en la cocina haciéndole compañía a Dori. La ausencia de Samantha en la casa hacía de una atmósfera llena de paz y silencio, justo como le gustaba a Lauren Phillips.
Capítulo 5: Collinwood Ya habían pasado dos días extremadamente aburridos desde que había conocido a Casey Cheever, habían pasado tres días desde que vivía con Samantha Redford y su habitación era un completo desastre, habían algunas discusiones entre ella y Samantha debido al espacio personal de Lauren, claro, Samantha Redford cada día que veía la habitación de su sobrina estaba por darle un síncope ya que cada día estaba más desorganizada. Era un nuevo día en Londres, además de que era el primer día de clases en la escuela Collinwood. El reloj apenas apuntó las 7:00 el despertador se disparó. Entre las sábanas revueltas en la cama de Lauren, una mano soñolienta sale entre ellas buscando el despertador. La mano encontró el aparato y lo apagó. Lauren se quitó las sábanas de encima, se levantó de la cama y fue al baño a arreglarse. Lauren duro como mínimo veinte minutos en el baño. Cuando salió se dedicó a arreglarse y hacerlo lo más rápido posible. Al terminar, tomó su mochila y bajó las escaleras con la esperanza de ver su desayuno en la mesa. -Buen día Lauren -dijo Dori terminando de arreglar la mesa-, veo que el uniforme de la escuela Collinwood te queda… lindo. Lauren solamente volteó la cara en señal de disgusto, a ella no le gustaba que las personas le dijeran que le quedaba lindo o no, ella no era una chica de elogios como su enemiga de la primaria Chelsea Parker. -Muy bien señorita Colegiala, es hora de desayunar -dijo la joven. -Por cierto, ¿Dónde está mi tía? -preguntó Lauren. -Ella fue a resolver un asunto en el trabajo, fue muy temprano. Lauren no dijo nada al respecto, solamente comió su desayuno; a ella no le interesaba la trivial vida modista de Samantha Redford, es más, trataba de pasar por alto todo lo que tenga que ver ella y su profesión, porque sabía que de un momento a otro su tía podría cambiar su manera de vestir. Cuando terminó su desayuno tomó su libro que estaba en la mesa y lo metió en la mochila. De pronto, en su cabeza le pasó un vago pensamiento. <<¿Quién me llevará a la escuela?>> pensó la chica. Lauren llevaba pocos días en Londres y no sabía por donde quedaba la escuela Collinwood, además, no podía faltar en su primer día de clases, sería como decir adiós a una gran oportunidad y allá además de tomar en cuenta la capacidad de absorber los contenidos en lo que eran mas exigentes aún era en la asistencia a clases. -Por cierto, ¿Pensaste que te ibas a ir sola a la escuela? -dijo Dori-, la señora Samantha me dio el permiso de llevarte y traerte de la escuela. La chica se quedó meditando las palabras de la joven cocinera. -¿Sabes conducir bien? -preguntó Lauren sonriendo. -Puedo ponerme el cinturón de seguridad, respeto los semáforos y no hablo por teléfono en el auto -respondió Dori sonriente. Lauren sonrió, con eso era suficiente como para confiar en ella. En un santiamén llegaron al auto, la adolescente abrió la puerta del asiento trasero y allí arrojó la mochila al interior del carro entrando ella después. Darcy entró al auto, encendió el motor y a continuación, sacó el auto del parqueo permitiéndole tomar rumbo a la escuela Collinwood. Como de costumbre, en cada viaje en automóvil de Lauren Phillips siempre ponía su carota de mujer madura el espejo retrovisor interior del auto reflejó perfectamente esa cara que no escapó de la vista de la joven cocinera la cual no pudo evitar reír por lo bajo. Cuando llegaron al destino Darcy le recordó a la sobrina de Samantha Redford que la recogería a las 3:00 p.m, Lauren solamente asintió y le dio las espaldas a Darcy. Lauren avanzó hacia el gran portón, ya había entrado a los terrenos de la escuela. Apenas había entrado y en siendo varón y hembra ninguno le quitaba la vista de encima, todos los que se encontraban alrededor de la muchacha sabían que ella parte del grupo nuevo pero también, había miedo y recelo de parte de esas miradas; por otra parte Lauren se percató de que todos la observaban, ella, aunque no supiera la intención de por qué la miraban así no tenía mas opción que aceptar la bienvenida. Mientras caminaba hacia la nada de la escuela una voz chillona le habló de lejos. -¡Vaya, Lauren! ¿Cómo estas? Claramente, era Casey Cheever. Ella la saludaba con su mano, detrás de ella habían unas chica sumando dos chicos. -Vaya Lauren cuanto tiempo -dijo Casey mientras que, la mencionada avanzaba hacia el grupo. -¿Quién es ella? -preguntó una chica del grupo con aspecto gótico. -Chicos… -dijo Casey mientras carraspeaba-, ella es Lauren Phillips, la conocí en el trabajo de Dulcie, Lauren, ellos son mis amigos Dorothy Adams cariñosamente Danny, Charlize Beckett, Gabin Blyndon y mi primo Franky Cheever. Lauren los miró todos y todos parecían no estar el todos confiados de ella, solamente Franky Cheever el cual saludada con su mano tímidamente, ella hizo lo mismo solamente que su rostro dibujaba un semblante serio. De pronto sonó la campana de entrada a clases. -Ah, mira que cosa, lo que faltaba. Bueno Lau, nos conoceremos mejor en el recreo; no estamos en la misma aula pero creo que Franky te acompañará y Dorothy así que espero que te vaya bien en la reunión de nuevos -dijo Casey mientras se alejaba de los chicos. Cuando ya los chicos habían desaparecido entre el montón de alumnos, el silencio reinó entre los tres. Lauren no era muy buena en esas situaciones, lo que más pudo hacer fue quedarse allí como si nada. Franky la miraba, Dorothy también pero esta lo hacía con recelo; la atmósfera entre los tres se asemejaba a la de un funeral, claro, sin el llanto pero con solo ver aquella escena daba depresión. -Sería mejor que nos diéramos prisa, la reunión de nuevos está por empezar. Franky asintió, Lauren solo la miró pero nadie dijo nada, solamente caminaron hasta llegar al interior del edificio. Las edificaciones de la escuela Collinwood más bien se parecían a las de un hotel de lujo era un lugar bastante amplio, a pesar de ser un lugar muy antiguo el alrededor pintaba un ambiente moderno y a la vez clásico. El trío comenzó a adentrarse por el pasillo. Al fin encontraron el salón en donde se llevaría a cabo la reunión, los tres se sentaron en lugares muy distanciados del otro. La reunión estaba a punto de empezar, una mujer de edad no muy avanzada subió al podio y comenzó a darle la bienvenida a los estudiantes de Collinwood era la maestra Alicia Crane, su apariencia lo decía todo era una mujer muy autoritaria corrían rumores sobre ella por toda la escuela, todos le tenían miedo. Claro, no era algo de lo que Lauren Phillips debería de aterrarse porque los rumores son sólo rumores.
Capítulo 6: Primer día de clases Después de aquella soporífera y trivial reunión había llegado la hora de la primera jornada de clases pero esta lamentablemente fue dañada por la “adorable” y “comprensiva” Alicia Crane conocida como la señora maestra Crane. Los rumores solo eran rumores, era cierto pero los rumores sobre Alicia Crane eran más que ciertos era una mujer como para amargarte el mejor de los días, comprobado al ver el comportamiento de su compañero de clases Liam Basset fatalmente sermoneado por la señora maestra Crane <<pobre chico>>, fue lo único que pudo pensar Lauren al ver como la señora le hablaba al muchacho escuálido por no hacer las cosas bien ¿Pero qué podía hacer? No podía hacer nada contra la maestra horrores solamente pedir que no lo matara. Al medio día había receso, ese tiempo lo aprovechó para explorar mejor la escuela. Además de ser una escuela prestigiosa Collinwood abarcaba mucho terreno, era como recibir clases dentro de un castillo -aunque eso parecía-, el edificio estaba compuestos por unos 20 salones de clases cada una para diferentes usos, desde salones de clases hasta “el spa de los maestros” el área que era nada más que restringida para los alumnos. Pero al que más le interesaba era la biblioteca, abarcaba mucho espacio; al director siempre le gustaba que sus estudiantes leyesen mucho pero lamentablemente no era así solamente el 40 % de los estudiantes iban a la biblioteca. Pero había algo que le inquietaba, de que la escuela Collinwood no fuera tan prestigiosa como describen, es decir; que no solo fueran estudiantes destacados en las escuelas, sino, sobre una escuela de niños ricos y genios. Aquella extraña sensación de indiferencia que rara vez sentía cuando algo no le gustaba para nada, sentía eso cada vez que miraba el rostro de los estudiantes cuchicheado cosas a sus compañeros. Ya en la biblioteca Lauren se puso a leer pacíficamente un libro titulado “Las maravillas del universo”, necesitaba algo para tranquilizarse y nada mejor que leer un libro en momentos como esos; por alguna extraña razón, desde que entró al portón de la escuela Collinwood los demás estudiantes le miraban pero no era cualquier mirada era como si ellos supieran algo que ella no supiera. Al no quitarse las inquietudes de la cabeza solamente se limitó a echar un suspiro. -Con que estabas aquí -dijo una voz muy conocida. El rostro de Lauren estaba cubierto por el espeso libro que tenía en la cara-, Te he estado buscando por todas partes pero creo que por fin acerté. -¿Qué? -dijo Lauren quitando su rostro del libro viendo que se trataba de la mismísima Casey Cheever. -A ver… de lo que te llevo conociendo, eres una persona que “no le gusta lo emocionante” así que pensé que estarías aquí -concluyó la castaña. -¿¡A caso me estás diciendo aburrida!? -dijo Lauren entre sorprendida y confundida pero trató de no alzar la voz ya que se trataba de una biblioteca. -No… nada de eso, mejor vamos afuera y conoces a mis amigos -dijo Casey halando a Lauren de la mano. -¡Ni hablar! Casey bufó, Lauren era difícil de tratar pero no se rendiría de ninguna manera. -Vaya… eres mas aburrida de lo que pensé -dijo la castaña con los brazos en jarras. La palabra “aburrida” resonó en la cabeza de Lauren, ella odiaba cuando le decían como era y como no. Como enemiga de lo trivial y aburrido ¿Cómo se atreverían a decir que era aburrida? -Esta bien, tú ganas, iré a conocer a tus amigos. Casey dibujó en sus labios una sonrisa triunfante, la chica quería algo mejor para Lauren Phillips que ella conociera o que hiciera algo con esa actitud tan fría que hasta parece deprimente. Cuando la muchacha dejó el libro en la mesa inmediatamente la castaña haló de un brazo a la joven llevándosela del lugar. Cuando las chicas llegaron al patio no fue esfuerzo como para encontrar el grupo de Casey, todos le sonreían a las dos a excepción de Dorothy que solo las miraba. -¡¿Cómo están amigos míos?! -dijo Casey con su típico entusiasmo-. La chica de allá es Lauren Phillips, mi amiga. -Hola… -dijo Lauren con recelo. -¡Vamos! Ánimo -dijo un chico del grupo conocido como Gabin Blyndon-, no seas así, ninguno mordemos. -Hola -dijo Charlize Beckett-, bienvenida al grupo. -Hola… -dijo Dorothy. -¡Hola Lauren! Estamos en la misma clase, Casey me ha hablado mucho de ti -dijo Franky con el mismo entusiasmo de Casey. Todos eran muy amigables, tanto que Lauren no pudo evitar sonreír como lo solía hacer con Percy. La castaña se quedó viendo la sonrisa de Lauren, era todo un hallazgo ver sonreír a Lauren Phillips de esa manera viendo como se comporta la mayor parte del tiempo. -Bueno… este… ¿Cómo te fue en clases? -dijo la castaña tratando de sacar conversación. -Bien, supongo… lo digo por la señora maestra Crane -dijo Lauren. Al escuchar el nombre Casey resopló con fastidio. -¿Esa fastidiosa vieja arrugada sigue viva? ¡Con solo pensar en ella me dan ganas de…! -Tranquila Casey, puede que sea cruel pero no es tan vieja ni tan arrugada -dijo Gabin. -¡Lo sé! El año pasado estuve al borde de la expulsión por culpa de ese saco de arrugas -refunfuñó Casey La señora maestra Crane no era tan vieja pero tenía sus años y sus arrugas. -Recuerdo que una vez me puso a escribir mil trecientas veces “Soy una estudiante excelente” en mi cuaderno -prosiguió la chica. Casey Cheever tuvo la suerte de que Alicia Crane no anduviese por los alrededores y escuchar los comentarios groseros que hacía la adolescente hacia su persona. ¡Si que estaría en problemas! Sobre todo al escuchar como se refería a esta como “saco de arrugas”, la señora maestra Crane siempre se enojaba mucho lo cual Casey la apodó como “saco de arrugas” a partir de lo que su madre siempre le decía: “De tanto que te enojas te saldrán arrugas”. Después de aquel agradable rato con Casey Cheever y sus amigos tuvo que irse a clase junto con Franky y Dorothy. Las horas pasaban rápido lo que era un alivio ya que pronto saldría de esa prisión, era raro para ella considerar la escuela “una prisión” seguramente sería porque no estaba acostumbrada pero le daba igual si le gustaba Collinwood o no. Al final de la clase Darcy recogió a Lauren justo como había prometido. Durante el viaje a casa Dori le estuvo hablado a la adolescente sobre los planes de esa noche, Samantha Redford había invitado a su primo Eddie y a su novia Marie a cenar. Al escuchar el nombre “Marie” sintió un pequeño escalofrío en su médula espinal, por alguna razón esa Marie Ross no le gustaba para nada, había algo en ella ¿Algún misterio?, Detrás de esa mascara de yo no fui había algo, algo que no le agradaba. Con solo recordar su rostro sentía repulsión, no quería ver su rostro porque sentía pavor; con solo ver sus ojos aquella vez tenía ganas de huir y esconderse, sus ojos desataban una amenaza a su paz y tranquilidad.
Oyukii hace tiempo que no me pasaba por aquí, te pido una disculpa he estado ocupada con el trabajo :D Veo que ya son 6 capítulos de "Misterio Insondable", déjame decirte que tu historia es una de mis favoritas, todo gracias a ti, ya que tienes una manera muy agradable de narrar y de describir las situaciones, escenarios y sentimientos :D Me imagino como debe de ser el spa para maestros, un sitio en verdad cómodo para los profesores. Tienes mucha imaginación, y más que nada con los nombres, yo no tengo buenos nombres en mis fics :D Muchas gracias por dejarme leer esta gran historia :D
Capítulo 7: La cena, el viaje de Samantha Apenas había llegado a la casa Lauren fue a su habitación. No se sentía muy bien con la futura visita de Eddie y su novia, pero no podía hacer nada al respecto, si le decía a su tía que no quiere cenar con ellos probablemente se pondría de los nervios así no tenia otra opción. A veces se preguntaba por que… ¿Por qué Marie Ross le producía esa sensación de temor con solo mirarla a los ojos? Pero, ¿Acaso ella era la única persona que sentía eso?, ¿Ver tanto series de detectives la estaban volviendo loca?, sea cual fuera la respuesta ella sabía que no era algo normal y se sentía obligada a descubrirlo, no se resignaba a tenerle miedo a una mujer porque sí, así que no tenia más que, descubrir por su cuenta quien era Marie Ross y acabar con su patético miedo de una vez por todas. -Creo que lo tengo -dijo ella a si misma. Ya era hora de la cena -Lauren iba con retraso-, ella iba bajando las escaleras como alma que se lleva el diablo hasta que llegó exhausta a la mesa en donde estaban su tía y sus dos invitados. No dudaba que en cuanto terminara la cena su tía estaría hecha una furia por no ser puntual. -¿Cómo estas prima? -preguntó el joven con una enorme sonrisa. -Muy bien primo, ¿Y tú Marie? ¿Todo ha estado bien? -dijo Lauren con naturalidad -Sí… -dijo la pelinegra con un aire tímido. Todo se dio muy bien apenas había comenzado la cena y, el ambiente poco a poco se iba poniendo más agradable pero a pesar de eso Lauren percibía aquella aura de misterio que tanto le incomodaba de parte de Marie. Maire Ross: Es la novia de mi primo Eddie Redford pero hay algo en ella que aterroriza así que el día de hoy pondré fin a esto, bueno, lo que en realidad haré será que en la cena de mi tía con ellos trataré de sacar información sobre ella. Tenía todo planeado solamente tenía que esperar el momento más indicado para hablarle. -Y entonces Lora quedo hospitalizada por una semana -dijo Eddie mientras hacía todo lo posible por no reírse. Cuando terminó de contar la historia Samantha y su sobrino rieron con ganas, Maire solamente sonrío y Lauren fingía hacerle gracia la historia que había contado él. -Muy gracioso -mintió Lauren-, y dime Maire, ¿Trabajas? -Sí, en un… hospital, soy doctora -dijo la pelinegra con timidez. -¡Eso es genial! ¿En que hospital trabajas? -preguntó. -En el hospital Brett -respondió la pelinegra. -¿Hospital Brett? -Sí, queda a algunas cuadras de aquí. -¿En qué te especializas? -Soy cardióloga. -Vaya, debes trabajar mucho. -Sí, tengo que estar presente todos los días. -Oye… ¿Cómo fue que conociste a Eddie? -Bueno… este… Pero antes de que Marie pudiera responder Samantha se acercó al oído echándole una reprimenda: -¿Qué haces? La vas a poner nerviosa; no estamos en un interrogatorio. Lauren bajó la mirada, puede que Samantha tuviera razón, pensaba que pudiera sacar más información sobre Marie Ross si no se hubiera dejado llevar por saciar sus inquietudes, su plan seguramente tuviera éxito si no dijera cada pregunta que le pasara por la cabeza. Lauren Phillips era una genio pero había momentos en los que se podía comportar como una completa idiota. -Lo siento Maire, parece que me dejé llevar un poco por la emoción, tenía muchas ganas de conocerte -dijo la chica en modo de disculpa. -No te preocupes -dijo Marie dibujando una pequeña sonrisa. A la mañana siguiente Lauren se levantó desanimada podría ser por lo de la noche anterior o solamente porque se sentía así porque si. Era un hermoso día el sol brillaba, algunas aves posaban en el pasto verdoso del jardín, y había personas que iban y venían en las aceras, algunos caminando con tranquilidad, otras apuradas por llegar temprano a su trabajo además de varios automóviles por la calle en conclusión, ¡Era un día hermoso! -Vamos, ¿Por qué esa cara mortecina en este día tan bello? -preguntó Dori viendo a la sobrina de Samantha Redford bajar las escaleras. -Nada en especial -dijo Lauren. -Oye, nadie tiene esa cara solamente porque si. Anda dime que pasó -dijo la joven cocinera juntando sus manos en forma suplicante. -Es se-cre-to -dijo Lauren mientras sonreía divertida. -Bueno… aquí tienes tu desayuno. Dori puso en la mesa el desayuno de Lauren que constaba de huevos revueltos sobre dos rebanadas de pan tostado acompañado de salchichas asadas. -A ver si con esto te animas. Mientras ignoraba el transcurso de los segundos en el reloj, Lauren consumía su desayuno. Por un momento algo conquistó su atención por completo, la correspondencia. Con cuidado extendió su mano tomando una de las cartas la cual se encontraba abierta, la curiosidad la poseyó por completo tomando la hoja que había en su interior. Aquella hoja de color crema cuidadosamente doblado a la mitad. Sin pensarlo dos veces deshizo el doblez de la hoja dejando ver lo que parecía una invitación a su tía Samantha: SAMANTHA REDFORD: Primeramente le informamos por este medio que, le invitamos a una importantísima reunión en los Estados Unidos de América. Siguió leyendo el contenido de la invitación. Parecía que su tía tenía pendiente un viaje de negocios. La carta fue enviada la semana por la empresa de moda Gothic.A; Lauren sabía que Samantha era un importante miembro de aquella empresa. La fecha para la reunión será el 16-9-06 a las 17:30 horas en el hotel MARVILLOSE, New York. O sea hoy. De tan despistada que es su tía lo más seguro es que se le hubiese olvidado, y si ese era el caso era un problema muy grande. Eran las 7:45 a.m. y para llegar a New York en avión desde Londres tardaría como mínimo siete largas horas de viaje. Parte de esto le parecía divertido, quería ver el rostro de su tía desesperada. Doblando nuevamente el papel, se levantó de la silla y subió las escaleras hasta el cuarto de Samantha. Al llegar a la puerta de la habitación, tocó dos veces y en un pequeño lapso de tiempo abrió su tía en pijama con cara soñolienta; estaba hecha un desastre, su pelo castaño rojizo parecía un nido de pájaros, debajo de sus ojos chocolate tenía enormes ojeras, sus labios comúnmente pintados de carmín estaban resecos. En realidad nada de eso se parecía a la Samantha hiperactiva que conocía. Pero a eso Lauren no le importó, sabía que iba a botar chispas después de leer la invitación. Lauren puso la hoja justo en frente de los ojos de Samantha, esta leía el papel perezosamente pero al concluirla sus ojos dibujaron una notable expresión de horror en su rostro. Llevó sus manos a su cabello despeinado y dio un grito tan fuerte que Lauren no dudó que hasta levantó a los espíritus de sus tumbas. Lauren disfruta aquella escena en donde veía a su tía corretear por toda la habitación aventando en las maletas recién abiertas todo lo que se denominase ropa. -¿Cómo se me pudo haber olvidado algo tan importante? -se decía Samantha a si misma mientras se ponía un vestido rojo. <<Típico…>> pensó la chica divertida aunque su rostro se mostraba tan impasible que podría decirse que era una estatua en frente de la habitación de Samantha Redford. La mujer cerró las maletas, se puso un labial carmín pero iba tan deprisa que parecía no darse cuenta si en realidad se había pintado los labios. Trato de peinar su cabello enredado con un peine. Y por ultimo se bañó de perfume. Como una completa maniática se puso dos tacones negros y luego bajó las escaleras con las maletas a rastras. -Buen viaje -dijo Lauren al ver a su tía aproximarse a la puerta. A pesar de no tener listo su pasaje para ir a New York sabía de alguna forma se las arreglaría para ir aunque intentara que le nacieran alas, bueno… eso era algo imposible pero Lauren sabía que haría hasta lo humanamente posible por ir a esa reunión. Después de un largo e irritante día de escuela Lauren fue a la casa de su tía Samantha, seguramente estaba de camino a New York o ya había llegado. Recién había llegado a la casa no había rastro de su tía en ningún lado. Inmediatamente fue a su habitación y se desplomó en la cama resoplando, ahora que Samantha no estaba la atmosfera era diferente, todo… tan callado y sin tanto alboroto y gritería; cuando por fin se la había quitado de encima, extrañaba la presencia de Samantha Redford en el hogar. Un maullido la saco de su mundo, era Dixie, dio un salto desde el suelo llegando a la cama de la chica. El felino de pelo grisáceo caminaba perezosamente en las mantas color blanco sin rumbo fijo, hasta que nuevamente dio un pequeño saltito al estómago de Lauren. -¿Qué pasa? -se preguntó a si misma, esa pregunta vagaba en su mente, ¿Qué pasa? Todo era tan diferente; no por la ausencia de Samantha, sino… todo había cambiado repentinamente. Tocaron la puerta, eso hizo que el pequeño gatito que descansaba en la panza de Lauren saltada de sorpresa y corriera a esconderse debajo de la cama. Ella se levantó de la cama, entreabrió la puerta y por la rendija asomó su pequeño ojo viendo que era la joven cocinera, Darcy. -Lauren, hay alguien que te busca -dijo. ¿Buscarla? A la adolescente le pareció extraño que alguien la buscase, no llevaba mucho tiempo en Inglaterra y dudaba de que, alguien de la clase o Casey la buscara. Abrió la puerta pasando delante de Dori, bajó las escaleras hasta la sala y lo vio a él, a su primo, Eddie Redford.
Hola Oyukii, primero y antes que nada, me disculpo. En verdad lo siento, (siempre pongo de pretexto el trabajo), pero no había podido pasarme a comentar tu tan excelente y placentera "Misterio Insondable". Como siempre me atrapas en cada capítulo, y este estuvo aún mejor. Nunca te he detectado faltas ortográficas. Sólo que en esta ocasión se te escapó un pequeño acento: -Y entonces Lora quedo (quedó) hospitalizada por una semana -dijo Eddie mientras hacía todo lo posible por no reírse Eso es todo, no hay por que alarmarse. Lauren me agrada cada vez más, mientras más leo puedo llegar a comprender poco a poco a Lauren. Muy buen personaje que has creado. Muchas gracias por dejarme leer Misterio Insondable, me has dejado con un buen sabor de boca :D
Capítulo 8: Cambios repentinos Allí estaba ella, en frente de él observándolo con sumo cuidado y atención. No se sentía muy bien ante la pequeña visita que le había hecho Eddie Redford, sinceramente aquel hombre no tenía nada que buscar de ella o, mejor dicho, Samantha no estaba ahí para él. Ella resopló en señal de disgusto. Eddie percibió aquella aura de molestia que tenia la joven pero decidió ignorar sus emociones por el momento. Lauren se sentó en frente de él, a partir de ese momento el silencio comenzó a reinar entre los dos; Lauren notó que su querido primo todavía no tenía intenciones de hablar lo cual le molestó mucho a ella así que decidió dar el primer paso: -¿Qué haces aquí? -preguntó Lauren en un tono frío. -Vaya, ¿Ni siquiera un humilde hola? -dijo Eddie divertido- Bueno, parece que no estás de muy buen humor así que vamos al asunto. No hace unos… veinte minutos, Samantha me había llamado y dijo que, mientras ella esté ausente yo me haré cargo de ti. -¿Y eso significa? -dijo la chica no muy interesada en el tema. -Eso significa que, te quedaras por un tiempo en mi casa -dijo repentinamente. La noticia para Lauren fue como si le arrojaran un balde de agua fría. Hubo un momento de silencio, ella tuvo que quedarse así unos minutos y reflexionar: Se iba a quedar no se sabe cuantos días en la casa de Eddie Redford con… Marie Ross. Eso debería de ser una broma o un juego sucio del destino, bueno, aunque Lauren Phillips nunca había creído en el destino. -¿Eh? -Lauren apenas comenzaba a asimilar la situación. -Puede que la noticia te haya impactado mucho, lo siento, no soy muy bueno dando noticias. Pero será bueno, ¿No dijiste que querías conocer más a Marie? Esta es la oportunidad perfecta para que lo logres. <<No se por qué tuve que abrir mi bocota>> pensaba Lauren. -Mañana a en la mañana te vengo a buscar, no tienes escuela ¿No? -No… -respondió Lauren tratando de sonar lo mas estoica posible. -¡Qué bien! Mañana será un buen día. -Pues yo pienso todo lo contrario -masculló Lauren. -Eh, dijiste algo prima -dijo Eddie. -No dije nada. Y así había dado por terminada aquella conversación. Mientras terminaba de hacer su maleta le pasó por la cabeza llamar a Percy, hacía mucho que ni siquiera le había hecho una llamada. Es más, echaba de menos la presencia del muchacho. Eran mas o menos las 15:45 p.m por lo que en New York deberían ser mas o menos las 19:45, una diferencia mínima de cinco horas. A esa hora probablemente él hubiera salido de su trabajo en el restaurante de su padre. Lauren consultó el teléfono de la casa, marcó el teléfono de la casa de Percy. Esperó menos de cuarenta segundos para que respondieran. -Hola -saludó Lauren. -¿Lauren? -dijo la voz de un chico. -Sí, soy yo Percy. No es Emma Watson -dijo la chica con ironía. -Cuanto tiempo sin escuchar tu voz -dijo Percy. -Bueno, necesitaba hablar contigo, no puedo soportar tanto tiempo sin hablarte querido amigo. -Bueno, ¿Qué pasa? -Pues… verás… Ella le contó a él sobre Marie Ross, Percy se quedaba escuchando atentamente, para él, era más o menos una situación un poco… extraña. -Lo que creo de esa Marie Ross -dijo Percy cuando Lauren terminó su explicación-, es que es una androide vestido de mujer. -Vaya Percy, cuanta imaginación tienes. No. Su conversación fue interrumpida, Lauren escuchó la voz de la hermana de Percy quejarse. -Pensaré un poco sobre la situación Lauren, mi… hermana quiere que la ayude a organizar las compras. Si no lo hago reventará, ya conoces a Emily, es un saco de nervios. Ciao. Percy colgó el auricular, y Lauren hizo lo mismo. Unos segundos después, Lauren resopló. Curiosamente Lauren resopla cuando tiene el presentimiento de que algo no está bien o algo no le gusta para nada, y a decir verdad, la idea de quedarse hasta tiempo “x” en la casa de su primo Eddie le disgusta mas que tener que hacer servicios de caridad a la vieja señora Cléber (su antigua vecina). A la mañana siguiente antes de que Eddie la recogiese se despidió de Darcy, para ella, el tiempo en que Lauren no tuviera que estar en la casa de Samantha serian unas pequeñas vacaciones en honor a su gran esfuerzo. Luego, alrededor de las 9:00 a.m. Eddie la recogió en su auto. Apenas había entrado a la casa se llevó muy buena impresión de esta, era limpia, muy organizada, y sobre todo, muy elegante. En el orden en que estaban las cosas y el estilo que tenía la casa era demasiada sofisticada; no se esperaba que Marie fuera del tipo delicado y refinado. -Sé lo que piensas -dijo Eddie-, Marie es muy delicada, eso fue lo primero que me atrajo. No sabía por que pero su primo le recordaba demasiado a su hermano mayor, Brandon. Aquella sonrisa sádica, cara calmada, y mal comediante. ¿Ese tipo era el hermano gemelo de Brandon? Bueno, ya sabía de donde venía el lado pervertido de su hermano. -Marie es una mujer maravillosa -continuó él. Lauren se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco. <<No me digas>> pensaba Lauren mientras apartaba la mirada. Marie Ross era una mujer hermosa, pelo negro, ojos azabache, piel blanca, una sonrisa impecable y sobre todo un cuerpo esbelto. Esas serian las características de una mujer “perfecta”, más para un hombre como Eddie. Por otra parte, aquella mujer no le producía ni una pizca de simpatía, no le parecía tan adorable como él describía. -Ya llegamos a tu habitación -dijo él mientras abría una puerta del corredor-. No sabíamos que te gustaba exactamente pero nos esforzamos para que fuera a tu gusto. La habitación era amplia, las paredes estaban pintadas de crema, además de que habían pequeñas flores negras pintadas también. Ella no era muy fanática a las flores pero en este caso eran “aceptables”. lo primero que hizo fue tirarse en la cama, era muy cómoda, se podría decir que era mejor que la que tenía en la casa de su tía. -Te dejo que descanses. Pronto estará listo el almuerzo -dijo Eddie dejando el equipaje de Lauren a un lado-, descansa. El sonido de la puerta cerrarse fue lo ultimo que se escuchó en la habitación. Un silencio de ultratumba reinaba en ella, Lauren no le quitaba la vista al techo ni por un segundo, era como si hubiera quedado hechizada completamente pero… ¿En su interior? Su cerebro no procesaba información alguna, lo único que podía ser perceptible a sus oídos eran los calmados latidos de su corazón. De pronto, un sutil suspiro apenas audible salió de su boca, un suspiro de nostalgia, un sonido efímero; todo era calma. El cerrar lentamente de sus ojos había roto aquel hechizo, aquella visión persistente hacia la nada. -Si tan solo Dixie estuviera aquí… - suspiró la chica. Aquel felino de pelo negro grisáceo le hacía más que falta, aquel sutil maullido que rompía con el silencio, lo extrañaba, a su lazarillo de compañía. Marie Ross, según Eddie, tenía cierta alergia hacia los gatos por lo que se vio obligada a dejarlo con Dori; fue el momento más duro de su vida pero tuvo que hacerlo, nadie cuidaría mejor a Dixie que ella así que por ese lado estaba más tranquila.
Oyukii, otro capítulo más, que bien. :D En esta ocasión pude notar que detallaste y describiste más el entorno, y me pareció muy bueno. Ya que por medio de ello pudiste describir el carácter de Marie. También me gusto que Eddie le agradaran los gatos, ya que a mí me encantan. No pude notar ninguna falta ortográfica. Bien hecho, sigues manteniendo esa fluidez al escribir. Con ansias espero el siguiente capítulo. :D
Capítulo 9: Sospechas Minutos mas tarde el toque de la puerta ahuyentó todo signo de silencio en la habitación. Lauren se levantó de la cama y a continuación, se dirigió a la puerta abriéndola solamente un poquito asomando por la rendija su pequeño ojo gris. -¡Lauren! -dijo Eddie Redford en forma de saludo-, es hora del almuerzo. Ella no contestó, abrió la puerta por completo y salió de su habitación. Llegó a la mesa, en donde estaba Marie Ross sirviendo el almuerzo. Cuando Eddie al fin llegó a la mesa todos se pusieron a comer. El almuerzo era pasta, era la comida favorita de Lauren pero a pesar del hambre que tenía de ninguna manera pensaba comérsela ¿Por qué? La desconfianza que le tenía era a tal grado que estaba a dispuesta a morir de hambre si era posible. Era una situación complicada… era como si la serpiente le dijera a Eva que comiera del fruto prohibido. En este caso “Eva” se vio obligada a comer de la pasta en forma de corbatín, al introducir en su boca el tenedor sintió una explosión de sabor en su boca. Eddie tenía razón ella era buena cocinera, tal vez mejor que Darcy. El almuerzo concluyó; horas después recibió una llamada de su madre con las típicas preguntas maternas “¿Cómo estás?”, “¿Comiste bien?”, “¿La pasas bien en la academia?”, “¿Ya hiciste amigos?”. Liza Phillips era una mujer muy cambiante e infantil pero cuando se trataba de sus hijos no había nadie que le pudiera hacerle frente. Era Domingo en la mañana, para ser específicos eran las 7:00 a.m. no era algo propio de ella levantarse a esas horas pero al parecer acostarse a las 8:00 de la noche le había aportado mucha energía. Bajó las escaleras hasta la cocina y allí, vio el semblante de aquella mujer esbelta de piel bellamente pálida. Lauren se sobresaltó un poco al ver a Marie tan de repente: -Lauren, ya estás despierta -dijo Marie en un tono sereno-. Eddie aún sigue dormido, el desayuno está en la nevera solamente tienes que ponerlo en el microondas. La chica asintió tratando de evitar los ojos nublados de la mujer. -¿A dónde vas tan temprano? -preguntó Lauren dejando a la pelinegra en seco haciendo que tardara en dar su respuesta algo que le pareció bastante extraño a la chica. -Voy… al hospital, tengo un paciente en muy mal estado y me llamaron… de emergencia… -Pues sería mejor que te des rápido ¿No? -comentó la chica. La pelinegra asentía levemente mientras se dirigía a la puerta lo más rápido posible. <<Que extraño…>> pensó Lauren.
Capítulo 10: La voz y el vacío Eran alrededor de las 9:12 de la mañana, Lauren leía un libro y Eddie como siempre, leía el diario esperando felizmente a que su querida novia llegara a casa o, mejor darle una pequeña sorpresa buscándola al trabajo. No todos disfrutaban esa hermosa mañana en Londres, algunos… disfrutaban ver sufrir a otros desde las tinieblas: -¡No puedo hacerlo! -Exclamó ella entre el llanto desesperado. -Vamos, me piensas traicionar de esa manera -comentó él haciéndose el ofendido. -¡No puedo permitir que le hagas daño! -gritó la mujer. -Después de tantos años… ¿Me piensas traicionar? Ella se quedó muda ante el comentario del hombre. -¿No dijiste que, harías cualquier cosa por “ella”, que harías cualquier cosa por mantenerla viva? -preguntó el hombre. -¡Bastardo! -gritó nuevamente-, estás loco. -Así que al final, eres un peón inservible -dijo el hombre con lástima. Al cabo de dos o tres segundos de su bolsillo sacó una pistola apuntando la frente de la muchacha. El sonido del arma disparar hizo un eco en lugar. La sangre corría por la cara de la joven, las lágrimas salían de sus ojos como cascadas, solamente fue cuestión de segundos para que su cuerpo cayera al suelo-. Es una pena que todo tuviese que terminar así… Marie. -¿Qué hacemos con ella, amo?, ¿Quiere que la llevemos al “cuarto”? -dijo una mujer. -Nah, tengo una idea mejor… -dijo el hombre mientras dibujaba en sus labios una sonrisa malévola. -Entonces… ¿Iremos a buscar a Marie al hospital? -dijo Lauren en la parte trasera del auto. -Sí, quiero darle una sorpresa. A partir de ese momento la chica guardó silencio. Un presentimiento le llegó de repente, algo andaba mal. Llegaron al hospital de Brett, le preguntaron a la secretaria por Maire. Pero cuando le hicieron la pregunta la secretaria miró a Eddie como si estuviera loco; según les explicó la secretaria, Marie Ross había muerto en el trabajo hacía dos años pero, su expediente de trabajo misteriosamente seguía activo. Al escuchar eso, a Lauren se le puso la piel de gallina, un extraño temor dominó su cuerpo por completo dejándola inmóvil, desconectándola del mundo exterior. -Ayer, Marie Ross atendió a dos pacientes con problemas cardiovasculares -dijo la secretaria. Lauren miró a Eddie y se dio cuenta de que estaba totalmente anonadado, en realidad ¿Quién no estaría así? El hospital Brett era un hospital muy desorganizado, Lauren no se sorprendería si hay doctores no registrados en el programa. Pero a pesar de ser tan desorganizados y el bajo costo que exigía los tratamientos médicos, había algo extraño, demasiado extraño. El director del hospital no sería tan tonto como para dejar que un desconocido siga trabajando en el hospital como Marie Ross. Cualquiera pensaría que esto era una historia de fantasmas pero Lauren no pensaba de esa manera. Eddie fue al auto sin decir ni una sola palabra, claro, en este momento sufría un shock emocional ¿A quién no? Hasta la misma Lauren se asustó. Apenas llegaron a la casa una multitud de personas rodeaba la puerta de la casa, muchos decían: “¡Qué horrible!”, “¿Quién fue el monstruo?”, o “Es una pena…”. Eddie salió del auto rápidamente, echó a un lado a cada uno de los espectadores hasta que vio… lo menos que quisiera ver en el mundo. Sus ojos se nublaban y a la vez se cristalizaban dejando caer pequeñas gotas de tristeza de sus ojos, después de unos segundos su grito desgarrador atronó los oídos de todos, especialmente los de Lauren que estaba allí a su lado, sus ojos miraban con lástima aquel cuerpo joven y pálido tendido en la entrada. El llanto desesperado de su primo le desgarró el corazón, ¿La amaba… tanto para llorar de esa manera?, ¿A pesar de su misterio… se sentía tan destrozado al gritar su nombre a los cuatro vientos? Lauren no lo entendía si sólo era… <<La partida de otro ser humano>> Pero ¿Por qué sentía lástima por esa mujer?, ¿Por qué estaba tan triste?, ¿Por qué, con solo escuchar el llanto de su primo sentía que su corazón perdía vitalidad? Tal vez… no era la partida de un simple ser humano, tal vez… era la partida de la esencia de Eddie Redford, su felicidad, su mundo. Entonces si Marie Ross no era sólo misterio… <<¿Quién era realmente?>>
Oyukii, eres la segunda persona que le digo esto. Tanto en el foro como en el mundo de afuera. Eres Grande. Me alegro mucho ver como has podido avanzar con esta gran historia. Lauren se ha convertido en uno de mis personajes favoritos sin duda alguna. Pero lo más sorprendente es que desde el primer capítulo hasta ahorita se puede apreciar cuanta dedicación le has puesto a cada una de tus palabras. Me gusta mucho tu estilo, ya que procuras hacerlo sencillo pero que no pierda su atractivo natural. Disculpa si no he estado, pero ya sabes como me tienen dentro de mi jaula en el trabajo :D Espero el próximo capítulo. Disfruto leer a Lauren y sus peripecias :D
Capítulo 11: Un nuevo comienzo Ya habían pasado tres días desde que murió Marie Ross, desde entonces Eddie Redford no volvió a ser el mismo. Su tía Samantha al apenas enterarse reservó un vuelo e hizo maletas inmediatamente. Lauren Phillips aun seguía en la casa de su primo Eddie, Samantha también y Darcy. Su tía pensó que sería bueno para él que no estuviera tan solitario. Desde que Maire murió de alguna manera todo cambió; Pero ¿Por qué? Solamente era una muerte, una muerte, no más despertar, ni anochecer, ni risas, ni ilusiones, ni cielo, ni infierno, nada; estaba más que convencida de que la muerte de “Marie Ross” no era un simple homicidio, había más, algo más oscuro. Alguien tocó la puerta de su habitación, luego, la voz de la joven cocinera la llamo desde afuera: -Lauren, Samantha necesita tu ayuda. -Voy en seguida -dijo Lauren mientras se levantaba de la cama con desidia. Apenas había abierto la puerta el pequeño felino de pelo negro grisáceo entró a la habitación como si estuviera huyendo de algo o alguien. Sin darle importancia, se fue del cuarto, atravesó la sala hasta que llegó al jardín de la entrada. Allí estaba su tía, su auto estaba estacionado y, en la parte trasera de esta habían unas cajas. -Ya estoy aquí. -Lauren, te estaba esperando. Necesito tu ayuda, me dieron estas cajas en el trabajo, no puedo cargarlas todas yo sola así que ¡A mover ese trasero joven! -dijo Samantha tan sonriente como de costumbre. Lauren puso los ojos en blanco y avanzo hasta el automóvil su tía le dio unas cajas -bastante grandes-, no eran pesadas pero por su tamaño y su baja estatura se le hacia casi imposible ver hacia donde iba. -Deben pesar demasiado -dijo una voz masculina -, déjame ayudarte. Le quitaron dos cajones de encima devolviéndole la visión nuevamente; a su lado vio a un chico no mas de su edad, era alto, cabello negro de un largo aproximadamente hasta su nuca levemente desordenado. Lauren lo miró con recelo, ¿A qué se debía tanta amabilidad? Algo de lo que estaba completamente segura es que algo quería. Cuando ambos jóvenes entraron a la sala dejaron las cajas en el suelo, el joven miro a Lauren por un minuto luego desvió su mirada hasta la puerta y se dirigió a esta. -Deberías beber leche, te ayudará a crecer más. El comentario del joven no le agradó para nada en lo absoluto. -¿Y tú? Eres muy alto, debes tomar mucha leche ¿No? -dijo Lauren en su defensa. -Bueno… en realidad no tomo leche, nunca me gustó. La diferencia de estatura de aquellos dos era muy notable, el pelinegro era alto, y delgado al igual que Lauren, se podría decir que ella era una “enana” delante de él, apenas llegaba a la altura del pecho del joven. -Debió ser muy duro para Eddie -comentó el chico. -¿Qué? -La muerte de Marie. -¿Conoces a mi primo? -preguntó Lauren. -Mas bien somos conocidos, es amigo de mi hermano. No sabía que Eddie tuviera una prima. -Apenas lo conozco, aproximadamente un mes. La conversación cesó allí, el chico ayudo a Lauren hasta con la última caja. -Vaya Lauren -dijo Samantha con una sonrisa pícara en sus labios pintados de carmesí-, ese chico fue muy amable contigo. -Lo que pienso es que es un grosero mal educado que solo me ofreció ayuda para conseguir información barata -dijo la chica mientras se dirigía a la cocina. Lauren estaba en su habitación dándole de comer a su gato pensando en nada; estaba sumida en su propio aburrimiento. El ambiente asquerosamente lúgubre del lugar le bajaba los ánimos y para el colmo era un hermoso día. Se levantó de la cama, fue al escritorio y encendió la computadora para chatear con su amigo, hacía mas de una semana que no hablaba con él. Lauren: Percy… Percy: ¡Hola Lauren! Me enteré sobre la muerte de Marie Ross Lauren: ¿En serio? Percy: Parece que no lees periódicos o no ves noticias Lau Lauren: ¿A qué te refieres? Percy: Sabes que mi padre como de costumbre le gusta cenar mientras ve las noticias, es misma noche estaba cenando con papá y vi el boletín Lauren: Ya veo Percy: Si te digo la verdad la muerte de una simple doctora de un hospital de tan baja calidad como el hospital Brett es muy raro, no tiene sentido que maten a una persona así por que si ¿No crees? Lauren: Si supieras que yo pienso igual
Oyukii-chan, como ya te dije una historia atrapante, miles de preguntas llegan a mi mente inmediatamente leo cada linea y párrafo, la descripción es muy buena y los errores gramaticales y/u ortográficos muy pocos, el misterio es realmente mágico, inminente y sorprendente, tu manera de narrar atrapa y atrae de una manera sorprendente. La trama es perfecta y no es cliché, me encanta. Tu fluidez al escribir es increíble, la manera en que la historia va lenta y detallada, no forzada, es genial. Me encanta y me deja sin palabras, eres fantástica escribiendo Oyukii-chan, espero con ansias la continuación.
Capítulo 12: Vecino Que el expediente de trabajo de una persona ya fallecida siguiera activo le parecía muy extraño, además del homicidio de la supuesta Marie Ross, era como si ambos sucesos tuvieran algo en común como dijo Percy la noche anterior: Percy: Es posible de que ambos sucesos tuvieran algo en común, según como me explicaste cuando me llamaste era mujer muy misteriosa seguramente cargaba consigo un misterio, quizá era un “títere” Lauren salió de la casa, estaba lista para ir a la escuela Collinwood por su propia cuenta, ya sabía mas o menos como llegar. Miró hacia la casa del vecino y vio a aquel joven pelinegro con el uniforme masculino de la escuela Collinwood, tan grande fue la sorpresa que se quedó inmóvil. El pelinegro se dio cuenta de Lauren, no estaba tan sorprendido, su rostro conservaba una expresión calmada. Cuando Lauren volvió en si, bajó la mirada pasando de largo del vecino a zancadas. -Ni buenos días les dices a tus vecinos -comentó el joven haciendo que ella se parara en seco. Lauren dejó escapar un suspiro. <<Que molestia…>> Sin darse cuenta aquel chico caminaba a su lado para ir a la escuela Collinwood. Los dos iban caminando en silencio, con calma, disfrutando del reciente aroma de la mañana. -Soy Lauren Phillips… -Blake Thompson Durante el camino esa presentación fue considerada como la “conversación” de camino a la escuela. Cuando llegaron a Collinwood todos se quedaron mirando a Lauren y a Blake totalmente anonadados, algunos cuchicheaban respecto a aquellos dos pero no se podía saber de que. Ambos chicos sin decir nada tomaron caminos diferentes. Lauren se dirigió al grupo en donde estaba Casey y los demás. -Oye Lauren -dijo Casey tomando a la chica de sus manos-, dime que ese era Blake Thompson, ¡Qué afortunada eres! -Solamente es un vecino fastidioso -contestó la chica apartando la mirada de Casey. -¡Que es tu vecino! Te envidio amiga -dijo esta mientras abrasaba o más bien hacía de Lauren jugo de limón. -Su… suéltame… -dijo Lauren. La castaña soltó a Lauren dejándola respirar al fin. -Por cierto ¿Quién es Blake Thompson? -preguntó Lauren. -Blake Thompson está en el mismo curso que Casey y yo -dijo Charlize Beckett-, es el chico mas popular de la escuela, reconozco que es apuesto pero no es nada del otro mundo. -¿Cómo puedes decir eso Charlize? ¡Es guapísimo! -exclamó la castaña. -Sí…. Como digas señorita ilusión -dijo Charlize con arrogancia. -¡No me gusta ese tono tuyo! La de la fricción entre ambas jóvenes estaba enfermando a Phillips, en medio de la discusión de ambas jóvenes sonó la campana de entrada lo cual fue como un milagro para ella: -No creas que porque la campana de entrada sonó esto se va a quedar aquí Charlize Beckett. Cuando llegó la hora de descanso Lauren se propuso buscar un lugar tranquilo en donde leer pero un pequeño estorbo produjo contratiempos. -¿Tu eres Lauren Phillips? -dijo una voz femenina. -Ah… sí -respondió Lauren volviéndose hacia ella. A sus espaldas tenía una chica muy hermosa, de cabello rubio casi dorado, la luz del sol hacia de sus hebras doradas pequeñas fracciones de oro puro; sus ojos eran azul celeste, tan brillantes y hermosos que se asemejaban cielo despejado y piel blanca. La chica que tenía en frente era hermosísima, era como un ángel puro a diferencia de ella, Lauren tenia el pelo marrón oscuro, corto, tenia un especto viejo, anticuado y triste, además de unos ojos grises que se asemejaban a las nubes de lluvia, opacos, sin mostrar emoción alguna. -Soy Babette Bridgerton, he escuchado de ti, rumorean por ahí de que llegaste con mi… querido Blake -dijo la chica. -¿Eres francesa? -preguntó Lauren. -Bueno… sí pero, no nos salgamos del tema-. Solamente te vengo a decir que no te le acerques más. La mirada arrogante de aquella chica a Lauren le daban ganas de vomitar, odiaba esa sensación que le producía la gente. -¿Eso es lo que me querías decir? -No, aún falta… como ya eres recién nombrada mi enemiga; en los próximos exámenes competiré contra ti a ver quien saca la calificación más alta. -¿Ya acabaste Babosa Bridgerton? -preguntó Lauren en un tono no muy amable, esta tal Babette la estaba hartando. -¿Cómo me dijiste? -dijo la rubia frunciendo sus cejas. Lauren se dio vuelta y siguió su camino dejando a Babette Bridgerton atrás. Minutos después pasó por el salón de música, pudo percibir el dulce sonido de un violín en el interior de esta, Lauren se quedó parada en frente del portón de madera, meditó unos segundos antes de abrir la puerta. Se sintió hechizada por el sonido tan dulce y perfecto de la melodía, y al parecer quien tocaba era nada más ni nada menos que Blake Thompson. El pelinegro se dio cuenta de la presencia de su vecina y paró de tocar. -Tocas bien… -dijo Lauren. -Gracias… -respondió el chico. Guardaron silencio por un momento, Lauren miraba atenta cada movimiento que hacia el joven al guardar su violín. ¿De qué le hablaba? No estaba muy interesada en entablar una conversación “amistosa” con él pero… ¿Por qué tenía ganas de hacerlo? -¿No te pareció extraño en la forma en que murió Marie Ross? -preguntó Lauren, ¿Por qué debía ser precisamente ese tema? -Sí, en realidad me preguntaba que clase de mujer era. Era muy misteriosa -respondió. -Yo también pensaba lo mismo acerca de ella. -Mmm… ¿No crees que, hay algo más detrás de esa muerte? -Sí, además, tengo mucha curiosidad de que fue lo que pasó. -¿Quieres jugar a la detective o me equivoco? -dijo Blake con una pequeña sonrisa en su rostro. -Mas o menos.
Bueno, me has dejado muy conforme Oyukii, bien hecho. En verdad, que en cuanto más leo siempre me dejas con esa molesta duda. Ahora, los sucesos apuntan a que Mary fue asesinada por alguien que quería algo de ella. Y no creo que sólo haya sido por información. Así es Mary era una persona muy misteriosa, y a puesto que sabía algo que nadie más o que poseía algo muy importante. Este estilo fresco tipo Sherlock Holmes, me agrada y más por que Lauren tendrá que descifrar muchas cosas. Es una chica muy inteligente. Jejeje Esa "villana" que sacaste espero que le dé a tu historia la pisquita de sal que necesitaba al igual que al chico guapo y varonil de Blake. Muy bien, me asombra que hayas podido sacar capítulos rápidos :D Así no me dejas esperando mucho tiempo. Espero ansiosa las nuevas aventuras de Lauren, ahora como la pequeña detective :D Muy intrigante de verdad. :D
Capítulo 13: Discreción Eddie Redford volvía del trabajo; desde que murió su novia ya era normal que regresara a su casa de mal humor, y nada mas le sacaba de sus casillas el tener una reportera persiguiéndolo insistiendo con misma maldita pregunta. Eddie caminaba a zancadas tratando de huir de las redes de la reportera, aunque era inútil, ya lo había perseguido por casi todo Londres de regreso a su hogar. -Vamos, sé que sabe algo, dígame por lo menos algo de Marie Ross -decía la reportera. El joven no estaba dispuesto a decirle nada acerca de ella, porque cuando lo hacía se sentía herido, quería verla de nuevo, ese era su deseo. -Eddie Red… Cuando iba a decir su nombre por milésima vez, él estalló: -¡Ya deja tu maldita insistencia Kathy! ¡Puede que tu padre sea mi jefe! Pero usar ese insignificante poder para sacarme cualquier dato, ¡Eso no te funcionará! Ahora déjame en paz. Eddie, al entrar a su casa dio un portazo en frente de la cara de la joven reportera. Aquella muchacha se quedó en frente de la puerta toda decepcionada ¿Ahora que haría sin ese reportaje? La muerte de Marie Ross había llamado la atención de muchos, además de que los investigadores llevaban a cabo una rigurosa investigación para ver si “él” era el maestro del asesinato de la joven. Por otra parte; Lauren estaba apunto de llegar a casa, en su mano derecha portaba una bolsa conteniendo algunos materiales de manualidades, tenía que hacer un trabajo escolar. Apenas veía la puerta de la casa, vio a una mujer parada en frente de esta; tenia el pelo rojo, parecía no tener muy buen gusto al vestir, parecía como si un arco iris hubiera vomitado encima de ella, llevaba puesta una camisa color verde, una falda recta color morado, unas zapatillas rojas, y pendientes anaranjados. <<Creo haberla visto antes…>> pensó Lauren tratando de hacer memoria en donde la había visto. Tras unos treinta o cuarenta segundos se acordó de quien era. Caminó despacio hasta que quedó atrás de la pelirroja, esta parecía esperar a alguien ¿Pero a quién?, ¿A quién de esa casa le podría interesar? Lauren pensó que tal vez sería su tía pero, si Samantha veía el carnaval que llevaba puesto encima tal vez le diera un síncope o le daría un ataque de nervios. -¿Qué hace Kathy Applewhite en esta casa? -preguntó Lauren. La joven de cabello rojo se asustó un poco volviéndose hacia Lauren. -¿Tú vives aquí? -Sí. Tú eres Kathy Applewhite ¿No? -Claro que sí -dijo la pelirroja con orgullo. -La famosa reportera inglesa reconocida por su mal gusto para vestir. Al escuchar eso último, la cara de Kathy decía claramente: “No me lo recuerdes”. -¿Sabes algo sobre la muerte de Marie Ross? -preguntó Kathy. -Bueno… no sé mucho -respondió Lauren. -¡Por favor! Necesito esa información más que a nada en el mundo, me contrataron para hacer este trabajo. -¿Por qué eres tan insistente? -¡Niña! -exclamó Kathy. -Bien, veré que puedo hacer. Lauren se dirigió a la puerta pero apenas había tocado el pomo la pelirroja la detuvo: -Oye, oye ¿A dónde vas? -¿A dónde más?, ¿No que querías información de Marie Ross? Anda. -Pero… ¿Esto no es de mala educación? -No te hagas la santa -dijo Lauren poniendo los ojos en blanco. Lauren dejó las cosas que había dejado en su habitación, por suerte, no había nadie en los alrededores de la casa; Darcy estaba haciendo las compras, Samantha estaba en el trabajo y Eddie, posiblemente durmiendo pero lo seguro era que no saldría de su habitación hasta la hora de la cena. Lauren y Kathy fueron al sótano, allí habían algunas de las pertenencias de Marie Ross. El sótano de la casa era un lugar espantoso, eso le pareció a Kathy Applewhite la cual le temblaban las piernas con solamente ver a su alrededor el montón de cajas y la luz tan pobre que había en el lugar. Lauren buscaba en una de las cajas algo de utilidad, hasta que encontró el bolso de trabajo de Marie Ross, era una de las pocas cosas que no se habían llevado y de mucha utilidad, Lauren tuvo la suerte de encontrarlo. Revisó en su interior, y entre el desastre de cosas que había pudo visualizar una pequeña tarjeta que decía: Dr. Van Luigi Hospital Brett Psicología En ese momento, Lauren se sintió como la persona más afortunada del mundo.
Capítulo 14: preguntas sin respuestas Kathy Applewhite y Lauren Phillips se dirigían al hospital Brett en busca de el tal Van Luigi. Ya estaban casi cerca del hospital, no estaban muy apresuradas -al menos Lauren-, Kathy la dejaba unos pasos atrás, la adrenalina corría por su cuerpo, no sabía si era entusiasmo o miedo; en cambio Lauren parecía darle por igual. Llegaron al hospital Brett; buscaron a la secretaria, pero estaba ocupada y tuvieron que esperar buenas horas sentadas hasta que terminara con las personas: -Disculpe señora -dijo Lauren acercándose a la secretaria-, ¿Se encuentra Luigi Van? La secretaria permaneció en silencio unos segundos, el nombre la había impactado. Luego, mostró una sonrisa tensa y les dijo: -Lo siento, pero, está fuera de servicio. -¿Puede decirnos aunque sea dónde vive? -preguntó la reportera. -Para ser sincera, es mejor que no lo busquen; fue despedido del hospital hace tres años. -¡Es una urgencia! -exclamó Kathy. -Lo siento pero… -¡Es necesario! Es algo vital, de suma importancia -insistió. La secretaria suspiró, sabía que cualquier cosa que quisieran de Van Luigi no lo iban a obtener. La secretaria se estremeció al recordar el siniestro rostro de Van Luigi Peralte y el incidente de hacía tres años atrás. -Esta es su dirección -dijo la secretaria entregándoles una tarjeta. Ambas chicas salieron del hospital victoriosas, ahora tenían que hablar con él. Un escalofrío recorrió la espalda de Lauren, tenía un mal presentimiento sobre Van Luigi. -Parece que tu insistencia sirvió de algo -dijo Lauren divertida. -¡Oye! Al llegar, Kathy miró con horror el vecindario. Parecía un pueblo fantasma, habían autos descuidados, firmas en paredes, edificios a medio construir y abandonados; el terror dominó por completo el sistema nervioso de Kathy Applewhite. La pelirroja se inclinó hasta alcanzar el oído de la joven que estaba a su lado que, parecía no estar sorprendida para nada. -Emm… Lauren, ¿Segura que este es el lugar en donde vive el tal Van Luigi? -Debe serlo -contestó la adolescente. -Yo no estoy segura de eso -dijo Kathy con temor. Era el edificio 1894, 5to piso apartamento número 20. El interior del edificio parecía ser el hotel de Transilvania o mas horroroso que eso, fueron subiendo los escalones hasta el quinto, el descuido de las paredes era algo que enfermaba a Kathy completamente, creía estar en una película de horror; sus piernas temblaban, cada vez que subía un escalón; ya se había esfumado la emoción de antes. La pelirroja miraba a Lauren sorprendida ya que desde que entraron todavía conservaba esa expresión tan calmada en su rostro. Llegaron al quinto piso, Lauren estaba decidida a tocar la puerta pero antes de tocarla un escalofrío recorrió su espalda además de que miles de preguntas llegaron a su cabeza como: ¿Qué clase de persona era Van Luigi?, ¿Por qué tenía la sensación de que no era un buen tipo?, ¿Por qué vive en un lugar como este? Entre otras preguntas más. Lauren tocó la puerta del apartamento, en un lapso de unos segundos un rostro envejecido se asomó por la rendija; Lauren no se esperaba que Van Luigi fuera de edad avanzada, más bien lo imaginaba como un hombre de mediana edad. -¿Usted es Van Luigi Peralte? -preguntó Lauren. El hombre asintió. -Queremos hacerle unas preguntas… emm… ¿Conoció usted a Marie Ross? -preguntó la reportera. La expresión de el rostro de aquel hombre cambió completamente, de una cara impasible a una sumida en el horror, sus manos envejecidas temblaban, gotas de sudor se deslizaban por su frente, su boca se entreabrió, parecía estar en shock. Cuando reaccionó cerro la puerta dejando confusas a las dos jóvenes. Luego se abrió la puerta de golpe haciendo que ambas se sobresaltaran, allí estaba él con su arma dispuesto a dispararles; el cuerpo del anciano temblaba de manera violenta. La sorpresa de ambas jóvenes fue tan grande que se quedaron impactadas, Lauren retrocedió unos pasos hacia atrás, el sistema nervioso de Kathy estaba dominado por el horror, no sentía siquiera sus piernas a tal grado que pensaba que iba a colapsar. -¡V… váyanse! ¡No sé nada! ¡No vuelvan nunca! -gritó el hombre desesperado-, si no desaparecen de mi vista en cinco segundos ¡Dispararé! Lauren notó que él hablaba en serio, ella miró de reojo a la reportera y vio que estaba en muy mal estado como para caminar voluntariamente. Tomó a la pelirroja del brazo y avanzó lentamente por el pasillo alejándose del apartamento del señor armado. Bajó las escaleras despacio para que Kathy no se cayera junto con ella. Las dos estaban en un café cerca de aquel vecindario, ninguna de las dos se animaba a hablar de lo ocurrido; fue el momento más horrible de sus vidas ¿Y si les hubiera disparado? Lauren ni quería imaginarse eso, por un momento pensó que iba a morir, tal vez fue mala idea visitar a aquel hombre pero… ¿Por qué reaccionó así?, tal vez fue la pregunta de Kathy que lo alteró, posiblemente supiera algo de Marie Ross algo tan confidencial que lo llevara a actuar de esa manera, algún vínculo de unión. -Aquí está su orden -dijo la mesera trayendo los pedidos de las muchachas, Lauren pidió un Cheesecake y Kathy un té para tranquilizarse. -Vaya a susto -dijo Kathy-, pensé que iba a morir. -Para tener un trabajo tan arriesgado no pensaba que fueras tan miedosa -dijo Lauren. -¡Oye! Puede que tengas nervios de acero pero eso no significa que no te hubieses asustado. Kathy Applewhite tenía razón, Lauren Phillips estaba horrorizada, su sistema se había bloqueado en ese momento su mente estaba en blanco, sus músculos se habían paralizado, el frío recorría su cuerpo, era como si el tiempo se hubiera congelado y le hubiera ofrecido una visión más clara de las cosas, aunque en realidad, no recordaba casi nada de lo que pasó. -¿Ahora que haremos sin la información? -se preguntó Kathy apenada. -Volveremos -dijo Lauren con decisión. -¡¿Cómo?! -gritó la reportera llamando la atención de los otros clientes. -¿Puedes hacer silencio? -dijo la chica mientras tomaba con la cuchara un pedazo del Cheesecake. -¿Es qué no viste como nos apuntó con su arma a punto de matarnos?, ¿Estás loca o qué? -¿Quieres la información o qué?, ¿No era algo de vital importancia? -¡No me trates de persuadir con eso, niña! -Bueno… hasta aquí llega mi solidaridad contigo -dijo Lauren mientras se levantaba del asiento-, corro ese gran riesgo y piensas rendirte como si nada. -¡Oye! ¿A dónde vas? -preguntó Kathy. -Me voy a casa, esperaré el autobús. En ese momento la reportera Kathy Applewhite se dio cuenta de que Lauren Phillips no era una niña común y corriente, ella era… <<Una mujer tenaz…>> Ese pensamiento cambió por completo su posición, le sorprendía que esa chica estuviera dispuesta a pagar un gran precio por obtener lo que quiere, bueno… más bien la describiría como una chica osada o… valiente. La pelirroja dibujó una sonrisa en su rostro ¿En realidad iba a ir detrás de esa chica y le rogaría que no la dejara? Sin pensarlo dos veces se levantó de su asiento dejó el dinero de propina en la mesa y trató de alcanzar a Phillips; por alguna razón tenía la corazonada de que Lauren tenía todo esto planeado. -¡Niña! -gritó la mujer acelerando el paso cuando vio a la joven. Esta se volteó hasta la pelirroja carnaval que apenas había corrido y ya estaba exhausta. -Te voy a pedir un favor -dijo Lauren-, no me llames niña, soy Lauren Phillips.
Capítulo 15: un corazón solitario La reprimenda que recibió por parte de su tía no fue muy bonita que digamos, es más, era la primera vez que veía a su tía de esa manera: -¡Que sea la última vez que salgas así sin permiso! En otras palabras, más histérica de lo normal. Lauren dibujó una sonrisa divertida en su rostro, esta situación le provocaba gracia, era algo de “locos” aunque bastante serio, lo que pasaba era increíble que le propusiera gracia. Disfrutando de la soledad de Collinwood, de la nada apareció la chica gótica de su clase, Dorothy Adams cariñosamente conocida como Danny por sus amigos. Danny miró a Lauren, su mirada penetrante y vacía hacía sentir a Lauren con agujeros en su cuerpo. -Es muy raro verte sola sin estudiar -dijo Danny. -Es muy raro verte sola… -dijo Lauren. -Prefiero estar sola de vez en cuando. -Y veo. -Comentan por ahí que Babette Bridgerton, te declaró su enemiga. -Me sorprende cómo viajan los rumores en esta escuela -comentó Lauren divertida. -No es algo de que reírse -dijo la gótica con seriedad-, esa chica se toma la rivalidad muy en serio. -¿Cómo lo sabes? -Soy una de sus mayores enemigas. -¿Por qué? Dorothy no le molestaba contestar esa pregunta pero justo cuando le iba a responder a su conocida, la campana de regreso a clases sonó. -Me tengo que ir -dijo Dorothy dirigiéndose a la clase de Biología. Lauren suspiró angustiada, ahora le tocaba Geografía con Alicia Crane, su peor pesadilla. Tomó su tiempo para llegar al salón de clases, pasó en frente del salón de música pero, inmediatamente sintió como una mano se aferró a su brazo y como este la halaba hasta el interior del salón de música. Después de unos segundos, pudo ver frente a ella a Blake Thompson, su vecino. -¿No deberías estar dirigiéndote a clases? -preguntó Lauren en un tono molesto. -Sé que apenas nos conocemos pero, quiero pedirte un favor. Mi padre es médico, y está preparando una gala en donde invitará a grandes médicos y personas importantes, quiere que esté presente pero… mi padre quiere que invite a una chica de la escuela para presentarla como… -Ya entendí -dijo Lauren interrumpiéndolo en medio de su explicación-. Mi respuesta es, no. -¿Por qué? -Primero, tu no me agradas, segundo, no pienso ir a una gala y tercero, ¿Por qué no le pides a la Babosa Bridgerton que te acompañe, seguramente aceptará. -Pero es que… eres con la única con la que puedo contar, además, ¿Quién es Babosa Bridgerton? Lauren gruñó, no se sentía cómoda con la presencia de Blake Thompson; además ¿Ir a una gala? Para algunos sería un honor, una gran oportunidad que se daría una vez en la vida pero no para Lauren Phillips, una gala le parecía una reunión de los seres mas ignorantes y altivos del mundo. -Lo siento, no voy a ir -dijo Lauren dispuesta a irse pero mucho antes de tomar el pomo de la puerta Blake tomó a Lauren de sus hombros dejándola inmovilizada, se acercó a su oído y le susurró: “Te compensaré si me haces este favor, lo que tu quieras”. aquellas palabras terminaron convenciendo a Lauren Phillips. Cuando salió del salón de música un extraño sentimiento invadió su corazón, un sentimiento de culpa y tristeza, ese sentimiento que había sentido hacía muchos años atrás; algo que había sentido mucho antes de conocer a Percy Stuart, se sentía… usada. Oye Lauren, ¿Me puedes hacer un favor? C… claro Lauren, ¿Me prestas tu cuaderno? Se me olvidó hacer la tarea ¡Sí! Lauren, hazlo tú ¿Qué? ¿En verdad iba a suceder lo mismo? Esperaba que no, porque el pasado había dañado aquella niña generosa que solía ser, solamente era la niña buena delante de Percy porque él fue la primera persona que la rescató de ella misma y de las personas que la utilizaban como un conejillo de indias. Una ráfaga de viento revolvió el cabello de Lauren llevándose en pequeñas fracciones una pequeña lágrima.
Capítulo 16: la noche en el pabellón Era una hermosa y gélida noche, precisamente era la gala del padre de Blake, era un fastidio, se preguntaba que estaba pensando cuando aceptó ir a la gala pero daba igual, ya estaba comprometida a ir y no podía fallarle; además, cuando su tía se dio cuenta de aquello se volvió loca buscando vestidos para ella, no quería siquiera acordarse de esas largas horas de tortura quitándose y poniéndose vestidos. El timbre sonó, Lauren se levantó del sofá para abrir la puerta. Giró el pomo y apenas abrió la puerta supo de inmediato quien era. Blake Thompson. -Parece que eres puntual -dijo Lauren en tono aburrido. -¿Lista para irte? -preguntó. Lauren asintió y salió de la casa sin avisarle a nadie, una limosina los recogió y los llevó “Al Pabellón de los Cisnes” en donde se llevaría a cabo la gala. Ambos jóvenes subieron las elegantes escaleras cubiertas por una alfombra roja, se sentía como si estuviera caminando en la alfombra roja de Hollywood. Al entrar al pabellón, sus oídos quedaron hechizados por el suave sonido que un vals, muchos de los invitados iban al centro de la pista a bailar; otros estaban en pequeños grupos de tres o cuatro personas hablando de lo típico, dinero, negocios, vacaciones, mujeres. Los camareros iban de grupo a otro ofreciendo copas de champán; lo único que le llamó la atención fue la mesa de aperitivos que se encontraba a la izquierda del salón. El ambiente era muy agradable, pero para Lauren solamente le parecía un lugar lleno de personas egocéntricas y altivas, mujeres cuerpos “artificiales” u hombres cambiados de sexo; pero le daba igual, solamente estaba allí haciéndole un favor a su vecino. Blake tomó la mano de la joven que había a su lado y le dio un pequeño apretón, aquella acción hizo que ella volteara para verlo. -¿Quieres bailar? -preguntó el chico. -¿Qué? -dijo Lauren confundida. Blake llevó a la chica hasta el centro de la pista, luego, puso a Lauren en la posición de bailar. -¿Acaso estás demente? No pienso bailar -dijo Lauren. -Yo sí -contestó el chico. -¿Tu oferta sigue en pie? -Sí… -Pues no te quejes si destrozo tus pies. Ambos comenzaron a bailar, Lauren trataba de ir al son del pelinegro en el baile aunque no le iba muy bien, a pesar de eso, se estaba divirtiendo, no pensó que se sentiría así en su vida. Por primera vez, sintió estar con Percy a pesar de tener a otra persona delante de ella, por primera vez se sentía cómoda con Blake Thompson, como si estuviera cerca de Percy Stuart. Por otra parte, el anfitrión de la fiesta conversaba amenamente con algunos colegas de trabajo, parecía que los temas del dinero predominaba en el lugar. -Dime Caroline, ¿En cuántas cirugías te has hecho? Si quieres te hago una gratis -dijo uno de los hombres del grupo en un tono pícaro. -¡Pervertido! -exclamó la rubia conocida como Caroline-. Estoy casada. La contestación de la rubia hizo que todo el grupo rompiera en carcajadas, entre ellos estaba Charlie Thompson el padre de Blake, un famoso neurocirujano, era una persona muy amable aunque como casi todas las personas de alta clase social era muy avaricioso. -Por cierto Charlie, tu hijo es un bombón -comentó Caroline mientras reía. -Si te soy sincero, las chicas no dejan tranquilo a mi hijo -dijo Charlie-, me sorprende lo serio que es él, y, parece que disfruta de la compañía de cierta persona. El ambiente era muy agradable, mientras algunos disfrutaban de un ameno vals otros disfrutaban conversando, el anfitrión iba de grupo en grupo y de cada uno se llevaba una sonrisa. Pero esa felicidad no duraría por mucho tiempo. -Charlie, ¿Por qué no vamos a conversar a otro lado? -preguntó un hombre con una amigable sonrisa en su rostro. -¡Claro! Como en los viejos tiempos amigo -dijo Charlie alzado su copa. Ambos hombres fueron a otra sala fuera del ambiente tan agradable, Charlie se sentó en un sofá mientras que su amigo se sentó en un sofá en frente de él. -Charlie, hace mucho tiempo estaba interesado sobre un tema que quería discutir contigo pero sabes que soy un hombre muy atareado y esta es la oportunidad -dijo el hombre con una sonrisa de oreja a oreja. -Dime amigo, soy todo oídos. -Últimamente he estado interesado en, “la llave”. -Bueno… el emperador… mmm… digamos que es información confidencial, que no le puedo decir a mucha gente. -Amigo, tengo mucha curiosidad -dijo el hombre insistente. -Lo siento pero no puedo hablar sobre este tema -dijo Charlie sentándose en el borde del sofá-, ¿Era eso? Si ese era el tema ¿Me disculpas? Tengo invitados que atender. -No, siéntate Charlie tenemos mucho de que hablar -dijo el hombre mientras chasqueaba los dedos. En un lapso de cinco, seis segundos, Charlie sintió algo alrededor de su cuello y como lo apretaba y apretaba hasta dejarlo sin aire, trató de luchar contra esa fuerza anónima pero era inútil ya era demasiado tarde, lo ultimo que pudo ver fue la sonrisa sádica de su supuesto “viejo amigo”. -H… Hass Y aquel hombre cayó muerto en el suelo. Una figura femenina se escondía entre las sombras, entre sus manos jugaba con una cuerda, cuerda con la que había matado a Charlie Thompson. -Querida Elyse -dijo el hombre-, nunca aparentas ser lo que dices ser a primera vista. -¿A qué se refiere? -preguntó la mujer divertida. -Me refiero… a que pareces ser una mujer delicada y femenina pero, tienes una fuerza impresionante. -Ah, no diga esas cosas, me sonroja -dijo la mujer riendo divertida. -Mejor larguémonos. Dos horas después, uno de los camareros se dirigió a la sala como ultimo recurso para encontrar a Charlie Thompson. Al entrar, se dio una gran sorpresa, lo vio tirado en el suelo. Aquel joven se dio un gran susto; se dirigió a él y vio que no respiraba además de tener una marca morada en su cuello. El joven entró en pánico y salió corriendo de la sala. El camarero le informó a uno de los otros que ayudaron a Charlie en la fiesta; la noticia se propagó entre los pequeños grupos, algunos invitados se armaron de valor y se dispusieron a ver que pasaba mientras que otros se iban del lugar. Eso fue algo que pudo percibir Blake desde un principio, pudo notar como el aire de cálido se tornó frío, algo no le gustaba; miró a Lauren la cual estaba en la mesa de aperitivos, pensó que aquel cambio repentino en la atmósfera también lo había sentido. <<Que extraño -pensó Lauren- ni siquiera ha terminado la fiesta y la gran mayoría se ha ido>> De pronto Blake escucha unas sirenas, luego de unos segundos entran unos policías. El camarero dirige a estos a la sala en donde estaba el cuerpo de Charlie Thompson; “¿Qué estaba ocurriendo?” se preguntaba el joven pelinegro. Sin pensarlo dos veces los siguió a los hombres hasta que llegaron a aquella sala. Blake echó a un lado a toda persona siendo hombre o mujer para ver que era lo que miraban, atravesó a la multitud y lo vio, a su padre tirado en el suelo, sin respirar, sin alguna señal de vitalidad; sintió como su corazón latía con dificultad, como si alguien lo exprimiera, sintió como su cuerpo se paralizaba como si lo obligaran a ver una y otra vez más; sus ojos se cristalizaron y como los torrentes de lágrimas bajaban de sus ojos como cascadas, su respiración era agitada y cada segundo que transcurría se le dificultaba la entrada de oxígeno en su cuerpo; su interior hervía de pena y desesperación, no pudo soportarlo más y rompió en llanto, sus gemidos le rompían el corazón a todas las personas presentes, unos bajaban la mirada y otros lo acompañaban con su llanto. Lauren llegó después y escuchó los desgarradores llantos de Blake Thompson, ya sabía lo que había sucedido, otra muerte.
Capítulo 17: padre Unos días después Lauren se propuso a visitar a Blake Thompson, le sorprendía que un chico como él quedara tan destrozado. Era su padre, pero, él actuaba tan impasible y tan frío que no se esperaba que cayera dentro de un precipicio emocional. Tocó la puerta de la casa de Blake e inmediatamente abrió un joven con un ligero parecido a él, sus ojos eran negros, cabello negro pero mas corto y ordenado y piel ligeramente bronceada. El chico que estaba en frente de ella mirándola cuidadosamente, Lauren se percató de eso y le molestó, odiaba cuando la miraban demasiado. -Disculpa, ¿Se encuentra Blake Thompson? -preguntó Lauren tratando de ser lo más formal posible. -No se encuentra muy bien en estos momentos -respondió el chico. -Es por eso que precisamente estoy aquí. El chico iba a decir algo pero una mano blancuzca se posó en su hombro y lo detuvo. Era él, Blake. El muchacho se marchó dejando a Blake solo en la puerta. -Mi hermano es muy sobre protector -dijo el pelinegro como excusa-, por cierto, ¿Qué haces aquí? -¿Sabes de un buen restaurante de sushi? Acuérdate de que tienes una promesa que cumplir -dijo Lauren mientras le extendía su mano muchacho. Pareciera que Lauren Phillips estuviera reclamando su pago pero, para Blake parecía como una especie de rehabilitación. Cerró los ojos resignado, ¿Acaso se iba a negar? Casi imposible. Salió de la casa y cerró la puerta detrás de si, Blake conocía un restaurante de sushi al salir del vecindario, los propietarios eran unos japoneses muy buenas personas, no acostumbraba a ir allá con frecuencia pero cada vez que iba el dueño le daba una calurosa bienvenida. -Joven Thompson -saludó el hombre japonés al ver entrar al pelinegro en la tienda. -Hola señor Nakamura. El restaurante estaba vacío solamente estaban ellos dos sentados en la mesa. -Parece que el señor no le va muy bien -dijo Lauren en voz baja, casi susurrando. -Cerrará en tres días, antes solía venir mucha gente pero después le dejaron de venir clientes -comentó el pelinegro en voz baja. Esperaron unos minutos a que trajeran sus pedidos, a los ojos de Blake Lauren era una glotona, en menos de diez segundos ya se había comido casi todo. -Fue muy duro -dijo Lauren. -¿El qué? -La muerte de tu padre. Dichas estas palabras el silencio tomó posesión de ambos. Los segundos pasaban y nadie tenia intención de hablar, por un momento era como si el tiempo se hubiera detenido y solamente estuvieran solos en el espacio y tiempo. Las palabras sobraban en ese momento; Lauren escuchaba con claridad los acelerados latidos de su corazón, estaba ansiosamente esperando la respuesta del muchacho. -Que va… -dijo Blake mientras bajaba la mirada. La respuesta confundió un poco a la chica, ¿Qué era esa respuesta?, ¿Pensaba que Lauren le tenía lástima?, al pensar eso se le hacía casi gracioso; el chico no le caía tan mal pero, ¿Tenerle lástima? Era lo último que Lauren Phillips sentiría por alguien. -Yo odiaba a ese hombre -dijo. -¿Por qué? -preguntó ella. -Porque… él es un maldito. ¿A qué clase de padre se le ocurre abandonar a sus hijos? He pasado mas de diez años preguntándome por que se fue, por que nos dejó con nuestra madre en un estado crítico de salud pero, aún así me buscaba y yo aceptaba sin saber por que. ¿Por qué me siento tan mal por alguien que nos abandonó a mí y a mi hermano?, ¿Por qué lloro amargamente por alguien que era muy distante a mí? ¿Por qué es así? Lauren meditó las palabras de Blake por un momento, ¿Si tanto lo odiaba también podía amarlo?, ¿Su odio era tan grande al igual que su amor? La respuesta era bastante clara, Lauren fulminó con la mirada aquel chico que tenía en frente. <<¿Por qué no te das cuenta?>> pensaba mientras fruncía el ceño. -Tonto -dijo-, ¿No te das cuenta? A pesar de que odiabas a Charlie Thompson, lo amabas porque… él era tu padre. No importa cuanto lo odies, ese vinculo entre tú y él no se va a romper, llorabas amargamente esa noche porque él era tu padre, tu padre murió esa noche y el siempre será tu padre, no importa cuanto intentes escapar de esa realidad, él era y seguirá siendo tu padre. ¿Cómo puedes ser tan ignorante? Aunque lo odiabas él fue alguien importante en tu vida aunque no lo reconocieras y lo seguirá siendo, ni muerte, ni vida, ni odio, ni dinero, ni nada en el mundo puede borrar el hecho de que él es tu padre, porque él si te amó, por eso te buscaba. Ella estaba furiosa con él, odiaba cuando las personas se hacían las idiotas cuando tenían la respuesta de una pregunta tan simple como esa, ¿Cómo la gente puede llegar a ser tan ignorante?, ¿Por qué siempre el mundo cegaba a las personas de la realidad? ¡Cuándo tu madre muere y te sientes triste no entiendes por qué, ¿Por qué lloras? Porque era tu madre! Era un hecho tan simple y difícil de entender. -Vaya… -dijo él con una sonrisa triste-, ¿Cómo no pensé eso antes? Estaba tan cegado por el rencor que le tenía que no me di cuenta. -O tal vez porque eres un idiota… -masculló Lauren. Percy: ¿Sabes Lauren? Vi en las noticias que hubo otra muerte, de un neurocirujano Lauren: Sí, Charlie Thompson, ¿Por qué me dices eso? Percy: ¿Lo conoces? Lauren: No y… no es asunto tuyo, dime ¿Por qué me dices eso? Percy: Tengo una corazonada Lauren: ¿Sobre qué?
Capítulo 18: la señal Lauren estaba a punto de salir, iba al mercado a comprar algunos alimentos, para ayudar a Darcy con su tarea o por el simple hecho de culminar con el aburrimiento. Cuando salió y apenas vio la vegetación de su lado derecho vio algo que prácticamente la asustó, era “el carnaval”. -Esta es la última moda de los espías -dijo Lauren a las espaldas de “ella”. Aquella joven mujer con atuendo multicolor se dio enorme susto, cuando se dio vuelta vio a la chica con la que se había metido en problemas la semana anterior. -¡Ey! ¿Qué haces aquí? -Eso debería preguntar yo -dijo Lauren-, ¿Qué hace Kathy Applewhite espiando en mi patio la casa del vecino? -Trabajo -fue la excusa de Kathy. -¿No que investigabas sobre Marie Ross? -Bueno, digamos que no de Maire Ross… mmm… era interés personal. -Y seguramente esto es interés personal ¿No carnaval? -¡Es en serio! Es trabajo, lo de Marie solamente fue interés personal -dijo la pelirroja con tristeza. -¿Por qué? -Es algo complicado… Lauren fue a comprar las cosas en el mercado acompañada de Kathy Applewhite, claro, llamó la atención pero era algo que a ella no le importaba. Llevó las cosas a la casa y luego, fue con la reportera a un café a conversar de “esas cosas complicadas”. -Yo, era la mejor amiga de la verdadera Marie Ross, de la que murió supuestamente suicidada hace dos años -dijo la pelirroja-, ella fue mi primera amiga en la escuela. Desde pequeña siempre me había gustado tener un estilo único pero eso afectó parte de mi vida social en la escuela hasta que Marie me dijo que yo era fantástica, era la primera persona que me había dicho así, me sentía muy feliz. Kathy: ¡Ya sé! Me dirás como todos, soy ridícula. Marie: Yo pienso que ser original es lo más fabuloso que hay, te ves fantástica . Las dos guardaron silencio, Kathy parecía tener una batalla emocional para aceptar el otro lado de la personalidad de su vieja amiga, la creía incapaz de ser una mujer que estuviera involucrada en algo malo, Marie Ross era una mujer tan gentil e inocente, además de que la había estado con ella en las buenas y en las malas. -¿Qué piensas hacer para conseguir información sobre Charlie Thompson? -preguntó Lauren. -Pues obvio, de su hijo Blake -respondió Kathy. -Sabes demasiado me das miedo -comentó la muchacha-. Además, Blake Thompson es un hueso difícil de roer, creo que es casi imposible que le saques información. -¿Y a su otro hermano? -Dudo que él también te diga. En serio, ¿Cómo sabes tanto? -Kathy Applewhite jamás revela sus secretos. -Al igual que los magos y… los chefs. -Dejemos el tema, por cierto, no me rendiré, voy a averiguar que pasó con ella. -¿Quieres que vayamos donde el anciano? -No, tengo una mejor idea. Lauren se fue del café dejando a Kathy sola, la reportera estaba dispuesta a hacer lo que sea para desenmascarar la verdad; después de su conversación con Lauren ahora dudaba de lo que era realmente su mejor amiga. Tomó un taxi hasta el hospital de Brett, tenía la sensación de que podía encontrar algo de utilidad. Se las arregló para entrar a escondidas al hospital e ir a la oficina de Marie Ross si es que todavía permanecía allí al igual que sus antiguas pertenencias. Caminó un largo pasillo, al final de este giró a la derecha, se encontró con una larga fila de puertas pero ninguna de estas no era la que buscaba hasta que, encontró la puerta que buscaba. Cardiología - Marie Ross Tomó el pomo de la puerta y abrió esta sin problemas, todo estaba muy organizado, los papeles reposaban en el escritorio de trabajo y además, había un bolso marrón que descansaba sobre la silla giratoria ¿Acaso alguien más se estaba haciendo pasar por Marie? Se sentó en el borde de la silla y comenzó a revisar; fue removiendo papeles, revisando documentos, estaba haciendo todo lo posible para encontrar algo de utilidad, y pronto, si alguien la veía sería en fin. Mientras revisaba uno de los miles de documentos, cuando había tomado uno de ellos salió un sobre color blanco. Dejó el documento en donde estaba y cogió el sobre que se había caído. Decidió guardarlo en su bolso y abrirlo después ya que no quería que nadie la viera fisgoneando. Justo como había entrado así salio, aunque fue un poco difícil ya que llamaba mucho la atención con el atuendo que llevaba encima, miraba de un lado a otro de forma ansiosa y veía como las personas la miraban, eso la puso más nerviosa aún, así que apresuró el paso para salir al hospital de Brett. Al salir, dio un enorme suspiro ¡Por fin había salido! Por un momento pensó que moriría. Ya en su apartamento, segura, donde la nadie la podría molestar. Solamente ella y el curioso sobre la oficina, pero, iba tan deprisa que no se fijó que en la parte inferior del sobre decía: Marie Ross, lo más seguro que tenía en mente es que fuera algo privado y eso puso un poco nerviosa a Kathy. Apenas había abierto el sobre su celular comenzó a solar, algo muy inoportuno. Ella cogió su celular, vio de quien era la llamada pero no le interesó el lo más mínimo, entonces, la cerró y para estar segura que nada la iba a molestar apagó el teléfono. -Muy bien… solamente somos tu y yo -se dijo a si misma. Sacó el contenido, el cual era un papel muy bien doblado. Kathy tragó saliva, estaba aterrada y sin saber porque, sus manos temblaban, su ritmo cardíaco aceleró y comenzó a sudar. <<¡Tonta! Desdobla el papel, no seas cobarde>> Aunque pareciera fácil era muy difícil, ¿El contenido de aquella carta podría ser algo que nunca debía haber visto? Pero a la vez, si no lo hacía aquella curiosidad la mataría. -¡Pero que estoy pensando! -se dijo- de todas formas lo abriré. Cerró sus ojos con fuerza, con mucha fuerza, sus manos desdoblaban cuidadosamente el papel. Cuando ya lo tenía listo abrió sus ojos lentamente. Querida Marie: Al parecer no entiendes la gravedad del la situación o mejor dicho de mí situación. Desde hace mucho tiempo he codiciado “la llave”. yo sé que me puedes ayudar porque sabes mucho sobre ella. Lamentablemente si no me dices, tendré que tomar medidas y obligarte a decirlo, no sabes cuanto la quiero pero debes saber que eres una de las miles maneras de llegar a ella, si no lo haces lamentablemente tendré que acabar contigo. Lástima querida Marie, ya que me empezabas a caer muy bien pero, ¿Estás dispuesta a escupir todo lo que sabes? O ¿Te llevarás esos secretos a la tumba? Quiero tu respuesta en una semana yendo a ya sabes a que sitio. ¡Que tengas un lindo día Marie! Y espero que tu decisión sea la correcta. Att: H Kathy sintió temor, terror al leer la carta ¿Qué era “la llave“?, ¿Qué era ese tal “sitio” que mencionaba la carta?, ¿Qué sabía Marie?, ¿El dichoso tipo la mató?, ¿Quién es H?; toda clase de preguntas le pasaba por la cabeza, parte de su corazón sentía terror inmenso, tenía miedo pero a la vez tristeza, ya sabía más o menos en que lío se había metido su amiga; era como si la situación de su amiga en el pasado la hubiera reconstruido en su mente, ya tenía todo claro. Y al saber esto, nunca había sentido su corazón tan destrozado que comenzó a llorar.