Long-fic de Inuyasha - Ni contigo ni sin ti [inu&kago]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por aLeTheia_anGeL, 24 Febrero 2013.

  1.  
    aLeTheia_anGeL

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    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
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    Comedia Romántica
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    Ohayou Minna´san

    Lamento la tardanza en estas semanas, pero he tenido algunos inconvenientes personales que por suerte ya están resueltos. Espero que no quieran asesinarme por haberme demorado tanto Hehe...

    Ahm ¡Vale! En recompensa les traigo un capítulo largo y con una pizca de sensualidad en alguna escena que deberán encontrar ;) Agradezco todos sus comentarios chicas: Cami Chan, Macky Eli, Karinblue aunque se repitieron los mensajes, muchas gracias xD Descuida y Kira Yuno,no te preocupes si habías comentado con anterioridad. Infinitas gracias a todas ustedes por seguir mi historia!

    Bien! ^^ Les dejo el siguiente capítulo, espero les guste!

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    Cap. 14

    Sentado en aquel sillón individual de color caqui, se sacaba el cigarrillo de su boca, expulsaba lentamente el humo del tabaco mientras veía de forma seria y fija algún punto de la pared; era el sexto cigarro que venía fumando desde que llegó al hotel y se metió a su habitación. En este momento ya no le importaba la planeación del evento para lo que fue contratado ni que le pagaran por ello, estaba furioso por la mentira de Inuyasha sobre su domicilio real y lo peor era que ya tenía una idea del porqué del engaño: Kagome.

    ¿Qué hacía Kagome en el departamento de Taisho? ¿Acaso ese sujeto sabía lo que pasó hace dos años y por eso no permitió que se encontraran?

    —¡Maldito infeliz! —vociferó de repente arrojando el cenicero por el suelo haciendo que los residuos del cigarro se dispersaran y mancharan la alfombra, añadió —¡¿Qué demonios está sucediendo?! ¡¿Por qué estás viviendo con ella?!

    Miles de ideas se le vinieron de pronto, posiblemente ellos eran novios y convivían durante un tiempo porque había planes de boda sin embargo eso no lo podía permitir; su relación con Kagome no debió terminar de esa brusca e injusta manera por lo tanto él aún tenía fuertes sentimientos hacia ella, lo sabía muy bien y cuando volvió a verla al recoger esa factura por la calle su corazón latía tan rápido que dudo sobrevivir en ese instante. La amaba, sin discusión alguna aún la amaba y no cedería tan fácilmente a que ese miserable sujeto ambarino se la quede.

    :::::::::::

    Todo era confuso: sus emociones, sus resentimientos y cualquier otra cosa relacionada a Rogers estaba siendo una verdadera tortura en ese momento. Consiguió obtener fuerzas para ponerse de pie, agarrar ese sobre manila del piso y colocarlo en la mesa del comedor mientras tomaba asiento y apoyaba sus codos para luego volver a agarrarse de los cabellos.

    Lo que más le molestaba en cierta forma era que Inuyasha no le haya contado nada al respecto aunque había un pequeño detalle que le impedía reclamárselo.

    —Yo jamás le comenté nada de Bankotsu… —se decía así misma para intentar darse apoyo moral.

    En efecto, Kagome jamás le comentó nada sobre su horrible pasado amoroso con ese tipo por lo tanto Inuyasha no tenía culpa alguna al no habérselo dicho; al pensar en esa opción pudo tranquilizarse un poco, al menos ya sabía que era un error si se enojaba con el joven ambarino.

    Suspiró y a continuación intentó meditar en alguna posible solución a esto; todo indicaba que Rogers estaría trabajando con ‘su esposo’, lo más probable es que sea en la revista Vogue y sí era de ese modo entonces su mejor amigo podría saber algo.

    Se puso de pie y fue directo a su habitación para poder coger su teléfono móvil, una vez en sus manos le marcó de inmediato a Sango, quien no tardó en contestar.

    —¿Diga? —respondió la castaña que al parecer estaba licuando algo en la cocina.
    —Sango ¿Tienes el número de Miroku? Necesito preguntarle algo —pidió ella en el acto, aclarando sus motivos.
    Ya lo sabe… ¡Ah maldición! Inuyasha luego me las arreglo contigo… —pensó la chica suspicazmente, añadió —Claro, es ehm…

    Sacó de su bolsillo su teléfono y rápidamente lo busco en el directorio, una vez así le dio el número correspondiente sin embargo la llamada no finalizó ahí.

    —Kagome, hay algo que tengo que decirte ¿Puedo ir a verte luego? —dijo de inmediato antes de que su amiga se despida y corte.
    —Ah, claro —respondió no muy segura sin embargo no le tomó importancia así que accedió.

    Quedaron en verse en media hora así que la Higurashi no podía moverse de su apartamento aunque no tenía ganas de salir por ahora.

    :::::::::::

    Tomó su cartera y enseguida salió de su apartamento, a fin de cuentas una supuesta tarde libre se convirtió de repente en una carrera de ansiedades en un intento de velar por la tranquilidad de Kagome; sabía que su amiga ya estaba enterada de lo sucedido con Bankotsu e Inuyasha sino ¿Por qué más pediría el número de Miroku? Dudaba que fuera para otro tipo de cosas, además ya iba siendo momento de que se lo dijera, ella merecía saber la verdad.

    Abordó un taxi y dio la respectiva dirección, se encontraba un poco nerviosa, después de todo el carácter de la joven era algo especial y si le mentían era peor así que intentaba darse ánimos mentalmente con tal de que esa angustia desapareciera de una vez por todas; a pesar de que era verano, sus manos se encontraban frías sin mencionar que no dejaba de frotarlas o jugar con sus dedos.

    No pasó más de treinta minutos hasta que por fin llegó, tragó saliva al fijarse por la ventana del auto que se encontraba al frente del edificio donde vivía ella, antes de bajar del taxi le pagó al chofer y una vez fuera se acomodó la blusa y el jean que traía puesto; se armó de valor con una fuerte inhalación e ingresó al inmueble siguiendo la ruta de siempre: ascensor y pasillo.

    Tocó la puerta dos veces y cuando estaba a punto de dar una tercera tocada, Kagome le abrió sin más haciéndola pasar.

    —Viniste rápido ¿Pasó algo? —le decía la par que caminaba hacia la sala.
    —Ehm, no mucho… —iba mencionando mientras cerraba la puerta, daba media vuelta y se dirigía también al living.
    —Sango —la llamó de repente con la mirada fija hacia ella.

    La aludida, quien estaba dejando su bolso en el mueble, volteó a verla, al principio con seguridad pero a medida que los segundos iban pasando su debilidad fue notándose. Suspiró y fue hacia ella.

    —Ya lo sabes ¿Verdad? —le dijo sin rodeos y con un tono de pesadez.
    —¿Eso es lo que Inuyasha te fue a preguntar ayer? —suponía que de eso debía tratarse ya que aún no tenía todas las cosas claras.
    —Más o menos eso… —confesaba la castaña.

    Ishikawa le explicó el motivo de su repentina visita: contarle de que su ex estaba en la ciudad aunque no se sabía su dirección, decirle también sobre el actual trabajo que el muchacho ambarino compartía con Rogers gracias a la revista ‘Vogue’, mantenerla al tanto de que Inuyasha ya sabía sobre el asunto amoroso entre ella y Bankotsu y finalmente advertirle que tenga cuidado en cruzárselo de nuevo.

    No hacía falta tener que recalcárselo, eso ella lo sabía de sobra pero lo que no sabía era como poder manejar este tipo de situación; se le hacía tan desesperante y fastidioso que precisamente ese sujeto esté involucrado laboralmente con Taisho. Resopló y se puso de pie.

    —Iré a tomar una ducha —le avisaba el motivo por el cual se paraba.
    —Bien… lo necesitas, relájate un rato —respondió la castaña mientras se acomodaba en el sofá y suspiraba aliviada.

    Agradecía a todos los santos porque su amiga haya tomado esta circunstancia de un modo maduro y responsable, no exaltándose como usualmente lo hacía, supuso que era por la influencia positiva que el joven ambarino ejercía en ella; sonrió de forma triste por eso ya que era una pena que Kagome no se anime a enfrentar sus sentimientos hacia Taisho, ellos en definitiva harían una excelente pareja, se complementaban en totalidad.

    De repente escuchó el ruido de la puerta abriéndose, volteó a fijarse en quien era aunque no había que ser adivino para saberlo; hablando del rey de roma, el joven fotógrafo se encontraba de pie en la entrada a punto de quitarse la mochila cruzada pero se quedó mirando a la Ishikawa quien también lo veía.

    La chica se puso de pie agarrando su cartera, se acercó a él para luego pararse a su lado, con la cabeza gacha y sin mirarlo, le sonreía un poco.

    —Hey, Kagome ya lo sabe todo pero descuida, no está enojada, aún así deberías hablar con ella, se está bañando —decidió que por ahora era mejor que ambos hablaran a solas por eso, después de haberle dicho aquello, se retiró del apartamento.

    Inuyasha dejó sus cosas en el mueble mientras iba hacia el baño, rascándose un poco la cabeza, intentando ordenar sus ideas de modo que cuando ella saliera, él pudiera aclararle el asunto a su versión.

    Tocó la puerta dos veces con la cabeza inclinada hacia abajo.

    —Kag, ya estoy aquí, necesito hablar contigo —le decía en un tono un poco alto para que ella pudiera oír.

    Sólo pudo escuchar que el ruido de la regadera se detenía cuando él terminó de avisarle eso, no pasaron más de unos cuantos segundos para que luego la puerta del baño se abriera dejando ver una imagen realmente tentadora para cualquier hombre: Kagome envuelta en una toalla que la cubría hasta los muslos y su cabello suelto, goteando rápidamente, mojando el piso con grandes pizcas de agua, eso sin contar que lo miraba de una extraña forma.

    —Inuyasha… —su raro tono de voz lo hicieron retroceder un poco.
    —¿T…Te sientes bien? Ve a tu ha…habitación… rápido —para lo nervioso que estaba, era un milagro que si quiera haya podido formular una oración completa.
    —Sango te contó todo ¿No es cierto? —le preguntó sin tomar importancia a cómo estaba vestida.
    —¿Todo? A qué te refieres con todo —no estaba seguro si debía afirmarlo.
    —Por favor, basta de fingir, ella te dijo por lo que pasé hace dos años —era un tema un poco delicado así que intentaba mantener la calma ante todo.

    Taisho asintió lentamente con la cabeza, indicándole que efectivamente, la castaña le había contado la versión de lo que ella misma le había dicho.

    —Así que es por eso que cambiaste… —sólo hizo un inocente comentario, sin intenciones de fastidiarla.
    —Inuyasha, sé que estás trabajando con él y sé que no se puede evitar, pero… no quiero que vuelva a venir aquí por favor —mencionó de un momento a otro, haciendo un resumen demasiado corto de lo sucedido.

    Apenas y escuchó eso frunció el ceño ¡¿Bankotsu estuvo aquí?! Maldijo mentalmente a todo lo racional del planeta, él había planificado todo con ese sujeto y era por de más obvio que no se verían hasta la organización final del evento sin embargo esto había salido de sus manos: Kagome lo volvió a ver, ya era la segunda vez, esto no podía ser verdad.

    La cogió por los hombros sin importar mojarse las manos y mirándola fijamente, aún con las cejas arqueadas le expresó su fastidio.

    —¡¿Dime qué pasó?! ¡¿Para qué vino?! —se encontraba exaltado.
    —Te dejó unos documentos, dijo que debías de firmarlo —su mirada iba bajando a la vez que contaba lo que sucedió.
    —Maldición… —murmuró por lo bajo, soltándola para poder apretar sus manos y mirar de reojo hacía algún punto en la pared.

    Algo no iba bien, él estaba haciendo la misma expresión de odio que hizo aquella vez cuando pasaron por el problema con Nagasaki, podía percibir claramente el fastidio que le tenía a Rogers y la impotencia que sentía por no poder animarla de algún modo, se le estaba terminando la paciencia y eso era en definitiva una mala señal; lo único que se le ocurrió en ese momento fue abrazarlo sin importarle que su toalla se le cayera en ese instante por lo que él pudo sentir el cuerpo desnudo y húmedo de la chica pegado al suyo.

    —¡Kagome qué…! —exclamó totalmente avergonzado y en un auto reflejo levantó los brazos como intentando no verse como un aprovechado.
    —No preguntes, sólo intenta calmarte —le decía también sonrojada y con los ojos cerrados puesto que no quería verse a sí misma en esa situación.
    ¡¿Calmarme?! Contigo así no puedo… yo… ¡Ya no puedo reprimirme más!

    Ni siquiera ella supo por qué lo hizo, abrazarlo a impulso propio nada más porque no deseaba que él se enojara más tiempo era una excusa algo estúpida considerando su forma de ser y encima que en estos momentos lo único que la cubría era el cuerpo de Taisho frente a ella, la hacía sentirse una cualquiera, no quería que esto se saliera de control pero de repente sintió los cálidos dedos de ‘su esposo’ repasándole suavemente la cintura, como si estuviera en duda de posar sus manos o no.

    Ella abrió los ojos, sorprendida, sin embargo no esperó que esa sensación le resultara tan agradable, tanto así que anheló sentirlo por completo. Se animó a separarse un poco de él pero sin soltarlo, lo suficiente como para alzar su cabeza y poder mirarlo directo a los ojos; había algo diferente en la mirada de su ambarino compañero quien también la veía fijamente, era la primera vez que reparaba en ese tipo de mirada tan llena de ternura y a la vez de deseo hacia ella, se sentía extrañamente amada pero justo en ese instante fue que dudó, su pasado aún no la dejaba en paz por lo que bajó la cabeza rompiendo así el bello enlace visual antes establecido.

    Empero no fue por mucho tiempo, él le volvió a levantar el rostro cogiéndola delicadamente por su mentón para luego acercarse a ella por completo y hacer lo que meses atrás, ambos no se hubieran ni siquiera detenido a imaginar; aquel beso fue al principio con timidez por parte de los dos pero al pasar los segundos e ir agarrando más confianza y sobre todo elevando las ganas de sentirse el uno al otro, aquel ósculo fue aumentando de nivel llegando a una pasión increíble donde los labios ya no eran suficientes para expresar todos esos sentimientos reprimidos durante tanto tiempo, las lenguas de aquellos dos jugaban mutuamente haciendo que se sonrojaran más sin mencionar que él ya se había quitado los nervios de encima para poder, al fin, abrazarla de la cintura y apretarla hacia su cuerpo más y más, llevándolos a la excitación.

    Inuyasha acariciaba el cuerpo de Kagome con ansias, cambiando de velocidad constantemente porque no tenía ni idea de cómo lograr saciar sus ganas de tenerla; ella le sostenía por el rostro con ambas manos, luego repasaba sus dedos por los plateados cabellos del chico para después tocarle el cuello con suavidad, todo esto mientras aún seguían besándose con hambre, con pasión.

    El joven ya no soportó más, quería sentirla mucho más por lo que la guió hasta la pared para acorralarla justo ahí y bajar las caricias por el cuello femenino, le lamía y besaba repetía veces la piel mientras la seguía tocando esta vez en lugares distintos que hacían que Kagome soltara gemidos de placer constantes.

    Sus mentes estaban en blanco, lo único que deseaban era estar juntos esa noche, no les importaba nada más y hubieran llegado al final en el mismo suelo del pasillo si era necesario, de no ser por ese inoportuno sonido que provenía de un celular indicando que alguien estaba llamando.

    —Inuyasha… es tu… teléfono… —le decía la Higurashi aún excitada ya que las caricias del joven ambarino no se detenían.
    —No me… importa… —respondió el chico envuelto en la locura máxima por seguir tocándola que no le interesaba en lo más mínimo si era la misma reina de Inglaterra quien llamaba, no pensaba contestar esa llamada.
    —Inuyasha… —repitió su nombre como una forma de regañarlo si no lo hacía.

    Él paró sus caricias de un instante a otro, respiraba agitado por estar aún estimulado mientras la veía fijamente para buscar alguna señal de arrepentimiento en ella por haberse detenido, sin embargo Kagome parecía firme en su decisión de dejar ese momento comprometedor a un lado sólo por esa bendita llamada.

    —¡Ah maldición! ¡Será mejor que sea ‘Jesús’ quien esté llamando! —gritó fastidiado por haber sido interrumpido de esa cruel manera.

    Kagome sólo atinó a sonreír un poco pero en cuanto él dio la vuelta, se agachó a recoger la toalla que hace unos minutos la cubría y la seriedad invadió su rostro como si estuviera analizando lo que acababa de suceder: ¿Qué pasaría después de que él conteste el teléfono? ¿Volverían a lo que estaban a punto de hacer? Arrugó un poco la toalla para luego dar media vuelta y retirarse a su habitación, se encontraba demasiado confundida.

    —¿Diga? —después de tres llamadas perdidas, al fin contestó a la cuarta vez.
    —¡Inuyasha! ¡¿Por qué rayos no respondías?! ¡Es urgente! —exclamó su mejor amigo desde el otro lado de la línea.
    —Pero qué diantres ¡Por qué tenías que ser tú precisamente ahora! —le reprochó enojado aunque no supo el por qué de la alteración de Kayama.
    —¿De qué estás hablando? Esto es importante, Bankotsu me acaba de llamar y está muy enojado ¡Ya lo sabe todo! —le demandó de inmediato haciendo que se callara y se detuviera a pensar un poco en la situación.

    Al parecer Rogers se había comunicado con Miroku hace unos minutos atrás, recriminándole muy enfadado que ya sabía la verdad sobre el domicilio falso de Inuyasha, dándole a entender que quería arreglar este asunto personalmente con él ya que no era un simple malentendido como quería hacerle creer el moreno.

    —Eso ya lo sé, Kagome me lo acaba de decir, él estuvo aquí —informó resumiéndole lo sucedido en la tarde.
    —¿Ah sí? Pero eso no es todo tío, también me dijo que ya está enterado de que nosotros sabemos lo de su pasado con Kagome y que lamenta mucho tener que seguir trabajando contigo ¡Pero…! —Hizo énfasis en esa palabra al sentir que su amigo iba a refutar, prosiguió —Que ni tú ni nadie van a impedir que él vuelva con Kagome.

    Esa última frase la entonó en forma de sentencia, o al menos así lo sintió Taisho ya que se quedó sin palabras; se limitó a apretar con fuerza el teléfono móvil, ordenando sus ideas de modo que pudiera contestarle a Kayama sin embargo no sabía qué hacer exactamente.

    —Yo… yo… hablaré con él —fue lo único que mencionó para luego cortar la llamada muy enojado, maldiciendo por lo bajo a media humanidad.

    Miraba con desesperación y fastidio el piso, tratando de pensar en alguna posible solución a todo este enredo: ¿Llevarse a Kagome lejos? ¿Empezar una nueva vida en otra ciudad, en otro país? ¡¿Pero qué tontería?!

    —¿Huir? Eso en definitiva no se toma en cuenta —se decía así mismo con una sonrisa arrogante.

    :::::::::

    Entró a ese establecimiento donde hace un par de horas habían quedado en reunirse, después de recibir esa llamada obviamente no dudo en aceptar; llegó el momento de hablar como era debido aunque ganas de golpearlo no le faltaban, como era de despreciable el destino que lo llevó a trabajar al lado del hombre que estaba con la mujer que aún amaba pero luego de considerarlo tanto llegó a la conclusión de que no todo podía ser negativo: si el azar hizo que volviera a ver a Kagome era porque tuvo que conocer a este tipo y si la volvió a ver después de tanto tiempo fue porque la vida le estaba regalando una última oportunidad de aclarar el malentendido de hace dos años y reiniciar su relación con ella, definitivamente no iba a desaprovecharla, mucho menos renunciar a la Higurashi y dejarla con ese sujeto.

    Pudo divisarlo a la perfección: se encontraba de espaldas, sentado frente a la barra justo donde el barman hacia su labor de servir tragos. Llegó hasta él y sin saludarlo tomó asiento a su lado, siempre con una expresión seria.

    —Tardaste un poco, Rogers —insinuó el joven ambarino con esa sonrisa típica.
    —Fuck you… Mejor empieza a hablar Taisho, tienes mucho que explicar —respondió despectivamente sin dignarse a mirarlo.

    El aludido carraspeó un poco antes de pedirle al cantinero que le traiga dos whiskys con hielo, el silencio entre esos dos era sepulcral, sino era por la bulla de fondo que tenía ese local sería un encuentro demasiado aburrido. No pasaron muchos minutos para que el barman le pusiera los dos vasos pequeños y anchos delante de cada uno para luego dejarlos solos mientras iba atender otras órdenes.

    —Vas a hablar o prefieres acción —decía impaciente, obviamente se refería a pelear.
    —Ganas no me faltan, por ahora sólo cállate y escucha —ordenó Taisho mientras bebía un sorbo de aquel licor.

    Decidió que lo mejor era dejar de mentir, es cierto que hay un dicho que dice: “La verdad nos hará libres”, sin embargo esto no iba del todo correcto aquí pero era lo más acertado si se quería llegar a una posible solución. Inuyasha se lo contó todo: desde la vez en que conoció a Kagome en una discoteca de un hotel en Las Vegas y cómo fue que se emborracharon juntos a tal punto que provocó un matrimonio legal e involuntario entre ellos.

    —¿Están casados? —intentaba mantener la compostura para no lanzarse a ahorcarlo, es que era increíble lo que le decía.
    —Así es, somos esposos aunque… —era necesario decírselo así que añadió —En todo este tiempo no nos hemos tratado como tal.

    Quizás por ese lado tranquilizaba a Rogers no obstante aún faltaban cosas por decir, Taisho prosiguió: le comentó como es que llegaron al acuerdo de vivir juntos durante seis meses porque en el ayuntamiento de registros civiles les dijeron que si planeaban separarse debían acatar la ley del estado de Nevada, le contó sobre la futura visita de un juez; y supuso que con esos detalles ya era suficiente así que calló unos segundos para seguir bebiendo de su trago.

    —De todos modos el divorcio sigue en pie ¿Eh? —empezaba a sentirse ganador, por eso es que esbozó una sonrisa al decir eso.
    —Tal vez… pero con lo que sucedió hoy, creo que hay posibilidades de reconsiderarlo —hacía referencia al íntimo momento que vivieron ambos en el departamento.

    Bankotsu volteó de inmediato a verle con expresiones que desencajaban su rostro a medida que pasaba más tiempo.

    —No te habrás atrevido a tocarla, infeliz —murmuró con la quijada tensionada por estar presionando sus dientes.
    —Estuve a punto de hacerla mía en la alfomb… —confesó abiertamente sin remordimientos pero fue bruscamente interrumpido por su interlocutor, quien lo sostuvo de forma ruda por la camisa.
    —Eres un maldito miserable —si apretaba más su mandíbula iba a tener serias consecuencias después, pero lo único que deseaba era golpear a ese sujeto.

    Inuyasha estaba sonriendo arrogantemente sin poner resistencia mientras veía como el rostro de Rogers se iba transformando de la cólera contenida, era tan gracioso verlo sufrir de ese modo; aquella fue la primera advertencia que hizo el barman sobre evitar pelearse dentro del local, Bankotsu tuvo que tranquilizarse de forma obligada pero se dio el lujo de soltarlo toscamente.

    —No cantes victoria Taisho, tú jamás podrás ocupar el gran vacío que dejé en la vida de Kagome, seguramente cuando estaban a punto de hacerlo ella pensaba en mí todo el tiempo… —le devolvió la jugada limpiamente aunque ese fue un tremendo golpe bajo para el ego masculino.

    No tardó mucho en sostenerlo por el cuello de la camisa mientras lo miraba con odio, en sus ojos se notaba el fuego que despedía la enorme cólera que sentía en esos momentos. El barman hizo su segunda amonestación, no quería peleas dentro del establecimiento así que era mejor para ambos que se tranquilizaran; pues así Inuyasha también lo soltó de mala gana y volvió a controlarse sólo un poco para evitar problemas.

    —Te lo advierto, cuando le explique a Kagome lo que sucedió realmente, ella me creerá y me perdonará, volveremos a estar juntos y tú no pintarás más en su vida —por el tono que usaba, parecía más bien una rotunda amenaza de guerra.
    —No seas sinvergüenza Bankotsu ¡¿Crees que te va perdonar una infidelidad, cuando ella misma vio lo que estabas haciendo?! —refutó con el ceño fruncido dirigiéndole una desdeñosa mirada.
    —Tú no tienes idea de lo que sucedió en verdad, esa maldita mujer me arrebató la felicidad que tenía con Kagome, no tienes derecho a opinar aquí —le objetó de inmediato con el mismo tipo de mirada.
    —Ah claro, típica frase del infiel: ‘No es lo que parece’ y ‘Todo tiene una explicación razonable’, Tsk! Patético —comentaba sarcástico mientras tomaba un sorbo de su trago.

    Pero Rogers no lo tomó nada bien, de nuevo perdió los estribos y volvió a agarrarlo por el cuello de la camisa pero esta vez ya iba con la intención de molerlo a golpes por lo que Taisho se puso serio, preparándose para lo que sea que pudiese venir después, sin embargo el barman volvió a intervenir dejando en claro que era la tercera y última vez que venía a advertirles, si sucedía una cuarta vez llamaba a seguridad para que los saquen de inmediato.

    Para calmar el ambiente, ambos pidieron otros dos tragos más intentando tranquilizarse de ese modo; hicieron bien en reunirse en un local ya que por lo visto, si lo hacían en la calle iban a terminar por golpearse tanto hasta que uno de los dos muriese en el intento.

    Ya no podía estar tranquilo, le preocupaba la seguridad en las palabras de Bankotsu, él estaba convencido de que la joven lo iba a perdonar pero ¿Cómo? Qué haría o qué le diría para tener tal confianza de que todo resultaría a su favor, debía averiguarlo.

    —Tú no tienes ninguna posibilidad de recuperar a Kagome, digas lo que le digas —le dijo suspicazmente, si Rogers caía en su juego de palabras y respondía como lo tenía en mente, podría descubrir algo.
    —¿Eso crees? ¿Quieres oír mi versión de la historia, Taisho? —contestó con una sonrisa burlona, creyéndose vencedor.

    ¡Bingo! Lo tenía justo donde lo quería, ahora sólo era cuestión de seguirle la corriente.

    —Veamos si suena convincente —atinó a decirle con un tono de desdén.

    Bankotsu tomó su vaso de whisky y bebió un sorbo grande antes de empezar con el relato: Le comentó absolutamente todo desde su punto de vista, de cómo llegó cansado a su departamento y sin pensarlo más se metió a bañar sin imaginarse que al salir de la ducha encontraría a una mujer desnuda en uno de los muebles de su sala, se alarmó tanto que no perdió tiempo y fue de inmediato a su habitación para sacar una sábana con la cual podría tapar a esa loca tipa además de aprovechar y ponerse una camisa él también, así no ocurrirían tonterías. Logró cubrirla y al estar cerca de ella la pudo reconocer a la perfección, resultó ser una modelo que había conocido hace unas semanas atrás en una fiesta de trabajo por el lanzamiento del famoso perfume ‘Miracles’.

    —Conozco ese perfume, yo hice unas fotografías de eso en Vogue —murmuró Taisho para luego apoyar su mano derecha en su frente.

    El tipo seguía contando: Reconoció que sólo tuvo una falta grave y esa fue haberle correspondido el beso cuando esa mujer se le lanzó encima quitándole la camisa, pero sólo fueron unos segundos de bajeza ya que rápidamente reaccionó, separándose de inmediato de la fémina mientras la veía con seriedad e intentaba meditar sobre qué hacer en ese momento, sí botarla ya mismo o llamar a alguien para que la sacara en el acto, sin embargo no esperó que para ese entonces, Kagome ya estuviera ahí presenciado como él la tenía sujetada por los hombros, malinterpretando de ese modo todo lo sucedido.

    Frunció un poco el ceño, su versión resultó ser muy diferente a lo que Sango le contó ayer por la mañana, sin embargo no era del todo ilógica; de pronto comenzó a analizar la situación por la que Rogers pasó, se le hacía tan vagamente familiar pero su estúpido cerebro no quería colaborar en ese preciado momento que necesitaba recordar algo importante.

    —Luego descubrí que esa desquiciada me había estado siguiendo meses atrás, esa noche fue su ‘golpe final’ pero afortunadamente tengo una copia del video de seguridad de mi antiguo apartamento en Los Ángeles donde se ve todo lo que realmente ocurrió aquel sábado —y así fue como concluyó su relato bebiendo lo que restaba de su vaso.

    Al escuchar esto, Inuyasha abrió los ojos muy sorprendido, no veía a Rogers, sólo mantenía su mirada fija al frente mientras se cogía de los cabellos, había ignorado por completo las últimas palabras del tipo donde decía lo del video aquel, sólo se enfocó en un punto clave.

    —No es posible, no puede ser —susurró para sí mismo.

    No sabía que debía hacer en ese momento, sólo tenía que hacer una interrogación para resolver ese misterio que aún lo envolvía sin embargo tenía miedo… tenía miedo de preguntarle y obtener como respuesta ese nombre, porque sí era así entonces Bankotsu estaba diciendo la verdad y eso no le ayudaba.

    —¿Cómo se llamaba esa mujer? —no podía seguir evadiéndolo, debía enfrentar su realidad.
    —¿Eso importa? Bueno como sea, no recuerdo muy bien ¿Nakamura? Kikyo Nakamura, creo que así iba —sentenció Rogers sin darle mucha relevancia al asunto de la identidad de esa modelo.

    Se apretó la cabeza con impotencia, intentaba seguir respirando como pudiese aunque la verdad lo único que deseaba era dejar de hacerlo para ya no vivir más; Rogers estaba siendo sincero respecto a su versión y tenía sentido que Kagome haya pensado mal al encontrarlo en esa situación, cualquier chica lo haría pero lo único que importaba ahora era que todo este tiempo la Higurashi estuvo en un error al odiarlo.

    —Mierda… —balbuceó lentamente sin ganas de nada.
    —¿Qué me has dicho? —él pensó que esa grosería había sido para su persona por eso fue que volteó a verlo con el ceño fruncido.
    —Bankotsu, tú maldito infeliz, estás diciendo la verdad —debía insultarlo, quería hacerlo, después de todo él ya se sentía un perdedor.

    El aludido se puso de pie totalmente ofendido, le había contado lo que sucedió sin saber exactamente el por qué y éste, simple fotógrafo, le respondía con un insulto.

    —¡¿Qué te has creído?! ¡No me interesa si llaman a seguridad! ¡Voy a golpearte ahora mismo! —exclamó furioso aunque estaba confundido ya que su rival ni siquiera se había movido.
    —Golpéame si quieres, de todas formas Kagome te creerá y volverán a estar juntos —hablaba como si se tratase de algún tipo de profeta.

    Esa última oración pudo tranquilizarlo un poco, lo suficiente como para hacer que tomara asiento de nuevo y dialogara sobre lo mencionado.

    —¿Qué rayos te pasa Taisho? ¿Por qué diantres hablas de ese modo? —no era que se preocupara por su salud mental, es sólo que le resultaba algo fastidioso tener que lidiar con él en ese estado.
    —Yo también conocí a Kikyo, trabajaba como modelo en la revista hace un tiempo, ella… ella me hizo exactamente lo mismo que hizo contigo: seguirme, coquetearme, insinuárseme, al final hizo su último movimiento y se apareció en el apartamento de Kagome, ahí supe lo que estaba tramando pero la despedí y menos mal que hasta ahora no he vuelto a verla otra vez —contó Inuyasha en un tono muy deprimente.

    Rogers no podía creer lo que estaba escuchando, era de locos imaginarse que, aunque fueron situaciones distintas, ambos tendrían esas cosas en común: envueltos en el mismo lío y con las mismas mujeres, a una la amaban y a la otra la detestaban pero aún así el enredo emocional era compartido.

    ¿Cómo conservar a Kagome a su lado teniendo qué pasar por este obstáculo tan difícil de sobrepasar? Y qué tal si en vez de enfrentarlo y tener que dejar a Kagome por la fuerza, simplemente pasaba por encima y la dejaba ir a voluntad propia, de cualquier modo iba a sufrir el hecho de tener que alejarse de su lado.

    —¿Vas a divorciarte de ella no? —le recordaba lo que hace unos minutos habían conversado.
    —Ella es la que quiere divorciarse de mi —declaró el muchacho para luego soltar un débil suspiro.
    —Eso quiere decir que tú… —lo iba a decir, estaba seguro que eso era lo que sucedía pero Taisho lo interrumpió.
    —Yo no quiero verla sufrir más, si vas a hablar con ella y contarle lo que pasó realmente… entonces hazlo, yo no pienso meterme en ese asunto —ya lo había decidido, además ya no había nada que él pudiera hacer para evitarlo, debía ser realista.
    —Taisho, tú de verdad estás… —ahora sí estaba cien por ciento seguro de lo que el sujeto sentía pero por alguna razón él no dejaba que terminara la frase, volvió a interrumpirlo.
    —Su corazón ha estado lleno de rencor mucho tiempo y no es justo para ella seguir sufriendo de esa manera, así que si vas a arreglar las cosas hazlo bien… pero eso sí Bankotsu, si me entero que le estás causando daño nuevamente, prometo que te la quitaré, no te daré oportunidad esta vez ¿Entendiste? —al decir la última parte, volteó a mirarlo con una penetrante mirada, gélida e indiferente demostrando todo su fastidio en ese momento.

    El aludido se limitó a mirarlo varios segundos fijamente, indicándole que había captado el mensaje. Inuyasha, por su lado, meditaba lo idiota que era y sobre la estúpida decisión de dejarle el ‘camino libre’ a Rogers pero es que estaba de verdad enamorado de Kagome, tanto que no dudaba en verla feliz así fuera con otro hombre; estaba convencido de que si ese sujeto le contaba lo que pasó realmente hace dos años y que encima le mostrara el dichoso video, ella podría al fin tener paz en su vida y hasta quizás reiniciar una relación con su ex novio.

    Esa noche, en aquel bar, Taisho había apostado su amor por Kagome a cambio de su felicidad; sabía que era un imbécil por haber aceptado sin embargo pensó que era lo mejor y todo por volver a verla sonreír.

    --------------------------------------------------------

    ¡Ok! Por favor, no me asesinen! D: Sé que a partir de aquí las cosas se pondrán melancólicas ¡Pero! Prometo mucho drama y romance xD Lo juro!
    Muchas gracias por leer!
    Dejen sus comentarios! Me ayudan y me animan muchísimo!
    Nos vemos Minna´san! Jya Ne!
     
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  2.  
    Rebellious Mind

    Rebellious Mind Nefilimm

    Virgo
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    OMG!! ¡Me muero! ¡Las cosas se pondrán muy buenas desde ahora! ¿Porque tengo la leve sospecha que Bankotsu esta mintiendo?
    ¿Inuyasha o Bankotsu?
    ¡Que difícil!
    Espero con ansias tu siguiente capitulo. :)
     
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  3.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    :'( Que lindo es Inuyasha, solo un hombre de verdad haría eso, dejar ir al amor de su vida, solo por verla feliz, Kagome debe quedarse con Inuyasha, el se lo a ganado.
     
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  4.  
    ZaroM

    ZaroM Iniciado

    Acuario
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    OMG! Ame este capítulo, las cosas van cada vez mejor!! Oye entiendo tus razones de haberte tardado en colgar el cap. Pero no me vuelvas a hacer sufrir de esta forma :'(, jajajjaja lo se, estoy algo dramática! Bankotsu me estresa, de verdad me da un poco de dolor su historia pero no me da buenos presentimientos! Ains nooo, inuyasha cada dia esta más comprensible!! De verdad el merece estar con Kagome, y ella debería darle una nueva oportunidad al amor! Oye ni hagas sufrir a Inu ok? Jajaja!! Mira no tardes mucho el colgar el próximo cap please! Deseo con muchísimas ansias leer el próximo cap! Besoos, muack nos leemos pronto :-*<3
     
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  5.  
    Loe Essen

    Loe Essen Entusiasta

    Acuario
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    Hola!Otra mas que se crea una cuenta para seguir tu emocionante historia...
    Dios!Que bien escribes,no puedo creer la fluidez con la que se desarrolla la historia y la perfecta armonía que hay en toda la narración.Observe que no hay ningún error , tu gramática es perfecta...

    Ahora solo quiero felicitarte por lo bien que llevas a los personajes, me encanto el Kouga malo , la Kikyou haciendo el papel de siempre(no se me ofendan,a mi me gusta) y la relacion entre Inu y Kagome es tan AAAaaawwww me derritooo
    Tenia un montón de cosas para ponerte(cosas buenas,no te me asustes),pero creo que lo dejo aca.Por cierto,me encanta ese acentito español(¿alucino?) ya que les da un toquecito , yo que se,toquetoso.
    Felicitaciones y subilo rapido!Casi me desmayo cuando me quede que no seguia...
    Saludos,Kuki
     
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  6.  
    Cami Chan

    Cami Chan Usuario común

    Acuario
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    ¡Noooo!

    ¡Inuyasha no renuncies! Dios, ¿qué clase de hombre renuncia así como así? ¡Ah, no, señor! ¡Kagome te quiere a ti! Ayy, muero por que ocurra esa muy necesaria declaración. Parece que el cabeza dura de Inuyasha tiene que escuchar de ella lo que siente para que le entre de una vez por todas que su felicidad es junto a él.

    Ay, estuvo genial, como siempre. Ese CASI momento me mató. Quería asesinar a Miroku por interrumpir, total que dijo algo que ya todos sabían, pero bueno, lo hizo por buen amigo que es. Me gusta mucho cómo está evolucionando la relación de Kagome e Inuyasha. En realidad, el que Kagome perdone a Bankotsu o no, dependerá de qué tan claras tenga las cosas. Si es consciente de sus sentimientos por Inuyasha, entonces todo debería salir bien... ¡o eso espero!

    No te preocupes por la demora, si bien he estado todo este tiempo desesperada por la conti, entiendo que a veces surgen problemas que no nos permiten publicar. Yo siempre me demoro con mis fics por falta de tiempo, así que te entiendo perfectamente. Me alegro de que esos inconvenientes personales ya estén resueltos y de que estés de vuelta.

    Saludos y nos leemos en la próxima.
     
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  7.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    6271
    Konbanwa Minna´san!

    Sooooo... Espero que no quieran matarme xD Creo que esta vez si cumplí el plazo en que normalmente cuelgo los capítulos ¿Verdad? Ahora, el que me quieran matar seguramente va ser por otro motivo .__. Sólo recuerden que si la trama se vuelve así de pronto es porque al final hay millones de escenas de romance al alcance de todas ustedes xD ¿Si? Además de que les tengo una sorpresita guardada pero eso se los haré saber luego.

    Muchas gracias a Karinblue, Shassel, ZaroM, Kuki y Cami Chan por sus preciados comentarios! ^^ Chicas, sinceramente no sé que me hago sin ustedes xD Siento que en verdad vale la pena el esfuerzo de un año y medio que hice para escribir esta historia y tenerla completa para ustedes. Gracias totales!!!!

    He aquí el siguiente capítulo, espero que lo disfruten ^^

    Ehm, bueno una recomendación personal, no sé xD A mi me sirvió para inspirarme...
    Mientras leen el capítulo pueden escuchar la canción de Kalimba ''Tocando Fondo''. Creo que combina bien con el desarrollo de las escenas ;)

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    Cap. 15

    Llegó al apartamento muy de madrugada, abatido, sin motivaciones por las cuales seguir viviendo, cabizbajo y con un aura de melancolía que podía deprimir hasta al ser más positivo de la tierra. Se quedó de pie en medio de la sala admirando cada rincón de ese lugar, aspirando el dulce aroma a durazno en el aire, todo olía a ella, todo le recordaba a ella, estaba muriéndose por dentro y no podía decírselo a nadie.

    Se revolvió un poco los cabellos, estaba a punto de convencerse de que sí seguía así lo más seguro es que se volvería loco; resopló fastidiado de tanto pensarlo, después de todo ya lo había decidido, no podía llamar a Rogers y decirle ‘Sabes qué, me retracto, aléjate de Kagome o te parto la cara’ ¡No! Ya no se podía dar marcha atrás, no era tan simple como parecía porque también estaban los sentimientos de ella de por medio; así que alzó la cabeza volviendo a aspirar el aroma del lugar pero esta vez con algo de dolor reprimido, completando así su resignación.

    Tiró sus cosas en el mueble, se quitó la chaqueta dejándola regada por ahí mientras se acercaba al balcón; estar en el sexto piso y en una situación tan triste como ésta era en verdad una agonía quedarse cuerdo para no hacer ninguna estupidez que termine en una desgracia mayor. Sacudió su cabeza de lado para quitarse esas repentinas ideas suicidas de la mente, no valía la pena matarse por algo así, no ganaría nada haciéndolo así que mejor se tranquilizó y tomó asiento en una de esas sillas reclinables.

    Sacó un cigarrillo de su bolsillo y se lo colocó en la boca, del otro lado del pantalón sustrajo un encendedor para luego darle uso y prender el cigarro. Afortunadamente la brisa que pasaba por el balcón era suave e iba en una dirección favorable que permitía fumar sin que el humo del tabaco lo ahogara; sólo fue un cigarro, bastaron sólo esos quince minutos de meditación para entender lo demente que estaba y lo que haría a partir de ese día…

    —No quiero que amanezca… —se susurró con tristeza y la mirada fija al horizonte.

    Eran obvias sus razones, ya que apenas el sol haga su aparición mañanera tendría que olvidar sus sentimientos por ella, hacerse a un lado a cambio de su felicidad. Suspiró, aún no entendía de donde es que sacó la voluntad para aceptar hacer eso sin embargo ya no podía retractarse, aquel cigarrillo se terminó por consumir y lo arrojó al piso asegurándose de pisarlo para evitar desgracias como algún tipo de incendio o algo así.

    —Kagome… —dijo lenta y suavemente antes de quedarse profundamente dormido.

    El cansancio acabó por vencerlo, ya eran las cinco de la madrugada de aquel sábado y él recién había renunciado a quedarse despierto las veinticuatro horas que supuestamente se propuso a aguantar.

    Se despertó de pronto al sentir unos brazos que lo sujetaban desde atrás, abría despacio los ojos para luego darse cuenta de lo delgados y finos que eran; sintió perfectamente aquella cálida piel rozando la suya, se animó a tocarla y al ver que de pronto esos delicados brazos lo soltaban dio la vuelta rápidamente para saber de quién se trataba: ahí estaba ella, sonriéndole mucho mientras jugaba con algunas cintas de su pijama blanco, se veía realmente hermosa con ese conjunto, igual que un ángel.

    Él también le sonrió y se puso de pie para luego acercarse a ella, sin embargo la Higurashi retrocedía a medida que él avanzaba, supuso que era parte de un juego sobre ‘atrápame si puedes’; siguió caminando para poder alcanzarla pero ella seguía sonriendo y evitándolo ¿Por qué? ¿Por qué no lo dejaba acercarse más? ¿Y por qué el balcón no tenía fin por más que ella retrocedía? ¡No estaban esas puertas de vidrio! Esperen un momento…

    Se despertó lentamente para darse cuenta del extraño sueño que hace unos momentos había tenido, con razón que las puertas del balcón jamás aparecían: estaba soñando. Se frotó un poco los ojos a causa de la molestia que los primeros rayos de sol le provocaban, de inmediato se dio cuenta de su cruda realidad: ahí estaba, sentado, oliendo a alcohol y tabaco, con la misma ropa del día anterior y muerto en vida con las emociones rotas. Resopló fastidiado, supuso que debía darse un baño, se fijó en su reloj de mano y se percató que sólo había dormido dos míseras horas.

    —Ah, maldición, estoy hecho una mierda —se decía para revolverse el cabello y luego ponerse de pie mientras se acomodaba el pantalón quitándose la correa.

    Abrió la puerta del balcón e ingresó al apartamento, ya tenía desabotonada la camisa para entrar directo al baño y poder quitársela de frente sin embargo se quedó inmóvil unos segundos aspirando de nuevo el aroma del lugar: ese condenado olor a durazno, ese dulce y torturador olor a Kagome, aspiró profundamente a la vez que volvió a caminar para esta vez irse directo a duchar; esperaba no encontrarse con ella ya que aún no sabía con exactitud cómo reaccionar de acuerdo a su promesa de alejarse y hacerse a un lado, podría ser frío e indiferente, o quizás respetuoso pero distante…

    —Ah! Buenos días —dijo de pronto la Higurashi al salir de su habitación y encontrárselo justo antes de que él entrara al baño.

    En definitiva esa situación lo agarró desprevenido.

    —Buenos días —contestó sin mirarla, serio y hostil girando la manija de la puerta para ingresar al cuarto de inmediato, sin agregar nada más.

    Aquella actitud la confundió un poco pero no le tomó mucha importancia, lo único que le interesaba era lo avergonzada que estaba por lo sucedido ayer en la tarde ¿Cómo debía mirarlo o tratarlo a partir de ahora? ¿Ya estaban empezando a formar algún tipo de relación después de haberse besado de esa manera? ¡Ni siquiera se le había confesado!

    Se agarró la frente con la mano derecha intentando coger fuerzas internas que le ayuden a superar esta situación con sabiduría y madurez, sino él podría enojarse o pensar que no le gustó lo de ayer cuando en realidad era todo lo contrario pero que sentía que se debía conversar mejor para así saber si los sentimientos eran mutuos o si sólo ella iba en serio.

    Decidió que por ahora sólo se debía ir poco a poco, después de todo ambos tenían todo el tiempo del mundo para ordenar sus ideas y emociones; se dirigió a la cocina, hoy tenía ganas de preparar el desayuno para los dos así que fue a fijarse que de nuevo había en el refrigerador.

    No pasó mucho tiempo para que Inuyasha terminara de bañarse, sin hacer mucho barullo salió despacio para luego ir directo a su habitación y poderse cambiar a algo más limpio y decente.

    —Se acabó la harina para los hot cakes, tendré que ir a comprar luego… ¡Ah! Pero aún hay leche así que hoy será cereal —se decía así misma mientras rebuscaba entre la alacena y revisaba el refrigerador.

    Al dirigirse hacia la sala donde había dejado sus cosas la noche anterior, se percató por unos segundos que Kagome estaba en la cocina de espaldas, supuso que se servía su desayuno; meditó por un momento que lo mejor era no despedirse ni avisarle que ya se iba así que se colocó la mochila cruzada rápidamente mientras cogía su chaqueta para llevarla a mano sin embargo cuando estaba a punto de ir hacia el vestíbulo para de una vez abrir la puerta y marcharse, algo lo detuvo.

    —Inuyasha ¿Ya te vas? —dijo de pronto ella un poco avergonzada.
    —Ehm, sí, nos vemos en la noche, adiós —respondió en el acto sin voltear a verla.
    —Pero tu desayuno… además quería decirte algo… —lo venía pensando toda la tarde de ayer hasta que despertó hoy por la mañana; tenía que decirle como se sentía y que por ahora, lo que sucedió anteriormente no debía volver a pasar, ya que estaba muy avergonzada.

    No obstante, el muchacho ambarino se quedó en silencio varios segundos sin dignarse a darle la cara; aquella actitud la desconcertaba, era la primera vez que él se comportaba así de extraño.

    —No tengo hambre… me voy, adiós —evitó por completo lo que ella hubiese querido decirle. Ya nada importaba, si la Higurashi conversaba con él, lo más probable sería que termine por contarle todo su plan y eso era lo que menos quisiera.

    No le quedó de otra más que retirarse lo más rápido que se podía para no tener que hablar con ella ni darle ninguna explicación, estaba destruido emocionalmente y lo único que deseaba en esos momentos era que por algún milagro piadoso se apareciera un juez comprobando que vivían juntos para de una vez aceptar la solicitud de divorcio, separarse de ella en definitiva y así dejar de sufrir como un idiota.

    Golpeó repetidas veces las paredes del ascensor intentando descargarse de algún modo, pero obviamente nada hacia efecto. Estaba oficialmente acabado sin embargo su dolor aún no comenzaba en realidad.

    ::::::::::

    A pesar de todo lo sucedido, debía separar su vida privada de su trabajo y esto ameritaba una especial atención: ya habían dejado pasar un valioso día sin hacer absolutamente nada con relación al evento, lo que significaba que las actividades organizadas debían ajustarse veinticuatro horas más, rogando porque siguieran en orden.

    Se apresuró en salir del hotel para abordar un taxi de inmediato dirigiéndose a la revista donde esperaba encontrarse a su ambarino compañero con los documentos listos; mientras revisaba en su agenda electrónica que todo siguiera en una coordinación perfecta, una altiva sonrisa se asomó en su rostro recordando también la gran oportunidad que tenía de poder recuperar a Kagome, era lógico que ya sabía qué hacer sin embargo su dulce amor tendrá que esperar por un par de días más, al menos hasta tener el 50% de las actividades ya hechas.

    No pasaron más de veinte minutos para que al fin pudiera llegar a su destino, bajó del auto no sin antes haberle pagado al chofer y una vez así ingresó al edificio con altas expectativas de que hoy se avanzaran muchas cosas, no obstante al momento de entrar por aquella puerta de vidrio templado se percató que su ‘querido’ colega estaba a sólo diez pasos delante de él, rumbo al ascensor.

    —¡Eh! ¡Taisho! —exclamó él para llamar su atención.

    El aludido se detuvo y volteó liberando un aura de melancolía aunque su rostro inexpresivo confundía.

    —Te…¿Te sientes bien? —preguntó una vez que estuvo frente al joven ambarino, aunque no porque estuviese preocupado sino porque asustaba un poco su gesto.
    —Ah qué rayos quieres, ya déjame en paz —respondió sin ganas y volvió a encaminarse al ascensor.
    —Espera, quería preguntarte sobre los documentos que dejé encargado ¿Los firmaste? —le cuestionó directamente sin importarle sus ánimos.
    —Ah eso… —era como una persona sin alma, respondía por obligación, porque así lo demandaba su subconsciente.

    Sacó de forma automatizada un sobre manila cuidadosamente bien guardado de su mochila, sin ningún tipo de dobles que pudiera perjudicar su contenido, de ese modo se lo entregó a Bankotsu sin mostrar interés.

    —Me diste tres copias pero según las actividades para el evento tal vez requieras más de esos permisos así que adjunté dos copias más, en total te estoy dando cinco autorizaciones firmadas, nos vemos —explicó Inuyasha en un tono apacible, unas expresiones faciales calmadas y sin dignarse a mirarlo.
    —Claro, gracias supongo —respondió éste antes de que su compañero se retirara.

    Por más que intente disimularlo, era más que obvia la enorme tristeza en los extraños ojos ambarinos de ese sujeto; aunque no lo miró en todo el encuentro que tuvieron hace unos segundos, él pudo notar a la perfección el gran vacío que Taisho tenía por dentro.

    —Maldito infeliz, tú no puedes amarla más que yo… —susurraba algo irritado, mientras guardaba ese sobre y daba media vuelta para retirarse.

    La sola idea de que ahora ese sujeto esté en el papel del ‘mártir por amor’ lo enfermaba, resopló fastidiado a la vez que paraba otro taxi y se ponía en marcha hacia los diferentes lugares que le tocaba recorrer.


    De ese modo pasaron los días…

    La agenda que habían planificado con cada actividad a realizarse para la conclusión del evento, iba poco a poco efectuándose con total eficiencia ya que ambos estaban poniendo de su parte para que finalice todo con un rotundo éxito, sin embargo la vida de Taisho por el lado sentimental se había vuelto un completo caos: en todo este tiempo había cumplido su palabra de alejarse de ella para dejarle el ‘camino libre’ a Rogers y que él pudiera aplicar su plan de reconquista.

    Cada vez que pensaba en ello, se le hacía un nudo en la garganta y lo único que deseaba era golpear algún objeto que le causara tal dolor, que lo hiciera olvidar de esa pena por al menos unos segundos. Era una tortura tener que ir al apartamento de la Higurashi sólo a dormir ya que ni siquiera podía verla o acabaría con su compostura en pocos momentos; los días en los que se quedó de amanecida terminando de coordinar pequeños detalles sobre la decoración de las fotografías y ese tipo de cosas, lo hacían llegar incluso hasta el día siguiente, aunque a él no le molestaba en lo más mínimo, es más, suponía que era mejor para su bienestar emocional. Se estaba matando así mismo lentamente.

    Y lo peor de todo era cuando Kagome lo saludaba o intentaba iniciar alguna conversación con él: la única opción en esos instantes siempre era escapar, pero claro, luego se llenaba de arrepentimiento y andaba golpeando las paredes del ascensor o cualquier otra cosa.

    —Me voy a volver loco sí sigo así… —se decía eso todos los días cada vez que salía del edificio.

    La rutina de estos dos no era nada sencilla, además él no era el único que sufría con esas actitudes: Kagome estaba devastada y mucho más enojada que lo usual, recordaba aquella vez en su cumpleaños que pasó exactamente lo mismo aunque con la única diferencia de que ahora era él quien la evadía; llevaba días pensando en qué pudo haber dicho o hecho para que Inuyasha tomara esa actitud tan irritante pero en el fondo lo sabía muy bien: aquel momento en que ambos se excitaron juntos y estuvieron a punto de hacerlo en la misma puerta del baño.

    Quizás esa situación puso en duda los sentimientos de ‘amistad’ de Taisho hacia ella descubriendo que sólo había sido un completo error y ahora la única solución para él fue alejarse de ella y así no dañarla; se agarraba de los cabellos cada vez que pensaba en las altas probabilidades de que eso pudiera ser cierto, todo tenía sentido si lo veía de esa forma y ¡Como se arrepentía de haberlo hecho!... pero no, luego esa tormentosa idea pasaba, se tranquilizaba y se daba cuenta que a pesar de que el ambarino joven sí la podía ver solamente como amiga, ella seguía manteniendo sus sentimientos firmes.

    Los días seguían pasando de ese triste y desesperante modo sin embargo no había nada que los dos pudiesen hacer: el orgullo de Kagome no la dejaría ir a preguntarle qué era lo que ocurría con él y la promesa de Inuyasha de abandonar sus sentimientos por verla feliz otra vez permanecería en pie impidiendo que vuelva siquiera a cruzar miradas con ella.

    :::::::::::

    —Entrega para la señorita Higu… —decía un jovencito repartidor con gorrita, la cual tenía cosida el logotipo de la empresa para la cual trabajaba.
    —Sí, sí… ponlo con los otros —le interrumpió la castaña con un tono agotador para luego firmarle al tipo, confirmando que el paquete había sido entregado.

    El chiquillo se fue habiendo terminado su labor y luego de unos segundos más, ella se asomó por la puerta de su oficina mirando por todos lados para saber si no había ‘moros en la costa’ y así poder salir sin temor alguno; era la manera más factible de sentirse a salvo: escondiéndose, y es que ya sospechaba que alguien la estaba espiando desde afuera porque esa era la única explicación convincente a todo lo que estaba sucediendo.

    —¡Una más y llamo a la policía! —decía Kagome totalmente irritada.
    —No puedes hacer eso, nadie está cometiendo ningún delito —le respondía su amiga, acercándose a un arreglo floral muy hermoso lleno de rosas rojas y con un bello listón decorativo, añadió —¡Wow! Incluso él se ha esforzado.
    —No me interesa si quiera que mande la luna envuelta en papel de regalo ¡Nunca aceptaré su absurda invitación! —exclamaba fastidiada la joven azabache mientras se cruzaba de brazos.

    Y la verdad era que ese último obsequio había sido el decimo cuarto paquete entregado esa mañana de aquel día sábado en el café-restaurante de Kagome; todos los regalos variaban en formas, tipos y tamaños: desde peluches de animalitos hasta flores o cajas de chocolate, todos con una tarjeta de invitación que le informaba a la Higurashi sobre el evento de la revista Vogue y que por favor aceptara, por esa noche, ser la acompañante del joven Rogers.

    —Sí que quiere verte de nuevo —seguía diciendo Sango a la vez que revisaba de entre todas las cajas de dulces alguna que tuviera trufas de coco.
    —Eso no es lo importante ¿Por qué Bankotsu intenta acercarse a mí? Se supone que Inuyasha no lo dejaría —decía ella muy preocupada y con la mirada triste.
    —Pero él está actuando extraño ¿No? —le recordaba su amiga mirándola fijamente.

    Era cierto, Sango ya estaba enterada del comportamiento actual de Taisho con su mejor amiga además Miroku se lo había confirmado hace un par de días atrás cuando le llamó para preguntarle qué pasaba entre esos dos ya que ella lucía deprimida, fue ahí que el moreno le explicó lo que sucedía aunque sin saber con exactitud el por qué su amigo había tomado esa actitud puesto que no le mencionó nada al respecto.

    Eso sumado a que Rogers empezó a mover ‘sus piezas’ en el juego: a tan sólo dos días de la realización del evento se le ocurrió que ya iba siendo hora de hacer acto de presencia en la vida de Kagome, así que contrató a la dulcería “Candy Shop Acapulco”, que aún funcionaba y que era uno de los lugares donde ellos dos conservaban hermosos recuerdos de cuando eran pareja; una buena jugada de parte de él, ya que así tendría la oportunidad de convencerla de una manera romántica y de paso revivir memorias en ella.

    Por ello, esa mañana sabatina, Kagome no había dejado de recibir paquete alguno indicándole que el lunes 25 de Setiembre a las nueve de la noche era el elegante evento de la revista Vogue por sus Bodas de Plata, sin embargo ella no deseaba asistir siendo precisamente la pareja de Rogers.

    —Yo pensé que Inuyasha me invitaría… —murmuraba la joven azabache mientras sostenía una de esas tarjetas de invitación y leía su contenido.
    —Bueno, no pierdes nada preguntándoselo hoy en el apartamento —le aconsejó Ishikawa mordiendo un pedazo de ese delicioso bombón de chocolate.

    La aludida levantó la mirada un poco sorprendida, dando a entender que en ningún momento se le pudo haber ocurrido aquello.

    —Pero, sí él me rechaza… yo… —empezó a tartamudear, producto de las ansias.
    —No le vas a pedir matrimonio, por Dios, Kagome —contestó la castaña sarcásticamente.

    Esto hizo que la chica se sonrojara un poco, dejando a un lado la pequeña tarjetita y entrando de vuelta a su oficina; aunque no se notara ella en verdad lo estaba pensando seriamente, pero eso Sango ya lo sabía.

    ::::::::::::

    Era la primera vez en toda su carrera artística que no estaba completamente feliz con lo que estaba haciendo: retrataba a las modelos por pura obligación, porque sabía que debía presentar las últimas fotos para finalizar el calendario, porque era su trabajo.

    Joder! Sí que era fastidioso no estar concentrado en lo que hacía, no supo cómo es que terminó de hacer la mayor parte de sus responsabilidades para el evento esos días, estando en esas condiciones y no deseaba saber sí es que lo había hecho bien.

    —¡Muy bien señoritas! ¡Tiempo fuera, tómense un descanso de quince minutos! —gritó de pronto Kayama al entrar al estudio como si fuera el arbitro de algún partido de básquetbol.

    Al escuchar aquello, lo único que pudo hacer fue soltar un enorme suspiro ahogado mientras tomaba asiento en su silla personal; apoyaba su frente en su mano derecha a la vez que se frotaba repetidas veces esa zona, rotando de lado a lado su cabeza mirando deprimidamente a la nada, dando la impresión que podría tener dolor de cabeza.

    —¡¿Pero qué es lo que pasa contigo?! ¡No te das cuenta de que te estás muriendo por dentro! —le recriminaba fastidiado por la pésima actitud de su amigo.
    —Sólo dile a las chicas que regresen para seguir tomando las fotos… Ah y quiero un café expresso… sin azúcar por favor —decía Taisho, o más bien balbuceaba ya que sus ánimos no le permitían mover bien sus labios para hablar.

    Miroku se quedó mirándolo con la boca abierta y las cejas arqueadas, una expresión realmente graciosa sin embargo, seguía molesto.

    —¿Qué? ¡¿Qué rayos acabas de…?! ¡Tú odias el café sin azúcar! —exclamó alarmado pero gracioso.
    —Ah cierto… —dijo el ambarino joven aún murmurando.
    —Oh por Dios, Inuyasha si tanto la amas ¡A la verga tu promesa! ¡Lucha por ella! ¡No seas idiota! —le gritaba Kayama usando algunas palabras soeces para ver si así reaccionaba.

    Ciertamente, cuando Sango lo llamó hace unos días preguntando qué le ocurría a su ambarino compañero, él no sabía nada de los acontecimientos actuales por lo que decidió investigar y al consultarle a Bankotsu obtuvo como respuesta el famoso juramento que hizo Taisho con respecto a Kagome; obviamente no iba a quedarse tranquilo al enterarse de eso así que fue de inmediato a ratificarlo con el mismo Inuyasha, quien con un corto ‘Es verdad’, pudo confirmar de ese modo la situación.

    No obstante al haberle dicho esas palabras a su mejor amigo con la intención de animarlo, el aludido se sumió en el silencio total sin dejar de sobarse la frente esa misma posición.

    —Oye ¿Me has escu…? —intentó preguntar pero fue interrumpido rápidamente.
    —Cuando Kagome se entere de la verdad, perdonará a Bankotsu, sus sentimientos por él revivirán y serán felices… yo no pinto ahí ¿Entiendes? —le aclaraba Taisho en un tono deprimente, sin dejar de rotar la cabeza de lado a lado de forma lenta.

    Miroku estaba más o menos enterado de la dichosa ‘verdad’ sobre lo que sucedió entre la relación de la Higurashi y Rogers hace tiempo ya que al haberle preguntado a su mejor amigo sobre su promesa, quiso saber más y al final logró convencerlo de que le contase todo aunque resumidamente; pero ya estaba harto de la actitud tan lúgubre de Inuyasha.

    —¿Cómo sabes que ellos regresarán? Está bien, de seguro Kagome entra en razón y perdona a Bankotsu e incluso puede que le pida disculpas por todos esos años de rencor pero ¡Nadie asegura que ellos retomen la relación! ¡Maldita sea! —así de la nada empezó a alterarse, y es que por más que levantara la voz eso no parecía afectarle a su amigo.

    De repente, el aludido se puso de pie para encaminarse a la salida del estudio dejando a Kayama con las palabras en la boca, bostezó un poco por el cansancio de tener todo el cuerpo en tensión y se retiró sin emitir sonido alguno, dejando a su amigo sumergido en el total asombro.

    —Ay tío, si esto sigue así, él morirá de la tristeza —se dijo así mismo muy preocupado para luego salir también y dirigirse a su oficina.

    La situación empeoraba y tenía el presentimiento de que algo impactante sucedería el día del evento, algo de verdad impresionante.

    ::::::::::::

    Llegó muy agotado al edificio, al bajar del taxi miró hacia arriba dándose cuenta que aún faltaban seis pisos por subir, agradeció mentalmente a quien sea que haya inventado los elevadores porque estaba sumamente cansado tanto física como emocionalmente y eso podía acabar con las energías de cualquiera.

    Ingresó al inmueble y fue directo al ascensor donde aprovechó para sentarse unos momentos en el suelo, sin importarle que estuviera acompañado de otras personas ahí, quienes no demoraban en preguntarle si se sentía bien, él con una sonrisa a medias respondía que sí y de ese modo lo ‘dejaban en paz’.

    Iba por el pasillo tambaleándose un poco y apoyándose en las paredes de vez en cuando, si alguna puritana señora lo hubiese visto le diría sus cinco verdades además de llamarlo ‘borracho’. Sonrió de lado por eso, al menos le había causado gracia ese pensamiento, llevaba días sin esbozar una sonrisa sincera, ya era un avance.

    Sacó la copia de la llave del dichoso apartamento y abrió la puerta lentamente, sin ganas, con la única intención de ir directo a su habitación y quedarse dormido por lo que restaba de aquel sábado a pesar de que aún era de tarde. Se quedó en el vestíbulo unos momentos, sentado en el suelo de parqué mientras se desamarraba las zapatillas ya que planeaba ir descalzo a su dormitorio.

    —Inuyasha… —mencionó de repente ella en un tono suave.

    El tan sólo hecho de escuchar su nombre proveniente de aquella dulce voz lo hacía estremecerse, tanto que ni siquiera pudo voltear a verla; simplemente se quedó quieto, pensando en por qué la Higurashi estaba tan temprano en el apartamento.

    —¿Qué… qué su…sucede Kagome? —al principio tartamudeó pero disimuló su nerviosismo, así que reanudó sus movimientos y siguió desatándose las amarras.
    —Necesito decirte algo importante… bueno en realidad son varias cosas —le explicaba ella, aún detrás de él manteniendo una distancia prudente.
    —Ahora… ahora estoy cansado y sólo quiero recostarme —contestó el joven, como siempre rehuyéndole a toda costa.

    Cogió sus zapatillas en una mano para luego ponerse de pie y dar la vuelta ocultando su mirada en el flequillo pero conservando esa seriedad que hace tiempo permanecía en sus expresiones; reunió muchísimo valor para dignarse a pasar justamente por el costado de la Higurashi intentando ignorarla, de ese modo las cosas serian más sencillas, sin embargo algo imprevisto sucedió: apenas y había dado tres pasos alejándose de ella, cuando escuchó a la perfección un llanto ahogado en forma de susurro.

    Se detuvo en seco y volteó a mirarla, con sorpresa e impotencia pero antes de que pudiera decirle algo, ella se adelantó.

    —Inuyasha… tú… me odias ¿Verdad? Tú me odias, yo… no sé que hice para que me tengas tanto rencor… lo… lo siento… —balbuceó con un tono tan triste y a la vez algo inentendible a causa del sollozo.
    —No… eso no es… —susurró él en un intento por disculparse, decirle que lo sentía, decirle lo mucho que la amaba y que por esa razón no podía estar a su lado.
    —¡Sí me odias dímelo de una vez! ¡Ya no soporto que me estés evitando todo el tiempo! —gritó de repente en un acto de desesperación.
    —¡No seas ridícula! ¡¿Por qué tendría que odiarte?! —fue un tipo de contestación por impulso, en realidad no tenía bases al preguntar algo así.

    Y fue precisamente eso lo que causó una gran molestia en Kagome, quien apretó un poco los dientes y arqueó las cejas muy enfadada; en todo ese momento ella estuvo de espaldas hasta que al fin se dignó a encararlo para refutarle la estupidez que estaba diciendo, era increíble que lo único que Taisho hacía era dar vueltas en el mismo tema sin tener una respuesta clara y exacta a su comportamiento.

    —¡¿Qué no sea ridícula?! ¡Podrías responder adecuadamente y decirme por qué tu actitud tan extraña estos días! —era inevitable continuar en ese mismo tono de voz tan alto.
    —Eso es asunto mío… —contestó él, muy serio, en un volumen normal como si estuviera controlándose.

    Maldijo mentalmente por haber dicho eso, sabía que eso traería consecuencias sin embargo ignoraba hasta qué grado pudiesen ser.

    —Con que así están las cosas… —murmuró ella muy dolida sin dejar de mirarlo de manera fija, añadió —Bien, tendré que aceptar su invitación entonces.

    Inuyasha frunció el ceño, mostrando una expresión seria y confundida pero justo en el momento en que pensaba preguntarle qué quiso decir con eso, la sonora tocada de la puerta del departamento los hizo volver a la ‘realidad’; no tocaron el timbre, menos mal, sino lo más probable es que hubiesen pegado un salto de la sorpresa al escuchar algún sonido de campana.

    Volvieron a tocar, esta vez un poco más fuerte que antes, él aún estaba intrigado por lo que ella había mencionado antes y no deseaba moverse de su sitio para atender a quien sea que esté afuera en el pasillo, no obstante al escucharse el tercer portazo y al percatarse que Taisho ni siquiera se inmutaba, fue ella quien cortó el enlace visual rodando los ojos, dio media vuelta y fue hacia el recibidor para luego abrir rápidamente la puerta.

    Estaba tan herida, maldecía por lo bajo todos los sentimientos de amor del universo entero ¡¿Por qué tenía que volver a enamorarse?! ¡Y de alguien tan idiota! Sacrificó su trabajo ese sábado en el café para esperar su regreso al apartamento y de ese modo conversar sobre el evento de la revista, sobre las inmensas ganas que tenía de ir con él y hasta quizás haberle dado algunos adelantos sobre sus sentimientos…

    —Buenas tardes ¿Es usted Taisho Kagome? —le saludó cortésmente y seguido le nombró su apellido de casada.
    —¿Eh? S… sí, soy yo… supongo —contestó la joven un poco confundida por el repentino encuentro con ese señor.
    —Mucho gusto, soy Vega Montes, juez legalista de los Registros Matrimoniales del Estado de Nevada —se presentó el señor de edad avanzada, muy formalmente mientras le tendía la mano a la Higurashi para estrecharla.

    Después de tanto tiempo esperando por este momento, sin haberlo deseado y en unas circunstancias tan inoportunas, un canoso señor de bigote y anteojos, estatura promedio, y vestido al terno con una graciosa corbata de diseños geométricos, se apareció de la nada en el apartamento de ambos.

    Kagome levantó su brazo y tomó la mano del señor, correspondiéndole educadamente el saludo a la vez que lo veía un poco sorprendida; en definitiva no se esperaba esto justo ahora.

    —¿Puedo pasar? Si no es molestia —preguntó el hombre algo confuso de lo que podía o no hacer, ya que los rostros asombrados de los esposos Taisho, demostraba que ellos tampoco sabían lo que estaba a punto de ocurrir.

    Inuyasha dejó a un lado, por unos momentos, su depresiva aura para ir al lado de Kagome y juntos atender al dichoso juez. Tomaron asiento en los muebles de la sala: los dos en el sofá más grande mientras que el anciano señor en el mueble individual.

    —Nos dijeron que tenía que pasar seis meses, aún quedan cuatro —cuestionó de frente el joven ambarino con un tono de preocupación.
    —No en realidad, señor Taisho, el plazo sí es de seis meses sin embargo yo puedo hacer la visita el tiempo que me parezca más apropiado —explicaba el juez dejando su maletín en el piso.
    —¿Apropiado? —le preguntó la Higurashi, esa parte le parecía algo ilógica, qué es lo apropiado en esta situación.
    —Así es, verá señora Taisho… ustedes no son los únicos que desean divorciarse estos días, por ejemplo este mes de Setiembre he tenido que atender como quince casos —seguía explicando el canoso hombre sin inmutarse.

    Las cosas estaban claras, sin habérselo esperado, justamente esa tarde sabatina, ambos tendrían una larga charla con aquel diputado y decidir finalmente el destino de esa extraña relación.

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    .__. Ok... Iré por ahí a... cubrirme con algo antes de que quieran hacerme maldad xD Hahaha!
    No se desanimen ^^ Hay muchas cosas más por saber!
    Gracias por comentar!
    Nos vemos chic@s! Jya Nee!
     
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  8.  
    Loe Essen

    Loe Essen Entusiasta

    Acuario
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    ¡Maldita sea!Lo cortaste en lo mejor.
    Todavía sigo sin entender como podes tener una gramática perfecta y que la historia sea igualmente perfecta.
    ¡¿Como podes decirnos que no nos desanimemos,cuando(repito) lo cortaste en la parte mas culmine.

    PD:Pude observar que sos peruana...¡eso explica todo!Que hermoso acento,lo amo...
    Saludos!
     
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  9.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    :( No puedo creerlo, !!Cómo Puede ser tan tonto Inuyasha!!!!!! Pobre Kagome, ella haciendo maromas para que él cambie de actitud e Inuyasha corriendo para alejarse de ella, :mad: y lo del juez, u.u no podía llegar en un peor momento, justo cuando parecía que por fin iban a poner cartas sobre la mesa, que mal, cómo pudo Inuyasha orillar a Kagome a aceptar salir con el engreído de Rogers. Me matan los nervios, esperaré impacientemente la continuación. ;)
    :D Por cierto, muchas gracias por haberme incluido en tus comentarios, sinceramente para mí es gran placer leer tu escrito, me encanta. Gracias nuevamente, no me esperaba esa sorpresa:).
     
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  10.  
    Rebellious Mind

    Rebellious Mind Nefilimm

    Virgo
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    ¡Oh por dios!
    Ale, me hiciste llorar.
    ¡Pobre Inu! Lo puse con la canción y desde el principio me hiciste llorar. Que horrible situación la que están pasando.
    Voy a rastrear el IP de Bankotsu...
    ¡Espero con muchísimas ansias tu siguiente capitulo!
     
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  11.  
    Nastya Taisho

    Nastya Taisho Iniciado

    Géminis
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    Jeje demasiado tiempo sin postear ,ñee sabes cada vez la historia se torna mas interesante y yo sigo sin entender como tu gramatica es tan perfecta.
    No creas que me eh olvidado de ti es que tuve algunos percanses y tuve que leer los capitulos en los celulares de algunos de mis amigos o rogarles a personas que me dieran un poquito de wifi pero volvi.
    Adios linda nos leemos luego eh .3:
     
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  12.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    11789
    Oh Shit! Desde el 26 de Junio?! aahgsfdagf D: Ahora sí ya no tengo perdón de Dios!
    Lamento tanto esta absurda tardanza, ayer me conecté con la intención de postear y responder a los mensajes que me mandaron pero se me complicó de nuevo y no me dio tiempo así que tuve que retirarme sin hacer nada ¡Joder! Qué fastidio es ser tan desorganizada xD

    Disculpenme en verdad, no es mi intención dejarlos esperando tanto tiempo ._. Ni que mi fic fuera la maravilla del mundo, la verdad lo siento tanto u.u En recompensa les he traído este capítulo que si bien me ha salido bastante largo [24 Hojas en total] Espero que les guste como van avanzando las cosas y a pesar de mis terribles demoras no dejen de seguir la historia! D: Por favor!

    Muchas gracias a: Kuki, Zor Uak, Shassel, Karinblue & Nastya Taisho, por sus preciados comentarios que como siempre son tan valiosos para mi porque me animan mucho a seguir trayendoles esta historia. Gracias también a las personas que le dieron 'Like'.

    Aclaraciones: En este capítulo me tomé la libertad de agregar tres pequeñas partes de una conocida canción de la película 'Encantada' de Disney, aquellos que la vieron podrán entender que la letra de esa canción se asemeja un poco a la situación entre los protagonistas, por ello mi decisión de colocarla. Sé que las reglas del foro es ya no colocar Song-Fics por los mismos derechos de autor pero si leen lo que coloqué, que no es mucho en realidad, me permitan hacer una excepción al colgar el capítulo tal como lo escribí. Gracias.

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    Cap. 16

    Había pasado a lo mucho unos cuarenta minutos desde que el anciano señor se sentó en aquel sofá a revelarles a ambos jóvenes sobre el acuerdo de divorcio que solicitaron hace un par de meses atrás, justo después de contraer nupcias civiles de forma involuntaria.

    Era la primera vez en toda su carrera de magistrado que, mientras hablaba e informaba sobre lo que se debía hacer, podía percibir a la perfección la tremenda aura de depresión que habitaba en esta inusual pareja de esposos: el joven se veía entre triste y serio, por otro lado la chica lucía resignada y desdichada, tantas expresiones que mostraban pero tan pocas palabras que pronunciaban.

    —Y así es como finalmente se estaría dando todo el proceso —finalizaba la explicación de su trabajo en los próximos minutos.

    El silencio dominó el ambiente por casi un minuto entero, ninguno de los dos se decidía a emitir sonido alguno proveniente de sus bocas y aunque obviamente no lo supieran, los dos estaban pensando en las mismas angustias: ¿Estará bien hacer esto? Después de todo ¿Me enamoré no es así? ¡¿Qué voy hacer si ya no estará en mi vida?!

    —Entonces, sólo hay que firmar y al cabo de dos días ya estaremos divorciados ¿Verdad? —se animó a cuestionar el joven ambarino intentando que su voz no se corte al hablar.
    —En realidad, al firmar el documento ya estarían oficialmente separados, sólo que para que en los registros civiles quede detallado que ustedes vuelven a estar solteros, tendrían que pasar esos dos días antes de entregar cualquier acta legalizada —respondía con detalles para así dejar en claro todas las dudas.

    Cuando lo conoció le había parecido un tipo de verdad insoportable, incluso recordaba cuando se mofó de ella por haberle increpado su presencia en aquel baño mixto de esa discoteca; luego aquella memoria de haber estado bebiendo a su lado descontroladamente, lo que los llevó a casarse de forma inconsciente en Las Vegas. Ese momento fue de verdad dramático, sonrió mentalmente al darse cuenta que después de todos estos meses, al final terminó por enamorarse de Inuyasha aunque sin saber que él sentía lo mismo. Suspiró, aquellos recuerdos actuales de su desesperante y misteriosa actitud, sobre cómo la rehuía sin ningún sentido la hicieron entrar en razón: por mucho que no deseaba decirlo, estaba perdiendo el tiempo al permanecer a su lado de ese modo…

    —Saque los papeles de una vez… —ordenó la Higurashi después de haber tenido todos esos tristes pensamientos.

    Tanto el juez como Taisho voltearon a mirarla un poco sorprendidos por su repentina decisión, aunque más el joven ya que no dejaba de verla fijamente como si de una burla se tratara; ella por su lado, mantenía sus ojos ocultos en su flequillo sin embargo se notaba la seriedad en su rostro.

    —Claro —contestó el anciano señor para luego girar a la derecha y agacharse a coger su maletín, donde de inmediato comenzó a buscar los documentos.

    ¡Esto tiene que ser una maldita broma! ¡No puede estar pasando esto! ¡Que no encuentre esos papeles! ¡Que caiga un rayo en este instante! ¡Que suene la alarma de incendios! ¡Pero por lo que más quieras, no puedo alejarme de su vida!

    Increíblemente, ambos estaban tan asustados en este instante, esos constantes gritos desesperados pasaban cada segundo por la mente de los dos y sin que lo supieran, estaban sincronizados.

    El magistrado sacó una hoja de papel donde mostraba todo el contenido del acuerdo de divorcio, en aquel documento había tres líneas horizontales al final del texto, una al lado de la otra, en donde debían firmar ellos dos y también el juez, confirmando así la validez del contrato. Lo colocó en la mesa de centro y acto seguido sustrajo un lapicero de tinta azul del bolsillo de su camisa para ponerlo encima de los papeles.

    —Listo señores, sólo firmen ahí abajo y pongan sus nombres —indicó el canoso señor con suma paciencia.
    —¿Con nuestros apellidos de solteros verdad? —preguntó ella en un tono de frustración.
    —Así es —contestó el juez, esperando que ellos hagan el siguiente movimiento.

    Por haber cuestionado eso, lógicamente Kagome fue la primera en armarse de coraje y coger aquel lapicero, se apoyó débilmente en la mesa y una vez así, después de dudar un par de segundos lo hizo: escribió su nombre y apellidos completos para luego hacer su rúbrica personal.

    Dejó la lapicera a un lado del papel para luego recostar su espalda en el sofá y meditar sobre todo lo que estaba ocurriendo, mientras tanto Inuyasha sabía a la perfección que había llegado su turno; miró por unos momentos al vacio para luego suspirar tristemente, dándose cuenta que la realidad era otra así que sin más demora, arrastró la hoja hacia su lado cogiendo entre sus dedos aquella plumilla y una vez así colocó sus datos completos junto con su firma arriba de ellos.

    Por mucho que ambos deseaban que alguna catástrofe ocurriera mientras estaban signando el documento, ya no quedaba nada por hacer: todo había terminado hace sólo unos segundos… estaban oficialmente separados y ‘libres’ de hacer con sus vidas lo que se les antoje a partir de ahora, sin embargo… las cosas no eran tan fáciles como aparentaban ser.

    —Está hecho jóvenes, como ya les expliqué, en dos días los registros civiles validarán el documento, no obstante, a partir de ahora ambos quedan legalmente divorciados —les dijo el señor juez guardando los papeles en su maletín y acomodando sus demás fólderes.
    —Gracias… —dijo de repente Kagome sin voltear a ver al señor, seguidamente Inuyasha repitió lo mismo y sin mirarlo también.

    Jamás había presenciado tanta miseria en un ambiente de este tipo, estaba acostumbrado a que después de las firmas, mayormente ambos involucrados sonrieran abiertamente e incluso se dijeran sus ‘cuatro verdades’ a la cara para finalmente ver como uno de ellos se paraba de inmediato, tomaba sus maletas y se iba lo más rápido posible a disfrutar de su preciada libertad.

    Pero éste no era el caso en lo más mínimo; desde que terminaron con el procedimiento de poner sus rubricas en el papel, ninguno de los dos había hecho movimiento alguno en el mueble: ella se abrazaba a un almohadón a la vez que veía de manera deprimente el piso, él apoyaba su codo izquierdo en el brazo del sofá de forma que le permitía descansar su cabeza y ver a quien sabe donde con una mirada vacía e infeliz.

    ¡Wow! Si aún se aman, no debieron firmar ¿Qué sucede con las jóvenes parejas de ahora? —hasta el mismo magistrado se percató de ese increíble detalle que ese par aún no notaba.

    Estaban tan absortos en sus propios pensamientos que no veían su realidad pero eso no dependía de terceras personas, ellos mismos debían dejar su orgullo a un lado y fijarse en lo que verdaderamente importaba… aunque aún faltaba para eso.

    El juez se retiró sin decir una palabra ya que sabía a la perfección que esta vez no recibiría respuesta alguna por lo que se fue cerrando la puerta tras de sí; aquel repentino ruido hizo que ella volviera a ‘pisar tierra’ y se diera cuenta de la actual situación: ya no estaban casados por lo tanto ya no había nada que los obligara a permanecer bajo el mismo techo por más tiempo.

    —Debes irte Inuyasha —dijo de repente ella en un tono serio y autoritario.

    Aquello lo tomó por sorpresa, aunque era obvio que eso sucedería tarde o temprano, sin embargo lo confundió.

    —¿Qué? —susurró el joven ambarino arqueando las cejas.
    —Ya no tienes nada qué hacer aquí así que… —intentaba decir ella sin que la voz se le corte, y es que ya estaba llegando a su límite.
    —Bien… eso iba hacer de todos modos —dijo él haciéndose ‘el fuerte’ y poniéndose de pie.

    ¿Cuánto más tendrían que fingir que estaban bien? Era increíble como el orgullo de dos personas puede resultar ser tan perjudicial para una relación en donde el amor que ambos se tenían podría superar cualquier obstáculo, pero ellos no lo sabían, no sabían que compartían esos sentimientos tan profundos el uno por el otro.

    Ella se quedó en el mueble, subió sus piernas y las abrazaba, de manera que podía ocultar su rostro entre las rodillas. Él hacía sus maletas en la habitación con todo el coraje y la impotencia del mundo; ambos se sentían tan miserables en ese momento pero ninguno se había percatado de eso ya que al estar frente a frente disimulaban sus expresiones.

    Te voy a proteger siempre Kagome… siempre’, de repente aquella frase se le vino a su mente mientras terminaba de meter toda su ropa en aquella maleta de viaje. ¿Siempre? Sonrió tristemente al darse cuenta de que él ya no era el encargado de hacer eso, muy pronto Bankotsu sería aquel sujeto. Intentó disipar las imágenes de Kagome y ese tipo abrazados sino empezaría a golpear las paredes o algo por el estilo.

    No pasó más de quince minutos para que finalmente Taisho saliera del dormitorio, con su mochila cruzada al hombro y arrastrando la valija con ruedas donde había logrado acomodar todas sus pertenencias, sucias y limpias, sin importarle en lo más mínimo ya que no deseaba regresar luego por ningún motivo.

    Al escuchar aquel ruido indicando que él se aproximaba, la Higurashi volvió a sentarse rápidamente de forma ‘normal’ en el sofá, disimulando su tranquilidad en ese tipo de situaciones.

    —Fue un placer vivir contigo Kagome —le dijo el joven ambarino, en un tono seco y sin siquiera mirarla, mientras sacaba su copia de la llave del apartamento y la dejaba en la mesa del comedor.
    —Lo mismo digo, gracias por todo —respondía ella quien, de reojo, ya se había dado cuenta que no tendría que pedirle la devolución de aquel objeto.

    Siguió tirando de su gran maleta hasta llegar al vestíbulo y una vez ahí, mirando fijamente la puerta, se detuvo unos segundos.

    —¿Irás al evento del lunes con Bankotsu? —cuestionó de repente haciendo que ella se sorprendiera un poco.
    —S…sí —contestó casi en un susurro.
    —Entonces ese será… el último día en que nos veamos así que… hasta el lunes, Kagome —deseaba asegurarse de dos cosas: uno, si sus sospechas resultaron ser ciertas y dos, si ese día podría verla por última vez.

    Y es que cuando ella mencionó aquella oración: ‘Bien, tendré que aceptar su invitación entonces’, no pudo preguntarle a qué se refería exactamente pero en su mente ya se hacía ideas de lo que más o menos se trataba todo eso. Después de meditarlo demasiado, resultó ser obvia la respuesta: Rogers la invitó al evento, era lo más lógico que podía pasar. Sabía que eso era lo más probable a ocurrir por ello es que no le pidió que sea su acompañante, además la promesa de alejarse tendría que ser cumplida.

    Después de esas palabras, ella quiso preguntarle muchas cosas sin embargo él no le dio tiempo puesto que apenas terminó de decir aquello, abrió la puerta y se retiró dejando tras de sí, un vacio sonido de soledad.

    Kagome se quedó mirando sin parpadear la puerta cerrada de su apartamento desde donde se encontraba, como si se hallara en un shock total y no asimilara la realidad. De pronto, por sus mejillas bajaban continuas lágrimas gruesas, se vio en la necesidad de pestañear mientras se tocaba la cara, luego repasó con la vista todo el lugar como si deseara despertar de esa pesadilla pero debía resignarse… él ya se había ido.

    :::::::::

    Era de noche y estaba de camino a su departamento, al fin un merecido descanso después de un arduo día laboral, y lo mejor era que al día siguiente no había que ir a la revista ya que los altos mandos lo habían decretado ‘asueto’ por el grandioso evento a realizarse el lunes.

    Pagó al taxista por haberlo traído hasta su domicilio mientras pensaba que ya era hora de comprarse un auto propio, dio media vuelta e ingresó al edificio donde fue recibido con un respetuoso ‘Buenas Noches’ por parte de Patrick, el anciano conserje encargado del inmueble, aunque eso no fue todo lo que el señor tenia para decir.

    —¡¿Qué?! —exclamó él totalmente sorprendido al escuchar aquella repentina noticia.
    —Lo deje subir pero no le di la llave, lo siento joven Kayama, usted no me indicó nada al respecto —se excusaba el apenado portero creyendo haber cometido un grave error.
    —No, está bien Patrick, no se aflija más bien gracias, yo me encargo —lo aliviaba de inmediato con una sonrisa de lado.

    Dio media vuelta y rápidamente se dirigió al ascensor para ir hasta la sexta planta donde, era de esperarse, lo encontraría.

    Al salir del elevador y caminar por el pasadizo, como ya lo suponía, pudo divisarlo a lo lejos, sentado encima de su maleta con su mochila al hombro y mirando como estúpido hacia arriba; se metió las manos a sus bolsillos para finalmente detenerse frente suyo y apoyar su espalda en la pared mientras mantenía la cabeza agachada junto con los ojos cerrados.

    No supo exactamente cuánto tiempo estuvo mirando el techo del pasillo, divagando en sus propios pensamientos sobre lo que había ocurrido esa tarde; suspiró otra vez, era la vigésimo tercera vez que lo hacía, así es… contaba sus exhalaciones.

    —¿Qué sucedió? ¿Te has peleado con ella? —preguntó seriamente ya que el verlo con sus valijas lo hacía pensar en esa opción.
    —Acabamos de firmar el divorcio… —y así, sin rodeos, sin ningún tipo de suspenso, se lo dijo.

    Miroku levantó la cabeza en el acto a la vez que lo veía fijamente en una expresión que mostraba su total asombro. ¡Joder! ¡¿Hasta qué punto el maldito destino tendría que poner a prueba los sentimientos de su amigo?!

    :::::::::

    Ya habían pasado cuatro horas desde que Inuyasha se fue de su apartamento y hasta quizás de su vida para siempre pero ella seguía llorando desconsoladamente en el sofá mientras abrazaba con fuerza un almohadón como si fuera a morir si lo soltaba; y de verdad iba a morir… pero del dolor al sentirse tan impotente y tonta de no poder haberle dicho que lo quería.

    Recordó entonces la respuesta que le dio a Taisho antes de que él se retirara, los sollozos desgarradores se silenciaron unos segundos para meditar en lo que estaba pensando hacer en ese momento, si lo hacía ya no habría marcha atrás por lo que debía estar completamente consciente de aquello.

    Frunció el ceño… no era un asunto de tanta importancia como para pensarlo demasiado, además si no lo hacía quedaría como una ‘mentirosa despechada’ y jamás permitiría que eso sucediera.

    Deslizó su mano izquierda por los bolsillos traseros de su jean, hasta que halló esa pequeña tarjeta de color amarillo en el mismo lado donde buscaba. La sacó y la llevó hasta su rostro para recordar lo que estaba escrito.

    —Era obvio que haya cambiado su número —se dijo así misma sin inmutarse.

    Se vio en la necesidad de levantarse del mueble, y sin nada de ganas tuvo que esforzarse mentalmente para caminar hasta la mesa del comedor donde dejó su cartera, rebuscó dentro para luego sacar su teléfono móvil. Una vez en su mano y guiándose del número anotado en esa dichosa tarjetita, marcó los dígitos respectivos para luego esperar que esa cosa empezara a timbrar.

    —¿Diga? —no tuvo que esperar mucho para poder escuchar esa voz tan familiar.
    —Bankotsu… —dijo ella en un tono muy serio y dejando esa tarjeta a un lado, regresó al mueble.

    Él se sorprendió mucho al reconocer a la dueña de aquella dulce voz, por lo que abriendo un poco más los ojos y tomando asiento en su cama se dispuso a responderle para continuar la conversación.

    —Sólo te llamé para decirte que acepto —agregó la Higurashi después de unos segundos en silencio.
    —¿A…aceptas? —con la conmoción de la llamada, no prestó mucha atención a lo que significaban esas palabras.
    —Acepto ser tu acompañante el día lunes —y de ese modo, siendo más directa, se ahorró mayores explicaciones.

    Rogers estaba incrédulo ante la situación, sabía que quizás había actuado tarde al mandarle todos esos regalos de última hora por la mañana ¡A dos días de realizarse el evento! Pero es que con todo el trabajo que tenía encima, no pudo haberlo planificado antes; rogando a todos los santos porque ella pudiera conmoverse un poco con esas muestras materiales de afecto y que le diera una respuesta positiva ante sus pedidos, sin duda alguna no podía creer que había funcionado.

    —¡Gracias por aceptar Kag! ¡No te arrepentirás, yo…! —comentó emocionado con una sonrisa en el rostro sin embargo ella lo interrumpió.
    —No te hagas ilusiones Bankotsu, sólo es porque necesito ir a ese evento y otra cosa… —explicaba sin inmutarse, se recostó en el sofá y cruzó su brazo izquierdo por encima de su rostro, colocándolo en sus ojos para luego suspirar lentamente y añadir —…No me vuelvas a llamar Kag.

    Sin darle tiempo a responder colgó el teléfono y lo tiró a un lado en el suelo alfombrado que había en su sala. Ya había hecho lo que tenía qué hacer por ello no le quedó de otra que acomodarse en el mueble, con los ojos cerrados y sin ganas de moverse en lo que le restaba de vida.

    Sentía que ya había llorado lo suficiente sin embargo cuando se puso a pensar en todos esos momentos al lado de Inuyasha, y finalmente en lo que sucedió ésta tarde, pudo notar que sus sienes comenzaban a mojarse de a pocos a causa de las lágrimas que bajaban en cascada; lo único que hizo fue apretar fuerte los párpados y así seguir liberando, una vez más, esas pequeñas gotas salinas que al continuar su camino, mojaron sus orejas a causa de la posición en la que se encontraba.

    :::::::::

    —¡Maldición! De haber sabido eso, te hubiera hecho trabajar hasta tarde, así no te encontrabas con ese sujeto y esto no habría pasado —decía Kayama, algo fastidiado con la situación.
    —Está bien, de todos modos, sí no pasaba hoy, pudo haber sido mañana o cualquier otro día —respondía el joven ambarino con una sonrisa triste y mirando al piso, añadió —Mientras haya pasado pronto… mejor.
    —No digas tonterías, estás peor que antes —le refutó con una mirada de pesar.

    Era cierto, sí antes su amigo se veía como un ‘zombie’ ahora lucía muchísimo peor; su energía física tanto como su estabilidad emocional estaban a punto de colapsar y eso le preocupaba bastante a Miroku ya que sí Taisho pasaba más tiempo aguantando toda esa tensión y tristeza, podría enfermar gravemente.

    —¿Ya no se volverán a ver? —preguntó con curiosidad, era necesario que su ambarino compañero viera a la Higurashi, al menos por un rato, para su propio bienestar.
    —El lunes, en el evento, será la última vez… —contestó sin ganas ya que las condiciones en las que la vería no serían del todo agradables.
    —¿Y… no estás un poco feliz al saber eso? —la actitud de su amigo lo confundía un poco.

    Inuyasha suspiró pesadamente, dejó la taza con café a un lado y se puso de pie sin expresar más que depresión en su rostro.

    —Ella irá como la pareja de Rogers así que no tiene caso de todas formas —y diciendo esto dio media vuelta para luego sobarse la cabeza lentamente, agregó —Tomaré un baño y luego iré a dormir, gracias por dejar que me quede otra vez Miroku.
    —No… no hay de qué viejo, hasta mañana —respondió rápidamente para no dejarlo hablar solo.

    Cuando su amigo entró al baño, él fue caminando hasta su balcón, sosteniendo aún en sus manos aquella taza con café que anteriormente había preparado para calentarse un poco. Apoyó sus codos en la baranda mientras fijaba su mirada a la calle, los autos aún pasaban en grandes cantidades, desplazándose de un lado a otro. Resopló.

    —Ah, joder… éste invierno va ser el más frío de todos… —comentaba él en metáfora haciendo referencia a la situación sentimental de Taisho.

    Sopló el humo de su taza y siguió bebiendo el café sin quitar su vista del paisaje urbano que tenía a su disposición.


    A la mañana siguiente…

    Aunque la gerencia principal había declarado ese día no laborable por los mismos preparativos pre-evento, la mayoría de los asistentes estaban muy ocupados ya que debían alistarse anticipadamente sin olvidar detalles importantes sobre la ropa a usar, accesorios –en el caso las mujeres– y demás cosas de ese tipo.

    Sin embargo para otros era un domingo común y corriente, sin ningún toque especial que demandara su atención.

    —Y en otras noticias de espectáculo, Bruno Mars anunció que pronto… —se escuchaba hablar a un tío que parecía ser conductor de un programa de entretenimiento hollywoodense.
    —Cómo siempre dicen, domingo nunca hay nada que ver en la tele —se decía así mismo el joven ambarino mientras comía un pedazo de tostada.

    En efecto, él era una de esas personas que no se hacía problemas porque al día siguiente sería uno de los eventos más importantes para la revista en donde trabajaba; simplemente lo llevaba con calma o mejor dicho, con irrelevancia.

    —¡Bonjour, mi querido amigo! Hoy es domingo ¿No quieres salir? —preguntó con una amplia sonrisa a la vez que apoyaba una de sus manos en los hombros de Taisho.

    Volteó a verlo con algo de seriedad y a su vez con la boca arqueada a un lado.

    —Miroku, sí quieres meter a alguna chica y hacer tus cochinadas… —decía serenamente mientras mordía el pan, añadió —Sólo tienes que decir que me vaya por unas horas y listo.

    El aludido se sintió un poco ofendido por las palabras de su compañero, está bien, él era conocido por su fama de ‘mujeriego’ y ‘Casanova’ pero aún así, cuando él tenía ese tipo de planes jamás se andaba en rodeos y se lo pedía de frente; hoy era diferente, una ocasión distinta.

    —¡No! No es eso ¡Rayos! ¿Tienes algo que usar para mañana? —le dijo sin más preámbulo, si no, éste nunca entendería.
    —Ah… —exclamó en casi un susurro y miró hacia el techo, como si estuviera meditando en aquella pregunta. Después de unos segundos bajó la cabeza y mirando a Kayama contestó —Tengo el terno de las exposiciones fotográficas así que estaré bien con eso.

    La ceja izquierda de Miroku saltaba graciosamente mientras él, con su mano derecha en forma de puño, estaba a punto de golpear la cabeza de Inuyasha pero se contuvo por lo que sin preguntarle o consultarle otra cosa, lo agarró de la camisa por detrás, arrastrándolo hacia la puerta de su habitación.

    —Ve a cambiarte la pijama, iremos a comprar algo adecuado para mañana ¿Entendiste? —le dijo en un tono severo lo cual podría pasarse por una orden de mandato.

    Desde que tuvo todos esos inconvenientes en su relación con Kagome, el joven ambarino ya no era el mismo de siempre, al menos en su carácter agresivo que lo identificaba; por ello es que sin emitir queja alguna, se metió a su dormitorio para poder cambiarse a cualquier muda de ropa casual y de ese modo salir con su mejor amigo ‘de compras’.

    Se fueron del apartamento dejando en cargo al portero que ambos regresarían en un par de horas y una vez así empezaron su recorrido a pie por la pequeña pero acogedora ciudad de Winchester.

    A él jamás le había gustado ir de shopping: fue obligado por algunas de sus novias anteriores ir a los centros comerciales, pararse en cada tienda y esperar que ella eligiera algo después de probarse casi veinte blusas del mismo modelo para que al final escoja la primera. Era una experiencia verdaderamente fastidiosa, sin embargo ésta vez estaba con su mejor amigo, esperaba en serio que Miroku tuviera diferente estilo de compra que una mujer. Sonrió por comparar al moreno con una chica.

    —Vamos directo a ‘Adams’, sé que encontraremos un smoking adecuado para mañana en esa tienda —decía Kayama con la esperanza de pasar una tarde agradable y también hacerle olvidar por unos momentos, el mal rato que su amigo llevaba soportando ya buen tiempo.
    —¿‘Adams’ no es esa tienda de ropa para hombre? —bueno qué más daba, ya estaba ahí así que lo mínimo que podía hacer era seguirle la conversación.
    —Sí, la misma —contestó él con las manos en los bolsillos.

    El centro comercial no quedaba tan lejos, era un gran emporio de más de cien tiendas ambientadas con lo más moderno hasta la actualidad; había de todo: restaurantes, cafeterías, zapaterías, librerías, lencería, ropa para bebés, damas, caballeros y niños, sin contar las de electrodomésticos y tecnología. Sin duda alguna un lugar donde bien podrías pasear un rato o verdaderamente llenarte de cosas grandiosas.

    Caminaron un par de minutos hasta llegar a una escalera eléctrica donde subieron a la segunda planta, ahí se encontraba la dichosa tienda ‘Adams’, exclusiva en venta de ropa para caballero, ya sea formal o informal. Desde afuera pudieron ver algunos maniquís vestidos con estilos diferentes, le llamó la atención el del medio: un terno negro muy refinado que hacía conjunto con una camisa blanca y una corbata plateada fusionada con líneas blancas.

    —Vaya, tienen gusto para decorar… —susurró Taisho mientras miraba atento el muñeco.
    —¡Entremos! —exclamó animado su amigo y empujándolo por los hombros ingresaron al establecimiento.

    Inmediatamente un señor vestido de manera muy sofisticada se acercó a ellos para atenderlos.

    —Buenas tardes, bienvenidos a ‘Adams’ ¿Desean que les ayude a escoger algo? —los recibió de forma atenta a la vez que sonreía.
    —Sí, queremos lucir algo genial para una fiesta elegante —explicaba Kayama sus intenciones.
    —¿Queremos? —seguía comentando el joven ambarino en murmullos, junto con una mueca en sus labios.

    Aquella tarde de domingo se pasaron casi todo el rato metidos ahí, probándose distintos tipos de smokings y de todos los colores existentes. El primero en hacerlo fue Miroku, quien con la ayuda del vendedor, pudo elegir uno que le encajaba perfecto. El siguiente en ir a los vestidores fue obviamente Inuyasha, al principio fue algo difícil convencerlo de comprar algún conjunto sin embargo tuvo que acceder al final, ya que el carisma de ese empleado más la insistencia de su amigo fueron suficientes para persuadirlo de adquirir un elegante traje.

    Al terminar sus inesperadas compras, salieron del centro comercial para abordar de inmediato un taxi ya que el clima frío del día cambió drásticamente a uno lluvioso de noche. No trajeron paraguas así que no había más remedio que irse rápidamente a casa, después de todo ya tenían lo que hacía falta.

    —Kagome… —susurró en un tono muy bajo mientras miraba a través del vidrio del auto las calles mojadas.

    Mañana sería la última vez que la vería por ello es que la depresión se apoderó nuevamente de él; se resignó a continuar el resto del camino sumergido en aquella melancolía que estaba seguro, no se quitaría de sus emociones por un largo tiempo.

    ***


    —¿Estamos al aire? ¿Ya? —preguntó casi en murmullos una señorita con micrófono en mano.

    Al mirar las señas que hacía su camarógrafo con la mano, confirmando la situación en cuenta regresiva, ella sonrío y acomodándose el vestido de gala, tomó aire para luego anunciar a enérgica voz.

    —Buenas noches Norteamérica, estamos en vivo desde el Hotel Casino ‘Caesars Palace’ en Las Vegas donde se está realizando una de las fiestas más exclusivas del año: Las Bodas de Plata de la famosa revista de modas ‘Vogue’…

    La reportera se lucía dando esa información para todos los televidentes americanos que en ese momento veían en directo como es que algunas personas engalanadas salían de lujosas limusinas o autos deportivos para entrar en el enorme salón de recepciones del hotel que les daba la bienvenida con grandes reflectores, alfombra roja y abundantes flashes de cámara; sin duda alguna, toda una fiesta de alcurnia.

    Si los conocidos eventos del modelaje donde los diseñadores mostraban sus nuevas creaciones para las diferentes temporadas del año eran toda una sensación mundial, ésta celebración tenía por lo menos un tipo de parentesco con esa famosa festividad ya que no tenían nada que envidiarle a los preparativos, sin duda alguna Bankotsu e Inuyasha habían hecho un gran trabajo.

    De pronto, un ostentoso auto blanco de lunas polarizadas se detuvo frente a las escaleras del hotel obteniendo la atención de todos los periodistas asistentes a ese evento, los flashes de cámara no se detenían ni por un instante y en cuanto una de las puertas del carro se abrió, dejó ver como se deslizaba una hermosa pierna femenina que llevaba puesto un bello zapato de tacón número nueve, color plata con incrustaciones de perlas.

    Al ver por completo a la dueña de tal calzado y reconocerla, todos los reporteros intentaron acercarse más de la cuenta para poder obtener aunque sea un ‘hola’ de la famosa mujer, sin embargo no pudieron hacer mucho ya que de inmediato un par de guardaespaldas, altos y fornidos, hicieron su trabajo y le abrieron camino para que ella y su asistente pudieran pasar directo al salón de gala.

    Ella pasaba con una sonrisa de lado, muy elegante, luciendo aquel largo vestido de color negro y rayas diagonales blancas, pegado al cuerpo, con un prominente escote adelante dejando ver su bien cuidado busto además de mostrar sus bellos pies ya que el atuendo no llegaba a cubrir lo suficiente como para no poder fijarse en esas uñas tan cuidadosamente pintadas; todo esto junto con su tul del mismo color para cubrir a su desnuda espalda del posible frio que podría haber esa noche de otoño.

    —¡Damas y caballeros! Esto es increíble, acabamos de ver pasar en vivo a Rousseau Kagura ¡La dueña de la empresa Vogue y de todas las filiales alrededor del mundo! Debe ser la mujer más exitosa del planeta —se escuchaba decir a algunos periodistas ante cámaras.

    Le llovían halagos y no era por demás, sin duda alguna ella era una fémina realmente admirable, aunque su carácter a veces causaba intimidación, sus amigos más cercanos podían dar fe de su completa amabilidad.

    —¡Kagura! ¡Por aquí! —exclamó de repente Kayama al verla llegar.

    Aún no se sabía si Miroku era considerado una de las personas allegadas a ella, pero hasta ahora Rousseau no había mostrado queja alguna del trato tan amigable que mostraba él para su persona.

    —Me parece que hice una buena elección al mandarte a que contrataras a ese sujeto ¿Cómo era que se llamaba? —dijo la mujer al estar frente a frente con su empleado.
    —Rogers Bankotsu —le recordaba su asistente en un murmullo.
    —¡Rogers! Sí, ese mismo —repitió la francesa con aires de superioridad.
    —Por supuesto, él e Inuyasha hicieron un gran trabajo —le respondió para continuar con la improvisada conversación.

    Siguieron charlando por un buen rato, no sólo de la realización del evento en general sino de algunos puntos administrativos de la sucursal ahí en Winchester.

    Mientras tanto, en uno de los rincones de la enorme mesa donde estaba puesto el buffet, se encontraba Taisho sirviéndose otro poco más de panecillos dulces con relleno de vainilla, esa era su otra debilidad: los dulces, le gustaban mucho además de las papitas fritas; a pesar de tener un buen físico que atraía a cualquier mujer, consumía calorías para morir.

    —Eh Inuyasha, no te devores todo tú solo —le decía la castaña a la vez que se acercaba a él y también tomaba un pastelillo pequeño.
    —Si comes uno, engordarás —advertía él a manera de broma y con esa sonrisa arrogante en su rostro.

    En efecto, Ishikawa había venido como acompañante de Miroku en el evento, como era de suponerse; él la invitó hace varios días atrás, no con regalos absurdos como fue el estilo de Rogers pero sí bastante original: ella salió a correr un día como todas las mañanas, escuchando por sus auriculares algo de música electro-pop para darse ánimos de seguir trotando cuando de pronto sintió que alguien posó una mano en su hombro derecho, lo cual la hizo asustarse reaccionando impulsivamente y con un severo codazo, golpeó a la persona que lo había hecho. Volteó muy molesta para fijarse quién era el culpable acosador pero se dio una gran sorpresa al ver a Kayama noqueado en el piso clamando por ayuda; después de que todo el asunto se aclaró, fue así como él le pidió que fuera su pareja en esa importante noche.

    Sango lucía un hermoso vestido azul pegado al cuerpo que le daba hasta los tobillos pero le permitían mostrar esos preciosos zapatos plateados de taco nueve, su atuendo venía con dos plus: tenía un prominente escote por la espalda que casi llegaba hasta la parte lumbar además de tener un corte vertical por el lado izquierdo dejando ver la fina pierna de la castaña hasta unos centímetros más arriba de la rodilla; se podía ver a la perfección el buen cuerpo que Dios le había dado.

    Por otro lado, y un poco tarde a decir verdad, al fin Bankotsu logró arreglar el auto rentado que se había descompuesto casi a mitad de camino en plena carretera, Kagome estaba algo fastidiada por tener que llegar a esas horas como si fuera toda una celebridad que se hacía esperar. Los reporteros no dejaban de tomarle fotos a la bellísima acompañante del reconocido publicista Bankotsu Rogers, quien lucía un simple y largo vestido rojo, estilo corsé ya que venía con listones que se amarraban por la espalda y unos zapatos negros de encaje.

    Él por su parte, era el único caballero que tenía puesto un smoking blanco con una rosa en la solapa derecha del saco, haciendo juego con el color del vestido de la Higurashi. Una periodista dijo muy claramente ante cámaras que ambos parecían una pareja de bailarines de flamenco español, lo cual causó un par de risas discretas entre el público oyente.

    Qué humillación tengo que pasar y todo por estar al lado de este tipo —se lamentaba la joven azabache a la vez que subía los escalones tratando de evadir los flashes de cámara.

    Una vez dentro del salón de recepciones pudo admirar la completa ostentosidad de la festividad, se quedó sorprendida por cómo estaba decorado todo el lugar; no era de las mujeres que compraba mensualmente la revista, tenía uno que otro número en su apartamento pero conocía a medias el estilo glamour de ‘Vogue’ y esa fiesta lo tenía descrito por todos lados. Ahora entendía el por qué Inuyasha debía trabajar junto a Rogers para esto: sus fotos estaban en cada rincón del salón, de distintos tamaños, enmarcadas e iluminadas correctamente expresando lo que significa la revista para el público femenino y sus mejoras con el paso de los años.

    No pudo evitar sonreír al sentirse en parte orgullosa de que las fotografías de Taisho fueran tan valiosas y le den vida al evento, sin embargo en cuanto él ocupó sus pensamientos por un rato más, su mirada se tornó triste otra vez.

    Entonces ese será… el último día en que nos veamos así que… hasta el lunes, Kagome”, recordó de pronto las palabras del joven ambarino antes de que se fuera de su departamento, meditó entonces en la posibilidad de encontrárselo y aunque sea poder conversar con él un par de minutos. Suspiró de lado, sería tan feliz si tan sólo se lo cruzara.

    —Vamos Kagome, tenemos que estar en la pista de baile antes de que den paso al programa principal —dijo de repente Rogers y apoyando sus manos en los hombros femeninos, la guió hasta adentrarse en la sala.
    ¿Programa principal? —pensó ella siendo llevada por Rogers hacia el interior del gran salón.

    Mientras tanto, Kayama había terminado su ‘amena’ charla con su querida jefa por lo que al fin pudo regresar al lado de la Ishikawa quien seguía hablando con el chico ambarino, aunque esta vez de su carrera profesional.

    —Mmmm… así que desde los ocho años te gustó todo eso —estaba asombrada de conocer a una persona cuyo futuro lo decidió a esa corta edad.
    —Así es, desde ahí nunca desistí —contaba orgulloso de sí mismo.
    —¡Chicos! Lamento interrumpir pero ya vamos a comenzar —decía Miroku interrumpiéndolos sin afán de molestarlos.
    —¿Comenzar qué? —preguntó Sango un poco confundida, su acompañante no le había dicho nada.
    —Ah sí, ya es hora del baile —decía Taisho sin inmutarse puesto que él había formado parte del cronograma del evento así que sabía lo que venía a continuación.

    En efecto, sin esperar a que todos los invitados estén presentes y cumpliendo el reglamento de empezar puntuales, siendo ya las once en punto, uno de los anfitriones subió al escenario principal, tomó el micrófono en su mano izquierda para luego esperar que la orquesta dejara de tocar por un rato para de una vez hacer el anuncio.

    —Buenas noches querido público y bienvenidos al evento de las ‘Bodas de Plata’ de la famosa revista de modas ‘Vogue’ —de ese modo empezó con el pequeño discurso.

    Hizo una pausa de unos segundos ya que todos los presentes decidieron aplaudir en ese momento.

    —En breves instantes, se efectuará el baile principal en el que cada caballero deberá sacar a bailar a una dama que no lo haya acompañado esta noche así que por favor pasen al centro y demos comienzo con esta gran celebración.

    La mayoría del público masculino acató las amables órdenes del anfitrión y empezó a movilizarse con el objetivo de encontrar pareja de baile, sin embargo por otro lado, Inuyasha estaba en completo shock.

    —¿Qué? ¿Cómo que diferentes acompañantes? ¡Así no estaba planeado! —exclamaba muy molesto.
    —¡Taisho! —escuchó su apellido de repente, siendo mencionado por esa vocecita que tanto odiaba.

    Volteó lentamente, rogando a todos los dioses por haberse equivocado y que por favor se trate de alguien más.

    —¡¿Qué significa esto?! ¡Cambiaste la organización del baile! —le reclamaba iracundo.
    —¡Vete a joder a otra parte Rogers! ¡Yo tampoco sabía nada! —refutaba también fastidiado y más encima porque su rival venía y le echaba toda la culpa siendo él inocente.
    —Bueno a calmarse los dos, yo hice el cambio ¿Algún problema? —habló de repente Kayama metiéndose en la conversación de ese par.

    Ambos lo miraron como si quisieran tirarse sobre él para golpearlo hasta el cansancio, lo cual causó la intimidación en Miroku, quien ahora sonreía nerviosamente y con unos ademanes graciosos intentaba apaciguar la situación.

    —Verán, le conté a Kagura sobre la primera función del evento y ella dijo que sería más entretenido si rotaban parejas así que… tuve que hacerlo —se excusaba de su acción algo apenado.
    —Ya veo, fue Rousseau quien mandó esto —se calmó un poco al enterarse que su jefa era la responsable.
    —Ni modo, tendré que bailar con Bankotsu —dijo de repente la Ishikawa acercándose al moreno y de un solo tirón se lo llevó a la pista de baile.

    Obviamente, las quejas de Rogers no se hicieron esperar pero ella se limitó a mirarlo fríamente y de esa forma lo silenció en el acto, causándole un gran temor si se atrevía a pronunciar una palabra más.

    —Qué más da, me voy al bar —dijo Taisho para luego tratar de dar media vuelta y retirarse lo más rápido que podía.
    —¿A dónde crees que vas? Si todo esto pasó fue por algo, debes aprovechar, además ¿Será la última noche verdad? —le recordó de pronto con una sonrisa de lado.

    El aludido abrió los ojos muy sorprendido.

    —Buena suerte tío —agregó Kayama para luego soltarlo del brazo por donde lo tenía sujeto, haciéndole una seña con su dedo pulgar para que mirara por encima de su hombro.

    Al hacerlo, al virar sus ojos hacía ese lado, estaba ella; no la veía desde hace dos días pero ya parecía que fuese una eternidad. Kagome estaba rechazando con una sonrisa gentil pero tímida a un joven que la estaba invitando a bailar con él, se veía tan hermosa haciendo esos gestos tan propios de ella, su perfil era tan deslumbrante como verla de frente, esas curvas mataban la vista pero más lo hacía aquel contorno de sus finos labios.

    Impulsivamente se acercó a la Higurashi, quien al parecer no se había dado cuenta de su presencia hasta ahora; la chica permanecía en aquella posición quieta con la cabeza agachada así que decidió acercarle su mano para que pudiese verla, funcionó ya que en un segundo ella levantó el rostro y fijando su mirada sorprendida en él, logró hipnotizarlo por completo.

    Cuánto la amaba, no podía decirlo con palabras pero ella era la única mujer que lo hacía sentirse así de bien tan sólo con un enlace visual.

    La melodía dulce de aquel piano se dejó escuchar por todo el salón.

    —¿Quieres bailar conmigo? —preguntó directamente en un tono suave.
    —S…sí —contestó ella sin demora.

    Obviamente había estado esperando que él se aparezca en su delante pidiéndole que bailen juntos, era como un sueño ver que ahora tocaba la mano de Inuyasha y éste la apretaba tan cálidamente mientras la guiaba hacia la pista para comenzar a danzar de forma lenta aquella balada.

    Conmigo estás y el mundo se esfumó
    La música al sonar nos envolvió
    Aquí muy juntos, si contigo voy
    Aquí, tan vivo estoy...
    Se volteó para poder estar frente a frente, mientras la música daba comienzo con un tono lento y romántico; aprovechando que ya la tenía sujeta de la mano, amoldó la postura para entrelazar sus dedos con los de la Higurashi suavemente a la vez que la atraía hacia él por la cintura. Por su lado, la joven se acomodaba de forma que pudiera sostenerle por el hombro izquierdo, apegándose a Taisho, lo suficiente como para sentirse muy nerviosa. En ningún momento dejó de mirarla tiernamente a los ojos al igual que ella lo veía, haciendo parecer que en ese momento no existía ni importaba nadie más que ellos dos.

    La canción obtuvo de pronto un ritmo un poco más rápido pero sin perder su sutileza por lo que, siguiendo el compás musical, se movieron instintivamente por todos lados; era como un vals elegante que podrías disfrutar en cualquier ocasión.

    Aquí, soñando con un feliz final
    Creer que esto en verdad es real
    Y este sueño también nos separó
    Tú allá y yo aquí...
    Al venir al evento, tenía en mente sólo una cosa: rehuir a Kagome pase lo que pase, de ese modo las cosas serían más fáciles de sobrellevar pero… no podía hacerlo después de todo ¿Cómo evadir a alguien que amas y qué en el fondo deseabas volver a ver?

    El problema no se centraba en evitar cruzarse sino en esconder sus sentimientos, ella no podía saber lo mucho que la quería ya que sería un problema si al fin y al cabo termina por rechazarlo, sin saber que en realidad era todo lo contrario.

    Ella por su lado, desde que llegó acompañada por Rogers, lo único que intentaba mentalizarse era: No encontrarse con Inuyasha en toda la noche ya que así podría evitar sentirse más miserable; si bien eso decía, era obvio su anhelo por querer estar a su lado una vez más. Ahora estaba bailando con él, sintiéndolo tan cerca que la hacía temblar de los nervios, sin embargo trataba de controlarse.

    Y pensar que se había puesto ese vestido tan simplón nada más porque ‘su pareja’ iba a ser Bankotsu, de haber sabido que a fin de cuentas estaría con Taisho, se hubiera puesto el otro atuendo que tenía preparado.

    Pero ese pormenor parecía no importarle a Inuyasha, él seguía mirándola tan cariñosamente, como si estar con ella era lo que le faltaba a su vida, como si hubiera una mínima esperanza de que él sí la quería y aunque Kagome era inconsciente de que sus sentimientos eran correspondidos, lo que sentía por él se había aclarado desde aquella vez que se divorciaron de manera oficial: estaba enamorada de Inuyasha… por completo.

    Abrió más los ojos con mucha sorpresa al percibir que él se había acercado de pronto y que ahora estaba aspirando el aroma de su flequillo con suavidad, casi podía sentir su agitada respiración, pero ¿Por qué? ¿Por qué hacía eso? ¿Qué era…?

    —Inuyasha… —susurró de pronto, como adoraba que ella pronunciara su nombre.
    —¿Qué sucede? —contestó en el mismo tono, separándose lentamente para poder mirarla a los ojos.

    Debía averiguarlo, tenía que saber por qué había hecho eso y por qué se encontraba tan nervioso, pero no podía hacerle una pregunta directa.

    —¿Esto es… sólo por el baile? —inquirió ella, bajando la cabeza y ocultando la mirada en su cerquillo.

    Aunque no se entendiera bien el motivo de su duda, él lo había entendido a la perfección; ella quería saber por qué había actuado de ese modo tan repentino… ¡Joder! Cuántas ganas de decirle que había extrañado tanto su delicioso aroma a durazno, de querer tenerla tan cerca como solía ser, de poder verla y saber que se encontraba bien… Cuántas ganas de decirle que la amaba aún si ella no sentía lo mismo.

    Desvió la mirada unos segundos, como vacilando sí decirle o no la verdad pero al instante en que vio hacia un lado del salón y se dio cuenta que ese tipo tenía los ojos puestos en ellos dos, todo se desvaneció.

    Y como enfrentar la realidad
    Si hoy te pierdo aquí...
    —Sí… es sólo por el baile —respondió casi en pausas, en un amargo tono, sin mirarla y resignado a seguir su absurda promesa.

    Su corazón no dejaba de latir rápidamente, se sentía incapaz de permanecer a su lado a partir de ese momento ya que con eso le había respondido a una posible confesión amorosa; estaba desolada, sólo quería regresar a su apartamento y llorar hasta que no le quede ni una lágrima más por derramar.

    Se soltó del agarre de manos en el que ambos estaban fundidos, dio unos cuantos pasos hacia atrás para así alejarse de él y mantener una distancia prudente, y una vez así al fin levantó el rostro haciendo que Taisho se desgarrara por dentro al ver esa expresión tan triste: Ella estaba sollozando, sus mejillas ya estaban rosadas y húmedas pero a pesar de eso mostraba una sonrisa muy deprimente.

    —Ya no puedo soportarlo más… —se pudo escuchar aquellas suaves y entrecortadas palabras.
    —¿Por… por qué… lloras…? Ka… —estaba a punto de decir su nombre pero ella se lo impidió.

    Se dio media vuelta en un segundo y salió corriendo, sin importarle que las demás personas vieran su rostro lloroso, ella huyó de esa manera para evitar sentirse más lastimada.

    —¡Kagome! —gritó él de repente en un acto reflejo por impedir que se fuera.
    —¡Inuyasha, idiota! ¡¿Qué le hiciste?! —obviamente la intervención de ese sujeto era de esperarse.
    —¡Ya cierra el pico Bankotsu! —respondió en un intento por dejarlo ahí parado con los insultos en el aire e ir por la Higurashi.

    Sin embargo, el mismo Rogers lo sostuvo fuertemente del brazo, inmovilizándolo y haciendo que se quedara en donde estaba.

    —Ni siquiera te molestes, yo iré por ella… —y diciendo esto con una fría mirada, lo soltó bruscamente para encaminarse a seguirla.

    Inuyasha no podía hacer más que quedarse ahí, impotente, viendo como ese sujeto iba por la mujer que él amaba; no fue su intención hacerla llorar de ese modo, se sentía un completo bastardo por causarle tal dolor… pero, sí ella reaccionó de ese modo, significaba que…

    Se agarraba de los cabellos intentando analizar la situación, ella jamás le había demostrado algún sentimiento hacia su persona; lo de aquella vez en el departamento cuando se besaron y casi llegan al final, su explicación era sencilla: ella estaba despechada porque ese día había vuelto a ver a Rogers y quizás necesitaba desahogarse de ese modo. A él no le importaba que lo hubiera usado pero no quería creer que Kagome haya aceptado todo eso nada más porque sentía algo por él, era algo imposible.

    Afortunadamente Sango no estaba a la vista, por lo que fue capaz de irse directo al bar del salón sin tener que escuchar algún regaño que sólo lo haría sentirse peor.

    :::::::::::

    —Por favor Sanguito querida, prometo que no tardaremos mucho —decía Kayama por catorceava vez seguida intentando convencerla de ir a una de las habitaciones del hotel.
    —No insistas, pervertido, no haré nada contigo ni ahora ¡Ni nunca! —refutaba ella algo fastidiada por las constantes proposiciones indebidas de ese tipo.
    —Nunca digas nunca cariño —respondió él haciéndose el ‘sabiondo’.

    Estaba a punto de volver a objetarle pero una hermosa figura femenina se acercó a ellos de pronto, desprendiendo un aura calmada mientras sostenía refinadamente su cartera pequeña en su mano izquierda.

    —Disculpe la interrupción pero la señorita Kagura demanda su presencia en este instante joven Kayama, por favor acompáñeme —pedía ella amablemente sin intenciones de coquetear con él o algo por el estilo.
    —Oh! Enseguida, con tu permiso Sango, debo atender esto —se despidió él con una simpática sonrisa en el rostro.
    ¡Pero cómo ha podido…! Dejarme aquí… Uysh! —se quejaba mentalmente ella contradiciendo sus sentimientos hacia el moreno.

    Sin embargo no pudo hacer mucho, sabía bien que la dichosa Kagura era la jefa de Miroku, lo único que esperaba era que él no fuera lo suficientemente aventado para haberse tirado a la dueña de la revista.

    Mientras tanto, ambos iban caminando sin mantener alguna plática pasajera para amenizar el recorrido, Kayama sabía a la perfección que si estaba en compañía de aquella jovencita lo más probable era que no emitiera ninguna palabra a menos que la situación lo requiera, ya que ese era el estilo de Tachibana Kanna, la fiel ‘subyugada’ de Kagura desde hace seis años. Con lo ocupada que debía estar al tener que dirigir y controlar las filiales de su empresa alrededor del mundo, era lógica la ayuda de alguna persona de confianza, por ello la contrató al haberle parecido que tenía lo necesario para ser su asistente.

    Pronto llegaron a una parte del salón más tranquila que estaba ambientada con varios cuadros de diferentes tamaños, era como una exposición fotográfica por la cantidad de imágenes que ahí se encontraban. Dieron vuelta en una pared falsa, hecha a base de madera fina, y a unos cuantos metros de distancia se encontraba aquella refinada mujer viendo fijamente una de las atracciones del evento que tenía por nombre ‘Vogue, años dedicada a la mujer’.

    —¿Me mandaste llamar Kagura? —le dijo de repente a la vez que lograba ponerse a su lado.
    —Sí… quiero preguntarte ¿Quién tomó estas fotografías? —fue directo al grano, no se molestó en mirarlo al inquirirle esa duda ya que estaba muy concentrada en cada detalle de las imágenes.
    —Ah, bueno… el fotógrafo es Inuyasha Taisho —contestó Kayama un poco confundido.

    Rousseau seguía mirando cada cuadro, era increíble como éste tipo había captado la esencia de ‘Vogue’ en tan sólo cinco fotografías: cada una representaba los intervalos de cinco años que tuvo la revista hasta llegar a los veinticinco actuales, era obvio que les había tomado esas fotos a modelos actuales pero fue tal el trabajo que parecía haber hecho un viaje por el tiempo para lograr tales efectos.

    —Cuéntame de él —dijo ella, esbozando una pequeña sonrisa al seguir recorriendo con su mirada la labor de Taisho.
    —Pues, ehm… qué te puedo decir, es un excelente fotógrafo, ha trabajado con nosotros desde hace cinco años, suele hacer exposiciones fotográficas para los estudios Kodak, estudió en la ‘Academia de Arte Universitario’ de San Francisco —seguía hablando Miroku, describiendo todos los puntos buenos de su amigo.

    Cada vez que lo hacía, su jefa se limitaba a emitir un sonido de conformidad parecido a un corto ‘uhum’, lo que quería decir que por favor no se detuviera y siguiera contándole más al respecto. Lo paseó por todo aquel salón lleno de las coloridas imágenes, mientras él seguía a su lado, calmadamente, a la vez que seguía dándole información acerca de Taisho.

    —Dime algo más personal de él —pidió de pronto, interrumpiéndolo en una de esas oraciones que halagaban las cualidades de su camarada.
    —¿Ah? ¡Oh! Bien, veamos… compartimos un departamento, por eso es que a menudo discutimos ya que es obstinado a morir, además de algo amargado aunque últimamente ha cambiado su carácter —añadió Kayama para hacer notar que no todo era negativo en la personalidad de Inuyasha.
    —Uhm… ¿Ha cambiado? —Preguntó seriamente la francesa mientras repasaba dos dedos de su mano derecha en uno de los marcos de una gran fotografía, agregó luego de una pequeña pausa —Eso se debe a ¿Una novia quizás?

    El aludido, quien hace unos segundos miraba con una media sonrisa la enorme foto que su amigo le había tomado a la fachada del edificio donde trabajaban, volteó a ver a la mujer muy sorprendido por aquella inquisición ¿Qué podría hacer ahora? ¿Decirle la verdad a su jefa sobre la infeliz situación en la vida amorosa de Taisho? Eso haría quedar a su ‘hermano’ como un completo idiota.

    —No Kagura, en lo absoluto, él es muy profesional, siempre ha sabido separar su vida personal de lo laboral —aclaró rápidamente aunque sin notar un pequeño detalle.

    La editora en jefe volteó a dedicarle la primera mirada seria y fija de la noche.

    —¿A qué te refieres Miroku? En ningún momento he cuestionado las habilidades profesionales de Taisho —dijo ella firmemente en un tono de regaño hacia él.
    —Lo… lo lamento, yo… —tuvo que tartamudear un poco a causa de los nervios, esa mujer tenía una presencia muy fuerte que lo hacía vacilar.
    —Eso es todo querido, gracias por la información, puedes irte —pronunció lentamente haciendo que se note ese dejo francés que aún poseía.

    Miroku hizo un gesto con la cabeza al inclinarla hacia abajo sólo un poco, indicándole que había entendido para luego irse en completo silencio con tal de no molestarla por más tiempo; y es que así solían ser las cosas con esa mujer tan imponente, su sola presencia causaba intimidación lo cual era bueno pero nada más en algunas ocasiones.

    Aunque a decir verdad, eso no era lo importante ahora…

    —Me pregunto por qué Kagura está tan interesada en Inuyasha —cavilaba él en voz baja mientras se dirigía hacia donde se encontraba su hermosa acompañante.

    Antes de retirarse por completo de aquella parte del salón, ambientada por fotografías, se detuvo unos momentos para voltear y ver disimuladamente a su jefa quien ahora estaba de espaldas, caminando elegantemente, acompañada de su calmada asistente.

    ::::::::::

    —¡Una más por favor! —gritaba el joven con el brazo arriba para llamar la atención del barman.

    El aludido volteó a verle y con una mueca en los labios indicaba su resignación, tomó de nuevo aquella botella de whisky y le servía por doceava vez aquel fuerte licor que pondría a soñar a un novato en la bebida, pero no a él: Inuyasha era resistente al trago aunque con esa cantidad ya estaba algo mareado.

    Bebía del vaso apresuradamente, como si en verdad quisiera emborracharse en ese desconocido lugar y abandonarse a su suerte, sin importarle nada más; no la volvería a ver jamás, y eso le dolía tanto ya que al menos le hubiera gustado despedirse de forma apropiada de ella sin embargo todo salió al revés.

    Hizo un puño con su mano izquierda golpeando de ese modo la barra del bar, estaba molesto consigo mismo pero no podía agredirse o lo tildarían de esquizofrénico. De pronto sintió que alguien apoyaba su mano en su hombro derecho haciendo que voltease a ver en esa dirección, sin inmutarse en lo más mínimo.

    —Qué rayos quieres Miroku —le dijo sin ganas al darse cuenta de que era su amigo.
    —No, qué rayos haces, traes los ojos rojos tío, en qué piensas —le regañaba de una sutil manera.
    —No necesito que me digas si lo que hago está bien o mal, no me interesa en lo absoluto —respondió fríamente para luego seguir bebiendo de su vaso lo que quedaba de aquel licor.

    Las canciones que pasaban de fondo en aquel local eran para deprimirse, no sabía si era una coincidencia o el barman lo hizo apropósito al ver a su amigo tan melancólico, sea lo que sea debía sacar a Inuyasha de ese lugar ya mismo o podría empeorar su condición.

    —Vamos viejo, muévete, te llevaré a casa —decía Kayama con las intenciones de sujetarlo del brazo para ayudarle a pararse.

    Sin embargo, el joven ambarino hizo unos movimientos rápidos a pesar de su estado y lo evadió por completo.

    —Deja de hablar tonterías, no voy a ningún lado hasta olvidarla ¡Una más barman! —exclamó de pronto haciendo que el cantinero virara los ojos para coger otra botella porque la anterior ya se había terminado.
    —Lamento decirte esto pero, así bebas ahora, mañana seguirás pensando en ella cuando recuperes la conciencia —advertía sin rodeos, la actitud que estaba tomando su amigo era muy inmadura.
    —Ya lo sé… lo sé muy bien… —respondió el aludido sosteniendo su cabeza entre sus manos en una pose desesperada y con los ojos cerrados, añadió —Sólo te pido que por unas horas me dejes hacerlo… por favor…
    —Inuyasha… —aquellas palabras lo sorprendieron muchísimo, era la primera vez que veía esa faceta tan frágil en él.

    Después de todo hizo bien en dejar unos momentos a Sango, y es que al llegar con ella después de esa extraña charla con su jefa le preguntó por su mejor amigo a lo que la Ishikawa no supo contestar con exactitud. Supuso entonces que el ambarino chico se encontraría en un lugar especializado en ‘ahogar’ penas y sin demora fue directo al bar del hotel.

    Aunque verlo en esa condición tan débil y vulnerable emocionalmente le hizo comprender que él en verdad amaba a Kagome, la amaba más que su propia vida.

    —¿En qué momento fue que llegaste a quererla tanto? Idiota —le preguntó de buenas maneras con una sonrisa amigable y tomando asiento a su lado.

    Abrió los ojos lentamente y con una expresión seria pero tierna pudo dar una sencilla respuesta.

    —¿En qué momento? —Murmuró en un principio para luego agregar con una voz clara y una media sonrisa —Cuando me di cuenta… Ella ya era especial para mí.

    Miroku supo entonces que nada ni nadie lograrían borrar esos fuertes sentimientos que su amigo sentía por la Higurashi; él no deseaba hacerlo, pensaba que por el bien de Taisho era lo mejor pero ahora entendía que eso no sería posible ¿Decirle que supere la situación? No se puede superar una separación con la persona que amas… Así que ya no le aconsejaría cosas inútiles, levantó la mano y llamando la atención del barman pidió algo de tequila para acompañar a su mejor amigo en esa dura realidad.

    No muy lejos de ahí en las afueras del gran hotel, se encontraba una triste muchacha de aquel vestido rojo y un corazón destrozado, llorando impotente al sentir que había perdido por completo al hombre de su vida; estaba enamorada pero no podía decírselo porque él no sentía lo mismo. Sollozaba incansablemente abrazando a un joven de cabellos negros, sujetos a una larga trenza que pasaba su cintura.

    No le quedaba otra opción, Rogers se ofreció a consolarla y como estaba ahora, no se sentía en la capacidad de rechazar gestos de amabilidad, ni siquiera le importaba si la única intención de ese sujeto era aprovechar las circunstancias para finalmente tener contacto físico con ella; en estos instantes, en su mente sólo había espacio para una persona: Inuyasha Taisho.

    ---------------------------------------------------------

    Bueno hasta aquí el capítulo de hoy, nuevamente pido disculpas por esta tonta tardanza mía y espero que les haya gustado ^^
    Diganme ¿Qué opinan de la situación actual entre Inuyasha & Kagome? ¿Qué interés creen ustedes que pueda tener Kagura en Inuyasha? :3
    Bueno! Esas dudas las despejaré en el próximo capítulo!
    Gracias por leer! ^^ Jya Ne!
     
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  13.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

    Tauro
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    :) Gracias Ale por la continuación, sin duda valió la pena la espera, y descuida nosotros entendemos, pero vaya, no puedo creerlo, qué capítulo más increíble, :'( Qué tristeza, definitivamente , !!!!A qué maldita hora tuvo que volver Bankotsu y arruinar un amor tan perfecto, wuuuaaaaaaaaaa!!!!!!!!! u.u Qué hermoso, romántico y a la vez triste baile entre Inuyasha y Kagome; mientras lo leía podía verlo en mi mente, fue tan lindo, lástima que justo cuando parecía que todo se iba a arreglar, la sombra de esa estúpida promesa ataca a Inuyasha, y ahora !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Quién salvara a Kagome????????? wuuuuaaaaaaaa, no,no y no, ella no puede dejarse ganar por el despecho y volver con Rogers :(
    Espero que puedas subir pronto la continuación, :) de seguro nadie querrá perdérsela XD.
     
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  14.  
    Loe Essen

    Loe Essen Entusiasta

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    Todos me hacen sufrir con sus fics...
    Y vos, apareciste justo con el final de Inuyasha Kanketsu-Hen.No crei que podria llorar más de 20 minutos seguidos(Y todos dicen que soy una dura insencible).Pero bueh, no te aburro con mis dialogos y ahora...
    A CRITICAAAR!
    En fin, no tengo nada para comentarte solo que para la proxima...¡NO NOS HAGAS SUFRIR!
    No puedo creer que despues de hacernos sentir con el corazon extrujado por todo lo que les hiciste pasar a Inu y Kagome, todavia puedas tener el descaro de ¡Cortarlo en la mejor parte!Dioos, eres tan mala TTOTT.
    Muchas gracias por el capitulo!Hasta la proxima!
     
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  15.  
    Sango Figueroa

    Sango Figueroa Vanessa Andrews

    Tauro
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    Ay, ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedios. Contigo porque me matas sin ti, porque yo me muero. Ay ni contigo ni sin ti...
    (Ya, cállate cantas horrible, escribele a la maravillosa autora de una buena vez y dile tus razones, solo cállate)
    Ta, bueno me callo, como jodes ¬¬
    (xD)
    Quisiera decir, na más porque yo tengo un fic que también se llama tocando fondo e inspirado en esa canción, estoy copiando la historia y pegandola en mi word para leerla cuando tenga tiempo porque la verdad ahora carezco de él, no se por qué motivo, razón y/o/u circunstancia (xD) lloraré cuando lea todo esto, pero déjame felicitarte, sé que eres una de las mejores...
     
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  16.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Ni contigo ni sin ti [inu&kago]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    5694
    Hola Minna´san! ^^

    Esta vez he estado más organizada y con tal de evitarles malestares futuros, les vine a dejar el capítulo de hoy! :) Pero antes, agradecerles mucho a las personas que dieron 'Like' al episodio anterior y por sobre todo a Shassel, Zor Uak, Kuki & Sango Figueroa por sus preciados comentarios. Chicos, sin duda alguna pensé que ya nadie me comentaría debido a mis increibles tardanzas pero ustedes han mantenido mi esperanza encendida de poder seguir publicando esta historia. Muchas gracias con todo mi cariño.

    Y estoy contenta porque al parecer no tuve inconvenientes con el Cap. 16 referente a las mini estrofas que saqué de aquella canción ;) Deseaba mucho que pudieran leerlo como estaba y así sucedió ¡Qué bueno! ^^

    Y ya... les dejo tranquilos para que lean la continuación que espero les guste, les tengo una pequeña sorpresa... ^^

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    Cap. 17


    —Serían quince con noventa y nueve —le decía cortésmente a un cliente que estaba parado frente a ella, en la caja registradora.
    —Aquí tiene, guarde el cambio —contestó el señor a la vez que le entregaba un billete de veinte dólares.

    Realizó todo el procedimiento de siempre para luego entregarle un pequeño ticket confirmando su compra ya cancelada. Al irse el sujeto y encontrarse libre unos instantes suspiró de lado, poniendo de nuevo esa mirada cabizbaja mientras se acomodaba el último botón de su blusa que otra vez se había movido.

    Sus dos amigas, quienes hacían su trabajo usual en la cafetería, la vieron de pronto con ese típico semblante de una persona afligida, intercambiaron miradas de resignación y siguieron haciendo lo de siempre; y es que sabían muy bien que nada de lo que digan podría animar a la Higurashi.

    Desde lo sucedido en el evento de la revista, ya había pasado una semana entera en la cual surgieron algunos cambios en la actitud de ambos: Kagome se había vuelto algo sumisa en su carácter de costumbre mientras que la inexpresividad de Inuyasha había tomado un nuevo nivel, tanto así que hasta llegó a espantar a algunas fans que tenía dentro de su trabajo. Obviamente ninguno de los dos la estaba pasando bien, la única vez que supieron el uno del otro después de la fiesta fue hace unos días atrás, por un mensaje erróneo que Taisho le envió a la chica diciéndole que había recibido correctamente el archivo de algunas imágenes listas para editar, en realidad ese texto era para un diseñador gráfico de una tienda en California que tenía su apellido con la letra ‘H’, justo por encima de ‘Higurashi’ así que haciendo mal los cálculos, se lo envió a la joven por error.

    La respuesta de Kagome no se hizo esperar ni medio minuto, de inmediato le contestó aunque fue tan corta de palabras que le hizo pensar al chico ambarino que no debía responderle y así fue. Esos dos siempre sabían cómo arruinar un buen momento… o era eso, o simple y llanamente el destino no quería juntarlos… aún.

    De pronto la campanilla de la puerta sonó, indicando que un nuevo cliente había ingresado al restaurante, sin embargo Ayame estaba ocupada tomando la orden de unos universitarios e intentando no sonrojarse por los constantes halagos que recibía, Sango se encontraba preparando un cappuccino doble para la mesa cinco, por lo tanto a ella no le quedó de otra que salir de caja y atender a ese nuevo comensal.

    —Buenos días ¿Qué desea orde…nar…? —saludaba cordialmente hasta que al hacerle la pregunta de costumbre pudo reconocerlo en el acto por lo que hizo una pequeña pausa.
    —Buen día, Kagome… —le respondió con una gran sonrisa.

    ::::::::::

    No dejaba de apretar el disparador de su cámara fotográfica ni tampoco dejaba de moverse de un lado a otro para así aprovechar cada ángulo posible, poco a poco se iba entusiasmando por seguir capturando a aquella modelo junto con esa hermosa gatita de pelaje blanco; la joven empezó a crearse ideas erróneas de que él podría estar interesado en su atractivo físico pero la realidad le iba a dar un duro golpe en la cara.

    Inuyasha se detuvo de pronto para revisar las fotos que había hecho chequeándolas en la pantalla de visualización de la misma cámara.

    —Salieron perfectas —se decía con una sonrisa a la vez que iba pasándolas una por una.

    La chica dejó a la gatita a un lado pero tuvo curiosidad por saber qué tipo de fotos le había tomado así que pasó por su costado para poder mirar de reojo y fue en ese momento su gran decepción.

    —Kirara salió genial ¿No crees? Julene… —dijo de repente Taisho, quien se había percatado de la presencia de la modelo a su lado.

    La aludida miró directamente las fotografías que él seguía pasando y en todas, absolutamente todas, su rostro no salía en lo más mínimo sino que al contrario: esa linda gata llamada ‘Kirara’ era el centro de atención, logrando obtener muchísimos ángulos buenos que la hacían lucir más tierna de lo que ya era.

    —¿Julene? —preguntó confundido al voltear y fijarse que la chica se retiraba lo más rápido que podía.
    —C'est un connard*… —balbuceó en francés la pelirroja, con el ceño fruncido para luego abrir la puerta del estudio y salirse.
    —¡Wow! Tranquila Julene —respondió Miroku al cruzarse con ella en la entrada y escuchar claramente su grosero susurro.

    Sonrió luego al ver a su amigo concentrado en su único amor en esos momentos: su cámara; metió sus manos en los bolsillos al tener suposiciones del por qué la modelo salió de ese impulsivo modo y le causó mucha gracia que su ambarino compañero se la pase ahuyentando más y más chicas lindas con el paso de los días. Resopló, esperaba realmente que no hiciera lo mismo con la persona que estaba a punto de presentarle.

    Se le acercaba con un caminar tranquilo hasta lograr ponerse a su lado y mirar junto con él, las fotografías de Kirara.

    —¿Qué? ¿Te enamoraste de la gata? —le dijo en son de broma.
    —No digas estupideces, algo tenía que hacer para que esa chica se diera cuenta que no tiene ninguna oportunidad conmigo —explicó su secreto con una seriedad inmutable.

    Kayama lo miró asombrado, era increíble como la actitud de Taisho se podía confundir con facilidad, hasta a él mismo consiguió engañarlo con éxito: todo ese tiempo pensaba que su comportamiento era casual cuando en realidad lo tenía todo calculado.

    —¿Y? ¿A qué has venido? —preguntó de pronto el ambarino joven luego de terminar de ver las cuarenta y cinco fotos y borrar algunas.
    —¡Ah! Casi lo olvido, tienes que conocerla… —exclamó de repente recobrando su típica sonrisa.

    Volteó a fijarse en la persona que hace unos momentos lo había acompañado hasta ahí, sin embargo no pudo ubicarla, buscó con la mirada por todos lados empezando a asustarse ya que aún era responsable de su cuidado, tuvo que separarse unos instantes de su amigo para poder encontrarla, hasta que por fin lo hizo: estaba de pie frente a un trípode observando con detenimiento la forma en la que una cámara estaba sujeta a éste.

    —Interesante, el ajuste usado… —decía ella conmocionada.
    —¡Ah! Ahí estás, ven aquí, te lo voy a presentar —dijo de pronto Kayama, tocándole el hombro derecho para llamar su atención.

    La aludida volteó y con una sonrisa asintió para luego dar media vuelta y seguirlo.

    Inuyasha se colgó a su compañera en el cuello ya que ésta venía con una correa implementada y mientras lo hacía, se acomodaba el cabello para que no quede atrapado resultando algo incómodo.

    —Hey tío, quiero que conozcas a alguien —le habló Miroku regresando con él.
    —Sí, sí, lo mencionaste hace rato ¿Quién es? —respondió Taisho en su usual forma agresiva.

    Giró su cabeza para poder mirar a su amigo y luego rodó los ojos, logrando así ver a esa chica por primera vez: era más baja que él, tenía el cabello castaño claro sujeto por dos finas coletas las cuales estaban amarradas con unas pequeñas cintas rojas, sus ojos eran grandes y bonitos además de ser de un color marrón claro que destacaba bastante, poseía una bella sonrisa que atraía mucho, todo eso sumado a su esbelta figura resaltada por esos apegados jeans que hacían conjunto con esa remera de rayas azules horizontales; qué se puede decir, el muchacho ambarino se quedó observándola por un largo rato.

    —Ella es Shiori Johnson, es sobrina de George y adivina qué viejo, estudia fotografía en la ‘Academia de Arte Universitario’ de San Francisco —sabía que al mencionar lo último haría que su amigo se sorprendiera y así fue.

    Ese lugar era precisamente en donde Taisho se había formado profesionalmente, por lo mismo era un sitio muy especial en su vida.

    —Mucho gusto, yo soy… —después de escuchar a Kayama presentar a esa joven, él extendió su mano y quiso contestar de inmediato para así no causar una mala impresión pero lo interrumpieron.
    —¡Tú eres Inuyasha Taisho! ¡El mejor fotógrafo de todo Estados Unidos y hasta quizás del mundo entero! ¡Es un enorme placer para mí poder estar aquí contigo! —exclamó Johnson totalmente emocionada, tomando su mano y estrechándola efusivamente.

    Ambos jóvenes se quedaron completamente pasmados por las palabras de la chica además de incrédulos al escucharla hablar tan rápido y sin confundirse en una sola línea, parecía que había ensayado toda una semana para este momento. Shiori seguía sonriendo, sin soltarle la mano a Taisho, quien ya lucía algo asustado: esta tipa era una de sus tantas admiradoras pero jamás imaginó que su fanatismo llegaría a ese extremo.

    —Gracias… creo… ehm, y dime ¿Para qué has venido aquí? —no deseaba ser grosero, simplemente que no sabía cómo preguntar el motivo de su visita.
    —Mi tío George me consiguió una entrevista con Miroku para poder hacer mis prácticas aquí, por favor acépteme como su alumna, prometo trabajar duro para aprender cada técnica, daré mi mayor esfuerzo ¡Por favor! —pidió ella juntando sus palmas y cerrando sus ojos con fuerza en señal de imploración.

    Inuyasha la miró anonadado, nunca había conocido a una chica así de entusiasta… De pronto, bastaron sólo unos segundos, él abrió sus ojos un poco más de lo normal para luego subir su mano hacia su frente con una sonrisa misteriosamente reconfortante; quién diría que su amigo iba a traer a una persona tan interesante.

    —Entiendo… está bien, te enseñaré —dio su respuesta final, cruzándose de brazos y observándola fijamente.

    La chica no podía creer lo que oía, estaba realmente feliz de haber logrado uno de sus objetivos en la vida: conocer a su ídolo y tener la oportunidad de trabajar a su lado.

    Mientras ella saltaba de alegría por un lado, Miroku se acercó a su amigo quien seguía con esa extraña sonrisa de lado mirando hacia el techo y aún cruzado de brazos.

    —Te trae recuerdos ¿Eh? —murmuraba en un tono bajo teniendo como fondo los mini gritos de exaltación de Shiori.
    —Supongo… me pregunto cómo se desenvolverá aquí —le seguía la conversación sin dirigirle la mirada.

    Había aceptado tener a esa chica cerca de él, no sabía por cuánto tiempo pero intentaría acostumbrarse a ella, acostumbrarse a ese tipo de personalidad que hacía años había olvidado.

    ::::::::::

    —Por favor, Kagome, sólo escúchame —era la cuarta vez que se lo pedía mientras la seguía a todos lados.

    La aludida empezaba a fastidiarse ya que su ceja izquierda comenzó a dar unos pequeños saltos indicando que estaba a punto de perder la paciencia.

    —Será rápido lo prometo —dijo por última vez antes de que diera un brinco del susto por la joven.

    Y es que, ya harta de sus insistencias, la Higurashi dejó los platos encima de la barra y en un segundo volteó para encarar al moreno con una expresión de fastidio mezclada con desesperación.

    —Un minuto Bankotsu, tienes un minuto para explicarte —sentenció ella mostrándole el dedo índice derecho en referencia al tiempo que le daba.
    —¡Genial! Sólo te propongo una cosa… —y fue así que empezó su resumida oferta ya que conocía bien que cuando ella decía ‘un minuto’, sí era de forma literal.

    El plan que tenía en mente era sencillo: desde ayer le habían encomendado un nuevo trabajo de publicidad, que trataba de hacer un convenio con una conocida marca de zapatos para que puedan mostrar sus productos en la revista usados por algunas modelos; para ello, Rogers debía viajar a Chicago, que es donde se encontraba la central de aquella empresa. Estaría fuera de la ciudad por una semana, sin embargo él quería tener una cita con Kagome puesto que ‘así habían quedado’ como parte del trato…

    —Espera un momento, yo no dije que… —intentó retractarse pero fue interrumpida.
    —Sí lo hiciste, reconócelo —refutó de inmediato con una sonrisa.

    A esto, la joven azabache se cruzó de brazos y giró la mirada a otro lado, dándole a entender que se daba por vencida en ese tema. Él prosiguió: Como parte del trato, entonces, ella debía aceptarle una cita pero su regreso estaba previsto como mínimo hasta el próximo jueves, lo cual no era un día favorable para salir ya que al día siguiente era laborable y no daba mucho tiempo para quedarse trasnochando.

    —Correcto, el sábado de la otra semana será —haciendo los respectivos cálculos, supuso que ese sería un buen día para salir.
    —Perfecto, puede ser ¿A las cinco? —deseaba dejar todos los puntos claros puesto que partiría hoy.
    —Sí, cinco está bien —contestó ella, sin muchos ánimos.
    —Entonces, el próximo sábado a las cinco entre la 15 y 16 de Samville — y diciendo esto, se dispuso a retirarse de lo más normal.

    Volteó a verlo de lado, no tenía ningún problema en el lugar sin embargo…

    —No olvides la otra parte del trato —le recordaba ella con algo de seriedad.
    —Descuida, haré lo imposible para que esa parte quede nula —respondió con mucha seguridad en sí mismo sin evitar sonreírle.

    La chica se quedó un poco sorprendida al escuchar aquello, él abrió la puerta del café para retirarse, ella lo siguió con la mirada a través de las ventanas hasta que su silueta se perdió entre la multitud en la calle.

    De pronto se quedó estática, siendo invadida por todos sus pensamientos, era increíble cómo es que ahora podía hablar con mucha naturalidad con Rogers cuando antes no quería ni verlo en oleo pintado… y todo gracias a ese dichoso video.

    El día del evento, ella había salido corriendo a mitad de aquella canción en donde pudo estar con el hombre que amaba por última vez sin embargo al terminar la velada en brazos de Bankotsu era algo que la tenía de muy mal humor, y para colmo debía soportar sus intentos de acercamiento.

    Era sábado, a penas y habían pasado cinco días desde la fiesta de la revista, se encontraba en su apartamento tomando chocolate caliente ya que hacia un poco de frio en ese momento mientras veía una de esas películas de comedia romántica que una chica sintoniza, en mayoría, cuando se encuentra deprimida sentimentalmente.

    —‘Es tradición en Irlanda, que en año bisiesto, una chica pueda pedir matrimonio a su pareja un 29 de Febrero…’ —se escuchaba decir a uno de los personajes.
    —¿En serio? Eso está bueno… —comentaba sarcásticamente para ella misma con una sonrisa desganada.

    De repente, llaman a su puerta con tres tocadas seguidas; ella giró su mirar con fastidio de saber que debía pararse para atender y así lo hizo, acomodándose las bragas por encima del pantalón del pijama fue a abrir para luego darse con una sorpresa no muy agradable que digamos.

    —¡¿Otra vez tú aquí?! Ahora qué quieres —exclamaba asustada y molesta.
    —Kagome, esto es importante, necesito que veas esto —le pidió él, en un tono de súplica mostrándole un estuche de DVD.
    —¿Qué? ¡¿Vienes a mitad de la noche a mi departamento para eso?! —le recriminaba su falta de sentido común, y sin avisarle intentó cerrarle la puerta en la cara.

    Sin embargo, Rogers se lo impidió, poniendo su pie derecho de por medio aunque eso le haya causado un poco de dolor.

    —¡Qué haces! Ya vete o llamaré a la policía, te lo advierto —empezó a enojarse en serio, esto era más de lo que su paciencia le permitía soportar.
    —¡Por favor! ¡Te estoy rogando que veas esto! ¡Es importante, lo juro! —seguía insistiendo Rogers, mirándola con seriedad.

    Kagome logró captar eso, después de todo él estaba hablando en serio, por lo que frunció un poco el ceño y luego de unos largos segundos recapacitando, lo dejó pasar con la única condición de que le mostrara ese videíto y luego se iría.

    Se podía notar como sus ojos brillaron de la emoción, Bankotsu pasó por primera vez a su apartamento mirando a todos lados con curiosidad, aspirando su aroma de forma disimulada sacándole una sonrisa de lado: ella seguía teniendo el mismo delicioso aroma de siempre.

    —Aquí está el reproductor, ¿Y bien? ¿Qué esperas? —su manera de dirigirse a él seguía siendo fría y algo grosera, y no la culpaba.
    —Claro… —murmuró para luego manipular el aparato electrónico, poner el CD y esperar a que se visualizara en el televisor.

    Primero aparecieron unas líneas verticales de colores para luego dar paso a una escena donde se veía con claridad la sala del antiguo departamento de Rogers en Los Ángeles, lugar que la Higurashi pudo reconocer con exactitud.

    —Ese es tu… —intentó decir ella pero él intervino rápidamente.
    —Fíjate en la fecha y la hora en el video por favor —dijo el moreno en un tono serio.

    Kagome lo hizo de inmediato, en la esquina superior izquierda de la pantalla decía con claridad: 06/11/2010, 20:03 hrs. Abrió los ojos con mucha sorpresa e indignación ya que ese día jamás se borraría de su memoria, el día en que fue traicionada por ese sujeto que alguna vez llegó a amar demasiado.

    Sin embargo, no articulo palabra alguna, caminó unos pasos para ponerse de frente al televisor y seguir observando: no era que fuese una maldita masoquista para ponerse en primera fila y ver la infidelidad de su ex pareja, sino que se había dado cuenta de un pequeño detalle en aquel video. Siguió mirando con atención.

    Pudo notar entonces como la cerradura de la puerta era burlada con facilidad para luego fijarse en la silueta que entraba a escena: era ella, ahí estaba la modelo que hace unos meses también acosaba a Inuyasha. Vio como paseaba por cada rincón del apartamento, para luego esconderse en el cuarto de limpieza. 20:30 hrs. Notó que Bankotsu recién aparecía en la cinta, vestido con terno pero dejando su saco en algún lugar del sofá, quejándose de estar cansado y deseando tomar una ducha pronto.

    20:45 hrs. Él salía de su habitación aún vestido para luego entrar al baño, segundos después se escuchó el sonido de la regadera. Fue en esos momentos cuando del cuarto de limpieza, Kagome pudo ver como Kikyo salía e iba desprendiéndose de cada prenda hasta quedar completamente desnuda.

    No pudo evitar hacer puños con sus manos, al ver como Bankotsu salía del baño con un pantalón deportivo y el dorso descubierto, secándose el cabello con una toalla mientras era sorprendido por una descarada mujer enseñándole todo el cuerpo. El grito desesperado de su ex novio por intentar cubrir a esa tipa la dejaron asombrada internamente, vio como Rogers fue a buscar algo con que taparla y de paso él se había puesto una camisa también, en un intento por no exponerse íntimamente a Kikyo… todo lo que sucedió en el video después de esto hicieron que todas las fuerzas de Kagome se vayan a la basura… entonces esto quería decir que él jamás la engañó.

    Bankotsu detuvo la cinta en los instantes en que la Higurashi entraba al lugar de los hechos, malinterpretando la situación. Se puso de pie y se paró detrás de ella, quien había ocultado su mirada en el flequillo pero manteniendo aún esa expresión de seriedad en los labios.

    —Perdóname Kagome… —susurró el chico para luego apoyar tímidamente su frente en la nuca de ella.
    —Todo este tiempo lleno de rencor en mi vida… estaba mal… ¿Por qué no me enseñaste esto antes? —hablaba la joven también en susurros.
    —Porque tú desapareciste a la mañana siguiente… jamás volví a saber de ti hasta hace poco —respondió con una adolorida sonrisa.

    Kagome entristeció la mirada al oír eso, él la escuchó suspirar lentamente como si estuviera preparándose para decir algo importante y así fue.

    —En ese caso, no hay nada qué perdonar Bankotsu… —y diciendo esto se dio media vuelta para verlo frente a frente.

    Al sentir que esos delicados brazos femeninos lo sostenían por la cintura, tuvo una sensación de melancolía combinada con una pizca de alegría, que ella estuviera abrazándolo en esos instantes ya era bastante así que se limitó a no pedir más por el momento y pasando sus brazos por la espalda de ella, la apegó más hacia su pecho acunándola suavemente, disfrutando ese largo minuto en silencio.

    Sí, era un gran paso mantener ese gesto de cariño durante un buen rato sin embargo él deseaba intentar algo más.

    —Esto… esto no significa que tu y yo podamos retomar una relación —se adelantó en aclarar la Higurashi antes de que él abriera la boca para articular palabra.

    Eso no se lo esperaba, sorprendido se separó un poco de ella para poder mirarla directo a los ojos.

    —¿Por qué no? —preguntó sin rodeos, su intención siempre fue recuperarla.
    —‘Porque ahora amo a otro hombre’ —pensaba en decirle pero luego tendría que dar explicaciones de su identidad, en estas circunstancias sería demasiado complicado contarle todo al respecto, añadió luego de unos segundos —Porque ha pasado demasiado tiempo y ya no tengo sentimientos hacia ti.

    Esperaba que con eso él pueda comprender pero…

    —Te propongo un trato —dijo de repente causando confusión en ella, agregó con una media sonrisa —Tengamos una cita…
    —¡¿Qué?! ¡No! Yo no… —intentó excusarse de una vez pero él siguió hablando.
    —Sí, una cita, una sola y nada más, si en esa cita no llegas a sentir absolutamente nada ni por un momento… Prometo alejarme de ti y no molestarte más —daba su palabra con un tono que aseguraba que iba en serio.

    Ella meditaba en su propuesta durante unos segundos, era prudente y tentador, más por el hecho de estar segura que no sentiría nada y así dejar atrás un capítulo en su vida para poder avanzar en otro que ahora consideraba muy importante.

    —De acuerdo, una sola —aceptaba ella de brazos cruzados sin mirarle.
    —Gracias… Kagome… —le respondió en un tono suave y sin avisarle, se le acercó para luego plantarle un pequeño beso en su frente.

    La chica abrió los ojos completamente asombrada, por instinto retrocedió unos centímetros, cogiéndose el lugar donde fue besada y mirándolo con un deformado rostro a causa de la vergüenza. Él sólo se quedó riendo tenuemente a sabiendas que hacer eso, lograba siempre un pequeño sonrojo en su querida Kagome.

    Tuvo repentinamente ese recuerdo de hace unos días atrás, acordándose de cómo fue que aceptó el dichoso trato y sonriendo melancólicamente al saber a la perfección que aquel sonrojo no fue porque Rogers le haya dado un beso en la frente sino más bien porque le hizo recordar cuando Inuyasha lo hacía infinidad de veces… cuando aún estaban juntos.

    —Bueno, sólo es una cita y ya… —se daba ánimos en puros susurros, para luego fijarse que había una pareja en la mesa siete esperando que alguien tome su orden.

    Alistó su cuadernito de notas junto con un lapicero y se encaminó a hacer su trabajo, luchando por mantener una fingida sonrisa de alegría mientras atendía.

    :::::::::::::

    —¿Cuántos años tienes? —preguntaba con una sonrisa en un tono amigable.
    —Veintiuno —contestó ella enérgicamente.
    —¡¿En serio?! No pareces Shiori, te ves mayor —seguían conversando como si estuvieran en el descanso.
    —¿Tú crees?¡Gracias! —se sentía halagada ya que eso podría demostrar que a pesar de su apariencia, resultaba madura después de todo.

    Ya era suficiente, él había estado cambiándole el tipo de lente a su cámara por uno de mayor alcance puesto que las próximas fotografías debían ser así, mientras hacía esto pudo escuchar toda la ‘divertida’ conversación que esa niña estaba teniendo en su estudio junto con una trabajadora más.

    ¿Veintiuno? ¿Pues qué le dieron a comer? ¿Vitaminas? —Exclamaba en sus pensamientos más profundos para luego ponerse de pie y con un sonoro carraspeo llamando la atención de todos, agregó —¡Bien! ¡Se acabó el recreo! ¡A trabajar!

    Shiori no dejaba de verlo emocionada y siempre con esa sonrisa, lo admiraba demasiado como para no prestarle atención a cada minuto; cosa que ya empezaba a desesperarlo, lo ponía de los nervios saber que era observado a cada rato y así no podía hacer su labor.

    Se colgó la cámara al cuello con una expresión entre seria y graciosa, ya que su ceja empezó a saltar ligeramente a causa de la molestia, dio media vuelta y se dirigió hacia la niña que seguía mirándolo sin disimular ni un poco siquiera.

    —Ven aquí —murmuró en un tono de fastidio, la tomó de la muñeca y se la llevó unos momentos fuera del estudio.

    La chica parecía estar riendo en micro tonos de voz que eran perfectamente perceptibles por su desarrollado sentido auditivo; la puso contra una pared del pasillo y se cruzó de brazos, mirándola seriamente.

    Ella seguía manteniendo contacto directo con sus ojos sin pestañear siquiera, lo cual era perturbador ¿Podría existir una persona así en este siglo?

    —Shiori necesito que entiendas esto —empezó a poner las cosas claras de una vez, si esperaba que avanzara el tiempo sería peor.
    —¿Sí? —preguntó emocionada juntando las manos.
    —Tú… tú estás aquí para hacer tus prácticas, necesitas enfocarte en eso, no acepté tu solicitud para que estés todo el día ad… admi… —le costaba decir aquella palabra, ya que no deseaba elevar innecesariamente su ego.
    —¿Admirándolo? —cuestionó ella con una expresión de duda.
    —¡Sí! ¡Eso! —contestó rápidamente señalándola.

    Ella hizo una pose pensativa, poniendo su mano izquierda en la cintura y la otra apoyándola en su mentón como si estuviera meditando sensatamente en sus acciones.

    —Tiene razón Taisho-sama, he estado mal encaminada —recapacitaba de inmediato, como si no le costara que le dijeran sus errores, añadió —¡Lo siento mucho! No volverá a pasar, me centraré en el trabajo para así poder aprender.

    Todo lo que ella había mencionado le parecía genial, al parecer esta pequeña llamada de atención le había cambiado la perspectiva, aunque fue más rápido de lo que pensaba, de igual forma era muy satisfactorio saber que se logró algo, sin embargo…

    —¿Taisho-sama? —susurró él, el apelativo de grandeza que le había dado.
    —Supe por internet, que el sufijo ‘sama’ se le agrega al nombre o apellido de una persona por la cual sientes mucho respeto —revelaba ella el motivo del por qué le puso ese sobrenombre.

    Al escuchar esa explicación no sabía si sentirse halagado o acosado así que cambió el tema de conversación.

    —Co… como sea, sólo… deja de sonreír así —se lo pedía de buenas maneras, no era que le incomodara que Shiori le expresara su alegría constantemente sino que no estaba acostumbrado a que la gente le demostrara su aprecio de forma continua.

    Volteó a ver a otro lado, como si aún quisiera decir algo más pero que no tenía ni la más mínima idea de cómo formularlo. De pronto, giró su mirada para observarla de reojo y se dio cuenta que ella seguía con ese incansable gesto de felicidad, pero que al percatarse de la seriedad que tenía Inuyasha, fue haciendo muecas muy divertidas al no decidirse si debía seguir así o dejar de hacerlo: era como un incesante juego de ‘Si, no, tal vez’.

    Al fijarse en esto, lo único que pudo hacer él fue intentar aguantarse la risa aunque de todos modos se escuchaban sus tenues carcajadas.

    —Ya anda… —le dio permiso para que se retirara.
    —¡Bien! Regresaré al estudio y me pondré a disposición de todos —dijo la chica para luego despedirse, sonriendo pero ya no tan exagerado como antes.

    Él metió sus manos en ambos bolsillos del pantalón y se giró un poco para verla irse con una expresión enternecida en su rostro, esa niña era realmente interesante por el simple hecho de tener una personalidad que él había perdido con los años; estaba seguro que poco a poco ella se convertiría en una excelente profesional.

    ------------------
    *El insulto estaba dicho en francés: C'est un connard Significa Él es un idiota.


    ::::::::::::::::

    Bueno salió algo corto este capítulo pero espero que les haya gustado ^^
    Y bueno les dejo una pregunta si en caso quieran responder: ¿Qué piensan del nuevo personaje femenino, Shiori Johnson? ¿Les gustó su 'loca y animada' personalidad?

    Espero que respondan! Quiero saber si les agradó la trama hasta ahora! :) Gracias por leer!
    Nos vemos muy pronto Minna´san! Jya Ne!

     
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  17.  
    Shassel

    Shassel Usuario común

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    Jajajaja, definitivamente ha sido un capítulo divertido, vaya modelo ilusa, y en realidad el único centro de atención era Kirara :D , no puede ser, Kagome tendrá una cita con Rogers!!!!!!!, bueno no fue su culpa después de todo pero, qué pasará con Inuyasha?????
    Respecto a Shiori, pues me pareció un poco molesta, :/ eso de tener a tu lado una persona que te mira y te mira es estresante, pobre Inuyasha, mmmm, aunque si me dejas intrigada, ya que me mata el pensar cual es el papel de esa chica en esta historia, ;) un poco de competencia para Kagome quizás.......
    :) GRacias por informarme del capítulo, ya lo esperaba :D, no cabe duda que sabes como capturar fans :D Felicitaciones.
     
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    Loe Essen

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    Y aqui la pesada que comenta todos los capitulos...
    ¿Sabes algo?Me gustó mucho el nuevo personaje de Shiori, ya que es lindo ver como Inuyasha se siente "admirado".Pero llegas a hacer un triangulo amoroso (o cuadrado, por como van las cosas) y tiro la computadora al infierno...naah no podria hacerle eso, pero espero que no pase.
    Espero que tus ideas nunca se acaben, por que este fanfic promete muuucho.
    Sin más nada que decirte, solo que espero que no te hartes de mis comentarios...
    Kuki
     
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  19.  
    aLeTheia_anGeL

    aLeTheia_anGeL Usuario común

    Piscis
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    5028
    Hola Minna´san! ^^ Al fin me dio tiempito de corrido para dejarles el siguiente capítulo! Hace días lo quería poner pero el foro andaba en mantenimiento y no encontraba la ubicación de mi fic por lo que no supe exactamente qué hacer además de que el tiempo se me acortaba pero bueno ahora si! :)

    Gracias a Shassel & Kuki por sus preciados comentarios y sus 'Likes' ;) Chicas infinitas gracias desde el fondo de mi corazón! ^^ A ustedes dos les dedico este nuevo capítulo! Espero les guste!

    Y bueno! como van las cosas me querrán matar creo xD Espero eso no pase porque aún quedan algunos cabos sueltos que resolver pero recuerden que les tengo final ultra romántico y además una sorpresa adicional ^^

    -----------------------------------------------------------------


    Cap. 18

    Los días siguieron pasando, poco a poco esos recuerdos se volvieron cada vez más lejanos, todos esos sentimientos estaban enfriándose y a pesar de que en un momento fue una situación muy terrible, el típico dicho de: ‘El tiempo lo cura todo…’ empezaba a tener sentido por primera vez; o al menos eso es lo que ella quería creer.

    No iba a ser tan sencillo olvidarse de esa persona especial, es decir no se puede manipular al cerebro y decidir que de un día para otro dejarás de estar enamorada, si fuera así de fácil no habrían tantos de casos de desamor en el mundo. Suspiró pesadamente, había estado pensando en ello demasiado y todo por culpa de la dichosa cita que sería mañana.

    —Hasta ahora no puedo creer que hayas aceptado —volvía a repetir lo que hace unos minutos había mencionado.
    —¿Cómo pudiste perdonarle Kagome? —intervenía la pelirroja en la charla.
    —No lo sé, supongo que… ya estaba cansada de tener este rencor en mi vida así que aproveche la oportunidad del video y decidí dar vuelta a la página —les decía la joven con la mayor sinceridad del mundo.

    Ambas se quedaron sorprendidas por tales palabras, y es que llevaban buen rato intentando persuadirla de que diga la verdad hasta que al fin lo hizo; supusieron que sin necesidad de presionarla, ella sola estaba aprendiendo a desahogarse con las dos lo cual les alegraba.

    —¿Estás segura de que al salir con él no volverás a recaer? —preguntó de repente Sango con una expresión seria.
    —Es verdad, Bankotsu hará su jugada así que debes estar preparada —le advertía Ayame con la misma seriedad.
    —Ya lo sé, descuiden… —contestó ella para luego sacar su teléfono celular y fijarse en su fondo de pantalla, agregó —Estoy segura de esto.

    Esa foto era el único recuerdo que tenía de él para no olvidarse de su rostro, se la sacó a escondidas mientras el muchacho ambarino miraba la televisión cuando empezaron a vivir juntos, cuando aún no había problemas entre los dos, cuando aún no sabía que lo amaba…

    ::::::::::::

    —Esto le va encantar —decía emocionado el moreno con una sonrisa mientras guardaba delicadamente ese papel en su agenda.

    Ya había hecho sus maletas junto con su mochila deportiva que llevaría consigo en el asiento, se fijó en su billetera y luego su celular viendo la hora: aún había tiempo de sobra para llegar con calma al aeropuerto, tomar su vuelo de regreso a Los Ángeles y luego un viaje en auto que lo llevaría a Winchester, aproximadamente unas nueve horas de trayecto en total, estaba ansioso por volver a ver a la Higurashi y mostrarle aquel autógrafo que había conseguido de su actor favorito como regalo sorpresa.

    —Quién diría que Johnny Deep se encontraba aquí de compras ¡Qué suerte tengo! —exclamaba contento a la vez que se ponía en marcha para salir de la habitación del hotel.

    Al parecer todo le estaba saliendo bien a Rogers: en lo laboral, consiguió aquel contrato para la revista, en lo sentimental, tendría una cita con Kagome mañana por la tarde y en lo personal, logró ganarle a su rival limpiamente; si todo seguía así incluso ya pensaba en planes de boda con la joven azabache de aquí a un par de años más.

    Al salir del establecimiento, había un taxi esperándolo con la puerta abierta, lo abordó para ir de inmediato al aeropuerto; en el camino sacó su boleto de avión, chequeando los últimos detalles como para repasar que no se esté olvidando de nada.

    —Espera y verás Kagome, te voy a reconquistar… —se decía muy seguro de sí mismo con esa imborrable sonrisa.

    De ese modo comenzó su largo viaje de retorno, esperando que mañana se puedan crear nuevos recuerdos inolvidables junto a ella.


    Al día siguiente…

    Había decidido preguntarle si almorzaban juntos, después de mucho tiempo, ya que estos últimos días pudo notar un cierto y pequeño cambio en el comportamiento de su amigo: había vuelto a sonreír tenuemente como solía hacerlo antes de todo el rollo con la joven azabache y por el tipo de fotos que últimamente estaba sacando, se notaba que de nuevo estaba enfocado al cien por ciento en su profesión que tanto adoraba.

    Supuso que todo esto se debía a que finalmente Taisho estaba sanando las heridas de su corazón poco a poco, aunque la verdadera razón no se le hubiera ocurrido ni con pistas a su alrededor.

    —Hey tío, que tal estuvo la sesión de hoy —cuestionó de un momento a otro para poner un tema de conversación mientras comían.
    —De lujo, todo estuvo bien organizado, por primera vez vi a los asistentes metidos en el trabajo a fondo y todo gracias a Shiori —contaba él con una sonrisa de lado a la vez que bebía de su vaso.
    —Genial, eso quiere decir que su desempeño es favorable —opinaba Kayama muy satisfecho con la noticia.
    —Es increíble, ella en tan sólo una semana ha logrado coordinar a todos los chicos sin imponerse de mala manera, es como si su personalidad bastara para alcanzarlos de lleno —comentaba el ambarino fotógrafo demostrando el orgullo que sentía por su pupila.

    Miroku lo escuchaba con atención y sonreía disimuladamente al notar ese brillo en los ojos de su amigo al hablar de esa niña; sin embargo, no era que tuviese una expresión que significara algún sentimiento de amor hacia la señorita sino más bien una de vanagloria en el buen sentido de la palabra, como si Inuyasha quisiera presumir a todo el mundo lo eficiente que Shiori podría llegar a ser.

    Sus pensamientos provocaron que soltara, inconscientemente, una diminuta carcajada mientras miraba su plato de comida; era obvio que Taisho se pudo dar cuenta de ese gesto, arqueó la ceja izquierda y lo miró fijamente.

    —¿Pasa algo? —mencionó de forma lenta sin quitarle los ojos de encima.
    —Es sólo que… —comenzó a decir, hizo una pausa para mantener el suspenso y luego agregó pero esta vez viéndolo también —¿Le has cogido cariño a esa chica verdad?

    La expresión de sorpresa del joven ambarino no se hizo esperar pero a decir verdad no le gustó para nada aquella pregunta.

    —No digas tonterías, si alguien te escuchara podría malinterpretar —respondió con desdén y cerrando los ojos.
    —Oh vamos, sólo es como la hermanita que nunca tuviste —insistía Kayama en sacar el tema.

    Inuyasha estaba dispuesto a seguir ignorándolo si él continuaba con lo mismo, no tendría ningún problema en no articular palabra alguna ya que de igual modo le gustaban los lugares silenciosos.

    —¡Ok! No diré más, pero al menos ella debería recibir algún tipo de premio por su esfuerzo ¿No crees? —tuvo esa repentina idea de hacer que su amigo pasara más tiempo con Johnson.
    —¿Un tipo de premio? —murmuró el aludido con el tenedor en sus labios.

    Se le vinieron un par de alternativas en mente que quizás podrían agradarle a la chica así que decidió comentárselas a su amigo.

    —Algo como ¿Un salario fijo? —cuestionó dudoso de saber si era lo correcto o no.
    —¿Estás bromeando? No puedo ponerle un sueldo, es una practicante —le contestó un poco serio, después de todo era su trabajo ser el jefe.
    —Entonces que tal una reunión sorpresa con todos los asistentes —esa fue la otra opción que se le había ocurrido aunque sin mucha creatividad.

    Kayama agarró una de las alverjitas verdes en su plato y sin reparo alguno se lo lanzó directo al rostro de su ambarino compañero, el cual un poco irritado por aquel comportamiento, se tocó la frente en un intento por limpiársela y manteniendo la mirada fija en su amigo.

    —¡Pero qué rayos te pasa!
    —¡Tú eres mi problema! ¿Cómo puede ser que seas tan inconsciente? —Le refutaba algo desesperado, resopló para luego agregar —Hace unas semanas han abierto una nueva tienda de ‘Konica Minolta’ ¿Por qué no la llevas allá?

    Konica Minolta’ era una de las más prestigiosas empresas en todo Norteamérica, dedicada a la venta de artículos y accesorios para cámaras fotográficas y todo lo relacionado a ello; por ende, era lógico que Miroku se lo diera como elección aunque a decir verdad, él ya estaba enterado de esa nueva sucursal, lo leyó en una de las revistas que sigue pero no se le habría ocurrido ponerlo como opción.

    —Qué te hace pensar que la voy a invitar a salir —cuestionó Taisho, serio e indignado por tal propuesta.
    —No es una cita, baboso… ¡Ay! Contigo no se puede —exclamaba fastidiado, y es que siempre tenía que decirle las cosas punto por punto, si no lo hacía su querido amigo jamás entendería, añadió —A ver, hoy tienes otra sesión fotográfica después de almuerzo, que tal si al terminar todo ese trabajo vas con ella a esa tienda, compran algo para el estudio y regresan.

    Y en realidad no estaba nada mal ese plan, es decir podría funcionar ya que no sonaba para nada comprometedor: sólo comprarían algunas cosillas que podrían faltar o que ya necesitan un cambio por el constante uso además de distraerse un rato en un lugar donde ambos se sientan cómodos. Sin embargo aún no se convencía del todo…

    —No lo sé, y ¿Si ella interpreta de otro modo mis intenciones? —he allí su mayor problema, no quería que Shiori pensara que a él le interesaba de ese modo en especial.
    —Para eso existen las aclaraciones desde un principio ¿No te parece? —le respondió con mucha seguridad, esta conversación estaba por terminarse ya que vio su reloj de mano y se percató que debía regresar a su oficina.

    Dejó su plato completamente vacío para luego ponerse de pie y arreglarse el cuello de la camisa; al ver a su amigo así de pensativo, intentó despejar su mente por última vez antes de irse.

    —Mira Inuyasha, sólo digo que si sientes que Shiori se ha esforzado y quieres compensárselo ¿Qué mejor premio para ella que ir con la persona que más admira en el mundo a esa tienda que ambos adoran? Sólo piénsalo amigo.

    Y diciéndole esto puso una cierta cantidad de dinero en la mesa para luego marcharse del restaurante, el hecho de dejar que su camarada medite su respuesta a solas no quería decir que le haría la jugarreta de hacerle pagar toda la comida.

    —Hoy después del trabajo eh… —susurraba Taisho con un aura de tranquilidad a su alrededor, se lo estaba pensando realmente bien.

    :::::::::::

    Entonces, el próximo sábado a las cinco entre la 15 y 16 de Samville…

    Aquel ‘próximo sábado’ ya había llegado, y apenas faltaba media hora para el encuentro con Rogers como habían quedado desde ese día en el café.

    Se arreglaba el cabello a manera que algunos mechones cubrieran un poco su desnudo pecho ya que la blusa floreada que llevaba puesta lo dejaba al descubierto incluyendo sus hombros, unos jeans azules a juego con esa cartera y zapatos marrones que traía y ya se encontraba lista para salir de una vez.

    Se fijó por última vez en su reloj de mano y calculó mentalmente cuanto tardaría en llegar, aún había tiempo de sobra por lo que sin presiones se retiró del apartamento para luego dirigirse al ascensor.

    —Y aquí vamos… —se decía a sí misma como si estuviera a punto de empezar un tipo de juego desagradable.

    :::::::::::

    Habían pasado ya dos horas más o menos desde el almuerzo; a penas regresó al estudio se llevó una gran sorpresa: Shiori ya había movilizado a todo el personal poniéndolos a trabajar arduamente para que la siguiente sesión fotográfica no demore y salga excelente.

    Hasta ahora todo estaba saliendo genial: las estilistas ya tenían todos los implementos preparados, los asistentes en luces entre otros efectos estaban en sus posiciones haciendo una impecable labor y las modelos, muy satisfechas, ponían todo su esfuerzo en hacerle la vida más fácil a Inuyasha quien no dejaba de alabar a Johnson en su mente por agilizarle las cosas esa tarde.

    Por su lado, la chica de coletas, no dejaba de admirar a su ídolo y ver como capturaba la belleza de esas jóvenes con su cámara mientras hacía movimientos propios de un fotógrafo en acción: agacharse, acercarse, inclinarse, etc. Shiori estaba fascinada con tan sólo observarlo.

    De pronto, Taisho se tomó unos segundos de descanso para acomodarse la correa en su cuello y seguir con su trabajo, cuando repentinamente se le dio por mirar a la joven para saber dónde se encontraba y qué estaba haciendo; se percató entonces que apenas hizo eso, ella se ‘asustó’ un poco al ser sorprendida de ese modo, por lo que giró de forma muy rápida dándole la espalda, fingiendo que acomodaba unos paneles.

    Se quedó mirándola durante unos momentos con una expresión que denotaba confusión.

    —Mira Inuyasha, sólo digo que si sientes que Shiori se ha esforzado y quieres compensárselo ¿Qué mejor premio para ella que ir con la persona que más admira en el mundo a esa tienda que ambos adoran? Sólo piénsalo amigo.

    Recordó entonces las palabras de Miroku, y considerando la reacción de Shiori en esos instantes, supo que era lo correcto.

    Se fijó en el reloj de pared y se percató que aún quedaba una hora antes de que cerraran la tienda, quizás aún no era demasiado tarde.

    —¡Bien, por hoy se termina! ¡Gracias a todos, buen trabajo! —exclamó de pronto con las manos arriba para llamar la atención.

    A decir verdad, él tenía una posición muy alta dentro de la revista así que cuando daba una orden se tenía que acatar por lo que sin protestar, los demás se limitaron a guardar la utilería y los otros objetos usados en aquella sesión sin inmutarse si quiera.

    La única que estaba sorprendida por todo esto era obviamente Johnson, quien veía que todo el mundo estaba en plan de retirarse por el día de hoy; sacó su teléfono del bolsillo para fijarse en la hora que era ¡Aún quedaban sesenta minutos de trabajo!

    —Taisho-sama, disculpe ¿Taisho-sama? —decía ella mientras se le acercaba pero él ni siquiera le hacía caso.
    —Ah rayos, debo comprar un lente nuevo —era pésimo para improvisar situaciones pero en ese caso, suponía que nadie sospecharía de su patética actuación —Shiori ¿Quieres venir conmigo a ‘Konica Minolta’?
    —Eh… —susurró de pronto incrédula a la pregunta.

    Como lo creía: los ojos de la chica se dilataron al experimentar de un segundo a otro ese tipo de conmoción que no podía contener por mucho tiempo, volvió a sonreír como era su costumbre es decir, ensanchando los labios pero sin distorsionar su hermoso rostro y tomándole la mano para estrecharla con emoción le daba un ‘sí, acepto’ como respuesta indirecta.

    ::::::::::::

    Era una calle no muy transitada, al menos por la tarde ya que la mayoría de personas se encontraba trabajando a esas horas, pero no… ella no, ella debía estar ahí parada en la esquina de Samville, entre la 15 y 16 como se había planeado, siendo observada por cada viejo verde o algún otro hombre indecente que ni se tomaba la molestia de disimular a qué parte de su anatomía dirigían las miradas.

    Ya llevaba esperando unos cinco minutos a que él se dignara a aparecer… esto empezaba a fastidiarle mucho. Resopló.

    —Si no llega en cinco minutos más, me largo —murmuraba fastidiada y maldiciendo a media humanidad.

    De repente, tuvo una de esas locas ideas que se le dan a uno por pensar cuando se encuentra en estado de meditación: ¿Qué pasaría? ¿Cómo se encontraría? Sí en esos momentos no fuera Rogers a quien estuviera esperando.

    Una sonrisa triste se dibujó en su rostro al imaginarse si quiera en esa ilusoria situación; ni siquiera sería posible que él, conociendo su manera de ser tan agresiva y poco tratable, se dignara a pedirle a una chica que salieran en una cita, al menos por ese lado estaría tranquila de saber que Taisho sería incapaz de…

    —Qué es esto… —dijo de pronto con una desencajada expresión de enojo.

    ¿Quién era esa tipa? ¿Por qué le sonríe de ese modo? ¡¿Por qué él le devolvió ese gesto?! Y ahora ¡¿Qué?! ¡¿Por qué permite que le tome de la mano y lo jale de esa forma tan infantil?!

    Todas esas preguntas se le pasaron por la mente en apenas unos microsegundos en secuencia de las acciones de esos dos; Kagome estaba realmente enfadada al ser testigo de esa terrible escena en la que cualquier persona podría sacar sus propias conclusiones apresuradas: La tienda que Shiori e Inuyasha visitaron esa tarde de sábado se encontraba en la Calle 16 de Samville, es decir, la Higurashi quien estaba esperando en la esquina podía fácilmente ver en ambas direcciones, esta vez fue para su lado izquierdo y no le agradó en lo absoluto.

    —Por qué… —murmuraba ella sin despegar la mirada de esos dos hasta que los perdió de vista cuando ambos entraron en aquel establecimiento.

    Entró en estado de shock, giró lentamente su cabeza para luego apoyar su mano en la frente mientras veía el suelo con completa desesperación e intranquilidad; debía saber quién era esa chica, quería saber sí era algo intimo de Inuyasha, no podía quedarse con esa duda que estaba comenzando a matarla por dentro.

    —¡Kagome! —gritó de pronto Rogers quien con una mano arriba le llamaba a la vez que iba acercándose a ella a paso veloz.
    —¿Qué? —dijo para sí misma, aquello fue lo que la trajo a la realidad de golpe.

    El moreno logró llegar a su lado y con una sonrisa le entregó una caja blanca de tamaño mediano adornada por un hermoso moño rojo, dentro habían dos rosas rojas naturales cuidadosamente colocadas para evitar que se maltraten.

    —Seguramente querrás matarme por llegar tarde pero fui a comprarte esto, espero te guste —le explicaba el motivo de su tardanza.
    —Ehm no, está bien, gracias… —pudo ordenar el poco sentido común que le quedaba para así responderle como era debido.
    —Genial, ahora… Hice reservaciones en un restaurante por la noche pero por ahora podemos ir a ver una película ¿Quieres? —preguntó con una sonrisa.

    Esto era lo que cualquier mujer llamaría a ‘una cita perfecta’: un hombre atractivo, lugares agradables, hora adecuada, regalo precioso y en futuras suposiciones terminaría con una velada romántica en el apartamento de alguno de los dos, sin embargo la tierna sonrisa de Taisho hacia una chica que no era ella le desagradaba por completo, arruinándole todo lo que tenía planeado hacer.

    —Sí era su novia y estaban en una cita, igual que yo y Bankotsu en estos momentos, eso quiere decir que él ya encontró a alguien especial… —se decía en sus pensamientos, con intenciones de hacer que su cerebro reaccione y pueda comportarse esa tarde.
    —¿Kagome? —intentó llamarla por su nombre al ver que ella no respondía.
    —Está bien, vamos al cine —dijo la Higurashi de repente haciendo que él se sorprenda un poco.
    —Ok, vamos entonces —y diciendo esto, dio media vuelta para darle una seña de que lo siga.

    Así lo hizo y poniéndose en marcha abandonaron el punto de encuentro, el cual hace unos instantes mató por completo las esperanzas de Kagome.

    ::::::::::::

    Hace un par de minutos ambos se habían introducido al mundo de la fotografía, recorriendo cada estante de la sección de lentes para buscar aquel que fuera el más adecuado y el que Taisho necesitaba en esos momentos; se podían ver de todas las formas, colores y tamaños diferentes así como también los precios, en realidad eran accesorios de valor elevado y sólo algunas personas con el dinero suficiente contaban con la oportunidad de adquirirlos, por suerte Inuyasha era uno de esos seres afortunados.

    —¡Taisho-sama! ¡Por aquí! —lo llamó de pronto la joven.

    Él dejó el objeto que estaba viendo hace unos segundos en su sitio, para ir donde se encontraba su pupila.

    —¿Encontraste algo? —preguntó al llegar a su lado con una sonrisa.
    —Creo que este gran angular sería preciso para lo que necesita —le decía su opinión personal.
    —Mmmm… No lo creo, ten en cuenta que para el estudio no se requiere uno que abarque un campo demasiado extendido —de ese modo empezaron a debatir de un modo muy interesante.
    —Oh! Cierto! En ese caso… ¿Puede ser también uno fijo? —ya había pensado en esa segunda alternativa por si las dudas.
    —Excelente Shiori —la halagaba de tal modo que logró obtener una gran sonrisa de su parte.

    La chica dejó el primer lente que había escogido en el mismo estante de donde lo sacó hace unos minutos y siguió los pasos de su mentor, quien hace unos instantes emprendió la caminata hacia la caja registradora donde debía pagar por aquel objeto.

    Esta tarde resultó ser muy entretenida para ambos, Johnson sentía que estaba aprendiendo más cada vez que permanecía a su lado y tenía la oportunidad de conversarle mientras que a Inuyasha le gustaba la compañía de esta niña, le hacía recordar sus años de estudiante y aquella alegría que desapareció de repente a causa de problemas familiares.

    —Usted sabe mucho Taisho-sama —le habló de pronto sacándolo de sus pensamientos.
    —No tanto Shiori, es lo básico, sólo… no debes olvidar lo que aprendiste en el instituto ni tampoco la pasión que sientes por la carrera —le aconsejaba como buen ejemplo a seguir.

    Quizás al principio se mostró reacio hacia su presencia en el estudio y por su personalidad tan diferente a la de él, le chocaba un poco tener que tratar con ella sin embargo, a medida que han ido pasando los días esa chica logró captar su atención y también hacer que poco a poco vaya entregándole la confianza suficiente como para dejarse llevar por su naturaleza tan enérgica.

    ::::::::::::

    Se dice que, lo peor de sentir celos por alguien es… tener esos terribles sentimientos matándote por dentro y que encima esa persona no sea absolutamente nada tuyo, lo que en cierta forma te convierte en un ser posesivo y controlador.

    Aunque al principio no quería admitírselo, ahora lo veía todo claro: después de ocho barras de chocolate consumidas por la ansiedad supo que lo que sentía en esos momentos eran celos; el tan sólo hecho de pensar que el joven ambarino se encontraba ahora mismo en una cita con esa mujer, la desesperaba continuamente sin poder calmarse y para colmo, Rogers ya había notado el extraño comportamiento de la Higurashi en toda la salida.

    Eran alrededor de las once de la noche, después de cenar en aquel lujoso restaurante en donde el moreno hizo la reservación, Kagome decidió que ya había sido suficiente: durante toda la velada no se pudo sacar las malditas imágenes que su mente le mandaba, restregándole a cada rato las altas posibilidades de que él esté pasando momentos agradables con esa tipa a estas horas.

    Pidió amablemente que la llevara de regreso y él, grato de serle útil en lo que ella quería, así lo hizo y de este modo fue como ambos se encontraban en este momento sentados en el asiento trasero de aquel taxi. La Higurashi veía con desgano las iluminadas calles de la ciudad a través de la ventana sin embargo sus pensamientos aún estaban dirigidos al ambarino fotógrafo y ‘su’ cita.

    Al pasar un par de minutos más llegaron al punto de destino, de inmediato salieron del auto y Rogers se encargó de abonar la suma total del servicio de movilidad mientras que la joven azabache revisaba su cartera para sustraer las llaves de su apartamento.

    —Bueno, eso es todo Bankotsu, gracias y adiós —dijo luego de sacar aquel objeto y darse media vuelta para poder entrar al edificio.

    La verdad es que era una masoquista de primera, deseaba estar sola para volver a martirizarse con esas conjeturas acerca de Inuyasha otra vez y así, quizás, encontrar alguna lógica explicación personal del por qué su ‘ex esposo’ estaba saliendo con esa joven castaña.

    Sin embargo, todos sus pensamientos y toda su cordura se fueron al tacho justo en el preciso instante en que sintió sus labios pegados pasionalmente a los del moreno. No supo en qué momento, Bankotsu logró sostenerle la mano para obligarla a que volteara y la jaló hacia él sosteniéndola por la cintura con la otra mano libre. Fue una de esas circunstancias que pasaban velozmente.

    A penas y estuvieron así por ocho largos segundos pero aquel tiempo bastó para que la joven entrara en un nuevo shock mental quedándose con la vista prendida en esos hermosos ojos azules que por cierto, tampoco dejaban de observarla con detenimiento: Rogers se había dado cuenta de lo que hizo y aunque no se arrepentía, ahora tenía miedo de su futura reacción.

    —Kagome… yo… —intentaba articular alguna palabra para empezar a disculparse sin embargo estaba trabado.

    Ella no sabía si abofetearlo o darle una patada entre las piernas en ese instante por su osada acción sin embargo en cuanto volvió a recordar a Taisho siendo jalado por esa otra mujer de una manera que demostraba que ambos podrían ser pareja, su única intención fue ‘vengarse’ por haberse sentido tan miserable así que no dudo en estirar sus manos, apoyarlas en las mejillas de Bankotsu y repetir el beso de hace unos momentos atrás.

    Obviamente Rogers estaba muy sorprendido por aquella repentina situación por lo que permaneció durante varios segundos con los ojos abiertos aunque luego fue asimilando todo y decidió corresponderle sin más demora, además aprovechó para poner ambas manos en la cintura de la chica, quien parecía no importarle mucho ese detalle.

    Se separaron luego de unos largos minutos, como si hubieran recordado todo su pasado en ese tiempo, juntos.

    —Te dije que si no llegabas a sentir nada, dejaría de molestarte —le avisaba sabiendo que la respuesta sería la contraria.
    —Sólo fue un beso, no te emociones tanto —contestó ella, aún siendo algo fría.

    Sin embargo, él sólo sonrió de lado mientras le acomodaba unos mechones de cabello por detrás de la oreja.

    —Entonces… ¿Quieres volver a ser mi novia? —hizo la famosa pregunta que tanto tiempo deseo formularle.

    La silueta del joven ambarino sonriendo de esa manera a esa chica la hacía sentir tan deprimida, él hasta ahora sólo había sonreído de ese modo para ella pero ya no más… ese bello gesto ya no le pertenecía…

    —Intentaré rehacer mi vida… —se dijo mentalmente antes de aceptar la propuesta de Rogers con un movimiento de cabeza y una fingida sonrisa.

    Ya no quedaba más por decir o hacer, Kagome le había dado el ‘sí’ a Bankotsu nuevamente y aunque no fuera una propuesta de matrimonio, desde ahora ella debía guardarle respeto a su novio e intentar dejar de pensar en Inuyasha las veinticuatro horas del día, cosa que obviamente sería imposible.

    -----------------------------------------

    :)Gracias por leer!!! Espero les haya gustado!! >w< Ya faltan pocos episodios para que termine mi Fic!
    Ojalá lo sigan leyendo! TwT
    Bueno me retiro por ahora! Jya Nee!
     
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    Shassel

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    :'( Buuuuu, no puedo creer lo que acaban de leer mis ojitos, que impulsiva es Kagome, aunque claro la situación se prestaba para eso, pero...... !!!!Aceptar volver con Bankotsu!!!!!! Buuuuuu
    !!!!Y lo más triste, saber que ya quedan pocos capítulos !!!!!! ES que me ha gustado tanto leer este Fic, pero bueno, a esperar ansiosa el final :3
    jajajaja Ese Miroku, es un loquillo, jejeje, jugarle la psicológica a Inuyasha, solo él haría algo como eso XD.
    Y Bankotsu XD, conseguir un autografo de Johnny Depp !!!! Qué locura, Quién no quiere un autógrafo de Johnny Depp ?
    Ya quisiera leer la continuación :D
     
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