1.  
    brownie

    brownie Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    19 Enero 2011
    Mensajes:
    70
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    NOSOTROS
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    555
    NOSOTROS​
    Capitulo 01: Cuando nos conocimos.
    −Siempre has sido tan extraña desde que te conozco− Ya no tengo que más decirle, ambos sabemos que va a morir, pero se empeña en no hacerme sufrir, ella conoce el dolor que siento, el miedo de presentir que se le acaban los minutos de aire.

    −Sesshomaru-sama ¿Recuerda el día que nos conocimos?− su voz se apaga con forme avanza el día, es tan pálida, tan hermosa, es una lástima que me percatara de ello, justo el día que supe, que el destino se agotaba para ti.

    −No recuerdo tonterías− jamás supe comportarme cariñoso, eso no es… natural en mi. En tú estado es sorprendente que aún sonrías. Tal vez sea la muerte quien me juegue hoy.

    −Usted llego herido a este lugar, sin un brazo… lo encontré cerca del rio. Ese día hacia mucho sol, había pocas nubes, y mi padre… mi padre lo trajo a esta casa.

    −Lin− mi voz monótona no quería que ella recordara, tenía una fijación extraña por oler el tiempo, ella decía que así sería muy feliz cuando las cosas se pusieran difíciles.

    −Usted durmió casi una semana; en todo ese tiempo yo lo cuide, lo bañe y justo cuando estaba limpiando su cara… despertó súbitamente, me asusto mucho, me tomo del brazo, ¿Recuerda?

    −grrr− claro que recordaba, le hice daño, fue cuando sospeche que algo no andaba bien, el hematoma que le provoque duro más de dos meses.

    −¿Por qué se ha quedado todo este tiempo conmigo?− sus pequeños ojos vidriosos escudriñaban mi ser, intentando descifrarme.

    Cuando la volví a ver, su rostro de luna reflejaba el olor de los muertos, su tiempo pronto, muy pronto terminaría, pero no quería mentirle, solo… no pude decir la verdad. – Ya te lo he dicho, se lo prometí a tu padre− como confesarle lo que yo no comprendo, yo amo o amé a otra mujer, su cuerpo yace congelado en una tumba eterna. Ella en cambio se volverá una con el viento y la tierra.

    −Sesshomaru-sama ¿Podría abrazarme?− cada vez que me pide algo, esquiva mis ojos, eso me agrada mucho. Es tan frágil, parece de cristal, una muñeca de porcelana a punto de caer.

    −Haz un poco de espacio para mí− el olor a cadáver era cada segundo más evidente, ella se acomodo en mi pecho y se abrazo a mí, es muy reconfortante sentirla mía. De nadie más. Nos quedamos dormidos, y así es como volvimos, a donde todo inicio, donde todo acabara, donde yo también moriré, moriré con ella, esa será mi entrega de amor definitiva.

    Antes del amanecer, he llorado, he maldecido lo estúpido que he sido. Quisiera tener un poco más de tiempo, solo un poquito más, no quiero, no puedo verla morir. Hoy dormiré con ella, me entregare a sus placeres, sonriere por ver su rostro. No temeré a la muerte, porque que ella tampoco lo hace, no sufriré la partida, ya que estaremos juntos. Es bastante egoísta lo sé, pero he perdido todo lo bueno, todo aquello a lo que aspire, no será nunca. Perdóname Lin, por no sincerarme, por callar lo que tanto ansias, fue un placer que me amaras y una delicia conocerte.



    está es una historia que comienza en el final, a partir de aquí comienza la aventura llamada vida
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  2.  
    brownie

    brownie Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    19 Enero 2011
    Mensajes:
    70
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    NOSOTROS
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1508
    NOSOTROS
    Capitulo 02: amigos

    En medio de mi inconsciencia, me veo a mi mismo, era muy joven aun, un niño para ser exactos, estaba medio muerto, la guerra alcanzo mi aldea, y por suerte o desgracia sobreviví.
    −¡Uno!− no podía abrir los ojos, la sangre me lo impedía −¡Aquí, uno!− Me gustaría contarles que me alegre de ver gente con vida, pero la verdad es… tenía miedo, no sabía dónde estaba mi padre, mi hogar fue reducido a cenizas. Todavía recuerdo las palabras de padre −Sesshomaru se fuerte, muy fuerte− esa fue una gran frase, ahora se lo fuerte y débil que puedo llegar a ser.
    Cuando desperté me encontré en un gran palacio, una habitación lujosa y una especie de curandera. Cuando me vio, se me acerco, toco mi frente y examino mis ojos.

    −Tienes unos ojos hermosos… ¿Cómo te llamas?− sus delicadas manos rozaron mis mejillas, su rostro sonriente me cautivo desde ese momento. – Yo me llamo Kikio, soy la aijada del Señor feudal, lo conoces, el señor Naraku.

    −Sess… Seshomaru− me dolía la cabeza, al parecer en la explosión me la partieron completa.

    −Muy bien Sesshomaru iré con el Sr Naraku, estará feliz de ver que salvo una vida− ella tomo una vasija y salió a paso lento. Olía a lavanda, desde ese día amo el olor a lavanda. Cerca del atardecer llego el Sr Naraku, un hombre relativamente joven, pero con el poder de dirigir a la mitad del Japón.

    −Kikio me dijo que te llamas Sesshomaru eso ¿Es verdad?− sus dientes blancos y perfectos relucían como el más bello diamante. Ese hombre también a comparación de Kikio, despedía un aroma dulce, te hacía confiar en él, ojala jamás lo hubiera hecho.

    −Si señor, mi padre ¿Dónde está?− Supe de inmediato que eran malas noticias cuando le pidió a Kikio que abandonara la sala y nos dejara solos un momento.

    −Lo lamento, pero no hay más sobrevivientes en Shi Wo− sentí como un balde de agua helada me fue arrojado directamente. Sin mucho esfuerzo mis lágrimas cayeron desesperadamente. Era un niño, como entender que lo único en lo que tenía valor, se fue. –Se fuerte Sesshomaru, quédate en este lugar, entrega tu vida a mi servicio y te entrenare para que ni un niño como tú, vuelva a perder a su familia− Sus ojos negros presagiaban esperanza, no solo para mi, si no para todas las aldeas que estaban en pie, si no has vivido la guerra no puedes comprender lo que estoy tratando de transmitir. La guerra es la muerte misma, es el infierno ardiendo desde su corazón podrido. Fue una sensación mágica, saber que un hombre tan poderoso, deseaba la misma paz que tú, es increíble de encontrar, cuando las naciones entran en conflicto, los que más sufren son los niños, ellos se quedan sin hogar, sin hermanos, sin familia, sin mundo; eso te cambia o te haces rebelde y sobrevives o tienes mucha suerte y te vuelves pacifico y mueres. –Sesshomaru llora, no te avergüences, se lo que sientes, yo también lo viví; pero la oscuridad de la ambición a mi no me ha cegado, yo creo que el Japón un día será hermoso, como sus niños, saldrá de esta nube y prosperará− Fue un gran discurso, me impacto, que más puedes esperar cuando tienes doce años.

    −Señor Naraku hágame fuerte, enséñeme. No quiero volver a ver que nadie muera

    −Así será Sesshomaru… un día así será− Naraku se levanto y se retiro, orgulloso y triunfante de haber convencido a un niño de volverse una herramienta más. Dos días después fui reclutado al campo de entrenamiento, había muchos niños más. El señor Naraku nos observaba desde lo alto, cada movimiento, cada equivocación. Su mirada nos traspasaba. Ese día en la tarde me condujeron a una nueva habitación, pequeña, pero cómoda, era para mí solo. Me bañe, me acosté y me puse a trenzar mi cabello, esta largo, llegaba a mis rodillas. Mientras intentaba olvidar el incidente, tocaron a mi puerta.

    −Sesshomaru ¿Podemos pasar?− lo decía en plural, era la voz de Kikio, pero hablaba en plural. Deslice la puerta y la vi a ella, con su cabello trenzado en dos coletas, pero venía acompañada, un muchacho extraño de cabello plateado como el mío.

    −El es Inuyasha, llego hace dos años− Cuando el joven entro me percate de que era uno o dos años más joven que yo, pero era notorio que era fuerte.

    −Él es a quien dices que me parezco Kikio− el joven con cara de perro se burlaba de mí, no sé porque lo odie, por insultarme o por ver las confianzas con Kikio, era una niña, pero un día sería una mujer excepcionalmente hermosa.

    −Claro que sí, mira su cabello, que por cierto necesita arreglo y sus ojos, son idénticos, iguales al color de la miel− Kikio llevaba con ella un morral que acomodo en la mesa. –Siéntate por favor, es tiempo de arreglarte− Inuyasha se coloco cerca de la ventana y comenzó a mordisquear una manzana, era evidente su enfado. Kikio soltó mi cabello y lo comenzó a peinar. –Qué bonito cabello, tiene el color de la luna− grandes mechones se dispersaron por el suelo. Cuando termino me mostro un espejo tallado en plata. −¿Te gusta?− mi cabello ahora llegaba a mi cintura, tenía forma de ve y recorto los mechones de enfrente dejándome un pequeño flequillo.

    −Por lo menos ahora ya veo.

    −Te vez igual de patético.− Inuyasha ni siquiera me había volteado a ver.

    −Inuyasha, basta, eres un grosero− Ese fue mi primer incidente con ellos. Después de ese día saliamos a todas partes juntos, incluso conocí a otro chico más, su nombre era Miroku, le gustaba mucho el templo, si no estaba en su habitación, ahí lo podrías encontrar.

    −Hey Sesshomaru… ¿Qué haces ahí?− ya habían pasado algunos meses desde mi llegada. Los tres nos acoplamos bien, aunque Inuyasha y yo peleábamos casi todo el tiempo, claro sin hacernos daño. No sé si era yo, pero podría jurar que Kikio se volvió más mujer en ese pequeño lapso de tiempo. Sus caderas se volvieron prominentes y que hablar de sus piernas, suena que soy un pervertido, pero era tan hermosa.

    −Que pasa chicos− yo los observaba desde lo alto de un árbol, había encontrado ese lugar por casualidad y a mí me podrías encontrar en esa cascada. Miroku el más revoltoso de todos arrojo a Inuyasha al agua.

    −Ahora si pareces un perro Inuyasha− Todos no pusimos a reír cuando Inuyasha saco su espada y la volcó en forma de remolino mojándonos a todos, cuando la ola creada se desvaneció Miroku y yo nos abalanzamos sobre el.

    −¡Inuyasha!
    −hey hey lo siento− fueron grandes tiempos, Kikio no paraba de reír con nuestras tonterías. Al caer la tarde comenzó a refrescar, por lo que improvisamos una fogata, a decir verdad nosotros estábamos algo desnudos y Kikio en camisón, o algo así, pero se lograban dilucidar sus formas de mujer.
    Inuyasha y yo fuimos a conseguir un poco más de leña y aprovechamos el tiempo para charlar e insultarnos.
    −Inuyasha ¿Cómo llegaste aquí?− Note que se tenso un poco, pero como guerreros ya habíamos medido nuestra fuerza en el campo de batalla y nos teníamos confianza.

    −Mi padre enloqueció, tenía un demonio en su interior y lo consumió por completo, tengo miedo de que esa bestia me envuelva a mi también− Los ojos dorados de Inuyasha se volvieron oscuros, jamás creí lo que me dijo ese día.

    −De que hablas Inuyasha, no entiendo

    −Somos gente podrida, mi padre hizo lo que pudo para que la aldea no fuera destruida, pero, el demonio se apodero de el, y ahora esta en mi interior− Inuyasha se paró en seco, miro fijamente mis ojos y hablo como un adulto, no como los niños que éramos. –Sesshomaru, promete por nuestra vida, por nuestra amistad, que si un día, ese mismo demonio quiere salir de mi, me mataras

    −No digas idioteces

    −¡Sesshomaru!− Inuyasha me tomo del brazo para obligarme a detenerlo.

    −Inuyasha− lo tome del cuello un poco brusco –El único demonio que te va a aniquilar… soy yo…. No lo olvides nunca− Inuyasha sonrío en complicidad conmigo y de un golpe en la rodilla me hizo soltarlo.

    −Eso si puedes maldito monstruo

    −Te voy a matar por esto Inuyasha− los dos salimos corriendo y riéndonos por el percance anterior.

    −¿Qué es ese alboroto?

    −Deben ser Inuyasha y Sesshomaru – De los arbustos salimos Inuyasha y yo, teníamos rapones leves y cortadas.

    −Que ustedes no pueden dejar de pelear un momento− Nos paramos como niños regañados y cuando ella iba camino a nosotros Inuyasha se le fue a los pies.

    −Perdóname Kikio, es esa bestia, es imposible tratar con el

    −A quien diablos le dices bestia, perro sarnoso.

    −Ves Kikio, es el, es una bestia sin modales.

    −Inuyasha suéltame

    −kikio protégeme, mira como suelta baba− Debo admitir que salive un poco, pero que más puedo decir fue un gran día. A veces quisiera regresar a esos momentos.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    brownie

    brownie Entusiasta

    Géminis
    Miembro desde:
    19 Enero 2011
    Mensajes:
    70
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    NOSOTROS
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1523
    Capitulo 03: Amor

    −ah− ese pequeño quejido al cual se había acostumbrado.
    −Lin, despierta− con un poco de dificultad vuelve a abrir sus ojos.
    −Quiero dormir un poco más− la miro de soslayo, cada vez sus ojos se apagan más.
    −Eres una floja
    −Solo tengo sueño ¿Por qué no traes agua? Quiero bañarme− me pare en seco de la cama, odio que me mande, pero no puedo negarme a hacer lo que me pide.
    “El pozo esta algo lejos, ¿por qué desea bañarse? ¿Para quién se arregla?”
    -Sí que soy estúpido, hace meses que no vemos personas diferentes a Aome e Inuyasha.

    Sesshomaru se puso un pequeño sombrero para cubrir el sol y continuo su camino recordando tiempo pasados.
    −Ya no son niños, ni se parecen a los huérfanos que encontré hace años…. Son hombres… hombres listos para la guerra− Naraku observaba con obsesión casi con obcecación. –Byacuya.
    −Si señor dígame− el monje sabio se acerco de forma temerosa a su soberano.
    − ¿Cuál ha sido tú visión?
    −Mi señor, mi visión ha sido perturbadora.
    −Explícate
    −Una mujer, una mujer tiene el poder de cambiar el futuro, de cambiarlos a ellos− El monje que se encontraba de cuclillas se levanto y los señalo con el báculo de plata que siempre cargaba.
    − ¿Quién es ella? ¿Quién es esa alimaña que se atreve a interponerse en mi camino?
    −Mi visión no fue clara, pero ella podrá hacer que lo destruyan o que sigan siendo las herramientas de conquista que usted desea− en un movimiento involuntario el gran Naraku dejo caer su tasa.
    −Nada ni nadie, podrá poner en peligro mi imperio− sus ojos purpura brillaban de rabia y de coraje. Presagiaban una mala decisión.
    −Señor Naraku ¿Está bien?− Kikio se tomo con el señor, mientras este se dirigía a sus aposentos hecho una furia.
    −Kikio, mi hermosa Kikio− Naraku acaricio la mejilla de la joven, que lo adoraba de forma ciega.
    −Si en algo puedo ayudarlo, no dude en pedírmelo, no me gusta verlo enojado.
    −Kikio, eres mi ahijada… tú serás un día dueña y señora de esto, solo debo encargarme de que esté en orden y sobre todo que haya paz.
    −Mi señor rezo todos los días porque eso se haga realidad.
    − ¿Y esto?− Naraku señaló una pequeña figurilla de madera.
    −Esto… − Kikio se sonrojo al recordar de quién era ese regalo.
    −No tienes que decírmelo ahora, pero si pronto− Naraku alzo la barbilla de Kikio –Ya estás en edad de casarte hija mía. Pero ahora consiénteme, nos queda poco tiempo.
    −Señor Naraku− Kikio comenzó a llorar, mientras su señor caminaba a sus aposentos. Kikio salió de la casa principal para dirigirse a su pequeña casa.
    −Inuyasha ¿No deberías estar durmiendo? mañana salen muy temprano a Sagar.
    −Veo que estás muy bien informada− Inuyasha se veía claramente molesto.
    −Pues sí, Sesshomaru me conto todo.
    − ¿Esto es de el?
    −Sí, me regalo él.
    −Kikio… el no te conviene.
    −Ya estoy muy grande para que me cuides Inuyasha− Kikio abrió la puerta, pero la mano de Inuyasha la detuvo por los hombros.
    −Basta Inuyasha…. Suéltame− Kikio sintió miedo al ver que el joven de cabello plateado no cedía.
    −Pasa algo aquí− Los dos muchachos se asustaron al escuchar una voz extraña.
    −No Byacuya yo ya me iba
    −Kikio el señor Naraku pregunto por ti.
    −Sí, ya voy. Gracias Byacuya.

    Después de cantar y atender a su señor Kikio se fue a la cocina por un vaso con agua.
    −Kikio− Sesshomaru se vio directamente a los ojos de la joven que respiraba agitadamente de emoción al verlo.
    −Hola… yo… ahm gracias por el regalo, yo solo viene por un vaso− Sesshomaru se acerco lo suficiente a ella con él vaso, como para evitar que se volviera para atrás, quedo entre la mesa y el joven de ojos dorados. Sesshomaru rozo aquel delicado brazo con su mano.
    −Sesshomaru− Bajo aquella atmósfera de amor, no se percataron de los ojos que los observaban. Sesshomaru rozo los labios de aquella bella mujer y sintió una revolución en su interior.
    −No por favor− Kikio se alejo llorando y corriendo. Sesshomaru choco los puños con la mesa para luego pasar sus manos por su cabello.
    −Estúpido.
    −Se aman… estos dos muchachos se aman… si el Señor Naruku lo supiera lo más seguro es que los mantenga unidos, esa debe ser la solución− Byacuya también desapareció fundiéndose en la oscuridad de la noche, se sentía feliz, el amor para él era el motor del universo.

    Al salir los primeros rayos del sol, tres embarcaciones zarparon. Estaban acostumbrados a ir a Sagar, una isla cercana al imperio pero lejos de la civilización. Los tres huérfanos ya eran hombres capaces de dirigir cada uno un barco de de magnitudes monumentales, cada uno equipado con armamento y cien hombres que darían sus vidas por seguirlos hasta el fin.

    −Está noche los he reunido por un motivo muy especial, desde hace algunos años hemos estado viniendo a Sagar al parecer sin motivo− el gran señor hizo una pausa antes de continuar. – Ustedes tres son mis confidentes, las únicas personas en el mundo en las que puedo confiar. En esta isla está mi mayor tesoro, mi única razón de vivir –Los jóvenes dejaron sus cubiertos para ver de forma intrigante a su señor –No piensen mal, en este lugar está mi hija, mi única hija− ninguno de los muchachos se esperaba esa noticia. Era demasiada información en tan poco tiempo. –Antes de ser el señor de estas tierras, fui un campesino, carecí mucho más que ustedes, vi a mi esposa perecer y a mi hijo en la orca, por eso mande muy lejos a mi niña, para protegerla de la revuelta, de mis enemigos, que en ese entonces no tenían piedad. Ella ha crecido al cuidado de otra niña, de una vecina que teníamos. Quiero que estén enterados de su existencia, si un día falto, les pido que la protejan y no permitan que la maten− Naraku estaba a punto de romper en llanto.
    −Se lo juramos− encerrando un puño con su mano derecha y agachando la cabeza al uni sono los tres jóvenes juraron.
    −Gracias− Naraku contuvo su llanto. Al ver la devoción que le tenían.

    Cinco días en alta mar eran lo que tardaban en llegar por lo que aún faltaban algunos nudos. Cuando ellos salían Kikio se quedaba sola por lo que procuraba no salir de su casa; aunque le gustaba pasear por la fuente y recoger flores.
    −Sesshomaru, mi Sesshomaru como te extraño. Tengo miedo de lo que siento.
    −Puede ser amor−Kikio grito al escuchar la voz de Byacuya. –Lo siento, no quise asustarte.
    − ¿Como esta Señor Byacuya? No se preocupe− Kikio intento fingir compostura.
    −No quise entrometerme en tu conversación privada, pero si lo dices en voz alta, cualquiera puede opinar− Abanicándose el monje se alejo –Piénsalo querida Kikio.
    − ¿Qué me habrá querido decir?−Kikio sonrió para sí recordando a su amando Sesshomaru.

    A los días las embarcaciones llegaron a la isla predeterminada. La tarde los recibía con gusto. Como siempre solo bajaba Naraku. Nadie podía asomarse, nadie debía ver ni conocer la identidad de la joven hija del emperador.
    Ante las puertas de color cobre dos guardias le abrieron. El señor observo como la luz de luna iluminaba todo. De la oscuridad del corredor una joven salió a recibirlo.
    −Señor Naraku pasé por favor, la niña lo espera.
    −Gracias Sango, ve a descansar− deslizo la puerta hasta ver la figura femenina tocando en banjo.
    − ¡Papá!− La joven salió corriendo a abrazarse con Naraku.
    −Kagome, mi hermosa Kagome te he extrañado tanto.
    −Papa… gracias por venir, no sabes la falta que me haces− Kagome no podía deja de llorar. Siempre la emocionaba ver a su progenitor. − ¿Cuánto tiempo te vas a quedar?
    −Hasta mañana hija mía, tengo asuntos importantes que atender.
    −Es muy pronto papá, pero no importa, yo ya arregle todo; podemos irnos cuando tú así lo decidas.− Naraku se aclaro la garganta y se puso serio.
    −Con respecto a eso kagome, no creo que sea conveniente que salgas de aquí
    −¡No!− kagome se separo del hombre que hablaba con gran determinación –Tú me lo prometiste papá, que la próxima vez que regresarás, me llevarías contigo− La rabia hablaba por ella.
    −Kagome entiende… no es prudente.
    −Lo que yo entiendo es que me aborreces, Dime papá ¿Qué hice para que me odiaras tanto? ¿Para qué me aborrecieras?− Kagome se dejo caer en sus rodillas mientras el dolor se hacía evidente e los dos.
    −Kagome no llores, un día comprenderás que es lo mejor− Kagome lo empujo para que la soltara.
    −No me toques, lárgate, vete… no vuelvas si no me vas a llevar.
    −Kagome.
    − ¡Que te Largues de aquí, deja que me pudra en esta cárcel a la que has condenado!− Kagome se levanto y le enseño la entrada.
    −Está bien, mañana al amanecer partimos, pero bajo mis condiciones− Kagome volvió a llorar pero está vez de felicidad.
    −Gracias papá, muchas gracias.

    Al día siguiente dos jóvenes salieron detrás de Naraku, vestían iguales trajes de color purpura y con la cabeza cubierta, no podían hablar ni preguntar nada.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso