Fuerza de atracción

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por Gabrieluchini, 22 Febrero 2012.

  1.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    13 Febrero 2012
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Fuerza de atracción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    38
     
    Palabras:
    4633
    Capítulo XXVI: Historia Quileute.
    (Renesmee)

    Jacob ofreciéndose voluntario a quedarse en mi habitación.
    Sin Edward y Bella atentos a cada movimiento, palabra, sonido, o pensamiento que tuviéramos.

    A miles de kilómetros de cualquier inoportuna y odiosa interrupción.

    Una noche enterapara estar ABSOLUTAMENTE SOLOS.

    ¡¿Sería este uno de mis mejores sueños?!

    Mientras coordinaba las disposiciones para alcanzar mi objetivo, Jake acabó con todo lo que traía la neverita de la suite, más lo puesto sobre el mini bar.

    Estudié su rostro cuando le propuse tirar los cojines del sofá-cama al suelo para sentarnos a ver "sanamente" la televisión.
    Jacob no pareció ni remotamente consiente de cuales eran mis verdaderas intenciones.

    Sumado al montón de cosas raras que me caracterizaban, tampoco era muy adepta al género romance, catástrofe, o lo que sea que te hiciera llorar de forma penosa a mitad de una película.
    Pero necesitaba un incentivo. Un empujoncito tecnológico que amenizara el ambiente, mientras todo se daba a mi favor.

    Error Fatal.
    No caí en cuenta a tiempo, de lo tan anti-romántico y distractor que resulta ser la televisión.

    ¡Da la vuelta! — gritaba Jake al protagonista — ¡¿Por qué no da la vuelta?! Si se voltea encontraría la carta y sabría que ella nunca... Ey, ¿estás llorando? Vamos cariño, es sólo una película. No es real.

    Jacob iba atrapando con besos las lágrimas que tontamente se me escaparon, mientras se echaba a reír.

    Bueno, al menos sirvió para capturar nuevamente su atención.

    Me levanté de sus piernas, ofreciéndole mi mano para guiarlo hasta la habitación.

    Me la cogió, incorporándose del suelo, para seguirme sin protestar.

    No parecía encontrarle la malicia a eso, tampoco.

    Rodeó mi cintura desde atrás con sus ardientes brazos cuando entramos al dormitorio, y yo me regodeé de orgullo al escuchar los acelerados latidos de su corazón.

    ¡Bingo!

    Doy la vuelta, le beso tierna pero seductoramente en los delirantes labios.

    Ya regreso — digo en un falso tono de voz despreocupado, mientras me zafaba.

    Él se quedó observándome, como yo esperaba que hiciera.

    Tomo lo necesario para darme una ducha -Jake no me quitaba los ojos de encima- y entonces,(muy lento) camino hacia el baño con el "siempre efectivo" movimiento femenino de caderas.

    No sé cómo no pudo notarlo.
    El mensaje fue bastante obvio, en realidad.

    Casi me sentí el astuto felino depredador.
    Igual a los que salen en "Animal Planet".

    Al asecho, oculto tras la paja seca de la sabana.

    Indetectable.

    Ingeniando una infalible estrategia para comerse al inocente lobo que aguardaba despreocupado en el dormitorio.
    Ignorante de que estaba siendo cazado, mientras yo acondicionaba el momento para saltar sobre él.

    Más bien como una planta carnívora.
    Atrayendo a su presa con dulces carnadas.
    Aparentemente inofensiva.

    Esperé a que me siguiera.

    No lo hizo.

    Cuál fue mi sorpresa (decepción) que al salir del baño, la inocente presa se hallaba rendida, de largo a largo, durmiendo plácidamente.
    El control remoto en su mano izquierda, y un escandaloso partido narrado por ESPN en el televisor.

    Suspiré.

    Bueno, que no se diga que no lo intenté.

    Apagué la tv. Me acomodé a su lado como la pieza que encaja perfectamente en su lugar.
    El respiró profundo antes de murmurar mi nombre, y estirar su brazo sobre mi cintura para apretarme a su torso.

    Adoctrinada con su maravillosa temperatura desde pequeña, no tardé mucho en ceder al sueño profundo.

    Antes de cerrar los ojos me fue imposible no pensar en Nahuel, y en todo el alboroto.

    Me prometí llamarlo al día siguiente, antes de caer en la inconciencia.

    ¿Así que no está en condiciones? — refuté furiosa, en la mañana.

    Con esta, iban cuatro las veces que llamaba a la mansión, aferrada a la tonta esperanza de poder hablar con Nahuel.

    Del mismo modo que las otras veces, el solicitado se resistía a tomar el teléfono, y responder mi inocente petición para calmar mi ansiedad irrefrenable.

    Parecía obvio que se ocultaba, intentando evadirme.

    ¡Egoísta! ¡Mal amigo! — pensé.

    Aun así no fui lo suficientemente valiente, como para mandárselo a decir con mi abuelo por teléfono.

    Cielo, resulta que está herido — se explicaba Carlisle con dulzura — Hay cosas que se le dificulta realizar.

    ¿Como tomar el teléfono? — bufé — Está bien, abuelo, sólo... mejor no le digas que he llamado. Pienso que eso me hará sentir menos estúpida

    Princesa, por favor. Ésta situación es bastante dura para todos, y sé que para ti también lo es — paró de hablar durante un breve momento — Estoy seguro de que es el mismo caso para él.

    Lo pensé.

    Me gustaría que intentaras llevar todo con calma, cielito —prosiguió — Te prometo que llamaré si ocurre cualquier novedad.

    No tengo idea de por qué Nahuel me evitaba de esta forma, pero bastaba para hacerme sentir peor.

    Jacob se encontraba despierto desde hace unas horas.
    Esperaba paciente apoyado sobre su codo a lo largo de la cama, mientras terminaba mi berrinche malcriado por teléfono.
    Luego me acompañaría a cazar, aunque no tenía hambre... o sed.
    Se lo mencioné, y aun así insistió en llevarme.

    Estaba atento a cada palabra que hablaba; acostado a mi lado durante la llamada, con expresión pensativa en su bello rostro.

    A pesar de que se callaba los comentarios violentos que seguramente gobernaban su loca cabecita, la oscuridad de sus ojos lo ponía al descubierto.

    No puedo evitar sentirme como "perro de millonario" al que se saca a pasear, antes de encerrarlo nuevamente en su casa —refunfuñaba al terminar la cacería.

    Llevaba todo el día haciéndolo.
    Pienso que el egoísmo de Nahuel me puso de pésimo humor.

    Con la diferencia de que ni siquiera tengo mi propia casa —concluí áspera.

    Logré alimentarme del león de montaña escondido en Neah Bay, que azotó -hasta hoy- a la reserva Makah.

    Pensé que la sensación de bienestar por la buena acción aliviaría mi irritación, pero el aburrimiento de cazar presas fáciles y premeditadas sacaba lo peor de mí.
    Sumado a eso, Jacob se rehusó a cazar conmigo.
    Se apoyó cómodamente sobre un árbol cruzado de brazos, con la excusa barata de que le divertía verme casar.
    Resoplé obstinada.

    Tú te sientes como un perro — Jacob repitió — ¿Es en serio? ¿Intentas ser sarcástica, o algo?

    Jake...

    Ok — colocó los ojos en blanco — Busquemos algo divertido que hacer... umm... ¿Qué te parece si nos dejamos caer por la casa de Charlie?

    Pongo mala cara.
    La sugerencia no parecía complacer mi sentimiento libertino.

    Ni se te ocurra mostrarle a Charlie esa mueca — apuntó — Le romperás el corazón y luego se enfadara contigo.

    Tal vez la idea de ir a ver a Charlie no sea tan mala.

    Ok — accedo quejumbrosa.

    Jacob rió del tono berrinchudo que impregnó mi voz, haciéndome reír, también.

    Con Jake era imposible seguir de mal genio.
    Jacob Black, y su maravilloso hechizo.

    Antes de salir del corazón del bosque que bordea la casa de Charlie, escuchamos la inconfundible voz de Renée.

    Estupendo. Renée.
    Sabía que venir sería mala idea.

    Me tensé por instinto, sin dejar de avanzar hacia la casa.
    Jacob tampoco vaciló en su paso, tirando de mi mano mientras caminamos.

    Agradecí internamente que Jake fuese tan rebelde e irresponsable como yo en este caso.
    Los ánimos que cargaba hoy, no apuntan a mantener de pie la montaña de mentiras de la que nos hicimos esclavos.

    Bella, cariño, abrígate bien, ¿quieres? — se escuchaba desde adentro — Estás tan fría que parece que te duchas con hielo en vez de agua caliente.

    Jacob se carcajeó a todo pulmón, en pleno bosque.
    Casi río con él.

    Y yo que pensé que la única que se las ingeniaba por mentir era yo.

    No te angusties, mamá. Estoy bien — escuché a mi madre contestar, a pocos kilómetros de la casa.

    Pobre Bella.
    Solía incomodarme todo este asunto de engañar a Renée, pero nunca me detuve a pensar en lo difícil que se les hacía a mis padres la convivencia.

    No puedo creer que te descuidaras tanto — continuó Renée ignorando los intentos de su hija por calmarla — No es como si lucieras mal, en realidad... bueno... apenas puedo ver algo de mi Bella, ¡Estas bellísima! — admitió confusa — Es decir, siempre fuiste muy linda, pero ahora... — parecía no tener las palabras para terminar la oración — Tal vez Esme tenga razón y sean esos spa de lujo a los que asistes con sus hijas.

    Pobre Renée.

    La puerta de la entrada estaba abierta, así que pasamos sin anunciarnos, en vez de tocar el timbre.

    Renée y mi madre se encontraban sentadas en el sillón del salón.

    Apuesto a que se debe a toda esa ropa cara — espetó Jake, al entrar.

    Me pareció ver que Bella suspiró de alivio al vernos llegar.

    ¡Chicos!— saludó cantarina Renée, antes de desviar la mirada a la unión de nuestras manos.

    A Sue no le fue indiferente el alboroto, y asomó la cabeza por el arco de la cocina al escuchar el saludo.
    Su lacio cabello negro lanzaba destellos azules gracias al sol que entraba por la ventana.

    Adoraba desde niña ese efecto en su cabello mágico.

    Hola, Renée — dijo Jake, con su característica felicidad

    No me atreví a saludar por temor, o un instinto que empecé a adquirir al estar frente a Renée, desde que comenzó todo el dichoso "juego macabro"

    Sue pareció leerme el pensamiento, puesto que me hizo señas para que subiera al primer piso a ocultarme en el dormitorio.

    — Me alegra que llegaran — continuó Renée efusiva — Existe tanta gente en esta familia, que puedo distraerme con facilidad.

    Me escabullí temerosa por la esquina del salón, subiendo apresurada las escaleras.

    Renée me miró de reojo, preguntándose, quizá, por qué razón la evadía; mientras que mi madre se mordía el labio, inquieta de no poder atenderme en lo que sea que me perturbara.

    Le doy un rápido guiño de ojos a Bella para tranquilizarla, al tiempo que subo.
    Ella me sonrió.

    No pude hacer nada por Renée.

    Me sentí horrible de no encontrar la forma de explicarle mis motivos para actuar tan extraño con ella.
    Que mas quisiera yo, que poder compartir con Renée cada preciado segundo de su efímera vida humana.

    — Bella y Edward me contaron que estas saliendo con la hija de Charlie, Jacob — susurró Renée.

    Ignoraba el alcance de nuestros oídos.

    Me detuve frente a la puerta de la habitación.

    — Tienes mucha suerte — continuó — ¡Ella es tan hermosa! Imagino que existen muchos esperando a que cometas un error.

    Ahogué con mi mano la carcajada que se me escapó, mientras cruzaba la puerta.
    Seguí escuchando.

    — Seguro — se escuchó como si Jake sonriera — Pero no te inquietes, Renée, la tengo bajo amenaza por si se le ocurre abandonarme.

    Roleé los ojos, en tanto se me escapaba otra risita.

    Estaba conciente de que Jake podía escucharme.

    Renée estalló en carcajadas contagiosas.

    — Debo confesar que una de las razones por las que deseaba venir era para conocerte, Jacob — declaró con tono serio — Moría de curiosidad por ver en persona a ese gran hombre incondicional del que me hablaba Bella. Eres casi una leyenda.

    "Una leyenda"
    Que irónico.

    Renée daba en el clavo, sin tener idea de lo cerca que se hallaba de la verdad.

    — Jacob, ¿podrías buscar el correo? — interrumpió Sue, desde algún lugar de abajo — Pensé que podría traerlo yo misma, pero temo que no me desocuparé en un rato.

    — Claro — Jacob se escuchaba más serio que antes.

    ¿Qué le ocurre?

    Antes de que pudiese bajar a averiguarlo, escuché el sonido de unos pasos subiendo las escaleras.

    Junto al caminar, unos olores.
    Respingué la nariz, en cuanto el fuerte olor a pimienta, sal, y demás condimentos de los espárragos, salmón y queso brie se acercaban al dormitorio.

    Sue me traía el almuerzo.

    Estornudé.

    — ¿Todo bien, tesorito? — demandó mi abuela, dejando la bandeja en el buró para atenderme.

    Me sentía satisfecha de la caza, pero no quise depreciarle la atención a la mujer que interpretó maravillosamente el papel que Renée ni siquiera supo que debía encarnar.

    — Sí, estoy bien. Sólo fue un estornudo — indiqué.

    Sus cejas se juntaron con mayor preocupación.

    Ok, "sólo un estornudo” -si eres un medio vampiro inmune a las enfermedades- no es tranquilizador.

    — Los condimentos — confesé apenada.

    Al menos Sue relajó su expresión.

    Detallo su vestimenta, notando que cargaba puesta la preciosa blusa negra "Fendi" que le obsequié en navidad, sobre sus jeans cómodos.
    Sostenía mechones de su hermoso cabello azabache con bisutería fina, que también le regalé.

    Extraño.

    Sue (a diferencia de Esme) no solía arreglarse tanto para un día común en la casa.
    Sonreí pícara.

    — ¿Qué? — demandó.

    — ¿Una cita con Charlie? — insinué, socarrona.

    Sue rió a carcajadas.

    — Tienes mi permiso para ir — bromeé — Parece ser un buen hombre, pero no llegues tarde ¿ok?

    Sue rió, de nuevo.

    — No es una cita. Bajaré a la reserva a una reunión del consejo — dijo, mientras se examinaba en el espejo del armario — Si quieres, puedes acompañarme. No es tan tedioso como parece ser.

    Me senté en el borde de la cama, intentando que la preocupación no se alzara a mis facciones.

    La perspectiva de encontrarme a Rachel en esa reunión, me daba pavor.

    Sue fijó su vista en mí a través del espejo, leyendo en mi expresión la incomodidad.

    — Bella nos acompañó una vez — repuso — La pasó muy bien, esa noche.

    La anécdota parecía ser de su agrado.

    — ¿De verdad? ¿Cuándo? — demandé curiosa.

    A pesar del trato amistoso que manteníamos con los quileute, no lograba imaginar a un vampiro participando en los rituales privados de un pueblo tan delicado y espiritual.

    Ocurrió hace tiempo. Cuando seguía siendo humana — respondió, girándose a verme — Jacob la invitó esa noche. Siempre fueron muy unidos — sonrió — Te sorprenderías de las cosas que conseguías hacer sin si quiera haber nacido.

    Me perdí en esa parte.

    — ¿Yo? — pregunté asombrada — No te entiendo.

    Sue se sentó en la esquina contraria de la cama de donde yo me encontraba

    Me acerqué a su lado, intuyendo que me relataría algo interesante.
    — ¿Qué tanto te han hablado de la imprimación? — pidió.

    Sólo que en cuanto yo nací... cuando me vio, él... ¿me amó? — parecía incapaz de explicarlo correctamente.

    Chistoso

    — Es mucho mas profundo que eso — sonrió — Verás, cada licántropo tiene su propio guardián. En ocasiones es necesario que este se manifieste, como en tu caso; y en otros no, como en el caso de Embry, Seth y todos los que no han sido imprimados.

    Debió notar mi cara de confusión, porque prosiguió sin esperar una confirmación de mi parte.

    — El lobo no escoge a su imprimada, cielo, ella decide presentarse para él.

    Me esforcé por comprender lo que me decía

    — Yo... lo escogí... ¿y no al revés?

    — Siempre estuvo destinado para ti — aseguró confiada — Esperando para ser feliz contigo.

    De repente, caí en cuenta de algo más.

    — ¿Sin otra opcion? — chillé horrorizada — ¿Cómo... cómo una obligación, o algo así?

    Mi corazón arrancó a latir incontrolable.
    Un frío grueso me traspasó el alma.

    — No Nessie, no es así — sujetó mis manos, con ternura — Él te ama, sólo que en su caso pasó desde el principio, desde siempre.

    — Pero estuve a punto de... no nacer — susurré concentrada en la teoría — Entonces, ¿él nunca hubiese amado, a nadie?

    Quizás sí — contestó pensativa — Pero no un amor natural, sería pasajero, y en el mejor de los casos, algo ineludible. Nada más que un compromiso — acarició mi mejilla — Él no estaría conciente, por supuesto, pero al menor indicio de tu existencia, aunque fuese en su último día de vida, sabría que todo el tiempo que vivió no fue feliz, porque sólo es feliz contigo.

    Nos mantuvimos en silencio, inmóviles durante unos minutos.

    Inspiré con fuerza.

    Entonces los gritos que Jake lanzaba desde el estudio, nos informaron que había vuelto.

    — ¡¿Cómo no viste eso?! — gritó, entre todo el bullicio del narrador de deporte — Oh vamos, ¡pasa el maldito balón!

    El escándalo hizo que regresara a la realidad.

    Por qué... ¿por qué nadie me habló de esto antes? — musité decepcionada.

    Sue acarició mi cabello.

    — No es su culpa, Nessie. Tal vez no lo sepan, tampoco.

    — ¿Ni siquiera Jake? — insistí.

    Ya sabes como es — arqueó una ceja — Se toma tan en serio todo esto, al igual que un niño — rió — Pero no puede ignorar los hechos. La compaginación al conocer a Bella no es casual, ellos apenas se recordaban. El modo en que se hicieron grandes amigos, la compañía incondicional... — la veracidad se impregnaba en su voz — Bella pasó por muchas adversidades, que otro amigo hubiese tomado por una señal para no estar juntos; pero Jacob no la abandonó, al contrario, siempre estuvo allí para ella. ¿Imaginas la razón?

    Por... ¿mí? — murmuré.

    Sonaba demasiado loco para creer.

    Necesitabas que estuviese cerca de ella, para que el día en que llegaras, Jacob estuviese ahí esperándote — continuó.

    Mi mente abandonó el cuerpo, perdiéndose en las palabras de Sue.

    Colgando de la fantasía.
    Caminando por el paso del arco iris, hacia la irrealidad.

    — Esto es... raro — declaré.

    Sue se echó a reír de mi expresión shockeada.

    — Ni que lo digas — agregó divertida.

    Tal vez el aroma humano de Bella que aun conservaba la habitación, hizo que el relato fuese más real.
    Escuchar las historias pasadas de mi madre en su antiguo dormitorio, se parecía a pasear en un museo de historia, mientras el guía te indicaba los acontecimientos de la época.

    Realmente mágico.

    Jamás hubiese podido imaginar ser la causante de esa conexión especial que existía y entrelazaba a estos grandes amigos.

    Me quedé un rato pensando en todo, después de que Sue bajó a la playa.

    ¿Y yo creí que mi amor por Jake era especial?

    Como si lo hubiese llamado en voz alta, percibí su olor acercándose al cuarto.

    Mi necesidad de amarlo dolía en mi corazón, al ser este órgano demasiado pequeño para tan incalculable amor.

    Bella catalogaba a su amigo como un sol.
    MI sol.

    Brillando con luz propia.
    Iluminando nuestras vidas con su calido encanto.

    Un ente que, en este instante, irradiaba calor a cada lugar de la habitación.

    Agradecí internamente ser esa fuerza magnética que ceñía la hermosa estrella al planeta.

    De otro modo, el mundo no tendría color, vida, sentido alguno, sin su presencia.

    Pálido.
    Frío.
    Muerto.

    Caminó sin vacilar hasta la cama.

    No perdí detalle de ninguno de sus movimientos.

    Se subió en silencio -cosa extraña-, sin dejar de mirarme.

    Me pregunté si él podía sentir el romance tan denso, casi palpable, que empapaba el ambiente.

    Acomodó tiernamente el mentón sobre mi rodilla.
    Subiendo y bajando la punta de sus dedos por la piel de mi pierna, consolándome.

    Recordé muy vago, como momentos antes me sentí nostálgica por la ida de Nahuel.
    Todos los berrinches que ocasioné, más las tonterías que reproché.

    Él pensaba que mi silencio significaba que seguía resentida por la partida de mi amigo, y no al proceso de asimilación por la información suministrada por Sue.

    Quise explicarle, pero temí no encontrar el modo correcto de contarle todo aquello.

    Lo miré a los ojos.

    Dios, ¡Jacob era tan hermoso!

    No hizo falta darle a conocer con palabras, los poderosos sentimientos que ardían dentro de mí sólo para él.
    Podía jurar que Jake lo sabía.

    Me sonrió con esa sonrisa suya que lograba colocar el mundo a sus pies, para luego besar mi rodilla con tanta devoción, que logró hacerme cerrar los ojos.

    Fue deslizando sus manos expertas por la longitud de mi pierna flexionada, expuesta gracias a los shorts de verano que cargaba.

    Bajó lentamente la cabeza, acariciando con su nariz la piel del muslo sin apartar sus manos.

    Lógicamente, mi cuerpo respondió a sus caricias con un estremecimiento.

    Sonrió con picardía, y luego mordió mi pierna.

    — No abuse, hombre lobo — jugueteé, frenándolo con mi pie sobre su pecho.

    Soltó una carcajada ahogada.

    Llamó su atención la tobillera de plata, que colgaba brillante sobre mi piel pálida.

    — Ellos si que son maniáticos con todo ¿cierto? — opinó indiferente, sin ánimos de ofender.

    Sostuvo el dije con el escudo Cullen, contemplándolo cerca de su cara.

    — ¿Lo dices por eso? Pensaba tatuarlo. Aquí — toco la parte inferior de mi pierna, justo en la garganta del pie — Pero Edward se puso renuente con el tema, negándose rotundamente a que grabara sobre mi piel. Igual, pienso que no funcionaria — me encojo de hombros — A menos que usaran una aguja muy fuerte. Por eso opté por el accesorio.

    Hizo un gesto de desaprobación.

    — Innecesario — bufó, sacudiendo la cabeza.

    Pues debería encantarte — sugerí — Ya sabes, usarás uno igual cuando seas un Cullen oficial.

    Se echo a reír.

    — Sí, claro — se burló entre risitas — Yo usando un logo chupasangre.

    — Te casarás con uno — apunté, con un deje mordaz.

    — Tú no cuentas como chupasangre para mí — discrepó.

    — Pensé que te gustaban los chupasangre — lo acusé con un falso puchero, retirando mi pierna de sus brazos.

    Él pico.

    — Oye, era una broma, Nessie. Claro que me gustan los chupasangre. ¡Yo AMO a los chupasangres!

    Sonreí maliciosa.

    — A Rose le fascinaría escucharte decir eso — presagié.

    Entorno los ojos, al tiempo en que se inclinaba sobre mí.
    Los ojos le brillaban de sagacidad.

    — Lástima que tú no lo repetirás — amenazó malévolo.

    Todo su musculoso cuerpo se hallaba sobre el mío.
    Se me escapó una risita nerviosa.

    — ¿Cuándo acordamos eso? — repliqué.

    No pasó medio segundo cuando nos llegó el aroma de mi madre.

    Por suerte debía aparentar una velocidad humana frente a Renée, razón por la cual pudimos acomodarnos antes de que ella cruzara la puerta.

    Me sorprendió que no la abriera de un golpe.
    Sin embargo, se detuvo en el marco, recorriendo la habitación con sus ojos, antes de posarlos sobre los dos.

    — Edward llamó — repuso al rato, intentando controlar la molestia en su voz aterciopelada.

    — Y ahora, ¿qué se le ofrece a "súper papá"? — bufó Jake.

    Lo amonesté con un manotazo.

    Bella lo ignoró.

    — Huilen llegó a la mansión — completó.



    ____

    Pido disculpas a los lectores de este fan por lo fastidiosamente largo del reciente capítulo.
    De verdad pensé en hacerlo más corto, pero las palabras fluían autónomas por mis manos, y luego no tuve el valor de mutilarlo.
    Prometo controlar mis arrebates locos la próxima vez.

    ¡Ah, sí!
    También está eso del “escudo Cullen”
    Sucede que se me ocurrió agregarlo, al igual que “la marca quileute” de Jake (Capítulos “IV” y “V”)
    De hecho, la iniciativa fue del director de SummitEntertainment, gracias a alguna sugerencias de Peter Facinelli, no mía.

    Besitos navideños.​
     
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  2.  
    Moliry

    Moliry Fanático

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    Amiga, vine a hacerle un repaso a tu historia y veo que mi comentario no se subió. Lo hice hace mucho, creo que hubo una falla al hacerlo por mi cel, ya ni recuerdo lo que te puse, pero sube CAP y comento, es que ahora de Nvo estoy desde mi cel y no es cómodo para leer. Tqmmm, no tardes preciosa x fís.
     
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  3.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

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    ¿Por qué no se publicó?
    Que chimbo.
    Bueno, igual gracias por el intento, y por seguir leyendo.

    Cualquier cosa gritas.
    Jajaja.
    No mentira, quise decir que cualquier acotación sobre el fan será bien recibida.

    Besitos.
    I love you.
     
  4.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Capítulo XXVII: Contradicción.
    (Renesmee)

    — Desde el momento en que Nahuel me pidió regresar a ver a la niña aquí, pensé en visitar las reservas indias que sabía se encontraban en Washington — relataba Huilen.

    Todos nos hallamos distribuidos en diferentes lugares del salón principal de la mansión.

    Jacob, después del aviso de Bella, aprovechó la reunión del consejo a la que Sue asistió, para anunciar la reaparición repentina de Huilen.

    No es el primer territorio de nativos americanos con el que he tenido contacto. Visité hace seis años Oregon, la costa de Alaska y otras partes de la zona noroeste — Huilen continuó su versión — No pido que entiendan mi proceder. No debí retar de ese modo mi naturaleza.

    Suspiré aburrida, desde el sofá.
    No podía quitarme la rabia de que por su culpa, Nahuel se iría injustamente.

    De nada valen ya las tontas excusas.
    Suena cruel, pero no deja de ser cierto por eso.

    Emmett rió de mi malcriadez.

    Los ojos de Huilen se fueron sobre Emm, antes de encontrarse con los míos.
    Parecía más nerviosa que antes.

    Nadie hará prejuicios, Huilen — habló mi abuelo — Continúa, por favor.

    Esme la alentó con una sonrisa amable.

    Fue la única que sonrió.

    Cuando vinimos aquí la primera vez... cuando conocimos a Kachiri, sentí la curiosidad de visitar otras culturas indias. Quise compartir las similitudes y diferencias. Lo hice — desvió la mirada hacia el altillo donde se encontraba el piano de cola —. No me fue tan mal al principio. Incluso algunos nativos me rodeaban de votivas cuando descubrían la símil entre su dios murciélago y mi naturaleza. Nazcas, Timoto-cuicas, Chinook... no parecía tan mala idea conocer, también a los Quileute.

    Eché una ojeada a los rostros de todos.

    ¿Sería yo la única impaciente por que terminara?

    Me pareció sorprendente la destreza que mostraban en cada actividad diaria — explicó de repente más animada — La pesca de ballenas y focas, el tallado, las grandes barcas, las casas... Les pedí que me dejaran quedarme — el ánimo se esfumó de su expresión — Nunca debí pedirles eso.

    Resoplé cansada de la mala imitación del “show de Oprah Winfrey”.

    Huilen giró su rostro hacia mí con timidez.

    Esta vez, Bella apretó mi mano en reprimenda.

    Muchos sabían lo que realmente era — prosiguió — Ellos tienen leyendas acerca de nuestra raza, pero me concedieron la estadía porque alguien les informó que me quedaba con ustedes.

    Me rechinaron los dientes.

    ¡Vaya manera de agradecer!

    Mi error fue llevar al límite mi alimentación — se culpó — Les prometí cazar lejos de su territorio, y al estar absorta en cada experiencia nueva, olvidé hacerlo.

    Es imposible "olvidar" el ardor en tu garganta — bufó Rosalie, usando sus propias palabras.

    Rose... — Carlisle musitó.

    Cierto. Fue más un descuido, que otra cosa — aceptó la acusada.

    Siseé obstinada.

    Mi padre carraspeó en advertencia.

    Ok. Intentaré controlar mi mal genio.

    — Mentí al decirles que me iba a Baltimore — confesó — Fue la idea original, pero aproveché el improvisto para ocultarme en la reserva, sin ser detectada por ninguno de ustedes — miró de soslayo de Alice a Edward — Utilicé las lagunas, porque sabía que no lo aprobarían.

    ¿Nahuel lo sabía? — demandó Bella.

    Huilen alzó la vista, en cuanto notó el tono afilado en la voz de mi madre.

    No — contestó Edward, por ella.

    Agradecí que mi padre fuese capaz de leer su mente.
    De esa manera estaríamos seguros de que no nos mentía, nuevamente.

    Allá afuera, se escuchó el trote dinámico de mi novio cada vez más próximo.

    Todos lo notamos.

    Me erguí en el sofá por instinto.
    Como si la aproximación de Jacob, lanzara descargas de energía a mi cuerpo.

    Habló con sus mayores — transmitió mi padre — Viene a informarnos su veredicto.

    Carlisle asintió diplomático.

    Huilen retrocedió asustada lejos de la puerta, mientras que Jas no le quitaba los ojos de encima.
    Atento a cada emoción, consecuencia de sus actos.

    El sonido de pasos sobre el fango, convirtió a Jacob en el nuevo centro de atención.

    Ya está aquí — suspiró maternal, Esme.

    Como si en vez de un indestructible hombre lobo, se tratara de su pequeño hijo adolecente.

    Jake cruzó las puertas dobles, deteniéndose en el marco.
    Su camiseta blanca venia empapada de lluvia, por lo tanto se adhería a su musculoso cuerpo.

    Pasó sus manos de atrás hacia adelante por su cabello mojado, ignorando las miradas de todos mientras buscaba la mía.

    Sonrió un poco al toparse con mi escrutinio, luego su rostro se endureció por la seriedad del asunto.

    — Entiendo — Edward comentó — Eso parece ser lo más prudente. Gracias, Jacob.

    Todos aguardamos la explicación.

    — ¿Qué ocurre? — protestó Emm.

    — Jacob... — insitó mi abuelo.

    Esme suspiró como una costumbre humana.

    Jake caminó, hasta tomar asiento a mi lado.

    Rose gruñó de disgusto, al tiempo en que Alice elevaba los ojos al cielo, por el rastro lodoso que dejo sobre la alfombra al andar.

    — Hablé con Sam, Quil, papá, y Sue — iba marcando las palabras con su innata autoridad — Tardé mucho para conseguir que pudiesen escucharme, y eso que no entré en detalles. Dicen que ella es nuestra, porque mató en nuestro territorio — se encogió de hombros — Sam salió con que debíamos vengar la muerte de los chicos. Condenarla por lo que hizo. Al final llegamos a un acuerdo — se detuvo para clavarle una mirada a Edward.

    Intuí que le suministraba los pormenores.

    Huilen esperó aterrada por su sentencia.

    — Deberán irse — dictaminó finalmente — Ambos. Si percibimos cualquier signo que nos indique que han vuelto, da lo mismo en que lugar de la península sea, entonces...

    No hizo falta que terminara la amenaza.
    Todos conocemos los puntos clave del tratado.

    Tragué saliva ruidosamente, horrorizada por la advertencia.

    Jacob giró su rostro hacia mí con ansiedad.

    ¿De verdad fui tan ingenua para creer, que todo terminaría en un ficticio final feliz?

    Sentí los ojos de mi familia clavados en mi espalda, mientras subía la escalera de caracol.

    No sabría decir que buscaba exactamente.
    Nahuel, por mandato obligatorio de mi abuelo, se encontraba cazando en el bosque para una efectiva recuperación.


    Según el diagnostico de Carlisle, nuestra raza posee un conveniente aguanté físico. Casi como un recién converso.
    La caliente sangre humana que corre por nuestras venas gélidas, nos proporcionaba mayor fuerza y resistencia que un vampiro común.

    Por ese motivo, Nahuel no se encontraba defendiendo vehemente a su pariente, en el juicio improvisado que le realizábamos a Huilen.
    Tampoco estaría esperándome en el cuarto que mis padres cedieron en la mansión.

    De todas formas, irrumpí indebidamente en su habitación.
    Despidiéndome de su olor, ya que a Nahuel no podía verlo.

    Cada cosa llevaba su sello personal.

    No sólo los colores que Alice escogió para la decoración, ni sus pertenencias obsesivamente acomodadas por la estancia.

    Se debía más a esos minúsculos detalles que no tomamos en cuenta a la primera, pero que definen la permanencia y estadía de una persona.

    Su costumbre de dejar un libro a medio cerrar. La colcha tendida ordenadamente sobre la cama. Ni una arruga.
    Las maletas hechas con anticipación, resaltando su premeditado modo de ser.
    El enorme ventanal abierto, para apreciar mejor el sol al amanecer.

    En una ocasión comentó que le gustaba observar el alba, hasta que le lloraran los ojos.
    Dijo que lo hacía sentirse más humano.

    Sonreí con tristeza al reproducir su voz en mi mente.
    No volvería a escucharla nunca más.

    Un olor me llegó desde la puerta.

    — Hablaré con Nahuel. Le pediré que se quede — musitó Huilen a mi espalda — No tiene por qué pagar por mis errores.

    ¡¿Por qué no simplemente me dejaba en paz?!

    La ignoré, en tanto salía del dormitorio.

    — Siento mucho todo lo que pasó — farfulló arrepentida — Nunca quise ocasionarles problemas.

    ¿Le pedí una disculpa, en algún momento?

    No quiero, ni me hacen falta sus excusas.

    Me detuve por decencia, en contra de mi voluntad.

    — Yo lo siento más — mascullé.

    ¿Suficiente? ¿Terminamos con los momentos desagradables?

    — Pire me hizo prometer que lo cuidaría — prosiguió para si misma — Eso hice. Cuanto pude, pero jamás logré quitar de su corazón esa sombra oscura que provoca el mortífero rencor que siente hacia a Joham.

    Volteé a mirarla con rapidez, de forma instintiva.

    Ella caminó hasta el centro del cuarto, al saber que ya tenía mi atención.

    — Nunca fue feliz — susurró triste — Bastó unas semanas aquí, para que eso cambiara. Él es diferente, ahora. No quiero que eso acabe, y menos por mi culpa.

    — Ya le pedí que se quedara. No funcionó — confesé resignada — Lo hace para protegerla.

    Huilen sacudió la cabeza.

    — Te equivocas, niña — discrepó — Esto lo hace por ti.

    Ella tenía razón.
    Él me lo dijo.

    Traté de no sonar como si quisiera guindarme a llorar.

    — Tal vez sea lo mejor para todos — musité.

    Fracasé.
    La voz se me rompió al hablar.

    Huilen asintió sin verme.

    — Es sabio que todo tome su curso — estuvo de acuerdo.

    Di media vuelta abruptamente, para no desarmarme en aquella habitación.
    En medio segundo, ya me encontré desorientada dando tumbos por el jardín.

    — ¡Ey, Ness! — gritó Jacob, saliendo de la mansión.

    Volteé a mirarlo.

    — ¿Nessie? — arrugó la frente mientras me observaba.

    Retiré la mirada con melancolía, mientras escuché como Jacob cruzaba el espacio que nos separaba en grandes zancadas.

    — ¿Qué ocurre? — demandó frunciendo el ceño.

    Se colocó frente a mí frenético.
    Examinó mi cuerpo con sus manos en busca de una herida física, cuando en realidad, el dolor me torturaba desde adentro.

    — Me estás asustando, cariño. Dime que te ocurre — suplicó.

    Sin poder controlarlo, comencé a sollozar.

    — No puedo culparlo — musité al fin — Él va en busca de su propia felicidad, y yo no puedo negárselo.

    Jacob esperó silencioso a que continuara.

    — Lo que somos — dije señalándome — No es algo fácil de aceptar. Seres extraños entre los seres que ya son extraños.

    — Nessie, tú no...

    Sacudí la cabeza, sin dejarlo terminar.

    — Para los hombres lobo no cuento como un vampiro, y para personas como Rachel no estoy más lejos de ser un humano — proseguí — Para los vampiros soy una amenaza y para Renée...

    Las lágrimas comenzaron a desbordarse por mis ojos.

    El rostro de Jacob se transformó en la pura agonía.

    — ¡Preciosa, no!.. Nessie tú no... … — se ahogó por conseguir que decir.

    — ¿Cómo le dices a alguien lo que eres, si ni siquiera tú lo sabes? — sollocé — Es decir, podrías empezar con: ¡Oye! Soy un vampiro, o ¡Mira! Soy un licántropo, pero, ¿qué podría decir yo?

    Jacob buscó con autoridad mi mirada, tomándome de los hombros.

    — Escucha, Ness...

    — Huilen es la única que lo conoce bien — llorisqueé de oídos sordos — Es lógico que prefiriera irse con ella. En cambio yo perderé a mi igual. Regresaré a ser la única que no encaja en todo esto.

    Jacob permaneció callado y pensativo, estudiando lo que decía.
    Se limitó a mirarme por un rato, para luego rodearme con sus brazos.

    No hizo falta explicar nada más.
    Él no me pidió que lo hiciera, tampoco.

    Empezó a oscurecerse el cielo, dejando pocos espacios luminosos entre las montañas.

    Durante los minutos que nos mantuvimos callados, Jacob me apretó con fuerza a su cuerpo, ahogando mi estúpido llanto en su pecho.

    Sus brazos de hierro me aprisionaron un poco, pero no me importó.
    Lo necesitaba.

    — Todo va a salir bien, cariño — susurró con ternura, acariciando mi espalda — Siempre estaré contigo.

    Los sollozos fueron perdiendo intensidad, hasta que respiré hondo controlando mi ataque depresivo.

    Aparté mi rostro un poco, sin poder mirarle.
    No podía verlo.
    No después de semejante show.

    Me quedé viendo la costura fina de su camisa blanca.
    Él pasó sus dedos tibios sobre mis mejillas húmedas, para después enredarlos en mi cabello.

    Lo miré de soslayo.
    Me observaba sin decir una sola palabra.
    Sus ojos negros reflejaban una mezcla ácida de rabia y desesperación.

    Volteé hacia otro lado.
    No cabía de vergüenza.

    Tragué saliva, buscando aliviar el nudo en mi garganta.
    Él suspiró.

    — ¿Lo sacaste todo? — susurró aparentemente tranquilo.

    Le costaba respirar con normalidad.

    Asentí, como una soberana desvergonzada.

    — Eso es, cariño — me animó, con voz de consuelo, sin dejar de acariciarme.

    Imaginé que no tenía que escuchar como le rechinaban los dientes, ni como se le quebraba la voz al final.

    Entonces, me condujo con delicadeza hasta donde se encontraba el auto. Abrió la puerta del copiloto, y después de haberme acomodado allí, se subió en asiento frente al volante.

    Recobré el control de regreso al hotel.
    Me mantuve callada durante todo el trayecto, gracias a que no conseguía en mi cerebro el interruptor que me ayudara a apagar mi tristeza.

    Pude escuchar el sonido frenético de su maltratado corazón, por causa de mi desfachatez.

    ¿Cómo era que continuaba haciéndole mas daño, cada vez?

    ¿Llorar en sus brazos por el abandono de otro hombre?

    Definitivamente, no conocía límites.

    Al llegar al hotel pensé que me dejaría, para irse luego de regreso a Forks.
    Erré en mi suposición.

    Entró junto a mí en el ascensor, sacó de mi bolso la tarjeta para introducirla en el tablero de control, y en la puerta de la suite.

    Me arrastré directo hasta el sofá-cama.
    No me atreví a levantar la vista para verlo, así que no sé que aspecto tenía su cara.

    Me sentía un monstruo.
    El peor de todos.

    No como el Ness de Escocia.
    Mucho más horrendo y desalmado.
    Sangriento. Venenoso.

    Pensé en el hecho de que nunca conseguiría hacer nada lo suficientemente bueno como para merecer a Jacob.
    Por el contrario el se había ganado el cielo. Cada premio, u objeto de valor que quisiera. TODO.
    Él era perfecto.

    ¿Y si caía en cuenta de mi egoísmo, y decidía abandonarme?


    El pánico congeló cada uno de los músculos de mi cuerpo.
    Los pasos de Jacob en la estancia le hacían eco a mi paranoia, así que no me detuve a pensar si se alejaba o se acercaba, y de igual modo levanté la cabeza repentinamente, dispuesta a arrodillarme si fuese necesario.

    — Quédate conmigo — supliqué, viéndolo a los ojos — Por favor, no me dejes.

    Jacob no vaciló en cruzar el espacio que nos separaba, mirándome con tanto aplomo que podía decirse que leía mi mente.

    Se dejó caer frente a mí, para quedar a mi altura.
    Me aferré de sus hombros anchos como buscando un soporte, siempre con la mirada puerta en sus encantadores ojos.

    Fortificándome.
    Proporcionándome una salida.

    — Nací para estar a tu lado, siempre — declaró con absoluta veracidad en su voz, y un brillo seductor en la mirada.

    Sonó tan seguro y firme, que se me hizo imposible volver a temer.

    Me suspendí mirando embelezada sus gruesos labios, durante un largo rato.

    Jacob no apartaba su mirada de mis ojos, y su respiración se hizo cada vez mas trabajosa.

    De repente, fui perdiendo autoridad sobre mi cuerpo.
    Mis manos se pasearon solas por sus hombros, bajando por su pecho perfecto.
    Sus pectorales.
    Los músculos de su vientre.
    Lo sentí estremecerse contra mis dedos.

    Mi corazón arrancó a gritar incontrolable, emocionado.

    — Te necesito — conseguí articular.

    No logré decir nada más.

    Cual bálsamo milagroso, los labios de Jacob fueron la cura a todos mis males.

    Rozando mis ojos, la mandíbula, mi boca, de nuevo mi rostro.
    Sanando cada herida, limpiando mi rostro que hace rato estuvo bañado en lágrimas.

    Conduje sus labios hasta los míos, con velocidad y violencia.

    Necesitaba de él.
    TODO de él.
    No pude aguantarme.

    Debí sentir vergüenza de los jadeos alocados que salían de mi garganta, entre tanto nos tumbábamos en el sofá.

    No tuve tiempo de pensar en eso siquiera.

    Además el susurro de mi nombre en su boca, una y otra vez al igual que un cántico devoto, compaginaba a mi desordenada respiración.

    Como ya lo comprobé en otras ocasiones, en el preciso instante en que me dejé caer en el delicioso juego de sus ardientes besos, me hundió en la descarga energética que me arrastro a ser su esclava.

    Casi pude escuchar como todas las neuronas de mi cerebro abandonaban sus quehaceres para darle rienda suelta a mis feroces instintos.

    Sonidos sordos, muy lejanos al mundo apasionado en el que ahora volaba, hacían eco por toda la suite.

    Golpes secos en la pared, madera arrastrada bruscamente por el piso.
    (Algo en mi cerebro me hizo saber que se trataba de la mesita del salón).
    El quiebre escandaloso del cristal en el piso.

    Uy, de verdad me gustaba el jarrón que adornaba el mini bar del pasillo.

    La prueba febril de su amor gemido por su boca, entre cada beso.
    Imágenes nuestras llenando su cabeza, suministradas por mi debilitada conciencia.

    Lo que iba quedando de ella

    Mis uñas rasgando en pedazos su ropa, hasta arañarle la piel.
    No supe de que modo fue desapareciendo la mía.
    Igual lo agradecí.

    Ninguna otra cosa tuvo importancia para mi, desde el glorioso momento en que le otorgaron el magnifico cuerpo de Jacob a mis brazos.

    Dónde nos encontrábamos, qué hora era, como seguíamos respirando, de que nos apoyábamos.

    ¿Enemigos naturales?
    ¿Creados para odiarse y repelerse por puro instinto?
    ¿De verdad, sería eso cierto?

    Los olores... Los ambiguos mecanismos de defensa... Los propósitos para el cual fuimos hechos.

    ¿Diseñados para matarse unos con otros?
    ¿Imposibles de coexistir?

    A mí no me parecía.

    No es que tuviese alguna duda sobre esto en otro momento, pero de seguro que si lo hubiese considerado, se quebrantaría ante mis ojos en este mismo instante.

    ¿Que todas las leyendas son ciertas?

    Desearía que me lo preguntaran ahora.

    No cabían estúpidos argumentos que pudiesen contra la verdad absoluta que experimentaba en este instante.

    Un vampiro.
    Un extraordinario licántropo.

    Compenetrandose con cada célula de su genética. Entregados a un sentimiento puro, sin fallas, ni bajas de ninguno de los bandos.
    Liberándose de prejuicios inválidos.
    Encajando naturalmente en su propio mundo.
    Perfectamente acoplados.
    Hechos el uno para el otro.

    No. Ellos debían estar equivocados.

    Él me pertenecía, y yo definitivamente fui creada a su medida.

    ¿De verdad, creí que conocía a Jacob?

    Completamente absurdo.

    Todas las cosas que se podían pedir de un hombre, se reunían en Jacob.

    Sencillamente indescriptible.

    Imposible de explicar con burdas palabras mundanas.

    Insuperable en todos los sentidos.

    Allá, muy en el fondo del bagazo de mi conciencia, sentí vergüenza de que los huéspedes de las demás habitaciones, oyentes del derroche pasional que protagonizábamos, fuesen testigos de nuestro "íntimo" encuentro.

    Luego, al igual que todo lo otro, dejó de importarme.

    Pensé en más de una ocasión que esto no podía ser real.

    A un ser vivo no se le podía permitir sentir tanto placer en este mundo, y dejarlo impune.
    Más si se trataba de una criatura excepcionalmente perfecta, como la que ahora me pertenecía.

    Jacob tenía que ser resguardado en algún lugar celeste.
    Censurado.
    Ilegal.
    Prohibido.

    Disfrutar de la entrega de una persona tan maravillosa debía ser un pecado.
    Profano.

    Algo así como maltratar a un niño, matar a un animalito indiscriminadamente o golpear a un anciano.

    No.
    Esto era peor.
    Más pecaminoso.
    Mucho más delicado.

    ¿Debía estar arrepentida?
    Porque no sentía deseos de estarlo en ningún momento.

    Sonreí internamente con malicia.

    Yo era el demonio que ensuciaba dichosa cada rincón de su piel angelada.

    Le busqué con la vista en el momento en que bajé al mundo real.
    Me miraba fijamente.
    Sus ojos negros me contemplaban con efusiva sorpresa, y algo más.
    Si no fuese porque también lo sentía, no habría dado con la palabra correcta.

    El me veía con devoción.
    Con un poderoso amor impronunciable.

    — Lo sé — aseguré leyendo cada pensamiento suyo, a través de sus ojos.

    Me miró con fijeza, mientras empezaba a sonreír.

    Ya nada sería igual que antes.
    Desde ahora, todo sería mucho mejor.
     
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  5.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

    Libra
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    NO hay nada que criticar por eso no comento, pero me facina la historia y la seguire hasta el final...

    Un Beso...
     
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  6.  
    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Amiga, que capítulo! Sobre todo que final! Amé ese final apasionado, sensible, de wow!
    La tía de Nahuel por fin aparece, y espero que se arregle las cosas, no se sí a nahuel no irse sea algo bueno, sólo que si siento feo que deje a Ness y más por los motivos que ella dice que le guta tenerlo cerca, y es cierto, es el único que la entiende, que es físicamente como ella. Ojalá que Nessie no se siga sintiendo mal por ser diferente, que entienda que en su caso no es un defecto, sino una virtud, que el ser única lo hace especial y fascinante, así es como es, ojalá se dé cuenta, y más porque Jc la pasa mal que su amor se sienta de esa forma. Muchas gracias por el capítulo, tengo muchas ganas de saber par donde va la historia, de que tratara el fanfic, quiero saber más !!! T quiero!!!
    Kiss XD
     
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  7.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    !!Hi, Ana!!
    No me abandones, ¿sí?
    Ok, ok. Estoy al tanto de lo melodramático que sonó eso, pero aunque no critiques quisiera oírte... o leerte... bueno, tú entiendes.
    Besitos carnavalescos.


    Moliry querida, gracias a ti por leer.
    Esperemos que Ness se calme, o quién sabe, que alguien más la calme. Pero... ¿será esto lo más grave que pueda acontecerle a Ness?
    Umm... Mientras tanto, disfrutemos de "cosas del amor, cosas de la vida..."
    Jajaja. Nos leemos.
    Besitos.
     
  8.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    13 Febrero 2012
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Fuerza de atracción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    38
     
    Palabras:
    5122
    Capítulo XXVIII: Suena raro cuando lo dices así, pero... ¡Soy el hombre lobo mas feliz del mundo, gracias a un vampiro!
    (Jacob)

    ¿Conseguiría describir con palabras mi estado de ánimo actual?

    ¿Alguien más lo sintió alguna vez, o sería yo él único hombre INIMITABLE e INCONTROLABLEMENTE feliz sobre todo los mundos existentes?

    Llené mis pulmones de aire, como si no hubiese respirado en semanas.

    Todo olía a ella.

    Ella.
    Durmiendo a mi lado.
    Yo no conseguí hacerlo.
    No con semejante obsequio en mis brazos.

    Como el niño que sacrifica el sueño, para esperar a Santa la noche de navidad.

    Ella era mucho más que eso.
    Más preciado.
    Mucho más interesante y valioso para sacrificar.
    Dándome mucho más de lo que podía querer.
    Llenándome, llevándome, arrastrándome por el encanto de su belleza.
    Su perfección.
    Su amor.
    Ella. Renesmee.

    Suspiré.

    Uff. Eso de verdad sonó muy cursi.
    No me importó.

    Su dulce fragancia bañaba cada poro de mi piel.
    Al estar más cerca de su embriagador aroma, esta vez, me pareció mucho más dulce.

    Trajo a mi memoria el agradable olor que destilaban las galletas que mi madre preparaba en noche buena cuando era niño.

    Inhalé nuevamente muy cerca de su cuello.

    Sí.
    Vainilla y miel por todas partes.
    Lo podía sentir.
    Me encantaba.

    ¿Cuándo fue que pasó todo esto?
    ¿Como pasé de ser un insignificante mortal, a vivir el divino clímax de su gloria?

    Describir el estado por el que fui poseído anoche y la mitad del día, sería traer al presente recuerdos vagos como la acción involuntaria de retirar tus débiles manos del fuego sin pensarlo, combinada con la poderosa fuerza irresistible de un estornudo.

    Irrefrenable.
    Instintivo.
    Satisfactorio.

    Lo más extraño, tenía que ver con que cada movimiento arbitrariamente realizado por mi cuerpo, ajeno a mi humanidad (haciéndome mas animal que hombre) respondía a los estrictos deseos que mi mente quería y no se atrevía a pedir.

    No negaba el anhelo de recuperar mi propio dominio, pero sería difícil ocultar el inmenso agradecimiento de esa deliciosa anarquía.

    Pasé -con una nueva y maravillosa confianza- mis dedos sobre su sedoso cabello.

    Sonreí tontamente, sin ningún motivo.
    Supongo que saber que era mía, parecía motivo suficiente.

    El corazón me arrancó a latir tan rápido y violento, que seguramente destruiría en segundos un electrocardiógrafo.

    Solté su cabello, y rosé su cuello.
    Sintiendo en mis dedos la exquisita textura de su piel.
    Los hombros, sus brazos, sus manos.

    Nessie se revolvió soñolienta, antes de abrir los ojos de golpe al sentirse presa en mis brazos.

    — Buenos días — canturrié.

    Frunció el ceño, luego sonrió.

    — Es la primera vez que despertamos juntos — apuntó.

    — Siempre estamos juntos.

    — No tan juntos — enfatizó.

    — Cierto.

    Estiró su cuerpo con demasiada sensualidad para estar recién levantada.

    ¿A quién engaño?
    Ness luciría sexy aunque usara un traje de astronauta.

    Una de sus piernas quedó al descubierto por encima de las sabanas, resaltando lo groseramente hermosa y suave que era su femenina piel.

    Me obligué a dejar de babear para volver la mirada a sus ojos.
    Se me hizo una enorme proeza.

    Ella lo notó, y parecía divertirle mi debilidad.

    Reía juguetona, en tanto besaba la comisura de mis labios; y yo buscaba frenético su boca, de vuelta a ser su marioneta.

    Por desgracia, mi estomago no iba en la misma línea de pensamiento.
    Protesto ruidoso, distrayendo a Nessie del plan original.

    — Te pediré algo de desayunar — musitó entre besos.

    No aflojaba su entrega.
    Lo agradecí.

    — No quiero comer — parafraseé.

    No me arriesgaría a decir que no tenía hambre.

    — Estas mintiendo — descubrió.

    Sonreí contra su piel.

    — Aja — continué besándola, hasta perderme en mis instintos locos, nuevamente.

    Luego de desayunar, y esperar a que Ness regresara con una ofensiva cantidad antinatural de ropa costosa (accedí gracias a que mi ropa quedó esparcida en pedazos por toda la suit), decidimos reportarnos por teléfono con Bella y Edward, antes de que pensaran que nos habían secuestrado, o peor, que fui YO quién la secuestró.

    Tenía un padre a quién cuidar, y una manada a quién dirigir; así que buscar mi muerte no sería algo muy inteligente de mi parte.

    Tampoco estaba muy seguro de poder esconder mis pensamientos del -muy suspicaz- "lector de mentes", así que no nos arriesgamos a ir en persona a la mansión.

    Un trabajo bastante arduo, si considerábamos "la proximidad" que recién experimentábamos Ness y yo.

    Muy loco, a decir verdad.

    No me sentía capaz de alejarme de Nessie, aunque fuese un metro.
    Como si mi necesidad por permanecer a su lado, hubiese evolucionado violentamente.

    Raro.

    Igual fue divertido ver el desenlace de todo.

    Primero, cuando la vi llorar en la mansión, me volví loco por hacer algo para calmar su dolor.
    Nessie se refugió en mis brazos, y yo le brindé protección.
    Siempre la tendría conmigo.

    Entonces, me explicó lo que le sucedía.
    Lloraba por él. Porque se iba, porque le pidió que se quedara y él no aceptó.

    Eso fue un duro golpe en las tripas.
    Espantoso de oír, pero supe controlarme.

    Me sentí orgulloso de poder hacerlo.

    No me dejaría llevar por los celos, nuevamente; así que si ella necesitaba de mí con urgencia, y yo me daría todo a sus servicios.

    Una acción a la que no se me forzaba a llegar.

    Consiente de que no la dejaría ir en todo el día, llegamos a la improvisada conclusión de visitar a Billy; aprovechando la celebración anual de "los días quileute" para distraernos un rato por la playa.

    Sería emocionante disfrutar de las fiestas, con Ness a mi lado.

    Desde luego, ya la había llevado antes, pero aun así todo parecía nuevo para mí.

    Nuevo, vicioso, y cursi.
    Casi infantil.

    ¿Quién lo diría?

    Al salir del hotel, después de reportar los daños que ocasionamos al mobiliario –cosa penosa de decir, y excesivamente costosa de pagar-, pensé que mi estado atónito y feliz empezaba a salirse de control.

    ¿Eso que brillaba en el cielo, era el sol? ¿En Forks?

    Me tomó un tiempo darme cuenta que estábamos en verano, y entonces, supe que hasta el clima sonreía conmigo hoy.

    De ida a la casa, en el último semáforo entre la carretera y el Parque Nacional Olympic, unas chicas que se encontraban en el bordillo soltaban risitas mientras señalaban el auto con el dedo.

    En cuanto oí el silbido quejumbroso de Nessie, volteé a verla antes de seguir la línea de su mirada.

    — Parece que eres popular — gruñó.

    Sonreí levemente.

    — Es un buen auto — eludí —No es algo que puedes ver todos los días. Es decir, tú sí podrías, pero nosotros los simples mortales...

    — Créeme, no admiraban el auto — masculló celosa.

    — ¿Ah, no?

    Comencé a divertirme.

    No hizo falta una respuesta de su parte, porque en su rostro pude ver que me había atrapado.

    Soltó una melodiosa carcajada cantarina, que consiguió hacerme reír con ella.

    Tan perfecta.
    Toda mía.

    Sentí como la luz del sol brillaba con mayor intencidad.

    — ¿Siempre fue así? — demandó mas relajada — ¿Chicas suspirando a tu alrededor, y todo eso?

    Negué divertido.

    — Solía ser mucho peor. Billy tuvo que mantenerme en claustro por tres años, gracias al acoso obsesivo de las chicas de la reserva.

    Ness se echó a reír.

    — Eso tuvo que darte algunos problemas para hacer amigos — bromeó.

    — Digamos que sí.

    Coloqué sus dulces dedos en mis labios.
    Los besé con devoción.

    Nessie me miró curiosa, vacilante.

    — ¿Qué? — pedí.

    Dudó por medio segundo.

    — Tengo una inquietud — confesó.

    — Suéltala.

    — Umm.. ¿Te has enamorado antes, es decir, antes... de mí?

    Mi corazón sufrió un colapso momentáneo.

    Fue un milagro que no frenara en plena autopista.

    ¿Por qué siempre salía con preguntascomo estas cuando me encontraba al volante?
    ¿A qué se debía toda esta maldita intriga?

    — No pienso juzgarte, ni tampoco deseo hacer el papel horrendo de "la novia celosa" — repuso — Es pura curiosidad, nada más.

    No respondí.
    Continuaba concentrado en la carretera, para no chocar de cabeza contra los árbolesde la orilla.

    Ella tuvo que notar la palidez en mi rostro.

    — ¿Jake... ?

    Aclaré mi garganta, en un intento de encontrar mi voz.

    — ¿A qué se debe la curiosidad?

    ¿Habría captado la nota de pánico, al igual que yo?

    — Todo en ti me produce curiosidad, Jacob.

    No me atreví a mirarla. En vez de eso, clavé la vista en la carretera a través del parabrisas.

    — Vamos, dime — insistió — No es justo que conozcas mis antiguos novios y a mi me dejes en la ignorancia.

    Automáticamente, mi cuerpo se encendió otra vez.
    Giré mi cabeza hacia ella, en el acto.

    — ¡¿Antiguos novios?! — gruñí.

    Sonrió picara ante mi sorpresa.

    — ¿Dije novios? Quise decir, pretendientes — corrigió.

    Inspiré hondo.

    — No existió otra novia — declaré cortante, esperanzado porque se terminara el suplicio.

    No me hallaba preparado para lo que venía.

    Nessie explotó a reír sin descanso.
    Sus carcajadas sopranas sonaban como música celestial.

    Me descubrí riendo con ella, sin saber por qué.

    — Por favor, Jacob, si no quieres decírmelo no lo hagas, pero abstente de mentir tan pobremente.

    Se limpiaba las lágrimas que le produjo la risa.

    — Te estoy diciendo la verdad — afirmé.

    Ella paró de reír.
    Me miró ceñuda. Confusa.
    Eso me hizo sonreír aun más.

    — ¿De... verdad? — demandó perpleja — ¿Nunca? ¿Nadie más?

    Sacudí la cabeza, mientras reía de su expresión.

    — Wow — musitó bajito.

    Perecía despreocupada después de mi declaración.

    Aguardé aterrado por que su incómoda curiosidad se hubiese acabado.

    Me lanzó otra sonrisa encantadora.
    Suspiré aliviado.

    Otra prueba superada.
    El marcador iba "3 de 3" a mi favor.

    Continuamos hablando, pero esta vez, -gracias a todo lo sagrado- de otras cosas.

    Mientras Ness continuaba inocente, sentada de copiloto a mi lado, me pregunté hasta cuando me duraría la racha de buena suerte.
    Se me hacía muy difícil de creer que pasaría ileso de todas las pesadillas, como hasta ahora.

    El atardecer hacía que la piel hermosa de Nessie, luciera brillante y sedosa.
    Nada que alarmara a la gente del pueblo, ni nada parecido.

    Más bien, como si su piel estuviese muy hidratada.
    Lisa, suave.
    Deslumbrante bajo la luz del sol.

    Mis ojos la examinaron con deleite.
    Jamás me acostumbraría a su belleza perfecta.

    — No olvides pestañear, hijo — se burlaba mi padre.

    Nessie miraba los cuadros que Billy tenía regados por toda la amplia pared del salón, en tanto yo la miraba atontado como un idiota.

    Suspiré mientras la veía.

    Ella fijó sus ojos en mí por un momento.
    Sus mejillas se tornaron de un seductor rosa.
    Luego regreso la vista a los cuadros extrañamente apenada.

    Claro, como si fuese posible dejar de admirar tanta belleza, algún día.

    Igual agradecí el consejo.

    Billy preparaba salmón ahumado para las fiestas.
    Sue bajaría dentro de un rato, y entonces, lo llevaríamos a ensartar en largos palos al lado de fogatas, cerca de la playa.

    — Vaya, ¡son muchos! — musitó Ness, al llegar a la reunión.

    — No todos son quileute. Algunos vienen como invitados ancestrales. ¿Ves esos de allá? — señalé hacia un grupo — Chehalis. Estos de acá — dos grupos de jóvenes que jugaban softbol — Stagit, algunos Makah y Lummi. Ya no debe faltar mucho para que lleguen los Colville y los Spokane — sonreí con burla — Embry se ve ansioso por la llegada de los Samich.

    Volteé para mirarla.
    Ella me veía con ternura.
    Todo su rostro brillaba de encanto.
    Enamorada.

    No alcancé a recordar cuando me sentí más orgulloso de mi mismo en toda la vida.

    La envolví con mis brazos desde atrás.
    La estreché con fuerza a mi cuerpo.
    Ella descansó su cabeza en mi hombro.

    La calidez de su piel lanzaba descargas eléctricas a mi cuerpo, a través de la ropa que llevaba.

    Me incliné hasta enterrar la cabeza en su cuello.
    Pude sentir el pulso de sus latidos contra mi piel.

    — Me encanta este día — susurró — Es perfecto.

    Rocé sus hombros con mis labios.

    — Contigo todos los días son perfectos, Ness.

    Nos quedamos en silencio por varios segundos.
    Abrazados. En nuestro propio mundo.

    — Yo... Bueno... Soy tan feliz, Nessie. No creo que exista un hombre más feliz, en este instante.

    Sentí sus dedos acariciar mi cabello.

    — Es bueno saberlo — dijo — Tú sabes, creí que estaba ocurriéndome a mí, solamente.

    Sonreí.

    — Pues ya lo ves. Somos dos los locos. Deja de pensar que eres la única.

    Nessie rió, y me fue imposible no reír con ella.

    Antes de que desapareciera el sol por completo, las danzas tribales dieron comienzo a la clausura de "los Días Quileute".

    Luego comenzaron los bailes, la música moderna, y todo lo demás.

    Nessie se veía muy coqueta, moviéndose de forma sensual al ritmo de la música tecno.

    Sabía que debía molestarme el modo en que a la mayoría de los hombres se les chorreaba la baba al verla bailar.

    Ni siquiera pude dedicarle tiempo a eso.
    La fascinante danza de Ness ocupaba la atención de todos mis sentidos.

    Así estuvimos moviéndonos, hasta que la mayoría de las parejas se fueron a sentar, y entonces nosotros las imitamos.

    El aroma a salmón ahumado me llamó desde la orilla.

    Se veía bueno, y a juzgar el modo en que se lo devoraban, mi vista y olfato no debían estar tan errados.

    — Se les ve muy contentos — comentó Sue, mientras me acercaba a la fogata por un trozo de salmón.

    Fingí no darme cuenta de la advertencia en el tono de su voz.

    — Es así como deberíamos estar, ¿no? Después de todo, es una fiesta — respondí sarcástico.

    Sue retiró el plato de mis manos, y me miró a los ojos por largo rato.

    — Bella estuvo llamando varias veces a casa, anoche — continuó ansiosa — Quería saber si Ness se quedó con nosotros — guardó silencio por un rato — Billy me contó que lleva dos noches sin saber de ti.

    Me quedé mirándola sin más.

    — ¿Qué crees que haces, Jake? ¿Qué es lo que está pasando? — musitó severa.

    — Sue, no ocurre nada malo. Créeme.

    — Esto es muy delicado, Jacob. Ustedes aun no conocen los...

    Fuimos interrumpidos por Nessie y su contagiosa efusividad.

    — Vamos Sue. Baila conmigo — canturreó Ness.

    Ella no pudo negarse.
    Nadie lo hacía jamás.

    Entonces, di por terminada la antigua conversación, sabiendo que Sue continuaría cuando lo viera conveniente.

    Embry y Quil me incitaron a jugar un partido de fútbol, en un espacio un poco lejos de la celebración.

    La gente se asombraría de la velocidad con la que correríamos por el balón.

    No me sentía muy seguro de jugar. Dejar a Ness por un rato, y todo eso; pero los chicos insistieron y Nessie pidió participar, así que me convencieron.

    Nos acomodamos cerca de un grupo de ecoturistas, casi a orillas de la playa.

    No pienso que nos prestaran atención.
    De todas maneras, serían menos los testigos.

    Poco a poco, el equipo se fue armando con el resto de la manada, más los chicos de Sam.

    Ness no conocía las reglas, así que le expliqué lo básico, mientras ella me veía seria con demasiada atención.

    Adoraba la intensidad de sus ojos, cuando se concentraba en algo.
    Fui capaz de explicarme con claridad, y entonces, inicio el partido.

    Decidimos hacer un "todos contra todos", puesto que los números iban impares, además de que no dejaría que Nessie jugara en mi contra, y mucho menos a mi favor.

    Se supone que debería concentrarme en el partido, y con Ness a mi lado la azaña parecía imposible.

    Jared fue uno de los primeros en salir.
    Luego Colin, Adam, Quil, Brady.
    Embry y Sam dieron la batalla, pero al final salieron con cinco goles marcados.

    Yo los seguí, después.
    Ness me sacó.
    Mientras que a ella nadie conseguía hacerle el primero.

    Sólo quedaron Paul y Ness invictos, al final.

    Como me hubiese encantado que Nessie le diera una paliza, pero Paul hizo uso de su experiencia y consiguió anotar el gol de su victoria.

    Supongo que debía ser bueno en algo, ¿no?

    Luchando desesperadamente por prolongar el poco tiempo que me quedaba con Nessie, la llevé a caminar unos pocos kilómetros hacia Rialto Beach.

    Trate de aprovechar cada segundo que respiraba su aroma.
    Le prometí a Bella que la llevaría a la cabaña por la noche, y eso nos separaría hasta el día siguiente.

    Nuevamente, percibí el aumento de mi necesidad por estar a su lado.

    Sentí como me amenazaba la presión de calor en el estomago, mortificado por el momento en que ella ya no estuviera.

    Me esforcé por controlar la ansiedad.

    Nos topamos en la caminata con la muestra de artesanía.

    A Nessie pareció gustarle una escultura en particular.

    La figura era una esfera tallada, con varios ornamentos en forma de símbolos pintados alrededor.

    Ella alzó la mano que no se encontraba envuelta por la mía, y rozo tiernamente con sus dedos la madera.

    Mi madre dice que eres como el sol — dijo, sonriente — Cálido, y agradable. Dice que forma parte de lo que eres.

    Se giró y acarició mi rostro con la unión de muestras manos.
    Mi piel enloqueció con su tacto.

    — Me gusta pensar que eres mi sol.

    Sostuve el tótem, y lo coloqué entre sus manos.

    — Tú eres todo mi universo, Nessie.

    Ella me sonrió.

    Antes de que culminara la celebración, regresamos a casa con mi padre.

    Casi me sentí un extraño en el garaje, cuando fui por la Superbike.

    Caí en cuenta de que no entraba en este lugar, aproximadamente desde hace unas semanas.

    Tomé la motocicleta, y en la menor velocidad posible, arrancamos hacia la cabaña.

    Yo iba contando los minutos que me quedaban de vida, como si sostuviese en mi mano una bomba a punto de estallar.

    Quince...
    ...
    Catorce...
    ...
    Trece...
    ...

    Una bomba seria mejor solución ahora, que despedirme de Ness.

    La bomba acabaría conmigo en el acto.
    La soledad me destruiría lentamente como un cáncer.


    No había nadie esperando afuera de la cabaña.

    Algo raro, teniendo en cuenta la insoportable manía de Edward por controlarlo todo, mas la exagerada protección de Bella por saber de su hija.



    Igual fue agradable.

    En la protección de la intimidad, tomé a Ness entre mis brazos, la coloqué delicadamente en el suelo, mientras me autoconsolaba con sus besos para no desbaratarme en mil pedazos por causa de su abandono.

    — ¿Y bien? ¿Que tal te pareció la fiesta? — pregunté.

    Era muy difícil hablar con sus labios rozando los míos.
    Por alguna razón, lo logré.

    — Todo ha sido... perfecto — contestó Ness, emocionada — Aunque, me habría gustado quedarme hasta el final.

    — Sí. Justo venía lo mejor. Cuando la luna llena se asoma y los hombres lobos salimos a cazar — murmuré inclinándome para besarla.

    Soltó una risita encantadora.

    — ¿Debería tener miedo?

    Negué, antes de perder el juicio con sus labios.

    Su temperatura ardiente, provocaba en mi piel una estática fabulosa.

    Cada rocé.
    La silueta perfecta de su cuerpo.
    Sus labios.
    Su olor.

    Pienso que de tener menor fuerza de voluntad, habría armado una pataleta infantil para que pasara otra noche conmigo.

    Aunque las llaves seguían en el contacto, no se oía a nadie dentro de la casa y teníamos tiempo suficiente para salir a toda velocidad hacia...

    No.
    Por mucho que quisiera, me convenía no hacer algo estúpido, y asumir una buena conducta, en esta ocasión.

    De lo contrario, a ella la encerrarían bajo llave, y a mi se me haría más difícil pasar tiempo a su lado.

    Difícil.
    Nunca imposible.

    No existía la fuerza suficiente en el mundo que consiguiera apartarme de Ness por siempre.

    Use todas mis neuronas para detener el beso.

    Parecía un esfuerzo perdido.

    No sé como lo logré, pero al final conseguí hacerlo.

    Supongo que mi voluntad no estaba tan frita, después de todo.

    — Te amo, Renesmee.

    Mi corazón no paraba de golpear ruidoso mis costillas, como dándome la razón.

    — ¿Escuché bien? — susurró, contra mi rostro — Mi nombre es Nessie.

    Me reí.

    — Cierto. Nessie. Mi Nessie.

    Aproveché que continuaba entre mis brazos, para abusar de mi moribunda voluntad.

    Besé sus mejillas, su cuello.
    No me atreví a besar sus labios, porque conocía los limites de mi dudoso autocontrol.

    — Te juro que no me importaría raptarte ahora mismo, Ness.

    — ¿Me oyes protestar?

    — Ah, ahí están— mascullaron con voz gélida, a nuestras espaldas.


    Nessie pegó un salto por la sorpresa.

    Edward nos veía desde la puerta.

    Su prepotente sarcasmo, parecía sospechoso.
    Por lo que pude suponer, consiguió ver algo peligroso en nuestras mentes.

    — Siento interrumpir, pero soy un padre celoso y preocupado, así que es una cuestión de instintos.

    Se veía más tranquilo de lo que realmente estaba.
    Era un vampiro, y todo eso, pero ya yo sabía que tan falsa podía ser su arrogante seguridad.

    Nessie me miró asustada.
    Luego miró a Edward.

    — Tratamos de huir, pero al llegar al aeropuerto recordé que dejaba un montón de cosas aquí, así que regresé a buscarlas — habló Ness, sin rastros de nerviosismo.

    Esa era mi culpa.

    Yo le enseñé con la infalible experiencia a como escabullirse de un problema con sarcasmo.

    Aprendió bien.

    — Todavía estamos a tiempo. No voy a detenerte — sugerí.

    Edward seguía viéndome con los fríos ojos negros, que guardaba para sus aburridos sermones paternales.

    — Sí. Supongo que no lo harías — coincidió.

    Su voz iba llena de amargura.

    — Debo saber aprovechar las oportunidades — confesé.

    Los hombros de Edward se tensaron.
    Su mirada ahora parecía querer calcinar mis ojos.
    La mirada de un demonio depredador.

    — Iré a descansar — Ness se apresuró a decir, en tanto caminaba en mi dirección.

    Tomo mi rostro con ambas manos, para dedicarme un tierno -y demasiado rápido- beso de despedida.

    Me estremecí.

    Los dientes de Edward hicieron un extraño sonido quejumbroso al rechinar.

    Mis ojos se posaron sobre Ness durante todo el trayecto hacia el interior de la casa.

    Edward me observaba impaciente, esperando a que yo apartara los ojos de su hija.

    Me tomé mi tiempo.

    Los vampiros no podían infartarse, o lo que sea.
    Igual nadie le obligaba a esperar.
    Era su decisión, supongo.

    Volteé a mirar al vampiro que irradiaba tensión frente a mí.

    Él sabía que le ocultaba algo importante.

    — ¿Que han hecho? — gruñó, entre dientes.

    Pude darme cuenta de la diferencia que tenía a "¿Qué cosas han hecho? o ¿Cómo la pasaron?"

    — Bien. Pues ahora venimos de dejar a mi papa en casa. La llevé a una fiesta esta noche.

    Se acercó unos cuantos pasos, hasta quedar frente a mí.

    La expresión en su rostro me recordó a el por qué los vampiros eran nuestros enemigos naturales.
    Las chispas fúricas que lanzaban sus ojos hacían que los vellos se me pusieran de punta.
    Además de eso, pude detectar a través de mi olfato una alerta.
    Todo mi cuerpo se puso a la defensiva con la amenaza.

    — ¿Quisieras agregar algo más? — musitó, en un silbido desafiante.

    Todo estaba en tensión.

    — Sí — dije, fuerte y claro.

    El pudo verlo en mi cabeza.

    Los ojos de Edward se agrandaron de sorpresa.
    De desagradable y amarga sorpresa.

    Y ahí vamos.
     
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  9.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

    Libra
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    ufffff, exelente se me hiso un nudo en el estomago mas de una vez y me matas de la curiocidad:

    ¿Qué es lo que Sue sabe y Jeke no?
     
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  10.  
    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Amiga preciosa, sorry por la tardanza, prometo que la próx. Qe subas conti no tardare nada, es que no he estado en la compu, sólo por mi iPad y escribir comentarios aquí no me gusta mucho, pero ya no pude esperar más a tener un compu enfrenta de mi para leerte y comentar.
    Me sorprende ver que Edward es un papá celoso, lo digo por ver besar a su hija a su novio, porque por lo otro... A ver como lo toma Edd, pues debe saber (ya que lee la mente) que Jacob esta con su hija con las mejores intensiones y que el dormir juntos es literal y no más... QUE NO OLVIDE SU JUVENTUD EN BUEN EDWARD! Si lo olvida estaré yo para recordarle esas noches velando sueños a la que ahora es su esposa, jajajaja. Pero comprendo a Edd en cierta parte pues no a deseo nada cómodo esas libertades que se tengan en su relación su hija y su novio, a de ser incómodo aunque sepas lo que piensa, y bueno, Jacob suele ser muy claro en sus pensamientos y eso a su suegro no le debe gustar nada, jajajaja.
    Que bien que hubiera una fiesta, en donde todos se pudieran relajar y divertir a lo grande. Me gusta !
    Interesante saber en donde continuara el próx. Capítulo, que le dirá Edward a Jacob?
    Pues la pasión que demuestran los jóvenes no creo que lo pueda ignorar Edd, pues los recuerdos de su amigo han de ser gritos a kilómetros. Jajajaja
    Me gusta como se llevan los novios, deseó que así sea siempre, que tengan una relación sin problemas... O es pedir mucho? Jajajaja
    Amiga media Nvo quiero mencionarte el gusto que me da ver tus avances en cada capítulo, como no somos lo mismo en nuestros inicios de historia, tienes talento, disfruto. Tu narración dijera y sin enredos, te mando un beso enorme y p,Romero que en cuento subas CAP leer y comentar, sorry, no volverá a pasar! XD
     
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  11.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Suspenso...

    Jajaja. No mentira, no soy tan mala.

    Hola, linda.
    De nuevo yo.

    Si te lo dijera, perdería chiste el fic, así que no lo haré.
    Jajaja.

    Paciencia, paciencia...

    Besitos, gracias por comentar.



    Hi, Moly.
    Gracias por tus alagos.
    Jajaja.
    A mi también me encanta MUCHO leer tus comentarios.

    ¿Edward y su suspicacia?

    Bueno, ¿qué te puedo decir?
    Mejor léelo.
    Jajaja.
    Besitos, ami.
     
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  12.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Escritora
    Título:
    Fuerza de atracción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    38
     
    Palabras:
    3365
    Capítulo XXIX: Algunas veces soy tan idiota como para contar con vampiros.
    (Jacob)

    — No — respondió, a mi idea no formulada.

    Él pudo ver toda mi angustia en su cabeza.
    De todos modos, no le importó.
    Su irritante superioridad me llevó a explotar.

    — Si sabes lo que pienso, sabes también que no cambiaré mi decisión — gruñí subiendo el tono de voz.

    Lanzó una mirada intensa a la casa, inclinando el oído en esa dirección.
    Luego de unos segundos, se volvió hacia mí.

    Supongo que se aseguraba de que nuestra conversación no estuviese bajo el radar "Nessie Cullen".

    — ¿Por qué nos haces esto, Jacob? — habló más bajo que un susurro — Pienso que es un acto muy egoísta de tu parte.

    ¿Qué fue lo que dijo?
    ¡¿EGOISTA?!

    ¡Ja!

    — ¿Si te escuchaste, vampiro? ¡Son ustedes los que me quieren lanzar a los leones!

    Consecutivamente había logrado salir con suerte de las veces que Ness me puso contra la pared. Pero esto se complicaba con cada día.

    Edward lo vio.
    También supo lo mucho que todo esto me asustaba, y lo convencido que estaba de contarle toda la verdad sobre lo que una vez sentí por Bella.

    — Lo sé, Jacob. Entiendo lo mucho que esto te preocupa. A ti... A ambos. Pero, tengo que pedirte que olvides tu plan de contarle eso a Renesmee. Ella no puede saberlo nunca.

    El tenía razón. Esto era condenadamente delicado.
    De todas maneras, ya estaba tomada la decisión.
    No perdería a Nessie por eso. No dejaría que los secretos amargos me arrancaran la vida.

    — Es probable que tengas razón, Jacob, pero, ¿tienes idea de cómo lo va a tomar Nessie? Vas a exponer a tu mejor amiga con su hija de esa manera? Imagina como sería su relación en adelante.

    Sabía que estaba mal hablar de esto con Edward.
    Él utilizaría su porquería psicológica conmigo, voltearlo todo, dejándome como el villano en vez de el estúpido ingenuo que se sacrificaba… nuevamente.

    No reaccionó ante ese pensamiento.
    Tal vez, entonces si estaba en lo cierto.

    No. No podía rendirme.
    Podría sacrificar cualquier cosa, lo que fuese, TODO menos a Ness.

    Continué defendiendo mi causa.

    — ¿Crees que no lo sé? ¿Que no lo he pensado? No he dejado de hacerlo desde que se inicio su maldita curiosidad, pero esto se esta poniendo peligroso, Edward. Ella comenzó a hacerme preguntas. Preguntas que no puedo responderle.

    — Miéntele — sugirió — Inventa una historia convincente que aplaque su curiosidad.

    — ¡No puedo! No sé cómo hacerlo.

    Parecía muy complejo de explicar toda aquella cuestión del doble timbre de Alpha en la voz de Ness y mi condición innata de complacerla en lo que fuese, así que guardé los pensamientos para mí.

    Edward parecía estar considerándolo.
    Se quedó callado por un rato.

    — Dejaré que le digas la verdad, pero sin detalles. Háblale todo lo que quieras, pero jamás digas su nombre — se volvió expectante hacia la casa. Luego continuó aun más bajo — Sin mencionar a Bella.

    Me quedé mirándolo con las cejas levantadas.

    Pienso que otra manera de decirlo sería: ¡Púdrete, Jacob! Pero déjanos en paz.

    — Piensa lo que quieras. Es la única opción que te doy.

    Genial.

    Después de todo, yo sería el que caería de cabeza al precipicio sin ayuda de nadie.

    Supongo que me lo merecía.

    Todo ese asunto loco de perseguir a Bella para que fuese mía.
    Igual no estaba al tanto de que, en un futuro, ese error me costaría caro.

    Ya sólo me quedaba prepararme psicológicamente.

    ¿Cómo se supone que se iniciaba este tipo de conversaciones espinosas?

    Ness yo...

    No, no, no.

    Nessie... hace bastante tiempo yo... ... bueno... Eso fue antes de que tú nacieras, claro...

    Ok, lo admito.
    Soy un desastre para esto.

    Pero es que tampoco se trataba de informarle los resultados de los juegos de la NBA, sino que me tocaba confesarle mis amoríos catastróficos con su madre en el pasado.

    Me alegraba haber salido ileso del escrutinio de Edward, y de que este no hubiese podido ver... eh... lo mucho que yo amaba a su hija, pero tenía que pasar algo de una u otra manera.
    Igual a un pacto demoníaco.
    Bueno, era un vampiro, ¿no?

    Como sea. Ahora me tocaría hacer el trabajo sucio.

    “Suerte con eso” — pensé con desánimo.

    Aun lo recordaba.

    Muy claro, a decir verdad.

    Ese tipo de cosas dudo que se olvidaran tan fácil.

    Ahí estaban, otra vez.

    "Bella en mis brazos. Bella suspirando mi nombre. Bella saludable y gloriosa, tan diferente a ahora. Creciendo con mi hijo"

    Sacudí mi cabeza con desespero, tratando de borrar esas extrañas imágenesde mi mente.

    ¿Cuánto acarreaban esas emociones pasadas?
    ¿De verdad, no podía hacer nada para repararlo?

    Maldita suerte la mía.

    ¿Por qué Nessie se empeñaba en conocer algo de alto peligro para muchos?

    Incluyéndome.

    Me sentía al igual que si sostuviese la granada que Ness se disponía a quitar el seguro.

    La cabeza me iba a estallar.

    No conseguía distraer mi mente con nada.
    Cada dos minutos, las imágenes volvían a mi cerebro frito.

    Otra imagen.
    Del tiempo en el que el enorme vientre de Bella protegía a mi todo.

    "¿Realmente crees que sólo porque podría imprimarme con alguna extraña encontraría esto correcto?" — dije ignorante.

    Me estremecí.
    Todo esto me autotorturaba sin piedad.

    — “¡¿Quieres parar de hacer eso, Jacob?! — Leah gruño — Juro por Dios que si continuas regresaré con Sam”

    Había olvidado a mi manada, y toda esa cuestión de "Dile adiós a tu privacidad mental".

    Me encontraba solo en una gran entrante de tierra del río Humptulips, al suroeste de la península.
    A unos 111 km de casa, pero aun así mis pensamientos -no privados- se hallaban distribuidos en cinco mentes por lugares diferentes de Olympic.

    — “No quisiera decirlo, amigo, pero es cierto. Ella tiene razón — pensó Embry

    — “Te estas matando,Jake — dijo Seth — y nos matas contigo

    — “Tal vez necesite descansar — Quil sugirió — Dormir le hará bien”

    —“Oye, Quil, creí que estabas con Claire” — pensó Embry.

    — “Sí. Fue hace un rato. Entonces, me encontré con Seth y me habló sobre la nueva depresión de Jake”

    — “¡Oigan, sigo aquí!” — protesté.

    — “Lo siento, Jake — pensó Quil, con vergüenza — Eh, bueno, y ahora estoy aquí”

    — “Perfecto. Ahora, Jake, hermano, ¿te molesta si me voy por un rato? Quil ya esta aquí, así que yo podría...”

    — “Como sea, Embry. No le pido a nadie nada, ¿ok? Sólo hagan lo que les parezca, ¿de acuerdo?”

    — “Por Dios, ¡dejen al pobre hombre en paz!”

    Ah, sí. Ese era el cachorro.

    ¡Suficiente!

    Podía imaginarme lo que significaba para ellos ver todo esto conmigo. Tener que escuchar en mi cabeza los desastres de mi vida, una y otra vez.
    Los excluiría de mi sufrimiento, para ahogarme con mi miseria en mi soledad mental.

    Estamos contigo, hermano — Seth pensó con amabilidad.

    No respondí.
    No era bueno para agradecimientos, y esas cosas.

    Él lo entendió.
    Bien. Eso lo haría más fácil.

    Desaté los shorts, cambie de forma, y cuando me dedicaba a tirarme sobre la tierra húmeda nuevamente, absorbí un sonido de pasos humanos moviéndose en mi dirección.

    Supe quién era por su olor.

    — ¿Qué tal, Jake?

    — Collin — asentí en su dirección.

    — Sam me pidió que te informara sobre la inspección que hicimos el otro día por el bosque — continuó — . Dice que todo esta en orden. Ningún efluvio extraño. Pero que igual te mantendremos al tanto.

    Me pareció raro que Sam enviara a Collin a informarme, como si fuese una paloma mensajera.
    Existía la conexión de los alpha.
    No había razón para el interlocutor.
    Ese no era Sam.

    Extraño.

    — ¿Porque no me lo dijo él? — demandé intrigado.

    Collin dudó, por un segundo.

    — Dice que tu mente es un caos, ahora — parecía apenado — Que no desea involucrarse en tus batallas mentales, y que se mantendrá a distancia por un tiempo.

    Oh, que bien.
    Mis problemas "personales" pasaron a ser de dominio público.

    Dejé que el pobre chico se fuera.
    Su cara pasaba del rosado al rojo escarlata con el rato.

    — Esto... Gracias, Collin.

    Asintió viendo al suelo, y luego se fue.

    Yo me propuse a regresar a mi casa.
    En el camino, las gotas frías que golpeaban mi cara refrescaban mi mente, que hasta ahora parecía una licuadora sin control.

    Quizá en casa conseguiría un poco de tranquilidad espiritual.

    Error.

    — ¡Ah! Sí recuerdas el camino a tu casa.

    — Hola, Rachel. Yo estoy bien, gracias. ¿Cómo estás tú?

    — Déjalo ya, Rachel — Billy iba saliendo del pasillo — ¿Tienes hambre, hijo?

    Rachel resopló.

    — Como si tuvieses que preguntar.

    Está bien, papá. Comí algo en el camino — mentí.

    Billy encendió el Samsung de 55 pulgadas Super OLED TV -un obsequio exagerado de Ness-, cambiando los canales hasta parar en un "Tigres de Detroit contra los Yankees"
    Miguel Cabrera y Peralta batearon cuadrangular de dos carreras.
    Scherzer lanzó sin permitir hit hasta el sexto.
    No me pareció entretenido.
    Wow, si que estaba mal.
    Entonces, decidí dedicarle unos minutos a mi hermana.

    — ¿Qué haces? — pregunté levantando la tapa de una de las ollas de la vieja cocina.

    Le llamábamos así, porque se trataba de la vieja cocina de mamá.
    Ness compró otra hace un año -otro obsequio exagerado-, pero Billy no quiso deshacerse de la anterior.
    Así que ahora teníamos dos.

    Rachel, por supuesto, usaba la de mamá.

    — No fastidies, J.

    Su enojo conmigo no duraba mucho, de modo que proseguí.

    — Me sorprende verte aquí tan tarde. ¿Al fin te diste cuenta de que Paul es un imbécil, y regresaste con nosotros?

    — No. Vine a cuidar a mi padre que ha estado solo por 3 días, donde, por cierto, no sabíamos nada de ti. No te expliques. No quiero detalles. Solo recuerda que tienes familia, además de la plaga chupasangre a la que sirves.

    Ok. Tal vez su enojo si tardaría un poco en irse.

    Mujeres.

    Podría recitar mi historia de "Solo soy un alpha, que carga demasiadas obligaciones, bla, bla, bla". Pero no.

    Igual, no la culpo.
    Paul no es un buen ejemplo de "un lobo con responsabilidades".

    Me tiré nuevamente en el sofá con mi padre, y fingí estar viendo el juego.

    Billy dejó de ver la tv.

    — ¿Todo bien, chico?

    No planeaba involucrar a mi familia en todo este lio amoroso.

    — Sip.

    —¿Sabes? No he visto a Nessie, últimamente. Podrías traerla más seguido. Ella es bienvenida en esta casa.

    Rachel gruñó desde la cocina.
    La ignoré.

    — Se lo diré, papá.

    Billy no parecía muy convencido.

    Movió la silla, hasta quedar frente al sillón donde estaba tumbado.

    — Entiendo si no quieres hablar conmigo, muchacho. Sólo soy un viejo al que nadie necesita.

    Me reí de su actuación melodramática.
    Cualquiera que no conociera realmente al astuto Billy Black, estaría absolutamente conmovido.

    — Estoy bien, papá — solté entre risotadas — Te sorprenderías de lo sincronizado que están tus discursos negativos, con los de Charlie.

    Billy no le encontró la gracia.
    Se veía más bien nostálgico.

    — Ya está bien, ¿no crees, papá? Deberían olvidar... esto... lo que sea que pasara entre ustedes y...

    — Estaré viendo el juego en mi habitación, ¿de acuerdo? — intervino.

    Ese era el "Cállate, Jacob" versión Billy.

    Yo me fui hasta el garaje.
    Llevaba unos cuantos pedidos acumulados desde hace varios días.
    No estaba en casa, de modo que no pude dedicarme a repararlos.

    Como un reflejo, mi mente se lanzo a volar a las ocupaciones por las cuales no me encontraba aquí.

    Nessie.
    Esa insuperable noche anterior.
    La deliciosa locura sensual de la que fui esclavo...
    "¡Concentración, Jacob!"

    Volviendo al tema, no es que me llevara mucho tiempo dejar los autos como nuevos, pero si quería seguir financiando mis salidas con Nessie, debía conservar el único trabajo que era de mi interés.

    Cuando di por terminada la labor, me fui hasta la casa directo a mi cuarto.
    Supongo, que todavía seria MI cuarto.

    Efectivamente.
    Rachel estaría durmiendo con mi padre, entonces.
    Agradecí el respeto a mi espacio personal.

    Algo llamó mi atención al pasar el umbral.
    Un zumbido no dejaba de escucharse desde alguna parte del dormitorio.
    No.
    Se parecía más a un ronroneo.
    Una vibración.
    Como el que hacía el móvil de Nessie.

    ¡¡¡Nessie!!!

    Todo el humor se fue.

    ¿En que parte dejé ese endemoniado teléfono?

    Ella me lo había obsequiado en navidad, pero nunca lo cargaba conmigo.

    No tenía caso.
    Siempre estaba con ella, ¿no?

    Además, ¿en que parte lo llevaría?
    ¿En el bolsillo del short atado a mi pantorrilla?

    Lo encontré tirado debajo de la cama.
    Ya no vibraba.
    Una lucecita superior encendía y se apagaba con insistencia.

    Al tocar la pantalla vi que tenía 21 llamadas pérdidas del mismo número.

    Ness.

    ¿Quién más me llamaría a este teléfono?

    Me tumbé en el piso, con la palma de mis manos hundiendo mis ojos.

    No había remedio.
    Por más que alargara el momento para contarle la verdad, este llegaría de todas formas.

    Sin contar que el mantenerme todo un día lejos de Ness, sin sentir su piel, su aroma, sus besos. Sin siquiera escuchar su dulce voz cantarina.
    Esos encantadores ojos chocolate, mirándome fijamente.
    Esas pestañas largas, tan femeninas.
    Esa temperatura.
    Sus manos.
    Me estaba volviendo más loco.

    Inspiré profundo.
    Después boté el aire lentamente.

    Debía resolver esto rápido antes de que la bomba explotara de otra manera, y los heridos cayeran.

    Típico en mí.

    De nuevo, me encontraba al filo de la espada, y no estaba dispuesto a morir.
     
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  13.  
    Moliry

    Moliry Fanático

    Tauro
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    Como lo prometí !!! Wiiii! Sin tardar nada en leer y comentar.
    Que linda amiga de palabra soy, jajajaja.
    Pobre de Jacob, que mal la esta pasando, y ese tormento mental es justificado???? Ness si lo tomaría a mal??? De verdad espero que no y que comprenda con madurez las circunstancias pasadas, eso espero!!
    De Nvo disfrutando tu talento amiga, y sorprendida que Edward teniendo fama de tan honesto,quiera ocultárselo a su hija ... Oh no! Por algo lo pide, verdad ? Sabe como lo tomaría Ness... Demonios! Espero ya saber como lo tomara, sólo espero que Jake, el amor de mi vida fantasiosa no sufra.
    Amiga te adoro! Kiss
     
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  14.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

    Libra
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    ODIO ESE MALVADO SECRETO, en todos los fics de esta pareja ese secreto enreda toodo (y sumado a el secreto de sue) esto no puede resultar en nada bueno...

    EXelenT. Un Beso...
     
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  15.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Bueno...

    Me tardé un poquitín en reportarme, a causa del luto... entonces, la universidad... y ya saben.
    De igual modo, i´m here, y agradezco la paciencia.


    ¡Claro que eres una linda amiga de palabra!
    Jajaja.
    Hi, MOLY.
    ¿Jake y su tormento mental? ... ... Umm ... ¿Es que en algún momento Jacob ha dejado de pasar por un tormento mental?
    Jajaja, No mentira.
    Pobesito, mi Jake.
    Prometo regalarle -sólo para él- un final feliz.

    Besitos.




    Jajaja
    Aunque te suene súper loco, yo también lo odio.
    Por eso escribí este fan: Necesitaba, de alguna manera, purgar esos sentimientos frustrados.

    Jajajaja.

    Nos leemos, linda, Ana.


    NOTA:

    La carta de despedida, fue inspirada en una mezcla loca y corta vena del conmovedor tema "Tardes Negras" de Tiziano Ferro, la excelente fusión de Franco y Alejandra en "Tan sólo tú", Y el maravilloso track "Tú me salvaste" de Maná.

    PDT: Fui influenciada severamente por la música en español, gracias a "mi niño" y el 14 de febrero.

    ¡I love them!
     
  16.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Escritora
    Título:
    Fuerza de atracción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    38
     
    Palabras:
    6227
    Capítulo XXX: Agridulce.
    (Renesmee)

    "Hasta esta tarde presente, jamás pude ver tan claro lo amarga y lastimera que puede ser una despedida.
    A pesar de eso, soy feliz gracias a que supe extraer aventajado la deliciosa amistad que me ofreció tu noble corazón.
    Confesaré gallardo que, en medio de la tormenta, tu alma luminosa ha acertado a hacerme el hombre más feliz del que creí poder ser.
    Sólo con tu felicidad de vivir.
    Con tu pasión por la vida.
    Lo siento, si soy demasiado atrevido.
    El dolor cuenta las horas, mientras que el placer las olvida, así que estarás bien.
    Estoy contando con que el tiempo seafugaz. De ese modo, las cosas malas que hicimos no tardarán en solucionarse.
    Quiero creerlo así.
    Cobardemente dejo escapar mi dicha este día, y sé que no volveré a alcanzarla aunque vaya en alas de fuego.
    Me consuela tu recuerdo.
    He descubierto que pensarte será la principal ocupación de mi vida.
    Te extrañaré, Linda Renesmee.
    Ya lo estoy haciendo.
    Pero, es mejor haber batallado y perdido, que no haber batallado nunca.
    Mil veces gracias.
    Nahuel."

    Una carta.
    Una cuartilla y media de letra maltratada y rustica, pero legible.
    Nada más que una carta. Eso me quedó.
    Toda grabada en mi perfecta memoria.

    Memantuve quieta, apoyada del barandal de la terraza de la mansión.

    ¡¡¿Una carta, eso es todo?!!

    Bonito modo de despedirse.

    Ok. Tal vez, esto haya sidolo correcto, pero...

    ¿Pero qué?

    Suspiré resignada.

    Sí. Definitivamente no verlo irse, fue lo mejor.

    Me imaginé de haber sucedido lo contrario.

    Nahuel y su característica caballerosidad.
    Despidiéndose con maleta en mano.
    Mis lágrimas y su compasión.
    Mi obstinación y su sentido común.

    Volví a suspirar.

    — "¿Es rendirse o perder, cierto?" — cité, bajito en la soledad de la terraza.

    Seguramente eso diría.
    Entonces, él se habría quedado.

    Cosa que me parecía inadecuada.
    Para mí, para Jacob, para él.
    Para todo aquel que entrara en mi orbita egoísta, de caprichos y dolor.

    No pude evitar sentirme triste por eso.

    Desde la noche que Jacob me dejó en la cabaña, me quedaba en la casa blanca.

    Esa noche, luego de que Bella saciara su preocupación maternal, mis padres me acompañaron a la mansión antes de que Renée se despertara.

    No he sabido nada de ellos, desde entonces.
    Ni de Renée.
    Tampoco Charlie, ni Sue desde la celebración en la Push.
    Pero todo eso sería más llevadero, si a todos ellos no se les sumara Jacob.

    ¡¿Jacob?!

    Gruñí por lo bajo.

    ¡¿Cómo se le ocurre desaparecerse así, sin más?!
    ¡Solo puff, y YA!

    Apreté la baranda con mayor fuerza y frustración.

    No es que esperara "la llamada del día siguiente”, ni nada parecido -que sí la esperaba-; se debía más a que me incomodaba de manera muy desagradable la ausencia de Jacob, y ¡Ya llevaba más de un día sin aparecer!
    ¡Sin una llamada, o algo!
    ¡¡¡Nada!!!

    Por Dios, ¿no es este el siglo de la tecnología en comunicación?

    ¡Que alguien le anuncie eso a Jacob Black, por favor!

    Si pensaba que dejaría esto así, no me conocía tan bien.

    "Tal vez por eso no ha venido"— pensé.

    ¡Súper!
    Ahora, no sólo me encontraba molesta, triste y encerrada como un tigre de circo, sino que debía sentirme culpable, también.
    ¿Algo más?

    — Sí deseas, podrías intentar dormir — musitó Jasper, acercándose a mí.

    Lo olvidé.
    Mis pensamientos seguían a salvo lejos de mi padre, pero los sentimientos estarían gritando a todo pulmón.

    — No creo que pueda, tío. Igual gracias por la sugerencia.

    La verdad es que lo intenté hace mucho. Sin contar la noche, claro.
    Traté de enfocarme en la música, al rato.
    Comencé con un ejercicio de guitarra, tocando lentamente.

    Poco a poco, aumenté la velocidad con el metrónomo hasta queel sonido hizo ciertos ruidos extraños.
    Lo intenté, nuevamente.

    Sus notas, el instrumento eléctrico y su melodía.

    Expresando mi crisis. Desahogando todo lo que callaba.

    Propuse centrarme únicamente en el sonido que producía la presión de mis dedos sobre las cuerdas, el acento que recae en el primer tiempo del compás.

    Obviamente no funcionó.
    Me fue imposible tener todos los dedos alineados perfectamente.

    — No lo negaré, Renesmee, tu nostalgia es bastante incómoda — se acercó hasta quedar a mi lado.

    Reflexioné en lo que decía.

    — Puedo irme, sí eso quieres.

    Posiblemente me permitan nuevamente el acceso al hotel, después de aquel desastre.

    Me envaré por precaución.
    Luego caí en cuenta de que Edward no estaba en casa, y me relajé.

    — No hace ninguna diferencia — apuntó Jas, sonriéndome — Emmett sigue frustrado por no conseguir al mejor oso en la caza de ayer, y Rosalie está molesta con él por su actitud, así que el ambiente hostil se extiende por todos lados.

    Reí por primera vez, desde hace un día.

    — Supongo que eres mas útil adentro que aquí afuera, entonces — bromeé.

    Jasper curvó sus labios en una sonrisa reprimida.

    — Te sorprenderías de lo agotador que resulta este… talento, en ocaciones — se le escapó una risita — Ni en mis mejores batallas.

    Reímos juntos.
    Fue más un desahogo que otra cosa, creo.
    Toda la carga sentimental que llevaba, no me dejó libre por mucho.

    Jasper lo sintió.
    No por su don, sino por el cambio de expresión en mi rostro.
    Me encorvé aun más sobre el barandal.

    Jasper pasó un brazo por mi espalda, sujetándome fuertemente por el hombro.
    Me besó con ternura el cabello.

    ¿Cómo le confesaba el torrente de emociones que perturbaba mi alma?

    — Sugiero que deberíamos contarle todo a Renée — propuso — Estoy seguro de que lo entenderá. De ese modo, no tendrás que seguir escondiéndote.

    Pude ver a través de sus palabras lo mucho que todos se preocupaban por mí.
    Eso me animó.

    Sin soltarme de su abrazo, rompí a reír en carcajadas.

    — Y, ¿por dónde sugieres que comencemos? — solté entre risas — ¿por la parte en que Bella es un vampiro, o que Edward ya lleva más de un siglo siéndolo? Mejor: "Renée, no soy hija de Charlie. Él te mintió, porque sabe que en realidad soy un vampiro mutante que crece rápidamente. Ah, sí, soy tu nieta".

    Alcé la vista hacia sus ojos.

    Jasper torció el gesto, disgustado.

    — No eres un vampiro mutante, pero puede que tengas razón. No existe modo de contar todo eso.

    — Lo sé. De todas formas, Gracias — me acomodé en su pecho — Eres experto en consolar a damiselas deprimidas.

    Lo escuché reír contra mi cabello.

    — Soy el mejor — coincidió.

    Los débiles destellos del sol se escapaban, por momentos, de las densas nubes.
    Para un humano sería dificil notarlo, sin embargo, Jas y yo pudimos disfrutar de cada vitamina solar regalada del cielo para nosotros.

    Esme se escuchaba feliz, cantando con gracia "Woman” de John Lennon, a dúo con mi abuelo, en una de las habitaciones de arriba. Probablemente fuese el estudio.
    La tv encendida me decía que Rose continuaba enojada con Emm, y que pagaba su molestia con los botones del control remoto.
    No supe de Alice, pero la disposición del tiempo de Jas me hacíaver que no se encontraba en casa.

    Yo, entre tanto, me entretuve examinando el fulgor de su piel diamantina.
    La atmósfera de paz al fin me llegaba.

    Lástima que no duró mucho.

    Un débil -pero muy familiar- ronroneo de una moto, se escuchaba cada vez más próximo a la mansión.

    Los brazos de Jasper se apartaron, al mismo tiempo que sintió el cambio en mi ánimo.

    — Será mejor que bajemos — propuso con certeza.

    Supe que no guardaba relación con un amigable recibimiento.
    El dilema recaía en el hecho de no conseguir tomar esa decisión, por mi propios méritos.
    No con la furia resentida hirviéndome la sangre.

    ¡¿Hasta este momento se dignaba el sr. a venir?!
    ¿Qué pensaba? ¿Que lo recibiría de beso y abrazo?

    No estaba ni cerca.

    Sin embargo, verlo llegar sobre su exuberante motocicleta negra defranjas grises con naranja.
    Realizando un perfecto derrape, para aparcar en el jardín.
    Un remolino rebelde de tierra, como cortina de humo.
    En jeans desgastados, y camisa azul veraniega.

    Suspiré.

    ¿Cómo se supone que continuaría con mi estropeado refunfuño malhumorado?

    Majestuosa presentación.
    Digna de un caluroso comercial masculino "sólo para chicas" de tv.

    Por amor a todo lo divino, ¿a partir de qué momento Jacob se asemejaba más a un sex-simbol que a un chico rebelde de la reserva?

    Mi corazón rompió en latidos frenéticos por su llegada.
    Le negué la oportunidad de dominarme.

    Jasper iba leyendo cada una de mis incomodas emociones, mientras bajábamos.
    Agradecí el hecho de que no hiciera ningún comentario.

    — Buenos días, Jacob — habló mi tío, caminando sin detenerse hasta el salón.

    Se iba porque, después de mí, era el único que sabía la bomba que estaba por reventar.

    Jacob se detuvo junto al umbral.
    Me esperaba con una gran sonrisa en su rostro.
    Como si en vez de verme enojada con el ceño fruncido, contemplara la ascensión de un hermoso ángel luminoso.

    Me quedé frente a él mirándolo.
    Dejando el silencio frío entre nosotros.
    Luego, lo esquivé deliberadamente, caminando con sutileza hacia el jardín.

    — ¿Ness?

    Al fin, pareció darse cuenta de que no todo iba "de maravilla".

    No aminoré el paso.

    — Oye. ¡Espera, espera! — me sostuvo de la cintura.

    ¿Podía darme el lujo de ser malcriada con alguien tan importante para mí?

    Bueno, si las otras veces funcionaron...

    — Ni se te ocurra hablarme como si nada, Jacob Black. No después de desaparecer todo el día de ayer sin una llamada, un mensaje, una señal de humo, o lo que fuese, sólo para hacerme saber que vivías — mi voz iba subiendo con la histeria — Tampoco finjas asombro como si no entendieras de lo que hablo, y ¡no pongas esa cara, porque sabes que tengo razón!

    Uff, sí que se sentía mejor sacar todo eso de tu sistema.

    — Oh, vamos. No es para que te pongas así — se quejó.

    ¡¿QUÉ COSA?!

    Abrí los ojos, con las cejas alzadas.

    Oí como Emmett soltaba una risita dentro de la casa.

    — Bien, bien ¿Tengo permitido explicarme? — pidió.

    — ¡No, no puedes!

    — Conozco mis derechos,y tengo derecho a abogar en mi defensa.

    — No lograrías inventar algo lo suficientemente bueno como para salir de esto — lo reté furiosa.

    — No son inventos, Nessie. Son obligaciones. La jauría, los autos...

    — Que defensa tan ridícula.

    Quise alejarme.
    Me lo impidió.
    Se te hacía un poquito difícil, cuando te bloqueaban con dos metros veinte de estatura.

    — Ness...

    — Quítate.

    — ¡Es la verdad! — protestó.

    — ¿Ah, sí? — gruñí — Entonces ve a ocuparte de tus tantas obligaciones y ¡déjame en paz!

    Se echo a reír a todo pulmón.

    Lo miré como si no pudiese creerlo.

    — Lo siento — soltaba entre risas — Te vez muy linda cuando estás molesta.

    ¡¿Se burlaba de mí?!
    ¡Adelante!
    Ya vendría mi turno de reír.

    Se me escapó un silbido de protesta, mientras que apartaba sus brazos de mi cintura.
    Bueno, lo intentaba.

    Jacob suspiró.

    — Nessie, mi amor... — canturreó con voz ronca.

    Eso logró detenerme.
    ¡¿Cómo es que esas tres simples palabras en su boca, conseguían detenerme?!

    Jacob inclinó su rostro hacia el mío, viéndose vencedor.
    Una hermosa media sonrisa se asomó en sus labios.

    — Esto no cambia nada — mascullé, sin fuerzas.

    Inspiró profundo.

    — Pero como mejora todo, ¿no? — replicó.

    Luché por no reír.
    De verdad, luché.
    No lo conseguí.
    Él rió conmigo.

    — Te amo, Renesmee. Te lo juro. Siento que estoy perdiéndome en ti. Es... — suspiró despacio — increíble. Puedes preguntarle a los chicos, si quieres. Me vuelvo loco cuando no estás a mi lado. Esto... — sus manos acariciaban mi espalda — esto me supera.

    Ok. Definitivamente hice todo lo que pude para seguir molesta.
    ¡Me rindo!

    — Todavia... no... ...perdonado — balbuceé.

    Movió una de sus manos hasta la parte más baja de mi espalda.
    Dejo caer su cabeza de lado, y con su nariz inspecciono mi cuello, subiendo lentamente hasta detrás de mi oreja.

    Uhum — respondió a mi berrinche, antes de morder el lóbulo.

    Por suerte mis manos se aferraban a su espalda, porque ya no podía sentir mis piernas.

    De pronto, se ubicó de cara a mí con sus gruesos labios entreabiertos.
    Mis manos sostuvieron su rostro junto al mío.
    Sus labios me rozaban, más no me besaban.
    Se mantenía a la espera de no sé qué.
    Respirando mi aliento, y brindándome el suyo.

    Jadeaba hambriento y apasionado.

    — Mi vida — musitó ronco, después de mucho rato — Tú eres mi vida.

    Al abrir los ojos descubrí que me examinaba cauto y fascinado, a la vez.

    El negro de su mirada brillaba de éxitacion.
    Negro oscuro, como el espacio infinito.

    — Te amo — dijo.

    Su voz se quebró al final.

    ¿Qué le ocurría?

    Lo besé tiernamente.
    Sus manos me aplastaron contra su cuerpo.

    — A mí me pasa igual — contesté.

    Sonrió con todas las ganas.

    — ¿De verdad? — respiró.

    — Sip.

    Reímos.

    Presionó sus labios contra los míos con necesidad.
    Se apartó jadeando, nuevamente.

    — ¿Qué ocurre? — dudé,entre risas.

    Su comportamiento parecía desesperado.

    — Nessie, Nessie, Nessie... — clamó.

    Sus labios se fueron ávidos y expertos hacia mi mandíbula.
    Mi rostro.
    Mis labios.
    Paro un segundo para verme.

    Sus ojos negros ahora parecían temerosos.

    — Soy la imprimada más afortunada — lo alenté.

    Tal vez, fui muy dura con él al principio.

    Se apartó un poco, para acomodar un mechón de mi cabello.

    — No te llevaré la contraria en eso — sonrió travieso — Imagina que fueses Rachel.

    — Hablo en serio. Es decir, a veces pienso en como sería el no tenerte — fruncí mis labios — Aun no me creo que he sido la única.

    El silencio se extendió por unos instantes demasiado incómodos.

    El problema flotaba en el aire, esperando a ser descubierto.

    — Porque... he sido la única, ¿verdad?

    Aunque carecía de la habilidad de Jasper, pude sentir claramente el grueso escalofrío que recorrió todo su cuerpo tenso.

    — ¿Jake..?

    La nuez de su garganta, subía y bajaba con nerviosismo.

    Los temblores se hacían cada vez más notorios.

    — Jacob, lo que sea que te preocupa. Puedes decírmelo.

    Asintió para si mismo.
    Respiró profundo.

    Ok. Esto tenía pinta de ser malo.
    Imaginaba lo que diría, pero ¿quería escucharlo?

    — Sí existió otra chica — habló, en un hilo de voz.

    — Pero... ...tú dijiste...

    Afirmó.

    — Lo sé. Es decir, ella...
    Lo que intento decirte es que... — sacudió la cabeza — Maldición, suena complicado, pero te juro que no lo es.

    Se mantuvo en silencio por casi un minuto.

    — Ella no es como tú — observó mi rostro rápidamente con ansiedad — Quiero decir... Yo te amo, Ness. Lo sabes. ¿Lo sabes, no es así? Dime que lo sabes.

    — Lo sé.

    Él suspiró.

    Su nerviosismo me angustiaba, así que decidí ayudarlo.

    — Ok — me aparté un poco.

    Jacob soltó mi cintura, antes de guardar sus manos en los bolsillos del pantalón.

    — ¿Quién es?

    — Una chica — respondió de inmediato.

    Me cohibí de elevar los ojos al cielo.

    — Eso... eso ya lo sé, Jake. Eso esta sobreentendido. Me refiero a quién es esa chica. Háblame de ella. ¿Dónde se conocieron?

    — En la Push.

    — Jacob, voy a necesitar más información que eso.

    — Sí. Lo siento.

    Aguardé en silencio esperando a que continuara.

    Cerró los ojos con fuerza, mientras agachaba la cabeza.
    Los brazos le temblaron a causa del miedo.

    Me recorrió una ojeada de dolor verlo en ese estado.

    De momento, no me importó lo que tuviese que decirme.
    No resistía verlo sufrir de ese modo.

    Me acerqué, acariciando sus brazos tensos.

    "Tranquilo — le mostré — No es necesario que…

    Negó con la cabeza.

    — Dame un minuto, ¿quieres? — pidió.

    Asentí, aunque él no pudo verme.

    Inspiró hondo, antes de soltar todo el aire de golpe.

    — Era un chico — comenzó sin verme — Lleno de hormonas, y todo eso. Ella... Bueno... una chica muy linda. Además, mayor que yo, y eso lo hizo más interesante para mi prematura fantasía.

    Me lanzó una mirada de soslayo.

    ¿Por qué se le hacía tan difícil compartir conmigo esto?

    Procuré no aflorar ninguna facción que lo cohibiera a continuar su relato.

    — Creí enamorarme de esa chica. Ya te dije, era un niño, y eso complicó la cuestión. Nunca tuvimos nada. Ella esta casada ahora, y yo lo encontré todo contigo. Fin de la historia. No hay nada de que preocuparse, ¿vez?

    Mantuve la vista fija en sus ojos, mientras el levantaba la mirada.

    Me reí de su expresión torturada.

    — ¿Piensas que iré a buscarla echa una furia, sólo porque flirteó contigo hace años? — inquirí entre risas — ¡Dame algo de crédito, por favor!

    Se relajó de repente, como si todo el peso que lo oprimía se fuese de él en el acto.

    — Además, ¿cómo podría culparla? — enredé mis dedos en su cabello liso. Ya casi le llegaba a los cuatro centímetros — Pobre chica. Debe estar diciendo: ¡Que idiota soy! ¿Cómo es que dejé escapar un hombre tan sexy como ese?

    Se carcajeó divertido, mucho mas tranquilo.

    — Así que sexy, ¿eh?

    Muy sexy — recalqué sonriendo.

    Sus labios dieron fin a la conversación.

    Jacob iba cantando muy enérgico de camino a la cabaña.
    En ocasiones, golpeaba los helechos con sus dedos indices, como si estos fuesen baquetas.

    Los pájaros parecían acompañarlo a coro, o protestaban por el ruido, lo que fuese, igual todo era muy escandaloso.
    Muy divertido.

    Apenas podía notarse la casita al pasar el río, pero se podía oír la voz de Renée retumbando por los árboles.

    — Lo sé, pero mira sus ojos, Edward. No importa lo que diga tu padre, estoy casi segura de que tiene que ver con su alimentación.

    Mis ojos se abrieron del impacto.

    La suspicacia de Renée, sí que te daba miedo.

    — ¿Porque no simplemente la embarcamos en un crucero por el caribe? — propuso Jake al llegar.

    ¡Shhh! ¡Podría escucharnos!

    Soltó una risotada.

    — Y eso, ¿qué? De igual modo, no entendería nada de este mundo loco en el que vivimos.

    Él tenía razón en eso.

    La cabaña se hallabaextrañamente en silencio, a excepción de las ocurrencias de Renée.

    Antes de que tocase el timbre, o algo asi, Jacob resopló con amargura exagerada, entrando sin aviso en la casa.

    Bueno, también era mi casa, pero debíamos mantener las apariencias por Renée, ¿cierto?

    En todo caso, ya estábamos dentro, así que aproveché a pasearme por el salón de piano.

    El aroma de mi madre bajo las escaleras.
    Su perfecto rostro se asomó por el umbral del estudio.

    — ¡Hey, Bells! — saludó Jake, apoyado del piano.

    Ella me envolvió en un fuerte abrazo.

    — Mi bebé — musitó.

    — Hola, mamá.

    — ¿Y papi? — Jake bromeó.

    Bellahizo un mohín.

    — Renée — respondió cansina.

    — ¿Tan mal está todo? — insinué.

    — No. Mal no — lo pensó — Incómodo sería la palabra correcta. No sé hasta cuando podamos seguir ocultándole cosas. Ella es tan... detallista.

    Jacob comenzó a pulsar las teclas del piano al azar, con fastidio.
    Bella se llevó las manos a los oídos en son de burla, y este las pulsó con más fuerza.

    Los tres reímos.

    Edward no tardó en acompañarnos, con Renée de su lado.
    Ambos bebían té frío, con rodajas de limón.

    Pobre papá.

    — ¡Chicos!

    — Hola, Renée — dijimos a coro.

    Me recordó a las voces distorsionadas de los monstruos en las películas.

    Chistoso.

    Rompimos a reír tontamente.

    Renée nos miraba con sus brillantes ojos azules.
    Grandes y bonitos.

    Edward apretó los labios. Reflexionando.
    Peligroso.

    — Y... ¿qué tal su día? — improvisé.

    — Renée nos habló más sobre la ausencia de Phill — Edward dijo.

    Sonó muy mecánico.
    Su mente seguía en otra parte.

    — Tiene prohibido salir del estado — Renée continuó —Tuvo una discusión fuerte con el ampayer.

    De pronto, Jacob se removió incómodo a mi lado.
    No tenía que ser una experta para más o menos saber por dónde venía todo.

    Miré de reojo a mi progenitor.
    Edward evaluaba con la mirada a Jacob.
    Su ceño fruncido con frustración.
    Bella también lo notó.

    Comencé a tener miedo.

    — ¿Quisieras escuchar algo en especial, Renée? — me ofrecí.

    La idea primaria consistía en distraer a mi padre.

    — ¿Por qué no nos interpretas algo de Ferrucio Busoni? — participó Edward más animado.

    Tuve éxito.

    A petición del público, y para mi deleite personal, comencé con "Nocturne/Dreams of classic".

    Las notas dobles de Chopin eran adorables.

    Un poco de "Islamey", definitivamente una fantasía para piano.
    Y algo corto de Opus Clavicembalisticum, en octavas.
    Uno de los favoritos de papa.

    — "Para ti" — pensé.

    Sabía que a Edward le gustaría el detalle.

    Me sonrió feliz.

    Aproveché la analogía de los acordes, y pase sin interrumpir las notas, casi imperceptiblemente, de las piezas contemporáneas a los saltos rítmicos del intro de "Clock" de Coldplay.

    Edward roló los ojos.
    Bella se echo a reír.

    — Buena — coincidió Jake.

    — No es más que una obra de artificio — Edward replicó.

    Reí de sus tontas peleas.

    ¿Sería posible que dejaran de hacerlo, alguna vez?
    Entonces vivir con ellos pasaría a ser aburrido.

    — Tu talento con el piano es... sublime — Renée susurró fascinada.

    Se encontraba sentada a mi lado, expectante de cada melodía que reproducía el instrumento.

    — Se ve más difícil de ejecutar de lo que en realidad es — continué tocando para ella.

    — No seas modesta, cariño. Estas piezas tan complicadas suponen un esfuerzo para el intérprete — protestó dulcemente — Viéndote superficialmente, pareces sólo una niña, sin embargo al mirar los cruces de manos sobre el teclado. Eso no es sencillo. Queda claro que a pesar de tu corta edad, tienes una mentalidad muy avanzada.

    Todos contuvimos la respiración.
    Bueno, los que respirábamos.

    — Es increible la facilidad con que pareces tocar la pieza-concluyo orgullosa.

    Sonreí embriagada por su halago.

    — Gracias.

    — Ha interpretado el "Mephisto Waltz" de Liszt y el concierto para piano y orquesta #3 de Rachmaninov, en la misma noche — la voz de Edward no consiguió ocultar el orgullo paternal — Es la más talentosa estudiante del Juilliard School of music.

    Giró muy levemente el rostro hacia mí, sonriéndome.

    Renée miró de Edward a mí, esperando mi reacción a su muy evidente, poco usual y sospechosa admiración.

    No hice más que guiñar el ojo, para restarle importancia al halago.

    Continué tocando.

    — ¿Piensas que Renée sospeche algo?

    Ya nos encontrábamos en su garaje cuando eso.

    Yo me acomodé sobre una tabla vieja que parecía ser una antigua publicidad de alguna bebida energizante, colocada sobre cuatro baterías de carro.

    — ¿De nosotros? Por supuesto — contestó Jake.

    Se encontraba tirado en suelo entre mis piernas, desengrasando una pieza que seguro iría en alguna parte de alguno de los autos que él reparaba.

    — ¿Acaso no viste la cara que puso cuando bromeé acerca de que vivíamos juntos? — movió la cabeza, carcajeándose de sus ocurrencias — Cosa que es técnicamente la verdad, considerando los hechos.

    Lo recordaba bastante bien.
    Edward se puso más tenso después de eso.

    — No me refería a nosotros, sino a mí — aclaré — Quiero decir, el que yo no sea... normal.

    Se rió entre dientes.

    — ¿Normal? Preciosa, ¿quién de aquí lo es?

    Me quedé escuchando su risa ahogada retumbar por el cobertizo.

    Se giró a mirarme.

    Sus cejas negras se unieron sobre sus ojos.

    — ¿Qué? — peri.

    — ¿Quieres ir al punto, o lo hacemos a la manera tradicional? — dejó ver una sonrisa pícara — Que implica preguntarte qué tienes y continuar con todo el protocolo.

    Ahora se había volteado de cuerpo entero, acomodando ambos brazos sobre mis piernas, y la cabeza sobre el muslo.

    Nunca quitando sus ojos negros de mí, con una inocente expresión interrogante.

    — Nada — hablé después de un rato — Bueno... Si pudieras, ¿no te gustaría… no sé… cambiarme algo, cualquier cosa?

    Me dio una sonrisa de reproche y burla.

    — ¿Es en serio? ¿De verdad me preguntas eso?

    Enarqué una ceja.

    — Nada — contestó sin duda.

    — Ni siquiera lo pensaste — lo acusé.

    — No tengo que hacerlo, no imagino una sola cosa que quisiera cambiarte — una pizca de humor se asomó en sus gruesos labios — Hasta tu lado sangriento y colmilludo me encanta. Es sexy.

    Me dedicó una sonrisa potente, al tiempo que acariciaba mis piernas con sus manos.

    — Pues me confunde, caballero — iba sintiendo los duros músculos de sus brazos, la firmeza de sus hombros.

    Su cuerpo estaba temblando.

    — No encontrara en mi boca unos largos y horrendos colmillos afilados — sonreí.

    Jacob curvó sus labios en una media sonrisa sensual.

    — Nadie sabe mejor eso que yo, mi amor.
     
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  17.  
    viviana

    viviana Iniciado

    Capricornio
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    bueno ya ley por los momentos lo que llevas de la historia,me gusta mucho tu punto de vista,,,eres muy buena narrando los sentimientos de todos,, uno e mis capitulos favoritos es en el que estan en el hotel donde ness intenta seducirlo pero estba dormido ajajajajja si pude reirme, el otro fue cuando tenian esa pasion descontrolada en el bosque cuando lo interrunpio alguien de la manada, sigue asi, porfa avisa cuando publiques el siguiente capitulo besos
     
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  18.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Pluma de
    Escritora
    No, problem, darling.
    Soy una loca, así que no me paren.
    Jajaja.

    Sí, fue una buena forma, pero... ¿será la mejor manera?

    Besitos.


    Hi, Viviana!

    La del bosque es uno de mis favoritos, también.
    (eso no es muy objetivo... but whatever.)

    Gracias por comentar, y me encanta que pudieses reirte mucho.

    Nos leemos.
     
  19.  
    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    13 Febrero 2012
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    Escritora
    Título:
    Fuerza de atracción
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    38
     
    Palabras:
    4306
    Capítulo XXXI: Superstición.
    (Renesmee)

    — ¡¿Fue mi idea el que viniéramos a contarles, y me gritas?! — Jake dijo — ¡Deberían amarme!

    Se supone que sería una reunión normal y tranquila, pero ¿en qué estaba pensando? Nada en mi vida ha sido nunca normal y tranquilo.

    Le pedí, casi le rogué a Jacob que no hiciéramos esto.
    No había necesidad, de verdad.
    Todo este asunto protocolar, incómodo y anticuado de pedir mi mano a mi padre, afianzar nuestro compromiso, reconocer ante mi familia su entrega frente a este paso tan importante para ambos, etc, etc...

    ¿Qué sentido tenía, por Dios?
    ¿Alguno de los presentes tenía dudas acerca de que algún día me casaría con Jacob?
    ¿Es que no era suficientemente obvio ya?

    Jacob les ofrecía a mis padres un futuro tan dulce como el chocolate e intenso como el café (o eso dicen, nunca me gustó el sabor de ninguno de los dos)
    No lo presionamos. Ese creemos que sería su mayor esfuerzo.
    Llamemosle una manera salvaje de anunciar nuestro compromiso.

    Entonces, se encontró con los ojos de Bella, Edward, miró a los demás, y habló en voz segura. Autoritaria:
    — Nos casaremos en este año.

    Una entusiasta sonrisa se extendió por su rostro.

    Para entonces, Bella le gritaba un montón de palabras violentas a velocidad luz, como si yo fuese un corderito manso, y Jake el retorcido lobo, que me engatusaba para matarme luego.

    — Podrían vivir aquí — sugirió una voz por encima de los gritos de mi madre.

    Alcé la vista con sorpresa, para mirar a Edward sentado en una esquina del sofá blancodel salón.

    Se encogió de hombros.

    No hizo falta que nadie discutiera la "posible solución".
    Jacob explotó a reír sin control, como si papá hubiese contado el mejor de los chistes, no volviendo a tocar ese absurdo tema.

    Los días pasaban velozmente, en el mejor sentido.
    No como cuando pasan, y no tienes tiempo de nada, en este caso se iba rápido, pero sabías que lo disfrutabas al máximo.

    — Tengo algo para ti. Cierra los ojos.

    Caminábamos tomados de la mano por la hilera de árboles del bosque húmedo, cerca del hermoso lago natural Kitzap.

    No existían secretos entre nosotros por esa razón.
    Jacob jamás me ocultaría nada, y él podía ver lo que fuese en mi cabeza con esa simple acción.

    Se apoyó de la gran roca que iniciaba una fila de éstas a lo largo del lago.

    — ¿Ésta es la parte en la que te obedezco? — sonrió divinamente.

    Sus dientes perfectos relampagueaban sobre sus gruesos labios.

    Colocó ambas manos sobre mi cadera, acercándome hacia su cuerpo.

    Arqueé una ceja.

    — Okay — añadió, en un tono bromista de mansedumbre.

    Cerró sus ojos, mientras sus labios se curvaban en una sonrisa.

    Él no aflojó su abrazo.
    Usó sus pulgares para acariciar la piel de la espalda que quedaba desprotegida por los jeans y el top blanco.

    ¡Que diablos!
    Aproveché la sumisión en la que se encontraba, y mordí su barbilla.

    No sabría describir con palabras el sonido salvaje que profirió.

    Sentí la electricidad descender por el ombligo y ascender por mi nuca.

    Y luego, de alguna manera maravillosa, me hallaba disfrutando la ambrosía que me brindaban misericordiosamente los labios de Jacob.

    Apoyé tiernamente la mano sobre la línea de su mandíbula a medida que profundizaba el beso, mandándole la deliberada oleada de amor que sentía por él.

    Sus manos me abrazaron más fuerte.

    — Eres tan imposiblemente hermosa — dijo con voz ronca al oido.

    Podía escuchar también su respiración.

    Sabía que debía parar esto si no pretendíamos hacer un escándalo público, así que tiré de su cabello hacia atrás para apartarlo... sólo un poco.

    Se encontraba tan inmerso en el beso, que tardo varios minutos en liberarme de su fuerte agarre, y abrir los ojos.

    Tomé con delicadeza su brazo izquierdo.
    Jacob apenas se dio cuenta de cuando saqué del bolsillo de mis jeans la hermosa esclava de plata -decorada con pequeños diamantes-, y se la coloqué alrededor de su muñeca.

    Hice mucho ahínco en la joyería para que copiaran el modelo de pulsera quileute de compromiso.

    Jacob se quedó quieto, mirando la esclava.

    Irónicamente el silencio sepulcral que nos invadía, retumbaba en mis oídos.

    Eso, sin contar los acelerados latidos de Jake, haciendo eco en el mutismo.

    — Pensé que tardarían un poco más en terminarla — confesé satisfecha — Ayer llamaron para que pasara a recogerla. Es perfecta.

    Me miró con gesto de desaprobación.

    — ¿Qué es? — intentó no sonar renuente.

    — ¿Olvidaste que me pediste matrimonio?

    Eso pareció calmar su mal humor.

    — ¿Bromeas? Accediste a molestarme por toda la eternidad. Imposible de olvidar.

    Solté una carcajada.

    Alargué el brazo para acariciar su rostro.
    Él apoyó la mejilla contra mi mano.

    Lo besé.
    Se resistió por medio segundo.
    Después, me devolvió el beso, con una mezcla deliciosa de lujuria y ternura.

    — Esto no esta bien — jadeó acongojado, contra mis labios.

    Volvió a besarme.

    — Yo no... Ya sabes — respiró hondo — ¿Qué se supone que puedo ofrecerte, cuando ya lo tienes todo?

    Me aparté un poco para verlo más claramente.
    Arrugaba el ceño, con la mirada entristecida.

    — No empieces. ¡Eso no significa nada! — refuté irritada.

    — Sé que tú no entiendes por lo que estoy pasando...

    — Ok — lo interrumpí con amargura — Se acabó.

    Quise apartarme.

    — ¿Qué haces? No, Nessie, espera.

    Parecía incapaz de moverme, si quiera.
    Era como si Jacob se hubiese soldado a mi cuerpo.

    — Me voy — refunfuñé — No quiero ver como te martirizan mis manifestaciones de cariño.

    Continuaba luchando por zafarme del apretado abrazo.
    No podía.

    Entornó los ojos, sin aflojar su presa.

    Al rato, la expresión en su rostro se relajó, dedicándome su encantadora sonrisa.

    — Okay — bufó perezosamente, acariciando mis brazos y hombros con sus manos fuertes.

    — No puedes entrar en un ataque de histeria cada vez que te regale algo — lo miré con el rabillo del ojo — Menos ahora, que Alice te espera para tomar las medidas del patrón que usarán en la confección de tu traje.

    Jacob se quedó mirándome.

    Podía decirse que su tentación estaba entre salir corriendo o no.

    Toda mi familia -influenciada por Alice- acordó que la sastrería del traje clásico de Jake fuese el chaqué.

    Ya sabíamos que no dejarían que usara sólo chaqueta y pantalón, pero no se podía ignorar que mi tía comenzaba a salirse de control.

    — Ya dejen de invertir tiempo en eso — sugirió Rose, con voz despreocupada — Hagan lo que hagan, da lo mismo. Sigue apestando, de todos modos.

    Giré mis ojos.

    Jacob se encontraba de pie sobre una pequeña tarima de madera, con ambos brazos estirados y una perfecta prenda de etiqueta embelleciendo aun más su fornido cuerpo.

    Alice ajustaba los detalles que faltaban.

    La chaqueta lisa era un poco más larga en la parte de atrás, y curvada en la parte delantera. Se estrechaba hasta la cintura.

    Lucía tan diferente a él, pero indudablemente igual de encantador.

    — Admítelo, lindura. En el fondo de ese corazón de hielo que tienes, sé que me amas.

    — Tienes razón — lo miró con fingida complicidad — Al final siempre se le coge cariño a las mascotas. Por suerte éstas terminan muriendo antes que el amo, y luego, sólo la remplazas por otras... o no lo haces.

    — ¡Rose! — reprendió Esme, de la manera en la que ya todos nos acostumbramos.

    Ella no pareció escucharla.

    A medida que el verano pasaba, y el tiempo corría a velocidad vampírica, mi madre, Rose, Alice, Esme, Sue, y hasta Renée, se dispusieron a organizarlo TODO para la celebración.

    La mansión se llenó de familiares y amigos –si acaso conocía a Zafrina, sus hermanas y el clan Denali-, ofrecidos cordialmente a colaborar con sus talentos para lo que hiciera falta.

    Mis tías propusieron convertir una frágil casita de la reserva (inexplorada desde hace mucho, según sabíamos), en un verdadero palacio para la reunión.
    A Tanya no le pareció muy buena la idea.

    Torres de blanco marfil, faroles de papel, la orquesta. Delicados pliegues de seda colgando, sostenidos con broches de oro tallado, embutidos con nácar y diamantes. Antorchas de llamas verdes y azules a ambos lados del camino, para guiar a los invitados. Grandes hileras de diferentes flores cubriendo la mayor parte del camino hacia el altar.

    Bella sugirió una boda simple y sencilla, pero sus intenciones fueron destruidas por la resistencia sólida de ideas que bombardearon las demás.

    Tanya seguía sin gustarle el lugar.

    Nunca pidieron mi opinión.
    Igual todo parecía ir a las mil maravillas.
    Para mí significaba una fiesta más donde usaría un lindo vestido, invitados, adornos, luces.
    Lo que más me agradaba a decir verdad, era que me dejaran tiempo de calidad con Jake.

    — Ay, ¡lo olvidé! Volví a repetir la primera parte — me quejé.

    Jacob sonrió divertido.
    Sus ojos brillaban, como los de un niño en una juguetería.

    Utilizamos inteligentemente la excusa de los preparativos, para buscar una residencia más cercana a la reserva.

    "Quileute Oceanside Resort" satisfizo nuestras exigencias.

    De ese modo, Jacob se quedaba cada noche a mi lado, y la incomodidad que sentía al dormir lejos de casa se había esfumado.
    Sin teléfonos, ni televisión.
    Sólo nosotros, y una excelentísima vista al mar.

    ¡El éxtasis!

    Jake regresó la vista a mis pies mientras ubicaba mejor la guitarra, y cantaba la segunda estrofa del tema que compuse para él.

    No tenía nombre, pero eso no parecía importarle.

    Pulsaba las uñas de mis dedos acostado boca abajo en la cama, como si éstas fuesen botones.
    Tal vez el rojo verbena del esmalte llamara su atención.

    — ¿No deberías ir de un lado a otro, estresándote con los preparativos, y todo eso? — dijo, esbozando su gran sonrisa feliz.

    Llegó hasta mí.
    Casi no recordaba sus facciones sin su brillante sonrisa.

    — ¿Eso es lo que quieres?

    El río escandalosamente.

    — La estoy pasando muy bien, en realidad — me apoyé hacia delante — De todas maneras, es sólo un acto de formalidad — pasé el dedo suavemente a lo largo de su labio — Es lo que deseas, y quiero complacerte.

    Frunció el ceño.

    — ¿"Lo que deseo"?

    Las cejas gruesas oscurecieron sus ojos.

    — Jake, no necesito que nadie me haga repetir promesas en un altar, para cumplirlas. ¡Yo lo haría, de todas formas! — me incliné más cerca y besé la curva de su labio inferior — Pero si tengo dudas sobre esto.

    Abrió los ojos de golpe.

    — ¿Seré la sra. Black, o tú el sr. Cullen? Es que pasas más tiempo en la mansión que yo en la reserva, así que...

    Sentí su risa en mis labios.

    — Nunca pensé que mi nombre iría ligado a ese apellido, pero... digamos que un 50 y 50.

    Sentía los leves roces de su barba contra mi cara.

    No existía nada mejor en estos días que los besos de Jacob.

    Por votación unánime, Jake y yo seríamos los encargados en entregar las invitaciones en la reserva.

    — No queremos incomodar a nadie — había dicho Carlisle.

    Sonaba razonable.

    El esmoquin de Billy estaba listo desde hace unos días, así que aprovecharíamos el viaje para entregárselo…
    … no sin antes ser secuestrada por las mujeres de la casa.

    Últimamente, esto ocurría con mucha frecuencia.

    — Eres brillante, Alice — dijo Rose, parada detrás de mí frente al gran espejo dorado de su habitación.

    De alguna manera, ella no consiguió transmitir lo que mi tía logró diseñar, en realidad.
    No existían palabras que pudiesen describir aquella obra de arte tan sublime.

    Sin importar "el juicio estético de lo bello".
    No contaba si Kandinsky no se hallaba aquí para admirar tan insuperable belleza.

    Ajustado a mi figura hasta las rodillas, donde se ensanchaba en una falda que caía en pliegues hacia los pies.

    Mis hombros y brazos descubiertos.
    El vestido no llevaba tirantes, pero si un delicado hilo traslucido en el lado izquierdo del corpiño, realzando el busto y parte del cuello, también.
    Limpiamente decorado en pedrería brillante y cintas plateadas, que se plisaban con delicadeza en la cintura, haciendo hincapié en las curvas.
    Ah, sí, y era blanco.

    Sin duda, cada novia en todo el mundo, mataría por vestirse de este modo.

    Absolutamente nada que envidiarle al Emporeo Armani.

    Lo levanté de un lado, volteando un poco para apreciar el corte bajo de la espalda.

    Mi GRAN SONRISA de TOTAL SATISFACION parecía hablar por todas en el silencio atónito del dormitorio.

    — Mi amor, ¿no te parece... demasiado?

    Mi madre me observaba girar, con la expresión de su hermoso rostro perpleja y algo horrorizada.

    — ¿Es un chiste? — reí — ¡Es perfecto!

    Alice aplaudió verdaderamente emocionada a mis espaldas.
    Sus grititos me hacían reír con más entusiasmo.

    — No habrá quién dejé de mirarte ese día, princesa, estas hermosa — aseguró orgullosa Rose — ¿Estás segura de que es "eso" lo que quieres? ¡Podrías tener quién tu quisieras!

    Alcé los ojos a través del espejo para mirarla.
    Real preocupación se marcaba en sus preciosos ojos dorados.

    ¿Estaría hablando en serio?

    — Iré por el calzado — canturreó Alice.

    Se veía muy contenta jugando a "la Barbie" conmigo.

    — Te acompaño — Rose sonreía con jubilo.

    — No es necesario todo eso ahora, Alice — mi madre hizo una graciosa mueca de enfado, mientras las seguía.

    Reí encantada.
    Esto me divertía mucho.

    Continué admirando mi precioso vestido.
    De repente, me vino una buena idea.

    Tomé la punta del lado más largo, y bajé de puntillas la escalera de caracol hasta la sala.

    Esperaba que Jake se emocionara tanto con el vestido, como todos parecían estar.

    Él estaba sentado en el suelo, con la cabeza apoyada sobre el sofá.
    Lanzaba una bola de papel arrugado, una y otra vez hasta el techo, en un continuo "trac - trac -trac" cada vez que ésta pegaba del arriba.

    — Hum – hum — me aclaré la garganta.

    Él volteó.
    La bola de papel subió por última vez, pero no hubo quién la recibiera en el descenso.

    — ¿Te gusta?

    No hubo respuesta.

    Saltó sobre sus pies de forma atropellada - nunca quitando sus ojos de mí -, en tanto la quijada le colgaba de la mandíbula.

    — Es precioso, ¿verdad? — intenté de nuevo.

    No creo que me escuchara.
    Quedó hipnotizado por el efecto del vestido.

    Se acercó, tomándose el tiempo para mirarme.
    Sus ojos recorrían mi cuerpo, a toda velocidad

    No dudó en colocar sus calidos brazos a mi alrededor.
    Me acomodé en ellos, por instinto.

    Trazó el contorno straples de la tela por la piel encima del escote, con su dedo índice.

    — Tú... ... — su voz se quebró — tú... ...

    — ¡¿QUÉ CREES QUE HACES?!

    Alice me tomó del brazo con brusquedad.

    Ni siquiera alcancé a escuchar el sonido del aire, que anunciaba su llegada.
    Cuando caí en cuenta, ya gritaba con violencia frente a nosotros.

    — ¡NO PUEDES VER EL VESTIDO DE NOVIA ANTES DE... !

    — Por favor, tía, en el más fantasioso e imposible de los casos, eso no funcionaría con una pareja de imprimados que...

    — Arriba. Ahora — me gruñó.

    Uy, Ok.

    Jacob se echó a reír.

    — Vampiros supersticiosos — rodeé los ojos.

    No estaba segura de si la contagiosa alegría desbordante de Jacob se debía a nuestra boda, o a las remodelaciones que Emm le realizó a su antiguo taller, pero desde luego se le veía irresistiblemente animado.

    Condujo por la carretera hacia su casa con mi mano entre la suya, inclinándose cada dos minutos para besarme.

    La sensación de pequeñas chispas recorriendo mi cuerpo, se negaba a dejarme.

    Cuando llegamos a la Push, la niebla dibujaba una densa capa oscura sobre el cielo, mientras la lluvia nos empapaba al salir de la camioneta.

    Billy no se encontraba en casa.

    — Espera aquí — Jacob dijo, al cruzar la puerta — Veré si está con los Clearwater.

    Sacó las invitaciones del bolsillo trasero de sus jeans.
    Alisó los sobres.
    Después, los depositó junto con el traje de Billy sobre el sofá.

    Se agachó para besarme nuevamente sosteniéndome con firmeza, entre tanto yo podía -¡Oh gran poder de Dios!- sentir los duros músculos de su pecho y brazos.

    Dejé que sintiera mi felicidad en su mente.
    Su respuesta fue el ronroneo salvaje, de un hombre lobo enamorado.

    La llovizna arreció, media hora después de que Jacob se fuera.
    Unos minutos mas tarde, oí el movimiento de pasos en dirección a la casa.

    Sonó el timbre, y Emily se encontraba del otro lado de la puerta con un paraguas rojo y blanco.

    Los nueve meses de embarazo bien pronunciados en su cuerpo.

    La exhorté acerca de salir en "ese" estado, pero alegó que le gustaba asistir a Billy por las tardes.

    — Eres muy maternal, ¿sabes? Me recuerdas a mi abuela Esme.

    Emily río.
    Se movía por la cocina, preparando alimento como para un batallón.

    — Ya lo sé — sonrió — Sue dice que tiene que ver con la imprimación. Dice que somos lo que ellos nos hacen ser.

    — ¿Qué? — sonreí de sorpresa.

    Advertí en su mirada un atisbo de cautela.

    — De modo que Kim es altamente posesiva, a pesar de que Jared sea tan insoportablemente suficiente — se explicaba — La prepotencia de Paul, destruida por el liderazgo de Rachel. Quil y su afán por las mujeres mayores, imprimado de Claire. Jacob y su relativa intolerancia por los vampiros — me guiñó un ojo — Somos algo así como la cura a sus dolencias.

    Soltamos varias carcajadas.
    Emily se veía más relajada, después de eso.

    — Eso explica mucho — reprimí una sonrisa.

    Asintió.

    — Ninguno de nosotros lo entendía, antes. En tu caso, quiero decir — rió —. Tantas chicas disponibles, y Jacob sólo tenía ojos para Bella Swan.

    Me quedé rígida, esperando haber escuchado mal.

    ¿Qué cosa había dicho?

    — Perdona, Nessie. Sé que este pudiese ser un tema bastante incómodo para ti — tragó nerviosa — Supongo que no es algo de lo que hablaran muy seguido.

    Intenté comprender lo que decía, ignorando la corriente de aire fría recorriendo mi columna.

    — Lo que intento explicar es que la imprimada le da sentido a todo, ¿vez? — continuó ansiosa — Nadie supo porque Jacob se enamoró de Bella hasta...

    — Jacob se... ¿qué? — interrumpí sin voz.

    Entonces, el universo entero se congeló.
    Todo a mi alrededor no eran mas que ruidos sordos, y una petrificada Emily con expresión de terror frente a mí.

    Me sentí el único punto muerto de un planeta girando.

    — Oh, Dios — se llevó las manos a la boca — Tú no lo sabías.
     
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    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

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    Escritora
    I'm back!!!


    "ho por dios!!!! y poco tiempo antes de la boda!!! conchale que rollo, ahora nessi va querer termianr con jacob o algo asi pero no querra casarce,,, hay nooooooooooo"

    Calma, calma, Viviana. ¿Quién no querría casarse con ese bombón?

    "Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh malado secreto lo uelvo a decir y tu me dejas con un royo en la garmanta

    Te amo:D:mad:Te Odio. algo dificil de esplicar... cada vez que describes uno de sus besos o los berriches de Jecob Uffff... son mi parte favorita


    Un Beso.... Emily iba muy bien cuado describio lo de la imprimacion pero, eso lo daño todo..."

    No me odies:eek:
    Ese es un sentimiento muy feo:(

    Jajaja:p

    Cierto.
    No fue lo más inteligente que pudo decir Emily

    Besitos, Ana.




    "me encanta tu fic lo lei en tan solo 2 horas espero con ansias nuevos capitulos. julieta de argentina"

    Hi, Jupi. ¡Bienvenida!
    Me encanta que te encante.
    Espero seguir sabiendo de ti.
    Nos leemos.

    Gracias a todas.
    Las amo en cantidades industriales.
    Besos de verano.
     
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