Long-fic de Pokémon - La Consulta del Caos

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por Figlio di Ladro, 24 Noviembre 2012.

  1.  
    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Simplemente grandioso, majestuso, no se puede describir con palabras, un capitulo alejado de lo habitual, mucho más reflexivo y con un trasfondo ¿serio?, no estoy seguro de lo que digo, pero eso si, sin duda esta serie, novela o lo que sea sin duda pasará a la historia, por que más que una simple historia de pokémon es una enseñanza para la vida, sin duda Tom es un personaje que con una personalidad que si bien no todos apreciamos en la vida real la verdad es que el es la representación perfecta de todos nuetros problemas, bien pudiste escribir la vida de Tom para otra serie o como un original, pero sin duda has hecho una gran representación con los personajes de la serie.

    Por otra parte la actitud de Tom siempre es divertida, arregla todos los problemas menos los suyos, y Natu, al final si se preocupa por su amigo Tom (con todo y que sea pederasta jajajaja), después de todo Tom lo crío, parece que Tom tiene muchas cosas que ocultar, cosas que iras desempolvando poco a poco, y con tu gran maestía para escribir se que lo harás de un modo grandioso; lamento no haber comentado antes pero igual que Tom yo tengo pesima memoría jajaja, como sea espero la continuación para desvelar más misterios del enigmatico pero divertido Tom Soyer, saludos.
     
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  2.  
    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

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    Título:
    La Consulta del Caos
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    13
     
    Palabras:
    8011
    Antes de comenzar y como debe ser a mi parecer, quisiera dirigirme a las siguientes personas:

    Navaja: Nuevamente gracias, querida, tus palabras siempre consiguen animarme de una u otra manera. A veces...a veces sí, existen lazos, lazos que pueden ser muy fuertes, pero nunca entiendes qué los corta, qué hace que se apague y es ahí cuando debes aferrarte a la voluntad, como dices, salir adelante, aunque nadie dice que sea sencillo. A veces las mujeres hacen estupideces, cierto, a veces los hombres cometemos estupideces descomunales...supongo que eso nos convierte en humanos, ¿no crees? Jejejeje. Tom se ha hecho así, Natu lo ha visto forjarse de igual manera, al final quedan las cicatrices y muchas otras cosas que lo configuran y espero en verdad que esta historia siga siendo, con los pocos capítulos que ya van quedando, un buen momento, unas líneas que sepan interesarte cada vez más. Y con respecto a esta historia como medio para desahogarse...sí, así es, como nunca imaginé que sería, sobre todo en esta última instancia en la que a medida que escribía, los golpes se fueron sucediendo pero es mejor así, supe encontrar un rumbo para el relato y la colaboración de los personajes, como Cintia con esa consulta, jejejejeje. Si estás pasando por momentos difíciles y quieres conversarlo con alguien...bueno, yo siempre estoy aquí, siempre se puede hablar, por un medio u otro, pero si necesitas a alguien con quien hablar, no dudes en avisarme. Saludos cordiales.

    juanjomaster: Tu comentario, querido amigo, ha representado una muy grata sorpresa y por eso te doy las gracias y no te preocupes, ¿quién no ha tenido problemas de memoria? Es comprensible, jejejeje. En verdad eres muy amable, tu generosa opinión me emociona muchísimo. Esta novela (dada su extensión se podría considerar así) nació en principio como una forma de reírnos de los clichés, pero la verdad es que se alejó mucho del objetivo inicial, puesto que mi intención era divertir a los lectores, pero en ti veo que se ha conseguido mucho más y por eso estoy muy agradecido. Quizás debí empezar por algo original, es cierto, considerando que los personajes de mi creación han rondado otros trabajos míos con un nombre u otro, pero siempre siendo los mismos. El desafío residía, no obstante, en sentir que realmente esto era una consulta y ahí es donde también reside el encanto, porque nunca sabes qué dirá la persona que se sienta en el diván ni lo que pasa por su cabeza, de manera que escribir sobre esos personajes sin duda representaba una tarea complicada, mas no por eso menos emocionante. De ahí también el deseo de crear el desastre de Tom y un Natu que vendría a ser la personificación de ese mejor amigo que tiene la confianza para decirnos las peores cosas, jejejejeje, aunque sea un pajarito silencioso. Una vez más gracias amigo, espero que el siguiente capítulo cumpla tus expectativas.

    Y gracias también a todos los lectores que han manifestado su apoyo a este proyecto, de una forma u otra, porque gracias a ellos esta historia ha ido creciendo de a poco. Todos los comentarios, críticas, correcciones, observaciones, todo es bienvenido y ayuda a este autor a brindar un producto de calidad.

    Sin más dilación, los dejo con este capítulo. Retrocedamos un poco en el tiempo y así comprenderemos mejor el presente.




    Caso 9
    Tom
    (Segunda Parte)



    −Si no habla ha de ser por algo…cosas que pesan sobre él –murmuró James con semblante pensativo–. Pero eso significaría…

    “Tom hizo muchas cosas cuando era más joven, cosas de las que se arrepiente, pero también cosas de las que se siente orgulloso, aunque esas mismas acciones le han ocasionado problemas…los problemas que podría ocasionarle a cualquier persona con prontuario…los problemas que podría ocasionarle a alguien que se ha ganado el odio de poderosos….pero principalmente porque antes confiaba más en la gente, creía en las buenas intenciones”.
    Sin darle explicaciones, volteé hacia la mesa donde se encontraban la mayoría de los pacientes más recientes de mi amigo, en particular los más problemáticos, los más difíciles…ellas estaban ahí y me miraban…y casi sentía que me entendían sin necesidad de que Meowth tradujera para ellos…no, era imposible, entre ellos y yo no existía el nivel de comunicación que nos unía a Tom y a mí. Ash y Brock intentaban asimilar mis palabras y las muchachas simplemente miraban su mesa, fingiendo que nada habían oído…y esa estupidez fue lo que más me molestó.

    “Tal vez no lo digan en voz alta…tal vez se hayan enterado recientemente, pero estoy seguro de que saben hasta qué punto él los conoce a ustedes, ¿no es así? Entonces pueden hacerse una idea de cómo es él y por qué”. Y con todo, sabía que Cintia se había dado por aludida…y mejor así, también los otros parecían buscar algo más allá del presente…

    También ellos empezaban a recordar…
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    −Mamá, ¿te puedo preguntar algo? –La aludida no tardó en voltear–. Sé que no es mala persona, pero… ¿Cómo conociste a Tom?

    −¿Y por qué quieres saberlo? –No parecía molestarle la pregunta, pero sí le causaba cierta curiosidad.

    −Pues…para que lo invitaras a mi cumpleaños cuando casi no invitas a nadie…y no recuerdo que me hayas hablado nunca de él…y he hablado con él hace poco y me pareció extraño que lo conocieras y yo no supiera nada de él…cuando él parece saber tanto de nosotros –inconscientemente, Ash frunció el ceño, pensativo–. Por eso…mamá, ¿quién es Tom?

    Delia no tardó en secarse las manos antes de esbozar una sonrisa nostálgica. No suponía ningún secreto vergonzoso…de hecho, no tenía nada de secreto. ¿Por qué no le había hablado de él antes? Quizás le costara creer que se tratara de él…a ella misma le había costado relacionarlo con la misma persona tras la máscara que representaba la barba, pero en el fondo, sabía que seguía siendo él…el mismo sin importar cuánto intentara cambiar, lo cual no dejaba de resultar curioso.

    −Bueno…tú tenías tres años cuando lo conocí, así que él tendría unos…unos once si no me equivoco –confirmó mientras se sentaba junto a la mesa, frente a su hijo–. Recuerdo que por aquel entonces, él se dedicaba a viajar por el simple gusto de hacerlo…bueno, tenía sus pokémon, pero más allá de eso, simplemente viajaba con un morral, la guitarra, el palo de golf y Natu en la cabeza –la mujer tuvo que contener una carcajada al recordar tan gracioso cuadro−. Pero lo que más me llamó la atención era que sonreía en todo momento, como si siempre recordara un chiste excelente…como si lo último que quisiera fuera tomarse la vida en serio…o como si no existiera nada por lo cual valiera la pena adquirir algo de seriedad.

    −¿En serio? –Ash intentaba hacerse una imagen de un Tom de esa edad con tales características, presentando serias dificultades–. Vaya…dicho así…

    −Él era un niño muy entusiasta, hasta el día de hoy me pregunto qué fue lo que pasó, qué lo hizo cambiar hasta ese punto –murmuró Delia con cierta tristeza–. Porque en esos años…en esos años, siempre era agradable hablar con él u oírlo tocar la guitarra…en realidad, ese par de semanas que se quedó aquí se dedicó a tocar la guitarra todas las noches para que todos lo oyeran…y vaya que tuvo éxito, logró llevar la cantidad de dinero suficiente para mantenerse por un mes…e incluso me dio un poco por las molestias que, según él, me tomé al hospedarlo…pero qué tontería –bufó Delia con enfado–. Tenerlo no suponía ninguna molestia…incluso se divertía jugando contigo.

    −¿Conmigo? –La sola idea le provocó un sonrojo. Sin darse cuenta, su madre se había levantado de su asiento y desapareció en la cocina para volver al cabo de unos minutos con un álbum de fotografías−. ¿Qué es esto?

    −Algo que logrará convencerte.

    Intrigado, Ash pasó las páginas, encontrándose con fotos familiares, todas relacionadas con algún momento de su vida que no recordaba, encajando precisamente en ese periodo de tiempo una foto en la que aparecía su madre con unos años menos al lado de un joven delgaducho con un Natu en la cabeza y un niño de cabello negro encaramado en sus hombros…pero claro, si era él mismo… ¿En los hombros de Tom? Y encima parecía divertido tirando de las mejillas de ese niño flaco de gran sonrisa… ¿Sonrisa? Increíble, estaba sonriendo…sí era Tom con varios años menos y una enorme sonrisa en los labios, un poco estirada a causa de las manos del niño que cargaba y que reía con su expresión.

    −Es la única foto que tengo de esos días…y me habría gustado tener algunas más, pero él no parecía muy convencido de quedarse mucho tiempo.

    −Acaso… ¿Acaso tenía algo que hacer?

    −Simplemente decía que lo mejor no era quedarse demasiado en un mismo lugar…no sé si por su seguridad o porque realmente tenía un espíritu aventurero…aunque en realidad prefiero pensar en lo último, porque la sola idea de que haya hecho eso porque escapaba de algo…no me agrada –por primera vez en toda la conversación, Delia frunció el ceño con molestia–. Porque de ser así, significa que no confiaba en mí…o que en realidad prefería cargar con demasiada responsabilidad…y siendo tan pequeño…

    −Hablas como si viajar fuera algo malo, mamá –le reprochó Ash con desconcierto−. Recuerdo que me dejaste viajar cuando tenía diez años y nunca…

    −Porque estaba aquí, hijo, pero él…él no tenía a nadie –aquella explicación bastaba para que el muchacho comprendiera el estado de ánimo de su madre–. La sola idea de que fuera perseguido por alguien…intento apartarla, porque siento que jamás podría perdonarle el que no confiara en mí.

    Ash asintió distraído, sin despegar la mirada de aquella foto, la prueba de que ese momento realmente había tenido lugar en su vida. Le resultaba extraño verse a sí mismo tan pequeño y a Tom de niño con él en los hombros y sonriendo… ¿Un hombre como Tom sonriendo? Intentar imaginarlo no tenía sentido si lo tenía frente a él…pero parecía tan diferente…
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    −¿Qué ves hija?

    La pregunta de su madre apenas llegó con el volumen suficiente como para comprender que alguien le hablaba en la lejanía, mas su mirada se encontraba enfocada en un sitio en particular…concretamente, en una foto del álbum negro que su madre sacaba de vez en cuando, una imagen que no dejaba de llamarle la atención, acaso porque a pesar de las enormes diferencias, no dejaba de notar la semejanza… ¿O simplemente Natu servía para reconocerlo? Pero ahí estaba su madre, un poco más joven, con el vientre abultado y al lado un chico, apenas un muchacho, con una sonrisa en los labios, ropa demasiado grande y un palo de golf firmemente empuñado, estando Natu sobre su cabeza.

    −Ah, sí, esa foto –con naturalidad, Joanna tomó el álbum, contemplando la imagen con melancolía–. Faltaba un par de meses para que nacieras cuando sacaron esta foto…

    −Mamá… ¿Ése es Tom? –Articuló la chica en voz baja.

    −¿Cómo lo sabes? –En ese momento, notó que había hablado demás, despertando la curiosidad de su madre, la cual no tardó en disipar con una lógica respuesta.

    −Pues…es amigo de la mamá de Ash y…lo conocí en su cumpleaños –si llegaba a enterarse de que había buscado un psicólogo…sí, le daría más razones para preocuparse.

    −Qué pequeño es el mundo –reconoció la ex Coordinadora, visiblemente sorprendida−. Aunque no sé de qué me sorprendo…si él viajaba tanto, con seguridad terminaría conociéndola…

    −¿Y tú cómo lo conociste? –Intentó disimular la desesperación que ocultaba su tono de voz…la necesidad de saber por qué lo conocía, cómo podía ser… ¿Cómo podía ser que él apareciera en esa foto con su madre? Acaso…no, no podía ser que hubiera habido algo… ¡Pero se veían tan cercanos! Por qué su madre tenía que ganar en eso también… ¿Qué acababa de pasar por su mente? Acaso… ¿Estaba celosa? No, qué clase de locura…

    −Lo conocí cuando viajaba…es decir, justo se dio la casualidad de que caminaba por la Ruta 202 y terminó perdido debido a que era de noche…y si lo hubieras visto, te habría dado entre pena y risa –la forma en que hablaba de él no encajaba con la imagen que ella poseía–. Tanto él como Natu estaban en las últimas y a esa hora, muchos en el pueblo nos encontrábamos fuera de casa, incapaces de dormir debido al calor cuando apareció él cantando –bueno, aquello no parecía ser una descripción de Tom–. Y lo más extraño era verlo herido…sí, herido, con un ojo en tinta, la camisa rasgada, lleno de polvo, el labio y la nariz sangrando –dejó escapar una risita–. Así que había dos opciones: O había tenido un accidente de aquellos o se había enzarzado a golpes con alguien y a duras penas había logrado escapar…y conociéndolo, estoy segura de que fue la segunda…pero lo sorprendente de todo, es que le quedaban fuerzas para rasgar la guitarra y cantar con tal del pedir algo de ayuda, sin dejar de reír.

    La chica hizo un esfuerzo mental intentando imaginar al muchacho de la foto en el estado que describía su madre… ¿Cantando? ¿Riendo a pesar de las heridas? No, parecía una persona diferente…no podía ser el mismo…

    −Y… ¿Se quedó mucho tiempo?

    −Me habría gustado que así fuera, pero no tardó en irse –súbitamente, el humor de su madre había decaído–. Según él, le gustaba moverse, pero yo sé que algo le preocupaba…al menos, ésa es la única explicación para esas noches en las que pasaba despierto sobre el tejado, las únicas oportunidades en las que lo vi serio –dejó escapar un suspiro de pesar, aunque eso no alejaba la nostalgia–. Y en parte…cuando lo recuerdo, llego a pensar que se parecía mucho a ti.

    −¿A mí? –Dawn no sabía cómo tomar aquel dato, intentando no mostrar ninguna expresión que pudiera comprometerla.

    −Siempre decía que no me preocupara, incluso cuando salía sin desayunar a buscar algún trabajo –en un segundo, aquella resignación familiar apareció en el rostro de la antigua coordinadora–. Y siempre que lo decía era cuando más me preocupaba.

    La chica intentó imaginar al Tom que describía su madre…pero le parecía una realidad tan lejana…y no sabía qué le molestaba más: que su madre lo conociera más o que en realidad fuera tan distinto…porque si lo pensaba bien, nunca lo había visto sonreír…siempre serio, circunspecto…y si llegaba a esbozar algo parecido a una sonrisa, ésta distaba mucho de alegría, más bien se trataba de un gesto forzado, movido por la cortesía o la ironía…o la rabia misma…

    Cómo podía ser y no ser a la vez…
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    −¿Cómo es posible?

    Misty estaba incrédula ante lo que veía. Únicamente hurgaba entre sus cosas cuando dio con aquel álbum olvidado que albergaba fotos que no recordaba. Quizás movida por la curiosidad más que por recordar viejos tiempos, empezó a hojearlo, encontrando en él diferentes momentos de su vida y la de sus hermanas, como la primera batalla, el primer pokémon, la primera de muchísimas actuaciones, incluso momentos banales como juegos o cosas similares, sonriendo con cada una de las imágenes y reconociendo a sus hermanas y a sí misma en cada una de ellas.

    Sin embargo, no esperaba encontrarse con algo así.

    En una de ellas aparecía de bebé, tendría casi dos años, no lo sabía, mas eso poco importaba, pues si bien se reconocía con facilidad sin suponer nada extraordinario, no podía decir que no le sorprendiera la presencia de un muchacho larguirucho que no debía superar los…no, imposible saber cuántos años, era difícil determinar su edad con esa sonrisa jovial, aunque ésta se veía un poco desfigurada a causa de las manos de la pequeña Misty que jugaban con sus cachetes. Se estaba preguntando quién era cuando notó esa sensación familiar que le producía el ver esa cara, más allá de la expresión…y el hecho de que un Natu se mantenía en el hombro derecho.

    −¿Qué pasa Misty? –La voz de Violet no tardó en invadir la habitación, movida por la curiosidad que causó en ella la exclamación de su hermana menor.

    −Violet, ¿se puede saber quién es el que me sostiene en brazos? –Exigió saber la muchacha, mostrando la foto. Si bien sabía cuál era la respuesta, no dejó de sorprenderle.

    −Ah, ahí estás con Tom…pensé que habíamos perdido esa foto –para su asombro, el semblante de su hermana se tornó melancólico, incluso triste–. Ha pasado mucho tiempo desde entonces…

    −Ya me di cuenta, lo que quiero saber es por qué me tiene en brazos –no podía decirlo, no podía dar a entender que…no, no podía ser que el mismo psicólogo hubiera…la sola idea inundaba su rostro de tinte rojizo–. Para empezar, quién diablos es ese tal Tom.

    −Tom fue tu niñera por un tiempo –la información le cayó como un puño de hierro en el estómago–. Llegó a Ciudad Celeste buscando trabajo…y debo reconocer que lo primero que nos llamó la atención fue el Natu que llevaba al hombro y cómo se comunicaba con él, acaso porque nunca habíamos visto uno…y quizás fue por eso que decidimos emplearlo, queríamos ver a Natu más de cerca, claro que ellos nunca se separaban –la excusa que su hermana le presentaba le parecía en extremo ridícula–. Al final, como parecía dispuesto a cualquier cosa por dinero más que por la medalla que no le interesaba, lo pusimos a cargo del aseo del gimnasio…ah, también alimentaba a todos los pokémon y como tú eras pequeña y nosotras estábamos ocupadas, sin contar que él en verdad parecía un poco desesperado, también te dejamos a su cuidado por un tiempo…

    −¿Me estás diciendo que se aprovecharon la situación para explotarlo? –El gimnasio era enorme, los pokémon numerosos y ella de bebé… ¿Cómo no había muerto a causa del stress laboral? ¡Aquello era indignante!

    −Bueno…en principio fue así –reconoció Violet, un tanto avergonzada–. Pero a cambio él pidió una cosa, además de la paga, y eso era alojamiento, daba igual donde, sólo quería un lugar donde dormir…y bueno, como él parecía un muchacho un tanto…impulsivo, no lo queríamos demasiado cerca de nosotras, así que le permitimos dormir cerca de la piscina…

    −¡Y después de todo lo que hacía, ustedes lo obligaban a dormir en la humedad! –Cuanto más escuchaba, más se convencía de que a sus hermanas poco les había faltado para torturarlo y cargarlo de más absurdas labores–. No entiendo…no entiendo cómo pudieron…
    −Eso fue las primeras semanas, no te precipites –se apresuró a explicar la joven, comprendiendo que mientras más hablaba, más se enfadaba Misty–. Porque la verdad es…es que nunca se quedó a dormir…

    −¿Qué?

    −Él no dormía, simplemente se dedicaba a…a cantar en bares y a veces lo encontrábamos dormido mientras jugaba contigo –por un segundo, a la joven líder de gimnasio le pareció notar cierta actitud soñadora en su hermana–. De hecho…casi nunca hablaba con nosotras, se la pasaba contigo tocando la guitarra y…bueno, cantaba muy bien, ¿sabes? Así dejabas de llorar…así te hacía dormir…así él mismo se dormía a veces…

    −Pues con todo el trabajo que le daban…si me cuidaba siendo bebé y ustedes lo hacían dormir junto al agua, es normal que quisiera pasar tiempo lejos de aquí…

    −Ya te lo dije, eso fue al principio, las cosas cambiaron cuando se ganó nuestra confianza.

    −Oh, por favor, ¿me vas a decir que incluso cuidándome, ustedes no confiaban en él?

    −Es que…las cosas cambiaron cuando él se enfrentó a unos acosadores –ante aquella confesión, Misty no tardó en instarla a continuar–. Verás, por aquí había un grupo de…un trío de idiotas que no nos dejaba en paz y no sabíamos qué hacer…es decir, siempre aparecían cuando Tom te sacaba a dar una vuelta, pero…pero un día justamente él estaba aquí y vio que no los podíamos alejar ni usando pokémon, así que…el muy loco se fue contra los tres…y a pesar de la desventaja, se las arregló para darles una paliza y tirarles los dientes, aunque no volvió ileso –Violet parecía incapaz de contener un suspiro de resignación–. Recuerdo que terminó con un brazo roto, pero con todo, seguía riendo afirmando que no eran más que unos cobardes de los cuales esperaba demasiado.

    −¿Tom hizo eso? –Articuló Misty, incapaz de creer que hablaran de la misma persona.

    −Y desde entonces, nunca más volvimos a ver a esos tipos, lo que nos hizo descubrir que muchos en la ciudad lo respetaban…y eso cambió también nuestra opinión…es decir, comenzamos a ayudarle con las tareas, pero él seguía haciéndose cargo de ti…y aunque le permitimos dormir en el sillón de la sala, seguía desapareciendo por las noches y no lo veíamos hasta que te daba el biberón de la mañana –su semblante no dejó de mostrar cierto pesar a medida que hablaba–. Y todo lo anterior hizo que…bueno, Lily fuera la primera en ofrecerle quedarse a vivir aquí.

    −¿Quedarse a vivir? –La sola idea le parecía descabellada, más si se trataba de alguien como él.

    −Las tres lo queríamos, Misty, de a poco se había convertido…había adoptado un rol que nosotras mismas buscábamos evadir a toda costa y su presencia había dejado de parecernos extraña, aunque nos costó convencerlo de que podía comer con nosotras en la misma mesa…y realmente llegamos a pensar que se quedaría, pero tan repentino como llegó, así se fue un día, después de renunciar a todo y darnos las gracias, se quedó para hacerte dormir y cuando te dejó en tu cuna, se marchó –por un segundo, Misty fue capaz de jurar que había una lágrima en los ojos de su hermana–. Quizás por eso no te hablamos de él, no sólo porque su partida te afectó, nos afectó a nosotras también, ninguna lo perdona por haberse ido sin dar explicaciones más allá de querer seguir viajando…ninguna lo ha podido perdonar por…por haberse quedado tanto tiempo y que ese tiempo…ese tiempo significara tan poco al momento de irse…

    −Y nunca…

    −Nunca una llamada, una carta, ni siquiera una postal…muy propio de él –comentó Violet con cierta amargura–. Pero…supongo…no, en realidad quiero creer que tuvo sus razones para hacer algo así.

    Sí, pensaba Misty. A pesar de la sonrisa, seguía siendo Tom y aquellas acciones parecían propias de un sujeto como él, acostumbrado a enfrentar peligros…no, no tenía ese concepto de él, sabía que era temerario, únicamente eso podía explicar que le hiciera frente a tres bravucones y saliera riendo con un brazo roto… ¿Por qué no podía recordar esos días? ¿Tan cercanos habían sido? ¿Qué habría sido de ellos de haberse quedado? ¿Habría crecido mejor, sin tanta rabia hacia su familia? Y ese afán de viajar buscando trabajo…de viajar sin luchar en gimnasios…

    Debía de haber una razón para todo aquello.
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    −Papá, ¿quién es él?

    La chica no pudo evitar dejar escapar la pregunta, acaso porque el muchacho magullado que aparecía en la imagen en compañía de su padre más joven le resultaba en extremo familiar. Ambos sentados, llenos de tierra, pero en particular él lucía una sonrisa cansada, pero llena de satisfacción. No le habría dado mayor importancia de no ser por las similares facciones, ojos tan parecidos…y un Natu sobre su hombro, el cual le permitía obviar tantas diferencias…

    −¿Quién? –Curioso, Norman se acercó para ver la foto que le mostraba su hija, adoptando su semblante una expresión que mezclaba nostalgia y fastidio–. Ah sí, ese chico…se llamaba Tom, con seguridad el oponente más difícil de mi vida.

    −¿Fue tu oponente? –Le costaba creerlo…sí era Tom, un muchacho apenas, pero… ¿Había peleado contra su padre? ¿Acaso no había dicho que las batallas no le interesaban?

    −Por decirlo así –aquella frase sólo añadía ambigüedad a esa imagen–. En realidad…llegó a la ciudad un día, nunca tuve claro de dónde…y por aquel entonces me preparaba para llegar a líder de gimnasio, así que ya habías nacido –con una sonrisa irónica, se dejó caer en el sillón junto a su hija–. Él simplemente tocaba la guitarra en las plazas, pero tuvimos unos desacuerdos cuando dije que los pokémon Tipo Normal eran mejores que cualquier otro, lo cual ofendió a Natu y a su entrenador también…pero claro, él no parecía muy dispuesto a enviar a su amigo a batalla.

    −Pero…pero en esta foto…

    −¿Lo dices por nuestro estado? Bueno, es porque él tenía un sentido absurdo de…cómo te dijera…unirse a su pokémon en las batallas, así que fue tanta mi insistencia que fui, según él, el primero que veía su estilo en un “combate amistoso”, aunque hasta el día de hoy me pregunto qué habría sido de mí si hubiese ido en serio…y quizás la prueba más grande de amistad fue el no luchar con el palo de golf…

    −Espera, ¿con el palo de golf? ¿Cómo iba a luchar Natu con un palo de golf?

    −No May, creo que no has entendido –Norman no pudo evitar sonreír, pues se trataba de una confusión normal–. Yo peleé contra Tom, no fue una batalla pokémon, me obligó a hacer equipo con Slaking, ¿o en serio creías que terminaríamos así después de una batalla convencional?

    May apenas podía contener su asombro. ¿Equipo con su pokémon? ¿Qué clase de locura era aquella? Pero si lo veía bien…claro, ambos lucían en condiciones deplorables…y si lo pensaba mejor, eso podía explicar la resistencia de Tom al momento de recibir cinco ataques simultáneos sin más consecuencia que un par de cortes, fracturas y quemaduras, las cosas que no podía evadir, por más resistencia que tuviera…y eso explicaba que se viera más entero que su padre, lo cual hablaba de cierta práctica.

    −Y… ¿Y quién ganó?

    −Bueno, fue un empate, aunque estoy seguro de que él habría ganado de haber ido en serio, pues seguía siendo algo nuevo para mí y él se estaba conteniendo…sin contar que, desde entonces, nunca más he intentado hacer algo como eso.

    A la chica le costaba imaginar algo como eso, pero sabía que no podía ser falso viniendo de su padre y teniendo frente a ella la mayor prueba, aunque en la foto misma no parecía existir tensión entre ellos, más bien algo parecido a la camaradería…incluso su padre hablaba de él con cierto afecto… ¿Por qué nunca le había hablado de él? No es que necesitara algo así, pero…

    −Y… ¿Qué pasó con él, papá? ¿Lo has vuelto a ver?

    −Ya me habría gustado, pero él era de aquellos que no permanecían demasiado en un mismo sitio –meneó la cabeza con cierta preocupación, mas no por eso se alejaba la sombra de nostalgia–. Me cuesta creer que siendo tan joven, se haya hecho de tantos enemigos que lo querían ver muerto.

    −¿Enemigos? –Sabía que no tenía sentido repetirlo, pero las últimas palabras la dejaron sin aliento.

    −Bueno, qué se podía esperar…hija, en este mundo tienes que saber por dónde caminas y quiénes te rodean y parece ser que al intentar sobrevivir, no buscó los mejores lugares y lo terminó pagando…aunque no parecía lamentarlo –en la expresión de su padre creyó ver esa exasperación que solía provocarle alguna locura de sus hijos–. No hablaba de eso, pero sabía que se metía en los peores tugurios, se involucraba en una pelea y más de alguien perdía los dientes a causa de su palo de golf…porque claro, no faltaba quien lo reconocía a causa de su temeridad y del mismo palo…

    −Pero en la foto no parece ser el matón que tú describes…

    −No hija, él no era un matón, simplemente se cruzó en el camino de gente equivocada que no perdona y actuó en consecuencia, es decir, lo que haría cualquiera que desee conservar su vida –a pesar de intentar mostrar cierto relajo, no fue capaz de disimular del todo la tensión de su voz–. Y la verdad…quiero creer que sigue vivo.

    Por un segundo, May estuvo a punto de decirle a su padre que no se preocupara, que Tom seguía con vida a pesar de todo, pero no tardó en recordar las circunstancias que la habían llevado a conocerlo…claro, no sería una buena idea, a menos que blandiera el argumento creíble de que lo había conocido en el cumpleaños de Ash…no, querría saber dónde vivía y seguramente lo encontraría hospitalizado…probablemente no diría que ella tenía responsabilidad, pero lo podía sonsacar…no, seguía siendo desfavorable por donde se viera. Quizás más adelante fuera posible…sí, lo mejor sería dejarlo para más adelante, cuando se hubiera recuperado del todo…cuando ella misma dejara de sentir culpa al mirarlo a los ojos…
    A quién engañaba, había algo más allá de la culpa…y sabía que ninguno de los dos se lo tomaría bien…no, al menos con uno tenía la certeza, del otro…del otro quería esperar algo en particular.
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    −Helena…

    La chica levantó la cabeza y se encontró con la figura alargada de un muchacho que la miraba con seriedad. Había algo en él que le parecía familiar, pero resultaba un tanto difícil saberlo a través de las lágrimas. Quizás él lo sabía, por lo que no tardó en agacharse para tener una mejor perspectiva. Y sí, había cambiado mucho, pero sabía que seguía siendo él, en parte porque la mirada la recordaba…en parte por el Natu de pie sobre el hombro de ese chico.

    −Tom… −articuló la chica con dificultad, sintiendo cómo los dedos del joven le secaban las lágrimas.

    −Vine en cuanto pude –sin decir más, la abrazó con fuerza, sorprendiéndola con dicho gesto, acaso porque no estaba acostumbrada a tales muestras de afecto, tan efusivo…tan imprevistas–. Chiquilla…lo siento tanto…

    Sabía que en su hombro podía llorar la muerte de sus padres. Sabía que en su hombro podía encontrar el pilar que necesitaba para desahogarse…el pilar necesario para aferrarse a la realidad, por muy dolorosa que ésta pudiera ser…porque había sido un accidente…porque no había forma de esperarlo…porque no era ni el momento ni el lugar…y los extrañaba tanto…y ahí estaba él, el mismo Tom que recordaba de niña, el mismo chico delgaducho que la había salvado una noche de lluvia…el mismo que parecía no cambiar a pesar del cambio mismo…el mismo que a pesar del cansancio, le había sonreído para animarla…y el mismo junto al cual lloraba esa partida prematura, intentando asimilar la soledad repentina que caía sobre ella a sus trece años…la misma que él, en parte, parecía mantener a raya.

    −Gracias…gracias Tom –articuló entre sollozos–. Pero…ha pasado tanto…y de pronto…

    −Lo sé, lo sé, tranquila –miró la estancia en la cual se velaban dos ataúdes–. Entonces…por qué…por qué nadie…

    −Eran mis padres…y todo lo que tenía –murmuró la chica con dolor–. Y ahora…ahora…

    −Ahora no sabes qué harás –completó él con voz neutra, como si mantuviera todas sus fuerzas en lo más profundo de su ser, intentando mantener bajo control una implacable lucha interna–. No te preocupes, yo tampoco sé qué haré, pero dicen que dos cabezas piensan mejor que una –unos picotazos de Natu lo interrumpieron–. Demonios, no me cortes la idea, sabes a qué quiero llegar, no te estoy ignorando.

    −Tom…

    −Si no sabes qué hacer, vamos a averiguarlo juntos, ¿sí? –Y a pesar de la oscuridad y tristeza de la estancia, el chico sonrió–. Si no lo sabes…bueno, nunca has estado sola en el camino…

    −Qué quieres…

    −A partir de ahora, eres mi responsabilidad –dejando caer la mano sobre su cabeza, pareció reafirmar sus palabras–. Y no aceptaré un no, esto no está sujeto a discusión, aunque me lo pensaré cuando cumplas dieciocho –la chica sintió que el llanto volvía, luchando por contenerlo–. Pero si vas a llorar, llora…se han ido, se volverán a encontrar, pero sigue siendo una despedida y pasará algún tiempo antes de que los vuelvas a ver…mas ten por seguro de que se reencontrarán, ya verás.
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    Me hacía el dormido y lo increíble de todo aquello era que Tom se lo había tragado completamente, de manera que me dejó sobre el escritorio después de un largo día cuidando su espalda, haciendo como que nada oía, finalmente para tener la oportunidad de concentrarme en lo que sucedía justo a mi lado, sabiendo que las risas de la chica sólo tenían una explicación razonable, aunque me costaba creer que fuera mi amigo el que lograba hacerla sonreír de esa manera y que él mismo se viera tan relajado, tan…tan feliz. Ni con Helena lo veía en ese estado, en realidad me daba la impresión de aparentar ante la misma Helena tener más edad de la que en realidad tenía, acaso porque intentaba llenar él solo un vacío imposible se sobrellevar sin ayuda.

    Estaba Helena, siempre importante…pero estaba Cintia, y por primera vez me daba cuenta, después de todo el tiempo que habían compartido desde la primera consulta, que con ella mi amigo podía ser él mismo, sin restricciones, sin el peso de una responsabilidad que él mismo había buscado. Lo veía soltar chistes, pero también sonreír o escuchar a la chica con genuina atención. Aquél había sido uno de esos días libres en los que ambos habían salido y yo prefería quedarme en la consulta esperando a que ellos volvieran, porque aunque él no me lo dijera, sabía que quería estar a solas con ella.

    Sin embargo, no esperaba que después de horas por ahí, ambos llegaran a la consulta para seguir conversando, como si los temas no se les agotaran o simplemente no hubiera necesidad de temas y éstos no fueran más que una burda excusa para extender las horas, pasar un poco más en compañía del otro.

    Quizás mi amigo era demasiado ciego o estaba sumido en un estado de nerviosismo tal que parecía incapaz de notar las miradas que le lanzaba la chica cuando él intentaba hacer todo lo posible por apartar los tensos silencios que amenazaban con cernirse sobre ambos. Me preguntaba a ratos si lo que temía era dejar sus impulsos hacer en una pausa…quizás temía hacer algo de lo cual se pudiera arrepentir, pero de lo que sí estaba seguro es que la chica se veía cómoda junto a él, incluso a la expectativa, casi llamándolo con la mirada, instándolo a hacer o decir algo, pero no, él seguía siendo incapaz de mirarla a los ojos más de cinco segundos para saltar a otro tema de conversación.

    Por supuesto que aquello no podía extenderse de manera indefinida, de manera que no me extrañó notar que se quedaba en silencio al cabo de un rato, dejando que su mirada se perdiera en algún punto concreto de una pared desnuda, como si ese punto pudiera brindarle una respuesta a sus interrogantes o algo que justificara más minutos de conversación. Por otro lado, la chica no parecía ni por asomo la mitad de nerviosa que el anfitrión, acaso porque había aprendido a conocerlo, acaso porque sabía que de él no podía esperar otra cosa o quizás sí, pero no se atrevía a reconocerlo, las posibilidades abundaban.

    −Yo…quisiera preguntarte algo –murmuró de pronto mi amigo, siendo evidente su estado de tensión.

    −Me has preguntado muchas cosas, ¿ésta es diferente? –Y a pesar del tono risueño, alcancé a captar algo de nerviosismo en la chica, algo que me pareció inusual.

    −Se podría…se podría decir que sí –y a medida que dejaba escapar las sílabas, comprendí a cabalidad que hacía un enorme esfuerzo por mantener la compostura–. Es decir…me has hablado de tu familia, tus amigos, tus metas, pero…pero no sé…si tienes novio o…o algo así…

    Podía haber leído mil y un libros, aparentar seguridad por momentos, enfrentar mil peligros con una sonrisa, pero en el fondo seguía faltándole experiencia en algo que otros solían vivir con naturalidad. Lo pude notar porque, a diferencia de otros jóvenes, él no se sonrojó, pero sí perdió mucho color, adquiriendo un aspecto casi fantasmal a medida que se hundía más en la certeza de haber hecho una pregunta clave que había despertado en la chica algo más que desconcierto.

    −Pues…pues no, Tom, no tengo novio…

    −Pero…pero… ¿Te gusta alguien? –Atolondrado, ansioso, casi asustado, no pudo esperar, no pudo hacer la pausa necesaria antes de soltar otra pregunta del mismo calibre, acaso de mayor potencia, la cual la chica recibió con una sonrisa melancólica.

    −Yo…podría…podría decir que sí, me gusta alguien.

    Si las expresiones pudieran replicarse con palabras, la de mi amigo habría sido el equivalente a una sarta de palabrotas furiosas y desoladas, a medida que la palidez también adquiría cierta rigidez, hundiéndose las mejillas y oscureciendo su mirada. Apenas había visto esa expresión desolada un par de veces a lo largo de todos esos años que compartimos, como cuando murieron los padres de Helena, pero él se obligó a adoptar un semblante más iluminado, un tanto más alegre, todo con tal de mantener a la chica aferrada a la realidad.

    Pero en ese segundo…no, en ese segundo tenía que ver exclusivamente con él, daba igual lo que dijera, sabía que esa respuesta le afectaba muchísimo y no tardó en probarlo cuando se incorporó de su asiento y se dirigió a un estante, dándole la espalda a Cintia, quien parecía súbitamente sumida en sus pensamientos.

    −Y…por curiosidad… ¿Cómo es él?

    −Pues…es muy simpático, ¿sabes? En realidad nunca deja de sonreír, como si no existiera nada que pudiera mermar su alegría…y es muy inteligente, siempre tiene algo que decir y casi nunca es algo innecesario, siempre viene al caso –la sonrisa de la joven se confundía con el sonrojo que comenzaba a abarcar gran parte de su rostro–. Aunque…a veces tiende a ser muy inseguro de sí mismo porque en lugar de hacer pausas, no deja de hablar ni un momento, ni siquiera cuando está demasiado nervioso…como si temiera quedar en ridículo por el solo hecho de…de ser incapaz de dar con un buen tema de conversación.

    −Parece…parece un buen tipo –gruñó mi amigo, intentando no denotar ni una pizca de la frustración que amenazaba con quemarlo por dentro–. Y… ¿Él lo sabe?

    −Pues…parece ser que no –murmuró ella casi con temor de ser oída.

    −Deberías decírselo, ¿no crees?

    −No, no creo que sea necesario, él tiene sus ocupaciones, sus problemas…no quiero ocasionarle más dificultades…

    −El hombre que crea que eres un problema no merece ser llamado hombre siquiera, así que no digas una cosa así –no esperé verlo voltear ni acercarse a ella a grandes zancadas, levantarla con delicadeza de su asiento y poner ambas manos sobre los hombros de la chica, un gesto que solía emplear cuando aconsejaba a Helena–. Tú eres una gran mujer, Cintia, quizás una de las mejores que he conocido en años…no, la mejor que he conocido jamás, así que nunca digas que puedes ser un problema para el hombre que quieres, al contrario, ese imbécil debería sentirse inmensamente agradecido de que una mujer como tú se haya dignado a fijarse en él…debería dedicar cada segundo, cada instante de su existencia a la tarea de hacerte feliz, hacerte sonreír…lograr que tu mirada nunca pierda el brillo ni un segundo…y agradecerle a la vida…agradecerle a Dios por el regalo que representa el…

    En un segundo, las palabras murieron cuando ella le cerró la boca de una manera que jamás me atreví a imaginar. Porque sí, ella tenía razón: Cuando se ponía nervioso o se dejaba llevar por una emoción fuerte como la ira o el dolor, no paraba de hablar, acaso porque temía que el silencio le jugara una mala pasada…acaso porque temía que a través de ese silencio, se viera reflejado en su mirada el cúmulo de anhelos que parecía asfixiarlo día a día, concretamente desde el instante en el que ella puso los pies en la consulta de un psicólogo novato al cual acababa de callar tomando su rostro con ambas manos y atrayéndolo hacia ella…y claro, enseñándole algo nuevo, porque si de algo estaba seguro era que mi buen amigo había pasado por muchas cosas, pero nunca había besado a una mujer ni mucho menos había sido besado, porque entre ambas acciones suele haber un trecho considerable de distancia y sutiles diferencias como pueden ser la iniciativa o acciones.

    En este caso, ella había dado el primer paso, pero él, después de infinitos segundos en los que parecía que intentaba reponerse de un cortocircuito que parecía anular cualquier acción, supo que lo que debía hacer era atraerla hacia él rodeando su cintura con sus brazos y profundizando un contacto que parecía no terminar nunca, obligándome a mí, fingiendo ignorancia y un profundo sueño, a contener la respiración, intentando asimilar que algo así ocurría ante mis propios ojos…asimilar que después del beso, lo que quedó fue una pareja que se miraba con incredulidad, ella sonriendo de manera casi infantil y él con la mirada desenfocada, como si en lugar de un beso, ella le hubiera dado un potente golpe en la cabeza.

    Finalmente, después de tomar el aire necesario, él pareció comprender algunas cosas.

    −Así que… ¿Inseguro? –Ante sus palabras, la chica dejó escapar una risita.

    −Y celoso e imbécil –la risa creció cuando él frunció el ceño–. Eso último lo dijiste tú, no puedes negarlo.

    −Pero yo no creía que…

    Cuando lo volvió a besar, comprendí divertido que ella tenía razón en muchos puntos, aunque no imaginaba que fuera precisamente esa chica la que descubriera los celos que podían invadirlo.

    Además, tenía razón cuando decía que a veces podía hablar demasiado.
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    Extrañaba la sonrisa de mi amigo…la extrañaba por sobre muchas cosas de aquel pasado mejor…la extrañaba más teniendo a la responsable de su muerte tan cerca de mí mientras esperaba oír pronto la voz de Tom cantar mientras todas las chicas se levantaban, sin duda pensando algo…sin duda planeando algo que creía saber, incluso sin la necesidad de inmiscuirme en sus cabezas, porque a pesar de todo, seguía teniendo su atención sobre mí.

    −Eso no explica por qué mi cuate es así ahora –me reclamó James con enfado, actitud que parecían compartir sus amigos.

    “Entonces quieres saber sobre un acontecimiento en particular…muy bien, creo que merecen saberlo.”
     
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    Navaja

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    ¡Fantástico!

    Oh, amigo escritor... Este capítulo entregó muchas piezas del gran y enredado rompecabezas (creo que hay una palabra para eso pero no me acuerdo :/) de la vida de nuestro Tom y debes saber que disfruto cada palabra que leo, porque en serio, jamás está demás decirlo: escribes muy bien y es agradable leer cada capítulo.

    Los capítulos cada vez desentrañan nuevos problemas, nuevos interrogantes y nuevas esperanzas en los personajes y, lo que me parece cómico y a la vez tan familiar es que el Equipo Rocket sea el principal receptor de la historia oculta del pasado del peculiar Tom.

    ¡Qué recuerdos los de cada personaje! Me sorprendió MUCHO el que Tom haya tenido que ver con el pasado de cada uno... las vueltas que da la vida me parecen impresionantes porque no solo están presentes en la ficción, sino que la realidad es mucho más extravagante y a la vez sorprendente de lo que cualquiera de nosotros se pueda imaginar. También me cuesta mucho imaginar al Tom (de por sí, me lo imagino medio hippie) alegre del pasado comparándolo con el hombre tan triste en el que se convirtió.

    Hubieron algunos pequeñísimos errores (diminutos) en algunas palabras que se te escaparon en los argumentos, pero nada que no se pueda corregir con el tiempo. Disculpa si fui yo la que leyó mal pero me parece que en algunos argumentos de las mamás se te escapó información que antes no habías soltado y que de pronto pareció allí de la nada, o eso creo...

    ¿Qué más puedo decir? Podría hacerte un comentario del tamaño de un capítulo, pero en verdad, me faltan las palabras para hacerte un comentario como corresponde, pero trato de hacer lo que puedo >.<

    Hm... las situaciones son casi impecables (con una que otra mancha), certeros, emotivos y sumamente verosímiles. Dios, como amo las historias creíbles, me encanta eso de tragarme cada palabra y pensar que en verdad son así, es que, mi amigo, tienes algo, un don o no sé cómo llamarlo, pero al utilizar cada personaje lo haces tan bien, juegas con cada frase de los personajes, no copiándolas sino dándoles el estilo de cada uno en particular y es como si los estuviera escuchando o viendo en mi mente los sucesos. Te aplaudo por eso :)

    Ahora no tuve una escena favorita, pero el beso de Cynthia y Tom me pareció muy bonito, aunque depor sí las escenas de besos son de una u otra forma tiernas. Hm... No, mi parte favorita fue la conversación de Misty con Violet. Como dije antes, las representaste perfectamente, cosa que solo he visto a UNA escritora hacer en toda mi vida, una escritora que en cierto modo fue mi inspiración para escribir y, has dejado la vara altísima para aquellos que decidan usar a los personajes de Pokémon para una historia original.

    Bueno, amigo, me alegra alegrarte con la alegría que me dejas con tus capítulos.

    Un abrazo cariñoso virtual y adiós!
     
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    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

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    La Consulta del Caos
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    Antes de comenzar, como ya es costumbre, quiero dirigirme a:
    Navaja: Cada vez me cuesta más encontrar palabras suficientes para manifestar mi agradecimiento, queridísima. Te tomas el tiempo para analizar al máximo cada capítulo, captando detalles que a mí se me escapan durante el proceso creativo. Darle forma al pasado de Tom ha sido una labor más que compleja considerando la de cabos sueltos que han ido quedando atrás y de los cuales no me había percatado sino hasta último momento y quizás por eso he dejado atrás algunas pequeñas cosas y otras las he corregido de manera posterior, siendo a veces una historia que por momentos me supera, pero que me ha obligado a estar a la altura, como debe ser, aunque ya habrás notado, algunas cosas se escapan, jejejejeje. A todas tus amables palabras (no tiene caso repetirlas, las conoces bien, lo sé) sólo me queda reiterar mi agradecimiento, jamás esperé que este proyecto encontrara tan entusiasta respuesta y espero que en esta oportunidad, el resultado sepa complacerte, como debe ser. Un abrazo desde aquí, saludos cordiales.
    Y agradezco también a todos los lectores que han manifestado su apoyo a esta historia, de una u otra forma, gracias, si sigo aquí es por ustedes, con el objetivo de brindarles un buen momento a través de estas líneas.
    El capítulo de hoy es, con toda certeza, el más personal de todos los que haya escrito, de manera que he intentado tardar lo menos posible con tal de hacerlo llegar a todos ustedes.
    Sin más dilación, los invito a pasar una vez más, y la ronda va por mi cuenta.
    Caso 9
    Tom
    (Tercera Parte)


    −Sé que te estoy dejando atrás, hijo, pero…pero sabes que tarde o temprano, nos volveremos a encontrar, eso tenlo por seguro; puede que sea un tiempo largo, será normal que llores, pero ese tiempo pasará y mientras estemos separados…procura emplear ese mismo tiempo a tu favor y que esta pena no abarque toda tu vida, porque estaré contigo siempre, más allá de cualquier lejanía y esperando a que sonrías sin importar la situación ni cuán grande sea la prueba…porque la alegría de la vida es tener un desafío que la vuelva más interesante y la muerte no es más que el último desafío…por eso ríete de ella en su cara, no hay que temerle, vive con nosotros y no la vemos, la ignoramos y cree que nos tiene controlados…no dejes nunca de reírte de ella…y de todos los obstáculos.
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    “Tom siempre contó con mi apoyo para lo que fuera. Helena también siempre estuvo ahí. Y aunque él no era de las personas que fuera gritando por la calle que algo bueno le acababa de pasar, era evidente en sus expresiones, en su sonrisa…bueno, quizás la sonrisa era algo común de lo cual ya no nos sorprendíamos, pero en él había cierto aire de relajo…paz me atrevería a decir, esa paz que ninguno de nosotros parecíamos comprender en principio, pero que sabíamos que él recibía con los brazos abiertos, acaso porque se trataba todo de algo tan diferente, tan bello que le costaba asumirlo, aceptarlo…creer siquiera que algo así de verdad le estaba pasando a él. Que en verdad tenía derecho a vivir algo tan parecido a un sueño pero siempre del lado de la realidad.
    Quizás fue la única vez que tuve que acostumbrarme a una nueva presencia después de Helena, la misma que parecía feliz al ver a nuestro amigo en ese estado, aunque no lo reconociera. Sin embargo, siempre se ha dicho que las mujeres tienen un sexto sentido, algo que les advierte, algo que les dice que algunas cosas no deberían ser como son y que algo no parece encajar en el rompecabezas. A decir verdad, ella nunca presumió de tal cosa, pero se apreciaba que era mucho más observadora que Tom, al menos en aquél entonces, quizás porque estaba más acostumbrada a pasar las horas leyendo o escuchando música en silencio, quizás recordando a sus padres, quizás sin mayores deseos de pensar en algo en particular.

    Y con todo, ella misma parecía incapaz de asumir sus propias corazonadas.

    Recuerdo que cuando estábamos solos, solía preguntarme si estaba bien todo aquello que sentía. Sabía que no eran celos y si lo eran, solían ser pequeños, ínfimos…o eso o los dominaba a la perfección, pero solía decir con mucha frecuencia que algo de todo aquello no le cuadraba. Solía decir que no sabía si tenía que ver con Tom o con Cintia, pero algo la incomodaba al verlos juntos, al verlos besarse en la distancia…

    Y a decir verdad…yo también sentía lo mismo, pero más bien sentía que se debía a Tom.

    Jamás había visto una mirada como la suya cuando hablaba de ella o se posaba en la chica cuando la veía llegar. Jamás lo vi tan lleno de vida, ni siquiera cuando lo nuestro era recorrer los caminos de todas las regiones…jamás vi en él sonrisas más sinceras o carcajadas que parecían nacer del alma, como si esa chica le hubiera enseñado, casi sin quererlo, el verdadero significado de vivir…no, más que eso, como si finalmente le hubiera brindado un motivo, algo por lo cual mantenerse en pie…algo que parecía estar más allá de todas las responsabilidades, acaso porque no la sentía como tal, viéndola como un regalo caído del cielo.

    Mi amigo lo daba todo sin esperar nada desde lo más hondo de su corazón. Esa chica tenía su alma en sus manos y lo hacía tocar el cielo.

    Creo que eso era lo que tanto Helena como yo temíamos: Cuando despertara del sueño…cuando la caída comenzara.”
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    Una liga cercana, quizás la mejor excusa para verla. Quizás…claro, después de ese par de semanas sin verse, parecía lógico que él quisiera acompañarla, que luchara por hacerse el tiempo necesario con tal de verla competir en el campo de batalla…después de esperar tanto para verla, agradeciendo a la vida aunque fuera esa pequeña ventana que le permitía escapar de los deberes para así correr, para así poder verla, aunque al principio fuera de lejos, aunque al principio no pudiera correr a abrazarla…aunque al principio sólo tuviera que conformarse con reducir más la distancia de por sí amplia.

    A decir verdad, no recuerdo cómo fueron esas batallas. No recuerdo qué liga era ni mucho menos recuerdo quién ganó. Únicamente recuerdo el viaje que tuvimos que hacer para llegar hasta allá, las horas que recorrimos la carretera y el final mismo del recorrido, donde finalmente estaba ella ahí, después de un par de semanas sin poder verla. Desplazarnos no fue difícil, lo difícil era ajustarse a los horarios, saber llegar a tiempo, poder alguna batalla, poder verla a ella haciendo aquello que tanto le gustaba.

    Me habría gustado decir que estaba feliz de haber llegado, pero lo cierto es que podía oler algo en el ambiente que me daba muy mala espina.
    De ahí a un tiempo atrás, los mensajes entre ambos eran cada vez más escuetos, no porque viniera de parte de mi amigo, no, más bien de parte de ella, cortando las conversaciones con excusas que a veces resultaban ridículas, despidiéndose de manera imprevista porque sí o por otros motivos que en realidad no justificaban una actitud fría que de a poco se iba apoderando de esa chica. Porque sentía que las cosas no iban como al principio, acaso todo el empeño por propiciar un encuentro nacía de él y a veces me parecía que quien más extrañaba al otro seguía siendo él, aunque no lo dijera en voz alta.

    Son cosas que se perciben, pero que por alguna razón prefieres no decir. Y lo cierto es…lo cierto es que me arrepiento mucho de haberme acobardado en el último segundo, porque quizás de haberle ayudado a abrir los ojos un poco antes, nada de lo que sucedería años después habría pasado y estoy seguro de que mi amigo seguiría conmigo…no, seguiría con todos nosotros, pero en lugar de eso, permití que se enfrentara solo a algo que no tenía razón de ser, o quizás sí la tenía, mas no una que se pueda entender a cabalidad, porque ¿cómo explicas algo que tú no sientes si está más allá de la empatía?

    Todo lo que me quedó fue ver desde su hombro cómo, cuando se dio la ocasión, se acercó a ella y yo pude percibir la frialdad que emanaba y en parte él también, lo sé. Sólo eso podría explicar que no se acercara a besarla, más bien la saludó como quien saluda a un paciente a quien conoce bastante bien, alguien con quien existe cierta confianza, pero no la suficiente como para permitirte semejante muestra de afecto.

    −Sabía que eras una buena entrenadora, pero jamás imaginé que hasta ese punto –soltó mi amigo, intentando sonreír, intentando relajar el ambiente, pero no estaba obteniendo los mejores resultados.

    −Gracias –una respuesta seca, fría, una palabra que parecía guardar otro significado, otra esencia, más porque ella parecía incapaz de mirarlo a los ojos, incapaz de articular palabras…incapaz siquiera de disimular aunque fuera un poco la incomodidad que le generaba la presencia de mi amigo, el cual comenzó a ver desde otra perspectiva cómo las cosas cambiaban.

    −A ti te pasa algo –y lo dijo con la seguridad del profesional que luchaba por ser, intentando decirlo con la objetividad que le permitía el estar embargado de emociones contradictorias.

    −No, no me pasa nada –pero ni ella misma se lo creía y mi amigo tendría que haber sido muy estúpido para no notarlo.

    −Te pasa, se ve a simple vista –y la chica, a pesar de las evidencias, luchaba infructuosamente por negarlo–. Cintia, no soy idiota, sé que te pasa algo y es mejor que me lo digas.

    −Es que…temo por tu reacción…

    −¿Crees que podría enfadarme? Necesitas mucho para algo así y dudo que lo consigas de verdad –y a pesar de hablarle con relajo, la chica parecía incapaz de articular palabra alguna, de manera que se dejó caer en su asiento–. Cintia…no importa lo que sea, pero es mejor que me lo digas.

    −Tom…yo… -dejó escapar un suspiro y levantó la mirada–. Yo…ya no siento lo mismo que antes.

    Tan simples palabras…tan devastadoras en un instante.

    Porque sencillamente no tenía sentido. Las muestras de frialdad fueron tan abruptas que costaba creer que un día, después de esos meses en los que prácticamente ambos parecían flotar sobre el cielo, por lo menos, un par de metros más allá, de la noche a la mañana, ella dejara de… ¿Dejara de sentir? ¿Así, sin más? Porque podía creerlo en relaciones extensas, podría haberlo asimilado de haber sido un año, pero ni siquiera alcanzó a ser la mitad de un año y había tanta intensidad en todo lo que vivían que sencillamente no podía haber una explicación lógica y Tom…claro, Tom parecía verlo así, porque en un instante su rostro se tornó rígido, ni siquiera triste, más bien carente de toda expresión, carente de toda muestra de reacción, la cual tardó en presentarse cuando él apenas atinó a preguntar lo más lógico:

    −¿He hecho algo que te haya hecho sentir mal?

    −No, no, tú no has hecho nada.

    −Entonces…entonces… ¿Por qué? ¿Ha pasado algo? ¿Algo te ha hecho cambiar?

    −Nada, simplemente…no siento lo mismo, dejé de sentir lo que sentía por ti y…

    −Pero…mira, si has conocido a alguien más, yo lo entendería, pero…

    −No Tom, yo no soy así, no hay nadie más, sólo pasó, no puedo decir que sea algo en particular, simplemente pasó.

    Ni siquiera la respuesta más dolorosa, pero a la vez la más lógica, era la causa de todo aquello. Y con mayor razón todo carecía de lógica, porque parecía que los meses previos no habían sido más que un mal chiste, desde el inicio hasta ese inexplicable final. ¿Así? ¿Sin más? ¿Una noche te pido que no te separes nunca de mí y al día siguiente te digo que ya no siento nada? ¿Existe una explicación para eso? ¿Existe una forma de aceptarlo? ¿Existe una forma de creer que algo así ha pasado y lo peor es que ella misma te diga que tú no tienes la culpa, ni siquiera la arrogancia?

    −¿Y tuve que presionarte para que me dijeras esto? –Gruñó mi amigo, conteniendo a duras penas la rabia que le provocaba ese pensamiento–. Si no te presionaba, ¿cuándo pensabas decirme algo así? ¿Ibas a dejar pasar otro día hasta que te diera la gana decirlo?

    −No, no, sólo…quería…te lo iba a decir, de verdad, pero…

    −¿Y era mejor dejarme con la incertidumbre de que algo te pasaba? ¿Era mejor dejarme con las dudas y apenas despedirte mientras hablábamos?
    ¿No podías dejarme siquiera una señal o algo así?

    −Yo prefiero decir las cosas a la cara, lo sabes mejor que nadie.

    A esas alturas, ambos ya estaban de pie y yo había saltado al asiento, era mejor mantenerse alejado. Pero más allá de la distancia, podía sentir la rabia de mi amigo y era comprensible. Porque yo mismo la había visto dudar hasta decir basta antes de atreverse a decirlo, ni siquiera empleando las mejores palabras, ya daba igual. Mi amigo seguía de pie, seguía mirándola con esos ojos oscurecidos, con ese aire que le confería un golpe que debía noquearlo, mas era capaz de mantenerse en pie, incluso esbozar una pequeña sonrisa irónica, un gesto que me llenó de espanto, acaso porque en un segundo ya no parecía ser el Tom que yo conocía.

    −¿Y qué debo hacer? ¿Eliminar tu ficha de mis antecedentes? ¿Dar por hecho que ya no pedirás otra hora?

    −Sólo aléjate, Tom, es distancia lo que te pido, que te alejes de mí.

    No sabía si podía entenderla, quería hacerlo, mas una petición como ésa…como si mi amigo realmente le hubiera hecho un daño desproporcionado…no, cualquier intento que pudiera hacer para comprender sus razones terminó del otro lado de la borda y lo peor es que mi amigo ya ni siquiera parecía capaz de mostrar enfado. Seguía ahí, de pie, con la misma expresión fría, pero sabía que por dentro las cosas debían de estar mucho peor de lo que podía atreverme a imaginar. Porque después de todo, todo lo que había hecho, todo lo que había dado, todo lo que había sentido…todo lo que había demostrado adorarla, maldita sea… ¿Simplemente eso? ¿Aléjate de mí?

    −Me alejaré –esas palabras, tan serenas, me desconcertaron, tanto como verlo abrazarla, también para sorpresa de ella–. Y ahora yo te pido que me escuches, ni siquiera necesito una respuesta, sólo te pido que guardes silencio mientras digo lo que tengo que decir, porque sólo será esta vez –lo escuché tragar saliva antes de empezar–. Cuando te dije que te adoraba con mi vida…cuando te dije que eras lo mejor que jamás me pudo haber pasado…cuando dije todas esas cosas, ten por seguro que jamás te mentí, así como no te miento si te digo que yo te quise en el pasado, te quiero ahora y te querré, no importa la manera en que tú quieres que lo haga, ni siquiera habrá algo o alguien que me haga pensar lo contrario, dudo mucho que alguien te quiera con la misma intensidad con la que te quiero yo ahora…y si dices que me vaya, está bien, me iré, pero te aseguro que mi alma, mi recuerdo, vivirá contigo siempre…y por si te quedan dudas, te repito una y otra vez que sin importar la manera que tú quieras, yo te quise, te quiero y te querré…no importa la forma, eso jamás cambiará.

    Seguía ahí, al alejarse las sombras seguían presentes en su mirada, pero había un gesto diferente en su rostro cuando acarició su rostro, su cabello, antes de depositar un beso en su frente y sonreír como solía hacerlo cuando…cuando le hablaba a Helena, como aquella lejana vez en la que le dijo que todo iría bien, sin importar lo que pasara…como si con esa acción intentara sobreponerse al dolor…como si intentara convencerse a sí mismo de que todo iría bien.

    −Yo siempre estaré aquí –ni siquiera se lo pidió, ni una duda, lo dijo con la certeza de quien posee una verdad que está más allá de todo cuestionamiento–. Nos vamos amigo –y aquella era una señal para mí, no tardando en saltar a su hombro para luego alejarnos de allí, alejarnos de ese recinto, siempre avanzando a pasos rápidos, siempre con la mirada al frente, como si temiera que algo se derrumbara si dejaba de avanzar.

    Necesitaba decirle algo, era necesario, pero prefería guardar silencio, esperar una reacción de su parte, lo que fuera, algo que representara una señal de partida, algo que me obligara a tomar las riendas de la situación, pero en lugar de eso, seguía caminando en silencio, siempre manteniendo la misma mirada, los ademanes rígidos…como si intentara contener cada uno de esos gritos que amenazaban con desgarrar su alma, ya lejos del estadio, ya lejos de todo lo que alguna vez lo movió, todo aquello que lo hacía tan feliz…

    Puede que fuera esa misma velocidad la que impidió que me diera cuenta del segundo exacto en el que llegamos a un Centro Pokémon para hundirnos en la primera cabina de video llamadas, marcando lo más rápido posible un número en particular y esperando que del otro lado de la pantalla apareciera un rostro familiar para ambos, el cual vino acompañado de un saludo.

    −¿Quién es? –El rostro juvenil de cabello liso y enormes lentes apareció, no tardando en esbozar una sonrisa− ¡Vaya! ¡Tom! ¡Eres tú!

    −Hola, Helena –articuló mi amigo, empleando la mejor imitación de su tono de voz anterior–. Cómo… ¿Cómo has estado?

    −Estoy bien gracias, aunque los estudios me tienen de cabeza, pero no es nada que no se pueda sobrellevar –aunque esas ojeras podían decir lo contrario–. Me alegra saber que has llegado bien, ¿cómo ha ido todo?

    −Como debería ir considerando que el viaje ha sido largo –una respuesta demasiado distante…no, demasiado desolada, a pesar de no denotarlo su tono de voz–. Lamento no haber llamado antes, tenía que hacerme cargo de algunos asuntos.

    −Me lo imagino, claro que debías –ese tono pícaro no venía al caso, pero lamentablemente no tenía forma de hacerlo notar–. Así que… ¿Cómo está Cintia?

    −Ella… −un suspiro trajo consigo un incómodo silencio, casi pudiendo sentir cómo las palabras se le atascaban en la garganta…sabiendo que la chica del otro lado de la línea había notado que sus palabras no habían sido las más apropiadas.

    −Tom…

    −Está bien, quiero creer que está bien –no sabía cómo interpretar que a pesar de su estado de ánimo, esas palabras sonaran sinceras.

    −Tom… ¿Estás bien?

    −Lo estoy, mi niña, claro que lo estoy –y una sonrisa…una sonrisa que lejos de tranquilizar, hablaba que algo se había roto de manera irremediable–. Quería saber cómo estabas, quería saber si todo iba bien y…bueno, estaré allí en un par de días, ¿de acuerdo?

    −Tom…lo siento, yo…

    −No lo sientas, pequeña, no hay nada que sentir –luchaba por ser el mismo, pero tanto ella como yo percibíamos lo vano de ese intento–. Cosas que pasan, no hay problema, espera mi llegada que quizás vuelva muerto de hambre, ¿está bien?

    −Tom…cuídate mucho, ¿sí? –Verla tan preocupada por mi amigo en verdad partía el alma de cualquiera.

    −¿Por quién me tomas? Claro que lo haré, tenlo por seguro –sonrió una última vez, a modo de despedida–. Nos vemos, pequeña, nos vemos pronto.

    −Nos vemos… −cualquier cosa que estuviera a punto de decir quedó silenciada por el sonido de la línea cortada, no tardando demasiado en salir de la misma cabina y del Centro Pokémon.

    En el pasado mi amigo había tenido algunas aventuras, nada destacable, nada que valiera la pena recordar unos cuantos minutos como un buen
    momento, algo que había merecido la pena vivir, quizás por la naturaleza aventurera que lo había acompañado desde siempre, esa naturaleza que le impedía quedarse quieto, la misma que lo llevó a meterse en problemas con tipos poderosos, lo suficientemente poderosos como para buscar su cabeza a cualquier precio, quizás por un insulto en un barrio, quizás por un golpe mal dado, quizás por razones que sólo ellos podía entender…
    Quizás no recordaba los rostros de las chicas de cada pueblo, quizás porque se quedaba sólo un día o la semana que permanecía la invertía en trabajos inusuales que le permitían mantener un breve lapso de tiempo, pero siempre había alguien, tal vez un beso, tal vez una salida, tal vez un paseo o tal vez incluso quedarse en alguna casa, nada comprometedor, nada fuera de lo común, nada que otro no viviera antes que él, nada que pudiera ser considerado un crimen, una falta de respeto, acaso porque bajo su aspecto a veces apaleado, a veces de vagabundo cuando la situación lo superaba, siempre se sintió orgulloso de ser considerado un caballero, un hombre respetuoso que a veces se ganaba el favor de una mujer con una sonrisa, unas cuantas palabras en el momento preciso o cantando la canción correcta, pero siempre sabiendo que con ninguna jugaría, no lo veía como lo correcto.

    Probablemente todo aquello ayudaba a que el enredo alcanzara proporciones colosales…no, todo aquello ayudaba a que nada fuera fácil de sobrellevar, independiente de lo reciente del acontecimiento. Porque estoy seguro de que lo habría entendido mejor de haber cometido él un error…por supuesto que sí, lo habría comprendido, habría aceptado que si la había perdido no era más que por su culpa, que una decisión como ésa tenía lógica, incluso a pesar del egoísmo hipotético, se habría tomado un segundo para entender a la chica, entender sus razones y aceptarlas, respetarlas… ¿Pero cómo aceptas y respetas algo que te destruye por dentro y por fuera y que no tiene una verdadera razón de ser? ¿Cómo aceptar que ella misma te diga que no tienes la culpa de nada y al mismo tiempo aceptar que todo aquello por lo que has luchado se ha acabado sin que puedas hacer nada para remediarlo?

    No parecía una tarea sencilla, quizás por eso se entendía que se refugiara en un bar local, ni siquiera para emborracharse, porque él resistía a la perfección un par de tragos, sin importar que éste fuera tequila añejo, no. Cuando nos encontramos allí dentro, a esa hora de la noche, comprendí que lo único que él necesitaba era saber que no era el único que pasaba por lo mismo, a pesar de no tener una forma de comprobarlo, quizás porque la mayoría de las caras presentes en ese lugar mostraban la sonrisa que él había desterrado de sus expresiones recientes, intentando mostrarse entero a pesar de todo. Sin embargo, parecía darle igual…o al menos eso creía hasta que comprobó que en el escenario del local había una guitarra, acercándose allá y pidiendo permiso para cantar una canción, aunque fuera una, pero que lo necesitaba con desesperación, que no importaba si le pagaban o no, él sólo quería cantar. Y a pesar que después de ésa, vinieron muchas canciones más porque el público se lo pedía, recuerdo que la primera me dio a entender que por dentro estaba muriendo lentamente.

    Esa canción se llamaba Mi forma de sentir. La misma que él planeaba cantarle a Cintia el día de su cumpleaños.
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    −Entonces…por eso…

    “Por eso nuestro cuate es así, James”. Las expresiones de esos tres no distaban mucho de lo que en realidad esperaba. “Por eso lo ves con barba, por eso se ha dejado crecer el cabello…por eso apenas sonríe y cuando lo hace, más bien parece un gesto cargado de ironía…y por eso, como ya pudieron notar, ahora es profesional hasta en las relaciones personales, porque no se permite ni un gramo de confianza con alguien que no sea de su círculo…bueno, mejor dicho que no sea Helena o yo, aunque con ustedes no sé qué tanto ha variado todo…”

    −No ha variado nada, apenas si sonríe, así que es así con todo el mundo –observó Meowth con tristeza–. Así que eso le hizo la boba…no me extraña nada que sea tan arisco con todos.

    “Qué bueno que lo entiendan y…qué bueno saber que le puedo contar esto a alguien, era demasiado peso”. Y no me molestaba correr el riesgo, por una vez en la vida quería confiar en mi instinto y ese mismo instinto me decía que daba igual lo que hubieran hecho en el pasado, pues esas manchas los volvían más confiables.

    −A mí me parece que las cosas no han cambiado demasiado –el comentario de Jessie me tomó por sorpresas–. Es decir…no pongo en duda lo que dijiste, Natu, pero a juzgar por la preocupación que mostraron las bobas cuando recibió los ataques…creo que por más que intente alejarse de los demás, siempre terminará mostrando una faceta agradable que al final llama la atención de los demás –por primera vez en todo lo que llevábamos juntos, vi a esa joven sonreír–. Da igual cuánto intente ocultarlo, dudo que alguien pueda ser querido siendo tan despreciable como él “intenta” ser.

    Dicho así…me costaba creer que alguien más había considerado esa posibilidad…claro, dudaba que sobre ellas pesara un pasado que, al menos en la mayoría de los casos, poco les había afectado…no, esto era mérito de mi amigo y daba igual cuánto intentara negarlo. Daba igual cuántas veces se viera encerrado entre decisiones que él creía jamás haber tomado. Porque sé que cuando habló de ellas delante de Ash, sus palabras brotaron del corazón más allá de cualquier afán egoísta relacionado con purgar sus fracasos profesionales. Daba igual cuánto intentara negarlo, cada una de sus acciones seguía el patrón idealista del cual pretendía escapar.

    Sabía que ellas me habían oído, su ausencia me lo confirmaba…así como también me confirmaba que pensaban más o menos lo mismo que yo.

    Mi amigo Tom tendría una larga noche por delante.
     
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    Navaja

    Navaja The best people in life are free

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    Ay, amigo escritor, este capítulo fue muy triste... es un capítulo gris.

    Las reacciones de Cynthia siguen siendo patéticas a mi forma de ser... si habían estado menos de 5 meses juntos el amor no se puede acabar así como así. ¡No puede y no es natural! El enamoramiento dura alrededor de 4 meses en los que todo es color de rosa y shalala shalala, por lo que solo les quedó un mes para recobrar la normalidad, pero si llevaban menos que eso, no logro comprender qué pudo haber cambiado más que "ya no siento lo mismo" es algo estúpido, ninguna razón puede corroborar semejante idiotez, así que la confusión de Tom es comprensible, pero ¿tanto así como que una mocosa con ideas altruistas lo deje así de demacrado? Hm... tengo mi propia teoría para eso: Los hombres no acostumbran a demostrar su afecto ni sus emociones porque la cultura los ha enseñado así, ¿bien? entonces como se reservan tanto, reprimen tanto tu interioridad que cuando algo los golpea justamente en ese aspecto del que no tienen idea se derrumban por completo porque no lo vieron venir. Es eso, el no conocer las propias emociones hace que ellos pierdan el control de ellas cuando las necesitan... Por eso creo que Tom es la representación de muchos hombres a quienes les pasa lo mismo por una mujer y que encasillan a todas en un mismo saco.

    Bueno, comprensible reacción la de Tom el querer cambiar su vida, sus defensas con tal de no sufrir lo mismo por dejar ver sus emociones, pero al fin y al cabo ¿qué somos sin las emociones? Una vaga representación de lo que debería ser la realidad y a nuestro querido psicólogo le está pasando la cuenta y tarde se va a dar cuenta que eso es así. Que mientras más intenta ser frío más lo quieren las mujeres xD Jajaja... es algo muy de la época y no puede ser más cierto, jajaja xD

    Bueno, las razones de Cynthia se darán a conocer, porque está claro que algo la movió a hacer semejante acto de ¿inmadurez? Dar una razón tan idiota como "Me gusta estar adentro porque no me gusta estar afuera".

    Amigo escritor, muy emotivo el capítulo. Espero ansiosa la continuación...
    Un beso y adiós!
     
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    Figlio di Ladro

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    La Consulta del Caos
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    Antes de dar comienzo y como es la tónica, quisiera dirigirme a:
    Navaja: Amiga mía... ¿Cuántas veces habré dicho lo mismo? Espero que no te parezca repetitivo, pero Gracias es la única palabra que siempre invade mi cabeza cuando veo tus comentarios. Tienes razón, independiente de lo que muchos digan, la idea de que los hombres no deben llorar está muy arraigada a nosotros y aunque muchos nos digan lo contrario, es algo que va en muchos de nosotros, sea por orgullo o por miedo o simplemente por la rabia del momento. Quizás las reacciones de Cintia carecieran de lógica, pero lo cierto que tampoco es mi intención ahondar en aquello que pudo haberla movido a algo así porque a veces las cosas no tienen una explicación y es más importante salir adelante como se pueda. Puede que haya sido una reacción exagerada y puede que todo haya sido una estupidez, es verdad, pero así suele ser la realidad, no siempre tienes una explicación y en el peor de los casos tienes que salir adelante resignándote a que todo cuanto te queda es lo que pasó. Y ya ves...a veces intentamos algunas cosas y nos sale el tiro por la culata, jejejeje. Espero que este capítulo te agrade tanto como los otros porque lo mereces. Saludos cordiales.
    Y a todos los lectores que han apoyado de una u otra manera esta historia les comunico que después de este capítulo que les presento vendrá el último de este relato. Así es, el caso diez será el cierre de la consulta y es por eso que les pido que lean este capítulo con calma porque no tardaré demasiado en subir el próximo. Una vez más gracias por su apoyo y espero que el poco tiempo que nos queda en esta consulta sea el más grato. Desde ya cualquier comentario, crítica, observación, corrección, alcance, todo es bienvenido y ayuda a este autor a ofrecer un mejor relato a futuro.
    Sin nada más que agregar, los invito a pasar. Porque la noche es joven y queda mucho por saber.
    Caso 9
    Tom
    (Cuarta Parte)

    Y si te sientes perdido, con tus ojos no has de ver
    Hazlo con los de tu alma y encontrarás la calma,
    Tu rosa de los vientos seré.

    ¿Cuánto hacía que no cantaba esa canción? Muchísimo tiempo, tal vez ni siquiera debí pensar en ella, pero quería algo lento…quería probar qué tan bien funcionaría empleando la guitarra en vez del piano y sí, los había relajado. Se les veía muchísimo más tranquilos e incluso yo mismo me sentía un poco mejor…bueno, al menos eso recordaba de las caras anónimas, porque en el silencio de mi hogar, un quinto piso alejado a unas cuadras de distancia no me permitía hacerme una idea de cómo estaría el ambiente en el bar. No solía retirarme antes, pero tampoco estaba de humor para más. No, no creía que fuera mi culpa…o más bien, no sabía si era mi culpa, no sabía qué pensar ni menos qué hacer. Aunque dudaba mucho que, de tener la claridad, habría hecho algo diferente más allá de permanecer apoyado en el balcón con un cigarro encendido a la espera de la inminente lluvia.

    Y mientras mi amigo dormía plácidamente sobre su percha ubicada junto a mi cama, me permitía recordar una de las principales razones que tenía para preguntarme si realmente había sido correcto tocar esa canción…
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    Se llamaba La Rosa de los Vientos…y quizás movido por esa extraña nostalgia que puede atacarte cuando menos lo esperas fue que decidí dejar fluir las notas. Tampoco esperaba demasiados aplausos y me expectativas se vieron acertadas al escuchar un clamor moderado, casi como quien aprueba una buena acción de manera escueta. Era de esperarse. Tendrían que esperar si querían algo más animado y en realidad, yo tampoco estaba de humor para tocar algo diferente. Dejé fluir la canción con la esperanza de que me ayudara a recordar mejores momentos, días que parecían casi un chiste si los comparaba con años más recientes…días que podía elegir si ahogaba en el alcohol o no…

    −Tom…

    Me sentía vulnerable cada vez que oía mi nombre, pero en esta ocasión no sabía si ponerme a la defensiva o afrontar un peligro. Sólo tenía la certeza de que esa chica podía tener un carácter aterrador cuando se enfadaba y yo no estaba dispuesto a apostar mi vida por… ¿Por qué estaba tan seguro de que podía estar enfadada si su voz no me decía tal cosa? Por otro lado, de Misty no sabía qué se podía esperar salvo… ¿Salvo qué? Salvo nada, porque sabía que de ella no podía esperar nada. Partiendo porque jamás esperé verla en ese bar ni menos con tanta seriedad después de la primera consulta…después de verla sonreír tantas veces…

    −Tiempo sin verte –murmuré mientras me acomodaba en la mesa vacía más cercana al escenario, acción que ella imitó–. No pensé que te vería por aquí algún día.

    −Yo tampoco –para mi sorpresa, no tardó en imitarme sentándose en la misma mesa−. Pero…bueno, dudo que te moleste que me quede contigo unos minutos…

    −Si no te aburres…y si tus amigas no dicen nada, no veo problemas –abrí la botella que mi amigo el cantinero me había dejado, preguntándole a la chica con un gesto si se le ofrecía…pero bueno, no quería y mejor para mí, no estaba dispuesto a beber con una chica otra vez–. Así que…vuelves a pasar por aquí…

    −Tenía la esperanza de verte, aunque no esperaba encontrarte aquí –con tanta seriedad lo decía que, por un segundo, fui capaz de ver venir las palabras siguientes–. Y… en realidad…quería asegurarme de que estabas bien después de los ataques…

    −Sabías por tus amigas que estaba bien, sin contar que el ataque de tu pokémon fue el que menos daño me hizo, más allá de dejarme empapado –vertí un poco del contenido de la botella en el vaso más cercano–. No hace falta que digas más, chiquilla, sigo de pie y no veo razones para que le des más vueltas al asunto.

    −No vine a darle vueltas a eso…aunque no deja de alegrarme verte bien –aquellas palabras en parte me sorprendieron, aunque no pude evitar agradecer desde lo más profundo de mi cabeza harta de escuchar–. En realidad, quería que me explicaras algunas cosas, pero ahora ya no necesito eso.

    −Entonces no veo qué haces aquí si no necesitas…

    De pronto, vi cómo una foto caía sobre la mesa. No necesitaba que me dijera algo para comprender que quería que la viera, mas al hacerlo, tuve que recurrir a no sé qué energías para mantenerme despierto, acaso porque no esperaba volver a verme a mí mismo de niño y menos con esa mocosa en brazos…no pensé que esa imagen existiera…no se me ocurrió pensar siquiera que alguien conservaba algo así…

    −Viendo esta foto…y con ayuda de mis hermanas, he podido recordar algunas cosas, ¿sabes? –Había algo en su mirada que me atemorizaba…algo que iba más allá de la rabia que pudiera sentir–. Y venía aquí…venía aquí con la intención de que me explicaras…que aclararas algunas dudas.

    −¿Qué recuerdas exactamente? Porque bien podría…

    −Te recuerdo a ti sonriendo…más bien aprendí a relacionarte con una imagen cuyo significado no entendía –ya no me miraba, pero sabía que no podía retirarme–. Desde niña que tengo el recuerdo…el recuerdo de un chico que jugaba y cantaba cuando era bebé y ahora…ahora me vengo a enterar de que eras tú…es decir, oírte cantar esa canción en particular me lo ha confirmado, más allá de lo que mis hermanas pudieran decirme de ti.

    −Ya veo –murmuré con cierto pensar, sintiendo cómo sus palabras lograban morder mi conciencia–. Y… ¿Cómo están ellas?

    −Sabes que bien e imagino que todavía te guardan rencor…no las culpo, sentí lo mismo cuando me dijeron todo eso…cuando comprendí por qué recordaba noches en las que me dormía llorando…pero ahora que sé tus razones…creo que cualquiera habría hecho lo mismo en tu lugar, mas yo no sé qué habría hecho –más que molestia, detecté cierto pesar en ella…no, había más tristeza que otra cosa–. Tom… ¿Por qué no confiaste en nosotras? Si estabas escapando… ¿Por qué entonces…?

    −¿Realmente crees que no consideré la posibilidad? –Ya daba igual cómo era posible que supiera mis razones, necesitaba explicarlo teniendo la oportunidad–. Misty…si algo les llegaba a pasar por mi culpa…

    −Sé que mi familia habría…

    −Daba igual lo que hicieran, en realidad…lo único que me movía era el miedo…no a morir, a ver a alguien más morir sabiendo que habría podido evitarlo –me costaba creer que me encontraba explicando algo así…en parte venía esperando esa ocasión–. Eran unas niñas y tú…particularmente tú eras una bebé… ¿Crees que el tiempo que compartí con ustedes no significó nada? ¿Crees que no di señales porque las había olvidado? Mientras menos supieran, mejor…mientras más lejos estuviera el Hada de los Dientes, estarían más seguras…

    −¿Has pensado que tal vez las cosas habrían sido distintas si te hubieses quedado? –El temblor en la voz de la chica logró estremecerme a mi pesar–. Nunca conocí a mi padre, Tom, nunca supe…nunca supe lo que era un padre y cuando era bebé, menos tenía una idea de lo que esa palabra significaba…y resulta que lo más cercano que jamás tuve a una figura paterna…no estuvo conmigo más allá de un lapso breve de tiempo…

    −Misty…

    −Quería entender…quería entender por qué podía confiar en ti…más allá de que fueras psicólogo o parecieras más serio que el resto…quería entender por qué parecías conocerme tanto si en base a las palabras nadie puede saber nada…por qué llegaste tan lejos como para amenazar a Ash si llegaba a hacerme daño…y resulta que…que…nunca te fuiste de mí…tal el tiempo alejó un poco tu imagen, pero siempre estuviste en mi familia, en mis hermanas…y en mí por tantos años…

    −Sé…sé que me he comportado como un pendejo miserable y…

    −Por más que intente odiarte, sé que jamás podría –miraba la mesa, sus dedos se movía frenéticos sobre su cara… ¿Acaso eran lágrimas?–. Porque sé…sé que si te hubieran matado…esto sería mucho peor…porque no tendría las fuerzas para pararme frente a tu tumba…

    −Hablas como si hubiese hecho muchas cosas…

    −Me habría gustado que hubieses hecho más, ¿sabes? –Cada palabra que decía me arrancaba un pedazo de integridad–. Me habría gustado…haber compartido más días…haberte visto en mi primera batalla…saber que habrías sostenido mi familia de una u otra manera…saber que podía contar contigo mucho antes de poner los pies en tu consulta –cuando me volvió a mirar, sonreía a pesar de tener los ojos rojos e hinchados, lo cual no arreglaba nada–. Me habría gustado pensar en ti como un padre o un hermano…mucho antes de saber que eras psicólogo…mucho antes de pensar en ti de otra manera.

    −Si me odias por todo lo que hice…

    −Te odio por todo lo que no hiciste…pero se compensa en parte con lo que has hecho a lo largo de estas semanas…y en parte…también por la historia que nos contó Natu…

    −Ese plumífero del demonio…

    −Y en parte…porque sí quería saber tu opinión sobre algo más –con eso llamó mi atención, alejando momentáneamente el deseo de golpear a mi amigo–. Hace unos días…Ash me preguntó si quería ser su novia –gracias a esas palabras, estuve a punto de escupir el sorbo que estaba en proceso de tragar, lográndolo apenas e incapaz de articular palabra alguna, reacción que a la muchacha no parecía conformar–. Bueno… ¿No dirás nada?

    −¿Más allá de que ya era hora? No sé qué más podría decir…

    −Quiero saber… ¿Lo apruebas? ¿Apruebas esto?

    Estuve a punto de agarrarme la cabeza a dos manos ante semejante pregunta. Por un segundo, sentí que volvía a la consulta y ella estaba en el diván…y sentía unos deseos incontrolables de saltar por la ventana…así como una cantidad impresionante de palabrotas que se agolpaban en mi garganta… ¿Cómo se le ocurría preguntarme algo así? ¿Realmente era Misty?

    −Llegaste a mi consulta porque Ash era uno de tus principales problemas…llegaste al diván porque ese muchacho era la causa de tus penas… ¿Y me preguntas si apruebo una relación que tú querías? –Dicho así sonaba de tantas maneras…pero me extrañaba verla sonreír a pesar de que yo contenía la rabia a duras penas–. Que esté dispuesto a estrangularlo con mis propias manos si te llega a hacer daño no quiere decir que ustedes no puedan estar juntos, creí que había quedado claro, porque mientras seas feliz, no debería importar nada –a duras penas logré controlar el volumen de mi voz y a pesar de eso y el ceño fruncido, la chica se veía feliz…radiante era la mejor palabra–. Misty, no he pasado el mejor rato, ¿se puede saber qué chingados te hace tanta gracia?

    −Nada, sólo pensaba –como sentía que la rabia no relajaba mis músculos, la obligué a completar la idea con un gesto–. Es una pena que una mala experiencia te haya hecho sentir miedo de algo tan hermoso…e incluso de ti mismo…acaso porque no soy la única que desea verte bien.

    Prefería no hablar…prefería no decir nada más. Acaso ella adivinó esos deseos sin siquiera mirarme, pues no tardé en sentir cómo ella se incorporaba de su asiento y se retiraba, dejándome solo con un vaso a medias, sintiendo que mis deseos de beber y de cantar toda la noche se iba con ella y el grupo que la acompañaba.
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    No podía enfadarme con Natu…tampoco con las hermanas de la chica. Y pensándolo bien, ya con la cabeza fría y libre del efecto del alcohol del momento, aquella pregunta sólo poseía un peso meramente simbólico…claro que seguiría con él, daba igual lo que dijera. Simplemente…simplemente reconocía el valor que, al menos para ella, tenía mi opinión…el peso que parecía tener sobre su vida todo ese tiempo compartido…condenada chiquilla que me sacaba más de una cana...pero estaba bien, lo cual compensaba lo demás…que estuviera bien, que supiera la verdad…no, eso último no podía ser bueno, ¿o sí? Ya qué, no sacaba nada con negarlo, lo sabía y no había vuelta…

    Ni por ella ni por ninguna…no, nada tenía vuelta.
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    El aire húmedo me agradaba sobremanera. Es decir, anunciaba lluvia y ya no sacaba nada con intentar convencerme, no podría tocar nada más, no me sentía de humor. Además…bueno, quería que la lluvia cayera de una buena vez. La esperaba ansioso y prefería sentarme a las afueras del local, aunque fuera a la orilla de la calle, quizás porque me recordaba esos días en los que sentaba junto a los caminos esperando que algún vehículo me pudiera llevar a cualquier parte, daba igual el destino. Pero esa noche no, todo lo que quería era sentir la tormenta, con todo y su furia desatarse sobre el último destino, la última ciudad que había escogido como mi hogar…

    Aunque no contaba con que mi entorno se volviera oscuro…no, más que oscuro, que se ennegreciera todo de golpe, como si hubiera perdido la visión…no, como si algo la bloqueara, porque me habría dado cuenta de haber quedado ciego…y bueno, no es que me alarmara demasiado perder la visión, pero me habría gustado tener una señal más allá de sentir la textura de un par de manos que me obstaculizaban…ah, claro, ya entendí.

    −¿Quién es? –No recibí respuesta…sería su forma de jugar–. Está bien, entonces quieres que adivine, ¿verdad? –Sabía que eso quería, por lo que me limité a buscar paz en mi cabeza y pensar qué persona podría hacer eso…se me ocurrían dos, pero una en particular…claro, sólo una llevaba guantes–. Bueno May, debes saber que soy hábil adivinando.

    −Debí suponerlo –murmuró la chica, alejando las manos de mis ojos, permitiéndome ver cómo tomaba asiento a mi lado. Por un loco instante, fui capaz de jurar que los ojos le brillaban más de lo normal, pero bien podía ser mi falta de sueño la que propiciara semejantes alucinaciones–. No pensé que fueras de los que vienen a un bar.

    −Podría decir lo mismo de ti, pero ya imagino cuál será la explicación que…

    −Imaginas bien, sí, un concurso y…pensamos que sería bueno pasar a este lugar…pero no esperábamos verte ni…ni menos que conocieras a Cintia, a quien nos encontramos por aquí –sus últimas palabras cayeron pesadas, pero no reaccioné más allá de un breve movimiento de cabeza–. Aunque…puede que haya sido casualidad…pero me alegra mucho verte.

    −A mí también me alegra verte –no es que fuera una gran verdad. No sabía qué me producía su presencia, pero sabía que no me desagradaba más allá del hecho de sentir que no disfrutaba del todo la noche…al menos no parecía dispuesta a joderme la vida con líos de familia.

    Y mejor así. Permanecía callada, mirando las nubes, como si de ellas esperara algo…como si en realidad, sí esperara más o menos lo mismo que yo. Y viéndola de perfil, aunque fuera de reojo, comprendía que sus rasgos se ajustaban súbitamente a la imagen que de ella tenía. Me gustaba verla en silencio, acaso porque prefería que la gente no dijera ni una palabra…que aprendieran que de la quietud se puede aprender más que del más grandilocuente discurso…y dudaba que la chiquilla supiera algo así, pero me daba igual. Quería que no hablara, quería que se quedara ahí con tal de asegurarme un minuto de paz…pero también sabía qué esperaba de mí y no podía fingir lo contrario.

    −Supongo que tienes preguntas, ¿no es así?

    −No, creo que ya no –esperaba la afirmación, pero que lo negara equivalía a una sorpresa mayúscula–. Creo que…creo que Natu respondió a todas las preguntas que pudiera tener y…y a aprender por qué eres como eres.

    −Pinche pajarraco –gruñí de tal manera que ella fue incapaz de oírme–. Entonces…debo suponer…

    −Cuando entré en tu consulta, recuerdo que sólo llevaba conmigo un puñado de dudas y la recomendación de Misty –hablaba al aire, le hablaba al viento…pero en parte me hacía recordar algo que no hacía falta, acaso porque daba igual cuánto tiempo pasara, sería incapaz de olvidarlo–. Entonces te vi…y me pareció que era una broma –de acuerdo, si quería hacerme sentir mal, lo estaba logrando–. Tan flaco…con un aspecto desamparado…pero también frío, burlón…como si tantos años oyendo problemas ajenos te hubieran despojado de toda sensibilidad…pero me equivoqué cuando te vi enfadado…cuando te reclamamos por una estupidez –cómo olvidarlo, si por eso me había metido en un atolladero–. Porque…cuando te oí decir todas esas cosas a Ash, comprendí que tus ojos podían ver más allá que ninguno, que te bastaba con oír para revelar las debilidades y las fortalezas, incluso las que desconocía…y me di cuenta de que eras diferente de lo que en realidad creía conocer –de a poco la chica curvaba su labios, sonriendo de una manera extraña para mí–. Después… ¿Sabías que llegamos a entablar conversaciones con Helena? Claro que…claro que tampoco eran del todo amistosas, nos guardaba cierto rencor por el pasado…pero hablaba mucho de ti y me di cuenta…me di cuenta que esa imagen que me había formado del psicólogo no era una simple ilusión, ¡era verdad! No era el sueño de una niña loca que se siente halagada, era real y ella me ayudó a confirmarlo…y a entender que, a partir de cierto punto, mi problema había dejado de ser Ash –como si hiciera frío, noté que la chica se abrazaba las piernas, sin dejar de mirar el cielo nublado, dando por hecho que la oía–. Claro que…que no lo vine a notar hasta ese día cuando yo…cuando Balziken…bueno, ese día –sabía que no temblaba por el frío y eso no me ayudó a pensar con claridad–. Verte herido…verte tirado en el piso, inconsciente, pero con una sonrisa…de sólo recordarlo…de sólo pensar en lo que pudo pasar…

    −May…

    −No entendía por qué me dolía tanto…por qué la posibilidad de que pudiera haber sido grave me volvía loca…de que lo último que viera de ti no fuera otra cosa que una sonrisa fría…y que Helena no me permitiera acercarme…sé que es tu amiga, pero no pude evitar…no pude evitar odiarla, lo cual no tenía sentido si estaba asustada y su reacción era comprensible, ha compartido contigo años y…cualquiera habría hecho lo mismo, o al menos eso creo –me sorprendió notar que, a pesar de sus palabras, le quedaban ánimos para soltar una risita–. Claro que…no contaba con que la misma Misty me preguntara si…si acaso estaba celosa y…lo peor de todo es que tenía sentido –para ella quizás, pero para mí no y esperaba que me lo explicara–. Pensé que necesitaba saber más de ti…que no podía ser siendo que podía llevarme una decepción, pero en lugar de eso…pensar que podrías ser diferente…que has hecho tantas cosas…y que en realidad sí eres como siempre creí no ha hecho otra cosa que confirmar lo que yo misma negaba –siempre mirando a las nubes, cerró los ojos, acaso porque intentaba imaginar el cielo tras el manto gris–. Vivías viajando…vivías dejando atrás lo que pudiera representar un lazo, acaso porque temías perderlo en un futuro…dejaste de irradiar alegría porque sentías que te hacía vulnerable…mostrabas frialdad porque no querías que nadie tuviera la oportunidad de hacerte caer otra vez…pero es inútil que lo intentes, Tom, porque más allá de la alegría, sigues siendo vulnerable, sigues temiendo a la realidad y…y en realidad, todo lo que haces es amarrarte a ti mismo –cuando abrió los ojos, noté con espanto que había lágrimas en ellos, las cuales se deslizaban, silenciosas, sobre sus mejillas–. Porque no has cambiado, Tom, nunca cambiarás, por más que lo intentes…y por más que puedas irradiar esa alegría, tengo miedo de que, un día cualquiera, te marches y no vuelva a saber de ti…porque sé que se me rompería el corazón…porque tengo miedo de que…de que un día, si llego a cruzar tu puerta, todo lo que me reciba sea el recuerdo de que alguna vez estuviste ahí…y te alejaste…y todo lo que me quede en el futuro no sea otra cosa que este sentimiento.

    −May…pero qué cosas estás…

    −Quiero…quiero que aprendas a pensar en un hogar…a que aprendas que…que vale la pena creer, darse aunque sea una pequeña oportunidad y…quiero tener la certeza de que podré ver una sonrisa tuya algún día –no me percaté del momento exacto en el que me miró a los ojos, atrapándome sin saber cómo–. Tal vez…tal vez…creas que es un capricho de mi parte por haber sido tu paciente…quizás creas que enloquecí…pero Tom, ¿es tan malo enamorarse? –Ya sonreía…sonreía a pesar de mi estupefacción…sonreía a pesar de que no tenía palabras–. Tal vez sigo pareciendo una niña, pero… no pude evitarlo ni mucho menos se puede explicar…da igual que intentes buscarle una explicación…que pueda aparecer en alguno de tus libros…hay cosas que no tienen explicación y simplemente debes aprender a vivir con ellas…cosas que simplemente no se pueden definir porque da igual el tiempo que vengan con nosotros y se repita, siempre estarán…ahí, en todo lo que puedas imaginar…y simplemente no puedes escapar.
    No sabía qué decir, cómo actuar…no sabía qué chingados pensar de todo aquello…acaso porque me sentía capaz de esperar cualquier cosa de cualquier persona…excepto eso, claro. Que una chiquilla dijera tales cosas…que por un segundo, me hiciera sentir tan miserable… ¿Qué había hecho mal? Y lo peor de todo…lo peor de todo era que no sabía qué sentir…qué podía decir con tal de no herirla…con tal de no arruinarlo todo. Porque sabía que era en serio...

    −May…yo…

    −No espero…no espero una respuesta inmediata, sólo quería que lo supieras…para que aprendas a verme de otra forma, porque hace mucho tiempo que la imagen que tengo de ti es diferente de la que intentas proyectar –de pronto, de pie a mi lado y con una mano sobre mi mejilla, parecía increíblemente lejos…asombrosamente cercana…no, era un beso el que me hacía sentir la proximidad…el beso tan cerca de los labios el que me obligó a despertar del todo y a traer de vuelta la sobriedad…pero había lágrimas…y aunque quisiera apartar de mí el pensamiento, sí se veía hermosa cuando lloraba.

    −Esperas demasiado de mí –articulé con dificultad, sintiendo que la dormida voz de mi conciencia empezaba a bramar, resonando su eco contra mi pecho–. May…yo fui…

    −No me importa lo que fuiste sino lo que eres…no para el resto, sino para mí.
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    Maldita sea…maldita sea…si al menos lo hubiese dicho, sabría a qué atenerme, pero de ella…de ella algo tan grande que no sabía cómo podían encajar mis acciones o sentimientos…ah, la muchacha…tenía razón, podía ser impredecible…podía esperar que esperara algo de mí, pero…pero ni eso había dejado claro más allá de lo que pensaba en el presente sin siquiera rozar el futuro…y lo que era para ella… ¿Acaso esas palabras realmente existían? ¿Realmente las había dicho y yo era el destinatario? De no ser porque el recuerdo permanecía tan fresco…porque seguía siendo una realidad ajena al día a día que había creado, a las metas que me había planteado…a todo el sistema que había forjado cada uno de mis pasos con algo…algo tan peligroso…algo tan extraordinario y a la vez…a la vez imposible de describir…

    Cómo deseaba tener una explicación… ¡Cómo deseaba una respuesta concreta que pudiera establecer un límite! ¡Cómo deseaba entender aquel vacío que ganaba terreno en mi pecho!

    Realmente… ¿Realmente era todo mi culpa? Acaso…

    A punto estuvo de caerse de mis dedos la colilla ya inútil cuando vi una silueta familiar de espaldas al edificio, mirando la calle. Y me sorprendió porque podía reconocerla en esa posición, quizás por la ropa, quizás por las veces que la había visto así cuando solía marchar, cuando me dejaba atrás…cuando ambos nos despedíamos, en principio por una consulta lejana, ya después por razones que intentaba comprender. Pero también tenía claro que ella sabía por qué estaba allí, el azar no representaba una opción válida, no para mí al menos, eso debí tenerlo claro cuando se presentaron las chicas, una tras otra, en mi consulta…y por supuesto, también debí tenerlo presente cuando comprendí el verdadero motivo que les llevaba a confiar en el que, al menos en principio, era un perfecto desconocido.

    No sé por qué no me extrañó notar, una vez me encontré en el exterior después de bajar las escaleras, que a pesar del tiempo que tardé en llegar hasta allí, ella parecía mantener el mismo aire, la misma posición, perfectamente quieta, algo imposible, como si el viento que hablaba de una próxima lluvia ni siquiera pensara en la posibilidad de pasar sobre ella, moviéndose apenas cuando sintió mis pasos. Sin embargo, en lo que sí se apreciaba la diferencia era en su actitud, diferente en todos los sentidos. Como si supiera de antes que yo estaría de pie en un balcón y bajaría apenas la viera…como si supiera de antes que mis acciones serían ésas y no otras, porque sencillo podía resultar ignorarla…porque sencillo podía resultar fingir que no tenía idea de quién podía ser, pero mi conciencia me lo habría reprochado, porque incluso sin percibir mayores detalles, sabía de quién se trataba.

    −Dawn –apenas me escuchó, volteó del todo, mostrándose más relajada de lo que podría imaginar.

    −Hola Tom –quizás fue ese saludo el que me permitió notar cuán rápido transcurría el tiempo cuando se trataba de los pacientes.

    −No pensé que te vería en este sitio –miré tras de mí, intentando convencerme de que estaba donde creía estar–. Cómo… ¿Cómo llegaste aquí en primer lugar?

    −Volando, te sorprendería la de cosas que se puede ver desde la altura –por supuesto, ella se podía permitir esa clase de lujos.

    −Ya veo –me sentí tentado de sacar un cigarro, pero no tardé demasiado en arrepentirme –es…es extraño que estés aquí, ¿sabes? Es como…bueno, no suelo recibir visitas.

    −Pero sí sueles ir a un bar un viernes por la noche, ¿no es así? –Había una gran diferencia, mas a ella parecía causarle gracia hacerlas notar.

    −Y por algo has venido hasta aquí, dudo que para saludarme nada más –detestaba que alargaran demasiado las cosas, conmigo o iba al grano o ya podía despedirse, pero que no perdiera tiempo haciéndome notar lo evidente–. Sabes que siempre estoy para lo que necesites, así que menos cháchara y dime qué quieres.

    Por un instante, pareció desarmada ante mi súbita petición, mas no tardó demasiado en recuperar la compostura, confirmándolo el hecho de que, a pesar de mostrar una expresión desconcertada, no tardó en recuperar la sonrisa, una sonrisa que me recordaba mucho a la que solía esbozar alguien más…casi como intentando brindarme un consuelo que no necesitaba, algo que más bien parecía una ofensa. Sin embargo, ella no tenía por qué saberlo, no tenía por qué saberlo nadie y a pesar de todo, parecía ser que algunas personas tenían mucho interés en algo que no les incumbía, algo que no estaba dispuesto a explicar demasiado porque ya había perdido toda importancia.

    −¿Sabes qué fue lo primero que pensé cuando entré en tu consulta? –Podría haber empezado de cualquier manera, pero esa pregunta no tenía, al menos para mí, una respuesta más o menos exacta–. En principio me pareció…me pareció que nada te lo tomabas en serio, ni siquiera tu trabajo –muchos solían decir eso, pero tampoco vivía de las opiniones que pudieran girar en torno a mi trabajo–. Nunca pensé que en mi vida tendría que buscar un psicólogo, ¿sabes? Pero al final descubrí…que en parte quizás tenías razón al decir que buscarte había sido una exageración, que esos problemas tenían solución, tal vez no la más sencilla, pero sí la tenían y que dependía de mí el encontrarla –quise recordar en qué momento había dicho tal cosa, mas no tuve éxito en dar con algo así–. Recuerdo que mi opinión sobre ti empezó a cambiar…cuando le dijiste todas esas cosas a Ash…cuando comprendí que más allá de lo que pudieras aparentar o hacer creer incluso a ti mismo…eras capaz de mostrar una genuina preocupación por los demás…una preocupación que llamó la atención de otra manera…una preocupación que me atraía un poco más a ti −escalofriantemente parecidas esas palabras a otras…algo que comenzaba a preocuparme seriamente–. Sin embargo…creo que lo peor fue darme cuenta de…de lo cansado que pareces estar día a día –aquello no parecía encajar con nada, lo cual aligeró la preocupación, pero despertó mi curiosidad–. Porque…porque nunca he estado cerca de alguien que ha estado cerca de la muerte ni mucho menos he visto a alguien…a alguien que sonríe en un momento como aquél.

    −No entiendo a qué quieres…

    −Después de los ataques…después de caer…tú sonreías, como si hubieras estado esperando desde el principio que tu final fuera ése, prematuro, y no como debía ser –no me di cuenta del momento en el que comenzó a hablar de espaldas, como si encontrar más calma hablándole a las nubes que dándome la cara–. No quería creer que esas actitudes tuyas no eran otra cosa que una coraza, algo que te permitía protegerte de todo…algo que te permitía mantenerte lejos del mundo porque ya habías dejado de creer en él…quizás porque terminaría por confirmar que todos estos años has vivido destrozado y no lo quieres reconocer.

    −¿Destrozado? ¿De veras lo crees? –No quería delatar mi propio miedo…que esa chica se acercaba peligrosamente al reflejo mismo de mi alma, algo que no podía permitir–. En realidad los problemas dejan de importar en algún momento, chiquilla, más allá de eso…

    −Y si los problemas realmente te dejaron de importar, ¿serías capaz de decir lo mismo de Cintia?

    Podía esperar cualquier pregunta, me sentía capaz de responder a todo, pero eso… ¿Por qué esa chica debía blandir algo así en primer lugar? ¿Con qué propósito metía el dedo en la herida? ¿Acaso no era suficiente, Señor, con permitir que esa mujer apareciera en el bar como para poner esas palabras en la boca de una chica como ella? Quizás esa pregunta despertó la tensión antes dormida, lo necesario para despertar una vez más el deseo aletargado de fumar lo que pudiera encender.

    −¿Qué tiene que ver Cintia en primer lugar?

    −Tu mirada decía mucho, mucho más de lo que podrías imaginar –por supuesto, habían llegado juntas, pero seguía sin explicar nada–. Jamás te había visto tan enfadado, Tom, ni siquiera cuando nos gritaste el día que te reclamamos…sabes a qué me refiero.

    −Si me enfadé con esa mujer sigue siendo mi problema y…

    −Eso es…eso es a lo que quiero llegar –al voltear y acercarse a mí, noté en su mirada una preocupación que jamás creí que vería, no al menos en una chica tan tranquila y a ratos despreocupada como podía ser ella–. Que sigue siendo tu problema y…y esa visión que tienes de él te ha vuelto el hombre lleno de miedos que eres hoy.

    −¿Miedos? ¿Yo? ¿Me tomas el pelo? –La sola insinuación representaba la peor de las ofensas y no estaba dispuesto a dejar pasar algo así, menos a esa muchacha–. No me vengas a hablar de miedos, Dawn, tú no sabes cómo fueron las cosas, así que…

    −¿Crees que habría venido hasta aquí sin saber nada? ¿Crees que alguna de nosotras te habría hablado esta noche de no haber sabido lo que hubo entre Cintia y tú? ¿Crees que Natu se quedaría callado después de todos esos años o que callaría el hecho de que también te ha visto convertirte en lo que eres hoy lamentando no poder hacer nada por salvarte de ese abismo? –Tantas…tantas preguntas juntas que parecían poseer un único centro de gravedad…tantas preguntas que parecían tener un nombre, un rostro como respuesta…tantos años huyendo de la misma respuesta… ¿Para qué? ¿Para que esa chica decidiera destruir cada una de mis fortalezas? ¿Para destruir lo que había tardado en construir?− Mi madre me habló de ti, ¿lo sabes? –Inesperadamente sentí una mano suave cerrarse sobre la mía, la misma que sujetaba con dedos temblorosos un cigarro que no me atrevía a llevar a los labios–. Te recuerda como un chico sonriente, lleno de vida…un chico que parecía irradiar alegría a cada paso que daba…y los demás… Natu…Natu te recuerda como un joven entusiasta, lleno de sueños…un chico dispuesto a todo con tal de cumplir sus metas, hacer valer sus ideales…pero siempre con una sonrisa en los labios que…

    −Sonreía porque era la última voluntad de mi viejo, Dawn –cada palabra que hacía referencia a quienes me rodeaban comenzaba a volverme loco, sabiendo que la mejor forma de mantener la claridad seguía siendo que yo tomara las riendas del asunto–. Él solía decir…que la mejor forma de vivir sin miedo era sonreírle a la muerte, sin importar la circunstancia, porque decía que un verdadero hombre era aquél que poseía las agallas necesarias para burlarse de la Huesuda –dicho así, sonaba en extremo ridículo, pero era una parte de toda mi verdad–. Empecé a los ocho años a cargar con un palo de golf para defenderme, la única cosa sólida que había en casa y sabía que podía emplear como arma…y en parte me servía, aunque unido a la estatura lograba una impresión mayor…aunque recuerdo que…recuerdo que lo que más me enfadaba era que se aprovecharan de personas más débiles y por eso…por eso, mientras caminaba por mi ciudad natal una noche, vi a un tipo que…que intentaba abusar de una chica –sabía que le costaría creerlo, pero también debía tener en cuenta que no existía la necesidad de mentir−. Tenía diez años, Natu no era más que un huevo en mi morral y cuando vi eso…ni siquiera consideré que podía morir, simplemente lo ataqué golpeándolo en la boca con el palo y dejándolo inconsciente –y ya visto de lejos, con el pasar de los años, carecía de tintes dramáticos, incluso podía soltar una risa amarga al recordarlo–. Pero lo peor de todo fue que ese tipo era integrante de una mafia en extremo poderosa que tiene brazos articulados en todo el país, considerando el ataque un acto imperdonable por el cual decidieron darme caza, ¿puedes creerlo? Con diez años ya me buscaban…y con diez años decidí actuar en consecuencia, aunque mucho me costaba huir si en cada pueblo no faltaba aquél que había oído el dato que Los Hijos de la Promesa ofrecían una fuerte recompensa por la cabeza del mocoso del palo de golf, el mismo que le volaba los dientes a todo aquél que intentara ponerlo fuera de combate –nunca pensé que llegaría un día en el que tendría que resumir ese lado de mi vida, un lado que juré dejar atrás por el bienestar de Helena…por el bienestar de ella y de aquellos a los que pudiera apreciar más adelante–. Si me puse a estudiar, fue porque me parecía la mejor opción para mantenerme oculto y si sonreía…si sonreía era porque sentía que podía ser en cualquier momento, en cualquier lugar, no sabría dónde ni cuándo, pero con ellos tras de mí, podía morir en cualquier momento y si eso llegaba a pasar, prefería que mi viejo viera que estaba dispuesto a seguir su consejo.

    −Tom…yo…

    −Entonces llegó Cintia –ella quería oír la verdad…quería saber los motivos…pues ahí los tendría, todos y cada uno de ellos–. Llegó cuando comenzaba a sentir el desgaste…cuando comenzaba a sentir el cansancio de una vida que quizás nunca debí vivir…llegó cuando lo único que me preocupaba era el entorno, mantener una promesa y sonreír más como una burla y un compromiso que por algo que naciera de mi alma –maldita sea, no podía caer más bajo ya…estaba hablando de aquello que no debía pronunciar–. Tú…tú… ¿Te puedes hacer una idea de hasta qué punto las cosas pueden cambiar por una persona? ¿Has pensado que alguna vez llegará alguien a tu vida que sea capaz de hacerte pensar que todo tu pasado, todos tus fracasos, todas tus caídas han valido la pena si al final del día ha sido todo para que puedas encontrarla en la meta? ¿Has sentido que hay alguien que tiene tu alma en sus manos a tal punto de que si pudieras detener el tiempo sólo para permanecer un segundo más en sus brazos y si pudieras morir ahí, en esa misma posición, no importaría nada más? Una persona…una persona sin la cual te sientes sólo un cuerpo, porque ella es tu esencia…una persona…que representa lo mejor de ti, lo mejor del mundo…lo mejor de la maldita vida misma…y por la cual serías capaz de dar hasta el último soplo de tu aliento una y mil veces si con eso puedes hacerla sonreír para siempre –inhalé hasta la última calada que le podía quedar al maldito cigarro en un desesperado intento por hallar una pizca de autocontrol–. Yo no sé…no sé cómo funcionan las cosas, pero siempre sentí…siempre sentí que ella era…y que sigue siendo lo mejor que me ha pasado jamás porque…porque tuve amoríos, ¿sabes? No era una especie de beato, tuve aventuras, pero ella…ella me hacía desear la eternidad para ser mejor hombre…para así merecerla…una eternidad para mí era tiempo suficiente para demostrarle hasta qué punto deseaba hacerla feliz…hasta qué punto ella…ella representaba en mi vida…todo lo bueno…todo lo que nunca…

    Súbitamente, una mano me obligó a callar…una mano posada en mi mejilla, haciéndome ver la presencia de algo húmedo que corría por mi cara, ardiente, lacerante…algo que distorsionaba mi visión…algo que parecía estar más allá de mi control, oprimiendo mi pecho, cerrando mi garganta con un nudo poderoso, implacable…haciendo que mis rodillas temblaran hasta ser prácticamente incapaces de sostener mi escaso peso…y con todo, Dawn sostenía mi rostro con sus manos y me miraba como no recordaba que hiciera jamás un ser humano desde… ¿Cuándo había sido la última vez?

    −Oh, Tom… −y para mi asombro, aunque no me sentía capaz de resistirme, atrajo mi cabeza hasta que descansó, de alguna extraña manera, sobre su hombro–. Por qué, Tom… ¿Cuántos años has vivido con esa piedra en tu pecho?

    Entonces comprendí a cabalidad.

    Tantos años aferrándome a la ira…tantos años aferrándome a una promesa innecesaria…tantos años luchando por establecer una fortaleza cuando en realidad, la única realidad, era que el dolor seguía estando allí, seguía presente, pero siempre sería más fácil para mí aferrarme a ese orgullo, a ese deseo casi fanático de conservar íntegra mi dignidad cuando en realidad todo lo que vivía era una prolongada, una infinita agonía que amenazaba con volverme loco, que de a poco lograba que me derrumbara y que me olvidara de todo…hasta el segundo en el que ella, la respuesta a todas esas preguntas, apareció tras de mí, haciéndome ver que a pesar de todos los intentos, ella seguía estando ahí, dándole forma al vacío…dándole forma y nombre a toda mi desolación, al punto de caer de rodillas ante una chica que me sostenía como podía…al punto de ahogarme en los sollozos que guardé por tanto tiempo, incapaz siquiera de darle un principio al llanto que humedecía la ropa de la muchacha que hacía lo posible por sostenerme, haciéndome revivir los momentos que estaban más allá del final, los que conformaban el corazón de una hermosa historia…los momentos perfectos que parecían envenenar mis entrañas, corroer lo más profundo de mi ser…volviéndome incapaz de llorar a gritos, apenas sintiendo cómo toda la pena me arañaba la garganta.

    −Lo sé, lo entiendo, no has sido capaz de aceptarlo…porque no tiene una razón de ser clara, ¿verdad? –Sentía los dedos de la muchacha acariciar mi cabeza mientras yo intentaba desesperadamente decir algo–. No dejes que se quede contigo, suéltalo…

    −Me hizo…me hizo prometer que nunca la dejaría, sin importar nada…y…y llegó un punto en el que sentí que sin ella me moriría…y…y me decía…me decía que yo tenía su nombre grabado, no en la piel, pero sí en mi corazón y…y que le pertenecía y yo…yo le decía que…no me importaba perder la libertad si sabía…si sabía que era por ella…y que tenía la certeza de que si…si llegaba a morir…lo haría feliz porque sería en sus brazos…yo…yo… ¡Maldita sea! –No entendía de dónde salía todo aquello, no tenía fuerzas tampoco para averiguarlo, pero no me importaba, por una vez en la vida no me importaba nada.

    −Lo sé, Tom…lo sé…

    −La extraño…la extraño porque es…porque sigue siendo lo mejor que me ha pasado…porque no entiendo en qué fallé para que todo se apagara…pero…pero la extraño porque…porque a pesar de todo…ella sigue teniendo mi alma en sus manos y no…no parece tener importancia…

    −Pasará, Tom, te prometo que pasará –sentí que su abrazo se afianzaba, como si intentara sostenerme…impedir que me hundiera más en el abismo–. Te prometo…te prometo que pasará, quizás no sea hoy, quizás no sea mañana, pero ahora…ahora sabes qué es lo que te atormenta y verás que se irá…y podrás sonreír otra vez, lo sé…es lo único que quiero, que sonrías de verdad…pero no tienes que vivir esta pena solo, Tom…no tienes por qué callar si tu corazón te pide a gritos que dejes ir tus lágrimas…porque por sobre todas las cosas, Tom, por sobre todo…tú eres un ser humano, no una máquina, no un profesional…y esta pena pasará –ni siquiera me detuve a analizar el segundo exacto en el que sentí un beso en la mejilla, breve, pero que se sobrepuso a las lágrimas que no dejaban de caer–. Porque quiero verte sonreír…que aprendas no a pensar en pacientes sino en personas…que aprendas a pensar en un hogar.

    Necesitaba creerlo…necesitaba con tanta desesperación creer esas palabras…pero el llanto atascaba las palabras, se convertía en violenta tos, me arrebataba las energías necesarias para levantarme…y me devolvía el dolor de los mejores días de mi vida. Porque no tenía caso negarlo, ya lo había gritado…gritado que la vida me cambió todo por nada…gritado mi mayor secreto…gritar que a pesar del tiempo y el espacio, a pesar de la chica que me sostenía entre sus brazos, yo seguía amando a una mujer contra mi voluntad…que más allá de querer recuperarla, porque sabía que no podía forzar el cariño, quería ser el mismo…quería volver a la normalidad…quería mirarme en el espejo y sentir que era yo mismo y no un resto del pasado…

    Quería sentir que había algo en lo cual valiera la pena creer.
     
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    Navaja

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    Amigo escritor, lamento el retraso >< Este capítulo fue hasta ahora el más emotivo.

    La bomba al fin estalló en la vida de Tom y me entristeció el que solo falte un capítulo para el final :( Tu historia me entretiene bastante n.n Bien, como se ha visto a la larga de la trama, tus capítulos están cada vez un nivel más arriba en temas de problemas y ahora el problema salió con todo.

    Es sorprendente la historia debo admitirlo, muchas coincidencias y lleno de acción y lágrimas.

    ¿Qué puedo decir? Si dejaste todo claro, mas lo único que puedo decirte es que fue un capítulo muy conmovedor y, esa parte del llanto de Tom fue lindo... es lo suficientemente hombre para admitir que aún ama a esa mujer que tanto lo hizo sufrir. Aunque el que sea un misterio el por qué es bastante desalentador (bueno, o sino no sería misterio ¿no?) pero me gustó lo que hiciste con eso ;) Un problema llamativo y estúpido, jajaja :) Hm... me pregunto por qué Dawn es la que tiene más protagonismo... es tu favorita...¡te pillé! Jajaja, y la hiciste la favorita de Tom también.

    Bueno, este es mi comentario más corto >< pero sabes que tu historia me gusta mucho ;)

    Espero el final (no tan pronto) para así disfrutar de la espera una última vez
    Un beso y adiós!
     
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  8.  
    Figlio di Ladro

    Figlio di Ladro Iniciado

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    La Consulta del Caos
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    Drama
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    8782
    Por ser ésta una ocasión muy especial, me limitaré a decirles que disfruten de ésta, la última lectura. Los comentarios pueden esperar al final.
    Los invito a pasar, sean bienvenidos.
    Caso 10
    Ángel para un Final


    Cuánto vacío en la consulta…qué extraño se sentía cerrar todo.

    Tampoco había demasiado que hacer. Después de todo, conocía todas las fichas, todos los documentos, todo seguía el mismo orden y no me molestaba seguir mis propios esquemas… ¿Tanto había hecho? ¿Realmente había hecho tanto desde que llegara a esa ciudad? No, daba igual lo que hubiera hecho, más bien me importaba…me importaba el tiempo compartido, el tiempo que no era sólo mío…el tiempo que intentaba mantener alejado a sabiendas…a sabiendas de que no volvería… ¿Tantos años habían sido y no me había dado cuenta? Claro, sólo lo notaba…sólo lo notaba en el momento en que me decidía mirar atrás y recordar…recordar cuando no quería hacerlo, sentía que me hacía demasiado daño.

    Pero…pero todo era tan reciente…
    x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x

    −¡Helena!

    Lo escuché gritar…pero jamás me atreví a considerar la posibilidad de que hiciera algo así. Sin embargo, ahí estaba él, o al menos como lo veía desde mi ventana, con un traje parecido al que usaba siempre y con Natu encaramado en su cabeza. Y con ese grito…me extrañaba que no hubiera despertado a los demás residentes del edificio, como si supiera que al pronunciar mi nombre, únicamente yo podría escucharle. Y debía de saber que, al no tener nada al día siguiente, sería imposible que me durmiera temprano…pero no quitaba la pregunta principal, cualquiera se preguntaría qué diablos hacía un sujeto como él llamando a una chica como yo y a esa hora…

    Claro que era mejor bajar y encontrarme con él que gritar desde mi ventana. Y ahí, a unos metros de distancia, parecía ser el mismo…no, quizás no tanto como yo creía.

    −Tom –evidentemente era él, pero no podía dejar escapar la pregunta que me atormentaba desde que oyera su grito–. Qué…qué estás…

    −Tenemos algo pendiente, ¿lo has olvidado? –Esa mueca suya parecía mezclar ironía y cierta decepción–. Tres minutos…tres minutos de resistencia, ¿puede darme eso tu Gardevoir?

    −Tom… ¿Te volviste loco? –A pesar de la absurda ocurrencia, no pude evitar soltar una carcajada–. Mira la hora que es, es ridículo que…

    −Ah vaya, ¿lo dices por la hora? Ni que fuera gran cosa –detecté en él un gesto desafiante demasiado parecido a…maldita sea, yo empleaba los mismos gestos para instarlo a trabajar–. Vamos mocosa, ¿me vas a decir que me tienes miedo?

    −¿A ti? Sigue soñando, sé exactamente cómo eres y lo que te molesta.

    −Ah, entonces dudo que te moleste mostrarme la madera de la que estás hecha.

    Aunque quisiera, no podía decirle que no. Y gracias al cielo que siempre bajaba con la pokebola, acaso porque temía verme envuelta en algún predicamento. Así pues, no tardé en enviar a mi amiga al campo, notando de inmediato la importancia de la situación. Claro, ella le tenía un profundo respeto a Tom, ansiaba por mostrarle que había dejado de ser la Ralts llorona que había conocido y saldar las cuentas pendientes que tenía con Natu, el mismo que saltó de la cabeza de su entrenador y miró desafiante a mi amiga, a pesar de carecer de demasiadas expresiones.

    −Bien, las damas primero, ¿no crees pequeño? –Natu asintió, mostrando a pesar de todo, una actitud socarrona–. Vamos chica, sorpréndeme.

    −Lamentarás haberme cedido el turno –y esperaba de corazón lograrlo−. ¡Gardevoir, usa Poder Oculto!

    −¡Repélelo con Tinieblas!

    Lo había olvidado…no, más que olvidarlo, sabía que Natu podía hacer cosas que jamás esperaría y por eso, el Poder Oculto no había surtido efecto ante ese ataque, generando una pequeña explosión a causa del choque. Ninguno tenía la ventaja y no cabía duda que Tom ya tenía planeado el siguiente movimiento.

    −Bien, muy bonito, pero… ¡Natu, multiplícate! –Rayos, no sabía que ese pequeño plumífero fuera tan veloz, al punto de rodear a mi amiga con sus copias que desaparecían para dejar lado a otras nuevas…no, no sacaba nada con perder la calma, debía hacerlo saber.

    −Amiga, mantente quieta y relájate –y así lo hizo, no tardando en cerrar los ojos y adoptar una actitud meditativa que pareció confundir a nuestros oponentes, más después de que ella abrió los ojos, sabiendo lo que tenía que hacer…y quizás eso lo notaron ambos porque…

    −¡Natu, usa Picotazo!

    −¡Teletranspórtate! –Y así lo hizo, dándome apenas un segundo en el que el pequeño bajó la guardia, lo cual no podíamos desperdiciar−. ¡Ahora usa Puño Trueno!

    −¡Qué chingados…!

    El grito de sorpresa de Tom fue música para mis oídos. Era difícil que un Gardevoir aprendiera algo así y él lo sabía, pero dudaba que hubiera visto a alguno en acción y mucho menos que Natu recibiera un ataque así de un pokémon como aquél. Claro que el pequeño tenía resistencia, pues si bien recibió el impacto de lleno, no tardó en ponerse de pie y adoptar una actitud desafiante, a diferencia de Tom, el cual no salía de su asombro.

    −Sorprendente, muy impresionante –aunque lo dijo con voz contenida, no pude evitar sentirme muy bien al oírlo de su boca–. Se nota que la has entrenado muy bien.

    −Y hay más de donde salió eso –quería ver la cara que pondría después−. ¡Amiga, usa Destello!

    −¡Natu, juega con el tiempo! −¿Qué clase de orden era aquella? No tenía sentido, no hizo nada por impedir el ataque, más bien permaneció ahí, casi resignado, lo cual no me dio buena espina, pero tampoco tenía tiempo para pensar en las posibles implicaciones.

    −¡Seguro no te puede ver! ¡Usa Bola Sombra!

    −Natu…ya sabes de dónde viene –No, no podía ser que Tom diera órdenes tan complejas y que su amigo lo entendiera, incluso aquello no parecía orden, pero lo más extraño es que sí lo sabía, sabía de dónde venía el ataque y lo esquivó… ¿Con los ojos cerrados?−. ¡Poder Oculto!

    Un pequeño descuido…una grieta en la defensa y el ataque impactó de lleno a mi amiga, la cual pareció desconcertada ante el hecho de que Natu pudiera atacar manteniendo los ojos cerrados…que se moviera con tanta libertad… ¿Y desde cuando Poder Oculto era tan potente como para hacer doblar la rodilla a un pokémon? No, qué cosas pensaba…mi amiga seguía con las fuerzas necesarias para recuperar la posición. Debíamos acabar con eso deprisa.

    −¡Amiga, usa Doble Equipo!

    −¡Carga y concéntrate! –Estúpido Tom…con esos acertijos no existía forma de adivinar una posible estrategia…y lo peor es que se veía tan tranquilo…al igual que Natu, el cual mantenía la misma posición, concentrada, indiferente ante la cantidad de copias que había alrededor…pues lo mejor sería tomarlo por sorpresa…

    −¡Gardevoir, usa Onda Voltio!

    −¡Teletransportación! –Demonios, lo estaba esperando… Había desaparecido, pero seguían siendo muchas copias, así que no debía de haber problemas− ¿La tienes? –Y ahí estaba el pequeño, en lo más alto, cayendo casi con lentitud, mirando a su entrenador con el mismo gesto impasible–. Muy bonito… ¡Rayo Solar!

    −¡Esquívalo! –Pero no tenía sentido…no, el rayo ya estaba cargado, a eso se refería Tom y no tardó en llegar precisamente al Gardevoir original…por eso le había dicho que se concentrara, para saber a cuál atacar directamente y con tal potencia…claro, ya no podía hacer nada y eso me quedó claro cuando la vi inconsciente después de disiparse la nube de polvo…y saltaba a la vista que ya no podía continuar–. Amiga, ¿te encuentras bien?
    −Apenas pudo asentir desde su ubicación, aunque saltaba a la vista que ya no podía más con tal daño–. Gracias amiga, te mereces descansar –y sin decir más, la devolví a su pokebola, pensando en que una batalla así no se volvería a repetir.

    −La has entrenado muy bien, te felicito –Al levantar la mirada, vi que se me acercaba con Natu sobre su hombro. No sabía por qué su opinión me hacía tan bien, pero prefería no ahondar demasiado en el tema–. Has hecho de ella un pokémon muy fuerte, lo cual prueba la gran entrenadora que eres…sin contar que me hiciste sudar la gota gorda.

    −Pues mucho no se notó –comenté, sin poder evitar sonreír complacida ante esos halagos, los cuales no oía casi nunca–. Aunque me despístate…es decir, ¿qué querías decir con jugar con el tiempo?

    −Visión del futuro.

    −Eso lo explica todo –no pude evitar tomar nota mental, aunque había preguntas más importantes–. Pero todo esto…Tom, no pensé que tuvieras tan poca paciencia…es decir, teníamos esta batalla pendiente, pero la hora, el día… ¿Tantas ganas tenías de tener una batalla conmigo? No te conocía esa faceta.

    −Quizás por eso lo hice, porque no lo esperabas…ni yo tampoco, porque a decir verdad, odio combatir de noche –aquellas palabras me desconcertaron, acaso por ser algo que no esperaba de él–. Lamentablemente, una serie de circunstancias me ha obligado a acelerar todo esto, porque créeme que me habría gustado combatir contigo en un mejor lugar, pero algo me decía…algo me decía que no sería capaz de concretar mis planes si no hacía esto.

    −¿Planes? Vaya Tom, hablas del futuro, algo no muy propio de ti –aunque intentaba bromear, no pude seguir al notar la repentina seriedad que invadía el rostro del que quizás fuera la persona más importante de mi vida–. Tom… ¿Qué tienes? ¿Pasa algo?

    −Helena… ¿Lo he hecho bien hasta el día de hoy?

    −¿De qué hablas?

    −Todos estos años…he intentado cuidar lo mejor posible de ti, pero…pero a veces siento que no te he dado lo suficiente y que…que a pesar de todo no he sido capaz de…

    −Tom, ¿vas a seguir con eso? –Detestaba que se tuviera tan poca confianza…que a pesar de todo lo que había hecho, sintiera que no hacía nada cuando no había palabras que alcanzaran a manifestar mi gratitud ni la magnitud de mis sentimientos–. Nunca te he reclamado nada, nunca te he dicho que hayas hecho algo mal, así que no pienses en ello, ¿sí? Porque de no ser por ti, yo no estaría aquí ahora.

    −Helena…

    −No estarías aquí diciendo estas cosas si no fuera porque algo te inquieta –a pesar de bajar la cabeza, sabía que tenía razón…sabía que algo andaba mal–. Puedes contarme lo que sea, yo jamás te juzgaré por nada.

    −Creo que…creo que algunas cosas deben detenerse y ahora…ahora ha llegado el momento de…de ponerles un alto.

    −¿Qué quieres decir? –Porque aunque no lo dijera en voz alta, por dentro sus palabras me llenaban de miedo.
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    Claro que tenía sus motivos, no podía juzgarlo por ello.

    Pero no quitaba que en principio doliera. Es decir, se trataba de algo demasiado grande, una sorpresa casi…casi grotesca, como un mal chiste cuya base no fuera otra que el humor negro. Sin embargo, necesitaba pensarlo bien…necesitaba pensarlo con calma y entenderlo, comprender que sí tenía razón…comprender que todo ese tiempo había corrido más allá de lo necesario y a pesar de todo, parecía incapaz de quedarse quieto y todo aquello…particularmente lo último vivido durante la madrugada…sí, creía que podía comprenderlo…

    −¿Helena? –Una voz me sacó de balance, obligándome a mirar hacia la puerta, aunque quienes allí estaban no me sorprendieron para nada.

    De alguna manera, las esperaba, acaso porque las tres habían sido el principio de todo eso y una de las razones por las cuales me encontraba en la consulta haciendo lo que hacía muy a mi pesar. Claro que de las tres, la que parecía menos tensa era la chica del gorro blanco... ¿Dawn? Por supuesto. Tenía algunas razones válidas que podían justificar ese estado, pero prefería no considerar nada, dejar que sus palabras, sus acciones, lo que fuera me diera la razón o me corrigiera.

    Y las otras chicas…bueno, parecían un poco desconcertadas al verme ordenar las fichas. ¿Por qué habían decidido venir? Probablemente se había convertido en un hábito para ellas el dar por hecho que la consulta siempre las recibiría con los brazos abiertos…qué sorpresa debía ser para ellas verme vaciar cajones, guardar fichas en bolsas con algunos muebles cubiertos por sábanas blancas alrededor. Quizás porque sabía que así era para ellas, no pude evitar sonreír con cierta melancolía…en realidad, no dejaba de ser irónico.

    −Ah, chicas, no esperaba verlas por aquí –pero eso a ellas no las iba a tranquilizar, lo sabía de antemano.

    −Helena… ¿Qué está pasando? ¿Por qué está todo así? –El tono de May me contrajo el pecho, pero preferí no dar señales de nada.

    −Supongo…supongo que Tom no les dijo nada, ¿verdad?

    −¿No parece evidente si te lo acaban de preguntar? –La voz de Misty hablaba de malhumor mezclado con cierto temor…pobre chica, en el fondo lo comprendía.

    −Bueno…la consulta se cierra indefinidamente, por eso aprovecho de llevarme algunas cosas que…

    −¿Cómo es eso? No es posible que…

    −Lo acabo de decir, May, la consulta se cierra, por eso aprovecho de desocupar el lugar y…

    −¿Dónde está Tom? –Esta vez era Dawn quien hablaba, pero a pesar de emplear un tono inusualmente sereno, se percibía en ella la preocupación–. Es decir…por qué haces esto y él… ¿Dónde está él?

    Previsor como él solo, así lo podía describir y en parte agradecía que, dentro de lo que él llamaba un supremo acto de cobardía, fuera capaz de dejar las explicaciones necesarias en la forma de una grabación de voz…la misma grabadora que usaba en contadas sesiones y que me había dejado, aunque la verdad, me preguntaba qué clase de mensaje contendría…no, me preguntaba acerca de las palabras exactas, acaso porque imaginaba el contenido de la grabación…si consideraba que todo ya lo había dicho una vez.
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    −¿Me estás diciendo que te vas por ellas? –No, no podía ser, tenía que haber oído mal…tenía que haber entendido mal–. Tom…piensa en lo que dices…piensa en que lo que ellas pueden sentir…

    −¿Crees que estoy escapando de ellas por lo que sienten? –Que se mostrara ofendido podía ser una buena señal–. Creo que no me expliqué correctamente…

    −Más vale que lo hagas si no quieres que te golpee…y si fumar te ayuda…

    −Pues sí, gracias, esperaba que lo dijeras –seguía siendo un…bueno, no podía decir nada, sólo esperar a que tuviera el dichoso cigarro encendido entre los labios para así decidirse a hablar–. Verás Helena, ha pasado mucho tiempo desde que empecé a hacer estas cosas…pero no tanto desde que las conocí a ellas…y si soy honesto contigo, me parece que la idea de que estén enamoradas de mí es, por decirlo con sutileza, absurda.

    −¿No estarás siendo un poco apresurado?

    −¿Apresurado? Apresurado sería sentir algo así en tan poco tiempo…apresurado sería tomar en serio semejantes palabras…

    −Tom, por favor, ¿tan difícil es que alguien se enamore de ti?

    −Helena, ¿qué inspiró ese sentimiento? Principalmente, y por lo que he oído, el que ellas me oyeran decir esas cosas en el momento menos esperado –a través del humo, creí distinguir un gesto irónico de su parte–. Por más que argumenten a su favor, las veo como niñas ilusionadas… ¿Cuántas ilusiones atacan a las muchachas jóvenes? ¿Y cuántas veces puedes confundir el amor con la gratitud? Yo no creo que ellas estén enamoradas, lo veo difícil, acaso imposible, pero sí deben de sentirse agradecidas por algo que, al menos de aquí a un tiempo, no siento que haya hecho…

    −¿No sientes? ¿De qué estás hablando? ¡Las escuchaste! ¡Las aconsejaste! ¿Dices que eso no es nada?

    −No es suficiente para inspirar algo tan grande como puede ser el amor –que Tom dijera algo así me parecía casi…casi irreal–. Son unas muchachas, Helena, les falta crecer, les falta madurar…les falta tantas cosas…les falta percatarse de que, en la mayoría de los casos, una ilusión puede tornarse amarga, al punto de darle un giro a tu vida…

    −¿Y por eso quieres desaparecer? ¿Para decepcionarlas? ¿Para que te odien?

    Por primera vez en muchos años, vi que sus labios se curvaban formando una sonrisa sincera, la verdadera sonrisa que él solía esbozar…la verdadera sonrisa que amaba, eso que amaba tanto de él desde el principio…eso que realmente lograba ahuyentar la soledad…el hecho de que fuera capaz de irradiar alegría…de que fuera capaz de manifestar franqueza y no desconfianza…de que, aunque fuera por unos segundos, pudiera tener a mi lado al Tom que había conocido y me había rescatado cuando creía que ya no existía esperanza.

    −Helena…cumpliré veinticinco dentro de poco y me siento viejo y cansado –y por un instante, creí ver en él la sombra de tantas penas pasadas–. Llevo años escapando de todo…años preservando mi vida porque sentía que era mis responsabilidad cambiar el mundo y hacer de él un lugar mejor…bueno, no literalmente, pero para que te hagas una idea de la magnitud de la idea que me movía hasta hace poco…pero estas chicas me han hecho cuestionarme muchas cosas –no pensé que ellas pudieran alterar su piso de esa manera y menos que dijera algo así–. Helena…he vivido todos estos años sin perseguir un sueño propio…todos estos años relegando mis propias metas y ahora…ahora siento que no puedo aguantar más…porque todo este tiempo he escuchado al mundo, pero el mundo no ha escuchado lo que yo les tengo que decir –me parecía contradictorio…verlo sonreír cuando sentía que algo se rompía en mi interior, aunque no podía negar el hecho de que sus motivos eran aceptables–. Dime… ¿Es demasiado pedir? ¿Pido mucho al decir que quiero vivir aunque sea una vez?

    −Creo…creo que, aunque me duela que estés lejos…te lo mereces –no sabía qué estaba diciendo…sabía que se alejaría y a pesar de eso, le daba alas–. Has…has hecho mucho no sólo por mí, siento que has hecho mucho por ellas, incluso si no lo recuerdan y al final…si incluso decidiste ser psicólogo por mí, no sacas nada con negarlo –esas últimas palabras lo sorprendieron, pero no le di tiempo de contradecirme–. Has luchado todos estos años por otros…si tengo la posibilidad de un futuro, eso es gracias a ti y creo que…creo que mereces algo más…aunque eso signifique que te deje de ver…

    −Helena…

    −Has estado conmigo todos estos años, quizás por eso me duela la posibilidad –a pesar de todo, intenté sonreír–. Quiero decir, esto no significa que no te vuelva a ver, ¿verdad?

    −¿Qué clase de pregunta es ésa? ¿Realmente me crees capaz de desaparecer así como así? ¿Es en serio? –Jamás había puesto una mano sobre mi cara hasta ese momento, sintiendo el contraste de su frialdad con el calor que me invadía en ese instante–. Eres todo lo que tengo, aunque esté lejos, tú siempre estarás conmigo, nunca lo dudes…

    −Me costará creerlo si estás tan lejos…ni siquiera sé adónde irás –no quería llorar…no quería permitirme algo así delante de él…él, que seguía sonriendo…él, que seguía manteniendo esa tranquilidad sin percatarse de que me moría por decirle tantas cosas…llegaba a detestarlo por eso–. Dime adónde irás.

    −Quizás sea ésa la parte más difícil de todas.
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    Ya está grabando, ¿verdad? –El sonido ambiente del otro lado servía como respuesta hasta cierto punto–. Debo suponer que ya están oyendo esto, así que…bueno, entonces allí ya no estoy –dejó escapar una risa, como si fuera capaz de ver las expresiones a pesar de la diferencia temporal–. Para cuando reciban esta grabación, supongo que se habrán dado cuenta que la puerta no se volverá a abrir y ya no tendrá sentido pedir hora para una nueva sesión…no digo que no haya sido divertido, pero estas cosas cansan.

    A todos ustedes los aprendí a conocer lo suficiente como para saber que ahora mismo las únicas personas que están escuchando esto, además de Helena, a quien le pedí que guardara las palabras, seguramente son Misty, May y Dawn, ¿no es así? Si es así, asientan lentamente con la cabeza –volvió a reír, pero su risa no produjo eco en ninguna de las presentes–. Vaya que ha sido pesada la vida, muchachas, vaya que ha sido complicado salir adelante…vaya que la lucha ha sido descarnada, pero no me arrepiento de nada…es decir, las volví a ver después de tantos años, aunque a algunas no las vi en estricto rigor, sólo las he visto ya crecidas, pero todas han formado parte de la misma línea del tiempo…aunque claro está, todavía les falta por crecer, porque la vida se forja en base a las experiencias más que a las ilusiones, así como puedes confundir amor con gratitud y el miedo con la rabia –al dejar escapar un suspiro, casi podía imaginarlo encender un cigarro –las he escuchado a ustedes, muchachas, todo este tiempo, pero ¿me han escuchado ustedes a mí? No, no lo creo, después de todo, el que psicoanaliza soy yo.

    ¿Saben ustedes quién soy? No, no lo creo. Creo que ustedes creen saber quién soy, pero si yo mismo ni siquiera sé quién soy, ¿cómo pueden ustedes saberlo? No hay manera, no tiene lógica, eso nos puede llevar a la confusión. Supongo que ustedes creen por las palabras del bocón plumífero que me acompaña noche y día que soy un prófugo, tal vez no de la justicia, pero sí de mi propio pasado. Tal vez creen que la traición de mi primera paciente me convirtió en lo que soy…tal vez incluso creen que el apenas haber conocido a mis padres me convirtió en un sujeto triste y furioso con la vida misma y con Dios en el que a veces llego a creer…o puede que me vean como al principio, como un psicólogo malhumorado que hacía bien su trabajo…tal vez creen todo eso, tal vez soy todas esas cosas… tal vez la misma unión de todas esas cosas ha forjado lo que para ustedes es mi identidad.

    Pero lo cierto es que no me siento como ninguna de esas personas. Y si debo ser honesto, no sé ni siquiera cómo debo sentirme. Porque en estricto rigor, no tengo familia, no tengo hogar…ni siquiera tengo patria, acaso porque mis viejos, en un arranque de cosmopolitismo, decidieron fijarse en un extranjero o extranjera según el caso y traer al mundo a su único hijo en tierra ajena. He vivido toda mi vida con la sensación de que no debería estar aquí ni en ninguna zona del país…he vivido toda mi vida sintiendo que debo escapar porque ningún lugar me ayuda a sentir la comodidad de lo que llaman hogar…he vivido todos estos jodidos años con la nostalgia inconclusa…no, con el extraño sentimiento de tener una deuda pendiente con la vida y conmigo mismo, con una pregunta rondando a cada segundo…no, más bien con dos preguntas:

    ¿Quién soy yo más allá del Tom Santos que todos creen conocer, amigos o enemigos? Y ya que he hecho tanto por otros, porque ése ha sido mi trabajo y porque, en parte, así lo he decidido, ¿qué he hecho por mí mismo más allá de mantenerme con vida? Y en base a esas dos preguntas se desprende una tercera: ¿Qué caso tiene vivir si no persigues una meta propia?

    Sería demasiado idealista de mi parte decirles que encuentro la felicidad con sólo verlas sonreír. No negaré que me alegra, que en el fondo me permite dormir con la conciencia tranquila…que en el fondo, a pesar de haber elegido ser un cabrón, esto se me escapa de las manos…como que el bien siempre triunfa sobre nuestro propio mal…qué conveniente, pero tampoco digamos que soy del todo bueno, porque si lo fuera, no me estaría permitiendo esta cuota de egoísmo…

    ¿Qué puedo decir a mi favor? Soy psicólogo, queridas chiquillas, mas no un pinche santo, aunque mi apellido diga lo contrario. ¿No es irónico?
    Yo nunca he sido una buena persona. Si sonreía en el pasado era porque buscaba cumplir la promesa que le hice a mi viejo antes de que dejara el mundo, la cual no era más que morir con una sonrisa. A esa edad sentía que podía morir en cualquier momento, por eso permanecía así, no porque para mí todo fuera felicidad. Jamás irradié alegría, jamás fue ésa mi intención, todo lo que hacía era esperar la muerte calmando la voz de mi conciencia.

    ¿Cuándo dejé de sonreír? Cuando me di cuenta de lo absurdo que era esperar la hora final y que lo único que cuenta es vivir, aunque cuesta en la práctica.

    Por eso, cuando ustedes lleguen a la consulta, la descubrirán casi desierta. Porque en la práctica, nunca fue mi sueño ser psicólogo, simplemente sentía que era algo que debía hacer. Ahora que psicoanalizar ya no es necesario y puedo ver y explicarlo todo, cerraré este mensaje con unas últimas palabras.

    Misty…perdóname si no pude estar contigo el tiempo que merecías. No sé si llegué a verte como una hija o como una hermana pequeña…tal vez más como lo último, porque en aquel entonces, poco sabía del rol de padre y podría haberte malcriado. Diles a tus hermanas que me perdonen, pero que estoy seguro que de haber sabido la verdad y de no haber sido tan cobarde, probablemente lo habrían entendido. A veces me pregunto cómo habría sido la vida de haber optado por quedarme allí…seguramente me habría sentido más orgulloso de ti, pero no existe forma de saberlo. Cuida bien de todos, cuida bien de ti misma y no pierdas el tiempo sublimando tu rabia en sueños que no te corresponden, persigue los tuyos propios para que así, un día cualquiera, al mirar atrás, sientas la satisfacción de haber hecho lo que debías. Procura mejorar ese lado gruñón tuyo, porque realmente llegas a dar miedo en más de una ocasión.

    May…gracias por tus palabras. Gracias por intentar ver a través de mis acciones. Pero a veces…a veces las ilusiones distorsionan la realidad y debes aprender a verla tal cual es. Si crees que en verdad sientes lo que sientes, pues siempre habrá más de una oportunidad y si no fuiste capaz de reconocerme, te aseguro que yo soy la peor de todas las opciones. Mereces vivir, mereces crecer…mereces conocer más el mundo antes de asumir la carga emocional que representa el amor y por eso mismo, no dejes de correr. No dejes de ir contra la corriente si te parece que así lograrás todas tus metas. ¿Qué importa lo que piense la familia si debes hacer caso de lo que te dicta el instinto? Las noticias vuelan, siempre se sabe, así que estaré atento. No quiero recordarte como una chica indecisa, más bien con el impulso que te ha llevado a hacer todo lo que has hecho, por muy loco que pueda parecer. Y dile a tu padre que si nos volvemos a encontrar, mucho gusto me dará romper el empate.

    Y Dawn… quizás no alcance a manifestar todo con palabras. Tal vez no me alcance ni el tiempo ni la cinta…tal vez ni yo mismo sea capaz de decir lo que debo decir, pero sólo me queda darte las gracias por entender qué estaba bien y qué estaba mal, por mostrarme la puerta, por encontrar una salida. Si dices que es posible escapar, creeré en tu palabra, así me resulte lo más complicado, lucharé por creer en esas palabras, quizás porque vienen del corazón…o quizás porque tú no has perdido la fe. No sé qué será lo que venga más adelante, pero si hay algo que me gustaría creer es que tú misma no perderás ese deseo de seguir y nunca rendirte, esas ilusiones que te permiten ver ese lado del mundo lleno de colores que parece oculto a simple vista. Tienes tiempo de sobra, tienes las fuerzas y la determinación. Pase lo que pase, haz lo que creas correcto, haz lo que te parezca que debes hacer y con respecto a lo que dice tu madre…bah, ella se preocupará de todas maneras, sigues siendo tú misma…quizás no sea un buen consejo, pero si vivieras preocupada del futuro, posiblemente no serías capaz de disfrutar el presente. Al fin y al cabo, el presente sólo existe para que el futuro pueda nacer…o puede que ninguno de los dos exista y simplemente nos limitamos a vivir. Por eso vive…por eso nunca dejes de vivir.

    Ahora bien… ¿Se preguntan adónde iré? No lo sé a ciencia cierta y quizás nunca lo sepa. Tal vez no encuentre respuestas sobre mi origen…tal vez no encuentre nada espectacular, pero sí quiero aprender a ser yo mismo.

    ¿Por qué? Porque no espero nada…no temo nada…soy libre.

    Hasta siempre chicas. Gracias por permitirme conocerlas. Gracias por enseñarme a vivir.
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    Cuando la grabación finalizó, apenas me dieron las fuerzas para detenerla mientras contenía las lágrimas. Porque no quería llorar…pero el muy idiota había dicho cosas que jamás esperé oír salvo durante la madrugada…porque esos eran sus motivos, sólo los había grabado para hacerlos saber a ellas…no, no sólo había grabado eso por aquel motivo. Realmente tenía cosas que decirles, mas nunca imaginé que pensara eso de ellas…nunca pensé que pudiera guardar…nunca pensé y ahí estaba él, con esa voz conocida…con esa voz familiar…y por más que lo intentara, no podía odiarlo por irse. En realidad, tenía ese derecho…ese derecho de vivir en paz con el mundo y consigo mismo, aunque fuera por una vez…

    −No dijo adónde irá –musitó May con voz temblorosa. Verla en ese estado me dejó estupefacta–. No dijo…no dijo…

    −Cómo pudo… ¡Cómo pudo! –Ahora era Misty… ¿Realmente eran ilusiones como las llamaba Tom? Tal vez, pero éstas podían ser tan grandes… ¿Cómo saberlo?–. Esto…esto tiene que ser un chiste…

    −¿Creen que se tomaría tantas molestias para jugarles una broma de mal gusto? Si eso es lo que creen, se nota que poco lo conocen –que creyeran algo así me parecía ofensivo…como si él jugara con las emociones cuando eso para él era sagrado−. ¿Creen que me gusta lo que estoy haciendo ahora? ¡Ha estado en mi vida desde que era pequeña! ¡Él es todo lo que tengo!

    −¿Y por qué lo dejaste ir? –No pensé que vería a May sollozar de esa manera…mientras Misty, muda de la impresión, intentaba contenerlo–. Contesta… ¿Por qué lo dejaste ir?

    −Porque me ha dado todo y yo…yo no le he dado nada –no tenían que poner esas caras, ellas no sabían nada de mí ni del lazo que me unía a él–. Quiero que sea feliz…quiero que encuentre su lugar, aún si eso significa que esté lejos…incluso si eso significa que me duela el no tenerlo cerca…incluso si eso representa tantas cosas…prefiero que él sea libre de elegir por una vez en su vida y no optar por el camino que beneficie a otros –y ellas no parecían entenderlo… ¿Qué más explicaciones necesitaban?–. Si realmente les importa Tom, respondan con la verdad: ¿Sienten que él, durante todos estos años, ha sido feliz?

    Y como era de esperarse, ninguna se atrevió a responder. May intentaba contener las lágrimas mientras Misty se dejó caer en la silla más cercana, ocultando su rostro entre las manos…y Dawn parecía abstraída, como si la pena la volviera incapaz de hablar…o somo si intentara ordenar sus pensamientos, no lo sé, aunque ninguna hizo amago de seguirla cuando salió de la consulta precipitadamente, como si entendieran que lo que necesitaba en ese momento era estar sola con todo lo que ello significaba, quizás para asimilar mejor la noticia, lo cual sería comprensible.

    Y a pesar de seguir allí, sentía que ese lugar se veía inusitadamente vacío. Porque en el fondo, esperaba que al abrir la puerta de la consulta, me encontrara a Tom discutiendo con Natu o desesperado por los cigarros que ya habría tirado a la basura…o simplemente durmiendo en el piso o sobre el escritorio…no quería abrir esa puerta, sabía que el vacío me haría daño.

    −¿Crees que volverá? –Por primera vez en mucho tiempo, Misty habló y su voz, aunque sonaba triste, parecía esconder una seriedad que jamás esperé de ella.

    Fue una pregunta que agradecí…una pregunta que me ayudó a sonreír a pesar de que la pena me contraía el pecho…una reacción que pareció desconcertarlas.

    −De volver, no lo sé, pero sí creo que lo volveremos a ver –ya no quería secar mis lágrimas, sentía que ya no valía la pena–. Él nunca se queda quieto, ¿realmente creen que podrá desaparecer?

    No pensé que me volvieran a sorprender…no pensé que esa pregunta les ayudara a tranquilizarse ni mucho menos a sonreír a pesar de la pena. Quizás esas mismas sonrisas me ayudaron a creer un poco más en mi propia respuesta…aunque en el fondo me daba igual, porque por más lejos que lo pudiera sentir en ese momento, sabía que seguiría estando cerca, siempre fiel a su palabra…siempre fiel a lo que ellas y yo sabíamos de él, más yo que ellas, al menos eso creía…al menos eso me quedaba más claro, aunque no por eso…no, qué decía, pensaba en todos y por eso había dejado esa grabación…

    Por eso tampoco había dicho todo. Porque sabía que me lo decía porque en verdad confiaba en mí…

    Porque en el fondo, así era él. No quería desaparecer…sólo quería vivir…

    ¿Adónde iré Helena? Bueno…creo que ésa es la parte más difícil de decidir…a decir verdad, no lo tengo claro…tengo sangre de dos tierras, quizás deba comenzar por ahí, pero… ¿Es realmente importante?
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    −¿Qué te parece Natu? –Se lo hice saber, me parecía demasiado peligroso–. Ah vamos, al menos será más rápido y emocionante, ¿no te parece?

    Rápido, sí. Emocionante, tal vez…pero seguro…

    En serio, ¿en qué estaba pensando Tom al viajar con la guitarra y el palo de golf en la espalda y montando una motocicleta negra? Esperaba que no fuera lo que él entendía como suicidio, por más que ambos fuéramos con nuestros respectivos cascos…por más que él prometiera moderar la velocidad… ¡Qué más daba! ¡Montábamos un ataúd con ruedas y a él parecía no importarle! Pero con todo, sonreía…me parecía increíble verlo sonreír así… ¿Acaso le gustaba viajar con la muerte al lado? Tal vez…tal vez por eso tardábamos en partir…no, tardábamos en partir porque él estaba terminando el último cigarro de la cajetilla…algo me decía que aceleraría sólo para comprar más en la siguiente parada.

    Y mientras esperaba, la carretera se extendía ante nosotros. Un camino desierto, poco frecuentado…tal vez casi nadie viajaba en esa dirección…tal vez por eso mi amigo había elegido ese camino. Lo único que se oiría dentro de poco no sería otra cosa que no fuera el rugir del motor de esa bestia negra que amenazaba con enviarnos al Más Allá si mi amigo no era capaz de controlarla como era debido…esperaba que confiar en él no fuera algo ingenuo de mi parte.

    Pronto el humo desapareció, así como la luz del pitillo, mientras al girar la llave, todo cobraba vida mientras le dábamos la espalda a los años pasados. En el fondo, a pesar del peligro, me agradaba ver sonreír a mi amigo…no por una promesa, sonreír porque así lo quería…porque por primera vez, se sentía en paz con la vida y consigo mismo. Y quizás por eso sentía deseos de preguntar…

    −¡Tom!

    Pero claro, mis preguntas murieron en cuanto escuché a lo lejos una voz familiar que parecía venir desde lo más alto, un poco más atrás…la misma dirección que seguimos en cuanto la oímos. Y aunque era una explicación lógica para oírla desde esa distancia y estando en el cielo, no dejó de sorprenderme la imponente presente de ese Togekiss…no, era esa Togekiss, pero qué más da, me impresionó de todas maneras, quizás porque era enorme y eso que se veía desde lo alto y con sombra…o quizás se debía a que en nuestros viajes, sólo habíamos visto uno en estado salvaje y con muchísima suerte, además de estar muy lejos. Por lo tanto, tanta cercanía y que ese pokémon estuviera con la chica…bueno, bastó para dejarnos boquiabiertos, aunque Tom era capaz de disimular un poco mejor.

    −Gracias amiga, toma un descanso –la escuchamos decir en cuanto aterrizaron, devolviendo a su compañera a su unidad de contención.

    Supuse que mi amigo se tomaría el asunto en serio, no me quedó duda de ello en cuando bajó de la moto, haciéndome un pequeño gesto para que me quedara en ella, mas al verlo caminar hacia la chica comprendí también que se veía un poco más relajado, si bien no dejaba de actuar acorde a las circunstancias, como debía ser, al ver que la chica parecía un tanto agitada, quizás porque no estaba acostumbrada a viajar de la forma en que lo había hecho, siendo probablemente su punto de partida la misma consulta…sí, había una considerable distancia entre un punto y otro.

    −No pensé que encontrarías este punto –murmuró mi amigo, sin ocultar su sorpresa.

    −Ni yo esperé llegar a tiempo –confesó la chica, intentando sonreír, si bien su intento fracasó estrepitosamente–. Temía…temía que fuera muy tarde.

    −Pero bien podría haber estado en cualquier otra parte, ¿no pensaste en eso?

    −Sólo decidí venir al primer lugar que se me ocurrió y como siempre viajabas a través de carreteras…descarté puertos y aeropuertos.

    −Buen razonamiento –comentó mi amigo, también intentando sonreír, mas tampoco tuvo el éxito deseado, de manera que decidió ir al grano–. Escucha Dawn, sé que…

    −Te marcharás…no importa lo que diga, ¿verdad? –Aquellas palabras escaparon de la boca de la chica con una mezcla de rabia y tristeza, la cual se acentuó al ver que mi amigo se limitaba a asentir a modo de respuesta–. Después de todo…todo el tiempo que llevas aquí…después de todo lo que has hecho…lo que has dicho…pensabas… ¿Pensabas irte dejando una simple grabación?

    −Nunca he sido bueno con las despedidas y temía que…si te veía a ti o a cualquiera de las chicas…sería incapaz de decir algo coherente.

    −Creía…creía que asumiendo…asumiendo tu verdad…serías capaz de asumir tu vida y…

    −Quizás sea ése mi mayor problema, Dawn, que lo he asumido y por eso hago esto –la sombra de la sonrisa apareció en sus labios cuando vio a la chica confundida –todo este tiempo no he hecho más que ocultarme de mi propio dolor, de todos mis demonios…esperando ingenuamente que éstos se vayan y me dejen en paz si me quedo quieto con mi dolor, pero la vida no es así, nunca lo ha sido –al desviar su mirada hacia el cielo, noté en sus ojos la sombra de todos esos años, la misma que había adquirido un matiz diferente–. La verdad siempre ha sido otra, chiquilla, todas ustedes, Misty, May, Helena, mis amigos…todos ustedes me han hecho ver que el dolor no se irá, pero se asume, te forja, te moldea, está en ti convertirlo en eso y no en cadenas… De eso se trata vivir, ¿no? De tener la entereza necesaria para levantarte y mirar de frente a todas las calamidades y decirles que sigan en lo suyo, porque nuestra tarea es forjarnos nuestro propio camino, con tropiezos, es cierto, pero siempre adelante.

    −Y si asumes que vivir es eso… ¿Por qué nos dejas atrás? –Comprendía su pena, yo mismo quería entender, necesitaba una respuesta a esa, la principal pregunta que me atormentaba desde que mi amigo tomara esa decisión de manera intempestiva.

    −Porque todos estos años, querida…todos estos años oculto, huyendo y guardando mi llanto…todos estos años me he quedado de rodillas dejando que las penas y las rabias devoren mi alma, pero jamás me he concedido la oportunidad de vivir –la sombra se apartó, dando paso a la mirada soñadora…la misma que tenía en años mejores…la misma que veía volver con alegría–. Quiero vivir, Dawn, quiero conocer lo que me rodea, no por una huida, no por miedo sino porque quiero sentir que el mundo me pertenece…quiero sentir que el mundo tiene que escuchar lo que he venido a decirle, sentirme parte de él, no alguien que intenta infructuosamente apartarlo de su vida…no alguien que ha luchado por cumplir una absurda promesa creyendo que eso lo volvería un hombre…no, quiero ser un hombre que promete y cumple lo que nace de su alma, de sus deseos, no de la pérdida ni del dolor…quiero ser yo mismo, chiquilla…yo mismo desde ahora y para siempre.

    Tan simple como eso…tan simple y a la vez tan grande que costaba imaginarlo. Pero en resumen, encontrarse. Y sabía que estando quieto no lo lograría. Y como sólo podía ser su idea, no había mejor forma de llevarlo a cabo que persiguiendo la meta en el sentido literal. Y aunque fuera algo absurdo en principio, lo aceptaba porque sabía que era la primera decisión que mi amigo tomaba en años…no, la primera decisión que lo llenaba de verdad: Dar pasos, no una escapatoria, más bien encontrar la forma de saber llegar.

    Y ella…ella parecía entenderlo. Porque a pesar de contener las lágrimas a duras penas, esbozó una sonrisa que delataba en parte su tristeza.

    −Forma parte de tu naturaleza el viajar, debí suponerlo –con el dorso de la mano se secó la escurridiza lágrima que se deslizaba por su mejilla−. Quizás sea mucho tiempo…es decir, me alegra que quieras hacer algo así, pero…pero…tú siempre te has ido y…y no vuelves y…

    −Porque entonces no consideraba que alguien me esperaba –dejó caer la mano sobre el hombro de la chica, sorprendiéndola con esas palabras–. Ahora no huyo, chiquilla, iré a buscar algo y cuando lo encuentre…cuando lo encuentre, ten por seguro que volveré.

    −¿Lo prometes? –De golpe, con evidente necesidad…sí, quería una respuesta, parecía ser obligatoria, mas no esperé un nuevo gesto de parte de mi amigo.

    Tranquilamente buscó en su bolsillo algo que parecía demasiado oculto, mas al dar con él, lo reveló a la luz como un encendedor recargable plateado, brillante, quizás una de las pocas cosas que mi amigo solía cuidar con esmero y que tenía grabada una T al estilo gótico, mismo encendedor que depositó en la mano de la chica que tenía sujeta por la muñeca.

    −Pertenecía a mi viejo y me ha acompañado desde siempre –con la misma delicadeza, cerró los dedos de la anonadada chica en torno al objeto–. Cuídalo bien, porque volveré por él cuando haya acabado, ¿de acuerdo?

    Por toda respuesta, la chica le saltó al cuello, estrujándolo en un fuerte abrazo que él tardó un poco en devolver, notando desde mi posición los temblores que hablaban del llanto contenido de la chica, la cual no parecía tener intenciones de soltar a mi amigo en el corto plazo. Un gesto que hacía mucho tiempo que no veía en alguien que no fuera Helena…y no sólo eso, porque al dejar algo tan valioso para él en sus manos…sí, daba igual lo que dijera él, Jessie tenía razón: Daba igual todo ese tiempo transcurrido, todo lo que pudiera intentar…todo daba igual por el simple hecho de que él jamás había cambiado.

    Apenas necesitaba un impulso para luchar…luchar por creer una vez más.

    Finalmente, después de lo que me pareció un interminable segundo, la chica lo dejó ir, no sin antes él besarla en la frente para así volver a la motocicleta, permitiéndome saltar sobre su hombro derecho. Quizás con el encendedor lejos tardara un poco en volver a fumar, pensé mientras él buscaba la cajetilla de cigarros, asegurándose de que no la había olvidado, aunque aquello habría sido muy bueno…

    −Tom –la chica llamó su atención, obligándolo a voltear para verla ahí, de pie, apretando con fuerza ese encendedor, apreciándose en su mirada los sentimientos encontrados−. Adónde… ¿Adónde irán?

    −¿Adónde iremos? –Dejó escapar una risita, al tiempo que la moto empezaba a cobrar vida, hablando de la gran velocidad–. No lo sé, chiquilla…por ahí.

    Fin
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    He de confesar que esta historia tuvo un rol primordial en el día a día este año y llegar aquí me produce una curiosa mezcla de alegría y pesar. En principio esta historia era un poco más corta y los últimos capítulos poseían personajes y acontecimientos diferentes a los han visto, de manera que puedo decir que esta versión es, sin lugar a dudas, la mejor de una historia que tardé todo un año en desarrollar y que agradezco de corazón, ustedes hayan elegido para seguir.

    Amiga Navaja, gracias por último comentario, eres muy amable. Si manejé los problemas así en la historia (particularmente el último drama de Tom) fue porque me tocó presenciarlo en la realidad, la cual tiene a ser cruda y no siempre tiene las explicaciones que quisiéramos. Espero que este último capítulo sea de tu agrado y sepa cerrar una etapa. Siento no poder extenderlo más, pero de hacerlo habría perdido el vuelo del principio y me parecía justo terminarlo como correspondía, no sé si bien o mal, pero terminarlo de tal forma que pudiera tener la conciencia limpia. Ahora bien... ¿Dawn mi favorita? Jajajajajajaja, pues aunque no lo creas, todo fue por azar: Sabía de antemano que Misty y Ash...ya me entiendes y entre medio tenía a May y Dawn y dije ¿con cuál de las dos podría soltar algo loco? Así que recurrí al cara y sello, cara May y sello Dawn y pues...ya ves lo que quedó, jejejejeje. Si tuviera que decir una favorita...Tom no tiene favoritas, no es de tomar bandos y yo...mientras enriquezca la historia, pueden ser diez o un personajes, los quiero a todos por igual, jejejejejeje. Espero que eso pueda explicar...algunas cosas, jejejeje.






    Y también quiero agradecer a todos aquellos que le dieron, en algún momento o siempre, ya no lo sé, una oportunidad a esta historia: aguskpo, AJ CRASH, alucard, arkdash, AshleyMaya, Axl., blackrose18, Caballero Real, Cassandra Caín, Cygnus (gracias por el jalón de orejas necesario, jejejeje), Dan-kun, Entrenadora canaria, fandeinu, GalladeLucario, George Asai, Ichigo CC, juanjomaster, kadabra N, Kitter, Mario Lupo González, MasterPokemonX, mistachu, Mr Fey, Nami Roronoa, Navaja, Niné., Okita, omegavantage, Paralelo, RexFrostBlaze, reydelaperdicion, SapphireMoon, Sawameely, Shani, Skeur, timpower y TomFlygon. A todos ustedes, gracias por pasarse por aquí, con su presencia y comentarios supe seguir adelante. Espero nos encontremos el próximo año en alguna otra historia u otro foro. Un saludo cordial y será hasta la próxima.
     
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  9.  
    Navaja

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    Ay, este último comentario va a dolerme. Me encariñé con tu historia ¿sabes eso? por un momento me dio algo por que entrar al Pc y agradezco considerarme lectora y a la vez fan de esta obra.

    Hm, un año completo tardaste en terminar diez capítulos... ¡eso es mucho trabajo! Al menos me hubiera gustado ver esto lleno de comentarios :D

    El final me lo esperaba: sobrio con un Tom alado ¿me entiendes? Waw, parece que estoy agudizando el ojímetro! *-* La cosa es que me tuviste pendiente de cada detalle hasta el final. Eres de esos escritores misteriosos que emanan misterio de todos sus poros y eso me gusta, no cualquiera es capaz de jugar con las circunstancias sin que los demás vayan a adivinar lo que ocurrirá, lo cual es un talento, querido amigo :)

    Las cosas en la escritura siempre salen mejor cuando uno ha vivido una experiencia, eso le da una esencia especial y hace muchas veces que nos salgan cosas buenas (como esta obra). Te felicito, amigo, supiste canalizar bien algo que te ocurrió y transformarlo en algo digno de apreciar (creo que ya lo había mencionado, pero es cierto.

    En mi opinión, lo que me llamó la atención fue tu estilo de narrar. A veces no me importa la trama cuando se tiene una buena narrativa que es lo que la hace buena, aunque resultó ser que la trama era muy interesante, así que esta historia tiene dos cosas: narrativa de calidad y buenos argumentos. Lo de los argumentos es algo que quiero recalcar, porque utilizaste frases espectaculares como:
    Esa fue la frase que más me ha gustado en todos los capítulos. Son frases poderosas si te pones a analizarlo y, sin duda algo que se pueda usar en la vida real :)

    ¿Qué mas puedo decirte, amigo? Ya lo he dicho casi todo... Me gustó, me inspiró, me enseñó, me divirtió y la vez me hizo fan de una mini novela a la cual extrañaré leer. Eres buen escritor, amigo mío, tienes talento y el talento es algo que no se debe desperdiciar.

    Gracias por brindar una obra de calidad al foro
    Un beso y hasta la próxima! ;)
     

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