Stella Nova [Terra Nova]

Tema en 'Fanfics abandonados TV, Cine y Comics' iniciado por Shennya, 5 Octubre 2012.

  1.  
    Shennya

    Shennya Entusiasta

    Leo
    Miembro desde:
    25 Septiembre 2011
    Mensajes:
    62
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Stella Nova [Terra Nova]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    809
    AU. Terra Nova no es sólo una posible esperanza para la humanidad, sino que es el lugar de infinidad de secretos y ninguno de ellos agradable. Skye, joven de 18, hija adoptiva del comandante Taylor, jamás se imaginó haber cometido un error al salvar a una persona, sin embargo, lo hizo y de la peor manera ya que aquella acción cambiaría el curso de su destino, quizás para siempre.
    Prólogo
    De los documentos de la Estación Número Uno, Sección de Control de Peregrinaje.
    Detalles del experimento 2N-XT, observaciones a cargo del doctor Emmanuel Carlyt.

    Fecha: 5 de agosto de 2141

    Experimento 2N-XT – Humanos

    Después de tres años de haber experimentado con el 2N-XT en mamíferos pequeños (roedores miomorfos) y obtenido resultados parcialmente satisfactorios, el general Richard Philbrick autorizó comenzar la administración de la sustancia 2N-XT en mamíferos pertenecientes a la familia Hominidae (Homo sapiens).
    El experimento forma parte del proyecto Terra Nova (véase documento 54A-F, apartado 3.2), su objetivo es aumentar la resistencia física del sujeto para que su sistema sea capaz de adaptarse a los ambientes primitivos.
    Se seleccionarán cinco sujetos por peregrinaje; durante su sesión de revisión médica se les administrará, vía jeringa electrónica, la 2N-XT sin su conocimiento. Los elegidos para el experimento, serán asignados a distintos encargados médicos, sin que estos hayan sido asignados para el mismo peregrinaje.

    Este experimento está bajo la autorización del general Philbrick, quien aprueba y considera necesario conservar esto bajo la mayor discreción posible, por lo que, de momento, se mantiene en total ignorancia a los sujetos de estdio.

    Sujetos de estudio asignados a la investigación de Carlyt.
    23 de agosto de 2141

    Nyck, Amelia – Fallecida (Asignada al tercer peregrinaje).
    Cursante de preparatoria, Texas (sector B8-12).
    Edad: 16
    El 2N-XT ocasionó hemorragias internas después de las primeras horas de haberse administrado.

    Nota 1: Para protección del experimento, en el acta de defunción se especificó que la muerte fue por un deterioro parcial en el pulmón izquierdo.

    Taylor, Nathaniel – Comandante de las fuerzas militares 678-S (Asignado al primer peregrinaje).
    Edad: 49
    Estudios anteriores a la administración de la sustancia indicaron un estado de salud estable, condición física excelente y ninguna enfermedad crónica. Los resultados posteriores al procedimiento no muestran cambios. Se espera que la sustancia surta efecto en el momento que el sujeto entre en contacto con el ambiente.

    Taylor, Lucas – Cursante de la Universidad de Ciencias Exactas, Doctorado en Física (asignado al segundo peregrinaje).
    IQ – 160
    Edad: 17
    No se han presentado cambios físicos, pero una revisión psicológica indirecta muestra ciertas tendencias a una desviación de trastorno antisocial de la personalidad, mas no se han tenido resultados definitivos.
    Se esperan cambios más notables al momento de hacer contacto con el ambiente propicio.

    Cdrell, Hunter – Fallecido.
    Ingeniero de sistemas (asignado al tercer peregrinaje).
    Edad: 34
    La sustancia provocó convulsiones y un alarmante deterioro del sistema óseo. No se logró estabilizarlo después del ataque.

    Nota 2: Con el objetivo de proteger el experimento, se procedió a alterar el acta de defunción del sujeto 4.

    Tate, Skye – Huérfana, perteneciente al Orfanato de Nueva Esperanza (sector B8-13).
    Asignada al quinto peregrinaje.
    Edad: 11
    Su estado de salud es estable, sin embargo, es el primer sujeto de estudio que muestra un cambio físico: pigmentación de iris y cabello. Nacida pelirroja de ojos color miel pasó, en unas semanas, a tener unos ojos verdes y un cabello castaño claro.
    No se encontró ninguna otra anomalía.

    Tras los resultados del experimento, el encargado de redactar este documento, Carlyt, considera a los sujetos 2, 3 y 5 en perfectas condiciones para ser enlistados oficialmente al proyecto Terra Nova.
    Estas anotaciones fueron terminadas el 26 de noviembre de 2141.
     
  2.  
    Shennya

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    25 Septiembre 2011
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    Escritora
    Título:
    Stella Nova [Terra Nova]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    3545
    I

    Entraba por la ventana, se sumergía en la única habitación de la pequeña casa que se encontraba en el centro de la Colonia; era el olor de algo que a Skye se le antojaba como fresco y acuoso. La joven sonrió, levantando la mirada hacia el techo, y estiró los brazos plácidamente. No demoró mucho en vestirse; parecía una mañana verdaderamente espléndida y no quería perderse de nada, sobre todo con los preparativos para recibir a los próximos peregrinos. Le parecía tan divertido el hecho de que todos los habitantes estuvieran tan entusiasmados y nerviosos con todo lo que tenía que hacerse, que, en ocasiones, disfrutaba simplemente el hecho de verlos correr de un lado a otro. Lo curioso era que el peregrinaje número diez no llegaba sino hasta el día siguiente.
    Pasó por el mercado rápidamente y se dirigió al bar de Boylan; necesitaba urgentemente un trabajo (ya que Taylor no la dejaba hacer patrullaje) para ganarse algunas terras, por lo menos, para comprarse algo de vez en cuando. Entró corriendo, con su cabello ondulado agitándose por el movimiento rápido de sus piernas, hasta llegar a la barra. Por supuesto estaba completamente vacío (cosa que no le sorprendía ya que era muy temprano), así que subió las escaleras del fondo, para asomarse a la “oficina” de Boylan. Tampoco fue una sorpresa que, el hombre, al despegar la mirada de la montaña de papeles que tenía sobre la mesa, le dirigiera una mueca de disgusto.
    —¿Y? —Se acercó Skye, con una sonrisa radiante, sin verse intimidada por el recelo del hombre— ¿Qué pensaste?
    —Aquí no entrará ninguna hija de Taylor.
    Skye frunció el ceño; a pesar de que estaba muy agradecida con Taylor por haberla mantenido bajo su protección todos aquellos años, en ocasiones, aquella protección no le generaba muchos beneficios, sobre todo en lo que concernía a Boylan.
    —¡Por favor! ¿A qué le tienes miedo? —Cuestionó, inclinándose un poco— No voy a decirle todos tus sucios secretos —añadió, haciendo un ademán de comillas al decir la última palabra—, soy bastante discreta.
    Tom levantó la mirada, la observó durante unos segundos y soltó un suspiro de resignación; Skye supo que había ganado aquella ronda.
    —Comienzas mañana a las ocho; espero que los nuevos peregrinos se conviertan en una clientela frecuente.
    La joven asintió, sin poder evitar soltar una exclamación de triunfo.
    El hombre le sonrió.
    —Un día tus encantos te perjudicarán, ¿sabes? —Comentó, bromeando.
    Ella se rió.
    —¿Si? ¿Y cómo podría ser eso? —Preguntó, siguiendo el juego.
    —Atrayendo la atención de la persona incorrecta.

    Ya que el día parecía haber comenzado con bastante fortuna, Skye decidió que no perdía nada con probar su segundo propósito. Se dirigió hacia la construcción de madera, la más alta de toda Terra Nova; la parte superior siempre se le antojaba a Skye como cabaña o choza (bueno, por lo menos de lo que había aprendido haciendo unas excursiones furtivas al Ojo). Corriendo, subió la escalerilla de madera y se adentró en la habitación (que era, mejor dicho, como el puesto vigía).
    El militar, luciendo su traje verde, dejó de hablar con Washington, su segunda, y se giró para observar a la joven; debajo de su barba, corta y blanca, su rostro se contorsionó hasta formar una amable sonrisa.
    —Me alegra verte, Skye, ¿necesitas algo?
    —No… yo… me preguntaba si tenía tiempo para un juego de ajedrez.
    Por un momento, el comandante pareció dudar, pero sólo fue por un segundo.
    —Lo lamento, Skye, tenemos muchas cosas que hacer; mañana vienen los peregrinos.
    Asintió, tratando de no verse decepcionada; ella comprendía perfectamente que Taylor tuviera tantas ocupaciones que volvía su petición casi ridícula, pero Skye jamás había perdido la esperanza. Y es que, al volverse huérfana a tan temprana edad, aunque trataba de ocultarlo, siempre había tratado de llenar ese vacío que se creó en la infancia. Al llegar a Terra Nova, a pesar de que había ciertas incongruencias en los documentos del peregrinaje (en la sección en la que se encontraba su información personal), Taylor no había tenido reparos en recibirla con gusto y, al carecer de parientes, él había tomado su custodia. Así que el comandante había tomado un buen lugar en el corazón de la joven, que ya lo veía como a un padre, y cada momento que pasaban juntos (sobre todo cuando la había enseñado a manejar las armas) lo atesoraba profundamente.
    Bajó las escaleras y, tras un suspiro, se dirigió a su pequeña casa; tomó algunas provisiones y salió hacia el extremo Este de la Colonia. Normalmente tomaría muchas más precauciones para salir, sin embargo, en aquel momento, el resto de los habitantes estaban más concentrados en los preparativos que en una joven que se escabullía hasta llegar a la cerca. Gracias a la maleza, que parecía bastante abundante en aquella época, estaba oculto su secreto: un espacio roto, que le permitía salir y entrar a voluntad. Una vez del otro lado, se aferró la mochila al hombro, se internó en la maleza y se dedicó a correr.
    Desde que había llegado a aquel lugar, le habían ocurrido varias cosas extrañas, entre las cuales estaba su condición física. Por días, consideró el cambio como un efecto de el ambiente; el aire, el agua, todo era tan puro que pensó que aquello era el detonante de su fuerza o su agilidad. Sin embargo, pronto descubrió que no todas las personas eran como ella. En distintas ocasiones había probado ser un poco más fuerte y mucho más rápida en terreno salvaje; parecía que su cuerpo era feliz estando en aquellas zonas naturales. Por supuesto, jamás se lo había dicho a nadie. Ni siquiera a Taylor, a pesar de lo mucho que deseaba desahogarse con alguien y, ni siquiera por el hecho de que consideraba que estaba afectado por el mismo cambio que ella. Se había dedicado a observarlo en distintas ocasiones y, no es que no fuera el más experimentado de todos, sino que había algo más que lo ponía en la escala más alta de fuerza y grado de supervivencia; era “aquello”.
    Tratando de relajarse, decidió dejar esos pensamientos para más tarde y dedicarse a llegar hasta la cascada. Por lo menos eso era lo que planeaba hacer, hasta que escuchó un extraño ruido entre la maleza. Su corazón comenzó a latir con mucha fuerza, tratando de repetirse que aquella zona prohibida no era terreno de carnívoros, aunque, bien podía equivocarse gravemente y tratarse de algo de la misma peligrosidad: Sixers.
    Sacando su navaja de la mochila se adentró entre la maleza; con mucho sigilo y evitando las respiraciones agitadas, aguzó todos sus sentidos en encontrar la fuente del sonido. No necesitó avanzar mucho para detectar un movimiento que la hizo refugiarse detrás del tronco de un árbol. Por lo que alcanzaba a ver, la figura era la un hombre joven, a juzgar por sus movimientos y complexión; si ella no se equivocaba (lo que casi nunca sucedía en aquellos casos), debería tener veinticinco años, aproximadamente. Además, por los movimientos inseguros y las respiraciones ahogadas, parecía seriamente herido; eso era una clara ventaja para ella, ya que podría dar media vuelta y regresar a Terra Nova, sin embargo, no se movió. Ya que ella jamás lo había visto dentro de la Colonia, tendría que tratarse de un Sixer, así que lo más sensato sería correr mientras podía.
    El hombre se apoyó en un árbol, sus manos temblorosas trataron de encontrar estabilidad en la planta, pero (ahora que se había acercado más y Skye podía verlo más claramente) los dos rasguños en la parte posterior de su cuello, que causaron una pérdida considerable de sangre (a juzgar por las manchas en su camisa), no le permitieron mantenerse de pie por mucho tiempo. Tras un gemido de dolor, el hombre cayó hasta el suelo y no se levantó otra vez.
    Skye, quien sabía que su siguiente movimiento sería verdaderamente estúpido, no pudo impedirse salir de su escondite y acercarse al hombre. Lucía bastante demacrado e indefenso, tanto que la joven se permitió arrodillarse a su lado.
    Entonces él abrió los ojos y le apuntó con un arma eléctrica directo a la cabeza.
    —¿Quién… quién eres tú? —Cuestionó él, evidenciando el grado de su condición tras pronunciar aquellas palabras tan entrecortadamente.
    —Me llamo Skye y no pienso hacerte daño, sólo quiero revisar tus heridas, ¿me lo permitirías? —Intentó no sonar asustada, aunque lo estaba. Además, para demostrar su inocencia, tiró el cuchillo.
    La mirada verde y profunda de él, se estrechó por un segundo, sin embargo, después, una sonrisa resignada se dibujó en su rostro; dejó el arma en el suelo.
    —La mejor trampa que se le pudo haber ocurrido a mi padre —murmuró, sin quitar los ojos de la joven—. Puedes hacer lo que quieras, pequeña; soy todo tuyo.
    Creyendo que la herida ya le estaba afectando demasiado, Skye lo ignoró y, como pudo, lo sentó para recargarlo en las nudosas raíces de un árbol viejo. Con mucho cuidado, lo giró un poco y logró ver las heridas; eran alargadas y algo profundas, sin embargo, no parecía haber tocado la yugular, por lo que no se trataba de algo mortal. Lo curioso, era que la salida de sangre parecía haberse ralentizado considerablemente; por supuesto, ella no era doctora, pero no creía que las heridas pudieran curarse por sí solas, o por lo menos detener su flujo de sangre tan rápidamente.
    —¿Qué criatura te hizo esto?
    —Nykoraptor.
    —Entonces no debe andar lejos, necesito revisar la zona y…
    —Lo maté.
    Aun así, el corazón de Skye no estaba tranquilo; la sangre en la camisa de él podría atraer a otros depredadores, claro, era de día, por lo que había menos probabilidad de un ataque, pero no quería arriesgarse. Como pudo, logró levantarlo y persuadirlo para que hiciera el esfuerzo por caminar, por lo menos hasta llegar a las grutas que se encontraban junto a la cascada. Por fortuna para ambos (aunque él lo desconociera), ella era un poco más fuerte que la mayoría de las personas, por lo que llegar hasta la gruta no fue muy difícil.
    Una vez que logró apoyarlo en la pared de la gruta, se dio cuenta de que algo no andaba bien: tenía mucha fiebre. Sin llegarse a cuestionar seriamente por qué hacía tanto por un extraño, Skye sacó de su mochila las dos toallas que llevaba (ya que ella solía nadar en las aguas de la cascada) y las sumergió en el agua. La primera la usó para limpiar las heridas y, la segunda, a pesar de que estaba un poco fría, la colocó sobre la frente de él.
    Durante unos largos minutos, él murmuró muchas cosas, la mayoría sobre su padre y su madre y algo que se relacionaba con alguna muerte o por lo menos eso era lo único que había entendido ella, ya que el resto era inteligible.
    Entonces, él comenzó a cerrar los ojos y Skye supo que eso no era una buena señal. Así que colocó sus manos alrededor de su cara, lo que ocasionó que regresara a un estado de semiinconsciencia.
    —No puedes dormir, ¿de acuerdo? —Soltó ella, acercando su rostro al de él— Sólo concéntrate en mí y en mi voz.
    Él asintió.
    Así que Skye comenzó a recitar todos los dinosaurios que conocía, así como las características relevantes de cada uno; por supuesto, no era un tema muy interesante, pero servía para mantenerlo atento. Duró así por casi media hora, hasta que la fiebre bajó lo suficiente como para que ella pudiera alejarse un momento para buscar su mochila. Le dio de comer un poco de los alimentos que llevaba y procuraba darles constantes tragos de agua. Poco a poco, su mente se hizo mucho más clara.
    —Y yo que pensaba que era un sueño —soltó él, tratando de ponerse de pie, a lo que Skye se negó rotundamente. Por un momento, le pareció que se molestaba, sin embargo, se rindió con resignación a los deseos de Skye.
    Ya que podría asegurar que se trataba de un Sixer, la joven decidió que, una vez que se encontrara completamente bien, ella regresaría a Terra Nova.
    Observó el cielo y notó que se aproximaba peligrosamente el atardecer, esperaba que el comandante estuviera lo suficientemente ocupado para no notar su ausencia.
    Sólo unos minutos más fue todo lo que Skye pudo contenerlo para evitar que se levantara, por más que insistió, el joven logró erguirse; parecía mucho mejor. Sus ojos verdes parecieron girar hacia todos lados.
    Skye sonrió y le mostró la pistola que traía en las manos.
    —¿Buscabas esto?
    Por un momento, creyó que se lanzaría sobre ella, pero, simplemente, frunció el ceño y después, inexplicablemente, soltó una carcajada.
    —Supongo que no soy confiable, ¿eh?
    —No —confirmó ella, observando sus movimientos—. Todavía no sé tu nombre…
    Y sucedió, un grupo considerable de Sixers llegaron y los rodearon. Ella había estado tan distraída, que no pudo escucharlos hasta que fue demasiado tarde.
    Sin dudarlo, se colocó delante de él y encaró al grupo, con el arma firmemente aferrada entre sus manos, aún cuando sabía que no tenía oportunidad.
    —¿En serio, niña? ¿Cómo puedes considerar que tienes alguna posibilidad? —Soltó Mira, abriéndose paso entre ellos.
    Skye frunció el ceño, pero continuó inmóvil.
    —No llevamos nada valioso, déjanos ir —dijo.
    Mira arqueó las cejas y observó sobre los hombros de la joven, probablemente donde se encontraba el hombre al que había curado.
    —¿Déjanos? —Repitió ella, burlándose— Lucas Taylor tiene inmunidad con mi gente, él no tiene nada que temer, tú, por el contrario, eres un caso completamente diferente.
    Mira levantó su brazo y apuntó su arma directamente a la frente de la joven. En aquel punto, ella se encontraba tan asustada que no logró asimilar muy bien el hecho de que acababa de ayudar al hijo del comandante Taylor, el que había cometido la primera y más grave traición en aquellas tierras prehistóricas.
    —Mira, espera.
    La mujer volvió a arquear las cejas y lo observó; Lucas caminó dos pasos y colocó, lentamente, uno de sus cálidos brazos sobre la espalda de Skye. Ella trató de apartarse y apuntar el arma en su dirección, pero fue demasiado tarde: él sacó una especie de jeringa de su pantalón y la encajó en su cuello.
    —En verdad lo lamento, Skye.
    La joven soltó el arma y experimentó la sensación de pérdida de fuerza; su vista se volvió borrosa. Logró girarse hacia él; notó que su agarre se hacía más firme conforme ella perdía la vitalidad. A juzgar por la oscuridad en su mirada y su sonrisa divertida, no parecía lamentarlo tanto cómo lo había asegurado.
    Skye sintió que su otro brazo la rodeaba e intentó empujarlo, pero sus manos no le respondían…
    —No te preocupes, no te dejaré caer —lo escuchó murmurar, antes de desplomarse suavemente en sus brazos.
    Mira observó con cierta sorpresa y confusión cómo el hijo de Taylor sonreía y cargaba a la joven entre sus brazos. Parecía tan frágil, que ahora veía ridículo el hecho de que ella hubiera intentado enfrentarse a su grupo de gente armada.
    Sin embargo, era valiosa.
    —Dámela, Lucas, necesitamos víveres y medicina. Estoy segura que Taylor nos dará lo suficiente por ella…
    A Mira siempre le había parecido que había algo demasiado oscuro detrás de los ojos de Lucas, algo que, en ocasiones, la hacía temer. Y fue, justo en aquel momento, cuando él quitó la vista de la joven que sostenía y la dirigió hacia la líder de los Sixers, que volvió a ver esa oscuridad en él.
    —No.
    —Pero necesitamos…
    —¡Dije que no! —gritó, furioso.
    Mira trató de seguirlo, ni siquiera sabía a dónde se dirigía con ella.
    —No me sigas; te veré después.

    Cuando Skye se despertó, se encontraba al pie de un árbol, cobijada con una chaqueta, que después reconoció como la que traía Lucas Taylor. Sus ojos trataron de enfocar mejor, pero todavía estaba aturdida por lo que fuera que él le hubiese inyectado.
    —Dentro de unos minutos regresarás a la normalidad —llegó la voz profunda de Lucas, como si viniera de algún lugar lejano. Sólo que no estaba lejos, ya que lo tenía a unos centímetros, inclinado sobre ella.
    —¿Dónde estoy?
    Lucas sonrió; ahora lucía completamente diferente de cómo lo había encontrado, mucho más calculador y fuerte; toda aquella vulnerabilidad se esfumó junto con la infección.
    —Cerca de Terra Nova, pero no lo suficiente como para que mi querido padre me vea, no tenemos una muy buena relación, ¿sabes?
    Skye parpadeó, tratando de enfocar mejor su rostro.
    —Creí que ella me mataría —soltó, con la voz trémula.
    —No si yo lo prohíbo. Supongo que es mi manera de pagarte las excelentes atenciones que tuviste conmigo. Se podría decir que estamos a mano.
    Como pudo, Skye se levantó y trató de ubicarse, afortunadamente, reconoció el lugar y comprobó que no faltaba mucho para Terra Nova; el único problema era que faltaba poco para el anochecer.
    Ella se tambaleó, pero el brazo de Lucas la estabilizó. Con cierta molestia, se hizo para atrás.
    —No me toques.
    Lucas, en lugar de enojarse, pareció bastante divertido y volvió a acercarse.
    —Nos veremos pronto —dijo, antes de desaparecer entre la maleza.

    No podía creer su suerte; llegó antes de que el cielo se consumiera en oscuridad y logró pasar por la grieta sin ser vista. Al llegar a su casa, se bañó y se quitó todos los rastros que pudieran haber quedado de su “aventura”. Después, pasó varios angustiosos minutos tratando de decidir si debía informarle a Taylor sobre su hijo, pero aquello implicaría admitir que había ido a la zona prohibida…
    Un golpe en la puerta la hizo levantarse rápidamente.
    —¿Skye?
    Era el comandante Taylor. Su visita sólo la hizo sentirse más nerviosa. Como pudo, controló su expresión y abrió la puerta para recibirlo con una sonrisa radiante.
    —Eres muy escurridiza, no te he visto desde que te despediste de mí esta mañana…
    Ella trató de sonreír, pero no le salió del todo bien.
    —Estuve todo el día en la casa, no tenía muchas ganas de estar afuera.
    Taylor frunció el ceño, como si la escudriñara.
    —¿Estás bien? Pareces agitada.
    —Sí, no se preocupe…
    Él sonrió.
    —Perfecto, porque en estos momentos voy a revisar unos documentos con Wash y después tendré tiempo para esa partida de ajedrez.
    Skye, aunque estaba demasiado cansada como para salir, sonrió.
    —Por supuesto, sólo déjeme ir por el tablero.
    La joven suspiró y en esa exhalación se fue toda su voluntad de hacer lo correcto y confesar su pecado; a partir de ese día, su encuentro con Lucas se volvió un secreto.
     
  3.  
    Shennya

    Shennya Entusiasta

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    62
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    Stella Nova [Terra Nova]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    2499
    II
    Skye necesitaba algo que la distrajera de todos los acontecimientos que la habían agobiado el día anterior; ella tenía la solución para ello: acompañar a Taylor a recibir a los peregrinos. Y no era que le sorprendiera que, después de varios minutos de rogarle, se negara a su petición. Así que tuvo que conformarse como el resto de los habitantes de Terra Nova y esperar a que Taylor regresara con los peregrinos. Aunque eso no significara que se haya quedado del todo conforme.
    A decir verdad, ya que hacía algunos años que había llegado a Terra Nova, ya no recordaba muy bien el portal; ansiaba volver a ese destello que, aunque fuera obra de la creación humana, a ella se le antojaba casi mágico.
    Así que tuvo que esperar hasta que se abrieron las cercas de Terra Nova nuevamente y tuvo que esperar a ver los vehículos del ejército estacionarse en la entrada y ayudar a todos los peregrinos a bajar. Como años anteriores, Taylor les dio la bienvenida y un pequeño discurso que tenía reservado para los recién llegados, además, se les asignaron sus viviendas a las nuevas familias.
    Todavía no se acercaba el atardecer cuando Skye se sintió un tanto aburrida y comenzó a pensar en la cascada. Pero era ridículo, ya que ella sabía perfectamente que ahora aquella zona era peligrosa, ya que él sabía dónde estaba (aunque quizás eso lo sabía mucho antes que ella misma). Sin embargo, después de haberse encontrado con los Sixers ahí sería verdaderamente estúpido volver. Y, a pesar de todo, quería hacerlo.
    Ella siempre había tenido un serio defecto: jamás quería quedarse fuera de nada. Y el hecho de saber que el hijo de Taylor estaba del lado de los Sixers y no saber por qué, la tenía muy inquieta. Por supuesto, preguntarle a Taylor quedaba completamente descartado ya que, primera, dudaba que el comandante quisiera discutir un asunto tan personal y doloroso con ella y, segunda, preguntar sería admitir que estuvo en una zona prohibida y que, además, estuvo a muy poco de ser capturada por los Sixers.
    Así que tenía que soportar la curiosidad y los deseos de volver a ver a Lucas para tratar de sacarle algo de información a él. Pero, también estaba el hecho de que él pudiera hacerle daño la próxima vez que se lo encontrara. Cierto, la primera vez la había devuelto a Terra Nova sin ningún rasguño, pero quizás eso sólo se debía a que Lucas había tomado aquel gesto como un agradecimiento por los cuidados que ella le había brindado. Y, la siguiente vez, podría no tener tanta suerte.
    Estaba tan distraída que tropezó con un joven; los dos se disculparon atropelladamente y con cierta vergüenza. Él era alto, fuerte y con el cabello corto y completamente oscuro. Skye no pudo evitar sonreírle, lucía tan desorientado que ella, sin proponérselo conscientemente, se convirtió en su guía y compañía en Terra Nova.
    Extendió su mano en un gesto de cortesía, sin desdibujar su sonrisa.
    —Hola, novato, soy Skye.
    —¿Novato?
    —Acabas de llegar en la nueva peregrinación, ¿no es así? —Ella arqueó las cejas, cuando él asintió, añadió: —Entonces eres un novato.
    Él sonrió.
    —Prefiero que me llamen Josh.
    —De acuerdo, Josh, ¿te gustaría un tour por Terra Nova?
    Él asintió y fue gracias a esta nueva amistad y a las noches en que dedicaba a trabajar en el bar que Skye pudo mantenerse alejada de la zona prohibida y de Lucas Taylor.
    Por supuesto, eso no duró mucho tiempo.
    Resultó que Jim Shannon, padre de Josh, se convirtió, gracias a su carácter atrevido y valiente en oficial de seguridad de Terra Nova y se hizo bastante cercano a Taylor. Sin embargo, a pesar de que sus nuevas responsabilidades lo mantuvieron bastante ocupado un tiempo, se las arregló para hacer un espacio para hacerse cargo de su familia: Elisabeth, su esposa, Maddy, Zoe y Josh, sus hijos. Y, no tardó en darse cuenta que, uno: su hijo salía demasiado con la hija adoptiva de su comandante y dos: que, en muchas ocasiones, se la pasaba gran parte de su tiempo en el bar, siendo que lo tenía prohibido.
    Así que Josh perdió toda su libertada durante dos semanas, por lo que Skye volvió a estar sola y los momentos en que ella no podía distraerse eran los más peligrosos, ya que volvía a pensar en la cascada. Soportó maravillosamente tres días, sin embargo, al cuarto su cuerpo actuó solo: metió todas provisiones que podía en su mochila y salió una mañana hacia lo que, en un futuro cercano, se convertiría en su perdición.
    Llegó a la cascada sin problemas y se adentró la gruta; le fascinaban todas las ecuaciones y diagramas que estaban tallados en las paredes de roca, aunque, sospechaba que estaban hechas por alguno de los Sixers. Después de un rato, comenzó a sentir calor y se quitó la chaqueta y se acercó al agua para mojarse el cabello. Se echó agua en la cara y el cuello, además y terminó con sus rizos completamente mojados, sobre su espalda, pero eso no le molestó en absoluto.
    Entonces, escuchó el inconfundible sonido de la hierba cuando es pisada y, asustada, giró hacia aquel ruido. Y lo vio, apoyado en la entrada de la caverna, observándola tan fijamente que, a pesar de ponerse alerta y sacar su cuchillo, tuvo que desviar la mirada de sus ojos.
    Lucas levantó los brazos.
    —Creo que si quisiera hacerte daño ya te habría disparado, así que puedes estar tranquila.
    Skye, con el corazón latiéndole incontrolablemente en el pecho, guardó el cuchillo, pero mantuvo su mano cerca de él.
    —¿Qué haces aquí? —cuestionó ella, con voz trémula.
    Lucas arqueó las cejas, le pareció que sus profundos ojos verdes se oscurecían con cierta diversión.
    —Yo soy el que debería hacerte esa pregunta, ya que apenas hace unas semanas tú estuviste aquí en peligro; me pregunto si eres muy valiente o ni siquiera te detienes a medir las consecuencias de lo que puede pasarte…
    Skye lo observó un momento, pero no respondió nada. Con mucho cuidado, pasó a un lado de él y se adentró en la cueva para comenzar a guardar sus cosas. Por mucha curiosidad que tuviera, una parte de ella le decía que lo mejor era prepararse para la ida.
    —De cualquier manera —prosiguió él—, me alegra encontrarte aquí, ya que quería agradecerte lo que hiciste por mí.
    Ella se giró y vio como Lucas se pasaba los dedos por tres largas cicatrices en la parte posterior del cuello.
    —Gracias a ti estoy mucho mejor.
    —Bueno… supongo que estamos a mano, tú les impediste a los Sixers que me capturaran —soltó ella, asegurándose que todas sus cosas estuvieran dentro de la mochila.
    Lucas se acercó a ella, Skye dio un paso hacia atrás. Le pareció que la diferencia de estaturas ahora era más pronunciada. De pronto, se sintió indefensa.
    —¿Te sorprendió mi nombre, Skye?
    —Sí —se atrevió a decir—, nunca pensé que el hijo de Taylor estuviera… bueno, creí que estabas perdido.
    Lucas sonrió y se quedó un momento así, contemplándola, como si no quisiera arruinar el momento con una palabra.
    Skye se ruborizó violentamente y tuvo que desviar la mirada.
    —Por supuesto que estaba perdido —soltó, al fin—, pero tú me encontraste.
    Ella no supo qué decir y él no parecía con ganas de romper el silencio que se había formado, el mismo silencio que la hacía más consciente de la mirada fija con que Lucas la observaba. De pronto, se sintió sofocada y salió (esta vez con la mochila al hombro) y se acercó al agua. Le dio la espalda, pero no funcionó, su mirada parecía recorrerla físicamente, como si una mano cálida la recorriera de los hombros a la cintura.
    Finalmente, frunciendo el ceño, se giró hacia él.
    —¿Podrías… podrías mirar hacia otro lado?
    Lucas se rió; una carcajada que, sin que ella pudiera explicarse cómo, sonaba oscura.
    —¿Te molesta que te mire?
    Skye se mordió el labio, no esperaba ser tan obvia, pero sus ojos la hacían sentirse débil y emocionada al mismo tiempo.
    —No, lo que pasa es que… bueno… sí…
    Lucas se acercó dos pasos.
    —Pero si te estoy haciendo un cumplido, Skye.
    Eso sólo la puso más nerviosa, así que decidió que lo mejor era cambiar de tema.
    —¿Sabes quién resolvió estas ecuaciones?
    De pronto, tranquilamente, se sentó a la orilla del río.
    —¿Qué tipo de trato? —cuestionó ella, con desconfianza.
    Lucas le indicó un lugar junto a él, para que se sentara.
    —Yo contesto a tus preguntas y tú a las mías.
    Skye negó con la cabeza.
    —No traicionaré a nadie en Terra Nova, no te daré información sobre…
    Lucas sonrió.
    —No quiero eso… me interesa más saber sobre ti, sólo preguntas personales.
    La joven trató de averiguar si aquello se trataba de alguna broma, pero él parecía hablar en serio.
    —¿Por qué?
    —Tengo mis razones… ¿aceptas o no?
    Skye, tras un momento de duda, asintió y, sin darse cuenta, se sentó junto a él.
    —¿Quién escribió lo que está en la cueva?
    —Yo —respondió Lucas.
    —¿Para qué?
    —Quiero arreglar el portal, mejorarlo, por decirlo de otra manera. Para estas fechas ya tendría que haber avanzado más, pero, desgraciadamente, te has vuelto una presencia constante en mi mente y me distraes un poco.
    Lucas se inclinó hacia ella y tomó uno de sus rizos húmedos y lo colocó detrás de su oreja.
    Skye, sintiendo su rostro caliente, se apartó.
    —Pero…
    —Es mi turno, Skye. ¿En qué peregrinaje llegaste?
    —En el quinto.
    —¿Con quién?
    La joven bajó la mirada.
    —Sola; mis padres murieron.
    Entonces, al recordar a sus padres, se acordó de Taylor y se dio cuenta que se le haría tarde para regresar a Terra Nova. Sin decir más, tomó sus cosas y se puso de pie. Lucas la imitó.
    La siguió unos cuantos metros, sin decir nada, sólo observándola fijamente y antes de separarse tomó su mano y su dedo pulgar recorrió su muñeca, donde nacía su pulso.
    —Nos veremos pronto.
    Skye se repitió y se trató de convencer las siguientes dos semanas en no regresar, pero lo hizo y no sólo una sino cuatro veces en los siguientes meses. No sabía cómo, pero Lucas siempre sabía cuando encontrarla. Tras sus continuas conversaciones, ella logró averiguar que Lucas tenía planeado hacer que el portal tuviera la capacidad de regresar a 2149. Sin embargo, ello traería una transformación completa a Terra Nova y quizás, su perdición. Ese día, trató de convencerlo de que desistiera, pero Lucas parecía obsesionado con la idea de vencer a su padre de alguna forma. Fue en ese momento sintió todo el peso de esas salidas a escondidas y supo que, de cierta manera, estaba traicionando a Taylor y a Terra Nova. Y tomó la decisión de no regresar ni un día más.
    Sin embargo, ya había dado mucho de ella misma en todas esas visitas; Lucas ya sabía gran parte de su personalidad, así como sus gustos, hasta logró averiguar que su padre y su madre la llamaban Bucket.
    Aquel día, el último que se encontró con Lucas en la cascada, él hizo algo que por un momento le detuvo el corazón, tomó con sus manos su rostro y la acercó hacia él.
    —Cuando ellos vengan y se apoderen de Terra Nova —comenzó, observándola fijamente a los ojos—, tú estarás a salvo. Te mantendré segura.
    —No lo hagas, Lucas, por favor.
    —Tengo que hacerlo, mi padre debe saber que no es un dios.
    Skye se apartó de él y le dijo que no volvería.
    —Al final regresarás a mí, ¿lo sabes, no?
    La joven lo observó con fiereza y estuvo a punto de responderle con una negativa, pero Lucas la volvió a tomar su rostro entre sus manos y la besó profundamente. Lo cual la dejó débil, confundida y con el corazón latiendo rápidamente.
    Skye se apartó y se alejó corriendo, tratando de no recordar la sensación agradable y cálida que se había apoderado de ella cuando él unió los labios a los suyos.
    Pensaba que jamás iba regresar, incluso pensaba excluirse del exterior por mucho tiempo, sin embargo, algo cambió sus planes. Al regresar a Terra Nova, se dio cuenta, demasiado tarde, que alguien la estaba esperando con los brazos cruzados.
    Era Josh.
    —Parece que estás en problemas.
    Skye lo observó, asustada.
    —¡No le digas a nadie, por favor!
    —¿Qué hacías allá?
    —Salgo cada ciertos días, para distraerme. Nunca me ha gustado estar encerrada. No le digas a nadie.
    Josh asintió.
    —Con una condición, la próxima vez me llevas contigo.
    Y, sabiendo que no tenía otra opción, Skye tuvo que prometerlo.
     
  4.  
    Lidia

    Lidia Entusiasta

    Piscis
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    Escritora
    Oaaaaa voy en el prólogo y me parece super atrayente :)!!
    Me parece curioso como planeaban dentro de los postulantes a los experimentos.
    Bien escrito igual, entendí todo perfecto.
    Seguiré leyendo Ok?
    Y luego comento :)

    Me falta el último pero me tiene bien intrigada, lo continuarás?
     
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