Hay sentimientos en contra de nuestra voluntad [Sessho&Kago]

Capitulo 25
“Mi regalo”

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Ella regresó a los bosques, tratando de seguir el fragmento de Shikon que permanecía quieto, siguió su rumbo tras esa dirección mientras pensaba en cómo pudo llegar a enamorarse de Sesshomaru siendo un youkai tan…tan frio y sombrío, solo había una respuesta a esa afirmación.

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—El amor esta simplemente donde esta —sonrió para sí misma.

—Eso es cierto —dijo una voz suave pero divertida.

— ¿Quién eres tú? —borró su sonrisa y volteó rápidamente a cada rincón del bosque.

—Soy un buen amigo de Naraku —respondió la misma voz.

—Una asquerosa parte de su cuerpo querrás decir —Un hombre se encontraba frente a ella, era blanco como la luna con cabellos plata amarrados en una coleta y ojos morados. Su kimono era blanco con un obi negro.

—Tienes razón, ¿con quién tengo el agradable gusto de charlar? —Le sonrió y por alguna extraña razón inspiraba confianza.

— ¿Para qué quieres saber? —dio un paso hacia atrás por si se presentaba el momento de huir, ¿cómo era posible salir de una y entrar en otra? ¿Es que acaso era un imán para la mala suerte?

—Quiero saber el nombre de la muchacha que estoy a punto de matar —Ella buscó algo en sus manos, algo que había olvidado: su arco y flechas.

— ¿Es importante saber el nombre de tu presa?

—Por supuesto que sí —se acercó a ella y colocó una de su manos en su mejilla, es bueno saber el nombre de muchachas tan lindas que existieron en este mundo.

—Kagome —posó sus manos en el pecho de aquel hombre y lo aventó, tan pronto logró hacer esto, lo aprisionó en la jaula hecha de roca y barro.

— ¡¿Qué?! ¿Cómo… cómo hiciste eso? —dijo él tratando de encontrar una salida.

—Me subestimas… creación de Naraku, ¿Qué querías que hiciera? ¿Gritar auxilio?

—Exactamente —sonrió y desapareció de aquella jaula. ¿Qué había pasado?

—Naraku tenía razón, te has vuelto fuerte, lamentablemente no lo suficiente —algo la tomó por los hombros desde atrás y la aventó al suelo haciendo que su cabeza golpeara entre las piedritas que se encontraban ahí.— No puedes identificar una ilusión —puso uno de sus pies en la espalda de la miko y la aprisionó al suelo impidiéndole levantarse.

—Suéltala —retumbó la voz del youkai que se veía acercando con paso firme y decidido.

— ¿Para qué? —enterró mas el pie en la espalda de Kagome.

— ¿Qué quieres aquí? —Como era habitual evadió la pregunta que le había hecho la extensión.

— Llevarme a esta mujer… Naraku la necesita.

— ¿Para qué? —Sesshomaru se acercó aun mas colocándose al lado de ella.

—Ella le ayudará a recolectar los fragmentos con mayor rapidez.

—No dejaré que te la lleves para que ese maldito se vuelva más fuerte —tomó su espada Tokijin y lanzó su ataque; pero él había desaparecido.

—No te pedí permiso —Una vez más apareció detrás de Sesshomaru, estaba a punto de golpearlo pero este se dio la vuelta y le cortó el brazo derecho.

—¡Ag! Maldito— aulló el hombre, retrocedió y cayó al suelo.

—No estorbes— fijó la vista en el rostro de la miko.

—No lo hago— Se puso de pie y lanzó una jaula más a su oponente esta vez como la que le había hecho al youkai en aquella batalla para probar su fuerza.

—No caeré otra vez— esquivó el ataque y se le acercó para propinarle un puñetazo en la mejilla— ¿Una humana ganarme? Jamás —volteó a ver a su otro oponente, posicionó su mano sana frente a él y lo aventó haciendo que chocara a un árbol.

— ¡Ya cállate! —Ella explotó de cólera: un nuevo poder nació en ella, sus manos comenzaron a iluminarse y en un instante lanzó al hombre tal y como lo había hecho él con Sesshomaru.

— ¡Maldita! —Se puso en pie y la alzó por los aires para luego dejarla caer; antes de llegar al suelo lanzó miles de flechas, unas dieron en su objetivo otras no.

— ¡Agg! —gritó ella: una flecha se había clavado en su piernas, una más en su estomago y la última en su brazo.

— ¡Muere! —El youkai aprovechó la distracción que había tenido y lo atravesó con Tokijin justo en el estomago, frente a sus ojos la miko se puso de pie, tomó una flecha de las que se encontraban en el suelo y la enterró en el hombre haciendo que este se purificara y se desintegrara.

—Lo hicimos —cerró los ojos y cayó al suelo una vez más: su cuerpo no reaccionaba pero eso no impedía que sus sentidos estuvieran intactos. Escuchó los pasos acercarse, sintió una mano cruzar por su espalda y acurrucar su cuerpo en las piernas de un ser.

—Sí, Kagome— murmuro él, sin temer a que lo oyeran Jacken, Rin o incluso su amada Kagome. Su nombre…había murmurado su nombre, sonrió para sus adentros, se dejó caer en la inconsciencia con la imagen de su amado y su nombre entre sus labios.

…………………………​

Al fin había despertado, era de noche, no había pasado mucho tiempo desde aquella batalla donde ambos habían peleado juntos. Con uno de sus brazos se incorporó para quedarse sentada no sabía cuánto tiempo había pasado acostada pero algo sí sabía: que le dolía la espalda, llevó su vista a sus heridas y las curó con leve suspiro y una sonrisa: jamás se había sentido tan feliz de su nombre.

—¿Está bien señorita Kagome? — Rin se le acercó y la abrazó con los ojos llorosos.

—Sí pequeña— acarició su cakbello y miró mas allá, en donde se encontraba reposando Sesshomaru.

—Me alegro, así podré dormir tranquila— La acostó a su lado y ambas cerraron los ojos esperando dormir, aunque este solo fue un engaño ya que tan pronto la pequeña regularizó su respiración ella se paró y se acercó a Sesshomaru.

— Qué quieres? —dijo él finalmente, al sentir la presencia de la miko sentándose a su lado.

—No sé cómo explicarlo— cuidadosamente acercó su mano al lado izquierdo del youkai, él aún se mantenía con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados.

—No me toques— Se puso de pie rápidamente y se alejó, no quería que la humana oyera su respiración entrecortada y su corazón latiente.

—Déjame hacerlo— aún seguía sentada y sin saber porqué razón él se paró en seco sin mirarla, ella se puso de pie con una leve sonrisa y se le acercó —confía en mí— Su voz era suave, convincente. Él no contestó, su corazón latía a un ritmo alarmante. Ella a pesar de la energía que había gastado ese día alzó su mano y la colocó en el hombro de Sesshomaru

—Déjame— dijo él sacudiendo su hombro para hacer caer la mano de la miko.

—Espera un poco, después de esto si gustas me iré— colocó una vez más su mano en el hombro del youkai y cerró los ojos concentrando toda la energía que tenía en su mano derecha. Él la miró de reojo, sin voltear la cabeza, ella había dicho irse, ¿por qué no podía decirle que no lo hiciera? ¿Qué permaneciera con él? Ella tomó una gran bocanada de aire y tanto como su mano y la manga izquierda de Sesshomaru se vieron envueltos en un aura cálida… Él sintió un leve cosquilleo en su hombro, miró su brazo y frente a sus ojos su brazo izquierdo comenzó a crecer.

—Listo —habló mientras retrocedía poco a poco. El estiró su brazo izquierdo: aquel que había perdido ahora había regresado gracias a la humana, volteó para mirar su expresión— no es necesario que digas… nada— llevó una de sus manos a su nariz después la colocó frente a ella y se dio cuenta que en esta se encontraba un liquido rojo: su nariz y boca habían comenzado a sangrar, el mundo le daba vueltas, no distinguía nada de lo que se encontraba a su alrededor, miró por última vez al youkai y se dejó caer en el suelo: lo últimó que alcanzó a ver fue a un ser de ojos dorados acercársele para detener su caída y una leve sonrisa en aquel rostro.

 

Capitulo 26
“Decisiones”
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El día anterior había sido uno de los inolvidables: su amado la había llevado a curar, había luchado junto a ella, había pronunciado su nombre y lo más importante era que le había sonreído. Volteó a mirarlo disimuladamente y sonrío.

—Señorita Kagome, ¿cómo hizo eso? — Rin y Jacken estaban asombrados al ver a su amo con ambos brazos.

—Poderes de sacerdotisa— respondió.

—¿Por qué lo hizo? —Jacken no podía ocultar sus lágrimas pues al fin su amo bonito estaba "completo".

— No lo sé —bajó la cabeza con las mejillas encendidas y miró al suelo. Sesshomaru escuchaba cada palabra, ¿de verdad no sabía por qué lo había hecho? No le prestó la menor importancia a la respuesta y continúo mirando hacia adelante.

Durante el camino no dijeron nada más pues tanto ella como Sesshomaru sabían que una vez recuperará su energía se iría, esta vez para siempre; a menos que… No, era imposible que él le pidiera que se quedara. Cuando llegó el atardecer se dio cuenta que se encontraban cerca de una aldea, sonrió y se alejó del grupo con el objetivo de poder comer algo.

—¿Puedo ir Kagome? ¡Ay! Perdón, ¿puedo llamarle Kagome? —Rin ya se había acercado a ella y había tomado su mano.

—¡Por supuesto! ¿Tienes hambre?

—¡Sí!

—Entonces vayamos a la aldea —bajaron poco a poco de esa colina inclinada y corrieron dejando atrás a los demonios.

Sesshomaru no hizo más que contemplar como corrían emocionadas y decidió esperar su regreso.

……………………..
​

Ambas se encontraban muy felices, en la aldea había una fiesta para honrar al dios de la agricultura quien les había dado un mes lleno de prosperidad. Al ver a una multitud que se encontraba emocionada y gritando, explotando entre risas y asombro, decidieron acercarse.

—¡Pasen, pasen! ¡Yo adivinaré su futuro a cambio de mujeres! —Esa voz era reconocible aún entre los gritos de los aldeanos. Kagome empujó a todos para acercarse al monje junto con la pequeña que llevaba de la mano.

—Miroku —murmuró sorprendida cuando se encontró frente a él.

—¡Kagome! Que gusto verte de nuevo —Se puso de pie y se acercó para estrecharla en un abrazo, que poco después termino en una caricia en la parte baja de su espalda.

—¿Y los demás? —preguntó mientras mantenía la mano derecha en la mejilla del monje.

—Están sentados por allá —señaló un gran árbol alejado del pueblo—. Estaban cansados y se quedaron ahí de aguafiestas— llevó la mano a su mejilla y comenzó a frotar suavemente, esta vez el golpe había sido demasiado fuerte.

—Mientras tú estafas a la gente. Cuando se entere Sango de tus tratos… —cerró los ojos, cruzó los brazos y le dio la espalda.

—¡Por favor no le digas! —preocupado se acercó a la miko, la tomó de los hombros y le dio leves sacudidas en señal de desesperación.

—No te preocupes Miroku, no le diré nada, quédate con tus clientes— Se alejó de ahí con la pequeña, se abrió paso una vez más entre las personas y dejó detrás a un monje sonriendo de oreja a oreja.

La pequeña guardo silencio por un rato hasta que soltó lo que le preocupaba:

—¿Vas a ver a Inuyasha? —preguntó cuando caminaban hacia el árbol que el monje había mencionado, en su tono de voz se notaba la tristeza y la decepción.

—¿Quieres comer primero? —Kagome se agachó y acarició el rostro de Rin, de modo que por fin pudo mirar sus ojos que mostraban una gran pesadez.

—Sí— contestó aunque era una pobre excusa para que no se dirigieran con Inuyasha.

—Está bien —regresaron y comieron hasta quedar satisfechas. Ella tomó un arco con flechas, ya que anteriormente había olvidado el suyo, y descansaron un poco antes de que se encaminaran hacia ese árbol; tan pronto lo hicieron Rin no quiso avanzar más— ¿Sucede algo Rin? —preguntó ella cuando vio que la menor se quedo parada sin indicios de seguir caminando.

—No quiero que se vaya— volvió a bajar la cabeza, esta vez con los ojos llorosos y la voz temblorosa. Kagome se agachó para que quedaran de la misma altura, alzó su mano y la acunó en su mejilla, adoptando la forma de su rostro, le dirigió una sonrisa que mostraba felicidad; felicidad que no llegó a sus ojos marrones.

—No lo haré— Tan pronto dijo esto cayó en la cuenta de que se lo había prometido a Sesshomaru... Borró rápidamente esa sonrisa “falsa” y respiró profundamente. Odiaba tener que mentirle de esa forma, pero incluso ella deseaba mentirse de esa manera… Quería permanecer al lado del youkai de cualquier forma aunque sabía que eso no era posible. Era una decisión que había tomado, no tanto por él sino por ella misma.

—Pero Kagome, tu amaste a Inuyasha— La pequeña trató te ahogar un sollozo.

—¿No recuerdas cuando te dije que amo a Sesshomaru? —La sonrisa regresó, pero esta vez era real porque estaba cargada de emociones que experimentaba constantemente.

—Tienes razón— Rin le correspondió la sonrisa y comenzó a caminar, ella por su parte lanzo un suspiro al cielo que empezaba a teñirse de colores oscuros, tomó una gran bocanada de aire y siguió a la menor que ya se había adelantado un buen tramo de camino, cuando por fin llegaron a la fogata que estaba encendida la pequeña se escondió detrás de la miko para protegerse de aquellas personas que le resultaban desconocidas.

— ¡Kagome! —gritó Shippo quien se lanzó directamente a su cuello en modo de abrazo, Sango por su parte se puso de pie y se quedo ahí inmóvil con una sonrisa esperando que el zorrito le diera su turno de poder estrechar a su amiga

— ¡Shippo! ¿Cómo han estado? —tomó al zorrito entre sus brazos y le correspondió el abrazo y lo colocó en su espalda tal y como antes solía hacer.

—¡Bien!— La pequeña asomaba una y otra vez su cabeza pero no se dejaba ver del todo, se aferraba a las piernas de Kagome y cerraba los ojos como deseando que aquello no fuera real.

—No temas Rin, no te dañaran, son mis amigos —Ella soltó al zorrito y se agachó para mirar a la pequeña y hablarle de frente—. Así como Sesshomaru y Jacken son tus “amigos” y los acepté quiero que tú hagas lo mismo por mí, entre humanos no hay que temer.

—Está bien— Rin se dirigió a Sango y le estiró uno de sus brazos con la cabeza aún baja.

—¡Oh Rin eres tan linda! —La exterminadora la cargo entre sus brazo y la elevo mas allá de su cabeza, como si fuera un bebé— ¿Cómo puedes estar con dos demonios?

Antes de que pudiera contestar, fue interrumpida por una voz masculina.

—Kagome, ¿cómo has estado? Te ves cansada —Inuyasha se acercó junto con Kikyo, sus ojos cargaban gran tristeza. Kagome volteó para encontrase con el hanyou y la sacerdotisa que venían uno detrás del otro, no tenía la menor idea de donde se encontraban ni a qué horas se habían acercado y la verdad no lo deseaba saber, él le había dejado de interesar desde hace tiempo y los celos por Kikyo se habían esfumado completamente. Miró el cuello de Inuyasha y se dio cuenta que llevaba el collar, no pudo evitar pensar que conjuro había utilizado su antepasada para apaciguar al hanyou rebelde.

—He utilizado mucha energía y aún no me he recuperado —dirigió su mirada a Kikyo.

—Ya veo… Has utilizado todo lo que te enseñé —contestó ella rápidamente con su voz fría, correspondió su mirada y por un leve segundo le pareció ver una sonrisa en aquel rostro frío y pálido.

—Sí… Aún no sé como agradecerte todo lo que me has enseñado —bajó la vista un poco apenada aunque no sabía la razón.

—No te preocupes, tu palabra es suficiente para mí— Se alejó de ahí junto con Inuyasha sin decir nada mas, el hayou miro por última vez a Kagome y esta solo le ofreció una sonrisa, soltó un leve suspiro y se acercó a Rin y Shippo para continuar con su pequeña gran reunión.

…………………………..
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—Amo bonito hoy es luna nueva, ¿no le molesta el olor de Kagome? —Jacken se acercó a Sesshomaru quien se encontraba parado a metros del pueblo esperando a las humanas. Miró el cielo nocturno alumbrado solo por las estrellas.

—No— Una sola palabra fue suficiente para callar al demonio que lo acompañaba, bajó la vista y la dirigió a la aldea: lo último que quería hacer era dejar de sentir el olor de la humana… Ella se encontraba con Rin entre tantos humanos y sin embargo su olor no podía desaparecer.

—Amo bonito, ¿qué siente por la señorita Kagome? —Tan pronto acabó la frase el pequeño demonio se alejó a una distancia considerable del youkai con un gran salto y empezó a temer por su vida.

—¡No digas estupideces! —Constantemente se preguntaba: ¿cuándo se había convertido en su padre para fijarse en una humana? El olor de un hanyou alado de ella lo distrajó de sus pensamientos pues tan pronto sintió ese olor se dirigió al pueblo dejando que el viento moviera sus cabellos en ondas suaves.

—¿A dónde va amo? —Jacken comenzó a seguirlo, pero ambos se quedaron a la entrada del pueblo. El olor había desaparecido. ¡Malditos celos! Le comían por dentro al imaginar a su hermano al lado de su mujer.

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—Esta con esos humanos— Se dijo más para sí mismo que para el pequeño demonio. Aun así no estuviera Inuyasha odiaba que ella se encontrara con ellos. De alguna forma sentía que le arrebataban lo que le pertenecía: absurdo sentimiento.

—¿Dijo algo amo? —preguntó Jacken sin recibir alguna respuesta por parte del youkai.

Para él, eso había llegado demasiado lejos, tal vez si la marcaba…. Tal vez y solo tal vez permanecería a su lado por siempre.

Estaba decidido: Cuando se recuperara, la marcaría.. Sería su mujer.

 

Capitulo 27
“El adiós”
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Habían pasado ya más de dos días. Ahora si estaba segura que estaba completamente recuperada. Miró la luna creciente y suspiró: la hora había llegado, tenía que marcharse.

—Kagome, ¿ya te recuperaste? —Rin se acurrucó en sus piernas y la miró con sus grandes ojos marrones llenos de brillo y juventud.

—Sí —contestó con una sonrisa falsa. Buscó en sus bolsillos y sacó los dos fragmentos de Shikon, los miró detenidamente por unos segundos: cuánto tiempo había pasado y lo único que había conseguido eran 2 fragmentos. Entre más lo veía, más se convencía que era mejor separarse de ellos.

—Humana —dijo Sesshomaru con voz fuerte esperando que ella lo escuchara.

—¿Sí? —No le sorprendería lo que le diría; tal vez era lo mejor. Al no escuchar lo que quería se acercó unos pasos a él dejando a Rin con el rostro lleno de tristeza —Ya sé lo que prometí así que me iré, no es necesario que lo digas, solo necesito despedirme—No hizo movimiento alguno. Si él fuera correspondido en su sentimiento, ella jamás se iría. Kagome se puso de pie y se dirigió a Rin

—Pequeña; tal vez yo ya no esté aquí— La acostó en su regazo y le paso la mano una y otra vez por el cabello. No solo se alejaba por la promesa si no porque necesitaba un tiempo a solas para concentrarse en buscar los fragmentos de Shikon.

—No es justo, tu eres como mi madre, ¿por qué me dejaras?

—Perdón, pero ya sabes por qué lo hago.

—Aun así no quiero que se vaya.

—Pero tengo qué. Oye sonríe, eso no significa que te deje de ver, tal vez algún día te venga a visitar

—¿Lo prometes? —Rin se levantó y la miro fijamente, esperando una promesa.

—Por supuesto; te visitaré como lo hago con mis amigos y hablaremos de todo lo que hice.

—Pero, ¿cómo me encontrará?

—Mmm… Déjame pensar... ¡Ya sé! —Le entregó un fragmento de la perla, que aún sostenía en sus manos— Mantén esto contigo, yo solo sentiré la presencia y vendré a verte.

—Está bien —La pequeña tomó el pequeño trozo de la perla y lo guardó en su kimono— ¡Lo cuidaré mucho!

—Muy bien, ahora hay que dormir.

— ¿Promete que estará aquí cuando despierte? —Rin se acurrucó a su lado y cerró los ojos.

—Trataré —Cuando vió a la pequeña caer en las manos de la noche, se puso de pie y se dirigió a Sesshomaru quien se encontraba de pie a escasos metros de ella—. Me marcho, tal y como lo prometí— Él no hizo más que mirarla: su corazón estaba experimentando diversos piquetes que le provocaban un dolor agudo.

—No tienes que hacerlo —murmuró tratando de retenerla.

—Lo haré, yo no rompo mis promesas. Pero… —Ella se acercó y en contra de su voluntad llevó una de sus manos al rostro de Sesshomaru, ¿por qué él no podía amarla como lo hacía ella? ¿Por qué tenía que acabar todo así?

Él no se retiró ante aquel contacto, todo su cuerpo estaba inundado de ella, quería marcarla pero no podía, había caído en una especie de parálisis.

—Adiós —Se separó de él y se marchó. El trató de decir algo para detenerla pero las palabras quedaban atoradas en su boca, estaba viendo alejarse a su humana, primero un cuerpo y finalmente una sombra.

…………………
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Tan pronto desapareció de su vista corrió dejando un camino lleno de lágrimas; aquel contacto había sido el último. Como odiaba tener que estar sola. Se apoyó en un árbol tratando de respirar. A partir de ese día tendría que recolectar los fragmentos solo con su energía: miró el que traía en la mano: uno. Tal vez Inuyasha llevaría más.

—Si Naraku lleva la mitad de la perla en casi 4 meses, ¡yo haré lo mismo! —Se dijo a si misma; se recostó en el árbol y durmió como jamás lo había hecho pues mañana sería un día distinto.



Despertó con los ojos cansados, casi toda la noche había estado llorando. Miró a su alrededor esperando encontrar algo que sabía que no estaría; con un largo suspiro se puso de pie, tomó su arco y flechas y caminó hacia ningún lugar: ahora podía sentir la nostalgia de Kikyo al andar sola sin su amado Inuyasha… Ahora ella era la que andaría sola sin su adorado Sesshomaru.

………………….
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—Ella me había prometido que estaría aquí —gritaba entre sollozos Rin.

—¡Rin contrólate! —El corazón del youkai había cambiado mucho desde que ella había aparecido en su vida y, ¿ahora qué haría?

—¡No quiero! —La pequeña no quería caminar, Jacken la cargó con su báculo y la posó en Ah-Un esperando que así pudieran avanzar.

—Vayámonos —él comenzó su marcha, era como si nunca hubiera existido esa humana, la vida tenía que continuar: Naraku tenía que morir sin importar cuan destrozado se encontraba su corazón.

………………….
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Caminaba sin rumbo fijo, su cuerpo pesaba pues no estaba acostumbrada a andar sola.

—¡¡¡Tengo mucha hambre!!! —gruñó una voz.

—Entrégame el fragmento —dijo ignorando el tamaño colosal del ogro que se había mostrado frente a ella, si algo tenía que hacer desde ahora era enfrentar sus miedos y volverse valiente.

— ¿Cómo sabes que lo tengo? Igaul no importa porque te voy a comer.

Sin decir nada, lanzó una flecha justo al centro de su cabeza (donde se encontraba el fragmento), sin molestarse en usar toda su energía pues el ogro era tan débil que no valía la pena.

—¡Agh! —gritó éste mientras desaparecía entre el viento y los rayos de sol de aquel día.

—Haz comenzado bien el día Kagome, haz comenzado bien —Se animó a sí misma. En tres días sería su cumpleaños, tendría 16... Debía ir madurando.

……………………………
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—Jacken, la extraño mucho —Rin iba montada en Ah-un con la cabeza baja.

—Ella te prometió que te visitaría —La consoló el pequeño demonio.

—Ella es como mi madre.

—Rin, hay personas que entran y salen de tu vida —interrumpió Sesshomaru.

—¿Señor Sesshomaru…? Acaso usted, ¿extraña a Kagome…?

—¡No digas tonterías! —Cada paso era un dolor nuevo. Que patético. Se había convertido en su padre y había cometido el mayor error: entregarle su alma a una humana.

(Tiempo después)
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Tres días habían pasado: conforme los días pasaban su actitud iba cambiando. Aún sin ver a Sesshomaru se sentía feliz; si jamás se hubiera ido, ahora sería la misma niña asustada que tenía que ser salvada por Inuyasha o en su defecto Sesshomaru.

—Feliz cumpleaños Kagome —Se dijo ella misma cuando despertó, se cantó las mañanitas y continuó su marcha con el objetivo de llegar al pozo, no sería justo que su familia se la pasara triste por no tenerla cerca, pues no se encontraba muy lejos. Lamentablemente en su camino tuvo que encontrarse con él.

—Sesshomaru... ¿Qué quieres? —murmuró al tenerlo a escasos metros de ella. Él la miró, cortó la distancia que los separaba… Y la besó.

 

Capítulo 28
​

“Felicidad”​

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Se separó de él y lo miró fijamente, ¡¿qué significaba eso?! Sacudió la cabeza y se alejó rápidamente. ¿Por qué tenía que haberle hecho eso?, ¡¿por qué?!
Sin querer había llegado al pozo, tal vez un impulso la había llevado hasta ahí o quizá fue por inercia pero sin pensarlo demasiado se metió al pozo tratando de olvidar lo que había pasado hace unos instantes.


……………………….

¿Por qué lo había hecho? Acaso… ¿La deseaba tanto que añoraba tener una vez más sus labios? El destino le había hecho jugar una mala pasada. Regresó de nuevo a su sitio, agradeciendo poder haberla visto una vez más.


……………………..

—¡Oh hija! ¿Cómo has estado? ¿Cómo te ha ido? Ha pasado tanto tiempo, juraría que te veo más hermosa y grande— Su madre la aprisionaba en su pecho, eso en vez de ser un abrazo se había convertido en una arma de ahogamiento instantánea.

—¡Mamá me estas ahorcando!

—¡Oh lo siento mucho es que te he extrañado!

—Lo sé mama, pero he estado perfectamente, me ha ido bien en todo y estoy segura que muy pronto acabara mi misión en aquella época.

—Eso espero ya que tu abuelo ya no tiene excusas— La mamá de Kagome volteó a ver al abuelo quien se encontraba con gesto pensativo

— ¿Qué haces abuelo? —preguntó mientras se le acercaba.

—Pretextos— Todos rieron, estar en ambiente familiar era lo único que le podía alejar de su mente al youkai que se encontraba en el pasado.

—¡¿Qué esperas para abrir tus regalos?! Abre el mío primero— Souta le ofreció una caja envuelta en papel color azul con un moño grande del mismo color. Ella lo tomó y despegó el papel con cuidado evitando romperlo.

—¡Es hermoso Souta! Muchas gracias —en la cajita venía un collar con un dije en forma de corazón, dentro de este venía una fotografía de los tres— esto debió costarte mucho— tomó el collar y trató de ponérselo.


—Nada de eso hermana, feliz cumpleaños — Las palabras no eran suficiente para agradecer, por lo que se colocó a su altura y lo abrazó fuertemente— ¡Ahora tu regalo abuelo!— Souta se soltó del abrazo y se acercó a otra caja— Toma, tal vez te gustará.


—Gracias Souta— dudó, no sabía si era buena idea abrir la caja.


—¿Qué esperas hija? Anímate— El abuelo estaba entusiasmado.

—Sí… —levantó la tapa rápidamente y desvió la vista.

—No tiene caso si no lo miras— su hermano la animó tal como lo había hecho el abuelo hace un instante.

—Hum… —volteó a ver la caja mientras vacilaba, cuál fue su sorpresa al ver que ahí se encontraba un traje de sacerdotisa del Japón antiguo.


—Abuelo… ¡¿Cómo…Como lo has conseguido?! —pasó una de sus manos por el traje, sintiendo la suavidad entre sus dedos.

—Conozco un lugar. Cuando lo vi pensé inmediatamente en ti y quisiera que te lo pusieras para que lucharas más cómoda en la época a la que vas.

—¡Es magnífico! —Se lo acercó y estrechó entre sus brazos.

—Bueno, no hice un pastel para que se desperdicie— su madre se dirigió a la cocina y del refrigerador sacó un pastel de chocolate y fresas, prendieron las velas, ríeron juntos y solo por un momento todo parecía estar bien.








Había pasado más de un mes, ya había recolectado seis fragmentos más y cada lucha que efectuaba sentía que se volvía más fuerte. Tal vez lo único que lamentaba era no haber ido a ver a Rin como se lo había prometido


— ¡Ah! —gritó alguien, haciendo que ella saliera de sus pensamientos y buscará el origen de aquel grito.


— ¡¿Te encuentras bien?! —preguntó preocupada por el cuerpo que se encontraba en el suelo. Corrió a su lado de forma inmediata.


—¡Muy bien! —Cuando la pequeña volteó, se encontraron de frente. Ambas se miraron por unos segundos, antes de sonreír y abrazarse de forma automática— ¡Estaba pensando en ti Kagome! Te he extrañado mucho, ¿por qué no has venido a verme?

—Lo siento tanto Rin, he estado muy ocupada recolectando fragmentos

—Ya veo… ¿Has estado luchando?

—Así es —Se pusieron de pie y sacudieron sus ropas al mismo tiempo: realmente parecían madre e hija. Al ver que las dos lo habían hecho al mismo tiempo y curiosamente con los mismos movimientos rompieron a carcajadas.

—Rin—interrumpió una voz masculina imposible de olvidar.

¡Señor Sesshomaru, Kagome está aquí, está aquí! —Se alejó de la mujer y corrió al encuentro del youkai— Ella vino a visitarme

—¿Qué haces aquí?— preguntó a Kagome, ignorando a la pequeña. ¿Había pasado tanto tiempo? Porque esa era la única respuesta a su pensamiento de cuan hermosa le parecía.

—Nada —dio la media vuelta y se alejó lentamente hasta que sintió que algo tomaba su hombro, volteó a ver de reojo y se dio cuenta que era él quien paraba su andar.

—Haz lo que quieras, no tiene nada que ver conmigo —retiró su mano rápidamente y se alejó de ahí— Rin quédate con ella si quieres— dijo cuándo paso al lado de la pequeña, esta lo miró sorprendida y sin pensarlo comenzó a seguirlo.


—¡Acompáñame Kagome! —gritó mientras iba dando saltitos detrás de Sesshomaru.
Su corazón latía: algo le obligaba a ir; no quería separarse de ellos— ¡Vamos! — La animó la pequeña, ella sonrió y la siguió, ¿cuándo volvería a verlos? Sacudió la cabeza de un lado a otro, ignorando todos los sentimientos que le indicaban que se fuera de ahí.


—No permaneceré mucho a su lado Sesshomaru, me iré al amanecer— miró al youkai que se encontraba espaldas a ella.

—¿Por qué me lo dices? No es de mi interés lo que hagas —su corazón latía rápidamente, no quería que se fuera otra vez, sin embargo había algo mucho más fuerte que le hacía sentir mal… Ella había pronunciado su nombre. No podía permitir que sus sentimientos se dejaran asomar y como era de esperarse se fue de ahí.

—¿Se irá otra vez señorita Kagome? —La pequeña la miró con gesto triste

—Te dije que solo te vendría a visitar

—Pero es que…pasó mucho tiempo. Quiero que te quedes con nosotros— Rin la miró con ojos suplicantes, esperando obtener una respuesta positiva.


—Lo siento pero no puedo —dijo rápidamente— hice una promesa y tengo que cumplirla.


— ¿Qué pasaría si él le pidiera que se quedara? —Sin duda alguna la pequeña la quería retener.


—Solo si él quiere entonces creo que si podré hacerlo.

— ¿Creo?

—No juegues con la suerte Rin.

—¡Ya verá que él la aceptará!

Habían emprendido la marcha de nuevo, pronto se acercaba el anochecer y con ella su descanso. Se recostaron en medio del bosque, la oscuridad era profunda pero nada de eso importaba si estaba con ellos.


—Señor Sesshomaru —La voz de la pequeña tembló durante toda la frase. Él, que habitualmente se encontraba bajo la sombra de un árbol no contestó— me preguntaba si Kagome se podría quedar —Él abrió los ojos y miró a las humanas que se encontraban a escasos metros.

—Hmp —fue lo único que pronunció y volvió a cerrar los ojos.

—¡Eso es un sí! —dijo la pequeña mirando a Kagome, la sonrisa no cabía en sus labios.

—¿Estas segura Rin? No lo sé, pero si quieres que este contigo me quedaré solo por un tiempo— ella se acostó a su lado y cerró los ojos, sonrío y pensó que por alguna vez las cosas le estaban saliendo bien.
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Capítulo 29​

“Libertad”​

—Veo que Kagome se ha vuelto muy fuerte pero yo lo sigo siendo más— Él se encontraba oculto en una cueva: había desaparecido a la perfección su olor debajo de un escudo hecho por una sacerdotisa.

—¿Qué planeas hacer Naraku? —preguntó Kagura con cierta repugnancia, ¿cuánto tiempo más tendría que permanecer a su lado?

—Algo que jamás se hubieran imaginado— rió ahora para sus adentros: tendría que acabar su plan cuanto antes.

— ¿A qué te refieres Naraku?

—Primero quiero que le quites los fragmentos de Shikon al inútil de Inuyasha

— ¿Y qué se supone que gane yo?

—Puedo concederte algo que siempre has deseado

—¿Lo prometes? — No podía ser posible confiar en él.

—¡Kagura! —pronunció su nombre entre risas— ¿Cuánto tiempo has estado conmigo y quieres que te jure algo? —se puso de pie y frente a sus ojos mostró su corazón—Recuerda que te puedo dar la vida o simplemente… — oprimió el corazón suavemente y la hizo caer al suelo retorciéndose de dolor— … destruirla.


—¿Tengo alguna otra opción? Lo haré— dijo mientras se ponía de pie con dificultad.


—No te queda de otra querida Kagura —Se alejó de ella y se dirigió al pie de la entrada de la cueva, indicándole que se fuera. Ella no tuvo otra opción más que salir. Ella voló por los cielos alejándose rápidamente de aquel maldito lugar.

— ¡Procura que nadie te siga! —grito él: si alguien la perseguía se descubriría su escondite y por ende arruinarían sus planes— Kana —La pequeña se acercó con su espejo y su mirada fría— ¿Puedo confiar en ti?

—Sí, Naraku


—Sigue a Kagura, si hace algo mal; asegúrate de decírmelo.

—Está bien— ella salió del escudo y siguió la dirección en la que Kagura se había ido: si ella decidía traicionarlo, las cosas no podrían salir del todo bien.

—Ahora que estoy solo llevaré a cabo mi plan —Se recostó en una de las frías paredes de roca y cerró los ojos, tratando de separar su cuerpo. Si él moría, no acabarían con su maldad tan fácilmente. Rió una vez más, esta vez, inundando el silencio que lo rodeaba.



…………………………..

Mientras volaba, logró ver en medio del bosque al único ser en el que confiaba ciegamente, descendió rápidamente hasta colocarse a su lado.

—Sesshomaru —murmuró tan pronto aterrizó y se dirigió a él— ¿Qué has pensado acerca de lo que te dije hace mucho tiempo? —lo miró fijamente, no solo confiaba en esa persona si no que era algo más que ibas más allá de su compresión.

—Ya te dije que no pelearé por ti— contesto fríamente sin dejar de caminar.

—¡Tú eres el único capaz de hacerlo! Eres muy fuerte Sesshomaru —dio la media vuelta para seguirlo, cuál fue su sorpresa al toparse de frente con su inusual grupo— ¿Qué haces con una sacerdotisa? Mejor dicho: ¿qué haces con la acompañante del hibrido?

—Eso no te importa —dijo él mientras se seguía alejando. Kagura no quería perderlo de vista, por lo que le siguió a una distancia considerable— No importa cuánto me sigas, no aceptaré un trato contigo —Detuvo su andar y se colocó frente a ella.


—Naraku está planeando algo, dice que es algo que no se imaginan— Él la miró fijamente, esa información era útil sin embargo no era suficiente para saber su ubicación.

—¿Quieres que mate a Naraku?

—Quiero que él desaparezca de este mundo.

—¿Qué ganas con ello? —Cuando él la miró a los ojos ella no pudo evitar sonrojarse por lo que bajó rápidamente la mirada— ¿Dónde está Naraku? —preguntó al ver que ella había guardado silencio.


—Me vigilan y no puedo decir nada —contestó de forma automática.

—Entonces no sirve que estés aquí, deja de estar perdiendo el tiempo conmigo si no vas a obtener nada.

—Solo quería advertirte —dijo mientras se alejaba con su pluma por los aires, confiaba plenamente en que Sesshomaru podría acabar con el maldito de Naraku. Sin perder tiempo llegó rápidamente con Inuyasha.


—¡Naraku! ¡¿Dónde estás maldito?! Puedo sentir tu asqueroso aroma —preguntó Inuyasha, cayendo al suelo desde el árbol donde se encontraba, empuñando su colmillo de acero.

—Lamentablemente él no está aquí —respondió ella mientras bajaba de su pluma y se le acercaba— Él me ha mandado a quitarte los fragmentos de Shikon: por las buenas o por las malas—desenvolvió su abanico lista para atacar.

—Como siempre no trata de mancharse sus manos —dijo Kikyo poniéndose tras de Inuyasha con su arco y flechas.

—Ya les dije que será por las buenas o por las malas


— ¡Ya cállate y di donde esta Naraku!— presionó el hanyou de ojos dorados.

—No estoy autorizada para decir eso


—¡Viento cortante! —Atacó, sin embargo ella había esquivado el ataque con gran facilidad. Que tarea tan más sencilla.

—Eres un tonto, ¡danza del dragón! —no dudó ningún movimiento, no perdería el tiempo con su menor ataque, por lo que lanzó el mayor. Antes de que el monje y la exterminadora intervinieran y en medio de la gran nube de polvo, los insectos venenosos aparecieron arrebatándole el costalito que traía Kikyo atado a su cintura. Sin dejar rastro se alejó de aquel lugar.

—Aquí tienes— le aventó el costalito a Naraku, provocando que los fragmentos cayeran al suelo.

—Muy buen trabajo Kagura, Kana ¿ha hecho algo mal? —ella no se había dado cuenta pero casi al instante de que había entrado, Kana lo había hecho.


—No, solo fue con Lord Sesshomaru— contestó ella colocándose junto a él

—Buen trabajo Kana, jamás me decepcionas —Le tocó la cabeza con su mano y volteó a mirar a la mujer de ojos rojos.


—No sabía que me habías mandado a vigilar con Kana

— ¿Y tú crees que confío en ti, después de todo lo que me has hecho? Pero aun así te daré un regalo, una recompensa por así decirlo— Tan pronto acabo de decir estas palabras ella sintió como algo estaba en su pecho.

“¿Qué es esto? Es mi corazón, ¿latiendo?” Se preguntaba. Instantáneamente llevo una de sus manos a su pecho: efectivamente su corazón se encontraba en su lugar

— ¿Qué se supone que significa esto?

—¡Eres libre Kagura! Tal como quisiste —contesto él desde las sombras— ¿Qué esperas? ¿Acaso no querías ser libre como el viento? —Ella no contestó si no que salió inmediatamente de aquella cueva. Al fin era libre y sabía lo que tenía que hacer.