El diario de una admiradora

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por brownie, 4 Abril 2012.

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    brownie

    brownie Entusiasta

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    Título:
    El diario de una admiradora
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1053
    Si yo lo hubiera sabido antes, créeme, jamás te hubiera dejado ir, todo por seguir a una mujer, que nunca fue la mitad de lo tú serás. Mi amor, si ahora puedo llamarte así perdóname. Hoy me encuentro enfrente de tu casa, pero ya es tarde, la enfermedad te ha llevado con ella. Aun puedo escuchar tu voz en Francia.

    “—José María te deseo que seas muy feliz”—

    José María: un jóven exitoso de veinte años, que a comprendido que el amor, no se busca ni se desea, el nos encuentra y se da libremente.
    Elena: una jóven que ha sido llamada por la muerte. Pero que hizo todo lo posible porque el amor de su vida se diera cuenta de sus sentimientos, antes de que la muerte la alcanzara.
    Gonzalo: el mejor amigo de José María, el hombre que se entero de la verdad sobre Elena y cayó por peticion de esta.
    Nadége: la persona que aloja a José María en Francia. La mujer que contara la verdad sobre Elena


    Autora: Nami 1254
    El diario de una admiradora

    Capitulo 01: El día que llegue a México

    Si yo lo hubiera sabido antes, créeme, jamás te hubiera dejado ir, todo por seguir a una mujer, que nunca fue la mitad de lo tú serás. Mi amor, si ahora puedo llamarte así perdóname. Hoy me encuentro enfrente de tu casa, pero ya es tarde, la enfermedad te ha llevado con ella. Aun puedo escuchar tu voz en Francia.

    “—José María te deseo que seas muy feliz”— ondeaste tu mano, yo ni importancia le tome, Gonzalo sabia la verdad, el me dijo todo, pero como tu dijiste en tu carta; estas ganas de llorar me están matando. Elena mi querida Elena, fui un idiota, perdóname.

    No pude ver tu piel marchitada, no pude oler tu piel por última vez. Aun sigo caminando, el cementerio no está lejos, pero no quiero, no puedo aceptar que tú estés enterrada en ese lugar, en un lugar tan frio, tan desolado. Tu mi Elena, tan llena de vida, siempre con una sonrisa para todos, sin importar lo que estuvieras viviendo. Tus padres me permitieron llevarme tu diario de la su casa. Según entendí tu así lo dispusiste antes de morir, ahora me pregunto ¿Sabrías que yo vendría?; siempre te considere una tonta, pero no era así, siempre fuiste muy inteligente, astuta. Yo fui el idiota que nunca pudo ver, no más bien ignore cada señal, cada signo de enfermedad en ti.

    Heme aquí enfrente de la puerta al cementerio, mi corazón se paraliza. He caminado tanto bajo los rayos del sol que he empapado mi camisa por completo. Si te veo bajo esos montones de tierra sabré que es el final, todas mis esperanzas habrán muerto.

    —Elena Hernández Sagaón dos de marzo de mil novecientos noventa – veinti tres de Agosto del dos mil once—

    Eso es lo que dice tu tumba, me rehusó a leer el epitafio. Es demasiado doloroso, mi amor, sé que no debo llamarte de esa forma, porque yo te desprecie, y no es culpa no pienses eso, pero algo en mi cambio, comprendí, lo mucho que me haces falta, la diferencia de estar contigo y con las demás.

    El viento soplo revoloteando el cabello de José María.

    —Elena esta es obra tuya, veme rendido ante ti— el pobre José María cayó en una de sus rodillas ante la tumba de la joven y lleno de dolor arremetió contra la tierra y las pequeñas flores que ahí se encontraban. —Porque no me dijiste nada, si tan solo hubieras hablado, si no te hubieras quedado callada— comencé a llorar fuertemente, sin consuelo, si llegar a tener temor de que alguien pudiera verme. Me detuve solo cuando sentí esa mano en mi hombro.

    —José María vamos, amigo no te hace bien— no le dije nada a Gonzalo, el tenía razón. Agradecía tener un amigo como él. Fuimos a su casa, desde hay hable a la de mis padres para informarles que no llegaría. Gonzalo siempre a tenido una buena posición económica, no tiene hermanos y yo tengo seis, creo que por eso me llevo bien con él. Amablemente me ofreció una taza de té de limón, la bebí sin ánimos, sin saborearla, solo deseaba dormir.
    Gonzalo es un hombre de pocas palabras, un poco más bajo que yo, de piel blanca y cabello rubio, creo que se parece a su abuela, pero a el no le gusta hablar sobre eso. El me dejo solo en la habitación de huéspedes, como lo dije él es muy práctico, pero también muy metódico, no sé como lo hace, pero siempre sabe cuando necesito estar solo.

    Realmente fue abrumador cuando cayó la noche. Llegue a México hace una semana, me sorprendió no verte ni un día, me arme de valor y pregunte a una de las chicas con la que un día te vi. Supe que era feo cuando volteo y sus ojos se llenaron de lágrimas, lágrimas amargas.

    —La conocías—

    —Sí, tuve clases con ella hace algunos semestres, humanidades dos y quimica—

    —Ya veo, que pena, pero ella… ella falleció hace quince días— la mujer rompió en llanto y creo que algo en mi también se rompió, no sé qué cara puse, pero debió ser mala. Eduardo un compañero que iba llegando le dio un trozo de papel a la joven y muy inconscientemente pude escuchar.

    —Hey, Chema estas bien— Salí huyendo de ese lugar. Debía ser una broma, una de pésimo gusto. Hoy viendo este techo desearía que fuese así. Que tú me dijeras que me odias, que no deseas saber nada de mí. Pero no es así. Tú estas muerta.


    este es el primer capitulo, espero que les guste


     
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    Némesis

    Némesis Usuario común

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    *Se seca las lágrimas*, y hasta me hiciste llorar.

    Hola linda, bueno nami1254 es una gran escritora, me sorprende no ver comentarios en sus historias, yo me voy paseando por tu ficha, dale todas las Felicitaciones del mundo, es una gran escritora, dile que tiene mi admiración. Bueno luego los halagos, debo decirte que aquí cave destacar que hay mejor ortografía que en "Recuerdos Olvidados", peor de todas formas falta perfeccionarte un poco, algunas tildes y el orden del guion, pero ya sabes, son pequeñeces, linda tu amiga tiene mucho talento y sonará hostigante que lo repita una y otra vez pero es que ella me sorprende.

    Bueno linda, nos vemos, te deseo lo mejor y buen día. Adiós.

    Atte: Adess (Josefita-chan)
     
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    brownie

    brownie Entusiasta

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    El diario de una admiradora


    Capitulo 02: Promesas.

    —Me duele el cuerpo, los ojos, la cabeza, todo mi mundo da vueltas.

    José María sobaba su cabeza mientras se retorcía en la cama, Gonzalo lo veía muy divertido sentado en un cómodo sillón cerca de la entrada. Se levanto sin que el otro se percatara de su presencia y abrió las ventanas, a los oídos de José María llegaron las pequeñas burlas de su joven amigo, que parecía verlo como un experimento cuando la luz solar ataco las pupilas de su amigo.

    —Gonzalo— La voz de José María era aguardentosa. — ¿Qué diablos estás haciendo?

    —Vine a cerciorarme si seguías vivo o muerto por una congestión alcohólica— el rubio le entrego una taza de café recién preparado.

    —De que hablas— un gesto apareció en la enlutada cara de Chema.

    —Mmm ya veo que no recuerdas— Gonzalo rasco su cuello y fijo su mirada en la esquina cerca del baño. Varios embases de cerveza vacios y algunas botellas de tequila se encontraban arrinconadas. José María se levanto y también las observo.

    —Gonzalo…— no recordaba de donde las había tomado,. Pero era evidente que del refrigerador y la sala.

    —Chema sí que hiciste una fiesta— caminando rumbo a la salida con las manos en los bolsillos, Gonzalo respiro profundamente. —Recupérate pronto hermano—

    Me quede observando la taza de café, tenía un toque de canela y cuando el abrió la puerta un olor a nachos pude percibir. Me sorprendió sonreír, pero ahora que lo recuerdo, tú odias los nachos. Aun recuerdo ese día, en la clase de humanidades, ese extraño convivio.
    No habías asistido el día anterior, por lo que no opinaste del menú, solo diste la cooperación sin respingar. Las otras chicas los prepararon y se reían contigo de tu falta de tacto en la cocina. La verdad me pareció estúpido que alguien de tu edad no supiera cocinar absolutamente nada. Cuando empezamos a platicar después de un rato tú eras la única con el plato intacto; que idiota fui ese día, solo me acerque para molestarte:

    —No comes, ya sé engordas— observe como bajaste tu mirada avergonzada y ese toque de carmín en tus mejillas apareció, tardaste en contestar, pero alzaste tu rostro sonriente y me dijiste antes de regresar tu plato a la mesa.

    —No me gustan los nachos, lo siento—

    Elena, mi Elena, siempre fuiste algo extraña, pero eso no me desagradaba del todo, me gustaba tu cabello, siempre tan diferente y con peinados exóticos. Siempre me pregunte ¿Por qué no eras como las otras chicas? Preocupada por tu aspecto diario. Recuerdo como te sonrojaste cuando descubrí tu empleo. Después de ese día te empecé a tratar diferente, te considere demasiado tonta; me dije a mi mismo ¿Qué hace alguien como ella, tratando de aprender química orgánica? Ese día Eduardo, un chico de posición económica excelente, pero buen tipo me susurro.

    —Mira una modelo… eso explica el cuerpo— te desconcentraste era evidente, pero conservaste la calma y terminaste tu pasarela en la plaza principal.

    —Ni tanto bro, he visto mejores— seguimos la caminata por el festival en la plaza del Carmen, ya entrada un poco la noche ibas caminando sola. Siempre me pregunte ¿Por qué eras tan solitaria?; chocaste con Eduardo, por tus tacones caíste encima de él. Te pusiste roja de inmediato, parpadeaste tan nerviosa e inclinándote un poco cuando te incorporaste pediste disculpas y saliste huyendo. —Eso es raro— le dije a mi amigo.

    —Calla hermano, lo notaste estaba llorando y ni siquiera nos vio—

    —No vi nada— conteste tajantemente. Elena ¿Qué te paso esa tarde? Desconozco tantas cosas de ti.

    José María entro a la ducha, el agua estaba algo tibia, sintió como sus músculos se relajaban, por lo menos así ya no olería a borracho. Cuando salió de la habitación, fue directo a la cocina, pero no encontró a su amigo, por lo que subió las escaleras al cuarto de este, toco varias veces antes de abrir la puerta, pero como nadie respondió se interno en el mismo, estaba algo tirado, pero en la almohada encontró una nota:

    Chema tuve que salir de improvisto, men hay comida en el refrigerador prepárate lo que quieras regreso en la noche”

    José María bajo a la cocina donde estaba una cacerola con frijoles y el queso en un toper. Sonrió de manera falsa y fue directo al refrigerador, vio las cervezas pero tomo un poco de jugo en caja.

    —Creo que ya no me gustan los nachos—

    Gonzalo había salido muy temprano, aunque tenía un auto propio prefería usar el bus y caminar. Se encontraba observando por la ventanilla, veía los espectaculares y las personas caminando en ese domingo gris, no llovería pero el sol tampoco saldría. Cuando llego a la estación fue el último en bajar, camino directo a la tumba que era visitada muy frecuentemente. En la entrada compro un ramo de rosas blancas, mientras se acercaba a la morada de Elena recordó también el día en que ella regreso a México.

    Se llama Gonzalo, no es así— Gonzalo desconocía todo de ella, pero acento con la cabeza, pues había escuchado la plática entre ella y Nadége.

    —¿Por qué no le hablas con la verdad?— Gonzalo le hablo en un tono seco y duro, mientras ellas tapaba su demacrada tez con maquillaje.

    —Por favor, no le diga nada a José María— los ojos de Elena se cerraron para ocultar su llanto.

    —Tiene derecho a saberlo, tú has venido hasta aquí por él, cruzaste el atlántico para verlo y te vas, así, sin decirle absolutamente nada—

    —Yo ya le dije todo lo que tenía que decir, el ha tomado su decisión—

    —Entonces no te molestara que le hable de…— Elena se puso de pie y tomo las manos de Gonzalo, las unió y les dio un beso.

    —Yo deseo el amor de José María, no su lastima, si usted a comprendido eso, le suplico que no le diga nada, para cuando el regrese a México, yo ya no le molestare mas, por favor, respete mi petición—Los ojos de ella ya no mostraban vida, Gonzalo se percato de eso, la abrazo y la mantuvo en esa posición un rato hasta que la puerta se abrió. José María había entrado, pero ni siquiera los miro, se fue directo a su habitación.

    —Elena, he cumplido mi promesa al pie de la letra, esta carta que me dejaste, la enterrare contigo, y te hago una promesa nueva— Gonzalo acomodo las rosas en la cruz blanca. Había muchas flores, pero ese día las de él, sobresalían. —Chema tiene que olvidarte o morirá, yo me encargare de que tú seas un recuerdo para él, me oyes, un recuerdo y nada más. Tú no te llevaras a mi amigo, yo lo salvare de ti, aunque estés muerta— por un momento un rayo de sol ilumino el montón de tierra, mientras Gonzalo enterraba la carta. Cuando se limpio las manos se coloco unos lentes oscuros. No dejaba de ver el pequeño número de la tumba.

    —Adiós Elena, desaparece de una buena vez— Gonzalo limpio una pequeña muestra de dolor de sus ojos, mientras se persignaba, su teléfono sonó. —Bueno Gonzalo al habla—

    —Gonzalo hola soy Nuria—









    ¿Quién es Nuria y qué pretende?

    cielos hay empiezan las intrigas y se vuelven poderosas.

    Tu opinión es importante
     
  4.  
    brownie

    brownie Entusiasta

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    El diario de una admiradora


    Capitulo 03: Las buenas acciones

    —Hola Gonzalo soy Nuria.

    — ¿Nuria? Qué alegría.

    — Oye podrías decirle a Chema que se comunique conmigo, la semana que entra iré a México, dile que deseo verlo, es que su cel siempre me manda al buzón—

    —Si yo le doy tu recado— se despidieron y Gonzalo apretó su celular. —Chema te hará bien, ya lo veras— Gonzalo salió a pasear un rato por los centros comerciales. Llego algo noche a su casa donde encontró una nota pegada en el televisor:

    Gracias men, te debo una

    Gonzalo se fue directo al baño, donde se quedo un dormido en la tina. José María tomo un taxi y se fue a su casa, donde el silencio era algo que no había nunca, con seis hermanos más pequeños y a una semana de haber regresado de Francia la atención de todos se centraba en el. Ese día él no quiso cenar se fue directo a su habitación. Encendió una pequeña lámpara y se acomodo en la cabecera de la cama. Saco con mucho cuidado el pequeño libro, estaba envuelto en una blusa blanca, algo amarillenta. Cuando José María lo desenvolvió tomo la pequeña blusa que decía: I Love you.

    —Yo también Elena— tomo el libro y lo estrujo contra su pecho, tenía una rosa marchita de separador, por lo que su olor era muy agradable. Lo abrió y la primera hoja en blanco tenía una mancha de sangre. En la siguiente hoja, José María comenzó a llorar.

    Este diario lo he comenzado hoy, el día en que me han desahuciado, escribiré cada cosa vea, escuche o haga, al menos hasta que tenga la fuerza para escribirlo, es desolador lo sé, pero me siento feliz”

    —Esto fue hace un año, poco después de que me fui— siguió contemplando cada forma de la letra, y hasta el final en lápiz había una pequeña nota.

    No sé si leerás esto algún día, pero si es así, por favor, notaras que las paginas están numeradas, bríncate hasta la pagina cuatro y cuando termines de leer, regresa y lee las siguientes”

    No me asusto, pero me desconcertó el mensaje. Era como si hubieras planeado cada momento de tu vida, incluso en tu muerte. No sé porque lo hice, pero me he brincado hasta la primera página que me has dicho.

    Día uno: Agosto 15
    “Dios es tan extraño, todos saben que morirán, pero no es lo mismo cuando tienen un ultimátum. No me duele morir, es algo natural, Temo que no te veré, nunca más. Soy patética, duele mucho, pero solo entro a la dichosa pagina facebook para ver tu imagen. José María muy pronto sabrás que yo…”

    —No puedo… no puedo— José María ahogo su llanto en la almohada, arrojo al piso el diario que se abrió en una fecha especial, navidad. Desde su cama leyó algunas líneas.

    “Es navidad y ya estoy muy cansada, me fatiga todo, me duele respirar y estas horribles jaquecas son insoportables. Odio maquillarme todo el día, pero detesto la mirada de lastima y compasión de las personas cuando me ven demacrada, acabada. Pero no voy a llorar, no, no lo hare”

    —Chema hijo te dejo un pan en la mesa y hay leche en el refrigerador por si quieres cenar— la voz de esa mujer lo despejo un poco de su estupor.

    —Si mamá. Gracias— limpie mi rostro con las manos, me mire al espejo, mis ojos hinchados de tanto llorar y al igual que tu, me dispuse a abrir facebook, quería una foto tuya, necesitaba sentirte cerca. Teclee varias veces, se abrió el muro, busque tu nombre, nada, no había nada. —Mierda— Golpee la pantalla de la computadora con la mano antes de jalarme el cabello.

    José María comenzó a sudar en frio, ni una foto, nada sobre la joven dueña del diario. —¿Qué mierdas está pasando?— Busco de varias formas, pero nada, la joven había desaparecido por completo para él. —¿Qué diablos voy a hacer ahora?—

    Sentí como se estremeció mi pecho, una desesperación desbordante combinada con la ganas de gritar me invadieron. La rabia también acudió a mí. Regrese a la cama donde me coloque boca abajo. No sé cuánto tiempo paso pero recobre la conciencia cuando la alarma del celular sonó; ya era lunes otra vez, había varias llamadas perdidas y mensajes, pero no les tome importancia, solo quería no ir a ese lugar.

    Después de mucho deambular José María se cambio y se arreglo un poco para ir a la universidad, tomo el pan de la mesa y salió sin despedirse de su madre. Mientras devoraba cada bocado su mente se quedo en blanco por segundos. Al tomar el autobús se fue hasta la parte trasera donde se quedo dormido. En su estado mor recreo una fantasía importante para él.

    José María levántate— él se encontraba durmiendo en su recamara mientras su amada le daba un tierno beso en la mejilla.

    —Un poco mas quieres— el aun adormilado contestaba

    —Pero te tengo una sorpresa, mira— ella se coloco enfrente del espejo y levanto su blusa. José María la veía de perfil completamente, muy delgada, más de lo usual, al menos eso pensó él.

    —Elena no veo nada, vuelve a la cama— Ella sonrió apenada y toco su vientre.
    —Bebé creo que papá necesita lentes, no te ve— José María abrió de inmediato sus ojos y sintió como algo lo jalaba una y otra vez.

    —Joven llegamos a la última estación— José María se despertó muy agitado y apenado.

    —Gracias discúlpeme— bajo muy rápido del bus, subió la pequeña calle para entrar a su facultad. Necesitaba un baño urgente, ese sueño lo había perturbado demasiado. Cuando por fin llego lo primero que hizo fue lavarse la cara en el grifo, salpico varias veces antes de verse en el espejo.

    —Puede ser una posibilidad.





    Un lindo sueño que nunca se volvera realidad.
     
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