Nunca pensaron encontrarse, nunca pensaron que la vida les haría ver que nada es como parece, y que nunca terminas de conocer a las personas, para bien o para mal. Lily siempre se considero totalmente femenina, y que esto bastaba para conocerse a si misma, pero jamás imaginó que esto no fuese cierto, que ni siquiera se conocía a si misma, y que aprender a descubrirse sería díficil. -Amiga, se que eres muy sexy, pero no eres mi tipo- se burló, bromeando. -¿Y cómo se supone que es tu tipo, como Maxxie?- dijo, seria y un poco molesta Naomi. -Viste que te pones pesada altiro- dijo mientras la empujaba y se paraba-. ¿O estás celosa?- se burló nuevamente. -Me gustas- susurró su amiga, nerviosa. -Naomi.. ¿qué dijiste? El mundo de Catalina se centraba en tres cosas: su madre, su buena voluntad, y su mejor amigo y único amor: Matías. Lamentablemente, su mamá la quería mucho, pero siempre trabajaba para mantener la casa, algunos se aprovechaban de su amabilidad al hacer favores, y su amigo, era solo eso, su amigo. Entonces, ¿estaba todo bien? No quería que nada cambiase, después de todo, esa era su vida. Lamentablemente, los sucesos ponían a personas en su camino que ya conocía, mas nunca prestó atención. Ahora, su caracter pasivo atraería la atención de quien menos pensó. -Tú me dejaste sola- se encogió Cata de hombros-. Y... -Se sentía mal- la defendió Stephan-. Además, ¿c+omo dejas a tu acompañante cuando se corta la luz? -No lo se, nos separamos y me quedé hablando con Mariana... Cata sabía que a su amigo le ocurría algo con esa chica... y no podía evitar su dolor. -Ah, claro, entonces.. no tienes nada que reclamarme ni explicarme- dijo, algo molesta-. Permiso... me voy a casa. -¡Espera!- la detuvo Stepan. -No te vas a ningún lado sin bailar conmigo antes.. Acepta a tu acompañante de oscuridad, ¿no?- le guiñó un ojo. -Supongo. Emily había pasado toda su vida completamente enamorada de Emanuel, pero él no parecía prestarle ni la más minima atención. No se rendía, a pesar de que el chico y ella no tuvieran nada en común, él era un genio en el colegio, uno de los más guapos, y sobre todo, serio y con ideales más cientificos. Ella, la "rara" del colegio, soñadora y artistica, ni siquiera en los estudios podía presumir. Ahora, cuando la vida le ponía una piedra más para conseguir el cariño de la persona que quería, posiblemente fuese el momento ideal para acercarse directamente, antes de que fuese demasiado tarde. -No.. yo... quería disculparme por lo del beso del otro día- le dijo, nerviosa. -¿Beso?- la miró, alzando una ceja. -Si.. ese que.. pasó el lunes.. y yo.. --Ah, claro. ¿"Eso para ti fue un beso"?- se burló friamente-. No creo que haya tenido los requisitos necesarios para serlo... aunque.. si fue algo molesto. -Perdón- susurró, conteniendo las lagrimas, pero aún así, sin demostrar lo herida que estaba. Aún así, debería aprender a conocerlo a fondo para sacar su lado humano... -Presiento que esto dolerá- susurró la chica. -La medicina no es lo mío, pero lo intentaré- sonrió Emanuel, tratando de tranquilizarla Hechos que nos marcan y nos hacen pensar nuestra forma de pensar y de ser, a veces para bien, y otras para mal, cosas que nos hacen pensar que estamos solos y nos hace darnos cuenta de lo fragíl que es nuestra vida y lo sencillo que es romper nuestra alma. Soulles, tres historias diferentes, pero a la vez iguales, historias que la vida se encargará de hacerlas una sola...
Del fuego nació todo esto… El colegio secundario San Martín era conocido por encontrarse totalmente dividido. Hombres, al lado oeste, mujeres en el este. Se encontraban separados de tal forma que sus alumnos técnicamente nunca se encontraban ni en los pasillos ni los almuerzos. Era como si se tratase de dos Institutos totalmente diferentes. Los profesores obviamente eran los mismos, pero los horarios debían dividirse de forma minuciosa para lograr una buena organización en un curso de tan solo quince alumnos. Si solo estuvieran juntos… El lugar de los chicos era siempre en su lado, pero nunca faltaban aquellas rebeldes que se escapaban a ver a sus novios, o ellos sus novias. Tal era el caso de Emily Jara, que, aunque no fuera su novio, y él ni siquiera la tomara en cuenta a pesar de vivir a tan solo unas casas de distancia, le gustaba ir a verlo a escondidas y seguirlo de vez en cuando, al notar como pasaba a su lado. Lily Ford ensayaba e el salón de danza junto a Bruno, su amigo, ocultos, obviamente, puesto que la entrada de los muchachos al lado este estaba estrictamente prohibida. Bruno era un chico afeminado, por lo que nadie nunca creía que alguna vez la chica y él llegaran a tener algo. -Una vez más- sonrió Lily, echando una mecha de su pelo castaño oscuro detrás de su oreja. -OK- suspiró él, encendiendo la radio nuevamente. Los dos bailaban ballroom desde hacia media hora, durante el almuerzo. Aún les quedaba tiempo antes de entrar a clases. -Cinco, seis, siete y… La chica amaba bailar, era técnicamente la pasión que su misma madre, una bailarina profesional y actual profesora en la academia de danza más prestigiosa de la ciudad, le había inculcado desde toda su vida. En el colegio era conocida como una de las artista del lugar; pero al mismo tiempo como alguien con una personalidad algo alocada, le importaban pocas cosas de forma seria, de hecho, su misma relación con su novio, Sebastian, parecía más un juego a una realidad. Muchos chicos la perseguían por su mismo carácter divertido, pero también por tener un físico atractivo, con unos ojos café oscuro, su cabello largo castaño y un cuerpo de bailarina obviamente atrayente. Siguieron así durante unos quince minutos más, hasta que decidieron salir al escuchar unos gritos desde el otro lado del colegio, el de los chicos, el cual, irónicamente, estaba más cerca del salón de danza. Catalina, una pelirroja con ojos verdes, quien se encontraba limpiando el salón de biología, sola, puesto que era su “castigo” por culpa de sus “amigos” deportistas. No le molestaba llevar a cabo el castigo, pero si el motivo de estar allí. Siempre le ocurrían ese tipo de cosas a causa de tener buena voluntad, de ser demasiado inocente a veces. -Claro, esto me pasa solo a mi, ¿cierto? - se quejó, barriendo todas las esquinas del lugar-. Debí haberle hecho caso a Evelyn y no hacer todo lo que me piden Ana y Fernanda, pero claro, ella tampoco me defiende mucho.. Cabezas de músculos.. ¡ah! Son mis amigos, pero me aburren la mitad del tiempo. La chica estaba e aquel grupo de “deportistas” populares solo porque allí se encontraba su amiga Evelyn, quien le gustaba tratar de vez en cuando a Catalina como si fuese su esclava. La pasaba bien, no lo negaría, en cierta forma, a veces la hacían sentir “importante”. Y si ella les hacía esos favores no era ara tratar de agradar, al contrario, su carácter era demasiado amable. Entonces, arrugó la nariz al sentir un humo que llegaba por la ventana. -¿Qué.. Es… eso?- tartamudeó. Se fue corriendo al ver que ocurría, pero no sin antes mirar por el vidrio y gritar: -¡Fuego! Emily Jara iba con su cámara de video a escondidas en el sector de los chicos. Ahí, miraba como Emanuel, el chico le gustaba, conversaba con Daniel, su mejor amigo- quien también era amigo de ella-. Ambos eran muy inteligentes, mantenían unas calificaciones intachables, claro, cualquiera tendría esas calificaciones si fuese un “genio” como Emanuel. Él siempre la ignoraba, no la miraba siquiera, definitivamente, no la tomaba en cuenta. Pero esto no significaba que ella perdiera la esperanza de que la mire. Sonrió infantilmente y siguió grabando. Puso uno de sus mechones negros atrás de la oreja y enfocó el lente precisamente en él. Los ojos verde oscuro de Emily lo miraban con detenida precaución, al fin y al cabo, era muy detallista en ese sentido, aunque no le fuese muy bien en el colegio y sus notas decepcionaran a veces; es que simplemente no le agradaba estudiar y punto. Apenas tenía quince años, y tenía muchas esperanzas respecto a su futuro, así que no se rendiría ante nada nunca, jamás. -Si me miraras no tendría que hacer esto- torció el gesto en un susurro, pero sin dejar de sonreír. Unos chicos se acercaron corriendo, sin mirarla siquiera. Después de todo, aunque las reglas lo prohibieran, a los hombres les gustaba tener chicas en su sector. Los muchachos entraron al salón donde estaba Daniel y Emanuel y gritaron: -¡Fuego! ¡Se quema el colegio” Ella iba a correr, ero se le calló la cámara. Se quedó recogiéndola, cuando alguien le dijo: -¿Qué haces? No seas tonta- la tiró del blazer de uniforme y la empujó para que corra. Bajaron las escaleras rápidamente. Al llegar al jardín, vio que el chico que la había empujado era precisamente Emanuel Monsalve, pero ya se estaba alejando junto con los otros estudiantes al patio paralelo. Catalina, Emily y Lily estaban en el mismo lugar asustadas. En medio de un acto totalmente desesperado, no tuvieron tiempo de ir a la salida de emergencia, puesto que el sector de los hombres ya estaba en llamas. -¡No puede ser!- se quejó Lily-. El.. Colegio.. -No es que me guste mucho, pero.. Ay, que miedo- casi gritó Cata. -¡Mi cámara! ¡No!- recordó Emily, y se fue corriendo al lugar del fuego. -¡Oye! ¡No!- le gritó Lily-. Ven aquí, loca. Emily corrió al segundo piso con las otras dos siguiéndola. Vio su cámara en el suelo y la recogió. -¡tú eres una enferma!- la apuntó la castaña. -Yo…- tartamudeó, mirándola-. Es que no puedo perderla..- sonrió-. Además, nadie te dijo que me siguieras. -¡ESTABAS EXPONIENDO NUESTRAS VIDAS! -Oye, cálmate- la intentó detener Catalina. -Mejor vámonos- suspiró Emilia-. Y deja de gritar como.. -Deja de hablar tú- espetó la otra. Volvieron al lugar, pero al llegar vieron al director del colegio junto con el resto del colegio. Al parecer, era la primera vez que se veía a los dos bandos de colegio tan mezclados. -¿Quiénes son ustedes?- preguntó el director, molesto. -Eh… no es que quiera burlarme ni nada, pero somos estudiantes del colegio San Martín- sonrió Cata. -La falta de respeto conmigo, no- ordenó-. ¿Acaso provocaron el incendio? -¡¿Qué?!- gritó la morena. -¡No!- se empezó a defender Lily-. Jamás me juntaría con ella, Catalina Paredes está en el grupo de los cabeza de músculos.. Y ella- señaló a la otra- es rara. -¡No ES cierto! - gritaron las chicas, enojadas. -Las tres, fueron ellas. Lo se, las vi acercarse a nuestro edificio, y las tiene aquí, ¿no es obvio?- dijo Stephan, un chico que estaba en el mismo grupo deportivo de Evelyn y Catalina. -No, ni siquiera son amigas- justificó Daniel, mirando a Emily, quien le susurró un “gracias” solo articulando los labios. Daniel nunca le fallaba. Se trataba de alguien muy dulce, totalmente contrario a Emanuel, su mejor amigo. ¿Podían dos personas tan diferentes llevarse tan bien? Los dos eran muy guapos, el primero por su cabello castaño claro, sus ojos café y su carácter tan gentil con ella. Vivía a tan solo dos casas de Emily, y el otro.. A cuatro. -Nadie dijo que necesitaban serlo para hacer una “broma”, ¿qué hacían ellas así, no se supone que ese era el “campus de los chicos”?- sonrió picaramente Stephan. Stephan Robles era el típico adolescente que e encantaba hacer deportes, se la pasaba entre clase y clase en la cancha practicando fútbol, basquetbol, hamball, etc. Sus ojos eran verdes y su cabello castaño algo rojizo, esto le daba un aspecto realmente atractivo, lo cual lo convertía en alguien arrogante. Era guapo pero demasiado.. “cliché”. -Yo solo fui por mi cámara- se acercó Emily-. Lo juro. -¿Y qué hacía su famosa cámara en ese sitio? -Yo…- se puso nerviosa. -Y yo estaba ensayando en el salón de danza- se justificó Lily. -¿Sola?- alzó una ceja el director. -Si- mintió deliberadamente. -Yo no estaba aquí, me encontraba castigada- se quejó la pelirroja-. Lo sabe bien, director. Usted mismo me dio esa tarea. -¿Quien dice que no escapaste?- se acercó más el otro chico. -Stephan, yo no fui- repitió. Todo el colegio estaba mirando a las tres chicas, sorprendidos por la forma en que se había tornado todo. Unos bomberos intentaban apagar el fuego, y lo estaban logrando poco a poco claro, no sin antes demostrar que poco sería lo que quedaría de ese campus. -Dado que son las únicas sospechosas hasta ahora, las tres quedarán castigadas después de clases durante el tiempo que sea necesario para que confiesen o encontrar a los verdaderos culpables. Limpiarán éste desastre que quedará en las ruinas de aquel sector del colegio- señaló el casi nulo incendio-. Mientras trabajemos para reconstruirlo. -Bien- suspiró Catalina. -¡No!- susurró, triste Emily, ya tenía suficiente con sus calificaciones por no estudiar, la forma en que su papá le decía que ella era inteligente, que podía más, y ahora un castigo. -¡ESPERE!- gritó Lily-. Haga una excepción, no podré ir a danza y mi madre me matará. ¡FOMENTE EL TALENTO! -Todos aquí tienen talento, señorita Ford- espetó, molesta la maestra jefe de su salón-. Catalina es excelente argumentando, y Emily es una futura cineasta de renombre. No pida esa clase de excepciones. Lily pensaba en Naomi, su compañera de danza y Vanesa, su otra amiga que prefería música, aún asi, ambas chicas también iban a la academia, no quería que pasaran por ese interrogatorio tipo película de misterio que les hacía su madre cada vez que ella no se presentaba a una clase. Le encantaba bailar, pero no como una obligación. -Púes tendrá que cancelarlo- le dijo el director. Cuando Emily llegó a su casa no había nadie aún, eran las siete de la tarde. Suspiró, estaba cansada, no sabía porque tanto y torció el gesto, no quería estar toda la semana con esas dos chicas y encima castigada. Conocía a Catalina y a Lily, pero no lo suficiente para pasar tanto tiempo juntas. Sus amigas eran Alejandra- la chica de mejores calificaciones en su clase- Mariana, quien podía llegar a ser tan extraña como ella- y Victoria- una chica que siempre la apoyaba en todo y le gustaba el animé-, no esas dos. Subió hasta su pieza, tomó su camara de video y comenzó a ver el video del día. Su sueño era ser cineasta, por eso grababa todo lo que le gustaba, o creía perfecto para una película o que sea digno de ver, y en algunos casos era Emanuel Monsalve. Quizás tenía una pequeña no tan pequeña obsesión con éste chico, pero no podía evitarlo, él era perfecto, hermoso, buenas notas, buen hijo, buen.. ¿amigo? Lo cierto era que se caracterizaba por ser muy solitario, su única compañía era Daniel, muchos decían que vivían en un mundo gris. Emanuel vivía a solo unas casas de ella, y lo conocía desde hace un par de años, cuando se mudó allí y al mismo tiempo ingresó a su colegio. Tenía el pelo negro azabache, la piel blanca, casi pálida, y sus ojos café oscuro tan perfectamente… OK, estaba mal, pero no le interesaba, total nadie sabía de esto, solo ella. Escuchó el sonido de la puerta, bajó corriendo y saludó a su padre. -Hola- sonrió. Augusto Jara era un padre soltero, su ex esposa había marchado a trabajar a Corea hacia quince años, cuando Emily aún tenía unos meses de nacida, y desde entonces solo la habían visto tres veces, una navidad, un cumpleaños y por cámara por medio del computador. Él se había encargado de cuidar de Emilia desde siempre, a pesar de ser un hombre profesional y serio, le entregó todo el cariño necesario a su hija sin descuidar su trabajo de Profesor Universitario. -Emily… ¿quieres venir un momento?- se sentó en el sofá del living. -¿Qué pasa?- se acercó y se sentó junto a él. -Se trata de tu mamá… -¿Le pasó algo?- se asustó-. Ay, debe ser tan divertido trabajar en la televisión de Corea, como productora… -No le paso nada- contestó, cortante el hombre; no le gustaba utilizar ese tono con su única hija, pero era lo único que podía hacer para ni ilusionarla cada vez más. -Entonces..¿qué pasa? -Tu mamá… está viviendo aquí hace una semana. -¿Enserio?- sus ojos brillaron. -Si.. Pero… no quiere que la busques- susurró, triste, al ver que la sonrisa de su hija desaparecía inmediatamente. -¿Por… qué?- frunció el seño. -Ya sabes como es de.. Profesional. No tiene tiempo, Emily, está en la ciudad meramente por trabajo. Es todo. La chica solo asintió con la cabeza tristemente. Admiraba a su mamá, enserio, pero simplemente no le dolía tanto las palabras de su padre debido a que era difícil querer a alguien que apenas conocía. Lile iba molesta al parque cercano al colegio, odiaba a cualquier persona que tuviera que ver con el incendio de colegio. Ahora debería faltar a sus clases de danza y su mamá la mataría. Que lindo. -¡Ah!- gritó-. Estupido colegio, estupida gente pirómana, entupidas chicas raras esas, estupida escuela de danza, estupida Sofía.. Ah- volvió a gritar, enojada. -Ey, cuidado. -¿Qué?- Lily se dio vuelta y vio como “ese” chico con Skate venía muy rápido hacia ella. Se tiró al suelo rápidamente, intentando esquivar a Maxxie, quien iba a toda velocidad hacia ella. Pero él se tropezó con el píe de Lily y calló encima. -¡Ah!- se quejaron ambos. -¡Eres un idiota! ¿Acaso no sabes andar en esa tabla con ruedas?- chilló la castaña. -¿Y tú? Parece que tienes píes solo para bailar- le replicó él. Maxxie era el chico más liberal del colegio, le gustaba andar en skate y divertirse con sus amigos y Karla, su única amiga, por la tarde. Muchos decían que se vería mucho más decente si se quitara esos pantalones algo rasgados y la camisa a cuadros, pero otros comentaban que le iba muy bien aquel estilo. Tenía el pelo castaño caro, un rasgo que combinaba muy bien con sus ojos grises y su piel muy blanca. A Lily no le llamaba para nada la atención ese chico, ni en lo más mínimo, ya que ella sabía que no se trataba de alguien con sus mismos intereses. Ella era más decente, aunque igualmente de libre, acostumbrada a vestirse con ropa que representaba tal cual era, algo alocada, pero centrada en lo que quería. Se vieron el uniforme, obviamente te conocían. -Claro, tú eres la chica que quemó el colegio- rió él. -Yo no fui- gritó, furiosa. -Cálmate- se burló nuevamente. -¡Nunca quemaría la parte de los chicos! ¡¿De qué me serviría a mi?! ¡Soy una chica! -Eso puedo notarlo- la miró de píes a cabezas. -¡TONTO!- lo empujó. Llegó rápidamente a su casa, se quitó el uniforme y se vistió con un pantalón a media pierna café y una blusa manga corta color crema. Al bajar vio a su papá sentado en el sofá tocando la guitarra inspiradamente. Gustavo Ford era un compositor de prestigio, y se caracterizaba por llevar una vida muy relajada y estar profundamente enamorado de Sofía, su esposa. Ambos le daban mucha libertad a su única hija, pero siempre manteniéndola al borde de las artes. -¿Cómo estás, papá?- lo saludó. -Tu mamá te busca, cariño- dijo de forma seria. -¿Qué ocurrió? -Será mejor que vayas. Fue al patio trasero, ya eran las siete de la tarde y aún quedaba el sol de noviembre. Sofía limpiaba las zapatillas de daza de Lily. -No fuiste a clase hoy- la miró con sus ojos celestes. -Sofía, estaba ocupada- intentó justificarse Lily y su madre jamás peleaban. -¿Más importante que lo que te apasiona? ¿Qué hacías? -Ya da igual, fue algo sin importancia- mintió-. Lamento haber faltado, mañana iré a ensayar. -¿De qué hablas? -Que como falté hoy yo… -No, tienes que ir ahora, ya llamé a Bruno, te está esperando en la escuela. -Pero… Sofía, estoy cansada, no quiero ir… -Debiste pensar en eso ántes de faltar. -Pero.. Arreglé tus zapatillas- se las tiró. Catalina Paredes era una chica que se portaba bien siempre, con mucha disposición. Prefería ocultar su carácter, no para evitar los problemas, si no porque gracias a su forma de ser nunca los tenía. -Mamá… ¿qué pasaría si..?- empezó a decirle a su madre. -¡¿Se quemó tu colegio?!- preguntó, espantada la mujer. -Eh.. Si, pero de eso mismo quería hablarte. La señora viuda de Paredes era una mujer muy bella, apenas tenía treinta y ocho años. Su esposo, el padre de Cata, había muerto de una terrible enfermedad cuando la chica apenas tenía cinco años. Pero ella no era una mujer débil, por lo que supo reponerse al poco tiempo y siguió trabajando en el banco, donde ya llevaba hasta la fecha doce años. -No, estaba en el salón de biología. -¿Estudiando?- sonrió. -Algo así- torció el esto al recordar la broma pasada que se vio obligada a hacer y fue descubierta. La pelirroja no tenía las mejores calificaciones, pero definitivamente era muy estudiosa y le gustaba serlo. -Que bueno que no halla ocurrido nada, cariño- suspiró-. Ahora, ve a cambiarte, cenaremos fuera. Ella asintió con la cabeza y se fue a su cuarto. Aún no era tiempo de decirle a su madre que la habían culpado del incendio del colegio San Martín. Tomó una polera larga azul con estampado, un pantalón negro, botas y una chaqueta de cuero corta. Su moda usual de vestir era totalmente diferente a su manera de actuar. Al lugar que fueron a cenar era muy casual, por lo que Catalina no se sorprendió al chocar con alguien alto y firme mientras buscaba una mesa. -Ay- se quejó la pelirroja. -Cata- sonrió Stephan-. Discúlpate- ordenó, burlandose de la buena disposición de la chica. -Tonto- lo empujó, riendo débilmente. La señora Paredes se acercó hacia ellos rapidamente. -Cata, ¿Quién es tu amigo? -No es mi.. -Soy Stephan Robles- sonrió él-. Hola. -Un gusto- le dio la mano ella-.¿Quieres acompañarnos a cenar? -No… vine a comprar para llevar, mis padres me enviaron- señaló la bolsa en su mano izquierda-. Bueno, adiós, Cata, Señora Paredes. Mientras cenaban, la señora Celia no pudo evitar decirle a su hij: -Es un lindo chico, ¿te gusta? -No- admitió, sincera, mientras sus pensamientos se iban lejos, a otra persona. -Púes creo que podría pasar algo con él. -¡Mamá!- torció el gesto. En ese instante, sonó el celular de Catalina. -Matías- lo saludó, contestando rápidamente, sintiendo que podía relajarse un poco. -¿Estás en casa? -No, ceno con mamá en el Metric. -Ah, claro, ¿vamos mañana juntos al colegio? -Como siempre-.. Bueno, adiós. -Bye. Si, a ella le gustaba su mejor amigo desde hacia unos meses que lo había descubierto, pero aún no estaba segura de esto. Ya eran díez años de amistad. ¡¿por qué se dio cuenta hasta ahora? Como era de esperar, al otro día en el colegio, el director dio el anuncio que todos ya imaginaban iba a dar. -Lamento informarles, que la reconstrucción del lado oeste de colegio se tardará al menos un año, por lo que los chicos llevarán a cabo las clases con las muchachas. Todos sabían de que forma llevaría a cabo eso, los hombres con las mujeres… juntos en un salón. Eso sería divertido de ver. Catalina, Emily y Lily estaban en el segundo C. Era un curso de apenas quince alumnos, por lo que no se requirieron muchos cambios, con los demás quince hombres, serían treinta. -Es increíble que haya ocurrido esto- se quejó Lily, quien estaba sentada junto a Naomi, observando a todos a su alrededor. Su rubia amiga no decía absolutamente nada, solo se miraba las manos nerviosamente. -¿Qué te ocurre?- le preguntó la castaña. -Yo.. -¿Naomi?- la instó. -Me gusta alguien- soltó de golpe. -¿Quién?- sonrió Lily-. ¿Un chico? ¿Es lindo? -Yo.. No… La profesora de gimnasia llegó rápidamente y se fueron todos al gimnasio. Catalina era una de las pocas personas felices con el cambio, y es que le agradaba compartir sus clases con su mejor amigo. Sus amigas aún encontraba que sería demasiado difícil acostumbrarse a pasar tanto tiempo con hombres. -¿Con quien te sientas?- preguntó Alejandra a Emily. -¿Ah? Con Daniel- dijo, algo distraída, estaba algo mareada y sentía como si fuese a resfriarse. -Yo me siento con Emanuel- Emily la miró, asombrada-. No se lo digas a nadie esto que te contaré… pero… me gusta, es muy lindo… siento que es como mi alma gemela, somos iguales. -Eso he oído- susurró la morena. -Creo que deberíamos estar juntos. -No lo creo- susurró la otra. -¿Cómo?- preguntó Alejandra. -Nada, olvídalo. -OK, chicos, vamos a empezar la clase y como aún no tenemos un plan de estudio para estos días que nos restan de clases, jugaremos un pequeño partido de basquetbol- la profesora tomó el balón y dijo-. Vamos a hacer tres partidos, serán seis equipos, y yo los formaré para que puedan conocerse mejor, ¿OK? Todos los alumnos alegaban y la profesora se reía mientras buscaba la lista del nuevo curso. -Equipo uno- empezó a nombrar-. Emanuel, Emilia, Alejandra, Nicolás y Valentina. Dos, Stephan, Catalina, Evelyn, Christian y Maximiliano. Tres, Lilian, Sebastian, Karla, Vanesa y Bruno. Cuatro, Cristóbal, Valeria, Ana, Flipe y Jorge. Equipo cinco, Florencia, Fernanda, Victoria, Matías y Pablo. Finalmente el seis, Daniel, Fernando, Mariana y Naomi. La profesora dejó la lista a un lado y tomó un estuche. -Ahora, haré un sorteo para ver quien juega con quien. -Yo la ayudo- dijo Fernanda, tomó el estuche y dijo-: El quipo cuatro con.. El cinco, el uno con el seis, y el dos con el tres. -¡¿Qué?!- gritó Lily-. Esto es injusto, en se equipo solo hay deportistas. Emily puso los ojos en blanco, enserio le molestaba a veces Lily, solo sabía quejarse. -Y… ¿tienes miedo de perder contra mi?- se burló Maxxie. -Tú.. Cállate, ¿si? Imbecil- dijo, enojada. -Haber, señorita, evitemos la agresividad. Ahora, reunanse los quipos. Empiezan dos y tres. -Genial- susurró Lily. -Ya cálmate- la abrazó por la espalda-. Igual podemos ganar. -Si perdemos, será tu culpa, Bruno, y te obligaré a ensayar tres horas más de lo debido. -Lo que tú digas, Sofía dos- Lily le frunció el seño y Bruno solo se rió y la arrastró donde estaba el equipo. El primer partido había empezado y la mayoría de las veces la pelota la tenía el equipo de Stephan, no era de extrañarse, ya que como había dicho Lily, en el equipo casi todos eran deportistas. -¡Cata!- gritó Stephan para pasarle el balón. -No, a mi no- dijo, demasiado tarde, ya que el chico ya se la había lanzado. Para su mala suerte, la atrapó Sebastian, quien luego se la tiró a Vanesa y ésta hizo un punto. -¡Torpe! Te grité que la atraparas- lo que más odiaba Stephan era perder, y a éste paso eso era lo que iba a suceder. -Te dije que no me la pasaras. Maxxie tenía el balón y no podía dejar que el equipo de Lily le ganara, así que se lo lanzó a Christian, pero como su puntería no era la mejor le llegó a la chica en pleno rostro. Lily calló de espalda, Vanesa y Naomi corrieron hacia ella junto con todos los alumnos y la profesora. -¡¿Qué mierda te pasa a ti?! ¡Ayer casi me matas con tu triciclo, payaso de quina! ¡¿Y ahora quieres romperme la cara’! ¡¿Tienes algo en mi contra?! Eres un imbecil- gritó, muy enojada mientras sus amigas la ayudaban a pararse. -¡¿Payaso?! ¡¿Por qué mejor no mueves tus píes, delicada bailarina y dejas de comportarte como una princesita del ballet?! Ni siquiera una pelota sabes atrapar. Además, creeme, con ese rostro, te hubiera hecho un favor, ¡AL MENOS HUBIERAS TENIDO UNA EXCUSA PARA DECIR PORQUE ERES TAN HORRIBLE! -¡ERES UN…!- Lily estaba dispuesta a golpearlo, pero Naomi la detuvo. -Ya. Basta- la tomó por la cintura y luego la miró de frente-. Lily… tu nariz.. Está sangrando. La mano de la chica fue directo a su rostro. -¡Ahora si te mato! -Ok, OK, suficiente. Esto no es más que un pequeño incidente. Todos vuelvan al partido, Naomi, lleva a tu compañera al baño- después de decir esto, la profesora tocó su silbato. Lily presionaba su nariz y miraba el techo del baño. -No hagas eso, ¿si?- Naomi sacó un pañuelo de su bolsillo-. Déjame ayudarte. -Yo puedo sola, tú ve a jugar- se dio vuelta hacia el espejo, pero la otra chica la giró hacia ella. -¿Por qué eres tan terca a veces, amiga?- tomó el rostro de Lily presionó su nariz con el pañuelo-. Por eso es que siempre peleas con Maxxie, ambos son igual de estupidos. -Yo igual te quiero, Nao- dijo seria mientras su amiga se reía. Ya iban en el tercer partido y el equipo de Emily iba perdiendo. Emanuel estaba molesto, y se enojó aún más cuando vio que la chica se quedaba parada a un lado de la cancha. -¿Quieres por favor prestar un poco más de atención al juego? Estamos perdiendo, y no es precisamente nuestra culpa. -Yo.. Lo siento- musitó. -¿Estás bien?- el animó del chico había cambiado completamente, la rabia se había ido y ahora estaba más bien preocupado. Él conocía a Emily, la encontraba una chica muy linda, pero nunca le prestó atención realmente. -Si.. Es solo.. Que.. - la chica comenzó a sentirse realmente mal, su pulso empezó a acelerarse y su respiración a ser entre cortada. -¿Tienes algún problema al corazón? ¿O algo así como asma? -No.. Que yo sepa.. No… Emanuel comenzó a observarla detenidamente, había leido algunos libros de medicina de su mamá, quien era doctora, y… no, era imposible. Ella era muy joven. La profesora se acercó a Emily y Emanuel al ver que estaban ahí parados sin hacer nada. -¿Qué sucede, chicos? ¿Emily? ¿Te sientes bien? Esto fue lo último que escuchó la chica, ya que después de unos segundos, todo se volvió negro. :o J ti! Otra historia. Acá nosotras allá quien? Ewe.. Esta es diferente.. Mm… yo.. No se que decir *se seca las algrimas*. Emoción mode on! Quiero agradecer éste premio a la Academia y… okno J La canción que escuchamos escribiendo éste capitulo fue Breathe de G-dragon (si, lore, coreanos) Personajes nuevos, historias totalmente nuevas... e.. inesperadas? xDD Cariños, besos y abrazos: L3
Holi xD! Ya! si lei, despues de muuucho rato de tener la pagina abierta y no querer mirarla xD! Haber por donde empiezo...Tenía un poco de miedo de que esta historia fuera a tornarse parecida a Quien dijo blablabla... Pero me he llevado una grata sorpresa, me agradó, aunque ya estoy odiando un poco a Lily! no me agrada ese toque de antipatía que tiene el personaje frente a las otras dos, esa superioridad que la verdad creo que no es mas que una mera fachada, bueno xD, quizas no y si es asi de irritante el resto de la historia. Debo admitir que el pelotazo en la cara me lleno de satisfacción xD!!! Emily me parece una persona un poco...extraña xD! Esa obsesion con Le...Perdón, Emmanuel XD se me hace ligeramente conocida. Y por que NO ME SORPRENDE que su mamá haya estado por Corea xD? no me sorprendería tampoco que le trajera un Coreano en el bolso.... Y Cata...Cata xD! pobre florecilla manipulable xD! Asi que ama secretamente a Matias...no me gusta ese nombre xD! creo que cree una especie de repulsion por el nombre aquel a causa del desgraciado de la otra historia! Bueno, cada vez capitulos mas largooooooooos! xD me cuesta un poco leerlos, pero hago el esfuerzo Un beso <3
Complicated Catalina iba saliendo del gimnasio con su mejor amigo, Matías. Si, él era el chico del que hace poco había descubierto sentía algo más que una bella amistad de años. Simple y sencillo, le gustaba, y mucho. Es que era imposible no sentir algo así por alguien a quien conocías completamente, que era cien por ciento sincero contigo. Además de ser muy lindo, tenía el pelo castaño oscuro, los ojos plomos, casi verdes. Estaban bromeando, hasta que ella dijo: -Matías, puedo decirte algo… ¿no?- intentó que en su voz no notase los nervios que tenía. -¿Qué ocurre? -Me gusta alguien. -Hey, ¿Quién es? ¿Stephan?- se burló. -No.. tú- dijo, muy rápido, pero Matías igual lo escuchó.. -¿De qué hablas?- la miró, y luego comenzó a reírse-. Cata, me asustaste. -¿Qué?- sonrió, intentando disimular su tristeza. -Casi me creo la broma, que chistosa eres. -Ja ja, si, buen, ya sabes, me gusta hacerte reír. -Lo mejor es que vayamos a casa, señorita comediante. Ella solo se encaminó, no quería que la viera a la cara. -Debes admitir que adoras tener a tu mejor amigo pegado a ti incluso e las horas de clases. Fue una buena idea que quemaras el colegio- la molestó, riéndose. -No fui yo- repitió, molesta. Su mamá aún no sabía nada de la broma, y el director daba por hecho que las tres chicas les habían contado a sus respectivos apoderados. -OK, te creo, querida pelirroja- la abrazó por los hombros. Más tarde, ésta caminaba tranquilamente hacia su casa, cuando sintió que alguien estaba junto a ela. -Me asustaste, tonto. -¿Por qué me tratas así, Cata? Debería ser yo el que esté enojado porque casi nos haces perder en gimnasia. -Fue tu culpa, además, es solo un juego. -No fue mi culpa, te dije, atrápala, y tú no lo hiciste, ¿desde cuando dejaste de ser tan obediente? -Eres muy malo, ¿sabes? -Haber, Cata, párate de cabeza- se comenzó burlar de la chica. -Ya, deja de molestarme, cabeza de músculo- le dio un golpe con su mochila, mientras él n dejaba de reírse. Cata no solía utilizar la violencia ni insultos, pero Stephan la estaba sacando de sus casillas. -¡Cata, Catalina!- llegó corriendo Evelyn- necesito que me hagas un favor inmenso, tengo que entregar un trabajo de química mañana, y hoy tengo entrenamiento hasta tarde- le pasó unos cuadernos-, procura que quede bien, ¿si? Necesito aprobar esa materia. -Eh… bueno- susurró ella recibiendo los libros. -¿Qué haces? Es su trabajo, no tuyo- dijo, molesto Stephan. -Catalina es una buena amiga- se defendió la morena. -Pero no es tonta y tú eres una mala amiga- tomó los cuadernos y se los devolvió-. Ten. Has tu trabajo sola- tiró de la mano a Cata y se la llevó. Una vez lo bastante alejados, ésta última se soltó y lo encaró. -¿Qué te ocurre? Yo puedo hacer lo que quiera y todos los favores que se me de la gana- se quejó. -Lo siento, fue mi buena obra del día- se burló Stephan-. Está bien hacer favores, pero tú te pasas- se rió de ella. -No quiero ser grosera contigo- sonrió-. Pero podrías.. No se.. ¿retirarte? El chico fingió estar ofendido y dio un paso atrás de la chica, susurrando un “está bien”. Cuando ella se disponía a caminar, escuchó: -Muy bien, ahora no me iré, ¿en que estábamos?- le dijo a su espalda. -¿No entiende una indirecta?- se frustró, diciendo en voz baja-. Te estoy pidiendo que me dejes en paz, ¿te cuesta mucho hacerme un favor?- se hartó, casi gritando. -Lo siento, pero yo no acostumbro a hacer favores. A lo lejos, Matías la esperaba en la otra cuadra. Sus ojos se iluminaron, y olvidó por completo al pelirrojo que estaba a su espalda, la discusión, los favores, todo. -OK, como quieras- soltó, alejándose de él y llegando al lado de su mejor amigo. -¡Hey! Cata, me estaba haciendo viejo, esperándote- rió el castaño. -Lo siento.. Yo.. Solo me distraje- le sonrió. -Con Stephan… mucha cercanía con él. ¿Me eres infiel?- bromeó. -No tienes de que preocuparte- le siguió el juego, siempre acostumbraba a hacer lo mismo con ese juego de “tú eres mía”. -¡Ah! Cata, que haría sin ti. Porque tengo la mejor amiga, porque tengo la mejor amiga- comenzó a cantar, riendo. -Serías un completo inútil- rió la pelirroja. -Lo se- sonrió-. Por tu demora en el camino, me compras un helado- rió. -OK, pero mañana es tu turno. Stephan observaba la escena desde unos metros. -¡Adiós, Cata! Gracias por despedirte- le gritó cuando ella se alejaba. -OH, lo siento, bye, Stephan. El chico se sentía abandonado, nunca le habían dejado solo con la palabra en la boca, y menos una “buena gente” como Catalina. Naomi y Lily iban camino a su ensayo, ésta última aprovecharía que los viernes no se quedaría a ese tonto castigo. Vanesa ya se había ido, ya que tenía clases de guitarra y definitivamente no se las perdería. -Lily- susurró Naomi. -¿Qué? -¿Recuerdas cuando te dije que me gustaba alguien? -Si…- Lily sabía para donde iba esta conversación, su amiga le confesaría quien le gustaba. -Bueno…- ¿qué tal si ese alguien no fuera un chico? -¿Ah?- miró a su amiga. -¡Hey! Princesita bailarina. -¿Qué quieres ahora- preguntó en tono cansado. -Ya me voy a la academia- escapó la rubia. -Claro, Nao, te alcanzo. -OK. -¿Qué sucede?- giró su cabeza a Maxxie. -Solo quería disculparme por el pelotazo. -Descuida, no hay nada que un par de cirugías no arreglen- bromeó. -Entonces.. ¿todo bien ¿Amigos? -Ni en tus mejores sueños, “skater boy”- dijo antes de marcharse con aire engreído. Más tarde, Lily ensayaba un baile contemporáneo junto a Naomi, la castaña estaba molesta, y paró la música nuevamente. -¿Puedes concentrarte y hacerlo bien?- le gritó. Naomi se enojó, y cuando ésta fue a poner la música de nuevo, le hizo una zancadilla, lo que causó que la chica se sujetase de la blusa de la otra y cayera encima de ella. Ambas se miraron por un par de segundos hasta que Lily dijo: -Amiga, se que eres muy sexy, pero no eres mi tipo- se burló. -¿Y cómo es tu tipo? ¿Cómo Maxxie? -Altiro te pones pesada- dijo, molesta y la empujó. Se paró-: ¿o esás celosa, amiga?- volvió a burlarse. -Me gustas- soltó Naomi, molesta. Lily se alejó un metro de su amiga, asustada por la confesión -Naomi. ¿qué dijiste? -Eso.. Que me gustas, sé que es raro, pero creo que ya era hora de que lo supieras- suspiró -No puedes decirme eso así de la nada. Eres mi mejor amiga- buscó algo más que decir, pero obviamente no encontraba nada. Se sintió perdida, desorientada, y de repente, el momento de hacía un rato se volvió en algo demasiado incomodo. Esto definitivamente no estaba en sus planes -Creo que si puedo decírtelo- sonrió la rubia. -El ensayo terminó aquí- se dio la vuelta para marcharse -¡No!- pidió Naomi-. Si te vas, luego nada será como antes, Lily. Solo dime si al menos sientes algo.. Pequeño por mi, me sire hasta el odio- musitó, riendo amarga. -Naomi, ya te dije, eres mi mejor amiga, solo eso, y no quiero pederte como tal. -Hablamos luego- dijo, de la nada la otra -¿Qué? -Tengo que llegar a casa ahora -Ahora soy yo la que siente que nada será igual a antes. -Es que nunca lo será, al menos no hasta que deje de sentir esto. -Pensé que éramos mejores amigas por siempre. -Y yo pensé que podría controlar esto que siento durante un tiempo más- se acercó a Lily y tocó la cara de la chica suavemente Volvió a acercarse de forma cautelosa, cada vez más y más. Lily quedó en shock ¿Qué estaba haciendo Naomi? No se atrevería, ¿cierto? -¡Basta!- susurró, mas la chica n hizo nada, solo siguió acercándose. Hasta que ya no quedaba distancia, y le dio un corto beso e los labios. -¡Basta! ¡Naomi! ¡Yo no soy como tú!_ le gritó, empujándola-. Tengo un novio, ¿recuerdas? Sebastian. -”¿Cómo yo?” No soy un bicho raro, ¿sabes?- la miró, dolida -Me acabas de besar, ¡¿qué quieres que diga! -Hablamos después- Naomi tomó su bolso y se marchó. Emily despertó con un pitido a su lado. Sintió una sonda que le molestaba bajo la nariz. Todo daba vueltas y las paredes color crema la mareaban aún más. Empezó a recordar de forma lenta lo de la tarde anterior, pensó en su madre, su papá le dijo que estaba en la ciudad, pero por trabajo. Ella no quería verla.. Tenía que olvidar eso, al menos por ahora. Suspiró, cansada, miró la ventana. La luna de noviembre la iluminaba un poco. -¿Cómo te encuentras?- dijo una suave voz a su lado. Se giró y vio a una mujer delgada y bajita a su lado, con una bata anca, la que tenía una placa con el nombre: Dra. Andrea Monsalve, cardióloga. Emily conocía a esa joven señora, era vecina suya, vivía a pocas casas… Y era la madre de Emanuel. Sonrió para sus adentros al recordar al chico que tanto le gustaba, pero luego se sintió mal al pensar en la tonta que fue al desmayarse justo al lado de él. -Supongo que bien- susurró-. Mi papá… ¿está… -Fue por un café, tranquila. -¿Qué tengo?- cuestionó, nerviosa. -Te hemos hecho unos exámenes, el lunes por la mañana puedes venir por ellos con tu papá. ¿Qué has sentido últimamente? -¿Uh? Yo.. Me he cansado muy seguido, me mareo un poco, siento que mi pulso se acelera de la nada- tartamudeó-. Y algo de tos. -Ya veo- susurró la mujer, intentando ocultar su miedo-. Bueno, no te preocupes, yo te conozco, ¿no? Somos vecinas, te ayudaré en lo que pueda… -Gracias.. ¿es grave? -Y… S.. no lo creo, primer debo ver los exámenes. -OK, ¿Cuándo me puedo ir? -Mañana por la mañana- sonrió. La puerta de la habitación se abrió rápidamente. Emily se quedó quieta, observando a la mujer que acababa de llegar. Era muy hermosa, elegante. -¿Quién es usted?- preguntó la doctora. -La pregunta debería ser otra, ¿qué hace usted con mi hija?- contestó, altanera. -Yo soy la doctora y no recuerdo haberle dejado pasar, como tampoco me acuerdo de la madre de Emilia. -¿Ma… mamá?- susurró la chica con un poco de felicidad, no mucha la verdad. Al menos no como esperaba sería un encuentro con su progenitora. -¿Emilia ¿Tú..? Vaya, eres grande y. linda -¿Qué haces aquí?- torció el gesto -Vine a verte, tu padre me avisó que estabas en el hospital.. Per no creo que haya sido lo mejor. -Pero..- tartamudeó, desilusionada. -Nos vemos otro día- dijo, y salió, extrañada Emily se quedó quieta, con los ojos llenos de lagrimas Se suponía que ese era el momento que siempre esperó en su vida, y resultó ser un fracaso. -¿Quieres que te deje sola?- preguntó la doctora Ella solo asintió con la cabeza. Al día siguiente, se sentía triste, estaba sola en su casa, viendo el techo tiara en la cama Su mamá no la quería, al menos no hablarle. ¿Qué se suponía que l iba a decir en todo caso No podía culparle, eran casi desconocidas. Se puso de píe y salió a la calle, era sábado y había un muy bello sol. Llevaba su cámara en su mano mientras grababa todo a su alrededor Vio salir de su casa a Emanuel. Sonrió para sus adentros. -¡Tú!- escuchó que le decía alguien -¿Si?- lo miró Se traba solo de Daniel. -Te estaba buscando, quería saber como estás después de incidente en la clase de gimnasia -Bien. Mejor, digo, lo más seguro es que sea algo tonto como asma De todas formas, el lunes por la tarde iré por mis exámenes- respondió, algo distraída, mientras el latido de su corazón se aceleraba al ver que Emanuel iba en su dirección -Emily- le habló-, mi mamá dice que… ella te invita a cenar a ti y a tu papá a mi casa. -¿Eh?- dijo, embobada- Yo… lo.. No puedo- soltó. -¿Qué? OH, bien. En ese caso, otro día será -Si- siguió en las nubes. -OK, supongo que nos vemos -Si. -Adiós, Emily -Si, digo adiós- respondió ella, sonriéndole. -Daniel, te espero para estudiar en una hora. -Claro. Él se alejó, con aquella cara tan sería que lo caracterizaba. -¿Qué harás esta noche que no puedes?- la miró, Daniel. -Nada -¿Entonces..? -No quería ir- mintió, incapaz de confesarle que fue presa del miedo. -Bien, entonces. ¿qué te parece salir conmigo? Ir a dar un paseo, puedes grabarlo. -Eh. Claro, ¿por qué no? Lile iba demasiado atrasada a su clase de ballet y sabía que al llegar sería incomodo, su mamá la retaría, estaría Naomi y muchas cosas más por las que no quería entrar. Aún así, lo hizo, sin importarle nada, entró a la sala, interrumpiendo la clase. -Plie, grandplie, plie, releve- la castaña tiró su bolso a un lado y se quitó la polera que llevaba sobre la malla-. Disculpe, señorita Ford, la clase ya comenzó. -Sofía, ya estoy aquí voy a tomar la clase- se ganó junto a la barra -Le voy a pedir que se retire, porque me está interrumpiendo. -Mamá. -Lo siento, pero aquí no soy mamá de nadie, retírese le digo. Lily tomó su bolso y polera y salió, dando un portazo. Estaba sentada en el piso junto a la puerta cuando todos los bailarines salieron de la sala. La chica se levantó, y entró. Sofía recogía algunas cosas, cuando le dijo: -Quédate a ensayar, te espero en casa a las diez. -Bien.. -Naomi te ayudará -¿Qué? No puedo estar con ella ahora. Puedo sola. -No te hagas la profesional ahora, que ni a las clases vienes. Su madre salió del salón. Lily miró a todos lados, al parecer, estaba sola y Naomi no aparecería. Pensó un poco más, se sentía tan confundida, nunca imagino que su amiga, su mejor amiga fuese.. De esa manera. ¿Qué haría Ella era novia de Sebastian, pero la verdad era que él no le gustaba; si, era guapo y no iba a negarlo, pero más nada le ocurría con él. Quizá debería dejarlo, después d todo, ninguno de los dos se veía muy interesado en el otro. El problema era que Naomi podía malinterpretarlo. -¿Qué haces así Ensaya- le ordenó la rubia, entrando al salón. -Naomi, no creo que sea buena idea que ensayemos juntas- tartamudeó. -¿Por qué ¿Ya me tienes miedo? ¿asco? ¿o te confundo? -No es eso.. -Escucha, ensayaremos rápidamente, luego te irás a tu casa, yo a la mía y hablaremos el lunes de lo que pasó. -OK- suspiró Lily. Catalina tenía una especie de salida de mejores amigos con Matías la noche del sábado, pero ninguno de los dos estaba aún listos, por lo que él fue la casa de la chica y se quedaron viendo películas -¿Segura de que tú no quemaste el colegio- la miró, bromeando -¡No!- se quejó ella-. ¿por qué haría yo algo así? -No lo se, para tener a tu buen mejor amigo más tiempo cerca- rió-. O tal vez porque querrías a Stephan a tu lado. -Deja de decir estupideces, ¿quieres?- le pegó en la cabeza-. Me conoces desde hace íez años, sabes que no me gustan esa clase de chicos. -¿Ah, no Entonces, ¿por qué eres amiga de Evelyn y los demás “deportistas”? Ellas no son buenas para ti, Cata -¿Por qué lo dices -Se aprovechan de ti, sobre todo Evelyn. La semana pasada estuviste castigada por culpa de ellas, y a causa de eso te involucraron también con lo de incendio. -Yo.. -Deberías elegir mejore tus amistades -No lo hago porque me obliguen- de defendió. -Lo se, pero aún así.. Ahora, si Stephan no es la clase de muchacho que te gusta, ¿Cuál sería ESE chico? -Tú- musitó. -Cata, deja de decir tonterías. Creí que esa clase de bromas se habían acabado. -Matías, ¿y si no fuese una broma- lo encaró, seria. -Pero lo es, ¿cierto? Catalina sentía que no podía ocultarlo más, necesitaba hacer algo. Lo tenía al lado, a unos centímetros de ella, y recién ahora entendía todas las oportunidades que se perdió. Se acercó cautelosamente y lo besó en los labios. Él en un principio no podía creerlo, y le correspondió el beso al final. El problema era que Matías no entendía aún los sentimientos de su amiga. -¿Qué fue eso?- soltó él -Olvidémoslo- bajó la cabeza. -Ah, claro, ahora entiendo- sonrió. -¿Qué cosa? -Es uno de los sueños de las chicas besar a tu mejor amigo. -Eh… si- sonrió, entendiendo que él no la miraría de ninguna otra forma, la segunda vez… ¿y lo creía broma? Eso dolía. El lunes en el colegio Naomi seguía enojada con Lily, por lo que no la esperó en la enmtrada por la mañana, y al llegar, Vanesa penas le prestó la suficiente atención. -Debo contarte algo- le dijo Vanesa. -Yo igual. -Me gusta el padre de Lily. -Me gusta Lily. -¿Qué…? OK, eso es peor. -Si.. Eh.. Tengo que irme- titubeó la rubia. Naomi corrió hasta el salón en donde se sorprendió al ver a Lily con Sebastian. La castaña se veía acomplejada, pasó la mano por su cabello y le dijo: -Quiero acabar esto. -¿Qué cosa?- frunció el seño él. -Esto.. Nuestra relación… ya no funciona. -¿Por qué? -Simplemente, porque ya no siento nada por ti. -¿Me cambias por alguien?- se enfureció. -¡No!- gritó, aunque ni siquiera sabía si mentía o no. -Escucha, Lily, no te rogaré, pero acuérdate que posiblemente sea el peor error que hayas cometido en tu vida hasta ahora. Lily evitó a Naomi todo el día, y al final de la clase, se fue a su castigo . Allí estaban Catalina y Emily, limpiando esos salones que en cualquier momento se irían abajo. -Esto es un asco- se quejó. -Cállate, aún no has hecho nada- la miró Emily, cansada. -Ay, que carácter- torció el gesto, Cata, riendo. -Creo que no podemos seguir con éste trabajo si nos llevamos tan mal- dijo Emily, de la nada. -¿De qué podría hablar yo con una del club de argumentación y otra de cine? Soy bailarina- suspiró-. No tenemos nada en común. -Las mejores amistades nacen así, hay más temas de conversación y podemos ayudarnos unas a otras con lo diferente que hemos vivido- sonrió la pelirroja. -Muy… cursi- rió la morena-. Pero cierto. -Puede ser… - meditó Lilian-. Ah, como sea, ¿qué cuentan? -Nada interesante- dijeron las dos al unísono, riendo. -Tú…-señaló Cata a Emily- el viernes te desmayaste en clase de gimnasia, ¿qué ocurrió? -Eh.. Estoy bien, hoy iré por mis exámenes. -No debe ser nada grave- se encogió de hombros Lily. -Ojala salga todo bien- susurró la otra. Siguieron así durante el resto de la hora, hasta que dieron las seis de la tarde Las tres sentían que quizá a la siguiente vez no sería tan incomoda, después de todo, ya se conocían mejor. Emily iba a tomar su bolso, cuando encontró algo en medio de los escombros. Era un cuaderno pequeño y azul; lo tomó y vio que en una elegante letra estaba escrito: Emanuel Monsalve. No esperó más y lo escondió entre sus cosas. Leería que decía dentro, pero n ahora. Iba atrasada al hospital Su padre la esperaba en la salida del colegio, le dijo que solo se había “ofrecido” a limpiar el desastre que dejó el incendio. No podía saber más problemas de parte de su única hija. El hombre tenía una gran sonrisa en su atractivo rostro, siempre era así con él. Aspecto de alguien profesional, que trabajaba mucho, pero quería como nadie a su hija. Por eso le preocupaba todo lo que le estaba ocurriendo últimamente. Aún así, la comunicación no era mucha, ya que eran algo “timidos” al decirse cuanto se querían. -Hola- sonrió ella. -Hola, linda, ¿preparada? -A lo que sea. La doctora Monsalve estaba esperando a la chica en su consulta, con un rostro dulce pero profesional. -He estado revisando las muestras de sangre y el electrocardiograma- empezó a decir-. Las pruebas no resultaron ser tan satisfactorias como esperaba- lamentó. -¿Qué significa eso- susurró él, mientras sentía la forma en que Emily se estremecía levemente. -No es muy difícil diagnosticar esta enfermedad, per si el controlarla, y además está el.. Decirsela al paciente, sobre todo alguien tan joven como Emily, pero… -¿Cómo se llama la enfermedad?- insistió ella. -Insuficiencia cardiaca- susurró la mujer-. El corazón no bombea la suficiente sangre a su organismo, sobre todo al cerebro, por lo que se cansa rápido, tiene tos inevitable.. A veces, puede que… Emily se quedó escuchando durante un largo minuto, ¿ella? ¿enferma ¿Cómo De alguna forma, tendría que vivir así, sin rendirse. Holito J acá nosotras allá quien? Emm eso. Complicated, Avril lavigne
Yo po xD aca estoy terminando de leer por fin Catalina enamorada de su mejor amigo, le da el beso y no es capaz de decirle "Si me gustas!" Que tontita, las oportunidades asi no se dan muchas veces =/ veremos como va eso, a demás parece que a Stephan le gusta xD y ya que deje esas malas amistades, como tan manipulable ._.! Lily, sigue sin agradarme. aunque haya tratado de ser amable con las otras, se nota que al final es asi de petulante para tratar de impresionar a su mamá. Y el beso con Naomi =S! uy xD!!! nose que decir jajaja. Emily, su mamá y su enfermedad, pobre niña ¿Que hizo para merecer tanto castigo? Ojalá el tal Emmanuel le preste atencion para hacer su vida mas grata, ya quiero saber que diantres tiene ese famoso cuadernito. Saludos! nos leemos xD
Moon river Lily pensó en todo aquella noche. Naomi, su mejor amiga, la había besado y se le confesó, eso no sería nada extraño si fuese un chico, solía ocurrir entre “mejor amigo- mejor amiga”, pero no siendo ambas mujeres. Estaba confundida. Toda su vida se la pasó creyendo ue debía estar con un chico, y seguía queriéndolo, mas… se confundía al recordar ese corto y fugaz beso. ¿Le había gustado? No, claro que no. Entonces, ¿por qué terminó con Sebastian precisamente después de aquel momento ¿Caso algo iba mal con su persona? Quizá si… o quizá no y se estaba conociendo a si misma. El martes por la tarde, en la hora del almuerzo, se sentó junto a Maxxie por pura curiosidad a saber como era estar junto a un chico como él. Después de todo, Naomi la evitaba y Vanesa parecía seguir a la rubia. ¿Desde cuando se distanciaron? No quería ni pensarlo -¿Qué pasa contigo, bailarina? ¿Desde cuando decidiste pasar tiempo con nosotros? -No lo se, curiosidad- se encogió de hombros. -Bueno, en ese cas, ¿qué tal va todo? -Un asco- suspiró, arrugando la nariz. -Si, entiendo el sentimiento. ¿Por qué vuestro pesar, honorable princesa?- dijo en un tono “caballeroso” medieval y se tendió en el pasto. -Crees conocer a una persona… y luego descubres que no es tan así, y luego terminan confundiéndote a ti misma y… y..- decía sin parar ni respirar en ningún minuto, a punto de colapsar. -Bueno, veo que ese problema tiene una solución sencilla- sonrió el castaño. -¿Enserio? ¿Cual?- se sorprendió. -Esa persona se mostró tal cual es, ¿por qué n te conoces un poco mejor y luego le muestras lo que aprendiste de ti a él o ella? Lily asintió con la cabeza, pensándolo durante un largo minuto. En definitiva, Skate- boy tenía razón en ese sentido. -No sabía que fueras tan profundo -Ni siquiera me conocías, ¿qué podrías saber de mi, Lily?- rió. -Mmm… buen punto. Ahora, es tu turno, ¿qué ocurre con tu vida? -Dos cosas. Primero, mis padres creen que pueden controlar hasta o que almuerzo- torció el gesto-. Son estrictos y sobre protectores; a veces es verdaderamente molesto, totalmente diferente a tus padres, claro. -No te creas, cuando se trata de mis clases de danza, Sofía puede ser un demonio controlador. -Al menos se que mis padres se preocuparán siempre por mi, eso es lo bueno- sonrió el chico. -Claro, aunque si te dejaras controlar, algo me dice que n serías el Skate-boy que tengo delante ahora. -Tienes razón… -¿Qué es lo otro que te acompleja?- preguntó. -Me gustas -¿Por qué…? Un momento, ¿qué? -Eres linda, Lily, y eres divertida, y aunque puedes ser histérica a veces… solo… Se acercó a sus labios y la besó levemente, ella sentía que necesitaba esto, primero porque le gustaba la sensación. Segundo, porque deseaba averiguar cual era su verdadero gusto. Al alejarse, se quedó quieta y dijo: -No te ilusiones. -No lo hago, solo me divierto- respondió él, se puso de píe, y se marchó. ***** Catalina tuvo que ser pareja de Stephan en el laboratorio de Química. El chico miraba a la pelirroja de reojo, nervioso, al pensar en la reacción de ella ante esta “suerte” de quedar juntos. Para Cata, resultaba mal, quería estar con Matías, en cambio él, no sabía que pensar. -¿Quieres pasarme eso?- le pidió ella. -Claro- se lo tendió-. A todo esto, ¿qué hay contigo y Matías? -Amigos, mejores amigos desde siempre. -Pero a ti te gusta él. -¡No!- mintió, causando que se le caiga el agua de un frasco. -¡Hey! Calmate- rió él-. No te pongas nerviosa o acabarás destruyendo el laboratorio. -Por favor, Stephan, deja tus bromas por el momento. -A lo que quiero llegar es simple, me gustaría que fuésemos amigos. -Dame una buena razón para ello- susurró la chica. -Porque me gusta estar a tu lado. Es divertido reírme de las caras que hace Evelyn cuando te defiendo. -Ella es mi amiga. -No lo creo, una amiga nunca haría cosas así. -No es el punto ahora. -Tienes razón.. ¿qué dices? ¿Amigos? - Si, claro. Conste que fue tu idea, después no te quejes. -Hemos estado en el mismo grupo durante más de un año.. Es hora de empezar a familiarizarme, sobre todo en este momento, ya que debemos compartir salón todo los días. -Puede ser- sonrió dulcemente la pelirroja. La chica sintió que vibraba su celular, miró a todos lados para cerciorarse de que no estuviera la profesora, y contestó: -Diga. -Catalina- dijo su mamá al otro lado con voz rota-., lamento llamarte así, hija… pero.. Tú sabes perfectamente que no tengo muchos amigos, res la única persona a la quien puedo hablarle… -Mamá, ¿qué pasó? -No… n… nada. Hablamos cuando llegues a casa. Adiós. -Yo… OK, bye- suspiró, y colgó. Algo ocurría, posiblemente algo malo, era muy difícil ver a su mamá sobrepasada por los problemas. Esto debía ser grave, -¿Qué te pasa?- le dio un codazo Stephan. -Y… nada, era mamá- sonrió nerviosa. **** Emily caminó de clase a clase como en las nubes todo el día, más de lo usual. Ninguna de sus amigas se atrevieron a acercarse, enserio se veía extraña y no querían sacarla de sus pensamientos. En cambio, la chica se quedaba remeditando. ¿Ella? ¿Enferma? ¿Cómo? La doctora Monsalve le dijo que era una enfermedad complicada, pero tenía un tratamiento, no una cura. Las posibilidades de vida también eran limitadas. -No puede ser- susurró, levantando la cabeza y mirando el techo-. ¿Qué haré ahora? -¡Tú!- la llamó alguien. Vio a Emanuel dirigirse hacia ella, estaba tan distraída que no logró reaccionar ante esto. -¿Si? -¿No hallaste un cuaderno … azul mientras limpiabas los escombros en tu castigo? -Yo. No..- susurró. -¿Qué tienes? Estás pálida- dijo él, con un rostro que no denotaba demasiada preocupación. -Nada, es solo que estoy un poco… mareada- dijo, tambaleándose. Él la sostuvo por los codos para que no cayera de rodillas al suelo. Emily lo miró por un minuto, clavando sus ojos verdes en los oscuros de él. Le gustaba Emanuel, mucho, desde los catorce años, cuando el director mencionó el enorme placer que le daba el tener a un chico así de estudioso en el colegio. Estaba loca por él apenas vio sus ojos café oscuro, su cabello negro azabache, y la piel blanca, casi pálida. Y ahora, más que nunca, sabía que él no se fijaría en una enferma. A menos que fuese pena. -¿Qué te pasa? Oye…- la llamó el muchacho. -Perdón.. No aguantó más, tenerlo así de cerca, con su aroma único. Lo besó en los labios. Muchas chicas en el colegio habían pensando en eso, y algunas que ella sabía podían tener más “posibilidades”, y él nunca se fijó en ninguna. Emanuel se quedó sorprendido. ¿Quién se creía esa insignificante chica para llevar y besarlo? Apenas la conocía, ni siquiera entendía ese cariño que su mamá le tenía. Era linda, si, y muchas veces lo notó cuando los profesores la regañaban por estar soñando despierta en clases; su mirada arrepentida, sorprendida, le recordaba a las actitudes de solo una niña, inocente y dulce. No era su tipo, no tenía buenas calificaciones, no se veía sería, tampoco con sus mismos ideales. -Yo…- se ruborizo Emily, alejándose. -¡Oye! ¡Tú eres verdaderamente molesta! -Olvídalo.. por favor- musitó la morena-. No.. Perdón. Él siguió observándola, a lo que ella, no pudo decir nada y salió casi corriendo, dejándolo congelado. Vanesa pensó un largo minuto, durante la clase en el club de música. Le gustaba el papá de su amiga, y él tampoco parecía resistirse a sus coqueteos. ¿O es que acaso era tan indiferente que no lo notaba? -Disculpa, Gustavo. Tengo un problema con ésta parte…- alzó la voz, sentándose con las piernas cruzadas. Su falda era del largo normal, pero si encontraba la posición adecuada, podía verse aún más corta y de esta forma, poner aún más incomodo al hombre. Él se acercó rápidamente a su lado, ya no quedaba absolutamente nadie en la sala, puesto que Gustavo les había permitido irse un rato antes, aún así, Vanesa prefirió quedarse “practicando guitarra”. -¿Si? Mira, es sencillo, pon tus dedos aquí- tomó la mano izquierda de ella APRA guiarla. La chica se giró un poco, quedando frente a frente al hombre, el cual le doblaba la edad. Él se veía incomodo, quieto, sin decir mucho. Ella acercó el rostro del hombre. -¿Qué haces?- susurró él. -¿Te gusto?- se limitó a preguntar. -¿Cómo? -Solo responde. -Si- contestó, decidido-. Pero eres amiga de mi hija, estoy casado, y tengo treinta y dos años… -Da igual- le sonrió, y lo besó. Él tampoco era precisamente un hombre ético y correcto que amaba a su esposa Bien, si la quería, y lo último que pasó por su mente era engañarla, pero si, le gustaba Vanesa, y si se le entregaba de esa forma, ¡le era difícil resistirse a los encantos de una bella adolescente de dieciséis años. Podía ir a la cárcel por ello, y no le importaba. Sin darse cuenta, por éste pequeño impulso, empezó a romper poco a poco su familia. **** Casi nunca habían fiestas en el colegio, solo la de fin de año, pero eso cambió en aquellos días. El director anunció un nuevo baile, el cual los fondos serían todos recolectados para volver a construir el colegio; cosa que tardaría bastante. El baile de fin de curso era casi una ceremonia religiosa para los alumnos, ya que se trataba del unido momento en el que se reunían hombres y mujeres. A pesar de esto, siempre existían aquellas clásicas divisiones: los Skate-boy, quienes eran solo muchachos, a excepción de Karla, la no- novia de Maxxie y su mejor amiga. Los “artistas”, quienes ni siquiera debían tener esa denominación, puesto que en ese grupo solo habían músicos y bailarines, además de que éstos siempre brillaban gracias a los ahora ex novios Lily y Sebastian. Los “inteligentes” casi nunca iban a esa clase de eventos, no solían ser precisamente los más sociables aunque en algunos casos, si los más guapos, tales eran el caso de Emanuel y Daniel; el primero tan frío como siempre, y el segundo, amable y dulce. Y finalmente, los “raros”, “bohemios” o “hipster” como muchos les llamaban, ellos preferían no ir a las fiestas y hacer las cosas a su manera. -Tenemos que hablar- le dijo Naomi a Lily mientras ésta última alongaba en el estudio. -Lo se. -¿Cómo…? -Estoy confundida- admitió la castaña, sin dejar de hacer lo que hacía. -¿Sobre…?- la instó a con tunar la otra. -Quizá… me gustas- susurró. -¿Hablas enserio? Yo.. -Naomi- la interrumpió-. No te tomes mis palabras tan a pecho, porque no estoy segura de lo que digo. -Ven conmigo al baile- dijo la rubia de la nada. -¿Qué? No lo se.. Yo… -Vamos, Lily, ¿qué importa lo que digan los demás? Quizá, Nao tenía razón. Más tarde, mientras estaba recostada en el jardín de la academia, intentando descansar, sintió que una mano le tocaba el cabello No abrió los ojos, estaba demasiado cansada desde la clase. Estaba a punto de quedarse dormida, hasta que sintió el mismo tacto suave en la mejilla. -¡Ah!- se sentó abriendo los ojos de golpe. -¿Qué ocurre?- preguntó Naomi, mirandola. -¿Y tienes el descaro de preguntar? El que haya aceptado ir contigo a la fiesta no significa que puedas o.. que seamos.. “pareja”. -Lo siento- se puso de píe. -Da igual.. No te vayas, extraño hablar contigo como una amiga, porque aún lo somos, ¿no? -Claro- sonrió-. El problema es que a éste paso nunca sabré lo que sientes tú por mi -Creí haberlo dejado claro. -¿El que? -Que ni siquiera yo lo se. -Entonces… perdón por presionar- susurró -¿Soy la primera chica que te gusta?- preguntó de la nada Lily. -No. A pesar de que ella aún no se encontraba segura de si experimentaba esa clase de sentimientos por su amiga o no, eso hirió su ego. -¿Quién..? -¿Tanto te importa?- le sonrió picaramente. -Deja esos juegos, no me agradan. Torció el gesto. -Mejor preocúpate por el sábado, será único. -Lo se- suspiró **** Matías y Catalina estaban sentados junto a un árbol en el parque, comiendo helado. -¿Sabes? Estaba pensando… -¿Piensas?- se burló él. -Si, y mucho más que tú, parece- arrancó un poco de pasto y se lo tiró. -¡Hey! Cuidado con mi helado- su amiga puso los ojos en blanco, en cambió él solo se rió- Bien, ¿en que pensabas? -En que no quiero ir al baile con cualquier chico, y menos un desconocido.. Así que pensaba si.. Tú… tú quieres … que vayamos juntos. -¿Me creerías si te dijera que estaba pensando lo mismo?- alzó ambas cejas. -¿Enserio?- en medio de su alegría, se puso de píe. -Claro, como amigos. -Si… obvio… amigos- recalcó la palabra. -Si, ¿o a caso pensabas? -No… no… pensaba lo mismo. El jueves por la mañana en el desayuno, Cata pensaba en lo que había ocurrido la tarde anterior con su mamá. Flash back Al llegar a su casa, Catalina vio a su mamá sentada en el sillón, llorando. Se acercó corriendo a su lado. -¿Qué pasa, mamá? ¿Qué tienes?- le preguntó, arrodillándose. -Mi pequeña…- susurró antes de que si voz se quebrase de nuevo. Le partía el alma ver a su progenitora así, en esas condiciones, así que las lagrimas empezaron a caer por sus ojos. -Mamá, por Dios, dime que sucede- le rogó -Me despidieron- estas dos palabras cayeron como un balde de agua fría sobre la chica, quien solo pudo reaccionar dándole un abrazo a la mujer.. -No te aflijas, saldremos de ésta, es solo dinero, mamá. Tenemos ahorros.. Y ya no llores. Al llegar la noche, solo atinó a tomar el teléfono y marcar a Matías. Sabía perfectamente que no podría ir al baile, ni siquiera vestido tenía. Debía decírselo a su amigo. -Matías… -¿Qué ocurre?- contestó al otro lado de la línea. -No puedo ir a la fiesta el sábado- dijo, sintiendo que se escapaba la oportunidad de su vida. -¿Qué? ¿Por qué?- se quejó. -Pero salgamos.. Hagamos algo divertido por la tarde- ofreció para consolarse a si misma. -OK, pero quiero saber porque no irás a la fiesta. -Mamá quedó sin trabajo, Mati, no estoy en condiciones de ir.. Dinero…- susurró, y colgó. Lo que la chica no sabía era que su mamá escuchó la conversación, y sintió una opresión el pecho al darse cuenta de que su hija si quería ir, además de que ya había notado que le gustaba Matías. Fin fash back Cata nunca iba al baile de fin de curso, pero ahora enserio había estado emocionada por.. Un par de horas, iría co él, Matías, su mejor amigo, quien le gustaba desde hacia años. Aún así no podía ignorar la situación económica de su casa. La señora Cecilia le dijo que, para su desgracia, ocuparon todos sus ahorros pagando las cuentas y lo único que quedaba era el fondo universitario de la joven. No sabía de que forma ayudar, no era tan sencillo conseguir trabajo para una adolescente de dieciséis años. -Lo solucionaré, lo juro- le aseguró. -Si me firmaras un permiso, yo podría trabajar, y ayudar- sugirió Cata. -Claro que no, mi hija no trabajará para pagar MIS cuentas, mi deber es cuidar de ti. -Pero soy una inu.. -Solo preocúpate de estudiar. Tocaron imprevistamente la puerta, las dos sabían quien era, alguien que llegaba todas las mañanas, era técnicamente su casa. -Hola, ¿puedo pasar?- sonrió el chico, entrando por la cocina. -Es tu hogar- rió la pelirroja. -’Cómo va todo, señora Cecilia? -No tan bien como podría- suspiró la mujer, sonriendole y sirviendole una taza de café al chico. -Se arreglará--- Y, Cata, por favor, vamos a la fiesta juntos? Creí que lo teníamos todo planeado. -¿N irás?- fingió sorpresa la mamá de la chica. -No… yo… no tengo vestido y no pienso derrochar dinero en algo así de tonto. La señora Cecilia sonrió melancólicamente y fue hasta su cuarto, en donde tomó una enoja que tenía guardada. Volvió lado de los jóvenes, entregandole la caja a su hija. -¿Qué es esto?- frunció el seño, abriendo el paquete-. Mamá… no puedo, debes devolverlo, el dinero… -Déjalo, no seas tonta. Catalina observó el vestido blanco, se veía caro. En otro momento lo hubiera aceptado, alegre. Ahora sentía culpa. -Úsalo hoy. -Esto quiere decir… ¿iremos a la fiesta?- sonrió el castaño. -Si, iremos- dijo la chica, mirando a su mamá- Gracias- la abrazó. Emily estaba sentada en su pieza mientras miraba por la ventana la forma en que el sol resplandecía de una forma calida, no alcanzando a sofocar, de hecho, el clima no tenía que sobrepasar los 20 grados, quizá menos. No podía creer que se había atrevido a besar a Emanuel, no se creía capaz de algo así. Bueno, a pesar de no ser correspondido, fue un beso, ¿no? ¿Cómo volvería a verlo a la cara? Prefería alejar esos pensamientos por el momento. Se quitó el uniforme y se puso un short azul con suspensores, unas calcetas hasta la rodilla, zapatos bajos; y una polera mangas cortas roja, algo englobada en los hombros. En el cabello, una diadema con una flor, del mismo tono que la polera. Escuchó su celular, y corrió a contestar. -Cristóbal- sonrió, al recordar a su amigo. -El mismo, ¿estás en tu casa? -Si. -Eh, que bien, estoy llegando. -¿Cómo…?- susurró, pero él ya le había colgado. Bajó corriendo al jardín delantero, en donde comenzó a grabar lo que veía pasar. ¿Alcanzaré a cumplir mi sueño?, se preguntó, pensativa. -Tú y tu cámara, inseparables- sonrió Cristóbal. -Hola- rió, y notó que el chico tenía algo en sus espaldas. Ella sabía que era-. ¿Me esperas un minuto? Iré a… buscar… algo… Corrió escaleras arriba, dejó la cámara en el velador, y tomó lo que sabía necesitaría. Fue hasta el lado de su amigo, y lo empujó, derribándolo en el suelo; puso su píe en su pecho y lo apuntó con el sable de luz. -¿Creíste que no lo había notado?- se burló dramáticamente. -Emily… piedad- rogó. -No lo creo. -Bien, tú lo pediste- tomó el tobillo de la chica, tirandola, y causando que caiga de rodillas. Tomó su sable de luz rápido, y ambos comenzaron una lucha bastante peculiar. En medio de ésta, Daniel y Emanuel pasaron a su lado; Emily se quedó mirando a éste último, quien se veía increíblemente atractivo con una camisa azul lisa. La chica notó que tenía una “espada” en sus manos, y solo sonrió, nerviosa, ¿qué podía hacer? Así era ella. -Hola- sonrió Cristóbal-. Yo ya me voy. -¿Qué? ¿A dónde?- preguntó Emily, asustada. -A mi casa, tengo un torneo de cartas que ganarle a Victoria- hizo un gesto de ganador, y se fue. -Hola, Emily- sonrió Daniel. -Hola…- murmuró. -Quiero proponerte algo- dijo el castaño, mientras su amigo no hacía nada solo mantenía el rostro serio, carente de emoción, frío. “Puede parecer un hombre de las nieves”, pensó ella. -¿Qué cosa?- preguntó. -¿Quieres ir al baile del sábado conmigo? -¿La invitarás a ella?- soltó de improviso Emanuel-. Lo siento- dijo, dandose cuenta de que no era el mejor momento para decir algo. -Si, ¿qué tiene de malo? Es mi amiga. -Nada, solo no sabía que pensaras en… lo hablamos después. -OK. ¿Y bien? ¿Qué dices? -Si- susurró, insegura-. Bien, vamos. -¿Enserio? Genial… entonces… hablamos luego. El viernes, en la clase de gimnasia, debían practicar atletismo, correr durante las dos horas Emily suspiró una vez más y se acercó a la profesora tímidamente. -Disculpe- murmuró, entregándole un papel que le había dado la doctora Monsalve. -¿Qué?- tomó el papel entre sus manos y lo miró, triste-. OK, puedes librarte de gimnasia- sonrió-. Cuídate. -Estaré en la banca- señaló. Caminó hasta el asiento, en donde permaneció sentada toda la hoora. Se sentía inútil sin poder ni siquiera llevar a cabo actividad de física un par de tontas horas. Nunca le gustó la asignatura, y le hubiese gustado no ir más, pero no de esa manera. -Tú… no haces gimnasia- se acercó a ella Emanuel. -No, yo… Quería disculparme por lo del beso del otro día- le dijo, nerviosa. -¿Beso?- la miró, alzando la ceja. -Si, ese que… pasó… el… yo…. -Ah, claro, ¿”eso” para ti fue un beso?- se burló, frío-. No creo que haya tenido los requisitos necesarios para serlo… aunque si fue algo molesto. -Perdón- susurró, conteniendo las lagrimas. -Olvídalo. A todo esto, deberías dejar de juntarte con mi madre ella habla todo el tiempo de ti. -Es agradable, no me alejaré de ella- se quejó, enserio enojada. “Si lo hago, me muero”, se dijo a si misma. -Acaparas a mi mamá todo el tiempo- se molestó él-. Es mi mamá, y no es mi culpa si no tienes una. -Lo siento- fue lo único que dijo, y se marchó. -Emily. -¿Si?- lo miró, triste. -Perdón. -Déjalo- se encogió de hombros-. Pero te equivocas, si tengo mamá, que no la vea es diferente. Acá nosotras allá quien? Owo holito =))
Holaaaaaaa!!!! Ya vamos altiro con el comentario, la vida social la hacemos via facebook! xD! Haber, nose si es por que en cada historia hay una, pero Lily tiene un aire a Mary Sue xD! todos la aman, las chicas, los chicos, los chicos skater xDD! todos! TODOS! Y pobre Catalina, que pena lo de su mamá! U.u pero al final igual logró su objetivo! ir con su amigo-enamorado al baile!!! ¿Que pasará con Emily? se va a morir!! nooo T.T! ella me cae bien!! igual me dio pena que la tratara asi el maldito Emmanuel! pedante, egocentrico y antipático Emmanuel! pero como dice mi mamá "no le pidas peras al olmo XD" todos los hombres son unos insensibles! Y...¿POr casualidad "Cristobal" se apellidaba Lefno xD? jajajjaa fue como un "extra" xD! Saludos mis Xumales! las quiero <3