Cómo podré perdonarte

Prólogo:
Antiguamente, en el Edo Jidai, Japón, había una disputa entre los 2 gobernantes...

Que eran el clan de los Ryokosha y el clan de los Tendo.

Una noche sangrienta baño a la aldea lider del clan de los Tendo, donde el clan enemigo busca hacerse del poder y asesina a la familia del líder de dicho clan junto con su familia.

Todos murieron, excepto una...

La hija menor del antes líder del clan atacado, Akane Tendo, sobrevive a la masacre. Pero algo a pasado. El hijo del clan enemigo, Ranma Saotome, le enamora perdidamente y la hace dudar en sus deseos de venganza.

 

Los personajes de esta historia no me pertenecen, son de la gran y unica Rumiko Takahashi.
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El atardecer se volvió en un tono rojo sangre indicando una desgracia, mientras que una joven de pelo azabache, y con un kimono rosa, rasgado hasta las rodillas, sujetaba en sus brazos a una señora muerta.

—Madre…—Dijo apenas en un hilo de voz, mientras las lágrimas salían incontrolablemente de sus ojos, los cuales los tenía cerrados fuertemente.

Ella estaba en medio de una aldea echa ruinas. Alrededor de ella solo se encontraba sangre y cadáveres de los aldeanos que antes habitaban en ese lugar.

Ladeo su cabeza hasta llegar a uno de sus hombros, en donde trato de limpiarse las lagrimas.

—Madre, te prometo que te vengare… Lo juro, aunque sea lo último que haga.

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— ¡Otro triunfo en el campo de batalla para el clan de los Ryokosha, jajaja!— Exclamo un hombre completamente calvo con un pequeño plato medio hondo de porcelana llena de Sake, siendo seguido por los demás hombres que se encontraban alrededor de él. Excepto uno que se encontraba sentado en posición de flor de loto en la puerta de la mansión.

Era un joven de cabellera negra sujetada con una trenza, vestido con una camisa roja de manga corta y un pantalón azul, todo de origen chino.

El señor calvo se percato de que el joven no acompañaba el festejo con sus compañeros y se acerco a él.

—Oh vamos Ranma… Hijo, no puedes estar molesto todo el día con tu padre, ¿o si?— Dijo sarcásticamente, rodeándole el cuello con su brazo derecho mientras que con el izquierdo sostenía el pequeño recipiente lleno de Sake.

Ranma se quito el brazo de su padre dándole la espalda para ignorarlo por completo. El señor frunció el ceño y dirigió su mirada hacia una joven de pelo largo con un Kimono verde.

—Ey, Yoiko… Trae la botella de Otoso para Ranma. — Ordeno en voz alta, mirando como la joven sirvienta acataba la orden. (Otoso: sake dulce con muy poco alcohol)

—Tú sabes que yo no bebo. — Replico fríamente el joven, provocándole una risa burlona a su padre.

—Jajaja, al fin hablas… ya hasta pensé que un Bake-Neko se había comido tu lengua. — Bufo su padre abanicando su mano para indicarle a su joven sirvienta que ya no era necesario el Otoso.

El chico de la trenza solo se paro y le dedico una mirada asesina a su padre.

—No deberías estar orgulloso de haber matado a tanta gente, más bien deberías estar arrepentido. — Dicho esto dio un gran salto hasta llegar al techo de una cabaña que se encontraba delante de la mansión y comenzar a correr.

—No te preocupes Genma, son solo cosas de los adolescentes, se creen que lo saben todo. —Dijo uno de sus compañeros.

—Mi hijo debió estar menos tiempo con su madre, le enseño demasiadas tonterías como el respeto y el honor… Seria un debilucho si no fuera porque yo le enseñe a pelear a la perfección. — Alego Genma.

—No es por ser grosero, pero no lo hiciste a la perfección… Por una equivocación tuya tu hijo le teme a los gatos, sin mencionar la maldición que pesa sobre él. —Agrego su compañero.

—Bueno, jefe… ¡Las geishas se irán si las dejamos esperando, vamos!— Exclamo otro de sus compañeros dejando en el olvido la platica de Genma y su amigo.

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Ya estaba lejos del fuerte de su padre.

Él joven se detuvo en medio de un campo de flores, respiro hondo y se dejó caer sobre las flores. Había silencio.

De pronto Ranma sintió una gota caer en su nariz y miro al cielo suplicando que no pasara lo que pensaba que pasaría. Pero paso.

Las gotas comenzaron a mojarlo por completo, y comenzó a correr para refugiarse debajo de un árbol. Una vez ahí bajo la mirada, sintiendo como la maldición comenzaba a actuar en su cuerpo.

Se convirtió en chica.

Soltó un largo y pesado suspiro, recordando el incidente que había cometido en la mañana, durante el asesinato del clan enemigo.

—No era mi intención, mi papá me empujo, yo no quería matarla. — musito cerrando los ojos con fuerza, reprimiendo las lagrimas que luchaban por salir.