Dolor

Hola a todos!!
¿Que tal estaís?
Espero que todo muy bien n.n

Bien, aquí estoy con una historia que escribí, cortita, que refleja el dolor que siente un pequeño niño, cuando sus padres se divorcian.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

A LEER!

Dolor​

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Por Dark Fallen Angel​

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Dolor

“Oscuridad, absoluta y temerosa oscuridad. No es que le tenga miedo… no, de pequeño, la oscuridad me agradaba, lo que más me gustaba de la oscuridad… que era mi escondite, amaba la oscuridad".

Cuando mis padres discutían, me entraba miedo, odiaba ver como mis padres discutían, como compartían opiniones de una manera distinta a como lo hacíamos los de nuestra edad.

—Estoy harta Michael, ¡¡¡harta!!!

Mi madre gritaba a mi padre, no le gustaba ver como mi padre se quedaba hasta altas horas de la madrugada en el bar de debajo de nuestra casa.

—Sabrina, querida, estaba tomando unas copas con mis compañeros del trabajo.

Mi padre, aun ebrio, se le notaba tranquilo.

—Sabes cómo odio que te quedes con ellos y nos abandones, ¡¡¡lo odio!!!

Mi madre seguía gritando y encarando a mi padre.

—Sabrina, tengo 35 años, soy un adulto hecho y derecho, ¡¡¡ Si quiero quedarme con mis compañeros, LO HAGO!!!

Mi padre no aguantaba más los gritos de mi madre, así que subió el tono de voz.
Sentí una mano en mi hombro, una mano de tranquilidad, una mano de apoyo y de cariño, una mano suave, pero a la vez áspera, una mano que superaba a la mía por escasos centímetros, una mano de mi hermano.

—Tranquilo hermano, ven conmigo, te tocare una canción.

Su sonrisa, su sonrisa tranquila, relajada, con algo de sombrez, apartada de todas las sonrisas más bonitas del mundo, con esa sonrisa te podía transmitir calma, seguridad, como si estuvieras bajo una ala de un pájaro madre, esa sonrisa, caracterizada de mi hermano, era la que me podía hacer olvidar tantos disgustos.

Ya en nuestro cuarto, me deje apoyar mi cabeza sobre sus piernas mientras él con total suavidad acariciaba cada pelo de mi rubio cabello. Cuando dejó de hacerlo, es cuando una bonita melodía entraba en mis finos oídos, una melodía que te hacia relajarte y olvidar todo lo ocurrido, una melodía que traspasaba la barrera de los gritos de mi padre, una melodía que solo mi hermano me tocaba a mí, era nuestra melodía.

Lamentablemente esa melodía fue cortada por el brusco paso de mi madre abriendo la puerta, me cogió en brazos de una forma desagradable, pero sé que no era intencionadamente, pues su pulso temblaba y de sus ojos lagrimas le amenazaban por salir.
Con sumo cuidado cogió la cabeza de mi hermano Christian y la atrajo hacia sus piernas, se puso de cuclillas y nos abrazo a los dos mientras por sus azules ojos lagrimas empezaron a recorrer cada centímetro de su hermosa cara.
Su cuerpo seguía temblando y sus manos al ritmo de su cuerpo lo hacían igualmente.

Mi padre entró por la misma puerta por donde mi madre interrumpió la melodía de mi hermano, tenía un semblante triste, como de arrepentimiento y se podía ver que no hace mucho estuvo al igual que mi madre derramando lagrimas.

—Lo siento…hijos…vuestra madre y yo…hemos tomado una decisión.

La voz de mi padre se entrecortaba.

—Sabemos que es duro para vosotros vernos discutir, y como adultos que somos, tenemos que tomar una decisión que sea buena para ambos.

Mi hermano apretó con fuerza mi mano, parece que el sabía bien lo que venia.

—Así que, vuestra madre y yo hemos decidido separarnos, por un tiempo, tenemos que pensar muchas cosas y lo mejor para todos es eso.

Yo como infante, delicado y pequeño, no sabía muy bien a lo que se refería mi padre, mi hermano seguía tomando mi mano fuertemente, no la separaba, me fijé en su rostro, pálido, sombrío, lleno de ira, pero por sus ojos salían pequeñas y puras lagrimas.
Mi madre, de pie junto a mi padre, tenía el mismo semblante que mi hermano, sin embargo mi padre se dejo apoyar en el marco de la puerta y cambio su rostro a uno más serio.

—Christian se quedará conmigo, Adrian aun es un infante, necesita más a su madre que a su padre.

Sus palabras eran rudas y en cada silaba se podía notar tristeza.

—Está bien Michael.

Mi madre me aparto de Christian, la mano de Christian seguía apretando con fuerza la mía, su cara cambio a una más de terror, de pánico, no quería soltarme, mi madre bruscamente le obligó, el empezó a chillar mi nombre.

—¡¡¡Adrian, Adrian, Adrian¡!!!

Cada chillido de Christian eran agujas que se clavaban en el corazón de mi madre.

—Tranquilo hijo…te…te iré a ver…lo prometo.

Mi madre volvió a comenzar a llorar, controló bien su histeria y abrazó a Christian con ternura y cariño, más bien mi hermano no correspondió el abrazo, miro a mi madre con odio y luego bruscamente apartó la mirada, se tiró encima de la cama y con su peluche preferido, se tapo la cara mientras apretaba con fuerza la almohada.
Mi padre seguía serio en el marco de la puerta, vio como mi madre cogía toda mi ropa y con rapidez la metía en una bolsa de viaje, yo seguía agarrado a su mano, tenía miedo, no sabía bien lo que pasaba, no podía hablar, tenía un atranco en la garganta, las palabras no me salían, ni lagrimas ni chillidos, me sentía neutral en esa guerra de sentimientos.

—Sabrina ¿ a dónde iras?

La pregunta inoportuna de mi padre, hizo que mi madre parara de meter mis camisetas y mis pantalones y le mirara a la cara.

—Con mi padre….a…Francia.

Dijo la última palabra con decisión y fuerza, como si le costara pronunciarla, pude notar la cara de mi padre, como pasó a una más seria y llena de cólera.

—Te llevaras a Adrian tan lejos de mí….¡¡¡Eso no lo consentiré!!!

El grito de mi padre despertó a mi hermano de su llanto, se destapó con el peluche y observó todo con atención, sabía que se había perdido algo, pero tal como a mí, las palabras no salían.

—Michael, se un hombre y acéptalo, tú has querido esto, ahora no te eches atrás, además, a mi me duele aun mas separarme de Christian, pero es la mejor decisión para los dos, ahora échate a un lado.
Mi madre conmigo de la mano traspasó el mural del cuarto de mi hermano, mire para atrás por última vez, ese fue el ultimo recuerdo que tuve de mi hermano, su cara, llena de lagrimas y con su peluche a su lado, pero detrás de esa mascara de lagrimas, se podía notar un deje de cólera y rabia. La cara de mi padre era una más de sorpresa, cuando mi madre cerró la puerta de la casa, juré haber escuchado como mi padre pronunciaba el nombre de mi madre y como acababa con un suave y delicado “ Cuídate “
Después de ese día, no volví a ver a mi padre hasta 2 años después, cuando mi madre volvió a comprar un piso a un par de kilómetros de donde vivían Christian y mi padre.

—Adrian.

Escuché, me dí la vuelta y vi los ojos azules de mi hermano, cristalinos y en unos segundos, llenos de lagrimas.

—Christian...hermano

Sin poder evitarlo, salté hacia sus brazos, como cuando era pequeño. Nos volvimos a encontrar, después de dos años.

—Has crecido enano...

Me revolvió el pelo.

—Tu no te has quedado atrás.

Sonreí, por fin se acabó la espera.
Mi madre no volvió con mi padre, ellos sabían que era lo mejor. Pero al menos podía volver a verlos.
Se acabaron los dos años de espera y las noches en vela hablando con ellos, por la diferencia de horario entre Nueva York y Francia.
Se acabó.
Ahora, ya no había dolor.

¿Críticas?​

Se aceptan gustosas =)​

DFA​