¿Conocéis esa sensación de creer que ya nada tiene sentido? En estos momentos, es lo único que siento, y eso que no han pasado ni cuatro horas desde que desembarcamos de aquel gran avión, tampoco han llegado a pasar dos horas desde que abrimos la puerta del futuro. Y era una sensación estúpida, ya que me encontraba en la capital de Japón, la ciudad de mis sueños: Tokio. Capítulo 1 Pero lo que sentía más bien, era nostalgia. Era el desear volver a mí verdadero hogar, en el que me había criado durante los últimos dieciséis años. También pensar que personas a las que se quiere hay que abandonar, personas que llegaban a convertirse en familia, aunque de sangre no fuesen. Ese era aquel sentimiento... —Victoria, ¿puedes bajar y ayudarme con estas cajas, por favor? — Mi madre ya me estaba reclamando. Cerré el diario y lo guardé en el bolso que había llevado conmigo todo el viaje. Bajé las escaleras deprisa y ahí la vi, en el nuevo salón que se encontraba abarrotado de cajas con distintos tamaños. Me miró y resopló. —Coge las cajas en las que está escrito tu nombre. —asentí con la cabeza y empecé a coger las cajas en donde se encontraban guardadas todas mis cosas. Estuve tres horas abriéndolas y ordenando mi nuevo cuarto, que por cierto era precioso, tenía un gran ventanal en el techo, por el cual se podía ver el cielo a la perfección, que hermoso era siempre su color azul. Cuando abrí la última caja, caí derrumbada, y mis lágrimas empezaron a derramarse por mi rostro sin frenos al ver su contenido. En el interior de aquella caja de tamaño mediano se encontraban todos los recuerdos que tenía de Londres; regalos, fotografías…mis lágrimas comenzaron a brotar, más bien, por la fotografía que estaba visible sobre todas las demás. Era una imagen de todos mis amigos, en la despedida que me hicieron. Tantas cosas he dejado atrás, cosas que no podré olvidar con facilidad. Aunque lo que más me va a costar por ahora en la vida es acostumbrarme a estar sin él… Al día siguiente tenía que ir a mi nuevo instituto, yo sería la única de aspecto occidental, y además me encontraba muy nerviosa, ya que siempre había oído que los japoneses eran personas muy frías y serías con los extranjeros de diferente aspecto. Y el acoso escolar era algo de lo más natural. Me despedí de mi madre y salí en busca de mi nueva institución. Sabía donde se ubicaba, ya que el día anterior me había llevado mi padre para que viera que no se encontraba tan lejos. Caminé lentamente, porque aún era muy pronto, observando aquel nuevo barrio de casas grandes. La verdad, no tenía mucha diferencia a mi antiguo barrio, la similitud era muy grande. Y allí estaba, el gran instituto Ogawa. Caminé vacilante hasta las grandes puertas de aquel colegio de blancas paredes, y jardines botánicos. Subí las escaleras y mientras tanto miraba el interior de mi mochila, asegurándome de que no me dejaba nada en casa. En el instituto Ogawa había que llevar el uniforme, como en todos los colegios japoneses, que consistía de una falda azul, una camisa blanca, una corbata y un chaleco. Observé las bailarinas de color castaño que me parecían de lo más horrendas. Resoplé y seguí subiendo las escaleras interminables. — ¿Estás bien? —.preguntó una voz masculina. No sabía cómo había ocurrido, pero me encontraba en el suelo, con todos los libros esparcidos en cada dirección. Aunque no era de extrañar con lo torpe y descuidada que era yo a veces. —Si, no es nada —.contesté tímidamente porque mi japonés no era tan perfecto, lo sabía hablar y lo entendía a la perfección ya que mi madre es de origen japonés, pero la pronunciación siempre me costaba un poco más, además de que me daba vergüenza por si pronunciaba mal. — Deja que te ayude —.dijo el chico, al cual no había visto el rostro aun, mientras se agachaba para ayudarme a recoger. — Gracias —. Pude decir tímidamente. — Eres nueva. —. Afirmó entonces él. — Si —.contesté en un tono muy bajito mientras mi rostro se enrojecía a más no poder, mi acento se había notado. — Pues bienvenida…—dejó una pausa— ¿cómo te llamas? —Oh, disculpa—me excusé mientras me dirigía a por el último libro—Mi nombre es Victoria. —Un placer Victoria, yo soy Haru Nioka—se presentó. —El placer…—Al darme la vuelta y observar su rostro, los libros estuvieron a muy poco de caerse de nuevo de entre mis manos. Era el chico más hermoso que había visto en toda mi vida. Tenía el pelo y los ojos oscuros, como casi toda la población asiática en el mundo, su altura rondaría cerca del metro y ochenta centímetros, era bastante delgado, y tenía un peinado de lo más curioso. Sus ojos rasgados eran muy serios y atractivos al mismo tiempo, tenía una sonrisa de muy sensual. Podría decir que era uno de esos típicos chicos guapísimos que salían en los comics manga, si no fuese porque lo tenía delante de mis ojos en carne y hueso. Si tuviese que dar una descripción breve de él, era que se parecía a L, de la serie Death Note. — es mío. El chico que se había presentado como Haru me sonrió con dulzura. ¿Quién había dicho que los japoneses eran fríos y serios? Le sonreí tímidamente mientras observaba su hermoso rostro. —Por cierto, ¿me podrías decir donde se encuentra la clase 3ºC? —Le pregunté al acordarme que estaba en el instituto, y que yo era la nueva alumna. — ¿3ºC? ¿En serio? —Sonrió abiertamente como si de una broma se tratase— Es mi clase. Me llevó hasta nuestra aula, allí me recibió el profesor y me presentó al resto de mis nuevos compañeros. Entre ellos se parecían bastante, aunque había muchos con mechas de colores en el pelo. Ahora comprendía porque en los animes japoneses siempre salían personajes con peinados de colores extravagantes. Me sentaron al lado de una chica que parecía más callada y tímida que los demás. Llevaba unas pequeñas gafas que le daban un aspecto intelectual. Me miró mientras me acercaba a la mesa. — Hola —.saludó la chica con una sonrisa en el rostro. — me llamo Yumi. — Hola —.saludé yo tímidamente. —Soy Victoria. — Ya escuché al profesor— me sonrió entrecerrando más sus ojos— Vienes de muy lejos. —Un poco. — Londres es mi ciudad preferida de todas las ciudades de Europa —.comentó ella con una sonrisa dulce. — La mía siempre fue Tokio, mi madre nació aquí —.dije devolviéndole la sonrisa también. — ¿En serio? que bien —.sonrió. Nos sentamos juntas en casi todas las clases, hablábamos de todo y me ayudaba con la pronunciación que, según ella, era bastante buena. A la hora de comer guardamos los libros en las mochilas y salimos juntas de la clase, mientras andábamos por el pasillo en dirección a la cafetería nos encontramos con aquel hermoso chico que antes se había presentado como Haru. —Hola chicas— nos saludó con una elegante y atractiva sonrisa. —Haru—Yumi le dio un abrazo a modo de saludo, cuando se separó de él me miró y añadió—Es mi hermano mellizo—La sorpresa fue muy grande, y se reflejó en mi rostro, después sonreí. Estuvimos hablando en la cafetería, donde no comí nada ya que al ver comida de aspecto extraño, el apetito se me fue rápidamente. Aun me costaría un tiempo acostumbrarme. La mañana pasó volando, y ya había conseguido dos nuevos amigos. Solo llevaba dos días en aquella hermosa ciudad, y ya me sentía como si hubiese permanecido en Japón toda mi vida. Los mellizos me acompañaron a casa, y dio la casualidad de que eran mis vecinos de enfrente. Me despedí de ellos y entré en casa. Mi madre se encontraba en la cocina preparando ya la cena, asique me encaminé hasta el nuevo comedor, deje mis cosas y me asomé por la puerta de la cocina. —Hola mamá—saludé con una sonrisa acercándome a curiosear lo que estaba cocinando mi dulce madre. Y sonreí al ver las patatas fritas. — ¿Qué tal en el nuevo instituto? —preguntó con una brillante sonrisa. La miré un momento, era realmente hermosa, sus rasgos asiáticos estaban muy bien definidos; esa piel lisa y clara, esos ojos entrecerrados y oscuros, esa melena brillante, larga y oscura que siempre mantenía recogida en una trenza. Su sonrisa era perfecta, mi madre era como una princesa asiática. Fantásticamente y sorprendente mente dulce y cariñosa. Por desgracia yo me parecía mucho más a mi padre, menos por lo de la piel clara y lisa, por lo demás yo era castaña muy clara y mis ojos eran muy verdes. —Pues la verdad, nada mal—contesté dándole un beso. —Me alegro mucho, ya verás cómo poco a poco estará todo mejor. —Sí, lo sé—sonreí para que se tranquilizara, ella sabía que no me agradó mucho la idea de decir adiós a mi hogar. —Ya sabes que tú padre siempre estaba de viaje a Japón, y yo quería que tu hermano y tú pasarais más tiempo con él, además de que vuestros abuelos se encuentran aquí y… —Vale, mamá—la abracé—no pasa nada. Me voy arriba, ¿vale? Dile a Kyo que me avise cuando esté la cena. —Claro cielo. Subiendo las escaleras me quedé pensando en el día transcurrido, no había estado tan mal. Y yo preocupada por nada. Las personas japonesas resultaron ser distintas a como me habían dicho alguna vez que eran. Conocí a la pequeña Yumi, que consiguió transmitirme confianza deprisa. Después Haru, ese chico…tan hermoso. Llegué a la puerta de mi nueva habitación, entré, la cerré detrás de mí, y me tumbé en la cama observando las estrellas que se veían por detrás de aquel gran ventanal encima de mi cabeza. Era precioso. Haru…Haru… ¿había sido amor a primera vista? Haru… En ese instante sonó mi teléfono móvil, y desperté de mi mundo imaginario. Me levante corriendo de la cama y me dirigí al escritorio, cogí el móvil y mire por la pantallita. Era un mensaje de texto. “Vicky, ¿cómo estás por Japón, preciosa? Han pasado ya dos días y no puedo dejar de pensar en ti, pronto se acercan las vacaciones de navidad…intentaré que mis padres me dejen ir a visitarte. No me olvides. Te quiere…” En un solo segundo mi mundo se volvió a derrumbar y mis lágrimas a no poder parar de recorrer mi rostro. —Eric…
Seguiré con el siguiente capítulo ^^ espero que les guste: Capítulo 2 Sentí un dulce escalofrío en mi cuerpo cuando aquel diminuto copito de nieve se posó sobre mi nariz. Los ojos me brillaban al levantar la mirada hacia el cielo. Era un sueño, estaba nevando. Sentí como mis lágrimas, de alegría, se asomaban por mis párpados inferiores ya que desde los seis años no volví a ver nieve. En Londres acostumbra a llover, más que nada. Empecé a dar vueltas en el hermoso entorno del parque al que iba todos los días, a la misma hora desde dos meses atrás. Cada día transcurría mejor que el anterior. Aun permanecía en contacto con mis amigos de Londres, “te echamos de menos” me solían escribir a menudo, y yo les contestaba con semejante mensaje. Pero ya era una rutina de palabras porque, ahora, Yumi y Haru se habían convertido en mis nuevos mejores amigos. Faltaban exactamente doce días para las vacaciones de navidad. Serian mis primeras fiestas navideñas en Japón, con sus tradiciones y costumbres. Mi madre ya me estaba preparando un kimono, que es un traje festivo japonés muy común, hay de varios tipos, pero no podría deciros cual es el mío exactamente. Yumi me había invitado a pasar tres días en la montaña con su familia para esquiar, antes del día de navidad. Nuestras madres se habían unido mucho últimamente, y por lo tanto la mía estaba encantada con la idea. —Mañana todo estará muy blanco y frío. Paré de dar vueltas y sonreí abochornada. No sabía cómo lo conseguía, pero siempre acababa haciendo el ridículo delante de aquel curioso, misterioso y atractivo joven de cabellos color carbón. —Haru…—susurré con una sonrisa que siempre me conseguía robar. — ¿Qué haces aquí, ahora? Es tarde… —Podría hacerte exactamente la misma pregunta— sonrió —además, eres mujer. —No tengo miedo— se acercó a mí un paso, pero aun nos encontrábamos separados a dos metros de distancia. Vestía ropas oscuras, con una cazadora de cuero que, al igual que su pelo, hacían resaltar su blanca, perfecta, lisa y pálida piel. —Ah… ¿no? — me miró incrédulo un segundo, después volvió a sonreír pícaramente, con su sonrisa torcida, la cual me derretía siempre que se encontraba conmigo. —No— acompañé su sonrisa con la mía y bajé la mirada tapándome el rostro con mi flequillo para así no desvelar mi sonrojo. Cerré los ojos un momento. Me imaginé una chimenea, y sentí el calor de una manta sobre mi cuerpo, ya que fuera comenzaba a crearse un frío cortante y duro. Aquel calor cada vez era más fuerte, pero esta vez sentí que estaba apretándome el cuerpo. Abrí los ojos de golpe y no pude ver nada más que un negro brillante ante mis ojos, ni siquiera olí la brisa del aire y su frescor, solo descubrí un olor a cuero. Sentí un aliento que me transmitía calor en la nuca. Otro apretón. Las mejillas me ardían a más no poder y el corazón llevaba un ritmo descomunal. Hacía tiempo que no sentía algo así cuando alguien me abrazaba. —Haru…—susurre con mi boca pegada en su pecho, por lo tanto no podían salirme palabras abiertas. — ¿Y si yo fuese un ladrón? O peor… ¿un violador? —. Me apartó y me miró seriamente a los ojos mientras me agarraba por los hombros. Entonces volvió a sonreír con su seductora sonrisa— ¿No tendrías miedo? —Pero tú no lo eres—contesté observándole a los ojos, le brillaban. Se estaba divirtiendo. — ¿Y si lo fuese? —Negué con la cabeza— Ni te has dado cuenta de que me he acercado— rió. Tenía razón. Bajé la mirada tapándome el rostro con las manos. Sus frías manos apartaron las mías y me levantó el rostro para observarme a los ojos. Me ruboricé. —Anda vámonos a casa, que mañana hay clase—dije apartándome de él dando media vuelta y comenzando a caminar en dirección a nuestras vecinas casas. Me sentía algo triste al apartarme tan bruscamente de él últimamente, ya que después me sentiría culpable si nuestros labios se juntaran para formar un dulce beso, que tanto deseábamos los dos. Pero no era posible. Mi corazón se encontraba confuso. *** Hace dos meses… Tenía el móvil estrujado contra mi pecho. No podía parar de sonreír. Ayer me había mandado un mensaje Eric, mi novio. Y hoy, hace exactamente dos minutos, me había dado la maravillosa noticia de que en las fiestas de navidad le dejarían venir a visitarme junto con Lilien, mi mejor amiga. Pero aun debía pedir permiso a mis padres. Bajé, excitada, las escaleras, con algo de nervios en mi interior, ¿les dejarían? ¿No? De todas las maneras, tenía que intentarlo. Entré en la sala de estar en donde mis padres charlaban junto a la chimenea tomando té. Me acerque a ellos sin poder ocultar la radiante sonrisa que mostraba mi rostro. Los dos me observaron llegar, y mi padre fue el primero que comenzó a hablar con una sonrisa. —A ver cielo, ¿qué es lo que quieres? —Me ofendes padre—puse morritos mientras me cruzaba de brazos. Después le sonreí. —Eric me acaba de decir que sus padres y los de Lilien les dejan venir por navidad. —miré la expresión de mi padres, mamá estaba sonriente igual que antes, pero mi padre había cambiado la expresión al escuchar el nombre Eric, novio de su pequeña niña. —Eso es fantástico— comento mi madre juntando sus manos y sonriendo. — ¿Pueden venir? ¿Qué decís? —A mí me parece una muy buna idea, cielo—me abrazó mamá. Observé a mi padre con nervios, no le agradaba mucho la idea de volver a ver a aquel chico etiquetado como el novio de su niñita. — ¿Papá? Resopló. —Está bien—se rindió ante nuestras miradas de suplicas. — ¡Sois geniales, gracias! —abracé a mi padre y salí disparada en dirección a mi cuarto para llamar urgentemente a Lilien y darle la maravillosa noticia. Dos meses después, tras un paseo por el parque… Ya solo faltan diecisiete días para que vengan Eric y Lilien, y aun me encuentro confusa. Haru…cada día ocupa más mi mente, es tan dulce, cariñoso, divertido…pero Eric, es el chico de mis sueños, o al menos lo era… ¿Qué puedo hacer? Un ruido apagó mi silencio en la habitación, procedía de mi teléfono móvil. Cerré el diario y me dirigí hacia el escritorio para contestar la llamada. — ¿Diga? — ¡Victoria! —Yumi, ¿cómo estás? —Muy bien, tengo ganas de verte mañana y contarte una cosa. — ¿Qué cosa? —pregunte intrigada. A Yumi le encantaba ponerme nerviosamente con la intriga. Y era la única persona que se había dado cuenta sobre los sentimientos que tenía escondidos por su hermano, a veces me gastaba bromas con ello, pero no me molestaba. Me gustaba mucho que ella me hiciese reír. Poco a poco la he conocido como una chica más alocada y cómica, ahora comprendo el dicho “La primera impresión puede engañar”. —Aaaah, mañana veré si te lo cuento—escuche su risita de victoria, había conseguido despertar mi curiosidad de nuevo. —Yumi, por favor…—me quejé— siempre estás igual. —Soy yo, acostúmbrate— rio de nuevo. —hasta mañana amiga. —y la llamada se cortó. Dejé mi móvil sobre el escritorio y me volví a tumbar sobre la cama. Entonces sonreí. Sin duda Yumi se había convertido en la mejor amiga que había tenido jamás.
Hola Sakurash, al fin pude leer tu fic. Es una historia muy linda y romántica. Obviamente acá hay un triangulo amoroso entre Victoria, Haru y Eric. Creo que ella se ha enamorado de Haru, pero no se que va a hacer con su novio, habrá que ver como sigue esto. Te felicito, es un trabajo muy bueno, espero la continuación, nos vemos Sakurash. ADIÓS AMIGA ESCRITORA!!!
Amiga, amiga, me has dejado sin palabras. Esas descripciones, esos sentimientos de pasión; ese abrazo, estuvieron muy detalladas, como si tú fueras la chica abrazada y como si tu vivierás las mismas inseguridades, dado que visitas un nuevo país. Escribes bastante bien y utilizas las palabras de una forma fluida; es decir, que el texto tiene forma propia y no nada más es puro diálogo puesto como quiera. Admito que del chico me enamoré, esos ojitos orientales, me hicieron recordar a <------ la imagen que tengo en la foto jaja. Pero ella también tiene en su corazón a Eric, y supongo que lo quiere mucho. Pero aquí hay algo, si se supone que ella tiene a su novio, no debería sentir eso por nuestro bello japonés. Me refiero a que el corazón de una mujer sólo le eprtenece a un hombre y no a dos. ¿Qué pasará? Buena intriga, y luego que ellos regresan para navidad, supongo que algo pasará. Ya sabes que ese abrazo, auqnue él usó como pretexto lo del acosador, se nota que quería hacerlo desde cuando (no lo sé porque me haya pasado a mí de verdad xDD). Tuviste unos ligeros errores en las tildes, pero eres excelente en ortografía, te felicito. Ya sabes que seguiré tu tema (cuando sigo algo es porque me gusta y Yue lo sabe). Saludos, cuando puedas avísame de la continuación. NTR.
Capítulo 3 Victoria…Victoria…mi Victoria… Su voz resonaba en cada rincón de mi cabeza. No podía olvidar aquel evento tan maravilloso en su momento. Sentía que los días que pasaban eran como cuchillas que se clavaban en mi piel a modo de culpa. Me sentía avergonzada por jugar haciendo trampas.No sabía cómo gritar a los cuatro vientos su nombre, ese nombre que ocupaba mi corazón y que pronto tendría junto a mí. Aún recuerdo ese dulce sabor de nuestro primer beso. Ocho meses antes Querido diario. Soy feliz, no puedo parar de sonreír. ¿Quieres que te cuente? Bueno verás… Caminando por el parque que se encuentra a unos cuantos pasos de mi casa, todo estaba en flor este día de Abril. Me habían citado a las seis en punto en donde se encontraba aquel banco de piedra debajo de un hermoso árbol cerezo. El único en toda la ciudad, como también es mi único lugar en el mundo donde puedo pensar. Eran las seis menos cuarto, aún tenía tiempo, asi que decidí comprarme un helado de fresa en la heladería de la esquina. Caminé observando el cielo azul, era un día hermoso, no muy común en Londres. Sonreí al ver dos pájaros jugar en los altos cielos. Primavera…la única estación que conseguía hacerme sonreír todo el día además de sentir que el mundo es perfecto, y lo era. Solo en primavera, era perfecto. Empecé a caminar por la hierba de aquel florecido parque. Tenía varios rosales con las rosas más blancas que pudieras imaginar. Continué mi paseo por un camino de margaritas, a los lados tulipanes de colores y alguna que otra lila. No solía recordar el nombre de aquél parque, pero yo lo solía llamar “jardín de las hadas”, ya que siempre había flores. Llegué al banco de piedra de color grisáceo. Y en lo primero que me fijé fue en la lluvia de pétalos de color rosa. Observé la copa de aquel árbol, estaba enflorecido. Perfumaba el lugar con un dulce aroma y lo pintaba de rosa. Era mágico. Era el único sitio en donde me sentía más cerca de Japón. Observé la hora en mi reloj; eran las seis y un minuto. Decidí sentarme y esperar a aquella misteriosa persona. Cuando vi la nota lo primero que se me pasó por la cabeza fue que se trataba de una broma, luego pensé que sería una excusa perfecta para salir de casa y dar un paseo. Volví a mirar la hora; las seis y cuatro minutos. Resoplé. —Si es que, estas cosas románticas no me pasan a mí —. Suspiré y apoye mi cabeza entre las manos mientras contemplaba el paisaje. Observé la gente pasar. La mayoría eran parejas. En dirección izquierda examiné a una pareja de jóvenes enamorados haciendo un picnic. Sonreí ante la imagen, hacían una bonita pareja. Ella poseía un largo y ondulado cabello oscuro, su tez era clara y sus mejillas rosadas. Sus ojos eran de color esmeralda y, vestía un casual vestido con estampado de flores, muy primaveral. Sonreía. Mostraba una perfecta hilera de dientes blancos. Era una chica muy hermosa. El joven que la acompañaba, en cambio, era rubio, sus ojos castaños, sobre su nariz sostenía unas gafas que le daban un toque intelectual. Era más alto que ella aun sentado. Sonreía también, y movía sus labios, en una mano sostenía un papelito al cual miraba de vez en cuando. —Un poema…—sonreí de nuevo. Era una escena comúnmente vista en películas. Quien diría que yo la estuviese viendo en vivo. Observé el reloj de nuevo; las seis y doce minutos. Resoplé. Confirmado, se trataba de una broma. Con pocas ganas me levanté del banco para comenzar a caminar de vuelta a casa. —Pero ¿ya te vas? —escuché una voz masculina a mis espaldas. Me paré un momento, sentí que me ruborizaba sin haber visto a aquel chico. Esa voz… — Siento llegar tarde. Me giré lentamente mientras el corazón me latía fuerte, el chico me observaba con una mano en la nuca, en la otra poseía una rosa del color rojo más puro. En su rostro se dibujaba una sonrisa a modo de disculpa. Le miré de arriba abajo. ¿Era él? Di un paso en su dirección y le miré fijamente a los ojos. Sus brillantes y hermosos ojos azules que me observaban con dulzura. —Eric…—mi corazón latía aún más fuerte. Nunca había estado tan cerca de aquel chico, el chico de mis sueños. El joven del cual llevaba enamorada seis años. Abrí el bolsito que llevaba conmigo y sustraje un papelito doblado por la mitad en el cual estaba escrito mi nombre con una elegante caligrafía. —Tú… ¿tú has escrito esto? —Si—contestó. En su tono de voz pude notar nervios. —Espero que no te haya molestado. Ah, por cierto, esto es para ti—dijo entregándome la hermosa flor mientras se sentaba en el banco de piedra. Olí el capullo de color rojo. Era el aroma más dulce que había percibido en toda mi vida. — ¿molestarme? —le miré intrigada mientras me sentaba a su lado — ¿molestarme por qué? —Bueno…—empezó a decir ruborizándose— Jessica me dijo que… — ¿Jessica? —no pude contener una carcajada. Él me observó incrédulo. —Lo siento. —me disculpé tapándome la boca. —Tranquila—sonrió con esa hechizante sonrisa suya— Ya entiendo por donde vas. —me miró a los ojos un largo rato, al menos a mí me pareció extenso. — ¿Porque me mandaste la nota? —pregunté con la duda aun. —Pues porque Lilien me animó—dijo con una sonrisa. —Lilien…— ¿Lilien? — ¿a qué te animó? No obtuve respuesta, al menos no con palabras. Creí que mi corazón saldría disparado de mi pecho. Observé sus ojos cerrados. Sentí sus frías manos sujetando mi rostro y sus húmedos labios apretando los míos. Mi primer beso. El primero y, robado por nada más ni nada menos que el príncipe de mis sueños. Eric Conrad Dursley. Cerré mis ojos también y me dejé llevar por aquel dulce beso con sabor a helado de fresa, mientras los pétalos de las flores del cerezo rozaban nuestros cuerpos. Aquellos minutos se hicieron eternos para mí. No quería que terminase. Entonces nuestros labios se separaron unos milímetros mientras que nuestras frentes se encontraban pegadas, nos observábamos a los ojos con una tímida sonrisa en los labios. —Al final me he animado—comentó aumentando su sonrisa mientras acariciaba lentamente mi sonrojada mejilla. —Pero ¿cómo? —No sabía que decir, que pensar, todo era una gran sorpresa—yo creía que estabas de novio con Cataline. — ¿Con Cath? —rió— eso nunca, es mi mejor amiga, es más bien una hermana para mí. Yo siempre—se sonrojó—he gustado de ti. — Me besó de nuevo. —Qué alivio—pude decir antes de un tercer beso. Mi tercer beso. Nuestro, tercer beso. La tarde más mágica de mi vida. Y me ha pedido salir. Recordaré siempre este doce de Abril, de este grandioso año dos mil diez. Ocho meses después… Observaba los copos de nieve vestir mi ventana con una elegante capa blanca, la cual comenzaba a taparme la vista del cielo. Me acurruqué entre las sábanas y cerré los ojos intentando descansar un rato. El despertador sonó fuerte en mi cabeza a la mañana siguiente. Me levante sin ganas de la cama y me dirigí al baño a lavarme la cara y cepillarme los dientes. Después me vestí con el uniforme, cogí la mochila y bajé a la cocina. —Buenos días familia—mi padre y Kyo estaban jugando con algo que era insignificante para mí en aquel momento, mientras que mi madre se movía de un lado para el otro abriendo y cerrando cajones. —Hola, Victoria—me saludó el travieso de mi hermano. Él se parecía más a mi madre físicamente. Era más asiático que yo en todo; el aspecto, el nombre, incluso hablaba mejor el japonés con solo nueve años. Cogí una tostada mientras daba un sorbo al zumo de naranja recién exprimido. —Me voy—pude decir con la tostada en la boca y saliendo por la puerta caminando rápido intentando ponerme la cazadora. — ¡Pero desayuna, Victoria! —escuché a mi madre quejándose desde la cocina. —Llego tarde, adiós—mentí. La verdad era que quería encontrarme a Yumi salir por la puerta para que me contara tal cosa que había mencionado anoche por teléfono. Al abrir la puerta miré la gran casa que había enfrente. Y ahí estaba, mirando el interior de su mochila delante de su puerta. — ¡Yumi! —empecé a caminar hacia su casa. Ella levanto la cabeza y me miró. —Buenos días, Victoria—me saludó con una dulce sonrisa mientras cerraba su mochila y comenzaba a caminar en mi dirección. Nos dimos un abrazo. Y empezamos la rutina de todas las mañanas. — ¿Qué tal has dormido? —Pues mal—contesté suspirando. —Casi no pude dormir en toda la noche. No podía parar de pensar en muchas cosas —. Escuché su risita. — ¿me vas a contar? — ¡Claro! —Mi rostro se iluminó—pero a su debido tiempo. —¡¡Yumi!! — casi me caí al suelo de la decepción. —por favor... —Lo siento amiga, te lo iba a contar hoy…—miró el cielo pensativa— pero he pensado que en esta situación es mejor callarme—me sonrió dulcemente—ya lo sabrás, y espero que sea pronto. —Sí, yo también—resoplé—En fin… —Lo bueno se hace esperar—No entendí a que se podría estar refiriendo, asique me limité a asentir. Agarró mi muñeca y tiró de mí hasta el instituto. Al llegar al instituto vimos a muchos estudiantes alborotados formando un coro alrededor de alguna persona. Nos acercamos a curiosear un poco. Entre codazos y empujones suaves conseguí pasar de la multitud y observar la causa de tanto barbullo, en el cual las únicas frases entendibles eran; “¡Mira que mona!”, “Parece una muñequita”. A la primera persona que pude identificar fue a Haru. Estaba hablando con alguien. Una chica. —Haru, ¿qué es este alboroto?—me acerqué a él con dificultad ya que la gente empujaba aún más. —Ah, buenos días, Victoria—. Me saludó con una sonrisa. Haru era el presidente del consejo estudiantil. —Por favor, dejad de empujar. — ¡Así que eres tú! —una aguda voz femenina se oyó a mis espaldas. Di media vuelta y allí la vi. Plantada. Mirándome atentamente mientras me señalaba con su fino y delgado dedo. Era la chica más extraña que había visto en toda mi vida. Tenía una vestimenta muy extravagante, pero elegante al mismo tiempo, que me resultaba especialmente familiar. La examiné de arriba abajo, poseía un vestido amarillo que le llegaba hasta las rodillas, y estaba decorado con lazos y volantes de color blanco. Llevaba unos calcetines muy originales que le tapaba media pierna. Sus zapatos eran amarillos también y, tenían un taconcito que sonaba fuerte cada vez que daba un paso en mi dirección. Era dueña de una hermosa y ondulada melena dorada que le llegaba hasta la cintura. Y en la cabeza, a modo de cinta, llevaba un lazo grande. Extremadamente grande. Su tez era pálida, sus mejillas coloradas y sus labios de un rojo brillante. Llevaba purpurina alrededor de aquellos encantadores ojos castaños. Debía de ser una Lolita. — ¿yo, qué? —me extrañé ante la mirada amenazante de aquella criatura que parecía más de porcelana que de carne y hueso. Esta dio un paso más hacia mí, me miró a los ojos y frunció el ceño, acto seguido agarró a Haru por su brazo derecho y tiró de él. Le abrazó como si de un animal de peluche se tratara, me miró con recelo y añadió: —Tú eres la culpable por la razón de que Haru-kun no ha venido a verme estas últimas semanas, ¿verdad? —No sé de qué me hablas…esto… —Minako—se apresuró a decir — mi nombre es Minako Takemura. Gran princesa del Cosplay Café “Wonderland”.
Maravilloso Sakurash, y eso que no soy especialista en romance pero este me tiene bastante atrapado. Me gusta porque ahora Victoria se reencontró con Eric, pero se que todavía ella no tiene muy en claro sus sentimientos tanto por Eric como por Haru. Ambos creo que la aman y para colmo aparece esta chica Minako, veremos que pasa. Como siempre genial amiga y espero el próximo capitulo. BESOS COMPAÑERA
Hola amiga, gracias por invitarme, ya estoy aquí leyendo tu historia. ¡Vaya! Esa chica, ¿qué pasa por su mente? Mira que pelear por un chico, woo ¿a quién se le ocurre? Me gustó el capítulo, estuvo bastante romántico, ni se diga la parte donde Eric la besa, estuvo bien expresada. Se nota que pones un empeño muy bueno en tu trabajo amiga mía, puedes mejora, claro, ¿por qué no? Como lectora digo: eso estuvo romántico y a esa chica ¿qué le pasa? Esta loquita jaja. Si puedo citar lo que más me gustó sería esto: La tarde más mágica de mi vida. Y me ha pedido salir. Recordaré siempre este doce de Abril, de este grandioso año dos mil diez. Ese toque tan misterioso y bello es hermoso, porque yo también viví algo especial ese día (es un secreto). Como amiga digo: eres maravillosa, este capítulo casi me mata, esa declaración fue fabulosa, madre mía yo muero estando en su lugar, estuviste genial con eso. Como escritora digo: respeto tu trabajo. Eres una de las pocas personas que escribe bien y no es mentira, hace rato leí unos fics que ni para qué te cuento. En general, bien, sé que puedes dar lo mejor de ti, ¡¡ánimo!! Gracias por la invitación, saluditos.
Saludos! Me ha encantado. Has sabido expresar los sentimientos de Victoria pero...una cosa, acaba extraño (o son imaginaciones mias XD) Te doy mi opinion: me ha gustado ^^
Ay carajo esto esta k arde en candela!!!O.O Ahora si se va armar la tercera guerra mundial XD. Conk Victoria es la culpable,eh...jeje. Te felicito! me ha gustado mucho la trama y espero k puedas invitarme otra vez a leer la continuacion. Con respecto a fallas k tuviste en el contenido... pos no detecte ni uno:p y esa confecion por parte de Eric me encanto,es decir, a que mujer en su sano juicio no le gustaria una confecion asi?:oops: uuy ese beso me encanto!!!,aunk te confiezo k he simpatizado con el apuesto y sensual Haru... Bueno, no te digo nada mas, asi k besitos y ByeBye!:D
Capítulo 4 Hace seis días que conocí a esa tal Minako. Era una chica extremadamente radiante. Poseía una sonrisa hechizante igual a las embrujan tés sonrisas de los bebés. Mi primera impresión fue que me odiaba por algo que desconocía, ya que aquel día en que nos vimos por primera vez me había culpado de algo que ahora no recordaba bien. Pero la realidad fue que me buscaba porque había visto una fotografía mía en la cartera de Haru, al escuchar aquello me sorprendí, y él se sonrojó. ¿Por qué llevaría consigo una imagen de mí? Dejemos esa historia para después, ya que, Minako, “princesa” del Cosplay Café Wonderland había venido en mi busca para que me uniese al país de las maravillas y ser su Alicia. Me negué rotundamente, claro. No estaba escrito entre mis planes llevar maquillaje hasta en el pelo y vestir con trajes de muñecas. La princesa insistió mucho, es más, últimamente se pasa más tiempo en mi casa que en la suya. Me sigue a todas partes, ya es como un perrito con un vestido pomposo. La gente se preguntaba si era mi hermana pequeña, y eso era muy curioso ya que ella tenía cuatro años más que yo, y aparentaba tres menos. A sus veintiún añitos y es más niña que las jovencitas de pre-escolar… pensaba a menudo, adiviné que Yumi compartía los mismo pensamientos. A nuestra querida Yumi no le hacía mucha gracia ver a aquel personaje cada día a cada hora en cualquier sitio. Y culpaba a Haru de ello: —Esto nos pasa por que al señorito le da por ir a un cosplay café—refunfuñaba un día sentados en el parque de siempre. — Además, ¿Qué hacías en un cosplay café, pervertido? —le dio un golpe en la cabeza. —No es lo que tú crees—se apresuró a decir enrojeciéndose a más no poder. —Sabes que es uno de los locales de nuestros padres. —Eso no es excusa, idiota—le volvió a golpear. — ¿Cómo crees que se siente Victoria ahora? —decía teatral mientras me abrazaba. Haru y yo nos ruborizamos sin siquiera mirarnos— ¡Eres un pervertido idiota, Haru! —Que… ¿qué dices Yumi? —intenté soltar sus brazos alrededor de mi cuello, inútilmente claro. Nos quedamos en silencio un rato. Todo era tan tranquilo ese día. Solo se escuchaba la brisa del aire. Un poco más adelante habían niños jugando con la nieve, haciendo muñecos y demás. —¡¡Haru-kun!! —Mierda…—Yumi estaba fulminando a su hermano con la mirada mientras se aguantaba un terrible y peligroso puñetazo. La chica venia saltando en nuestra dirección agitando su pomposo vestido, los tres forzamos una sonrisa y la saludamos con la mano. —Haru-kun, ¡Haru-kun! —gritaba mientras saltaba en su regazo y lo achuchaba. —H-hola Takemura—saludó intentando despegarse de ella inútilmente. —Hoy no has venido a verme—decía con cara de cachorrito mientras se colocaba su dedo índice en los labios. —Ya, es que… — ¡Victoria! —gritó la chica alegremente sin poder dejar terminar al joven que ahora la miraba con cara de pocos amigos. — ¿Cómo estás, Minako? — ¡Victooooooriaaa! —Sonreía aplaudiendo. —Ya te ha oído, plasta…—gruñía Yumi por lo bajo. —Mira lo que te he hecho, mi Alicia —sonreía alegremente mientras de su bolso sacaba un pomposo y gran vestido de color azul. —Pero ¿de dónde lo ha sacado? —preguntaron extrañados los mellizos mientras se miraban entre ellos y después examinaban aquel bolsito en el cual entraría un monedero, como mucho. —Oh—cogí el vestido y lo examiné bien mientras me levantaba del banco para dejarlo estirado. Tenía un color azul muy claro, los símbolos de las cartas de póquer también estaban cosidos en el, y un delantal blanco por delante con volantitos. —Es… —no encontraba palabras a tal empalagado disfraz—Igual que el de Alicia, vaya—forcé una sonrisa amable. — ¡Aaaaaah! —dimos todos un brinco al escuchar el ruidoso pitido proveniente de la voz de aquella “niña”. Le brillaban los ojos y sus pómulos se habían sonrosado de timidez. — ¿de verdad te gusta? —S-sí, gracias Minako. —Que bien… —esta vez vi una chica muy distinta. Su rostro transmitía ternura. En aquel instante no transmitía inmadurez a pesar de llevar el vestido más rosa que hubiese podido ver en toda mi vida. Cogió los extremos del vestido y los repasó con sus finos dedos. —Takemura…—Haru también había notado un cambio en ella, incluso Yumi parecía inquieta. —Lo he estado cosiendo toda la noche—comentó mientras sonreía con una mirada triste. —me alegro de que no haya sido en vano. —Minako—un lunar azul oscuro apareció en el extremo del vestido, y otro. Estaba mojandose. Miré a la niña de porcelana, estaba llorando. — ¿P-porque lloras? —Estoy feliz—añadió con una risita. — ¡Haru-kun! ¡Le gusta! — decía pegando saltitos moviendo de un lado para el otro al mareado chico por los hombros. —Vaya por Dios, y yo que había pensado que por un segundo…—lamentaba Yumi por lo bajo—no, imposible. Examiné aquel instante que tanto estaba marcando mi vida en aquel momento. Solo pude esbozar una sonrisa. Sabía que desde ahora en adelante, Minako Takemura, por muy infantil e inmadura, seria nuestra nueva amiga. Y me agradaba mucho su presencia. *** A la mañana siguiente tuve un despertar aún más brusco que el de mi reloj cada mañana a las siete. Yumi había venido a ayudarme a abrir los ojos suavemente y con dulzura. Ironía, claro. Un sábado, a las seis de la mañana, una chica despierta a otra dulce chica muy dormida en su gran camita y bien abrigada, pegándole un almohadón en la cara. Os lo imaginaréis, supongo. Nada más abrir los ojos mi alocada amiga salió disparada y comenzó a sacar mi ropa de los armarios a la vez que la metía en una maleta que, no era mía. — ¿Es que vamos a algún sitio? —pregunté frotándome los ojos. Fuera aún estaba muy oscuro. Causa del Invierno, larga noche corto día. —Hoy es diecinueve de diciembre amiga—Saltó sobre mi cama y me abrazó— ¡nos vamos a esquiar tres días! —Es cierto—se me había olvidado por completo teniendo a Minako en casa a cada hora. Me despistaba siempre. —Solo faltan seis días para Navidad… — ¡Es genial! —Brincaba de un lado para el otro. — Tres días junto a Vicky… en las altas montañas… esquiando junto a Haru…—canturreaba con una melodía inventada. —Vicky…— ¿Quién me llamaba así? —Oh, ¡mierda! — ¿Qué ocurre? —paró en seco y se acercó a mí. —En cinco días— comencé — ¡viene Eric! —Es verdad, que bien. — ¡No! No está bien—grité alarmada. Mi amiga se limitó a sonreír con aquella sonrisa que conseguía tranquilizarme siempre que me encontraba mal. Me dio un abrazo y añadió: —Piensa que esta es una oportunidad para ver qué es lo que realmente sientes por mi hermano, ¿no crees? —Sí, pero, ¿y Eric? — me entristecí un momento al pensarlo, después lo dije. —Sería como jugar con ellos. —En absoluto, amiga—me apretó más fuerte entre sus brazos, después me miró y guiñó un ojo. —Jugaríamos las dos juntas... Ese comentario, típico de mi mejor amiga, hizo que olvidara el tema. Me levanté y fui a vestirme. Terminamos de hacer mi maleta y bajamos a desayunar. Mi madre nos había preparado un rico desayuno inglés, que a Yumi le encantó. Después cogí la maleta que había traído mi alocada amiga, y salimos por la puerta. En la carretera, entre mi casa y la de Yumi, se encontraba un auto grande, perteneciente a la familia de Yumi. Empecé a ponerme nerviosa, ya que tenía mucha vergüenza en pasar tres días junto con la familia de mis amigos. —Bueno días, Victoria—Saludó el señor Nioka cogiendo la ligera maleta de entre mis manos y guardándola en el maletero del coche. Sonreí tímidamente a modo de agradecimiento y subí al auto después de que Haru me abriese la puerta. Me senté entre Haru y Yumi. La señora Nioka no paraba de sonreírme de repetir que era muy guapa. Yo cada vez me ruborizaba más. Eran demasiado amables, quizás. — ¿Y qué tal has dormido, señorita Williams? — preguntó Haru en un susurró. Le observé de reojo, era incluso más guapo al amanecer. El sol comenzaba a asomarse en el horizonte, y aquella luz dorada iluminaba la perfecta y lisa piel de Haru. —Pues, bien…—comencé a decir. Después envié una mirada amenazadora a mi dulce amiga, que en aquel momento se encontraba profundamente dormida. —Hasta que nuestra querida Yumi vino a despertarme—suspire — ¿y cómo es posible que se haya quedado dormida? Solo llevamos una hora de viaje, y acababa de levantarse… —Los misterios de Yumi—sonrió dulcemente. —Si…— mis pómulos enrojecieron al observar aquella sonrisa tan hipnotizan te. —Esto, Yumi me ha comentado que irán más familiares tuyos. —Ah, sí, cierto— miró por la ventana un momento, después me sonrió—no te preocupes, la más problemática de la familia es Yumi, los demás son normales. —En la palabra “demás”, ¿Cuántos entran? Haru rió. Entonces supo que estaba nerviosa por conocer gente, él ya sabía que yo era muy tímida, y no me haría mucha gracia el que hubieran muchas personas. —Tranquila, unos cuantos—su mirada transmitía dulzura. Apartó un mechón de mi rostro y lo colocó detrás de la oreja — pero yo estaré contigo. — ¡Chicos! Mirad por la ventana. —anunció la madre de los mellizos. —Hemos llegado. Me asomé por la ventana del lado de Haru, ya que no quería despertar a Yumi. Mis ojos comenzaron a brillar, aquello era hermoso. Una gran montaña nevada transmitiendo brillos a causa del impacto contra los rayos del sol. A lo lejos se podía ver una enorme casa de montaña, más que casa mansión. Pinos a los alrededores, hasta un lago descansaba allí. Como estar en un sueño. Ignoraba que existiesen sitios tan maravillosos. Bueno, sabía que existían, pero no que algún día llegase a pisar sus tierras. Después de unos minutos entramos en el amplio patio de la gran casa. Había sirvientes en las escaleras de la entrada, ¿esperando nuestra llegada, quizás? Nunca hubiese imaginado que esta familia tuviese tanto dinero, eran tan… sencillos. Observé en la gran puerta mecánica que separaba el exterior de las tierras de aquella montaña, estaba bien enmarcado en un letrero de metal; “Zona privada. Tierras de Nioka.” Eso significaba que eran los dueños de la mayor parte de la montaña, y de la zona para esquiar, también. Aun me quedaban muchas cosas por conocer de la familia de mis nuevos mejores amigos. —Bienvenidos, familia Nioka—un anciano que vestía un traje negro abrió la puerta del conductor permitiendo salir al padre de Haru. Seguramente el mayordomo. —Buenos días, Kazuo. —Contestó amablemente el señor Nioka— ¿Han llegado ya los demás? —La señorita Karen y su marido ya están aquí, sus hijos también han asistido. El señorito Kyoshiro y su hermana Kanon tambien están ya aqui. Los señores no han podido asistir por causa de su empresa. Su hermano, señorita Nioka, y su familia llamaron hace una hora avisando que llegarían al anochecer, al igual que el señorito Kaburaki. —Entendido, gracias, Kazuo. —El señor Hiroki abrió la puerta de atrás para que saliésemos, mientras ordenaba a unos cuantos sirvientes que recogiesen las maletas y las llevasen a las habitaciones correspondientes de cada uno. Caminé vacilante examinando aquel gran edificio. Mi mirada se dirigio hasta la punta más alta. Una de las ventanas llamó mi atención. ¿Se había movido? No, eso no es posible. Debían de haberla cerrado. Acentué aún más mi mirada y vi una sombra. Con un abrir y cerrar de ojos desapareció. —Vamos, Yumi. Ya hemos llegado. —La señora Kanna intentaba despertar a su dormida hija, que no paraba de quejarse. —Ya va, ya vaaa—murmuraba—Un minuto más. — ¿Qué voy a hacer contigo? —la mujer dio un suspiro derrotada. Sonreí ante la imagen. Yumi realmente era muy cómica, aun durmiendo. Desvié mi mirada hacia la gran puerta, que se encontraba abierta. Me llamó la atención una de las sirvientas que me estaba mirando con curiosidad. Supuse que se habría sorprendido de ver a una chica extranjera. — ¿Subimos? —Haru me sostenía por la espalda y empujaba suavemente a modo de aviso para que avanzara. —Si—dudé un momento. —Esto, Haru… ¿Qué hay allí arriba? —pregunté señalando la ventana, en la que divisé una sombra, con la cabeza. —Oh, allí—me miró con sorpresa ante la pregunta—es el cuarto de Shouta, mi primo. ¿Por qué? —Ah—volví a observar aquella ventana. No sabía porque pero me había llamado demasiado la atención, y no debería de darle tanta importancia. Asique Shouta, me preguntaba cómo sería aquel chico. —No, por nada. Curiosidad. Sentí que Haru aún me miraba confuso, pero no le di mucha importancia, ya que era una estupidez. Entonces comencé a subir las escaleras. Mi compañero me siguió. Ahora es cuando empezaba mi aventura de tres días. Conocer nuevas personas, me tenían muy intrigada a pesar de los nervios que llevaba encima, con lo curiosos que eran los mellizos, su familia debía de ser aún más interesante. —Allá vamos—susurré. Entonces traspasé aquella gran puerta de madera.
Me gusta mucho! Es intrigante y está muy bien narrado, tiene el poder de atrapar al lector (a mí jiji). Creo que se nota un ritmo natural, sin descripciones forzadas ni eventos extraños, le da mucha verosimilitud, como dije antes, me gusta mucho. Por favor continúa escribiendo, ya quiero leer el próximo capítulo :D
Oyeme k barbara! Es o con Haru, o con Eric...naaa lo k no mata engorda XD Me dejaste intrigada con esa sombra k vio Victoria...k abra alli?Mmm.... Bueno! la verdad te felicito pork esta muy buena la trama. Te seguire leyendo Besitooos ByeBye!
me ha encantado eset capitulo ademas de qu me dejo bastante intrigada con lo de shouta sin contar que eric viene de visita espero saber pronto que ocurrira... ;D
Mis respetos...!!! Me has dejado picada... narras tan genial...!! esperoo la continuacion con ansias...!! me despido.... nos leemos en la continuacion... ~Sayoo
me gusto! tengo una pregunta ya que no sigo Death Note. a cual de los dos te refieres al que se pasa sentado con los pies sobre la silla o al que escribe en la libreta? es pregunta de baga lo es que no quiero tener que ir a buscar la serie para ver a cual te refieres y eso si el nombre es el mismo lo demás me encanto espero que me avises de la continuación
hahahaha al que se la pasa sentado con los pies sobre la silla ^^ Muchas gracias a todas por los comentarios, pronto subiré la continuación. Os lo agradezco de verdad, esto es muy importante para mí ^^
Capítulo 5 Solo se escuchaban los ardientes latidos de mi corazón. La frente me quemaba y el cuerpo tiritaba por los nervios. Al cruzar aquel umbral me encontré con un espacioso y oscuro vestíbulo. Lo primero que llegaba a mi vista eran unas grandes escaleras anchas en el centro de aquel espacio. Las cuales conectaban con el segundo piso. En la pared del final había un letrero dorado en el que estaba escrito: “La familia se puede considerar hogar, pero el hogar nunca será los mismo que la familia”. Interesante lema, aunque no comprendía al cien por cien. A cada lado del vestíbulo había dos grandes puertas de una madera muy lisa. Debían de ser de un color demasiado claro, ya que el espacio era muy oscuro. La única luz que penetraba procedía de la puerta principal y una ventana a su derecha. Observé que habían lámparas de pared a cada lado de las dos grandes puertas, y otras en las escaleras, más una enorme lámpara de araña en el techo. Pero parecía antigua, de velas, quizás. Di otro pequeño paso hacia adelante para encontrarme en el centro de la sala. Entonces escuché un golpe fuerte, procedía de mi derecha, la puerta estaba abierta y abrí los ojos de horror a más no poder. — ¡Victoria, agáchate! —tenía las manos sobre la cabeza acurrucada en el suelo, Haru me abrazaba, entonces levante un poco la cabeza para observar que pasaba.— Por qué poco — resopló de alivio. — ¡Maldito, idiota! —Era una voz femenina que procedía de la sala en la que se había abierto la puerta— ¡Vuelve aquí y afronta esto como un hombre! —Gritaba enfurecida. — ¿Estás bien, Victoria? —preguntó el mellizo mientras me levantaba con cuidado tirando de mi brazo con suavidad. — ¿Q-qué ha sido eso? —pregunté horrorizada aun, entonces lo vi, en la otra puerta había clavada una espada fina, era una Katana. Miré a Haru aún más horrorizada.—Yo… he, c-casi he…—empecé a respirar fuerte, había estado a punto de ser decapitada nada más entrar en aquella siniestra casa. —P-pero… ¿Eh? —No te preocupes, te dije que estaría contigo— sonrió con dulzura, me tranquilizó con un agradable abrazo. —Señorita Williams de Inglaterra — me aferré aún más al costado de Haru, era el mayordomo, Kazuo. Suspiré, me había dado mucho miedo al aparecer tan de repente, pero su mirada era extraña, me ponía la piel de gallina. Eso significaba que me esperarían tres días muy largos en aquella mansión. —Mis disculpas si la he asustado — hizo una reverencia, me apresure a negar con la cabeza y las manos esbozando una sonrisa forzada. —Pero debo advertirle que— esa mirada de nuevo hizo que me escondiera detrás de Haru—mire a todas partes, esté alerta. —C-claro—respondí nerviosa, ¿a qué se refería aquel anciano? —Vamos, viejo Kazuo, no asustes a nuestra invitada — Un chico se encontraba al lado del mayordomo, ni siquiera le había visto llegar. Observé que el anciano deseaba desaparecer de allí en aquel momento, me hizo gracia su expresión pero no reí por respeto. —Kyoshiro… — susurró Haru torciendo su sonrisa. Se acercó a él lentamente, se miraron un segundo. Entonces se dieron las manos a modo de saludo. Los dos sonreían abiertamente, eso demostraba que no se habían visto en algún tiempo. Aquel chico, Kyoshiro, había nombrado Haru, era bastante apuesto. Su pelo era de un color naranja rojizo, sus ojos ¿verdes? Quizás fuesen lentillas, en cualquier caso le quedaban extrañamente bien. Parece que en Japón la gente adora los peinados y ojos de colores, pensé. Vestía de una manera muy tradicional. Era incluso más alto que Haru, y poseía una sonrisa brillante, debía de ser cosa de familia. — ¿Cómo está mi primo favorito? —preguntaba este removiendo el cabello de Haru. Le veía tan alegre, aquel chico debía de ser alguien muy importante en su vida. —Bien —sonrió, después dio media vuelta y me observó con aquella gran sonrisa que iluminaba su rostro desde hacía un ratito. —Te presento a Victoria Williams, es de Inglaterra. Sentí como mis pómulos enrojecían cuando aquel atractivo chico posó sus ojos sobre mí. Me examinó de arriba abajo, acto que me hizo temblar de los nervios. Entonces se acercó a mí y, fue una gran sorpresa, me besó en una de las mejillas ardientes. Creí que me iba a desmayar en aquel momento. —Un placer en conocerte, Victoria—me miró a los ojos con una mirada seductora. Muy, seductora. —Mi nombre es Kyoshiro Nioka. —E-encantada K-Kyoshiro—no podía apartar la vista de la suya. —Puedes decirme Kyo, si lo prefieres. Como gustes. — Volvió a darme un beso, pero esta vez en la muñeca. Mi cuerpo empezó a sentir un dulce cosquilleo. ¿Cómo era posible que aquel chico fuese tan hechizante? Luego lo pensé mejor, existiendo Haru… era muy probable que sus familiares fuesen igual de impactantes en belleza. —Pero, ¿ya estas coqueteando de nuevo, Kyoshiro? —Esta fue una voz femenina… me era familiar, “¡Maldito, idiota!”. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. Giré la cabeza lentamente para observar a la persona que había lanzado aquella Katana. Ante mi sorpresa me encontré con una ¿niña? No, era de mi edad al menos, dueña de un largo cabello negro recogido en una coleta poco ajustada, por lo tanto parecía como si lo llevara suelto. Sus ojos oscuros eran muy penetrantes, tenían reflejos rojizos, y sus mejillas sonrosadas la hacían parecer una inocente niña. Era muy hermosa. —K-Kanon—el chico se alejó de mí rápidamente y se escondió detrás de Haru usándolo como escudo. — ¿Y K-Kaito, q-qué le has hecho? — ¿Yo? —la chica puso expresión de sorpresa, después cambió. Y daba miedo. Sonreía malévolamente —Onii-san, me ofendes. —De eso nada, ¡bruja! —se volvió a esconder detrás de Haru, el cual estaba muy tranquilo y que comenzó a reír. — ¡Kanon! — ¡Yumi-san! Las dos chicas se dieron un fuerte abrazo. Al fin Yumi había despertado de su profundo sueño. Después agarró a la chica de la mano y tiró de ella en mi dirección. —Kanon, esta es Victoria — sonrió — la chica de la que te hablé. —Es un placer en conocerte al fin, Victoria. — Su voz era melodiosa. Y su sonrisa… me recordó a la de Kyoshiro. — Siento mucho lo de mi Katana. —Victoria, huye mientras puedas. — Decía Kyoshiro mirando a la tierna chica con recelo. — ¡Calla de una vez, Kyo! —le gritó. —Perdona a mi hermano mayor, es un completo inmaduro. — ¿Eh? ¿A quién llamas tú inmaduro? —preguntó ofendido. —Serás…—susurró. Haru se acercó a nosotras, sonriente, con Kyo, este estaba con el ceño fruncido aun molesto por lo que había dicho su hermana. Eran dos personajes muy curiosos. Hermanos, pero no tenían parecido alguno, en nada. —Vamos, Victoria—Yumi comenzó a subir las escaleras, yo la seguí, observé que Kanon se dirigía a por la Katana y después corrió velozmente hasta nosotras. Caminamos por un amplio pasillo, había muchas puertas a los lados, cada una separada de la otra con unos dos o tres metros. Llegamos al final del pasillo, en donde se encontraba la última puerta. Kanon la abrió lentamente y cruzamos al otro lado. Examiné la gran habitación, que consistía de cinco camas, y un amplio espacio en el centro con divanes rojos. También había una televisión, y algunas estanterías con libros. —Oh…—nada más salió de mi boca. Era una sala muy acogedora. Me gustaba mucho estar allí. —T-tú debes de ser Victoria Williams — al escuchar mi nombre dirigí la mirada en donde procedía aquella voz aguda. Una chica, mucho más joven, se encontraba sentada sobre el margen de la gran ventana que había en la habitación. Su pelo era extremadamente largo, le llegaba hasta un poco más bajo que la cintura, y era de un color azul muy claro. Sus ojos eran morados. Realmente tierna cuando la observabas. Su regazo estaba ocupado por un gatito de color marrón que, se encontraba dormido. —Mi nombre es Miyuki Kurumisawa — sus pómulos se habían sonrosado, era realmente una niña muy tierna y dulce. —Dormiremos aquí los próximos tres días — me informó Yumi señalando cual era mi cama. Me senté sobre ella y observé a las nuevas chicas que había conocido. Realmente encantadoras. Estuvimos allí toda la tarde conociéndonos un poco, decidimos no salir de la habitación hasta la hora de la cena. Miyuki tenía quince años, y adoraba los gatos. El que llevaba en su regazo lo llamó Lila en honor a su flor favorita. Me enteré de que las dos iban al instituto Ogawa, y era extraño, ya que nunca las había visto. Y Kanon era de mi edad. Me explicó que estaba en la clase de al lado, y en los ratos libres se los pasaba en la biblioteca o en el club de deportes en donde practicaba con la Katana. También estaba inscrita en el club de tiro con arco. La tarde se nos pasó volando, ya eran las ocho. Decidimos ir al comedor a coger sitio, también a que yo conociera a los demás miembros. Pero antes de que pudiéramos abrir la puerta, alguien lo hizo por nosotras. Examiné a la chica que acababa de entrar. Otra prima, me suponía. Era también muy hermosa, su pelo era corto y ondulado, le llegaba hasta los hombros, quizás menos. Me estaba observando en silencio nada más entró a la habitación. Su mirada me asustó un poco, no parecía agradarle mucho. Yumi se puso algo seria. —Hola Hikari —observé que los ojos de aquella chica se posaban sobre mi amiga. Así que, Hikari… — ¿No vas a saludar a nuestra invitada? — ¿Por qué habría de perder el tiempo así? —su mirada era fría. Y diciendo eso dejó sus cosas sobre la última cama vacía que quedaba, acto seguido salió por la puerta. —No te preocupes, Victoria — me sonrió Miyuki, después volvió a mirar a aquel gatito sobre su regazo, comenzó a acariciarlo. —No le suele caer bien nadie. —Bueno, vamos. —Yumi se encontraba molesta con la actitud de su prima. Salió por la puerta en busca de esta. Fue muy rápida, así que Kanon, Miyuki y yo nos quedamos atrás caminando a nuestro ritmo en dirección al comedor. Las dos chicas eran muy simpáticas conmigo, me había acostumbrado muy bien a su presencia. — ¿Por qué dices que a Hikari no le cae bien nadie, Miyuki? —pregunté con curiosidad. —Bueno, ella es un poco…— Comenzó a decir. —Arrogante— fue Kanon quien terminó la frase. — ¡Kanon-san! — Miyuki entristeció un poco. Se veía que era una chica de buen corazón. — ¿Qué? Es la pura verdad — suspiró esta cruzándose de brazos. —Se cree una princesa, y fastidia que trate mal a todo el mundo. Es una cría mimada e inmadura. Increíble que tenga el hermano que tiene. — ¿Tiene un hermano? — pregunté intrigada. —Sí, Daniel-san — sonrió tímidamente Miyuki. —Daniel es tan… —Kanon intentaba buscar la palabra adecuada — perfecto. —Pero también es muy solitario — suspiró Miyuki — me gustaría poder hablar más con él, pero es tan… —Misterioso, atractivo…— sonreí ante el gesto de Kanon. Era igual de teatral que Yumi. —Kanon-san, es tu primo…— susurró Miyuki avergonzada por los pensamientos impuros de su prima. —Pero no es…—No terminó la frase, ya que Miyuki le lanzaba miradas amenazadoras. Eso me dejó con la duda. —Yuki. — ¿Quién es Yuki? — Pregunté entonces, aun intrigada por el misterio de Daniel. —Nuestro sempai— informó Miyuki. —Está en un curso más que vosotras. Es un chico realmente increíble. —Yuki si es realmente atractivo. — Suspiraba de nuevo Kanon con la mano en el pecho, aquello volvió a hacerme reír. —Si no fuesen mis primos… ojala — rió. Las dos acompañamos su risa y continuamos el camino hasta el comedor. Estábamos llegando ya a las escaleras, y vimos una figura que se acercaba por delante. Lo examiné bien. Era un niño. Posiblemente el niño más hermoso que había visto en toda mi vida. Su pelo era castaño y le cubría la frente. Tez lisa y pálida. Sus ojos oscuros tan penetrantes. Me recordó un poco a Haru. Sería como un mini-Haru. Era tan elegante y dudaba que tuviese más de trece años. Estaba concentrado mirando el suelo mientras caminaba. — ¡Ah! ¡Shouta-kun! —saludó alegremente Kanon. El joven muchacho levantó la mirada y nos observó muy seriamente. Shouta…pensé, era aquel nombre que había mencionado Haru cuando le pregunté sobre la ventana. Posó su mirada en la mía, y frunció el ceño. Después aceleró el paso y bajó las escaleras deprisa. — ¿Q-qué le pasa? —pregunté sintiéndome un incordio de nuevo. —Es un niño, que le vamos a hacer—sonrió Kanon. —Es demasiado serio para su edad—agregó Miyuki algo preocupada por la reacción de su primo pequeño. —Odia que le digan niño. Y no te sorprendas si te suelta alguna cosa extraña. — ¿Eh? —no entendí bien eso último, las dos se miraron entre sí y después sonrieron con una sonrisa poco convincente. —Venga vamos, nos estamos retardando. Llegamos a las grandes puertas del comedor, por donde aquella mañana salió disparada una Katana. Entramos juntas en la gran sala, casi todo el espacio era ocupado por una gran mesa. Al fondo de la habitación se encontraba una gran chimenea y algunos divanes, los cuales estaban ocupados por algunas personas adultas. Pude reconocer a los padres de Yumi y Haru. Nos acercamos a la gran chimenea. — ¡Por fin habéis llegado, niñas! — La señora Kanna nos sonreía abiertamente abrazada a su marido. Reconocí a Kyoshiro junto con Haru en la ventana. Otro muchacho se encontraba con ellos, era algo más bajo que los otros, su pelo era rubio y sus ojos castaños muy claros. Su mirada era de indiferencia. Era un chico bastante atractivo, como no. Hikari se encontraba sentada enfrente de la chimenea observando el fuego. No se molestó en mirar a las recién llegadas. La luz procedente de las llamas de fuego la hacían parecer aún más atractiva. En el rincón opuesto a la ventana había otra, y un sofá de lectura, en el cual aquel niño, Shouta, estaba sentado con un libro en las manos. Percibí su mirada fría por detrás del libro. A su lado, de pie, había otro muchacho. Este me observaba con curiosidad. Al cruzar mi mirada con la suya sentí que mi corazón no podría parar de latir. Mis pómulos se habían enrojecido como nunca antes. —Es…— ¡HERMOSO! Pensé. Escuché la risita de Kanon, ella se imaginaba que alguna reacción así tomaría al ver a aquel muchacho pero, ¿sería Daniel o Yuki? Su pelo era castaño y le llegaba hasta los hombros. Sus ojos oscuros eran muy elegantes. Su tez pálida y lisa. Sus labios… unos que cualquier chica desearía probar, incluso algún chico. Su nariz sostenía unas gafas negras, aportándole un aspecto intelectual. Su apariencia era más occidental que oriental, pero no le di mucha importancia. La palabra que lo describiría; Perfecto. Daniel, debía de ser él, “Daniel es tan perfecto…” fue lo que Kanon dijo. Pero entonces cuando estaba segura de mis conclusiones. —Perdonad el retraso, querida familia — una voz melodiosa se escuchaba a nuestras espaldas. Todos y cada uno de los presentes pusimos nuestra atención sobre aquella persona que acababa de abrir de nuevo las puertas del gran comedor. Retiro lo dicho de unos segundos atrás, en aquel momento era cuando el corazón me latía como nunca antes. Él, extrañamente, sí era perfecto…
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!! eso fue increible. Aunk debo confesar k me dio mucha envidia con Victoria por encontrarse a chicos tan guapos... Jejejejeje XD XD XD Pues, me gusto mucho como describiste y narrastre todo y sigo en la espera de la siguiente continuacion. Besitos XOXOXOXOXOXOXOXOXOX ByeBye!
in-cre-i-ble esta palabra describe a la perfección tu ff y yo me pregunto que chico sera cual... porque nos dejas con la intriga T^T y por ultimo gracias por invitarme a tu ff de verdad lo disfrute y agradecería un aviso cuando llegue la actualización ^^