GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por Konomi Miyazawa, 6 Junio 2009.

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  1.  
    Chisato Aisaka

    Chisato Aisaka Entusiasta

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    Hola,
    estaba buscando nuevos fics que leer y
    me pase por los de tematica libre y ver el tuyo
    OMG! en seguida me dieron ganas de leerlo
    y te digo que no me arrepiento de a verlo leido
    por esta mas que buena la historia, esta superhipermega... GENIAL,
    me dejastes sorprendida con tu historia quiero ver que
    mas pasa, no me imaginaba un fic asi como el tuyo
    por eso me encanta, si pudiera agregar a favoritos
    lo HARIA!.
    Pobrecito Jun... ToT no le puede estar pasando eso a este
    niño tan lindo, que no a hecho nada malo :(
    todo por culpa de Tamaki! D: no, no, no, no! no es justo!
    no es justo! para ese pobre niño!.
    y espero que la abuela de Tamaki no haga nada, porque a ella
    si que la O-D-I-O me cayo mal desde la primera vez que la
    vi en el anime, como pudo separar a Tamaki de su madre y
    ahora pretende separar a Jun de Haruhi O.O no!no! y NO!
    Hanatsuri que linda no admite que quiere muchixixixixiximo! a
    Jun pero se le nota que lo quiere ::si:: :) se le nota demasiado,
    y Kaoru tiene una gemelitas! kawaii! me encanta tu fic,
    la historia, la trama los nuevos personajes, TODO!

    Bueno mejor paro porque despues no te imaginas lo
    largo que seria mis post! xD
    sigue asi que esta genial tu fic, espero pronto la conti!

    Sayonara!
    Matta ne!
     
  2.  
    Konomi Miyazawa

    Konomi Miyazawa Iniciado

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    GOMENASAI- a Ouran High School Host Club
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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    7.- Una historia sin fin (Extra)


    ¡Hola chicos y chicas!
    Sé que tengo mucho tiempo sin publicar y espero que me perdonen, pero al fin les traje un capi que me pareció muy interesante darles a conocer. No me maten si no les gusta.

    DUDAS, SUGERENCIAS, COMENTARIOS, ¡POSTEAN POR FAVOR!

    “Frío, de cualquier ángulo que me viesen siempre era completamente indiferente, hasta que… la conocí”
    <center><center>(Ootori Kyoya)</center></center>

    Han pasado casi cinco meses desde el incidente con Tamaki en el hospital, después de eso, habían perdido cualquier rastro de él. Para Jun todo era perfecto durante este lapso, pues su beca para entrar a Ouran había sido aceptada, sabía que todo sería distinto: cursaría el 2º año al lado de su mejor amiga: Ootori Hanamatsuri. También les harían compañía en el mismo módulo elemental, pero en 1º; las gemelas Hitachiin.

    El primer día para Jun y Hana fue como suele ser normalmente el inicio de un nuevo curso: pesado. Kyoya había ido a recogerlos, iban con rumbo hacia la residencia Ootori cuando Hanamatsuri comenzó a indagar acerca de la tarea de ese día.

    — Papá, necesito que me relates la crónica de cómo fue que tú y mamá se conocieron; ¿Puedes decirnos? — Los ojos del Rey Demonio de Sangre Fría se abrieron como platos. Nunca había comentado eso ni siquiera a su hermana; pero su hija lo miraba con la curiosidad reflejada en sus brillantes orbes almendra; aún así prefirió hacer lo mismo que con los que cuestionaban ese hecho.

    — Pregúntaselo a tu madre. Ella te lo explicará mucho mejor de lo que yo pudiera hacerlo. — No era la respuesta que la jovencita esperaba, pero ya le había dado la alternativa perfecta para conseguir lo que tanto necesitaba.

    Llegaron pues, a la residencia. Kyoya estacionó el auto frente a la casa; de un momento a otro se percató de que su hija no esperó a que alguien de la servidumbre abriera la puerta para ella, sino que lo hizo por sí misma y tomó la mano de Jun ante el asombro del asistente y de su propio padre.

    Jun iba un poco atrás de la chica, la cual lo llevaba casi a rastras, pero le extrañaba el motivo por el que lo llevara de esa manera. — Hanamatsuri, no sé si te has dado cuenta pero estás arrancándome el brazo. — Dijo el chico de los orbes azules la cual, al darse cuenta de su acción, aflojó un poco la mano en la que llevaba a su amigo. Aún así no le dirigió la mirada, al parecer iba un poco seria.

    — Lo siento Jun, pero si queremos tener esta tarea hay que llegar adentro; sino, no nos permitirá indagárselo a mamá. Lo conozco le ha de parecer algo cursi como para no contármelo él mismo. — La de los cabellos tan negros como la noche estaba decidida, así que entró al salón donde se encontraba su madre en uno de los sofás de la de la confortante casa leyendo un libro.

    La dama se sorprendió al ver la entrada de su hija tomada de la mano del chico de Haruhi, por ello decidió formular una inocente broma con la escena que presenciaba, además su marido iba entrando también detrás de ellos así que le pareció el momento perfecto para sacarla a la luz.

    — ¡Oh, Jun- kun!, ¿Al fin te le has declarado a mi hija y ella solo piensa en ti como algo a lo cual torturar? — Los niños se miraron sorprendidos y Hanamatsuri soltó la mano de Jun completamente sonrojada e hizo como que se la limpiaba contra la falda de su uniforme.

    — ¡Por favor mamá, no digas cosas como esa!…— Jun miró a Hana con un leve sonrojo sobre sus mejillas y Kyoya; que lo había visto todo, se puso en el lado derecho de Jun como si fuese verdugo y se puso al nivel de su oído.



    — ¿Qué intenciones tienes con mi hija, jovencito? — Puso su temible rostro de Rey Demonio de Sangre Fría, que logró que Jun se sorprendiera demasiado y comenzara a tartamudear y manotear.

    — ¡¡Etto… no es lo que… tu piensas tío Kyoya; yo… yo!! —En su rostro tenía una mueca de espanto hasta que Kumiko decidió intervenir.

    — Tranquilo cariño, sólo era broma. Y bien, ¿Qué necesitan niños? — Puso su hermosa sonrisa y la pequeña de los ojos almendra miró a su padre con una sonrisa maquiavélica.

    — Bien, ¿Podrías contarnos cómo se conocieron tú y papá? Es parte de la tarea para mañana ¿verdad Jun? — Dirigió su vista hacia él, que con un poco de esfuerzo se iba alejando lentamente de la mirada penetrante que Kyoya le proporcionaba.

    —Ah, claro que sí…— Kumiko miró extrañada a Jun al ver que bajo la mirada y comenzó a cuestionarlo.

    — Pero Jun, ¿no tienes que poner tú la de…— Jun puso su mirada un poco entristecida y observó a la que lo interrogaba.

    — Bueno, verás, mamá ha estado un poco extraña, por eso preferí no preguntarle. Hablé con la profesora y ella dijo que, si ustedes me lo permitían, podía escribir su historia. — Tomó una de sus libretas y la colocó sobre la mesa de centro.

    — ¡Claro que puedes ponerla, no hay problema! — Respondió sonriente la dama.

    Kyoya esperaba que su esposa no entrara en detalles con la crónica; pero de repente recordó lo que hizo cuando Arika se lo pregunto: Lo dijo al descubierto. Se decidió a quedarse ahí observando para vigilar que no dijera cosas de más y se sentó en el mismo sillón en el que se encontraban Jun y Hanamatsuri, pero sentándose en medio de los dos.

    — Bien niños, ¿están listos? — Parecía que Kumiko había esperado esa pregunta por parte de su hija desde hace tiempo, los chicos alistaron lápiz y papel mientras la dama comenzaba a retomar los recuerdos de casi diez años atrás…

    // FLASH BACK //

    Una joven de unos 20 ó 21 años aproximadamente, de cabellos color café chocolate, ojos almendrados y pequeños, una figura ligeramente esbelta, iba caminando por las calles de Kantou con una pequeña maleta en una de sus delgadas y blancas manos. Iba muy pensativa hasta que se detuvo frente a la puerta de una casa, que si bien se veía de fachada sencilla era muy elegante.

    — Bien, esta es mi primera casa. Debo ser firme y vender al menos un libro si quiero conseguir la cena de hoy. — Se dijo a sí misma mientras miraba la puerta frente en la cual se situaba de frente.

    Tocó el timbre, a los pocos segundos abrió la puerta el presidente en la sombras del exHost Club; Kyoya Ootori con una enciclopedia en su mano derecha, al parecer estaba leyendo un articulo acerca de la ley de oferta y demanda, pues estaba estudiando la carrera de administración de empresas.

    — ¡Oh Ootori-kun, no sabía que tú eras quien vivía aquí! “de haberlo sabido ni siquiera me hubiese parado ni a una cuadra”. — Dijo la chica al joven frente a ella, el cual no hizo más que recargarse en el umbral de la casa y observarla misteriosamente.

    Kumiko conocía a Kyoya porque estudiaban la misma carrera, en el mismo semestre y, por supuesto en la misma aula. Sin darse cuenta, se había ido enamorando de él al darse cuenta de que era una persona muy brillante, atenta y excelente conversadora con cualquier persona que no estuviese conectada con su aula de estudio; si normalmente le dirigía a ella dos ó tres palabras al día era mucho. Pero sobre todo, veía su comportamiento con el resto de sus compañeros. Si bien en el aula era extremadamente serio; cuando se reunía en un café cercano a la escuela con los miembros del ex-Host club, era muy buen platicador, atento y, debía admitirlo, si bien nunca se había fijado en su físico se dio cuenta de lo guapo que era.

    La chica lo admiraba secretamente pero, el día en que conoció el pasado de su estatus social, el cual nunca daba a conocer y comparado con el de ella, que era de medio a bajo; se avergonzó y comenzó a apartarse de su lado cada vez más.

    — ¿Qué es lo que necesitas Mizuno-chan, deberías estar estudiando para el examen, no? — El modo en él que la miraba comenzaba a alterarla un poco, pero aún así siguió con el mismo objetivo con el que llegó a esa casa.

    Su cara comenzaba a sonrojarse, se sentía un poco incómoda; hasta que decidió tomar la palabra.

    — Bueno, verás, estoy vendiendo algunos libros para… una empresa y quisiera saber si no quieres comprar alguno. — No podía negarlo, se sentía estúpida al tener que hacer eso, pero era la acción que mantendría sus estudios.

    Kyoya la miraba con un poco de desprecio, hasta que una fugaz visión pasó por su mente. Si la miraba mejor tenía un leve parecido con la persona de la cual estaba enamorado; que está de más decir: Fujioka Haruhi. Aunque sabía que mantenía una relación con su mejor amigo, y el más idiota debía admitir, no se daba por vencido con ella. No necesitaba saber que la chica frente a él le admiraba, pero por ahora su corazón le pertenecía a otra persona.

    Kumiko sabía de por medio eso, por ello se había guardado todo acerca de esos sentimientos sólo para ella. Le parecía un poco egoísta, pero era lo mejor para no dañar la leve relación de compañero que llevaba con él. Para Kyoya, la única chica distinta seguía siendo Haruhi y juzgaba erróneamente a su compañera, se había quedado con la idea de que todas las chicas sólo le admiraba por su físico o por lo rico y popular que era. Necesitaría un gran golpe para que esa opinión cambiase.

    — No, por ahora no necesito nada, chica de los libros. Nos vemos mañana en la escuela y recuerda ponerte a estudiar para no reprobar. — Cerró la puerta frente al rostro de la de los pequeños ojos almendrados, que se dio cuenta a la perfección de lo que le había tratado de dar a entender.

    No trató de insistir. Aún así tocó nuevamente el timbre; se había decidido a declarar lo que sentía aunque la fuesen a rechazar. Siempre había sido una persona decidida y concreta con lo que hacia, de todos modos su voluntad la obligaría a hablar. Tocó nuevamente hasta el momento en que parecía que su dedo índice se había pegado al pequeño botón.

    Después de unos dos minutos, el ojivioleta abrió molesto la puerta, sabía bien de por medio que era ella, pero la verdad era que no le interesaba para nada. Ella también era muy conocida en la escuela, no sólo por su belleza, sino por lo destacado de sus trabajos y la calidad que dedicaba a todo aquello que hacía, pero era remota la posibilidad de interesarse en “una chica tan superficial como el resto”. Abrió la puerta y ella sólo se quedó mirándolo quieta por un instante, estaba todo en silencio hasta que ella decido hablar.

    — Ootori-kun, sé muy bien que no te interesarías en alguien como yo, pero aún así quiero decirte que me…— Kyoya la interrumpió poniendo un dedo sobre sus labios color cereza y la obligó a callar.

    —No me interesas niña, no me importa lo que desees conmigo así que guárdate tus comentarios. — Las lágrimas trataban de hacerse presentes en el rostro de Kumiko, pero no quería demostrarle que sus palabras podían herirla, por ello decidió seguir hablando.

    — No he terminado aún. —Anunció con determinación al joven frente a ella.

    — Si se supone que tienes mucha más educación que yo, demuéstrala respetando cuando estoy hablando. —Un tono de acidez se hizo presente en sus palabras.

    — Me gustas desde el momento en que te vi resolver aquella incógnita tan pronto, eres muy brillante, te he visto con tus amigos fuera de la escuela hablar. Estoy segura de que piensas que me interesas por tu físico, o por popularidad, o tan sólo por algo tan estúpido como lo material. ¡Pero tú eres una persona increíble, eres más que eso, no todas las personas sólo se fijan en lo que puedes ofrecer, también hay quienes ven lo que eres! — Kyoya se sorprendió ¿cómo es que aquella niña frente a sus ojos sabía lo que tanto despreciaba de él mismo? La chica no se dejaba caer. Continuaba con la misma postura con la que llegó, aunque su rostro en lugar de mostrar tristeza por ser evitada, demostraba que le molestaba que la comparasen con las otras.

    — Una cosa más. No te quitaré más el tiempo con lo que crees es una estupidez. Si tanto te gusta la chica castaña del departamento de derecho, ¿Por qué no se lo dices? Es odioso que estés detrás de ella y no le digas lo que sientes. — Se dio la vuelta y comenzó a caminar, salió de aquel lugar al fin, pero, aún así no se permitió derramar una sola lágrima. Continúo con lo que por ahora era su trabajo con el rostro que era necesario para desempeñar su actual función.

    Kyoya se quedó en el umbral de la puerta parado observando hacia el frente por un momento. Entró a la casa y se recargo en la puerta ¿Cómo era posible? Si la había observado mucho y sabía exactamente lo que hacía. Las apariencias lo engañaban, tenía que hablar con alguien que pudiese ayudarle.

    (((((()))))))

    El Rey Demonio de Sangre Fría caminó hasta la casa de la persona que siempre le apoyaba cuando lo necesitaba. Tocó la puerta lo suficientemente fuerte como para que pareciera que trataba de tumbarla. Esa chica lo había dejado confundido. Era cierto que nunca le había dicho a Haruhi lo que sentía por ella.

    — ¿Kyoya- sempai? ¿Puedo ayudarte en algo? — Dijo la castaña de ojos grandes observando el rostro de confusión de su sempai.

    — ¿Tienes un momento, por favor? Necesito hablar contigo. — Haruhi asintió con la cabeza y entró para tomar una chaqueta, al momento salió y comenzaron a caminar.

    Se detuvieron en un café, en el cual Kyoya se dispuso a contarle todo a su acompañante, que lo miraba atentamente. Cuando hubo terminado de relatarle todo Haruhi lo miró y comenzó a puntuar sus errores.

    — Sempai, eres un tonto. Yo conozco a Kumiko, ella es una chica totalmente genial, es muy distinta a las otras y, por supuesto nunca se interesaría por un beneficio. Deberías tomarla en cuenta, no siempre tendrás que estar tan frío, y la forma en que te lo dijo fue muy valiente. — Haruhi lo miraba seriamente, él se dio cuenta de donde estaba su error: siempre juzgaba a las personas de una manera que todos le parecían iguales.

    — Haruhi, debo decirte que…— Haruhi lo detuvo del mismo modo que el hizo con la chica de la que hablaban con anterioridad.

    — Kyoya-sempai, sé lo que intentas decir, no es necesario que me lo expreses. Pero aún así yo estoy enamorada de otra persona, y tú tienes que buscar a alguien que sea para ti. No siempre voy a estar contigo y no me gustaría que te quedases solo. Bien, tengo que irme, papá no tarda en llegar y tengo que hacer la cena. Hasta mañana. —Kyoya se dio cuenta que, ahora que Haruhi lo había dicho, era la señal de que no tenía ninguna oportunidad con ella.

    Se conformo con observarla partir con rumbo al oeste, donde la puesta de sol señalaba que estaba a punto de llegar la noche. También él se fue, volvió a su casa y pensó todo lo que Haruhi le había dicho anteriormente.

    ///////????

    El despertador sonó. Acababan de dar las 6:30 de la mañana, Kumiko se levantó, aunque sus ánimos no se encontraban muy bien que digamos, pero aun así no se dejaría vencer por algo tan insignificante. Se vistió y tomó rumbo a la universidad, que se encontraba a unas siete cuadras de su departamento.

    Al mismo tiempo, Kyoya iba hacia el mismo sitio, estaba concentrado, tratando de comprender bien todo aquello que le dio Haruhi el día anterior; que aunque fueron unas cuantas palabras no dejaban de rondar por su mente. Entró al edificio y vio frente a el a Kumiko, que caminaba con la prisa habitual rumbo al aula de clases, en ese momento, Kyoya se acerco a bloquearle el paso (intencionalmente por supuesto) fingiendo que uno de sus bolígrafos había caído al suelo.

    Tratando de ocultar aún más su angustia simulo no haberse dado cuenta de que el ojivioleta cruzó enfrente de ella. Continuó avanzando hasta que escuchó una voz helada pronunciar su nombre.

    Se detuvo. Kyoya estaba parado en frente de la chica de ojos almendrados, le observó con su normal cortesía y le ofreció el saludo habitual que le daba al resto de su compañeros —Buenos días, Ootori-kun. Con su permiso. — El rey demonio de sangre fría no podía creerlo. ¡Por primera vez una chica le sacó la vuelta! Eso no se podía quedar así.

    *******+++++++

    Durante las clases, Kumiko se hizo completamente indiferente con todos. Se le sentía completamente fría al hablar, pero su semblante era el mismo tan alegre de siempre. Apenas recitaba algunas palabras y devolvía al congelante silencio al aula. Kyoya estaba completamente molesto: esa chica estaba actuando exactamente igual que el y defendía su postura como la 2ª más brillante de la clase.

    En la última clase del día el ojivioleta estaba fastidiado de la actitud tan extraña y retadora de su compañera. Sin darse cuenta dejó pasar por un momento una actividad y cuando se dio cuenta, la chica de los pequeños ojos almendrados le había quitado su lugar como el primero en terminar ejercicios y el más listo de la clase.

    Se quedó paralizado; estaba harto de esa situación, para terminar haciéndolo salir de sus casillas fue necesaria una mirada retadora y completamente relente de su enemiga del aula. ¡Esa chica hizo lo mismo que el por todo el día! Ese era el colmo, primero su pupitre estaba lleno de cartas de chicos diciendo que la admiraban a mas no poder, y ahora le quitaba su lugar como alumno modelo. Tenia que terminar con esas condiciones.

    Cuando intentó hablar con ella sus amigas le dijeron que se había ido a casa, pues tenía mucho trabajo. Kyoya les agradeció y salió corriendo a buscar a la mencionada chica.

    {{{{{{}}}}}}}}

    Pasó casi todo el semestre sin poder hablar con Kumiko, pero muchas cosas habían cambiado, la actitud de la chica de los cabellos de dulce chocolate se había vuelto más frívola que la de el mejor alumno del departamento de finanzas; se le notaba más apagada, pero, al finalizar la ceremonia de clausura de clases tuvo la oportunidad de hablar con ella al fin después de tanto tiempo.

    — ¿Qué ocurre contigo, porqué te estás comportando así? — La chica no se inmuto, se le veía totalmente paciente tal como en too ese curso, se levantó de la silla donde se encontraba y miró al Rey Demonio de Sangre Fría a lo ojos.

    — ¿Qué? ¿Tanto te molesta que me comporte tal como tú? Pues no te preocupes tendrás el placer de no volver a verme, al fin que no te ha de importar eres un egoísta. ¿No te ha gustado que juegue el mismo juego que tú? Admítelo esta vez te he ganado yo. Bueno, me voy. — Se dio la vuelta y caminó hacia la salida, donde su amiga Arika y otra compañera de la Universidad la esperaban.

    — ¡Kya… Kumi-chan eres muy malvada, qué actitud, quisiera ser como tú! — La chica de los lindos cabellos pelirrojos la abrazó y luego se dirigió a su acompañante — ¡Verdad Haruhi que Kumiko es genial, le hizo la vida de cuadritos al más amargado de la escuela! — Haruhi se dio la vuelta hacia atrás para ver la institución en la que estudiaban las tres chicas y vio a Kyoya detrás de ellas y parecía agua para chocolate.

    — Bueno chicas, yo me voy tengo que hablar con alguien, ya las veré en la noche supongo. ¿El tren sale a las 7:45 p.m. verdad Mizuno- chan? — La castaña miró a la susodicha, la cual contestó a ello — Sí, nos vemos después, Fujioka-san… — Kumiko y Arika se dirigieron hacia la casa de la segunda para ayudarla con sus maletas, pues decidió volver a su hogar natal en Kyushu.

    — Creí oír que habías dicho que ignorarías la actitud de Mizuno, pero veo que te equivocaste, la primera vez que lo haces en mi presencia supongo. —Miró a Kyoya con una sonrisa y luego continuó — ¿Te has enamorado de ella, verdad? Nunca nadie te había retado tanto y no te había visto celoso de una chica nunca en todo el tiempo que te conozco. Ya has oído, Kumiko se va hoy, aún supongo tienes tiempo para alcanzarlas, son las 7:24 p.m. Ve, yo estoy bien, tengo que esperar a Tamaki que no ha salido aún. ¡Bye, bye! — Haruhi se despidió y corrió de nuevo hacia el edificio de la universidad. Mientras, el viento soplaba algo fuerte, lo suficiente para levantar un poco de polvo.

    Esta vez se daba cuenta de que lo habían vencido, por primera vez e imposible de creer, una persona con unos sentimientos tan fáciles de quebrar como el cristal mismo. Sonrió, después comenzó a correr rumbo a la estación, se dio cuenta de que esa niña había logrado vencer también su frío corazón de piedra.

    ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!!!!!

    — Bueno, supongo que me voy. Vendré a visitarte Arika, despídete de las chicas de mi parte. — La dama de los ojos turquesa observó a Kumiko y luego le dio un abrazo. — Pero, ¿por qué has decidido irte? Si es por Ootori-Kun yo puedo hacerlo callar. — Arika se veía un poco deprimida por lo que hacía su mejor amiga, pero no podía hacerla cambiar su decisión por más que quisiera.

    La chica de los ojos almendra miró a su amiga y luego comenzó a hablar — He decidido hacer esto por mí misma. Me he comportado de este modo para aligerar el peso que ponía sobre mis hombros Ootori-kun al sólo mirarme con desprecio, y todo eso me ha dejado muy mal. Supongo que si vuelvo a casa tal vez logre olvidarme de él. Mi vida tiene que seguir y no quiero continuar aquí. Lo siento Arika. — Kumiko abrazó muy fuerte a su amiga para contener el llanto que quería brotar en sus ojos.

    — Lo siento Kumiko-chan tengo que irme, Cuídate mucho y llámame en cuanto estés en Kyushu. — Salió corriendo y a un la o de ella pasó el ojivioleta que trataba de impedir a la chica que le había robado por completo el corazón. Kumiko estaba a punto de abordar el tren, cuando sintió de repente cómo la regresaban al andén jalándola de la mano derecha.

    Se dio la vuelta y, antes de que pudiera decir algo, el Rey Demonio de Sangre Fría la abrazó. — Lo siento mucho, Mizuno-chan. Estaba tan encerrado en mi propio mundo que no me di cuenta de que tú eres diferente a todas esas chicas. Perdóname por ello. Te amo… — La tarde se fue en silencio junto con los trenes que pasaban a toda velocidad; los segundos e hicieron minutos y los minutos horas…

    ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿??????????

    FIN DEL FLASH BACK

    — Mamá, no tenías que contarlo tan específicamente, voy a tener que ver un psiquiatra después de esto. — Dijo la pequeña niña de los ojos almendra mientras miraba a la mujer con los mismos ojos, que era su madre.

    —Lo siento niños. Pero me encanta recordar ese día… — Jun y Hanamatsuri miraban a Kumiko con un rostro de “qué” cuando Kyoya dejó el diario que había estado leyendo mientras esperaba a que su esposa terminaba de contar su anécdota.

    — Muchas gracias Tía Kumiko, gracias tío Kyoya, su relato fue genial, pero tenemos aún más tarea. — Dijo Jun mientras se levantaba de su sitio, tomó su mochila y guardó su cuaderno.

    —¿No quieren que les cuente la historia de verdad que no es tan cursi? — Le dijo Kyoya a los niños, a lo cual Hanamatsuri tomó de la muñeca a Jun y comenzó a llevárselo de ahí sin decir nada.

    — Sabes que dije parte por parte la verdad ¿O me equivoco? — Preguntó Kumiko mientras miraba a su esposo a los ojos con una dulce sonrisa — Pues no mentiste, pero aún así no deja de ser tan cursi el modo en el que lo cuentas …— Llevó Kyoya su mirada a su esposa y luego hacia los niños que se habían ido a sentar al comedor de la casa en donde pasaban en limpio lo que la dama de los cabellos café chocolate les había contado…
    =========

    Bien así termina esta capi extra espero les haya gustado. No sé como hice para escribirlo, a mí también me pareció muy cursi, pero bueno, las ideas fluyen y no había publicado nada, pero se me hizo tan lindo... XD

    Bueno, ¡hasta luego! n_n

     
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  3.  
    nerine

    nerine Iniciado

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    Como siempre un excelente capitulo aunque te comistes varias letras pero esta igual de bueno que siempre,nos leemos en otro post.
     
  4.  
    rubitah

    rubitah Guest

    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    me encantó este capi :) !!!!
    siento no haber comentado antes pero es que no me di cuenta :)
    bueno, lo hiciste muy bien, como dice nerine te comiste algunas letras pero en mi opinión me encanto!!!
     
  5.  
    Okita

    Okita Adicto

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    Hecho, que bueno que vuelvas a publicar! diviertete!
     
  6.  
    Konomi Miyazawa

    Konomi Miyazawa Iniciado

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    <center>¡¡Ohayou minna-San!! :)

    Al fin decidí volver a las andadas. Tengo un nuevo capítulo y créanme, no se lo pueden perder;con decirles que casi me traumo al escribirlo. Sé que me tardé un siglo en republicar, pero al fin salí de mi bloque (y del problema de corto tiempo que me causa el cole.)
    Por cierto, arigatou Okita por reabrir el fic de todos.:eek:

    Espero les guste y que se preparen para el fin... :eek::eek::eek::eek::eek::eek::eek:
    </center>
    8.- Cuenta regresiva

    Los rayos del sol comenzaban a tocar los techos de las casas de Kantou, la tierra se iba calentando paulatinamente mientras, sobre las plantas; el rocío dejaba señal de haber estado ahí.

    Para la familia Fujioka, la vida había dado giros progresivos, pues muchos de los deseos de los tres integrantes se iban cumpliendo. Si bien habían tenido que pasar suficientes penalidades para llegar a donde se encontraban, ninguno de ellos abandonó sus ideales.

    Como todas las mañanas, Haruhi se alistaba para salir al trabajo. Frente al espejo de su habitación se dedicó a recordar todo lo ocurrido desde su graduación hasta este momento de su vida. De repente, un escalofrío recorrió su cuerpo y la hizo abrir descomensuradamente los ojos; siempre que sentía algo así era porque vendría un suceso desagradable.

    Un poco turbada por ello, terminó de arreglarse. Fue al cuarto de su hijo a saludarlo antes de irse, pues tenía un asunto importante que arreglar en su trabajo; el cual era bueno, pues el puesto que tanto deseaba desde que concluyó sus estudios sería aprobado gracias a su empeño e indudable inteligencia. Era un día importante para todos, aún así; hizo como si fuese un día cualquiera. Se puso una linda blusa azul tierno, un saco y una falda en color negro, recogió su cabello en una coleta alta y se puso unos zapatos de tacón bajo negros, todo parecía como siempre, hasta que Jun salió corriendo y dio un fuerte abrazo a su madre.

    — ¡Felicidades mamá! ¡Al fin lo lograste! — Dijo el pequeño de los orbes azules con una sonrisa entrañablemente conocida para su madre.

    Le recordó el día en que termino sus estudios de preparatoria en la academia Ouran, era la misma sonrisa que su sempai, Tamaki, le ofreció en cuanto la vio cruzar las puertas de la escuela.

    — Gracias Jun, pero ¿Acaso no te molesta? Es posible que pase menos tiempo en casa, eso es lo único con lo que no estoy de acuerdo. — Contestó la castaña con la mirada un poco nublada; pues lo que más le gustaba era estar en compañía de su padre y de su pequeño hijo.

    — No mamá, no pienses así. Mientras tú te sientas realizada no tendré ningún problema. Nada más me agrada tanto como verte feliz. — Aquella última frase la dejó atónita. Fue justo lo último que escuchó de “King” del Ex Host Club, hace casi ocho años atrás.

    — Jun, espero que esto no te ofenda, pero cada vez, no sé si por suerte o maldición te pareces más a tu padre. — El ojiazul la miró sorprendido y un poco molesto, pero fingió no tener perjuicios referentes a aquel comentario que si bien, podría ser cierto, era algo fastidiante para el chico.

    Ignorando aquello, le brindó una sonrisa y un abrazo a su madre. Miró al reloj e la pared a su derecha. — Ya debes irte mamá no quiero que llegues tarde en un día tan importante como hoy. — Haruhi también llevó sus ojos al reloj y luego los puso sobre Jun. Ambos rieron y luego caminaron hasta la puerta, donde Jun se despidió de su madre tal y como todos los días: Con un beso en la mejilla y un apretón de manos.

    Ya un poco después de que Jun hubiese cerrado la puerta miró hacia atrás una vez más. El presentimiento de esa mañana no era nada bueno, pero no quería arrebatar la alegría al niño de sus ojos.

    -------*---------*

    — Bien, ya estoy solo. Supongo que el abuelo va a tardar más de lo planeado de viaje con sus amigos y no han de tardar en venir el tío Kyoya y Hanamatsuri. — Dicho esto, Jun tomó un banquito para alcanzar una de las alacenas para sacar de ella un frasco de mermelada de fresa.

    Súbitamente, el teléfono sonó y el castaño volteó hacia él algo exaltado. Debía admitir que le acababa de dar un buen susto. Bajó del banco y puso sobre la mesa el frasco de modo que estuviese a un lado de un paquete de pan blanco y un pequeño cuchillo de untar.

    Esperó hasta el momento en que sonó de nuevo el tono y contestó con la cortesía habitual en él.

    — Buenos días, a casa de los Fujioka, ¿Con quién hablo? — El niño se movió los cabellos que le cubrían la frente, los cuales volvieron a su lugar en corto tiempo.

    — Etto… Buenos días… ¿Quién es…? ¡Auch! — Jun se quedó extrañado. Esa voz no la conocía y se dio cuenta de que alguien más protestaba en el fondo.

    — ¿Hay alguien ahí? — Cuestionó dudoso el ojiazul mientras aguardaba una respuesta del otro lado del teléfono.

    — Me he de suponer que eres Fujioka Jun, me alegra que seas tú quien contesta, así no pierdo más tiempo. Es necesario que nos veamos en la estación de trenes Sur a las 10:00 a.m. de hoy con algunas de tus posesiones personales. No debes comentárselo a nadie o algo malo podría ocurrirte. — La voz sonaba áspera, sin interés alguno en la impresión que causara aquel mensaje al niño.

    Jun se sintió inseguro unos cinco segundos. Era algo demasiado extraño y más que nada, la persona con la que se estaba comunicando era un desconocido, Tragó saliva, se armo de valor y comenzó a hablar. — No sé quién es usted o de donde conoce mi nombre, ¿Cómo piensa que he de obedecer a un desconocido? — Al otro lado de la línea comenzó a sonar una risa seca y luego de ello su locutor decidió revelarse.

    — Ya deberías haber oído más de una vez de mí. Soy la abuela del inútil de tu padre. ¿Cómo has de obedecerme? La respuesta es muy sencilla, si no lo haces, me encargaré de hacer miserable tu vida y la de tú inepta madre. Espero me hayas entendido. Hasta luego…— El sonido burlón del otro lado de la comunicación fue repentinamente cortado con el de fin de la llamada; Jun puso el teléfono de vuelta a su lugar.

    Sus blancas e infantiles manos comenzaron a temblar y sus ojos estaban sumamente abiertos. Se decidió ignorar lo ocurrido y fue a la mesa a prepararse unos cuantos sándwich de mermelada. En cuanto los terminó de comer, tomó su mochila y salió de la casa con rumbo a la escuela, olvidando que, como todos los días, Kyoya y su hija pasarían por él.

    ----*----*----*

    Unos instantes después de que Jun salió de la casa, llegaron el ojiovioleta y su niña ojialmendra. Mientras Kyoya bajaba a tocar la puerta, Hanamatsuri esperaba en el auto mientras leía un libro. En cuanto vio a su padre volver solo, se quedó extrañada.

    Kyoya subió al automóvil al no ver ninguna señal del chico y comenzó a conducir. — Hanamatsuri, ¿De casualidad Jun no te dijo si Haruhi lo llevaría hoy a la escuela? — Refirió a la de cabellos negros que despego la vista de su lectura.

    — No padre, no me dejó dicho nada. Seguramente la tía Haruhi lo ha llevado sino, él se ha ido solo. — La chica llevó sus ojos hacia una de las banquetas en la cual vio al castaño caminando pausadamente y completamente distraído.

    Al ver a su hija, Kyoya detuvo la marcha y se orilló hasta el sitio donde se encontraba Jun. Hanamatsuri bajó el vidrio de la ventana y desde ella, llamó a Jun.

    — Oye, ¿Por qué has decidido no esperarnos? ¿No te dije ayer que lo hicieras? — Al darse cuenta, el ojiazul dio la vuelta hacia atrás.

    — Lo siento Hanamatsuri, tío Kyoya, tenía ganas de caminar un poco. — La ojialmendra lo miró y le hizo la señal de que subiera, le abrió la puerta y Jun subió con ellos. Durante el recorrido hablaron acerca de los deberes del día anterior. Al llegar a la escuela se despidieron de Kyoya, el cual llamó un momento a su pequeña, le dijo algo al oído y luego ella regresó donde su amigo; juntos tomaron camino hacia el aula.

    ----------*-----------*------------*

    — ¿Te ocurre algo? Estás muy callado y has hecho que mi padre se preocupe.
    Como normalmente nadie puede hacerte parar…— Le pregunto la chica de cabellos ébano a su inseparable amigo Jun, que se encontraba en el pupitre contiguo al de ella.

    — Estoy bien, pero algo me tiene intrigado. ¿Podemos hablar durante el receso? —
    Para Hanamatsuri siempre había sido normal que el ojiazul apenas hablara de las cosas que lo preocupaban; pero, al parecer, esto era lo suficientemente importante para que se lo quisiera decir.

    Unos cuantos instantes después, la chica ojialmendra miró al frente hacia su profesora, que ya parecía haber notado que cuchicheaban en clase, por lo que decidió que lo mejor sería esperar hasta el descanso para hablar con Jun.

    ---------*-------------*-------------*

    Después de un módulo de clases que parecía interminable, Hana se despidió de sus amigas para ir a buscar al chico ojiazul.

    — Bueno chicas, nos vemos luego, tengo unos asuntos que atender. — La chica revoloteó su cabello al dar la vuelta, pero en ese instante sus compañeras comenzaron a comentar cosas acerca de ello.

    — Oye, Ootori-san, ¿por qué pasas más tiempo con Fujioka que con nosotras que somos tus amigas? Cualquiera diría que te gusta. — Las niñas no pudieron evitar reír y la ojialmendra se dio la vuelta algo sonrojada.

    — Lo hago porque lo conozco de más tiempo y siempre está cuando yo lo necesito, y si me gustase o no, no es de su incumbencia. Mi amistad con ustedes no me obliga a hablarles de mi vida privada. — Dio una vuelta y caminó en dirección a Jun, que también había comenzado a buscarla.

    — ¿De qué es lo que quieres hablar conmigo? — Dijo Hanamatsuri mientras revisaba unas notas escritas en un blog engomado que llevaba siempre consigo. —Me parece de veras extraño que hagas esto, nunca me comentas nada que te incomode a tal modo que no pongas atención en clases. —

    El ojiazul había estado mirando hacia el vacío, pero al escuchar la pregunta de la que era su mejor amiga no pudo evitar llevar su mirada hacia la de ella.

    — Hoy pasó algo de veras raro. Alguien que argumentaba ser mi abuela llamó hoy a casa y me dijo que la viera en la estación de trenes a las 10:00. Pero… No sé… me sonó como a una de esas bromas telefónicas para asustar a la gente, además no soy tan tonto para creerme eso…— El chico comenzó a reír de una manera que nadie creería que era una broma, pero Hanamatsuri no hizo siquiera un gesto.

    La ojialmendra se levantó de su sitio y miró de una manera frívola al ojiazul.

    — Si vas a contarme algo, no me lo digas si sólo tomas todo como una broma; sabes bien que nunca me ha gustado. — La chica se dió la vuelta y caminó de regreso al salón, molesta y completamente preocupada.

    Tomó de la mochila su teléfono, marcó al móvil de su padre; pero sonaba ocupado. Volvió a marcar y después de una corta espera, su llamada fue contestada.

    — ¿Qué ocurre Hana?.. Estaba marcando a tu celular, pero sonaba ocupado. — Habló su padre en voz baja, al parecer estaba apenas saliendo de una junta.

    — Los Suo ya hicieron su primer movimiento. Debemos hacer algo. — La niña colgó, pues el timbre de entrada sonó y su celular fue confiscado por la profesora que recién llegaba al aula.

    -------------------------------------------

    Kyoya comprendió el significado de las dos oraciones recién articuladas por su hija. Salió del recinto donde se encontraba y caminó en dirección a la calle.

    Tomó el teléfono y marcó directo al móvil del mayor de sus sempais. Sonaba igual que el de su hija hace unos minutos, así que cambió de número y marcó al de Hikaru.

    — ¿Hola? es Hikaru, ¿qué desea?— Hikaru contestó con un poco de pereza en la voz aún con haber visto quién era la persona que marcaba.

    — Tenemos que sacar a Jun de Japón o al menos desaparecerlo del mundo por un tiempo. — Contestó el ojivioleta con un tono completamente serio.

    — ¿Pero qué tontería estás diciendo? ¿Por qué dices eso? — Contestó el de los ojos felinos con voz de sorpresa, porque de alguna manera sonaba como una broma pesada.

    — Ninguna tontería. Mi hija me acaba de decir algo que dice mucho. — Kyoya comenzaba a molestarse, pues nunca ha sido muy paciente.

    Hikaru no alcanzaba a comprender lo que le acababa de pronunciar su sempai. Por ello, tomó la decisión de preguntar qué era lo que dijo la niña de los cabellos negros.

    — Los Suo ya hicieron su primer movimiento. Eso fue lo que dijo. Supongo que con eso comprenderás quién está detrás de eso. Aún así, te hablo más tarde; hay que corroborar con Jun lo que pasó. Aunque, ahora que lo pienso, esta mañana estaba muy serio. Nos vemos. — Se oyó del lado de Hikaru como acababan de colgar, pero decidió esperar hasta la siguiente llamada del ojivioleta.

    ------------------------------------------------
    Al dar el timbre de salida, Jun decidió no esperar a Hanamatsuri y se fue corriendo a tomar el tren para ir a casa; se dio cuenta de que se había molestado y lo mejor era dejarla sola.

    Al llegar a casa se encontró con la sorpresa de que su abuelo estaba allí.

    — ¡Hola muchacho! ¿Te has portado bien con tu madre durante mi ausencia? — Ryouji extendió los brazos y el niño de los ojos de mar se abalanzó sobre él.

    Comenzaron a hablar acerca de lo que les pasó a cada uno durante el tiempo que no se habían visto, de repente; sonó el teléfono, pero no sorprendió a ninguno de los dos, pues estaban muy felices.

    Ryouji se acercó al mueble en el que se encontraba el teléfono y contestó.

    — Es la casa de los Fujioka ¿Qué desea? — Dijo sonriente el abuelo del chico rubio.

    — Vaya… No esperaba que contestara una basura. Pon al mocoso al teléfono inmediatamente. — Al otro lado de la línea, una voz fúrica pronunciaba esas palabras de una manera arrogante.

    — ¿Qué manera de hablar es esa? ¿Quién es, qué desea y qué tiene en nuestra contra? — El abuelo de Jun levantón la voz de una manera que al chico le dio a entender que algo estaba completamente mal.

    — No me importa lo que diga. Sólo dígale al estúpido bastardo que yo se lo advertí— El teléfono comenzó a sonar en modo de colgado y Ryouji miró al rubio ojiazul con un rostro de sorpresa.

    Jun sólo estaba atónito, se dio cuenta de que lo ocurrido en la mañana no era ninguna clase de broma. Le pidió el teléfono a su abuelo; que comenzó a pedirle una explicación casi a gritos.

    No fue necesario llamar a nadie, Mori y Hani iban llegando y, al oír el ajetreo ni siquiera tocaron el timbre, sólo abrieron la puerta de par en par.

    --------------------------------
    Jun no tuvo otra más que decir lo que ocurrió. Kyoya los había puesto al corriente de lo ocurrido por teléfono; claro, lo poco que él sabía por medio de su hija.

    Se decidieron por ir a buscar a Haruhi y dejar al abuelo cuidando de la casa, la susodicha iba saliendo del trabajo. Los saludó sonriente, pero su rostro se ensombreció al ver a sus amigos e hijo con una mirada extraña.

    — ¿Qué es lo que ocurre? — Preguntó al acercarse al auto en el que iban los antes mencionados.

    — Sube, tenemos que ir con Kyoya. — Hani estaba completamente serio, le abrió la puerta de atrás, la dama se sentó al lado de Jun, que parecía no encontrarse ahí en ese mismo momento.

    Morinozuka le dijo todo lo ocurrido a la de cabellos cafés, la cual no podía comprender lo que ocurría. Kyoya se encontraba en su casa de campo completando algunas cosas, así que tomaron rumbo hacia allá.

    Jun miró por el vidrio de atrás el paisaje que se dibujaba de bosque y la carretera que contrastaba en toda aquella espesura. Los montes estaban completamente verdes, con toda clase de árboles sin frutos, una densa niebla arriba de ellos; la lluvia comenzó a caer sobre la tierra.

    Antes de que comenzara a caer la lluvia, el chico de los orbes azules comenzó a ver una línea que se iba formando por donde el auto acababa de pasar. Le pareció extraño y se dio la vuelta para advertir.

    — Tío Mori, tío Hani, el auto está…— Una luz en el tablero del auto indicó que el líquido de frenos se había agotado, los presentes en el auto estaban atónitos.

    — ¿¡Cómo fue que…?— Pronunció Mori, que se encontraba al volante y al intentar frenar; se dio cuenta de que todos sus esfuerzos por detener la marcha serían inútiles.

    Hani miró con terror una curva que daba hacia una caída que parecía de unos 20 metros del lado izquierdo, y del derecho se avistaba un abismo de cerca de 70 metros. Mori hizo lo posible para virar hacia el lado más conveniente en esa situación, mientras los pasajeros veían con terror lo que podría ser el fin…

    Por más esfuerzo que se hizo, nada se pudo; el automóvil comenzó a descender. Haruhi se aferró con todas sus fuerzas a su hijo, lo tomó entre sus brazos decidida a no soltarlo.

    De repente, el auto comenzó a dar vueltas volcado, Haruhi había olvidado colocarse el cinturón y, en un instante, sus brazos se soltaron de su pequeño y salió proyectada del vidrio trasero.

    — ¡¡Mamá..!! — Un grito de desesperación de Jun retumbó en el silencio y se detuvo cuando la luz se apagó para el niño de los ojos azules, que perdió el conocimiento por completo en el fondo del barranco…

    Espero que les guste y prepárense para el siguiente. ¡¡¡Comenten mucho!!!

    ¡Sayonara matta ne! ;)
     
  7.  
    nerine

    nerine Iniciado

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    Como siempre mi pequeña saltamontes, mejoras dia con dia y este capitulo es prueba de ello, realmente me siento orgullosa de ti y espero que continues con tan excelente historia.

    Nos leemos en otro post.
     
  8.  
    Kyouko Kiryuu

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    Konnichiwa! :rosa:
    Por casualidad me encontré con tu hermoso fic. wow me encanta tu forma de narrar, sinceramente me quede muy picada con este capítulo, OMG! Ahora que pasara con Jun, Haruhi, Honey-senpai y Mori-senpai, espero que se encuentren bien, no me imagino una vida sin Honey ni Mori-senpai ToT
    Creo que lo mejor se avecina, estaré esperando con ansias la siguiente continuación ^-^

    Sayonara.
    :Bonito:
     
  9.  
    Konomi Miyazawa

    Konomi Miyazawa Iniciado

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    ¡Ohayou minna-san desu!
    Aquí les traigo el 9º Capítulo. Espero les guste y les ruego ¡DEJEN POST!

    9.- Adiós, recuerda que te amo.

    Jun abrió los ojos completamente exaltado. Estaba sudando frío y, al parecer; estaba en un lugar que no era su habitación.

    A través de una ventana a su lado, las cortinas blancas apenas dejaban que la leve luz de luna, que se encontraba cubierta por las nubes, entrara para iluminar un poco la habitación.

    El ojiazul abrió completamente los ojos y observó mejor lo que lo rodeaba: a su izquierda se encontraba una mesa de noche, en la cual había una jarra con agua, un vaso de cristal lleno hasta la mitad y una fotografía; en la cual se encontraban él y su madre en lo que se notaba, era un atardecer con el océano brillando al fondo.

    Con la poca luz que había, no se alcanzaba a distinguir nada, así que Jun decidió levantarse. Se sentó, se recargó sobre la almohada. Estaba dispuesto a levantarse de la cama cuando un dolor punzante en su brazo derecho lo detuvo.

    Al intentar mirar su brazo, la luz recién encendida de la habitación lo cegó. Se frotó los ojos con la única mano que podía mover bien y al retirarse la mano, observó a su abuelo que se acercaba y lo estrechaba en sus brazos.

    — ¡Jun, gracias al cielo que despiertas! — Ryouji le hablaba al niño con las lágrimas mojándole las mejillas; mientras el pequeño ojiazul lo miraba perplejo.

    En cuanto se separó del niño, Jun comenzó a hacer preguntas referentes a lo que había ocurrido, no recordaba nada de lo que había ocurrido.

    — Abuelo, ¿Qué pasó? ¿Por qué mi brazo está vendado? ¿¡Dónde está mamá!? — De un salto se levantó de la cama y se sentó sobre el borde en el cual estaba recargado antes su abuelo.

    Kyoya iba entrando a la habitación con un blog de hojas en la mano cuando se dio cuenta de que Jun al fin había despertado.

    El ojivioleta se acercó caminando velozmente, tomó la mano de Jun y la puso sobre la suya. Después le sonrió como nunca hacía con nadie más que con su preciosa hija de ojos almendrados.

    —Jun, me alegra que hayas despertado. Tengo mucho que contarte de lo que pasó durante los dos días que estuviste dormido. Pero primero dime, ¿Qué fue lo que ocurrió con ustedes? — El castaño se soba la frente con la palma de su mano y luego se la pone simplemente sobre el brazo que lleva vendado.

    — La verdad… No recuerdo nada, ¿Por qué tengo vendado mi brazo? Me duele mucho cuando me recargo sobre él. Pero… ¿Y mamá? ¿Dónde están ella y los otros? — El abuelo miró a Kyoya y luego se decidió a salir de la habitación. Se despidió de Jun y se fue.

    El ojivioleta no tenía idea de cómo explicarle a Jun lo que ocurrió. Si bien fue él el que corrió con mejor suerte de los que iban en el auto, no podía recordar nada del incidente ocurrido.

    Kyoya trajo una silla frente a la cama mientras el niño ojiazul lo miraba confundido. El pelinegro se quitó los lentes, los limpió con su pañuelo y se los colocó de nuevo; miró a Jun y se puso serio.

    —Verás, tuvieron un accidente en el auto de Mori, él y Hani-sempai están bien, sólo tienen unas contusiones y golpes leves en la cabeza pero…— Kyoya se quedó completamente callado mientras el castaño abrió los ojos cual platos.

    — ¿¡Pero qué!? ¿¡Qué pasó con mamá!? — Las lágrimas comenzaron a brotar de sus orbes azules mientras profesaba, casi gritando, las preguntas anteriores.

    — Tu madre salió del auto de alguna manera mientras todavía estaban cayendo. Los cuatro llegaron inconscientes, pero Mori y Hany despertaron a las pocas horas. Haruhi cayó en lo creo es un coma, intentamos despertarla, pero nada se pudo hacer. Recuerda que aún así está viva, veremos cuánto tarda en despertar, pero lo mejor será que ocurra pronto. — El pequeño niño se puso a llorar desconsolado a la par que la niña ojialmendra y su madre entraban a al habitación.

    Hanamatsuri se acercó a él, subió a la cama y lo tomó en brazos mientras de sus ojos comenzaban igual a surgir las lágrimas, las cuales rodaban por sus mejillas y terminaban mojando la camiseta de Jun.

    00000000----0000000---000

    Hanamatsuri despertó en la sala principal de la oficina de su padre en el hospital, estaba cubierta con una cobija y recostada sobre uno de los sillones de piel. Se sentó y acomodó el largo cabello detrás de la oreja izquierda, al punto se dirigió al sitio donde estuvo la noche anterior que era la de Jun.

    — Veamos, piso 3, sección H, habitación 12. — La linda niña de los cabellos negros entró a la habitación en silencio.

    Se recargó en la puerta blanca y miró a Jun, que se encontraba mirando al vacío de la ventana a su lado, mientras las cortinas se sacudían suavemente por el viento.

    La luz entraba por lar cortinas y se dirigía a la jarra sobre la mesa, formando el espectro de luz. Hanamatsuri miró al ojiazul aún afligida mientras detrás de ella, entraba Hani.

    — Jun, ¿Te encuentras bien? — La pequeña ojialmendra se acercó a él y puso una de sus manos sobre su hombro.

    — Fue mi culpa ¿verdad Hana? — Pronunció Jun sin dirigir la mirada a ninguno de los dos presentes en la habitación.

    — ¿Por qué sería tu culpa? Nadie predijo que esto ocurriría. — Hanamatsuri tomó su mano izquierda y lo bajó de la cama de un jalón.

    Hani miró como casi se lo llevaba arrastrando a la habitación de al lado, sin comprender lo que la astuta niña estaba haciendo.

    En la habitación se encontraba Haruhi, tenía el rostro con algunos moretones y arañazos y las manos igual. Tenía una venda alrededor de la frente, tal parecía casi como si estuviera dormida.

    — Jun, observa bien. ¿Crees que tú querrías que esto ocurriera? Hay que tener esperanza, recuerda que mi padre dijo que ella está viva, simplemente es como si estuviera durmiendo. — Jun tomó suavemente una de las manos de aquella que yacía en la cama.

    Igual que en el rostro, tenía arañazos y vendada la muñeca. El niño acariciaba la mano de Haruhi y luego miró a Hanamatsuri con una leve sonrisa, sus ojos no sonreían con él, estaban apagados.

    — Voy a tener fe. De eso modo, mamá despertará pronto, ¿Verdad? — Ambos se sonrieron mientras Hani miraba la escena frente a él.

    Kyoya se acercó detrás del sempai de los grandes ojos mientras miraban a los dos niños dándose ánimos.

    — Se ven como Haruhi-chan y Tama-chan ¿Verdad? — Kyoya miró con ojos asesinos a su sempai, pero sabía que, algo como eso, podría ocurrir algún día.

    0000000====0000000======00000000

    Todos los días, Jun y Hanamatsuri iban del Colegio Ouran al Hospital a ver a Haruhi. El Ojiazul se quedaba hasta tarde, si bien su mano seguía quebrada y sanaba lentamente, era zurdo, así que se ponía a hacer la tarea ahí mismo, mientras le hablaba a su madre de lo que ocurría todos los días.

    Así era la rutina hasta que un lunes por la tarde, cerca de las 6:00, una mujer de cabello castaño y unos grandes ojos verdes se encontraba en la habitación después de que Jun regresó de la sala principal del hospital.

    Iba vestida con un suéter en color azul obscuro, una falda blanca plisada, blusa del mismo color y zapatos de tacón algo alto. Tenía el cabello cortado a la altura de los oídos y en él llevaba un broche con una flor de sakura.

    — Hola chibi-Jun, te estaba esperando. — La dama le sonrió alegremente mientras el niño la observaba perplejo.

    — ¿Quién es usted y qué hace en la habitación de mi madre? — Pronunció Jun en el modo menos molesto posible.

    — Tamaki tenía razón, te pareces mucho a ella. Pero supongo que hay cosas que se pueden arreglar. — Jun empezaba a aterrarse, lo que esa mujer decía no tenía ningún sentido.

    — ¿Qué es lo que necesita? — El niño castaño se le acercó un poco mientras aquella dama tomaba la mano de la progenitora del ojiazul y la acariciaba mientras sonreía con los ojos cerrados.

    — Ella te lo advirtió ¿verdad?— La ojiverde miró a Jun como si le tuviera lástima y luego regresó la mirada a Haruhi.

    Jun miró a su madre y el estado en el cual se encontraba, eso le recordó la advertencia que había recibido hace casi una semana.

    ////Flas Back/////


    El teléfono sonó y el castaño volteó hacia él algo exaltado. Debía admitir que le acababa de dar un buen susto. Bajó del banco y puso sobre la mesa el frasco de modo que estuviese a un lado de un paquete de pan blanco y un pequeño cuchillo de untar.


    Esperó hasta el momento en que sonó de nuevo el tono y contestó con la cortesía habitual en él.


    — Buenos días, a casa de los Fujioka, ¿Con quién hablo? — El niño se movió los cabellos que le cubrían la frente, los cuales volvieron a su lugar en corto tiempo.


    — Etto… Buenos días… ¿Quién es…? ¡Auch! — Jun se quedó extrañado. Esa voz no la conocía y se dio cuenta de que alguien más protestaba en el fondo.


    — ¿Hay alguien ahí? — Cuestionó dudoso el ojiazul mientras aguardaba una respuesta del otro lado del teléfono.


    — Me he de suponer que eres Fujioka Jun, me alegra que seas tú quien contesta, así no pierdo más tiempo. Es necesario que nos veamos en la estación de trenes Sur a las 10:00 a.m. de hoy con algunas de tus posesiones personales. No debes comentárselo a nadie o algo malo podría ocurrirte. — La voz sonaba áspera, sin interés alguno en la impresión que causara aquel mensaje al niño.


    Jun se sintió inseguro unos cinco segundos. Era algo demasiado extraño y más que nada, la persona con la que se estaba comunicando era un desconocido, Tragó saliva, se armo de valor y comenzó a hablar. — No sé quién es usted o de donde conoce mi nombre, ¿Cómo piensa que he de obedecer a un desconocido? — Al otro lado de la línea comenzó a sonar una risa seca y luego de ello su locutor decidió revelarse.


    — Ya deberías haber oído más de una vez de mí. Soy la abuela del inútil de tu padre. ¿Cómo has de obedecerme? La respuesta es muy sencilla, si no lo haces, me encargaré de hacer miserable tu vida y la de tú inepta madre. Espero me hayas entendido. Hasta luego…— El sonido burlón del otro lado de la comunicación fue repentinamente cortado con el de fin de la llamada; Jun puso el teléfono de vuelta a su lugar.


    /////Fin del Flash Back/////



    — Tú eres la primera mujer que habló conmigo esa mañana por teléfono, ¿Verdad? — Jun miró a la dama acusadoramente y ella asintió si dejar de observar a la infortunada Haruhi.

    — Vengo a repetirte aquello que mi señora dijo. Ven conmigo y todo mejorará, de cualquier modo; te mantendremos informado acerca de tu madre, si no obedeces puede ocurrir algo peor. ¿No te aterra? — La mirada de la dama se ensombreció, mientras que los ojos de Jun se llenaron de lágrimas, que no se atrevió a derramar.

    Jun no hizo más que asentir con la cabeza gacha y la mujer se levantó de su asiento, se incorporó al nivel del pequeño ojiazul y tomó su pequeña mano que se encontraba sana, sólo que aún tenía leves rasguños; la acercó a su rostro y la puso en su mejilla.

    — Me alegra que accedieras Jun. A mí tampoco me gusta ver sufrir a la gente. Algunas de tus posesiones personales están en el auto, tenemos que irnos hoy. — La mujer, que no era otra que la actual esposa de Tamaki, Victoria; había sido enviada para recoger a Jun.

    Victoria caminó hasta la entrada de la habitación y luego volvió la mirada hacia el pequeño castaño. Jun se acercó a la cama de su madre y tomó su blanca mano inerte en la suya.

    — Mamá, me voy, pero volveré. Adiós, recuerda que te amo. — Las lágrimas caían sobre las mejillas del niño ojiazul, mientras besaba la mano de su madre.

    Al soltarla, una falsa sonrisa se dibujó en el rostro del niño, el cual salió de la habitación por sin dirigir palabra alguna a la ojiverde, sólo pasó de su lado fríamente. Victoria no pudo fingir más algo que no le terminaba de parecer, pero sino cumplía lo que se le había ordenado, ella también estaría en problemas.

    000000=======00000000

    Salieron del hospital por una de las tantas puertas, pero de manera que no se dieran cuenta de que Jun se había ido.

    En el lujoso Camaro negro de la familia Suo iban ya Victoria y el niño castaño, que miraba hacia el vidrio. Continúo llorando en silencio, cuando cruzaron con el automóvil de Hikaru, en el cual iba el susodicho y a su lado su esposa Arika.

    La linda mujer vio al niño e hizo que Hikaru detuviera la marcha, pero para cuando lo hizo, el auto de los Suo había girado en una intersección. Se apresuraron a llegar al hospital, y le comunicaron a Kyoya lo que acababan de ver.

    — Jun estaba en el auto de esa mujer, ya saben, la que se iba a comprometer con Mori, pero lo dejó. — Arika no podía articular bien sus palabras, pero aún así pidió a Hanamatsuri ayudara a buscar al castaño por todo el hospital. Era imposible encontrarlo, pues se dieron cuenta que ya no estaba ahí.

    0000000000000000000000000000000000000000



    ¡Terminado este capítulo! El siguiente creo será otro extra, pero referente a toooda la situación actual (o más o menos).
    Espero les haya gustado, dejen comentarios.

    En el siguiente capítulo:
    10.- “El sueño que Haruhi tuvo”
    ¡Sayonara matta ne desu!
     
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    Konomi Miyazawa

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    Bórrenlo por favor
     
  11.  
    irenefic

    irenefic Entusiasta

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    Re: GOMENASAI- a Ouran High School Host Club

    o_O!! O diooosss!! vaya vayaa!! era la mujer de Tamaki!! o_O esto se ponee feoo...a saber que pasaraa!! O_O que interesanteeee!! ^^
     
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